Me animo.
Me siento animada.
Veo las tormentas acercarse
y ya no me asustan.
Estoy preparada.
He cultivado una huerta emocional.
Tengo resto,
un rastrillo y una pala.
Está todo listo.
Y aunque una sudestada, otra vez,
desmantele todo esto,
ya sé cómo se hace.
He ganado aprendizaje,
lo haré de nuevo.
Y ese tesoro
-perdonen, temporales míos-
no está enterrado en el patio de atrás.
Me comí la llave y el secreto.
Vengan de a uno.
.
Agustina Amabile, Casa mandarina. Rangún. Buenos Aires. 2019.
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PARIS Y HELENA
Él la llamaba: amanecer dorado
Ella lo llamaba: silba el viento
Él la llamaba: corazón del cielo
Ella lo llamaba: mensajero
Él la llamaba: madreperla
cebadera, arrocera,
cesta de mijo, doncella del trigo,
princesa del lino, creadora de todo, inspiradora
Ella lo llamaba: cervatillo, corzo,
ciervo, coraje, hombre trueno,
siempre verde, tejedor de montañas,
guardián de bosques, mi amor va cabalgando
Él la llamaba: el árbol es
Ella lo llamaba: pájaro que baila
Él la llamaba: que resiste,
ha resistido, siempre resistirá
Ella lo llamaba: triunfador
Él la llamaba: el corazón y el útero
son similares
Ella lo llamaba: flecha en mi corazón
_ Judy Grahn. Versión de Jonio González.
El revés de la entrega. Película orthocromática y láminas de plata. 120x100 cm.
_ Luis González Palma
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RENÉ CHAR, POETA DEL FUROR APACIBLE
Tu feras de l'âme qui n'existe pas un
homme meilleur qu'elle...
R.C.
En la gran escritura mítica de toda la humanidad, de todos los tiempos, hay escritores, hay poetas que son ellos mismos parte de esa escritura. Su escritura, su poesía, corresponden menos a una persona, a un nombre prestigioso, que a una particular manera de nombrar "su" verdad, que es una de las innumerables verdades del mundo y del universo. Y no se trata de ver y de escribir esa verdad sino de "ser" ella misma en vida, pensamiento y acción. Se trata de vivir poéticamente esa verdad también innumerable e irrepetible en su unicidad. No todos pueden ver la verdad pero todos deberían ser esa verdad -decía Kafka con ese tono de tranquila desesperación que era su manera de serlo-: raros son los ojos que ven por primera vez el rayo de luz donde estuvo siempre sin que nadie lo viera antes. Es en esta dimensión visionaria donde el poeta que nombra tiene su verdadero nombre. El nombre secreto que cada uno trae al nacer, que sólo a través de su destino se revela y por el cual es reconocido y recordado a través de los tiempos.
- Augusto Roa Bastos, fragmento de la presentación del poemario de René Char "Furor y misterio". Colección Visor de Poesía, 2002.
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east coker, 3
Ah lo oscuro lo oscuro lo oscuro. Todos fluyen hacia lo oscuro,
los vacíos espacios interestelares, lo vacío hacia el vacío,
capitanes, banqueros, eminentes hombres de letras,
generosos mecenas de las artes, estadistas y gobernantes,
ilustres funcionarios, presidentes de muchos comités,
señores de la industria y simples contratistas, hacia lo oscuro todos,
y oscuros Sol y Luna, y el almanaque de Gotha
y la Gaceta de la Bolsa, y el Directorio de directivos,
y frío el sentido, y perdido el motivo de la acción.
Y les seguimos todos al funeral callado,
el funeral de nadie, pues a nadie se entierra.
Estate quieta, le dije a mi alma, y deja que la oscuridad te anegue,
pues ha de ser la oscuridad de Dios. Igual que en un teatro
se apagan las luces y cambian el decorado
con un hueco rumor de bastidores, movimiento de lo oscuro en lo oscuro,
y sabemos que enrollan y recogen las colinas, los árboles,
el paisaje lejano y la altiva fachada,
o, cuando en el metro, un vagón se detiene en exceso entre estaciones
y la conversación se anima para aquietarse luego lentamente,
y vemos descender en cada rostro el vacío mental,
dejando a su paso el temor creciente a no tener ya nada en qué pensar;
o cuando hace su efecto la anestesia, y uno sigue consciente,
[aunque consciente de nada.
Estate quieta, le dije a mi alma, y espera sin esperanza
pues la esperanza sería esperanza de lo indebido; espera sin amor,
pues el amor sería amor de lo indebido; queda la fe, no obstante,
pero fe y amor y esperanza residen en la espera.
Espera sin pensar, pues no eres capaz de pensar aún:
y así la oscuridad será la luz, y la quietud el baile.
Murmullo de arroyuelos, y el fulgor del relámpago en invierno.
El tomillo invisible y la fresa silvestre,
la risa en el jardín, éxtasis no perdido
que resuena y requiere, marcando la agonía
de la muerte y el nacimiento.
Afirmas que repito
algo que ya he dicho. Lo diré otra vez.
¿Lo diré otra vez? Para venir allá,
para venir adonde estás, para salir de donde no estás,
has de ir por donde no hay éxtasis.
Para venir a lo que no sabes
has de ir por donde no sabes.
Para venir a lo que no posees
has de ir por donde no posees.
Para venir a lo que no eres
has de ir por donde no eres.
Y lo que no sabes es lo único que sabes
y lo que posees es lo que no posees
y donde estás es donde no estás.
T. S. Eliot . Traducción de Jordi Doce.
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