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#fanfic/español
yoduro-d-aluminio · 1 year
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The Hottest Carmencita:
Carmen x Harry
Tags: Huele a Libro, Carmen x Harry, Badfic, fanficción
Oneshot: CEO - Carmen Ejecutiva Orgásmica:
Carmen apagó el sonido insistente de la alarma y se levantó con rapidez. Sabía que si sucumbía a la tentación de aplazar la alarma acabaría por quedarse en cama varias horas, pero no podía ser, necesitaba ser productiva en este día. Era su primer día al frente de su departamento de la empresa recibiendo al nuevo becario y tenía que mostrarse segura de si misma. Su posición nunca era algo seguro, especialmente cuando sus compañeros eras dos hombres que aprovechaban al mínimo desliz para apuntarse sus logros como propios. Y encima ahora se iban de vacaciones dejándola sola durante los días con más volumen de ventas del mes.
Perdida en sus ensoñaciones, de metió en la ducha y se lavó a conciencia. Se secó y su reflejo le devolvió una mirada pensativa a través del vapor. Suspiró y se visitó, escogiendo un outfit que fuese suficientemente casual para resultar cercano, pero profesional. Justo cuando acababa de maquillarse, sonó el timbre. Sin tener tiempo de echar un último vistazo en el espejo medio empañado del baño, abrió la puerta al que sería su nuevo becario.
– H... hola... La señorita Diéguez, verdad?. – Tras la puerta, un joven de cabello espeso y oscuro, ojos penetrantes y sonrisa tímida la esperaba.
– Sí, encantada
– Igualmente... Perdona, me resulta super incómodo decirte esto pero... Parece que solo te has hecho el eyeliner en un ojo
Carmen maldijo para sus adentros mientras recordaba haber salido demasiado precipitadamente del baño para recibir al estúpido becario, que por cierto, por algún motivo la hacía sentir nerviosa
– Vaya hombre, menuda manera de empezar. Si me permites, paso al baño mientras te familiarizas con nuestro espacio de trabajo y vuelvo en seguida
– Sin problema. Siento haber llegado antes de mi hora, Srta. Diéguez
– No te preocupes, y por favor, llámame Carmen. Por cierto, deseas que te llame por tu primer o por tu segundo nombre?
–oh... Señorita... Digo .... Carmen, llámame simplemente Harry
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myillicitaffair · 3 months
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Hands to myself | Esteban Kukuriczka.
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Sumario: mañanas tranquilas con tu novio.
Warnings: sexo explícito (+18), fingering, sexo desprotegido, dirty talking.
Notas: cómo argentina, me parece preocupante la falta de fanfics que hay de este hombre xx.
Créditos: esta inspirado en la canción de Selena Gómez, las imágenes del principio no me pertenecen y las encontré en pinterest, sin embargo, el collage fue hecho por mi.
1.3k words.
La suave brisa bonaerense inunda el amplio cuarto, jugueteando con mis mechones, desperdigados en las almohadas. El sol empieza a colarse sin consideraciones por las ventanas entreabiertas, obligando a mis cansados parpados a perforar mi sueño.
Los fuertes brazos anclados en mi cintura me atraen aún más cerca del hombre dormitando a mi lado, su rostro anidado en mi cuello, su dulce y varonil aroma inundando mis fosas nasales, envolviéndome en su calor corporal.
“Buenos días, Tebi”- Murmuro suavemente, cubriendo sus hombros con delicados besos para despertarlo.
“Buenos días, preciosa”- Responde, despegándose de la somnolencia y serpenteando sus extremidades con las mías.
Hinco mis dientes seductoramente en su piel descubierta, salpicándolo con pequeñas marcas rojas en contraste con su tez pecosa. Ansiosa, deslizo mis piernas sobre las suyas, posicionándome a horcajadas sobre su regazo.
“¿Andamos cariñosas esta mañana?”- Socarrón, amasa la desnudez de mis caderas entre sus palmas, causando que nuestros sexos se rocen firmemente. La burlona fricción no está ni cerca de ser suficiente para calmar las llamaradas que empiezan a asentarse en mi estomago bajo.
“Dale, amor, ¡por favor te pido!”- Ruego impaciente, tratando de replicar sus movimientos. Su agarre me mantiene estática en mi lugar, sin permitirme mover.
“¿Por favor qué?”- Finge inocencia mientras las puntas de sus dedos empiezan a dibujar entramados sobre mis costillas, trepando hacia mis pechos.
Atrapa mis pezones entre sus yemas, jugueteando con ambos a la vez, hasta sentir como se endurecen ante sus atenciones.
“Tocame, te necesito…”- Aclaro sin aliento.
Con una sonrisa ladina, acerca su boca hacia el derecho, provocando el montículo con la lengua hasta empezar a succionarlo con urgencia. Me enredo en su cabello, tirando de el con ferocidad, ganándome un gimoteo de satisfacción de su parte.
Separándose de mi abusado busto, observa mis ojos con cierta malicia impresa en los suyos al tiempo que me restriega contra su palpitante centro. Una creciente erección se hace notar bajo la ropa interior que nos separa.
“Mira lo que me haces”- Acentúa su punto al embestir mi coño cubierto con su pulsante miembro. Mi boca se entreabre ante el placer repentino- “Me pones tan duro.”
“Tebi, no puedo más”- Susurro cuando su mano baja por mi estomago hasta hallar mi intimidad, desliza mi tanga por mis pantorrillas para así estimular el clítoris en premeditados movimientos circulares. Creo enloquecer ante sus ralentizadas caricias
Asienta su toque errante en mi humedad, sus yemas buceando entre mis jugos. Retira sus dedos índice y corazón, para luego sorberlos ruidosamente, lamiendo mi reluciente excitación.
“¿Quién te tiene así de mojadita? Mh?”- Pregunta orgulloso, sabiendo perfectamente que el es el causante.
Reanuda sus ministraciones en mi núcleo, colándose por entre mis labios para penetrarte con dos dígitos. Mis orbes fijos en sus movimientos, aun desconcertada por lo obsceno de su accionar.
Rápidamente acelera sus movimientos, curvándose para golpear la esponjosa cavidad. Su longitud roza todos mis puntos sensibles, acercándome a un inexorable crescendo. Sumergida en el disfrute, lo único que escapa mis cuerdas vocales son quejidos de satisfacción, entrelazados con gemidos nombrándolo.
“Contestame, nena. ”- Reclama, forzando el contacto visual al aprisionar mi mandíbula en su agarre.
“Vos, Kuku, ¡solo vos!”- Contesto, hundiendo mis uñas en la tersura de sus bíceps, marcando lunas crecientes para la posteridad. Una sonrisa engreída tiñe sus delicadas facciones al notar mi estrechez aspirándolo, signo de mi orgasmo aproximándose a pasos agigantados.
Meciéndome sobre sus largos dedos, comienzo a percibir las avasallantes olas de mi culminación; la presión en mi vientre amenazando con explotar, la euforia difuminando todo a mi alrededor, centrándome solo en el rostro de mi novio cercano al mío.
El clímax se ve remplazado por un insoportable vacío cuando retira sus dígitos de mi calor, negándome la liberación. Un sollozo se cuela por mi expresión desahuciada, mis ojos alarmadamente abiertos cubiertos por una fina capa de lágrimas.
“No no no, por favor”- Lloriqueo en su oído, tratando de reganar el pasado contacto. Sus fuertes extremidades me aquietan por encima de su muslo, logrando que mis movimientos mueran lentamente.
“Tranquila, linda. Ahora te voy a coger, ¿sí?”- Pronuncia, apaciguando mis patéticos hipidos. Asiento frenéticamente, deseosa de sentirlo en mi interior.
Con un preciso movimiento, me enjaula bajo suyo, su largo cuerpo enmarcando al mío. Lo observo despojarse de sus calzoncillos, ardiendo al presenciar su desnudez absoluta.
Mis ojos merodean desde su esbelto pecho hasta los colorados vellos que trazan el inicio de su pelvis, gruesa y rebosante de líquido preseminal.
Casi ausente, permito que mi mano recorra su cuerpo, centrándome en su furioso pene. Con lánguidos movimientos, trazo su longitud, torciendo mi muñeca para proporcionarle el mayor placer posible.
“Me vas a matar, bebé”- Confiesa, acalorado y excitado. Sus rizos cobre empiezan a pegarse a su frente ante el esfuerzo físico, unas singulares gotas de sudor recorren su tórax.
Toma mis extremidades superiores entre sus garras para anclarlas sobre mi cabeza, dejándome completamente a su merced. Con un gesto busca mi consentimiento, el cual soy rápida en proporcionarle.
Su glande comienza a ingresar por mi núcleo, empujándose pacientemente dentro mío. Mas allá de la cantidad de veces que repitamos el procedimiento, jamás lograría acostumbrarme a la deliciosa manera en que me estira. El aire se condensa de sus suspiros de alivio al sentir su polla completamente en mi interior.
Así, inmóvil entre mis piernas, logro sentir cada una de sus vena latiendo dentro mío, las crestas y surcos que lo componen.
“Hace conmigo lo que quieras, Kuku, pero por favor movete”- Demando sin aire, todavía pasmada por la intrusión.
Ni bien las palabras me abandonan, Esteban retira su falo casi por completo antes de embestirme ferozmente. Su boca yace abierta, su cara contorsionada por el deleite, sus cejas arrugadas entre sí… La vista más bella del mundo.
Noto que mis caderas intentan acompasarse a su compás, encontrándolo a medio camino. Un frenesí casi inhumano apoderándose de ambos, obligándonos a acelerar el ritmo para satisfacer aquel deseo tan primal.
Su palma izquierda apresando mis muñecas fuera de su camino, la derecha se posa en mi abultada panza, advirtiendo la protuberancia que su pene delinea en mi vientre bajo. Un gemido nace de mi garganta al notar lo que ocurre.
“Así de profundo te estoy cogiendo, nena”- Gruñe en mi oído, su mano aún en mi estómago, sus penetraciones cada vez más hondas.
“Ay, Esteban, estoy tan llena”- Plaño frente a su boca, robándole un chape al notarme increíblemente mojada ante la imagen.
Vuelven a apropincuarse las primeras olas de mi culminación quemándome por dentro, consiguiendo desesperarme por concluir. Sin siquiera notarlo, mi voz se fuerza por vociferar el regocijo que me inunda, aumentando su volumen a medida que mi clímax me alcanza.
“Dios, me voy a venir”- Advierto, enloquecida por las sensaciones apoderándose de mí. El mayor se apresura, complaciendo mi pedido tácito.
Su boca busca de nuevo la mía cuando mi coño pulsa delirantemente su entrepierna, buscando conducirlo hacia su propia liberación.
“¿Ah sí? ¿Me vas a empapar la chota, amor?”- Cuestiona, sabiendo cuanto me gusta que me hable así de sucio.
Su nombre huyendo de mis labios como mantras, mis uñas anclándose en su espalda, marcándolo como propio.
Me entrego al orgasmo que me engulle, mi cuerpo retorciéndose espasmódicamente bajo su imponente figura, mi centro manchándolo con mi corrida al contraerse.
En la brevedad, aúlla desaforado pues su masculinidad pulsa hasta derramarse dentro mío. Su semen pintando mis paredes internas, colmándome por completo.
Se retira de mis cavidades con lentitud luego de venirse, procurando que sus espermatozoides permanezcan en mi interior. Selecciona mi ropa interior de las desechas sabanas, calzándomelas como si nada.
“Así no se escapa nada”- Murmura, regalándome un pico. Me fascino ante la idea de mantener su eyaculación así de cerca de mí.
Lo arropo contra mí, exhausta y saciada, con la intención de quedarme atrapada en sus brazos por un rato más. Recíproca mi voluntad, reposando su cabeza entre mis pechos y acariciándome delicadamente.
“Te amo”- Digo luego de unos instantes, observándolo maravillada.
“Yo te amo más”- Responde, presionando nuestras bocas en un beso descuidado.
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themasterreader69 · 28 days
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HASTA EL AMANECER
Enzo Vogrincic x Reader
Enzo Vogrincic regresa a casa antes de lo esperado por un cambio de vuelo, convirtiendo los sentimientos de un día cansador en un momento para reconectar.
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Eran pasadas las dos de la madrugada, la oscuridad envolvía la habitación del apartamento, nada excepto la luz esquinera al borde del sofá y las luces de la televisión. La película her se reproducía en la pantalla frente a mí aunque mis párpados pesaban como el silencio que me inundaba, las gatas estaban durmiendo en mi cama así que los únicos ruidos eran los de la voz de Joaquin Phoenix y los huesos de mi espalda cada vez que cambiaba de posición. 
     El largo día había dejado mi cuerpo exhausto, no obstante, mi mente seguía revoloteando como un pájaro inquieto, negándose a ceder ante el cansancio. Mis ojos se cerraban intermitentemente, luchando contra la tentación de dejarse llevar por el sueño. En un momento, el sonido de la película se desvaneció en el fondo, transformándose en un susurro indistinguible y caí en un sueño profundo sin más lucha.
Me despertó a las cuatro de la mañana, el inesperado tintineo de las llaves en la puerta principal, que resonó en la sala de estar, rompiendo el silencio de la noche. Me extrañé por la situación –¿Enzo? ¿A esta hora?– con un esfuerzo titánico, luché contra la somnolencia y me senté en el sofá, todavía parpadeando con un ojo cerrado. Mis sentidos se agudizaron mientras pausaba la película, que ya estaba mucho más cerca de su final de lo que recordaba haberla comenzado.
     Escuché la puerta al abrirse y mi corazón comenzó a palpitar con fuerza. Aunque mi mente estaba en cualquier lado –debido al sueño– la emoción de verlo de nuevo se filtraba entre toda esa fatiga. Seguí bostezando mientras esperaba en el sofá, con la mirada entrecerrada enfocada en la entrada. Mis sentidos estaban alerta, captando cada sonido, cada movimiento. Entonces, lo vi. Enzo entró en la habitación con total cautela, siquiera arrastró su valija, sino que la cargaba cuidando sus pisadas. Su figura apenas iluminada por la luz que llegaba del pasillo trajo una gran calidez a mi alma. Él estaba bellísimo, abrigado con su campera rompevientos de LOEWE –desde que modeló para ellos ya perdí la cuenta de cuántas prendas de esa marca hay en el armario– y con un jean básico que estoy casi seguro es de JACK & JONES fue de los regalos de su hermano menor por su último cumpleaños, el corte del pantalón es relajado y eso le queda tan pero tan bien. 
     Con un bostezo final, me levanté para recibirlo, dejando atrás el sofá y la película inconclusa. La fatiga se desvaneció momentáneamente, reemplazada por el calor reconfortante de un beso de regreso y un fuerte abrazo. 
Yo quería hablar primero pero me distraje entre sus labios. 
—¿Qué hacés a esta hora? pensé que ibas a estar durmiendo, quería que fuera una sorpresa el estar de vuelta. —Me dijo mientras hacía muecas como si lo que acababa de hacer fuera algo inimaginable. 
—No entiendo, en la última videollamada que hicimos me dijiste que no llegabas hasta la mañana. 
Dejó la mochila y las valijas y comenzó a explicarme mientras se desabrochaba la campera dejándola así en el perchero. 
—Sí, bueno, copsas pasaron —Se reía— Mira, es así, mi vuelo original tenía una escala larga pero resulta que hubo problemas técnicos con el avión, así que nos desviaron a otra ciudad para hacer una escala no programada y de suerte nomás es que pude conseguir un vuelo de conexión más rápido y lo tomé para poder llegar a casa antes.
Mi ceño se frunció ligeramente mientras procesaba la información –mucho que procesar para alguien que recién despierta además la gesticulación de sus manos me distraía– Banca ¿problemas técnicos? ¿pasó algo durante el vuelo? —Dije angustiado.
—No, no te preocupes —Me agarró de la mano mientras movía la otra para explicar— Fue más un tema logístico que otra cosa. Todo estuvo bien, solo un poco de retraso y un cambio de ruta inesperado. Pero ya estoy acá sano y salvo así que quédate tranqui. 
Me acurruqué un poco más cerca de él.
—Me alegra mucho que estés bien. Aunque hubiera preferido que llegaras según lo planeado así te esperaba con alguna sorpresita o algo, pero bueno, estoy feliz de tenerte de vuelta.
Enzo me sonrió y pasó un brazo alrededor de mis hombros, dejando un beso suave en mi frente.
—Tenía unas ganas de verte que no te haces idea —Me dijo mientras vi que su mirada pasaba de estar en mis ojos a estar centrada en la tele— Uy amor, ¿otra vez con esta película? ¿me tendría que preocupar de que me vayas a reemplazar por inteligencia artificial ahora? —Soltó una carcajada mientras jugaba con el control de la televisión. 
—No seas boludo. Primero, es un peliculón y lo sabes, si hasta te encantó el soundtrack tanto como a mí. Segundo, no hay robot que me convenza de hacerte a un lado —Le dije al mismo tiempo que le sacaba el control de las manos y le volvía a poner play a la película. 
—¿La vas a seguir viendo? ¿No tenés sueño? —Dijo mientras jugaba con mis pelos. 
—¿Vos no tenés sueño? Sos vos el que vino de un viaje largo, no yo —Le retruqué. 
—Todavía ando con jet lag, de hecho incluso podría decir que estoy estresado, ya sabés que no he parado en toda esta semana,pero ahora quiero estar contigo —Pausó como reflexivo— y ya sé que prácticamente no te dejé en paz con tanto mensaje y llamada pero es que, en serio, no es lo mismo hacer cosas sin que vos estés ahí. 
Con una sonrisa traviesa, empujé suavemente a Enzo hacia atrás para que se recostara por completo en nuestro sofá verde. Sus labios otra vez con los míos donde cada beso daba lugar al siguiente. El roce de nuestras prendas se convirtió en un juego tentador, su solo tacto enviaba una corriente eléctrica a través de mi cuerpo, ahora completamente despierto y atento.
—Extrañaba la sensación de tu piel —Susurré entre besos— dejando un rastro de besos en su cuello y hombros. 
Él se limitó a soltar pequeñas exhalaciones y gruñidos cortados, más no emitió palabra.
Haciendo un movimiento sutil, me deslicé hacia adelante para sentir la presión de su entrepierna contra mi vientre. Un estremecimiento recorrió mi cuerpo y creo que también el suyo porque me apretó contra sí. Sin embargo, noté que Enzo desvió su mirada hacia el techo, como buscando una excusa para escapar de la intensidad del momento. 
     Sus labios se movieron como si estuviera a punto de decir algo, pero ningún sonido salió de ellos. Un gesto de confusión cruzó mi rostro mientras seguía su mirada, intentando comprender lo que estaba pasando.
Entonces, su expresión cambió abruptamente cuando forzó su mirada en la mía, sosteniéndome los cabellos con firmeza. La intensidad en sus ojos me dejó sin aliento, y su voz resonó en la habitación con un tono tenso.
—Esto ya empieza a molestar —murmuró señalando el cinturón que llevaba puesto— Observé cómo movía su mano derecha lentamente por el cuero buscando la hebilla lentamente con sus dedos, liberándose para permitirse más movilidad.
Una sonrisa traviesa bailó en mis labios.
—Vamos a terminar de sacarte ese estrés que tenés, ¿te parece? —murmuré manteniendo mi mirada— Él asintió con una expresión de anticipación y supe que estábamos en la misma sintonía.
Su respiración cambiaba de ritmo con cada cambio de presión, y supe que estaba extasiado por el placer que le estaba brindando. Aunque él aún sostenía mis cabellos, no era para nada bruto, su mano estaba entrelazada de una manera delicada y cariñosa, dedicado a seguir mis movimientos con reverencia. 
Agradecimos el inesperado cambio de escalas de avión que había permitido que Enzo llegara antes y que había permitido este momento, necesario para los dos. 
Una oportunidad para reconectar después de estar separados, hasta el amanecer.
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sparklefics · 11 months
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Señorita
Bucky & Latina!reader
Warning: major spanglish use 😂
Wc: less than 200
Tags @creamecafe
[masterlist]
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“Baby, I’ve been meaning to ask, and stop me if I’m being intrusive or rude, but I know you were deprogrammed from the winter soldier…”
“You can ask me anything, doll.” Bucky interrupted. “Go ahead.”
“Well do you still remember all the languages? I mean would you understand me if I started speaking Spanish?”
“I don’t know, maybe. Let’s try it out. ”
“Hmm. Me encanta estar así entre tus brazos.” You kiss his chest.
“No hay otro lugar donde desearía estar que aquí junto a ti, mi amor.”
Your body heats up and the squeal that bubbles out of you is more like a screech, you hide underneath the blanket.
“¿Muñeca? ¿Estás bien mi amor?”
“Cállate. Voy a necesitar que te calles.” You groan. “This is so unfair!! Why is your voice even sexier when you speak Spanish?”
“If it helps, your voice sounds sexier in Spanish too.”
“¿En serio?”
“Si, señora.”
“Señorita.” You correct him.
“Señora Barnes sounds way better.”
Can’t really argue with that.
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emeraldkniight · 6 months
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𝓞lder. d.wayne ୨ ໋ ˳ ⊹ esp. . . !
ADVERTENCIAS. . . drabble. damian!older. contenido nsfw. sexo, masturbación, negación del orgasmo, thigh riding, dirty talk, degradación.
SUMMARY. . . en donde la lectora molesta a Damian por ser mayor que él solo por unos años y este se venga de ella de la manera más cruel.
COPYRIGHT. . . ningún tipo de copia de mis obras está permitida. Se permite la libre traducción siempre y cuando se den los créditos correspondientes a mi persona.
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𝓝o debiste burlarte de él. Te compadecías de ti misma por haber hecho ese chiste que lo hizo ponerse completamente furioso y hacer someter a tu cuerpo a tal hambrienta necesidad.
Querías con profunda honestidad correrte encima del muslo que se deslizaba en lo más profundo de tu coño mojado; siendo embarrado de manera grotesca de todos los fluidos provenientes de la excitación que él mismo te había provocado.
¿Realmente merecías tal trato solo por hacerle una broma sin sentido o maldad?
Tú tenías una ventaja sobre Damian, y era que eras mayor que él por un año exacto. La broma en la mansión sobre Damian siendo el más joven te hacía reír, sinceramente. Sin embargo, el único problema era que desconocías que tú no tenías permiso para hacerle una broma sobre su edad.
A pesar de que Damian había crecido y ahora era mayor de edad desde hace tiempo, decidiste unirte a la broma, pensando que lo peor que podría pasar sería que te mirara mal. Sin embargo, desconocías que eso sería el menor de tus problemas en comparación con lo que te esperaba.
— ¿Que pasa, tn? ¿No que era un puto crío para ti? Mira donde tenemos ahora a la famosa señorita madura, rogando desesperadamente por correrse bajo mi muslo. Siempre has sido una perra, pero me tomó por sorpresa que seas tan débil y patética.
Tus lagrimas se resbalaban por tus mejillas hasta caer sobre sus hombros debido a la manera humillante en la que se mofaba de ti.
El clítoris te palpitaba sobre la presencia de la piel caliente raspandote, estaba lleno. Tu propia entrada vaginal de la excitación chorreaba fluidos y se apretaba alrededor de la nada. La hipersensibilidad de la aproximación de tu orgasmo no te dejaba ver las cosas con claridad.
Lo que más dolía en ese instante era saber que Damian por nada del mundo te permitiría correrte. Ese era tu castigo por haber sido mala con él, tú penitencia.
Y ahora, su muslo no era suficiente. Tu entrada ansiaba que una polla se hundiera en ti para que bastara.
Cuando se hundió en ti, en un principio no sentiste nada más que plenitud, nada además de la sensación de tener el vientre completamente lleno. Luego, empezó a embestirte tan fuerte que sentiste por un momento que iba a partirte por la mitad; sus caderas se balanceaban contra tu agujero abusado en el cual su virilidad encajaba a la perfección. Damian adoraba la sensación de sentirse rodeado por tu calor.
Antes de que pudieras realmente darte cuenta y arrepentirte, ya había tenido lo suficiente de ti. Por lo que, te enfrentaste a una realidad donde estabas en su cama con los muslos manchados de su orgasmo sin obtener nada a cambio del encuentro más que sufrimiento.
— Pude haberte hecho sentir realmente bien, pero te tocó ser una puta bromista con tus chistes de mierda.
Lamentablemente, sabías que tenía razón.
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nightmare-knight · 17 days
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La versión a todo color de "¿Es necesario que me lleves así?"
Imagen inspirada en el siguiente post: “It’s so much easier to carry you this way!”
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gyummigon · 7 months
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☆ ducha gentil | choi beomgyu
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beomgyu x gn!lector
୨୧ word count: 0.8k ୨୧ genre: romance, drama, relación establecida, algo sugerente? ୨୧ summary: solo un poco de tierna intimidad en la bañera con un dulce y divertido beomgyu.
english ver
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Soltaste todo el aire de tus pulmones e intentaste relajarte. Tus manos temblaron un poco cuando se dirigieron a la espalda de Beomgyu, causando que este se estremeciera y soltara un risita nerviosa. 
El agua tibia cubría tu cuerpo hasta el inicio de tu pecho, queriendo tomarte el tiempo de disfrutar el ambiente acogedor, recargaste tu espalda en la tina de baño y olfateaste el aroma de los ingredientes añadidos al agua. Entre tus piernas aguardaba un curioso Beomgyu, con sus manos dándole palmadas al agua para causar salpicaduras y sus piernas flexionadas de tal forma que casi tocaban su pecho. 
—Eres muy grande para mi tina de baño —murmuraste mientras lo mirabas hacer sus travesuras con una sonrisa. 
—Oh, te sorprenderías. Creo que puedo hacer algo de espacio. —Beomgyu río y se inclinó hacia atrás, haciendo que su espalda y tu pecho se tocaran—. ¿Mejor así? —dijo cuando inclinó su cabeza hacia tu hombro para mirarte. 
Asentiste y retiraste un mechón de pelo que caía sobre su frente. Beomgyu sonrió por el gesto, tomó tu mano con suavidad y la dirigió a sus labios, depositando un dulce beso y haciendo caricias con sus dedos. Por un momento te quedaste perdida en la sensación que se deslizó por tu cuerpo mientras lo mirabas, encontrando en él profunda conexión y paz. 
—Déjame lavar tu pelo —pediste de pronto. Él fingió pensar un momento, con sus ojos posados en el techo y una sonrisa en la que se pudo apreciar alguna de las cosas que le pasaron por la cabeza.
—Espera un momento.
Beomgyu cerró los ojos y uso sus piernas para empujarse más contra ti. Pasaste tus brazos por encima de sus hombros y posaste tu barbilla sobre su cabeza, dejado que pegara su rostro a tu pecho y restregara su mejilla en él.
—¿Que estás haciendo? —cuestionaste cuando sentiste sus músculos vibrar contra los tuyos,.
—Estoy ronroneando —respondió mientras simulaba el sonido característico de los mininos y tú soltaste un risita baja. 
—Raro.
Beomgyu continuó con la acción hasta que tuvo suficiente. Luego de unos minutos se enderezó, asintió en silencio y tomó el grifo de la tina de baño. 
—También quiero lavar tu pelo —anunció al tenderte el grifo. Por la forma en la que parpadeó lentamente supiste que empezaba a tener sueño.
—Ya veremos —dijiste y el soltó un quejido. 
Luego de humedecer su cabello, colocaste el shampoo y empezaste a esparcirlo con movimientos gentiles. Sabías que le gustaba que jugaras con su pelo, y pareció más que feliz cuando empezaste a masajear su cabeza. Después de unos segundos, retiraste una mano y la colocaste sobre su hombro, dejando que tu pulgar dibujara círculos sobre su piel. 
Por la forma en la que cerró sus ojos y soltó un suspiro, te dio la impresión que la estaba pasando bien. 
—Se siente bien —susurro con una sonrisa—. Te llevaré conmigo cada vez que me duche de ahora en adelante.
—No me quejaré. —Acercaste el rostro al sitio donde tu mano acariciaba su espalda y rozaste su piel con tu nariz, olfateando su aroma y dejando un suave beso sobre su piel. 
Beomgyu se estremeció y pudiste verlo sonriendo para sí mismo, era una sonrisa genuina y casi pudiste ver y sentir la felicidad que había en ella.
—Esto se siente mejor... —dijo antes de respirar hondo, con las puntas de sus orejas tornándose rojas.
No pudiste detenerlo cuando se lanzó para rodearte entre sus brazos, causando que el agua se derramara de la tina de baño y mojara el piso. Estabas por reñirlo, pero Beomgyu selló tus labios con los suyos antes de que pudieras decir algo. 
Ni siquiera con consideraste resistirte. Te recargaste de nuevo contra la bañera y dejaste que tu cuerpo se inclinara al tacto de Beomgyu cuando se acomodó entre tus piernas. Al principio, sus labios recorrieron los tuyos con movimientos pausados, lambiendo y succionando lenta y atrevidamente hasta que estuvieron igual de humedecidos que sus cuerpos. De manera automática pasaste tus brazos al rededor de su cuello, lo que le permitió pegar más su cuerpo al tuyo.
Sentiste la electricidad en el aire mientras lo sostenías cerca y, su aliento y el tuyo, se volvían uno solo. Pudiste sentirlo todo, era tan real, tan amable y refrescante. En cierto momento, lo escuchaste soltar un gemido y te sorprendiste, pensando por un momento que la gentil cercanía de sus cuerpos empezaría a ir a más allá esa noche; sin embargo, cuando Beomgyu repitió el sonido no percibiste solamente deseo, sino también dolor. 
—Ay, me ha entrado shampoo al ojo —lloriqueó, pero a pesar de todo, continuó besándote.
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yoduro-d-aluminio · 1 year
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Olivia's Prague Adventures
Olivia x Harry
Tags: Oneshot, Olivia x Harry, trope, fanficción
Oneshot: Un desconocido en el gimnasio:
Olivia despertó aquella mañana con las primeras notas de su despertador, pidiendo a su Google Home que subiese el volumen para llenarse de la energía que la canción de One Direction desprendía mientras abría las ventanas y ponía el calentador de agua en marcha. Quizás era pecar de egolatría que su canción favorita de la boy band británica fuese la que llevaba su mismo nombre, pero quién podía culparla de sentir que los chicos le decían a ella misma que vivían por y para sentir la luz de sus ojos. Era cierto que su descubrimiento del grupo había sido bastante tardío, no había disfrutado de sus álbumes hasta bien entrada la universidad, y en ocasiones se preguntaba si no era un comportamiento excesivamente adolescente para sus 22 años... Aunque a decir verdad, aquellos característicos sentimientos de incomprensión y soledad, histeria, alegría y angustia de los que todo el mundo hablaba, y los cuales la habían dejado bastante tranquila en su paso por el instituto, parecían haberse instalado en su cabeza en los últimos años. Los 20 eran los nuevos 15, parecía ser.
Tras desayunar unas tostadas con aceite y pepino y beber un Earl Grey que, como siempre, se le había quedado frío, emprendió su aventura para ese día: dejar atrás el preocupante sedentarismo que llevaba como estilo de vida.
Olivia salió de casa sintiéndose completemante insegura sobre la clase de yoga a la que se había apuntado en el nuevo gimnasio. Se había decidido a registrarse unos días atrás con la esperanza de mejorar aunque fuese mínimamente su forma física, ya que había alcanzado un punto en que se sentía exhausta tras subir los cuatro pisos hasta subir a su casa a diario. En sus primeras visitas al gimnasio había tratado sin éxito de utilizar algunas de las máquinas disponibles, pero no podía evitar sentirse totalmente ridícula mientras intentaba descifrar su funcionamiento, por lo que había tirado la toalla y decidido que las clases serían por ahora la opción más segura. Tras una experiencia traumática y cercana a la muerte en la clase de aerobic la tarde anterior, la decisión estaba tomada: el yoga parecía el ejercicio adecuado para ella: a fin de cuentas, los deportes de equipo y de alto impacto nunca habían sido lo suyo, y este ejercicio a medio camino entre lo artístico y lo atlético encajaban bastante con la imagen de sí misma que quería proyectar en su nueva vida. Aparte, sospechaba que en una clase de hot yoga no tendría que lidiar con las miradas, ahora críticas, ahora lascivas, de los chicos que hacían de ser usuarios del gimnasio low cost del barrio su personalidad.
A medida que se acercaba la hora de empezar la clase, las dudas hacían tambalearse el valor inicial de Olivia. ¿Qué haría si la clase era de nivel avanzado? ¿Y si se esperaba de ella que supiese hacer esas contorsiones y equilibrios que apenas parecían anatómicamente posibles? Le aterrorizaba ser incapaz de seguir las instrucciones de la profesora o, aún peor, no comprenderlas siquiera. Realmente debería haber pensado en lo inconveniente que era apuntarse a unas clases grupales impartidas en otro idioma. Daba igual, ya no había tiempo de echarse atrás.
Entrando al gimnasio casi treinta y cinco minutos antes de que comenzasen las clases, pasó un rato en el vestuario, familiarizándose con el espacio y tratando de no parecer totalmente novata. Después de un rato, se armó de valor para salir y buscar la clase. Por suerte, eran solo las 7 de la mañana de un sábado y el gimnasio acababa de abrir, por lo que solamente se encontró con un par de señoras que parecían amigables y un joven disciplinado y totalmente absorto en su carrera en la cinta de correr. Todo estaba saliendo a pedir de boca salvo por un pequeño inconveniente: no encontraba la sala 4, a donde debía dirigirse para su clase. Precariamente, un miembro del personal le indicó que debía acceder al "otro lado" del gimnasio, señalando una puerta al otro lado de una de las aulas. Olivia estuvo a punto de dar media vuelta e irse a su casa, no podía creer que fuese a tener que atravesar aquella clase de "body attack" (fuese lo que fuese eso). Finalmente cruzó lo más rápida y disimuladamente posible, no sin sufrir el sermón de una enfadada monitora que le gritaba algo que, por una vez, se alegró de no comprender. Ya estaba en el área Wellness, ahora todo debía transcurrir con normalidad. Encontrada el aula, se sentó fuera a esperar, mirando obsesivamente su teléfono para evitar mostrar lo evidente: que había llegado excesivamente temprano y no tenía ni idea de dónde meterse mientras no llegaba la instructora.
La clase excedió por mucho sus expectativas. Por supuesto, había sido cansado, pero no había tenido problemas para completar los ejercicios y sentía que, con práctica, podía acostumbrarse a hacer esto a diario. Además, sentaba bien reconciliarse con el propio cuerpo, recordar que no tantos años atrás había disfrutado muchísimo de la disciplina de conservatorio con sus innumerables horas semanales de trabajo. Tras haber devuelto su bloque de gomaespuma a su sitio y desinfectado su esterilla, salió la última del aula. Por suerte, había conseguido ver por donde bajaban para acceder directamente al área de vestuarios, sin tener que atravesar el resto del gimnasio. Esta vez no pasaría el bochorno de una hora atrás. Mientras bajaba las escaleras cayó en la cuenta de que seguramente accedería a la puerta que había visto en la zona de duchas, que había descartado como un acceso para personal.
Efectivamente, abajo la esperaban dos puertas, ambas abiertas y bloqueadas, de manera que resultaba imposible ver el cartel que indicaba cuál era la que daba acceso a su vestuario y cuál la llevaría a las duchas masculinas. Como el gimnasio apenas estaba lleno, no se escuchaban voces que pudieran darle una pista sobre qué puerta debía cruzar. Tras pensar unos segundos rememorando la disposición del edificio, Olivia estaba convencida casi con total seguridad de que no podía ser la puerta de en frente, tenía que torcer a la derecha.
Decidida, entró en el vestuario, donde sólo había una ducha encendida, la penúltima de la hilera que tenía que atravesar. Alguien silbaba tranquilamente dentro. Estaba ya confiada cuando del borde de la tabla que separaba la ducha de las demás vio sobresalir un codo, seguido de un brazo agradablemente torneado y, lo que es más importante, claramente masculino. El agua había dejado de correr. Se quedó totalmente paralizada. El agua que bajaba serpenteando hacia el centro del pasillo había empapado sus chanclas, por lo que era imposible retroceder sin ser delatada por su golpeteo. Aún estaba paralizada cuando a ese brazo le siguió el resto de un cuerpo totalmente desnudo, cubierto en tatuajes y empapado, envuelto en un denso vapor que delataba una prolongada ducha bajo el chorro casi insoportablemente caliente de agua. Olivia apenas escuchaba otra cosa que su corazón acelerado por la vergüenza (e innegablemente por la vista de aquel cuerpo ignorante y desnudo frente a ella), acompañado del melodioso silbido del joven, todavía ajeno a su presencia a tan solo unos pasos de él.
Para su alivio, aún de espaldas, alargó la mano hasta alcanzar su toalla, que enrolló descuidadamente alrededor de sus caderas. Solo necesitaba que diese los pocos pasos restantes hasta girar y desaparecer en el área de las taquillas. Solo unos segundos y podría volver sobre sus pasos y correr al vestuario femenino.
"Si vas a disfrutar del espectáculo podrías al menos aplaudir...". Olivia pensó que iba a perder el conocimiento allí mismo. Lo único que lo impidió fue el fugaz pensamiento de que entonces aquel desconocido apenas cubierto por una fina toalla de microfibra tendría que levantarla del suelo empapado y llevarla a recepción, donde despertaría más abochornada todavía, si es que eso era posible.
Tras varios segundos intentando sin éxito que de su boca saliese algo más que un balbuceo, Olivia consiguió articular unas palabras de disculpa: "yo... lo... lo siento... lo siento muchísimo, no... no era mi intención... yo... soy nueva en el gimnasio y... me he desorientado al volver de clase y... lo siento ... yo no..."
Copiando burlonamente su titubeo avergonzado, el desconocido respondió "Bueno tranquila, amiga, tampoco creo que sea la primera vez que ves a un tipo desnudo, ¿me equivoco? Y si es así, supongo que de nada, no creo que sea una primera visión tan desagradable, a fin de cuentas". Su boca dibujaba una media sonrisa que insinuaba unos dientes blanquísimos. Sus labios, enrojecidos por el calor de la reciente ducha, brillaban. Una gota resbaló de su pelo oscurecido por la humedad, el cual sacudió ligeramente hacia el lado para evitar que se le metiese en los ojos. Quería salir de allí, necesitaba salir de allí, pero al mismo tiempo sus pies parecían estar clavados en el embaldosado de aquel vestuario. Deseaba que la tierra se la tragase en aquel instante.
Tras unos segundos que se le hicieron eternos, consiguió responder:
— Disculpa, de verdad no era mi intención, siento muchísimo haberme colado en el vestuario de hombres. No volverá a pasar.
— No tienes que disculparte así, tampoco soy el dueño de este gimnasio. Además, es demasiado pronto, estamos completamente solos.
¿Qué era eso que parecía detectar en su divertido tono de voz? Su inflexión todavía ronca por ser una hora tan temprana demostraba que el desconocido, que por cierto seguía precariamente tapado con su toalla, lejos de compartir su azoramiento, encontraba aquel incidente deliciosamente gracioso. ¿Qué le estaba pasando? ¿Por qué no se daba la vuelta y huia a su propio vestuario para cambiarse y volver horrorizada a su casa? ¿Por qué lo la echaba él? ¿A qué estaba jugando? La cabeza de Olivia iba a mil por hora, pero por algún motivo no conseguía salir de aquellas duchas. O no quería. Estaba como hipnotizada por aquel joven que la miraba curioso. No se dio cuenta de que su propia mirada se había deslizado hasta sus brazos de nuevo, la primera porción de su cuerpo que había visto unos minutos antes.
— Si me vas a mirar así, podrías desvestirte tú también, ¿no? — Sintió cómo la piel de su cara alcanzaba un tono carmesí imposible. Ahora sí iba a desmayarse. — Aunque igual es un poco pronto para intercambiar tantas cosas — Esa media sonrisa y aquella mirada que claramente estaba disfrutando la situación volvieron a aflorar en su cara. — Salgamos de aquí, siento decepcionarte, pero no puedo quedarme desnudo todo el día desnudo para complacerte, al menos no todavía. Voy a vestirme, cámbiate tú también, te espero fuera en 10 minutos. — Le guiñó el ojo y salió.
Al fin, Olivia reaccionó y, casi automáticamente se dirigió a su vestuario. Mecánicamente, se metió en la ducha de agua fría y solo entonces pensó en aquel descarado chico, que por cierto le acababa de ordenar lo que hacer, a lo que ella había obedecido casi instintivamente. Una vez se hubo secado se preguntó a sí misma si no sería divertido seguirle el rollo e ir a tomar algo con aquel desconocido... A fin de cuentas, era cierto que ya había compartido con él más palabras (y más que palabras) que con mucha de la gente que había conocido desde que se había mudado a aquella ciudad, y tampoco es que tuviese gran cosa que hacer. ¿Era esa su oportunidad de dejar que aquella nueva Olivia que llevaba tiempo queriendo descubrir floreciese de una vez? "Seguro que ni siquiera está fuera y solo se ha divertido un rato contigo, mañana no será más que una anécdota que contar a sus amigos y en una semana ni recordará este encuentro", se dijo mientras salía a recepción.
— Vaya, ya estaba pensando que tendría que entrar a por ti... Por cierto, qué falta de modales, ni siquiera nos hemos presentado. Soy Harry.
— Olivia — Musitó.
— Olivia, Olivia, Olivia... — repitió, absorto, paladeándolo, y ella no pudo sino fijarse una vez más en sus labios y en lo seductor que sonaba su nombre saliendo de ellos— Vamos, conozco un café perfecto para un desayuno tranquilo de sábado.
Sin saber muy bien por qué, Olivia se vio siguiendo los pasos de aquel desconocido fuera del gimnasio.
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myillicitaffair · 3 months
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You are in love | Esteban Kukuriczka.
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sumario: noches de pizza con tu amigo… claro, amigo.
advertencias: sexo explícito (+18) , penetración, sexo sin protección, consumo de alcohol.
créditos: las fotos del collage fueron extraídas de pinterest, más las edite yo. la canción cuya letra utilice es You Are In love (Taylor’s Version) de Taylor Swift.
notas: honestamente, no estoy muy contenta con el resultado final pero espero que puedan disfrutarlo de todas maneras xx.
No hay pruebas, no fue demasiado, pero yo vi suficiente.
Paciente, fuera de su recibidor, me encuentro parada, esperándolo con una botella de vino bajo la axila. Aliso los pliegues de mi falda varias veces con las manos, un hábito al que recurro para evitar sucumbir a la ansiedad que me atormenta. Con la cámara de mi celular, observo mi reflejo, comprobando que mi maquillaje permanezca en su lugar, que mi cabello siga viéndose inmaculado.
No recuerdo un tiempo en el que Kuku haya sido simplemente un amigo, siempre fue más; mi confidente, el protagonista de mis fantasías, quien roba mis suspiros y miradas, de quien terminé enamorándome.
Las pisadas sobre las baldosas delatan su presencia apropincuándose, luego el traqueteo de las llaves en la cerradura, las bisagras girando en su eje para revelarlo frente a mí.
La alegría tiñe su rostro al verme, redondeando sus angulosos pómulos y centrando mi atención en la mueca en sus labios. Condenadamente cerca de mí y a la vez tan inalcanzables.
Su voz dándome la bienvenida me sacude de mi subrepticia quimera, trayéndome de un zarpazo de vuelta a la realidad. Me estrecha contra su torso, con las muñecas serpenteándose por mi cintura para atraerme más cerca.
“Traje vino, Kuku”- pronuncio, a modo de saludo, mientras lo abrazo estrechamente.
“¡Gracias, ángel! Entrá que está por llegar la comida”- informa, de manera tan casual y ligera que siento mi corazón escurrirse hasta tocar el suelo.
“Ángel” me dijo, jodiéndome para siempre. ¿Cómo seré alguna vez capaz de recuperarme de tal agravio a mi integridad? Decido asentir y adentrarme a su hogar.
Me recibe una sala de estar cálidamente iluminada, las paredes blancas cubiertas de cuadros y fotos, un aterciopelado sofá rojo situado en medio de la habitación.
Me acerco a una repisa de madera, donde reposa un retrato recientemente seleccionado… todo el elenco de La Sociedad De La Nieve posando bajo el lente de su cámara, sonrisas reflejadas en nuestros rostros enmarcados.
“Esa la tomé el último día de rodaje”- me recuerda, apareciendo por detrás mío, con una mano en mi espalda baja.
No hay pruebas, un toque singular, pero yo sentí suficiente.
Mis vellos corporales se erizan ante el contacto, un escalofrío recorriéndome cargado de anticipación por lo que jamás sucederá. Asiento torpemente, deseosa de fundirme en el calor de su silueta.
Pienso en esos mismos dedos, acorralando mi piel a su paso, incendiando su sendero. Acariciando mis mejillas con ternura, colándose por mis labios, desvistiéndome con precisión.
El timbre retumbando en la sala me despierta, desarraigándome de mis maquinaciones pecaminosas. El hombre a mi lado da largas zancadas, con un caminar tímido y garbado, hasta alcanzar la puerta de madera y ojear la mirilla. Luego de cerciorarse de la identidad del intruso, le permite ingresar para que deposite el delivery entre sus brazos, marchándose luego de recibir su pago.
Sobre la mesa del comedor se halla mi bolso, el cual rebusco hasta toparme con la billetera y separar varios billetes para pagar una porción del importe de la cena.
“Dividamos los costos de la comida entre los dos, ¿te parece?”- debato, tendiéndole el dinero para así compensar la mitad de su perdida.
“Pero no, nena, ¡guarda eso! Te invito yo”- rechaza tajante al ignorar mi ofrenda, con juguetona indignación en sus facciones.
Más allá de mi recurrente insistencia, rechaza contundentemente todos mis intentos de devolverle la plata, escudándose en excusas absurdas. Una cálida sensación se apodera de mí ante su caballeroso gesto, traduciéndose en atontados vistazos en su dirección, mientras sigo cada uno de sus movimientos al sacar el par de copas de una alacena.
“Pedí pizza de ese bar que te gusta”- comienza a explicar, aun movilizándose para descorchar el vino- “la de pepperoni sigue siendo tu favorita, ¿verdad?”
Un solo paso, no fue demasiado, pero dijo suficiente.
Silencio. Silencio desgarrador y sepulcral a mi alrededor, petrificando el aire a su paso.
“¿Te acordaste?”- asevero con un hilo de voz, aunque suena más a una pregunta, reflejando mi propia inseguridad.
Mis extremidades tramitan un cosquilleo colectivo, despertándome de la anestesia que se había apoderado de mí.
“Si, obvio”- le resta importancia, sirviendo la bebida y entregándome mi copa.
Y yo entiendo lo tonto que debe sonar, pero, por un momento, me permito sentirme importante e incluso un tanto sustancial en su existencia. “Me escuchó” medito, atónita por la revelación, revolucionando todas mis ternuras dirigidas hacia él.
Mis ojos se obsesionan con su él, simplemente él y su aura dorada coronándolo como si de un halo se tratara. ¿Cómo logré tener tanta suerte?
“No me mires así, nena”- pide al devolver mi mirada, su entrecejo fruncido en concentración- “Vas a hacerme creer que los chicos tenían razón…”
Mi mueca se tiñe de confusión, no sabiendo con exactitud si se refiere a lo que yo supongo. Intento decodificar sus palabras, pero, tal vez por el prospecto de ver mi entusiasmo destrozado, me limito a repreguntar.
“¿De qué hablas, Kuku?”- atrapo mi labio inferior entre mis dientes para así detener los temblores que lo acosan.
“Ya sabes…”- se encoge de hombros, pero, al ver mi perplejidad se resigna a continuar- “Fran y Juani siempre nos cargaban con que… em, con que debíamos salir.”
Siento un hondazo envestirme de lleno y un deseo irremediable de que el mismo continúe hasta hacerme perder la conciencia.
“Ah, eso”- murmuro en voz baja, de repente completamente drenada de seguridad. Trato de difuminar mis conflictuadas preocupaciones con una risotada punzante, delatando la rigidez de mis hombros estáticos y la incomodidad en mi gesto.
¡Qué estúpida! ¿Cómo me permití alguna vez pensar que el podría sentir lo mismo que yo? Deseo tirarme al suelo y revolcarme en el bochorno que me arrima, lo suficiente para olvidarlo a él con sus grandes ojos fijos y perder la cordura a manos de la vergüenza.
“Era un chiste nada más, no deseaba hacerte sentir mal”- aclara cálidamente, rodeando la mesa hasta rozar nuestros hombros.
Es absurda la cantidad irremediables de terminaciones nerviosas que logra incendiar con solo oprimir su marco con el mío. ¡Debo frenar esta locura antes de que se me vaya de las manos!
“Claro…”- suspiro, forzando una sonrisa al tomar asiento en la silla que abuso bajo mis pálidos nudillos.
Tomando la copa entre mis palmas, la balanceo hasta verter el liquido más allá de mis labios, rezando para que el espirituoso proveniente de uva disipe su comentario furtivo.
El mayor, aún parado a mi lado, hinca sus rodillas para arrodillarse y así quedar a la altura de mis ojos.
“Ángel, lo siento si te ofendí. No era mi intención”- se disculpa, escurriendo sus dígitos entre mi cabello para plegarme un mechón tras mi oreja.
“Ya sé, Kuku… y lo prometo, ¡estoy bien!”- miento descaradamente en su cara, con las comisuras adheridas a mis tensas mejillas.
Por unos prolongados segundos- que se sienten como una eternidad- nos miramos firmemente, tratando de descifrar los pensamientos cabalgando en la cabeza opuesta. Con un afectado suspiro, se levanta del suelo para luego posicionarse en la silla contigua a la mía.
Una vez asentado en su sitio, levanta el rostro para enfrentarme y toma mis temblorosas manos entre las suyas. Inmediatamente noto su calor corporal, las asperezas desperdigadas por sus palmas, sus anillos colisionando con los míos.
“Ahora entiendo cómo mi comentario pudo haber sonado y te pido perdón por ello”- alega mientras me observa, pausando en cada pequeño lunar e imperfección.
Inhibida y un tanto cohibida ante su escrutinio, desvío mis ojos hacia un costado y muerdo mi labio inferior, aprisionándolo entre mis paletas.
“No quería hacerte mal…”- confiesa, con sus orbes ahora clavados en mis labios mordisqueándose- “Sos mi mejor amiga.”
una mueca extraña en su rostro. Pausa, luego dice “sos mi mejor amiga.” Y yo supe a que se refería, está enamorado.
Una fuerza gravitacional me empuja aún más cerca suyo; envalentonada gracias a su fijación por mi boca, empiezo a disparar la ajena sin dudarlo. Deslizo una mano por su cachete, acariciando la incipiente barba creciendo allí mientras le robo un breve pico.
Al separarme, escaneo al hombre que acabo de besar, desesperada por hallar una reacción. La confusión tiñe su cara, tiene la mandíbula presionada con fuerza y un furioso sonrojo trepando hasta su nariz. Sin perder un solo minuto más. Vuelve a unir nuestras figuras en un beso, uno real esta vez.
Sus labios en contacto con los míos consienten un hambre que venía cultivando hace meses, acelerando mi deseo de conseguir más. Mi corazón late con una velocidad alarmante, saltando implacablemente contra mi caja torácica, y agravando los temblores en todo mi cuerpo.
Una danza desenfrenada se desenlaza, dando rápido paso a una intrépida batalla por apropiarse de la ventaja que implica dominarnos mutuamente. Una de sus manos se enreda en mi melena, tirándola hacia atrás mientras su lengua se apresura en inmiscuirse en mi cavidad bucal, cepillando la propia y paseándose por toda su extensión.
El aire comienza a escasear y el ardor en nuestros pulmones nos fuerzan a dividirnos, aprovecho el breve impase para deslizar mis extremidades por sus piernas y así, sentarme a horcajadas sobre su regazo.
“¿Sabes hace cuánto deseo hacer esto?”- cuestiona, entrelazando sus dígitos por mis curvas y asentándome sobre la junción de su torso y piernas.
Bajo mío, noto un bulto que comienza a alzarse, punzando mi centro deliciosamente. Sin siquiera razonarlo, muelo mis caderas contra él, percibiendo un curso de placer recorrerme entera ante la fricción contra sus pantalones.
En un arrojo de valentía, me deshago de la blusa que flamea en mis costados, arrojándola lejos nuestro. Como si de un arreglo tácito se tratara, el argentino adjunta sus labios con mi pecho y comienza a succionar mi piel con fiereza, yo me limito a atraerlo contra mí mediante su cabellera.
“Tantas veces fantasee con esto…”- admito, sin poder evitarlo, mientras él libera mi busto del corpiño.
Levito hacia su remera, forcejeando con ella hasta deshacerla hacia las baldosas y revelar su tórax al descubierto. Recubierto de pecas difuminándose en su blancura, dudo alguna vez haber visto una imagen más hermosa.
Sosteniéndose de mis muslos, se irgue y tropieza hasta toparse con el sillón, descargándome sobre el terciopelo con una impredecible agilidad. Allí, acostada en medio de su sala de estar, centro mi atención a sus dedos desenlazando mi falda con ternura, para luego despojarme por completo de mis confinamientos.
Imitando sus movimientos, aviento mis brazos hacia su entrepierna para desabrocharlo y librarlo de sus prendas. Aceleradamente, lo desvisto hasta que nuestras desnudeces son lo único que prevalece.
“Sos hermosa”- me halaga, recorriendo cada centímetro de mi piel con delicadeza, intentando memorizarlo para siempre.
Respondo con mi agarre volando hasta su palpitante erección y acariciándola juguetonamente, con constancia hasta donde me lo permite.
“Necesito sentirte adentro mío, Kuku…”- pido, sin sentir un ápice de vergüenza ante mi explicitación.
Un gruñido escapa su garganta ante mi directiva, deshaciéndose de mi toque para posicionar su polla entre los pliegues de mi coño y comenzar a adentrarse. Sollozos son lanzados en su dirección, animándolo a ir más allá, a continuar.
“Dios, estás tan apretada”- pronuncia cuando la cabeza de su pene logra tocar mi fondo, disfrutando los espasmos que mi canal le proporcionan.
En un frenesí ocasionado por la sensibilidad que su miembro me genera, embisto mis caderas para acercar nuestros centros aún más y luego retirarme, provocando un extasiante vaivén. Los gemidos retumban en el silencio del salón, con la danza que nuestros sexos lideran al fusionarse.
“Estoy enamorado de vos, ángel, desde la primera vez que te vi”- dice al observarme con atención, aun penetrándome hacia la culminación.
Sorprendida por lo inaudito de la situación, una lagrima se cuela por mis ojos y rueda en su sendero por mi mejilla ante su confesión, una que aguardo hace meses.
Esteban la recoge, interrumpiendo su trayecto hacia mi cuello para besarme nuevamente, con renovada emoción.
Y ahora comprendes por qué perdieron la cabeza y pelearon sus batallas, y por qué yo he pasado toda mi vida tratando de ponerlo en palabras.
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ybklix · 1 month
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Lost in translation
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☆ lee minho.
𐙚 genre - content - tags: fanfic / smut / legal age gap / lee know x fem character
₊˚⊹♡ inspired by 2003 sofia cappola's movie: lost in translation.
Sinopsis: Una joven confundida por la vida sin rumbo. Un joven artista exitoso, en medio de una crisis en su máximo esplendor de carrera. Ambos reunidos, en un viaje espontáneo en Tokio.
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★ 𝐿𝑜𝓈𝓉 𝒾𝓃 𝓉𝓇𝒶𝓃𝓈𝓁𝒶𝓉𝒾𝑜𝓃 ୧ ‧₊˚ 🍵 ⋅
Bien se había escuchado que Nueva York era la cuidad que no dormía, ¿pero habían visto acaso alguna vez Tokio? Más de las que el mismísimo Lee Minho pudo contar, inclusive estando en el vientre de su amada madre. Para alguien como él donde todo parece brillar, la gente no conocía ni el más mínimo detalle de sus sentimientos internos... y entre el lento y cansado trabajo, pudo cruzarse con una distracción que lo hizo sentir como no lo hacía desde hace tiempo. Volver al pasado, donde simplemente era una persona y no una imagen que valía millones. Fue ahí cuando de pronto regresó a sentirse vivo. Cuando decían que todo lo que Minho tocaba se convertía en oro... el repentino y suave toque a aquella extraña chica con complejo de no aportar un alma... ¿podía convertirse ella también en tan precioso metal?
En una unión inconvencional. Uno de sus tantos viajes a Tokio para él; la fría compañía de viaje de su hermana para ella. Pero un repentino encuentro donde el lenguaje no es una barrera, sino más bien un juego divertido de descifrar.
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themasterreader69 · 2 months
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RURAL
Enzo Vogrincic x Reader
Enzo Vogrincic te invita a tomarte unas vacaciones en la chacra de sus padres, a las afueras de la tumultuosa ciudad de Montevideo, Uruguay.
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Íbamos por la ruta 5 hacia la chacra, yo nunca había visitado el departamento de Durazno así que esto era como una pequeña aventura para mí. Viajamos en un Chevrolet Cruze gris que ya tenía varios kilómetros de uso. A Enzoconducir se le daba realmente bien, seguro debido a lo atento que es –una de sus mejores cualidades–. 
     Los temas melancólicos de Jeff Buckley tomaban el auto, él tarareaba Lover, You Should've Come Over y yo no pude evitar cantar a todo pulmón ‹but maybe I'm just too young, to keep good love from going wrong› esa línea dolía, las canciones de Jeff me recordaban a un amante que prefería olvidar, pero en ese momento, ese verso, era solamente para él. 
     Me sentía jóven e iluso a su lado, mis padres siempre bromeaban «¡10 años de diferencia no son nada!» a mí me llenaba de preocupación sentir que no era suficiente para él. ‹big spoon, you have so much to do and I have nothing ahead of me› pasó por mi cabeza. Mi rostro cambió, mi postura también, caí en sobrepensar. Él se dió cuenta –es atento ¿recuerdan?– pareció que iba a decir algo pero se abstuvo y simplemente cambió de canción, entonces Grace sonó. El inglés de Enzo no era particularmente bueno –por no decir que su conocimiento era nulo– pero me daba mucha ternura escucharlo cantar como podía gueit indefaie gueit indefaaaai (wait in the fire). 
     Me encantaba ser copiloto, ser copiloto para mí significaba sentarme a admirar la belleza del piloto, así que el trabajo se me daba naturalmente bien, como prueba de esto voy a describir lo que mis enamorados ojos veían; llevaba una coleta –él decía que le ayudaba a enfocarse– de la que salían algunos mechones de pelos sueltos que quedaban revoloteando por el viento.  Sus ojos radiantes por la luz solar, los rayos que buscaban contornear la forma de su nariz. Simplemente me encantaba su perfil y ver sus brazos firmes, extendidos, tomando el volante con seguridad. 
     Vestía unos jeans tradicionales, remera de algodón color crema que probablemente habría comprado en Hering y unos championes New Balance clásicos –cabe aclarar que yo jamás habría elegido unos championes claros para andar en la tierra, es más, yo llevaba mis Converse que suplicaban piedad, pero él tiene tanta elegancia que simplemente no lo puede evitar– muchos creerían que ahora que colabora en la industria de la moda, él caería en las garras del consumismo, pero lejos de eso, él es un tipo simple y a mí me gusta eso de él.
Durante el camino, Enzo compartió historias alegres de su infancia, nos reímos mucho. En sus historias se notaba un amor filial palpable –aunque incomprensible para mí– yo también compartí algunas anécdotas, alteradas tal vez, para volverlas más alegres de lo que eran.
A minutos de las tres treinta, le bajó poco a poco el volumen a la música.
—Vos sabés que... –él movía su pulgar derecho sobre el volante con cierta inquietud–. Siempre quise poder dejarle a mis viejos un lugar donde puedan disfrutar del buen vivir, respirando aire fresco, todo eso... –vi como mordía el interior de su cachete–. Como para devolverles un poco todo lo que me dieron.
     Extendí mi mano sobre su pierna haciendo una mueca.
—Bueno el punto es que... –siguió–. Esto es un logro para mí y me hace muy feliz poder compartir esto contigo— Dijo mientras soltaba una sonrisa sincera.
     Las palabras de Enzo resonaban con un afecto genuino. No había en sus palabras, nada más que honestidad y para mí eso era un alivio, venía de años de dudas, toda mi vida dudando del cariño de otros pero su querer era algo certero.
Al llegar a la chacra la inmensidad del lugar dejaba boquiabierto, la chacra se reveló como un edén –que bello mi paísito– quería aprovechar estas vacaciones para conectar con la tranquilidad de la naturaleza. De todas formas las vacaciones iban a ser breves, era más como una escapada, ya que Enzo andaba firmando más contratos otra vez.
     Yo quedé impresionado por la fusión perfecta entre lo contemporáneo y lo rústico de la arquitectura al entrar al lugar, tenía detalles modernos, pero la esencia del campo se mantenía intacta. ¡Qué hijo de puta cómo ama a sus padres! –nosotros compartimos un diminuto apartamento en Montevideo–
Estábamos explorando la moderna cocina, yo mantenía la vista sobre el techo de dos aguas que añadía un toque distintivo a la estructura, cuando Enzo irrumpió mis pensamientos con su voz.
—Tanta ruta me dio hambre, me voy a preparar unos wraps vegetarianos ¿te hago unos?
—Tranqui, no tengo hambre. Comé vos —Le dije sin apartar la vista del techo, que placer los buenos ángulos en una casa, siempre escasean—.
—¿Posta no querés comer nada? Le pongo abundante aguacate como te gusta a vos — Insistió mientras se acercaba para jugar con mi cabello.
—No es que no quiera comer nada ¿o acaso estás vos en el menú? — Respondí mientras lo tomaba por sus caderas. Riéndome.
     Enzo soltó una carcajada y sostuvo mis manos.
—Mejor sigo mostrándote la chacra, así te sentís como en casa.
Me presentó las mascotas que nos recibieron con entusiasmo.
—Este es Garfio. — Decía mientras se agachaba para sacudir sus manos detrás de las orejas de un galgo de pelaje oscuro que no dejaba de dar vueltas a nuestro alrededor, celebrándonos con cada movimiento.
     Aunque no suelen gustarme los perros, la alegría con la que Enzo miraba a Garfio me contagió de emoción. Con una sonrisa –como amo verle sonreír– me contó la conmovedora historia de cómo rescató a este compañero leal en la misma ruta por la que habíamos llegado más temprano. 
     Mientras nos acercábamos a dos gatas persas que se encontraban plácidamente descansando en los sillones del living dijo: Estas son mis reinas más preciadas, Thelma y Louise. 
     Me quedé fascinado con ellas.
—¿Sabías que las dos miran películas conmigo?—Me dijo.
    Sentí en ese momento que Enzo actuaba como un niño, todo le causaba ilusión, me quería hablar de todo, contarme todo, compartir todo. Me subieron unas inmensas ganas de sostenerle.
—¿En serio? Me muero del amor— Le respondí pero sin prestarle mucha atención –ya que toda mi atención estaba en Thelma y Louise– mientras me turnaba para darle besitos en la frente a cada una de ellas.
     Con la tentación de quedarme jugando con Thelma y Louise, Enzo me recordó que aún había más por descubrir. La salida trasera reveló un ventanal inmenso que permitía que la luz natural inundara el amplio living.
Me llevó a un pequeño establo donde conocí a Trueno, un majestuoso caballo negro. 
     Curioso, le pregunté a Enzo si sabía montar a caballo, y con una sonrisa, confesó que recién ahora estaba aprendiendo y que su padre era el verdadero experto en la materia. Luego de interactuar un poco con Trueno, Enzo me llevó a conocer los conejos que su madre criaba cerca de un pequeño invernadero que había en el lugar. 
     Los conejos eran unos seres adorables que él agarraba con tal gentileza que mi corazón no pudo evitar derretirse allí mismo.
—Todavía no terminamos, yo sé que desde la ruta las viste, vamos a saludarlas. 
     Nos dirigimos hacia la zona donde pastaban una diversidad de vacas. 
—¡Y no te enojes conmigo! —Dijo alzando las manos—. Pero te tengo que decir que ninguna tiene nombre. Son sólo "Las Vacas".
     Me reí, miré alrededor, el territorio era tan vasto que era difícil no sentirse ínfimo. Encontré un tronco caído a la lejanía y me senté sobre él. Por suerte, Enzo no me siguió y en cambio se quedó hablándole a las vacas. Mientras tanto, yo estaba cargado de muchísimas emociones, la melancolía me recorría el cuerpo.
—Que locura, no merezco esto— Dije mientras me mordía los labios aguantando el llanto.
     No sé si era la brisa veraniega, el canto de los pájaros, el hermoso atardecer que a lo lejos ocurría, la inmensa cantidad de árboles, los animales o el inexplicable y particular olor a eucalipto que tenía el lugar –ni idea de dónde venía porque la plantación de eucalipto la habíamos pasado hacía muchísimos kilómetros– o quizá era todo eso junto, o nada de eso. 
Al regresar nos sumergimos en la habitación –aún inexplorada por mí– buscando un merecido descanso después de la aventura del día.
      Me dejé caer en la cama, inhalando profundamente. Enzo, de pie, me observaba y pude anticipar un comentario del estilo "¿Ya te vas a dormir?". A pesar de que ya era tarde para una siesta, la idea de cerrar los ojos me tentó lo suficiente como para finalmente hacerlo sin culpa. Sutilmente, Enzo se unió a mí en la cama y con delicadeza, posicionó sus piernas entre las mías y se recostó sobre mi pecho. Sentí una paz inconmensurable. Deseaba quedarme eternamente en ese momento. Creo que la paz fue tal, que hasta tuve un momento de meditación y todo. 
—Entonces... —Volteó a verme con sus preciosos ojos marrones—. ¿Te gustó la chacra?
—Me encantó, cada rincón tiene su encanto.
—Me alegra mucho —Me abrazó con una inmensa fuerza mientras que, susurrando con gran timidez, de una forma casi imperceptible le escuché decir "Cuando te veo relajado, siento que todo vale la pena".
No estoy seguro de si transcurrió mucho tiempo mientras reflexionaba sobre cuál sería mi respuesta a eso, sin embargo, cuando me disponía a dar una respuesta, me percaté de que Enzo ya se encontraba en el dulce abrazo del sueño. La serenidad del entorno parecía haberlo envuelto en un manto de descanso antes de que pudiera compartir mis palabras. Con el pasar de los minutos, la atmósfera apacible y la sensación reconfortante me llevaron también a mí.
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eskemmy · 1 month
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¡Ilustraciónes realizadas por @soso_art_87 en Instagram, para mis dos fanfics de David & Michael! ¡La amo! Artista: @sosoart87
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Link a las historias:
Illicit Affairs
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La Mejor Actuación
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nagycyra · 1 month
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No tienen idea lo mucho que me gustó editar para hacer esta portada, Miguel claro que no lo dibujé yo (benditas las personas que lo dibujan, ¡que gran habilidad!), pero lo demás si lo llegue a formar con ayuda de algunos programas.
Estoy publicando este fanfic aquí y en watt...
Sinopsis :
El matrimonio con Miguel O'Hara sonaba bastante prometedor, la idea de convertirse en una buena esposa y madre para Gabriella era la mejor experiencia que podría vivir. Al menos así debió ser, después de terribles dificultades y un divorcio complicado, las cosas parecían querer empeorar más, pero ver nuevamente al que fue el peor esposo arrodillarse y pedir otra oportunidad es bastante extraño, no parece ser el mismo Miguel.
¿Realmente deberías volver a creer?
Capítulos en español:
part1 , part2 , part3 , part4 , part5 , part6, part7 ,
Synopsis :
Marriage to Miguel O'Hara sounded quite promising, the idea of becoming a good wife and mother for Gabriella was the best experience she could ever have. At least it should have been, after terrible difficulties and a messy divorce, things seemed to want to get worse, but to see again the one who was the worst husband getting down on his knees and asking for another chance is quite strange, he doesn't seem to be the same Miguel.
Should you really believe again?
English chapters:
part1, part2, part3, part4, part5, part6,
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irismaebe · 2 months
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Haaabia olvidado subirlo jajajajaja
Traduccion
Mabel: Me pregunto si le gusto...
Bill: No te odio entonces... si, me gustas, aqui no hay punto medio.
Mabel: Si, pero...
Bill: Sin puntos medios dije...
Mabel: Pero...
(aunque no lo parezca el detalle de la mariposa es importante)
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4880s · 5 months
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Levi Ackerman — One Shot
❛ ㅤ ㅤ𝅄ㅤㅤㅤֺֺֺㅤ ㅤㅤꕮ
— lectora!fem, lectora!dom, nsfw, minors dni
— one shot en español!!
— si hay faltas ortográficas, luego las corregiré, escribí esto a las 03:00am 😭
❛ ㅤ ㅤ𝅄ㅤㅤㅤֺֺֺㅤ ㅤㅤꕮ
—¿Sigues haciendo papeleo?
—Sí, ¿por qué?
Levi soltó un irritado »tsk« de entre sus labios. Confundida levantaste tu mirada para observarlo. Estaba cruzado de brazos observándote de forma aburrida.
—Estuviste todo el maldito día haciendo papeleo —señaló la pila de papeles que tenías a tu costado—, ¿no piensas hacer otra cosa?
—No —dijiste de forma sincera—. Cuando termine todo esto, veré que hacer...
Regresaste a tu trabajo completando el largo papeleo.
Levi había venido hace más de veinte minutos de forma inesperada y se había sentado en el asiento vacío de tu oficina, y desde que había llegado se había estado quejando. ¿Qué quería?, no tenías ni la más mínima idea.
—¿Para qué viniste? —preguntaste sin quitar la mirada de tu papeleo.
—¿Qué, quieres que ya me vaya?
Frunciste el ceño, confundida.
—Levi, desde que llegaste no paraste de quejarte de cualquier cosa, ¿qué necesitas? —soltaste tu pluma dejándola sobre el escritorio.
—Estuviste todo el maldito día encerrada en este oficina. No saliste ni por cinco minutos. ¿A quién quieres impresionar haciendo tanto papeleo?
Ya te sentías irritada. No era tu culpa que el este de mal humor. Soltaste un suspiro exhausto de tus labios mientras te recostabas sobre tu cómoda silla.
Soltaste una risa desganada, causando que Levi frunciera el ceño.
—Ya entiendo... —te reíste—. ¿Estás enojado porque no te hablé en todo el día?
—No —refutó de una manera casi instantánea—, ¿en serio crees que eres tan importante para que mi humor dependa de tí?
—Si te soy sincera, sí —respondiste en un tono de burla—. ¿Para qué viniste entonces?, te escucho.
Levi se quedó callado. Lo observaste por unos segundos, y notaste un pequeño tono rojizo en sus orejas que delataban la vergüenza de que había sido “descubierto”.
—Bueno, si me permites... —te levantaste de tu cómoda silla para dirigirte a la salida, tenías en mente ir a beber algo y luego volver a tu trabajo.
Pasaste por su lado, y cuando estabas a centímetros de agarrar la manija de la puerta, su mano te detuvo. Te diste la vuelta y lo observaste.
De un momento a otro, sus labios estaban en los tuyos. Te quedaste congelada unos segundos hasta que correspondiste el beso.
Los labios de Levi eras fríos, pero a su vez suaves. Se quedaron unos segundos así, hasta que se alejaron.
—¿Entonces para esto viniste?
—Cállate.
Te agarró repentinamente del mentón, uniendo sus labios nuevamente. Una sonrisa divertida de dibujo en tu rostro. Arinconaste a Levi contra tu escritorio, uniendo sus cuerpos en el proceso.
Levi te mordió el labio inferior, causando que te impresionaras, obligandote a abrir tu boca levemente ante la pequeña mordida. Levi aprovecho esto y adentro su lengua en tu boca. Sus lenguas bailaron por unos largos segundos, causándose jadeos mutuamente.
El beso se sentía necesitado, como si ambos hubiesen estado esperando ese beso por un largo tiempo. La intensidad fue aumentando hasta que ambos sintieron que se quedaban sin aire. Se separaron, un hilo de salvia uniendo sus labios.
Levi estaba rojo, tenía la respiración agitada y los labios hinchados. Imaginaste que tú estabas igual, debido a la gran intensidad del beso.
Una mirada de disgusto se posó en el rostro de Levi al ver el hilo de saliva que unia sus labios, aunque eso no pareció importarle mucho ya que volvió a besarte con la misma intensidad.
De forma discreta separaste levemente las piernas de Levi para posicionarte mejor. Pusiste una de tus rodillas en la parte interior de su muslo, lentamente la fuiste dirigiendo hacia su entrepierna. Levi soltó un jadeo inesperado.
Comenzaste a hacer movimientos circulares sobre su entrepierna, aún sin separarse del beso. Jadeos y más jadeos salían de los labios de Levi. Su espalda se arqueó levemente al sentir como comenzabas a hacer movimientos más rápidos.
La entrepierna de Levi comenzó a doler de placer sintiendo como una gran erección comenzaba a florecer lentamente. Levi se separó del beso repentinamente, causando que lo miraras de forma confundida.
—Espera... —trató de regular su respiración —, yo nunca... yo nun-nunca...
—¿Mhm?, ¿nunca has follado con alguien? —preguntaste, casi de forma divertida.
¿Quién diría que el hombre más fuerte de la humanidad sería virgen, y además de eso sería completamente vergonzoso?
Tardó en responder unos segundos sin mirarte a los ojos, sus mejillas parecían volverse de un color más rojizo por cada segundo que pasaba.
—...no.
—Mhm, ya veo. ¿Quieres o no?, cualquier decisión que tomes, estaré de acuerdo. —Fuiste directo al grano, sin obligarlo a hacer algo que el no quisiera.
Levi miró de reojo su entrepierna, la cuál demostraba tener un gran bulto. Ya no había vuelta atrás, y si lo rechazaba iba a ser un desperdicio. Levi había anhelado este momento incontables veces, especialmente contigo.
Te miró a los ojos por unos segundos, estos brillaban de lujuria y de necesidad. En vez de responderte decidió darte otro beso, está vez con más intensidad. La fuerza con la que Levi te besó causo que está vez el te arrinconara contra la pared.
Besó la comisura de tus labios, luego tu cuello hasta llegar a tu clavícula. Sus besos eran lentos, pero llenos de amor. Entre mordidas y chupones, Levi encontró tu punto dulce, causando que sueltes un gemido de placer.
—Mierda... —soltaste un suspiro mientras que sentías que los besos de Levi te nublaban la mente.
Su mano apretó tu cintura, mientras que la otra fue lentamente hacia tu pecho. Con una sola mano comenzó a desabrochar tu camisa, acariciando tu pecho lentamente. La mano que estaba en tu cintura, viajo a tu pecho de igual forma. Ahora Levi se encontraba acariciando tus senos de la forma más placentera posible, aún sin dejar de chupar y morder tu cuello.
Jadeos y jadeos salían de tus labios. Solamente soltabas jadeos hasta que Levi decidió morder justo debajo de tu oreja. Soltaste un gemido gritando el nombre de Levi.
De repente Levi dejo de hacer lo que estaba haciendo, su cara estaba tan roja que parecía que iba a estallar.
—Ya... ya fui demasiado lejos... —Su mirada bailó entre tu camisa a medio desabrochar y tu cuello con múltiples mordidas y chupetones.
—Termina lo que empezaste —dijiste agarrándolo del mentón besándolo por cuarta vez en el día.
Obligaste a qué se sentará en dónde anteriormente se había sentado. Te sentaste sobre su regazo y te dirigiste directamente a su cuello.
Una de tus manos viajó desde su abdomen hasta su muslo. Masajeaste alrededor de su entrepierna, tentándolo. Con tu mano lentamente comenzaste a desabrochar su pantalón, torturandolo al sentir con la forma tan lenta con lo que lo hacías.
Lo estabas matando, y lo sabías.
Marcaste cada parte de su cuello con chupones y mordidas. Te despegaste de su cuello y observaste la obra de arte que habías hecho. Dudabas que Levi iba a poder ocultar todos los chupones que le habías hecho.
Ahora, con ambas manos, bajaste su pantalón dejando solamente su boxer. Un jadeo salió de los labios de Levi al sentirse expuesto de tal manera.
Apoyaste tu mano izquierda sobre su muslo, acariciándolo, mientras que con tu otra mano comenzabas a acariciar su bulto.
Levi soltó un gemido al sentir tu mano. Una sonrisa divertida se pintó en tu rostro. Comenzaste haciendo movimientos de abajo para arriba, miraste la expresión de Levi el cuál estaba con la boca cerrada, tratando de contener sus gemidos. Su mandíbula estaba tensa y también se podían divisar sus músculos tensos a través de su camisa.
—¿Está bien así? —preguntaste tratando de encontrar su mirada.
El te miró a los ojos y asintió repetidas veces.
—¿Más rápido?
Volvió a asentir.
Comenzaste a hacer movimientos circulares y movimientos de abajo para arriba, esta vez mucho más rápidos. Sin poder contener más sus gemidos, Levi abrió su boca soltándolos. Su espalda comenzó a arquearse levemente y sus piernas comenzaron a temblar de la excitación.
—Mierda... no pares —tiró la cabeza hacia atrás cerrando los ojos.
Decidiste pasar al siguiente nivel. Con una sola mano, bajaste lentamente sus boxers, dejando su longitud a la luz.
Un gemido de excitación salió de Levi al sentir el aire frío chocar contra su longitud.
Allí fue cuando te diste cuenta donde se habían ido los centímetros que le faltaban de altura a Levi.
Con tu mano, tocaste la punta haciendo un poco de presión. La espalda de Levi de arqueó. Nadie lo había tocado de tal manera en su vida.
Sosteniendolo con toda tu mano, comenzaste a hacer movimientos de abajo para arriba, causandole jadeos y más jadeos a Levi. El placer que sentía en este momento era indescriptible.
Aumentaste más la velocidad, causando que Levi soltará palabras incoherentes de entre sus labios. Su mente se encontraba en blanco, incapaz de formular siquiera una palabra, cegado por el placer.
Las manos de Levi se aferraron contra la silla y sus piernas comenzaron a temblar más rápido.
—Mierda, mierda, mierda...
Incapaz de formular una palabra Levi solamente podía soltar gemidos.
—Mierda... creo que... —trató de hablar.
Concentrada en tu trabajo de darle una merecida primera vez a Levi, le preguntaste.
—¿Ya estás cerca?
—Sí, sí, sí, mierda no pares... no se te ocurra... —terminó de completar su oración, aunque la manera tan exquisita con la que novias tu mano sobre su longitud hizo que la mente de Levi quedra en blanco.
Luego de unos largos minutos de gemidos y más gemidos por parte de Levi, este soltó un último gemido.
Su espalda se arqueó por completo y sus piernas no dejaban de temblar. Tu mano estaba llena de su semen, el cual no parecía dejar de salir, aunque eso era lo que menos te importaba.
Levi estaba rojo de arriba para abajo, su rostro parecía un completo tomate.
Te agarró del cuello y te besó, esta vez el beso no era intenso, era lento y lleno de amor en el.
Se separaron del beso y notaste algo; Levi seguía duro.
—¿Quieres otro round?
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nightmare-knight · 19 days
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"—Creo que has destruido al robot, Tech— Rev le dio un beso en la mejilla al coyote, y tomándolo por sorpresa, lo cargó estilo nupcial entre sus brazos —Vamos a salir de aquí, antes de que la estructura se desarme con nosotros dentro—
—¿Es necesario que me lleves así?— Tech se estaba muriendo de la vergüenza, agradecía que nadie del equipo este allí para verlo así.
—Ah, pero yo te capturé primero, supongo que es mi recompensa— Rev comentó esto con una sonrisa triunfante, y salió corriendo junto con él, mientras el enorme robot comenzó a desarmarse y caer en pedazos en la bahía de Acmetropolis." (Mente equilibrada, corazón electromagnético)
Versión a todo color "Aquí"
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