Tumgik
#leían*
cr0wra · 3 months
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Ventajas de estar quedando choca otra vez es que el mejor como del mundo is back: La Laura con lentes y el charral alborotado 🙌🏼
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analisword · 3 months
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high infidelity (Enzo Vogrincic x Fem Reader)
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Antes de iniciar les quiero agradecer mucho por el apoyo que le han estado dando a la historia, significa mucho para mí, ¡gracias! les traigo capítulo RE cursi, que ya hacía falta jaja.
Capítulo 14.
Decían que la calma venía después de la tormenta, y eso nunca se había sentido tan real. 
Las siguientes semanas después del incidente se habían sentido como un verdadero abrazo al corazón, Enzo tenía el poder de hacer que los días pasaran más rápidos, durante esos días, tanto Alana como él decidieron silenciar sus celulares y disfrutar de su nueva rutina sin escuchar al mundo exterior. 
Enzo al fin había vuelto a filmación de la película y Alana había vuelto a escribir, nuevamente no se veían mucho durante el día debido a sus trabajos, pero las noches eran para ellos, veían películas o leían hasta tarde, se habían propuesto a aprender a cocinar, por lo que ahora  el servicio a domicilio de comida rápida no era tan recurrente, pero la comida seguía siendo igual de deliciosa, las costillas de Alana habían sanado bastante bien, aunque no podía decir lo mismo de la herida de su frente. 
—En verdad odio como se ve—dijo Alana viéndose en el espejo del baño mientras Enzo terminaba de cepillarse los dientes, era domingo y acababan de despertarse hace apenas unos minutos, tiempo atrás le habían quitado los puntos de la frente, dejando una línea morada e irregular como cicatriz 
—El doctor dijo que tardaría un tiempo en terminar de sanar—le recordó Enzo una vez se terminó de enjuagar la boca.
—De todas formas quedará la marca cuando termine de sanar—dijo tristemente mientras se inspeccionaba la frente, juraba que entre más se veía al espejo, más imperfecciones le encontraba. 
—Sos hermosa, no me gusta verte así de triste por eso—dijo Enzo tomándola de la cintura, no era la primera vez que Alana se quejaba al respecto. 
—Si tú estás cansado de escucharlo, yo también estoy cansada de decirlo, pero en verdad no soporto verme al espejo—suspiró para después girándose sobre sus pies y luego hundir su cara en el hueco del cuello de Enzo, Alana siempre había sido una chica bastante segura de sí misma, para nada se consideraba Miss Universo, pero era consciente de que tenía lo suyo, sin embargo, entre el peso que había perdido durante su sanación y la horrible cicatriz que marcaba su rostro, le resultaba difícil sentirse linda, incluso si Enzo se encargaba de recordarle cada día lo bella que era. 
—No estoy cansado de escucharte—dijo Enzo suavemente—. Simplemente me frustra un poco que tengas que lidiar con eso. 
—Me gustaría que hubiera una forma de simplemente hacerla desaparecer—respondió alejándose un poco de él, el chico protuyó los labios, lo cual era signo de que estaba pensando en algo. 
—¿Qué estás ideando en esa retorcida mente tuya?—preguntó Alana riendo. 
—Bueno, tal vez no hay forma de desaparecerla en si, pero sí de ocultarla. 
—No me voy a hacer flequillo—respondió Alana rápidamente como si le hubiera leído la mente, la última vez que había utilizado flequillo fue cuando iba en secundaria y lo había odiado absolutamente. 
—¡Pero si se te vería re lindo!—dijo Enzo riendo.
Alana inclinó la cabeza y se lo pensó un poco, entre usar flequillo y tener que andar por la vida con esa línea en la frente, quizá sí prefería usar el flequillo, además, un cambio de look le vendría bastante bien. 
—Me convenciste—dijo elevando los hombros.
—Wow,  fue fácil—rió—. Sólo quiero que vos te sientas bien, hasta calva te verías linda—dijo él buscando algo entre los cajones del baño. 
—¿Qué buscas?
—Las tijeras, mi vida—dijo él con tono de obviedad. 
—¿Me lo vas a cortar tú?—preguntó Alana horrorizada. 
—Obvio, soy un excelente peluquero. 
—¿Cuándo has cortado el cabello de alguien?—preguntó Alana llevando las manos hacia sus caderas.
—Nunca, pero no creo que sea muy difícil, ¿no?
Alana lo miró no muy convencida, estaba loca si permitía que Enzo le tocara el cabello, pero entonces pensó que sólo serían unos cuantos centímetros, no podía salir tan mal, ¿cierto?
—Si me terminas cortando más de lo adecuado, me comprarás una peluca—lo amenazó mientras se sentaba sobre la tapa del retrete.
—Del color que vos querás—dijo él emocionado, se veía bastante feliz por cortarle el cabello, quizá si no hubiera sido actor, ser estilista hubiera resultado su carrera soñada. 
Entre los dos se pusieron a ver un tutorial en YouTube, ciertamente no parecía algo muy difícil de hacer, aunque sí debían tener cuidado, Alana cerró los ojos cuando Enzo acercó las tijeras a su cabeza y lo dejó hacer su magia, en menos de 10 minutos, el chico había terminado de hacer su trabajo. 
—Ya podés abrirlos—dijo él. 
Alana primero abrió un ojo y luego el otro. 
—¿Tan mal se ve?—preguntó ella con miedo al notar que el chico la veía estupefacto. 
—Te ves preciosa—respondió él—. Miráte en el espejo. 
Alana se paró y se observó.
—Enzo—dijo sorprendida—. Mi amor, lo hiciste increíble, me encanta—dijo emocionada, su cabello caía sobre su frente de manera adecuada, aún podía ver sus cejas, pero la cicatriz de su frente había sido difuminada perfectamente. 
—No puedo creer que me hayas dejado cortarte el cabello—dijo incrédulo y peinando otros mechones. 
—Cuando termines de filmar tu película, yo seré la que te lo corte a ti—respondió ella—. Te raparé dormido. 
—Sí te creo capaz—dijo él. 
Desayunaron escuchando música y se terminaron de alistar, Enzo se había encargado de traer las cosas de Alana a su departamento hace un par de semanas, Sebastián se había mudado con unos amigos, el antiguo departamento había sido puesto nuevamente a renta, ninguno de los dos tenía intención de volver a ese lugar, así como Alana no tenía la intención de volver a ver a Sebastián en su vida, desgraciadamente el chico estaba libre después de pagar la fianza, pero al menos había conseguido una orden de restricción que le impedía acercarse a su ex novia. 
Enzo y Alana habían salido un par de veces en público para chequeos en el hospital, la gente aún no entendía qué tipo de relación había entre ellos dos y debido a que ninguno confirmaba nada aún, la gente especulaba que era meramente una amistad.
 Les gustaba la privacidad que tenían en el departamento, aunque estaban conscientes que eventualmente tendrían que salir y enfrentar al mundo, claro que querían mantener su relación privada, pero no secreta,  ese día al fin había llegado, Alana no creía sentirse capaz de seguir más tiempo encerrada en el departamento, necesitaba al menos salir a caminar e ir a tomar algo y quería sentirse libre de poner besar y abrazar a Enzo cuando le apeteciera. 
—Vamos por un café y caminar un rato en el parque, ¿te parece?—preguntó Enzo, en realidad llevaban días planeando su salida, sin embargo, hasta hoy Alana se había sentido preparada para hacerlo. 
Cuando salieron del departamento Alana no pudo evitar sentirse nerviosa, no era raro que le tomaran fotografías a Enzo en la calle o se le acercaran para pedirle autógrafos, sabía que estar a un lado del actor implicaba captar un montón de atención y reflectores, sabía que por el medio en el que ambos se envolvían, su relación estaría en boca de muchas personas, sin embargo, una vez que Enzo entrelazó los dedos con los de ella, todos sus miedos se fueron, estarían bien, todo iba a estar bien. 
La caminata hacia la cafetería fue bastante tranquila, Alana notó que algunas personas con grandes cámaras les tomaron fotografías desde lejos, Enzo y ella se limitaron a pretender que no estaban ahí, una vez que tuvieron sus cafés, procedieron a caminar hacia el parque. 
—Acá fue la segunda vez que nos vimos, ¿te acordás?—preguntó Enzo, Alana asintió con nostalgia, era loco pensar lo mucho que habían cambiado las cosas en los últimos meses, apretó la mano del chico con afecto. 
—Me quedé dormida en la banca—dijo ella negando con la cabeza.
—Vos te podrías quedar dormida en cualquier lado—dijo él depositando un beso en su mejilla. 
Conversaron de varios temas, sobre los recientes capítulos que había escrito Alana para su novela, sobre como Enzo sí se cortaría el cabello una vez terminara las filmación de su película, iban dando su tercera vuelta a la manzana cuando Alana escuchó un débil maullido. 
—¿Escuchaste eso?
—¿Qué cosa?
—Como un gato, pero no veo ninguno—dijo ella inspeccionando el lugar con la mirada, entonces lo volvió a escuchar, Enzo hizo cara de lástima. 
—Ay, está llorando el pobre. 
Alana soltó la mano de Enzo y corrió hacia el arbusto de donde procedía el chillido, había una caja con un gato muy pequeño y flaco. 
—Ay no, me muero—dijo ella agachándose—. ¿Quién lo habrá dejado aquí?—preguntó con miedo a cargarlo por lo frágil que lucía. 
—No debe tener más de un par de semanas—añadió Enzo de cuclillas, era un pequeño gato naranja que muy apenas podía abrir los ojos.
—No lo podemos dejar aquí, tenemos que llevarlo al veterinario—dijo Alana—. Siempre he querido un gatito—mencionó sútilmente. 
—Vos te lo querés quedar, ¿cierto?—preguntó Enzo directamente, Alana lo miró con ojos suplicantes, aún no habían entablado bien la situación en la que se encontraban, pero Alana llevaba semanas viviendo en el departamento de Enzo y ninguno tenía planes de cambiar eso—. Yo también siempre he querido uno—dijo él al notar que la chica no decía nada, Alana sonrió mostrando todos los dientes y se le lanzó encima de él en un abrazo. 
—Gracias, gracias, gracias—dijo rápidamente. 
—Anda, tenemos que llevarlo al veterinario para revisar que todo vaya bien y ponerle sus vacunas. 
Alana tomó al pequeño gatito y se lo llevó a su pecho en lo que Enzo pedía un taxi hacia la veterinaria más cercana.
—Siempre dije que a mi primogénito le pondría Mateo, así que ese será su nombre—dijo Enzo acariciando la cabeza del pequeño gato mientras hacían fila en la veterinaria, Alana rió al escucharlo. 
Sin embargo, Enzo tendría que esperar un par de años más para hacerlo, pues el gato terminó siendo gata. 
—Esto es un desastre—dijo Enzo dramáticamente—. ¿Cómo le pondremos entonces? Mateo estaba genial. 
Alana rodó los ojos al escucharlo, se encontraban de vuelta al departamento sentados en el suelo, con un arenero, un montón de juguetes y una pequeña No-Mateo  investigando el lugar, el veterinario les informó que no tenía más de 3 semanas de nacida, tendrían que alimetarla con biberón y toda la cosa, no había estado en los planes de ninguno tener una mascota pronto, pero en las pocas horas que llevaban con la gatita, se había ganado su amor por completo. 
—No tengo idea—bufó Alana mientras tomaba a la gata para que no se metiera debajo del sillón. 
—Vos sos la escritora aquí, debes ser buena con los nombres—dijo Enzo mientras preparaba la fórmula del biberón. 
—¿Qué hay de Matilda? Suena parecido a Mateo—sugirió, Enzo arrugó la nariz al escuchar el nombre. 
—No, no—dijo él. 
—¿Mafalda?
—Amor, sos pésima en esto—replicó él. 
—¿Felicia?
—Basta—dijo él riendo—. ¿Qué te parece Zola?—sugirió, Alana arqueó una ceja al escucharlo. 
—¿Zola? ¿Por qué la encontramos sola?—bromeó. 
—No, boba, Zo porque así termina mi nombre, La porque así inicia Lana, ¿entendés? Zo-La, Zola. 
—Zola, me gusta—dijo ella.
Jugaron un par de horas más con Zola hasta que se quedó dormida en la pequeña cama que le habían comprado, Alana sabía que ella sería la responsable de cuidarla durante el día, nunca había tenido una mascota antes debido a que en México sus padres no la dejaban y en su antiguo departamento las mascotas no estaban permitidas, se encontraba algo nerviosa, aunque feliz por la nueva aventura que le esperaba.
—Amor—murmuró Enzo una vez volvieron a recostarse en la cama, ambos se encontraban agotados, habían pasado un montón de tiempo en la veterinaria y preparando al departamento para Zola. 
—¿Sí?—preguntó ella escuchando con atención.
—No sé si lo notaste, pero nos tomaron un montón de fotos hoy—dijo él acariciando su espalda—. Ya vi algunas y bueno, se re nota que tenemos algo. 
—No lo creo, fui bastante discreta—dijo ella arrugando la frente, Enzo hizo una mueca y le mostró una fotografía sacada de Instagram, en ella se mostraba a un Enzo saliendo de la veterinaria con Zola entre sus brazos, Alana se encontraba agarrando su trasero, ella abrió dramáticamente la boca ante la imagen. 
—¡Ni siquiera recuerdo haber hecho eso!—dijo horrorizada. 
—Lo haces más de lo que vos crees, de hecho lo estás haciendo justo ahora—dijo él riendo, Alana se carcajeó al notar que era verdad, apartó su mano de Enzo pero él volvió a colocarla ahí. 
Después deslizó el celular por la pantalla y le mostró otra fotografía en donde salían besándose en la cafetería. 
—Bueno, supongo que ya todo el mundo lo sabe—dijo ella, podía imaginar la clase de comentarios que estarían en las redes sociales por haber pasado de estar en una relación con Sebastián a una con Enzo en poco tiempo, pero decidió no preocuparse mucho al respecto. 
—No puedo controlar que me pregunten o no por vos en las entrevistas, así que quiero saber con qué te sentís cómoda, es mi prioridad  que vos estés bien—dijo él acariciando su mejilla, tan comprensivo como siempre. 
—Bueno, ciertamente no quiero ser un secreto, pero sí quiero que tengamos nuestra privacidad—dijo repitiendo lo que ya habían establecido hace unos días—. Eso significa que debo de tener más cuidado con no tocarte el trasero saliendo del hospital con nuestra hija—bromeó refiriéndose a la fotografía de Enzo con Zola en manos.
—Vale, me agrada la idea—dijo él—. Ahora vuelvo, voy por agua. 
Alana se entretuvo unos minutos viendo la película a la cual no le habían estado prestando mucha atención hasta que Enzo volvió de la cocina, no llevaba un vaso de agua consigo, en cambio llevaba un ramo de tulipanes amarillos, las flores favoritas de Alana, ella se sentó rápidamente y le bajó a la televisión ante la imagen de él apoyando en el marco de la puerta con las flores y su pijama de cuadros rojos y azules. 
—¿Y eso?—preguntó nerviosamente, Enzo se acercó lentamente y se las entregó. 
—Tenemos que ponerle nombre a esto—susurró. 
Alana tragó saliva y sintió su corazón latir rápidamente ante las palabras de Enzo. 
—¿Puedo ser tu novio?—preguntó  nerviosamente, sus mejillas estaban rojas y sus manos estaban temblando, Alana sintió que se derretía ante la imagen—. Mi amor, te juro que iba a preguntártelo más romántico y toda la cosa, pero es que vos te ves tan linda ahora mismo, me muero, quiero que vos seas mi novia ya—habló rápidamente y la apretó contra él sin importar que ella aún estuviera sosteniendo las flores, Alana soltó una carcajada, Enzo se escuchaba mortificado por la falta de preparación en  la propuesta, pero a ella le pareció perfecta, no necesitaba de un cartel gigantesco o una cena costosa, aquí, justo en la cama abrazada de Enzo,con la luz de la luna que se colaba de la ventana y el ruido de fondo de la televisión, era más que suficiente. 
—Claro que sí—respondió ella. 
Enzo oficialmente era su novio, no podía sentirse más feliz al respecto. 
—Aunque mañana te toca preparar el desayuno, novio. 
—Está bien, novia. 
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flan-tasma · 9 months
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Hello, I hope you are well
Could you do the reader's first kiss with Freminet ?
I love your writing ❤️❤️
💖~ oh! I hope you are well too!
I love this request so much! I'm on it!
Warning: Nope now💖, Adult Freminet, In spanish it's implied that Reader is a girl, but in english it isn't | Google Translate sponsors me (it's a lie) If I made any mistakes in the english translation, I would be happy to read your comments! | Content in spanish and english
A mi celular le pareció una buena idea cerrar Tumblr y no guardé el borrador, entonces perdí la mitad y me quise pegar un tiro. Pero ahí vamos mi gente latina
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Spanish:
Freminet está tan enamorado de ti y todos podían notarlo. Lyney y Lynette sonreían al ver cómo su pequeño hermano se preocupaba por conseguir flores bonitas y frescas para ti.
Entre bromas surgió la pregunta de Lyney si ya se habían besado, provocando la vergüenza de Freminet y que Lynette consolara a su pobre hermano menor e hiciera que Lyney se disculpara, pero la idea no salió de la mente del buzo.
Freminet y tu se conocían desde hace mucho tiempo pero se habían vuelto novios desde hace relativamente poco. Él no sabía si querías besarlo y él tampoco quería tomarte por sorpresa o forzarte, por lo que buscó pistas.
Cuando leían juntos veía tus reacciones ante los cuentos de príncipes y princesas que rompían maldiciones con un beso de amor verdadero, se involucraba en tus conversaciones con Lynette acerca de esta nueva novela romántica que estabas leyendo y cuando se abrazaban te veía con más esmero, queriendo leer tu lenguaje corporal.
Ambos estaban en una cita nocturna cerca del mar cuando le preguntaste si había algún problema o cuál era el motivo de que no te quitara los ojos encima, él se avergonzó y suspiró mientras miraba a otro lado.
"No sé si te gustaría besarme."
Miraste sorprendida a Freminet y te tomaste tu tiempo para pensar en sus palabras y acciones. El ruido del mar y el viento los acunaba mientras seguían abrazados uno contra el otro, Freminet seguía esperando alguna señal hasta que hablaste.
"¿Qué pasaría si te digo que me muero por besarte?" Freminet podría haber muerto ahí mismo cuando se escondió en su casco de buceo mientras balbuceaba un millón de cosas inentendibles, hasta que se calmó y escuchaste algo muy claramente.
"Quisiera que fuera especial..."
"Si eres tú quien me besa, siempre será especial" Nuevamente Freminet se quedó callado mientras tú te reías de su estado oculto pero podrías apostar que su cara tenía un nuevo tono de rosa espolvoreado en sus mejillas, mantuvieron el silencio mientras aún eras abrazada por uno de sus brazos, sin molestar el flujo de ideas que estaba formando su cabeza en ese momento hasta que se levantó rápidamente y te dejó la manta que los cubría. Te pidió que te quedes en tu lugar con los ojos cerrados y que volvería pronto.
Hiciste lo que te pidió, recostada sobre la manta de picnic, tranquila y cálida por la manta mullida con bordados de pingüinos. Casi pudiste quedarte dormida siendo acunada suavemente por el calor y el viento, dejando que el ruido de la marea tranquila, los pies caminando sobre la arena y los chapoteos te lleven al reino de los sueños hasta que unos minutos después llegó Freminet y te pidió que te mantengas ciega unos minutos más.
"¿Qué estás haciendo, Fremmy?"
"... Un escenario."
Sonreíste y soltaste una pequeña risa con una idea de lo que ocurría, pero nada podría acercarse a lo que viste cuando te dejó abrir los ojos y sentarte: Las velas que habían traído estaban encendidas a cada lado de ustedes iluminándolos junto a la luna, rosarcoíris estaban repartidas alrededor de la manta de picnic y tu príncipe azul marino estaba frente a ti sobre una rodilla. Un ramo de flores rociomarinas recién recogidas te eran entregadas por él mientras se quitaba el casco. Tomaste las flores y Freminet pidió permiso para tomar tu mano.
"Por favor, déjame besarte."
Con una sonrisa lo aceptaste, él sostuvo tu mejilla y la acarició pronunciando gracias en un susurro. Acercó sus rostros y por fin besó con ternura tus labios, sus mejillas estaban calientes, pero su expresión se relajaba cada vez más hasta que se separó.
"... ¿Puedo besarte otra vez?... ¿Otra vez?... ¿Otro más?... Solo uno más, por favor."
No dejaron de besarse en un buen rato.
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English:
Freminet is so in love with you and everyone could tell. Lyney and Lynette were smiling as they watched his little brother worrying about getting pretty, fresh flowers for you.
Between jokes, Lyney asked if they had already kissed, causing Freminet to be embarrassed and Lynette to console her poor younger brother and make Lyney apologize, but the idea did not leave the diver's mind.
Freminet and you had known each other for a long time but had become lovers relatively recently. He didn't know if you wanted to kiss him and he didn't want to take you by surprise or force you, so he looked for clues.
When you read together, he saw your reactions to the stories of princes and princesses who broke curses with a kiss of true love, he got involved in your conversations with Lynette about that new romantic novel you were reading, and when you hugged, he looked at you more carefully, wanting to read your body language.
You were both on a date night near the sea when you asked him if there was a problem or what was the reason he couldn't take his eyes off you, he got embarrassed and sighed as he looked away.
"I don't know if you'd like to kiss me."
You looked at Freminet in surprise and took your time to think about his words and actions. The noise of the sea and the wind cradled them as they continued hugging each other, Freminet still waiting for some sign until you spoke.
"What if I told you that I'm dying to kiss you?" Freminet could have died right there when he hid in his diving helmet while babbling a million unintelligible things, until he calmed down and you heard something very clearly.
"I wish it were special..."
"If you're the one who kisses me, it'll always be special" Again Freminet stayed quiet as you laughed at his hidden state but you could bet his face had a new shade of pink dusted on his cheeks, you twoo kept silent while you were still being hugged by one of his arms, without disturbing the flow of ideas that was forming in his head at that moment until he quickly got up and left the blanket that covered them with you. He asked you to stay in your place with your eyes closed and that he would be back soon.
You did as he asked, lying on the picnic blanket, calm and warm from the fluffy penguin-embroidered blanket. You could almost fall asleep being rocked gently by the warmth and wind, letting the sound of the calm tide, feet walking on the sand and splashing water take you to the realm of dreams until a few minutes later Freminet arrived and asked you to stay blind for a few more minutes.
"What are you doing, Fremmy?"
"... A scenario."
You smiled and let out a small laugh with an idea of what was happening, but nothing could come close to what you saw when he let you open your eyes and sit up: The candles you had brought were lit on either side of you illuminating you along with the moon, rose rainbow were spread around the picnic blanket and your navy blue prince was in front of you on one knee. A bouquet of freshly picked romaritime flowers were handed to you by him while he took off his helmet. You took the flowers and Freminet asked permission to take your hand.
"Please let me kiss you."
With a smile you accepted it, he held your cheek and caressed it saying thank you in a whisper. He brought your faces closer and finally kissed your lips tenderly, his cheeks were hot, but his expression relaxed more and more until he separated you from he.
"...Can I kiss you again?... Again?... Another one?... Just one more, please."
You didn't stop kissing for a long time.
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thelettersgames · 5 months
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Sofía, una escritora apasionada, encontró inspiración en las historias de las personas cercanas a ella. A través de sus relatos, transmitió la belleza de las experiencias cotidianas y tocó el corazón de quienes las leían.
—kary
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isiquieremimir · 13 days
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holaaa
hace cuanto tiempo aprendiste a leer el tarot??
es tan cierto al 100% lo que dicen las cartas o hay un porcentaje en que pueda fallar??
holaaa,
hace rato ya cachaba algunos significados de las cartas y veía como mis amigas lo leían jdkd, pero yo aprendí a leer hace como 6/5 meses
yyy si puede fallar, aunque te digan que no, porque el tarot puede ver tu destino y todo, pero tú eres la persona que va creando su destino y tú ves como cambia, incluso hay tarotistas que hacen lecturas que tienen un plazo de máximo un año para que se “cumplan”, no sé si se entiende jdkdkdk
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josivalblog · 7 months
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A veces pienso que mis publicaciones son asumidas por muchos en modo similar a como en los años 50' del S-XX algunos hombres leían los poemas de Carilda Oliver Labra, a escondidas, sin atreverse a comentar, por falsas vergüenzas, por temores absurdos.
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"...llévame adonde sea,
llévame rumbo a tí y a mí
para penetrarnos los sentidos
con esa espada tentadora y dulce como un pétalo."
(Alberto Acosta-Pérez, poeta cubano)
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Foto y edición: @josivalfotos
En la imagen: #Leandro y #JoséCarlosRA
#JosivalFotos #parejas
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kamas-corner · 22 days
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La Luna
Cuenta la historia que en aquel pasado tiempo en que sucedieron tantas cosas reales, imaginarias y dudosas, un hombre concibió el desmesurado
proyecto de cifrar el universo en un libro y con ímpetu infinito erigió el alto y arduo manuscrito y limó y declamó el último verso.
Gracias iba a rendir a la fortuna cuando al alzar los ojos vio un bruñido disco en el aire y comprendió, aturdido, que se había olvidado de la luna.
La historia que he narrado aunque fingida, bien puede figurar el maleficio de cuantos ejercemos el oficio de cambiar en palabras nuestra vida.
Siempre se pierde lo esencial. Es una ley de toda palabra sobre el numen. No la sabrá eludir este resumen de mi largo comercio con la luna.
No sé dónde la vi por vez primera, si en el cielo anterior de la doctrina del griego o en la tarde que declina sobre el patio del pozo y de la higuera.
Según se sabe, esta mudable vida puede, entre tantas cosas, ser muy bella y hubo así alguna tarde en que con ella te miramos, oh luna compartida.
Más que las lunas de las noches puedo recordar las del verso: la hechizada Dragon moon que da horror a la balada y la luna sangrienta de Quevedo.
De otra luna de sangre y de escarlata habló Juan en su libro de feroces prodigios y de júbilos atroces; otras más claras lunas hay de plata.
Pitágoras con sangre (narra una tradición) escribía en un espejo y los hombres leían el reflejo en aquel otro espejo que es la luna.
De hierro hay una selva donde mora el alto lobo cuya extraña suerte es derribar la luna y darle muerte cuando enrojezca el mar la última aurora.
(Esto el Norte profético lo sabe y también que ese día los abiertos mares del mundo infestará la nave que se hace con las uñas de los muertos.)
Cuando, en Ginebra o Zurich, la fortuna quiso que yo también fuera poeta, me impuse, como todos, la secreta obligación de definir la luna.
Con una suerte de estudiosa pena agotaba modestas variaciones, bajo el vivo temor de que Lugones ya hubiera usado el ámbar o la arena.
De lejano marfil, de humo, de fría nieve fueron las lunas que alumbraron versos que ciertamente no lograron el arduo honor de la tipografía.
Pensaba que el poeta es aquel hombre que, como el rojo Adán del Paraíso, impone a cada cosa su preciso y verdadero y no sabido nombre.
Ariosto me enseñó que en la dudosa luna moran los sueños, lo inasible, el tiempo que se pierde, lo posible o lo imposible, que es la misma cosa.
De la Diana triforme Apolodoro me dejó divisar la sombra mágica; Hugo me dio una hoz que era de oro, y un irlandés, su negra luna trágica.
Y, mientras yo sondeaba aquella mina de las lunas de la mitología, ahí estaba, a la vuelta de la esquina, la luna celestial de cada día.
Sé que entre todas las palabras, una hay que recordarla o figurarla. El secreto, a mi ver, está en usarla con humildad. Es la palabra luna.
Ya no me atrevo a macular su pura aparición con una imagen vana; la veo indescifrable y cotidiana y más allá de mi literatura.
Sé que la luna o la palabra luna es una letra que fue creada para la compleja escritura de esa rara cosa que somos, numerosa y una.
Es uno de los símbolos que al hombre da el hado o el azar para que un día de exaltación gloriosa o de agonía pueda escribir su verdadero nombre.
-Jorge Luis Borges
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callmeanxietygirl · 1 month
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¿Taxqueña o Tasqueña? ¿cómo le dices tú? seguramente desde hace mucho tiempo este punto de la ciudad lo conoces como Tasqueña ¿o Taxqueña?
En Agosto de 1970 se inauguró la línea 2 del metro de la ciudad de México de Pino Suárez a "Tasqueña" con un recorrido inicial de 11 kilómetros. La terminal tomaría el nombre de la vieja Calzada Taxqueña, que a su vez se dice que se conoció como tal debido a una vieja historia en la que menciona que en aquellos rumbos existía una importante hacienda de la cual era dueña una mujer proveniente de Taxco, importante localidad del estado de Guerrero famosa por la venta de plata, La palabra "Taxqueña" es precisamente un gentilicio femenino hacia esta comunidad.
Pero ¿por qué se dice Tasqueña?
La palabra de la cual proviene dicho gentilicio, Taxco, proviene del náhuatl "Tlachco", cuyo significado es "juego de pelota" o "lugar donde se juega pelota". No obstante con el paso del tiempo la palabra "Taxqueña" se castellanizó y con el tiempo la letra "X" pasó a ser "S" dada la influencia del español sobre los vocablos náhuatl, pues el español impuesto desde la entonces Nueva España, la X se pronunciaba como "sh". Es así como llega 1967 cuando queda definido el proyecto final del Sistema de Transporte Colectivo Metro y la línea 2 tendría como terminal la estación "Tasqueña", quizás se utilizó dicha palabra castellanizada para mejor entendimiento y pronunciación de la población. Es por eso que se ha mencionado que el metro fue quien utilizó por primera vez esta pronunciación y a partir de ahí todos la conocemos con la letra "S", así como el transporte público y señalamientos, aunque también se dice que anterior a la construcción del metro subterráneo ya se leían letreros como "Tasqueña". También esto influenció en el tren ligero.
En la actualidad aún existe un amplio debate de cómo debe expresarse tal palabra, ya que en náhuatl no existe como tal el término "Taxqueña" debido a que no existe la letra "ñ" en esta lengua. Mientras tanto podemos seguir llamando a esta importante conexión de la zona sur de la Ciudad de México como queramos, Taxqueña o Tasqueña.
📷: Autor desconocido
Por Historias de la Ciudad de México
#ContamosHistorias
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Me quedo con la.espantosa X
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t0uka-chan · 10 months
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✰Riddle Rosehearts - SSR Bloom Birthday - Traducción al Español
La carta se obtiene al conseguir la carta de cumpleaños de Riddle en su respectivo banner, y para desbloquear su historia personal se debe subir el nivel de la carta (Lv40) y el nivel de episodio de la misma (Episodio 3). ───🌹───
NO RESUBIR esta traducción
───🌹───
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¡Feliz Cumpleaños!
Dormitorio Heartslabyul - Salón principal
Riddle: Llegó el momento de la entrevista anual. Debo intentar dar respuestas que sean un buen ejemplo para los demás estudiantes.
Riddle: Faltan 5 minutos para la hora de comienzo. ¿Llegaremos a empezar a tiempo?
???: La puntualidad es un hecho cuando eres una celebridad. Aunque bueno, puedo entender por qué estás preocupado.
Riddle: ¿Era Vil-senpai el presentador? Si es asi, la entrevista va a salir sin problema.
Vil: Que suerte tienes Riddle, soy tu presentador el dia de hoy. Acaso no es el mejor regalo de cumpleaños? Riddle: Fufu, si seguro. Gracias, y por favor sé amable conmigo.
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Vil: Bien, entonces, una vez más Feliz Cumpleaños Riddle. Y ahora mismo te haré una pregunta.
Vil: Si pudieras ir a cualquier parte con la habilidad de vuelo, ¿a dónde te gustaría ir?
Riddle: "Si pudiera ir a cualquier parte con la habilidad de vuelo..." Siendo así, me gustaría ir y venir del Reino de las Rosas a la Isla de los Sabios.
Vil: El Reino de las Rosas es de donde provienes verdad? ¿Quieres hacer un viaje de ida y vuelta a tu hogar?
Riddle: Tenía pensado ir a un establo en vez de ir a la casa de mis padres. Vil: Establo? Sorprendente... Me pregunto si es porque eres miembro del club de equitación.
Riddle: Ah! cierto, recuerdo que solían ofrecer la experiencia de montar a 
caballo...Ahora no lo sé, ya que es un recuerdo de hace mucho tiempo.
Vil: Oh, así que has estado allí antes.
Riddle: Así es, fue una actividad extraescolar de la escuela.
Riddle: No muy lejos de donde vivía, muchos de mis compañeros solían visitarlo con sus familias en vacaciones.
Riddle: Parecía algo habitual comprar helados en los "camiones de helado" situadas alrededor del establo...
Riddle: Recuerdo que la mayoría de mis compañeros comían helado durante nuestras actividades extraescolares.
Vil: Vaya que era popular. Así que lo que quieres es comer ese helado de tus recuerdos otra vez?
Riddle: Nunca he llegado a probarlo. Mi madre me prohibió comprarlo en ese entonces.
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Riddle: Por eso tengo curiosidad por el helado... además de que me gustaría visitar la cafetería de ese lugar.
Vil: ¿Esas esposas ya las tenías desde entonces?
Riddle: Se abrieron una vez que pude ingresar a Night Raven College.
Riddle: Bueno, la otra vez se publicó en una revista, que leían los estudiantes, algo acerca de ese lugar, así que quise investigarlo por mi cuenta en internet.
Riddle: Los dulces blancos, esponjosos, la crema fresca, son muy populares y algunos clientes incluso vienen desde fuera del país.
Vil: Desde afuera? No hay que subestimar la cafetería de ese establo entonces.
Riddle: Exacto, en su sitio web hay un montón de fotos de diferentes dulces de aspecto delicioso.
Riddle: Entre ellas, las tartas de crema son especialmente tentadoras... siempre he querido probar una algún día.
Vil: Así que, lo que estás diciendo, es que quieres ir allá y volver sin que tu madre lo sepa? Ja, ja, ja, ja ¡Eso es genial!
Vil: Comiendo cosas prohibidas a escondidas~~ te estás volviendo demasiado cercano a las costumbres de Night Raven College para tu propio bien.
Riddle: No es por eso que...! Creo que tiene razón Vil-senpai.
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Vil: Bien! Siguiente pregunta!
Vil: ¿Cuál es tu clase favorita?
Riddle: Saco notas perfectas en todos los exámenes de todas las asignaturas, por lo que, no tengo puntos fuertes ni puntos débiles en cuanto a notas.
Riddle: Pero si tuviera que elegir una materia, quizás esa sería la magia práctica.
Vil: Ser capaz de usar magia práctica es muy útil.
Vil: Cuando apareció la magia en mi por primera vez, a menudo pensaba "Es más rápido si no uso magia".
Riddle: Sip. Incluso en Heartslabyul usamos maia práctica cuando pintamos rosas o cuando transportamos las vajillas.
Riddle: Los que no están seguros de su capacidad para sostener y controlar la magia suelen trabajar con sus propias manos.
Riddle: Los estudiantes inmaduros de 1er año son especialmente vulnerables a ello.
Vil: Hablas como si tú fueras la excepción.
Riddle: Y así es(?. Cuando ingresé a NRC, pude usar magia práctica al nivel requerido de la clase.
Riddle: Podía pintar todas las rosas del jardín de rojo en menos de 10 minutos.
Vil: No eres el único que puede pintar rosas, ¿verdad?, ¿Tuviste clases particulares antes de venir aquí?
Riddle: Digamos que sí, mis padres son magos después de todo, pero lo aprendí principalmente de mi madre.
Riddle: Aprendí haciendo tareas que ella me daba.
Vil: Es una nueva experiencia para mí tener un mago en la familia. Me pregunto qué tipo de tareas te dieron.
Riddle: Cosas simples, como guardar los libros que había terminado de leer y cambiarme de ropa.
Riddle: Eso fue cuando tenía alrededor de 5 años, creo. Estaba intentando completar una tarea, pero como me cansé rápido me quedé dormido...
Riddle: Entonces... mi madre vino a vigilar como estaba y al verme me regañó. Luego de eso me dió más tareas.
Vil: Puede que sea una madre apasionada por la educación.... pero es bastante despiadada cuando se trata de su hijo.
Riddle: ....Mientras trabajaba duro para completar mis tareas, podía sentir que crecía constantemente.
Riddle: "Tengo que terminar todas mis tareas antes que venga mi madre". Con esas palabras en mente, me motivé aún más...
Riddle: Todavía recuerdo claramente el sentimiento de orgullo cuando conseguí mi objetivo por primera vez.
Vil: ¿Quieres decir que te retaste a ti mismo a contra reloj? Me impresiona tu ambición y fuerza de voluntad.
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Vil: Ahora si, la última pregunta!
Vil: ¿Qué es lo que quieres hacer el próximo año?
Riddle: Quiero mejorar mis habilidades culinarias.
Vil: ¿Tus habilidades en la cocina? Y bien, ¿qué te decidió a hacerlo?
Riddle: Hay varias razones, pero creo que la principal es que me di cuenta de que todavía hay muchas cosas que no sé.
Vil: Bueno, esa es una frase propicia para un cambio en uno mismo. A ver si te explicas mejor.
Riddle: El otro día Trey y Cater me invitaron a comer. Trey era el que iba a cocinar.
Riddle: Les pregunté qué era lo que iban a preparar y me contestaron "Lo pensaremos después de ver lo que hay en la nevera"
Vil: Y? ¿Qué había en el menú de ese día?
Riddle: El plato principal era una tortilla de queso. Utilizaron los ingredientes sobrantes del día anterior cuando prepararon la tortilla de queso.
Riddle: Las zanahorias y las pasas que sobraron de la tarta de zanahoria se utilizarón como guarnición.
Riddle: También se preparó sopa y postre. Todo con ingredientes que se encontraban en la cocina.
Vil: Es un almuerzo bastante suntuoso para alguien que lo hizo desde cero.
Riddle: Sí lo era.
Riddle: Mientras se preparaba la comida, Ace y Deuce llegaron siguiendo el aroma de la comida.
Riddle: Al final los 5 comimos juntos ese día! Cater, Ace y Deuce estaban encantados con los platillos.
Riddle: Me sorprendió mucho... Nunca pensé que sería capaz de hacer tantos platos deliciosos con aquellas sobras.
Riddle: Siempre creí que cuando se trata de cocinar, primero se debía decidir el menú, luego preparar cuidadosamente los ingredientes, pasos a seguir, y finalmente poner manos a la obra.
Vil: No te equivocas en tu pensamiento. Hace falta cierta experiencia para cocinar con ingredientes que no tienes a mano.
Riddle: Trey dijo "Cociné varias veces para mis padres en el pasado" por eso se le daba natural hacer esas cosas.
Riddle: Cuando oí eso volví a pensarlo. Necesito adquirir más experiencia, no limitarme a memorizar recetas.
Riddle: Cuando me vaya del dormitorio o de la casa de mis padres y empiece vivir por mi cuenta, quizá empiece a cocinar para mi mismo.
Riddle: Si utilizas todos los ingredientes y condimentos sin desperdiciar ninguno, ayudarás a reducir la cantidad de tiempo que tienes que dedicar a hacer la compra.
Riddle: Así que estoy planeando asistir a cursos de cocina con regularidad para desarrollar mis habilidades culinarias.
Vil: Va a ser un gran problema cuando empieces a vivir por tu cuenta. Hay algo más 
que cocinar.
Riddle: ¿A qué te refieres?
Vil: Hay mucho que hacer, pero en cualquier caso, estoy muy interesado en ver qué tipo de interior vas a elegir.
Riddle: Interior eh. Es cierto que cuando uno empieza a vivir solo necesita ver los tipos de muebles y demás.
Riddle: Si alguna vez decido comprar muebles me encantaría que me aconsejaras Vil-senpai.
Vil: Hasta aquí la entrevista, ha sido una conversación muy interesante.
Vil: Por cierto, ten esto. Es una escoba bellamente decorada con muchas flores rojas brillantes~ Son perfectas para la estrella del espectáculo~
Riddle: Muchas gracias. El rojo es el color simbólico de nuestra Heartslabyul y de la Reina de Corazones.
Riddle: Fue un placer inesperado. Déjame mostrarte algunas habilidades de vuelo dignas para esta escoba.
Vil: Realmente me sorprende tu espíritu! Bueno, adelante entonces. Estoy deseando ver tus habilidades como el Líder de Heartslabyul.
Riddle: Si! No te defraudaré.
Riddle: Volar por los cielos no es gran cosa.
Riddle: ¡Mostrémosles a todos mi verdadero poder!
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FIN🌹
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voces-en-las-sombras · 3 months
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WATTPAD. DEL FANFICTION AL BEST-SELLER
Megan Montiel - 22/03/24
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Wattpad es una plataforma online, o red social, de lectura y escritura. En la cual cualquier persona puede ser un escritor, en ella pueden publicar historias de cualquier género literario. Los usuarios pueden leer estas historias de forma gratuita y dejar comentarios para los escritores. Asimismo, la plataforma está construida para que la interacción entre los escritores y los lectores sea estrecha e instantánea.
En la actualidad Wattpad se ha convertido en la plataforma de lectura y escritura más controversial y viral. Cuenta con más de 90 millones de usuarios y más de 565 millones de historias. Wattpad a revolucionado el mundo de la literatura, cambiando la forma en la que se escriben y publican las historias; la manera en como funcionan las interacciones entre los lectores y los escritores; y, aun más trascendente, ha transformado el mercado editorial.
Todos hemos escuchado de historias como After de Anna Todd, o El stand de los besos de Beth Reekles, pero ¿Cómo lograron estas historias pasar del fanfiction a novelas Best-sellers? ¿E, incluso, a las adaptaciones cinematográficas?
La revolución de la literatura
En el 2006, Allen Lau e Ivan Yuen cofundaron Wattpad, con la misión de “compartir el mundo de la escritura a millones de personas” tal como lo dice Lau. El propósito de la plataforma era que cualquier persona tuviese la oportunidad de publicar y compartir sus historias, recibir feedback y conectar con otros escritores y lectores de forma online. Dejar atrás el papel y digitalizar la narrativa.
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Título de nota del medio Publisher Weakly, traducción: PW Selección de Diciembre, 2012: Wattpad revoluciona la narración online. URL: https://www.publishersweekly.com/pw/by-topic/authors/pw-select/article/55231-pw-select-december-2012-wattpad-revolutionizes-online-storytelling.html
La aplicación fue lanzada en el 2009 y en el 2011, Wattpad alcanzó más de 1 millón de usuarios, y la aplicación había sido descargada más de 5 millones de veces. Pero es en el 2013, en el séptimo aniversario de la plataforma, que los creadores decidieron agregar una sección llamada Stories en la cual los usuarios podrían publicar sus historias. Lo que comenzó como una aplicación para leer libros, se transformó en una aplicación para publicar historias de manera gratuita y sencilla.
Desde ese momento, la forma en que la comunidad de Wattpad interactuaba cambió, así como la forma en la que los jóvenes comenzó a escribir. Los usuarios comenzaron a escribir historias de todo tipo, desde historias originales hasta fanfics, pero aun más importante que eso, los usuarios eran capaces de generar una audiencia, o fandom.
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Nota del medio El País. URL: https://elpais.com/cultura/2014/11/21/actualidad/1416575662_738367.html?event=go&event_log=go&prod=REGCRARTCULT&o=cerrcult
Es a partir de estos cambios, que el mundo de la editorial también evolucionó. Siendo After uno de los casos más famosos de libros que han salido de la plataforma y se han publicado en físico.
Wattpad y el fanfiction
Un fanfic se refiere a una “ficción de fans”, es decir, una ficción creada por y para fans, en la cual se toma como referencia un texto, audiovisual o celebridad como puntos de partida. La palabra fanfiction tiene origen desde 1930 y se utilizaba como designación para lo amateurs que publicaban ciencia ficción en un fanzine. Sin embargo, es en la década de los 70 que surgieron los primeros textos que pueden considerarse como verdaderos fanfics.
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Libro publicado por WattpadFanFictionES. URL: https://www.wattpad.com/story/121061008-cómo-escribir-fanfics
El fanfiction formó gran parte del éxito de Wattpad. De hecho, en los primeros años de la plataforma, el fanfiction era lo más popular dentro de la aplicación, Los principales usuarios de la plataforma eran, y son, adolescentes o jóvenes adultos que al formar parte de un fandom escribían y leían fanfics dentro de la aplicación.
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Fotografía de Anna Todd. De su Instagram @annatodd
Uno de los temas más ocurrentes dentro del fanfiction, durante el 2013, era el de One Direction y Crepúsculo. Es Harry Styles uno de los personajes más populares dentro de este creciente género literario, protagonizando historias como After y The Idea of You de Robinne Lee.  De estas dos novelas, la primera aun se encuentra en la plataforma de Wattpad.
La caza de las editoriales
Fue en Abril del 2013, año en el cual Wattpad lanza la sección de Stories, que Anna Todd publica el primer capítulo de su novela debut After, un fanfiction inspirada en Harry Styles y One Direction. “Al día siguiente subí el segundo capítulo; y cuando me hice con la herramienta, empecé a subir casi un capítulo diario” menciona Anna. Uno meses más tarde Anna consiguió un millón de lectores, y un año después firma un contrato con Gallery Books para publicar el libro en físico. Poco tiempo después, se realizó su adaptación cinematográfica por Paramount Pictures.
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Fotografía del libro After de Anna Todd, de la editorial Planeta.
A pesar de la creciente fama del libro y de su contrato con la editorial, Todd mantuvo el libro publicado en la plataforma de Wattpad, donde aun se puede leer de manera gratuita. Sin embargo, esto no fue un obstáculo para su venta física.
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Entrevista a Anna Todd sobre su experiencia con After y su creciente fama.
Otra novela que tuvo un tratamiento similar fue The Kissing Booth, o El stand de los besos, de Beth Reekles, publicada cuando la autora apenas tenía 15 años. "I was approached directly by an editor at Random House (now Penguin Random House) through a private message on Wattpad" dijo la autora (trad. Un editor de Random House (“ahora Penguin Random House) se acercó a mí directamente a través de un mensaje privado en Wattpad.”) .
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Portada del libro The Kissing Booth de Beth Reekles.
En la actualidad, las editoriales buscan dentro de Wattpad historias que tengan el potencial de ser publicadas. Tales como Montena, sello juvenil de Penguin Random House, es la editorial oficial de los libros de Wattpad en español, que en el 2020 llego a un acuerdo con la plataforma para publicar varios de los libros digitales. La editorial afirma que en el 2022 uno de cada cinco novelas juveniles publicadas, provenían de Wattpad.
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Conferencia con autores de Wattpad.
Existen muchos estigmas y prejuicios acerca de los libros que provienen de Wattpad, así como de los autores que publican en la plataforma y los lectores que leen su contenido. Pero es imposible negar la gran comunidad y apoyo que los libros reciben de esta. Wattpad ha cambiado la forma en la que se escriben las historias y el como se puede llegar a publicar un libro, de igual manera ha transformado la manera en la que los lectores interactúan con los escritores. Es, sin lugar a duda, una plataforma que fue construida y es mantenida por gran comunidad.
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Lo inconcebible es que cuando las grabaron, esas inscripciones significaban algo, para quienes escribían y para quienes leían, y luego durante miles de años no significaron nada, nada, nada...Porque el vínculo se había roto, la historia se había detenido.
Dónde estás, mundo bello, Sally Rooney.
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ocasoinefable · 10 months
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[ Habia una vez ]...
A un pequeño le leían una línea, quizás un cuento, quizás olvido, bien puedo haber sido un recuerdo. tomaron un libro (tomaba letras y su voz).. Y sus ojos rieron al imaginar- volaron como un sueño con alas en sus pestañas ..
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kaos-literario · 6 months
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No sé cuándo fue la vez primera que nuestros ojos se encontraron, mas sé que al verlos, presentimos que en otra vida nos amamos.
Algo invisible nos unía, algo que el alma comprendía, y al darnos la mano, sentimos que nunca antes nos tocamos.
Miradas que hablaban sin palabras, que leían el alma y el deseo, y nos hacían compartir el aire, y nos llevaban a otro cielo.
No sé cuándo fue la vez primera que nuestros labios se rozaron, mas sé que al hacerlo, recordamos un beso que nunca se dio.
Un beso que quedó en el aire, un roce que no fue abrazo, y un latido que se apagó en la cruel realidad.
¿Cuánto tiempo pasó desde entonces? ¿Cuánto se borró de nuestra mente? Nos vimos, nos quisimos, lo supimos, pero no fue suficiente.
Ninguno se atrevió a decir nada, ninguno dio el paso decisivo, y nos quedamos en la nada, en el silencio y el olvido.
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melancaotica · 1 year
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“Escribía cartas de ayuda que leían con premura, letras que no entendía sino quien las escribía. La tinta era su sangre, ansiando amor murió de hambre”
—Un nadie rimando (Alex G)
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carietnana · 1 year
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El caballito de madera, D.H Lawrence.
      Era una mujer hermosa, que había empezado con todas las ventajas que puede deparar la vida, y que, sin embargo, no tuvo suerte. Se casó por amor, y el amor se redujo a polvo. Tuvo hermosos hijos, pero llegó a creer que le habían sido impuestos, y no pudo amarlos. Ellos la miraban con frialdad, como si la encontraran culpable. Y bien pronto ella sintió que debía ocultar alguna falta. Sin embargo, nunca supo cuál era esa culpa que debía ocultar. Pero cuando sus hijos estaban presentes, sentía endurecérsele el centro del corazón. Esto la inquietaba, y en su inquietud trataba de mostrarse afectuosa y solícita con ellos, como si los quisiera mucho. Sólo ella sabía que en el centro de su corazón había un lugarcito duro que no podía sentir amor, que no podía amar a nadie. Todos decían: «Es una buena madre. Adora a sus hijos». Sólo ella y sus mismos hijos sabían que no era así. Leían la verdad en sus miradas.
       Tenía un varón y dos niñas. Vivían en una casa agradable, con jardín, con criados discretos, y se sentían superiores a todos los vecinos.
       Pero, aunque guardaban las apariencias, reinaba siempre en la casa cierta ansiedad. El dinero nunca era suficiente. La madre tenía una pequeña renta, y el padre tenía una pequeña renta, mas no bastaban para conservar la posición social que debían mantener. El padre trabajaba en una oficina de la ciudad. Tenía buenas perspectivas, pero esas perspectivas nunca se materializaban. Y aunque conservaran las apariencias, persistía siempre la punzante sensación de la escasez de dinero.
       Por fin dijo la madre:
       —Veré si yo puedo hacer algo.
       Pero no sabía por dónde empezar. Se devanó los sesos, probó esto y aquello sin encontrar nada eficaz. El fracaso grabó profundos surcos en su rostro. Sus hijos crecían, pronto tendrían que ir a la escuela. Hacía falta dinero, más dinero. Parecía que el padre, siempre muy elegante y dispendioso en la satisfacción de sus gustos, nunca podría hacer nada que valiese la pena. Y la madre, que tenía mucha fe en sí misma, no logró mejores resultados y además era tan derrochadora como el padre.
       Y así fue como penetró en la casa aquella frase tácita: «¡Hace falta más dinero! ¡Hace falta más dinero!». Los niños la oían permanentemente, aunque nadie la pronunciaba en alta voz. La oían en la Navidad, cuando los costosos y espléndidos juguetes llenaban su cuarto. Detrás del reluciente caballito de madera, detrás de la elegante casa de muñecas, una voz, de pronto, empezaba a susurrar: «¡Hace falta más dinero! ¡Hace falta más dinero!». Y los niños se interrumpían en sus juegos, para escuchar la voz. Se miraban a los ojos, para comprobar si todos la habían oído. Y cada uno veía en los ojos de los otros dos que también habían oído. «¡Hace falta más dinero! ¡Hace falta más dinero!».
       Las palabras brotaban en un susurro de los resortes del caballito de madera, que aún no había dejado de mecerse, y también el caballo las oía, bajando la cabeza de madera. Y la muñeca grande, tan rosada y presumida en su cochecito nuevo, la oía con toda claridad, y al oírla parecía acentuar su sonrisa de afectación. Y aun el perrito bobo, que ocupaba el lugar del oso de paño, tenía ahora una expresión tan extraordinaria de bobería por la sola razón de que acababa de oír el secreto murmullo que inundaba la casa: «¡Hace falta más dinero!».
       Sin embargo, nadie lo decía en voz alta. El rumor estaba en todas partes, y por lo tanto nadie lo formulaba abiertamente, así como nadie dice: «Estamos respirando», a pesar de que lo hacemos sin cesar.
       —Mamá —dijo el niño Paul un día—, ¿por qué no tenemos automóvil propio? ¿Por qué usamos siempre el de tío, o un taxi?
       —Porque somos los parientes pobres —dijo la madre.
       —¿Y por qué somos los parientes pobres, mamá?
       —Bueno… —dijo la madre con lentitud y amargura—, supongo que es porque tu padre no tiene suerte.
       El niño estuvo un rato silencioso.
       —¿La suerte es dinero, mamá? —preguntó al fin con cierta timidez.
       —¡No, Paul! No es exactamente lo mismo. La suerte es lo que hace que uno tenga dinero.
       —¡Oh! —dijo Paul vagamente—. Yo pensé que cuando tío Oscar decía «sucio lucro» quería decir dinero.
       —Lucro quiere decir dinero —dijo la madre—. Pero es lucro, y no suerte.
       —¡Oh! —exclamó el niño—. Entonces, ¿qué es la suerte, mamá?
       —Es lo que hace que uno tenga dinero —repitió la madre—. Si tienes suerte, tienes dinero. Por eso es mejor nacer con suerte que nacer rico. Si eres rico, puedes perder tu dinero. Pero si tienes suerte, siempre ganarás más dinero.
       —¡Oh! ¿De veras? ¿Y papá no tiene suerte?
       — No, para nada —respondió ella amargamente.
       El niño la miró con expresión vacilante.
       —¿Por qué? —preguntó.
       —No sé. Nadie sabe por qué algunos tienen suerte y otros no.
       —¿No? ¿Nadie sabe? ¿No hay nadie que sepa?
       —¡Quizá lo sepa Dios! Pero Él nunca lo dice.
       —Oh, pero debería decirlo. ¿Y tú tampoco tienes suerte, mamá?
       —No puedo tenerla, porque estoy casada con un hombre sin suerte.
       —¿Pero tú misma, no tienes suerte?
       —Solía creer que sí, antes de casarme. Pero ahora veo que soy muy desafortunada.
       —¿Por qué?
       —¡Bueno, basta de preguntas! Quizá no sea desafortunada en realidad…
       El niño la miró para ver si lo decía en serio. Pero vio, por la expresión de su boca, que estaba tratando de ocultarle algo.
       —Bueno, de todas maneras —dijo con obstinación—, yo soy una persona de suerte.
       —¿Por qué?— preguntó su madre echándose a reír. Él la miró. Ni siquiera sabía por qué había afirmado eso.
       —Me lo dijo Dios —repuso, no queriendo dar el brazo a torcer.
       —¡Ojalá sea así, querido! —contestó la madre, riendo nuevamente, pero con cierto resentimiento.
       —¡Es cierto, mamá!
       —¡Excelente! —dijo la madre, recurriendo a una de las exclamaciones favoritas de su marido.
       El niño vio que no le creía; o más bien, que no hacía caso de sus afirmaciones. Esto lo irritó. Deseó poder obligarla a que le prestara atención.
       Se marchó, solo, vaga la expresión, pueril el andar, buscando la clave de la suerte. Absorto, sin reparar en los demás, iba y venía con una especie de cautela, buscando interiormente la suerte. Quería encontrar la suerte, quería encontrarla. Cuando las dos niñas jugaban a las muñecas, en el cuarto de juegos, él montaba en su gran caballo de madera y se lanzaba al espacio en una acometida salvaje, con tal frenesí que sus hermanas lo espiaban con inquietud. Impetuoso galopaba el caballo, tremolaban los cabellos oscuros y ondulados del niño y había en sus ojos un extraño fulgor. Las chiquillas no se atrevían a hablarle.
       Cuando llegaba al término de su alocado viaje, echaba pie a tierra y se plantaba ante el caballo de madera, contemplando fijamente su cabeza gacha. La boca roja del animal estaba levemente abierta, y sus grandes ojos tenían un resplandor vidrioso.
       —¡Vamos! —ordenaba quedamente al fogoso corcel—. ¡Llévame a donde está la suerte! ¡Anda, llévame!
       Y azotaba al caballo en el pescuezo con la fusta que le había pedido al tío Oscar. Sabía que el animal, si él lo obligaba, lo llevaría a donde estaba la suerte. Montaba entonces de nuevo y reanudaba su furioso galope, con el deseo y la certeza de llegar, por fin, a donde estaba la suerte.
       —¡Romperás el caballo, Paul! —decía la institutriz.
       —¡Siempre cabalga así! —añadía Joan, su hermana mayor—. ¿Por qué no se queda tranquilo?
       Pero él se limitaba a mirarlas con furia y en silencio. La institutriz desistió de corregirlo. Imposible sacar nada de él. Y al fin y al cabo, ya se estaba poniendo demasiado grande para que ella lo cuidara.
       Un día su madre y su tío Oscar entraron en mitad de uno de sus furiosos galopes. El chico no les dirigió la palabra.
       —¡Hola, mi pequeño jinete! —dijo el tío—. ¿Corres una carrera?
       —¿No eres demasiado grande para un caballito de madera? Ya no eres una criatura —dijo su madre. Pero Paul se contentó con mirarla, irritado, con sus ojos azules, grandes y más bien hundidos. No quería hablar con nadie cuando estaba en plena carrera. Su madre lo observó con expresión ansiosa. Por fin, bruscamente, el niño dejó de espolear el mecánico galope del caballo y se deslizó a tierra—. ¡Bueno, llegué! —anunció impetuosamente, con los ojos azules todavía relucientes, bien separadas las piernas largas y robustas.
       —¿Adónde llegaste? —preguntó su madre—. A donde quería llegar —replicó.
       —Muy bien, hijo —aprobó el tío Oscar—. Nunca hay que detenerse antes de llegar a la meta. ¿Cómo se llama el caballo?
       —No tiene nombre.
       —¿Se las arregla sin un nombre? —preguntó el tío.
       —Bueno, tiene varios nombres. La semana pasada se llamaba «Sansovino».
       —«Sansovino», ¿eh? El ganador del Ascot. ¿Cómo conocías su nombre?
       —Siempre habla de carreras de caballos con Bassett —dijo Joan.
       El tío se quedó encantado al descubrir que su sobrinito estaba al tanto de todas las noticias referentes a las carreras. Bassett, el joven jardinero —que había sido herido en un pie durante la guerra y había obtenido su actual empleo por recomendación de Oscar Cresswell, su antiguo patrón— era un verdadero perito en cosas del «turf». Vivía en la atmósfera de las carreras, y el niño con él.
       Oscar Cresswell lo supo todo por medio de Bassett.
       —El niño Paul viene y me pregunta, y yo no tengo más remedio que contestarle, señor —dijo Bassett con expresión terriblemente seria, como si hablara de temas religiosos.
       —¿Y alguna vez apuesta algo al caballo que se le ha ocurrido?
       —Bueno… yo no quisiera delatarlo. Es un jovencito muy discreto, un buen camarada, señor. Preferiría que se lo preguntase usted mismo. En cierto modo le produce placer nuestro secreto y (con perdón de usted) quizá pensaría que yo lo he traicionado.
       Bassett estaba tan serio que parecía en misa.
       El tío fue a buscar al sobrino y lo llevó a dar una vuelta en su automóvil.
       —Dime, Paul —le preguntó—, ¿alguna vez apuestas algo a un caballo?
       El niño observó atentamente a su tío.
       —¿Por qué? ¿Crees que no debería hacerlo? —replicó, poniéndose en guardia.
       —¡No, nada de eso! Pero se me ocurrió que tal vez podrías darme un «dato» para el Lincoln.
       El automóvil se internaba en la campiña, en dirección a la casa que tenía en Hampshire el tío Oscar.
       —¿De veras? —preguntó el sobrino.
       —¡De veras, hijo! —replicó el tío.
       —Bueno, entonces, juégale a «Daffodil».
       —¡«Daffodil»! No creo que gane. ¿Qué me dices de «Mirza»?
       —Sólo sé cuál será el ganador —dijo el niño—. Y el ganador será «Daffodil».
       —¿«Daffodil», eh?
       Hubo una pausa. «Daffodil» era un caballo relativamente mediocre.
       —¡Tío!
       —¿Sí, hijo?
       —No lo dirás a nadie, ¿verdad? Se lo he prometido a Bassett.
       —¡Al diablo con Bassett, hombre! ¿Qué tiene que ver él con esto?
       —¡Somos socios! ¡Hemos sido socios desde el primer momento! Tío, él me prestó los primeros cinco chelines, y los perdí. Y yo le prometí, bajo palabra de honor, que esto quedaría entre nosotros. Pero entonces tú me diste ese billete de diez chelines, con el que empecé a ganar, y pensé que tú tenías suerte. Pero no lo dirás a nadie, ¿verdad?
       El niño miró a su tío con aquellos ojos enormes, ardientes, azules, que parecían demasiado juntos. El tío se encogió de hombros y se echó a reír, incómodo.
       —¡Quédate tranquilo, muchacho! No diré nada a nadie. ¿«Daffodil», eh? ¿Cuánto piensas apostarle?
       —Todo menos veinte libras —dijo el chico—. Las mantengo en reserva.
       El tío pensó que era un buen chiste.
       —¿Así que mantienes veinte libras en reserva, joven embustero? ¿Y cuánto apuestas?
       —Trescientas —dijo gravemente el chico—. Pero esto queda entre tú y yo, tío Oscar. ¿Palabra de honor?
       El tío lanzó una carcajada.
       —Pierde cuidado, mi pequeño Nat Gould —contestó sin cesar de reír—, te guardaré el secreto. ¿Pero dónde están tus trescientas libras?
       —Las tiene Bassett. Somos socios.
       —¡Ah, ya veo! ¿Y cuánto apostará Bassett a «Daffodil»?
       —No creo que le juegue tanto como yo. Ciento cincuenta quizá.
       —¿Ciento cincuenta peniques? —dijo el tío en son de broma.
       —No, ciento cincuenta libras —repuso el muchacho mirando a su tío con sorpresa—. Bassett se queda con una reserva más grande que yo.
       Entre divertido e intrigado, el tío Oscar guardó silencio. No volvió sobre el tema, pero decidió llevar a su sobrino a las carreras de Lincoln.
       —Bueno, muchacho —le dijo—, yo apostaré veinte libras a «Mirza», y cinco para ti al caballo que elijas. ¿Cuál te gusta?
       —¡«Daffodil», tío!
       —¡No, no te pierdas esas cinco libras apostándolas a «Daffodil»!
       —Es lo que yo haría si el dinero fuese mío —dijo el niño.
       —¡Bien! ¡Bien! ¡Razón tienes! Diez libras a «Daffodil», cinco para ti y cinco para mí.
       El niño nunca había visto carreras. Sus ojos eran llamitas azules. Su boca estaba tensa. Delante de él había un francés que había apostado a «Lancelot». Frenético, subía y bajaba los brazos, gritando con su acento francés: «¡“Lancelot”! ¡“Lancelot”!».
       «Daffodil» llegó primero, «Lancelot» segundo, «Mirza» tercero. El niño, a pesar de su sonrojo y sus ojos incandescentes, estaba extrañamente sereno. Su tío le trajo cinco billetes de cinco libras. El caballo había pagado a razón de cuatro a uno.
       —¿Qué hago con ellos? —preguntó, agitándolos ante los ojos del muchacho.
       —Creo que tendremos que hablar con Bassett —repuso el chico—. Si no me equivoco, ahora tengo mil quinientas libras; y veinte de reserva; y estas veinte.
       Su tío lo observó unos instantes.
       —¡Vamos, muchacho! —exclamó—. ¿En serio pretendes que Bassett tiene mil quinientas libras tuyas?
       — Sí, es en serio. ¡Pero no lo digas a nadie! ¿Palabra de honor?
       —¡Palabra de honor, sí, amiguito! Pero debo hablar con Bassett.
       —Si quieres, tío, puedes ser nuestro socio. Pero deberás prometer, bajo palabra de honor, que no dirás nada a nadie. Bassett y yo tenemos suerte, y tú también debes tenerla, porque fue con tus diez chelines que empecé a ganar…
       El tío Oscar se llevó a Bassett y a Paul a pasar la tarde en Richmond Park, y allí conversaron.
       —Yo le diré cómo fue, señor —dijo Bassett—. Al niño Paul le gustaba hacerme hablar de carreras, contarle anécdotas… en fin, señor, usted sabe lo que son esas cosas. Y siempre tenía interés por saber si yo había ganado o perdido. Hará un año, me pidió que le apostara cinco chelines a «Blush of Dawn»; y perdimos. Después, con esos diez chelines que le regaló usted, se nos dio vuelta la suerte y en general nos ha sido bastante favorable. ¿Qué piensa usted, niño Paul?
       —Todo va muy bien cuando estamos seguros —dijo Paul—. Pero cuando no estamos del todo seguros, solemos perder.
       —Sí, pero entonces tenemos cuidado —dijo Bassett.
       —¿Y cuándo están seguros? —preguntó, sonriendo, el tío Oscar.
       —Es el niño Paul, señor —dijo Bassett con voz secreta, religiosa—. Es como si recibiera un aviso del cielo. Ya vio usted lo que pasó con «Daffodil». Ése era cien por cien seguro.
       —¿Tú apostaste a «Daffodil»? —preguntó Oscar Cresswell.
       —Sí, señor. Hice mi ganancia.
       —¿Y mi sobrino?
       Bassett miró a Paul y guardó obstinado silencio.
       —Yo gané mil doscientas libras, ¿verdad, Bassett? Le dije a tío que había apostado trescientas a «Daffodil».
       —Eso es —asintió Bassett.
       —Pero ¿dónde está el dinero? —preguntó el tío.
       —Lo tengo yo, señor, bien guardado. El niño Paul puede pedírmelo cuando quiera.
       —¿Mil quinientas libras?
       —¡Mil quinientas veinte! Es decir, mil quinientas cuarenta, con las veinte que ganó en el hipódromo.
       —¡Es asombroso! —dijo el tío.
       —Si el niño Paul le ofrece entrar en la sociedad, señor, yo en su lugar aceptaría; con perdón de usted.
       Oscar Cresswell reflexionó.
       —Quiero ver el dinero —dijo.
       Los condujo a la casa, y poco después Bassett regresaba al invernadero —donde lo esperaba Oscar Cresswell— trayendo mil quinientas libras en billetes. Las veinte libras restantes las había dejado a Joe Glee, en el depósito de la comisión de carreras.
       —Ya ves, tío —dijo el niño—, que todo marcha muy bien cuando yo estoy seguro. Entonces jugamos fuerte, todo lo que tenemos. ¿No es así, Bassett?
       —Así es, niño.
       —¿Y cuándo estás seguro? —preguntó el tío, echándose a reír.
       —Oh, bueno, a veces estoy absolutamente seguro, como en el caso de «Daffodil» —dijo el niño—, y a veces tengo una corazonada; otras, ni siquiera eso, ¿no es verdad, Bassett? Entonces tenemos cuidado, porque la mayoría de las veces perdemos.
       —¡Oh, ya veo! Y cuando estás seguro, como en el caso de «Daffodil», ¿por qué estás tan seguro, hijo mío?
       —Oh, bueno, no lo sé —respondió el niño, turbado—. Estoy seguro, tío, pero eso es todo.
       —Es como si recibiera un aviso divino, señor —reiteró Bassett.
       —¿Será posible? —dijo el tío.
       Pero ingresó en la sociedad. Y cuando se acercaba el premio Leger, Paul se sintió «seguro» de que ganaría «Lively Spark», caballo de escasos antecedentes. Paul insistió en apostarle mil libras. Bassett le jugó quinientas y Oscar Cresswell doscientas. «Lively Spark» ganó y pagó a razón de diez a uno. Paul había ganado diez mil libras.
       —Ya ves —dijo—, yo estaba absolutamente seguro.
       El mismo Oscar Cresswell había ganado dos mil libras.
       —Mira, muchacho —le dijo—, esta clase de cosas me ponen un poco nervioso.
       —¿Por qué, tío? Quizá no volveré a estar «seguro» durante mucho tiempo.
       —Pero ¿qué vas a hacer con el dinero?
       —Empecé a jugar por causa de mamá —repuso el niño—. Ella dijo que no tenía suerte, porque papá no la tenía, y entonces pensé que si yo tenía suerte, quizá dejaría de susurrar.
       —¿Quién dejaría de susurrar?
       —¡Nuestra casa! Odio nuestra casa porque nunca deja de susurrar.
       —¿Qué susurra?
       —Bueno… pues… —vaciló el chico—… a decir verdad, no estoy seguro, pero tú sabes, tío, que siempre falta dinero.
       —Lo sé, hijo, lo sé.
       —¿Y sabes, tío, que mamá siempre tiene algún vencimiento, verdad?
       —Me temo que sí.
       —Y entonces la casa empieza a susurrar, y parece que hubiera alguien que se ríe de nosotros a espaldas de nosotros. ¡Es terrible! Y yo pensé que si tenía suerte…
       —¿Podrías terminar con eso, verdad? —concluyó el tío.
       El niño lo miró con sus grandes ojos azules, que traslucían un fuego frío y misterioso, pero no dijo nada.
       —¡Bueno! —dijo el tío—. ¿Qué hacemos?
       —No quiero que mi madre sepa que tengo suerte —dijo el chico.
       —¿Por qué no?
       —Porque no me lo permitiría.
       —Me parece que te equivocas.
       —¡Oh! —exclamó el chico, agitándose extrañamente—. No quiero que ella lo sepa, tío.
       —¡Está bien, hijo! Lo arreglaremos todo de manera que ella no lo sepa.
       Y en efecto, lo arreglaron con suma facilidad. Paul, a sugerencia de su tío, le entregó cinco mil libras; éste las puso en manos del abogado de la familia, quien debía informar a la madre de Paul que un pariente suyo le había entregado ese dinero, con la orden de pagarle mil libras anuales, el día de su cumpleaños, durante los cinco años subsiguientes.
       —De ese modo —dijo el tío Oscar— ella recibirá un regalo de cumpleaños de mil libras durante los cinco años próximos. Espero que eso no le haga la vida dura después, cuando deje de recibirlas.
       La madre de Paul cumplía años en noviembre. La casa había estado «susurrando» más que nunca en los últimos tiempos, y a pesar de su suerte, Paul no podía hacerle frente. Estaba ansioso por ver el efecto que causaría, el día del cumpleaños de su madre, la carta con la noticia referente a las mil libras.
       Cuando no había visitas, Paul comía con sus padres. Ya se había sustraído a la jurisdicción de la institutriz. Su madre iba al «centro» casi todos los días. Había redescubierto su vieja habilidad para dibujar telas y pieles, y trabajaba secretamente en el estudio de una amiga, que era la «artista» más destacada de las principales modistas. Dibujaba para los anuncios periodísticos figurines de damas ataviadas con pieles y sedas. Aquella joven artista ganaba varios millares de libras al año, pero la madre de Paul sólo pudo ganar unos centenares, y nuevamente se sintió insatisfecha. Tenía tantos deseos de sobresalir en algo, y no podía conseguirlo… ni siquiera dibujando anuncios de modas.
       La mañana de su cumpleaños bajó a tomar el desayuno. Paul escrutó su rostro mientras leía las cartas. Él sabía cuál era la del abogado. Advirtió que a medida que su madre la leía, su rostro se volvía duro e inexpresivo. Después un gesto frío y decidido asomó a sus labios. Ocultó la carta bajo las demás, y no dijo nada.
       —¿No recibiste nada agradable para tu cumpleaños, mamá? —preguntó Paul.
       —Sí, algo bastante agradable —respondió ella con su voz fría y ausente.
       Y se fue al centro sin añadir palabra.
       Pero por la tarde vino el tío Oscar. Dijo que la madre de Paul había celebrado una larga entrevista con su abogado, preguntándole si podía adelantarle en seguida la totalidad del dinero, pues estaba en deuda.
       —¿Tú qué piensas, tío? —dijo el chico.
       —Es cosa tuya, hijo.
       —¡Oh, entonces dale el dinero! Con lo que nos queda podemos ganar más.
       —Mas vale pájaro en mano que ciento volando, amigo mío —dijo el tío Oscar.
       —Oh, pero sin duda yo sabré quién ganará el Gran Premio Nacional; o el Lincolnshire, o el Derby. En alguno de ellos tengo que saber.
       El tío Oscar firmó el consentimiento y la madre de Paul cobró las cinco mil libras. Pero entonces ocurrió algo muy extraño. Las voces de la casa parecieron enloquecer súbitamente, como una algarabía de ranas en una tarde de primavera. Se habían comprado algunos muebles, Paul tenía un preceptor particular, y el próximo otoño iría a Eton, el colegio donde se había educado su padre. Aun en invierno había flores en la casa. El lujo a que había estado habituada la madre de Paul experimentaba un resurgimiento. Y sin embargo, las voces de la casa, detrás de los ramilletes de mimosas y flores de almendro, y debajo de las pilas de iridiscentes almohadones, parecían aullar y desgañitarse en una especie de éxtasis. «¡Hace falta más dinero! ¡Oh! ¡Hace falta más dinero! ¡Ahora, a-ho-ra! ¡A-ho-ra hace falta más dinero! ¡Más que nunca! ¡Más que nunca!».
       Aquello asustó terriblemente a Paul. Trataba de estudiar el latín y el griego con sus preceptores. Pero sus horas más intensas las vivía con Bassett. Ya se había corrido el Nacional; Paul no se sintió «seguro», y perdió cien libras. Vino el verano. Mientras aguardaba la disputa del Lincoln lo consumía la impaciencia. Pero esta vez tampoco «supo» y perdió cincuenta libras. Entonces se convirtió en un chico extraño, de ojos extraviados; parecía que algo fuese a estallar en su interior.
       —¡No te preocupes más, hijo mío! —insistía su tío Oscar—. Olvídate de todo eso.
       Pero el muchacho como si no lo oyera.
       —¡Tengo que saber para el Derby! ¡Tengo que saber para el Derby! —repetía, con sus ojos azules incendiados por una especie de locura.
       Su madre advirtió la sobreexcitación que lo dominaba.
       —Será mejor que te llevemos a veranear a la playa. ¿No quieres ir al mar ahora, en vez de esperar? Me parece que te convendría —dijo mirándolo ansiosamente, con el corazón extrañamente sobrecogido por causa del niño.
       Pero el chico alzó sus inquietantes ojos azules.
       —¡No puedo ir antes del Derby, mamá! —respondió—. ¡No puedo!
       —¿Por qué no? —preguntó ella, endureciendo la voz ante la contradicción—. ¿Por qué no? Nadie te impedirá después ir a ver el Derby con tu tío Oscar, si eso es lo que quieres. No tienes necesidad de aguardar aquí. Además, me parece que te estás interesando demasiado por esas carreras de caballos. Es un mal síntoma. Mi familia ha sido una familia de jugadores; sólo cuando seas grande comprenderás el perjuicio que eso nos ha causado. Pero lo cierto es que nos ha perjudicado. Tendré que despedir a Bassett, y pedirle a tío Oscar que no te hable de carreras, a menos que te muestres más razonable. Ve a veranear a la playa y olvídate de todo eso. ¡Eres un manojo de nervios!
       —Haré lo que tú quieras, mamá, siempre que no me hagas salir antes del Derby.
       —¿Salir de dónde? ¿De esta casa?
       —Sí —dijo Paul, mirándola fijamente.
       —¡Pues mira que eres extraño! ¿A qué viene tan súbito cariño por esta casa? Jamás me figuré que pudieras quererla.
       Él la miró sin hablar. Guardaba un secreto dentro de otro secreto, algo que no había dicho ni siquiera a Bassett ni a su tío Oscar.
       Pero su madre, después de permanecer unos instantes indecisa e irritada, dijo:
       —¡Está bien! No vayas a la playa hasta que se corra el Derby, si eso es lo que quieres. Pero prométeme dominar tus nervios. ¡Prométeme no interesarte tanto en las carreras de caballos y en los «programas», como tú les llamas!
       —¡Oh, no! —dijo el chico, distraído—. No pensaré mucho en eso, mamá. No te preocupes. En tu lugar, yo no me preocuparía.
       —¡Si tú estuvieras en mi lugar, y yo en el tuyo —dijo la madre—, vaya a saber en qué terminaría todo!
       —Pero tú sabes que no debes preocuparte, mamá, ¿verdad? —repitió el niño.
       —Me gustaría saberlo —respondió ella fatigadamente.
       —Oh, bueno, puedes saberlo. ¡Quiero decir, debes saber que no tienes que preocuparte!
       —¿De veras? Bueno, ya veremos.
       El secreto máximo de Paul era su caballo de madera, que no tenía nombre. Desde que se emancipó de institutrices y gobernantas, lo hizo llevar a su dormitorio, en el piso alto.
       —¡Eres demasiado grande para jugar con un caballito de madera! —le había reprochado su madre.
       —Oh, mamá, hasta que pueda tener un caballo verdadero, me gusta jugar con cualquiera —fue la extraña respuesta.
       —¿Así te sientes acompañado? —preguntó la madre, echándose a reír.
       —¡Oh, sí! Es muy bueno, y siempre me hace compañía.
       Y así fue como el caballo, ya bastante maltrecho, permaneció, inmovilizado en una cabriola, en el dormitorio del niño.
       Se acercaba el Derby, y Paul parecía cada vez más reconcentrado. Apenas escuchaba lo que le decían, tenía un aspecto muy frágil y sus ojos eran realmente inquietantes. Su madre experimentaba bruscos accesos de desasosiego. A veces, por espacio de media hora o más, sentía por él una repentina ansiedad que era casi angustia. Entonces la asaltaba el impulso de correr hacia el chico, para comprobar que estaba a salvo.
       Dos noches antes del Derby, estando en una gran fiesta en el centro, le sobrecogió el corazón uno de esos ataques de ansiedad por su hijo, el primogénito, y fue tan intenso que apenas pudo hablar. Luchó con todas sus fuerzas contra ese sentimiento, porque era una mujer sensata. Pero fue inútil. Tuvo que dejar el baile y bajó para telefonear a su casa. La institutriz de los niños se mostró terriblemente sorprendida y alarmada por aquel llamado nocturno.
       —¿Están bien los niños, Miss Wilmot?
       —Oh, sí, perfectamente.
       —¿Y Paul? ¿Está bien?
       —Se acostó en seguida. ¿Quiere que suba a echarle un vistazo?
       —¡No! —repuso la madre a pesar suyo—. No, no se moleste. Está bien. No se quede levantada. Volveremos a casa en seguida.
       No quería que la criada interrumpiese la intimidad de su hijo.
       Era alrededor de la una cuando los padres de Paul regresaron a la casa. Todo estaba en silencio. La madre subió a su cuarto y se quitó su blanco abrigo de pieles. Había ordenado a la doncella que no la esperase. Oyó a su esposo, que mezclaba un whisky con soda en la planta baja.
       Y luego, impulsada por la extraña ansiedad que sentía en el corazón, subió furtivamente al cuarto de su hijo. Se deslizó en silencio a lo largo del corredor. Creyó oír un débil ruido. ¿Qué era?
       Permaneció junto a la puerta, los músculos tensos, escuchando. Se oía un ruido extraño, pesado y al mismo tiempo poco penetrante. Su corazón se paralizó. Era un rumor sordo, y sin embargo, impetuoso y potente. Como si algo enorme se moviera con furtiva violencia. ¿Qué era? ¿Qué era, en nombre de Dios? Ella debía saberlo. Tuvo la sensación de que reconocía aquel ruido. Sabía lo que era.
       Y sin embargo, no podía ubicarlo. No podía nombrarlo. Y el rumor proseguía con un ritmo de locura.
       Suavemente, paralizada de miedo y ansiedad, hizo girar el picaporte.
       El cuarto estaba oscuro. Sin embargo, junto a la ventana, oyó y vio algo que se balanceaba de un lado a otro. Se quedó mirándolo, temerosa y asombrada.
       Encendió de pronto la luz, y vio a su hijo, con su pijama verde, cabalgando alocadamente en su caballito de madera. La luz lo bañó de pronto, mientras espoleaba su corcel, y alumbró también a la rubia mujer inmóvil en la puerta, con su pálido vestido verde y plata.
       —¡Paul! —exclamó—. ¿Qué estás haciendo?
       —¡Es «Malabar»! —gritaba el chico con voz potente y extraña—. ¡Es «Malabar»!
       Sus ojos ardientes la miraron por espacio de un segundo, extraño e irracional, mientras cesaba de espolear a su caballo de madera. Después cayó con estrépito al piso, y ella, desbordante de atormentada maternidad, corrió en su auxilio.
       Pero el niño estaba inconsciente, e inconsciente permaneció, atacado de fiebre cerebral. Hablaba y se agitaba y su madre permanecía sentada a su lado, inmóvil como una piedra.
       —¡Es «Malabar»! ¡Es «Malabar»! ¡Bassett, Bassett, ya sé: es «Malabar»! —gritaba el niño, tratando de levantarse para espolear al caballo de madera que era la fuente de su inspiración.
       —¿Quién es «Malabar»? —preguntó la azorada madre.
       —No sé —dijo el padre, pétreo.
       —¿Quién es «Malabar»? —insistió ella dirigiéndose a su hermano Oscar.
       —Es uno de los caballos que corren el Derby —fue la respuesta.
       Y a pesar suyo, Oscar Cresswell le habló a Bassett, y él mismo apostó un millar de libras a «Malabar». Pagó a razón de catorce a uno.
       El tercer día de la enfermedad fue crítico. Se esperaba una reacción. El niño, con sus largos y ensortijados cabellos, se agitaba incesantemente sobre la almohada. No dormía ni recobraba el conocimiento, y sus ojos eran como piedras azules. Y su madre, ya sin corazón, también acabó de convertirse en piedra.
       Por la noche no vino Oscar Cresswell, pero Bassett mandó preguntar si podía subir un momento, nada más que un momento. La intromisión irritó mucho a la madre de Paul; pero, pensándolo mejor, consintió. El niño seguía igual. Quizá Bassett podría hacerle recobrar el conocimiento.
       El jardinero, un hombre bajo, de bigotito pardo y ojos también pardos, pequeños y penetrantes, entró de puntillas en el cuarto, se llevó la mano al imaginario sombrero a modo de saludo y después se encaminó al lecho, mirando fijamente con sus ojillos relucientes al niño agitado y moribundo.
       —¡Niño Paul! —susurró—. ¡Niño Paul! «Malabar» entró primero, ganó de punta a punta. Hice lo que usted me dijo. Ha ganado más de setenta mil libras, sí; ha ganado más de ochenta mil. «Malabar» llegó primero, niño Paul.
       —¡«Malabar»! ¡«Malabar»! ¿Yo dije «Malabar», mamá? ¿Dije «Malabar»? ¿Crees que tengo suerte, mamá? Sabía que ganaría «Malabar», ¿verdad? ¡Más de ochenta mil libras! Eso es suerte, ¿verdad, mamá? ¡Más de ochenta mil libras! Yo sabía, ¿acaso no lo sabía? Ganó «Malabar». Si cabalgo en mi caballo hasta sentirme seguro, Bassett, yo sé lo que te digo: puedes apostar todo lo que tengas. ¿Apostaste todo lo que tenías, Bassett?
       —Jugué mil libras, niño Paul.
       —¡Nunca te dije, mamá, que si puedo cabalgar en mi caballo, y llegar, entonces estoy seguro… oh, absolutamente seguro! Mamá, ¿te lo dije alguna vez? ¡Yo tengo suerte!
       —No, nunca me lo dijiste —respondió la madre.
       Pero el niño murió esa noche.
       Y aún yacía en su lecho cuando la madre oyó la voz de su hermano, que decía:
       —Dios mío, Hester, has ganado ochenta mil libras y has perdido un hijo. Pobrecito, pobrecito, más le vale haber salido de una vida donde debía montar en su caballito de madera para encontrar un ganador.
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kamas-corner · 2 months
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"… Suelen decir frases del tipo: “Yo parezco tonto de tan franco y sincero como soy”, o “Soy muy sensible y me manejo muy mal en este mundo”, o “Yo le leo el pensamiento a la gente”.
Pero he visto innumerables veces cómo personas “sensibles” herían sin más los sentimientos ajenos. He visto a personas “francas y sinceras” esgrimir sin darse cuenta las excusas que más les convenían. He visto cómo personas que “le leían el pensamiento a la gente” eran engañadas por los halagos más burdos. Todo ello me lleva a pensar: “¿Qué sabemos, en realidad, de nosotros mismos?”. -Haruki Murakam Sputnik, mi amor
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