Qué ganas tengo de mirarte a los ojos y decirte que me encantas; ganas de sentir tu piel, de abrazarte,ar tus miedos, de besar tu alma, ganas de que vengas y te vengas, de que duermas en mi boca, de que bailes en mi cama, porque contigo dan ganas, de todo, sin ti, nada.
Algo que he aprendido a la hora de escribir una novela es que es asombrosa la manera en que las casualidades y los detalles más mínimos de nuestra vida parecen tener un sentido más profundo del que suponemos. Y eso me parece bello: que lo que escribimos sea lo que vivimos y suene tan asombroso que parezca que lo inventamos.
Idílica es la tarde en la que puedo leerte como a un libro en el balcón que olvidó la prisa, que disuelve el ayer y el mañana, sin afán alguno, y respira a la ciudad que susurra sus sueños desde el monte.
Contemplo la serenidad de la noche, acompañado de la mujer que amo, todo es bello como el brillo de la luna reflejado en sus ojos, cuáles felices lo demuestran acompañados con una hermosa sonrisa, blanca como la neblina de la fría noche.
Conectándome a esta realidad que, aunque dolorosa, me anima a seguir caminando entre las sombras, con la esperanza de que un día un rayito de sol, me roce la piel.
Quizás el amor es cuando limpio la habitación aunque estoy realmente cansado y sin ganas, porque ver las cosas en orden hace que sienta que tengo un poquito de control y eso me hace sentir mejor.
Capaz amor es cuando me trato con respeto, cuando tolero los tropiezos, como si estuviera ayudando a un amigo ebrio pa' que llegue bien a destino.
Tal vez amor sea cuando en vez de tomar el ascensor, subo las escaleras aunque me duelan las rodillas, porque recordé súbitamente que eso hace bien al corazón.
Puede que el amor sea cuando me doy un gusto pese a que esté endeudado, porque logro comprender que la plata va y viene y que en un tiempo me recuperaré.
Y probablemente, amor sea empezar a presentarme tal cual soy. A dejarme querer, aunque haya fantasmas que aún me quitan el sueño. A desprenderme del aislamiento y construir puentes en vez de muros.
Después de todo este tiempo, puede ser que el amor de mi vida sea yo.
A veces prefiero tener los ojos cerrados que abiertos porque entonces veo lo que quiero ver y no lo que veo, porque viendo lo que veo, no me deja ver lo que realmente hay que ver, y viendo lo ha que ver ,más veces cierro los ojos, para ver lo que realmente quiero ver, que lo más seguro es que no vea lo mismo que ves tú, pero bueno el caso es que podamos ver lo que queremos, o en todo caso, no ver lo que no deseamos pero ya me he liado y no sé ni lo que estoy viendo. Digo, diciendo.
Dante Miller y Lena Jones son las dos caras de una misma moneda. El es dueño de su vida y de su destino. Ella vive en una jaula de oro de la que no encuentra forma de salir. El destino los unirá de maneras que no pueden llegar a imaginar. Ella será su paz. Él será su caos. ¿Quieres leer más de mi historia? ¡pulsa en el enlace!
Considero que existen milagros discretos a diario como un joven ayudando a un anciano a cruzar la calle, una chica linda que le da su número a un perdedor porque ve en él algo de sinceridad o un desconocido que te regala un libro.