Tumgik
#ay mi nariz
orangebratz · 1 year
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Here is Kirstee and Kaycee fighting over the Kaycee doll, trying to massage the doll's broken nose! Wanted to make a meme/edit of the Tweevils fighting over the Kaycee doll from the new Bratz Tweevils Special Edition 2-Pack! In the original video, they are fighting over a "Boobie" doll.
Here is the Amazon link for the new Tweevils 2-Pack!:
https://www.amazon.com/dp/B0B91BQP75/ref=cm_sw_r_as_gl_api_gl_i_J147TJ2QBAQ2T9XWMEMP?linkCode=ml1&tag=069702b-20 
(Español): Kirstee y Kaycee se pelean por la muñeca Kaycee e intentan masajearle la nariz rota. Quería hacer un meme/edición de las Gemalas/Gememalas peleándose por la muñeca Kaycee del nuevo pack de 2 Bratz Tweevils Edición Especial. En el vídeo original, se pelean por una muñeca llamada "Boobie", una parodia de Barbie.   
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manulovespeguins · 2 months
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Capitulo 9: "Puente de estrellas"
Aixa estaba con los ojos abiertos de par en par, caminábamos por los pasillos adornados con guirnaldas y carteles, los puestos no me generaban mucho interés, realmente todo esto me parecía tonto. Aun así intentaba distraerme, ni si quiera me esforzaba, no es que no quiera encontrarlo pero… ¿Por que insistir en algo que esta roto? Ese verano ya paso y el Marcos que ya conocía probablemente murió, creció, consiguió novia… No lo se, pero aunque me cueste admitirlo mi corazón aun…. {Hola! Soy Jose, estudio astronomía, te invito a pasar al salón que vamos a proyectar una exposición sobre cuerpos celestes y…} realmente no supe como reaccionar, costo entender que ella me estaba hablando {Dale, pasa que nadie vino todavía, nomas hay una persona dentro} me despabile, estaba muy concentrado en el hecho de no poder concentrarme y… {Emm, bueno ¿Viste para donde se fue la chica con la que yo estaba?} la cara de la estudiante de astronomía pareció encenderse como una estrella {Pasa por favor, yo te la busco}me sonrió y salio corriendo a través del pasillo.
La puerta de madera estaba decorada con estrellas brillantes de goma eva, pase lentamente y el cuarto estaba en oscuridad absoluta, una pequeña luz blanca me permitió ingresar y sentarme en una de las mantas. Cerca de mi había un chico (o eso parecía) acostado, tapado por la capucha de su buzo. Luces de colores comenzaron a brillar en el cielorrazo de la habitación, las luces formaban constelaciones, una voz narraba cada nombre y su historia. La mayoría narraba periplos y tragedias de guerreros griegos, creo que tan solo los seres humanos podríamos encontrar tristeza en algo tan hermoso como el brillar de los astros, aunque por un lado pienso que es así ya que es una dulce melancolía que nunca podemos controlar, nunca capturaremos la belleza de una estrella. {Esta leyenda japonesa narra la historia de las estrellas Vega y Altair, o según la leyenda: Orihime y Hikoboshi, los cuales eran amantes inseparables que se perdieron en en su amor, olvidando sus tareas divinas, por lo cual Tentei (el dios del universo) y padre de Orihime, los condeno a convertirse en estrellas separadas.
Orihime logro entonces conmover a su padre, mostrandole una lagrima azul, por lo cual este les permitió verse una vez al año, para ello teniendo que cruzar un puente a través de la vía láctea. Este puente solo se abre en un momento del año, las estrellas Altair y Vega parecen estar separadas, pero nada mas alejado de la realidad ya que significa que Orihime se encontró con su esposo. El cosmos es basto y plagado de misterios, pero si acaso hay un misterio que los hombres que jamas pudimos resolver es el del amor que cruza galaxias enteras, y que a pesar de la tragedia, se vuelve a reencontrar. Desde el equipo de orientación queremos dejarles una pregunta a ustedes… ¿Lograron encontrar a su hikoboshi? Muchas gracias por participar de esta experiencia audiovisual, ahora pueden abandonar la sala y …}Esta es una historia que yo conozco, aunque es la primera vez que la escucho. Lamentablemente es solo eso, el puente a través de la galaxia no existe. Marcos, Hikobosi, somos dos estrellas muy lejanas que brillan muy diferente ahora. Mientras me levanto veo como las luces van prendiéndose poco a poco, el chico del buzo sigue en el piso… parece que esta llorando, se levanta poco a poco {Ay que vergüenza la puta madre} dice mientras se limpia las lagrimas, refregándose los ojos. El quería dejar de llorar y no podía {Ey… no pasa nada, es una historia muy linda} me acerco y cuando estoy muy cerca de tocarle el hombro logro notar como un mechón rubio surge de la capucha, era un rulo dorado y perfecto… Lo tome del hombro y le corrí la capucha hacia atrás, de manera lenta para que el no lo notara, entonces el miro hacia arriba… Marcos me miro con sus ojos verdes que parecían esmeraldas que brillaban, titilaban como estrellas. El era tal como lo recordaba, su cara, su pelo, su nariz… No dijimos nada, no había forma de escapar, yo estaba clavado al suelo y mi corazón corría a mil por hora. Sus ojos miraban los míos, yo los suyos. Sentí como una selva se encendía en llamas a la distancia, como un desierto era asotado por un torrencial, como un rio brotaba repleto de agua, por un segundo sentí que estábamos en el fortín, que todo estaba bien y que el me besaba con sus dulces y fríos labios… Nuestro puente de estrellas estaba aquí y mi Hikoboshi...digo, Marcos estaba aquí, paralizado frente a mi.
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xiaodouzi100508 · 4 months
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Un día en el equipo de grabación (Parte de papá)
Texto – Medianoche.
Después de que Xiao Zhan terminó de filmar, trajo a Suo'er de regreso a Beijing y, Wang Yibo se fue a Shanghái a rodar una película después del roadshow.
Como no se habían visto en mucho tiempo, Xiao Zhan y Wang Yibo se extrañaban muchísimo. Suo'er pensaba a menudo en su padre, por lo que Xiao Zhan tomó la decisión de tomar al pequeño bollo a Shanghái para visitar el equipo de filmación.
El equipo hizo un buen trabajo manteniendo las cosas en secreto. Ni siquiera las imágenes de los paparazzi se filtraron. Xiao Zhan se sintió aliviado y saludó a Lele con anticipación, sin decírselo a Wang Yibo todavía para darle una sorpresa.
"¿Papá?" Xiao Zhan envolvió fuertemente a Suo'er y lo sostuvo en sus brazos, revelando dos grandes ojos.
"Papá todavía está filmando. ¿Qué tal si vamos al salón a esperarlo y darle una sorpresa? Papá ni siquiera sabe que Suosuo está aquí para verlo".
"Está bien ~" Suo'er no podía estirar sus manitas, por lo que solo podía sacudir los pies y levantar la cabecita para expresar su felicidad, "Papá ~ Papá ~"
Wang Yibo estaba rodando un drama republicano, sus ropas eran relativamente sencillas, e incluso su ropa estaba envejecida a propósito y tenía algo de polvo, lo que también estaba pensado para la trama.
La escena de la mañana terminó relativamente temprano. Wang Yibo planeaba regresar al salón para llamar a Xiao Zhan, mostrarle su rostro deshonrado y ser un poco coqueto.
Inesperadamente, cuando abrió la puerta, vio a Xiao Zhan sosteniendo a Suo'er sentado frente al espejo de maquillaje, y al pequeño bollo que se veía bonito frente al espejo.
"¿Baobao?"
Suo'er vio primero a Wang Yibo en el espejo, alzo alegremente ambos brazos y le saludo: "¡Papá!".
Wang Yibo dio dos pasos rápidos, sostuvo a Suo'er en sus brazos, bajó la cabeza y besó a Xiao Zhan antes de que pudiera levantarse.
"Mi hijo te extraña", sonrió Xiao Zhan, "Yo también te extraño".
"Lo sé" Wang Yibo tocó la punta de la nariz de su amante, sin olvidar besar la carita de Suo'er, "¿Cuánto tiempo llevas esperando a papá?"
"Un ratito~" Suo’er se agarró los dedos y se dio cuenta de que realmente no sabía contar, sonrió tímidamente y puso la mano en la cara de Wang Yibo, "¡Echo de menos a papá!".
"Papi también echa de menos a Suo'er, ¿has escuchado a papi en casa?".
"¡Si! ¡Bebé y papá duermen juntos!"
"Tsk." Wang Yibo pellizcó la cara de Suo'er, "Estás tomando el lugar de papá, ¿no?".
"¡Papá no está!"
"¡Eso no está bien!"
"¡Ay Wang Yibo!" Xiao Zhan no podía escuchar, "¡No hagas ruido!"
"Oh ..." Wang Yibo frunció los labios, miró a Xiao Zhan con entusiasmo, señaló su rostro y dijo: "Mira lo miserable que soy. ¡Varias personas me golpearon y rodé por el suelo varias veces!"
"¡Hay gente mala!", Preguntó Suo'er con ansiedad, "¿Por qué están peleando?"
Xiao Zhan miró al padre y al hijo con una sonrisa burlona, Wang Yibo no supo vender su miseria y fue cortado por su hijo.
"Eh... Papá estaba filmando, no realmente siendo golpeado".
Suo'er asintió, luego miró la ropa de Wang Yibo con una expresión de disgusto, "Umm... ¡Papá está sucio!" Después de decir eso, extendió la mano hacia Xiao Zhan para abrazarlo.
"¡Mocoso!", Wang Yibo pellizcó la nariz de Suo'er, "Deja que el tío Lele te lleve a comprar algo delicioso, ¿si? Papá hablará con papi un rato".
"¿No puede escuchar el bebé?" Suo'er miró a Xiao Zhan y comenzó a hacer pucheros, "Papi~"
"Suo’er, ¿no quieres comer bollos? ¡Hay bollos cerca de aquí que es muy delicioso!", Wang Yibo tentó a Suo'er, y el pequeño se sintió realmente tentado, "¡Come! ¡Papá también comerá!"
"De acuerdo, entonces el bebé irá a comprárselo a papá para que se lo coma, ¿si?" Xiao Zhan besó la carita de Suo'er, "Ve con el tío Lele, ¿de acuerdo?".
"Está bien~"
Tumblr media
Lele abrazó obedientemente a Suo'er y se encontró con la protagonista femenina en el camino.
La protagonista femenina es la compañera de Xiao Zhan en el último drama y conoció a Suo'er antes.
"¿Está Suosuo aquí? ¿Dónde está tu papi?", Preguntó la protagonista femenina con una sonrisa mientras sostenía la pequeña mano de Suo'er.
"¡Con papá! Bebé… bebé va a comprar pan~"
"Estos dos son muy buenos para dejar que los niños salgan a comprar cosas" La protagonista femenina bromeó con una sonrisa y Lele se encogió de hombros: "No se puede evitar, ha pasado demasiado tiempo, está bien que esté aquí".
"Entonces yo también iré. Justo a tiempo para comprar juguetes para Suosuo, nadie está filmando por aquí" La protagonista femenina apretó suavemente el bracito de Suo'er, "¿Está bien, bebé? ¿Puede la tía comprarte algo divertido?"
"Gracias, tía~" Suo'er le sonrió a la protagonista, mostrando sus dientes sin dudarlo.
"De nada bebé, eres tan bueno".
Cuando Suo'er regresó, el brazo de Wang Yibo todavía estaba en la cintura de Xiao Zhan. Suo'er sostenía un bollo en una mano y un juguete en la otra, "¡Papá! ¡Papá! ¡El bebé ha vuelto!"
"Wow, eso es genial." Xiao Zhan le quitó la mano a Wang Yibo, rápidamente levantó a Suo'er, miró el cochecito que tenía en la mano y preguntó: "¿El tío Lele le compró esto a Suo'er?"
"¡No, fue la tía!"
"¿Qué tía?"
"Li laoshi", dijo Lele, "la encontré en el camino".
"Entonces invitémosla a comer", Xiao Zhan se volvió hacia Wang Yibo y le pidió.
"Está bien."
"¿El bebé le dio las gracias a la tía?"
Suo'er asintió, "Sí ~"
"Muy bien" Xiao Zhan abrazó a Suo'er y se sentó en el sofá, "¿Veamos qué comida deliciosa compró el bebé?"
"¡Cuernos!" Suo'er mostró con orgullo los resultados, "También hay fresas~"
Wang Yibo sonrió, normalmente se los compraba a Xiao Zhan, pero no esperaba que Suo'er todavía los recordara.
Ya era casi la hora, "¿Suo'er? Papá va a trabajar” Wang Yibo atrajo la atención de Suo'er. El pequeño bollo de hecho se dejó engañar y miró a Wang Yibo con ansiedad.
"Vamos, dame un beso" Wang Yibo puso su rostro frente a Xiao Zhan, y Xiao Zhan lo besó sin decir nada. Cuando llegó a Suo'er, el pequeño bollo dudó.
"Vaya, papá está tan sucio, ¿Suo’er no besará a papá? Que triste".
"No…" Suo'er rápidamente rodeó el cuello de Wang Yibo con sus brazos y le dio un gran beso, "¡Amo a papá!"
Wang Yibo sonrió y dijo: "Sé bueno".
Tumblr media
Por la noche, después de que Wang Yibo se duchara, tan pronto como levantó la colcha, una pequeña bola de masa rodó en sus brazos y dijo: "¡Abrazo a papá!".
"¿No te importa que papá esté sucio?" Wang Yibo abrazó a Suo'er y a Xiao Zhan y les dio un beso en la frente.
"¡Papá huele bien!" Suo'er giró su trasero y subió, besó la barbilla del Wang Yibo, luego se dio la vuelta y besó la de Xiao Zhan, "¡Papi también huele bien!"
"Está bien~" Xiao Zhan le devolvió el abrazo a Wang Yibo, "Entonces tengamos un dulce sueño".
"¡Bien!"
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suntomyflower · 6 months
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Ay bebe …
Como todo se jodio …
No sabes cuanto deseo cambiar el pasado. No sabes cuanto deseo poder arreglar esto, pero veo que tu corazón no me pertenece.
Entiendo que tus labios serán de otra. Que tu mirada de amor es para otra. Duele que esa nariz que tanto me encantaba besar ya no es mío. Uff morderte el montón. Jugar con tu barba. Cerrar mis ojos y rozar mi cara con la tuya.
Voy a extrañar todo de ti … ya extraño todo de ti pero no te sientes igual. No me amas igual. Nos hicimos tanto daño. Jodimos un amor puro.
En otra vida bebe …
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eliocasale · 8 months
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Drama en la página 90
EXT. DÍA. Sentada en el banco de una plaza vemos a LOLA. Impaciente, ve el reloj; luego mira a su derecha y a su izquierda. Se muerde una uña. Espera a VICENTE.
LOLA ¿No va a venir, verdad?
LOLA se queda viendo hacia adelante.
LOLA ¡Pssst! ¡Epa! ¡Estoy hablando contigo!
LOLA se agacha, agarra un palito que está en el suelo y lo lanza hacia adelante.
ESCRITOR (sobándose la nariz) ¡Ay, coño de la madre! ¿Pero bueno chica, tú te volviste loca? ¡Casi me vacías un ojo!
LOLA (sarcástica) ¡Caramba, caramba! ¡Hasta que el señor escritor se dignó a prestarle atención a su protagonista!
ESCRITOR ¿Qué pasó, Lola? El tonito retrechero está de más, ¿oíste?
LOLA (molesta) ¿Que qué pasó? ¡Es Vicente! Son las 5:30 y no ha llegado. Desde hace unos buenos cinco capítulos vienes generando expectativa sobre nuestro encuentro en esta misma plaza. ¡Y ahora Vicente no aparece! Me va a embarcar, ¿verdad? ¡Estoy segura que me va a embarcar!
ESCRITOR No sé, no puedo decirte.
LOLA Tú eres un narrador omnisciente, ¡claro que puedes decirme!
ESCRITOR ¡Ay sí, mírala a ella! ¡Nos salió estudiada la muchacha!
LOLA ¡Mira, desgraciado, no me vengas con tonitos tú ahora! Te recuerdo que tú me creaste así. ¿O tengo que recordarte acaso lo que pusiste en la página 2? No, no hace falta que la busques, yo me lo sé de memoria: "Lola Quesada, graduada de Letras, profesional, exitosa, independiente". Esta es la descripción que pusiste en el mismísimo primer párrafo donde aparezco. ¡No vengas a ahora a reclamarme por que sepa lo que es un narrador omnisciente!
ESCRITOR Está bien, perdóname, Lola. Tienes razón, no debí burlarme.
LOLA Vamos, revisa tus apuntes, pues. La libretica esa donde anotas todo. Busca dónde puede estar Vicente.
Pausa larga. Por unos segundos LOLA sigue viendo hacia adelante, impaciente. Vuelve a ver el reloj.
LOLA (molesta) ¡Claro, ignórame, ignora a la pendeja de Lola! ¡Desde que comenzaste esta historia sabía que ibas a tomar el lado de Vicente!
ESCRITOR ¡Ya va, coño, cálmate! Estoy preguntándole a Vicente por qué no ha aparecido en esta escena.
LOLA ¡¿Vicente?! ¿Estás hablando con él?
ESCRITOR Claro, lo tengo aquí en mi cabeza. Puedo hablar con él cuando quiera.
LOLA (dirigiéndose a Vicente) ¡Vamos, aparece, cobarde!
Repentinamente cae VICENTE desde el cielo, aterrizando aparatosamente sobre el banco, al lado de LOLA.
VICENTE (Hablando al escritor) Coño, mi pana, has podido ser un poquito más sutil con la entrada, ¡casi me rompes la espalda!
ESCRITOR (ignorándolo) Ajá, pues. Ahí lo tienes, Lola. Vicente Romero. Todo tuyo.
LOLA ¡Vaya, vaya, Vicente! ¡5:45 de la tarde! ¿Estas son horas de aparecer? ¿Una hora y pico más tarde? ¡Bien bonito! Esto es una falta de respeto. No solo conmigo; con el lector y con la trama.
VICENTE mantiene la vista en el horizonte, ignorando los reclamos de LOLA.
LOLA (exasperada) ¡Habla, pues! ¡No tengo todo el día!
ESCRITOR Habla, Vicente.
VICENTE No. No quiero.
ESCRITOR Vamos, Vicente, vamos; que los lectores están esperando.
VICENTE No. No me da la gana.
ESCRITOR Ya te metí en la escena, Vicente. Este es el clímax. Necesito cerrar este segundo acto, ya me está quedando bastante largo.
VICENTE ¿No puedes esperar un poco? ¿Meter otro capitulito ahí de esa narrativa tuya que marea pero que no avanza mucho?
ESCRITOR (molesto) No, señor. Usted habla cuando yo lo diga. Si meto otro capítulo el editor me mata. Y ya a estas alturas me está dando miedo que a los lectores les dé por cerrar el libro.
LOLA (exasperada) ¡Habla pues, cobarde! ¡Tienes ya dos capítulos amenazando con revelar EL secreto! ¡Termina de hablar!
VICENTE No puedo. Debo tener amnesia. Debe haber sido el coñazo al caer sobre el banco.
LOLA No joda, qué decepción. Aparte de cobarde, clichoso. (dirigiéndose al escritor) ¡Me habías prometido que en esta obra tendrías personajes valientes, decididos, con coraje!
LOLA salta de la página y se empieza a alejarse.
ESCRITOR ¡Lola! ¡Lola Quesada! ¡Hazme el favor y regresa, ya mismo!
LOLA (su voz se oye a lo lejos) Si quieres que regrese, elimínalo. Sácalo de la obra. Mátalo, desáparecelo, secuéstralo, haz lo que tu quieras. Pero o es él o soy yo. Si Vicente sigue ahí, yo me voy.
Rezongando en voz ininteligible, el ESCRITOR presiona unas teclas en secuencia, y termina pulsando Enter con un gesto dramático.
ESCRITOR Listo. Borrado Vicente. ¿Contenta?
LOLA (Saltando de nuevo a la página) Gracias. ¿Y ahora?
ESCRITOR Ah, no lo sé, improvisa. Vicente era el que sabía el desenlace.
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hauscrashburn · 1 year
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I feel like we're missing a real opportunity in the Nashuri fandom to use Juan Luis Guerra's Burbujas de Amor (i've got a fic WIP but its too dark for this tontuelo song)
Tengo un corazón I have a heart Mutilado de esperanza y de razón mutilated of (lacking) hope and illusion Tengo un corazón que madruga donde quiera i have a heart that wakes (gets) up wherever it wants ¡ay ay ay ay ay!
Este corazón this heart se desnuda de impaciencia get naked of inpatience Ante tu voz, before (in the presence of) your voice Pobre corazón poor (pity) heart Que no atrapa su cordura that cannot trap (get) its sanity
Quisiera ser un pez I would like to be a fish (I wish I would be a fish) Para tocar mi nariz en tu pecera to touch my nose in your fishbowl (1) Y hacer burbujas de amor por dondequiera, ohhhh and make loves bubbles wherever I want, ohhhh Pasar la noche en vela spend the night awake (to have a sleepless night) Mojado en ti wet in you (wet of you, wet with you) (2)
Un pez a fish Para bordar de corales tu cintura to embroider with corals your waist Y hacer siluetas de amor bajo la luna, ohhhh and to make love silouettes under the moon Saciar esta locura to satisfy this madness Mojado en ti wet in you
Canta corazón sing heart con un ancla imprescindible de ilusión with an indispensable anchor of illusion Sueña corazón dream heart No te nubles de amargura, ay ay ay ay ay do not get clouded by bitterness, ay, ay, ay
Y este corazón and this heart se desnuda de impaciencia get naked of inpatience Ante tu voz, before your voice Pobre corazón poor heart Que no atrapa su cordura that cannot trap its sanity
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paulcabins · 11 months
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Ataque con misiles en cielos yucatecos.
Estaba en la calle frente al Palacio Municipal de mi ciudad, había un gran evento con mucha gente obviamente (para los que viven en Valladolid, imagínense que fue el Domingo de Carnaval o el Simulacro de la Primera Chispa), aunque no recuerdo el motivo, solo sé que en un momento dado volteé a ver al cielo nocturno, dirigiéndome mi mirada al norte cuando veo aparecer tres luces en formación triangular; “OVNIs” pienso enseguida, y en eso volteó hacia el otro lado del cielo, encima del Palacio Municipal: otra luz avanzando, esta vez en solitaria. Las luces de uno y otro lado se van acercando cada vez más y más hasta que chocan formando una explosión no tan espectacular. No sé cómo me entero (de hecho, es algo que noté esta mañana: no tenía a la mano un celular en el sueño) pero de inmediato supe que esas luces en realidad eran misiles nucleares, la tríada eran de Corea del Norte y la solitaria de Estados Unidos. Se había interceptado un ataque justo arriba de mi tranquila ciudad.
Curiosamente -al final de cuentas, así son los sueños- no hubo ni la más mínima turbación entre la gente, se estaban divirtiendo como si nada. Corte a: estoy ahora en la dulcería y taquilla de una sala de cine, junto a mi madre, y la película a pasarse era Spider-Man: Across the Spider-Verse. Noté que ese cine está justo frente al Parque Principal de mi ciudad, del otro lado de donde estaba (en la vida real, el local es una tienda de artesanías) y que estaba hablando con mi madre sobre los misiles nucleares que estallaron justo encima de nosotros. Salimos del cine y todavía había mucha gente, e insisto, no había ni el menor rasgo de preocupación en las caras muy a pesar de que evidentemente estábamos ya en los inicios de la Tercera Guerra Mundial. Pasamos por la Iglesia Parroquial y había igual mucha gente por algún acto religioso, aunque olvidé si por adoración al Santísimo Sacramento o confesiones, y en eso mi madre me dice que quiere estar un rato en la iglesia, a lo que yo le acompaño. Curiosamente, esos actos sacros no tenían nada que ver con los ataques mencionados.
En eso me desperté, la idea de haber sido testigo de un embate con misiles en la estratósfera visto desde mi ciudad me dio tanto pavor que desperté con muchos nervios, tantos que en serio temí si eso no me iba a provocar diabetes por el susto. Pensaba prender la tele para calmarme, pero me ganó la dormida y sueño está vez con una segunda parte.
Era de noche, estaba en la sala de mi casa y en medio habían puesto una mesa plegable, había varias personas pero solo identifiqué a mis padres y a mi hermano mayor, no pude saber si estaba mi hermanito, mis cuñadas o mi sobrina, solo recuerdo que habían dejado la tele prendida y la luz del cuarto de mis padres y que íbamos a cenar allá, en la sala; me dieron unas empanadas cuando en eso a través de la gran ventana que da a la calle observo las mismas luces y las mismas explosiones de hace rato, enterándome también que otra vez están interceptando misiles norcoreanos en los cielos yucatecos. “La Batalla de Valladolid” pienso yo, cuando en eso pude observar justo arriba de mi casa (estando todavía adentro de la sala, ya saben lo incoherentes que suelen ser los sueños) que un avión es atacado y su parte delantera cae encima de la cochera del vecino de enfrente, sin destruirlo (total, la nariz del avión ni tan grande era). Y en eso me vuelvo a despertar, igual con pavor y un ligero dolor en la espalda, creo que a la altura del hígado, “ay no, un sueño tan feo me provocará diabetes” pensé, pero aunque un poco más tardío, logro dormir bien hasta que la alarma me despertó en definitiva para ir al trabajo.
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isivvywritting · 11 months
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Arte pa' tus ojos (historia chilena) Parte 1 1/2
Williams ríe estruendosamente ante alguno de los comentarios de sus amigos, aunque a ese punto no recuerda ni de cual. Su celular vibra en su bolsillo.
-Ay perdón, debe ser el Uber- Saca el celular y contesta la llamada- ¿Aló? ¿Cómo? ¿Cómo que no puede pasar para acá? ¿¡Una marcha!? No, no, pero no puede tratar de-- Ya…si no se preocupe, yo voy- Cuelga la llamada y mira a sus amigos con las cejas alzadas y una expresión de desagrado que nunca se daba el trabajo de ocultar- Les juro que si no hubiese pagado el Uber Black lo hubiese mandado a la punta del cerro- Trinidad, una de sus mejores amigas, ríe entre dientes.
-Ay Williams, ¿Qué pasó?
-El conductor dijo que no podía pasar para acá con el auto porque parece que había una marcha.
-Uh amigo ten cuidado, siempre andan esos flaites peleando con carabineros y rompiendo todo.
-Ay Trini no seas así, ya me asustaste- Su mirada pasa por sus dos amigos más grandes- ¿No me pueden acompañar?- Ellos miran a Will con escepticismo- ¡Ya po’! Oye Borja si fue por ti que vinimos a Baquedano al menos acompáñame al uber- Borja lo mira con una ceja arriba y niega la cabeza con exagerados manerismos.
-No niño, vinimos para celebrar MI cumple así que hago lo que quiero hoy día y ni loco me meto en una marcha.
-Uy pero por qué tenía que ser acá.
-Vi el bar en tik tok y estaba bueno, ya apresúrate que ya debe haber llegado el Uber- Williams se levanta de la mesa con un semi puchero, Trinidad lo mira con preocupación.
-Avisa cuando subas al Uber- Will asiente, toma sus cosas y comienza a caminar calle abajo.
Desde una cuadra antes se sentía el aroma a humo, el ruido, y el ardor en la nariz y los ojos provocados por las lacrimógenas, intenta aguantar la respiración e ingresa al sector a un lado de la plaza caminando rápido, aunque no puede evitar detenerse del impacto al ver un grupo de encapuchados lanzando piedras y botellas encendidas a los vehículos policiales, y la gente corriendo de los fuertes chorros de agua y de la policía antidisturbios.
Comienza a semi correr por la vereda intentando esquivar todo y a todos, pero los nervios le terminan ganando y ya no se esfuerza en mantener la calma, corre con velocidad, ya no miraba nada más que el final del camino, esperando poder llegar pronto. En ese momento siente un fuerte y duro golpe al costado del cuerpo que lo hace caer contra la cortina metálica de un negocio, apenas puede reaccionar, pero escucha la voz de un chico entre el ruido y el latido de su corazón que resonaba en sus oídos.
-¡Paco conchetumare’! ¡Sale de acá perro culiao!- Levanta la mirada y ve a un encapuchado sin polera amenazando con una gran roca al policía que lo había empujado con el escudo, a él se une un grupo que alejan al policía de Will- ¡Vira pa allá si no queri que te saque la chucha conchetumare’!- El grupo se dispersa y el chico que lo había defendido lo mira en el suelo- Levántate po’ weón, qué andai mirando- Will asiente nervioso y se levanta, se queda un momento de pie mirando al chico-¿Qué?
-Eh…nada, gracias.
-Pa’ eso estamos compadre- Will se dispone a seguir su camino cuando escucha a una chica gritar desde un grupo cercano a ellos.
-¡Cuidao’ con el guanaco!- Si no fuese por la mano que lo toma fuertemente por el brazo y lo empuja a un callejón, Williams no habría podido reaccionar y hubiese sido golpeado por el chorro de agua. Cuando se da cuenta de lo que acababa de pasar, se da cuenta también de la mano que aún lo sostiene por el brazo con fuerza y del sudoroso y descubierto torso que lo tiene acorralado contra una pared, sus mejillas se sonrojan ligeramente cuando mira hacia arriba y se encuentra con los ojos del hombre tras la capucha. Lo escucha reír bajo.
-No eri muy vivito, ah- Williams lo mira ofendido.
-Yo no ando metido en estas cosas po’
-Obvio que no, hay que mirarte no ma’, ¿Que andai haciendo entonces?
-Tengo que llegar a la calle de más abajo y tengo que pasar por acá porque tienen las otras calles cortadas.
-¿Andai solo? ¿No teni amigos?
-No quisieron arriesgarse a venir.
-Tshaa, con esos amigos…- Lo suelta del brazo pero le da un ligero golpe en el lugar- Oe’ yo te puedo acompañar, no te preocupi’
-¿En serio?
-Obvio po’- Se da dos exagerados golpes en el pecho- Guardia- Will ríe bajo.
-¿Guardaespaldas?
-La misma wea, vamo’- Hace como que recarga un arma imaginaria y avanza al lado de Will por la acera- ¿Cómo se llama mi protegido?- Will da una corta risita.
-Williams, ¿Y mi salvador?
-Bjorn.
-Bjorn, ¿Es nombre de los países bajos?
-Qué sé yo, mi ama lo sacó de una película creo- Llegan a una zona más despejada y bajan la guardia y la velocidad- Williams, y…¿Te dicen así o hay algo más corto? ¿Willy? Como el de la película de los chocolates.
-¿El de la…- Will ríe cálidamente cubriéndose la boca con la parte trasera de la mano- Will, prefiero Will, la verdad.
-¿Sí?- Will le sonríe- Wena. Mi nombre es cortito así que no hay pa' qué cortarlo más...aunque si me queri' decir bebé no me quejo- Will levanta las cejas en sorpresa y lo disimula al escuchar a Bjorn reír- O mi amor más pa adelante, o papito, aunque es medio raro, o--
-O Bjorn- Bjorn ríe airadamente.
-Sí, Bjorn también está bien.
-Oh…parece que ahí está mi Uber- Incluso con la capucha en la cabeza se nota la sorpresa de Bjorn al ver el auto de lujo esperando a Williams. El conductor se ve claramente asustado por la apariencia de Bjorn y baja la ventanilla hasta la mitad mirándolos.
-Wi…¿Williams?- Will levanta la mano.
-Sí, yo- Se acerca al Uber junto a Bjorn y lo mira con una, un poco vergonzosa, sonrisa- Bueno, ya me tengo que ir, muchas gracias por traerme, y por salvarme, obvio- Él solo asiente. Will se va a comenzar a subir al auto pero Bjorn lo toma del brazo antes.
-Oe', espera - Suelta a Will quien lo mira expectante- Eh, pucha discúlpame lo lanzao' ah, pero ¿Tení wassah'? Es que eri el medio mino y pareci super tela igual tonces no sé po', si queri salir a tomarnos una chelita, comernos un completito, conozco las medias picaas te lo juro, vai a quedar loco con la comía…y conmigo igual po', pa qué- Ríe airada y cortamente ante su propio chiste.
El corazón de Williams late con velocidad, era la primera vez en su vida que alguien le había pedido su número. Pero de pronto piensa en sus amigos, en su familia, y en qué pensarían si supieran de Bjorn, después de todo era un encapuchado del que el olor a desodorante en spray barato aún tenía prendido en la ropa desde aquel corto acercamiento. Mira ligeramente al conductor notando sus cejas alzadas y el ligero movimiento de lado a lado de su cabeza, como diciendo "dónde se está yendo esta juventud" o "menuda mala influencia para el chico, qué indecencia" o quizás esas sólo eran las voces de su familia resonando en su cabeza con comentarios ya hechos sobre otras relaciones, si eso decían de otras personas qué dirían si él saliera a comer con un "roto" como Bjorn.
-Está bien que hablemos un poco por educación y por gratitud pero ¿Por qué no te sacas la polera con hoyos de la cabeza y el olor a granja del cuerpo antes de creer que puedes tener algo con alguien como yo?- Bjorn retrocede unos pasos con el ceño fruncido.
-Oe qué wea, ¿Qué chucha te pasa Williams? Puta la wea que creí que erai diferente al resto, cuico culiao mal educao, olor a granja po', eri como el pico rusio culiao, no volvai a salir de tu cueva Willy Wonka y la conchetumare- Will se sube al Uber y este parte con velocidad- ¡Por esa wea tus amigos te dejan sólo, DOBLE CARA CULIAO!- Will mira por la ventanilla hacía atrás y ve a Bjorn levantando el dedo del medio en su dirección.
Williams suspira sintiendo el arrepentimiento y la culpa en lo profundo de su ser, saca el celular y envía un mensaje a su grupo de amigos.
“-Ya me subí al uber.
Trini: Que buenaa, a mí mi papi me vino a buscar en el auto así que ya voy llegando a la casa 😜
Borja: Yo me junté con el Leo pa ir a tomar.
 -Yaa, tengan cuidado.”
Williams sigue pensando en Bjorn hasta que llega a su casa en Lo Barnechea, cruza el jardín y entra al salón, su mamá le sonríe desde el sofá donde tejía mientras veía televisión.
-¡Williams Nicolás, ¿Qué te trae por acá?!- Will ríe entre dientes, se sienta al lado de su mamá y la abraza apoyando la cabeza en su hombro- Uy mi bebito, que anda amoroso- Abraza a Will cariñosamente mientras le da cortos besos en la frente.
-Pero si yo sieempre soy así.
-Sí sé mi niño- Se quedan así un largo rato y su madre lo mira extrañada- ¿Te pasa algo Will?- Williams levanta la mirada.
-Ah no, no, ¿Por qué?
-No, que no me quiere soltar y subir a su pieza digo yo- Will niega con la cabeza mientras en la televisión empiezan las noticias y se ven imágenes de la marcha por la que había pasado- Ay mira Williams, es por allá donde andabas con los chiquillos.
-Ah sí, debe haber empezado después que me fui seguramente- Se levanta del sofá y se dispone a subir a su habitación pero se detiene al escuchar a su mamá.
-Will, que hueles rico oye, qué es ese perfume, ¿El Paco Rabbane?
-Ah, eh…sí, seguramente- Supiera su madre que como mucho debía ser Axe, y que no parecía querer desprenderse de su ropa.
Sube las escaleras y entra a su habitación, suspira al cerrar la puerta tras de sí. Se acerca a un largo espejo de pie a un lado de las puertas de su closet y se quita la camiseta delante de él, abre la boca en sorpresa al ver el costado de su brazo y de su torso rojos por el golpe que le habían dado, se toca ligeramente las zonas no atreviéndose a presionar más, se mira de frente con un ligero puchero antes de sacar una polera del closet y colocársela, termina de cambiarse de ropa a algo más casual para ir por su casa, pone algo de música y se acuesta sobre la cama mirando al techo, sintiendo el peso de todo lo que había ocurrido ese día, y más que físico, siente el peso de la culpa por haber tratado así a Bjorn, aunque le gustaba pensar que no, debía admitir que era igual que sus padres en ciertos aspectos, le daba mucha importancia al qué dirán y él también tenía sus prejuicios, incluso sintió vergüenza de que el conductor de Uber lo viese hablando con Bjorn. Pero que Bjorn fuese un "flaite" no le daba derecho a tratarlo así, en especial cuando lo había ayudado. Toma su celular y comienza a llamar.
"-¿Hola?
-Hola Trini, ¿Estás en tu casa ya?
-Sí, sí, ya estoy en casita, hace rato.
-¿Estás sola?
-Sí amigo, ¿Pasó algo?
-Aay Trinii me siento super culpablee
-¿Por qué? ¿Qué pasó?
-Siempre me quejo de que estoy soltero, que ni un mino me pesca y cuando uno me pide mi número--
-A veeerrr, ¿Te pidieron tu número? ¿Cómo es eso?
-Pero te cuento porque eres mi mejor amiga no más ah, no le cuentes a nadie más.
-Te lo juro.
-Ya, resulta que el conductor de Uber tenía razón y había la media marcha en la plaza
-Sí, algo ví en la tele.
-Y yo intentaba no ir muy asustado pero pucha al final terminé corriendo lo más pegado a la pared que podía pero parece que por lo mismo un carabinero me confundió con algún flaite- Escucha a Trinidad inspirar profunda y exageradamente en sorpresa.
-¡Te llevaron preso! ¿Me estás llamando desde tu celda?
-¡No! Pero me pegó con el escudo ese plástico y me botó al piso.
-¡Au!
-Sí, todavía tengo todo rojo, pero en fin, en eso llega él.
-¡Uy, él!
-Lo escucho como entre la conmoción gritándole puros garabatos al carabinero y…ay no me juzgues Trinidad, si hubieras visto todo desde mis ojos…levanto la mirada y veo a ese hombre, con la polera tapándole la cabeza y el torso brillando al sol, defendiéndome.
-Aaaahhh Williams, pero pero ¿Era flaite flaite?
-Flaite…hablaba flaite, olía flaite- Dice mientras juega inconscientemente con la chaqueta que aún olía a Bjorn entre sus manos- Y me ayudó a llegar hasta el Uber.
-Qué boniiito, servicial el niño ah, y tú igual, yo que tú ni loca me voy con alguien cómo él, discúlpame.
-No si al principio igual me dió cosa pero dije bueno, ya me ayudó una vez.
-¿Cómo se llamaba?
-Bjorn
-Uhh nombre poco común ah, si lo buscas en instagram igual lo encuentras- Will ríe para sí mismo
-No creo que tenga…y tampoco creo que quiera hablar conmigo.
-¿Por qué?
-Cuando llegamos al Uber él me pidió mi número, me dijo que podíamos salir a comer o algo y…ohhh que terrible, weona, me dió cosa porque pensé en qué diría mi familia o incluso ustedes, no tú pero los chiquillos, y le dije que no pero super mal, lo traté pésimo.
-¡Pero Williams! ¿Qué hizo él?
-Se enojó po' , me dijo doble cara y otros insultos más antes de que me fuera en el Uber.
-Pucha Williams, bueno, las cosas pasan por algo--
-Sí, porque soy hueón.
-Yaa pero Will, mira, mañana tengo una fiesta de la pega de mi papá y no quiero ir sola, ven conmigo po' van a haber puros viejos con plata por si te queri sacar las ganas del flaite ese.
-¡Trini!- La escucha reír estruendosamente- Ya oh, ¿Mañana en la noche?
-Sí, te pasamos a buscar en el auto con mi papá, es formal así que arregla ese outfit tempranito que te conozco, eres capaz de estar decidiendo tres horas entre dos camisas blancas iguales- Will ríe entre dientes- Oye oye ¿Qué es eso que escucho de fondo?
-¿Música?
-¿¡Música romántica!? Ay Williams que eri dramático, no hablaron ni por cinco minutos, ya, chao, pon algo más alegre.
-Yaa chao, gracias."
Will deja el celular a un lado un momento y se acuesta sobre la cama, la luz dorada del cielo entraba por su ventana, lo que de alguna manera dramática y muy peliculera para él, lo hacía sentir peor, sube el volumen de la música y se queda por un largo rato con la chaqueta de aquella tarde sobre el pecho, sintiendo de vez en cuando el aroma a Bjorn que no le parecía nada menos que cautivante.
-¡Williams baje a cenar!- Resuena la voz de su madre desde el piso de abajo, Will se pone de pie, apaga la música y sale de su habitación, baja la escalera y entra al comedor, se sienta en la gran mesa vacía frente a su plato, su madre se sienta cerca de él- Mira ah, como la nana anda de vacaciones ya he aprendido a cocinar hartas cosas yo- Will sonríe, feliz por su madre a pesar de ser la tercera vez consecutiva que comían fideos con salsa, Williams mira a su madre cuando se sienta.
-¿Y el papá?
-Ah, está en el estudio, está trabajando, no sé si quiera venir.
-¿Lo voy a buscar?
-Como quieras, lindo- Will se pone de pie y camina hasta la oficina de su padre, toca la puerta un par de veces.
-Pasa pasa- La abre lentamente, su padre lo mira desde el escritorio- Ah Willy no sabía que ya habías vuelto, sinceramente pensé que te ibas a quedar más tiempo allá.
-Ah, sí sí, pero mejor me vine temprano porque había una marcha por ahí y--
-¡Ah, comunistas culiaos, quieren todo gratis los flaites de mierda!
-…La cena está servida- Su papá suspira, echa una mirada a su computador y vuelve a mirar a Williams.
-Tengo que terminar esto, no creo que pueda.
-Bueno- Va a cerrar la puerta cuando vuelve a escuchar la voz de su papá.
-¿Tu mamá hizo fideos de nuevo?- Will asiente- Ojalá que la nana vuelva luego- A pesar de que siente la ira quemándole el pecho, Will solo sonríe y cierra la puerta antes de bajar, sabía que su mamá se estaba esforzando y le enfadaba que su padre nunca quisiera ver más allá de su nariz.
Luego de cenar, se encuentran conversando plácidamente cuando Will recuerda lo que había acordado con Trinidad.
-Ah, mamá, Trini me invitó a una fiesta mañana en la noche, es que tenía que acompañar a su papá a una de su trabajo y para no ir sola y aburrirse me invitó a mí.
-Super pues Will, aproveche su añito libre para salir y disfrutar con sus amigos- Will asiente.
-Me van a pasar a buscar en auto así que todo arreglado.
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naomychan · 2 years
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-TENER 18 ES COMPLICADO -
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- Dios mío con ustedes.... Un día de estos harán que se me derrame la bilis de tanto pinche coraje - menciono un molesto Sur quien estaba frotando sus dedos en el puente de su nariz en busca de aliviar el malestar.
- Lo siento pero tenía que ir... -Una breve pausa- Se que no debí dejar todo a la mera hora pero era muy importante ese trámite, muy a pesar de como me encontraba - Respondió una Nao ronca y en tono algo bajo por el cubrebocas.
- Ay dios mío esto va para largo... - Senig resopla con resignación por el sermón que estaría oyendo por un buen rato.
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( contexto rápido, paso casi una semana de mi cumpleaños jsjsjs 😅 y pues tener 18 me resultó ser un dolor de cabeza por qué hoy tuve que ir a hacer unos trámites, pues bueno fue un desmadre para sintetizar la situación jajaja; mi habilidad para socializar y hablar se fue al demonio.
Me sentía nerviosa, se me revolvió el estómago hacer esto yo sola ;-; ( me mandaron de a soldado a la guerra sin armas jsjs por qué como ya soy "una adulta responsable" este era el primer paso que debía de dar ;-;)
Sumándole que me enferme y me siento de la michichingada (aiudaaa) pero bueno, no quería dejar mi cuenta más inactiva y un pequeño garabato de lo que me imagino que hubiera pasado si Sur me hubiera encontrado regresando a mi casita jsjsjs después de darme a la fuga :'b
@senig-fandom / @senig-art
Cómo fue tu experiencia al hacer estás cosas?? El mío o bueno mi primer intento fue un asco TvT 😭
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you-moveme-kurt · 1 year
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Glee «When the imaginary becomes real»
Noviembre de 2014
-Nunca entenderé porque llega tanta correspondencia a este departamento… —dijo Kurt mientras revisaba todo lo que había sacado de la casilla correspondiente al departamento número 2 en el edificio del centro de Lima. -Ni yo… —agregó Blaine mientras dejaba  la bolsa de la compra en el suelo para buscar las llaves. -¿Seguro?... —preguntó de vuelta su esposo enseñando un par de sobres y unas revistas etiquetadas con el nombre de David Karofsky. -El vivía aquí Kurt, no hay nada que pueda hacer al respecto… —contestó abriendo la puerta para él. -Claro que hay… dile que de su nueva dirección, por ejemplo… —insistió Kurt entrando de mal modo. -Se mudo hace un mes, lo más probable es que… -¿Sabes que?, no quiero saber… no quiero volver a mencionar su nombre, ni tampoco quiero escucharte a ti decirle «Dave»… tan solo arrojare esto a la basura…—agregó tomando todo lo correspondiente al anterior inquilino para tirarlas al contenedor que había en la cocina. -¿No es que botar cartas es un delito federal?… -No… creo  que estas pensando en abrir correspondencia ajena y violar los buzones de correo… la ley no dice nada sobre la correspondencia de ex novios matones y sin cejas… —dijo abriendo el basurero con el pie para arrojar todo, Blaine rió y negó con la cabeza mientras sacaba los abarrotes y los iba ordenando en lo anaqueles correspondientes— ¿te ries de mi Blaine Anderson-Hummel?… -No, por supuesto que no… además, se que solo estás molesto por lo que pasó en el auditorium con Sue…—contestó abriendo el refrigerador para guardar lo perecible. -¡Claro que no!… -Kurt…
-Ay si, es verdad… ¡uy!... ¿¡por que tenia que meterse en nuestra luna de miel!? —exclamó apuntando el sobre dorado y con corazones rotulado como «The Anderhummels» -No sé… creo que lo hizo con buenas intenciones… si lo piensas con detención claro está…—se apresuró en decir  Blaine al ver que su esposo levantaba la ceja inquisidora y abría su ojos más de lo normal— y un fin de semana en Provincetown es mejor que cualquier fin de semana… ¿o no? -Si, no puedo negar eso, pero… vamos… nosotros teníamos agendado una semana en San Francisco con un viaje al valle de Napa incluido… -Aún podemos hacerlo… ¿qué tal si hacemos ambos?, seguimos teniendo la semana completa de vacaciones… -Pero la oíste, ella canceló todas las cosas… -Tal vez deberíamos averiguar si eso es verdad… -Toda la razón… —dijo Kurt tomando su teléfono móvil— primero llamaré al teléfono que aparece en ese sobre, para saber si esas reservaciones son reales… —dijo caminando hacia la nevera donde estaba sujeto el regalo de Sue con un magneto de New York. -¿Cómo no van a ser reales?… —agregó Blaine guardando los últimos productos. -Oye, conocemos a Sue Sylvester, ¿no es así?, tuvo un súper buen gesto con todo el asunto de Santana y su Abuela, pero un gesto bueno, no borra los 5632 malos que ha hecho desde que la conocemos, asi que hare  unas cuantas llamadas partiendo por confirmar si nuestras reservaciones  a San Francisco fueron canceladas y siguiendo por lo de Provincetown, aunque creo que si me contesta Andrew Sullivan me va  a dar algo… —añadió tomando otros papeles que habían sobre la mesa de café y que correspondian al viaje de  luna de miel que Carole y Pam les habían obsequiado— hablaré en la habitación… -Como quieras… oye… ¿Rachel viene a cenar? -¿Por qué? -Porque pensé en hacer unos sandwichs para aprovechar las sobras de pollo que quedaron de ayer… y como ella al parecer no come carne… -No come… pero no, no viene, aún está molesta porque aparentemente, y aclaro de inmediato que no me acuerdo, yo me había comprometido con ella a que cuando fueran nuestras respectivas bodas, ella sería mi «padrino» y yo su «dama de honor», así es que, como eso no paso, ahora tiene depresión o algo…—Blaine arrugó la nariz y su esposo le respondió encogiéndose de hombros como diciendo en silencio «ya sabes, es Rachel»— por lo tanto… haz lo que dijiste, no hay problema… yo haré las llamadas -Ok…—dijo Blaine disponiéndose a  lo que dijera, no sin antes quedarse mirando a su esposo por casi un minuto seguido.
-Ya hable con todo el mundo… —dijo Kurt volviendo a  la sala. -¿Y?...  —preguntó de vuelta Blaine mientras disponía la mesa con toda la parafernalia necesaria y que a su esposo tanto le gustaba. -Bueno… primero, efectivamente nuestras reservaciones para San Francisco y Valle de Napa fueron canceladas, llame a la agencia y luego a nuestras respectivas madres y ya  les hicieron el reembolso y todo… —explicó Kurt balanceando los ojos, Blaine hizo una mueca como de  tristeza infantil mientras iba a por los sándwiches. -¿Y lo otro?... -Lo otro… es verdad… -¿En serio? -Si… tenemos todo para pasar un fin de semana en Provincetown, los pasajes de avión, la reserva… todo.. -¿Es algo bueno?, ¿verdad? -Obvio que si y lo mejor es que nuestras madres dijeron que cuando quisiéramos, ellas nos regalaban el viaje de nuevo… -Mejor aún…—añadió Blaine dando los últimos toques a la mesa antes de llevar los platos con los sandwiches de pollo, descorcho una botella de vino y sirvió en partes iguales en las copas dispuestas— y…  todo esta listo aqui a proposito... -Asi veo… aunque antes de comer me gustaría preguntarte dos cosas, tres en realidad.. -Ok… pregunta… -Lo primero que me gustaría saber de donde sacaste esa botella de vino, sabiendo que aun no tenemos la edad legal ni para comprarlo, ni manos beberlo, o tu al menos no la tienes… —Blaine sonrió chueco y engreído— segundo, te vi mirarme mientras hablaba por teléfono y quiero saber si eso es algo bueno o malo y tercero… desde el encuentro con Sue que tienes una mueca en la cara que es como una sonrisa, pero es más bien la de alguien que oculta un secreto… -Vaya… muchas preguntas… a ver… —dijo tomando un poco de aire mientras traía los platos con la cena— a lo primero, debo responder que algunas personas nos regalaron botellas de vino para nuestra boda improvisada.. —respondió disponiendo los platos— aunque mi teoría es que las tomaron de la recepción y pusieron nuestros nombres en un trozo de papel… —añadió señalando la silla para que Kurt procediera a sentarse— a lo segundo… —añadió haciendo lo propio en la silla de enfrente— te mire porque, y sin caer en clichés, ni frases trilladas, juro que aun no puedo creer lo afortunado que soy porque alguien como tú, decidió decir que si a pasar la vida entera con alguien como yo… —dijo mientras doblaba la servilleta, Kurt sonrió pensando que aquello sí era cursi y trillado pero le encantaba oírlo— y en relación a lo último que preguntaste, debo decir que… soy feliz… —agregó sonriendo aún más maravillosamente— y no solo por lo que dije antes, si no porque… hubo un momento… y que tal vez ni siquiera lo notaste, pero una vez que Sue nos dio los sobre y desapareció por el escenario… tú… tú me tomaste la mano… —dijo emocionándose un poco, Kurt levantó un poco su ceja hasta que recordó aquello a lo que su esposo hacía referencia— ¿lo recordaste? -Lo recordé… -Bueno… en ese momento… me sentí el hombre más importante de todos, porque tú Kurt Hummel, tomabas mi mano… y hasta entonces, siempre había sido yo el que lo había hecho primero… y no te importo nada, ni que las chicas estuvieran ahí, ni a la posibilidad que otras personas entraran, solo me tomaste la mano porque… querías… y con ello lo que hasta ese momento había sido solo imaginario, se volvió real… -¿Y eso es? -Que mi vida, mi corazón y yo… estamos en tus manos… —dijo Blaine soltando un suspiro enamorado al tiempo que tomaba algo de vino. -Por dios… —murmuró Kurt sintiendo que efectivamente esta vez si le daba algo—¿cuánto tiempo crees que se puede dejar la comida sin refrigerar?… -¿Cómo? -Eso…  —dijo Kurt levantándose— lo que acabas de decir, es lo más romántico que me has dicho desde que nos conocemos y necesito hacer algo al respecto… y sé que estoy hablando con el hombre del «me conmueves» y «sin miedo y para siempre», pero… ven… —agregó estirando una de sus manos. -¿A dónde? -¿Sabes que?... a ninguna parte… —dijo dando media vuelta para en un solo movimiento tirar al suelo  todo lo que había sobre la mesa y así, ocupar él ese espacio— ven… —repitió mientras se quitaba la sudadera con capucha y la camiseta que tenía debajo -¿¡Qué!?... —exclamó Blaine mirando con asombro y descolocado primero a él y luego a la comida ahora tirada en el piso, si bien Kurt podía ser sexy y tomar la iniciativa cuando quería aquella osadía la había visto como dos veces en todo el tiempo que su relación había durado. -¿No estás interesado acaso?... —añadió quitándose las zapatillas y desatándose el cinturón. -Más que interesado… —respondió levantándose de la silla— es solo que… ¿quién eres y dónde esta mi recatado y romántico esposo? —añadió acercándose, se paró frente a él y se hizo espacio  entre su piernas. - Aquí… —contestó ciñéndose más a él jalándolo a su cuerpo por  dos de las trabillas del pantalón— es solo que todo esto de estar casado contigo, hace surgir en mí una personalidad totalmente opuesta a la que tengo…—explicó mientras le desabrochaba el jeans y metía una de sus manos justo allí. -¿Algo así como  Mister Hyde y el  Doctor Jekyll?...  —pregunto Blaine mientras le tomaba  la cara y le daba ´pequeños besos en la línea de la quijada y el cuello -Algo así… pero mas gay y con desnudos…—respondió sonriendo con travesura -Te amo… -Lo se…
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Año 1. Capítulo cuatro (VII, VIII)
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                                   VII.
El penúltimo fin de semana del mes de agosto, Lily se levantó de la cama, se cepilló, se lavó la boca, se vistió. Se sentó en el borde de su cama, encorvada y con las manos cruzadas. Severus y ella no se habían visto en varios días y Lily lo extrañaba. Ese día era el tan ansiado día, el día especial y Lily no estaba contenta. Al menos, no todavía.
Al fin bajó al comedor, sentó con el resto de su familia en la mesa y se sirvió un vaso de leche mirando el reloj de la cocina. Su madre lucía tan nerviosa como ella y ceñuda, Petunia miraba una revista moviendo con desgano la cuchara en su plato de cereales. Pasó el pan tostado, las mermeladas y la jarra de café sin cruzar una sola palabra con su hermana. De pie en la salita, Henry Evans miraba por la ventana con el ceño fruncido.
—Siento que nos toman el pelo… —murmuró.
—Supongo que tendremos que esperar a que toquen el timbre de la puerta para comprobar que tan cierto es todo esto —dijo la madre de Lily, aún nerviosa. Pasó la mano por el cabello, mirando por la ventana de la cocina —. Ella parecía muy amable…
—Eso sería muy divertido —masculló Petunia, con una sonrisita malvada. Lily golpeó una nuez con la punta de los dedos y el proyectil le dio a Petunia en la nariz. Petunia levantó en alto un panquecito.
—Niñas…—advirtió su padre, todavía de espaldas.
El timbre clásico de la puerta sonó y cuatro cabezas giraron hacia ella. Después se miraron entre sí. Lily brincó en su silla, mirándolos atentamente.
—Basta, Lily, no seas tonta —susurró Petunia.
El timbre repiqueteó por segunda vez y el matrimonio Evans avanzó entre los muebles. El padre de Lily se apresuró a abrir la puerta, mientras Lily salía disparada de su silla y esta caía al piso estruendosamente.
—¡Lily! —exclamó su madre, con aire divertido.
La recién llegada no disimuló ni un momento lo divertido que le parecía el timbre empotrado en la pared. Esta vez llevaba un largo abrigo café oscuro con una bonita bufanda blanca alrededor del cuello y un largo y esponjado vestido color azul pálido debajo, combinado con unas botas muy altas y de largas agujetas. Lily las miró con atención y pensó que con toda seguridad sus medias debían ser de rayas negras y púrpuras.
—¡Buenos días! Lo siento si toqué más de la cuenta, es que esto…—dijo y timbró con fuerza de nuevo, haciendo brincar a los Evans en su sitio —Ay, lo lamento, juro que dejaré de hacerlo…
—¡Hola! —respondió Lily, saltando a un tiempo.
—¡Hola, Lily! ¿Estás lista?
—¡Sí!
—Pase por favor —murmuró el señor Evans, mientras la madre de Lily se acercaba a la recién llegada y estiraba una mano afectuosa.
—Muy buenos días, señorita Meadowes.
—Dorcas, por favor, llámeme Dorcas —dijo esta, saludando y mirando la casa con agrado. —Su casa me recuerda al hogar de mis padres, señora Evans. También había plantas por todos lados…
—La casa de la abuela está llena de ellas —comentó Lily —. ¡A la abuela le gustan mucho las plantas!
—Le agradezco que se haya tomado la molestia de…venir a…—Henry Evans se rascó ligeramente la frente. Dorcas sonrió al ver su expresión.
—Sé que aún les cuesta trabajo asimilar esto, pero todo se volverá más fácil, se los aseguro. Es obligación del  ministerio brindar asesoría adecuada a los padres de niños  magos, para que se orienten correctamente en el mundo mágico y sobre todo, para que no sean embaucados.
—¿Embaucados? —repitió la señora Evans, acercándose a la puerta.
—Los llevaré a una calle comercial llamada callejón Diagon; en este sitio podrán adquirir todos los artículos que contempla la lista de útiles del colegio, como pergamino, túnicas, libros. Lo más importante de todo, es adquirir la varita que Lily usará en el colegio.
—¡Iremos a Ollivanders! —brincó Lily.
— ¿Cómo es que sabes de Ollivanders, Lily? —preguntó Dorcas —, déjame adivinar: fue Severus.
—¡Severus me lo dijo!
—El chico vive algo lejos de aquí, pero se han conocido hace dos años —comentó el señor Evans. —Y le ha explicado bastantes cosas a Lily. Al principio creíamos que era un juego, pero…bueno, no es así.
Los ojos de Dorcas recorrieron de nuevo la estancia; miró a la familia y sonrió de nuevo.
—Nos marchamos cuando ustedes lo digan.
El trayecto a Londres nunca le había resultado tan corto y divertido a Lily. Subieron al auto bastante consternados al notar la fascinación de la señorita Meadowes con el vehículo y tal parecía que tanto para ella como para Lily, aquello era una nueva aventura que no pensaban dejar de disfrutar. Petunia no quería sentarse cerca de ella, lo que resultó provechoso para Lily porque de inmediato tomó asiento entre las dos y relegó a Petunia a la ventanilla y durante el trayecto a la ciudad, tanto ella como su madre acribillaron a la mujer con toda clase de preguntas que ella respondía con mucha amabilidad, hasta que el padre de Lily tuvo que regañar a ambas. Dorcas Meadowes había sido la persona designada para visitar a la familia Evans y explicarles todo aquello relacionado con la condición de Lily y su ingreso al colegio. Cuando la respuesta a la carta de Hogwarts había sido afirmativa, Lily no cabía en sí de emoción y alegría. Y como ellos no tenían idea de dónde comprar todo lo que iba a necesitar, la misma Dorcas era la responsable de llevarles a conocer y visitar las tiendas mágicas. Durante el trayecto, Lily entendió que ella también había asistido a Hogwarts, que perteneció a una especie de club llamado Ravenclaw y que se prestaba como voluntaria todos los años para llevar a cabo ese trabajo y había muchos otros magos que también lo hacían. Y además, les hacían un riguroso examen en algo llamado Departamento de Seguridad Mágica, para asegurarse de que fueran personas confiables. De poco le sirvió a Petunia su mal humor y su mala cara durante todo el viaje. Ella no quería ir, no quería ir a pararse a ese callejón Diagon, porque sentía un malestar en el estómago. Sentía que se le retorcía por dentro y además, el aire se le escapaba de a poquito. Miró el espejo retrovisor y encontró los ojos verdes de su padre mirándola fijamente y una sonrisa llena de afecto se formó en sus labios. Petunia le devolvió la misma sonrisa, porque no tenía armas para defenderse contra aquello.
Tras un par de indicaciones, aparcaron en un sitio en el centro de Londres y avanzaron a pie por algunas calles a gran velocidad hasta llegar al Covent Garden. Las calles estaban animadas y la señorita Meadowes era muy rápida. Se percató de ello cuando notó que la madre de Lily andaba más aprisa de lo común y se disculpó varias veces sin detenerse, ya que ni el padre de Lily, ni Lily lo habían notado. Petunia sí que lo resentía; estaba tan cansada como su madre y seguía de pésimo humor, esquivando a la gente que se atravesaba en su camino sin piedad. El Covent Garden estaba poco más que lleno. Lily no lo conocía y se mareó entre tantos aparadores y vitrinas. La señorita Meadowes empujó una puerta que a Lily le pareció brotada de la nada; levantó la cabeza y miró el letrero que pendía sobre la puerta: un dosel con la forma de un gato obeso con una trompeta, sostenía un estandarte impecablemente pintado que anunciaba “Mr. Bagel Bookshop”. Tenía una sola vitrina que exhibía dos libros: It’s a Kel-Pie!, de Agatha Baker*, con una graciosa ilustración de una tarta con ojos y “El  Rastro: Manual de Investigación y Definición de Maleficios y Hechizos de Control” , de Harlan Matteson*, cuya portada mostraba una serie de líneas incomprensibles. Lily casi se estrella contra la pared por estar mirando, pero Petunia la jaló con brusquedad del brazo y la obligó a entrar a la tienda. Los sonidos se apagaron de inmediato. El lugar estaba vacío. Una mujer muy estirada enfundada en una extraña túnica gris acudió a su encuentro.
—¡Dorcas! —exclamó con algo parecido al gusto y procedió a examinar a la familia Evans —: ¿Muggles?
—Buen día, señorita Bretherton. Ellos son los Evans. Usarán esta puerta para ir de compras a menudo.
—Es un placer —saludó la mujer, estrechando la mano de ambos padres. Luego miró a las niñas. Sus ojos ambarinos se clavaron de inmediato en Lily —. Bienvenida, niña.
—¿Acaso hay más puertas? —preguntó Henry Evans.
—La más cercana está en el Caldero Chorreante y no es lugar para estas jovencitas —aclaró la señorita Bretherton.
—Existen más entradas al callejón Diagon, pero generalmente les muestro esta porque es más fácil de recordar y es más accesible —explicó Dorcas —. El año que viene, si necesitan venir y quieren hacerlo ustedes solos, pueden venir aquí  y la señorita Bretherton con mucho gusto les abrirá la puerta. Si creen que puede ser un problema llegar, puedo acompañarlos de nuevo.
Un enorme y gordo gato gris se estiró sobre una encimera. Miró a los recién llegados con indiferencia y se reacomodó para seguir durmiendo.
—Ese es el señor Bagel —anunció la señorita Bretherton, extrañamente orgullosa. Lily le rascó el lomo al felino, pero el obeso animal no abrió los ojos de nuevo —. ¡Oh, pero es un ocioso sin remedio!
Un gran reloj de péndulo comenzó a marcar la hora. Era mediodía. El reloj, más alto que los relojes comunes, también era cuatro veces más ancho de lo normal y tenía dos puertas de cristal. La señorita Bretherton abrió las dos hojas, mientras el péndulo oscilaba de un lado a otro y enseguida, abrió una segunda puerta por el lado izquierdo, de modo que el péndulo se movió con ella. Al hacer aquello, un lejano murmullo se dejó escuchar, como si hubiese un nutrido grupo de gente susurrando del otro lado. Detrás de la segunda puerta se extendía un estrecho túnel, iluminado a los lejos. La mano de Lily fue apresada por la de su madre y pudo ver cómo incluso los ojos de Petunia se abrían enormemente.
—¡Espero que tengan un excelente día de compras! —dijo la señorita Bretherton.
Dorcas se adelantó, entrando a través del reloj. Henry Evans la siguió, luego Lily, su hermana y su madre. El reloj se cerró detrás de ellas y los dejó a oscuras. Avanzaron a través del pasaje abovedado; la luz que apreciaron a la distancia no era más que la salida del túnel a una bulliciosa calle y tal vez fueran figuraciones suyas, pero apenas pusieron pie sobre ella, a Lily le pareció que en ella había aún más sol que en el Covent Garden. Había personas aquí y allá, con sendas túnicas, gorros y atuendos extraños. La madre de Lily dejó escapar una exclamación de asombro, cual niña pequeña. La señorita Meadowes comenzó a darle indicaciones al padre de Lily mientras avanzaban a toda marcha. Lily giró por todos lados tratando de verlo todo: había un hombre con una gran lechuza posada en su hombro y discutía acaloradamente con otro hombre de túnica rojo brillante y a su lado, una mujer de largo gorro puntiagudo acariciaba un gran gato café.
—¡Oh! ¡Pero si ese sombrero pasó de moda hace dos meses! —cuchicheó una mujer, detrás de Lily.
—Pero ella se cree que se ve bien, ¡parece banshee! —contestó su compañera y ambas se rieron estruendosamente y siguieron su camino, seguidas por una pequeña criaturita de grandes orejas que no levantó la mirada. Lily estaba boquiabierta.
—¡Lily! —clamó su madre.
Lily dio la vuelta de inmediato para seguir a su madre, pero se estrelló contra un hombre que cargaba un gran costal cuyo interior se agitaba como si hubiera cientos de insectos dentro.
—¡Muévete, niña! —bramó.
—¡Ya voy!
Caminaron por la calle adoquinada, tan abarrotada como la calle londinense que recién dejaron. A Lily no le costaba trabajo andar pero Petunia, apresando la mano de su padre, no paraba de estrellarse una y otra vez con las personas. Le pareció que recibía miradas de extrañeza. Comenzó a sentirse pequeña.
—Los llevaré primero a Gringotts —dijo Dorcas, en voz alta —. Deben cambiar su dinero muggle por la moneda mágica. Galeones de oro, sickles de plata, knuts de bronce... —explicó sobre la marcha.
—Veintinueve knuts hacen un sickle de plata, diecisiete sickles hacen un galeón —respondió el padre de Lily. Dorcas sonrió efusivamente —. Hice mi tarea.
—¡Habría sido un buen alumno, señor Evans!
Un enorme edificio blanco y un poco torcido exhibía su nombre con letras doradas. Ingresaron no sin levantar algún recelo y varias cejas y hasta llegar al vestíbulo, la familia Evans se dio el lujo de respirar con calma. Un reducido grupo de duendes charlaba tranquilamente frente a la puerta de acceso y posaron sus miradas sobre los recién llegados un par de segundos, para continuar con su conversación. Pequeños, de barba puntiaguda, de grandes manos, dedos y pies. Pulcramente vestidos. Petunia chilló y se echó a correr hacia afuera de inmediato.
—Quizá ella deba esperar afuera —dijo Dorcas, algo consternada.
Lily salió detrás de Petunia. La niña miraba las puertas del banco como si alguna de aquellas criaturas fuera a salir tras de ella. La señora Evans también salió, muerta de risa.
—¡Pero, Tuney! ¡No te han hecho nada!
—¡¿No los viste, mamá?! ¡Son horrendos! ¡No volveré a entrar allá!
—No lo harás, anda, vamos a caminar.
—¡¿Pero cómo puedes estar tan tranquila?!
—¡No lo sé! Debe ser este lugar…
Petunia no parecía muy convencida. Ellas estaban afuera, pero su padre seguía adentro.
—¡Anda, Tuney! ¡Vamos a mirar! —suplicó Lily y la arrastró con ella a mirar tiendas.
Había muchísimos sitios que mirar; pasaron frente al “Emporio de la Lechuza”,  seguida de un gran almacén que anunciaba “la nueva y más eficaz poción para deshacerte de los horklumps de tu jardín”. Un par de establecimientos adelante se encontraba una tienda de artículos llamada “Artículos de Calidad para Quidditch”, seguida de “Scribbulus, Tintas de Recambio”. Petunia, absorta y asombrada, se dejó arrastrar por Lily a mirar escobas y vio estupefacta, a los niños arremolinarse frente a los cristales, impidiéndoles mirar.
—¡Mira allá! —chilló Lily y Petunia fue arrastrada a ver una tienda donde había un sinfín de bolas de cristal, en cuyo interior se apreciaban espirales de humo.
—¿Qué rayos es eso? —dijo Petunia.
—¡Mira, Tuney!
—¡Lily! ¡Déjame mirar!
Lily saltó y corrió y se detuvo frente a un gran anuncio de un helado cremoso y brillante.
—“Florean Forstecue” —leyó su madre. —¡Incluso tienen helados!
Lily abrió enormemente los ojos y giró lentamente hacia su hermana.
—…tienen helado de petunias… —siseó.
—¡No juegues! —exclamó Petunia.
El señor Evans las alcanzó poco después, seguido de la señorita Meadowes. Parecía muy preocupado y aliviado de verlas completas.
—¡Me doy la vuelta y ustedes desaparecen! ¡Deberían tener más cuidado!
—Lily comenzó a correr como una loca —se defendió Petunia. —. ¿Ellos no te han hecho nada, verdad? —preguntó, mirándolo seriamente.
—Tendrían que habérselas visto contigo, claro que no —contestó el hombre y Petunia bufó, mientras su padre acariciaba su cabeza.
—¡Oh, mira, Harry! —exclamó la señora Evans, ignorando las palabras de su esposo —. ¡Mira cuantas lechuzas!
La señorita Meadowes parecía genuinamente divertida. Le cerró un ojo a Lily y esta sonrió ansiosamente.
—Quieres tu varita, ¿cierto? —murmuró Dorcas y Lily asintió vigorosamente —Será mejor que apretemos el paso y puedan mirar todo después con más calma.
Comprar su varita mágica era lo que Lily había estado esperando con ansias durante todo el verano. Cuando por fin llegaron a Ollivanders, la tienda de varitas mágicas, Lily se sorprendió; en su imaginación era un lugar completamente distinto, impecable y lleno de luz. En lugar de eso, la fachada lucía algo deteriorada y oscura. Petunia hizo un ruidito desagradable.
—¿Mil años de existencia o mil años sin limpieza? —se burló. Lily gruñó. Una campanilla sobre la puerta repicó cuando la empujaron. Dentro de la tienda solo había una mujer que miraba el polvo acumulado en los rincones con recelo y un niño agitando varitas, además de un par de chicos de unos dieciséis años que estaban de pie frente al mostrador y uno de ellos le explicaba al dueño, un hombre de edad avanzada y mirada brillante y plateada, como se había roto su varita.
—No me di cuenta hasta muy tarde que había tomado mi varita con la boca —dijo el chico.
—¡Lo perseguimos por una hora completa! ¡Se metió en un agujero y tuvimos que darle obsequios para obligarlo a salir!  —contó el segundo muchacho, bastante divertido.
—A estado acechando en el jardín hace tres meses, se roba las tartas de mamá…
—Tendrán que poner una trampa. La varita no tiene un gran desperfecto —dijo el dependiente —. Pero tiene un poco de pelo salido y debe ser reacomodado con cuidado. La tendré lista en una semana. No olvides venir por ella antes de volver al colegio.
—Por supuesto, señor Ollivander —dijo el primer chico.
Ambos muchachos tomaron sus mochilas y salieron del establecimiento, mientras el señor Ollivander metía la varita dañada dentro de un estuche y miraba intensamente al otro niño, cuya varita extendida en el aire, emitía una luz intermitente. El hombre retiró la varita y le ofreció otra. Luego miró a los recién llegados.
—¡Señorita Meadowes, un placer verla de nuevo por aquí! Roble, veinte centímetros, elástica.
—Buenas tardes, señor Ollivander —dijo Dorcas.
—¿Trabajo? —preguntó Ollivander.
—Ellos son los Evans —presentó Dorcas de inmediato —Su hija Lily estudiará este año en el colegio Hogwarts y los estoy guiando por Diagon.
Petunia soltó un suspiro. Miró a Lily, pero Lily no miraba a Ollivander ni a la tienda. Su atención estaba total y absolutamente concentrada en el chico, que agitaba la varita en el aire. Por un momento, el chico giró los ojos azul oscuro hacia ella y la miró directo a los ojos. Lily sonrió y el chico pareció querer sonreírle también, pero desvió la mirada hacia su madre. Lily encontró la primera mirada hostil del otro lado; la mujer, elegantemente ataviada, hacía un mohín con los labios que Lily no supo interpretar, pero que Petunia comprendió a la perfección: desprecio. La niña le obsequió a la mujer una mirada igual de helada y tiró de la manga de Lily para hacerla retroceder. La varita que el niño agitaba dejó tras de sí una suave estela de plata en el aire.
—Parece que encontró la suya, señor Avery —dijo Ollivander —. Hiedra, veintinueve centímetros, flexible. Excelente para encantamientos.
—¡Felicidades, Edmund!—exclamó Dorcas.
El chico le hizo una minúscula y educada reverencia.
—Gracias, señorita Meadowes.
La madre del niño le dirigió a este una gran sonrisa de satisfacción y el chico pareció suspirar aliviado. Pagó por la varita y la mujer se dirigió a la salida con paso resuelto.
—Dorcas —dijo al paso.
—Georgette —respondió Dorcas a su vez. Madre e hijo salieron de la tienda haciendo sonar la campanilla, mientras Dorcas sonreía intentando ocultar su desagrado. La madre de Lily abrió inmensamente los ojos y miró a Petunia, que hizo exactamente lo mismo.
—Entonces, es usted hija de muggles —comentó Ollivander, rompiendo el silencio —. Tiene unos ojos sorprendentes.
Lily sintió que su rostro se ponía rojo.
—Gracias. Son como los de papá.
—Puedo verlo. Ahora comprobemos que tenemos para usted, señorita…
—Lily Evans.
—Lily Evans —repitió el hombre. Miró entre las cajas apiladas al fondo de la tienda y otro pilar más y seleccionó cuatro de ellas. Regresó al mostrador, abrió una y le ofreció a Lily una varita muy corta, de color grisáceo.
—Fresno, diecisiete centímetros, elástica.
Con los dedos temblorosos, Lily la tomó y contuvo la respiración. ¿Qué debía hacer ahora? Miró al hombre con expresión interrogante y este frunció el ceño.
—No, creo que esta no…
Le quitó la varita y Lily miró perpleja a Petunia, que miraba a su vez al hombre con aire escéptico, como si todo aquello fuera una elaborada broma.
—Pruebe con esta. Acebo, veintiséis centímetros, flexible.
Lily tomó la varita y sintió un cosquilleo en la punta de los dedos. Decidió imitar al niño que se había retirado y la agitó en el aire, pero nada sucedió. Ollivander frunció el ceño. Apartó de inmediato las otras dos cajas y regresó al fondo, tomó tres más y regresó con ellas.
—Pruebe esta otra. Roble, veintitrés centímetros y medio, rígida.
Lily tomó la tercera varita y la movió un poco en el aire y pareció desprender chispas. Miró a su madre con expresión radiante, pero Ollivander de inmediato le quitó la varita y le ofreció otra.
—Espino, veinte centímetros, elástica.
Esta no pareció responder a Lily y Ollivander pareció irritarse y le ofreció otra más.
—Sauce, veintiséis centímetros, elástica.
Esta vez sí que hubo reacción y fue más allá de lo que Lily esperaba. La punta de la varita pareció encenderse y el rostro de Ollivander se iluminó.
—¡Ahí la tiene!
La luz de la varita comenzó a intensificarse tanto, que toda la estancia se llenó de una gran luz de color verde agua, pintando paredes, muebles y pisos de este color. Ollivander parecía muy satisfecho y Lily sintió una emoción desconocida llenarle el pecho. Se preguntó de dónde vendría aquella luz. ¿Era la varita? ¿O era ella quien producía aquella luz? Necesitaba saberlo todo, no podía esperar más. Si tan solo Severus estuviera con ella en ese lugar…
Siguió mirando la luz, totalmente extasiada, pero Dorcas se adelantó y bajó su mano. La luz se desvaneció.
—Parece que ya tienes varita, Lily —comentó ella amablemente.
Lily sonrió y después, abrió mucho los ojos, estupefacta. Todo Ollivanders estaba pintado de verde. También las ropas de todos, incluso la piel del dueño estaba teñida de este color. Lily miró al señor Ollivander, con los ojos bajos.
—Lo siento —susurró, mientras Dorcas Meadowes se partía de risa.
Después, Lily decidió que aquél día era uno de los mejores de su vida. El resto del día en el callejón Diagon fue tranquilo y muy interesante. Compraron el uniforme del colegio, túnicas a su medida y los libros en Flourish y Blotts, una librería enorme y atestada de gente; un bonito caldero, tinta, pergaminos, plumas… Pero su varita descansaba dentro de su bolsa y Lily metía cada que podía la mano dentro de ella para poder tocarla. Sauce, veintiséis centímetros, elástica, se repitió a ella misma. Se la mostraría a Severus (¿Tendría él ya su varita?).
La señora Evans no se cansaba de mirarlo todo. Tomaron un helado en Florean Fortescue y a Lily le pareció que nunca había probado un helado tan delicioso como aquél. Después se cruzaron con otro conocido de la señorita Meadowes y supieron que ella solo debía darles indicaciones y no tenía que quedarse todo el tiempo con ellos y el señor Evans parecía algo avergonzado, pero la señorita Meadowes parecía estarlo pasando bien y comieron todos juntos en una tienda de pastas dulces y saladas. Pero, conforme caía la tarde y daban un paseo por el callejón, cargando todo lo que habían comprado, el ánimo de Petunia parecía decaer más y más. Después, le resultaba casi imposible levantar la mirada y ver otro local más, otra cosa maravillosa, algo aún más asombroso. Decidió que estaba harta. Decidió que odiaba todo aquello y que odiaba a Lily, tan radiante y feliz, tocando en secreto aquel estúpido palo de madera una y otra vez, se aseguró a ella misma que odiaba todo aquello, mientras contenía las ganas de llorar. Solo quería que todo aquello terminara ya y marcharse a casa, donde ella conocía todo y tenía una habitación, donde todos la conocían y tenía un sitio suyo y de nadie más. La cálida mano de su padre apretó la suya y solo entonces se atrevió a levantar los ojos y mirarlo, con aire cohibido.
—¿Estás bien, princesa?
Petunia asintió, aunque hubiera querido gritar que no.
—¿Estás cansada?
—Un poco —murmuró Petunia.
—Vamos a casa.
Petunia sonrió; se apretó al costado de su padre, mientras este besaba su cabeza y la estrechaba contra ella. El mal humor se disipó un poco.
                                   VIII.
 Garrick Ollivander consultó la hora en el reloj azul de siete manecillas sobre el mostrador. A un movimiento de su varita, todas las cajas que contenían estos delicados instrumentos de magia se elevaron en el aire y volaron por la habitación, volviendo al sitio exacto donde ya se encontraban antes de ser sustraídas para intentar encontrarle dueño a cada una de ellas. Revisó escrupulosamente el orden asignado a cada caja, consultó una lista en un gran pergamino que cayó al suelo y rodó más allá, hizo un par de líneas con tinta sobre ella y decidió que apenas comenzaran los cursos escolares el siguiente lunes, viajaría a Irlanda y a Noruega para conseguir plumas de fénix en el primero y pelo de unicornio en el último. Afuera había un cielo tormentoso. La campanilla de la puerta sonó. La turba de nuevos alumnos que se dirigían a sus respectivos colegios y necesitaban una varita solía terminar un fin de semana antes, pero siempre había alguien que llegaba de último momento. Ese día había estado particularmente tranquilo. Ningún chiquillo despistado se había acercado al mostrador de último minuto. Ninguno hasta ese momento. Volvió al mostrador y miró a sus clientes con mucha, mucha atención.
—Eileen Prince…espino, veinticinco centímetros y medio. Rígida.
Eileen esbozó una minúscula sonrisa, de pie en el recibidor. A su lado, Severus contempló la tienda, oscura y dispuesta a cerrar sus puertas.
—Lamento llegar tan tarde, señor Ollivander —respondió Eileen. —Espero que aún pueda atendernos.
—Aún no me marchaba —respondió Ollivander, suspicaz —. Acérquense.
Severus avanzó hasta el mostrador; siempre le resultaba extraño que algunas de las personas en aquel mundo se refiriesen a Eileen por su apellido de soltera, Prince, y no por su apellido de casada, Snape. Quizá era porque amaba las conspiraciones, pero Severus suponía que solo ciertas personas lo hacían, con cierto grado de misterio en ello. Quizá solo le gustaba imaginar cosas y Ollivander no tenía idea de que Eileen estaba casada con un muggle.
—Entonces… ¿señor Snape?
Severus alzó la mirada, algo sorprendido.
—¿Si?
—¿Está listo para comenzar sus clases?
—Sí, señor Ollivander.
Ollivander había depositado sobre el mostrador un par de cajitas alargadas; abrió una de ellas y la examinó atentamente.
—Acebo, veinticuatro centímetros, flexible.
Severus tomó la varita ofrecida con emoción. La admiró un momento y la agitó con suavidad en el aire y una ráfaga de aire se desprendió de esta.
—Muy volátil. Avellano, dieciocho centímetros, rígida —ofreció el hombre, retirando la varita anterior.
Severus agitó la nueva varita y solo consiguió que las orejas se le entumieran.
—Serbal, cuarenta centímetros, elástica —indicó Ollivander, ofreciéndole la siguiente varita. Esta tampoco mostró resultados y Severus tuvo que agitar al menos siete varitas más. Miró de reojo a Eileen, que observaba con mucha atención lo que hacía.
—¿Debe tardar tanto? —preguntó Severus.
—Una de ellas tiene que elegirte, muchacho —contestó Ollivander, poniendo la octava varita entre sus dedos. Severus frunció el ceño con aire incrédulo.
—¿No debería ser yo quien la elija? ¿Cómo va a elegirme ella a mí? —dijo Severus. Ollivander lo miró con fijeza.
—La varita elije al mago, nunca a la inversa.
—El mago fabrica la varita, ¿Cómo va a elegir el producto? Un niño no elige a sus padres.
Ollivander alzó una ceja, divertido por el comentario.
—¿Cómo se elige una varita? ¿Por su apariencia física?
Severus frunció el ceño.
—Supongo que eso es algo muy superficial.
—Lo es.
—Tendría que saber de qué está hecha.
—¿Eso de que te serviría?
—Sabría qué clase de poder la compone.
—¿Crees que puedes manejar eso? —Ollivander se irguió y se cruzó de brazos. —Todas las varitas en esta tienda están compuestas por tres núcleos distintos: pelo de crin de unicornio, nervio de corazón de dragón, pluma de cola de ave fénix. Dígame, señor Snape, ¿Cuál es el componente más poderoso de todos?
Severus se mordió un dedo, pensativamente. Ciertamente, era difícil decidir cuál de aquellos núcleos superaba a los otros dos. Cada criatura que cedía una parte de sí para crear una varita, tenía su propio y único y maravilloso poder y un misterioso origen.
—¿Entonces? —insistió Ollivander.
—Creo que, haciendo un análisis rápido, tendría que admitir que el pelo de unicornio es mucho más poderoso.
—¿Por qué?
—Es una criatura escasa y mística en toda su totalidad. Es mucho más factible encontrar un ave fénix que un unicornio.
—¿Entonces, elegiría ese material?
—Elegiría el nervio de dragón —murmuró.
Ollivander alzó ambas cejas en la frente.
—¿El nervio de dragón, está seguro? ¿Podría explicarme por qué?
—Quizá porque viene del corazón…
Los ojos plateados de Ollivander brillaron fugazmente; una sonrisa extraña se dibujó en la comisura de sus labios y Severus se sintió estúpido y depositó la varita que tenía en las manos sobre el mostrador. Miró de reojo a Eileen, que parecía contener una sonrisa en la boca y comenzó a enervarse.
—No todo es abedul y espino o sauce y fresno. Usamos la tabla celta como guía para elaborarlas, pero no usamos únicamente esos materiales, a excepción del núcleo —continuó Ollivander. —Prueba esta varita hecha con cedro, quizá te funcione.
Severus tomó la varita y la agitó brevemente, pero solo exhaló una nube de humo gris. Ollivander casi se la arrebató de la mano y puso entre sus dedos una larga y lustrosa varita de color negro que Severus tomó con agrado. Por supuesto que elegir una varita por su aspecto era algo superficial, pero aquella varita le gustó nada más verla. El tacto le resultó agradable y al ser larga, parecía algo pesada, pero en su mano se sentía ligera y manejable. La admiró con atención antes de recordar que debía al menos intentar hacer algo. Movió la varita en el aire, dejando tras el movimiento, una estela de color plata y el juego le agradó; hizo un par de espirales con ella antes de mirar a Ollivander.
—He sido elegido —declaró.
Ollivander rió de buena gana.
—Pino negro, treinta y ocho centímetros. Rígida. Nervio de corazón de dragón —explicó, cerrándole un ojo.
Salieron de la tienda de varitas y el callejón Diagon ya lucía solo y muy apagado. Eileen se cubrió el pecho con su capa y Severus refundió las manos en los bolsillos de su abrigo. Sonreía levemente, feliz por la adquisición. La varita de Lily era asombrosa y Severus casi desesperó hasta que Eileen decidió por fin, a dos días de marcharse, llevarlo al callejón a buscar la suya. La apresó con fuerza dentro de su bolsillo.
En solo dos días se marchaba al colegio. Severus levantó la mirada de los adoquines y miró a su madre.
—Fue una respuesta inesperada —comentó ella.
—¿Fue una mala respuesta?
—Ya respondí esa pregunta.
—¿Por qué fue inesperada?
Eileen se encogió de hombros y Severus enrojeció.
—¿Sabes por qué contesté eso? —dijo, con aire sabiondo. Eileen negó con la cabeza. —Porque los otros dos elementos están en la parte trasera del cuerpo…
Eileen apretó los dientes. Se talló los labios tratando de no reírse mientras su vástago reía a sus anchas
—Eres un tonto, Severus…
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thevillianlala · 2 years
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He estado pensando sobre ti
Últimamente me ha surgido la loca idea, de darle permiso a mi corazón de pensar sobre ti, de pensar en tus ojitos amables y tus pestañas largas, tu nariz toda angular y esa combinación junta con unos labios finos y unos dientes curiosos. Pero no te creas, no creas que porque le he dado permiso a mi corazón ya te lo puedes tomar como un hogar, no, para nada, perdón, quisiera que sí, pero nada en este instante me dice que sea una buena idea. Se me ha dado el permiso descarado de conocerte y digo descarado porque ni siquiera sé si realmente lo quería, he planeado mil y un veces un plan de acción, una medida evasiva, algo me dice que no esta muy bien haber estado pensando en ti.
Uno con que cara le dice al corazón que este es otro de esos momentos donde lo mejor es que no ande pensando sobre la gente, cuando esa gente te sujeta el alma con cuidado y te asegura la confianza que no te habían dado. Sientes el corazón latir despacio y con mesura, incluso el sabe que después de tanto lo mejor es ser realista puede que corazón y yo tengamos la disposición, pero la confianza la hemos perdido. No estamos ni para perder la razón.
Entonces desaireados y con confusión nos repetimos y no dejamos darnos ese permiso, pero ¡Ay! Si alguien pudiese convencer a este corazón tonto de que no pasa nada, cuando me miras con esa mirada y todavía me dices que porque ando tan anonadada, es por ti, eres sorprendente, no te queremos como tu a nosotras, porque te queremos querer más, pero nunca te lo diremos, nunca traicionaremos lo que prometimos ser.
Puede que llegue el día de mañana y te deba dejar ir de mis pensamientos, que tenga que olvidarme de tu perfume de la manera romántica en que lo hago o que tenga que convencerme de que tu acto amable no es más que el resultado de un ser amable. Probablemente sentir tus manos entre las mías es una vaga ilusión y una mentira de mal augurio a mi corazón, pero a veces, solo a veces, me conforta el pensamiento de que, en medio de esta congoja y esta sobre estimación de comportamientos, el solo hecho de ser tu cerca de mi, hace que me robes el pensamiento y hagas apaciguar el sentimiento de soledad.
Me confortas es la verdad, es tan sincera esta calida sensación que siento a tu alrededor, que me da pena no sentirme en capacidad de pedir más, de expresar más, a veces quisiera, poder verte y abrazarte con todas mis fuerzas, llorar en tus brazos, esperar unas caricias, no esperando nada más, no quisiera que pensaras en algo más, solo quisiera poder sentir la seguridad de tocarte cariñosamente, besarte la cara con dulzura y sentir que todo ese amor que no he vuelto a dar se enfoca un poco en alguien, que libero un poco de presión, sin esperar nada a cambio, sin que esto tenga que tratarse de algo más, sin confundirlo con mero romanticismo, pensar en ti en un sentido práctico, en confianza cómoda, en tantas cosas.
Quisiera la cercanía suficiente para podernos llamar amigos aunque te bese la cara, aunque te mire a los ojos con amor, o te tome de la mano, amarte sin sentir que te poseo a las malas, dejarte ser, libre, pero que me dejaras quererte de cerca, lo suficiente, como no me lo permito nunca, no sé que es esta sensación, simplemente quisiera ser a tu lado, adorarte junto a mí, admirarte sin pena, verte en silencio, ser feliz solo porque estás ahí y podertelo expresar, no sé, no sé nada, supongo que lo único que se es que me he permitido pensar demasiado sobre ti.
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ochoislas · 2 years
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A las nueve me decían que era hora de acostarse y la tata me llevaba. No sé hasta qué hora estaban levantados mis padres; ellos dormían en la sala abierta a la galería, mientras que Okane y yo dormíamos en una pequeña habitación de seis tatamis al otro lado del pasillo, mirando al norte. A veces yo estaba inquieto y no me dormía, rogando una y otra vez: «¡Quiero dormir con mamá!».
Entonces mamá venia a por mí. «¡Ay, qué niño más chico tengo aquí esta noche!» decía, cogiéndome en brazos y llevándome a su habitación. Aunque la cama estaba hecha, papá no solía estar acostado; quizás estaba fuera todavía, en el pabellón. Mamá tampoco se había desnudado aún para acostarse. Se echaba a mi lado tal como estaba, sin quitarse la faja, y me sostenía de modo que mi cabeza se acomodaba bajo su barbilla. La luz estaba encendida, pero yo enterraba la cara en el escote de su quimono y tenía la borrosa impresión de estar envuelto en la oscuridad. El leve aroma de su pelo, recogido en un moño alto, se exhalaba hasta mi nariz. Buscando sus pezones con la boca, jugaba con ellos como un bebé, los tomaba entre mis labios y les pasaba la lengua. Siempre me dejaba hacerlo tanto tiempo como quisiera, sin reconvenirme. Creo que estuve mamando de sus pechos hasta que ya era un niño bastante grande, quizá porque en aquellos tiempos no se era nada estricto destetando a los niños. Cuando aplicaba mí lengua con tesón, lamiendo los pezones y apretando alrededor, fluía la leche. Las fragancias mezcladas de su pelo y su leche flotaban en su seno, en torno a mi rostro. En la penumbra podía distinguir vagamente sus blancos pechos.
«Duérmete ya», susurraba. Confortándome, me daba palmaditas en la cabeza, y acariciándome la espalda empezaba a cantar la nana de siempre:
Arrorró, niño, no llores más. Mamá te arrulla, mamá te acuna. No llores, niño, duérmete ya.
La cantaba una y otra vez mientras yo me iba hundiendo en un sueño sereno, sin soltar sus pechos, lamiendo en torno a los pezones. Con frecuencia se filtraba en mis ensueños el distante baquetazo del batán de agua, desde más allá de los postigos cerrados.
[…] Aunque hasta ahora he escrito mamá sin especificar a cuál de las dos aludo, era mi intención referir sólo mis recuerdos de mi verdadera madre. Pero éstos me resultan demasiado detallados para ser propios de un niño de tres o cuatro años. Tales cosas —verla sentada con los pies en el agua del estanque o escucharla explicando qué era nenunawa—, de haber ocurrido cuando tenía yo esa edad, ¿habrían dejado siquiera alguna impresión en un niño tan pequeño? Seguramente las impresiones de la primera madre se habían fundido con las de la segunda, confundiendo mi memoria. Porque un otoño, justo cuando el castaño del portal estaba perdiendo las hojas, mi madre de veintidós años murió de una infección de útero estando embarazada. Yo tenía entonces cinco años. Dos años después tenía madrastra.
No puedo recordar claramente los rasgos de mi primera madre. Según Okane era muy hermosa, pero todo lo que puedo evocar en mi imaginación es la vaga imagen de un rostro lleno y redondo. Como solía mirarla mientras me sostenía en brazos, eran sus narinas lo que mejor veía. La luz de la lámpara prestaba una luminosidad rosada a su bonita nariz, y vista de tal ángulo parecía realmente de una proporción exquisita. No se parecía en nada a la nariz de Okane ni a ninguna otra. Pero cuando intento acordarme de sus ojos o de su boca sólo logro ver una imagen desdibujada. Puede ser que también en esto me confunda la imagen sobrepuesta de mi segunda madre. Tras la muerte de mi verdadera madre, mi padre recitaba los sutras y rezaba cada mañana y tarde ante la tablilla conmemorativa, y a menudo yo me sentaba a rezar a su lado. Pero por mucho que me fijara en la fotografía que había junto a la tablilla en nuestro altar, nunca me inundó la emoción de ver en ella a mi propia madre, la mujer que me amamantó.
Todo lo que podía concluir de la fotografía era que llevaba un peinado anticuado y parecía más rellena de lo que yo recordaba. Estaba demasiado desvaída para ayudarme a visualizar cómo era en realidad.
—Papá —pregunté una vez—, ¿ésa de la foto es mamá?
—Claro que es mamá —respondió—. La foto es de antes que nos casáramos, cuando tenía dieciséis años.
—Pero no se parece ¿no? ¿Por qué no pones otra mejor? ¿No tienes otra?
—A tu madre no le gustaba fotografiarse, así que ésta es la única que he podido encontrar de ella sola. Después de casarnos nos tomamos algunas juntos, pero el fotógrafo las retocó tan torpemente que tu mamá pensó que las había arruinado. En ésta aparece muy jovencita y te puede parecer distinta a la que recuerdas. Pero así era entonces.
Pude vislumbrar entonces cierta semejanza con ella, pero no bastante, ni de lejos, para evocar la imagen viva de mi madre.
Pensaba en ella cabizbajo, apoyado en el antepecho mirando las carpas nadar en el estanque; la extrañaba al escuchar el clac del batán de agua. Pero era por la noche, cuando estaba acostado en brazos de mi tata, cuando sentía una desconsolada añoranza de mi madre muerta. Aquel sedante mundo de ensueños vagamente blancos en su cálido seno, entre los aromas mezclados de su pelo y su leche ¿no existía ya? ¿Era eso lo que significaba que mamá ya no estaba? ¿Dónde podría haber ido? Okane trataba de consolarme cantando la nana de mamá, pero eso sólo empeoraba mi dolor. Revolviéndome en la cama gritaba: «¡No, no! ¡No quiero que me cantes! ¡Quiero a mi mamá!» Dando patadas al edredón, aullaba y lloraba.
Tanizaki Jun'ichirō
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bookishnerdlove · 1 month
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NELTHDR 124
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"Agradezco sus amables palabras. Entonces déjame pedirte un favor. "Me alegra escucharlo". "C- ¿Puedes llevarme esa bolsa de agua caliente que me trajo Lizé? Tengo tanto frío......" Tal vez porque estaba tan conmovida que mis ojos se llenaron de lágrimas, ahora mi nariz gotea. Killian parecía haberse dado cuenta por fin de mi condición. "¡Quítate el abrigo! No importa cuánto intentes disfrazarte, ¿de dónde sacaste algo así......?" Killian me hizo quitarme el abrigo y luego se quitó su propio abrigo de piel. Me lo puso y me agarró del antebrazo para estabilizarme mientras tropezaba. "¡Ay!" Dejé escapar un grito involuntario. Era donde Sophia me había azotado, y era donde más me dolía. Jadeaba de un dolor que me hacía sudar frío, y me di cuenta de que la tez de Killian era peor que la mía. "¡Llame al médico ahora! ¡Date prisa!" Ante su grito, lo que parecía ser el más joven de los caballeros que se encontraban en la distancia salió corriendo. Se giró para ver a Lizé, con el rostro manchado de lágrimas, mirando a Killian con incredulidad. Lizé, con lágrimas en los ojos, miró a Killian con incredulidad. Claro, se cortó el brazo, pero Killian ya vio que estaba sangrando. "Lizé, deberías ir a ver al médico". Cliff la rodeó con el brazo y le habló con dulzura, pero la expresión devastada de Lizé no mejoró. De repente, mi visión cambió y me sentí mareado. Afortunadamente, Killian me sostuvo en sus brazos. "¿Qué tan mal estás herido......" Eso fue todo lo que pude escuchar, incapaz de decir si se estaba quejando o preocupado. Porque todo mi cuerpo se sentía como si se estuviera cayendo al suelo, y luego me desmayé de nuevo. Pero a diferencia de antes, sentí una sensación de alivio. Sabía que Killian me protegería mientras me desmayaba. Me relajé y me sumergí en un sueño profundo.   ***     Durante todo el tiempo que estuvo sacando a Edith de la celda y llevándola a su habitación, Killian estuvo plagado de un terrible sentimiento de arrepentimiento y culpa. "Soy tan estúpido. ¡La persona más estúpida de esta familia Ludwig! Estoy tan enojado conmigo mismo por ser tan ignorante de la situación de Edith que quiero darme un puñetazo en la cara. También estoy enojado con Lizé. No entiendo por qué Lizé quería incriminar a Edith, pero si no hubiera podido limpiar el nombre de Edith en ese momento, podría haber sido arrastrada de vuelta al campo de ejecución. No, si Cliff creyera que Edith casi le había causado algo terrible a Lizé, habría hecho cualquier cosa para cortarle la cabeza. Mientras Killian miraba el rostro pálido de Edith, perdido en sus propios pensamientos horribles, uno de los caballeros que había capturado a Edith entró con una bolsa de cuero barata. Esta es la bolsa que llevaba lady Edith cuando la encontramos en la estación de carruajes. —¿Alguien lo ha rebuscado? "No, lo traje conmigo". "Muy bien. Déjalo ahí". El caballero hizo una reverencia y se fue, y la habitación volvió a quedar en silencio. Killian miró a Edith y abrió la bolsa con cautela. Cuando vio lo que había dentro, se quedó sin aliento. "¡Oh, Dios mío......!" No pudo contener las lágrimas. Tres papas pequeñas y frías, envueltas en papel, están en la parte superior de la bolsa. Incluso Killian, que no sabe mucho sobre la vida de los plebeyos, sabe que este es el tipo de papas que venden como bocadillos en la estación de carruajes. "¿Empacaste esto para una comida? ¿Algo como esto......?" El corazón de Killian se hundió. Aquí hay una mujer que ha sido golpeada sin piedad, fría y no ha tenido una comida adecuada porque está demasiado preocupada por ser atrapada. Pensar en ella sosteniendo una bolsa de papel con patatas baratas, de esas que pueden comer los mendigos, y calentándose las manos con su calor, hizo que a Killian se le hiciera un nudo en la garganta. "¡Mierda......!" El corazón de Killian se hundió aún más mientras examinaba el contenido de su bolso. Contiene la ropa tosca de una plebeya, probablemente porque trató de no destacar, y herramientas de viaje como una linterna portátil, pedernal y una navaja. Cada objeto era endeble, y Edith habría sufrido dificultades indescriptibles si hubiera tenido que confiar en ellos para iniciar un largo viaje. – ¿Qué pasó por la mente de Edith cuando empacó esto? Siento que lo he descubierto sin tener que pensar mucho en ello. Tal vez, estaba tan sola que quería morir. Ya estaba en la estación de carruajes de larga distancia, pero decidió regresar aquí para morir. Killian apretó su pecho con fuerza mientras imaginaba el corazón solitario y desconsolado de Edith.  Me dolía el corazón. "No había un alma en el mundo que la defendiera. Su propia familia la quería muerta, y yo, su marido, la empujaba y me ponía del lado de la otra mujer en todo momento....... No tengo nada de qué culpar a los Riegelhoff. Los Ludwig le han hecho cosas peores. Nunca habían tratado a su nuera, Edith, con más respeto que a Lizé, y yo estaba ocupado sospechando de todo. Hubo informes de que incluso los sirvientes de la mansión se estaban distanciando de Edith debido a la forma en que los Ludwig la trataban. En ese momento, pensé que todo era obra suya. ¡Qué tonto de mi parte...... De repente, Anna vino a la mente.   "...... mientras tanto, el joven maestro Cliff había interrogado a todos los ocupantes de la mansión, y la atmósfera era tan asesina que todos decían lo que querían escuchar o decían que no sabían. Sólo hubo una, la señorita Anna, la doncella de lady Edith, que estuvo a su lado hasta el final. " Según el informe del guardián que había sacado a Edith del calabozo, Anna había sido interrogada durante varios días como sirvienta de Edith, pero había permanecido a su lado hasta el final; había estado cumpliendo fielmente las órdenes que Killian le había dado antes de partir para la guerra territorial. – Llama a Anna. Killian ordenó con urgencia al sirviente que esperaba afuera. Anna había sido llevada de aquí para allá durante días para ser interrogada, y había sido puesta en libertad condicional por no testificar contra Edith. Quería darle un respiro, pero Anna era la única a la que podía confiar el cuidado de Edith en ese momento. Unos momentos después, Anna entró corriendo, pulcramente vestida como siempre con su uniforme de sirvienta. "Joven maestro". Puede que estuviera actuando de manera casual, pero sus mejillas hundidas decían mucho sobre las dificultades por las que había pasado. "Lamento haberte llamado tan repentinamente, pero una vez más, hay algo que solo puedo confiarte". "Dame tus órdenes, joven maestro". "Edith......" Anna alzó la cabeza al oír el nombre de «Edith». —¿Señorita Edith? ¿Ha venido la señorita Edith? El anhelo y la ansiedad en los ojos de Anna hicieron que Killian volviera a estar seguro de que podía confiar en ella. "Sí. Necesita ver a un médico pronto, pero está muy golpeada. Necesito limpiarle el cuerpo y cambiarle la ropa......" Los tendré listos en un momento, pero primero, ¿puedo ver a la señorita Edith....... ¿Por un momento? Killian asintió, permitiendo que Anna se acercara a la cama. Anna se acercó nerviosa y se tapó la boca con la mano mientras respiraba hondo al ver la figura magullada, delgada y dormida de Edith. "Esa perra Sofía intentó matar a Edith. Debería haberla lisiado en lugar de echarla a patadas...... Killian murmuró con pesar, y Anna apretó las muelas para reprimir sus emociones crecientes.  "Conseguiré una muda de ropa y una toalla para limpiarla". —Por favor. Anna salió de la habitación y Killian acarició suavemente la mejilla de Edith. Tenía tanto frío que quería frotarle las extremidades, pero a juzgar por su reacción cuando la agarró del antebrazo, sospechó que tenía muchos moretones por todo el cuerpo, así que no se atrevió. Y esa predicción fue desafortunadamente correcta. Mientras él y Anna desnudaban a Edith, sus ojos y los de Anna se abrieron al mismo tiempo. "¡Debería haberla despedazado hasta la muerte! ¡Debería haberla hecho pedazos, no haberle cortado la cabeza!" Los moretones morados se extendieron por los antebrazos y los muslos de Edith. Sus antebrazos, donde los latigazos habían sido particularmente severos, todavía estaban en carne viva y con ampollas por el frío. Sus pies, pies, que habían estado caminando con zapatos incómodos durante mucho tiempo, tenían dos uñas moradas. "¿Cómo pudo suceder esto...... ¡Señorita......!" Anna, que tenía fama de ser la sirvienta más impasible de la mansión, no podía controlar las lágrimas que corrían por sus mejillas. Killian también estaba perdiendo la cabeza. Era como si pudiera ver el peso de la vida que llevaba el esbelto cuerpo de Edith. No sé por qué todo me parece tan claro ahora, ¡por qué solo ahora......! "La llevé al infierno y ni siquiera me molesté en averiguar más sobre ella porque parecía estar bien, ¡así que no es de extrañar que no se apoyara en mí!" A Killian le dolía el corazón como si lo estuvieran aplastando. No había cumplido con sus responsabilidades como esposo y había herido a Edith al juzgarla basándose en lo que podía ver. Pensó arrogantemente que lo sabía todo y que era más inteligente que ella. '¡Estoy asqueado de mí mismo, soy horrible!' Killian seguía maldiciéndose a sí mismo mientras él y Anna limpiaban el cuerpo de Edith. Eran extremadamente cuidadosos, como si estuvieran limpiando a un bebé recién nacido, por temor a que el más mínimo roce le causara dolor a Edith. Apenas habían vestido a Edith cuando se enteraron de la noticia de que el médico había llegado. "Tráelo aquí ahora. Si Cliff intenta llevárselo primero, dile que lo mataré". Con Killian en un estado de ánimo más asesino que nunca, los sirvientes se apresuraron a buscar al médico. Y tan pronto como el médico vio la condición de Edith, miró a Killian con horror. Read the full article
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