Tumgik
#codo negro
miskhalie · 3 months
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Besos Robados (Parte 2) - Matías Recalt x Reader x Enzo Vogrincic
Pairing: Matías y Enzo
Advertencias: foreplay, un poco de angst
Notas: perdón, pero al final tendré que hacer una parte tres.
En el cuarto de Enzo todo eran besos, caricias y marcas por la piel. Habías ido en diferentes limusinas, pero no os aguantabais más estar uno lejos del otro. Por lo que decidisteis seguir lo que hacíais en la discoteca en el cuarto de Enzo.
Tú estabas tumbada sobre tu espalda con Enzo a tu lado, apoyado sobre su costilla izquierda, besándote de una manera más sucia y sin reparos. Ya estabais casi desnudos, solo llevando la parte de abajo de la ropa interior. Él con unos boxers negros y tu con unas bragas de encaje rosa. El pelo de Enzo estaba muy revuelto y el tuyo estaba desperdigado sobre la almohada. Estabais rojos por los besos y las mordidas, pero también por la calefacción y el propio calor corporal.
Al besarte, Enzo te masajeaba los pechos y tiraba de tus pezones con suavidad mientras se ponían duros. Tu gemías levemente, solo acababa de empezar la noche. Te besaba el cuello y su mano bajaba a tus costillas a tu vientre y a tu entrepierna, sobre la braga. Luego, volvía a subir y a bajar. Te creaba frustración pero también impaciencia. A Enzo le encantaban los juegos previos, pero tu los odiabas porque se aprovechaba para hacerte suplicar por él.
- Enzo, por favor... - gemías.
- Dime, nena - te respondía- ¿Qué queres?
- A ti, Enzo, A ti... - tu voz se entrecortaba por que Enzo no podía dejar de tocarte por todas partes menos de la forma y en el lugar que más lo necesitabas.
- Si me lo pedís así... - su voz se quebró cuando empezaste a tocar sus partes intimas, frotando el gran bulto que tenía entre las piernas. Un suspiro se escapó de él.
Cuando estaba apunto de meter la mano bajo la ropa, sonaron varios golpes en la puerta. ¿Quién llamaba a esta hora? Enzo se quedó parado pero ignoro los golpes y siguió el camino hasta debajo de su ropa, sin embargo, volvieron a sonar y esta vez, mas fuerte. Enzo resopló y se levantó, debían ser esas camareras que le habían llamado a la puerta solo al saber que se hospedaba allí. No quería fallar a sus fans, pero esque en ese momento tenia a la actriz más sexy del cast en su cama, esperando por él, suplicando por más. Se puso unos vaqueros y se los abrochó, debía estar decente.
Abrió la puerta y miró por la pequeña rendija que había dejado de visión dentro de su habitación. Rápidamente una mano cogió la puerta y empujó para abrir del todo esta.
Un Matías celoso entró, dando pisotones como un elefante.
- ¿Que queres, Mati? - le preguntó Enzo siguiendole, intentando adelantarlo para cortarle el paso.
- No me lo puedo creer... - musitó para si mismo, se giró hacia su amigo antes de girar el pasillo y ver la situación - ¡Te dije que queria besarme con ella y vas tú y la besas!
- Mati, yo no hice nada, fue idea suya. - avanzó por su lado y lo empujó suavemente hacia la puerta - Además, si ella no sabe nada. Deberías comentarselo mañana por la mañana.
Se oyeron los muelles de la cama de Enzo, habia alguien más, pensó Matías. Se miraron a los ojos por un instante y Enzo intentó agarrarlo en vano, ya que el pequeño era más agil. Giró la esquina y se quedó impactado por lo que vio.
La chica, por la que empezaba a sentir un cosquilleo, estaba tumbada en su cama, casi desnuda y sudorosa. Sus mejillas sonrosadas, sus pechos con incisiones de dientes y los pezones duros, con el pelo revuelto y las piernas entreabiertas. Todo apuntaba a que Enzo lo queria echar para terminar lo que empezaron en la discoteca. Respiro hondo y tragó. Quizás había cruzado el límite para ella. Tú te apoyaste sobre tus codos y miraste al chico intentando cerrar las piernas.
- Matías, creo que... - su amigo empezó a decir.
- No si ya estoy viendo que esta ocurriendo. - rió dolido. - No hace falta que me corras a la puerta. Ya me voy.
- ¡Mati, espera! - gritaste.
Te levantaste de la cama y le cogiste de la mano, lo llevaste hasta la cama para que se sentara. Le quitaste la camiseta y le besaste. Estaba receloso, incluso puede que un poco enfadado contigo, pero no rechistaba. Se fundía en el beso como si estuviera aprendiendo a besar por primera vez. Le agarraste la cara a Enzo y también lo besaste, era una invitación moderada a algo más de sexo casual del que habías tenido desde el principio.
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lunearta · 29 days
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| ᴇʟ ꜱᴇᴄʀᴇᴛᴏ ᴅᴇʟ ᴠɪɴᴏ | 𝑶𝒏𝒆-𝑺𝒉𝒐𝒕
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» Temática: SKZ Mafia x Oc (Claire) » Género: Poly, Fluff, angst, ¿triller? (Si me olvido de algo, decidlo) » Warning: Sangre, muerte, insultos. » Tipo: One-Shot. » Sinopsis: "La huérfana de los Lee, Claire, se descubre como heredera de la familia mafiosa extranjera más poderosa de Corea del Sur. Entregada a SKZ por testamento y bajo la protección de estos, la chica empieza a formar un gran vínculo físico y emocional con todos ellos. Tras meses de sufrimiento, tristezas y mucho amor, consiguen reunirse con el asesino del padre de Claire. Una reunión que, por supuesto, dejará varias bajas."
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En la mafia, hay dos formas de hacer saber a los demás que alguien de la mesa en la que comes no es de fiar y solo traerá problemas. ¿La primera? Acabar con su vida. Simple. Rápido. Un trabajo para Hyunjin. O para Changbin. O incluso para Minho en caso de necesitar un asesinato silencioso o “accidental”.
¿La segunda forma? Por la inclinación de la botella de vino que vas a servir. No es una orden para matar, ni siquiera una amenaza para quien recibe ese gesto. Es un mero hecho, un aviso al resto de que dicha persona no es bienvenida.
En el caso de SKZ, la postura significaba ambas cosas.
Chan se levantó de la silla y agarró la botella de Château Lafite Rothschild 2010 con la mano derecha y fue sirviendo a los invitados de la casa: Una copa entera para Changbin, media para Claire, Minho y Seungmin, y un cuarto a Han, Felix y Hyunjin. Luego inclinó la mano con la palma hacia arriba a fin de servir al hombre de dientes amarillentos sentado en la esquina de la mesa, mostrando así el nombre del licor y las uñas pintadas de negro.
Era todo lo que tenía que hacer. Esa era la señal.
Changbin carraspeó y cató el licor, tranquilo y sereno en apariencia. Bajo la mesa, apretaba con fuerza su Sonny Capone’s Colt, la pistola de su padre, y sus dedos bailaban entorno al seguro. Minho examinó al invitado, ladeando ligeramente la cabeza e inclinándose hacia la chica.
— Si las cosas se ponen feas, vete al coche. —le susurró al oído, provocándole un escalofrío—. Felix y yo cubriremos tu retirada.
— No pienso dejaros aquí. Esto es por mi culpa. —replicó, preocupada. Minho le dio un suave beso en los labios antes de contestar.
— No tienes culpa de nada, gatita. —las palabras sonaban dulces y melosas, diferentes a la expresión insondable que solía tener—. Prométeme que te pondrás a salvo.
Claire asintió, tragando saliva. Si seguía temblando delataría lo que planeaban y trató de controlarse, sin éxito. Por suerte, la mano de Felix dejó el tenedor en el plato y se posó sobre su muslo, calmando el ataque de ansiedad que empezaba a formarse en su pecho. Supo que las cosas iban a salir bien. No tenía nada que temer.
— ¿Qué me decís, mis honorables compatriotas, mis allegados y vecinos? ¿Os gusta mi propuesta? —clamó el señor Kim. Para ser el líder de una de las familias de la mafia más poderosas del país era bastante repugnante.
— ¿Y después? —quiso saber Seungmin, con los codos apoyados en la mesa, los dedos entrelazados y la barbilla sobre estos. Pese a ser el segundo más frío del grupo, su sangre bullía en una rabia silenciosa y mortal. ¿Cómo se atrevía a hacer siquiera esa sugerencia? No, sugerencia no. Solo había una opción a lo que solicitaba—. ¿Qué recibimos si te la entregamos?
Claire lo miró, horrorizada. Después de todo por lo que habían pasado juntos, con lo que se habían divertido, llorado, peleado… amado. ¿Iba a negociar su vida con ese capullo integral? Hasta I.N se había puesto nervioso, desconocedor de las intenciones tras las preguntas, y escrutaba al segundo más joven con ojos inquietos.
El hombre sonrió, viéndose victorioso.
— Si me la entregáis, os daré un tercio de mis terrenos y el veinte por ciento de mis posesiones.
Seungmin arqueó las cejas, fingiendo aprobación.
— No es un mal trato. Significaría que la familia Bahng obtendría más poder y estatus que la familia Kim. ¿Estás dispuesto a perder tus pertenencias por una simple muchacha huérfana y una herencia nunca vista?
El señor Kim entrecerró los ojos, golpeando la mesa con los nudillos sebosos.
— Existe, créeme que existe. Huérfana o no, su padre me traicionó a mí. ¡A mí! Y no se le ocurrió otra cosa que fastidiarme aún más los planes legando lo que me robó a esta zorra estúpida, a una chica de campo que no sabe ni dónde caerse muerta.
Hyunjin encajó la mandíbula de manera tan sonora que algunos creyeron que se había partido los dientes. Jugueteó con el cuchillo de la mesa, buscando su reflejo en el lado más amplio y metalizado de este. Miró a Chan, y este le hizo un gesto para que no moviera ni un dedo. Él también estaba furioso a causa de la cantidad de palabras despectivas que había soltado para referirse a Claire.
— Eres consciente de que el mismo testamento nos incluye a los Bahng como sus protectores, ¿verdad? —declaró el líder, intentando controlar la rabia en sus palabras. Como cabeza de la familia debía dar ejemplo, por mucho que deseara estamparle la botella de trece mil dólares en la cabeza y escupirle en la herida.
— Siempre podéis renunciar al testamento. Nadie os juzgaría. La niña no os ha traído más que problemas, ¿me equivoco?
Minho se llevó la mano a la cadera donde, a través de la tela, podía notar la recién curada herida que se extendía en un relieve rosado sobre la blanca piel hasta la mitad del abdomen. Una puñalada que debería haber sido mortal para Claire si el chico no se hubiera puesto en medio en el momento justo.
— Problemas provocados precisamente por usted, señor Kim. —siseó Hyunjin.
Cómo se atrevía. ¿Cómo se atrevía a hablar así de su chica? ¿De la chica de todos?
El hombre alzó las manos en señal de rendición.
— Lo sé, y me disculpo de antemano. Me cegó la ira al saber que este ser escurridizo seguía con vida. Si hubiera muerto junto con sus padres en el accidente, ahora las propiedades de la familia Lee serían mías. Alec Lee me lo debía. Quería retirarse de la mafia y donar el dinero a la caridad. ¿Os lo podéis creer? ¡A la caridad! —se rio a carcajadas. Nadie más le siguió. Luego, señaló a Claire con aire de desdén—. Tu padre era débil, niña. Recibió lo que se merecía, y tú… Tú firmarás la renuncia al testamento y me darás hasta el último centavo si no quieres morir.
Los ojos de la chica se inundaron de lágrimas. No recordaba los rostros de sus padres ni nada pertinente a ellos salvo algún que otro flash en su memoria, pero el hecho de haberse criado sola y saber por fin que la habían querido hasta el último aliento le dieron el valor para investigar su pasado y seguir adelante como la nueva miembro de la familia Bahng.
Jamás creyó que pertenecería por sangre a una mafia, y menos a una importante como la de los Lee. Si Shinyeul Kim creía que iba a obligarla a firmar nada, estaba muy equivocado. Moriría antes de ser necesario.
— Pero el hecho de poseer la herencia de los Lee te convertiría no solo en el hombre más rico del país, sino en el más poderoso de la mafia coreana. Tu fortuna relegaría a segundo plano al actual número uno, BTS. ¿Saben ellos lo que sus aliados más cercanos planean? —los ojos de Seungmin iban del hombrecillo patético a la cara de consternación de Chan. Nadie se atrevería a ir en contra de Namjoon y su banda. Era pedir la muerte a gritos.
El Shinyeul rio entre dientes.
— Una vez tenga en mi mano tal poder, BTS será historia. Los erradicaré de la faz de la tierra. Ya he tenido bastante, siempre acatando las órdenes de esos criajos insolentes y limpiando la mierda que dejan detrás. Estoy harto. Seré el Capo di tutti capi cueste lo que cueste. —señaló a Claire—. Y tú, ramera desvergonzada, vas a hacer mi sueño realidad.
— ¡He oído suficiente! —gruñó I.N, poniéndose de pie y sacando la pistola tan rápido que los guardaespaldas del señor Kim tardaron medio segundo más de lo habitual en hacer lo mismo, apuntándole a la cabeza. No continuaría escuchando cómo la insultaban, no a ella.
En nada, la habitación entera se había sumido en el silencio, roto únicamente por el sonido metálico de los seguros de las pistolas al ser retirados.
Una exhalación de sorpresa.
Una pequeña gota de sudor que le bajaba por la sien.
Chan entornó los ojos e hizo chasquear la lengua.
— Guarda la pistola, Innie. —le ordenó al menor.
— Pero, hyung… —se quejó.
— He dicho, que guardes la pistola. —insistió. No lo iba a repetir.
Jeongin bajó la vista y se guardó el colt en el cinto. Luego se sentó y le lanzó una mirada de disculpa a Claire. Era obvio lo que pensaba, porque era lo que los chicos habían querido hacer desde el principio. A veces, I.N podía llegar a ser bastante impulsivo e irracional, sin embargo, sabía acatar las órdenes mejor que Changbin.
El señor Kim le hizo a una señal a los suyos para que lo imitaran y el peso de la situación se aligeró un tanto.
— Me alegra que entres en razón, Christopher. Bien, prosigamos con…
— No va a haber trato. —lo cortó el líder, colocándose los guantes negros con parsimonia.
Shinyeul parpadeó.
— ¿Perdona?
— ¿Es que acaso me has oído tartamudear? Seungmin nunca dijo que aceptaríamos, pedazo de inútil. —le espetó.
Hincó los nudillos en la mesa y lo contempló con aire amenazador.
— Claire Lee es propiedad de los Bahng, así lo certifica el testamento de sus progenitores. Es la protegida de la familia desde que Alec Lee la confiara a nuestros padres. Es nuestro deber protegerla, cuidarla, y… amarla, como a una más. —con eso último Chan la miró tan intensamente que un suspiro murió en sus labios, ruborizada—. Jamás lograrías comprenderlo.
— Serás…
Hyunjin hundió el cuchillo en la mesa, haciendo un agujero en la madera.
— Un poco de respeto a nuestro jefe. —soltó, susurrante—. O el próximo cuchillo que clave será en tu garganta.
Han sonrió, divertido, y colocó las piernas encima de la superficie con los brazos cruzados. La cara del líder mafioso era para retratarla, roja como un tomate y asquerosamente sudorosa de la cólera. Tenía ganas de usar en él los nuevos utensilios de cirugía que había encargado por Amazon.
El hombre se levantó, serio.
— Estáis firmando una sentencia de muerte contra la familia Kim. Si BTS se enterase de que alguno de nosotros ha caído, no pararán hasta haceros trizas.
— ¿Sentencia de muerte de quién? Yo solo veo un posible cadáver aquí. —se mofó Seungmin.
Automáticamente, siete puntos rojos iluminaron el pecho de los guardaespaldas, que se miraron entre ellos, confusos. El Shinyeul clavó la vista en los presentes con los ojos como platos.
— ¡¿Qué estáis haciendo?! —bramó, fuera de sí.
— Seamos sinceros, Kim. —habló Han, quitándose la pintura de las uñas en aire distraído—. En esta conversación has cometido tres errores que van a costarte la vida. Avvocato, ¿te importaría explicar qué tres errores? Tengo muy mala memoria…
Felix se enderezó un tanto y se colocó mejor las gafas.
— Primer error: Atentar contra la integridad física de una familia aliada, directa o indirectamente. Lee Know estuvo a punto de morir protegiendo a Claire de uno de sus sicarios. Changbin casi pierde el brazo por culpa de la misión que se torció porque usted dio el soplo a la mafia de YG. Seungmin permaneció en coma tres días tras su secuestro. El chantaje le salió mal, señor. A I.N no le costó nada rastrear los números de serie de las armas y así saber dónde las habían comprado, quién y con qué dinero. Por supuesto, fue usted.
“Segundo error, aunque podría entrar dentro del primero: Toma de posesiones ajenas sin consentimiento o contrato. Ha tratado de arrebatarnos lo que es nuestro por derecho, poniendo en nuestra contra a ATEEZ e incluso a ITZY. Por descontado, son asuntos resueltos y las cosas entre las tres familias vuelven a ser como antes. Nada que una buena botella de licor y una explicación con pruebas no sea capaz de arreglar.
Los puntos rojos no se movieron ni un ápice, acechando las vidas de los pobres diablos.
— Tercer y último error, posiblemente el peor de todos: Traición.
Felix rebuscó en el bolsillo de su americana blanca y extrajo un pequeño y diminuto micro que había pasado desapercibido en el chequeo inicial. Era plano, más que una ficha de póker y más pequeño que esta. Shinyeul perdió el color de la cara.
— ¿Qué…?
El móvil de Minho sonó, interrumpiendo la tensión. Nadie se movió mientras el sottocapo descolgaba el auricular y lo ponía en altavoz.
— ¿Sí?
— Lo hemos escuchado, Lee. —dijo la voz de Namjoon al otro lado—. No estabais equivocados.
— Nunca lo estuvimos, para empezar. —comentó Minho, en tono desenfadado—. Somos la única mafia que hace las cosas ilegales de la manera más legal y decidís ponernos en duda.
— El daño emocional os costará un millón, para empezar. —añadió Hyunjin de la manera más dramática en la que pudo pensar.
— Reconozco que teníamos nuestras reservas, sí. —Namjoon se rio—. Pero el asunto está aclarado. Muchas gracias por la información.
— ¡Felix! La próxima vez que nos visites, ¡trae más brownies! SUEÑO con ellos, los NECESITO para seguir viviendo. —escucharon gritar a Hoseok de lejos.
El rubio se sonrojó hasta la punta de las orejas.
— Por supuesto, hyung. Cuando quieras. —balbuceó, tímido.
— Dicho eso, volvamos al punto en cuestión. —la voz del líder de BTS se tornó fría y oscura—. Señor Kim. ¿Algo que decir al respecto?
El hombre, que se había quedado petrificado sacó la pistola y la apuntó a Claire. Esta no se movió, no porque no quisiera, sino porque Minho la mantenía agarrada por la cintura contra él. La visión del cañón la tendría llorando y gritando si no fuera por las suaves caricias que estaba recibiendo por su parte.
— ¡Debería ser mía! —rugió, el arma temblando—. ¡Era mi derecho! ¡Mi fortuna!
— ¿Es lo único que tienes que decir?
— ¡Maldito…!
El tiro atravesó la ventana y se incrustó en el entrecejo del señor Kim. Sus ojos rodaron hacia arriba y su cuerpo sufrió un espasmo antes de caer al suelo, muerto. Un hilo de sangre le bajó por la recién abierta herida en el cráneo, empapando el suelo. Uno a uno los guardaespaldas del mafioso fueron reducidos implacablemente. Claire enterró el rostro en el pecho de Lee Know, que la sostuvo así hasta que el sonido sibilante de los disparos con silenciador se detuvo.
Al acabar, los cuerpos se amontonaban delante de la puerta y a lo largo y ancho de la habitación, testigos de una masacre sin precedentes.
— ¿Confirmación de muertes? —quiso saber Namjoon.
— Confirmadas. —contestó Chan, levantándose del asiento y recogiendo el pañuelo del bolsillo de la solapa del señor Kim. Serviría como prueba.
— Bien. Nos veremos muy pronto. Hay que hablar de qué hacer a partir de ahora.
La llamada se cortó, y Claire empezó a temblar. La tensión, el miedo que había contenido hasta ese momento salieron de ella como un torrente. Minho la abrazó, susurrándole palabras dulces.
— Ya está, querida, ya está. —iba diciendo—. Se acabó. No más persecuciones.
— Estás a salvo. —le aseguró Felix, haciendo lo mismo desde atrás. Le depositó dulces besos en los hombros, en la nuca y en la espalda, buscando brindarle algo de confort.
— Lixie… —gimió entre sollozos.
Los labios de I.N encontraron los suyos por encima del hombro de Minho, obligándola a olvidarse ni que fuera por unos instantes de la muerte a su alrededor.
— Changbin, ¿podrías llevártela al coche? Que no vea… esto. —Jeongin arrugó la nariz. Jamás se acostumbraría al olor metalizado de la sangre.
Notó los brazos del recién nombrado alzándola de la silla y llevándosela fuera. Una vez en el ascensor, Changbin se quedó atrás y dejó que Hyunjin y Seungmin los flanquearan en caso de que hubiera más agentes de la mafia Kim. Por suerte, no.
El hombrecillo había estado tan confiado en que conseguiría la vida de la muchacha que se había olvidado de traer refuerzos. Grave desliz por su parte. Para cuando llegaron a la recepción, Claire había dejado de temblar.
— Binnie, ya puedo caminar. —le dijo.
— ¿Tan rápido? Con las ganas que tenía de seguir así un rato más… —le apretó el muslo que sostenía, arrancándole una protesta sonora. Le encantaba que hiciera eso… en otras situaciones.
— Por favor…
No podía resistirse a sus súplicas. La puso en el suelo con cuidado, aunque no se separó de ella demasiado. Hyunjin le rodeó los hombros con el brazo y Seungmin le besó la mejilla.
— Eres más fuerte de lo que creía. —se sinceró.
— Estoy con vosotros. Por supuesto que tengo que ser fuerte. ¿Quién va a cuidar del grupo si me vengo abajo y no me recupero pronto?
Changbin soltó un bufido a modo de risa.
Una vez dentro del coche, Claire suspiró, cansada, cerrando los ojos. El último asunto con el que tendrían que lidiar iba a ser con BTS, pero como se suele decir, eso era problema de la Claire del futuro. El peso de alguien a su izquierda la distrajo de sus pensamientos y los orbes castaños de Han la observaron, llenos de comprensión.
— Se hace más ameno con los años, créeme. —le dijo. La chica le apartó unos rizos de la cara y este sonrió, encantado—. ¿Qué te parece esto? Cuando lleguemos a la mansión nos tumbamos en el sofá, agarramos una manta, ponemos la película de El Padrino y nos abrazamos hasta caer rendidos… O hasta que alguno de los dos quiera hacer algo más… peligroso. —su mano describió una línea entre sus pechos y bajó hasta el abdomen, deteniéndose allí.
La mirada de Claire se encendió, borrándole de la mente todo rastro de miedo pasado. Un nuevo sentimiento se alojó en su cuerpo y dejó escapar un tembloroso suspiro. La segunda opción le parecía mejor idea.
Chan, que lo había escuchado, se subió al asiento del conductor y los miró a través del retrovisor.
— Nada de liaros en el coche. —los reprendió—. Sé cómo acaba, y no me apetece tener que volver a llevar a esta preciosidad a la lavandería por vuestra culpa.
— Channie-hyung solo está celoso porque le toca conducir y no puede flirtear con Claire. —se burló I.N, a la derecha de la muchacha.
— ¡Manos quietas hasta que lleguemos a casa! —gritó Changbin, que ocupaba ahora el asiento del copiloto. El resto vendría en el otro vehículo justo detrás de ellos.
Claire descansó la cabeza en el hombro de Jeongin y sonrió. Iban a casa. Con suerte esa noche podrían abrir una botella de Château Lafite Rothschild 2010 y esta vez, la mano que les serviría el vino no giraría para nadie.
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(Me he dado cuenta mientras escribía que este oneshot podría convertirse en un fanfic completo. Dejadme saber si querríais leerlo en los comentarios. También avisadme de posibles incongruencias y errores gramaticales.)
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las-microfisuras · 10 months
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Una mujer alta me llevaba de la mano. Cuando son cariñosas, todas las mujeres son altas; y el hombre que es amado siempre es bajo. El amor me hace crecer. Que me amen y me deseen, me empequeñece. Y así, querido y benévolo lector, era tan pequeño y delicado que podría haberme escurrido tranquilamente por el manguito de mi alta, querida y dulce mujer. La mano que me sostenía y de la cual colgaba bailando estaba cubierta con un guante negro que se extendía hasta el codo. Hemos cruzado un puente elegantemente cortado en arco; la cola del vestido de mi atenta señora, más bien rojo y fantásticamente poético, serpenteaba a lo largo y ancho del puente; debajo del puente, un agua negra, tibia y perfumada fluía con pereza arrastrando hojas doradas. ¿Era otoño? ¿O era una primavera de hojas doradas y no verdes? Ya no me acuerdo. La mujer me miraba con una ternura indescriptible: ora era su niño, ora su querido, ora su esposo. Y en todo momento yo era todo para ella. Ella era el ser extraordinario, poderoso y alto; yo, el pequeño. Las ramas deshojadas apuntaban hacia arriba y cortaban el aire. Así me ha conducido más y más lejos como una suerte de bien cuyo propietario lleva discretamente consigo. No pensaba en nada, no quería ni podía saber nada de pensar. Todo estaba blando y como perdido. ¿Me había convertido el poder de la mujer en un chiquillo? El poder de la mujer: ¿dónde, cuándo y cómo se da? ¿En los ojos de los hombres? ¿Cuando soñamos? ¿Con pensamientos?
- Robert Walser, Historias de amor. Ediciones Siruela. Traducción: Juan de Sola Llovet. Edición y compilación: Volker Michels
Retrato de Giorgiomaria Cornelio.
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poisonlove · 1 year
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—Eres Mia; Miércoles Addams
advertencias : obscenidad, sexo lésbico, sexo muy explícito.
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Puse mis manos sobre las mejillas de mi novia, uniendo nuestros labios en un dulce beso. Las manos frías de Miércoles agarran suavemente las mías, trenzando nuestros dedos durante el beso. Rompí el contacto entre nuestras bocas y miré fijamente las pupilas de Miércoles hacerse cada vez más grandes, mirándome con determinación.
Ella estaba muy excitada.
Sonreí engreída y moví mis besos a lo largo de su mandíbula, sintiendo cómo suspiraba bajo mis toques. Saqué la punta de la lengua, dibujando una línea hasta el cuello, dejando besos con la boca abierta en la piel expuesta.
Gimí cuando sentí la mano de Miércoles meterse debajo de mi camiseta, acariciando mi abdomen —hazme tuya- susurra a un soplo de mis labios, mirándome con las mejillas enrojecidas por la excitación.
Sentì una descarga eléctrica de placer desde la columna vertebral hasta el clítoris.
Me mordí el labio inferior, traviesa y puse mi mano en el muslo de Addams, dibujando con los dedos líneas distraídas a lo largo de sus medias —Quítate la camisa- dije mirándola seriamente.
Obedece sin decir una palabra.
La miré, piel blanca color porcelana resaltada por el sujetador negro que llevaba. Me lamí los labios y me acerqué peligrosamente a su cara. Miré fijamente los ojos de Miércoles, mirándome con una llama en los iris, viendo cómo me inclinaba hacia su pecho.
Le desabroché el sujetador e inmediatamente puse los labios alrededor del pezón, sintiendo cómo su pezón se ponía erecto por el contacto con mis labios, pasé la lengua sobre él, chupándolo con pasión. Mientras tanto, puse mi mano en el otro, cubriendo su pecho con toda la mano. Miércoles puso sus manos sobre mi cabeza, suspirando con fuerza.
Empecé a bajar por su estómago,  dejando besos y mordiscos de amor en el camino. Me detuve y levanté la cabeza, viendo cómo  miércoles me miraba apoyada en los codos. Le quité la falda, dejándola en íntimo. Seguí besándola y al llegar al monte de Venus me detuve.
Pude ver y oler su emoción.
Sonreí y dejé un beso sobre su intimidad,  sobre la tela de su ropa interior. Suelta un gruñido, molesta. Mientras tanto sigue levantando las caderas para animarme a continuar mi trabajo.
—Por favor- murmura entre los dientes y decidí complacerla.
Al menos al principio.
Le quité la braga y totalmente excitada admiré su humedad. Me lamo los labios hambrienta, mirando fijamente su coño brillante. Lentamente me incliné hacia ella, poniendo mis manos sobre sus muslos cubiertos por sus medias.
Abre mayormente las piernas.
Mi respiración se estrelló contra su intimidad y ella se estremeció instantáneamente.  Huelo de nuevo su deliciosa emoción, un olor acre pero no desagradable. Era fascinante ver lo excitada que estaba por mí, se podía ver... sus pequeños y grandes labios cubiertos y brillantes con sus fluidos.
Resopla exasperada y sonrío.
Me mordí los labios satisfecha con lo que veía. Le di un beso en los labios inferiores y empecé a lamerlos.  miércoles gimió... poniendo sus manos sobre mis hombros.
—Por favor, amor–murmura de nuevo.
Levanté la mirada y vi que Miércoles se había recostado nuevamente sobre los codos mirándome con súplica, sus ojos estaban encapuchados a causa de la excitación.  sus trenzas a los lados de sus hombros se movían debido a su respiración agitada. Sus labios eran entreabiertos.
Sin apartar la mirada, puse más presión en su intimidad y envolví mis labios alrededor de su clítoris.
Geme más.
Vi que se volvió a acostar.
Sus manos apretaban las sábanas con fuerza. Era jodidamente excitante.
—Sí...–susurra lentamente. Empecé a chupar su botón y los suspiros de miércoles aumentaron gradualmente. Cerré los ojos y seguí moviendo la lengua alrededor de su clítoris, tragando y saboreando su delicioso sabor. Le puse un dedo dentro para recoger más fluidos.
quería más.
"Sí... continúa", dijo mordiendo fuerte los labios. Me aferré más a sus muslos y metí mi lengua en su intimidad. " Mierda"  gime, mordiéndose el labio inferior, cerrando los ojos.
Sonreí y besé suavemente sus labios internos, soltando un chorro de saliva que la conecta con mi boca. Con una mano, hice movimientos rotatorios alrededor de su clítoris, causando que los suspiros de Addams se vuelvan más pesados. Mi mano estaba completamente cubierta de sus líquidos, me incliné y le dejé otro beso en el manojo de nervios.
Lamí con la lengua la excitación que tenía en mis labios.
Volví a poner mis labios alrededor de su clítoris y metí dos dedos dentro de ella. Con el rabillo del ojo vi los nudillos de Miércoles volverse totalmente blancos, apretando con necesidad las sábanas.
Los gemidos resonaban en la habitación.
Las paredes de la pequeña Addams se estrecharon alrededor de mis dedos y me di cuenta de que iba a venir.  Puso sus manos en mi cabello e hizo más presión hacia su intimidad. Seguí lamiendo y penetrando. Su espalda se arquea más.
—SI...–gime y arqueando los dedos encontré su punto G. Geme mayormente. — Joder–exclama. Sus caderas se movían más rápido y aumenté el ritmo de la lamida.
dejo de penetrarla, pongo los dedos en la boca, chupando su néctar.
—Mírame– exclamo. Dejando de lamer su deliciosa intimidad. Con dificultad apoyó el peso sobre los brazos y con excitación me miró.
Estaba cubierta de sudor y su labio inferior estaba atrapado entre sus dientes. Tomé sus piernas y la invité a apoyarlas en mis hombros, dándome más acceso a su intimidad. Sin apartar la mirada, volví a lamer y vi que  miércoles movió el peso sobre un brazo, el otro lo estiró y puso la mano entre mi cabello. 
Mueve las caderas otra vez, Gimiendo.
—¡Joder!. Sí...– susurra, Sus ojos se volvieron blancos por la excitación. Volvió a dirigir su atención hacia mí. "Y/N" exclama con dificultad. "Estoy.. para... " murmura con dificultad y ni siquiera termina de pronunciar la frase que siento su excitación vertiéndose en mi boca.
Me comí el exceso.
Miércoles, respirando irregularmente, apoya la espalda sobre el colchón. Mis manos siguieron en los muslos de Addy y con determinación seguí lamiendo su delicioso coño. Podía oír a la pelinegra encima de mi cuerpo quejarse entre los gemidos. –Y/N... para... para...no" susurra entre los gemidos, quejándose por el demasiado placer que estaba resultando molesto. Instintivamente aprieta las piernas alrededor de mi cabeza, casi tratando de bloquear mis movimientos en su zona delicada. Miércoles suspira de alivio, posando una mano en mi cabello.
Un gruñido salió de la profundidad de mi garganta y con un gesto decidido abro nuevamente las piernas de la pelinegra. Mis dedos tomaron su líquido y lo puse en mi boca, limpiándolo bien antes de agarrar la mano fría y delicada de Addams y sujetarla en su estómago.
 La miré maliciosamente y luego puse mi boca nuevamente alrededor del clítoris hinchado.  miércoles se rió nerviosamente, gimiendo.
—Amor...– suspira... —ven otra vez por mí– confesé aumentando el ritmo de la lamida, la pobre estaba a punto de llorar de excesivo placer.
—Dios mío...–exclama, mordiéndose fuerte el labio inferior, apretando fuerte mi mano.
—Mmmmmh...– tragué ruidosamente.
—Levántate–dije seriamente, separándome de su clítoris, lamiendo mis labios.
—¿Qué?" Dijo con tono estridente, sorprendida de mi repentina afirmación. —Levántate" la miré con ojos traviesos y me puse de rodillas.
La pelinegra inmediatamente se levanta en la cama, sus piernas ligeramente temblorosas mientras cubre sus senos con sus brazos. El cabello era mucho más rebelde ahora, sus trenzas estaban empezando a separse. Suspiré cuando vi que el orgasmo que había ocurrido se deslizaba por sus piernas. Lentamente gateé hacia ella y con ojos encapuchados  miércoles observa excitada y curiosa mis movimientos.  Puse mi cabeza contra la almohada y obtuve la visión perfecta de su delicioso coño.
—Montame la cara–dije con una sonrisa en los labios.
Miércoles no se lo hizo repetir dos veces, gracias también al hecho de que sus piernas no le permiten estar de pie durante mucho tiempo. Sus manos agarran la cabecera de la cama y finalmente obtuve lo que pedí. 
miércoles entre los gemidos comienza a mover las caderas, lentamente, ya que no tenía fuerzas y no podía soportar el doloroso y demasiado placer. Deslicé mi lengua dentro de su coño, sus paredes calientes para acoger mi lengua. Cierro los labios, chupando su manojo de nervios.
—Mi... Dios... sí. Se... siente... así... ah...– la pelinegra estaba dispuesta a montarme la cara y no lograba cumplir una frase de sentido completo, chupé de nuevo su clítoris, mis manos sosteniendo sus piernas. Mi novia se levanta bruscamente de mi cara y la miré mal cuando se sentó sobre mi estómago, pude sentir el calor de su excitación sobre mi piel.
La pelinegra se inclina a besarme y aparta una mano de la cabecera de la cama y la deslizó a lo largo de mi costado, sonrió contra mis labios y suspira a sentir su propio sabor en sus labios.  La mano de Addams se posa contra la mía y de repente Miércoles levanta ligeramente las caderas,  dirigiendo mi mano en medio de sus piernas.
Sonrío a la comprensión.
Entre un beso es otro, alinea mis dedos a la altura de su entrada y se sienta contra mi mano. Gimí por lo agradable que era el calor de sus paredes que acogían mis dedos. La pelinegra reposiciona su mano junto a la otra en la espaldera de la cama y comienza a subir y bajar sobre mis dedos, moviéndose lentamente. Con el pulgar le estimulaba el clítoris y me estiré para besar el seno derecho. Sus movimientos se hicieron cada vez más rápidos. Con ojos totalmente encapuchados observaba cómo los pechos de Miércoles se movían al ritmo de sus caderas, mirándome con la boca abierta mientras se mantenía el pelo alejado de la cara.
Suspiraba y murmuraba mi nombre en cada montar. Podía sentir las paredes de su vagina cerrarse alrededor de mis dedos y los movimientos de miércoles se estaban volviendo frenéticos.
Estaba muy cerca del clímax.
Se mordió el labio inferior conteniendo una sonrisa traviesa y se levantó bruscamente de mi mano, sentándose nuevamente sobre mi boca, sonreí débilmente por la confianza que estaba teniendo consigo misma la pelinegra.
—Tra... traga....– Suspiraba murmurando y una gran excitación se extendió por todo mi cuerpo por las palabras que pronunció,  mi clítoris pulsó para recibir atenciones .
Agarré sus muslos y moví rápidamente la boca, dependiendo de su delicioso sabor. 
Miércoles vuelve a quitar la mano de la Espaldera y la pone sobre mi cabeza, ayudándose con sus movimientos frenéticos de sus caderas a montarme.
—Y... Y/N– sus gemidos eran incontenibles.—Estoy... joder!... ni siquiera puede terminar la frase que con la boca abierta recibí sus deliciosos fluidos. Seguí lamiendo mientras trataba de respirar con más regularidad. 
Cuando ya no siente mi lengua trabajando alrededor de su clítoris se levanta de mi cara,  sentándose nuevamente contra mi estómago, besándome tiernamente. Con la lengua pedí entrar y ella sabrosa me lo concede, le hice probar de sí misma. Puso sus manos sobre mi espalda,  aumentando el ritmo del beso. Entre besos ardientes los movimientos de sus caderas, que hicieron presión sobre mi intimidad,  me hicieron extasiar.
—¿Qué tal otra ronda?– propone seductora en mi oído. Como respuesta la besé.
Autora: 🔥🔥
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la-semillera · 3 months
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ELENA DEL RIVERO & CRISTINA RIVERA GARZA
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VIII
la invención de Maggie Triana
Saturday, May 17, 2003
BLOGNOVELA 2003
L.
(mayo es ahora)
Es que tomaron el boulevard rojo.
Es que no había luz.
Es que faltaba el agua.
Es que llegó Maggie Triana bajo el eclipse
(cabello rojo, pestañas extra largas, uñas a medio pintar)
y contó su peor sueño y su mejor pesadilla.
Es que se abrió el abrigo —negro, de peluche, demencial— y se sonrió tres veces con el ojo izquierdo.
Es que recargó la cabeza sobre un hombro y, de regreso al mundo, exclamó: esto es arándano (aunque en realidad era Eau de Cartier).
Es que se señaló la boca.
Es que dijo: bésenme.
Y todas obedecieron —gustosas, sumisas, celestes.
Es que, como lo he anotado, no había luz.
Es que era jueves pero a todas les urgía ya que fuera sábado. Y Maggie insistía en contar —las manos en espiral, la boca de vela en alta mar, la rodilla flexionada— su peor sueño (el hombre que atravesaba el cuerpo de la mujer para extraerle el músculo ése que, dijo, algunos llaman corazón) y su mejor pesadilla (la mujer que, en justo intercambio, atravesaba el cuerpo del hombre para extraerle el ése que, repitió, algunos llaman corazón).
Es que habían leído a Butler, Cixous, Wittig, Peri Rossi, Pizarnik, Acker, Stein.
Y las mareaba el humo de los cigarrillos de clavo. Djarum Black: to enhance your smoking pleasure.
Y nadie hablaba en el Café de Todos.
Es que la mantarraya descendía —deliciosa, omnipotente, cándida— con esa lentitud casi doméstica, esa lentitud de otro modo mitológica, hasta la piel misma del océano.
Es que Amaranta Caballero caminaba descalza y ecuménica sobre su propia lengua.
Y Abril Castro se volvía una pez-hadilla sobre la almohada.
Y Maggie Triana declaraba, con precisión profética: cubrir de árboles el bosque. Bosquejar una mujer. Circundar una mujer. Cubrir de bosques una ciudad, bosquejar una mujer, circundar los árboles.
Y Lucina Constanza guardaba silencio.
Y La Sumergida se acostumbraba poco a poco, aunque no sin torpeza y sin intolerancia, a su nueva condición de Emergida.
Todo esto dentro de la Ciudad Sin Nombre. Todo esto en un lugar sin luz, sin agua. Es que comieron uvas y pronunciaron las palabras muslo, codo, tráquea. Y también ésa que, Maggie volvía a decir, algunos conocen como corazón.
Es que no sabían de la piedad. Y no les interesaba hincarse. Es que los fáunulos tomaban su siesta.
Es que faltaba el agua.
Y se quedaron meditabundas frente a la pregunta ¿por qué no?
Es que era mayo.
Es que mayo es ahora.
_ ¿Ha estado usted alguna vez en el Mar del Norte?, fragmento del libro Feliz como con mujer, Cristina Rivera-Garza.
# 6. 2011. Selenium toned silver gelatin prints with oil paint 7-7/8” x 10”
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ranitahumana · 29 days
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Me acordé de que hace un tiempo había empezado a escribir esto y luego lo dejé ahí bien abandonado... Así que me dije ah por qué no lo retomo para editarlo. Así que eso hice y lo continué un poco, aunque aviso que aún me falta un poco para terminarlo:
Le tomó de la mano, ansiosa, entre risas que intentaba contener y muecas señalándole que no hiciera nada de ruido.
Hiling estaba muy nerviosa, pero ya no aguantaba la emoción. Dorshe compartía solamente la parte de los nervios.
Lo que estaban haciendo era una locura y ambos lo sabían. No era que la idea no le gustara a Dorshe (de ser así él nunca hubiera aceptado), pero él no era el tipo que me gustaba romper las reglas de esta manera. Su falta de costumbre hacía que escabullirse de esta manera en la noche le pusiera la piel de gallina, mucho más que cualquier monstruo o truhan que había enfrentado.
Ya no aguantaba los nervios. Tener que escabullirse por la noche ya era mucho, pero el solo pensar en lo que podría pasarle a Hiling si fuesen a pillarlos hacia que le doliera muy fuerte el estómago.
Se detuvo y soltó su mano. Quería decir algo, pero no se atrevía a elevar la voz.
Hiling lo miro detenidamente. Traviesamente sonrió y acercándosele sigilosamente, le suspiró al oído:
- Confía.
Dorshe enrojeció completamente. Hiling a duras penas aguantó reírse.
Nuevamente le ofreció su mano. Dorshe no dudó en tomarla. Ahora no quería dejarla ir por ninguna cosa del mundo.
Llegando a su destino, Hiling escondió a Dorshe donde pudo detrás de algún pilar mientras ella abría la puerta. En cuanto terminó, le indicó con el dedo que entrara lo más rápido posible.
Dorshe corrió hacia la habitación oscura como si su vida dependiera de ello. La poca luz que salía de afuera desapareció enseguida en cuanto Hiling selló la puerta nuevamente. Ahora todo estaba completamente negro.
- Ah, ten cuidado con las escaleras.
Dorshe no pudo entender a qué se refería. Moviendo sus manos se dio cuenta de que estaban en un pasillo muy estrecho. Al dar un par de cuidadosos pasos entendió que tratarlo de pasillo era mucho decir: Estaban en una entrada directa a unas escaleras hacia abajo.
"Hubiera apreciado que me mencionara eso antes de que me metiera corriendo", pensó.
- Ves la luz para abajo? De aquí se ve algo tenue, pero no es tan lejos. Baja con cuidado, pero no tengas miedo: No es tan empinado. - Dijo Hiling
Dorshe sintió que lo estaba tratando como un niño, pero recordó que es probablemente la única manera que Hiling sabe de dar indicaciones. Algo sobre eso le daba cierta ternura.
Bajó Hiling primero sin problema alguno, acostumbrada a estos escalones. Dorshe intentó sujetarse en los costados tocando el muro, pero el pasillo era demasiado estrecho como para que consiguiera eso cómodamente. Apoyando sus codos contra las murallas, bajo escalón por escalón lentamente, con mucho cuidado de no caer.
De a poco consiguió ver con más claridad sus alrededores en cuanto más bajaba. Vio a Hiling esperandolo abajo y sin querer hacerla esperar aceleró el paso.
- Ya era hora de que llegaras - Dijo Hiling con una sonrisa. - Aquí puedes relajarte, no hay nadie quien vaya a oírnos.
Tomó nuevamente la mano de Dorshe y lo llevó para adelante, cruzando la entrada que daba a unos inmensos baños privados.
Dorshe no podía creer lo que veía.
Cuando Hiling lo invitó a escabullirse a los baños juntos por la noche, él imaginó que iba a estar completamente oscuro, pero el baño estaba iluminado plenamente por luz de luna que hacía brillar las aguas y las baldosas.
Dorshe miró hacia arriba para ver de dónde venía la luz. Los muros de por sí ya eran muy altos (habían bajado bastante, por lo que Dorshe suponía que se extendían hasta el nivel del suelo de donde entraron), pero en el centro del baño había un agujero donde los muros nuevamente iban para arriba.
Una torre se elevaba justo arriba del baño, con el solo propósito de iluminar naturalmente sus aguas a través de una entrada en su punta. Era imposible que alguien pudiese subir ahí a espiarlos, mucho menos que apenas alcanzaran a verlos desde ahí. Pensar en eso hizo que Dorshe se relajara.
"Aunque no me sorprendería si alguna serpiente de alguien que conozco se pudiera escabullir por aquí." Pensó, riendo para sus adentros "Si veo alguna, lo mato."
Se distrajo tanto en sus pensamientos que tardó en percatarse que Hiling ya se estaba sacando la ropa.
- A- AH-!?
- ¿¡Por qué estás tan sorprendido!? ¡Si para esto es a lo que vinimos!
Hiling se escuchaba algo molesta.
Dorshe encogió de hombros cabizbajo. No sabía por qué estaba tan sorprendido, pero no dejaba de sonrojarse al verla así.
Hiling suspiró. A medio desvestir se acercó a Dorshe a acariciar su rostro.
Le gustaba verlo tan ruborizado y nervioso del solo pensar en verla desnuda por primera vez. Lo besó con suma dulzura.
Deslizó sus manos por su robusto torso para intentar ayudarlo a sacarse la ropa. Dorshe perdía el aliento de solo sentirla tocar su pecho. Sin pensarlo dos veces, se quitó lo que llevaba, quedando en ropa interior.
Hiling sonrió y continuó de sacarse su vestido.
Completamente desnuda, Hiling colocó sus prendas encina de una pequeña banca mientras esperaba a que Dorshe hiciera lo mismo.
Era hermosa. Dorshe no creer lo que veía. Iluminada a luz de luna, el cuerpo completamente desnudo de Hiling parecía ser la cosa más hermosa que había visto en su vida. Dorshe no podía evitar quedar paralizado. Era tal su asombro que ni sentía vergüenza de quedar como tonto mirándola.
Hiling sintió mariposas de verlo así. La expresión de asombro Dorshe no le parecía cochina, sino más bien tierna. El ver como él la consideraba tan bella la llenaba por dentro de una felicidad desconocida.
- A- Ahora te queda sacarte los calzoncillos!
Hiling dijo sin pensarlo. Inmediatamente se avergonzó de haberlo dicho tan directo.
Tímido, Dorshe se sacó lo que le quedaba de ropa interior, dejando ver todo su ser sin censura alguna. Dejó sus prendas al lado de las de Hiling, quien lo miraba ruborizada y sonriente.
Ambos estaban muy nerviosos, muy tímidos como para mirarse directamente el uno al otro.
- E-Entremos juntos.
Tragando saliva, Hiling tomó a Dorshe de la mano sin atreverse a mirarlo a los ojos. Dentro del agua iba a sentirse menos nerviosa desnudo a su lado, pensó.
Hiling metió un pie al agua, bajando los escalones que habían en el borde de la gran tina.
Dorshe la siguió, bajando con ella hasta la parte más honda del baño. El agua le llegaba a Hiling hasta el pecho, mientras que a Dorshe penas le pasaba el ombligo.
El agua no estaba caliente, pero Dorshe se sorprendió de que no estuviera tan fría como él hubiera sospechado.
Miraba hacía arriba contemplando los muros y baldosas iluminadas por luz de luna que decoraban todo el baño. Era realmente hermoso. Para él que acostumbraba a bañarse con un balde de agua y un trapo entre otros soldados, el estar ahí dentro de un baño de la realeza acompañado de su querida reina se sentía como de ensueño. De ensueño e incorrecto para un hombre para él.
Dejó de mirar los muros y miró a Hiling, con todo su esbelto cuerpo hermosamente iluminado bajó el agua, quien lo miraba contenta. Sabía que Dorshe se iba a sorprender de ver el baño: Quería compartir eso con él. Y quería compartir muchas otras cosas ahí con él.
- Creo que será mejor jabonarte sentado... Sígueme a la derecha.
Hiling se dirigió al costado derecho de la tina, donde yacía fuera del agua un pequeño montículo lleno de botellas con todo tipo de formas. Sentándose en uno de los escalones, agarró una de las botellas y la agitó.
Sin saber dónde ponerse, Dorshe se sentó a un metro al costado de Hiling. Ella lo miró y simplemente dio unas palmadas al lado suyo indicándole a Dorshe de que se acercara. Él le hizo caso.
- Sé que estás nervioso, pero te invité porque quiero que te relajes... S- Si es que hay algo que te molesta, por favor dime...
- No, no hay nada que me moleste. No se preocupe.
- Me... Me alegro... - Hiling sonrió.
Estando sentada tan cerca suyo, Hiling se sentía algo nerviosa. El cuerpo desnudo de Dorshe se imponía con su robusta belleza, haciéndola sentir más pequeña de lo que realmente era.
Abrió la botella y vertió del líquido que contenía en sus manos. Una buena cantidad de espuma se formó al frotar sus manos.
- Mírame – Susurró.
Dorshe la miró fijo, nervioso de solo pensar en que su reina iba a acercarsele. Hiling comenzó a restregar el jabón en uno de los brazos de Dorshe, disfrutando de poder tocarlo con detención.
La carne se le ponía de gallina a Dorshe al sentir las yemas de Hiling acariciándolo así. El tener a su reina tocándolo desnuda tan cerca era algo que había soñado tantas veces que ahora apenas podía entender que esto era algo real.
Hiling sacó más jabón y pasó a restregarlo por la espalda de Dorshe.
Su espalda parecía de piedra, una extensa montaña llena de grietas. Hiling la encontraba realmente sexy. Le gustaban los hombres musculosos así.
Acariciaba los relieves de la espalda de Dorshe. El fino tacto de sus suaves yemas hacia que toda aquella montaña temblara de placer.
Hiling no esperaba que Dorshe fuera tan sensible al tacto y las caricias, pero era una grata sorpresa. Quería acariciarlo coquetamente toda la noche para ver sus reacciones. Quería hacerlo sonrojar.
Hasta aquí llegué por ahora :1 Espero poder terminarlo pronto!
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dulce-de-mani · 9 months
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Caballeros de Juguete (Ambientado en la infancia de Ambrosius y Ballister)
Ambrosius esta tirado en el piso, jugando distraidamente con un muñeco de caballero, mientras esperaba que Ballister terminara de armar el suyo.
A: Ballisteerrrr, podrías simplemente usar uno de mis muñecos, tengo como 1000...
B: Na, prefiero este, tiene mejor armadura
A: Dah, la armaste tu mismo...
Ballister había juntado varias piezas de los juguetes rotos de sus compañeros, y había logrado armarse un caballero con una armadura personalizada pintada de negro.
B: Tadaah!! -Ballister enseñó su obra maestra- Le puse una pieza extra en sus codos, ahora se mueve como un brazo de verdad :D.
A: Genial, podemos jugar ahora?
Ambrosius levanta su muñeco dorado cerca del de Ballister, y presiona el botón de la espalda, que acciona el brazo del caballero para hacer un golpe con su espalda.
Cortando el brazo del muñeco de Ballister en el proceso.
A: Oh por Gloreth! Lo siento Ballister, no era mi intención, yo solo-
B: Cálmate Ambrosius, es fácil de solucionar ^^ Dice Ballister mientras vuelve a colocar el brazo del caballero en su lugar.
B: Lo ves? Sencillo
Ambrosius suspira aliviado.
A: Creí que había destruido tu caballero, ya trabajaste suficiente en el.
B: Vamos, no harías algo tan tonto.
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Un hermoso secreto FIC (ESP) 2
Selene Grimm tiene dificultades para entrar al castillo, pero se ve recompensada con una oferta que la hará olvidar esa incomodidad.
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El colegio Hogwarts de magia y hechicería, el colegio Ilvermorny de magia y hechicería y el mundo mágico de Harry Potter (incluidos los nombres de hechizos, criaturas mágicas, escuelas y lugares) le pertenecen a J.K Rowling. Sin embargo, Los personajes principales (Selene Grimm y Hazel Redwood) y algunos personajes secundarios (la familia Grimm, la familia Scratch, la familia Crow y la familia Redwood) me pertenecen :) Si esta historia tiene datos erróneos sobre el mundo mágico de Harry Potter, por favor háganmelo saber. Esta historia sería material para Rita Skeeter, estoy segura, Gracias y disfruten la historia <3
TAGS: OFC x OFC, personajes originales, romance, fluff, angst, wlw, drama, Hogwarts AU, Harry Potter AU, age gap, relación profesor/estudiante, uso de varitas, uso de magia oscura, uso de pociones, uso de maldiciones imperdonables, redeption arc.
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Sin pensarlo dos veces
Selene despertó muy temprano en la madrugada (de todos modos no pudo dormir mucho) y tomó un baño rápidamente para alistarse y desayunar. Sentía mucha curiosidad sobre aquel tema del director de Hogwarts, el famoso Albus Dumbledore. Selene sólo escuchó hablar de él como maestro por Marcus y por Blaise, Marcus tenía un buen concepto de él como maestro y persona mientras que Blaise lo consideraba aburrido y a veces no asistía a sus clases (cosa que dejaba a Marcus boquiabierto las primeras veces que Selene conversó con ellos sobre sus escuelas en las Tres Escobas). Decidió maquillarse para ese día, era muy extraño que un director de la escuela británica le envié un mensaje con tanto secretismo y quería dar una mejor impresión, tal vez necesitaría su ayuda o algo por el estilo, pero lo que Selene se preguntaba constantemente desde que abrió ese sobre fue ¿Cómo diablos supo quién era, cómo la encontró y cómo supo exactamente dónde se hospedaba? Aquello no dejaba de causarle confusión. No estaba segura si sería a través de Sylvester o de Marcus, tampoco estaba segura si ese hombre sabía del pasado vergonzoso de Selene como bruja oscura, algo ella misma llamaría una secta tenebrosa. El espejo reflejaba a una Selene más madura, algo agotada, tan pálida que posiblemente algunos magos hayan sospechado que ha sido convertida en vampiro, pero sin perder su característico atractivo. Sus facciones y los ángulos de su rostro parecían cuidadosamente talladas, y su nariz romana encajaba a la perfección con el resto de sus rasgos. Los mechones grises que adornaban su oscura cabellera la hacían ver incluso más atractiva e interesante, al punto de dejar a muchos magos y brujas voltear a verla en medio del callejón Diagon más de una vez. Se colocó su traje negro preferido y su túnica color púrpura que hacía juego con sus ojos, acompañada de un broche que brillaba justo en el botón que cerraba la túnica. Se dejó el cabello suelto a la altura de los codos y no dudó en usar sus botas de tacón alto. Selene se sentía algo confundida, pero extrañamente confiada. Asumió que pudo ser una idea en su mente sobre volver a ver su hijo o alguna oportunidad para asistir al castillo y poder interactuar con él, pero presentía que algo bueno vendría con esa curiosa invitación. Además, deseaba dejar bien parada a la escuela Ilvermorny, porque supuso que, de algún modo, Albus Dumbledore sabía dónde estudió.
"¿Ahora cómo diantres entro a ese colegio?"
Selene pagó por un par de días más en el Caldero Chorreante y salió hacia Londres a buscar una manera rápida de llegar, deseó que el director le haya permitido usar la red Flu, pero lamentablemente no fue el caso. Se paró en una calle con una pequeña maleta y levantó su varita cuando no habían muggles cerca, ni siquiera los ebrios que vagaban por la noche.
- Lumos.-Dijo Selene en voz baja, y en menos de dos parpadeos un bus de un tono morado apareció de la nada a toda velocidad, deteniéndose justo frente a Selene (estuvo a muy pocos centímetros de atropellarla). Algunas personas que iban adentro chocaron estrepitosamente entre ellas y muchas maletas, libros, y jaulas de lechuzas también cayeron violentamente. El vehículo tenía escrito "Autobús Noctámbulo" en letras doradas sobre su parabrisas.
"Oh, ¿hace cuánto que no me subo a uno de estos?" Pensó Selene al ver al bus detenerse. Selene había olvidado por completo la existencia de aquel medio de transporte, estuvo viajando mediante la aparición por tantos años que no recordaba que este bus podía llevarla cerca a Hogsmeade a comer algo, de ahí podría caminar hasta el castillo.
De ahí salió un mago serio con uniforme del mismo color que el bus, miró a Selene, a su varita, y procedió a abrir la boca para hablar.
- Bienvenida al autobús noctámbulo, transporte de emergencia para el brujo abandonado a su suerte, levante la varita, suba a bordo y lo llevaremos a donde quiera. Me llamo Quentin Birch, Estaré a su disposición esta noche.- Dijo muy seriamente el mago, como si lo estuviese leyendo en un papel. Selene recordó que dentro de ese bus no era recomendable pedir bebidas, así que se abstuvo de comprar chocolate caliente, al menos hasta antes de bajarse. El autobús estaba repleto de un montón de camas de latón ocupadas por magos y brujas de aspecto cansado. Algunos recogían sus maletas del suelo y otros trataban de calmar a sus lechuzas alteradas dentro de sus jaulas.
- Estación de Hogsmeade. - Dijo Selene.
- Son trece sickles, señora.- Dijo Quentin. - Disculpe…¿es usted de aquí?- preguntó Quentin, mirándola con curiosidad, al parecer había reconocido su acento.
- Soy estadounidense, pero vivo en Gran Bretaña desde hace más de diez años.
¡Vaya!- Exclamó el conductor, quien hasta ese entonces no había dicho una palabra. - ¿Entonces, usted estudió en el instituto de las Brujas de Salem?
- Iba a hacerlo al graduarme de Ilvermony. - Respondió Selene, sentándose en una de las numerosas camas de latón dentro del bus. - Pero decidí cambiar de aires y me mudé a Europa.
- Así que usted estudió en el colegio Ilvermorny, ¿eh? Interesante.- Dijo Quentin. - ¿también llevan defensa contra las artes oscuras? El auto avanzaba a la velocidad de la luz, esquivando edificios, autos, peatones, y hasta animales sin parar. Selene tuvo que cerrar un momento los ojos y sostenerse fuertemente para no sentirse mareada ni caerse. No quería estropear su túnica favorita.
- ¡Oh! sí, por supuesto. - Dijo Selene. - La diferencia es que nosotros llevamos esa asignatura desde el tercer año, aquí están dos años más adelantados.- Continuó Selene. - Mi hijo estudia ahí.- Añadió Selene, cambiando su tono a uno menos animado y algo melancólico. - Está en Slytherin.
El bus avanzó velozmente como si estuviese hechizado, haciéndose angosto mientras trataba de pasar por un camino demasiado estrecho y volviendo a la normalidad después, Selene no podía creer que ya estaba cerca a la estación cuando el conductor, un hombre de anteojos llamado Ernie, le dijo que se bajaría en la siguiente parada. Selene no podía aparecerse cerca del castillo porque jamás pisó los terrenos en persona, tampoco recordaba bien la estación de Hogsmeade ni cómo llegar desde la aldea de Hogsmeade, así que el autobús le fue de ayuda. Aquella sería la primera vez que visite Hogwarts.
Al bajarse del bus, tanto Quentin como Ernie se despidieron amablemente de Selene y el auto se fue antes de que Selene pudiese sacudir la mano. Selene caminó hacia la aldea de hogsmeade sólo para memorizar la ubicación y poder aparecerse nuevamente en la estación para recién caminar hacia el castillo. Selene se preguntó si Albus Dumbledore intentaba jugarle una broma pesada al no proporcionarle una manera más sencilla de llegar al castillo y hacerla pasar por un camino tan largo. Una parte de ella no podía culparlo, Selene pasó largos años usando sólo la aparición como medio de transporte y con propósitos perversos, sin embargo eso no impidió el fastidio de Selene al tener que hacer todo eso. Después de un almuerzo y cerveza de mantequilla en Las tres Escobas, Selene dio un corto paseo por las tiendas y se dijo a sí misma que después de aquella cosa intrigante que Dumbledore le diga, tomaría unos tragos en Cabeza de Cerdo, sentía que realmente lo necesitaba. Algunos magos atrevidos intentaron coquetear con Selene en Las tres Escobas con frases pobres y vergonzosas (uno de ellos le dijo directamente, en su cara, que le gustaban las "mujeres maduras"), pero Selene los mandó al diablo para después retirarse y comenzar su camino hacia el castillo, a pie.
Selene tuvo que seguir a una manada de Thestrals sin carruajes hacia el llamado "Sendero de entrada". El sendero resultó ser más largo de lo que Selene se imaginaba, y necesitó algunas cortas pausas para descansar, ver a los Thestrals no le resultó agradable en absoluto a Selene, que se pasó todo el camino recordando todas las veces en que usó la maldición asesina en magos, muggles, y unos duendes. Aunque ya había pasado el medio día, el sendero seguía viéndose tenebroso y opaco. El cielo gris lo iluminaba pobremente, una espesa niebla dificultaba la visión de Selene y los thestrals, a pesar de ser criaturas hermosas, hacían el ambiente aún más lúgubre. Tuvo que subir unas escaleras de piedra para llegar a una colina, Selene supuso que ya estaba cerca y el corazón volvió a acelerarse un poco cuando llegó a un lugar del terreno rodeado por piedras gigantes. "Ya no falta mucho" Se decía a sí misma Selene, tratando de animarse pensando en qué diablos haría en Hogwarts y si ese mensaje de Dumbledore tendría algo que ver con Sylvester. Llegó al puente cubierto y una enorme sonrisa se formó en su rostro cansado. Ni siquiera volvió a tomar otro descanso, Selene sólo siguió caminando por aquel largo puente hasta acercarse más a la gran torre del reloj. Ya casi era hora de la reunión, Selene aceleró el paso. "Excelente" Se dijo a sí misma Selene, en voz muy baja, cuando llegó al castillo. La puerta enorme se abrió sola y vio a una mujer alta de expresión seria. Llevaba una túnica color verde esmeralda, unos lentes cuadrados y un sombrero negro puntiagudo.
Usted debe ser la señora Grimm.- Dijo la mujer con una débil sonrisa. - Mi nombre es Minerva McGonagall, subdirectora de la escuela, profesora de Transformaciones y jefa de la casa Gryffindor. Acompáñeme a la oficina de director, por favor.
- Gracias.- Dijo Selene, sin tener la más mínima idea de qué decir y siguiendo a la subdirectora. Esa mujer había sido quien redactó la carta. Selene la siguió sin dejar de mirar todo a su alrededor. Las escaleras, los numerosos retratos que se movían, las estatuas, las armaduras en los rincones, todo era tal y como Marcus describió una vez, muchos años atrás.
- Estoy enterada de que usted es la madre del alumno Sylvester Scratch, señora Grimm.
- Así es, señora McGonagall.- Contestó Selene, algo nerviosa. ¿Y si esa mujer sabía de su pasado?
- Soy su maestra de transformaciones. No se le da mal la asignatura, convirtió con éxito un escarabajo en botón, pero el muchacho no deja de hablar de Quidditch.- Aquello le sacó una pequeña sonrisa a Selene. Desde que Sylvester era muy pequeño mostró un gran interés en el Quidditch. Marcus le compró una escoba de juguete cuando aún tenía dos años y hacía desastres en la sala (Marcus se encargaba de arreglar todo, por un acuerdo entre él y Selene).
- Me imagino. - Dijo Selene. - Le fascina el Quidditch desde que aprendió a hablar y caminar.
- Tiene sentido, su padre es un famoso cazador - Respondió McGonagall. - ¿A usted también le interesa el Quidditch?- Preguntó McGonagall.
- Solía interesarme cuando era estudiante, pero después de mudarme a Europa no me he subido a una escoba, ha pasado mucho tiempo. - Contestó Selene mientras ambas mujeres seguían caminando por los pasillos de Hogwarts. Selene no dejaba de sorprenderse con lo grande que eran ese lugar si se preguntaba si alguna vez Sylvester se ha perdido ahí (Selene no podría volver a la puerta de entrada aunque lo intentase después de tantas vueltas). McGonagall se detuvo frente a una gárgola y enseguida dijo algo.
- Pastel de limón.- Dijo McGonagall y la gárgola giró para mostrar una escalera de caracol de piedra. - Sígame, por favor.
Selene y la profesora McGonagall subieron por esa escalera de caracol que las condujo al despacho del director, el cual parecía más una inmensa y elegante biblioteca con dos escaleras al lado del escritorio. Un mago anciano con una larga barba y anteojos de media luna estaba sentado en el escritorio donde también estaba parada un ave fénix de plumas color carmesí y una cola dorada. Ese mago era Albus Dumbledore.
- Ha llegado la señora Grimm.- Dijo McGonagall. El hombre sólo mostró una débil sonrisa y abrió la boca para hablar.
- Gracias, Minerva. Bienvenida, señora Grimm. Pase, siéntese, por favor. Dijo Dumbledore, invitándola con caballerosidad y con un encantamiento no verbal hizo que la silla que estaba del otro lado del escritorio se mueva para que Selene pueda sentarse.
- Gracias, director. - Dijo Selene, después de aclararse la garganta. - Es un castillo muy grande, es la primera vez que lo visito.
- Así es, señora Grimm, espero que pueda acostumbrarse a los pasillos precisamente por el tema que quiero tocar con usted.
- Oh - Dijo Selene. - Por supuesto, quería saber en qué puedo ayudarle. Me imagino que usted sabe que yo soy…- Selene no pudo terminar la frase porque Dumbledore habló enseguida.
- La madre del joven Scratch, así es. Como alguna vez habrá oído, los estudiantes de Hogwarts son admitidos desde su nacimiento y sólo a los once años reciben la carta. Lamento ser imprudente, señora Grimm, pero también estoy enterado de que usted no estuvo presente el día en que el señor Scratch recibió su carta. Selene no dijo nada, quería responder pero aquella última frase la dejó helada.
- Sólo para que lo tenga presente, y no pretendo asustarla, también estoy enterado de las actividades que usted ha realizado en compañía de una ex alumna de Hogwarts hasta hace poco. La señora Blaise Crow.- Dijo Dumbledore, Selene no sabía si era idea suya o el director le estaba hablando en un tono acusatorio. Escuchar el nombre de Blaise Crow de alguien más la hizo sentir un fastidio que no podía describir con palabras, un rechazo inmenso.
- Sobre eso…señor Dumbledore…- Selene intentaba articular sus frases pero Dumbledore volvió a interrumpirla.
- Este largo camino que usted ha tenido que cruzar no fue casualidad, señora Grimm, y me disculpo, pero sentía que necesitaría un poco más de desafío para lo que deseo pedirle, o más bien, ofrecerle. - Esta vez usó un tono más amable, Selene estaba algo confundida. Al parecer Dumbledore la hizo pasar por el sendero a pie a propósito.
- Como usted sabe, en toda la comunidad mágica, las artes oscuras están terminantemente prohibidas y a pesar de que usted ha lanzado maldiciones imperdonables más de una vez, y ha ayudado a la señora Crow a salir de Azkaban, también entiendo que desea, genuinamente, volver al buen camino. Selene titubeó, pero pudo contestar.
- A-así es, yo no deseo volver a practicar las…artes oscuras.
- La entiendo, señora Grimm. Más de lo que usted imagina, y por eso lo que deseo ofrecerle es un puesto en esta escuela. Selene abrió mucho los ojos del asombro. ¿Trabajar en Hogwarts? Su corazón se aceleró después de escuchar aquellas palabras. El ave fénix no volteó a ver a Selene en ningún momento.
- Un puesto como maestra de Defensa contra las Artes oscuras. - Añadió Dumbledore. - Me parece que alguien que ha decidido no volver a practicar es tipo de magia y sobre todo, alguien que conoce bien las consencuencias de practicarla, sería ideal para enseñarle a mentes jóvenes como protegerse. Es la primera vez que la veo y hablo con usted, lo sé, pero conozco parte de lo que usted ha vivido desde que empezó en ese camino y confío en que tiene razones para abandonar la magia oscura.
Sylvester llegó de inmediato a su mente. La vez en que lo vio con Marcus en el callejón Diagon, el retrato de la tienda de escobas, el día en que lo escuchó hablar de Quidditch antes de marcharse, Selene sí tenía razones para alejarse permanentemente de ese lado, la traición de Blaise llegó a pasar a un segundo plano.
- Además…- Continuó Dumbledore. - Necesitamos toda la información posible sobre los pasos de la señora Crow y cualquier detalle de parte de alguien que trabajó con ella nos vendría de ayuda. Minerva y yo la ayudaremos a ubicarse y familiarizarse con el castillo antes de que comiencen las clases, y usted tendrá un despacho en el castillo. Creo que eso también la ayudaría a acostumbrarse al entorno…Eso si usted acepta, por supuesto.- Dijo dumbledore, mirándola por encima de sus anteojos de media luna.
Selene trató de evitar quedar boquiabierta y soltar un grito de la emoción. Albus Dumbledore le acababa de ofrecer un puesto como maestra en Hogwarts, era su oportunidad perfecta para alejarse del callejón Knockturn y acercarse a su hijo. Tal vez hasta podría formar un lazo con él. Selene no dudó en aceptar la oferta, y estaba dispuesta a firmar los papeles necesarios en ese mismo instante sin leer una palabra si así lo requería. Ambos se pusieron de pie y Dumbledore extendió una mano que selene estrechó sin pensarlo dos veces, aceptando el puesto.
- Es un honor, señor Dumbledore. - Dijo Selene.
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wangninisworld · 8 months
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Dentro de ti — K.SJ fanfic
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Capítulo 1
Cuando An Yuri abrió los ojos esa mañana lo primero en lo que se fijó fue que estaba en otro lugar que no era su habitación, pues aquel techo era mucho más alto que el de su casa. Y la principal y más notoria diferencia que le sacó de toda duda sobre si se había confundido: su póster de Jin de BTS no estaba en su lugar, justo sobre su cama, acompañado de estrellitas fluorescentes de decoración.
Miró cautelosamente a su alrededor. Recordaba perfectamente haberse ido a la cama la noche anterior y sabía que era su cama. ¿Estaría confundida? No. Estaba segura de que la noche anterior no había hecho nada más que eso, además, aquella habitación no la conocía en lo absoluto.
Se incorporó levemente, apoyándose sobre sus codos, e inspeccionó mejor la estancia, pero algo la hizo sobresaltar y sintió su coriazón latir desbocado. Había una chica durmiendo a su lado. Una chica de cabellos dorados y rostro bastante hermoso, pero que se le hacía totalmente desconocido. Y eso no era la peor parte.
Aquella mujer desconocida estaba totalmente desnuda, únicamente tapada con una sábana.
Lentamente comenzó a entrar en pánico. ¿Qué era lo que había hecho la noche anterior? ¿Cómo es que había acabado durmiendo junto a una chica desnuda? La verdad era que nunca había tenido problemas con la gente homosexual, pues pensaba que cada persona debía de amar a quien quisiese, pero jamás se había planteado a sí misma su sexualidad. O sea, sabía que le gustaban los hombres, ¿pero las chicas?
Sacudió su cabeza de un lado a otro, intentando alejar aquellos abrumadores pensamientos, y una segunda cosa llamó su atención. Quedó sin respiración al ver que su cuerpo no era parecido al suyo, en absoluto. No tenía pechos, sino pectorales, y su abdomen estaba regado de músculos. Incluso su piel le pareció de un color ligeramente más moreno. Sin embargo, lo que más le llamó la atención fue un bulto cubierto por las sábanas, justo sobre su pelvis.
Tragó saliva y levantó una mano para mirarse. Ya no era pequeña y delicada, era grande y de dedos largos.
Se terminó de incorporar y pudo divisar un espejo de cuerpo completo junto a la puerta de la habitación, por lo que, con sumo cuidado, se levantó y caminó hasta él manteniendo los ojos en el techo, temiendo lo que se pudiera encontrar si miraba hacia abajo. Cuando se miró se dio cuenta de que no sólo su cuerpo no era suyo, sino que su rostro tampoco.
Pestañeó un par de veces, como si aquello la hiciera despertar de aquel sueño en el que pensaba que estaba. Se acercó más al cristal y se observó de cerca. Sabía de quién era ese rostro, lo había visto múltiples veces, y no era de cualquier persona.
Era de un hombre mundialmente hermoso.
Sin quererlo, sus ojos se fueron hacia abajo, encontrándose con algo que precisamente no quería ver y sus mejillas se enrojecieron violentamente. Aplanó sus labios y volvió a mirar el techo a la vez que comenzaba a dar pequeños golpes en el suelo con su pie derecho.
Esto no es real. Se repitió varias veces a sí misma, intentando convencerse de que todo no era más que producto de su gran imaginación.
— Hyung, ya es hora de despertar. —la puerta a su lado se abrió de pronto.
Un chico notoriamente menor apareció en el umbral y se le quedó viendo con los ojos muy abiertos y una expresión de horror. Su cabello casi negro estaba despeinado y tenía los ojos levemente hinchados.
— ¡Ah! —exclamó, retrocediendo inmediatamente y cerrando la puerta.
— ¡Ah! —gritó Yuri al mismo tiempo, cubriendo su cuerpo, que no era suyo, en sus partes íntimas.
Y finalmente supo que su voz era mucho más grave, una voz masculina que en algún momento le había sacado suspiros, pero que en ese mismo momento le aterraba.
— ¿Por qué te miras desnudo en el espejo? —gritó con pánico el chico menor desde el otro lado de la puerta— Creo que estás llevando el egocentrismo demasiado lejos.
— ¿Qué? —fue lo único que atinó a decir.
— ¿Jin?
Su corazón se detuvo al escuchar una tercera voz. La chica rubia acababa de despertar con todo el revuelo de los últimos segundos y se había incorporado levemente. La sábana había resbalado por su cuerpo y sólo le tapaba hasta la cintura.
Yuri se giró lentamente y se encontró con el rostro confundido de la mujer desconocida. Trago saliva y soltó un suspiro tembloroso, quitando inmediatamente los ojos de los pechos de la rubia. Realmente no quería ver eso.
— ¿Qué ocurre? ¿Estás bien? —insistió.
No respondió nada, pues realmente no tenía palabras para explicar que justo aquella mañana había despertado en el cuerpo de un famoso al que idolatraba desde hacía años.
A cualquiera le sonaría como un chiste, un pésimo chiste, como los que acostumbraba a hacer Jin.
— ¿Por qué Jungkook gritó? —la mujer se levantó y se plantó frente a ella— ¿Estabas mirándote desnudo?
De manera inevitable, Yuri paseó sus ojos por el cuerpo de la chica, y le pareció exuberante, pero inmediatamente corrió los ojos y se giró, dándole la espalda.
No habían pasado más de cinco minutos y ya estaba harta de ver cuerpos ajenos desnudos. Con suerte había visto el suyo, aunque rápidamente alejaba la vista del espejo porque se sentía avergonzada.
— ¿Estás bien, cariño?
La chica estiró sus brazos con la intención de rodearla y abrazarla, pero Yuri se alejó inmediatamente, como si fueran dos polos iguales de un imán.
— Creo que debo ir al baño. —murmuró con voz temblorosa.
Dio grandes zancadas, porque su nuevo cuerpo se lo permitía, hasta otra puerta que había dentro de la habitación, suponiendo que era el baño, y cuando abrió la puerta cerró los ojos por un momento ya que se había encontrado con un montón de ropa y colgadores.
— Jin, el baño es la puerta de al lado.
Sin mirar atrás, abrió la siguiente puerta y se encerró dentro.
Estuvo un momento con la luz apagada, porque sabía que si la encendía se encontraría nuevamente con su reflejo, y no estaba preparada para verlo de nuevo. Aunque las inaguantables ganas de orinar le hicieron dudar.
Claro, cuando te acabas de levantar te dan ganas de orinar. Pensó, sintiéndose estúpida.
Y tuvo que encender la luz, porque la idea de orinar a ciegas, sin saber realmente dónde estaba el inodoro, y encima siendo hombre, no le pareció buena. No quería dejar un desastre.
Se acercó al inodoro, ignorando su reflejo en los grandes espejos del baño, y con un poco de recelo bajó su mano. Los hombres orinaban de pie. Tenía que sostenerlo, aunque de todas formas ya estaba erecto. Ahogó un grito cuando lo sintió contra la palma de su mano y cerró los ojos, dando grandes bocanadas de aire.
Era increíble que su primer acercamiento sexual con un hombre fuera de ese modo.
Agarró con un poco más de confianza el miembro, soltando todo el aire que tenía acumulado en sus pulmones, y apuntó hacia el inodoro. Tuvo dos problemas: el primero era que por más que intentaba apuntar hacia abajo, le era prácticamente imposible sin sentir dolor, y el segundo lo descubrió cuando retrocedió un paso y haciendo cálculos mentales se había atrevido a predecir dónde caería la orina si mantenía el miembro como estaba y simplemente no salió nada.
Los hombres no pueden orinar con el pene erecto. Lo sabía desde hace un tiempo, aunque no se relacionaba prácticamente con hombres, porque lo había aprendido en las pésimas clases de educación sexual que le habían impartido en la escuela.
Lo soltó inmediatamente y se limpió la mano en sí misma. ¿Qué iba a hacer? No podía salir así de la habitación, y ni siquiera del baño porque estaba aquella mujer, y no podía ignorar las tremenda ganas de orinar que sentía.
Caminó hasta el lavamanos y se mojó la cara con agua fría. Se observó en el espejo, su rostro no era su rostro, y la verdad nunca, ni en sus más locas ocurrencias, había imaginado que la tendría.
Frunció el ceño de repente. ¿Quién era aquella mujer y por qué llamaba cariño a Jin?
Jin no tenía novia, ¿o sí?
Se tapó la boca cuando se dio cuenta de que mantenía una relación secreta. Y se sintió decepcionada de que pudiese esconder algo como eso.
— ¿Hyung? —escuchó otra voz masculina al otro lado de la puerta.
Esa voz también la conocía.
— ¿Todo bien? —insistió el chico al no escuchar respuesta.
¿Qué diría Jin en un momento así? No lo sabía. Pues lo conocía, pero sólo la imagen que mostraba al público, aquella con la que hacía chistes malos y se adulaba a sí mismo por ser tan guapo.
¿Sería así realmente?
— ¿Acaso no puedo admirar la belleza de mi cuerpo con tranquilidad? Además, el mocoso de Jungkook debería aprender a tocar la puerta antes de entrar.
— Hyung, tú mismo le dijiste que no lo hiciera.
— ¿Ah, sí? —su voz salió ligeramente más aguda que antes.
Hubo un momento de silencio. Sentía que la había cagado con ganas y ahí se dio cuenta de que no se le daba bien actuar de una manera diferente a su forma de ser.
— ¿Namjoon? —preguntó después de un rato, pensando en qué el chico se había marchado.
— Sólo ven a desayunar, hyung.
— Sí. —respondió con un suspiro tembloroso, estaba dispuesta a salir del baño, pero miró su cuerpo desnudo hacia abajo y volvió a ruborizarse— Oye, ¿puedo hacerte una pregunta extraña?
— Dime.
— ¿Cómo bajas tus erecciones matutinas?
(...)
La mesa del comedor donde todos desayunaban se mantenía en un absoluto silencio, todos los chicos se miraban entre ellos preguntándose lo mismo con la mirada:
¿Qué le pasa a Jin hyung?
En cambio, Yuri comía con la mirada fija en la mesa. Había podido orinar, sí, pero después de diez minutos encerrada en el baño porque no lograba bajar esa maldita erección, pues cuando le preguntó a Namjoon cómo hacerlo se había largado a reír y le había dicho que le esperaría en la mesa.
Quien también le miraba extraño era la chica rubia, cuyo nombre descubrió era Hwang Haneul y que, como había supuesto cuando estaba en el baño, era la novia de Jin. Estaba sentada a su lado y Yuri evitaba su mirada a toda costa porque no se podía quitar la imagen mental de ella desnuda.
Como si tener que ver al mismísimo Kim Seokjin desnudo no fuera suficiente.
Ya se había preguntado varias veces si estaba soñando, pero ¿cómo podría tener un sueño tan lúcido? Todo lo que estaba sucediendo le parecía completamente real y las caras de los otros miembros eran muy parecidas a las que ella ya había visto un par de meses en los fanmeeting. Incluso, Yuri aseguraría que eran iguales.
Por todo ese rato se había olvidado de algo importante. No se había preguntado qué había ocurrido con su cuerpo o dónde estaría la conciencia de Jin, porque estaba totalmente ausente en su cuerpo.
Eso hasta que su celular negro comenzó a vibrar sobre la mesa. Haneul se lo había llevado hasta allí después de vestirse. Tragó saliva y corrió sus ojos con miedo hacia la pantalla. Conocía el número que estaba marcando.
Era su número.
El número del celular de An Yuri.
Estiró la mano hacia el teléfono y lo silenció, dejando que la llamada continuara hasta que se cortara, simplemente porque no estaba preparada para enfrentar ni una cosa nueva más. Durante esa mañana habían sido muchas cosas nuevas.
— ¿Quién es? —preguntó Haneul a su lado.
Yuri se encogió de hombros, con los ojos fijos en su cuenco de arroz.
— No lo sé.
— ¿No vas a contestar? —preguntó otro chico en la mesa. Yoongi.
— No. —respondió rápidamente, negando con la cabeza.
Vio que todos se dedicaron miradas extrañas, pues lo más extraño era cómo estaba actuando Jin.
Después de un nuevo momento de silencio en el que todos se miraban extrañados, Namjoon se atrevió a hablar.
— En media hora debemos estar en la empresa.
Todos se pusieron de pie, a excepción de Haneul y Yuri, que todavía no acababa de comer. Y ambas se quedaron solas.
La rubia no apartaba su mirada penetrante de Yuri, haciéndola sentir extremadamente nerviosa, pues sentía que ella más que todos se había dado cuenta de que había algo extraño con su novio, sobretodo el hecho de que se demorara tanto en comer, cuando Seokjin siempre era de los primeros en terminar. Por su parte, Yuri se echó todo el arroz que le quedaba en el cuenco y con las mejillas expandidas por la comida se atrevió a hablar por voluntad propia en mucho rato:
— Me iré a vestir, creo que…
— Sí, me iré a casa. —le interrumpió Haneul.
Y la rubia se puso de pie, tomó sus pertenencias que había dejado la noche anterior por ahí cerca, le dio un beso en la sien a Yuri y se marchó, sin decirle lo molesta que se encontraba porque, al igual que su novio, prefirió no hablar sobre lo que le ocurría.
Si había algo que le molestaba a Haneul era la falta de comunicación y, hasta esa mañana, lo estaba llevando bien con Jin.
Yuri se apresuró en dejar sus cosas en la cocina, donde Taehyung lavaba lo que habían ocupado, y se encaminó hacia su habitación, o sea, la habitación de Jin, donde había despertado hace un rato. Cerró la puerta con llave, con miedo de que Jungkook quisiera volver a entrar sin tocar antes, y se pasó la mano por el rostro repetidas veces.
¿Qué era lo que estaba haciendo ahí? Se suponía que a esa hora debería estar en clases en la universidad.
¡La universidad!
Tomó el celular negro, que gracias a Dios se desbloqueaba con la huella digital porque de otra forma no hubiese podido, y buscó entre el registro de llamadas, allí donde estaba su número. Tragó saliva, un poco indecisa, pero sabía que tenía que ponerse en contacto con la persona que estaba en su cuerpo para que así actuara de la manera más natural posible, así que cuando estuvo a punto de llamar de vuelta sintió un par de golpes en su puerta.
— ¡Hyung! —exclamó Jimin al otro lado— En cinco minutos llegan a buscarnos, eres el único que falta.
— ¡Ya voy! —respondió.
Negó con la cabeza y dejó el celular de lado, pero no se iba a olvidar de llamar de vuelta cuando se encontrara nuevamente a solas. Se levantó y buscó en la puerta que —ahora sabía— era el armario algo que ponerse. Pasó sus dedos entre los colgadores sin estar totalmente convencida de lo que podría usar.
¿De qué forma tenía que vestirse? ¿Cómo estaría vestido el resto?
Tuvo miedo de asomar la cabeza hacia el pasillo para averiguarlo, pues el resto de los miembros lo seguiría mirando extraño. Así que simplemente buscó algo casual. Terminó sacando unos jeans, una camiseta de talla grande y unas zapatillas, todo del mismo color: negro. Porque, a pesar de que no era su color favorito por ser muy oscuro, lo consideraba algo versátil. Se arregló el cabello en el espejo y se puso un cubrebocas blanco. Y antes de girarse se encontró con un lindo reloj color plata que reposaba en un exhibidor acolchado sobre la cómoda, así que también se lo puso.
— ¡Ya era hora! —Yoongi puso los ojos en blanco al verla aparecer por el pasillo.
Yuri no respondió nada, en cambio pasó su mirada sutilmente por el resto de los miembros y se sintió ligeramente agradecida de verlos a todos vestidos de manera casual.
— ¿Por qué te vistes igual que yo? —demandó Jungkook.
En efecto, ambos llevaban prácticamente lo mismo, con la única diferencia de que el menor llevaba unos pantalones deportivos. Yuri trago saliva y se preguntó qué respondería Jin en ese momento.
— Tú te vistes como yo porque yo nací antes.
Los miembros ahogaron una risa. Todos, incluyendo Yuri que ya se estaba sintiendo tonta, sabían que era una respuesta estúpida, por lo que no dijeron nada al respecto, a excepción de Jungkook, que tenía la intención de seguir reclamando.
— Ya, Kookie, basta. —Hoseok se puso en medio de ambos con una sonrisa y luego se giró hacia Yuri con una expresión totalmente seria que sintió que le caló hasta los huesos. Una expresión que desapareció inmediatamente cuando la miró de arriba hacia abajo— Hyung, te pusiste el reloj que te regalé. Creí que no te había gustado.
Yuri bajó la vista hacia su muñeca, donde brillaba el accesorio plateado, y sonrió tímidamente.
— Me gusta.
— ¿En serio? Porque cuando te lo di por tu cumpleaños me dijiste que nunca habías visto algo tan feo y realmente me sentí mal…
La expresión de la chica cambió a una de horror. ¿En serio Jin había dicho algo como eso? Entonces, si no le había gustado, ¿por qué lo tenía tan bien mantenido y sobre la cómoda?
Soltó una pequeña risa nerviosa.
— No sé de qué hablas.
— Ya están aquí. —intervino Namjoon.
Yuri soltó sutilmente el aire que estaba acumulando y se puso en marcha junto con los otros miembros. Prefirió mantenerse en silencio durante el resto del camino, pues aparte de no saber qué decir, no sentía verdaderas ganas de hablar. Todavía estaba afrontando esa nueva y extraña realidad en la que se encontraba en ese momento. ¿Cómo es que había terminado en algo tan turbio? ¿Cómo era siquiera que algo así pudiese estar sucediendo? Porque su mente era de An Yuri, pero el cuerpo era de Kim Seokjin.
¿Kim Seokjin estaría en su cuerpo en ese mismo momento o estaría otra persona? Porque existía también la posibilidad de que muchas personas hayan intercambiado sus cuerpos y ella haya quedado en el cuerpo de Jin, pero Jin en el de otra persona. ¿Y si el que estaba en su cuerpo en ese momento era un psicópata o algo así? Se alarmó al imaginar que le podría haber hecho algo a su familia.
Cuando llegó a la empresa se bajó en silencio y caminó desde la calle hacia la entrada, y al pasar su mirada entre la multitud que la rodeaba vio una cara conocida y palideció. Fue como verse en un espejo, claro que ella en ese momento no estaba dentro de su cuerpo, pero lucía un poco diferente. Llevaba una capucha y un pantalón deportivo gris, un conjunto que le habían regalado para su cumpleaños número dieciséis, hace al menos tres años, que estaba guardado en el fondo del armario y que seguramente debía de oler a guardado. Esa otra Yuri, o la persona en el cuerpo de Yuri, tenía una expresión de desagrado, muy inusual en ella porque siempre andaba sonriendo, y tenía el ceño fruncido y el labio inferior tirado levemente hacia adelante, como si estuviese haciendo un puchero que no se veía para nada tierno.
Tragó saliva al verse a sí misma, pero no tuvo la oportunidad de detenerse, pues la estaban empujando suavemente para que entrara lo más rápido posible a la empresa. Giró su cabeza para seguir mirando y aquella persona dentro de su cuerpo le miraba molesta, como si quisiese ir a golpearle la cara por algo que ella ni siquiera tenía la culpa.
Miró nuevamente hacia adelante cuando estuvo frente a las puertas de cristal, sintiendo su corazón acelerado, y no tuvo más opción que hacer como si nada hubiese ocurrido.
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guardianasdelrpg · 8 months
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Lores, Ladys y guerreros de Poniente, la costa ha sido invadida por barcos pagados con oro de las arcas de la Triarquía. Por única ocasión Negros y Verdes cabalgan codo a codo para defender los Siete Reinos. Y hay rumores de que no solo participaran los guerreros mas diestros, sino que el horizonte se pintara con los colores del fuego: cuidado, los Jinetes de Dragón están aquí. ¿Estás listo para la batalla? Inscripciones abiertas hasta el 17 de Septiembre. Mini Trama | The Last Dragons  | Búsquedas  |  Canons
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olympianrol · 8 months
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Lores, Ladys y guerreros de Poniente, la costa ha sido invadida por barcos pagados con oro de las arcas de la Triarquía. Por única ocasión Negros y Verdes cabalgan codo a codo para defender los Siete Reinos. Y hay rumores de que no solo participaran los guerreros mas diestros, sino que el horizonte se pintara con los colores del fuego: cuidado, los Jinetes de Dragón están aquí. ¿Estás listo para la batalla? Inscripciones abiertas hasta el 17 de Septiembre. Mini Trama | The Last Dragons  | Búsquedas  |  Canons
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the-last-dragons · 9 months
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dazeracha · 10 months
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lee know, drabble n.2 (angst, breakup) español.
“va a ser difícil tener esta conversación, ¿cierto?"
los ojos de lee know se movieron con rapidez por la sala, haciendo que brillasen bajo la luz blanca de las luces del techo. la sombra verde que se proyectaba sobre su piel sólo me hacía vernos más inhumanos de lo que ya nos sentíamos. porque la manera en la que estábamos sentados, nos mirábamos y nos estábamos hablando no nos hacía ver como personas, o por lo menos como las personas que habíamos sido hasta entonces.
“por la manera en la que me estás apuntalando, imagino que sí" respondió este apuntando sus pupilas hacia mí desde entre sus pestañas, con su cabeza ligeramente baja. las yemas de sus dedos presionaban ligeramente el músculo de su bíceps desnudo mientras cruzaba los brazos. la sangre seca se agrietaba en su ceja y cada vez que fruncía el ceño pelaba ligeramente. el impulso de limpiarla con el pulgar era insoportable, pero cualquier gesto de cuidado me iba a invitar inevitablemente a acercarme más a él, como siempre, y a intimar más de lo que era necesario (estrictamente).
"creo que me merezco que me digas la verdad"
dije apoyando mis codos sobre mis rodillas, inclinando mi cuerpo hacia delante de modo que el pelo largo se deslizó sobre mis hombros tapando mis clavículas, callendo como un telón que pesaba. lo recuerdo bien, porque todo pesaba demasiado en ese momento, hasta el aire.
"ya te he dicho que todo está bien" dijo él. su tono no era irritable, sino totalmente impasible. aterciopelado. endulzado de manera artificial. lo cierto es que conocía a minho como si yo misma lo hubiese parido, y difícilmente iba a salir ileso de la conversación mientras yo sintiese que me estaba ocultando la verdad, al menos parcialmente.
"ah, claro" susurré. "lino, ¿tú me quieres?"
y la voz, y mi ruego o mi pregunta, fueron más sinceras de lo que yo tenía previsto. y aunque la vulnerabilidad que expresaba me parecía horrible e inoportuna, era tremendamente útil.
lo vi titilar como la luz de una vela. vi su ceja destensarse, pude apreciar la pausa de su respiración y casi podía sentir sus dientes mordiendo la punta de su lengua.
"por supuesto que te quiero" dijo reincorporándose de la silla en la que estaba sentado. entre nosotros se interponía la camilla de hospital, con el rollo de papel blanco extendido, las pinzas, la aguja y el hilo negro. hace cinco minutos le habían cosido la ceja ahí mismo, delante de mis ojos. se había negado a cogerme la mano y tragaba saliva con frecuencia con gesto malhumorado, como si, en cierto modo, hubiese sido culpa mía que hayamos acabado en la sala de urgencias del hospital. "no se por qué tienes que preguntarmelo. me acabo de partir la cara por ti" escupió con el tono ligeramente alterado.
yo ni me inmuté, y mi pose y mirada siguió clavada en su dirección de manera analítica. no tenía ya nada que perder en esa sala, ni en esa relación. podía caminar fuera ahora mismo y difícilmente alguien me iba a parar. lee know acababa de pegarse en una fiesta porque otro chico me había levantado el tono y se había puesto violento conmigo por rechazarlo. el resto de nuestros amigos y yo habíamos intentado sosegar los ánimos, llegué a agarrarle por el hombro con fuerza y a gritarle a unos ojos que no me veían y unos oídos que no me escuchaban. mi novio había empezado dando el primer cabezazo y terminado la pelea con el último puñetazo a la sien.
al otro chico casi no le había dado tiempo a reaccionar.
"no te he visto pegarte con nadie en tu vida" le dije, sin romper la estatua en la que me había convertido. sé que lo estaba acorralando y sé que no le estaba pareciendo adecuado, pero lo tenía que hacer. el pálpito que llevaba meses dentro de mí se había confirmado. y él, en su momento me lo prometió. "me prometiste que si en algún momento te empezaba a gustar otra persona, me lo ibas a decir".
de nuevo esa flaqueza. mi traquea se movía sin darle yo permiso y sin pestañear sentí como mis ojos se cristalizaban. él, por supuesto también se dio cuenta y había cierta furia en su interior por, precisamente ser consciente de ello.
"dime, ¿qué te hace pensar que me gusta otra? creo que en los seis años que llevamos juntos, nunca te he dado ni un solo motivo para dudar. te he querido hasta el final de las consecuencias". en su cuerpo había un temblor general y extendido. sutil pero perceptible, y no parecía pertenecer a una pérdida de los nervios o las formas: lo estaba quebrando, no irritando. para minho, nuestra relación había sido un reto, un tira y afloja, una carrera de fondo a la contra de su orgullo: porque yo representaba muchas cosas que le aterrorizaban, y porque ponía en compromiso todo lo que a él le hacía sentirse seguro. nunca fui celosa de manera explícita -aunque sí lo había sentido más de una vez, y más de dos- pero siempre fui algo volátil, vulnerable y cambiante. a sus ojos, muchas veces inconsistente y contradictoria, falta de compromiso y de coraje. que no falta de mal humor y carácter: falta de coraje a la hora de enfrentarme a él. con tendencia a llorar mucho antes de reñirle por cualquier cosa. a menudo, le producía cierto placer que me encarase con él, porque eso significaba que lo bajaba del pedestal y me enfurecía con él como con el resto del mundo: ser mi punto débil no le hacía sentirse especial como a muchos chicos, le hacía preocuparse por mí porque no quería ser motivo de mi sufrimiento o sacrificio.
esa noche se estaba cenando todo ese aprecio y, en cierto modo, paternalismo que había criado dentro de mí. pero yo iba a llorar de todos modos confrontándole, porque mi vulnerbilidad ante él no dependía de su aprobación, y por desgracia, tampoco de la mía.
"¿por qué te enfadas?" dije inspirando por la nariz y frunciendo ligeramente el ceño, enderezando algo mi espalda. el chico imitó como un espejo mi movimiento, haciendo todos los esfuerzos por no pasar sus manos frustradas por su cara herida, retorciendolas en su regazo entonces.
"tengo la sensación de que no aprecias lo que hago por ti, y que nunca terminas de creerte que te quiero". sus pupilas volvieron a titilar. ahora parecían vivas, a diferencia de cómo se veían horas atrás cegadas por la rabia y enfocadas en la cara magullada de un desconocido. solté una pequeña risa ronca que podría haberlo ofendido, pero no lo hizo, negando ligeramente con la cabeza.
"suena a que estás proyectando" dije reclinándome en mi silla, observando el reloj colgado de la pared, sobre su cabeza. lino se levantó y limpió las manos contra la camiseta y miró a través de la puerta de cristal, esperando ver a una enfermera que no llegaba.
"nena, me lo estás poniendo muy difícil ahora mismo." dijo en tono calmado y calculado, articulado, con todas las vocales "¿te vas a burlar de mí ahora?" dijo ladeando la cabeza ligeramente. y fue suficiente.
"no, tú te debes pensar que yo soy imbécil" mis palmas golpearon con fuerza la camilla quebrando ligeramente el papel, mientras me levantaba de la silla. "jamás, en toda tu vida, te has peleado con alguien. porque te falta columna y ganas de cambiar las cosas. porque estás seguro así. pero tú no estabas apalizando a ese chaval". mis costillas se constriñen dentro de la ropa y sentí el aire escaparse entre las sílabas con peso, como el aire. "tú te querías pegar conmigo".
el rostro de lee know se retorció mientras incrédulo llevaba sus manos agarrotadas a la altura de su cabeza, tratando de entender. "¿de qué cojones estás hablando?" su tono por fin, quebrado por la rabia.
"soy yo a quien no soportas ver. tener que cuidarme, y protegerme te produce una frustración que se convierte en rabia y en dolor. que inconveniente que un tipo se encare conmigo en tu noche libre, ¿no?" la risa borboteaba suavemente entre mis palabras sin poder controlarla, sin querer provocarla tampoco. "amor, tú ya no quieres estar conmigo. es cómodo vivir como lo hacemos, no estar solo, tenerme ahí como un apoyo siempre, pero tú ya no me amas, porque lo puedo ver. puedo ver cómo esta insatisfacción te está comiendo vivo y te lleva a ser violento, y a pegarte con este tipo que te rompe la rutina".
mi tono seguía elevándose a medida que las lágrimas nacían y no paraban, y quería controlar el flujo del aire y la rigidez que tenía a mi cuerpo atado con una soga, pero tampoco podía pararme a coger aire porque tenía que seguir hablando. lo suficientemente rápido para que lino no me interrumpiese, aunque tampoco le habían quedado ganas de hacerlo. su cara se había destensado y se mantenía con los hombros relajados, el cuerpo colgando como un trapo sobre sí mismo, recibiendo todos los batacazos como un señor y viendo cómo su novia, la que había llamado tantas veces 'el amor de su vida' se quebraba delante de sus ojos sin necesidad de hacer nada.
"es mi amor el que nunca ha sido suficiente para que tú te quedes. y te he amado hasta el final de las consecuencias, así que no te puedo culpar" dije, sosegando ligeramente mi tono y sorbiendo por la nariz. "¿puedes ahora decirme la verdad?".
había hecho lo que me había enseñado a lo largo de estos años. a ser lo suficientemente valiente como para invitarlo a irse, lo que más me había costado hacer en toda mi vida adulta. algo de orgullo por mí comportamiento se estaba inflamando dentro de él, porque a pesar de ponerlo entre la espada y la pared y obligarlo a romper la burbuja, lo había hecho yo. la culpa y remordimiento no lo iban a matar por entero.
"tienes razón. ya no quiero estar contigo, y ha pasado naturalmente. no me he obligado a sentirme así" dijo con sus manos y antebrazos abriéndose ligeramente, alejándose del contorno de su cuerpo. sus hombros permanecían sosegados y sus cejas muy ligeramente arqueadas, rindiéndose. "sólo te pido que no nos gritemos más, porque no representa el amor que nos tenemos el uno por el otro, y porque no quiero y nunca quise terminarlo así".
miró por un momento al suelo llevándose una mano a la ceja mientras lo decía, y uno de los puntos se le saltó. de manera casi automática rompí el espacio entre ambos bordeando la camilla y llevando la manga de mi sudadera a su ceja para parar el sangrado, antes de que una enfermera que pasaba por el pasillo viese y supliese la necesidad cruzando la puerta de cristal.
lino y yo nos miramos a los ojos por última vez entonces. él y yo sabíamos que no lo iba a dejar de querer aunque él sí lo hiciese, y ambos sabíamos también que él nunca iba a negar que me acercase, porque por mucho que le doliese en su orgullo, me necesitaba para sentirse completo.
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a-breezy--day · 1 year
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Tu señor amargo, que te sientas erguido con tus codos sobre tus muslos y tú mirada caída y fría.
Con tu mano marcada con una cruz en letras que profesan la eternidad hacía una mujer.
Una qué has "cepultado" en el foso más profundo y oscuro. Sofocante y asfixiante, incluso éso no logra apagar el aura de la que tanto hablas al mi alrededor, como luz de estrellas. Hombre de complexión delgada y facción fina. Quieres tapar el sol con una mano? En tu mano podías empuñar un millón de estrellas qué eran sus ojos y su sonrisa, la galaxia la tenias en tus manos atravez de mi mirada, conformando el cielo más precioso bajo la estrella más grande.
Es la memoria, preciosa y pura.
Hemos camiando allá un par de veces, pasando el sol ardiente acercándonos a la noche.
He visto el mundo desvaneciéndose, y la luz clara invade todo el aire.
Hombre nefasto durante años, pero en treinta días ya "eras alguien mejor". Como la gran luna de fuego que vi, durante el día sobre el sintético pasto, en una tarde llena de grises y naranjas. Todo estaba mudo e ido como si nadie escuchara, cómo si todos fueran sordos ciegos y mudos.
Había pensado qué las cosas ininteligibles que sólo yo puedo ver, eran cosas efímeras, casi podía palpar las, que no podría ver un evento fantástico por más de diez segundos, siendo humana ya he logrado ver mucho: pero más de dos mil noches pasaron para que pudiera entender, que eras una de ésas cosas, palpables no transitorias, qué nadie nunca podrá ver jamás a la gran escala y profundidad qué yo puedo ver. He nacido, con ojos diferentes.Desplegue mis manos cómo si fuera un espejo de agua tan frío tan frío, pero: Ahí ibas tu, un humano con los pies descalzos y el pecho descubierto bajo el ocaso azul y rojo. Azul cómo el cielo de noche y rojo cómo las mejillas de la qué atisbaba el futuro en sus sueños, los círculos en el basto y oscuro horizonte, las cosas mágicas en el cielo nocturno. Luz de noche, luz de día.
Una vez me marche del lugar eterno en mis sueños. Dónde solía dejar salir aquellas cosas que nadie creería sin temor, donde mi ser especial estaba cómodo, dónde era seguro estar, mis pensamientos estaban seguros juntos con mis vivencias y palabras.
Pero me marche porqué su amor era tan grande y a la vez tan malvado que consumía mi presencia física. Mi alma mi pensar mi sentir son eternos capaz de perdurar en el tiempo, no se agota, jamas cambia, jamas seria destruido pero mi cuerpo mortal se consumía y el fruto de mi vientre y tu semilla, debía proteger lo, deseo permanecer a su lado por siempre. Ya tus pies se han rotos.
1 millenio decían tus letras y tus palabras. Un poema por siempre en tu mano. Un (Cuándo dejé éste mundo pensaré en ti y en él). Un ( Eres el único ser qué me ha enseñado el amor ) un (Cuándo te fuiste, lo he perdido todo, nadie jamás me dará lo qué tú) .
Bastó 60 días para el reemplazo, acaso... Tu agujero negro colapso. Cómo el trueno qué muestra el destello y luego viene el ruido.
Está historia tan basta y amplia cómo una galaxia. Debe puede ser fragmentada en pequeños textos.
Había soñado que............
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withoneheadlight · 2 years
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| harringroveson aka harringrove + eddie | n s f w | tw: uso de drogas | part 1/? |
(ok esto-- iba a acabar pasando porque los tríos son la única cosa en este mundo a lo que no me puedo resistir. bueno, seguramente no la única. thanks, @c0bblenygma for the ship name!)
~ ~ ~
La cosa es que, a pesar de llevar años y años y años vendiendo María, Eddie no se la ha pasado con nadie nunca.
La otra cosa es que, dos porros y medio después de que Billy Hargrove le aporreara como siempre la puerta y él y Steve Harrington se autoinvitaran como siempre a su casa y se hicieran como siempre fuertes es su cama “Más sucia que la de una rata, Edward por dios, deberías fumigarla” a Eddie― bueno. A Eddie se le escapa.
‘Joder, yo nunca he hecho eso con nadie’
Se le escapa. Se le sale sin querer. La caga. Primera regla de supervivencia: que no te escape nada. Hay historias. Leyendas. Sobre Eddie Munson que pasan disimuladamente de mano en mano en el instituto Hawkins tal cual Eddie pasa la hierba de la buena y que le han ido consiguiendo, con los años, el respeto suficiente para erigirse casi en intocable. Respeto. Envidia. Miedo. Y la primera regla es siempre ésta: que nunca, jamás se te escape nada.
Existe el jugoso rumor de que una vez Eddie se la pasó con Tina y Julia Rusell hace como dos fiestas de Halloween. Lo único que Eddie recuerda es haberles echado sin querer el humo de su cigarrillo a la cara. Así es como te conviertes en el rey de los unpopulares: rumores, y no. Diciendo. Nunca. Nada. Pero―
Están echados los tres, transversales sobre el colchón tirado en el suelo de Eddie, pies estirados hacia fuera y compartiendo el tercer porro y―
Hargrove y―
Harrington.
Eddie los tiene uno a cada lado, sudando en el calor tóxico de Agosto, lágrimas de risa en los ojos, relajados, profundamente colocados. Los dos reyes de Hawkins que se pasan los fines de semana metidos en el tráiler de Eddie Munson. Uno de los pocos rumores que son de verdad. Uno que por supuesto Eddie no desmiente.
Billy Hargrove. Steve Harrington. Las sienes sudadas y las camisetas perdidas en algún momento entre el primero y el segundo. El pecho de Steve cubierto de vello negro y espeso solo medio visible entre la tela vaquera del chaleco de Eddie porque en algún momento a Hargrove le dio uno de esos ataque de malicia que le entran y le dijo “Seguro que ni tú consigues que te quede bien eso, Stevie” y a Harrington se le contagió como se le contagia siempre y se lo puso sobre la piel desnuda porque “Y una mierda que no”
Harrington y Hargrove.
Así es cómo pasa:
Hargrove pregunta “¿Calada?” y Harrington contesta “Venga” y los dos se incorporan a medias sobre los codos. Hargrove absorbe el porro en una inhalación larga larga larga, de esas que te llenan el pecho. Los labios rojos, los ojos vidriosos. Le da la vuelta en la mano, le ofrece el culo a Harrington y ahí, ahí, es dónde la realidad atraviesa el velo invisible de la magia porque Harrington se inclina para fumarlo de su mano, la tripa desnuda contra el costado de Eddie y los ojos casi cerrados pero entonces Hargrove aparta la mano, rápido, y no deja de mirarle con esos ojos de azul que se derrite y una sonrisa de labios cerrados, enarca una ceja y Eddie lo sabe, que lo que acaba de hacer es sólo ponerle un cebo, porque a Harrington le da la risa, se lame los labios, le mira desde entre esas pestañas tan largas y―
Asiente. Se acerca más, más cerca y. Separa los labios.
Y joder si no es magia, porque entonces Hargrove se acerca también, sus dedos buscando asidero en la cadera huesuda de Eddie y sus uñas clavándose y sus labios partiéndose para Steve Harrington y el humo escapándose y entonces son esos tan rojos labios rojos casi pegados a los labios carnosos de Harrington y las puntas de las lenguas casi tocándose y las uñas de Billy haciéndole daño y a Eddie esa magia le baja líquida y caliente por la curva de la espina dorsal, se le enrosca entre las piernas cuando Harrington inhala, y sus bocas se rozan,  y Billy Hargrove, Billy Hargrove gime bajito y― Eddie. Eddie conoce esta clase de magia. Eddie está acostumbrado a sentirla en las yemas de los dedos y a que le haga palpitar el corazón como si se lo hubieran acabado de electrificar de vuelta a la vida. Esta magia es Heavy Metal y locura y Billy Hargrove y Steve Harrington la están conjurando con las bocas, con la humedad hambrienta de las lenguas y con la manera en que se respiran el humo como si quisieran ahogarse y. Y―
“Joder” lo que a Eddie quiere salirle de la garganta es un gemido, pero lo disimula con un suspiro, siente que le arde la piel, cerca de dónde las uñas de Hargrove se le clavan con saña, “Yo nunca he hecho eso. Con nadie”
Y nunca significa quiero, y nadie significa vosotros. Quiero hacerlo con vosotros y―
Para cuando Eddie se da cuenta de lo que acaba de decir, ya es tarde. Es el primero de sus errores y Hargrove le lanza de cabeza hacia el segundo con una carcajada ronca y enseñando esos caninos blancos, Harrington con una sonrisa que se le resbala suave por la curva imposible de esos labios que parecen tan mullidos, tan cálidos.
“Venga ya, Edward. ¿En serio? ¿Nunca?” ríe Hargrove e, inmediatamente―
“¿Quieres probar?” susurra Harrington, le lee la mente “¿Con nosotros?”
Y se separan solo lo justo para mirarle, los dos Reyes de Hawkins, medio desnudos y sudados y colocados. Casi le arrancan una segunda confesión. Eso que jamás le ha dicho a nadie. Eso de lo que es siempre más difícil esconderse cuando la hierba convierte la realidad en bruma y hace que las cosas que importan mucho parezca que no importen nada.
Lo que sí que le arrancan es―
“Quiero probar” un segundo error: “Con vosotros”
Quiero saber cómo es tener los labios tan cerca de los vuestros.
A Harrington se le derrite la sonrisa, azúcar y malicia y humo. Y Eddie se queda sin aire cuando recuerda quien es en realidad el peor de los dos, cuando le roba a Hargrove el porro que acaba de meterse entre los labios y pega una calada larga.
Y lo siguiente que pasa es el riff animal de Straglehold. Es November Rain cuando Slash hace que te perfore entre las costillas. Es el colocón de Thunderstruck y la puta, puta locura de Bohemian Rapsody.
“Pues claro que quieres” dice, y su voz―
Su voz es Kashmir cuando a los Led se les va completamente la pinza.
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whoismissriley · 2 years
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You get me so high Stephen Strange x Lectora.
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Advertencias: Smut (+18) diferencia de edad. No mucho, pero tampoco tan poco. Nota: Stephen vuelve a casa después de la boda de Christine y encuentra a su mejor pupila esperándolo para consolarlo.
Tus piernas se mueven impacientes al compas del reloj. Después de enviarle un mensaje de ti, desnuda en su cama no te ha contestado. Tomas tu teléfono de la mesa de noche y te tumbas boca abajo apoyándote en los codos mientras revisas tus mensajes de nuevo. Lo último que te ha escrito antes de la foto ha sido "Me siento tan solo y ridículo" y entonces le has mandado la foto con un dulce adjunto de letras "Me tienes tan..."
Tus piernas se mueven mientras revisas tus redes sociales, ves una foto de @Lokiyougod en un hermoso auto negro que acaba de comprar.
"Maldito engreído" murmuras poniéndole me gusta.
Y cuando quieres seguir avanzando la puerta del cuarto del doctor Strange se abre. Te quedas muy quieta conteniendo el aire cuando lo ves. Cierra la puerta con un movimiento mágico de dedos y también las cortinas.
"Pequeña exhibicioncita" dice quitándose el saco. Te ríes en silencio y te levantas de la cama de un salto. Tus pechos saltan con el movimiento y el hechicero no se reprime en verlos.
"Déjeme ayudarlo a despojarse de sus ropas, maestro" pones tus delicadas manos sobre su chaleco y desabotonas cada botón con mucha sensualidad. Sientes sus manos sobre tus caderas, enterrándose en tu piel.
"Estoy muy tenso ¿Sabes" sube sus manos por tu espalda desnuda y te hace estremecer. Te distraes solo un momento mientras quitas el chaleco por sus brazos y te preocupas ahora por quitarle la camisa. Sabes que él puede quitarse la ropa con un chasquido de dedos pero te encanta hacerlo sin magia "Tuve que salir en medio de la fiesta y todos se pusieron como locos al verme saltar" una risa ronca brota de sus labios y tú le copias, sonriendo mientras te muerdes el labio "Pensaron que estaba pasando algo"
"Pobres" dices quitándole la camisa por completo. Pasas tus manos por su pecho y más abajo, donde se marcan sus músculos preciados.
"Te extrañé" el hechicero entierra su rostro entre tu cuello y tu cabello y rodea tu cuerpo desnudo con sus brazos fuertes. Su cuerpo caliente se siente tan bien contra el tuyo. Lo abrazas con timidez y te sonrojas cuando se aleja sosteniendo tu barbilla con sus dedos "¿Tú me extrañaste?"
"Usted no tiene una idea" Stephen sonríe con satisfacción "Solo quiero estar para usted, quitar al tención de sus hombros... hacerlo sentir bien"
"Bésame T/n" sus labios están muy cerca de los tuyos, tú corazón está muy desbocado, le das un corto beso. Uno coqueto que hace que él entierre sus dedos en tu trasero "¿Vas a dejar que el hechicero supremo te folle hoy hasta que se quede sin aliento?"
"Todo lo que el hechicero pida, le será concedido" susurras soltando un gemido de placer cuando sus dedos traviesos se meten entre tus muslos humedos.
"¿Todo?"
"Todo" repites y él rompe el espacio que los separa para besarte. Te aferra con fuerza y te mueve de vuelta a la cama. Te tumba de espaldas y abre tus piernas, gimes cuando sus labios tocan tu piel y se acercan al centro de tu placer "Oh por favor" sueltas mordiendote la mano "Porqué tienes que matarme de esta manera"
"Porque eres una cosita muy impaciente, cariño" ronronea, lanzando aire en la cara interna de tus muslos, sopla aliento y te estremeces "Tan impaciente y tan perfecta" Su lengua traza la linea de toda tu raja, golpea tu clitoris con una suavidad que hace que te retuerzas. Tus manos se entierran en su pelo y tiras de él mientras su lengua sube y baja sobre ti.
"Ya no más, Stephen por favor" suplicas levantando su cabeza. Él se arrastra hacia tu rostro y te besa con tu sabor en sus labios. Muerdes su labio inferior y le entierras las uñas en la espalda. Una mirada concisa que suplica clemencia "Te necesito"
"¿Qué necesitas del doctor, bebé?"
"Necesito al doctor dentro de mí ahora, tan dentro como sea posible y que me rompa " gimes mirándolo a los ojos "Que me rompa en todos los sentidos"
Él sonríe socarrón y te besa.
"Que cosita tan pervertida eres" Se arrodilla entre tus piernas abiertas y se deshace de sus pantalones y ropa interior, ves como sostiene entre sus manos su enorme polla. Siempre te asustas al verla, nunca te acostumbrarás demasiado como para no desearla como la primera vez "Voy a follarte duro esta noche T/n, el doctor está muy tenso y tiene que aliviar todo de él dentro de ti" Pone la punta de su polla en tu cavidad, la mueve sobre ti haciendo que gimas con fuerza y entonces entra en ti, hasta llenarte por completo. Lo hace sin delicadeza y al principio duele. Siempre duele.
Pero cuando se adapta ya no duele, es placentero. Cada vez más. Comienza a moverse dentro de ti, a golpear tus paredes una y otra vez. Toma una pierna y la pone sobre tu hombro para encajar mejor y mientras se inclina a besarte, sale de ti bruscamente y te gira.
"Levanta ese hermoso culo, cariño" dice metiendo las manos bajo tu vientre, te besa la espalda y luego toma tus caderas con una mano. Se hunde en ti con fuerza otra vez, gritas sin pudor. Gimes y a él le encanta escucharte "Oh dulce bebé" dice mientras te golpea con dureza "¿Siento que te quieres correr?" asientes mordiéndote el labio en silencio "Hazlo preciosa, porque mientras lo hagas, el doctor se vendrá dentro de ti" rodea tu cuello con sus manos y pega sus labios a su oreja "Voy a poner mi semilla en ti, bebé, hasta la ultima gota" muerde tu lóbulo y gimes "Voy a llenarte por completo de mi, ¿Quieres que el doctor te llene por completo cariño?"
"¡S-sí" gimes.
"Dime que lo deseas, convénceme" Empuja dentro de ti con fuerza, una palmada sacude tu trasero, gritas de placer a punto de correrte.
"¡Por favor pon tu semilla en mi Doctor!" gritas y él se ríe, toma tu cabello con una mano y hace que te arquees, estás a punto y no puedes evitarlo "¡Oh dios mío" gritas.
él comienza a moverse con más fuerza, con más rapidez y entonces de una estocada termina y su semilla caliente te llena por dentro por completo, te estremeces y terminas temblando bajo su piel, gimiendo su nombre mientras aún se mece dentro de ti despacio, besando tu espalda, sobando las marcas rojas de sus manos en tu trasero.
"Buena chica, mi amor" susurra "Ahora ven aquí" sale dentro de ti y se pone boca arriba, rodea tu cansado cuerpo con sus manos y te pega a él "Hoy dormirás conmigo" dice. Cierras los ojos, acariciando su piel.
"¿Estás de buenas hoy?"
"No, me has puesto de buenas tú... amor" te mira hacia abajo y te besa, no sensual, no sexual, romántico. Y te abraza y sabes que las cosas están cambiando y esperas, con todas tus fuerzas que de una vez por todas, se haya olvidado de Christine.
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