¡¡Estúpido corazón!! inquieto… ¿por qué sigues insistiendo en volver a latir? yo te sepulte, yo te destierre de mi, no vuelvas a latir, no vuelvas a surgir. De amores no correspondidos bastante mal has tenido, no quiero amar y no ser amada, ¡¡cálmate!! no te aceleres frente a él, que aquellos ojos fríos ni siquiera te ven.
Es difícil tener que dejarte ir cada vez que vuelvo a sentirme como esa niña pequeñita que es protegida por su hermana mayor; difícil dejarte ir cuando el lazo vuelve a iluminar aquellos recuerdos de la infancia, cuando sabía que estabas por algún rincón de la casa y tenía la certeza de escuchar tu risa. Pero la vida es así, y hay que aceptarla. Saber que eres feliz le da felicidad a mi mente y tranquilidad a mi alma, aún cuando mi corazón se duele como si le estuvieran arrancando todos sus latidos.
Debo enseñarle a mi corazón a calmar sus latidos desbocados, cada vez que conozca a una persona que hable conmigo entre sonrisas y me dedique miradas suaves. Debo enseñarle a no malinterpretar la amabilidad y dejar de confundirla con señales inexistentes que sólo hacen que me ilusionen.
Hay un montón de cosas que tú me haces sentir que jamás con nadie las había sentido y entonces se volvió una constante en mi vida preguntarme si acaso realmente el amor había llegado antes o si llego cuando apareciste tú, pero ahora, las dudas se han disipado, ahora me ha quedado claro, que el amor tocó a mi puerta aquel 14 de noviembre que escuche tu risa por vez primera y se reafirmo cuando un día cualquiera habías dormido en mi cama, se impregnó tú aroma en la almohada y el simple hecho de respirarlo me hizo sentir que me encontraba en el lugar más apacible, fue así como comprendí que mientras yo existiera cada latido de mi corazón iba a ser para ti.