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#wattpad español
cajitadefresaa · 2 months
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"Así como el día espera a la luna  yo solo deseo volver a verte, ahora las estrellas también lloran por tu ausencia te extrañan por las noches,  porque ya no duermes con ellas"
-@cajitadefresaa, 2024.
Entre las hojas de papel: Las estrellas también lloran
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cassandra-baker · 7 days
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Siete meses para enamorarla.
¡Que vengo con un fanfic nuevo de Hazbin Hotel!
-Creo que me gusta Lute.
Con esta confesión del primer hombre empieza esta distendida historia.
Todos sabemos que Adán no es el hombre que tiene más tacto con las mujeres y por eso recurre a la ayuda de su amiga Sisi para que le guie en el camino para ganarse el corazón de su fría lugarteniente. Hacía mucho que no hacía un OC pero como no he visto a Adán interactuando con mucha gente no me imaginaba a nadie siendo su amigo (y tampoco me imagino a Emily o San Pedro dándole consejos amorosos).
Casi toda la historia será muy divertida y desenfadada viendo a Adán siendo Adán pero esforzándose mucho. Ya para el final quizás la cosa se vuelva más seria (es la idea pero quizás cambie mientras escriba así que es por ahora una incógnita incluso para mí). Bueno, que eso, como el resumen es tan desenfadado como la historia os animo a leer (y a comentar y votar también que se agradece). Ya no molesto más ^^.
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dineroybestias · 9 months
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ri-night · 8 months
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Me, waiting for wattpad to notify my two readers that I updated my story because I'm too shy to announce it again or to ask them if wattpad notified them and also I don't want to be perceived and read:
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nerea1dream · 2 months
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Convenciéndote de leer mi historia de Wattpad por su aesthetic.
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arcana-books · 3 months
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“—Yo conozco muy bien a mi Watson. Pero, hay peligro, y debería saberlo.
—Bueno, no es la primera vez que lo compartimos, Holmes. Espero que no sea la última.”
Libro: El archivo de Sherlock Holmes
De: Arthur Conan Doyle
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do0lcezzabooks · 14 days
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conteornot · 15 days
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Mi escena favorita de toda la novela. 😍
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nickyryder · 3 months
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Novela Wattpad: La Ladrona de los príncipes - Capítulo 7 (fracción)
Pero un gruñido, o podría haber sido un ronquido, me hizo pegarme contra la pared. Mi corazón latió como un tambor de guerra. No podía permitir que la amenaza de la cobardía se instalara en mí. A pocos metros de mí, había un tridente para heno. Me acerqué a él en silencio, siendo extremadamente cuidadosa con el ruido que provocaba mi cuerpo.
Cuando estuve armada, me acerqué a donde había prevenido el sonido. Entre los bloques amarillentos de heno, yacía tirada una figura, inconsciente. Fruncí el ceño, era un muchacho. Parecía inconsciente más que dormido, la botella de vino en el suelo confirmaba el aroma a alcohol que llenaba el aire.
El muchacho estaba despatarrado con uno de sus brazos cubriendo su rostro, protegiendo sus ojos de la luz. Vestía una camisa de lino con las mangas dobladas por los antebrazos, fuera de los pantalones, lo que le otorgaba un aspecto desenfrenado y desgarbado. Los primeros botones estaban en su mayoría sueltos, por lo que sentí que al mirarlo estaba siendo grosera. Los pantalones oscuros y sueltos estaban atrapados en unas botas de montar. Lo que no se escapó de mi vista fue el cinturón suelto que rodeaba sus caderas bajas, almacenaba estuches para dagas y lo que supuse que podría ser el estuche de una espada, que no se encontraba en su lugar.
Intenté buscarla con la mirada, pero el hombre respiró profundo y yo, rápidamente, lo apunté con el arpón. Una nueva mirada hacia los caballos encendió otra idea en mi cabeza. Tenía que apresurarme, estaba perdiendo tiempo.
—¡E-Ey! — le grité al hombre, aferrándome a mi arma, pero éste no se inmutó. Di un paso adelante para proporcionarle una patada a la bota de cuerpo, pero no hubo caso. —¡Despiértese!
El borracho yacía profundamente dormido en el suelo, ajeno a todas mis iniciativas por despertarlo. Su respiración, lenta y pesada, llenaba la habitación con un ritmo constante y ronco. Su cuerpo estaba como un tronco, completamente inmovil. Un caballo relinchó, lo que logró que yo cerrara los ojos, apretando los dientes, me estaba quedando sin tiempo. Mis posibilidades de escapar sin ser descubierta estaban alejándose cuanto más me retrasaba.
Noté, lo bastante cerca como para permitirme apartar la vista, un balde de agua para los animales. Con un gesto rápido y decidido, lo incliné sobre el hombre dormido. El agua cayó en un torrente chispeante hacia su cabeza. Lo solté tan pronto lo había agarrado, volviendo a aferrarme al tridente, apuntando al hombre.
El impacto del líquido frío fue como un shock eléctrico, haciendo que el muchacho se enderezara de un salto, los ojos abiertos de par en par y un gemido ahogado se escapó de sus labios.
—Sí, sí, ya desperté… dioses…
En otra situación, que no fuera de vida o muerte, me hubiera reído. Empapado, sorprendido y despierto de golpe, incrédulo y molesto, el hombre me miró.
—Quietecito ahí — ordené, imitando con mi mayor esfuerzo la voz de Donna, Rowena o Bodhi al dar una orden. Las puntas del tridente estaban distanciadas solo por un respiro del corazón del muchacho.
—¿Quién mierda eres tú? — su voz era profunda y melódica, ronca en su pronto despertar.
Había logrado notar a varios guardias masculinos en el castillo, no podía diferenciar si todos eran bellos por la magia inmortal o solo realmente poseían una belleza innata, aunque había escuchado que una de mis compañeras de habitación mencionaba que no era más que el uniforme. También había pensado que los hombres tenían cuerpos increíbles en esos imponentes atuendos. Pero este mozo de cuadra, empapado y borracho, era el hombre más atractivo que había visto jamás.
Le devolví la mirada, sus labios se curvaron en una sonrisa de costado, letal. Parecía decir que estaba tan sorprendido como yo.
El mozo se apoyó en uno de sus brazos, divertido con la situación, parecía no importarle que tenía tres afiladas cuchillas contra el pecho. La luz de la luna, de las antorchas, le iluminó el rostro exquisito. Con un rostro angular de pómulos pronunciados era intenso y enigmático. El pelo negro, corto, goteaba partículas de agua que delineaban su mandíbula. La piel estaba pálida con ojos oliva, pero cuanto más lo miraba, más creía que eran dorados.
El mozo intentó levantarse, pero lo impedí, apresándolo más con el tridente.
—Te he dicho que te quedes quieto —siseé.
—Y tú no me has dicho quién eres — se mofó, encantador. —Así que nadie está satisfecho.
Bufé con un rápido revoleo de ojos.
—Soy alguien que te llenará de agujeros si no haces lo que digo — mi voz raspó mi garganta. La sangre corría por mis venas en un palpitar febril. —Rápido. Me-Me ensillarás un caballo. Uno que sea tranquilo, calmado.
Su boca estrecha y picarona, con el labio superior levemente más relleno, me sonrió altanero.
—¿Si? ¿Y tú qué me darás a cambio? — el muchacho inclinó su cabeza, como un gato curioso. —Supongo que habrás aprendido que aquí todo debe ser un trueque.
Estaba perdiendo la paciencia, tiempo valioso que podría significar la victoria o la derrota de mi plan de escape, se escapaba de mis manos. Intenté que mi voz no sonara demasiado agresiva cuando le gruñí:
— ¿No lo ves? ¡Evitaré convertirte en un colador!
Soltó una engreída carcajada, su cabeza cayó hacia atrás, presumiendo un cuello perfecto con lo que parecía ser la tinta de un tatuaje que se escapaba de su pecho.
—Qué amabilidad la tuya — volvió a observarme. Sus pupilas estaban dilatadas, un cazador analizando a su presa. El pánico me consumió. ¿Estaba pidiendo la ayuda de algo más que un simple cuidador de caballos? Lamió sus dientes impecables. —Pero si me atacas, aún puedo atacarte de vuelta.
Mis ojos grisáceos volaron a su cintura, subía y descendía sin emociones alteradas como las mías, rodeada por al menos dos pares de armas. Hundí el tridente contra su pecho, arruinando la desprolija camisa cuando le creé tres círculos perfectos.
—No podrás hacer nada si te apuñalo en el corazón.
El moreno se observó el pecho con desinterés, las gotas intensas de la sangre comenzaban a ensuciar la camisa de lino. Cuando levantó la mirada, estaba aburrido, pero sus ojos estrechados notaban lo contrario.
— Entonces estoy definitivamente muerto — cedió con apatía. — Okey, okey, preciosa sin modales. Ensillaré un caballo que te permitirá escapar, ya que evidentemente eso es lo que estás haciendo, humana ligera —me señaló en mi totalidad, desde el doble par de calcetines hasta el bolso que colgaba a mi costado. La confusión me picó los dedos cuando oí el apodo con el que Bodhi se refería a mí, acelerando aún más mi desquiciado corazón. Era la sincera reacción de estar haciendo algo que estaba mal. —Sólo… si me das un beso.
La propuesta se escapó demasiado pronto de sus bonitos labios, como si lo hubiera pensado desde siempre.
—¿Cómo sabes…? — me interrumpí rápidamente, tuve el instinto de soltar el tridente de mis manos y llevarlas a mi cuello, donde el collar encantado descansaba. Nyssae había jurado que nadie podría descubrir que era humana mientras llevara el colgante alrededor de mi cuello. Las sirvientas de la corte, incluso, me habían olfateado a centímetros de distancia sin notar la diferencia, pero el muchacho no tardó en notar la verdad. Quise ser más consciente de mis orejas, pero no lograba descubrir si éstas estaban cubiertas o no.
—Puedo oler tu esencia humana entre toda esta mierda, preciosa.
— Es imposible — hablé a media voz, más para mí misma que para él.
—¿En el reino de la magia? — se burló crispado, la sonrisa se le curvó aún más. —Nada es imposible aquí. Así que por qué no me besas rápido antes de que los guardias descubran que no estás en la cama.
Sólo los dioses sabían cuán advertidos estaban los humanos sobre los encantos de los feéricos inmortales. Me repetí una y mil veces en mi interior que no debía sentirme atraída por la idea de besarlo. No sabía por qué intentaba prevenirlo de la magia que se juraba que existían entre los besos de dos mundos diferentes.
— Pero un beso humano, podría…
— Podría hacerme perder la mente —continuó lo que yo estaba por decir, confiado en sí mismo. —Sí, eso dicen… Pero, acaso no es razón suficiente para hacerlo. Agonizar por un beso, casi suena como una balada— era la voz de un amante la que la incitaba a enfurecer a los dioses, no la de un borracho.
Pero no podía hacerme cargo del futuro del muchacho, de cualquier forma, no creía realmente que hubiera magia escondida en los cuerpos humanos. Esa creencia era más antigua que el propio mundo. Le asentí al muchacho, corto y rápido.
Él se puso de pie entre jadeos y quejidos, despiadado y agudo. Tenía las piernas largas envueltas en músculos que no se ocultaban entre las telas de su ropa.
—Estoy muy viejo para esto… y ebrio —se enderezó completamente, y aunque yo lo seguí apuntando con el tridente, se deslizó de su amenaza con la ligereza de un experto.
Lo observé tomar una de las sillas de montar colgadas de un armario junto al establo de un enorme caballo blanco, con el cabello sedoso y largo. Le recordé que debería ser tranquilo, pero el mozo solo chisteó con gallardía, como si supiera perfectamente lo que estaba haciendo.
—¿Eres el mozo de cuadra del castillo o solo un borracho?
—Bueno, estaba cuidando a los caballos antes de emborracharme.
La arrogancia se desprendía de sus movimientos, de forma natural, apenas parecía consciente de aquello. Tenía la belleza de un príncipe, pero vestía como un pirata borracho, y estaba haciendo exactamente lo que uno haría. No podía entender por qué habría terminado así, casi inconsciente.
—¿Por qué? — pregunté a sus espaldas, bajando el arpón.
—No lo sé, en realidad no me gustan mucho los caballos — habló. Una ráfaga de viento nos rodeó a ambos, no pude evitar mirar a mi alrededor, por un segundo, juré que alguien más estaba con nosotros, pero el muchacho no parecía pensar lo mismo.
—No —bufé. — ¿Por qué estabas bebiendo?
Se volteó para observarme, retrocedí un paso, porque no me había percatado de que estábamos demasiado cerca. Tenía la mirada intensa, pero melancólica, parecía tan triste como una canción de desamor.
—Porque no todos podemos escapar como tú.
Nos observamos por unos instantes, en silencio. No tenía nada que decir, intentaba leer su corporalidad pero me resultaba demasiado complicado, como si estuviera rodeada de una neblina invisible. Él me observaba desde su amplia diferencia de altura -casi una cabeza y media-, celoso de la posibilidad de poder, aunque sea, intentar escapar en un caballo.
—¿Cuál es tu nombre? — pregunté, rompiendo el silencio.
—No tengo uno, sólo soy un bastardo borracho — me incomodé, los priotanos solían rechazar a todos los bastardos, pues se los conocía por su naturaleza traicionera. —Un hijo sin nombre. Pero tú, sí debes tener uno, ligera.
Nuevamente mencionaba el apodo de Bodhi, pero nadie había estado junto a nosotros cuando lo nombró. Entonces, las paredes sí hablaban.
—¿Me conoces? — dejé el tridente a un costado, de vuelta en su lugar. El muchacho ya no parecía una amenaza, si me quisiera atacar, ya lo habría hecho.
—Te he visto en la mañana — me mostró una sonrisa coqueta, la lengua empujando contra los dientes, como si intentara acallar una risa. —Con los animales de los corrales. Te gustan, ¿verdad?
Le quité importancia con un levantamiento de hombros. Por supuesto que tenía una facilidad para sentirme encantada por los animales, no podía explicarlo, solo disfrutaba de estar cerca de ellos. —Algunos más que otros.
El mozo fue más rápido de lo que yo pude prevenir. Cuando me alzó en sus fuertes brazos y me acomodó en la silla del majestuoso caballo, una oleada de emociones me invadió. La sensación de estar elevándome por encima del suelo, el hormigueo en mi estómago por la sorpresa, ambos fueron cálidos dentro de mí. Tenía el tacto firme y caliente, la presión segura de sus grandes manos en mis caderas, cuando me sentó en el caballo. Tomó mi pie más cercano a él, intentando no reírse de mis dobles calcetines, y lo colocó dentro del estribo.
—No hablabas demasiado con tus compañeras — mencionó, como si no quisiera dejarme marchar, aún.
—Nunca tuve el deseo de conocer a nadie aquí — susurré. Hubiese estado dichosa de tener la oportunidad de conocerlo.
La ansiedad que me proporcionaba estar en medio de mi huída estaba siendo acallada con demasiada facilidad por los encantos del bastardo. Quería huir, sabía que debía apresurarme, pero no podía negar el ligero deseo que me seducía. Estaba atrapada entre la inminente libertad y el misterio que aquel hombre representaba, intrigada por, aunque sea, conocer su nombre.
Podía notar, porque aún tenía mi tobillo entre una mano que llevaba tatuado líneas inconclusas, que él se sentía de la misma forma. No quería dejarme marchar. Cuando volviera a mis tierras, a Priosan, a los días grises y a la vulgaridad de ese territorio privado de magia, recordaría con cariño al mozo de cuadra, el bastardo, que se había fascinado conmigo.
Cuando estuviera triste y melancólica, odiando mi propia existencia, me contaría a mí misma el cuento de cómo un caballero, hermoso como ningún otro, me esperaba en su inmortal reino.
Los ojos dorados del muchacho rompieron la conexión que manteníamos, para detallar mis labios. Contuve la necesidad de remojarlos, apartando la mirada. Cuando el ambiente encandilante desapareció, volvimos a hablar.
—Tengo que decírtelo — el bastardo sonaba arrepentido. — No lograrás escapar.
Cerré los ojos con amargura. Había desperdiciado demasiado tiempo, pero aún no me rendiría.
—Necesito intentarlo.
—Ellos no te dejarán ir tan fácilmente — me aconsejó con sinceridad. Llevó la mano tatuada a mi rodilla, escondida por debajo del vestido. El cálido apretón me sonrojó las mejillas.
—Por favor, no puedes decir nada… — la desesperación subió por mi garganta, provocando que me sujetara con más fuerza de las correas de la silla.
—No, bestia sin modales — sonrió amable. —Has ganado mi silencio.
—Gracias por ayudarme.
De cerca sus ojos almendrados eran más dorados que olivas, la sonrisa ya no era tan amplia o gatuna, sino más melancólica. La inquietud y ansiedad atraparon su bello rostro por sorpresa.
—Espera… — me sujetó por la muñeca cuando me despedí. —¿Qué hay de mi beso?
Me encontraba atrapada en una encrucijada digna de un cuento de hadas, con mi corazón noble y abnegado. Los ojos dorados y la irresistible presencia del hombre había despertado una tentación ardiente, pero sabía que aquello podría culminar en un castigo para ambos. Incluso si me escapo impune, el posible destino despiadado que los dioses podrían lanzar al muchacho me acobardaba.
—Umh… estaba esperando que olvidaras esa idea. —El caballo se incomodó por debajo de mí. —No funcionará, te hará daño.
—¿Por qué te importa? — Lejos de mostrarme asustada, le sonreí socarrona. —No me conoces.
Ahogué una sonrisa, que sonó como un bufido.
—No pareces mala persona, has sido el primero en hablar conmigo aquí sin estar obligado.
—En realidad, me apuntaste con un tridente — se burló con la sonrisa de costado, logrando que me riera sin barreras. Un instante después, la sonrisa había desaparecido de los ojos del chico. —Me odiarías si me conocieras realmente.
Yo, que era terca como una mula, insistí:
—Si no te beso, tendrás tiempo de probarme lo contrario.
Pero el mozo de cuadra parecía ser mucho más terco, y temerario, que yo.
—Quiero mi beso, preciosa.
Bajo el manto de la noche estrellada, en un rincón secreto del reino mágico, en un apestoso establo, un hada de ojos dorados y una humana de belleza escondida debajo de una apariencia enfermiza, se encontraban al borde de lo desconocido. La tensión era palpable, como una fuerza mágica que los atraía inexorablemente.
En ese momento de quietud y expectación, el muchacho subió una mano para acercar el rostro, tomándome por la mejilla fría. Sus labios se acercaron lentamente, como si el universo mismo contuviera la respiración, aquel era un beso que los dioses no se perderían.
Fue un roce fugaz, apenas perceptible, un beso que parecía inofensivo pero que llevaba consigo el peso de lo prohibido. Nuestros labios se encontraron con una ternura y pasión contenida, y la electricidad de ese contacto se extendió a través de nosotros, envolviéndonos en una sensación embriagadora. El tiempo pareció detenerse mientras el beso se prolongaba por un breve instante, cargado de promesas y anhelos. Y luego terminaba.
Abrí los ojos, sentí la magia en los labios ajenos, luego la sentí en los míos propios. El bastardo aún tenía los ojos cerrados, en su imperceptible distancia, como si la maldición ya lo hubiera atrapado.
Conscientes de que habíamos cruzado un umbral peligroso. Aquel beso, apenas un suave roce, había desatado un torbellino de emociones y preguntas sin respuestas, y mientras los dioses continuaban su eterna observación, el futuro era incierto pero prometía ser desastroso.
Cuando el muchacho abrió los ojos, eran del rojo carmín.
Se alejó de mí, como si fuera peligrosa para él. Observó al caballo blanco con la mirada severa, los ojos fugaces.
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cajitadefresaa · 2 months
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"Estimo a mi mente por las fantasías románticas que me montaba, también celebró a mis labios, por no susurrarle mis latidos en palabras".
@cajitadefresaa, 2023.
Entre las hojas de papel: Un brindis
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cassandra-baker · 22 days
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Fallen angel (Hazbin Hotel FallenWings one-shot)
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El cálido abrigo de las sábanas le retenía en la cama. Había días que no tenía un segundo para descansar y, por una vez que tenía un día libre, pensaba aprovecharlo al máximo para darle a su cuerpo ese descanso que tanto le rogaba.
Se giró en el cómodo colchón para encontrar que su cuerpo tocaba otro cuerpo. Era cálido y suave. Se tocaban piel con piel y aquello solo hacía que le fuera imposible abandonar la cama. Notó que el otro cuerpo también se giraba para acercarse más a ella. Aquella cercanía era tán cómoda que desearía quedarse así toda la eternidad.
Unas manos empezaron a acariciar sus piernas, el toque era tan perfecto, la conocía de memoria. Sabía dónde tocar para hacerle entrar en calor. Las sábanas empezaban a sobrar.
Cuando las caricias subieron hasta su zona más íntima, sus ojos se abrieron para encontrarse con la luz de los ojos amirillos de su compañera.
—Buenos días —dijo con la voz aún ronca— ¿Te quedaste con ganas? ¿No tuviste suficiente anoche?
—Vamos Vaggie, es nuestro dia libre. Podemos aprovecharlo —respondió la chica sin dejar de acariciar a su compañera.
—Lute, es nuestro día de descanso.
Vaggie apartó a Lute y le dedicó una cálida sonrisa y un casto beso de buenos días en la frente.
—Entonces… —Lute hizo un puchero volviendo a pasar las manos en la piel de Vaggie.
—Hoy no. Además, te conozco. —Esbozó una sonrisa traviesa, sabía perfectamente lo que pasaba por la cabeza del otro ángel—. Quieres que esté cansada para mañana y así superar mi record —le dijo antes de levantarse y empezar a vestirse.
Vaggie y Lute habían estado juntas desde que entraron en el cuerpo de exterminadores. Ambas eran buenas, las mejores y las favoritas de Adán. Pero Vaggie era mejor. Era despiadada y letal y sus números eran los mejores del Cielo. No obstante, Lute nunca se rendía. Quería superarla y volverse la mejor. era una competitividad sana que solo traía beneficios al escuadrón del primer hombre.
Y esa competitividad sana la llevaron hasta su relación. Habían empezado como amigas y ambas se habían enamorado en muy poco tiempo y, desde entonces, las dos lo daban todo para ser la mejor novia. A su manera, su relación funcionaba.
—Anda, vamos a comer algo.
Lute suspiró y se vistió también. Parecía que su plan no había surtido efecto, pero le alegraba saber que cuando volvieran al Cielo pasaría una noche maravillosa junto a Vaggie. Pasaba todos los años después del exterminio y ambas estaban deseando que llegara ese momento.
—¡Pero si son mis perras favoritas!
Mientras daban un paseo, la desagradable presencia de Adán las interrumpió. Las dos se giraron y saludaron al hombre,
—Hola, señor —dijeron las dos a la vez.
—¿Estáis listas para acabar con esos cabrones?
—Baje la voz, señor —dijo Lute—, ya sabe que no podemos hablar de… eso.
—Cierto, cierto —dijo con el tono de un niño pequeño al que habían pillado en una travesura—. Bueno, espero que estéis preparadas para el gran día —se despidió con un guiño cómplice.
Como acostumbraban a hacer, pasaron todo el día relajándose en la ciudad y, cuando cayó la noche, se marcharon al cuartel de los exorcistas donde todo el escuadrón ya se estaba preparando.
—Pienso superar tu récord este año, Vaggie —aseguro Lute que se acababa de poner el traje.
—Eso quiero verlo —respondió dándole un rápido beso antes de ponerse la máscara—. Mucha suerte.
—Nos vemos a la vuelta.
El otro ángel también se enfundó la máscara y, junto a todo el escuadrón, descendieron para purgar el Infierno. Lo que ninguna sabía era que aquel no iba a ser un exterminio cualquiera. No volverían a reunirse en la cama para dar rienda suelta a su amor y desbordar la adrenalina que habían acumulado. Se habían acabado los paseos y las cenas románticas. Ya no había más competición en los entrenamientos. Todo se había acabado.
Porque Vaggie había mostrado misericordia y Lute no podía perdonar una traición.
One-shot de mi antología: Tanto en el Cielo como en el Infierno
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solemnisblog · 1 year
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Mood:
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lisamstng · 3 months
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Busco Lector Beta.
¡Hola! Como lo dice el título, estoy buscando lector beta.
Es para una historia de Jungkook ambientada en una ciudad ficticia donde hay carreras callejeras ilegales.
Me gustaría más que nada revisión de redacción, ortografía y coherencia dentro de la trama y el mundo.
No es el centro de la historia, pero la pareja es Jungkook x OC Femenina.
Me gustaría un lector beta de preferencia mayor de edad y que no le incomoden las escenas subidas de tono y algunos temas fuertes.
Para más detalles pueden enviarme mensaje, ya sea por aquí, o por mi Wattpad.
Muchas gracias.
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cwrotes · 1 year
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shrapnel along the rainbow ; larry
+18 | spring break au | one shot | 34.9k | spanish
summary: “sib ncaim: separarse luego de un encuentro fugaz, para no encontrarse jamás.
en un mundo dónde las almas gemelas están destinadas a encontrarse, quiénes terminan cruzando sus caminos son louis y harry. sexo, alcohol y drogas en una mezcla de días llenos de diversión hasta que la vida misma los vuelve a alejar. se supone que no tienen que volver a verse jamás, y sin embargo, la química que hay entre ellos es innegable.
o dónde harry y louis tienen sexo, para luego obsesionarse locamente con el otro.”
.・。.・゜✭・.・✫・゜・。.
“Niall tararea desde su lugar.
—¿Y condones? —interpela, lanzándole un vistazo al universitario que pliega las cejas.
—¿Por qué debería llevar condones? —inquiere con una mueca de labios, sin unir los puntos ni prever el motivo de su curiosidad.
—Por si te ves envuelto en una orgía, por supuesto —dice su compañero de cuarto, y hay sorna en su voz.
Las ganas de fastidiarlo se desbordan tanto de su gesto como de la manera en la que le cruza por el lado con una sonrisilla maligna y su maleta colgando de su brazo. Harry entrecierra los ojos en una fulminación de muy mala gana y no le hace ni un poco de gracia lo que dice aun cuando nota el tono de burla que adorna el tono de su voz.
—Vete al diablo —murmura casi entre dientes.”
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lexbooks · 6 months
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📌si estás buscando un libro, únete a mi grupo de Telegram, se comparten libros todos los días de diferentes géneros, si no encuentras el libro que buscas, háblame al privado y pide tu libro, después serán subidos al grupo.✨🥰
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