Tumgik
#mano de hierro
k-wame · 1 month
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Jaime Lorente as Néstor & Joel Bosqued as Álex 📺MANO DE HIERRO (IRON REIGN) · S1·EP5 · Crime/Thriller
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zanephillips · 1 month
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Jaime Lorente and Joel Bosqued Iron Reign 1.03 "Throne of Blood"
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gayagenda20 · 1 month
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Tv show
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• Alex and Néstor
📸: Mano de Hierro S01(NETFLIX)
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rinconliterario · 1 month
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Nos iremos, me iré con los que aman, dejaré mis jardines y mi perro aunque parezca dura como el hierro cuando los vientos vagabundos braman. Nos iremos, tu voz, tu amor me llaman: dejaré el son plateado del cencerro aunque llegue a las luces del desierto por ti, porque tus frases me reclaman. Buscaré el mar por ti, por tus hechizos, me echaré bajo el ala de la vela, después que el barro zarpe cuando vuela la sombra del adiós. Como en los fríos lloraré la cabeza entre tu mano lo que me diste y me negaste en vano. Silvina Ocampo.
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pikynosabedibujar · 1 month
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❤️Fanfic de Vergil x madre de Nero. 💙
Holaa!! 😈
Como les comenté empecé a escribir un fanfic sobre Devil May Cry, especialmente sobre Vergil y la madre de Nero que, en mi caso la bauticé como “Aurelia” porque… bueno, me pareció un nombre bonito.
En el fanfic, voy a narrar sucesos que transcurre antes DMC 3, y obviamente se situará en la Isla Fortuna. También, he introducido la mayoría de los elementos, lugares y personajes de la cuarta entrega, sólo que modifique para favorecer a la historia con agregación de personajes propios y hablar sobre un tema que, en la saga no la trató tanto, la magia y los ángeles (aún lo estoy pensando ☝️🤓, ¿qué dicen ustedes?)
Cabe destacar que, si encuentran errores de ortografía, gramática o en narración, etc. Me disculpo, es la primera vez que escribo un fanfic. 😓
Ahora sí, espero que ustedes lo disfruten✨️, se entretengan y bueno, espero que no se aburran.
⚠️Importante⚠️: todos los derechos de la franquicia de Devil May Cry, le pertenecen a CAPCOM.
💖Agradecimientos💖.
@KalinaAnn por hacer videítos de Devil May Cry. Consumí una banda de videos y me sirvieron una bocha para escribir este fanfic. Espero que un día lo leas.
‼️Sinopsis.‼️
En Ciudad Fortuna llegan nuevos residentes, la familia Everhart. El padre, un empresario y miembro de Orden de Sparda. Una organización religiosa, devota a la figura mítica de Sparda, y dedicada a proteger la ciudad de los demonios manteniendo la paz...
Aurelia, hija mayor, es una joven y con grandes expectativas de su nuevo hogar, pero es desilusionada tras conocer el plan de su padre, quien la comprometió en un matrimonio sin su consentimiento. Al sentirse utilizada y busca consuelo en soledad, desgraciadamente, se ve envuelta en un encuentro de demonios. Y para su sorpresa, es recatada por un ser misterioso cuyas intensiones y origen son un enigma.
¿Qué deparara en el futuro de Aurelia? ¿Quién es este enigmático? ¿Qué oculta la Orden junto con su padre?
Capitulo 1 ⤵️
Capítulo 1: La Ciudad de Fortuna
En una isla aislada llamada La Ciudad de Fortuna, los contrastes eran evidentes. Era una ciudad próspera y vibrante, con una rica historia y cultura, pero también un lugar peligroso donde los demonios y el mal acechaban constantemente.
En este entorno, la familia Everhart se instalaba en su nueva casa. Albert, el padre, era un invitado importante de la Orden de Sparda. Esta orden religiosa estaba dedicada a proteger la ciudad de los demonios y rendía culto a Sparda, un antiguo emperador demonio que una vez gobernó esas tierras con mano de hierro.
Los caballeros de la Orden de Sparda eran fieles seguidores de esta figura legendaria, comprometidos a mantener la paz y la seguridad en la ciudad, enfrentándose valientemente a las fuerzas del mal que amenazaban su hogar.
Aurelia Everhart, en plena juventud a sus dieciocho años, se sentía emocionada y nerviosa por comenzar su nueva vida en la Ciudad de Fortuna. A diferencia de su hermana menor, Alice, quien mostraba una actitud más tranquila y despreocupada.
Desde que dejaron atrás su hogar en el otro lado de la isla, Aurelia había sentido la presión de cumplir con las expectativas de su familia. A pesar de su juventud, ya estaba preparada para enfrentar nuevas experiencias y desafíos, aunque a veces se sentía abrumada por la responsabilidad que pesaba sobre sus hombros.
Mientras se encontraban en la sala de estar de su nueva casa, Aurelia estaba absorta en la lectura de un libro, sumergida en sus pensamientos sobre el futuro que le aguardaba en esta nueva ciudad. Mientras tanto, Alice permanecía sentada junto a la ventana, observando perdidamente su nuevo jardín.
“¿Qué te sucede, Alice?” preguntó Aurelia, rompiendo el silencio que envolvía la sala. Sin embargo, la menor no respondió de inmediato, simplemente permaneció en silencio.
“Bueno… yo estoy un poco ansiosa. No sabemos qué planes tiene papá para nosotras”, continuó Aurelia, dejando a un lado su libro y dirigiendo su mirada hacia su hermana menor, quien se levantó con la ayuda de un bastón.
“Deja de preocuparte. Quién sabe lo que papá hace”, respondió Alice antes de salir de la sala.
Aurelia observó a su hermana alejarse, notando cómo se había vuelto más distante desde que enfermó. No sabía exactamente qué le sucedía a Alice, pero podía sentir su sufrimiento. Aunque intentaba mantener la calma, seguía sintiendo una leve intranquilidad debido al misterio que rodeaba a su padre. No siempre estaba segura de cuáles eran sus motivaciones.
En ese momento, el fiel sirviente de la familia, Gavin, llamó la atención de la joven.
"Buenos días, señorita Aurelia", saludó Gavin con respeto. "Debo informarle que el señor Everhart ha ordenado que se reúnan para asistir a una misa en la catedral." El hombre levantó un paquete rojo con un listón dorado.
"Bien. ¿Y esto es...?" preguntó Aurelia mientras tomaba el paquete y lo abría. Para su sorpresa, encontró un vestido rojo con una capucha blanca y el emblema de la Orden de Sparda.
"El señor Everhart dijo que deben vestirse de manera apropiada para la misa de hoy. El chofer vendrá en una hora", explicó Gavin antes de inclinarse y retirarse.
Aurelia observó el vestido con asombro. Era hermoso, pero también un poco intimidante. No estaba acostumbrada a ese tipo de ropa.
La joven se puso el vestido en su habitación; era un poco ajustado, pero le quedaba bien. También arregló su cabello oscuro en un rodete adornado con trenzas que rodeaban su cabeza como una vincha. Al mirarse en el espejo, sonrió satisfecha. Luego salió en busca de su hermana en su habitación.
"¿Qué haces con eso?" preguntó Alice.
"¿Qué haces tú tirada en la cama? ¿Acaso no escuchaste a papá?" respondió sorprendida la hermana mayor.
"Ah, en realidad no quiero ir", dijo Alice volviendo a fijar su mirada en el techo. "Y también me duele todo el cuerpo", agregó, claramente como una excusa.
A lo lejos se escuchó la bocina de un auto, señal de que era hora de partir. Aurelia suspiró profundamente.
“Bien, de todos modos, si te sientes muy mal, llama al doctor”, dijo, resignada. Ya no quería molestarla más. Viendo que Alice no estaba dispuesta a hablar, decidió alejarse por el momento.
Durante el camino, Aurelia observaba a través del cristal del coche los campos repletos de tomates con un rojo intenso. Mientras tanto, su sirviente comenzó a decirle que no debería estar nerviosa, ya que su padre estaría allí para acompañarla.
El sirviente continuó diciendo: “Además, debo recordarte que, dentro de unos días, debes asistir a unas clases para formar parte de la Orden, ya que la abandonaste desde que dejaste esta isla.”
“Parece que papá planea quedarse aquí por más tiempo. ¿Tienes alguna idea, Gavin?” cuestionó la joven.
“Me temo que no, señorita Aurelia,” respondió el sirviente.
Al final del trayecto, llegaron al centro de la Ciudad de Fortuna y luego se dirigieron hacia la catedral.
Allí, vio a su padre rodeado de caballeros de la orden. Antes de reunirse con él, echó un vistazo alrededor. La fachada de la catedral era una impresionante obra de arquitectura renacentista, con ladrillos grandes y oscuros, y picos altos que se alzaban hacia el cielo. Esta vista llenaba a la joven de cierta presión, pero a la vez, despertaba su curiosidad por la misa, aunque no fuera creyente.
Gavin se acercó a su padre para informarle de la llegada de la chica, pero este la miró de reojo, ignorándola por completo, antes de entrar al castillo acompañado de los Caballeros. Aurelia no comprendió esa reacción y se sintió desilusionada.
“Señorita Aurelia, ya puede entrar. La misa está por comenzar”, dijo el sirviente, y la chica asintió con la cabeza y siguió adelante.
Una vez dentro, la chica notó en el centro la enorme estatua esculpida en mármol que, al parecer, representaba al salvador, Sparda, dejando en claro que siempre sería una figura de admiración. No lograba verlo del todo debido a que aún estaba en proceso de construcción, cubierto con telas y maderas.
Ella tomó asiento en la parte trasera y observó a su padre sentado al frente junto con otros sacerdotes de túnicas blancas que estaban cuestionados por espadachines de uniformes claros. Minutos después, comenzó la misa.
Primero, una joven de la orden, vestida de blanco, se acercó al escenario y comenzó a cantar de manera hermosa. Luego, apareció el Vicario, el líder de la orden, quien pronunció palabras de bienvenida y agradecimiento. Vestía con la típica alba blanca y larga de un sacerdote, pero sobre ella llevaba una casulla roja con bordes dorados, así como una estola del mismo diseño, marcándolo como una figura de superioridad.
"Hace 2000 años, el caballero oscuro Sparda tomó la decisión de enfrentarse a sus hermanos demonios y blandir su espada en favor de la humanidad. "A pesar del coraje que demostró en nuestro nombre, temo que muchos olvidaran ese sacrificio", narró el Vicario. Continuó la misa relatando la grandiosa historia de su deidad, lo cual conmovía e inspiraba a muchas personas del pueblo, quienes rezaban con fervor.
Aurelia se fijó en las personas que vestían túnicas blancas cortas y capuchas adornadas con el mismo emblema.
Para concluir la misa, el líder inició un recitado que parecía un canto.
"Nuestro enemigo caerá," comenzó él.
"A medida que nosotros," continuó, y la gente siguió: "Tomamos conciencia."
"Para reclamar nuestro destino, ahora y siempre," las personas repetían en unísono. "Ahora y siempre, permaneceremos unidos. En amor y en odio," resonaban todas las voces en eco por toda la sala, hasta que un silencio final abrazó el último rezo.
Al concluir la ceremonia, Aurelia no perdió tiempo y se dirigió hacia donde estaba su padre, quien en ese momento recibía cordiales saludos de un hombre de avanzada edad ataviado con un uniforme blanco.
“Es un placer conocerlo, señor Everhart. Mi nombre es Sanctus, el General Supremo de los Caballeros. Nos honra enormemente recibirlo en nuestro catedral,” dijo, extendiendo su mano en señal de cortesía.
El padre de Aurelia, un hombre de mediana edad con cabello y vestimenta oscura correspondió el gesto con un firme apretón de manos.
"Gracias, General Sanctus, el honor es mío", respondió él con cortesía.
"Estoy al tanto de sus logros profesionales, y me han impresionado profundamente. Confío en que la colaboración entre nosotros será fructífera," añadió Sanctus, su tono adquiriendo un matiz ligeramente más intimidante. "Créame, encontraré la manera de serle de gran utilidad." Una sonrisa astuta se esbozó en sus labios.
"Será, sin duda, un placer trabajar juntos," concordó el padre de Aurelia, sellando así el inicio de una alianza que prometía ser tanto intrigante como potencialmente transformadora.
Albert Everhart, un hombre de negocios astuto y determinado heredó la empresa de explotación mineral "Everhart Industries" de su familia. Con una visión audaz y una determinación inflexible, Albert llevó la empresa a nuevas alturas, salvándola de una crisis que amenazaba con extinguirla por completo. Su enfoque frío y calculador le permitió tomar decisiones difíciles y estratégicas, ganándose así el respeto y la admiración de sus colegas y competidores por igual. Bajo su liderazgo, "Everhart Industries" se transformó en una de las compañías más potenciales en las afueras de las fronteras.
La estrecha relación de Albert con la Orden de Sparda no es solo una cuestión de negocios, sino también de creencias personales. Como miembro devoto del culto, Albert está profundamente comprometido con la misión y los objetivos de la Orden. La conexión personal fortalece los lazos entre la empresa y la Orden, proporcionando una base sólida para colaborar mutuamente beneficiosa.
El General Sanctus notó la presencia de la joven, Aurelia, y se dirigió a ella con cortesía.
"Oh, veo que es su hija. Encantado de conocerte, señorita Everhart."
"Igualmente, señor Sanctus", respondió Aurelia con respeto.
El General continuó, haciendo referencia a un regalo que Aurelia había recibido. "Veo que recibió su regalo de compromiso. Felicidades."
Aurelia se sorprendió ante el comentario. ¿Qué regalo de compromiso estaba mencionando el General? ¿Acaso se refería al vestido que había recibido? La joven se quedó pensativa mientras el General continuaba hablando.
"Es una gran oportunidad para que su hija se convierta en miembro de la Orden", añadió el General Sanctus, revelando una posibilidad que Aurelia no había considerado hasta ese momento.
"¿Novia?" volvió a mirar a su padre, y la mirada que recibió fue suficiente para que Aurelia contuviera sus preguntas.
"Exactamente", respondió Sanctus "La Orden necesita mujeres fuertes y capaces para servir a nuestro señor Sparda. Señorita Everhart, usted es joven y tiene el potencial de convertirse en una gran mujer para un caballero de la Orden."
Aurelia se sintió confundida ante la propuesta. "Yo... No sé qué decir", murmuró, mostrando una sonrisa incierta.
"No se avergüence, debería estar muy orgullosa", dijo el General Sanctus, volviendo su atención hacia el padre de Aurelia. "Si me disculpan, debo retirarme por ahora. Señor Everhart, realmente estoy interesado en su trabajo. Espero con ansias trabajar con usted."
"Por supuesto, podemos continuar con nuestro acuerdo más tarde", respondió el padre de Aurelia.
Con la partida del General Sanctus, padre e hija quedaron a solas. Aurelia sintió la necesidad de hablar, pero su padre se dirigió hacia la salida sin darle la oportunidad. La situación la preocupaba profundamente; le aterraba la idea de casarse, o incluso de ser utilizada para los asuntos de su padre con ese tal Sanctus, quien le generaba cierta desconfianza.
Aurelia lo siguió afuera, hasta los jardines que rodeaban la entrada de la catedral, donde una hermosa fuente de agua añadía serenidad al ambiente.
"Padre, tenemos que hablar", insistió ella.
"Ahora no, debo reunirme con el Vicario", respondió él mientras avanzaba a paso rápido.
"No, escúchame", insistió Aurelia, tratando de detenerlo. "¿Cómo es que todos lo sabían y yo no?"
Albert tomó aire y suspiró. "Tarde o temprano, esto pasaría. Pronto lo entenderás, Aurelia."
"¿Qué quieres decir? ¿Me utilizaste para tus amiguitos de la Orden?" Aurelia enfrentó a su padre con determinación. "¿Ni siquiera me diste la oportunidad de decidir mi propio futuro?"
El hombre la miró directamente, con una expresión seria en su rostro.
"Tuviste mucho tiempo para pensarlo", respondió en tono firme, antes de llamar al sirviente.
Aurelia, desorientada por las palabras de su padre, lo observó subirse a un automóvil después de su breve conversación con el sirviente. Sin prestarle más atención, se sintió molesta y en silencio se escabulló entre los pasillos de Ciudad Fortuna, sin ser notada por los demás.
Después de un tiempo, perdió de vista a su padre y al sirviente tras pasar al otro lado. Ahora sola, comenzó a recorrer el lugar apartado de la catedral y del centro. En sus pensamientos, añoraba los recuerdos que había compartido con su madre cuando era pequeña; paseos, comidas y charlas en esos mismos caminos durante días de ferias. A medida que pasaban los años, esos recuerdos parecían desvanecerse lentamente, como si se desvanecieran con el tiempo, lo que entristeció aún más a la joven. Paró en seco, luchando por contener sus lágrimas, y se dijo a sí misma: "No, debo encontrar una manera de convencer a papá".
En ese instante, escuchó un ruido extraño que la sacó de sus pensamientos. Se dio cuenta de que estaba totalmente sola y alejada. La joven se sintió perdida por completo e intentó encontrar a alguien, pero no había nadie a la vista.
El ruido era como el de una vibración molesta, parecía el zumbido de insectos. Aurelia se detuvo, con el corazón latiendo a toda velocidad, y su piel se volvió aun más pálida. Miró a su alrededor, pero no vio nada. El sonido volvió a sonar, esta vez más cerca. Sintió un escalofrío recorrerle la espalda.
De repente, se dio la vuelta y vio a los espantapájaros. Eran grotescos, con sacos llenos de escarabajos y sus extremidades equipadas con guadañas. La joven gritó y comenzó a correr.
Los espantapájaros la perseguían. Siguió corriendo tan rápido como pudo, pero parecía imposible escapar, lo que la hizo sentir cada vez más aterrorizada.
Entonces, de repente, vio una figura vestida con un manto oscuro parada en el camino. Aurelia se detuvo, sin saber qué hacer, con el corazón latiendo con fuerza en su pecho.
Aurelia, desesperada, se acercó al hombre y tomó su brazo. Aunque su rostro estaba oculto por una capucha, sus ojos claros resaltaban en la penumbra, fijos en ella, en los iris púrpura que reflejan el miedo.
La joven, en un grito de súplica, le pidió ayuda al hombre, pero este permaneció inexpresivo, sin emitir palabra alguna. En ese momento, uno de los demonios saltó sobre ellos, y Aurelia, temiendo lo peor, cerró los ojos. Sin embargo, en lugar del ataque, escuchó un sonido metálico y, al abrir los ojos, vio al hombre desenvainando su katana con destreza. La espada era hermosa, con un mango blanco decorado con rombos oscuros y adornos dorados, y una hoja de acero pulido capaz de cortar cualquier cosa.
El extraño manejó la katana con delicadeza, pero con una velocidad increíble. En un movimiento fluido, tomó a Aurelia por la cintura y la apartó de su camino, al parecer, protegiéndola del ataque del demonio.
"Están perdiendo mi tiempo", dijo el hombre con un tono sereno y sofisticado.
Lanzó varios cortes en el aire dejando un rastro de luz, luego se sintió una brisa viento que venía de esa fuerza descomunal. Todos los espantapájaros cayeron como moscas para luego esfumarse como polvos.
El hombre guardó su espalda y se volvió para irse. Sin mirar atrás e ignorándola completamente.
Desconcertada y con el corazón aun latiendo con fuerza, Aurelia observó cómo el hombre desaparecía en la distancia sin siquiera mirar atrás. Se quedó allí, temblando, tratando de asimilar lo que acababa de presenciar. Antes de procesar completamente la situación, sintió un dolor en la cabeza que la hizo tambalearse y caer al suelo.
Fin de capitulo 1
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jamonartzzz · 1 year
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The Joy of creation (Welcome Home - fanfic)
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Capítulo/chapter 9.
Incluso si Wally estuvo ahí para secar sus lágrimas y ser una fuente de consuelo en momentos de desesperación, puso en tela de juicio ciertas decisiones suyas. Y si mostraba cuánto resentimiento poseía, iba a perder el estoicismo. Su único aliado en esta situación para no perder la cordura. Ella pasó por un largo camino para construir su vida, no era tan tonta para rendirse y no luchar por volver a su normalidad.
Cuando (Y/N) volvió a su cuarto, volvió a sujetar la frágil flor que Wally le había regalado. ¿Un símbolo de respeto, para comprar su afecto o solo por otros motivos ocultos? Balancea desde el tallo, recordando el momento donde el pintor fue cuidadoso. Tal vez él la veía como una amiga, y ella no sabía en qué posición ponerlo; porque algo platónico sería difícil si Wally sigue anteponiendo lo demás antes que sus necesidades humanas. Sus pensamientos se limitan al oír unos golpes en su puerta. Seguido, un trozo de papel se desliza bajo este. (Y/N) se acerca curiosa a leerlo. Era una carta de Wally... Gran parte en mayúsculas, de color rojo y con alguna que otra carita feliz.
Querida (Y/N) Te espero esta noche en la sala. Casa y yo tenemos algo especial que mostrarte. Por favor, acepta. Te queremos mucho, atte: WALLY :) y CASA
Vaya giro de acontecimientos.
La carta del emisor no era la más pulcra o estética, pero se notaba el esfuerzo. Con un suspiro leve, fue a su cama de nuevo. Aún seguía cansada después de este día movido. Y si bien, tenía conflictos internos con su autoproclamado amigo, necesitaba respuestas. Y es por eso que aceptará. Lentamente, sus párpados se cierran ante la melodía de los grillos de afuera. Su cuerpo pedía a gritos otra siesta...
Esta escena fue familiar para ella. Era el mismo vecindario, oscuro y con la luna brillando apenas. Sin embargo, ya era suficiente para que sus ojos humanos perciban algo. Caminó similar a un venado atrapado en la carretera. La diferencia de esta ocasión, es el coraje corriendo por sus venas. Y es ahí, donde ve otra vez las pisadas de Barnabay. Grandes y monstruosas. A su lado, había un par de pisadas más pequeñas con un diseño de corazón pequeño en las suelas.
La humana suspiró, se centró en su respiración e intentó dominar sus voces, su miedo interior y todo aquello que le impedía desplazarse a aquel bosque oscuro. Cuando su corazón latía asustado y su mente tenía convicción en avanzar, movió sus pies hacia el bosque. Donde anteriormente había corrido. Y fue ahí, donde (Y/N) volvió a oír unos alaridos ásperos. La tierra bajo sus pies temblaron un poco, dando anuncio de la venida de aquel Barnabay falso y totalmente adulterado por Wally.
El perro azul se veía muy aterrador. De vuelta, no podía distinguir si estaba decapitado o su cabeza entera estaba de un color negro, pero eso no importaba ahora. No cuando él vino corriendo con sus cuatro patas. Es ahí que (Y/N) sintió sus ojos picar, amenazando con llorar. No se permitió ese lujo, en cambio, alzó una mano y como reflejo empujó hacia un costado. Con fuerza. Justo cuando las garras del perro alzarse listas para matar.
No obstante, el impacto nunca llegó.
La pata del Barnabay adulterado estaba a unos centímetros de su rostro. Sorprendentemente, unas cuerdas trascendente y finos como un cristal agarraron a tiempo la pata del agresor.
La humana abrió uno de sus ojos y luego el otro. Sin entender qué acaba de ocurrir. Sus preguntas y respuestas nacen al mismo tiempo cuando ve que en la punta de sus dedos, nacían dichos hilos. Atados a la punta. Como la de un manejador, como un titiritero pero minimalista. Sale de su aturdimiento cuando nota que el perro lucha por zafarse, todo esfuerzo fue en vano pues esas cuerdas, tan frágiles como parecen, en realidad tenían un control de hierro.
"¿Qué es esto?" Extrañada intenta mover su mano, aunque eso solo alertó a Barnabay porque al instante cae como si fuese un cuerpo sin fuerza. Ella solo observa consternada.
Toc-Toc-Toc.
Abre sus ojos. Volviendo a su presente y alejándose del mundo de los sueños.
"La comida ya está lista, querida amiga. Te estaré esperando en el comedor. No tardes".
La voz de Wally se escucha detrás de la puerta. Extrañamente muy cantarín. Como si tuviera la mejor de las sorpresas. Finalmente, sus pasos se alejaron de la puerta cuando recibió la confirmación de la mujer.
"¿Qué demonios acabo de soñar?" Murmura abrumada de poder. La humana juró sentirse distinta cuando entró a este mundo, ahora se sentía el doble. Bajó su mirada a sus manos. Sin saber si era producto de demencia cuando sintió un extraño calor nacer de sus dedos.
¿Tal vez es por la falta de alimentación? Será eso, porque quiere creer que solo alucina.
(Y/N) arregla su apariencia antes de bajar, sin atreverse a mirarse en el espejo. Hizo lo posible para oler bien y estar presentable con la ropa nueva que Wally había conseguido hace poco. Justo a su gusto y medida. Este, conparado al anterior, era un poco más formal. Se preguntó seriamente por qué estaba siguiendo el juego de todo esto. Oh, ya recuerda, por las respuestas...
Ya lista, fue al comedor. En donde presencia al peli-azul sentado con una buena postura. Sus ojos oscuros y profundos, no se apartaron de la decoración de la mesa y la comida puesta en él. Como si fuese recién salido del horno. La humana dio créditos extra al elegante ente por portar una ropa de ocasión formal. Este era rojo. Una corbata azul rompió el esquema pero solo recordó uno de los colores más utilizados por el anfitrión.
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Por un momento, se sintió un poco fuera de lugar al no estar tan elegante como él.
"¿Wally?" Cuestionó sin entender qué sucedía. "¿Qué es todo esto?"
"¡Sorpresa!" El mismo hizo un elegante gesto con las manos. Casa aportó con el momento haciendo algunos juegos de luces en el comedor. "Queríamos hacerte una cena especial, vecina. Hemos notado tu desánimo y terminé planeando esta noche entre amigos, con Casa".
Cuando (Y/N) dudaba de las intenciones de Wally, él siempre tenía algo para hacerle creer lo contrario.
"Vaya, no se hubieran molesta--"
"Ja, Ja, Ja, no digas eso, vecina. Ven, siéntate aquí". Él interrumpe riendo abruptamente. Atrae una silla hacia su ser para que la humana se siente. Ella no tuvo de otra que corresponder, y como un caballero, el artista empuja la silla cerca de la mesa.
La humana no podía creer lo que sus ojos veían. ¿Era eso espaguetis?... ¿Y una tarta dulce para el postre? Por un momento, su boca se abrió de la sorpresa. Víctima del hambre.
"No hay una manera más divertida en pasar con amigos como esta. ¿Te gusta? Hice con mucho amor la comida". Sus ojos estaban bien abiertos, en ningún momento rompió el contacto visual. En todo caso, su sonrisa creció cuando la mujer asiente con la cabeza, perpleja.
"Está bien, Wally- agradezco que hayas hecho todo esto para mí-"
"Casa también ayudó". Murmuró tranquilo, con un tono manso.
"-También agradezco a casa por ser detallista. Pero tengo curiosidad, ¿todo esto es por lo de esta mañana?" Consultó con sospecha, sin apartar la mirada de Wally.
Sus ojos permanecen firmes en él, quien tenía las manos en la mesa y los dedos entrelazados. En ningún momento respondió a su pregunta, en todo caso, únicamente la miró silencioso.
"Está bien, ¿no quieres comer ya? Es hora de tu cena". Exclamó tranquilamente, alzando su sonrisa. Como si una pregunta sería no se ha puesto en la mesa anteriormente. Era muy bueno para fingir que nada malo o serio pasó.
"Bueno, vas a ignorar mi pregunta, entiendo". Resopló, sin darle más caso al asunto. En todo caso, se resigna con el trato atento que le daba. Como si estuviese hablando con una niña... Ella solo cerró sus labios para no echar a perder el ambiente.
También notó que Wally había puesto la flor que ella le regaló en su bolsillo de pecho. Bueno, encontró tierno esta decisión.
Ambos se sirvieron de una porción justa. La humana tardó más en terminar su plato, estaba tan ocupada disfrutando sin darse cuenta de Wally. Quien con unas miradas anchas y parpadeos ocasionales, devoró la comida de su plato. Cuando ella ya había terminado recientemente su platillo, alzó la vista. Notando el suspiro satisfecho del peli-azul. De vez en cuando, él narraba sus días con Julie, Frank y Barnabay -la humana solo conocía a los primeros dos por la serie, en cuanto al perro, deseó verlo de vuelta- con mucho entusiasmo.
El Sr. Darling, galante por naturaleza, daba sus risas tontas. Angelicales por fuera y peligrosas de fondo. (Y/N) halló cautivador sus intentos por hacerla reír. Parecía genuino... Incluso si horas atrás pasó lo contrario con el primer sueño que tuvo y con la escena en el bosque de esa mañana.
La humana encontraría atractivo aquello si no la tuviera tanto tiempo encerrada... Y si fuera más abierto con ella en cuanto a la historia detrás de este mundo.
"Julie y tú se llevarán muy bien, estoy ansioso de verlas juntas algún día".
(Y/N) no podía opinar tanto. Las marionetas de este mundo pueden ser más susceptibles a la presencia de un ser humano.
"Eso espero..." Murmuró, disfrutando de su tarta dulce de a poco. "Caso contrario, siempre te tengo a ti, ¿verdad?" La humana podría arrepentirse de decir aquello más tarde, era consciente del peso de sus palabras; era como un voto de fidelidad camuflada a los ojos de alguien tan sanguíneo/emotivo como Wally. Y como era de esperarse, el pintor suelta una risa casi robótica.
"Por supuesto, querida. Para eso están los amigos". Exclamó sin perder el tiempo. Él mismo entregó su corazón en aquella sentencia. Sea de muerte o de vida. En ningún momento, los ojos del dúo se alejó de la competencia de miradas.
Era irónico, Wally parecía ser el tipo de hombre que preguntaría caballeroso si puede besar tu palma; paralelo a su otra versión, que puede dominar todo su alrededor como si se tratase de un líder de culto. Mantener la cercanía y paz en el vecindario siempre fue sospechoso a los ojos de la humana, después de todo...
El que es amigo de todos, no es amigo de nadie, en realidad.
"¿Estás seguro?" Preguntó extrañamente tranquila. Queriendo explorar los horizontes.
Ante esto, Wally se levanta de su asiento para dirigirse hacia ella. En todo momento, observó los orbes de la humana. Con una intención oculta en su accionar.
"Con todo mi corazón". Extendió su mano, sin borrar aquella sonrisa. Era una invitación de baile, una correspondida por la humana. ¿Su motivación? La curiosidad mató al gato.
Es así, que el Sr. Darling le enseñó dónde deben ir las manos. No fue complicado para ella aprender, de hecho, agarró rápido la teoría. Aunque la praxis era otro asunto...
Wally se encargó de explicar todo, antes de que la verdadera magia comience. En todo momento, Casa jugaba con las luces. Mientras un hilo de la luz de la luna se cuela en la pista de baile improvisada.
Ella aún recuerda su pesadilla...
Y aquí estaba, aprendiendo a bailar con él.
Aún recuerda su agarre de hierro...
Y aquí estaba, siendo sostenida con cuidado.
Y por último, aún recuerda la mirada esotérica de Wally, vigilando sus movimientos en todo momento...
Y aquí estaba, perdiéndose en sus ojos anochecer.
__Fin del capítulo.
¡Espera a leer el siguiente! Prometo continuar la escena.
Recuerden que YN está a vuestra imaginación. Así sean los pronombres, la ropa, etc.
Ahora me gustaría agradecer a todos los lectores que apoyan mi historia. Así hablen en español, inglés, portugués, ruso, coreano, etc. Siempre son bienvenidos a mi perfil. Todos ustedes son importantes.
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reverieinter · 2 days
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— all the fears you hold so dear will turn to whisper in your ear...
— Debemos apurarnos — Una voz proveniente de una mujer encapuchada llega corriendo por el pasillo. — No podemos seguir perdiendo más tiempo aquí. 
— Ya va, ya va. Siempre tan inquieta, ¿dónde quedó tu paciencia? — La voz masculina es más resuelta y relajada. 
Sobre el rostro de ambas personas, se encuentra una capucha que no te dejaría reconocer sus facciones. Sus manos estaban cubiertas por guantes y las prendas eran tan oscuras como las de los aspirantes a detectives. 
Han pasado por la torre de control donde se encuentran Seoyeon Nam y Samuel Jeong. Se movieron a sus espaldas y no los escucharon: perdedores. ¿O lo hicieron? No lo sabrían hasta que lograran salir del perímetro del Castillo. 
—¿Trajiste la cuerda y los ganchos? — Ignora, como siempre, el reclamo masculino de hace un momento. No podía importarle menos que la considerase una intransigente. 
— ¿Quién crees que soy? ¿Un Amateur? — Le da un par de palmadas al bolso que cuelga a su lado.
Han tardado demasiado, escuchan un par de risas y pasos entre las paredes de piedra y cemento, se hacen a un lado, contra la pared, preparados para silenciar a quien sea que amenazara con entrar y dejarles en evidencia.
Pero pronto, la afonía vuelve a reinar y como si fuese un aviso, abandonan el lugar.
¿A dónde van? 
OOC. 
Esta información sólo es conocida OOC. Ningún personaje fue testigo de la conversación entre las dos personas implicadas. 
Atención, las personas encubiertas han plantado trampas en el Castillo. Muy diferentes a los mecanismos que utilizan los profesores para distraerlos. En este caso, podrían generar heridas en les estudiantes. 
Las trampas son las siguientes:
Meses atrás han añadido un sistema térmico al castillo para volverlo más acogedor, sin embargo, tienen que mantener la temperatura estable o algunos adornos de hierro (como manillas de puertas y otros) suben su temperatura considerablemente. Hay tres habitaciones que están sufriendo una subida de temperatura desproporcionada, cuidado con tocarlo cuando esté demasiado caliente: 
Herida media: Quemadura de primer grado que deja algunas ampollas en la piel. 
Herida grave: Quemadura de segundo grado, ¡estaba demasiado caliente la reja en la ventana y la manilla de la puerta!
En las caballerizas se han liberado un gran número de abejas que están furiosas, ¿estás dispueste a enfrentarlas o echarás a correr?
Herida leve: picadura de insectos. 
Algunos muebles con el paso de los años han necesitado reforzarse contra la pared para evitar que se caigan, ¡algunos de los amarres han sido soltados! Cuidado abajo. Dependiendo de si lograste esquivarlo o no, estas son las heridas que puedes tener. 
Herida leve: moretón por golpe contra un mueble. 
Herida media: moretones de más de 15 centímetros. 
Herida grave: esguince en alguna de las extremidades. 
¿Escuchaste esos ladridos furiosos? Es hora de correr antes de que un perro te atrape, ¡rápido! escóndete en los árboles!
Herida leve: raspadura, quemadura por fricción. Producida por subir rápido un árbol para evitar a los perros. 
¿Recuerdan los pasadizos escondidos? Algunas compuertas se dejaron abiertas o se abrieron mientras estabas sobre ellas. ¡Cuidado con lo que puedas encontrar abajo! Hay polvillo de vidrio y pedazos de botellas quebradas en el suelo para amortiguar tu caída. 
Heridas leves: cortes poco profundos (hemorragia escasa). 
Heridas medias: cortes con mayor profundidad (hemorragia moderada por corte con vidrios), moretones de más de 15 centímetros por la caída. 
Heridas graves: cortes profundos que necesitan sutura (hemorragia abundante), esguinces y distensión muscular. 
NOTA: SÓLO DIEZ PARTICIPANTES PODRÁN RECIBIR ESTAS HERIDAS. Los mismos serán elegidos a través de discord.
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norxaki · 13 days
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Miércoles, 17 de abril de 2024
Te posas sobre mí,
miras a mis ojos.
Besas mi piel con hierro
y me recorres por completo.
Las sábanas se tiñen de rojo,
no sé si hay amor y no me importa,
tus manos en mi cuello son mi consuelo.
Bebe mi sangre,
así seré parte de ti por siempre.
Házme sentir que te pertenezco...
Házme sentir que pertenezco
al mundo que hay en tu mente.
Déjame arder en el infierno de tu alma,
derrite mi piel y dame el placer de la muerte.
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k-wame · 1 month
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Jaime Lorente as Néstor & Joel Bosqued as Álex 📺MANO DE HIERRO (IRON REIGN) · S1·EP3 · Crime/Thriller
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dmagro · 8 months
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Inmortal - Dioses de los Condenados.
«Con esto se equilibra la balanza». Esta frase, que resonó a través de la extraña luz azul, no tardará en llegar a oídos de los portadores de los Dioses de los Condenados. Tras alzarse victorioso después de la guerra, Iván Udodelig gobierna Frigia desde hace más de medio siglo con mano de hierro. Pocos a día de hoy saben que siempre ha jugado con ventaja. Por su parte, Koi, un joven sin recursos ni esperanzas, es acusado de un crimen que no ha cometido tras el acoso de las autoridades. Beth es solo una niña que fue separada de sus padres para iniciar una nueva vida con una extraña familia, pero su historia, contada hace tiempo, se ha olvidado y nadie sabe qué ha sido de ella a día de hoy. Finalmente, Damia, una joven periodista extranjera, es invitada a Frigia para realizar un informe sobre la hermética nación. El secreto que oculta pondrá su vida en peligro. Los caminos de Damia y Koi se cruzarán, ambos se verán envueltos en una revolución que les obligará a luchar por la libertad de todos los habitantes de la nación y les llevará a descubrir qué le ha ocurrido a Beth. Los Dioses de los Condenados han observado durante años cómo la balanza entre el bien y el mal oscilaba en el planeta Kondaria, pero ha llegado el día en el que han decidido equilibrarla. La revolución no ha hecho más que empezar.
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A nuestro lado estaba la señora Graziela Mariani, moribunda, enredada entre los hierros y los asientos junto a la cabina de los pilotos, que me extendía la mano. Esa noche, estoy seguro, envejecí treinta años.
La sociedad de la nieve, Pablo Vierci.
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bluemargotrobbie · 4 months
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#AEMMA | FANFIC EDIT| I'M SURVIVOR 🔥☠️ ⚔️
Las batallas por el Trono de Hierro eran un hecho, en una versión Champiñón decía que Lord Staunton envío una carta de auxilio y para ello el consejo propuso a la Princesa Rhaenys junto a su dragón Meleys a lomos con su armadura de cobre y bronce.
Como era de esperarse según Ser Criston Cole, la Mano del Rey de Aegon Il se apresuró a la batalla donde arqueros tomaron su posición, incluso se decian que había ballestas como también había escorpiones, mismo que en su momento derribaron a Meraxes, en Dorne.
El bufón decía que en retaguardia lo acompañaba la Reina Rhaenyra, los soldados soltaron las lanzas y se dispersaron para protegerse y así como Ser Criston gritaba de "Apuntad al jinete"
Entonces se oyeron rugidos de respuesta y aparecieron Fuegosol y Vhagar como era de esperarse era una trampa.
La Reina Roja junto a su jinete no intentó huir y Meleys se enfrentó al enemigo peleando junto a Vhagar a Fuegosol al mismo tiempo. Siendo una batalla dura, las tres bestias desde arriba disparaban fuego, pero sabía que en la batalla solo tendría que quedar uno así como decían que si hubiera un combate entre Vhagar, la Reina Roja podría enfrentarse y ganar pero esto no. Meleys quedó destrozada y en su cadáver quedó carbonizado de la amada hija del Príncipe Aemon Targaryen y Lady Jocelyn Baratheon, Murió sin conocer el miedo, murió entré fuego y sangre.
Pero según Maestre Munkun y Septon Eustace decían que tras oír que el Vhagar estaba ahí. La ira ganó la carrera y Rhaenyra Targaryen, con fuego en las venas, montó a su dragona Syrax, para así enfrentarse al asesino de su hijo Lucerys, pero se sabía que la dragona no se podría enfrentarse a tamaño de Vhagar, así como Aemma Stark estaba junto a su madre y sus dragones Daella y Cannibal, fue en retaguardia a protegerte a su Reina, así acabar con el Matasangre y con todo sus aliados.
PORQUE SOLO LOS BUENOS SOBREVIVEN ☠️🔥⚔️.
📚: 𝗔𝗘𝗠𝗠𝗔 (publicado)
🖋: LunaticaBlack (wattpad)
🌎: HOTD
💌: Aemond, Aegon T& Cregan Stark
👤: Aemma Velaryon
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woodlandhalls · 7 days
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Que otros se jacten de las páginas que han escrito; a mí me enorgullecen las que he leído. No habré sido un filólogo, no habré inquirido las declinaciones, los modos, la laboriosa mutación de las letras, la de que se endurece en te, la equivalencia de la ge y de la ka, pero a lo largo de mis años he profesado la pasión del lenguaje. Mis noches están llenas de Virgilio; haber sabido y haber olvidado el latín es una posesión, porque el olvido es una de las formas de la memoria, su vago sótano, la otra cara secreta de la moneda. Cuando en mis ojos se borraron las vanas apariencias queridas, los rostros y la página, me di al estudio del lenguaje de hierro que usaron mis mayores para cantar espadas y soledades, y ahora, a través de siete siglos, desde la Última Thule, tu voz me llega, Snorri Sturluson. El joven, ante el libro, se impone una disciplina precisa y lo hace en pos de un conocimiento preciso; a mis años, toda empresa es una aventura que linda con la noche. No acabaré de descifrar las antiguas lenguas del Norte, no hundiré las manos ansiosas en el oro de Sigurd; la tarea que emprendo es ilimitada y ha de acompañarme hasta el fin, no menos misteriosa que el universo y que yo, el aprendiz.
     Jorge Luis Borges, Un lector
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jartitameteneis · 5 months
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LA ALCACHOFA Y SUS MAGNÍFICAS PROPIEDADES
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La alcachofa es una hortaliza tan sabrosa como polivalente. Entre sus hojas se esconde todo un tesoro de vitaminas, minerales y antioxidantes.Un regalo para nuestra salud considerado desde siempre como un aliado para nuestro organismo, de ahí que durante la Edad Media, por ejemplo, fuera uno de los alimentos más caros que existían, uno de los más sabrosos y por el cual Catalina de Médici pagaba altas sumas.
La alcachofa ha sido de siempre un alimento muy apreciado. Se sabe que los griegos y los romanos ya la consumían. Durante la Edad Media se introdujo en Inglaterra de la mano del rey Enrique VII, cruzando posteriormente el Canal y convirtiendo a Catalina de Médici en una de sus más fervientes consumidoras.
Las alcachofas, también conocidas como Cynaras, tienen varias tipologías. De ellas se aprovechan todas las partes para disfrutar de sus maravillosas propiedades. Esa es la razón de que, por ejemplo, las podamos encontrar en forma de cápsulas.
Si la prefieres consumir en su forma natural, recuerda elegir aquella que tenga más peso, la que tenga las yemas gruesas un tono verde claro. Son las más saludables. Pero veamos a continuación todos los beneficios de esta estupenda hortaliza.La mejor manera para disfrutar de las alcachofas es al vapor y cocidas. Una vez hechas puedes acompañarlas con un poco de aceite de oliva y vinagre de manzana. Son tan sanas como sabrosas.
Recuerda que para cocinarlas, debes limpiarlas y recortarlas un poco, tanto el tallo como la piel del exterior. El tallo, por su parte, es muy adecuado sopas y en ensaladas.
Si quieres disfrutar de ellas hervidas, ponlas en una olla con agua y añade luego el jugo de 1 o 2 limones, tapa a la olla y cuando el agua comience a hervir, déjalas cocer unos 30 o 40 minutos a fuego lento. Luego sácalas y escúrrelas, será entonces cuando las tengas listas para consumir.
Por sus maravillosas propiedades digestivas, es ideal para tratar enfermedades como el ácido úrico, el reuma y los problemas de cálculos en la vesícula biliar.
Reduce los triglicéridos en sangre, por lo cual se hace realmente valiosa para combatir el colesterol: reduce el malo y aumenta el HDL, el considerado como bueno.
Nos ayuda a regular el estreñimiento y las diarreas.
La alcachofa alivia la acidez de estómago, eliminando también dolores, distensiones, molestias…
Gracias a sus beneficios para reducir el colesterol, las alcachofas son unas aliadas magníficas para mejorar los problemas de arteriosclerosis y la tensión alta.
Sus principios para cuidar de nuestro estómago y ayudar a realizar la digestión, permite que la alcachofa sea perfecta para eliminar el flujo de la bilis.
La alcachofa se utiliza además en las dietas, y es que gracias a sus fibras vegetales es más que perfecta para controlar el apetito. Al absorber el agua del estómago da una sensación muy adecuada de saciedad.
La alcachofa nos aporta un sinfín de vitaminas y minerales: magnesio, potasio, sodio, hierro, vitamina A, vitaminas B, transforma el azúcar en energía… Es sin duda una hortaliza más que básica para nuestra dieta diaria.
Tiene propiedades diuréticas, elimina la retención de líquidos del cuerpo, elimina toxinas… Es, pues, ideal para problemas de gota, de artritis, enfermedades hepáticas, problemas circulatorios y para reducir grasas.
Existen estudios efectuados recientemente donde indican que los ácidos cafeico, pantoténico y los flavonoides de la alcachofa son muy adecuados para prevenir y mejorar en algunos tipos de cáncer.
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trogo-auto-egocratico · 11 months
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"Que otros se jacten de las páginas que han escrito;
a mí me enorgullecen las que he leído.
No habré sido un filólogo,
no habré inquirido las declinaciones, los modos, la laboriosa mutación de las letras,
la de que se endurece en te,
la equivalencia de la ge y de la ka,
pero a lo largo de mis años he profesado
la pasión del lenguaje.
Mis noches están llenas de Virgilio;
haber sabido y haber olvidado el latín
es una posesión, porque el olvido
es una de las formas de la memoria, su vago sótano,
la otra cara secreta de la moneda.
Cuando en mis ojos se borraron
las vanas apariencias queridas,
los rostros y la página,
me di al estudio del lenguaje de hierro
que usaron mis mayores para cantar
espadas y soledades,
y ahora, a través de siete siglos,
desde la Última Thule,
tu voz me llega, Snorri Sturluson.
El joven, ante el libro, se impone una disciplina precisa
y lo hace en pos de un conocimiento preciso;
a mis años, toda empresa es una aventura
que linda con la noche.
No acabaré de descifrar las antiguas lenguas del Norte,
no hundiré las manos ansiosas en el oro de Sigurd;
la tarea que emprendo es ilimitada
y ha de acompañarme hasta el fin,
no menos misteriosa que el universo
y que yo, el aprendiz."
Jorge Luis Borges.
Un lector.
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diamantar · 1 year
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DRAGÓN EN LLAMAS
→ Daemon Targaryen x Targaryen!OC [Aerhys Targaryen]
✦ Sinopsis: Como la hija mayor de Viserys I y heredera al Trono de Hierro, es el deber de Aerhys gobernar y multiplicar la línea real. Las discusiones y propuestas de matrimonio son usuales, pero su corazón sabe lo que quiere.
✦ Advertencias: Incesto / Diferencia de edad / Slow burn / Celos / Posesividad / NSFW (?) / Cursiva = Alto Valyrio.
✦ Palabras: 7837
✦ Nota: En mi búsqueda de lectura noté que la comunidad en español de HOTD es prácticamente inexistente, así que me aventuré y éste es el primer escrito, ¡ojalá les guste! Comentarios, likes y reblogs son muy apreciados ♡
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—Deben casarse, ese es su deber… Pero busquen, encuentren, a quien les haga feliz, ¿de acuerdo?
Aerhys y Rhaenyra dejaron de observar a su padre para conectar miradas, en el rostro de la menor amagando a formarse una sonrisa. Ciertamente esa pizca de libertad aliviaba la pesadez en el pecho, pero la primogénita sabía que, incluso así, no obtendría lo que deseaba.
En conjunto asintieron y el regente suspiró aliviado, así dando por terminada la reunión y admirando como ambas se encaminaban a la salida.
—Aerhys, quédate un momento.
La nombrada paró y volteó, el sonido de Rhaenyra dejando el cuarto y cerrando la puerta dando comienzo al intercambio privado.
—¿Qué sucede?
Viserys inspiró profundo y bajó la cabeza tratando de encontrar las palabras correctas, provocando que ella apretara los dientes al tener certeza de que hablaría de lo que más detestaba.
—Respecto al matrimonio…
—¿Te preocupan mis sentimientos por Daemon? —interrumpió queriendo apurar el momento.
El Rey chasqueó la lengua e incomodidad pintó cada músculo, pero no tardó en asentir.
—Sé que has estado encantada por él desde joven y...
—¿De verdad hay que conversar? Sabemos que es imposible que algo suceda entre nosotros.
—¿Te ha rechazado?
—Jamás me confesé —respondió simple juntando las manos al frente—. Tampoco planeo hacerlo, se ve feliz en compañía de Mysaria y los prostíbulos.
—¿Cómo sabes eso? —frunció el ceño.
—Soy tu heredera, tengo que estar informada de lo que pasa en el pueblo. No importa si se trata de un noble o un vagabundo, debo que saber el movimiento de cada rata que vive en la ciudad —explicó tensando la mandíbula—. La gente a mi alrededor tratará de manipular y esconder cualquier información que no les convenga, por lo que también debo trabajar por mi lado.
Viserys quedó boquiabierto y completamente deslumbrado, una risa seca e impactada saliendo hasta que giró a sentarse en la cabecera.
—Preferiría que no insistieras con mi hermano, así que ve y busca a un esposo de tu agrado.
Ella asintió y finalmente escapó, aún tensa encerrándose en los aposentos que le correspondían y acostándose. Intentó controlar las emociones desagradables con ejercicios de respiración, aunque luego de unos minutos decidió que para despejarse no había nada mejor que volar.
Buscó ropas adecuadas y en carruaje viajó a Pozo Dragón, donde su corazón dio un salto contento y olvidó el dolor del amor que nunca tendría. Cortésmente saludó a los cuidadores que cruzaba y rechazó las ofertas de traerle el dragón, ya que ella misma quería ir a por la majestuosa criatura que crió: Lucero.
Los rugidos de las bestias más inquietas retumbaban con fuerza, pero podía asegurar que el golpeteo en su pecho venció cuando observó a Daemon con Caraxes. Apretó los dientes e inspiró profundo intentando que su ritmo al caminar no cambiara, la distancia menguando a medida que se acercaba.
—Buenas tardes, princesa —habló al notarla, claros irises admirándola de arriba a abajo—. Veo que saldrá a pasear.
—Buenas tardes, Daemon —respondió sonriendo leve—. Deduces bien, Lucero no gusta de estar mucho tiempo en la cueva.
—De joven era una criatura muy temperamental, pero más o menos ha aprendido a comportarse. Me recuerda a ti —rió, varios mechones de crecido cabello cayendo tras sus hombros.
—Por favor, no hagas que hable de tus similitudes con Caraxes —bufó, enseguida dando la orden a dos guardias para que la ayudaran.
—Adoraría oír lo que tienes que decir —aseguró mientras paraba a esperarla.
—El tiempo es oro, no querría desperdiciarlo —sonrió burlona antes de animar a que avanzara—. Sabes las reglas, no hay que cruzar a los dragones dentro de Pozo Dragón.
Daemon inclinó la cabeza e inspiró dando un paso hacia ella.
—¿Aún no te han contado? Caraxes y Lucero parecen interesados en el otro, así que tienen permiso de reunirse.
Ella arrugó el ceño y giró hacia su adorada bestia, la cual avanzó y bajó el cuello para tocarle el rostro con el hocico. Aerhys no dudó en acariciarla y decir palabras bonitas, ambas manos recorriendo las gruesas escamas color crema y mantequilla.
—Verte siempre disipa mis preocupaciones y alegra mis días —sonrió alejándose y viendo el dorado ojo de pupila vertical.
Lucero rugió bajo y las vibraciones ocuparon cada centímetro del cuerpo femenino, Caraxes creando sus propios sonidos ante la presencia del dragón que últimamente llamaba su atención.
Ambas giraron y Aerhys analizó la forma en que reaccionaba, así buscando la mirada de Daemon por la forma en que Lucero correspondía.
—¿Dudas? —enarcó una rubia ceja con una sonrisa de costado.
—¿Hace mucho que están así?
—Un mes, más o menos. Se suponía que debía informarte, pero no hemos tenido oportunidad de juntarnos.
—Suelo estar en el castillo, no es difícil encontrarme —comentó, pronto viendo como ambos dragones frotaban sus cuellos—. ¿Puede que también hagan que se apareen?
—Definitivamente, y, de hecho, nos dieron una tarea.
—¿Cuál?
—Hacer que vuelen y pasen más tiempo juntos, así el cruce tendrá más éxito.
Aerhys sintió que se le cerraba la garganta y miró como compartían cariños, con pesar entendiendo que Lucero sería la única parte de su vida que se relacionaría íntimamente con Daemon.
—¿Estás libre? —preguntó con un pesado suspiro.
El hombre asintió y en conjunto fueron a la salida principal, los entrenadores apareciendo y ordenando a las criaturas para el pronto despegue.
—¿Qué te parece una carrera ida y vuelta a Rocadragón? —ofreció el mayor ajustando sus guantes de cuero.
—Me gusta, pero… —miró el suelo torciendo la boca—. Tenía pensado quedarme unos días allí, así que solo puedo entregarte una competencia hasta llegar a la isla.
Daemon elevó ambas cejas en interés, rápido escaneando los alrededores.
—No hay nadie para despedirte, ¿estás escapando?
—Decisión de último momento, necesito aclarar la mente.
—Ambas princesas hoy tuvieron una reunión con Viserys, ¿tan mal salió?
—No, pero los problemas los busco sola y me gustaría ordenar eso —rió entre un bufido y una negación, así volteando y yendo a su dragón con intensiones de subir.
Tocó la gruesa piel y se exaltó cuando sintió dos manos en la cintura, al mirar hallando el rostro que anhelaba.
—¿Qué…?
—Te ayudaré.
Aerhys asintió y tragó con un nudo en el estómago, al saltar notando el enorme impulso de Daemon. Llegó a la sima con poca dificultad y le agradeció desde la altura, él sonriendo y haciendo una leve reverencia con la cabeza antes de ir hacia Caraxes. Lo observó unos segundos antes de establecerse, la sensación de aquellas palmas quemando sobre su ropa y piel en una impresión que no desaparecería pronto.
Inspiró profundo y cerró los ojos guardando la sonrisa estúpida que quería salir, una mano en el pecho apreciando el desbocado corazón. Apretó los labios con los cabellos erizados ante el momento vivido, pero un rugido de Lucero la devolvió a la realidad en susto. Se inclinó a ver y notó que estaba jugando y dándose mordidas inofensivas con el rojizo dragón, ambos apreciándose a gusto y emocionados ante la idea de viajar juntos.
—¿Lista? —preguntó Daemon desde la derecha.
—Por supuesto, te esperaba a ti —elevó el mentón con orgullo y miró hacia el cielo empezando a sentir la adrenalina.
El guardia que usualmente marcaba el inicio de las carreras pasó al frente, todos dejando camino libre y aguardando expectantes. Aerhys inspiró y contuvo el aliento, un sonido corto y alto saliendo de ella cuando el permiso fue otorgado. Lucero reaccionó al instante al igual que Caraxes, con unos breves pasos elevándose hacia las nubes y en dirección a Rocadragón.
La tentación de fijarse en Daemon era grande, pero mantuvo la concentración al saber que debía tener cuidado en conseguir cualquier ventaja posible. El dragón que le competía era esbelto y sin exageradas protuberancias que pudieran generar resistencia al viento, mientras que el suyo poseía impresionante musculatura y un peso extra que en tales actividades no ayudaba. La corriente, las artimañas de su familiar y la actitud de Lucero eran cuestiones que tenía que tener siempre en mente.
Apenas halló un momento de paz decidió mirar al hombre, el cual estaba unos metros delante. Sin contenerse aprovechó a deleitarse, poniendo especial atención a los plateados cabellos que volaban en una longitud superior a los hombros. El golpeteo de su corazón le recordó una vez más los sentimientos que en años no logró borrar, los deseos de Viserys realmente no importando si tuviera oportunidad de estar con él.
Rió suave por lo ridícula que era y comenzó a desabrochar el traje, tal amor junto con el recuerdo de Daemon en su cintura siendo demasiado. El viento le congeló el pecho, pero decidió quedarse con la ajustada camisa blanca encajada en sus pantalones y rápidamente armó un plan para ganar.
Comprendió que el cariño que Caraxes tenía era una inesperada ventaja, así que con un tirón de correas hizo que se elevara aún más en las alturas. Aquello hizo que perdiera un par de metros, pero, en cambio, sonrió y en una palabra ordenó que rugiera. El sonido la llenó de adrenalina y provocó que ambos observaran, la rojiza bestia chillando en respuesta en cierta confusión.
Aerhys movió las correas y ordenó que Lucero se lanzara en picada, al ras pasando junto a Caraxes y haciendo que se desestabilizara. Exclamó en contento cuando notó que ciertamente creó distancia, así que enseguida se enfocó en armar otro vuelo seguro y conservar lo que ganó. Fue rápido y en segundos miró a Daemon, el cual parecía no saber que sentimiento poner en su rostro.
—¡Intenten alcanzarnos! —gritó, con una mano sacudiendo el saco de su traje de vuelo.
Lucero emitió un grito por su cuenta casi como si entendiera el juego, Aerhys elevándose unos momentos y sentándose arriba de la prenda para evitar perderla entre el viento. Admiró el sol que reinaba y como los rayos evitaban que la bruma se generara alrededor de Rocadragón, ahora el atardecer iluminándolos mientras bajaban a tierra.
Apreció la sorpresa en los guardias que custodiaban el castillo y miró sobre su hombro para asegurarse de que Daemon estaba donde lo había dejado, con una risa complacida descubriendo que así era. Rápido ordenó a Lucero que bajara, con las correas y breves comandos guiando donde quería que se detuviera. Saltó sobre su montura cuando tocaron la zona plana de aterrizaje, con un breve siseo pasando a felicitar a su adorable criatura al realmente merecerlo.
Un chillido la sobresaltó e hizo que instintivamente bajara el cuerpo, Daemon y Caraxes devolviendo la jugada anterior y casi rozándolas al frenar cerca de ellas. Frío bajó por su espalda ante el susto y los buscó con la mirada, el hombre sonriendo entretenido a sabiendas de que no podra quejarse.
Bufó y rodó los ojos poniéndose de pie, antes de bajar agarrando la prenda que se quitó al saber que frío la llenaría una vez que la adrenalina desapareciera.
—Espero haber ganado algo —gritó para que le escuchara.
—No acordamos nada —negó con un sutil movimiento de cabeza aún arriba del animal.
—Seguro que un premio podremos arreglar —guiñó un ojo dejando atrás la espesa preocupación y estrés.
Daemon enarcó una ceja sin desviar la mirada y ella volteó el rostro cuando el sonido metálico de varias armaduras obligó que prestara atención.
—Príncipe Daemon y Princesa Aerhys, bienvenidos —habló el más joven con cierta agitación y una pequeña reverencia.
—Tranquilo, respira, sé que éste lugar tiene una exagerada cantidad de escaleras —sonrió al tiempo que se colocaba el saco, aunque prefirió dejarlo desabrochado.
—Gracias —dijeron los tres caballeros al unísono, enseguida tomando grandes bocanadas.
El mayor del grupo pronto se unió y los analizó rápido antes de echar un vistazo a como los dragones empezaban a intercambiar cariños.
—Hasta siento que estoy interrumpiendo su intimidad —confesó Aerhys, gracia e intriga llenándola al jamás haber visto a Lucero así.
—¿Deberíamos entrar? —preguntó Daemon enfocándose en ella, su cabello largo volando rebelde en el viento.
—Si, busquemos entretenimiento por nuestro lado.
Con un movimiento de cabeza indicó a los guardias que fueran por delante, en tranquilidad amagando a seguirlos cuando el hombre la detuvo y acercó sus manos. Con paciencia y calma, comenzó a abrochar los botones del traje.
—Uno de los muchachos tenía dificultades para dejar de mirar tu pecho —explicó simple, los claros irises siguiendo el movimiento de sus dedos al trabajar.
—Gracias —dijo ligeramente temblorosa, enseguida tragando y mirando por donde fueron—. ¿Cuál era?
—¿Alguno te interesa? —interrogó de inmediato.
—Solo quiero saber —negó viéndolo al rostro, pero él no devolvió la atención.
—El de cabello ceniza —respondió antes de inspirar y terminar con el último ojal—. ¿Por qué te desvestiste?
—Tenía calor.
—Los dragones hacen la mayoría del trabajo.
—¿No puedo tener calor? —preguntó a la defensiva elevando ambas cejas.
—Es raro y el viento no suele ayudar —remarcó antes de girar sobre los talones—. Por hoy lo dejaré pasar.
—¿Eso significa que ibas a cuestionarme? Qué considerado —bufó siguiéndole el ritmo de caminata.
—Suele ser de mi interés lo que pasa por tu mente.
—Soy un libro abierto, no es difícil adivinar. En cambio, tú si que eres un verdadero reto —negó en un suspiro frustrado.
—Años de experiencia —sonrió mientras colocaba una mano en su hombro.
—Tengo el presentimiento que naciste así —comentó, con seguridad viéndolo al rostro incluso si el corazón se desbocaba por el pequeño toque.
—Deberás preguntarle a tu padre, aunque no sé si estaría feliz de que consultaras por mí.
Aerhys emitió un sonido de que coincidía y se concentró en los escalones que bajaba, en silencio pensando que por más de una razón Viserys no estaría feliz si hiciera eso.
—Bienvenidos —saludó la cabecilla de los sirvientes con una exagerada reverencia, atrás estando sus más confiables ayudantes.
—Hilda, planeo quedarme de manera indefinida, así que corre la voz y prepara mi habitación.
—Con gusto, princesa.
—También estaré un tiempo —anunció Daemon con rapidez—. No olvides arreglar lo antes posible una tina para ambos.
La joven Targaryen arrugó el ceño e Hilda la miró buscando respuestas que no obtuvo.
—Disculpe, mi príncipe, solo quiero asegurar… ¿Baños por separado, verdad?
—¿Hm? —inclinó la cabeza y observó a su sobrina dándole paso a que contestara, pero sonrió ante la incapacidad de emitir palabra—. Si, separados.
—Enseguida, señor —reverenciaron antes de girar hacia la princesa—. Organizaremos lo solicitado y en breve los buscaremos.
—Perfecto —asintió enseñando una amable sonrisa, enseguida tomando el brazo de Daemon—. ¿De verdad te quedarás?
—Como bien sabrás, la corte son un grupo de sanguijuelas que suelen agotar la energía de quien se cruce con ellos, así que unas vacaciones suenan bien.
—¿Te has portado mal? —enarcó una ceja y pasó de él para seguir andando por el largo pasillo.
—No más que tú. A decir verdad, nos molestan respecto al mismo tema.
—¿Matrimonio? Te casaron a Lady Rhea y ahora eres viudo, ¿ni siquiera así puedes salvarte? —preguntó completamente indignada.
—Somos poco Targaryen y están desesperados en que hagamos descendientes.
—Insoportables —murmuró entre un pesado suspiro.
Daemon rió por dentro y la acompañó a un salón de reuniones, una amplia ventana enseñando los picos escarpados y caminos de roca natural que se introducían en la salada agua. Con gusto recibió la brisa y perdió la mirada en el horizonte, el ruido de una silla indicando que el hombre se había sentado.
Cayeron en silencio y Aerhys perdió la capacidad de pensar, el paisaje inundando la conciencia y haciendo que cerrara los en completa relajación. Agotamiento empezó a dominar sus músculos y sintió como el cuerpo perdía fuerza, la paz de aquel trance quitando el estrés de los últimos días. El gusto de aquel momento era enorme y por largos segundos olvidó la presencia de Daemon, el cual hizo que temblara al sentir que se acomodaba a su lado.
—Aún llevas el anillo que te regalé.
Aerhys levantó los parpados y miró el dedo anular de su mano izquierda, apenas levantándola para que pudieran verla bien.
—Estoy muy apegada a él para considerar dejarlo —explicó mientras lo hacía girar para ver el diseño grabado en el metal—. Guardo todo lo que me das —sonrió suave mirándolo a los ojos.
—Es bueno saber que mis obsequios son de tu agrado —dijo suave y complacido.
—También querría darte algo, ¿qué te gusta?
—Me conoces desde que naciste, ¿no sabes? —elevó una ceja fingiendo misterio.
—Son cuestiones básicas las que conozco…
—Sabrás que darme cuando lo veas, aquello llamará tu atención y pensarás en mí —aseguró con un pequeño asentimiento, así pasando a observar el mar.
Ella admiró su perfil y le imitó, la calma siendo interrumpida cuando un rugido medianamente lejano llegó.
—¿Oíste? —frunció el ceño agarrándolo de vuelta del brazo.
—Fue Caraxes.
Al mismo tiempo se inclinaron a buscar cualquier anormalidad, entonces notándose una cola escamada desde la torre Oeste. Por el color era fácil decir que se trataba de Lucero, pero pronto alas rojas se extendieron y el dragón de mayor edad salió volando.
Anonadados siguieron la trayectoria hasta que el dragón de la femenina se unió, en el cielo girando, enrollando colas y persiguiéndose entre mordidas inofensivas.
—¿Qué están…?
—Empezaron el ritual de apareamiento.
—¿Tan pronto? —inquirió sorprendida y avergonzada—. Pensé que llevaría más esfuerzo que ésto.
—Deben ser realmente compatibles.
Aerhys asintió y observó tal espectáculo, de a poco reconociendo ciertos movimientos que los comprometidos Targaryen o Velaryon imitaban en ciertas danzas.
—Increíble —respiró maravillada.
—Es raro atestiguar un evento así —coincidió, durante unos segundos observándola de reojo.
Tal ancestral ritual continuó hasta que empezaron a desplazarse a nueva zona, entre silencio un golpe en la puerta provocando que se desentendieran.
—Los baños están listos.
—Genial —suspiró Aerhys yendo hacia Hilda, la cual sonrió mientras una de sus ayudantes aguardaba para guiar al hombre.
—Nos vemos en la cena —habló Daemon aún junto el ventanal.
Ella le miró y asintió, el corazón saltando ante la propuesta de reencontrarlo.
—Nos vemos en la cena.
Siguió a la mujer y al ingresar sintió el vapor humedecerla, con asistencia dejando las ropas en el olvido y hundiéndose en la tina. La esencia a fresia envió un agradable cosquilleo al alma, las manos expertas de Hilda lavando su cabello y cuerpo con productos y olores que quedarían impregnados en la piel.
Disfrutó del agua hasta que entibió demasiado y debió salir, una gruesa bata adornándola y una toalla cubriendo el platinado cabello. Con paso rápido ingresó a su habitación y apreció que la chimenea estaba prendida, las decoraciones luciendo igual a como las dejó la última vez.
—¿Desea que le asista, princesa?
—No, a partir de aquí seguiré sola.
Suspiró a la luz de la velas y aún envuelta se sentó en el borde de la cama, automáticamente yendo a jugar con el anillo obsequiado por Daemon. Lo miró considerando la inesperada compañía que tendría los próximos días, de algún modo yendo a pensar si aquella era una oportunidad de los dioses. Cierta amargura la llenó ante la idea de confesarse, porque sabía que tenía todo para perder y al mismo tiempo nada, ya que de todas maneras terminaría casada con algún noble.
Negó con mal gusto en la boca y miró los vestidos guardados en bolsas de tela oscura, al mirar eligiendo uno color beige que no era demasiado formal. Lo quitó admirando el cinto cocido en la cintura, el mismo patrón estando en el cuello y todos los bordes de la tela.
Secó su piel y colocó la ropa interior inferior antes de usar la bella prenda, así buscando la llave que tenía escondida para abrir el cajón de joyería. Admiró las piezas que ahí resguardaba y seleccionó lo que creyó que más combinaba, en un espejo admirando el collar y los aros que brillaban con los distintos ángulos de luz. Sonrió sintiéndose bonita y prestó atención al cabello, luego de trenzar los mechones del frente decidiendo que no haría nada exagerado o que denotara demasiada preparación.
Agarró papel, tinta y una pluma, sin dudar aprovechando el tiempo libre para aclarar cualquier malentendido con su padre respecto a esas vacaciones. Los dragones eran una clara excusa de la intención inicial que tenía al huir a Rocadragón, así que la usaría al máximo y enviaría la carta.
Enrolló el pergamino y lo selló, de esa forma abandonando la habitación y atravesando diversos pasillos hasta que sonrió con cierta malicia al ver el caballero que Daemon acusó de observarle los pechos.
—Buenas noches —saludó, el muchacho saltando en el lugar y poniéndose aún más recto.
—P-Princesa Aerhys, buenas noches —respondió realizando una pronunciada reverencia.
—¿Haciendo guardia? Debe ser aburrido —acortó la distancia y frenó en frente.
—Nada de eso, es un trabajo que realizo con mucho orgullo.
—Me alegra saber que gente responsable cuida de estas tierras —colocó una mano en su hombro, aunque la armadura les salvaba de un verdadero contacto.
—Gracias, princesa —sonrió, pero enseguida se corrigió y mantuvo la seriedad—. Por cierto… Oí que el Rey la anunció como heredera, así que quería felicitarle.
—Lo aprecio mucho —dijo sincera, un ligero rubor ganando terreno—. Espero que puedas seguir protegiéndome si llega el día donde deba asumir el Trono de Hierro.
—¡Mi lealtad seguirá firme! —insistió, con fuerza colocando una mano en el pecho.
Aerhys rió suave y asintió, un rugido lejano provocando que ambos giraran y recién ahí notaran que Daemon se acercaba con paso extremadamente silencioso. Tenía el cabello plata completamente suelto y al frente sobre el hombro derecho, ambas manos unidas en la espalda y con algunos botones de la camisa desabrochados.
Los Targaryen se observaron y ella fue la primera en romper la conexión, en el fondo oyendo como el caballero lo saludaba en una reverencia.
—¿Divirtiéndose?
—Una breve conversación —resumió Aerhys sin dar demasiada importancia—. De hecho, estaba por solicitar que lleve esta carta al Rey —explicó mientras enseñaba el pergamino.
—Para eso hay mensajeros —recordó Daemon.
—Los cuales son acompañados de caballeros —añadió antes de mirar al de cabello ceniza—. Puedo confiar en que harás que llegue a salvo, ¿verdad?
—Por supuesto, princesa, ahora mismo aviso para organizar el viaje.
—Que servicial —dijo Daemon observándolo fijo a los ojos.
La femenina admiró aquella escena sin especial sorpresa y permitió que el incomodo caballero se retirara, sin problemas ignorando al adulto hasta que el chico estuvo bastante lejos.
—No había necesidad de presionarlo o asustarlo, Daemon.
—Si se siente amenazado por mi presencia, tan buen caballero no es —retrucó enfocándose completamente en ella.
Aerhys cerró los ojos e inspiró mientras negaba.
—¿El baño ha sido de tu gusto?
—¿Cambias de tema?
—¿Qué hay que hablar? —inclinó la cabeza.
—Tu coqueteo.
—¿Acaso vas a dar un sermón? ¿Tú, entre todas las personas? —enarcó una ceja en desafío.
Daemon guardó silencio y se inclinó sobre ella, aunque la distancia era prudente.
—¿Tú, de entre todas las personas, crees saber porqué no puedo hacerlo?
El tono bajo y hasta peligroso de su voz envió un intenso escalofrío, la altura y anchura de sus hombros recordando lo físicamente superior que era. Tuvo que tragar y acortar la distancia para recordar confiar y no echarse atrás, así permitiéndose hablar incluso si sentía la respiración agitada.
—Considerando que tienes una hermosa muchacha a tu lado y sigues visitando casas de placer… Juegas demasiado para intentar decir si puedo o no realizar un simple coqueteo.
La tensión aumentó en un segundo y Aerhys prometía que sentía y oía las chispas alrededor, Daemon entrecerrando los ojos y por un segundo bajando a ver sus labios.
—¿Me has espiado?
—¿Lo desconocías? —retrocedió un paso, aunque él la sostuvo del brazo para que no huyera.
—¿Con qué intenciones?
—Ninguna en especial, vigilo a muchos —mencionó sin amagar a dar más detalles—. ¿Te molesta?
Daemon pareció descolocado por la actitud frontal y pasó unos segundos en silencio, de pronto sonriendo bastante y asintiendo.
—Éste lado de ti es interesante, te imaginaba de otra manera.
—¿Más como mi padre?
—Si, pero tampoco tanto, Rhaenyra y tú poseen actitud.
—Lo sé —aceptó con cierta arrogancia y miró la extremidad que aún le agarraba.
Moviéndose con habilidad, enganchó su brazo con el de Daemon y tiró para animarlo a caminar.
—Vamos, la cena debe estar lista.
Él la miró unos momentos antes de colocar la mano libre sobre su palma, Aerhys apreciando encantada el suave apretón que entregó. Caminaron en silencio y la enamorada no dudó en fantasear que estaban en pareja, apenas mordiéndose el labio inferior por lo bien que se sentía la cercanía.
—Lucero y Caraxes siguen juntos, tomará bastante tiempo hasta que estén listos para regresar —informó, momentos antes habiendo ido a revisar cómo se hallaban.
—No tengo apuro.
Se soltaron antes de ingresar al comedor y los sirvientes miraron con sorpresa al llegar antes de lo planeado, enseguida apurándose para al menos tener la bebida servida. Aerhys se sentó en la cabecera derecha admirando lo que había en la mesa, definitivamente no esperando que Daemon decidiera ubicarse a uno de sus costados y no en la otra punta.
—Tengo mejor visión desde aquí.
—¿De la puerta? —enarcó una ceja al ser lo que enfrentaba.
—Tú.
Por reflejo ella bufó y negó desacreditándolo, pero tenía sentido considerando que eran la únicas personas.
—Como sea… Cuéntame alguna de tus aventuras, sé que aún no he oído todas.
—De hecho, me gustaría escuchar las tuyas —indicó mientras cruzaba una pierna y se reclinaba hasta tocar el respaldo.
—¿Qué dices? Vivo en el palacio y no tengo oportunidad de explorar.
—¿Segura? —elevó una ceja dejando los labios separados, la fijación provocando que ella terminara sonriendo por la presión y él le imitara al haberla atrapado.
—No sé de qué hablas, sin pruebas no hay crimen.
—Es imposible que me mientas, se te nota.
—¿Importa? Es tu palabra contra la mía —encogió los hombros y miró el anillo que la decoraba con falso interés.
Notó movimiento borroso por el rabillo del ojo y, antes de alejarse, una pálida mano le agarró el mentón. A la fuerza observó a Daemon, aunque el trato fue delicado para no generar daño o dolor.
—Siempre fui sincero contigo, ¿por qué ocultarme tu vida?
—Falacia, mucho lo descubrí gracias a mis informantes —negó fingiendo un pequeño berrinche, con una suave palmada liberándose de su agarre.
—Jamás preguntaste por mis relaciones, sino hubiera confesado.
—La última vez hablamos de si estabas conociendo a alguien y dijiste que no.
—Respondí con la verdad.
—Entonces, ¿quién es Mysaria? —enarcó una ceja y se contuvo de cruzar los brazos.
—Nadie importante.
Aerhys bufó con una sonrisa molesta y agarró la copa, pensativa tomando un largo y lento sorbo.
—Rápidamente desechaste tu declaración de siempre haber sido sincero.
—¿Quieres que soltemos toda la verdad? —preguntó, inconscientemente golpeando la mesa con el dedo indice de su mano derecha.
—Por supuesto, ¿qué propones? —aceptó sin dudar, para nada considerando que podía estar cayendo a las fauces del dragón.
—Un interrogatorio por turnos, oportunidades equitativas de saber del otro.
La femenina inspiró profundo perdiéndose un momento en los profundos ojos violetas, enseguida notando la necesidad que él también poseía de conocerla.
—Acepto.
—Empieza —cedió con un ligero movimiento de mano, los dígitos yendo a jugar con el tenedor junto al plato.
—¿Qué es Mysaria para ti? —indagó, concentrada cuidando de no mostrar nada especial es su voz o expresión que delatara lo que sentía por él.
—Una colega.
—¿Acaso olvidaste las palabras en Desembarco del Rey? Si esperas más de mí es mejor que extiendas tus explicaciones.
Daemon pareció divertirse y miró un momento el mantel antes de asentir.
—Ella es quien en general reúne información o realiza lo que necesito para ciertos planes.
—Con sexo de por medio —soltó, enseguida mordiéndose la lengua.
—Ya has hecho tu pregunta —indicó inclinando la cabeza.
—No fue una duda, solo añadí el detalle que pareciste olvidar —defendió con aire de regaño, y él río mientras se sentaba recto e inclinaba hacía ella.
—Tu momento de contestar —determinó—. ¿Por qué tienes informantes siguiéndome?
Aerhys respiró tranquila al tener una respuesta sensata.
—No es secreto que mi padre piensa que estás tras el trono, así que vigilo tus intenciones y si en algún momento planeas atentar contra sus únicas dos descendientes para tener la corona.
El salón quedó en silencio y la piel de la joven se erizó, la seriedad y oscuridad que cayó en el rostro del hombre logrando que tuviera un pequeño escalofrío.
—¿Piensas como Viserys?
—Tu turno ha pasado —forzó a decir al no soportar el aura que lo dominaba, para calmarse dando otro sorbo de vino—. ¿Deseas ser rey?
—De joven hubo un tiempo que fantasee con aquello, ver a mi hermano tomar clases especiales para cumplir con aquel puesto impulsó la idea, pero al crecer entendí que no era una responsabilidad que realmente quisiera —explicó, la forma en que la veía entregando la sensación de absoluta verdad.
—En ese caso, me alegra que nacieras después y no tuvieras que cargar con aquello —sonrió amable esperando calmar el extraño humor.
—¿Qué hay de ti? ¿Quieres el Trono de Hierro?
Aerhys presionó los labios y apenas entrecerró los ojos, las pupilas perdiéndose en objetos de la habitación mientras en segundos intentaba analizar toda su vida.
—Si, aunque hace poco caí en la cuenta de que lo anhelo por mí. Antes creía que era insuficiente y buscaba las fallas que evitaban que todos me consideraran alguien posible de heredar, pero al pasar los meses entendí que con una corona la vida no se resolvería y muchos retos esperarían —explicó, por un segundo viendo a Daemon y notando que la observaba completamente atento—. Las personas del reino dependerán de lo que decida y el conocimiento de cómo actuar no vendrá de la aprobación de mi padre, así que al estudiar y adentrarme en ese mundo empecé a realmente querer hacerme cargo.
—¿Tienes miedo? —inquirió de pronto, por segunda vez olvidando el interrogatorio turnado que propuso.
Aerhys sonrió con tristeza y bajó la mirada a su falda, con el corazón acelerado asintiendo.
—Temo a muchas cosas, especialmente a realizar mal mis tareas y que el mundo sufra por la incompetencia —negó leve lamiendo nerviosa los labios—. Supongo que la situación también dependerá de la persona que reine conmigo y quienes integren el consejo, pero no quiero que me consideren débil o fácil de manipular.
Con un chirrido, Daemon acercó la silla y con una mano le agarró las palmas en gesto de apoyo. Ella le miró y tragó por la cercanía, ansiosa admirando sus ojos que brillaban por el fuego de la chimenea.
—No lo permitiré, estaré a tu lado cuidándote.
—¿De verdad? ¿Entonces aceptas la decisión de mi padre? —frunció el ceño liberando una mano y apoyándola arriba de la masculina.
—Nunca dudé.
—Pero… ¿No te enojaste cuando te desheredó del trono?
—Lo que me enfadó fue la desconfianza y paranoia hacia mí, no el que no fuera a ser rey. De todos modos, eso ya está en el pasado —prometió con un leve asentimiento.
Aerhys sonrió profundamente aliviada y contenta, sin pensar inclinándose y apoyando su frente con la de él.
—Gracias.
Cerraron los ojos y en silencio prolongaron el gesto, afecto bañándolos hasta que les interrumpieron abriendo la puerta. Inmediatamente ella se alejó y miró a dos criados entrar con grandes bandejas de comida, sonrojada apreciando que notaron la íntima escena. Intentó liberar sus manos, pero Daemon sonrió con cierta malicia y resistió mientras le servían los platos.
—No hay necesidad de avergonzarse, estas paredes han visto más de lo que puedes imaginar.
—Tantos años e historia… Supongo que algo tan simple no es importante —contestó, aunque sus palmas entrelazadas aún la alteraban.
—Nunca es tarde para aumentar la apuesta.
Aerhys envió un vistazo de advertencia y él enarcó una ceja manteniendo su típica sonrisa traviesa.En silencio esperaron a la soledad y contestaron cuando les consultaban qué deseaban ingerir de todo lo preparado, al terminar el mayor indicando que se retiraran al otro lado de la puerta.
—Luce bien —comentó satisfecha, ambas manos yendo a sujetar los cubiertos.
—Es bueno atestiguar que la reunión con tu padre no te quitó el apetito, a diferencia de otras ocasiones.
—La carrera de dragones y tu presencia ayudaron, aprecio demasiado nuestro tiempo juntos —confesó con una sinceridad inesperada hasta para ella.
Daemon asintió mientras parpadeaba lento, así dando un bocado antes de enfocarse de beber de la copa.
—Ahora que recuerdo, no dijiste nada de tus aventuras fuera del castillo.
—¿Nuevamente con eso? —suspiró viéndolo con cierto cansancio.
—Posees informantes que me vigilan, pero yo desconozco tus actividades.
—No quiero que te duermas de aburrimiento.
—Jamás sucedería —determinó, apenas acomodando su postura—. Todo, quiero escuchar todo.
Aerhys respiró pesado por la insistencia y encogió los hombros restando importancia a lo que fuera a decir.
—Poco ha sucedido, al principio solo me atrevía avanzar unas cuadras hasta que me sentí más cómoda o valiente. He atestiguado varias obras callejeras, comido y bebido, solo tres o cuatro veces llegando a la ebriedad —miró al techo tratando de recordar y se apoyó completamente en el respaldo.
—¿Qué hacías cuando bebías de más? —preguntó con una leve sonrisa, el brillo en sus ojos aumentando.
—Disfrutaba del efecto del alcohol en las calles, aunque cuando estaba muy tambaleante iba al puesto de un chico que conocí y me sentaba a pasar el rato con él.
—¿Hiciste amigos? —enarcó una ceja y entrelazó los dedos.
—No los catalogaría como amistades, pero conocí algunas personas con las que salir… Compañeros, si, buenos compañeros.
—Mmm —pensó sosteniéndole la mirada, en sus pupilas notándose que estaba perdido en distintas ideas—. ¿Qué haces con ellos?
—Me enseñan nuevos lugares y lo que es peligroso o no, creen que soy una Targaryen bastarda que hace poco vino a vivir a Desembarco del Rey y quieren enseñarme la ciudad.
—Vaya, hasta una identidad falsa creaste —dijo orgulloso—. Qué pensarán el día que vayan a la coronación y te vean como la nueva reina…
—Si siguen siendo buenos conmigo y creamos amistad, no obtendrán más que beneficios al trabajar para mí.
—¿Nuevos informantes?
—Tal vez —sonrió con cierto misterio agarrando la copa a medio llenar.
—Querría conocerlos.
—¿Revelar las fuentes? —preguntó como si acabara de decir una completa locura, enseguida dando un sorbo al oscuro vino.
—¿Dudas de mí a pesar de que te acabo de dar completa lealtad?
Aerhys inspiró profundo y desvió la vista sintiendo un nudo en el pecho.
—Mi padre eligió un niño que ni siquiera conocía y traicionó al amor de su vida cuando, según me han contado, mi madre no quería morir —apretó los labios con enojo y angustia—. Si una persona puede acabar con la persona más importante de su existencia, no quiero imaginar lo que puede esperarme cuando ni siquiera soy lo primordial de nadie.
Daemon se inclinó a ella y esta vez la tomó de la muñeca, la tensión de su mandíbula enseñando la molestia que intentaba mantener a raya.
—Siempre he sido fiel a nuestra familia y no permitiré que las debilidades de mi hermano te hagan desconfiar de lo que soy. Jamás te traicionaré, y si lo hago aceptaré el castigo que impongas, incluso la muerte —expresó entre dientes apretados, la fuerza que aplicaba a su extremidad marcando lo serio que era.
Aerhys apretó los labios y buscó en los violáceos irises algún titubeo, pero, al cabo de unos segundos, asintió.
—Prometí nunca ir en contra de mis propias reglas, aunque haré mi mejor esfuerzo —bajó la mirada a ver como lo agarraba con la mano libre para acariciarlo y calmarle—. Papá vivirá muchos años más, así que tendrás tiempo de demostrar tus declaraciones y enseñar que tan equivocada estaba.
El mayor levantó la mano libre y acunó una de las jóvenes mejillas, la gran palma ocupando buen parte de su rostro.
—¿Qué hablaste con Viserys?
—Matrimonio, como siempre, aunque ahora tengo libertad de elegir a quien quiera de esposo —explicó, la piel calentándose y sonrosándose bajo los suaves roses del hombre.
—Te salvarás de tener un matrimonio como el mío —sonrió de costado, y ella rodó los ojos al haber crecido oyendo como odiaba a la Perra de Bronce con la que se casó.
—No lo creo… —bajó la mirada con un veloz temblor en los labios—. La persona que deseo está fuera de alcance.
Animarse a decir eso costó el que el pulso se acelerara hasta los cielos y temió que él pudiera notarlo, irónicamente teniendo a centímetros al hombre que añoraba.
—¿Quién es el idiota indicado?
—¡Daemon! —regañó por el calificativo dándole un leve golpe en la mano.
El Targaryen se hizo el desentendido y bajó la mirada a sus labios, con el pulgar rozando y apenas tirando del inferior.
—¿Por qué?
—¿Cómo? —frunció el ceño con el corazón latiendo más fuerte.
—He notado que siempre me llamas por mi nombre, nunca “tío”.
—¿Te molesta?
—No, tampoco planeo ocupar ese rol.
Aerhys dudó un momento y frenó de imaginar significados que de seguro no implicaba, aunque esperanza surgió.
—¿Qué puesto esperas servir?
Inclinando la cabeza, Daemon entrelazó los dedos de sus manos y liberó la mejilla para acariciar la colorada piel con el dorso.
—Espero ser el idiota indicado.
Tomó apenas unos segundos comprender esas palabras y Aerhys elevó ambas cejas sin hacer ninguna expresión en particular. Dejó de respirar hasta que los pulmones ardieron, así bajando la mirada y pestañeando seguido en un nuevo intento de entender.
—¿A qué t-te refieres? —tartamudeó en un golpe de emociones, cuello, nuca y orejas ardiendo—. ¿Por qué quieres ser mi amado?
—Te deseo.
La respuesta debería haberla alegrado, pero enseguida sintió una punzada en el pecho y las dudas surgieron. Conocía a su familiar y nunca expresó interés romántico por nadie, e infame era su gusto por las relaciones de una noche, así que podía significar algo muy diferente para ambos.
—Si solo es anhelo carnal… —empezó a decir con dureza, enojo subiendo por la garganta ante la idea de que quisiera usarla como un evento pasajero.
—No —interrumpió al apreciar la furia del dragón—. Siempre hemos tenido una conexión profunda y especial, pero hace unos pocos años empecé a apreciarte de otra forma. En ese entonces aún eras muy joven e ingenua y no actué en mis emociones, pero era difícil, así que preferí irme y seguir con mis aventuras. Esperaba olvidarme de ti y confirmar que mi fascinación era algo pasajero, pero al regresar y ver como tu personalidad y mente se desarrollaron en alguien capaz de hacerme frente…
—¿Gustas de que te lleve la contra? —enarcó una ceja
—Adoro tener el control y que las situaciones vayan de acuerdo a mis planes, pero un poco de pelea está bien —sonrió al tiempo que ponía la mano libre en una de sus piernas—. Eres fiel a lo que crees y sabes lo que quieres, tienes un espíritu digno de un Targaryen y deseo estar a tu lado como esposo.
Inconscientemente mordió el interior de la mejilla y tragó, su cabeza siendo un nudo infinito de elementos que no podía separar.
—Nunca vi que fueras un hombre predispuesto al compromiso, ¿seguro que quieres casarte?
—Fui forzado a un matrimonio con una mujer insufrible, pero eres todo lo contrario, nuestras existencias están destinadas —indicó apretándole la mano y la pierna esperando trasmitir sinceridad.
—¿No es una confusión?
Daemon la agarró del rostro y enseñó una nueva intensidad, la energía que emanaba haciendo que la femenina se mordiera la lengua.
—Jamás me cuestionarías si supieras lo que pasé aquellos años donde desaparecí, solo podía pensar el ti.
Ella inspiró profundo y bajó la cabeza, con cierta frustración peleando el miedo a entregarse cuando desde hace años solo quería ser suya.
—Desde siempre… Desde siempre has sido a quien he querido, hasta papá y Rhaenyra lo saben —confesó con voz bastante baja—. He luchado y tratado de ignorar los sentimientos al igual que tú, pero fue imposible.
—Ya no peleemos más, estemos juntos —dijo con sutil prisa, entonces dejando la silla y arrodillándose frente a ella para sostener ambas manos.
Aerhys sonrió con cierta amargura y tragó antes de inspirar profundo, durante unos segundos mirando fijamente la mesa. Consideró sus miedos y lo que realmente quería de él, así que se soltó y le tomó del rostro acortando la distancia.
—Primero debes saber que, si eres mío, no te dejaré ir con facilidad. Tal vez pienses que cuando te aburras simplemente podrás caminar fuera de la relación, pero, si sinceramente deseas que me entregue a ti, es mejor que lo pienses dos veces —advirtió, enseguida bajando una mano y suavemente apretando el cuello—. Espero tu lealtad como reina y esposa, así que si me traicionas no dudaré en cortarte los genitales y dárselos a Lucero antes de quemarte vivo.
Los labios de Daemon se separaron en sorpresa y un escalofrío lo recorrió, pero, en vez de miedo, sus pupilas se dilataron en una excitación inusitada. Deslizó las mano por las piernas femeninas hasta llegar la cintura, donde apretó con una emoción casi dolorosa y notó como las chispas se convertían en llamas.
En un borrón sus bocas se encontraron, ninguno recordando quien se había abalanzado primero, solo apreciando cuando las pieles se tocaron a medio camino. La electricidad crispó los cabellos y Daemon se irguió en las rodillas presionando más contra ella, Aerhys deslizando la mano hacia la nuca y enredando los dedos en los cabellos de la base. Se miraron un momento mientras la chimenea los iluminaba como un faro en la oscuridad, la luz cegándolos y dejando que quemaran contra el otro igual que polillas en el fuego.
La femenina soltó un jadeo cuando la gran palma del Targaryen apretó su muslo y él se separó unos milímetros para lamer veloz el centro del labio superior, enseguida introduciendo la lengua y siguiendo el intercambio. Un pitido en sus oídos calló cualquier pensamiento coherente y Aerhys se rindió encantada a la guía de su amado, con gran calor disfrutando de la experiencia que depositaba en ella. Con la yema de los dígitos grabó la textura y temperatura de la pálida piel, en los nudillos enredando los hilos plata de los que ocasionalmente tiraba, y con la mano libre recorrió los músculos escondidos en la camisa.
—Mi futura reina de vida… —murmuró Daemon con los ojos cerrados acariciándole el rostro—. Logras que pierda la cordura.
Aerhys sonrió mientras recuperaba el aire.
—No debo ser la primera que lo dice, pero dejas la mente en blanco —con delicadeza lo agarró del mentón e hizo que ladeara el rostro para darle pequeños besos en la mandíbula.
Él gruñó y cerró los ojos enseñando el cuello, ella apreciando que se entregara y tomó la oportunidad de explorar la delicada zona. Una mano fue a sostenerlo del hombro y la otra conquistó más cabello, terminando por agarrarlo casi de la raíz para mantener el control justo cuando se animó a usar los dientes.
Daemon soltó un suspiro complacido y sintió la llama del vientre quemar, la desesperación empezando a ser una emoción persistente. Disfrutó de los cariños y permitió a su cuerpo actuar como quisiera, ambas palmas deslizándose bajo el vestido y tensándolo por el frenesí de conocer aque territorio.
Aerhys tembló y pensó que explotaría al ver como sus piernas eran decoradas por las extremidades del hombre, él tocándola de arriba a abajo hasta descansar en los muslos.
—¿Hasta dónde llega tu experiencia?
La joven aflojó el agarre de los cabellos para permitir que le mirara, una nueva capa de rubor decorándola ante la vergüenza.
—Daemon…
—¿No puedo saber? —elevó ambas cejas, aunque no en molestia, sino en curiosidad—. ¿Conservas tu virginidad?
—Si…
—¿Segura? —inclinó la cabeza dibujando lentos círculos con los pulgares.
Aerhys inspiró profundo sintiendo un nudo de nervios y encogió los hombros.
—Intenté algunas cosas con alguien que conocí en mis escapadas, pero no permití que llegara a más —reconoció sin soportar verlo a los ojos, inconscientemente apretándole el hombro.
—Ciertamente no sé nada sobre tus aventuras —murmuró acercando el rostro y viéndole los labios—. Es bueno que pudieras tener experiencias, pero te aseguro que nadie te hará sentir como yo.
La promesa la dejó sin aire y con incontables cosquillas en el estómago, embelesada por esa idea rindiéndose al beso que él comenzó. Lo abrazó por el cuello y se dejó llevar por la hoguera que eran, algunos dígitos del hombre rozando su húmeda entrepierna y provocando que gimiera en medio del intercambio.
—No, te daré lo que deseas en el día de nuestra boda —interrumpió agarrándolo de ambas muñecas.
—Seremos hombre y mujer, hay reglas que podemos romper.
Aerhys hizo un bajo sonido fingiendo que pensaba y un brillo travieso se mezcló entre la clara satisfacción.
—Tal vez quiero verte sufrir en abstinencia hasta ese día.
—Qué habré hecho para que me castigues así…
Lo soltó manteniendo el buen humor y acunó una de sus mejillas.
—De esta forma me aseguraré de que no huyas de todo lo que has prometido, al menos no hasta que cumplamos con nuestra boda —explicó al tiempo que bajaba la falda del vestido y cubría la piel.
—Tu desconfianza me daña, princesa.
Ella bufó y se inclinó a darle un beso compensatorio.
—No tanto por ti, sino por Viserys. Planeo al menos invitarlo a él y Rhaenyra a la ceremonia, y temo que no intentes luchar si ordena decapitarte porque ya has obtenido todo de mí.
Daemon soltó una breve risa aireada y ladeó la cabeza.
—Aún si compartiéramos cama no obtendría todo de ti, nos faltaría formar una familia y verlos crecer en futuros reyes y reinas.
—Tienes una forma con las palabras…
—Es la verdad —aseguró al tiempo que tomaba una mano y la besaba—. Debemos empezar con las invitaciones lo antes posible.
—No tengo objeción —sonrió mientras se ponía de pie—. Si me permites, tengo que ir a aliviar mi excitación—guiñó un ojo, de seguro divirtiéndose demasiado en no darle lo que quería.
Aerhys disfrutó la breve expresión de desconcierto y le acarició la mejilla antes de alejarse, la puerta estando a pocos pasos cuando fue levantada en el aire. Liberó un pequeño grito y se agarró del hombre, quien la sostenía bajo las piernas y espalda.
—¿¡Qué…!?
El Targaryen la calló con un beso demasiado apasionado y el aire en sus pulmones fue quemado en segundos, los músculos de su zona intima tensándose y aumentando la humedad existente. Al separarse lo miró ligeramente perdida y aguardó una explicación, el violeta de sus ojos atrapándola una vez más.
—Respetaré tu virginidad, pero soy un hombre enamorado que ha esperado demasiado, al menos deja que te ayude con eso.
Aerhys no supo qué responder y simplemente dejó que Daemon la transportara por el castillo, los muros y sus sirvientes teniendo un nuevo secreto que guardar.
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