Tumgik
#pliegue
helene-tolden · 1 month
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🇫🇷 Café Gaudi Mai 2024. Jour 2.
Pli.
🇬🇧Café Gaudi May 2024. Day 2. Fold.
🇪🇦Café Gaudí Mayo 2024. Día 2. Pliegue.
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pasandoelmomento · 2 years
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copomipics · 9 months
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Hombre de la Cabeza Desplegable.
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lapazdelmar · 3 months
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La oscuridad de la noche ha dejado atrás…bestias oscuras, días perdidos e insomnios desvalidos.
Pero hay destellos que emergen de entre los pliegues del sueño…sonrisas sinceras, abrazos como constelaciones y cálidas brisas.
Y un corazón tan grande para hacer del verde de los árboles y el azul del cielo, la magia del tiempo.
Buenas noches amor
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estefanyailen · 2 months
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Tengo un corazón triste,
y un alma cansada.
Tengo una mirada rota,
y una voz ajada.
Tengo un cuerpo marchito.
y una sonrisa dormida.
Tengo lágrimitas gurdadas,
y un paquete de puchos olvidados.
Tengo un baúl de recuerdos, para no olvidar
y una memoria perdida, que olvida recordar.
Tengo tanto... que no tengo nada.
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proustian-dream · 5 months
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The substitution of personae for self, of a series for an origin, of a rhythm for a state: Here is love's tension, love's politics. Here is form. The reader loves without knowing. I read for the book, simply because the book is there to be read. Sometimes my fidelity is for materiality.
Lisa Robertson, "Time in the codex", from Nilling
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villings · 2 years
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(...) Entonces, al caer desfallecido con el fardo de todos mis pesares, guardaré los marchitos azahares entre los pliegues del nupcial vestido.
A un imposible | Ramón López Velarde
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mirvaldes · 1 year
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swanskyartist · 1 year
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Realizar estudios de vestuario separando de todo lo demás ayuda a que comprendamos mejor cómo funciona en especial si te sabes los distintos tipos de pliegues que hay, todo esto sobre un conocimiento de anatomía para tener los mejores resultados. Cuantos tipos de pliegues conoces? Te leo en los comentarios . . . . . . . . . #pliegues #ropa #vestuario #tela #personajes #dibujodigital #clothes #diseñodepersonajes #diseñodemoda #folds #characterdesign #swanskyartist https://www.instagram.com/p/Cpf4mkFvZCt/?igshid=NGJjMDIxMWI=
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flan-tasma · 4 months
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Their favorite
💖~ Clothes they like on you
Remember that requests are open!
Warning: spicy | Google Translate sponsors me (it's a lie) If I made any mistakes in the english translation, I would be happy to read your comments! | Content in spanish and english
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Spanish:
Kaeya, Childe, Itto, Heizou, Wanderer, Lyney, Wriothesley
Les gustan las faldas cortas, son bonitas y frescas, y las adoran más cuando tú las usas. Cuando la tela se mueve cuando caminas, cómo parece que se encoge cuando te sientas en su regazo. Sobre todo adora las faldas porque puede tenerte alrededor de su polla con total libertad, levantar tu falda y follarte en ese mismo momento sin mucha batalla, solo levantando tus piernas y abriéndote para él.
Aether, Venti, Thoma, Gorou, Tighnari, Cyno
Existe un placer culposo en verte en pantalones cortos, ver tus muslos es uno de esos placeres y lo disfruta cada vez que puede, pero ver sus dedos perdiéndose entre tu piel suave y la pequeña prenda lo vuelve loco. Desea arrancarte la ropa, tirarla a un lado y exponer todo para él, follarte los muslos y mancharlos con su semen hasta quedar seco. Le gusta verte sentada, ver tus muslos rozando y casi saliendo por el short. Siempre tiene sus ojos en ti y su respiración se entrecorta.
Diluc, Albedo, Zhongli, Kazuha, Alhaitham
Le gustas tu enteramente, pero verte en pantalones es tan bonito que no puede evitar tocarte, no te quita las manos de encima. La forma en que el pantalón se pega a tu trasero y a tus caderas lo hace ver la gloria, poder apretar tus glúteos y meter la mano entre tus piernas lo hace tan feliz. Siente que están más juntos que nunca sin importar la ropa que llevan puesta. Ama las nalgadas, los apretones y los rasguños ligeros contra los pliegues del pantalón que le sorprende no haber manchado sus pantalones todavía.
Xiao, Baizhu, Ayato, Kaveh, Neuvilette, Dainsleif
Los muslos y el trasero son geniales, si se lo pides jamás dirá que no. Pero nada puede ser más excitante que verte con ese escote pronunciado. El más mínimo centímetro que revele tus pechos lo hará sonreír y no apartar la mirada hasta que se lo pidas. Sueña con tocar, amasar y morder alrededor del escote sin quitarte la blusa, solo acariciando sobre la tela y mordiendo la piel expuesta hasta pintar diversas marcas ovaladas y rojizas que griten su nombre a todos los que te vean.
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English:
Kaeya, Childe, Itto, Heizou, Wanderer, Lyney, Wriothesley
They like short skirts, they are pretty and fresh, and they love them more when you wear them. When the fabric moves when you walk, how it seems to shrink when you sit on his lap. Above all he loves skirts because he can have you around his cock with total freedom, lift your skirt and fuck you right then and there without much of a fight, just raising your legs and opening you for him.
Aether, Venti, Thoma, Gorou, Tighnari, Cyno
There is a guilty pleasure in seeing you in shorts, seeing your thighs is one of those pleasures and he enjoys it every chance he gets, but seeing his fingers getting lost between your soft skin and the small garment drives him crazy. He wants to rip off your clothes, throw them aside and expose everything for him, fuck your thighs and stain them with his cum until he's dry. He likes to see you sitting, to see your thighs rubbing and almost coming out of the shorts. He always has his eyes on you and his breathing hitches.
Diluc, Albedo, Zhongli, Kazuha, Alhaitham
He likes you completely, but seeing you in pants is so nice that he can't help but touch you, he can't keep his hands off you. The way the pants cling to your butt and hips makes him look glorious, being able to squeeze your buttocks and put his hand between your legs makes him so happy. You feel like you are more together than ever no matter what clothes you are wearing. He loves the spanking, the squeezing, and the light scratches against the folds of his pants that he's surprised he hasn't stained his pants yet.
Xiao, Baizhu, Ayato, Kaveh, Neuvilette, Dainsleif
The thighs and butt are great, if you ask him he will never say no. But nothing can be more exciting than seeing you with that plunging neckline. The slightest inch that reveals your breasts will make him smile and not look away until you ask him to. Dream of touching, kneading and biting around the neckline without taking off your blouse, just caressing the fabric and biting the exposed skin until you paint various oval, reddish marks that scream his name to everyone who sees you.
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myillicitaffair · 3 months
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You are in love | Esteban Kukuriczka.
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sumario: noches de pizza con tu amigo… claro, amigo.
advertencias: sexo explícito (+18) , penetración, sexo sin protección, consumo de alcohol.
créditos: las fotos del collage fueron extraídas de pinterest, más las edite yo. la canción cuya letra utilice es You Are In love (Taylor’s Version) de Taylor Swift.
notas: honestamente, no estoy muy contenta con el resultado final pero espero que puedan disfrutarlo de todas maneras xx.
No hay pruebas, no fue demasiado, pero yo vi suficiente.
Paciente, fuera de su recibidor, me encuentro parada, esperándolo con una botella de vino bajo la axila. Aliso los pliegues de mi falda varias veces con las manos, un hábito al que recurro para evitar sucumbir a la ansiedad que me atormenta. Con la cámara de mi celular, observo mi reflejo, comprobando que mi maquillaje permanezca en su lugar, que mi cabello siga viéndose inmaculado.
No recuerdo un tiempo en el que Kuku haya sido simplemente un amigo, siempre fue más; mi confidente, el protagonista de mis fantasías, quien roba mis suspiros y miradas, de quien terminé enamorándome.
Las pisadas sobre las baldosas delatan su presencia apropincuándose, luego el traqueteo de las llaves en la cerradura, las bisagras girando en su eje para revelarlo frente a mí.
La alegría tiñe su rostro al verme, redondeando sus angulosos pómulos y centrando mi atención en la mueca en sus labios. Condenadamente cerca de mí y a la vez tan inalcanzables.
Su voz dándome la bienvenida me sacude de mi subrepticia quimera, trayéndome de un zarpazo de vuelta a la realidad. Me estrecha contra su torso, con las muñecas serpenteándose por mi cintura para atraerme más cerca.
“Traje vino, Kuku”- pronuncio, a modo de saludo, mientras lo abrazo estrechamente.
“¡Gracias, ángel! Entrá que está por llegar la comida”- informa, de manera tan casual y ligera que siento mi corazón escurrirse hasta tocar el suelo.
“Ángel” me dijo, jodiéndome para siempre. ¿Cómo seré alguna vez capaz de recuperarme de tal agravio a mi integridad? Decido asentir y adentrarme a su hogar.
Me recibe una sala de estar cálidamente iluminada, las paredes blancas cubiertas de cuadros y fotos, un aterciopelado sofá rojo situado en medio de la habitación.
Me acerco a una repisa de madera, donde reposa un retrato recientemente seleccionado… todo el elenco de La Sociedad De La Nieve posando bajo el lente de su cámara, sonrisas reflejadas en nuestros rostros enmarcados.
“Esa la tomé el último día de rodaje”- me recuerda, apareciendo por detrás mío, con una mano en mi espalda baja.
No hay pruebas, un toque singular, pero yo sentí suficiente.
Mis vellos corporales se erizan ante el contacto, un escalofrío recorriéndome cargado de anticipación por lo que jamás sucederá. Asiento torpemente, deseosa de fundirme en el calor de su silueta.
Pienso en esos mismos dedos, acorralando mi piel a su paso, incendiando su sendero. Acariciando mis mejillas con ternura, colándose por mis labios, desvistiéndome con precisión.
El timbre retumbando en la sala me despierta, desarraigándome de mis maquinaciones pecaminosas. El hombre a mi lado da largas zancadas, con un caminar tímido y garbado, hasta alcanzar la puerta de madera y ojear la mirilla. Luego de cerciorarse de la identidad del intruso, le permite ingresar para que deposite el delivery entre sus brazos, marchándose luego de recibir su pago.
Sobre la mesa del comedor se halla mi bolso, el cual rebusco hasta toparme con la billetera y separar varios billetes para pagar una porción del importe de la cena.
“Dividamos los costos de la comida entre los dos, ¿te parece?”- debato, tendiéndole el dinero para así compensar la mitad de su perdida.
“Pero no, nena, ¡guarda eso! Te invito yo”- rechaza tajante al ignorar mi ofrenda, con juguetona indignación en sus facciones.
Más allá de mi recurrente insistencia, rechaza contundentemente todos mis intentos de devolverle la plata, escudándose en excusas absurdas. Una cálida sensación se apodera de mí ante su caballeroso gesto, traduciéndose en atontados vistazos en su dirección, mientras sigo cada uno de sus movimientos al sacar el par de copas de una alacena.
“Pedí pizza de ese bar que te gusta”- comienza a explicar, aun movilizándose para descorchar el vino- “la de pepperoni sigue siendo tu favorita, ¿verdad?”
Un solo paso, no fue demasiado, pero dijo suficiente.
Silencio. Silencio desgarrador y sepulcral a mi alrededor, petrificando el aire a su paso.
“¿Te acordaste?”- asevero con un hilo de voz, aunque suena más a una pregunta, reflejando mi propia inseguridad.
Mis extremidades tramitan un cosquilleo colectivo, despertándome de la anestesia que se había apoderado de mí.
“Si, obvio”- le resta importancia, sirviendo la bebida y entregándome mi copa.
Y yo entiendo lo tonto que debe sonar, pero, por un momento, me permito sentirme importante e incluso un tanto sustancial en su existencia. “Me escuchó” medito, atónita por la revelación, revolucionando todas mis ternuras dirigidas hacia él.
Mis ojos se obsesionan con su él, simplemente él y su aura dorada coronándolo como si de un halo se tratara. ¿Cómo logré tener tanta suerte?
“No me mires así, nena”- pide al devolver mi mirada, su entrecejo fruncido en concentración- “Vas a hacerme creer que los chicos tenían razón…”
Mi mueca se tiñe de confusión, no sabiendo con exactitud si se refiere a lo que yo supongo. Intento decodificar sus palabras, pero, tal vez por el prospecto de ver mi entusiasmo destrozado, me limito a repreguntar.
“¿De qué hablas, Kuku?”- atrapo mi labio inferior entre mis dientes para así detener los temblores que lo acosan.
“Ya sabes…”- se encoge de hombros, pero, al ver mi perplejidad se resigna a continuar- “Fran y Juani siempre nos cargaban con que… em, con que debíamos salir.”
Siento un hondazo envestirme de lleno y un deseo irremediable de que el mismo continúe hasta hacerme perder la conciencia.
“Ah, eso”- murmuro en voz baja, de repente completamente drenada de seguridad. Trato de difuminar mis conflictuadas preocupaciones con una risotada punzante, delatando la rigidez de mis hombros estáticos y la incomodidad en mi gesto.
¡Qué estúpida! ¿Cómo me permití alguna vez pensar que el podría sentir lo mismo que yo? Deseo tirarme al suelo y revolcarme en el bochorno que me arrima, lo suficiente para olvidarlo a él con sus grandes ojos fijos y perder la cordura a manos de la vergüenza.
“Era un chiste nada más, no deseaba hacerte sentir mal”- aclara cálidamente, rodeando la mesa hasta rozar nuestros hombros.
Es absurda la cantidad irremediables de terminaciones nerviosas que logra incendiar con solo oprimir su marco con el mío. ¡Debo frenar esta locura antes de que se me vaya de las manos!
“Claro…”- suspiro, forzando una sonrisa al tomar asiento en la silla que abuso bajo mis pálidos nudillos.
Tomando la copa entre mis palmas, la balanceo hasta verter el liquido más allá de mis labios, rezando para que el espirituoso proveniente de uva disipe su comentario furtivo.
El mayor, aún parado a mi lado, hinca sus rodillas para arrodillarse y así quedar a la altura de mis ojos.
“Ángel, lo siento si te ofendí. No era mi intención”- se disculpa, escurriendo sus dígitos entre mi cabello para plegarme un mechón tras mi oreja.
“Ya sé, Kuku… y lo prometo, ¡estoy bien!”- miento descaradamente en su cara, con las comisuras adheridas a mis tensas mejillas.
Por unos prolongados segundos- que se sienten como una eternidad- nos miramos firmemente, tratando de descifrar los pensamientos cabalgando en la cabeza opuesta. Con un afectado suspiro, se levanta del suelo para luego posicionarse en la silla contigua a la mía.
Una vez asentado en su sitio, levanta el rostro para enfrentarme y toma mis temblorosas manos entre las suyas. Inmediatamente noto su calor corporal, las asperezas desperdigadas por sus palmas, sus anillos colisionando con los míos.
“Ahora entiendo cómo mi comentario pudo haber sonado y te pido perdón por ello”- alega mientras me observa, pausando en cada pequeño lunar e imperfección.
Inhibida y un tanto cohibida ante su escrutinio, desvío mis ojos hacia un costado y muerdo mi labio inferior, aprisionándolo entre mis paletas.
“No quería hacerte mal…”- confiesa, con sus orbes ahora clavados en mis labios mordisqueándose- “Sos mi mejor amiga.”
una mueca extraña en su rostro. Pausa, luego dice “sos mi mejor amiga.” Y yo supe a que se refería, está enamorado.
Una fuerza gravitacional me empuja aún más cerca suyo; envalentonada gracias a su fijación por mi boca, empiezo a disparar la ajena sin dudarlo. Deslizo una mano por su cachete, acariciando la incipiente barba creciendo allí mientras le robo un breve pico.
Al separarme, escaneo al hombre que acabo de besar, desesperada por hallar una reacción. La confusión tiñe su cara, tiene la mandíbula presionada con fuerza y un furioso sonrojo trepando hasta su nariz. Sin perder un solo minuto más. Vuelve a unir nuestras figuras en un beso, uno real esta vez.
Sus labios en contacto con los míos consienten un hambre que venía cultivando hace meses, acelerando mi deseo de conseguir más. Mi corazón late con una velocidad alarmante, saltando implacablemente contra mi caja torácica, y agravando los temblores en todo mi cuerpo.
Una danza desenfrenada se desenlaza, dando rápido paso a una intrépida batalla por apropiarse de la ventaja que implica dominarnos mutuamente. Una de sus manos se enreda en mi melena, tirándola hacia atrás mientras su lengua se apresura en inmiscuirse en mi cavidad bucal, cepillando la propia y paseándose por toda su extensión.
El aire comienza a escasear y el ardor en nuestros pulmones nos fuerzan a dividirnos, aprovecho el breve impase para deslizar mis extremidades por sus piernas y así, sentarme a horcajadas sobre su regazo.
“¿Sabes hace cuánto deseo hacer esto?”- cuestiona, entrelazando sus dígitos por mis curvas y asentándome sobre la junción de su torso y piernas.
Bajo mío, noto un bulto que comienza a alzarse, punzando mi centro deliciosamente. Sin siquiera razonarlo, muelo mis caderas contra él, percibiendo un curso de placer recorrerme entera ante la fricción contra sus pantalones.
En un arrojo de valentía, me deshago de la blusa que flamea en mis costados, arrojándola lejos nuestro. Como si de un arreglo tácito se tratara, el argentino adjunta sus labios con mi pecho y comienza a succionar mi piel con fiereza, yo me limito a atraerlo contra mí mediante su cabellera.
“Tantas veces fantasee con esto…”- admito, sin poder evitarlo, mientras él libera mi busto del corpiño.
Levito hacia su remera, forcejeando con ella hasta deshacerla hacia las baldosas y revelar su tórax al descubierto. Recubierto de pecas difuminándose en su blancura, dudo alguna vez haber visto una imagen más hermosa.
Sosteniéndose de mis muslos, se irgue y tropieza hasta toparse con el sillón, descargándome sobre el terciopelo con una impredecible agilidad. Allí, acostada en medio de su sala de estar, centro mi atención a sus dedos desenlazando mi falda con ternura, para luego despojarme por completo de mis confinamientos.
Imitando sus movimientos, aviento mis brazos hacia su entrepierna para desabrocharlo y librarlo de sus prendas. Aceleradamente, lo desvisto hasta que nuestras desnudeces son lo único que prevalece.
“Sos hermosa”- me halaga, recorriendo cada centímetro de mi piel con delicadeza, intentando memorizarlo para siempre.
Respondo con mi agarre volando hasta su palpitante erección y acariciándola juguetonamente, con constancia hasta donde me lo permite.
“Necesito sentirte adentro mío, Kuku…”- pido, sin sentir un ápice de vergüenza ante mi explicitación.
Un gruñido escapa su garganta ante mi directiva, deshaciéndose de mi toque para posicionar su polla entre los pliegues de mi coño y comenzar a adentrarse. Sollozos son lanzados en su dirección, animándolo a ir más allá, a continuar.
“Dios, estás tan apretada”- pronuncia cuando la cabeza de su pene logra tocar mi fondo, disfrutando los espasmos que mi canal le proporcionan.
En un frenesí ocasionado por la sensibilidad que su miembro me genera, embisto mis caderas para acercar nuestros centros aún más y luego retirarme, provocando un extasiante vaivén. Los gemidos retumban en el silencio del salón, con la danza que nuestros sexos lideran al fusionarse.
“Estoy enamorado de vos, ángel, desde la primera vez que te vi”- dice al observarme con atención, aun penetrándome hacia la culminación.
Sorprendida por lo inaudito de la situación, una lagrima se cuela por mis ojos y rueda en su sendero por mi mejilla ante su confesión, una que aguardo hace meses.
Esteban la recoge, interrumpiendo su trayecto hacia mi cuello para besarme nuevamente, con renovada emoción.
Y ahora comprendes por qué perdieron la cabeza y pelearon sus batallas, y por qué yo he pasado toda mi vida tratando de ponerlo en palabras.
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deepinsideyourbeing · 2 months
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Standing in the light of your halo - Esteban Kukuriczka
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+18! Dom!Esteban, spanking, breve nipple play, sexo oral, alusión a bondage y/o shibari, fingering, sexo sin protección, face slapping, spitting, begging, creampie, aftercare, edades no especificadas. Uso de español rioplatense.
Esteban te sostiene firmemente sobre su regazo, el bulto entre sus piernas roza tus costillas y la palma de su mano impacta con fuerza sobre tu piel ardiente una y otra vez, sin darte respiro. Tu voz es apenas un murmullo al contar y agradecerle por cada nalgada.
-¿Color?- pregunta, dirigiendo sus dedos a tus pliegues mojados y moviéndolos de arriba abajo. Te resulta difícil concentrarte y la siguiente vez que habla, acentúa sus palabras tirando más fuerte de los mechones entre sus dedos-. Contestá cuando te pregunto algo.
Tomás aire.
-Verde.
Siembra un par de besos en tu espalda luego de un último roce a tu centro y masajea tu cuero cabelludo por unos instantes antes de obligarte a reincorporarte para sentarte entre sus piernas, sus manos se deslizan desde tus caderas hasta tus pechos desnudos salpicados con las marcas de sus dientes. Besa tu mejilla, tu cuello, desciende hasta tus hombros y deshace el camino que trazaron sus labios hasta llegar a tu boca, pero no te besa.
-¿Querés que te coja?- asentís-. ¿Sí…?
-Sí, por favor.
Sus dientes capturan tu labio inferior mientras una de sus manos te aprisiona contra su pecho y la otra juega con tus pezones. Sus dedos no muestran piedad alguna y emite un sonido de falsa simpatía cuando te quejás a causa del dolor, sonido que sería convincente de no ser porque sentís la forma en que su miembro caliente palpita contra tu espalda baja y humedece tu piel.
En un rápido movimiento te deja de rodillas entre sus piernas y tus manos se ubican de manera instintiva sobre tus muslos para que pueda verlas con claridad. Acaricia tu rostro con suavidad y perseguís el calor y confort de su mano mientras mantenés contacto visual con él, los destellos verdes en sus ojos fundiéndose con el color ámbar ahora que sus pupilas están dilatadas.
Te perdés contando las pecas que salpican la piel de sus mejillas y el puente de su nariz, observando cómo los mechones rubios caen sobre su frente y sus cejas, la particular forma en que sus labios se fruncen y delatan así el deseo y la necesidad que siente por vos. Recostás tu cabeza contra su pierna y la sombra de una sonrisa amenaza con romper su semblante serio.
-¿Puedo…?- tu mirada alterna entre sus ojos y su miembro, erecto y goteando.
Cuando asiente dejás escapar una respiración temblorosa, deseosa de tenerlo en tu boca, y sin perder tiempo cerrás tu mano alrededor de él. Lo masturbás con lentitud y un agarre firme, hipnotizada por la aparición de gota tras gota de líquido preseminal, por los suspiros y por sus palabras de aliento que te incitan a continuar. Tu pulgar juega con su punta brillante y roja, provocando que su excitación impregne su miembro y también tus dedos.
Comenzás besando sus muslos, dando alguna que otra mordida inofensiva para luego plantar besos sobre su miembro y delinear con tu lengua la vena que lo recorre. No pasa mucho tiempo antes de sentir su mano sobre la parte posterior de tu cabeza, una silenciosa indicación o una orden que obedecés inmediatamente: cuando tu lengua se desliza sobre su punta y su sabor invade tus sentidos tus labios se cierran sobre esta para comenzar a succionar con fuerza.
Esteban no te la hace fácil, por supuesto que no. Su mano ejerce presión para que tomes más de su miembro en tu boca y no se detiene al sentir la forma en que tu garganta se contrae –una sensación que lo vuelve loco-, sabe que de necesitar parar vas a tocar su muslo dos veces. Acaricia tu mejilla y limpia las lágrimas que desbordan tus ojos antes de liberarte, observa fascinado la forma en que su miembro y tus labios permanecen conectados por un hilo de saliva.
Toma tus manos entre las suyas y masajea tus muñecas antes de llevárselas a los labios para besar con delicadeza las marcas en ellas, el recuerdo que las cuerdas de yute dejaron en tu piel. Cubre de besos el dorso de ambas manos y las yemas de tus dedos, cerrando sus ojos y suspirando cuando su lengua prueba el rastro que dej�� en vos.
Te ayuda a ponerte de pie y te recuesta en la cama deshecha, el movimiento realzando el aroma de sus respectivos perfumes en las sábanas. Sus ojos recorren tu cuerpo de manera intensa antes de recostarse a tu lado y separar tus piernas con un simple toque de su mano, sus largos dedos instalándose entre tus muslos para acariciar superficialmente la piel alrededor de tu entrada.
-Mirá cómo te mojaste- acerca su mano a tu rostro para que puedas apreciar la forma en que sus dedos brillan bajo la tenue luz de la lámpara-. Abrí.
Tus labios se separan e introduce dos dedos en tu boca, el sabor de tu esencia esparciéndose sobre tu lengua rápidamente. Esteban clava sus ojos en los tuyos y observa la forma en que batallás para sostenerle la mirada cuando comienza a golpear tu garganta con sus dígitos: una de tus manos cerrándose sobre su muñeca a modo de advertencia, o tal vez súplica, basta para que los retire. Te recompensa besando tu mejilla y presionando sus dedos contra tu entrada.
-Por favor- humedecés tus labios-. Necesito…
-¿Qué necesitás?
-A vos.
Una sonrisa de satisfacción tira de sus labios y sus dedos se hunden en la calidez de tu interior con movimientos lentos, medidos y expertos. Centra su atención en tus puntos más sensibles, una acción reflejo del conocimiento que posee sobre tu cuerpo, y minutos más tarde su pulgar masajea tu clítoris siguiendo el mismo ritmo.
Tus gemidos cada vez más altos acompañan los sonidos obscenos que reverberan en las paredes desnudas de la habitación y las muecas que atraviesan tu rostro, junto con la contracción de tus paredes alrededor de sus dedos, le permiten saber que tu orgasmo se acerca. Normalmente te haría esperar, pero decide darte el capricho sólo por esta vez y cuando intentás advertirle asiente de manera comprensiva para hacerte saber que tenés su permiso.
Silencia tus gemidos besándote en el momento justo y disfruta el hecho de que te cueste corresponder el beso, tus piernas se cierran con fuerza ante el placer abrumador y no sos consciente de que tus uñas se entierran sobre la piel sensible de uno de sus hombros… Pero no le importa, Esteban adora que todo el mundo sepa que te pertenece tanto como vos a él.
Retira sus dedos y utiliza tus fluidos para lubricar su miembro, pero se detiene al posicionarse entre tus piernas para apartar los mechones de cabello que caen sobre tu rostro y asegurarse de que te encontrás en las condiciones adecuadas para continuar. Desliza su punta entre tus pliegues y el calor de esta te roba un suspiro que se transforma en un gemido cuando por fin te penetra.
Para distraerte del ardor inicial provocado por la intrusión, Esteban acaricia tu cadera y dibuja círculos sobre tu clítoris sensible. Observa la forma en que su miembro se desliza entre tus pliegues, tu entrada apretada cediendo lo suficiente para que él logre hundirse profundamente en vos, y aparta la mirada de vez en cuando para observar en tu rostro las expresiones que ya conoce. Están grabadas a fuego en su memoria pero no puede evitarlo, adora verte.
Te perdés en el placer y la sensación de sus caricias, de tu boca sólo surgen palabras sin sentido pero Esteban comprende que es la forma en que rogás por más. Descansa su peso sobre una de sus manos y la otra toma tu mejilla antes de comenzar a mover sus caderas con fuerza, abusando de tu punto dulce como sólo él es capaz de hacerlo.
El pulgar rozando tu mejilla se desliza entre tus labios y su mirada vuelve a perderse entre tus piernas, la imagen desplegándose frente a sus ojos es casi suficiente para hipnotizarlo y tus gemidos son su melodía favorita, siempre acompañada por el ostinato que producen sus pieles en contacto.
-¿De quién es esta conchita?- remarca sus palabras con una fuerte embestida-. Decime, dale.
El dedo en tu boca te impide hablar casi tanto o más que el placer que nubla tu mente y Esteban es consciente de ambas cosas, pero no significa que deje de esperar una respuesta de tu parte. Retira el dígito de manera brusca y la palma de su mano impacta con fuerza sobre tu mejilla, el escozor devolviéndote a la realidad demasiado tarde.
En un segundo te posiciona dejándote sobre tu estómago y se sienta sobre tus muslos, desliza sus uñas sobre las aun notorias marcas que sus manos dejaron en tu piel hasta hacerte llorar y luego masajea la zona afectada. La punta de su miembro roza tu entrada por una fracción de segundo antes de que te penetre con fuerza y deje caer su pecho sobre tu espalda, su peso corporal haciéndote sentir protegida al igual que sus labios besando tu cabello.
Con las fuerzas restantes en tu cuerpo te reincorporás lo suficiente para voltear a verlo, intentás pedir que te bese pero lo único que escapa de tus labios entreabiertos son gemidos y sonidos de desesperación. Acerca su rostro al tuyo y escupe sobre tu lengua, observando con atención la forma en que las emociones tiñen levemente tus mejillas antes de tragar su saliva.
La sensación de su miembro golpeando el punto más profundo en tu interior te lleva al borde de otro orgasmo, ocultás tu rostro contra la almohada y tu mano se cierra sobre su muñeca.
-Por favor, por favor- rogás, tus palabras apenas audibles-. ¿Puedo?
-Sí, bebé- besa tu sien con delicadeza, una acción que contrasta con la agresividad de sus estocadas y los sonidos húmedos que estas provocan.
Intentás ahogar un grito mordiéndote el labio, pero es completamente inútil una vez que alcanzás el orgasmo y el placer se extiende por todo tu cuerpo. Una de tus manos se cierra con fuerza, haciendo un puño con las sábanas, mientras las uñas de la otra marcan nuevamente la piel de Esteban y aprisionás la almohada entre tus dientes.
Unos segundos más tarde, cuando la sensibilidad  post orgasmo amenaza con convertirse en tortura, sentís la forma en que Esteban llena tu interior y sus movimientos se detienen. Susurra palabras dulces en tu oído, entre ellas apodos como princesa y bebé, y riega besos en cada sitio que sus labios encuentran en su camino hasta tu boca.
-¿Estás bien?
Te aclarás la garganta.
-Perfecta- le dedicás una sonrisa.
Su miembro abandona lentamente tu interior y observa la forma en que su semen escapa de tu entrada -que se contrae ante la pérdida de él-, cayendo sobre tus pliegues y manchando las sábanas. Utiliza un dedo para recoger los restos de ambos y los empuja nuevamente hacia tu interior haciendo caso omiso de tus protestas.
-¿Qué te parece si nos damos una ducha y comemos algo?- propone mientras te ayuda a sentarte. Es una pregunta retórica, no tenés otra opción; Esteban es sumamente cuidadoso y jamás permitiría que experimentes los efectos de un descuido o la falta de atención luego de una sesión. Además, ¿por qué te negarías a ser consentida por él?
Te acompaña al baño y ambos esperan a que la temperatura del agua sea la ideal para entrar en la ducha, ignorando el vapor que empaña por completo los azulejos y el espejo. Lava tu cabello con cuidado y hacés lo mismo con el suyo, masajea gentilmente tus hombros y los músculos de tu espalda, y cuando salen observa con atención cómo realizás tu rutina de skincare.
Se acerca y rodea tu cintura con sus brazos, la punta de su nariz rozando tu cuello mientras mira tus ojos en el reflejo del espejo. Te sonríe, agotado y somnoliento, y sabés que tu lugar en el mundo siempre será entre sus brazos.
taglist:
@madame-fear @creative-heart @recaltiente @llorented @chiquititamia
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caostalgia · 1 year
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Detestas los silencios. Evitas la incomodidad de su invasión tal vez, para que a tus pensamientos recurrentes no les dé por clavarse en medio de las cejas.
Antes de que tu voz aparezca, me deleito con tu ceño fruncido, rígido e indomable. Tan perfecto y estético, parece que estás casi a punto de atrapar lo que se empeña en no ser aprisionado. Justo ahí, te contemplo con detenimiento y en esos instantes eres tan mío que puedo darme el lujo de calcular si la distancia me dará oportunidad de alcanzar tus labios con el roce de los míos. Sin parpadear, me permito soñar tantito con la textura, la tibieza y el sabor de los pliegues de tu boca rojiza.
Me fascina que mi adoración por ti pase desapercibida; que mis ojos puedan descansar un rato y abrirse a plenitud para verte: Eres precioso.
Y de repente irrumpe tu voz preguntándome qué estoy pensando... Yo solo parpadeo, forzando a mis pupilas en hacerse pequeñas y soltar la idea del amor secreto que me inspiras en el pecho.
-Cinthyacabalga
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beaute-agonizante · 6 months
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Pliegues
#me
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killmcpills · 1 year
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claramente había juzgado más a raquel porque definitivamente en aquella misión habían querido matarlas a todas y todavía no sabía si leo y anya serían capaces de revertir la hipotermia de carol y hacer que latiese de nuevo su corazón. ¿cómo les había traicionado de esa forma? mientras ella, maëlys y yelena peleaban, el soldado de invierno, que estaba casi segura de que se trataba del hermano de leo, antes de ser capaz de llevarse a la ucraniana, le golpeó con un cuchillo de acero en su único punto débil. la hoja debía de estar bañada en algún químico que le impedía regenerarse rápido y de no ser porque tanto ruth como leo, tonya y anya les obligaban a llevar torniquetes profesionales en los cinturones, probablemente se habría desangrado. prácticamente llevaba el brazo colgando del pliegue del codo y es que esa era la zona donde tanto se inyectó en el pasado que la fuerte corrosión que creaba la heroína le había quedado como su talón de aquiles. ruth se encargó de curarla mientras ella estaba sentada, intentando calmar a maëlys. “ruliña, estoy bien. tranquila, estoy bien, no me va a pasar nada.” y es que sabía que en cuanto le suturasen, se recuperaría con facilidad. annora, fynn y raquel, que estaban mirándoles preocupados -o al menos los dos primeros- se quedaron sin palabras cuando raquel se atrevió a soltar por lo bajo. “si tarde o temprano iba a perder ese brazo la pedazo yonki.” // @qvimcra​
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sinfonia-relativa · 2 months
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Cuando ya no me quieras
Cuando ya no me quieras
Cuando ya no me quieras, no pronuncies nada.
Deja que el silencio hable por ti,
un silencio elocuente que grite a los cielos
la verdad de un amor que se ha ido.
No mires a mis ojos, porque en ellos encontrarás la desolación,
el reflejo de un amor marchitado,
un espejo que devuelve la sombra del vacío.
No me toques, porque tu piel ya no sentirá el calor de mi alma.
Serán tus manos dos extraños sobre mí,
un frío contacto que hiela la piel.
No me pidas que me quede,
porque mis alas ya no me pertenecen.
Se han quebrado con la pena del adiós, y
solo me queda un cuerpo sin vuelo.
Seré el eco en el silencio,
la sombra que se funde en el oscuro sendero.
Entre los pliegues del tiempo,
perdido en el recuerdo,
hallarás mi presencia, como un susurro quedo.
Las estrellas testigos de nuestro amor yacen,
en el firmamento guardan la historia que nace.
Pero en el jardín marchito de los sueños,
se desvanece el aroma,
los besos son dueños.
Las flores en el lecho del olvido se marchitan,
entre pétalos caídos,
nuestros amores gritan.
Las páginas del tiempo escriben con crueldad,
el fin de nuestra historia,
la triste realidad.
Cuando ya no me quieras, déjame ir.
Suelta las amarras que me atan a tu puerto,
y deja que navegue hacia otros sueños,
en busca de un nuevo sol que ilumine mi camino.
No me retengas, porque soy un ser libre,
un ave que necesita volar para encontrar su cielo.
No me llores,
porque las lágrimas no traen de vuelta lo que se ha ido para siempre.
Recuerda los momentos felices,
las flores que brotaron en la primavera de nuestro amor,
y guarda en tu corazón la mejor parte de mí,
un pedacito de la alegría que compartimos.
Aun así, en la penumbra de la noche sin aurora,
mis versos clamarán tu nombre, sin temor a la hora.
Pues aunque ya no me quieras, en cada verso mío,
hallarás el eco eterno de un amorío.
En el rincón del alma, donde el amor persiste,
seré la luz que guía, aunque el destino insista.
Porque aunque ya no me quieras, en el fondo de mi ser,
tú serás el susurro que me haga renacer.
Adiós, mi amor. Que seas feliz.
Y que en tu horizonte se dibujen nuevos amaneceres,
llenos de luz y de esperanza,
porque la vida continúa,
y el amor siempre encuentra su camino.
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