Tumgik
#reader x Esteban kukuriczka.
olee · 3 months
Text
Granada, 2022 | Esteban Kukuriczka
Tumblr media
Para: el individuo que me recomendó escribir sobre Adolfo Strauch *mañana escribiré del otro Strauch XD
~
Estás sentada en la terraza de un café en Madrid, reflexionando sobre la vida con tu taza de café y un cigarrillo. Después de días de indecisión sobre qué hacer con tu vida y recibir recomendaciones que no te convencen, te encuentras en una situación financiera precaria, con casi nada en tus manos.
Sientes el deseo de escapar y explorar una ciudad diferente, con un estilo único, algo que se asemeje a la esencia nazarí. De repente, ves un cartel que destaca la belleza y la arquitectura de Granada. Con el poco dinero que posees, tomas la decisión de comprar un billete y partir hacia Granada al amanecer.
Al día siguiente, te despiertas a las 4 de la mañana, listo para la nueva aventura. Empacas tu cámara Polaroid, metes tus pertenencias en la mochila y esperas mientras un Cabify te recoge para llevarte a la estación de tren.
Una vez en la estación, te percatas de que es muy temprano, así que decides esperar con calma la llegada del tren. Cuando llega la hora de abordar el tren Iryo, te diriges al carril cinco y te sientas. Con tranquilidad, te pones tus audífonos y comienzas a escuchar tu canción favorita. Sorprendentemente, el tren está prácticamente vacío, no tienes a nadie a tu lado ni enfrente de ti.
Mientras miras por la ventanilla del tren, contemplas la belleza del paisaje en el camino hacia Andalucía. La canción que estás escuchando envuelve tu vida con un toque romántico, y de repente, una sonrisa ilumina tu rostro. En ese momento, escuchas una voz masculina que te dice: "Sos prácticamente un protagonista". Tratas de ubicar de dónde proviene la voz, ya que no hay nadie frente ni a un lado de ti, pero percibes un reflejo en la ventanilla de un chico que está detrás de ti.
Tú le preguntas, "¿Disculpa?" En respuesta, el chico se levanta de su asiento y se acerca a donde estás sentada, poniéndose justo enfrente de ti para poder hablar cara a cara.
"Perdona," él te dice, "Me llamo Esteban y vos?" te pregunta. Sin embargo, tú le respondes con tu nombre de manera indecisa.
"¡Qué lindo nombre tenés! Y, ¿vas para Granada o sos de Granada?" Esteban te pregunta. Le respondes que estás escapándote hacia Granada y que eres de tu país. Él comenta, "¿Cómo que de escapada, como de alguien?" y tú te ríes levemente, aclarándole que simplemente estás buscando algo significativo. Él te dice, "¡Qué raro, no?" y tú le preguntas por qué. Esteban responde, "Es que eso es algo que un protagonista haría", dejándote pensativa mientras intentas entender a qué se refiere.
Luego, le comentás a Esteban que pensabas que cada individuo es su propio protagonista. Sin embargo, Esteban te responde, "Vos tenés razón, pero nadie es capaz de dirigir su propia vida. Hay que tener valentía para poder hacerlo". De repente, te reís y le decís, "¿Eres muy filosófico, no?" y Esteban te responde, "Creo que vos me hacés sentir filosófico".
Ambos se ríen y de repente, un miembro del personal pasa por el pasillo ofreciéndoles café. En tono cómico, le comentás a Esteban, "Creo que el café te ayudará a profundizar un poco más", a lo que él responde, "Pues, perfecto".
Ambos disfrutan del café y tú contemplas el paisaje por la ventanilla. Sin embargo, notas una mirada fija hacia ti. Miras a Esteban y le preguntas, "¿Qué?" Él te responde, "Es que, vos sos única, es decir, guapa". Tímida, le agradeces, pero luego, en el silencio, te quedas mirándolo y te das cuenta de lo guapo que es. Su cabello tiene unos reflejos rubios, como rayos del sol, sus ojos son color café, y está lleno de pecas de miel. Luego, tus ojos se desplazan hacia sus brazos, observando las venas que van hacia sus manos rojizas, las cuales se ven cálidas.
Después, Esteban te interrumpe y te pregunta, "¿Qué?" Tímidamente, le respondes, "Nada."
Esteban y tú quedan en pleno silencio, cada uno contemplándose en silencio. De repente, se conectan a través de sus miradas, y él te dice, "Me gustaría salir contigo".
Confundida, le respondes, "¿Aquí en Granada o...?" y él te interrumpe diciendo, "Ambas".
Fin
Tumblr media
161 notes · View notes
deepinsideyourbeing · 1 month
Text
Movie Night - Enzo Vogrincic
Tumblr media Tumblr media
+18! Friends to lovers, un poco de Dom!Enzo, sexo oral (fem!reader recibe), fingering, sexo sin protección (don´t do that), posible alusión a size kink/size difference, breve orgasm denial, begging, creampie, dirty talk, edades no especificadas, uso de español rioplatense.
Es viernes por la noche y llueve, diluvia, pero Enzo insistió en ver una película.
Es una tradición que mantienen hace tiempo, pero la costumbre se vio interrumpida por el casi interminable rodaje de una película y un sinfín de eventos y premieres. Naturalmente estás feliz por él, por su éxito profesional y personal, pero extrañás a tu mejor amigo y tenerlo cerca.
-¿En qué pensás…?
Su voz te saca de tu ensimismamiento y cuando volteás a verlo notás el atisbo de una sonrisa en sus labios, pero te forzás a mirarlo a los ojos y negás con la cabeza, sin saber qué explicación dar. El silencio se apodera de la habitación pero lejos de ser incómodo, es reconfortante.
-¿Qué querés ver?- pregunta, luego de un rato de ojear las opciones disponibles en Netflix.
-Lo que quieras.
Ambos se acomodan en el sofá, sus cuerpos en sintonía adoptan la posición usual: cada uno en un extremo, tus piernas sobre su regazo y uno de sus brazos aprisionando tus pies cerca de su abdomen.  Por un segundo te preguntás cómo es que después de tanto tiempo todo sigue igual, pero te distraen los créditos iniciales de la película y la trama te absorbe en poco tiempo.
Enzo arroja algún que otro comentario, se ríen de escenas que conocen de memoria, y es casi suficiente para olvidar la tormenta y el sonido del viento tras las ventanas. Casi… Cuando te sobresaltás una, dos, tres veces, él decide que intentar calmarte con palabras no basta.
-¿Tomamos algo?
Se ponen de pie al mismo tiempo y se dirigen hacia la pequeña cocina de su departamento. En algún momento entre tu llegada a su hogar y el inicio de la tormenta, la temperatura bajó y Enzo te prestó un suéter, pero ahora tus pies descalzos sufren un poco el frío de la cerámica; esperás a su lado mientras él prepara todo y se distraen repitiendo los diálogos de la película, él imitando las escenas al pie de la letra y vos adorando su interpretación, las muecas que transforman su rostro y cómo se ven las líneas de su cuerpo bajo la tenue iluminación.
El destello de luz proveniente de la ventana pasa desapercibido y segundos más tarde el fuerte estruendo de un trueno provoca que te asustes e intentes cubrir tus oídos. Tu mano golpea una taza (tu taza, esa que él compró exclusivamente para vos)  y cae directo al suelo, haciéndose añicos y arrojando sus restos en todas las direcciones. Apretás las labios y comenzás a disculparte, pero Enzo te interrumpe.
-No es nada, nena. Cuidado ahí- te agarra de la muñeca para evitar que te muevas, su mano cálida te provoca escalofríos y un temblor te recorre de pies a cabeza. En un rápido movimiento te sujeta por debajo de los brazos y te sube a la encimera para evitar que te cortes.
-Perdón- susurrás, angustiada, por lo que se acerca para consolarte y te abraza.
-No pasa nada- asegura, masajeando tu espalda con delicadeza. Deshace el abrazo lentamente, acomoda un mechón de cabello tras tu oreja, pero su mano permanece sobre tu mejilla y su mirada se posa sobre tu boca. Su pulgar comienza a delinear tu labio inferior, tira de él casi sin fuerza mientras te sostiene la mirada de manera intensa. Tu respiración se entrecorta y tus pupilas se dilatan, pero aún así él necesita tu confirmación-. ¿Qué querés? Pedímelo.
-Enzo…
-Decime qué querés- repite.
-Besame.
Al principio sólo roza sus labios contra los tuyos de manera delicada y cariñosa, casi inocentemente, pero el beso comienza a tornarse más y más desesperado conforme pasan los segundos. Sujeta tu rostro mientras su lengua se abre paso entre tus labios, asaltando el interior de tu boca y transmitiendo la necesidad y urgencia que lo consumen. Rompe el beso para tomar un poco de aire, no sin antes morderte el labio y robarte un suspiro que te avergüenza un poco.
Aprisiona tus mejillas entre sus dedos para obligarte a mirarlo a los ojos mientras acaricia tu cintura, tu cadera y por último tu pierna, erizándote la piel y provocándote. Tus manos en su cintura lo atraen aún más hacia tu cuerpo y es entonces cuando lo sentís entre tus piernas, duro. Estás a punto de bajar la mirada, curiosa y excitada, pero la fuerza de sus dedos te mantiene estática, volviéndote espectadora de cómo cambia su rostro cuando comienza a rozarse contra tu centro: cierra los ojos, sus cejas se contraen y sus labios entreabiertos dejan escapar una respiración temblorosa.
Sentís el calor emanando de su cuerpo a pesar de las prendas que separan su piel de la tuya y su agarre en tu muslo tornándose cada vez más fuerte, bordando esa línea que te causa más placer que dolor. En el instante en que cerrás los ojos, presa de las sensaciones, sus movimientos se detienen y él se aclara la garganta. Lo mirás, tus ojos suplicando, pero él sólo sonríe.
-¿Qué?
-Sos hermosa- besa la comisura de tus labios-. Pedime lo que quieras.
-Ya sabés lo que quiero- contestás, casi sin aire y un poco molesta-. Por favor.
-Por favor…,  ¿qué?- sus besos comienzan a descender por tu mentón hasta llegar a tu cuello y tus clavículas, alternando entre tus puntos más sensibles-. Decilo.
-Cógeme, Enzo, por favor.
Captura la piel de tu cuello entre sus dientes haciéndote gemir con fuerza, su cadera chocando una vez más con la tuya, antes de pasar sus manos por debajo de tus muslos para levantarte y poder llevarte hacia su habitación. Te recuesta en su cama, las sábanas limpias están impregnadas con su perfume y tus sentidos repletos de él, pero nada es suficiente para opacar el rastro ardiente que dejan sus labios en cada centímetro de piel que tocan.
Te despoja de tu short y tu ropa interior en un segundo y se recuesta entre tus piernas, comienza a regar besos en el interior de tus muslos y muerde tu piel hasta dejar una que otra marca, tus gemidos y suspiros incitándolo a continuar con su tortura por un tiempo prolongado. Su rostro es de concentración absoluta o devoción, no lo sabés con exactitud, pero eso deja de importarte cuando sentís su boca cada vez más y más cerca de tu entrepierna.
Uno de sus brazos te inmoviliza al rodear tu cadera, su pulgar traza una línea desde tu entrada mojada hasta tu clítoris para así lubricar la zona antes de comenzar a dibujar círculos sobre este. Observa atentamente tu reacción, casi perdiéndose en la imagen frente a él, y sólo aumenta la velocidad de sus movimientos cuando suplicás por más. Ahogás un grito cuando por fin sentís su lengua en vos, aunque es sólo sobre tus pliegues, y tus dedos se enredan en su cabello sedoso.
-Todavía no…- susurra, cesando sus movimientos.
Estás a punto de reclamarle, pero introduce un dedo en tu entrada y en lugar de una queja, de tu boca escapa un gemido. Sus labios encuentran tu clítoris y comienza a succionar con fuerza, alternando con su lengua, mientras continúa moviendo el dígito hasta sentir la forma en que te contraés. Introduce otro dedo, extasiado por el sonido que producen en contacto con tu humedad, y continúa asaltando tu interior hasta que tus piernas comienzan a temblar.
Tu orgasmo te golpea como una avalancha: cerrás los ojos con fuerza al sentir el placer extendiéndose hasta las puntas de tus dedos, tu espalda se arquea y repetís su nombre una y otra vez. Enzo no separa sus labios de vos y continúa moviendo sus dedos, cada vez con más lentitud, hasta que tu respiración vuelve a la normalidad. Retira sus dedos y observás casi avergonzada la forma obscena en que los introduce en su boca para probar tu esencia.
Comienza a desnudarse y notás, además de su bulto, que su ropa interior está humedecida con líquido preseminal. Se deshace de sus prendas rápidamente, pero incluso así percibís una sombra de inseguridad atravesando sus facciones y tu corazón se encoge por un instante. Cuando vuelve a la cama se posiciona entre tus piernas y entrelazás tus manos en su nuca, acercándolo para poder devorar sus labios frenéticamente: sentís tu rastro en su boca, en su lengua, y la idea te fascina.
Tus dedos se deslizan por su cuerpo ardiente, delineás con lentitud su pecho y su abdomen para luego tomar su miembro caliente con un firme agarre. Su respiración se torna agitada y jadea producto del placer que tus movimientos le otorgan, muerde tu cuello y tu hombro mientras la palma de tu mano y tus dedos se humedecen con su excitación. Tu pulgar juega con su punta, de un rojo furioso y tan tentadora, hasta que echa la cabeza hacia atrás. Una de sus manos se cierra sobre tu muñeca al tiempo que descansa su frente sobre la tuya, su cabello te hace cosquillas.
-¿Qué…?
 -Necesito cogerte- deposita un beso en tu sien antes de estirarse para tomar algo de la mesita de noche-. Eso es lo que querías, ¿no?
Asentís enérgicamente y ahogás un gemido cuando ves la forma en que el lubricante cae sobre su miembro, su mano masajéandolo para distribuir el producto, antes de dirigirse hacia tus pliegues y tu entrada para darles el mismo tratamiento. Coloca una de sus manos al lado de tu cabeza y descansa todo su peso en ella, bloquea tu visión del techo con su cuerpo haciéndote sentir pequeña y completamente a su merced, una sensación que adorás.
-Por favor- suplicás-. Metémela.
Desliza la punta de arriba hacia abajo, juega con tu clítoris por unos instantes antes de centrarse en tu entrada y comenzar a introducirse. Su tamaño es mucho mayor al que alguna vez experimentaste y provoca cierto ardor, así como un par de lágrimas que mojan tus pestañas antes de sentir sus besos sobre tus párpados repetidamente.
-Sh, yo sé que vos podés- susurra para calmarte. Sus caderas se mueven casi milimétricamente para permitir que te acostumbres a la intrusión, la sensación es suficiente para hacerte perder la cabeza y hundir las uñas en su piel-. ¿Así te gusta? ¿Sí…?   
-Más, Enzo, por favor.
Se adentra por completo y gritás de placer cuando sus embestidas se tornan brutales, abusa de tu interior mientras una de sus manos se cola sutilmente por debajo de su suéter y comienza a jugar con tus pechos: sus dedos se cierran sobre tus pezones, los pellizca, tira de ellos hasta hacerte llorar y pedirle que pare, que siga, suplicando hasta que tus palabras pierden todo sentido.
Se detiene por un segundo para adoptar otra posición y toma tus caderas con fuerza, acercando tu cuerpo al suyo tanto como le es posible y moviéndote completamente a su antojo. El roce de tu centro con su pelvis causa estragos en tu ser y te sentís al borde de otro orgasmo, pero lo que finalmente te lleva al clímax es su mano presionando sobre tu abdomen bajo, justo donde su miembro provoca un bulto. Tus manos encuentran sus muñecas y el placer es tan intenso que por un segundo intentás detenerlo, incapaz de tolerarlo, pero él continúa con sus movimientos.
-Dios, cómo me encanta tu conchita apretada- dice entre dientes, capturando tus muñecas con una mano y tirando de ellas hasta que quedás sentada sobre él-. Me encantás.
Su mano acaricia tu cabello, tu rostro y se desliza fugazmente sobre uno de tus pechos cubierto por su suéter. Se recuesta y colocás tus manos sobre su pecho desnudo para ayudarte, creás un suave vaivén con tus caderas mientras sentís las yemas de sus dedos recorriendo tus muslos y cómo la fricción con su piel amenaza con llevarte al borde de la sobre estimulación. Tus piernas se fatigan rápidamente y tus músculos protestan, pero aún así continuás con tus movimientos hasta perder el equilibrio.
-No puedo…- lamentás, avergonzada, pero su sonrisa es tranquilizadora al igual que sus caricias en tu costado. Incluso en un momento así, sus pupilas dilatadas no impiden que su usual calidez siga reflejándose en sus ojos oscuros y en los gestos que te dirige.
Apoya las plantas de sus pies en el colchón para darse impulso y comienza a embestirte con tanta fuerza que caés sobre su pecho. Besás su cuello, sus clavículas y cada centímetro de piel que encontrás hasta llegar a su boca y confesar entrecortadamente cuánto te encanta, cuán profundo se siente dentro tuyo, le otorgás permiso para hacer con vos lo que él quiera.
Tira de tu cabello para obligarte a mirarlo a los ojos, su mano desciende hasta tu cuello y te besa desesperadamente. Entre besos te ordena que te toques y cuando lo hacés sabés que no vas a durar mucho más: no con la precisión de sus movimientos, dando en tu punto dulce repetidamente, o con la forma en que su mirada busca la tuya constantemente.
-Voy a…- un gemido le impide terminar la oración.
-Adentro, por favor- suplicás.
El ritmo de sus caderas se vuelve errático, ansioso,  pero cuando te escucha gemir su nombre y siente tus paredes contrayéndose no puede evitar salpicar tu interior con su semen. El calor de su orgasmo prolonga el tuyo aún más y te movés levemente sobre él, disfrutando la forma en que se queja a causa de la sensibilidad. Tu oído descansa sobre su pecho y oís sus latidos.
-Enzo…- cerrás los ojos por un momento al sentir sus dedos dibujando formas sobre tu espalda, alzás la vista para encontrar sus ojos-. Te quiero.
Una sonrisa se apodera de sus labios, su belleza te hace suspirar.
-Yo también te quiero- besa tu frente-. Muchísimo.
Sentís tus fluidos y los suyos sobre su abdomen, goteando por tus muslos, pero permanecen así durante largo rato mientras repiten te quiero un sinfín de veces.
taglist:
@madame-fear @creative-heart @recaltiente @llorented @chiquititamia
399 notes · View notes
imninahchan · 2 months
Text
Tumblr media Tumblr media Tumblr media
⌜ 𝑨𝑽𝑰𝑺𝑶𝑺: gangbang [declaro oficialmente aberto meu período fértil slk], fwb, diferença de idade, bebida alcoólica, cigarro [cuidado com os pulmão preto], dirty talk, degradação, elogios e dumbification, oral masculino, dacryphilia, bukkakke(?), breast/niple play, um tapinha na bochecha e um ‘papi’ [me perdoem eu não me controlo], dupla penetração, anal, sexo sem proteção [no puede no]. Termos em espanhol — guapo (bonito, etc), dímelo (me diz), díselo (‘diga a/para’), porfi (informal pra ‘por favor’) ˚ ☽ ˚.⋆ ⌝
꒰ 𝑵𝑶𝑻𝑨𝑺 𝑫𝑨 𝑨𝑼𝑻𝑶𝑹𝑨 ꒱ me perdoa se eu sou uma p****
Tumblr media
𓍢ִ໋🀦 VOCÊ DEITA A CABEÇA NO OMBRO DE FRAN, AS PERNINHAS REPOUSANDO POR CIMA DO BRAÇO DO SOFÁ ─────
— Vai me dar uma carona? — reitera, embora já tenha escutado a oferta diversas vezes antes, durante e agora, no pós do rolê. Sempre pegava carona de moto com o Recault.
Ele, sentado no outro sofá, adjacente, não desvia a atenção do maço de cigarro, capturando com os lábios uma unidade. Uhum, murmura, e quando risca o isqueiro, você estica a mão pra roubar o pito, guardar de volta na embalagem. Aqui dentro não, alega, vai lá fora com eles.
O olhar do argentino segue em direção à sacada do apartamento, onde os homens conversam enquanto fumam. Poderia, sim, de fato, se levantar e participar do assunto facilmente, afinal é a opção mais favorável pra narizinhos tão sensíveis quanto o seu e de Romero, porém um pensamento diferente do desejo de pitar toma conta da mente.
— E sobre eles... — Volta os olhos pra ti. — Já vai embora mesmo? Não ia... sabe?
Um sorrisinho ameaça crescer no seu rosto. Sabe exatamente a que ele se refere.
— Não sei... — mas prefere fazer chamar, encolhendo o corpo. A barra do vestido justo se embolando no seu quadril.
— Ah, qual foi? — o garoto devolve. Se inclina de leve, chega mais próximo pra poder ir sussurando. — Não vai me dizer que tá tímida... — E você cobre parte do rostinho com a palma da mão, respondendo perfeitamente às expectativas alheias. Matí sorri também. — Ah, vai, eu e o Fran ‘tamo aqui... Não precisa ter vergonha de nós, não é como se não tivesse dado pra gente antes. E eles... — espia os outros dois, entretidos demais na conversa que têm pra poder perceber que são assunto da discussão vizinha. — Eles são de boas. Vão te tratar feito uma piranha, que nem você gosta.
Você verga o pescoço pra trás, tenta encarar Romero, o qual bebe um gole da cerveja na garrafa.
— Fran, o Matí me chamou de piranha...
Francisco coça a nuca, cogitando as palavras pra responder, e acaba sendo o mesmo abusadinho de língua venenosa de sempre.
— E ele mentiu?
Tsc, você resmunga. Não é que queria ser defendida nem nada, não se pode esperar outra resposta senão essa mesmo. É só pela manha, pelo suspense que vem fazendo desde um certo momento, desde que vieram pro apê de Romero depois de sair. Encontraram com dois amigos dos garotos num bar e estenderam o ócio pra mais algumas horas no conforto dos sofás largos e da madrugada quente.
Tudo muito calculado, você tem certeza, assim que Matías menciona, com a cara mais lavada possível. Já é contatinho fixo dele, Fran entrou no meio mais tarde, trazendo sua personalidade atrevidinha e melosa. Agora, os outros dois...
Quer dizer, são um colírio pros olhos. Esteban, retraído, tem um olhar que beira o poético, um sorriso de lábios finos e uma fragrância tão agradável ao olfato que quando o abraçou naquele bar, cumprimentando, quis que ele não te soltasse nunca mais. E Enzo, igualmente mais contido, ostenta um charme old hollywood, com os cabelos espessos, acumulando atrás da orelha, mas casual também, de pulseirinhas no pulso.
E, sei lá, só o fato deles serem mais velhos que você, Matí e Fran ao mesmo tempo, os faz mais saborosos ainda.
Morde o lábio, discretamente, os observando. Esteban joga o pescoço pra trás, soprando uma bufada de fumaça no ar, e volta a atenção pro Vogrincic. A cabeça pendendo pro canto de leve, atencioso.
Enzo apaga a bituca no cinzeiro apoiado no parapeito. Corre os dedos pelos cabelos escuros, ajustando as mexas atrás da orelha, gesticulando com as mãos de dedos longos, que parecem mais ásperos, grossinhos. Pô, imagina só dois dentro de você, vai valer por três, nossa...
Alterna o foco entre ambos, fantasiando consigo mesma. E quanto mais alimenta seu lado carnal, mais faz a ideia de ser dividida essa noite parecer um final de festa plausível.
— Son muy guapos, ¿no? — Matías comenta, como quem não quer nada, ao flagrar seu olhar nada casto em direção aos amigos dele. — Eu só ando com gente atraente que nem eu.
— Eu admiro seu narcisismo, Matí. — Fran murmura, levando a garrafa à boca, porém para no meio do caminho quando percebe ah, então eu sou bonito também, e ri.
Mas você nem se dá conta do bom humor, nem percebe, pois a cabecinha está voando longe, com a ajuda dos olhos. Mordisca a pontinha da unha, divertindo-se com a perversidade da própria mente. Porra, o Esteban parece ser aqueles tipos que faz carinho na sua cabeça enquanto você mama ele...
— Ah, é isso que você quer? — Se assusta ao perceber que falou alto demais, e agora o Recault tem consciência dos seus desejos lascivos. Antes que possa detê-lo, no entanto, o argentino rapidamente se vira para o outro e dedura: “Kuku, a gatinha aqui quer que ‘cê faça carinho na cabeça dela enquanto ela te mama!”
Merda, você tem vontade de enfiar a cabeça numa panela quente quando a atenção da dupla recai sobre ti. Vê Esteban apagar o cigarro no cinzeiro, e fica mais inquieta conforme ambos deixam a sacada pra se aproximar de vocês três na sala de estar.
Enzo senta no mesmo sofá que o Recalt, abraçando uma almofada sobre o colo. Na face, tem um sorrisinho de lado, diferente do Kukuriczka, que vem com a expressão mais neutra na sua direção.
Esconde as mãos no bolso da bermuda de algodão, te olhando por cima. O que foi que disse?
— Diz pra ele, princesa — Matías te encoraja, sorrindo, canalha. — Diz.
Você perde a postura porque Esteban está perto. Ele tem um jeitinho tão acolhedor, tão doce, e é justamente por isso que você sente vontade de desaparecer no colo de Francisco por tão manhosa que fica. A vontade é miar feito uma gatinha no cio e se oferecer como um pedaço de carne, nunca ficou tão suscetível.
O mais alto sorri, tranquilo. Levanta as suas perninhas, pra se sentar no sofá junto contigo, e as pousa sobre as coxas dele. Acaricia a região do seu tornozelo, afetuoso.
— Sabe... — começa — ...Matí é um pirralho chato, não liga pra ele. Você não precisa fazer, ou dizer, nada que não queira, cariño. A noite já está sendo muito legal só por ter te conhecido.
Caramba, dá pra ficar mais desejável que isso? Meu Deus, o calor que você sente dominar o corpo parece querer te colocar em combustão. E quando ele te olha com a nuca deitada no encosto do estofado, aquelas íris castanhas brilhando, docinhas igual um caramelo. Quer gritar me come me come me come de tanto tesão.
Não aguenta, então. Rapidinho está no chão da sala, abandonando os braços de Fran de qualquer forma, só pra se colocar sentada sobre o piso, entre as pernas abertas do mais velho.
— Fode a minha boquinha, Kuku — apoia o queixo no joelho alheio —, porfi.
Esteban entreabre os lábios, mas sem saber bem o que dizer. A sua falta de vergonha pra ser baixa com as palavras o pega desprevenido, o que, nem de longe, é algo ruim pra quem tinha topado uma dinâmica tão plural feito a escolhida pra esta noite.
— Eu disse, viu? — Matías fala. — Não vai negar pra ela, né, cara?
O homem te olha. Deita a lateral da face no punho fechado, cotovelos no braço do sofá, feito te admirasse. Com a outra mão, toca no seu rosto, contornando o maxilar até erguê-lo e segurar no seu queixo. Pra uma menina tão lindinha, diz, é difícil falar ‘não’.
— Mas eu quero um beijo primeiro — é a única condição, e você prontamente se apoia nos joelhos para selar os lábios nos dele. Esteban sorri entre os selinhos, a boca vermelhinha com o seu batom. Te tocando na nuca, indo e vindo com os dedos na sua pele, entre os seus fios de cabelo.
Está desabotoando a camisa ao passo que as suas mãozinhas inquietas se encarregam de abrir a bermuda. Aquela maldita expressão tão calma, nem parece que vai ganhar um boquete neste instante mesmo. Te dá tanta ânsia que crava as unhas nas coxas masculinas, na espera ansiosa por recebê-lo na sua boca.
E quando o tem, porra, só de vê-lo cerrar os olhos por um segundinho ao arfar profundo, já te faz rebolar sobre as próprias panturrilhas, excitada.
Ele te ajuda com os cabelos, com tudo que pedisse na verdade. Se quisesse que o mais velho surrasse a ponta da sua língua com a cabecinha gorda, faria sem pensar duas vezes. Mas você gosta de se lambuzar nele, não? Deixa um filete de saliva vazar de entre os lábios pra escorrer pelo comprimento já molhado, duro na palma da sua mão, pra subir e descer com a punheta lenta. Caridosa, empenhada. Alheia a qualquer olhar lascivo dos demais na sala de estar, ou quaisquer comentários sarcásticos que eles possam estar murmurando entre si.
Daí, Fran tem que agir. Ardiloso, se senta no chão, pertinho de ti. Apoia o peso do corpo nas mãos espalmadas no piso, pendendo as costas pra trás ao te encarar bem bonitinha no que faz.
— Sabia que eu falei pro Matí que ‘cê ia dizer não? — comenta, sem mesmo esperar que você fosse parar de encher a boca pra focar em outro alguém. — Mas olha só pra ti... — O rapaz exibe um sorrisinho ladino. — Não posso esquecer da putinha indecente que você é. Fica fazendo dengo, mas é uma garotinha sem-vergonha, não é?
E você ronrona, de boca cheia. Francisco se inclina pra perto, aproveita que você deixa Esteban escapar pra recupar o fôlego, apenas punhetando com as mãos agora, pra sussurrar ao pé do seu ouvido. Posso te dedar enquanto você mama ele?
— Você aguenta, não aguenta? — Beija o seu ombro. — Hm?
— Aguenta, sim — é Esteban quem responde por ri. Toca no canto do seu rosto. — Olha como faz tão bem... Merece um agrado enquanto está sendo tão boa pra mim. — Com o polegar, limpa o excesso de saliva que escorre pelo seu queixo. — Vai aguentar, não vai, cariño?
Você faz que sim. Mesmo se ele propusesse a maior atrocidade, você faria que sim igualmente. Quer agradar e, agora, também não se importa em ser agradada.
Francisco impulsiona o seu corpo pra frente, precisa que seu quadril esteja mais elevado para que o ângulo permita subir a barra do seu vestido e arredar a calcinha pro lado. E você se esforça, o plano é se esforçar ao máximo, porém no primeiro toque dos dedos no seu íntimo, estremece.
— Poxa, já tão molhadinha... — Fran comenta, naquele tom de voz que faz tudo parecer zombaria. — E tudo isso só porque ele tá fodendo a sua boca?
Matías ri, soprado, o que você esperava da nossa vagabundinha preferida pra meter?, e leva um golpe na face com a almofada que Enzo segurava no colo. O Vogrincic aperta os olhos, seja mais cavalheiro com as palavras, pirralho, repreende.
Já Francisco beija o seu ombro mais uma vez. Dois dedinhos vão fundo em ti, deslizam com facilidade. Acariciam por dentro numa região propícia a te fazer ver estrelas. O polegar, por fora, pressiona outra área mais sensível ainda.
Você engole os choramingos, usa as mãos em Esteban quando necessita arfar, respirar fundo, pra controlar o desejo. Mas não aguenta, não consegue dar conta das duas tarefas. O quadril empinadinho se empurra contra os dedos, remexe lentinho, no automático. Porque foca tanto no estímulo que recebe, cega nisso, aparenta se esquecer que não pode simplesmente deixar a boca cheia pra sempre sem respirar.
Engasga, então. Umas duas vezes. Tosse, com os olhinhos vermelhos e marejando. Um fiozinho transparente te prendendo à cabecinha lambuzada, ao liberá-la da sua garganta quente.
Esteban te ajuda a se recompor, todo carinhoso.
— Calma, mi amor, respira. — Limpa a lagrimazinha que ameaça correr pela sua bochecha. E sorri, terno. Te acha mil vezes mais formosa aos olhos nessa forma vulnerável, fofa, que tem vontade de te pegar pela nuca e ele mesmo encher a sua boca de novo.
— ¿Qué te pasa? — Fran espia por cima dos seus ombros, flagra o seu olhar de coitadinha. — Awn, não aguentou... Pensei que fosse aguentar, princesa.
E essa é a deixa pra te oferecer mais ainda. Mais fundo com os dedos, mais rápido. Mais pressão por cima do seu clitóris, circulando o local. Você passa a servir somente, paradinha, aí sobra pros dois a função de tomar as rédeas. Segura nos joelhos masculinos, levando pela frente e por trás.
É preenchida em ambos os buraquinhos quase que no mesmo ritmo. O rosto vira uma bagunça molhada, uma mistura devassa de batom vermelho manchado, saliva e porra escorrendo pelo queixo, gotinhas no pescoço. E a mordida que recebe na nádega, sem pudor, te faz lamuriar, manhosa. Fran se diverte com o som dos seus gemidinhos, o barulho ensopadinho da sua garganta sendo fodida. Não controla a reação de enfiar a mão por dentro da bermuda pra tocar a si próprio.
Você goza sem refrear. Incapaz de prender o tesão que retém, a situação erótica na qual se colocou contribuindo absurdamente. Uma descarga elétrica percorre o corpo dos pés à cabeça, feito um arrepio. Os músculos dormentes, doloridos. O peito pesando e a mente tão, mas tão fora de si, doente de prazer, que deve revirar os olhinhos, tola.
Nem pensa direito, vazia de raciocínio, só houve a fala de que eles querem se derramar na sua boca e se põe sentada no chão outra vez. Separa os lábios, língua pra fora, como Fran demanda. Os jatos morninhos acertam a sua bochecha, o nariz, lambuzam a face. É uma conjuntura que envolve tamanha submissão da sua parte que os suspiros e as palavras chulas que ecoam de ambos se torna comum pros seus ouvidos.
Francisco senta de volta no sofá, recuperando o fôlego. O calor do próprio corpo o faz puxar a camisa, apoiar a nuca no encosto do estofado. Esteban, porém, permanece à sua frente mais um pouquinho. Também respira mal ainda, quando toca o seu queixo, admira o estrago que fora causado em ti.
— Muy bien, bebê. — Pousa a mão sobre a sua cabeça, acaricia. — Perdoa se eu não te fiz carinho antes, igual você queria. É que estava tão bom que eu me esqueci. — Se inclina, deixando um beijinho na sua testa.
Você tem vontade de choramingar de novo, se debater no chão enquanto lamuria e diz perversidades obscenas. Por que ele tem que ser assim?! Te faz ter vontade de oferecer comida, casa, buceta e roupa lavada. Só manha, porém, com os olhinhos caindo junto dos ombros, o observando sentar no sofá outra vez.
Enzo sorri, te olhando.
— Vem aqui, vem. — Estica o braço. — Chega de ficar nesse chão frio servindo esses dois.
Você cambaleia, engatinhando até poder ser tomada nos braços e subir pro colo do uruguaio. Olha o que eles fizeram contigo, aponta, analisando o seu rosto. Um grande ‘gentleman’, quando puxa a própria camisa para usá-la na limpeza da sua pele manchada. Matías, também no estofado, ri, balançando a cabeça negativamente, incrédulo com tamanha cortesia.
Bem melhor, Enzo escorrega o indicador na ponta do seu nariz, amoroso, ao finalizar. Não se importa com a peça agora suja, joga em qualquer cantinho mesmo. Pode arrumar outra emprestada com o Recault, mas não poderia deixar a gentileza passar — ainda mais porque percebe que você se derrete toda.
As suas bochechas queimam, retraída. E o calor da palma da mão dele soma-se à quentura do seu corpo quando toca o seu rosto. Só que desce, não esquenta só ali. Caindo pelo canto, rodeando rapidinho no seu pescoço, e desviando pra lateral. No ossinho da clavícula, até contornar a curva do ombro, levando consigo a alça do seu vestido.
A timidez some logo, porém, mesmo com os seios expostos dessa forma. Talvez seja o olhar ambicioso, banhado à cobiça, que te acende o íntimo, te manipula a ansiar por ele de volta.
Lembra do meu nome?, ele te pergunta, com a voz rouca. E você, que vinha no esquema de só sentir, e não pensar, demora a ter a iniciativa de uma resposta, apesar de saber muito bem o que dizer. O homem sorri, pousa o indicador no seu lábio como se quisesse orquestrar o movimento que deveria ser feito ao ele mesmo responder — Enzo.
Você repete, igualando o balançar dos lábios com os dele. Quase hipnotizada, boba. Ri, quando ele ri também. Se ele quisesse falar um milhão de coisas pra você ficar repetindo assim, feito um bichinho de estimação, repetiria sem pensar duas vezes. Só quer se entregar total pra ele e curtir todo o deleite que tem certeza que vai sentir nas mãos do uruguaio.
Fran e Esteban também sorriem, julgam adorável a forma com que o amigo parece te domar por completo, tão suave na dominância. Matías, por outro lado, estala a língua, de braços cruzados.
— Tá sendo muito bonzinho com ela — alega. Tomba pra perto, só pra poder te encarar. — Conta pra ele — encoraja —, conta pra ele a putinha que você é. — E você ri, virando o rosto pro outro lado. — Conta que gosta quando eu falo sujo com você, no seu ouvidinho, pego forte no seu cabelo pra te comer. — Estica o braço pra alcançar a sua bochecha e dar um tapinha, chamando a sua atenção de volta pra ele. — Hm?
— É verdade? — o tom do Vogrincic é aveludado, baixo. Pros desavisados, soa complacente, mas quanto mais você interage com o uruguaio mais percebe que ele é tão canalha quanto o Recault é, a diferença é que mascara com o charme. — Gosta quando Matí faz essas coisas contigo? — A mão grande sobe pela sua nuca, afunda os dedos na raiz do seu cabelo e retém os fios, firme. — Que te pegue assim? É? — Inclina pra frente, próximo com a boca do seu ouvido. — Que fale o quê? Que você não vale nada, que vai te comer forte? Ou pior?
Qual foi a palavra que o Matí usou mesmo? Mira na direção do amigo brevemente, mas nem precisa de uma resposta, porque volta o olhar pra ti mais uma vez, sorrindo, ah, sim, ‘putinha’...
Você o envolve, escondendo o rostinho na curva do pescoço dele. Mas o homem não te deixa recuar, as mãos escalam pelo seu torço, te empurrando de leve pra trás, pra encontrar o olhar no dele novamente. Cobrem por cima dos seus seios, só que apenas uma das mamas ganha uma carícia. Os dedos enroscam no mamilo durinho, aperta um pouquinho.
— Gosta dessas coisas, nena? — reitera. — Hm? — Do nariz erguido, pra te encarar, abaixa o olhar e roça a pontinha pela região do colo, curvando lentamente a sua coluna para que possa com a boca umedecer a pele. — Dímelo. — Beija por entre o vale dos seus seios, de estalar os lábios. Você segura nos cabelos dele, suspira, de olhinhos fechados. — Díselo a tu papi.
E você derrete só com o uso do termo. Admite que sim, gosta dessas coisas, que, às vezes, é ainda pior, por isso não abre mão do Recault, muito menos de Romero, pois pode encontrar o que procura neles. Mas, também, se defende. Matí é muito provocador, né? Curte tirar do sério, implicar. Você é baixa, danadinha sim, porém o argentino gosta de degradar mesmo.
A boca quente toma um biquinho, a pressão em volta dos lábios suga, cruel. Língua umedece, lambe. Você arqueja, permitindo que te devorem os peitos, enquanto se força pra baixo, encaixando o meio das pernas sobre a ereção.
Matías se levanta do sofá. Se posiciona atrás de ti, puxa de leve os seus cabelos pra te fazer pende a cabeça e mirá-lo.
— ‘Cê é tão cachorra... — caçoa, com um tiquinho de raiva por ter saído como o ‘vilão’, porém com mais desejo do que tudo. — Quer meter nela, não quer, Enzo?
Enzo levanta o queixo, os cabelos bagunçadinhos o deixam mais atraente, em especial quando sorri ladino, cafajeste. Vamo’ meter nela junto, a proposta do Recault faz o uruguaio morder o lábio.
Toca o seu rosto, amoroso.
— Consegue levar? — pergunta, numa falsa preocupação. — Não vai ser muito pra ti? Eu não acho que vai dar. Mal aguentou o Fran e o Esteban ao mesmo tempo, e olha que eles nem pegaram pesado...
Você une o sobrolho, quase que num desespero. Não, vai dar sim... E ele parece imitar a sua expressão, caçoando, óbvio.
— Tudo aqui? — Com os dedos, toca no seu ventre, com a sobrancelha arquiada. Alivia as linhas do rosto, abrindo um sorrisinho. — Ah, acho que não, nena...
Você até ia choramingar mais, insistir, embora tenha plena consciência de que ele só está tirando uma com a tua cara. Acontece que Matí beija a sua bochecha, aquela risadinha de moleque no pé do seu ouvido pra tranquilizar ‘relaxa, se ele meter aí, eu posso te foder aqui por trás.’
Vai deixar ele fazer isso, bebê?, Enzo continua provocando, com o mesmo sorriso na face. Deita atravessado no sofá, com a cabeça no braço do estofado, para levantar o quadril e retirar as roupas de baixo. O Recault se despe também, a pausa entre se livrar da camisa, e antes de se ocupar com a calça, sendo ocupada com as mordidinhas perto do lóbulo da sua orelha.
Você fica de pé apenas pra empurrar a calcinha pernas abaixo, logo vindo por cima do uruguaio outra vez. Verga pra frente, de joelhos no estofado. Alinha a ereção entre as pernas, desce devagarinho, toda meiguinha, com a boquinha entreaberta.
As mãos de Enzo seguram na sua bunda, apertam a carne. Quando se empina para que o outro possa te tomar junto, resvala a ponta do nariz na do Vogrincic, o qual sorri mais, acaricia a sua bochecha. Matías utiliza a própria saliva pra molhar o caminho, bem devasso, esfregando a cabecinha de cá pra lá, instigante. Ao forçar pra dentro, arranca um resmungo seu, um lamúrio doce que é facilmente calado com o selar nos lábios de Enzo.
Queria poder saber descrever a sensação. Deveria ter se acostumado, quando tem uma referência de já ter experimentado com os seus contatinhos, mas, sei lá, porque é com alguém diferente, tudo aparenta mais intenso. A completude. A fadiga. Ambos jogam o quadril até ti, ocupam tudo no seu interior quase que ao mesmo tempo. Matías torce os fios dos seus cabelos no próprio punho, a mão de Enzo envolve o seu pescoço, o geladinho do anel prateado dele contra a sua pele ardente.
Se sente não só passível, mas conquistada, deliciosamente domesticada. Leva o olhar pro sofá adjacente e flagra os outros dois capturados pela cena sórdida. Fran com a cabeça descansando no ombro do amigo, e Esteban com tamanho amor nos olhos que você não dura muito tempo.
Quando Enzo continua metendo depois do seu orgasmo, procurando pelo dele, é ainda mais gostoso. Te inunda por ali, te dá tudo de si pra te deixar pingando. E Matías faz o mesmo, claro. Enche o outro buraquinho, orgulhoso dos jatos de porra abundantes, quentes, que te faz reter.
Você desmonta sobre o uruguaio, exausta. O corpo não aguenta mover ao mínimo, pesado, espasmando. Com a lateral do rostinho no peitoral suado, até cerra os olhinhos, tentando regular a respiração junto com ele.
— ¿Estás bien, cariño? — Esteban se ajoelha pertinho do sofá, de frente pra ti. Acaricia na altura da sua têmpora.
Uhum, você responde de volta, a voz tão frágil e doce que ambos riem. Enzo beija a sua cabeça, afaga os seus cabelos.
— Te odeio, Matías — Fran resmunga, pegando uma almofada pra abraçá-la. — Olha só pra esses filhos da mãe... Já tô sentindo que vamo’ ter que dividir ela com eles de novo...
Matí sobe a calça, abotoa de volta. Com um sorrisinho de canto, oferece um olhar para os amigos mais velhos, que agora parecem fazer parte dessa dinâmica casual.
Abre os braços, e se curva, vaidoso. De nada.
425 notes · View notes
myillicitaffair · 3 months
Text
Hands to myself | Esteban Kukuriczka.
Tumblr media
Sumario: mañanas tranquilas con tu novio.
Warnings: sexo explícito (+18), fingering, sexo desprotegido, dirty talking.
Notas: cómo argentina, me parece preocupante la falta de fanfics que hay de este hombre xx.
Créditos: esta inspirado en la canción de Selena Gómez, las imágenes del principio no me pertenecen y las encontré en pinterest, sin embargo, el collage fue hecho por mi.
1.3k words.
La suave brisa bonaerense inunda el amplio cuarto, jugueteando con mis mechones, desperdigados en las almohadas. El sol empieza a colarse sin consideraciones por las ventanas entreabiertas, obligando a mis cansados parpados a perforar mi sueño.
Los fuertes brazos anclados en mi cintura me atraen aún más cerca del hombre dormitando a mi lado, su rostro anidado en mi cuello, su dulce y varonil aroma inundando mis fosas nasales, envolviéndome en su calor corporal.
“Buenos días, Tebi”- Murmuro suavemente, cubriendo sus hombros con delicados besos para despertarlo.
“Buenos días, preciosa”- Responde, despegándose de la somnolencia y serpenteando sus extremidades con las mías.
Hinco mis dientes seductoramente en su piel descubierta, salpicándolo con pequeñas marcas rojas en contraste con su tez pecosa. Ansiosa, deslizo mis piernas sobre las suyas, posicionándome a horcajadas sobre su regazo.
“¿Andamos cariñosas esta mañana?”- Socarrón, amasa la desnudez de mis caderas entre sus palmas, causando que nuestros sexos se rocen firmemente. La burlona fricción no está ni cerca de ser suficiente para calmar las llamaradas que empiezan a asentarse en mi estomago bajo.
“Dale, amor, ¡por favor te pido!”- Ruego impaciente, tratando de replicar sus movimientos. Su agarre me mantiene estática en mi lugar, sin permitirme mover.
“¿Por favor qué?”- Finge inocencia mientras las puntas de sus dedos empiezan a dibujar entramados sobre mis costillas, trepando hacia mis pechos.
Atrapa mis pezones entre sus yemas, jugueteando con ambos a la vez, hasta sentir como se endurecen ante sus atenciones.
“Tocame, te necesito…”- Aclaro sin aliento.
Con una sonrisa ladina, acerca su boca hacia el derecho, provocando el montículo con la lengua hasta empezar a succionarlo con urgencia. Me enredo en su cabello, tirando de el con ferocidad, ganándome un gimoteo de satisfacción de su parte.
Separándose de mi abusado busto, observa mis ojos con cierta malicia impresa en los suyos al tiempo que me restriega contra su palpitante centro. Una creciente erección se hace notar bajo la ropa interior que nos separa.
“Mira lo que me haces”- Acentúa su punto al embestir mi coño cubierto con su pulsante miembro. Mi boca se entreabre ante el placer repentino- “Me pones tan duro.”
“Tebi, no puedo más”- Susurro cuando su mano baja por mi estomago hasta hallar mi intimidad, desliza mi tanga por mis pantorrillas para así estimular el clítoris en premeditados movimientos circulares. Creo enloquecer ante sus ralentizadas caricias
Asienta su toque errante en mi humedad, sus yemas buceando entre mis jugos. Retira sus dedos índice y corazón, para luego sorberlos ruidosamente, lamiendo mi reluciente excitación.
“¿Quién te tiene así de mojadita? Mh?”- Pregunta orgulloso, sabiendo perfectamente que el es el causante.
Reanuda sus ministraciones en mi núcleo, colándose por entre mis labios para penetrarte con dos dígitos. Mis orbes fijos en sus movimientos, aun desconcertada por lo obsceno de su accionar.
Rápidamente acelera sus movimientos, curvándose para golpear la esponjosa cavidad. Su longitud roza todos mis puntos sensibles, acercándome a un inexorable crescendo. Sumergida en el disfrute, lo único que escapa mis cuerdas vocales son quejidos de satisfacción, entrelazados con gemidos nombrándolo.
“Contestame, nena. ”- Reclama, forzando el contacto visual al aprisionar mi mandíbula en su agarre.
“Vos, Kuku, ¡solo vos!”- Contesto, hundiendo mis uñas en la tersura de sus bíceps, marcando lunas crecientes para la posteridad. Una sonrisa engreída tiñe sus delicadas facciones al notar mi estrechez aspirándolo, signo de mi orgasmo aproximándose a pasos agigantados.
Meciéndome sobre sus largos dedos, comienzo a percibir las avasallantes olas de mi culminación; la presión en mi vientre amenazando con explotar, la euforia difuminando todo a mi alrededor, centrándome solo en el rostro de mi novio cercano al mío.
El clímax se ve remplazado por un insoportable vacío cuando retira sus dígitos de mi calor, negándome la liberación. Un sollozo se cuela por mi expresión desahuciada, mis ojos alarmadamente abiertos cubiertos por una fina capa de lágrimas.
“No no no, por favor”- Lloriqueo en su oído, tratando de reganar el pasado contacto. Sus fuertes extremidades me aquietan por encima de su muslo, logrando que mis movimientos mueran lentamente.
“Tranquila, linda. Ahora te voy a coger, ¿sí?”- Pronuncia, apaciguando mis patéticos hipidos. Asiento frenéticamente, deseosa de sentirlo en mi interior.
Con un preciso movimiento, me enjaula bajo suyo, su largo cuerpo enmarcando al mío. Lo observo despojarse de sus calzoncillos, ardiendo al presenciar su desnudez absoluta.
Mis ojos merodean desde su esbelto pecho hasta los colorados vellos que trazan el inicio de su pelvis, gruesa y rebosante de líquido preseminal.
Casi ausente, permito que mi mano recorra su cuerpo, centrándome en su furioso pene. Con lánguidos movimientos, trazo su longitud, torciendo mi muñeca para proporcionarle el mayor placer posible.
“Me vas a matar, bebé”- Confiesa, acalorado y excitado. Sus rizos cobre empiezan a pegarse a su frente ante el esfuerzo físico, unas singulares gotas de sudor recorren su tórax.
Toma mis extremidades superiores entre sus garras para anclarlas sobre mi cabeza, dejándome completamente a su merced. Con un gesto busca mi consentimiento, el cual soy rápida en proporcionarle.
Su glande comienza a ingresar por mi núcleo, empujándose pacientemente dentro mío. Mas allá de la cantidad de veces que repitamos el procedimiento, jamás lograría acostumbrarme a la deliciosa manera en que me estira. El aire se condensa de sus suspiros de alivio al sentir su polla completamente en mi interior.
Así, inmóvil entre mis piernas, logro sentir cada una de sus vena latiendo dentro mío, las crestas y surcos que lo componen.
“Hace conmigo lo que quieras, Kuku, pero por favor movete”- Demando sin aire, todavía pasmada por la intrusión.
Ni bien las palabras me abandonan, Esteban retira su falo casi por completo antes de embestirme ferozmente. Su boca yace abierta, su cara contorsionada por el deleite, sus cejas arrugadas entre sí… La vista más bella del mundo.
Noto que mis caderas intentan acompasarse a su compás, encontrándolo a medio camino. Un frenesí casi inhumano apoderándose de ambos, obligándonos a acelerar el ritmo para satisfacer aquel deseo tan primal.
Su palma izquierda apresando mis muñecas fuera de su camino, la derecha se posa en mi abultada panza, advirtiendo la protuberancia que su pene delinea en mi vientre bajo. Un gemido nace de mi garganta al notar lo que ocurre.
“Así de profundo te estoy cogiendo, nena”- Gruñe en mi oído, su mano aún en mi estómago, sus penetraciones cada vez más hondas.
“Ay, Esteban, estoy tan llena”- Plaño frente a su boca, robándole un chape al notarme increíblemente mojada ante la imagen.
Vuelven a apropincuarse las primeras olas de mi culminación quemándome por dentro, consiguiendo desesperarme por concluir. Sin siquiera notarlo, mi voz se fuerza por vociferar el regocijo que me inunda, aumentando su volumen a medida que mi clímax me alcanza.
“Dios, me voy a venir”- Advierto, enloquecida por las sensaciones apoderándose de mí. El mayor se apresura, complaciendo mi pedido tácito.
Su boca busca de nuevo la mía cuando mi coño pulsa delirantemente su entrepierna, buscando conducirlo hacia su propia liberación.
“¿Ah sí? ¿Me vas a empapar la chota, amor?”- Cuestiona, sabiendo cuanto me gusta que me hable así de sucio.
Su nombre huyendo de mis labios como mantras, mis uñas anclándose en su espalda, marcándolo como propio.
Me entrego al orgasmo que me engulle, mi cuerpo retorciéndose espasmódicamente bajo su imponente figura, mi centro manchándolo con mi corrida al contraerse.
En la brevedad, aúlla desaforado pues su masculinidad pulsa hasta derramarse dentro mío. Su semen pintando mis paredes internas, colmándome por completo.
Se retira de mis cavidades con lentitud luego de venirse, procurando que sus espermatozoides permanezcan en mi interior. Selecciona mi ropa interior de las desechas sabanas, calzándomelas como si nada.
“Así no se escapa nada”- Murmura, regalándome un pico. Me fascino ante la idea de mantener su eyaculación así de cerca de mí.
Lo arropo contra mí, exhausta y saciada, con la intención de quedarme atrapada en sus brazos por un rato más. Recíproca mi voluntad, reposando su cabeza entre mis pechos y acariciándome delicadamente.
“Te amo”- Digo luego de unos instantes, observándolo maravillada.
“Yo te amo más”- Responde, presionando nuestras bocas en un beso descuidado.
486 notes · View notes
voglatte · 3 months
Note
holaa, vi que tenés los pedidos abiertoos. podrías escribir algo sobre pipee? porfiiis 🥺
⊹ ┊DRUNK IN LOVE ꒱ .゚
Tumblr media
↷ ˊ- pairing: felipe otaño x f!reader.
warnings: NONE just fluff.
summary: felipe te confiesa que le gustas mientras está borracho.
• dani’s typing… ! idk pero pipe me da vibes de friends to lovers in my opinion (sorry, tengo algo con escribir confesiones).
Tumblr media
tu espalda estaba doliendo por el peso del chico que tenías encima mientras te balanceabas entre tus piernas para seguir de pie.
“dale pipe, ayúdame un poquito boludo” dijiste más bien en un gruñido y él solo murmuró incoherencias.
básicamente lo que había pasado es que habían salido a tomar unos tragos con algunos amigos y la mayoría se había pasado de copas, uno de ellos siendo felipe que ahora se encontraba bajo los efectos de alcohol.
“sos muy linda, además de que hueles muy bien” su cara se encontraba metida en tu cuello aún dejando todo su peso muerto en el tuyo. “¿sabés que me gustas mucho?” tratabas de no prestarle mucha atención a sus palabras.
sentiste algo caliente en tus mejillas y sabias que te habías sonrojado, las palabras que él decía tenían cierto peso para ti.
“dale boludo, necesitas descansar” aclaraste tu garganta que en un momento parecía ser el mismísimo desierto, tus plegarias se hicieron realidad al estar en la puerta de su habitación de hotel. “voy a buscar con tu permiso la tarjeta de la puerta” buscaste en los bolsillos de sus jeans la llave digital que abriría la puerta y la conseguiste con cierta felicidad.
no tenías ni idea de como sobreviviste a tanta cercanía con el castaño y sus comentarios sin sentido (según tu) sobre ti.
con un esfuerzo casi inhumano lograste acomodarlo en la cama que estaba un poco desordenada, mientras quitabas sus zapatos y tapabas su cuerpo con las sábanas rojas que la adornaban.
“quedate…” aún con sus ojos azules cerrados buscó tu mano y sentiste un chispazo que te hizo separarla al momento sin ser brusca. “no me dejes solo” sollozó, más bien haciendo un berrinche de borracho.
“no lo sé” le susurraste.
“anda, prometo no roncar” sonrío como un niño inocente y sus labios formaron un puchero que lo encontrabas sumamente dulce, sus ojos brillosos por el cansancio abiertos para ver fijamente los tuyos.
insistió un poco golpeando el lugar que estaba solo en la gran cama y bostezó cerrando sus ojos pero volviéndolos a abrir al instante esperando tu respuesta.
lo pensaste muy bien, tu cuerpo dolía de manera infernal por haber prácticamente cargado a felipe hasta su habitación, así que no lo tomaste como mala idea.
“va, pero dormite un rato” acariciaste sus mechones cafés y llegaste al otro extremo de la cama para quitar tus zapatillas dejándolas a un lado de la cama junto a toda la joyería que llevabas. tu mirada se dirigió a felipe el cual ahora dormía con una sonrisa plasmada en su cara.
no era un momento incómodo, estabas acostumbrada a dormir con él ya que eran bastante cercanos más que con los otros chicos que también los acompañaban en este viaje. no quisiste pensar mucho sobre los comentarios del ojos claros, cerrando tus ojos y dejándote caer en los brazos de morfeo junto a él.
no te diste cuenta cuando se había hecho de día y escuchaste una leve voz de fondo que te hicieron gemir exhausta, tus ojos aún cerrados por el dolor de cabeza que cargabas.
“dale, levantate que te vine a traer el desayuno flaca” era felipe que traía consigo una bandeja en manos que desprendía un olor exquisito y enseguida tu estómago gruñó.
te levántaste de a poco frotando tus ojos con el dorso de la mano mientras colocaba la bandeja en tus piernas y solo le diste un pequeño “gracias, pipe”.
comieron compartiendo de a ratos todo lo qué pasó ayer pero no querías que se enterara sobre las cosas que había dicho sobre ti así que lo ignoraste, igual no sentías que fuese algo importante.
dejaste la bandeja a un lado cuando terminaste de comer y de un trago bebiste el agua fresca que se encontraba en el vaso.
“sabés que no es mentira ¿no?” comentó de la nada.
“¿de que hablás? no te estoy entendiendo pipe” sus ojos miraban cualquier rincón de la habitación menos a ti, tu corazón se empezó acelerar en el tiempo que permaneció callado.
“todo lo que te dije ayer” susurró. “estaba borracho pero soy bueno recordando las cosas” sentiste como si te hubieses quedado muda totalmente, querías pero no podías sacar algo de tu garganta, ni siquiera algún monosílabo.
“quiero todo con vos desde que te vi” siguió. “éramos compañeros de trabajo y tomé la decisión de que no quería poner las cosas incómodas entre ambos, pero la realidad es que te adoro” su mano llegó a tocar tu mejilla con delicadeza, como si fueses de porcelana. “me gustaría tener algo con vos, no como amigos pero como pareja, dejame enseñarte todo lo que te mereces” estabas consiente de que tu también querías algo.
te inclinaste al cálido toque de felipe en tu mejilla y suspiraste.
“hm… lo tendría que pensar” sonreíste tanto que creías que no se te iba a quitar nunca pero ese era el efecto que él tenía en ti. su entrecejo se hizo más notable y con un rápido movimiento empezó hacerte cosquillas. “¡y-ya!” el paró al instante riendo. “me encantaría poder tener algo con vos” el tono de tu voz salió sincero.
“¿de verdad?” la suya sonó insegura, no lo podía creer.
asentiste y él solo se lanzó contra tu cuerpo sin dejar caer todo su peso mientras su boca entraba en contacto con la tuya, gimió al sentir tu lengua chocando la suya.
“sos de lo más linda, no lo puedo creer” se separó por un segundo pero volvió a tu boca, ahora estaba seguro que no se iba a querer separar de ella. “por cierto, gracias por cuidar de mi” ahora sentiste sus labios chocar con tu frente.
decidieron darse todo de baja, acostados en la cama, sintiendo la comodidad junto al otro y dejándose llevar por el momento, esperando los grandes planes que les preparaba el futuro para ambos.
——————————————————————————
by ﹫ VOGLATTE ╱ consiente de que es un fic relativamente corto (muy) pero muchas cosas están por venir pronto .ᐟ
460 notes · View notes
nnarellia · 3 months
Text
This is one of the most remus lupin photos I have ever seen in my life
Tumblr media
447 notes · View notes
daisyy345 · 3 months
Text
Tumblr media
remus john lupin but make it argentino
437 notes · View notes
80s-noelle · 2 months
Text
lsdln cast x porn visuals part 1 🍒
💌: hello!! you may have already seen this post but in portuguese, so i finally translated it because google/safari translators are completely shit, so i had to make a few changes ... ENJOY!
kisses, noelle 😽🫶
༶•┈┈୨♡୧┈┈•༶
fran romero
the idea of watching a movie with your boyfriend obviously went down the drain, having you on his lap while he plays and rubs your swollen clit, your hips making involuntary movements in search of pleasure and a curious hand playing with your hard nipples. gripping fran's shoulder tightly your pussy gets wetter and wetter, you feel his heavy breathing on your neck and the hardness of his cock on your back.
link ୨♡୧: https://x.com/daddyyrough/status/1755573141139595365?s=46
agustin pardella
oh, valentine's day! what a great day to spend it with your sweetheart, doing cute things that every couple does... eating strawberries with chocolate, watching a romcom cuddled up on the sofa and all the other couple stuff. what you didn't expect was for your sweet, romantic, soft agustin to just throw you on the bed and thrust hard into your pussy. suddenly the room that was filled with laughter, was replaced by moans and the wet sound of your cunt. at the end of it all, all you could hear was the sound of skin against skin.
link ୨♡୧: https://x.com/daddyyrough/status/1757720276844855738?s=46
enzo vogrincic
how did this happen? you really don't know, maybe it was the charm that every latina has... the same charm that captured enzo in the club you were dancing. sweaty bodies, hips swaying and the horny look on your face made you end up in the situation you're in now. on the floor of a motel, spread legs, the inside of your thighs soaked while enzo's thick fingers quickly fuck your pussy, making it so wet to the point where you can hear the wetness every time the palm of his hand meets your clit.
link ୨♡୧: https://x.com/daddyyrough/status/1760187551187362144?s=46
matias recalt
you and your boyfriend have a mutual agreement, to record him fucking you so that when he's travelling around filming his movies he won't miss your warm walls squeezing around his cock so much. putting the phone on the other side of the bed, you waste no time before jumping onto his lap, bouncing on his cock while matias' hips move up to meet your movements, hands squeezing your waist, he thrusts hard while biting your lip... he knew he had to enjoy it, who knows how long he'd be away without feeling the warmth of your cunt.
link ୨♡୧: https://x.com/daddyyrough/status/1759855449950523768?s=46
esteban kukuriczka
every time the two of you had sex, esteban had the "strange" habit of gently, with his fingers, opening the swollen lips of your pussy and watching its walls contract with pleasure as his cum leaked out, every time he sees the scene his cock twitches... the image of you all silly, full of his cum makes him hard and horny.
link ୨♡୧: https://x.com/daddyyrough/status/1760179918866919468?s=46
link 2 ୨♡୧: https://x.com/iucywl/status/1723013685075935730?s=46
alfonsina carrocio
you suddenly wake up with the little wet kisses that sina gives you on your neck, you knew exactly what your beloved was doing. with a sly little voice, sina lightly squeezes one of your breasts. trailing her fingers over your sensitive nipples, she moves on to your thin underwear that you were wearing as pyjamas. with a little whisper of appreciation, she feels the dampness of your pussy through it, lightly slipping her middle finger between the seam of your lips. you, already horny and breathing heavily, arch your back and throw your ass against sina, who just takes off her clothes while sucking your lips hungrily. getting on top of you, she starts rubbing her swollen little clit against your wet pussy. holding sina's waist tightly, you moan until the orgasm comes. opening your eyes, you see her satisfied and mischievous smile...
link ୨♡୧: https://x.com/iucywl/status/1745756142406381957?s=46
༶•┈┈୨♡୧┈┈•༶
omg i hate it, my english is terrible.. my apologies!!
there’s part 2, but don't worry, i'll translate it and post it here 🤭
272 notes · View notes
luceracastro · 2 months
Text
Pink<3
Enzo Vogrincic x reader
Tumblr media
Summary: Enzo loves when his girlfriend gets her nails done
Warnings: fluff
(small little writing blurb for baby<3)
Many other boyfriends or significant others didn’t like to pay for their girlfriends nails but Enzo wasn’t one of them, on the contrary he loved to give you money every two three weeks to get them redone
He loved the fun colors, designs, charms, stones, etc. the way you would come home all giddy and pampered with the biggest smile on your lips, how you showed him your nails explaining the reason you chose the color and design
In fact there were times where he would tag along sit beside you and watch intently how you would smile during the process of getting your nails done, he watched closely as the nail artist handled your nails one by one focused on every design, stone, and charm placed on your nails
He loved coming home after a long day or simply just walk over and lay down on your lap as your nails raked against his scalp, fingers running through his long hair as he relaxed even falling asleep during the process
He loved the feeling of your nails running along his arm, palm, or back especially when you rake your nails along his back while you both are in bed, and when you both are doing certain things in bed he enjoys the marks you leave on him the way it shows he belongs to someone just as much as it shows you belong to him.
those are the reasons he would spend millions on your nails, he knew you loved them and in all honesty he loved them as well.
(you know I had to tag my baby @madame-fear)
286 notes · View notes
madame-fear · 1 month
Text
𐙚 𝐓𝐖𝐎 𝐈𝐒 𝐁𝐄𝐓𝐓𝐄𝐑 𝐓𝐇𝐀𝐍 𝐎𝐍𝐄.
Tumblr media
ೀ amira speaks.ᐟ : father forgive me for I have sinned— but I regret nothing. first time writing a threesome so I hope I did it well !! 🤧 also,, rightful honourary tags will be all the way below the fic! 💕 ˗ˏˋ ꒰ summary : your boyfriend, Francisco, proposes to you to have a threesome with his friend & cast mate, Esteban. you might be reluctanct at first, but you’ll end up mentally thanking him for coming up with the idea. ˗ˏˋ ꒰ word count : 4.5k
˗ˏˋ ꒰ genre : smut, some fluff. ˗ˏˋ ꒰ pairing : Francisco Romero x (fem!)Reader x Esteban Kukuriczka
WARNING.ᐟ THIS FIC CONTAINS ; threesome, fingering, slight breast/nipple play, tiddy sucking, oral sex (m receiving)/facefucking, handjob, getting cummed in your mouth & having to swallow it, P in V, unprotected sex, creampie, profanity, some praising, them fighting a little bit for your attention (sorry I had to lmaoo).
Tumblr media
“Don’t you think it could be fun?”
And yet again, your boyfriend insisted on having a threesome. It seemed that the idea of sharing you somehow thrilled him.
Delicately, your fingers played with strands of his dark blonde hair as his head rested on your lap. Arching your eyebrows, you lowered your gaze — since you were supposed to calmly be watching TV together — to stare at him, only to find him attentively staring back at you with his pretty green eyes.
Several days had passed since Fran first proposed a threesome, but he had been particularly insisting on it since a few days ago. You felt shy at the thought of it, but not uncomfortable — you couldn’t deny, you felt quite intrigued and curious.
“Okay, fine. You might be right, and it could be fun.” you replied, continuing to play with his hair lovingly. “But with who are we going to have a threesome, anyways? I can’t really think of anyone to join us, if I wanted to.” some seconds of silence loomed between you two after your question, no one in particular really came to your mind to have such intimate experience. “Well... I might be able to think of someone,” his words trailed off, quietly.
You raised your eyebrow curiously, awaiting for him to continue. His gaze lingered elsewhere, thinking silently, before going back to stare at you with a meek grin. “Kuku told me many times before that he thought you were a very pretty girl, and that I was lucky to have you, so...” at his comment, you immediatly furrowed your eyebrows, feeling a heated fluster occupy your cheeks, understanding what he tried to imply. You felt reluctanct at the idea of asking Kuku such a thing, but at the same time... He was a good option.
Before you officially began dating Fran, while they were still filming La Sociedad de la Nieve, he had introduced you to his cast mates. All of them were incredibly sweet and fun to be around — but at that moment, you felt particularly attracted to one of them, and that was Esteban Kukuriczka. It was a crush that didn’t last long, as you began dating Fran a short while after crushing on Kuku, and of course, all the love and affection you had to offer, was devotedly given to your now boyfriend.
“Are you... Being for real?” you seemed baffled, dumbfounded. “What if he isn’t into that type of thing, and gets upset at us—” quickly before you could further continue with your objection, Fran shifted positions so instead of having his head resting on your lap, he was sitting next to you, with one of his arms wrapped around your body, pulling you closer to his own.
“I’m certain he won’t decline, trust me.” he continued, “Besides, I know you’d like him to join us. I remember being jealous when you had a crush on him, before we started dating... And now, I don’t mind sharing you with him.” you clicked your tongue at his teasing, failing to hide the growing blush in your cheeks. “And... I also know he’s certainly going to appreciate the fact that I’m willing to share you.” moving your gaze away to avoid his own strong staring, you considered what he had told you.
Both of them were extremely close while, and after filming the movie — Fran knew him much better than you did, and if he said Kuku would accept having joining you for a threesome, you wholeheartedly trusted him. After all, despite being hesitant, you were willing as well to try new experiences. And it was even better if there were two involved with you, rather than just one.
His hand gently moved up and down your arm, caressing it, as you thought quietly to yourself. And it didn’t take you long to consider it, as you turned around once again to stare at him, slightly grinning. The expression on his face resembled that of an eager puppy, knowing you’d most likely accept.
“You know what? Fine,” you began, “I’d very much like him to join us. You can ask him if he wants to.” and with your approval, a sigh of relief escaped from him. Your boyfriend had always been committed to pleasuring you in any possible way that there was, and he was insistent on trying new experience because, eventually, Fran knew you would like them.
“Gracias, mi amor.” cupping both your cheeks firmly, Fran pressed a loving smooch on your forehead, making you widely grin. All that there was left to do now, was send a message to his cast friend, and simply find a proper day where you would all be free.
“You won’t regret it, we will both make sure you are properly taken care of.”
Tumblr media
You knew your reluctance would eventually bend into acceptation of the idea of a threesome— and to further develop into genuinely fancying it.
The pounding of your heart increased rapidly, beating loudly against your chest; it made your entire body tremble slightly. As Fran had previously reassured you, Kukuriczka did accept the proposal of joining the two of you for a threesome — and currently, you found yourself in the bed you shared with Francisco... Being pampered in loving kisses and gentle touches by both him, and Kuku.
It felt strange, to have two men thrown entirely at you, showering you with a teasing affection; but you weren’t complaining at all. In fact, you could quite get used to the feeling with no problem at all, as you enjoyed receiving the attention from both of your favourite boys.
Soft groans spurred delicately from your lips. Your eyes were closed, tilting your head to a side as you sweetly, yet fervently kissed Fran; moaning quietly against his lips. His warm hand was under your shirt, possesively caressing one of your breasts, squeezing it and brushing his thumb across your hardened nipple; knowing it was an easy way to get you turned on.
It didn’t help either to feel the elder Argentine man’s thin lips pressing smooches all over the soft spots of your neck, occasionally on your shoulder, as his hand had sneaked inside your underwear, rubbing his fingers across the wet entrance of your pussy in a teasing manner. “Already eager to feel two cocks inside of you, hm?” he teased, feeling his hot breath against your sensitive skin, making you pull briefly from your boyfriend’s lips. “And to think you were making such a fuss of it yesterday, not wanting to get him upset at us— Now, you’re all wet for us.” your boyfriend remarked, smiling proudly, squeezing your breast possesively.
“Shut up.” you muttered in between soft pants, trying to dismiss both as you were being stimulated by them. It seemed as if they enjoyed taking their time with you and playing around, appreciating every single reaction of yours. A crimson tint notoriously occupied your cheeks, spreading across your face at the teasing actions of both men.
Before you, or any of the boys, could say anything else, you felt two fingers abruptly entering deeply into your moist cunt, thrusting gently. “Fuck,” you gasped, spreading your legs wider unconsciously— leaving both men satisfied with your response. For your aching hole, being filled with Kuku’s fingers was a relief.
Initially, his movements inside of you with his digits were careful, appreciating every inch of your inner walls — and it didn’t take too long until both fingers were coated with your slick, working as a lubricant to slide inside of you more easily. Aching for more, you began moving your hips against his fingers, helping him to satisfy you.
“Your boyfriend’s right, you do look so pretty when you’re wet.” a grunt spurred from your lips, trying to think of something coherent to reply, but you felt too fogged by the pleasure you received. You squirmed even more when his lips were pressed against the corner of your lips for a brief moment. “He’ll need to share you with me more often.” something that was both adorable and fun to notice, was just how flustered — and incredibly wetter — you got at the mention of both men talking about you in a sexual manner, being taken care of by both of them.
On the other hand, Fran shamelessly lifted your shirt, leaving both your tits exposed. If there was a part of your body that never failed to fervidly turned him on, those were your breasts — and he adored getting his hands and mouth on them. Faint grunts kept escaping from you as the pace of the fingerfucking increased, and the dark blonde haired Argentine’s mouth took your breast that he had been previously squeezing, moving his hand to your other tit, trying to give as much equal attention to them as possible.
Wet kisses were placed across your aureola, only to then teasingly, leisurely pass his tongue over your stimulated nipple, and he occasionally nibbled on the sensitive skin of your breast. At the feeling, you moved your chest forward, giving him more access to use his mouth. Your hand went to the back of Fran’s head, interwining messily your fingers in between his blonde curls, burying his head on your chest to encourage him further to keep going.
The other man’s fingers began thrusting harder, and faster in and out of you. Your head was slightly thrown back; the sound of your timid moans and the fleshy sound of your pussy being continously stimulated were the only things heard in the room.
“It seems that your boyfriend treats you quite well, doesn’t he?” with his free hand, Kukuriczka delicately took hold of your chin, forcing you to stare into his beautiful brown eyes. Your own wetness oozed out of you, staining your inner thighs — and having Fran’s mouth ravenously taking your breast and kneading the other wasn’t helping at all. You bit your lower lip as you stared at the older man, feeling another one of his fingers slip inside of you. “He’s stretched you so well, that I can fit three fingers inside of you.”
He had been previously given permission to kiss you if the opportunity was presented, and so, he did. Tilting his head softly, Kuku leaned closer to your face, pressing his lips against your own in a delicste manner while his three fingers intensely thrusted inside of you, beginning to hit that sweet spot of yours.
It didn’t take him too long to figure out which spot of your insides was the most vulnerable, as his fingers got further coated with your dripping slick, you arched your back and your moans became loud whimpers — Esteban was going to abuse that one spot as much as he could.
Moaning against his lips as your hips rolled against his fingers, you felt a knot beginning to faintly form on your stomach. “Such a sweet, good girl you are. You must be enjoying all the pampering we are giving you, aren’t you?” he whispered quietly, pulling away from a moment before going back to endearingly kiss you, and all you could do in response, is deeply hum dumbfounded. By the feeling of your inner walls tightening around his digits, it was obvious you would be about to cum.
The hand resting on the back of Fran’s hair tightened it’s grip on his blonde curls, appreciating the blatant feeling of devotion for your tits; having him filling them with kisses, licking, squeezing them, and even some bruising would appear on your skin from all his nibbling and lovebiting.
The gentle kiss you had been giving to your boyfriend’s cast mate was interrupted as you suddenly broke it away, softly gasping. Fran had abruptly stopped from giving any more attention to your breast with his mouth, pulling apart as his green eyes darted towards the other man, and the hand that was pampering your other breast was playfully — and a bit jealously — placed on Kuku’s face to push him away from you.
“That’s my girlfriend, not yours. Don’t get too confident with her.” immediatly with a scoff, Esteban removed Fran’s hand from his face. The younger Argentine possesively wrapped an arm around you, placing his cheek against your own flustered one. “Too bad you agreed to share her with me, and she seems to be quite enjoying all the attention.” you huffed in annoyance at their little childish fight for you, frustrated at how the fingers inside of you stopped thrusting intensely, just when you felt like cumming.
“Just look at how I ruined your girlfriend.” with a soft whimper, the three fingers inside of you were pulled out from your abused cunt only to leave an empty aching space in you— but he proudly showed his fingers entirely coated in your dripping wetness to your boyfriend, and not only that, but as well as the sight of your visibly trembling legs already said enough. It was true you felt ruined by such stimulation, but they both deserved their rightful credits.
The blonde haired Argentine scoffed at the sight, feeling slight jealousy— but it was cute to see him like that, when he was the one to propose a threesome, and now he felt possesive over you. “It’s not like I haven’t left her like that before, and I’ve done a much better job than you!” he retorted, looking at you lovingly with his green eyes, searching for approval. “Haven’t I, cariño?”
Both men fixed their stare on you, making you simply groan out of frustration. You couldn’t care less about their possesiveness over you and their fighting about which one made you wetter— you needed them inside of you, at the same time. They already managed to make you wet enough equally. “I don’t really care, my love.” you replied frankly, with an increasing desperation to feel both of them. “I would appreciate it if you both shut up, and just fuck me for once.”
Either way, they both felt satisfied to hear your answer. They exchanged knowing looks for a brief moment, making your boyfriend grow a wide grin on his lips. In the atmosphere, it still lingered the possesiveness they both felt foe your attention— but they knew just how to take care of the situation. With the brief stare that they exchanged, it was as if they had told each other ‘we’ll see who makes her moan the most’; and it would be like an unspoken, fun little game between them.
“Don’t get too desperate, my love.” Fran, still grinning to himself at your response, nuzzled the tip of his nose against your cheek before placing a tender smooch against it. “We’re getting to that part now.” his gaze lowered to the shorts you wore, moving his hand to slip it under them slightly, teasingly. “Suck him off, now, and I’ll take care of you from behind, in the meantime.”
You quietly whimpered at the feeling of his hot breath against your skin, having his lips continuing to place gentle pecks. All you could do is hum and nod in agreement— you could feel your own underwear getting stickier with your own slick at the thought of being filled with their cocks. The sight of you being so ruined and sensitive at the slightest stimulation they provided to you was such a delight.
“On your knees, then.” the younger Argentine commanded, placing a last kiss on your shoulder before moving away slightly, giving you enough space to shift positions. An overwhelming feeling of shyness took over you, but you felt too fogged by horniness to even focus on the growing timid feeling.
Kukuriczka fixed his own position, softly leaning against the pillows in the bed, spreading his legs wide enough for you to have space to get in between them, as Fran allowed you to settle. Shyly, you crawled closer to the older man, nibbling on your lower lip delicately. Your hands trembled with anticipation, moving them to his pants to remove them.
“I-Is it okay if I take this off?” you meekly asked, looking up at him with puppy eyes. The nervousness you felt was notorious, and beautifully adorable for them. “Why are you even asking, love?” his hand moved to gently stroke your cheek with the back of his index finger, giving his approval for you to continue. A sheepish grin appeared on your lip, feeling your face grow flustered.
With your hands, you leisurely lowered down both his pants, and his underwear. It’s not like you hadn’t sucked off your boyfriend before— you did, many times; but this was another man, and it was another man you had crushed on before. As soon as you managed to remove his lower clothing, your eyes couldn’t help but stare at his hard cock timidly, and dumbfoundedly.
“Like what you see?” as it was obviously expected, he noticed you staring at his thick manhood, and his hand went to stroke your hair affectionately. You nodded vehemently, trying not to stutter. “Y-Yes, I do.” you replied, smiling stupidly to yourself at the way Kuku gently, yet teasingly treated you.
“But it’s not any better than mine, of course.” your boyfriend scoffed from behind of you, making the other man roll his eyes. “We’ll see that.” Kukuriczka answered back, helplessly making you grin at the little fights they had, to either get more of your attention, or praising.
Fran placed himself delicately on top of you, using his lips to place small, tender kisses on your shoulder as one of his hands played with your shorts, and the waistband of your underwear. In the meantime, you slowly wrapped your hand around Kukuriczka’s cock. From it’s tip oozed pre-cum, and your lips placed a small wet kiss on it, staining your lips faintly with the fluids. With your lips, you kept placing small kisses all over the tip, occasionally moving down a bit to spread the kisses further.
Teasingly, at one moment, you slowly passed your tongue through his tip, savouring all the dripping pre-cum. With pride, you smiled to yourself slightly at the feeling of his cock twitching for you, already— along with his soft grunts, and the way he moved his hips forwards needily, eager to have you suck him off.
Tenderly, your hand began moving up and down on his manhood, stroking him. Leaning closer and partly opening your lips, you took him into your mouth. You moved softly down onto his shaft as deep as you could, trying not to choke yourself as your tongue caressed his size, taking him entirely into your mouth. As his hand had been stroking your hair gently, his hand helplessly formed into a grip on your hair, helping you move your head.
“Fuck,” he grunted quietly, throwing his head back. Despite wanting to be as gentle as possible with you, Kukuriczka couldn’t help it— his hand buried you deeper into his cock as his hips moved forwards to make you take him further, while your hand increased the pace in which it stroked his shaft. Gods, you were atrociously good at it; Esteban never doubted it when he thought — and said — Fran was lucky to be your boyfriend.
On the other hand, Fran had already managed to lower down both your shorts, and underwear at the same time. He couldn’t help but notice the way you were dripping wet for both of them. “She’s so good at it, isn’t she?” Fran chirped playfully, noticing how Kuku seemed to enjoy the attention you were currently giving him— and saying he enjoyed it was an understatement.
“And she’s so beautifully dripping wet for our cocks.” those last words, had been whispered against your ear. All you could do in response was needily grunt, as your mouth was filled with the other man’s hardened shaft. A bit desperately, having noticed just how wet you were, he lowered down his own underwear in a swift motion. Just like Kuku, his own cock was erected as well— needy to feel your inner walls milking him ravenously. It didn’t take him long to place it’s tip on your entrance, and delicately slip his shaft inside of you.
The slipping-in of his cock inside of you had been quite easy and smooth, as your slick worked as a lubricant. You were no stranger to the feeling of your boyfriend’s cock, but you couldn’t help but feel pleasantly overwhelmed at the sensation of two cocks filling your holes. In response to his penetration, you grunted against the other dark haired Argentine’s cock, almost choking on it.
“Your girlfriend is such a good girl. Look at how well she can take two cocks at once,” a rosy haze overtook your cheeks as you heard the two men praising you, hearing their ragged breathing in between each words. You briefly pulled apart from Kuku’s cock, leaving a thin trail of saliva as you tried to catch some air, and a whimpered moan spurred from you. You didn’t know whose name to moan first.
Grunts continued to escape from your lips as Fran continously slipped deeper inside of you, and then out. His movements were initially gentle as always, only to become faster & rougher with the passing of the time. Your inner walls so deliciously tightened around the familiar feeling of his cock, making him proudly smile. Barely being able to think, you kept using your hand to masturbate Esteban, feeling fogged at the pleasure being received.
“Your boyfriend is fucking you so well, that you’re forgetting to use that pretty little mouth of yours— aren’t you?” Kukuriczka teased, as his hand moved towards your chin, using his thumb to brush it across your lips. “Keep going, bonita.” he encouraged, his thumb forcing it’s way into your mouth so you would open it, and his cock entered your mouth once again. There was no complaint from your part, as you needily began tasting his shaft again.
Your tongue swirled across his size, releasing some muffled groans as his hips moved in a way that they almost reached your throat, and Fran took a firm hold of your hips, fucking your overstimulated cunt a bit harder. His cock was entirely coated in your cum, causing a faint fleshy sound to echo across the room, along with the moaning and panting of both men, and your own grunts.
A tear threatened to escape from the corner of your eye, doing your best to focus on both giving, and receiving. Kuku moved his hand on the back of your head, interwining his fingers between strands of your hair, burying his cock deeper into your mouth— and you tried to keep up with the motion, trying not to choke as you were burdened with pleasure, your hand as well masturbating him faster. Their moaning became slightly louder, both occasionally muttering your name so beautifully in between pants.
Both their cocks inside of you pulsated heavily, indicating that they were about to cum— and they were going to cum inside you. “F-Fuck, you’re so tight. I-I’m going to cum,” your boyfriend grunted against your ear, feeling how your walls tightened even more firmly around his shaft, placing sloppy kisses all across your neck with his hot breath hitting against your skin. A knot formed inside your own stomach, aching for release, as well as a tighteing fiery feeling in your chest.
Some seconds had passed, with the increasing sound of the moans, praises, and the intensity in which they fucked your mouth and pussy, having you nearly melting between them. And as expected, it didn’t take long until all of you simultaneously came. Your boyfriend firmly pushed himself against you, burying his cock as deep as possible, releasing his own hot seed into your moist inner walls.
The other older Argentine kept your had as still as possible with his hand holding the back of your head, groaning loudly as you felt the warmth of his cum filling your mouth. In the heat of the moment, you didn’t doubt in proudly swallowing all the hot, salty seed— even having slightly pulled apart briefly after he came, with some drops of his cum staining your lips, and chin. You released a muffled groan, feeling their cum filling both your holes, and your own cum being pleasantly released; dripping through your inner thighs, and leaving Fran’s shaft all stained with your slick.
For some seconds after all of you released at the same time, you stood still. Leaving another trail of saliva behind, you pulled apart from Kuku’s cock, catching some air to breathe; panting heavily as your entire body shook with the pleasure that washed over you. While your hand let go of his shaft, with a wet pop, Fran slipped outside of you. It made your insides feel empty, and cold— yet, the feeling of his cum and your own oozing out of your pussy felt satisfying; and it was a sight he always admired for a few seconds with pride.
Weakly, you crawled towards Kuku, whose chest rose and fell continously as he panted, and fell on top of him. Fran did the same as you did, but instead, he gently laid on top of you. His arms were possesively wrapped around your body, placing some loving little kisses all over your shoulder blade, as Esteban placed one of his hands on your arm, and the other one sweetly stroked your hair. You were such a loving, beautiful girl— it made him feel good to know, he could share you with Fran.
Kukuriczka kissed the top of your head as you panted as well, meekly smiling and blushing to yourself while both men filled you with pampering little kisses. “T-This was rather fun, I liked it.” you muttered, as you could feel Fran smiling at your remark while he kept kissing your shoulders, and Kukuriczka grinned as well. “We should do this more often, all of us together.” you continued.
“We should, and we will.” Fran retorted, tracing a mindless shape on your arm with the tip of his finger. “Unless... You are both up for a second round, instead of waiting until next time?”
Tumblr media
◞ ꙳ ๋࣭ ⭑ ` honourary tags to my darling beloveds.ᐟ
To my sweet love @lady-ashfade, for having accepted to be my beta reader despite not crushing on the actors, nor being part of the fandom. For your constant sweetness, tenderness, how you fangirl along me about my favourite boys (and I with yours!), and for your words of encouragement too. I love you so much, baby!! Thank you for everything we allow to share with each other! 🥺💗
And as well, to my most beloved sweet girls, @luceracastro + @castawaycherry!! You both also encouraged me to write this fic, and always support me on each work I do, and each idea I have for our boys— and also, you girls are both the loveliest, most positive people ever. Me siento tan afortunada de haberlas conocido, gracias por todo el cariño que me dan, y espero devolverles todo ese amor 1000 veces más!! 🥰❤
213 notes · View notes
idollete · 15 days
Text
– 𝐨𝐥𝐝𝐞𝐫.   ⋆ ˚。 𖹭
Tumblr media
𝑤arnings: conteúdo exclusivo para +18.
ೀ ׅ ۫ . ㅇ atendendo a esse pedido; esteban!dilf e funcionário do pai da leitora; inspirada na música ‘older’ da isabel larosa; perda de virgindade; leitora meio femcel (lê-se completamente biruta das ideias), riquinha e mimada; manipulação (de ambas as partes); o esteban é meio escroto e a leitora também (aqui é cobra engolindo cobra); age gap; penetração vag.; sexo desprotegido (e nem pensem em fazer isso); daddy kink; corruption kink; size kink; uso de apelidinhos (‘boneca’, ‘bonequinha’, ‘chiquita’, 'princesa'); degradação (uso de ‘vadiazinha’); menção a chocking, praise kink (?); oral (masc.) e creampie; oral (fem.); fingering; dirty talk.
idollete’s typing… ୭ ˚. ᵎᵎ. rsrsrsrsrsrs fui completamente influenciada pela diva @creads e me rendi ao kuku dilf também. also, essa história é o exemplo de um relacionamento nada saudável e que não deve ser seguido. só é permitido fanficar, tá bom, chicas?! also², eu me inspirei não só na música da isabel, mas no videoclipe, que também não deve ser romantizado. tudo que tem aqui é para propósito bucetisticos visse. also³, mesmo sendo primeira vez e tudo mais, isso aqui tá 0 romantismo (mim desculpem tô no cio quer dizer período fértil).
Tumblr media
Quando você o viu pela primeira vez, você sabia que ele seria seu. 
Conheceu Esteban em sua festa de 18 anos. É claro que justamente no seu aniversário o seu pai convidaria parceiros de negócios, homens que você nunca havia visto ou conversado, mas que lhe cumprimentavam como se fossem familiares distantes se reencontrando. Ele não. Indiferente, o homem nem sequer olhou na sua cara durante mais da metade da noite. E é claro que isso te enfureceu, quem ele pensa que é, vindo até a minha casa, a minha festa, e não falando comigo? 
De longe, era possível perceber a postura desinteressada dele diante dos homens com quase o dobro da sua idade, que se gabavam por suas riquezas e posses. Esteban não poderia dar a mínima. Nascido em berço de ouro, nada daquilo o surpreendia. O que quer que eles houvessem conquistado durante a vida, Esteban já havia nascido possuindo. Por isso, não demonstrou um pingo de interesse, ou comoção, pela garota que o encarava a cada instante. Sentia o olhar queimar a nuca, mas ele era um homem ocupado demais e a sua atenção deveria ser merecida, não dada a qualquer um. Especialmente para mimadas como você. 
No entanto, para a ruína de Esteban, era impossível não ser magnetizado pela sua presença. Você chamava atenção por natureza, não precisava se esforçar para receber sorrisos e cantadas por onde passava. Como uma bonequinha, vestia-se com roupas delicadas, sempre com uma sainha, a clássica double flap rosinha claro e os lábios brilhando com gloss. Você era uma vista para os olhos e isso enfurecia o argentino, que te ignorava de propósito. Mas você estava disposta a tê-lo. E você sempre conseguia o que queria.
Foi preciso mudar de tática. Percebeu que Esteban não se curvaria às suas vontades como os outros garotos faziam. Não, Esteban era um homem e, para tanto, você precisaria de mais que uma atitude esnobe e alguns amassos no fundo de limousines. Você bancaria a boa garota até que ele cedesse. Visitava o escritório com a desculpa de que queria saber mais sobre os negócios da família, enganava a todos com a falsa postura atenta, disposta a ajudar qualquer um e até mesmo fazer o trabalho pesado – que você sempre pagava algum estagiário para realizar no seu lugar – para a surpresa de toda a sua família.
Por ser o braço direito do seu pai, Esteban passou a fazer parte do seu convívio. Ou melhor, você se inseriu na rotina dele. Quando estava ocupado demais para lhe ajudar, tudo que o seu progenitor dizia era “pergunta ao Esteban” e te mandava ir embora. Foi assim que você se viu fazendo visitas diárias à sala do Sr. Kukuriczka, como letreiro na porta indicava. A princípio, ele desconfiou da abrupta mudança no seu comportamento, esperto demais para cair no seu papinho. Sempre inexpressivo e soando entediado, ele te ordenava o que fazer. Nunca ajudava, ele mandava. E quando você errava – propositalmente em todas as ocasiões – ele te repreendia, bruto. “Eres una estúpida. Muévete, déjame hacerlo”.
Com o passar do tempo, ele parecia ceder, no entanto. Mais amigável a cada dia, até te elogia quando você resolve um problema – supostamente – por conta própria. Você o flagra sorrindo na sua direção, mínimo, mas estava lá. Te permitiu descobrir mais sobre ele; 31 anos, divorciado e pai de uma pequena de 4 anos. Dócil, Esteban se tornou um amigo. Ou era isso que ele queria que você pensasse. Enquanto te consolava, te envolvendo em um abraço e enxugando as suas lágrimas após mais uma briga com o seu pai, o argentino fingia interesse nos seus problemas, garantia que compreendia perfeitamente a sua raiva por não ter sido permitida a ir para Aspen no meio do semestre letivo, te acalentava, “pode chorar, chiquita, eu estou aqui”, mas te amaldiçoava por sujar o terno caro dele com toda aquela choradeira idiota. 
É justamente um desses momentos que dá início ao grand finale do seu plano. Estavam juntos na sala dele, você deitada na otomana de couro, encarando o teto ao passo que resmungava sobre mais um casinho fracassado da faculdade, ele te observava com o mesmo semblante neutro de sempre, meneando a cabeça vez ou outra, só ouvia o seu falatório interminável.
– Sabe, Kuku… – Você começou, se virando de bruços no pequeno sofá, balançando os pézinhos no ar. Parecia angelical, só parecia. – Acho que preciso mudar o meu foco. Mudar o ambiente, procurar alguém fora da faculdade e do clube de golfe. Acho que preciso de alguém mais velho.
Esteban sabia exatamente onde aquela conversa iria chegar e ele te permitiu continuar. Arqueou uma das sobrancelhas, como quem te pede para prosseguir. Te ouve, então, reclamar sobre como garotos da sua idade não sabem de nada, são imaturos e nunca atendiam às suas expectativas. Sobre como sempre quis um homem de verdade. O último comentário arranca um riso nasalado do argentino, incrédulo com o quão sonsa você consegue ser. 
– Isso é porque eles são apenas garotos. É o que eles fazem. – A resposta parecia resignada, quase te fez desistir da ideia, mas Esteban continuou. – Além do mais, garotas como você sempre dizem que querem um homem, embora nunca aguentem o que um homem de verdade faz. – Era completamente sugestivo e ele sabia. Tinha total consciência das implicações quando deixou a poltrona e caminhou até você, pairando sobre ti, imponente, com as mãos no bolso da calça social. – Então, o meu conselho para você, chiquita, é que continue com os mesmos playboyzinhos de sempre.
– Mas eles são tão chatos! – Birrenta, você argumentou. – Com todo aquele grude e melosidade, me chamando de vida logo depois do primeiro encontro. – Enrolando uma mecha de cabelo, fez uma pausa, fingindo ponderar algo, quando, na verdade, tinha todo aquele diálogo na ponta da língua. – Acho que preciso de alguém só um pouquinho mais frio. – Novamente, uma pausa, dessa vez para ensaiar uma timidez que nunca existiu em ti. – Tipo…Você. 
Com a cabeça levemente tombada para o lado, Esteban só pôde rir do teu teatrinho. Te mediu de ponta a ponta do corpo, tão pequena em comparação ao porte dele, a saia revelando um pouco mais das coxas diante da posição, os lábios rosados que faziam o pau dele pulsar por dentro da cueca. A destra te tocou o os fios, alisando-os, te fazendo ronronar baixinho, carente pelo toque dele, desceu até o queixo, segurando o seu rostinho, como quem está prestes a ensinar algo e precisa de bastante atenção.
– Não peça por algo que você não pode aguentar, boneca. – Soou como um alerta, quase uma ameaça tendo em vista o olhar sombrio que ele te lançava. – Além do mais, eu não curto pirralhas metidas. – Aqui estava o velho Esteban, sempre com uma forma de te degradar, a diferença é que dessa vez ele fazia com um sorriso no rosto. 
– Tenho idade o suficiente. – Dando de ombros, você se desvencilhou do toque dele, embora o seu interior desejasse por mais. – Eu nunca deixo eles me tocarem, sabia? – Felina, se ajeitava, colocando-se de joelhos sobre o estofado, ainda mais sugestiva na nova posição. – Não sinto vontade…
– Uma bonequinha intocável. – O olhar dele acompanhou o teu, que encarava o volume discreto paralelo ao seu rostinho. – E acha que eu sou o que precisa, hm? Para, o que?! Te deflorar? É essa a sua fantasia suja? Dar para um cara mais velho logo na sua primeira vez? Porque os moleques riquinhos que você anda não saberiam te tratar feito a vadiazinha que você é? – Estoico, Esteban permanecia te encarando de cima, nunca saindo daquela postura de superioridade, queria você se sentindo menor que ele, submissa.
Franziu o cenho e uniu os lábios em um biquinho manhoso diante da aspereza das palavras dele, chegando até mesmo a deixar um chorinho escapar, exibindo o melhor semblante magoado, como se a calcinha não estivesse ensopada só de ouvi-lo se referindo a ti dessa maneira. “Assim não”, foi o que você murmurou, piscando os olhos, dócil. Esteban imitou a tua expressão, cínico. 
– Qué? Quer que eu te diga que você é uma boa garota enquanto te faço carinho no cabelo, é isso? – A voz exibia um sarcasmo explícito, não disfarçava o tanto que gostava de estar naquela posição. – Quer que eu te elogie, que diga que você é a coisinha mais bonita que eu já coloquei os olhos? – Com a destra, pegou um punhado dos seus fios, sem puxá-lo, apenas pressionando, domando. – Ou prefere que eu te recompense por ser uma bonequinha tão boa quando conseguir levar o meu pau por inteiro? 
A verdade era que Esteban queria ser egoísta, queria te colocar de joelhos no chão frio e encher a sua boca dele, foder até te deixar com a garganta magoadinha, sem voz, assim ele não ficaria um bom tempo sem te ouvir sendo irritante. Fantasiava com o barulho dos teus engasgos, em como se curvaria sobre ti, prendendo o seu rostinho bonito contra o caralho teso, o nariz encostado na virilha. Pensa em como poderia gozar só com o brilho desesperado dos seus olhos, sem ar, rendida às vontades dele, arruinada para qualquer outra pessoa que não fosse ele. Mas ele não te daria esse gostinho, não seria mais um dos seus segredinhos para ficar na sua estante.
Não. Esteban queria te foder, tomar algo de ti que seria só dele. Que ficaria na estante dele. E não te dar nada em troca. 
O que ele não sabia é que estaria ainda mais arruinado uma vez que provasse de ti.
– Eu… – Com a voz quebrada, você tentou se aproximar dele, sendo impedida pelo aperto paralisante. – Eu…Quero você.
– E o que você quer que eu faça? Dímelo. 
– Quero…Que você me toque… – Em um falso acanhamento, suas mãos percorrem o próprio tronco, espremendo os seios por cima da blusa. – Aqui. – Mais atrevida, desceu até a barra da saia, apontando para as coxas. – Aqui. – Suspendendo o tecido, revelou a calcinha rendada delicada. – E aqui.
Esteban te queria e você sabia disso. Criou uma persona e se moldou em uma garota agradável para se aproximar, até que o tivesse na palma da sua mão, disposto a arriscar a carreira e todo o resto pelo gosto de ser aquele que te corromperia para sempre. Por isso, foi preciso muito esforço para esconder o sorriso viperino quando ele, de modo abrupto, te mandou levantar e se sentar na mesa dele. Queria vê-lo perdendo o controle. Faminto por algo que só você poderia dá-lo. 
Obediente, você se posicionou exatamente como ele mandou. “Tira tudo”, ele disse, “e senta com as pernas abertas”. E foi usando um terno impecável e certamente superfaturado, que Esteban se ajoelhou diante de ti no meio do escritório dele. O mesmo homem que te desprezou, havia caído perfeitamente no seu joguinho. 
Ali, exposta, sentiu seu ventre contrair em excitação e ansiedade pelo primeiro toque. Estremeceu sob as mãos dele quando as coxas foram agarradas e separadas ainda mais, para o agrado do argentino. Os lábios macios te beijavam a pele desde o ventre até a parte interna da virilha, os dentes arranhavam contra a derme sensível, marcando com a língua e saliva, deixando um rasto que você não esqueceria jamais.
Seu interior pulsava em necessidade, fazia o melzinho escorrer e molhar todos os papéis importantes deixados na superfície de vidro. A língua contornou o sexo encharcado, lento e suave, te provando e provocando, deslizou desde o clitóris até a entradinha virgem, arrancando gemidos dengosos de ti. As palmas enormes se fecharam ao redor das suas coxas, te mantinham paradinha enquanto a boca te devorava. 
Não havia nada de casto no jeito com que Esteban te chupava. Não, ele fazia uma bagunçava, esfregava a ponta do nariz contra o pontinho sensível, babava toda a barba com o teu líquido e te lambia com gosto. Sabia exatamente o que fazer e como fazer para te ter derretida, rebolando contra o rosto masculino em busca de mais contato, de, enfim, ser saciada. 
Observou quando Esteban se afastou apenas para que pudesse envolver um dos próprios dígitos com a saliva, levando-o até o buraquinho que piscava para ele, pensou em como o seu gosto ficava ótimo na ponta da língua dele, mas essas eram palavras que você jamais ouviria. Rodeando o canal estreito, o argentino te encarava intensamente, assistindo todas as suas reações para os estímulos, sem desviar nem mesmo quando o dedo passou a deslizar por entre as paredes, sentindo o pau pulsar ao te ver tão tontinha daquele jeito.
Um filete de saliva escapava do cantinho dos lábios, as bochechas estavam coradas e o peito subia e descia, ofegante. Ouviu quando ele rosnou, ainda que baixo, ao sentir o quão apertada você era, imaginando como seria a sensação quando ele te enchesse. Embora os dedos fossem largos, não se comparavam ao estrago que o pau dele faria. Então, Esteban te preparava, mamava o clitóris inchadinho enquanto o dedo ia e vinha na buceta ensopada. 
– Tão bom… – O chiado escapou dos seus lábios sem que você sequer percebesse. – Esteban… – O chamado saiu quando um outro dedo deslizou pelo seu interior, te fazendo contrair violentamente. – Você…
– Tsc. Será que você tem uma bucetinha tão carente assim que só um pouco de atenção é o suficiente para te deixar com essa cabecinha vazia? 
Um polegar agora fazia movimentos circulares contra a região sensível, fazendo você se molhar ainda mais para o homem, sendo alargada agora por três dígitos. Os movimentos te entorpeciam, faziam os dedinhos do pé contorcerem e os quadris perderem o controle, empurrando-se contra o punho alheio. 
– Você está se fodendo na minha mão, boneca. – Não era uma pergunta. Esteban estava constatando em voz alta somente para te humilhar mais um tanto. – Mas acho que eu deveria esperar isso vindo de uma virgenzinha feito você… – Ele queria te chamar atenção, perguntar onde estava aquela atitude boçal de sempre, mas o jeitinho patético que você ficava desesperada por pica o distraía completamente dos seus objetivos.
A formigação no seu ventre indicava que um orgasmo estava próximo, te arrancando suspiros em deleite, sem se importar com o barulho que fazia ao chamar o nome do argentino como em uma prece devotada. Com os lábios entreabertos e o cenho franzido, você gozou no que parecia ser o momento de maior euforia da sua vida, sentindo todo o corpo arrepiar e estremecer. Se sentia tão leve quanto uma pena, poderia se considerar vitoriosa naquele momento, havia conseguido o que queria de Esteban e agora poderia seguir em frente para a sua nova obsessão do momento.
No entanto, pareceu congelar no lugar ao abrir os olhos e vê-lo envolvendo o caralho duro com uma das mãos, enquanto a outra desfazia o nó da gravata, deixando-a de qualquer jeito no tronco. Seu olhar queimava na extensão, a pontinha rosada estava coberta em pré-gozo, que Esteban espalhava até a base, o interior pulsou novamente, se sentindo abandonado de repente. Você queria mais. Queria sentir tudo aquilo te enchendo, te tomando.
O argentino se aproximava lentamente, se colocou entre as suas pernas, envolvendo-as ao redor do próprio corpo, te fazendo sentir a dureza contra o pontinho sensibilizado. Por impulso, você avançou nos lábios dele, mas Esteban não permitiu que o beijo acontecesse, exibiu um sorriso perverso diante da sua fraqueza e acenou em negação. 
– Sem beijos, princesa. – Ele claramente se divertia com aquela situação. – Garotinhas mimadas feito você não merecem beijo. – Mas ele te provocava, falava rente aos seus lábios, permitindo que eles quase se encostassem. – Precisam aprender a ouvir não, você precisa de alguém que te coloque no seu lugar.
Os sexos, por sua vez, estavam em seu contato mais íntimo, pele com pele. Você sentia as veias contra os lábios separadinhos com a fricção, observou quando Esteban cuspiu na própria mão, envolvendo o caralho com a saliva, deixando mais fácil, molhado, sujo, “Mas não se preocupa, não, tá? Eu vou te foder até você aprender direitinho”, ele pontuou quando esfregou a cabecinha na sua entrada, “Relaja…”, te acalmou, se mantendo naquela provocação, “Vai ser boazinha e levar tudo que o papai tem pra te dar, né?”. O apelido fez os seus olhinhos brilharem, o que não passou despercebido por Esteban, notando a sua cabeça acenar freneticamente, necessitada dele como nunca antes.
– Você é tão suja… – Ele te distraía com beijos e mordidas no pescoço. – Ficou animadinha assim porque gostou do que eu disse, foi? Quer me chamar assim, eh?
Retraída, você concordou. As bochechas esquentavam e ganharam um tom ainda mais corado, perdida no próprio prazer, sentiu quando a pontinha foi pressionada no seu interior, soltando um murmúrio doído quando foi, pouco a pouco, preenchida pelo homem. A lentidão era tortuosa, cada centímetro era sentido, de modo que um chiado cheio de manha escapou, tentando se acostumar com a invasão. 
Esteban te acariciava os seios, envolvia os mamilos com a língua, te dando mais estímulos para suportar a ardência. Estava molinha nos braços dele, entregue, os sentidos à flor da pele passeando entre os limites da dor e do prazer. O argentino sussurrava no pé do teu ouvido o quanto você era apertada, mas que era tão boa em recebê-lo, que ele poderia passar horas dentro de ti. Vulnerável também, ele se encontrava entorpecido, dominado pelo tesão. Agarrada ao tronco dele, você suspirou quando as virilhas se encontraram, aliviada. 
– Você é tão grande. – Revelou, apoiando a cabeça no ombro masculino. – Tá me deixando tão…Cheinha. – O tom manhoso era o suficiente para enlouquecer o homem ainda mais, desesperado para se afundar em ti e te deixar cheia não só do pau dele, mas da porra também.
Quando a dor começou a dar lugar para o prazer, seu corpo passou a buscar mais daquele contato, remexendo o quadril lentamente, descobrindo o seu próprio prazer também. 
– Essa é a buceta mais gostosa que eu já comi. – A voz masculina saiu abafada, grogue. – Tá sentindo, né? Como eu te deixo estufadinha de pica. – Riu nasalado contra o teu ouvido, te arrepiando quando deslizou um pouco para fora, somente para entrar em ti de novo. – A princesinha da família levando pau pela primeira vez na vida bem debaixo do nariz de todo mundo.
Esteban passou a repetir os movimentos, entrando e saindo do seu interior, até que os seus chiados ficassem mais e mais necessitados e a sua buceta babasse ainda mais pelo pau dele, pulsando freneticamente. Ele havia te arruinado. Com um único movimento, o argentino meteu em ti de uma vez só, arrancando um gritinho fino dos seus lábios, que logo se transformaram em gemidos e murmúrios desconexos quando o quadril dele ia e vinha com maestria. 
Sua coluna arqueava a cada investida contra o interior apertado, tentando se segurar ao que podia diante da força das estocadas e o impulso que Esteban pegava para que foder do jeito que ele sempre quis. Com a cabecinha áerea, você se viu chamando-o, “papai”, uma, duas, três vezes, ouvindo um grunhindo em resposta, aumentando a intensidade dos movimentos, mais selvagem, sedento. Você o havia arruinado.
O que havia começado como um joguinho de egos, parecia se findar naquele momento. Nos corpos suados que se entrelaçavam, nas palavras sussurradas, nos gemidos que escapavam, nas mãos que se agarravam, no encontro dos desejos. Mas o que vocês possuíam estava longe de terminar, porque embora os caras mais novos não fossem nada iguais a Esteban, ele acaba de perceber que você não era como nenhuma outra mulher também.
Ambos estavam arruinados e condenados um ao outro para sempre.
194 notes · View notes
deepinsideyourbeing · 29 days
Text
Rum on a Fire - Enzo Vogrincic
Tumblr media Tumblr media
+18! Dom!Enzo, biting, choking, creampie, dacrifilia, daddy kink, dirty talk, face sitting, fingering, sexo oral, sexo sin protección, size kink/size difference, spanking (sólo una vez), edades no especificadas. Uso de español rioplatense.
El aroma del café persiste en la habitación, pero Enzo sólo percibe la fragancia de tu perfume y la sensación de tus dedos en su cabello. No tiene idea de cuánto tiempo lleva recostado en tu regazo, sólo sabe que está agotado y disfruta demasiado de tus caricias como para abandonar su lugar.
-¿De dónde sacaste las flores?
-De una maceta- contestás, como si no fuera más que obvio.
Emite un sonido de desaprobación y recordás la charla sobre no cortar flores ajenas, pero no dice nada más. Cuando cierra los ojos te deleitás con la imagen de sus pestañas oscuras y largas rozando su piel, la curva de su nariz y sus labios, que probablemente conservan el sabor del café y de su alfajor favorito.
Tus dedos comienzan a descender, delinean el puente de su nariz y la definida línea de su mandíbula para luego capturar su mentón con tu mano y acariciar su labio inferior con tu pulgar. Hace amague de morderte y el sonido que acompaña el gesto es enternecedor, pero sus movimientos letárgicos te permiten reaccionar a tiempo y escapar del juego que tanto adora.
Planta un beso en tu muslo, su mejilla reposando sobre este, y sentís la forma en que su mano acaricia tu piel con un toque casi imperceptible. Las yemas de sus dedos te provocan escalofríos y Enzo disfruta sentir que te estremecés, incluso si su intención sólo era mimarte para retribuir un poco de la atención que le brindás.
-Te extrañé- otro beso-. Mucho.
-Yo también te extrañé mucho.
Te dirige una mirada un tanto ambigua, en sus ojos una mezcla de timidez y algo más... Es algo oscuro, para nada inocente y con implicaciones que conocés a la perfección. Sus dedos se acercan más y más al interior sensible de tu muslo mientras deposita besos húmedos sobre tu pierna, sus dientes te rozan como una sutil amenaza y sus párpados se cierran por cuenta propia cuando comienza a sentirse embriagado de tu ser.
-¿Mucho…?- arquea una ceja. Contestás con un suspiro y sonríe contra tu piel.
Cada vez más desesperado, Enzo deja que sus dulces mimos se conviertan en un enérgico masaje y te provoca frotando tu ropa interior de manera superficial. Siente tu respiración acelerándose y la creciente inquietud que te generan sus acciones le fascina, pero no tanto como los gemidos que escapan de tu boca una vez que captura tu piel entre sus dientes y muerde con fuerza suficiente para dejar una huella.
Vuelve a besarte con suavidad, como si eso aliviara de alguna forma el incendio que provocó, y esta vez sus dedos presionan contra la tela ya humedecida que cubre tu intimidad. Suspira y alza la vista para encontrarse con que estás mordiéndote el labio y tus ojos están cerrados en un vano intento de contenerte, el control sobre tu cuerpo desvaneciéndose cada vez que su respiración cálida te golpea.
Enzo adora verte en tal estado, pero adora más saber que él es el único responsable.
Se reincorpora y te deja sobre su regazo sin esfuerzo alguno, la sorpresa robándote un pequeño grito y una risa. Sus manos encuentran su lugar debajo de la camiseta que tenés puesta para masajear tu cadera, tu cintura y tus costillas, donde dejan una sensación de cosquilleo. Te retorcés por el nerviosismo, al igual que cada vez que Enzo decide hacerte cosquillas, pero el movimiento sólo hace que tu centro entre en contacto con el bulto que deja ver su ropa interior.
 Suspira y sus dedos se cierran sobre tu muñeca.
-Mirá cómo me ponés- coloca tu mano sobre su miembro cubierto, haciéndote gemir-. ¿Te gusta…?
-Mucho- confesás, tus dedos tirando de la cintura elástica de la prenda con anhelo.
-Mostrame entonces.
No perdés tiempo y liberás su miembro ardiente, tus dedos rozándolo con delicadeza antes de cerrarse sobre su extensión y comenzar a masturbarlo; Enzo inspira profundamente y cuando echa la cabeza hacia atrás un sonido gutural llega a tus oídos, acompañado por la imagen de una gota de líquido preseminal brillando en su punta y sus uñas casi enterrándose en tu cadera.
Continuás con los mismos movimientos, acariciás la punta con tu pulgar y te deleitás con las expresiones que se apoderan de su rostro y los sonidos involuntarios que emite ante tus caricias. Sentís sus manos sobre todo tu cuerpo, ansioso por más, por lo que decidís recostarte entre sus piernas y besar sus muslos y su cadera mientras trabajás para llevarlo hacia el borde del orgasmo.
Tu lengua recorre su miembro desde la base hasta su punta goteante y roja, tus labios cerrándose sobre esta mientras mantenés contacto visual con Enzo para poder ver la forma en que su rostro se transforma. Se muerde el labio y frunce el ceño, casi como si estuviera enojado, pero sus pupilas dilatadas y el brillo en sus ojos hacen que sus emociones sean más que evidentes para vos.
Una vez que comenzás a moverte, sus caderas reaccionan de manera automática y Enzo toma el control inconscientemente. Tus ojos se llenan de lágrimas debido a los reiterados golpes en el interior de tu boca y sus dedos tirando de tu cabello, uno que otro gemido dejándolo al ver la dificultad con que tomás sólo la mitad de su miembro en tu boca y cuán pequeña te ves entre sus piernas. Sólo cuando sus músculos se tensan decide liberarte, el hilo de saliva manchando tu mentón haciendo que se replantee su decisión.
Se deshace de su ropa y palmea su pecho tonificado con la clara intención de hacerte saber lo que quiere, pero te negás a causa de la vergüenza. Acorta la distancia entre ambos, una expresión preocupada en su rostro, y limpia con sus dedos el rastro de una lágrima.
-¿No querés...?                                                              
-Sí, quiero, pero…- tu voz se desvanece, pero Enzo ya sabe lo que ibas a decir.
Es consciente de lo mucho que te avergüenza tal posición, pero sabe que se debe más a la vulnerabilidad en la que te pondría dicha situación y no a la forma en que puedas verte ante sus ojos... También sabe que te encanta estar completamente a su merced, sometida a sus deseos y cediendo el control hasta ser un mar de lágrimas y súplicas.
-¿Color?- sus nudillos acarician tu mandíbula.
-Verde.
Te dedica una sonrisa antes de quitarte la ropa interior y moverte con facilidad para posicionarte sobre su rostro, sus manos acariciando tu cadera y sus labios depositando pequeños besos que alternan con mordidas inofensivas en tus piernas. Tomás aire y dejás caer un poco de tu peso, la calidez de su boca envolviéndote de inmediato y haciéndote gemir.
Estás completamente mojada y Enzo adora sentir tu esencia manchando sus labios y su lengua, que acaricia tus pliegues de manera experta hasta hacerte lloriquear. Disfruta la forma en que tus muslos suaves lo arropan y siente que podría morir al ver que tus dedos se cierran sobre tus pezones, notorios debido al color y la tela de tu camiseta. Sus labios se cierran sobre tu clítoris y succiona con fuerza, ganándose un grito ahogado de tu parte y confirmando que adoraría morir de esta forma.
Sus manos encuentran tu cadera y te fuerza a dejar caer todo tu peso sobre él, sus dientes rozando peligrosamente tu centro mientras continúa asaltándote con su lengua. Tus gemidos aumentan en volúmen, cada vez más constantes, y un hilo de palabras sin sentido surge de tus labios; logra distinguir su nombre y varias súplicas, pero el resto es un confuso producto de lo que el placer provoca en tu mente.
Te lleva al orgasmo sólo con su lengua y los sonidos obscenos que esta produce en contacto con tus pliegues y la humedad provocada por tu excitación. Recobrás un poco de fuerzas y te separás de su boca -un tanto sobre estimulada por sus labios que continúan besándote en todos los lugares posibles-, el brillo de tu liberación adornando su piel y una mueca de satisfacción u orgullo apoderándose de su rostro.
-Me encantás- da un beso a tu muslo-. ¿Puedo seguir...?
Te ayuda a recostarte y te sentís en trance al ver cómo pasa una mano por su cabello despeinado, tus ojos vidriosos siguiendo cada uno de sus movimientos hasta que se posiciona a tu lado y captura tus labios. El beso se torna intenso y su mano cerrándose sobre tu cuello no ayuda a calmar la sensación ardiente entre tus piernas, que sólo empeora cuando su lengua se cola en tu boca y sus dedos comienzan a ejercer presión.
No estás segura de qué provoca el leve aturdimiento que nubla tu mente, si es la restricción de oxígeno o la fuerza con la que Enzo te está besando, pero sus acciones se detienen antes de que pienses en advertirle. No tenés mucho tiempo para recuperarte antes de sentir sus dedos haciendo un glissando en dirección a tu centro, sus yemas deslizándose por tus pliegues y rodeando tu entrada, deleitándose al sentir que estás goteando.
Tu interior no opone resistencia alguna cuando introduce uno de sus dedos, la lentitud y profundidad de sus movimientos haciendo que tu respiración se entrecorte en un segundo. Cometés el error de mirar justo cuando su pulgar encuentra tu clítoris y comienza a masajearlo con círculos, el placer arrancando de tu garganta un gemido que borda lo pornográfico… Pero para Enzo no es suficiente, así que introduce otro dedo y acelera el ritmo.
El placer te desborda y los sonidos húmedos que llegan a tus oídos son tan indecentes como tus gemidos, que sólo actúan como fuel para las acciones de Enzo. Le encanta llevarte al borde, dejar que te pierdas por completo en las sensaciones mientras él se encarga del placer de ambos, saber que tu mente es una especie de boceto que él desdibuja hasta dejar en blanco.
-Papi…
Tu voz es poco más que un susurro, pero es suficiente para que te escuche. Sus dedos siguen asaltando tu interior mientras besa tu mejilla y repite palabras de aliento en tu oído, haciendo un esfuerzo inhumano por no frotar su miembro contra tu pierna cuando ve en tus ojos el reflejo de la desesperación y necesidad que sentís. Se lamenta cuando ve tus párpados caer, indicio de tu orgasmo desatándose, pero la imagen de tus pestañas brillantes por las lágrimas y tus dientes torturando tu labio le resulta celestial.
La tensión en tus músculos se disipa y tu cuerpo frágil reposa contra el suyo. Rodea tu cintura con su brazo y te atrae hacia su cuerpo aún más; tu espalda contra su pecho te permite sentir su respiración todavía acelerada y el calor que irradia su piel, pero este no se compara con el calor de su miembro aprisionado contra tu muslo, donde deja un rastro húmedo.
El particular sonido del lubricante llama tu atención y te preguntás en qué momento y de dónde lo sacó, pero sus dedos con producto frío en tu entrada hacen que te sobresaltes y te distraigas. Se disculpa y su voz ronca provoca un cosquilleo entre tus piernas, besa tu hombro mientras su punta acaricia tus pliegues y tu entrada antes de comenzar a introducirse en tu calidez.
-Papi- llorás, sensible ante el inevitable ardor de la penetración inicial.
-Ya sé, bebé, ya sé- dice en un intento de calmarte, regalándote un beso-. Estás muy apretada.
Sus movimientos son lentos y muerde tu hombro una vez que se adentra por completo, conteniendo sus deseos de forzarte a tomar sin protestar todo lo que él te ofrezca. Te da unos segundos para acostumbrarte a la intrusión, su mano acariciando tu cadera y luego dirigiéndose hacia tu clítoris, el contacto provocando que te contraigas alrededor de su miembro.
Comienza a acelerar su ritmo y no hay forma de que reprimas tus gemidos, tu cuerpo reaccionando por cuenta propia cuando sentís cada vena y surco de su miembro rozando tu interior mientras su punta abusa de tu cérvix reiteradamente. Su ataque sobre tu clítoris no se detiene, su lengua se desliza sobre la piel sensible de tu cuello y posteriormente sus dientes apresan el lóbulo de tu oreja. Llegás al clímax ahogando un grito en la almohada.
Te arrastra hacia el borde de la cama y te deja sobre tus rodillas, las sábanas revueltas en tu rostro amortiguando tus jadeos cuando su palma impacta contra tu piel al volver a penetrarte. El sonido de su piel colisionando con la tuya inunda la habitación y las palabras que te dirige se pierden en algún punto en el aire antes de llegar a tus oídos, que parecen estar cubiertos con algodón.
Sus estocadas son profundas y frenéticas, pero cuando siente su orgasmo aproximándose se detiene. Retira su miembro hasta dejar sólo la punta dentro y acaricia con su pulgar el borde de tu entrada, embelesado por la forma en que la fricción enrojece tu piel. Escucha tus súplicas por más, lo llamás papi una y otra vez en un intento de convencerlo por continuar, pero no cede.
-Estás desesperada, ¿no?- pregunta. Ya sea que negás o asentís, se inclina sobre tu cuerpo para poder tirar de tu cabello y continúa:- ¿Querés más, princesa?
Te aleja del colchón y encuentra una respuesta en el hilo de saliva que cae de tus labios, acompañado por las lágrimas que recorren tus mejillas antes de humedecer las sábanas. Abandona tu interior y te oye protestar, pero te calmás cuando te deja sobre tu espalda y posiciona su cuerpo sobre el tuyo.
Te obliga a ver la forma en que su miembro acaricia tus pliegues, enrojecidos y más que húmedos, pero apartás la vista para ver su rostro cuando vuelve a hundirse en tu interior: sus ojos están cerrados y sus labios entreabiertos dejan salir un sonido casi animal, su cabello despeinado enmarcando sus rasgos a la perfección.
Lleva tus piernas a sus hombros y utiliza un brazo para aprisionar tus muslos contra su abdomen, su otra mano ubicándose en tu abdomen bajo y ejerciendo presión para sentir cómo tu interior se amolda a él, la forma en que tu cuerpo lo recibe cada vez. La sensación es abrumadora y tus manos se mueven en todos los sentidos buscando aferrarse a algo -lo que sea- para poder sobrellevar el placer que te invade, pero sólo encontrás las margaritas desperdigadas en el espacio entre la almohada de Enzo y la tuya.
-Papi, por favor, ¿puedo…?
Asiente mientras besa tu tobillo, sus ojos abriéndose de inmediato para poder presenciar el espectáculo que le ofrecés cada vez que acabás. Masajeás tus pechos y pellizcás tus pezones, justo como él suele hacerlo, y cuando el orgasmo te golpea repetís su nombre entre balbuceos. El movimiento de sus caderas no cesa ni por un segundo y tu rostro se contrae en una mueca de algo similar al dolor, pero que Enzo reconoce como la prolongación tortuosa de tu orgasmo.
Estás a punto de rogarle, pero sus jadeos te interrumpen y la repentina brutalidad en sus embestidas hace imposible formular palabra alguna. Su cabello brilla bajo la luz y cubre parte de su rostro cuando sus dientes se cierran sobre tu pierna. Sentís el palpitar de su miembro en tu interior y recuperás la voz.
-Adentro, por favor.
-¿Sí? ¿Querés que te llene la conchita…?- cerrás los ojos, casi avergonzada por lo mucho que disfrutás oírlo expresarse de esa forma-. Dios…
Sentís el calor de su liberación salpicando tu interior y suspirás satisfecha, tus brazos separándose instintivamente para abrazarlo cuando se desmorona sobre tu cuerpo y su rostro busca refugio en el espacio de tu clavícula. Masajeás su espalda mientras su respiración vuelve a la normalidad y estás casi segura de que percibís los latidos de su corazón.
-Extrañaba tanto esto- comenta, alejándose para mirarte a los ojos-. No te das una idea.
-Yo también lo extrañaba- sonreís-. Pero…, ¿no tenías sueño vos?
Suelta una carcajada pero no responde, en su lugar se estira para tomar una margarita y colocarla sobre tu oreja. Besa tus ojos, tu nariz, y por último envuelve tus labios en un apasionado beso que te deja sin aire.
-Gracias por el café- apoya su frente sobre la tuya-. Me ayudó bastante.
Sabés que no se refiere al café.
taglist:
@madame-fear @creative-heart @recaltiente @llorented @chiquititamia
271 notes · View notes
xexyromero · 2 months
Note
amo seus headcons!!!! Pode fazer um do cast na cama e no aftercare porfaaaaaa
wn: me empolguei tanto com seu request que separei em dois! hehehehe posto o restante amanhã <3 
meninos do cast x aftercare
fem!reader headcanon
tw: +18 (menção sobre s3xo, uso de drogas ilícitas, etc.)
enzo:
o after é um dos momentos mais especiais do mundo na visão dele, até mais do que o sexo em si - vê como uma oportunidade de reafirmar sentimentos e seguranças.
assim que o “último” goza, seja você ou ele, te agarra em um abraço quase que de urso e fica alguns minutinhos assim, só respirando, em silêncio, acalmando o corpo e te tocando.
aproveita esse momento para relaxar e jogar conversa fora, só vocês dois, abraçadinhos e peladinhos, curtindo as últimas ondas do orgasmo.
coloca uma playlist tranquila pra tocar de fundo, mas bem baixinha. o foco é te ouvir.
só te larga se você insistir que precisa fazer xixi logo ou beber água. 
agustin:
adooooora enrolar na cama depois que vocês gozam! rola de um lado pro outro, bagunça tudo mais ainda. é uma bolinha de energia mesmo que tenha gastado todas. 
gemeu até não poder mais e agora vai rir às gargalhadas. ele fica genuinamente muito feliz e compartilha essa felicidade com você. fofo!
é um pouquinho calorento, então vai preferir segurar sua mão e entrelaçar seus dedos do que abraço ou carinhos mais sufocantes.
vai se levantar pra pegar água e acender um, sim. mas vai te perguntar se você se sente a vontade antes e te oferecer um dos dois depois. 
fica super faminto e, depois de enrolar bastante, vai oferecer pra fazer um jantar simples mas super gostoso. 
fran:
provavelmente o único momento do dia que fran fica quieto. para ele, esse é um momento de calma, cuidado e silêncio. 
e silêncio, nesse contexto, não é ruim não, viu? é só que a descarga de energia entre vocês foi tão grande que ele acha que ajuda o corpo e a mente a se acalmar. 
é muito do toque físico - vai fazer uma massagem bem levinha com um óleo cheiroso e ter uma atenção especial as partes que podem ter ficado mais doloridas, tipo suas pernas. 
quebra o silêncio só para perguntar se você está querendo alguma coisa específica - seja água, chocolate, banho, qualquer coisa. é só pedir que você sabe que ele vai levar pra você.
o sorriso não sai da boca dele por nada - e um sorriso daqueles enormes. ele se sente muito bem em saber que você está muito bem.
matías:
muito, muito, muuuuiiitoooo beijo! te beija mais na boca no pós do que no durante. adora!
e os carinhos não param! no seu corpo todo e inclusive nas suas partes íntimas (mas vai ser mega cuidadoso porque sabe que você está sensível). 
fica extremamente meloso, reforça o quanto que te ama e o quanto que te acha linda. 
e, como fica um cadinho inseguro, vai perguntar se você gostou e se foi tudo bem, mesmo. naquela do “mas vem cá, você gozou mesmo?”
você não gosta e ele sabe disso, mas vai se levantar sim pra fumar cigarro pós sexo na janela mais próxima. não se preocupe que ele vai lavar a mão e escovar o dente antes de voltar a se aninhar com você. 
kuku:
o rei do aftercare! vai cuidar de você mais do que querer ser cuidado e com todo amor do mundo. 
como gosta das coisas um pouquinho mais intensas sabe que esse momento pós é necessário para você se sentir bem e amada.
deixou uma garrafinha d’água e uma toalha no quarto para te oferecer quando terminassem.
palavras de afirmação e confirmação até não poder mais! te elogia (até porque te xingou horrores, né), te eleva e repete o quanto que você é querida, amada e adorada por ele.
sim, ele vai querer te dar banho, te vestir e oferecer um jantar muito gostoso feito por ele depois. sim, esse é o jeito dele. completamente viciado em te amar. 
pipe:
aftercare é feedback! vai querer conversar sobre o momento que tiveram e entender o que você gostou ou não. e deixar você entender da perspectiva dele também. 
e vai conversar sobre tudo isso com você deitada no peito dele enquanto ele faz carinho nas suas costas. não tem outra opção.
apesar de gostar, não é muito do enrolar na cama. 
estimula muito que você faça xixi (viva a educação sexual do pipe) e tome um banho e vai insistir mais ainda que ele tem que ir junto nos dois momentos. 
pede pra você usar o pijama que mais gosta (uma blusa dele) e vai te chamar pra fazerem alguma coisa juntinhos (ver um filme ou uma série, por exemplo). 
juani:
ele não vai pegar no celular atéeeee muito depois de vocês já terem se vestido, tá? que fique claro!
fica com um pouquinho de vergonha, meio tímido, mas se esforça porque sabe o quanto que esse momento é importante. 
vai comentar sobre todos os momentos que mais gostou e querer que você fale também. mas evitando os termos mais literais - justamente pela vergonha!
trouxe um copo d’água e um chocolatinho pra vocês dividirem. 
é outro que fica com um sorriso enorme no rosto - e solta uma risadinha toda vez que te olha. é muito apaixonado.
238 notes · View notes
myillicitaffair · 2 months
Text
You are in love | Esteban Kukuriczka.
Tumblr media
sumario: noches de pizza con tu amigo… claro, amigo.
advertencias: sexo explícito (+18) , penetración, sexo sin protección, consumo de alcohol.
créditos: las fotos del collage fueron extraídas de pinterest, más las edite yo. la canción cuya letra utilice es You Are In love (Taylor’s Version) de Taylor Swift.
notas: honestamente, no estoy muy contenta con el resultado final pero espero que puedan disfrutarlo de todas maneras xx.
No hay pruebas, no fue demasiado, pero yo vi suficiente.
Paciente, fuera de su recibidor, me encuentro parada, esperándolo con una botella de vino bajo la axila. Aliso los pliegues de mi falda varias veces con las manos, un hábito al que recurro para evitar sucumbir a la ansiedad que me atormenta. Con la cámara de mi celular, observo mi reflejo, comprobando que mi maquillaje permanezca en su lugar, que mi cabello siga viéndose inmaculado.
No recuerdo un tiempo en el que Kuku haya sido simplemente un amigo, siempre fue más; mi confidente, el protagonista de mis fantasías, quien roba mis suspiros y miradas, de quien terminé enamorándome.
Las pisadas sobre las baldosas delatan su presencia apropincuándose, luego el traqueteo de las llaves en la cerradura, las bisagras girando en su eje para revelarlo frente a mí.
La alegría tiñe su rostro al verme, redondeando sus angulosos pómulos y centrando mi atención en la mueca en sus labios. Condenadamente cerca de mí y a la vez tan inalcanzables.
Su voz dándome la bienvenida me sacude de mi subrepticia quimera, trayéndome de un zarpazo de vuelta a la realidad. Me estrecha contra su torso, con las muñecas serpenteándose por mi cintura para atraerme más cerca.
“Traje vino, Kuku”- pronuncio, a modo de saludo, mientras lo abrazo estrechamente.
“¡Gracias, ángel! Entrá que está por llegar la comida”- informa, de manera tan casual y ligera que siento mi corazón escurrirse hasta tocar el suelo.
“Ángel” me dijo, jodiéndome para siempre. ¿Cómo seré alguna vez capaz de recuperarme de tal agravio a mi integridad? Decido asentir y adentrarme a su hogar.
Me recibe una sala de estar cálidamente iluminada, las paredes blancas cubiertas de cuadros y fotos, un aterciopelado sofá rojo situado en medio de la habitación.
Me acerco a una repisa de madera, donde reposa un retrato recientemente seleccionado… todo el elenco de La Sociedad De La Nieve posando bajo el lente de su cámara, sonrisas reflejadas en nuestros rostros enmarcados.
“Esa la tomé el último día de rodaje”- me recuerda, apareciendo por detrás mío, con una mano en mi espalda baja.
No hay pruebas, un toque singular, pero yo sentí suficiente.
Mis vellos corporales se erizan ante el contacto, un escalofrío recorriéndome cargado de anticipación por lo que jamás sucederá. Asiento torpemente, deseosa de fundirme en el calor de su silueta.
Pienso en esos mismos dedos, acorralando mi piel a su paso, incendiando su sendero. Acariciando mis mejillas con ternura, colándose por mis labios, desvistiéndome con precisión.
El timbre retumbando en la sala me despierta, desarraigándome de mis maquinaciones pecaminosas. El hombre a mi lado da largas zancadas, con un caminar tímido y garbado, hasta alcanzar la puerta de madera y ojear la mirilla. Luego de cerciorarse de la identidad del intruso, le permite ingresar para que deposite el delivery entre sus brazos, marchándose luego de recibir su pago.
Sobre la mesa del comedor se halla mi bolso, el cual rebusco hasta toparme con la billetera y separar varios billetes para pagar una porción del importe de la cena.
“Dividamos los costos de la comida entre los dos, ¿te parece?”- debato, tendiéndole el dinero para así compensar la mitad de su perdida.
“Pero no, nena, ¡guarda eso! Te invito yo”- rechaza tajante al ignorar mi ofrenda, con juguetona indignación en sus facciones.
Más allá de mi recurrente insistencia, rechaza contundentemente todos mis intentos de devolverle la plata, escudándose en excusas absurdas. Una cálida sensación se apodera de mí ante su caballeroso gesto, traduciéndose en atontados vistazos en su dirección, mientras sigo cada uno de sus movimientos al sacar el par de copas de una alacena.
“Pedí pizza de ese bar que te gusta”- comienza a explicar, aun movilizándose para descorchar el vino- “la de pepperoni sigue siendo tu favorita, ¿verdad?”
Un solo paso, no fue demasiado, pero dijo suficiente.
Silencio. Silencio desgarrador y sepulcral a mi alrededor, petrificando el aire a su paso.
“¿Te acordaste?”- asevero con un hilo de voz, aunque suena más a una pregunta, reflejando mi propia inseguridad.
Mis extremidades tramitan un cosquilleo colectivo, despertándome de la anestesia que se había apoderado de mí.
“Si, obvio”- le resta importancia, sirviendo la bebida y entregándome mi copa.
Y yo entiendo lo tonto que debe sonar, pero, por un momento, me permito sentirme importante e incluso un tanto sustancial en su existencia. “Me escuchó” medito, atónita por la revelación, revolucionando todas mis ternuras dirigidas hacia él.
Mis ojos se obsesionan con su él, simplemente él y su aura dorada coronándolo como si de un halo se tratara. ¿Cómo logré tener tanta suerte?
“No me mires así, nena”- pide al devolver mi mirada, su entrecejo fruncido en concentración- “Vas a hacerme creer que los chicos tenían razón…”
Mi mueca se tiñe de confusión, no sabiendo con exactitud si se refiere a lo que yo supongo. Intento decodificar sus palabras, pero, tal vez por el prospecto de ver mi entusiasmo destrozado, me limito a repreguntar.
“¿De qué hablas, Kuku?”- atrapo mi labio inferior entre mis dientes para así detener los temblores que lo acosan.
“Ya sabes…”- se encoge de hombros, pero, al ver mi perplejidad se resigna a continuar- “Fran y Juani siempre nos cargaban con que… em, con que debíamos salir.”
Siento un hondazo envestirme de lleno y un deseo irremediable de que el mismo continúe hasta hacerme perder la conciencia.
“Ah, eso”- murmuro en voz baja, de repente completamente drenada de seguridad. Trato de difuminar mis conflictuadas preocupaciones con una risotada punzante, delatando la rigidez de mis hombros estáticos y la incomodidad en mi gesto.
¡Qué estúpida! ¿Cómo me permití alguna vez pensar que el podría sentir lo mismo que yo? Deseo tirarme al suelo y revolcarme en el bochorno que me arrima, lo suficiente para olvidarlo a él con sus grandes ojos fijos y perder la cordura a manos de la vergüenza.
“Era un chiste nada más, no deseaba hacerte sentir mal”- aclara cálidamente, rodeando la mesa hasta rozar nuestros hombros.
Es absurda la cantidad irremediables de terminaciones nerviosas que logra incendiar con solo oprimir su marco con el mío. ¡Debo frenar esta locura antes de que se me vaya de las manos!
“Claro…”- suspiro, forzando una sonrisa al tomar asiento en la silla que abuso bajo mis pálidos nudillos.
Tomando la copa entre mis palmas, la balanceo hasta verter el liquido más allá de mis labios, rezando para que el espirituoso proveniente de uva disipe su comentario furtivo.
El mayor, aún parado a mi lado, hinca sus rodillas para arrodillarse y así quedar a la altura de mis ojos.
“Ángel, lo siento si te ofendí. No era mi intención”- se disculpa, escurriendo sus dígitos entre mi cabello para plegarme un mechón tras mi oreja.
“Ya sé, Kuku… y lo prometo, ¡estoy bien!”- miento descaradamente en su cara, con las comisuras adheridas a mis tensas mejillas.
Por unos prolongados segundos- que se sienten como una eternidad- nos miramos firmemente, tratando de descifrar los pensamientos cabalgando en la cabeza opuesta. Con un afectado suspiro, se levanta del suelo para luego posicionarse en la silla contigua a la mía.
Una vez asentado en su sitio, levanta el rostro para enfrentarme y toma mis temblorosas manos entre las suyas. Inmediatamente noto su calor corporal, las asperezas desperdigadas por sus palmas, sus anillos colisionando con los míos.
“Ahora entiendo cómo mi comentario pudo haber sonado y te pido perdón por ello”- alega mientras me observa, pausando en cada pequeño lunar e imperfección.
Inhibida y un tanto cohibida ante su escrutinio, desvío mis ojos hacia un costado y muerdo mi labio inferior, aprisionándolo entre mis paletas.
“No quería hacerte mal…”- confiesa, con sus orbes ahora clavados en mis labios mordisqueándose- “Sos mi mejor amiga.”
una mueca extraña en su rostro. Pausa, luego dice “sos mi mejor amiga.” Y yo supe a que se refería, está enamorado.
Una fuerza gravitacional me empuja aún más cerca suyo; envalentonada gracias a su fijación por mi boca, empiezo a disparar la ajena sin dudarlo. Deslizo una mano por su cachete, acariciando la incipiente barba creciendo allí mientras le robo un breve pico.
Al separarme, escaneo al hombre que acabo de besar, desesperada por hallar una reacción. La confusión tiñe su cara, tiene la mandíbula presionada con fuerza y un furioso sonrojo trepando hasta su nariz. Sin perder un solo minuto más. Vuelve a unir nuestras figuras en un beso, uno real esta vez.
Sus labios en contacto con los míos consienten un hambre que venía cultivando hace meses, acelerando mi deseo de conseguir más. Mi corazón late con una velocidad alarmante, saltando implacablemente contra mi caja torácica, y agravando los temblores en todo mi cuerpo.
Una danza desenfrenada se desenlaza, dando rápido paso a una intrépida batalla por apropiarse de la ventaja que implica dominarnos mutuamente. Una de sus manos se enreda en mi melena, tirándola hacia atrás mientras su lengua se apresura en inmiscuirse en mi cavidad bucal, cepillando la propia y paseándose por toda su extensión.
El aire comienza a escasear y el ardor en nuestros pulmones nos fuerzan a dividirnos, aprovecho el breve impase para deslizar mis extremidades por sus piernas y así, sentarme a horcajadas sobre su regazo.
“¿Sabes hace cuánto deseo hacer esto?”- cuestiona, entrelazando sus dígitos por mis curvas y asentándome sobre la junción de su torso y piernas.
Bajo mío, noto un bulto que comienza a alzarse, punzando mi centro deliciosamente. Sin siquiera razonarlo, muelo mis caderas contra él, percibiendo un curso de placer recorrerme entera ante la fricción contra sus pantalones.
En un arrojo de valentía, me deshago de la blusa que flamea en mis costados, arrojándola lejos nuestro. Como si de un arreglo tácito se tratara, el argentino adjunta sus labios con mi pecho y comienza a succionar mi piel con fiereza, yo me limito a atraerlo contra mí mediante su cabellera.
“Tantas veces fantasee con esto…”- admito, sin poder evitarlo, mientras él libera mi busto del corpiño.
Levito hacia su remera, forcejeando con ella hasta deshacerla hacia las baldosas y revelar su tórax al descubierto. Recubierto de pecas difuminándose en su blancura, dudo alguna vez haber visto una imagen más hermosa.
Sosteniéndose de mis muslos, se irgue y tropieza hasta toparse con el sillón, descargándome sobre el terciopelo con una impredecible agilidad. Allí, acostada en medio de su sala de estar, centro mi atención a sus dedos desenlazando mi falda con ternura, para luego despojarme por completo de mis confinamientos.
Imitando sus movimientos, aviento mis brazos hacia su entrepierna para desabrocharlo y librarlo de sus prendas. Aceleradamente, lo desvisto hasta que nuestras desnudeces son lo único que prevalece.
“Sos hermosa”- me halaga, recorriendo cada centímetro de mi piel con delicadeza, intentando memorizarlo para siempre.
Respondo con mi agarre volando hasta su palpitante erección y acariciándola juguetonamente, con constancia hasta donde me lo permite.
“Necesito sentirte adentro mío, Kuku…”- pido, sin sentir un ápice de vergüenza ante mi explicitación.
Un gruñido escapa su garganta ante mi directiva, deshaciéndose de mi toque para posicionar su polla entre los pliegues de mi coño y comenzar a adentrarse. Sollozos son lanzados en su dirección, animándolo a ir más allá, a continuar.
“Dios, estás tan apretada”- pronuncia cuando la cabeza de su pene logra tocar mi fondo, disfrutando los espasmos que mi canal le proporcionan.
En un frenesí ocasionado por la sensibilidad que su miembro me genera, embisto mis caderas para acercar nuestros centros aún más y luego retirarme, provocando un extasiante vaivén. Los gemidos retumban en el silencio del salón, con la danza que nuestros sexos lideran al fusionarse.
“Estoy enamorado de vos, ángel, desde la primera vez que te vi”- dice al observarme con atención, aun penetrándome hacia la culminación.
Sorprendida por lo inaudito de la situación, una lagrima se cuela por mis ojos y rueda en su sendero por mi mejilla ante su confesión, una que aguardo hace meses.
Esteban la recoge, interrumpiendo su trayecto hacia mi cuello para besarme nuevamente, con renovada emoción.
Y ahora comprendes por qué perdieron la cabeza y pelearon sus batallas, y por qué yo he pasado toda mi vida tratando de ponerlo en palabras.
295 notes · View notes
voglatte · 3 months
Note
ughhh brain rotting over bras rn 😣 just imagine working with him on lsdln and you two have been secretly dating without the other cast knowing, and just making out with him in a private area trying not to get caught cuz both of you guys should be getting ready to film a scene instead 🥲🥲
++ your name is sooo pretty!! 🫶🫶
⊹ ┊LITTLE THINGS ꒱ .゚
Tumblr media
↷ ˊ- pairing: blas polidori x f!reader.
warnings: fluff, slight smut, sub!blas?, dry humping, hair pulling?.
• dani’s typing… ! i didn’t wrote about blas yet so here you go, excuse my grammar for advanced (it’s pretty short, sorry for that too).
Tumblr media
dusk was falling and everyone was exhausted because of the long work day. all were in separate rooms to get some rest and get rid of the tiredness because they still have to shoot a couple of scenes.
but that wasn’t the situation between blas and you, you were separated from the whole group talking softly about your day and taking hands. both had a private relationship but you were ready to tell everyone.
“do you think they will be happy for us?” you said kissing the back of his hand.
“of course baby, they love you and me. it’s impossible that they don’t support our relationship so be calm” he tucked a strand behind your ear, leaving a gentle friendly tug.
“it’s just that we were hiding it for a very long time and i’m scared that they misunderstand” shrugged giving him a smile.
“they wouldn’t do it, like i said” he puts you closer to his body. “now, come here, i missed your lips so much” he took you by the neck giving you the longest and hottest kiss.
you climbed onto his lap without stopping kissing, both missed each other the whole day. you didn’t have the chance to give a greeting kiss or just a simple hug because you knew you two wouldn't be able to separate.
the tension was floating in the air while the heavy make out was escalating, your hips moving over bla’s hard cock that was cover with pants and tiny moans filled the room.
he was pretty whiny and you had to shut him up or else someone might find out and in a somewhat intimate moment.
“pretty boy, you have to be quiet” both mouths close to each other but without kissing, you looked at his pretty big eyes with some tears for the pleasure and you intensified the movement of your hips.
blas couldn’t even talk just griping your hips tight and moving his hips up to collide with your movements, you whine softly when the friction became more and more intense in your clit.
his hands were under your shirt touching your tits and giving you open mouth kisses.
“b-blas! stop or we’re not going to be able to stop” you caught some of his wild hair with your fingers, making him groan, he liked that.
“again” you looked at him accusingly but repeated the action without stopping the movements that were getting floppy.
the little rest room was filled with moans, groans and curses.
“i’m coming” you whispered into his ear and he didn’t stop.
one and two more thrusts and you came first, slightly shaking on top of him, leaving you gasping for air.
after not long blas did the same squeezing you tight to his body and resting his head between your neck and shoulder.
you rested a little bit before getting up when you located the clock on the wall, cursing.
“fuck, we had to be in the set 20 minutes ago” your hands covered your face, hearing the tall boy cursing too.
“you go out first, i will follow you right behind” nodding you walked to the door but a big hand in your forearm didn’t let you.
“i love you” he gave you the last kiss until you two had a chance to be alone again.
“love you too” you returned the kiss fast to get out the room, smoothing your hair a little with your fingers like no one happened minutes ago.
your heart beating fast again your chest looking everyone in their positions asking for you and blas.
“i’m here! sorry everyone” walked to stand next to juani and felipe.
“why you were late?” juani asked silently when they started recording, you tense at his question but shake it off.
“nothing, the food didn’t set me well so i was in the bathroom” you said like nothing, not caring too much to elaborate your answer.
juani and felipe looked at each other letting go a few laughs. then in that right moment blas was entering the set without no one noticing him, according to you.
“what?” they didn’t say anything but you weren’t satisfied so decided to get out of them why they laugh.
“c’mon, what’s so funny?” you rolled your eyes.
“it’s nothing, so walk it’s our time to shoot” they walked right in front of me leaving me confused.
they were still giggling and shaking their heads before looking at blas and then at you.
guess it wasn’t a secret anymore, well not for them anyways.
———————————————————————————
by ﹫ VOGLATTE ╱ pretty short I know but i want to know if you guys like my way of writing in english, if you don’t I guess, i will stay with just spanish .ᐟ
284 notes · View notes
jaquemuses · 3 months
Note
lindaa podes hacer uno de esteban kuku smut, me dio tierno, corte primera vez o algo asi, si no haces de él no pasa nada, yo entiendo
hola reina!! OBVIO que escribo para kuku, estaba esperando que alguien pida aaa te adoro !! hice esto recien, super rapidito, espero que te guste ♡
Tumblr media Tumblr media Tumblr media
𝜗𝜚⊹ ‧₊˚ petit-déjeuner
pairing: bf!esteban x gf!r
sinopsis: Esteban acaba de volver de su viaje a Venecia y estas dispuesta a recuperar todo el tiempo perdido.
content: age gap sin desarrollar (ambos +18), stablished relationship, smut sin plot (jiji), fingering, p en v, mentions of breeding, fluff, no se que más.
word count: 1.7k cortito y conciso.
Tumblr media
Hacía ya un día que Esteban había vuelto de su viaje a Venecia, donde asistió al prestigioso festival de cine. Lo habías extrañado, aunque te costara admitirlo incluso solo para vos misma. Tu cuerpo lo ansiaba.
Por eso, cuando escuchaste el familiar sonido del motor del auto apagándose en el garage, prácticamente corriste a lanzarte encima de él en cuanto entró por la puerta. Hizo a un lado su bolso para sostener tu cuerpo entre sus brazos mientras le llenabas de besos la cara.
Pasaron la noche entre copas de vino y pasta, compartiendo experiencias de Venecia, la gente que conoció, el éxito de la película y la felicidad de estar de vuelta en su queridisima Buenos Aires junto a vos. Esteban y vos llevaban once meses juntos, aunque los últimos meses habían sido caóticos debido a los rodajes, viajes y todo el trabajo de producción, dejando la vida sexual en segundo plano, sin embargo ambos tenían necesidades y estabas dispuesta a saciarlas.
Sabías que Esteban estaba cansado por el viaje, así que esperaste hasta la mañana siguiente para deslizarte desnuda en la cama que compartían. La luz matutina resaltaba los marcados rasgos de tu novio, y por un segundo pensaste, "¿Cómo puede tener una cara tan angelada?". Aunque Esteban ya estaba despierto desde que entraste a la habitación, mantuvo los ojos cerrados hasta que te subiste completamente a la cama y encima de él.
"Ah, bueno...", dijo, recorriendo con la mirada tu cuerpo y regalándote una sonrisa ladeada. Te mordiste el labio mientras comenzabas a restregarte contra él. Solo llevaba puestos unos boxers, así que frotaste tu cuerpo contra el suyo, disfrutando del calor de su piel.
"¿Estamos cariñosas hoy?", señaló con un tono burlesco pero dulce. Gemiste suavemente, besando ligeramente su muñeca cuando sentiste sus dedos entrelazándose en tu cabello.
"Estuviste lejos mucho tiempo", dijiste en un suspiro.
"Fue solo un mes, gorda."
"Mucho tiempo".
Esteban soltó una pequeña carcajada mientras te acomodabas sobre él, tus manos reposando en su pecho definido.
"Me debes algo", dijiste finalmente, mirándolo con ojos suplicantes.
Esteban arqueó sus cejas mientras sus manos se paseaban suavemente por tus muslos y costillas, a veces subiendo a tus pechos, acariciándolos con un poco de fuerza y bajando otra vez.
"¿Ah sí? ¿Y cómo puedo saldar la deuda?"
"Vos sabes perfectamente cómo, kuku."
"No, ángel, decime qué querés."
"A vos."
El mayor deslizó su pulgar por tu cadera, acariciándola con una sonrisa en su cara. "¿Sí? Pero si ya estoy acá, a mí ya me tenés hace mucho tiempo", refutó, haciéndose el desentendido.
Tu pecho estaba rojo de la vergüenza, sabías que te iba a hacer decirlo. "Quiero que me cojas", dijiste ahogando un gemido, tus caderas todavía moviéndose encima de su ya erecto bulto generando una fricción extasiante.
Esteban parpadeó ensimismado ante la vista que tenía delante suyo.
"¿Sí?"
"Sí, kuku, porfa", rogaste sobre su regazo.
"¿Cuánto?" volvió a preguntar, sus dedos estimulando tus pezones mientras se incorporaba lentamente. "Dios, te necesito adentro mío, Esteban, te necesito ya", exclamaste desesperada ante tantas preguntas.
El mayor soltó una risa, sus palmas sujetándote suavemente pero con firmeza.
"Está bien, preciosa, pero primero te quiero preparar."
"No, no, no, por favor, no hace falta."
"No es negociable, nena. Si quieres que te coja, primero te vas a tener que correr dos veces con mis dedos. Sino no hay trato", dijo, terminando de incorporarse y volteándote, quedando así en la posición en la que él estaba hace unos segundos atrás, su cuerpo por encima tuyo. Ambos sabían que tenía la fuerza suficiente para manejarte como quisiera.
Mordiste su brazo en respuesta, pero a él pareció no importarle mientras marcaba su camino hacia tus muslos con besos, así que simplemente te dejaste llevar. Después de todo, no te molestaba tener un par de orgasmos adicionales. Esteban siempre había sido hábil con sus manos y boca, pero después de tantos meses sin ningún tipo de contacto, cuando por fin sentiste sus largos dedos acariciando y estirando tus paredes empapadas, mientras su lengua jugaba con tu clítoris, llegaste a los dos orgasmos sin problema después de un par de minutos, casi rozando un tercero antes de gemir y arañarle los bíceps; tus uñas dejando marcas rojas en su piel.
"Ahora sí, tebi", dijiste sin aliento, tus piernas temblando por tus orgasmos recientes. "Por favor, no puedo más."
"Ahi va, bebé, esperaste todos estos meses ¿Qué te va a hacer unos segundos más?", murmuró coqueto, levantándose para que te sujetaras de sus hombros y te acomodaras encima suyo, tus rodillas seguían débiles, por lo que intentaste alinearte y sentarte encima de su polla con rapidez.
Sin embargo, él no te dejó apurarte y te fue ubicando lentamente encima de su duro miembro, entreteniéndote con un beso hambriento, su lengua introduciéndose en tu cavidad bucal mientras dibujaba círculos sobre tu sobreestimulado clítoris. Te estremeciste alrededor de él cuando sentiste cómo su punta se abría paso entre tu apretado interior, tan mojada que goteabas sobre su polla y sus muslos.
Cuando finalmente se hundió por completo, intentaste moverte de inmediato, deseando sentir cómo te destrozaba. Pero nuevamente te retuvo, retorciéndote y gimiendo, apretada contra él.
"Shh, disfruta un poquito", te dijo mientras presionaba besos y mordidas en tu hombro, tus uñas clavadas con fuerza en sus hombros ante la repentina intrusión y anticipación.
Cuando finalmente aflojó su agarre en tus caderas, inclinaste tu peso hacia adelante, apretándolo contra el borde de la cama, y bajaste las manos hacia su ancho pecho. Cambiaste el ángulo de manera que veías estrellas al sentir su polla tan dentro tuyo.
"Dios, kuku", dijiste en un gemido, con la voz temblando un poco mientras tus caderas empezaban a mecerse contra su pelvis. Él gimió, casi como alentándote, viendo cómo la luz del sol se filtraba por la ventana y daba contra tu cuerpo desnudo, sus palmas se encontraban ligeramente presionadas sobre tus muslos mientras su pene bombeaba en tu interior. Todo se sentía increiblemente bien.
"Dios amor, es como si hubieras sido creada solo para mí", balbuceó envuelto en el delirio del momento, y por un momento pensaste que sí;
estabas hecha solo para él.
El mayor guió tus caderas hasta encontrar un ritmo adecuado que te hacía rozar tu clítoris contra el suave vello rubio sobre su pelvis. Toda esta situación era mucho para vos, realmente mucho después de haber alcanzado el clímax dos veces, pero no paraste incluso cuando algunas lágrimas comenzaron a salir de tus ojos, escurriéndose por tus mejillas, siendo resaltadas por la suave luz del sol golpeando tu cara.
Su polla se sentía tan bien dentro tuyo, te llenaba de una manera exquisita. La punta de su miembro se curvaba contra tus paredes y rozaba perfectamente ese punto dentro tuyo. Gemiste y jadeaste ante tal estímulo mientras mordisqueabas distraídamente su cuello y clavículas y gemías su nombre en su oído.
Una de sus manos subió hasta uno de tus pechos, tomándolo en su boca, chupándolo y besándolo vorazmente mientras que la otra estimulaba tu clítoris con velocidad.
Lo montaste vigorosamente mientras sentías cómo tu tercer orgasmo amenazaba cada vez más con llegar. Tus caderas comenzaron a moverse de forma desincronizada cuando un gemido agudo se escapó de tus labios. Esteban entendió la situación al instante, por lo que tomando tus caderas, salió de tu interior y te volteó nuevamente, un quejido abandonó tus labios ante la falta de estímulo. Sin embargo, Esteban volvió a adentrarse en tu coño apenas terminaste de acomodarte en cuatro, con tus antebrazos apoyados sobre la cama y el culo alto en el aire, dándole una vista asombrosa a su parecer, lo cual lo incentivó a mover sus caderas de una forma lenta y seductora, sin embargo golpeando justo el punto adecuado.
"Amor! Por dios!", gritaste contra la almohada, saliva escapándose de tu boca hacia la sábana, tu clímax cada vez más cerca, "Por favor, que rico, seguí, seguí, justo ahí." lloriqueaste de placer, tu respiración agitada "M-mas fue-fuerte." dijiste fuera de si.
Te desmoronaste debajo suyo apenas treinta segundos después, temblando, colapsando sobre el colchón y apretando las sábanas en tus puños como buscando que eso te salve de la sensación tan abrumadoramente satisfactoria, tu espalda todavía arqueada para mantenerlo adentro tuyo. Él acarició tu espalda, suavizando sus estocadas mientras sentía cómo lo apretabas tan, tan fuerte.
"Amor", murmuraste después de un minuto, incorporándote un poco, luciendo completamente agotada.
"¿Listo?" preguntó, sacando su miembro de adentro tuyo a punto de ayudarte a levantar.
Negaste, girando tu cuerpo, quedando ahora boca arriba y volviste a abrir tus piernas, sabías que todavía faltaba él.
"Acabá", le dijiste mientras guiabas su polla hacia tu entrada una vez más, apretándote alrededor suyo y sonriendo maliciosamente cuando sus ojos se cerraron con fuerza ante la sensación. "Porfi, quiero que acabes antes de que vayamos a desayunar."
Él no esperó ni una palabra más y te sacudió fácilmente de arriba hacia abajo, penetrándote con intensidad, buscando su propia liberación y vos seguiste el ritmo felizmente, apretando tus paredes cada vez que se empujaba dentro tuyo, exprimiéndolo. Miraste ensimismada sus músculos tensándose y emitiste pequeños sonidos ante la sobreestimulación, llorando de placer y aferrándote a sus brazos, rasguñando los mismos.
Cuando él llegó al clímax, gemiste como si hubieras acabado de nuevo, inclinando la cabeza hacia atrás mientras sentías su cuerpo desplomarse encima del tuyo durante unos segundos.
"¿Eso era lo que querías?" preguntó con su respiración agitada, tus dedos acariciando sus claros cabellos mientras él presionaba suaves besos en tu mejilla.
"Mhmm."
"Dios, te extrañé tanto, preciosa", dijo incorporándose, saliendo de tu interior con delicadeza y presionando un beso en tus labios.
"Mhmm", repetiste, tus ojos estaban cerrados y tenías una sonrisa pintada en la cara. Esteban se rió por lo bajo, acomodando los cabellos que estaban en tu rostro detrás de tu oreja.
"¿Quieres ir a bañarte mientras hago el desayuno?" dijo acariciando tu mejilla con tanto amor que pensaste que podías derretirte ahí mismo. Consideraste la oferta, pero terminaste negando con la cabeza. "Bañemonos y después hacemos juntos el desayuno", dijiste mirándolo a los ojos. Esteban entendió enseguida a lo que te referías y depositó un beso en tu nariz.
"Bueno, vamos a bañarnos, el desayuno puede esperar."
345 notes · View notes