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#suya the dragon
totaleclipse573 · 3 months
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New oc drop (AGAIN)
Though a LOT of the ideas on here came from @stillafanofsonic, so credits to her :D
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the-sky-queen · 2 months
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If Lark the dragon met Blake, how would it go (both chaos fire children)
@totaleclipse573 :D
I think they'd get along really well! They both have a desire for chaos and I think Blake would really enjoy showing Lark the finer arts of being an absolute menace to society. Blake would kinda end up being that one slightly older friend (according to his ref, Lark is 10 and Blake is 15) who Suya thinks is a really bad influence on his brother. Like, Eclipse? Yeah, sure, he's not the best influence on Lark, but at least he's not TOO bad. Blake on the other hand has been in jail at least fifteen times this month and has shown up in the news twice that just last week. I think Suya's gonna be calling the police the moment Blake starts describing the beauty of a burning building to Lark in intense detail. XD
Also, Lark and Blake get to be disabled buddies together, which I think they'd really enjoy. :D (Lark's wing and Blake's arm)
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regregle · 1 month
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FİBEROPTİK - DRAGON+ (7)
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Fiber optik ek kutuları, fiber optik kabloların birleştirilmesi ve korunması için kullanılan önemli bileşenlerdir. Özellikle, 3 kasetli ek kutusu ve Fiber Optik Closure gibi ürünler, fiber optik ağların kurulumunda ve bakımında yaygın olarak kullanılır. İşte bu ürünlerin özellikleri ve avantajları:
1. Fiber Optik Ek Kutusu:
Fiber optik kabloların birleştirilmesi ve korunması için kullanılır.
Genellikle dış mekanlarda veya iç mekanlarda kullanılabilir.
Fiber optik konektörleri güvenli bir şekilde barındırmak için tasarlanmıştır.
Ek kutuları, fiber optik kabloların korunmasını ve çevresel etkilere karşı direncini artırır.
2. 3 Kasetli Ek Kutusu:
Birden fazla fiber optik kablo bağlantısını yönetmek için tasarlanmıştır.
3 kasetli ek kutuları, genellikle yoğun fiber optik kablo ağlarında kullanılır.
Kompakt tasarımı, yerden tasarruf sağlar ve montaj kolaylığı sunar.
Farklı boyutlarda kasetlere sahip olabilir ve farklı kapasitelerde fiber optik kablo bağlantılarını destekleyebilir.
3. Fiber Optik Closure:
Fiber optik kabloların birleştirilmesi ve korunması için kullanılan kapalı bir kutudur.
Dış mekanlarda kullanılmak üzere tasarlanmıştır ve suya, toza ve diğer çevresel etkilere karşı dayanıklıdır.
Fiber optik bağlantıları güvenli bir şekilde barındırır ve korur.
Fiber Optik Closure, fiber optik ağların güvenilirliğini ve performansını artırır.
https://www.fiberoptik.net/ sitesi, çeşitli boyutlarda ve özelliklerde fiber optik ek kutusu ve Fiber Optik Closure gibi ürünleri sunmaktadır. Bu ürünler, fiber optik altyapıların kurulumu ve bakımı için önemli bileşenlerdir ve çeşitli fiber optik iletişim projelerinde kullanılabilirler.
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groriatrevi10xx · 4 months
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Umbra siempre había pensado que un "Villano" o una "Mala Persona" no necesitaba exactamente un pasado trágico... Hubo personas que se convirtieron en lo que eran debido a su pasado, pero Umbra sabe que no siempre es necesario un pasado trágico para que ellos sean el "Malo" de la historia.../Umbra had always thought that a "Villain" or a "Bad Person" didn't exactly need a tragic past... There were people who became what they were because of their past, but Umbra knows that a tragic past isn't always necessary for them be the "Bad One" of the story...
No necesitan desgracias, traumas, problemas, pérdidas, maltratos y más... Simplemente son malos porque así lo decidieron... No todas las personas se vuelven malas por su pasado trágico, algunas ya eran malas incluso con padres amorosos y una buena vida.../They don't need misfortunes, traumas, problems, losses, mistreatment and more... They are just bad because they decided that way... Not all people become bad because of their tragic pasts, some were already evil even with loving parents and a good life...
Un buen "Villano" o "Mala Persona" no siempre necesita un pasado oscuro... A veces tienen la vida más brillante.../A good "Villain" or "Bad Person" did not always need a dark past... Sometimes they have the brightest life...
Desgraciadamente hay gente que no piensa lo mismo… Probablemente porque no lo ha visto ni vivido, cada uno tiene su opinión y ella la suya…/Unfortunately, there are people who do not think the same... Probably because they have not seen or experienced it, everyone has their opinion and she has hers...
¿Qué opinas?.../What do you think?...
Es como los cuentos de hadas que son tan repetitivos a veces, no todos... Claro... La Reina no siempre es la mala y la Princesa no siempre es la buena, el dragón no siempre es un monstruo y el caballero no siempre es un héroe.../It's like Fairy tales that are so repetitive at times, not all... Of course... The Queen is not always the evil one and the Princess is not always the good one, the dragon is not always a monster and the knight is not always a hero...
No hablemos de príncipes, no creo que todos sean ideales.../Let's not talk about princes, I don't think they are all ideal...
Pero... ¿Realmente tengo razón?.../But... Am I really right?...
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****La Reina Umbra a los 890,986 años.../Queen Umbra at 890,986 years old...****
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teknomagic · 11 months
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SEGUNDA PARTE
Sigo con la lista de anime también conocida como "dejad que la tita Teknomagic os explique cómo darle en el morro a ese profe vuestro que se burla de los narutos" que empieza en este post:
One Piece: El Barón Omatsuri y la isla secreta (Mamoru Hosoda – 2005, Toei)
con las películas de series ocurre que a veces hay directorazos dando sus primeros pasos con ellas, y aquí pasa justo eso. Es la sexta película de One Piece y con ella se estrenó en largometraje el director de Summer Wars y Belle.
(por cierto: Summer Wars es un peliculote también)
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Space Dandy (varios directores – Bones, 2014)
esta space opera consta de capítulos autoconclusivos, cada uno con un director distinto y mucha libertad creativa.
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Promare (Hiroyuki Imaishi – Trigger, 2019) no me puedo dejar a Imaishi fuera de la lista y Promare es un poco todas sus movidas concentradas en una película.
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Keep Your Hands Off Eizouken! ( Masaaki Yuasa – Science Saru, 2020) vale, esta serie tampoco la he visto pero es un poco especial porque va sobre animación.
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Bonus track: Yoshiyuki Tomino. Yo que sé, escoged un Gundam de los suyos, el que queráis. Ha levantado una de las mayores franquicias de Japón casi él solo, cómo voy a recomendar UNA obra, es un titán del medio.
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O si no cualquier cosa suya, como por ejemplo Overman King Gainer.
Bonus track 2: Satoshi Kon tampoco tiene ni una película ni una serie mala. Personalmente me gustó mucho Paranoia Agent, pero toda su obra vale muchísimo la pena.
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Luego aparte podéis entrar en Sakugabooru y buscáis los tags de Itano circus, Yotapon cubes, Kanada dragon, Wakame shadows e Hisashi punch, por ejemplo (son efectos de animación nombrados en honor al animador que los inventó o popularizó, una gozada, dadle bien fuerte con esto  también a los profes odiaanime. Bueno, les podéis dar con la web entera)
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rubimoon45 · 8 months
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SANGRE Y FUEGO
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CAPÍTULO 1: la sombra del fuego
"El pueblo cree que los Targaryen somos lo más cercanos a los dioses por domar a los dragones. Es un error: son ellos quien nos controlan".
-Princesa Rhaenyra Targaryen
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La princesa Naerys se despertó entre mantas de algodón a la mañana siguiente de haber recibido dos misivas de su abuela y su hermana menor, Rhaena Targaryen. El canto de los pájaros fue la que la despertó, más que la luz que cruzaba las gruesas cortinas que decoraban la estancia del dormitorio matrimonial.
El cuarto de Aemond era oscuro, pero siempre se las arreglaba para tenerlo ordenado y en su sitio. Los tapices eran negros, con alguna decoración dorada y blanca a juego con la roca raspada. La suya, cuando estaba soltera y comprometida, y no se les permitía compartir estancia, era de las más iluminadas y tenía tapices blancos y con formas geométricas. Pero de entre todas, las de Helaena eran las más originales. Azul claro, muebles de madera oscura y clara, y una decoración de los tapices en forma de flores y fauna.
Las doncellas entraron rápido para vestirla, nada más escucharon movimiento en el dormitorio. Si bien no le tocaba darse un baño todavía, pidió que tuvieran lista la bañera para aquella tarde y su ropa de vuelo para después del desayuno. Le apetecía dar un vuelo rápido con su dragón, Vermithor, el dragón que llevaba durmiendo bajo Rocadragón tras la muerte de Jaehaerys I hasta su reclamo, y desatenderse de sus responsabilidades un rato. Aemond no estaba a su lado cuando se había despertado. Debía de estar en la biblioteca buscando algún libro nuevo, recién llegado de la Ciudadela o algún comerciante, o practicando su maestría con la espada con algún caballero que se preste a hacerlo. Así que le tocaría desayunar y estar sola aquella mañana hasta que se dignase a aparecer.
Los pasillos de la Fortaleza, a diferencia de aquella noche, estaban plagados de nobles curiosos y sirvientes yendo de un lado a otro. Algunos giraban la cabeza, la saludaban y procedían a hacer una reverencia a su paso. Otros, la miraban entre sorprendidos y comenzaban a cuchichear entre ellos. Las noticias de la llegada de la princesa, sus hermanas y la familia de la Princesa de Rocadragón debían de haberse extendido por todo el palacio. A veces le sorprendía la rapidez en la que se desataba todo, y más en lo respectivo a asuntos que no tenían que ver con ninguno de ellos.
-Princesa Naerys.
La princesa se dio la vuelta en busca de la voz que la llamaba. Un hombre bajito pero delgado, entrado en edad, y vestido de negro, la esperaba pacientemente con una sonrisa. Casi no tenía pelo, pelo algún mechón no era blanco del todo, sino castaño oscuro.
-Lord Caswell, ¿desea algo? -era uno de los seguidores más fieles de la princesa Rhaenyra, y quien solía defenderla cuando se iniciaba algún rumor.
-He escuchado que nuestra princesa vuelve a la capital, ella y su familia con el príncipe Daemon. Espero que no sea por algún problema...
-Mis hermanas ya me han informado. Vendrán y serán atendidas en cuanto puedan llevarse a cabo sus asuntos en la Fortaleza.
-Oh, las princesas Rhaena y Baela. Hace tiempo que se las ve por la capital, entre que nacieron en Essos y están separadas entre Marcaderiva y Rocadragón -comenzó diciendo. Había sido una decisión rápida a consecuencia de la marcha repentina de su abuelo y la muerte de Laena, su madre. Ella se había quedado en la capital para seguir de contacto entre la heredera que estaba lejos-. ¿Los niños Velaryon y los jóvenes Aegon y Viserys también?
Naerys se dio el interior del labio. La esposa de Lord Caswell no estaba con él, como se solía esperar de una mujer devota a su marido y sin muchas cualidades sociales. Casi antes de que naciera, la mujer más influyente en solía ser Lady Redwayne, pero con su fallecimiento el puesto había sido disputado durante tiempo. Probablemente ese puesto se hubiera convertido en el más cotizado, ahora a manos de la Reina que había conseguido transformar todo lo de sus antecesoras monárquicas en...la misma fe que se había revuelto tantas veces contra las tradiciones valyrias de los Targaryen y su cultura. Eso mismo había pasado en su matrimonio.
Aemond y ella se habían casado en el rito valyrio antes que en el de los Siete, siguiendo los pasos de sus antecesores Alyssanne y Jaehaerys I. Al principio de todo les parecía una buena idea, algo rebelde porque era salirse de sus bases pero que al final iba a ser aceptada por la familia al tratarse de la sangre más pura de la Antigua Valyria, sangre que compartían y tradiciones en las que estaban envueltos.
Cuando se prometieron ante los viejos dioses valyrios y bebieron la sangre del otro, entonces no les pareció una tontería. Hasta que la reina Alicent reclamó que ese matrimonio era nulo ante los ojos de los Siete y que si no lo habían consumado entonces podría resolverse, que era una aberración y un acto rebelde que no iba con ellos. Quizás una parte de ella ya estuviera maquinando la posibilidad de que hubiera sido consumado, y ya estaba buscando algún matrimonio para proteger el honor de los Targaryen y de Aemond, sobre todo de su hijo. Daemon y Rhaenyra, en su potestad, defendieron que era igual de legal a lo que ella proponía.
Hubo una discusión que acabó con la sentencia del Rey alegando que, si ya se habían casado de esa forma, no podría romperse la unión, y que si querían que fuera legal ante la Fe de los Siete se casaran de esa forma para acabar con todo el problema.
-Lord Caswell, mis hermanas vendrán en cualquier momento y tengo que arreglar unos asuntos con mi esposo.
-Oh, claro, el príncipe Aemond. Él y sir Criston estaban entrenando en el patio con algunos guardias hace rato -y murmulló en voz baja-: mi esposa se pregunta cuándo nos sorprenderá con algún niño, resultado de vuestro matrimonio.
Naerys lo despidió y volvió su camino hacia el patio de armas. La creyeran o no, ella también esperaba eso. Para que al menos se callasen los rumores sobre su posible infertilidad.
El patio de armas era un cuadrado que daba a una de las puertas por las que las tropas que protegían el castillo entraban y salían en sus guardias. Era un patio abierto, protegido por la muralla del castillo, no muy grande, pero sí lo suficiente como para reunir gente y ejecutar combates de entrenamiento.
Las únicas veces que Naerys había estado ahí había sido cuando su padre la había llevado ahí para presentarle a algunos guardias de las Capas Doradas que aún mantenían contacto, y la segunda vez hacía algunos meses para atender a uno de los entrenamientos con el Rey desde lo alto de la torre. Y ahora estaba ahí en busca de su marido. La doncella que iba con ella se encargaba de mantener su honor a salvo. Dos guardias hicieron una reverencia al verla. Un grupo de noble hacían corrillo, con otros guardias sin armadura, alrededor de algún combate. Pero ni idea de dónde estaba su esposo.
-Princesa -llamó su doncella, mirando en una dirección.
-Oh.
Naerys se acercó a ese corrillo, siguiendo las exclamaciones de sorpresa de varios nobles y el golpeteo continuo de la madera y el hierro. Y entonces lo vio, el destello plateado casi blanco de la persona que buscaba. Sir Criston llevaba su armadura de cuerpo entero, casco incluido, y llevaba un lucero del alba que danzaba sobre su cabeza a cada giro que daba. Enfrente, el despreocupado de Aemond iba con su ropa habitual de cuero, un escudo y una espada que bien podría haber visto llevar a cualquier caballero. Naerys contuvo una exclamación cuando el arma del Capa Blanca casi lo golpeaba de lleno en la cabeza.
Conocía los buenos dotes con la espada de su esposo de propia mano, de las veces que le contaba emocionado sus victorias y los comentarios que corrían por la Fortaleza sobre su destreza y la habilidad a pesar de tener un solo ojo. La mayoría de esos comentarios se englobaban acerca de eso, sobre el accidente de su infancia con Lucerys Velaryon y la pérdida de su ojo. Aemond rodó sobre su costado, aprovechando el impulso del golpe sobre el escudo, que acabó hecho pedazos y casi destrozado sobre su cabeza. La espada bailó varias veces entre ellos, intentado golpear el cuerpo cubierto del caballero experimentado, una y otra vez. Hasta que en uno de sus mandobles sir Criston apartó un momento la mirada del arma y acabó con ella tan cerca del cuello que podría haberlo cortado a la mitad de así desearlo.
Por fin Naerys, cuando vio la espada colgando del brazo de su esposo en una posición inofensiva y a sir Criston desarmado, pudo respirar tranquila. Mentiría si dijera que no le preocupaba cada vez que escuchaba que su marido se enfrentaba a algún caballero. Incluso a las lealtad y al que se encargaba de la protección de su madre.
-Bien hecho. Muy pronto podrás participar en torneos, mi príncipe, y ganarle alguna corona a tu señora esposa -comentó sir Criston, quitándose el casco y dejando al descubierto un rostro de puros rasgos dornienses.
-Me importan una mierda los torneos y los combates -bajó la espada en un gesto algo agresivo, sin perder de vista a su oponente-. Sobrinos, ¿han venido a entrenar?
Un grupo de murmullos se expandieron por el patio, contenidos este tiempo o ignorados por la princesa. Escuchó el suspiro repentino de su doncella a sus espaldas, pero no le hizo más caso que el dirigirle una mirada sorprendida. Dos rostros casi familiares, creciendo con el tiempo pero que aún conservaban los restos de lo que alguna vez fue su infancia, miraban hacia el centro del coro de nobles con expresiones no tan sutiles. Dos nobles a sus lados se habían apartado repentinamente y comenzado a cuchichear con los de su lado. Esa actitud consiguió molestar lo suficiente a Naerys como para hacer que se moviera.
Sujetándose los extremos del vestido de aquella mañana, la princesa se acercó a los príncipes con los que compartía la sangre Targaryen y experiencias en algún momento en el que fueron niños. La pérdida del ojo de Aemond había dejado muchas secuelas en la familia, sobre todo la noche en la que pasó todo. Sus hermanas fueron las que acudieron corriendo a su habitación, cubiertas de polvo y el vestido de Baela con restos de sangre, llorando y pidiendo que protegiera a Luke y a Jace de la ira de la reina. Lo que ocurrió después, el intento de asesinato de la reina a la heredera con la daga del Rey, fue algo que los pilló a todos desprevenidos.
-Princesa Naerys -dijo uno cuando se dio cuenta de su presencia. Una noble casada, pues la reconocía de algunos banquetes, le hizo una profunda reverencia-. Prima.
-Luke, Jace -saludó en respuesta, sonriendo y abriendo los brazos-. Espero que el viaje haya sido tranquilo.
Primero abrazó a Jace, y luego a Luke. Ambos habían crecido, pero Jacerys era ligeramente más alto que su hermano pequeño, con unos rasgos similares a los de su madre y su porte... Lucerys parecía un corderito asustado, y eso la instó a abrazarlo con más fuerza.
-Lo ha sido. Madre no nos ha dejado venir en dragón. Quería enseñarte a Arrax.
Naerys se permitió el lujos de jugar con los rizos morenos que adornaban la cabecita de Lucerys. Cuando era más pequeño, esos rizos eran mayores y bailaban sobre su frente blanca y despejada. Ahora, sus mejillas rechonchas y rostro infantil había casi desaparecido por los unos rasgos que comenzaban a parecerse cada vez más a los de su hermano, que dentro de poco entraría en la edad adulta.
-¿Dónde están Baela y Rhaena? -quiso saber de sus hermanas. Sabía que vendrían separadas, pero que nunca entrarían en esta zona por el bien de ellas. Por lo menos, no Rhaena.
-Rhaena ha ido con nuestra madre a buscar a la princesa Rhaenys -informó Jace, alzando el rostro que empezaba a tomar ya rasgos masculinos-. Supongo que Baela habrá ido con ella. También ha venido.
-Sí, la princesa dijo que vendrían las dos en dragón.
Tenía su sentido que la princesa y su abuela fueran a juntarlas para comenzar una conversación relacionada con el tema de su viaje. O al menos el intento de una. Sus pensamientos se dirigieron a cierto lugar de aquel patio de armas. Los caballeros sin armadura seguían en sus prácticas, y algún noble se había animado a participar en alguno de esos entrenamientos. Naerys buscó con la mirada la de su esposo. Lo descubrió manteniendo una conversación con su oponente, sir Criston, pero sin apartar la atención de donde estaban ella y sus sobrinos. Sir Criston movía los labios en una conversación en la que él no parecía tener interés, pero aún así le conseguía responde con alguna palabra suelta; por el rápido movimiento de sus labios. La princesa le hizo un gesto, y su respuesta fue dejar la espada sobre la tabla de madera en la que el resto de armas estaban expuestas. No separó la mirada de donde estaba ella ni un instante.
-¿Vais a participar en algún combate?
-Madre no nos dejaría, dice que aún somos muy jóvenes para usar el hierro.
-Tonterías -respondió-, hay niños más jóvenes a vosotros usando el hierro ya.
Un silencio se instaló entre ellos, seguido de una mirada cómplice entre los dos hermanos que fue la gota que colmó en vaso. Naerys se hizo a un lado para dejar pasar a un grupo de nobles que inclinaron la cabeza al verlos. Se apartó un largo mechón plateado de la cara detrás de la oreja. Un par de ellos, con todo el descaro del mundo, se atrevió a sonreír al pasar al lado de los tres. Naerys se preguntó el por qué esa osadía, hasta que descubrió el motivo. El collar de los Velaryon. Jace y Luke también se dieron cuenta de eso, al ver el collar que descansaba sobre su pecho y brillaba con la luz que ascendía sobre la muralla. El rostro de Luke se transformó y coloreó de rojo.
-Entiendo -soltó una risita en un intento de quitarle peso al asunto-. Tengo que atender unos asuntos. Cuando los termine os iré a buscar, ¿vale?
Besó la frente de Luke y dio un último abrazo a Jace antes de despedirlos. Los vio marcharse por donde ella había entrado, las capas con los colores de los Targaryen y los Velaryon ondeando a sus espaldas y a cada movimiento. Ella también era como ellos, pero usaba más colores Velaryon en honor a su madre que los de su padre, que ya lo llevaba en el apellido. Bueno, y por su esposo.
Hablando de él, se dirigió hacia donde estaba. Sir Criston se había retirado a uno de sus lados, limpiando el arma que había usado hacía unos minutos. La mesa de armas estaban frente a ellos, con diferentes armas, tanto de cercanía como de lejanía. Naerys tenía recuerdos desde su infancia de todas las armas, desde la espada legendaria de los Targaryen, Hermana Oscura, hasta diferentes armas que los príncipes de Tyrosh insistían en usar en sus torneos por considerarlas exóticas. Aemond observaba diferentes armas, tomándolas y examinándolas.
-¿Qué ha sido eso?
-¿Qué ha sido qué, esposa? -respondió él, a la defensiva. Examinó el largo y el filo del arma que tenía en la mano de cerca, solo para descartarla junto a otras que no cumplían sus expectativas-. Supongo que has venido a decirme que mis sobrinos no quieren participar en algún entrenamiento como cuando éramos pequeños.
La princesa Naerys suspiró impaciente.
Hizo un gesto a la doncella para que se retirara unos centímetros de donde estaban ellos, lo cual cumplió posicionándose casi al lado del guardia más cercano. Naerys se acercó más a su esposo, atreviéndose a sujetarlo del brazo con el que estaba cogiendo las armas. El cuerpo de Aemond se tensó.
-Mis hermanas están ya en el castillo. Me gustaría que fuéramos a verlas, y a mi abuela también.
-No creo que sea recibido con los brazos abiertos por esa gente. Debería quedarme aquí. Al menos sabrás donde estoy.
-¿Es esto una de tus venganzas porque he hecho algo que te ha defraudado? ¿Qué ha sido esta vez, esposo?
Aemond volvió el rostro bueno hacia ella. La presencia del parche dificultaba que pudiera prestarle una atención decente mientras charlaban o discutían, pero ya parecía tenerlo controlado. Sus rasgos afilados la saludaron en una mañana con las temperaturas y la niebla bajos.
-No vamos a discutir eso aquí.
-Y sin embargo pareces contento por hablarlo.
-El malestar está hablando por ti -la examinó de pies a cabeza con su único ojo-. Me pregunto si ya habré puesto un niño en ti, que es lo único que se espera de nosotros. Tus respuestas podrían sonar como las hembras que los dothrakis preñan para tener a sus hijos. ¿Cómo es? La personalidad del padre en el hijo dentro del útero.
Lo estaba diciendo para hacerle daño. Naerys apretó su agarre. Casi pudo escuchar el cuchicheo de la noble que no estaba tan lejos de ellos con su señor esposo.
-Entonces bien es conocido que la Reina tuvo varios histerias para que tú tengas ese temperamento. Lo único que se espera de nosotros -comenzó diciendo, los ojos sobre él- es que mantengamos las cosas en privado y sin causar revuelos.
Por primera vez en esa mañana, una sonrisa, aunque burlona, se extendió en su rostro. El parche hizo que no pudiera tomárselo más enserio que una reacción a una mala broma. Su ojo, por otro lado, se dirigió hacia el collar Velaryon que descansaba en su cuello y el vestido de aquella mañana. Como todas las mañanas en Desembarco del Rey, las mañanas eran húmedas y frías, y para abrigarse se ponía un vestido y por encima un chal que la protegiera de las ráfagas de viento. Era un vestido azul, con el corte debajo de los pechos, muy similar al que usaba cuando era una adolescente, y una camisola que sobresalía por las mangas abombadas hasta los codos. Un chal iba sobre sus hombros, enredado en sus brazos.
-Esto no es gracioso, Aemond -quiso insistir, pero no le salían las palabras adecuadas. Pensó en la Reina, y en los gritos durante la discusión que hubo al enterarse del matrimonio en Rocadragón por el rito valyrio.
La boda que ella quería acabó haciéndose más por insistencia que por deseo de hacerla. Para los Targaryen, y más como ellos, podría haberlos llevado a consumar el matrimonio tras la primera boda. La insistencia en Aemond de mantenerla intacta hasta que se diera la noticia a la familia la había conseguido convencer, igual que como la Reina. Naerys se quejó, puesto que era una tontería aguardar eso después de haber bebido la sangre de ambos mezclada. La insistencia de Aemond por no consumar el matrimonio, pese a los intentos de su ahora esposa, había servido para que su regreso a la capital, ambos en sus dragones, no fueran tan criticado como sus ancestros.
Al menos a la reina Alicent le sirvió de excusa para querer convocar otra boda, más tradicional a su fe y que no pudiera ser considerada un pecado de la carne. La misma que Aegon y Helaena tuvieron hacía ya varios años, antes del nacimiento de los gemelos y el pequeño Maelor. A diferencia de ellos, el asunto de la boda de había llevado en total secretismo entre ambos y se arrastraba desde hacía tiempo.
Aemond estiró el brazo, cortando el espacio entre ambos. Naerys tuvo que alzar el rostro para mirarlo, soltando su agarre. El tejido fino del vestido dejó un recorrido cálido al paso de los dedos de él sobre su piel cubierta. Contuvo el aliento, pensando en el número de personas que pudieran estar mirándoles.
-Si te toco así, parecería que he cumplido bien con mi deberes, ¿no crees? -arrastró el dedo desde debajo de sus pechos hasta su ombligo, cubiertos por una fina tela azul-. Tu pequeña cabecita no debería preocuparse por nimiedades. Hay mejores cosas con las que entretenerse -miró por encima de ella, el orbe amatista desplazándose un lado al otro-, como saber qué hacían mis llamativos sobrinos aquí.
-Tus deberes para conmigo son cosa privada, no de interés público -detuvo la mano de Aemond por debajo de la suya, piel cálida y áspera sobre la suave y tersa de la suya. Aemond la miró con curiosidad, si es que podía describirse así-. La princesa Rhaenys querrá vernos.
Sobre todo cuando esos comentarios se excusaban en comparar su fertilidad con los antecedentes de su madre Laena en el último de sus partos. Sin duda, en el caso más impactante que había sorprendido a ambas familias y obligado a reunirlas. Baela y Rhaena no se habían separado de ella en ningún momento del funeral, sujetándose a sus manos y llorando envueltas en sus capas. Su abuela había llegado para consolarlas... Y luego Jace y Luke por insistencia de la princesa. La noche de antes se habían marchado del palacio en Tyrosh con sus dragones y en barco hacia Marcaderiva para el funeral. Su madre había muerto por complicaciones en el parto, incinerada por voluntad por las llamas de Vhagar, viva... Aún le costaba mirar a los ojos a la dragona cuando se la encontraba en Pozo Dragón, camino a buscar a Vermithor en su nicho.
Naerys se abrigó con el chal. La doncella le había insistido en usarlo, y ahora se lo agradecía. Aunque de normal no hacía caso a esos consejos. La sangre del dragón corriendo por sus venas, moviéndose y expandiéndose, tentaba a la suerte que otros habrían perdido.
-¿Has desayunado al menos?
-Si mi esposo no está en el dormitorio a la hora que me despierto, de verdad te piensas que voy a desayunar algo hasta que sepa dónde está.
-Cabezota -tiró el arma sobre la mesa, pillando por sorpresa a los nobles que estaban probando algunas y al caballero de Capa Blanca-. Podrías desayunar con mi hermana y no esperar a que te desmayes.
Naerys lo miró nuevamente sin gracia. Si bien podría haberlo hecho, sabía que Helaena estaba ocupada por las mañanas con sus damas y con los niños, y a veces para atender la escasa atención que su esposo le daba. Y ella a veces no tenía la paciencia para interpretar los comentarios que solía lanzar de mordisco en mordisco. No podía interrumpir esos momentos hasta que ella lo hiciera; por ahora, nunca podría cobrarse esa venganza. Sin embargo, cuando se la encontraba en los jardines la ayudaba a buscar algún insecto interesante o la invitaba a acompañarla a ella y algunas damas a sus meriendas. Algunas de esas damas evitaban su compañía, por otro lado, y eso era grosero.
-¿Me ves tan débil?
-Nunca criticaría a la misma sangre que Daemon Targaryen -cortó el espacio de ambos finalmente, inclinándose no del todo sobre ella. Solo lo suficiente para que pudiera escucharlo-. Y a quien montó al dragón más grande de Poniente a una temprana edad... Y puede que a su nuevo amo esta noche.
Rumió esas palabras. Aunque compartieran la misma sangre, ellos también lo hacían compartiendo abuelos, el antiguo heredero Baelon y su hermana-esposa Alyssa Targaryen, ambos hijos de Jaehaerys I. Incesto, según el septón, pero justificado para mantener la sangre de la Antigua Valyria pura entre su linaje. Los mismos conflictos que habían llevado a Maegor I a tomar con una de sus esposas a su sobrina Rhaena, hija por parte de Aenys I, entre su seis esposas.
-Sir Criston -retó. Aemond la miró con curiosidad, el semblante serio, pero ella apartó la mirada de él hacia el caballero de la Guardia del Rey.
El caballero le prestó atención.
-¿Sí, su excelencia?
-Cuando terminéis aquí, dile a mi esposo que estaré contenta de pasar la mañana con él siempre y cuando se duche. Apesta a metal y sudor, y no dudo que pronto hará lo mismo con su dragón.
La princesa Naerys se recogió las faldas del vestido, y rompió el contacto visual tanto con su esposo como con el caballero de la guardia. La doncella se hizo a un lado, cabeza gacha todo el rato, y la siguió por detrás en silencio.
La Fortaleza Roja se dividía en diferentes zonas, tanto zonas privadas únicas para la familia real como públicas tanto para nobles como para sirvientes. Si bien estos últimos apenas tenían los mismos derechos que el resto de gente que vivía en el palacio.
Los dormitorios de la familia real no daban contacto con el de los nobles, que estaban en diferentes zonas. El torreón de Maegor, construido por órdenes del Rey Maegor I hacía ya bastantes años, tenía los aposentos reales, en Salón Menor y el Salón de Baile de la Reina. Los miembros más cercanos a la familia real residían en él. El resto de torres estaban repartidas por la fortaleza según el estatus de sus habitantes o el servicio que prestasen. Desde la Torre de la Mano podía accederse a las cámaras del Rey.
-Vuestra abuela está en su dormitorio. La princesa Rhaenyra ha insistido en que descanse y espere a que hable con su padre antes que nada -le decía la doncella de la reina, la mujer que siempre estaba atendiéndola.
La había encontrado de camino a los salones para desayunar. Ya era tarde, pero con suerte habrían quedado postres y partes del desayuno de esta mañana. Luego, iría al cuarto de Helaena para convencerla de que fueran a dar un paseo antes de encontrarse con su hermano.
-Gracias. Informa a la Reina de que me reuniré con ella en el septo cuando pueda.
-Sí, princesa.
Naerys entró el dormitorio seguida por una nube de misterio. Aquella situación comenzaba a estresarla más de la cuenta. Quería ver a su padre y a sus hermanas, pero visitar a su abuela, que había sido de las primeras en informarla, la reconfortaría después de esa mañana. Si su esposo estuviera con ella, al menos tendría sentido controlar el agobio que comenzaba a almacenarse.
-Naerys.
-Abuela -le devolvió el caluroso abrazo. Llevaba ropas de abrigo, pero debajo se podía sentir todavía el tacto de la armadura con las escamas que usaba para el vuelo en su dragón.
Llevaba el mismo peinado que siempre, cargado hacia atrás y suelto por la espalda. Los colores Velaryon destacaban sobre todo, con algún detalle de los Targaryen. Las comisuras de sus labios, rodeadas por arrugas, se estiraron en una tensa sonrisa. Su abuela le acarició el pelo.
-Deberías ver a Baela y Rhaena. Son iguales a Laena.
Y ella era más parecida a su padre. Se lo decían siempre, pero siempre ignoraba esos comentarios y se quedaba con lo superficial.
-Tu carta me ha dejado sin palabras. ¿Por qué Vaemond iba a querer reclamar el derecho a Marcaderiva sobre el derecho de Lucerys?
-Laenor era el sucesor de Corlys hasta que falleció, y en ningún momento se dejó claro la herencia de la isla y los Velaryon. Él... Vaemond cree que tiene el derecho ahora que tu abuelo está herido.
-Abuela, ese derecho es de Lucerys como hijo de Laenor.
Su abuela cerró los ojos, pensativa, y cuando los abrió el amatista de sus ojos bailó como el fuego que quemaba en la chimenea. El dormitorio estaba oscuro, casi vacío más que unas pocas pertenencias. Se suponía que había recogido todo y llevado a Marcaderiva con su matrimonio, pero ese dormitorio estaba reservado para ella de cuando era una princesa hija del heredero, Aemon, hasta su muerte y posterior regreso a Desembarco del Rey para el funeral.
-Ese derecho debería pasar a la hijas de Laena... A vosotras, por ende. A la sangre Velaryon.
-No digas eso, abuela -insistió, casi con horror-. Tenemos que estar unidos. No podemos dejar que el derecho de Luke sea criticado. Con eso, todos tendrían el derecho a criticar el reclamo de Rhaenyra.
La princesa Rhaenys se resistió a poner los ojos en blanco. Las velas bailaron y crearon sombras en las paredes decoradas.
-Rhaenyra quiere comprometer a tus hermanas con sus hijos y unirnos en un frente contra los Hightower.
Naerys sintió los dedos de su abuela temblar entre sus manos. Un compromiso, una alianza, a favor del reclamo del Trono del Hierro y del trono salado de Marcaderiva. Una sería reina, y otra sería una noble dama con ascendencia valyria pura que no sustentaría quejas ante ningún reclamo. Lo que venía siendo comprometer la sangre valyria de su tradición para aplacar los rumores que iban alrededor de los hijos de Rhaenyra y su supuesta paternidad.
-Una buena alianza, abuela. Ayudaría a sofocar los rumores, piénsalo. Nadie se atrevería a juzgar el reclamo de la princesa heredera si sus hijos tuvieran hijos cuya paternidad y maternidad no es...un tema complejo.
Y, por supuesto, detener la influencia de los Hightower, que apoyaban un reclamo sin fundamentos, en la Corte. Naerys apoyaba el reclamo de la esposa de su padre solamente porque el Rey lo había querido así. Cualquier intento de reclamo de otra persona, ya fuera de su cuñado o de otra persona, era una traición a la elección del Rey.
-No, no voy a dejar que su desesperación me nuble esta vez. No separaré... No dejaré que Rhaena y Baela sean vendidas de esa forma -se negó en rotundo, sin pensar si quiera en las consecuencias a largo plazo que traerían-. No como Daemon hizo contigo con el hijo de Alicent.
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AAAAAAH ME IMAGINO SU CARA EN LA ESCENA DEL PATIO DE ENTRENAMIENTO TAL CUAL EN LA SERIE. ¡MI NAERYS DEJÁNDOLO CON LAS GANAS!
Mira esta sonrisa, es un hombre enamorado:
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saintsr · 3 months
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QSMPxXXXHolic
Esta idea me llego mientras oía el intro de XXXHolic y por el viaje de Missa con Roier a España, agregare al Mariana. Pueden poner esta situación en MCExtremo.
C!Missa, C!Roier y C!Mariana tienen rostros bonitos cuando eran niños, por esto los vestían de niñas ya que los ayudaban a volverse fuertes y "masculinos" tambien para ahuyentar a los malos espíritus (los mobs) o contrincantes para que no les hicieran daño ya que era muy peligroso. Poniéndoles de nombre C!Laura, C!Melissa y C!Mariana. Cuando C!Missa creció un poco mas se quejo de esto con C!Rubius pero seguia diciendo que era por su bien, C!Sprrn que no era tan mayor a C!Missa le consiguio su mascara de esqueleto hechizandola con ayuda de C!Shadoune y le enseño a pelear, al final cuando crecio nunca mas se quito su mascara, le daba un aire imponente pero tambien fungía como protección contra los mobs mas fuertes ya que supersonalidad noble y un poco torpe que atraía a las criaturas queriendo su alma. Cuando ese mundo acabo C!Mariana y C!Roier se les borro sus memorias y sus almas volvieron en blanco pero los dos se quedaron por una extraña razón con los nombres ya que los usaban para molestar, confundir a las personas o comodidad, pero C!Missa no, su alma regreso con sus recuerdos, en esta nuevo mundo llamado QSMP donde pasado un tiempo tuvo la misión de cuidar a un niño mitad dragon mitad humano que con su magia tomaba prestadas caracteristicas de sus padres, viendo que tomo su rostro le dio una mascara igual a la suya para protegerlo de los malos espiritus y evitar que lo confundieran con una niña como el, de su compañero de cuidado no estaba seguro de como comportarse ya que sentía un poder mistico, lejano y antiguo pero al mismo tiempo se sentía seguro y tranquilo como en casa sin saberlo o comprenderlo C!Philza como el Angel de la Muerte alejaba todo peligro con su aura de Chayanne y C!Missa posteriormente a Tallulah. Tambien era la primera vez que conocia a alguien con alas de cuervo ya que C!Quakity tenia alas de pato.
Perdón por no agregar mas de Roier o Mariana u otro personaje no los conozco bien pero me gustan sus interacciones.
Lo borrare si ofende o incomoda a alguien por favor. También hace años que vi el anime y parte del manga, tengo partes borrosas asi que lo adapte lo mejor que pude.
This idea came to me while listening to the intro of XXXHolic and because of Missa's trip with Roier to Spain, I'll add the Mariana. You can put this situation in MCExtremo.
C!Missa, C!Roier and C!Mariana have pretty faces when they were children, which is why they were dressed as girls as it helped them become strong and "masculine" also to scare away bad spirits (mobs) or opponents so that Do not harm them since it was very dangerous. Naming them C!Laura, C!Melissa and C!Mariana. When C!Missa grew a little older she complained about this to C!Rubius but kept saying that it was for her own good, C!Sprrn who was not that old got C!Missa her skeleton mask by casting a spell on her with the help of C!Shadoune and he taught him to fight, in the end when he grew up he never took off his mask again, it gave him an imposing look but it also served as protection against the strongest mobs since his noble and slightly clumsy personality attracted creatures wanting his soul. When that world ended, C! Mariana and C! Roier had their memories erased and their souls returned blank, but for a strange reason the two of them kept the names since they used them to annoy, confuse people, or comfort, but C Missa no, her soul returned with her memories, in this new world called QSMP where after a while she had the mission of taking care of a half-dragon, half-human child who with his magic borrowed characteristics from his parents, seeing that he took her face. He gave him a mask just like his own to protect him from bad spirits and prevent him from being confused with a girl like him. He was not sure how to behave from his care partner since he felt a mystical power, distant and ancient but at the same time he felt He felt safe and calm at home without C! Philza knowing or understanding how the Angel of Death warded off all danger with his aura from Chayanne and C! Missa later to Tallulah. It was also the first time he met someone with crow wings since C! Quakity had duck wings.
Sorry for not adding more about Roier or Mariana or another character, I don't know them well but I like their interactions.
I'll delete it if it offends or makes anyone uncomfortable, please. I also watched the anime and part of the manga years ago, I have blurry parts so I adapted it as best I could.
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ao3feed-rhaenicent · 1 year
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taki118 · 7 months
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SuyaLight Master Post Part 16
I really like these two there’s not a lot of content for the fandom as a whole soooo here’s my submission as I get every moment of these two royals who literally share a braincell (and I love them for it) First up this is just on the manga if you are anime only its going to have stuff you havent seen, yes even with what the anime covers (so read it) and there will be spoilers so beware. If you prefer Demon Monk/Cleric/Leo (which I don’t really get) I am sorry this isnt for you. Lets go! Part 1 is here Part 2 is here Part 3 is here Part 4 is here Part 5 is here Part 6 is here Part 7 is here Part 8 is here Part 8.5 is here Part 9 is here Part 10 is here Part 11 is here Part 12 is here Part 13 is here Part 14 is here Part 15 is here
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Twilight finds out Sand dragon is spending time with his dad and gets jealous so he get Suya to tail them (also she finally finds out that the little kid is his dad depowered)
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I think it says a lot that he goes to Suya to complain like Twilight knows he's being ridiculous and he doesn't want anyone else to know so he trusts her to not say anything. Suya agrees to help him cause he can't sleep cause he's worrying too much, but
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It legit just looks like they're on a date
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WHile Twilight freaks out over the time his dad and sand are spending together SUya is just enjoying her time out of the castle
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I do love how she's able to kinda control Twilight
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It's revealed that all his dad wanted was to get a gift for Twilight and thought Sand would be good to consult with since he's close in age to Twilight. Twilight realizes that this is why Suya kept saying everything was fine she knew all along
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Even though she thought it was stupid she was happy to have helped Twilight
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Suya's mom has been spreading videos she took of the demons and this info has reached them. Its funny that Suya thinks the demons are cute.
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As Twilight worries over these embarrassing moments get shared with humans and Suya sends his own words back at him.
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And it sorta makes sense as human's think demons are just monsters but these silly videos show their humanity. We later find out that Suya's mom took a lot of Twilight (like she wanted to show off he future son in law kidding kidding.....)
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One of the 10 is revealed to have had a relationship (Not sure if its platonic or romantic) with Suya's grandmother but it was one her grandmother spoke of fondly. I just find Twilights ending words here sweet.
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Suya.....reflects? on her actions in the previous chapter and is just casually in Twilights room again.
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Twilight thinks he can just wave her off but no
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She wants to hear a story. (I wonder if she's maybe jealous)
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They're just too cute
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I just love that she's taking notes as Twilight recounts his first love as a kid. The audience is well aware it's Dawner the hero after he get left in the woods by Suya as kids, but these two haven't figured it out.
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This meeting however is what caused Twilight to reconsider humans
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Twilight does want to meet "Her" again but doesn't think it's possible
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Suya goes to sleep on his bed feeling better knowing that the story wasn't all that important (I think she's just glad to know his love story wasn't all the much and she doesnt have a rival)
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Again says a lot that Twilight goes to Suya for help
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While she knows Suya wants Twilight to come to his own conclusion almost like guiding him to be a better ruler
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Soon though she joins him and explains the man's behavior, Twilight still though is unsure despite suya saying he confessed all this to her.
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Twilight feels awful though when he realizes it's the truth feeling incompetent as a ruler but Suya supports him.
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So she gives twilight a pin to join the spy club that he had made to better connect.
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He's touched but its not totally altruistic
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Which he soon finds out, at least this time Suya thought she had told him
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mikrokosmcs · 2 years
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Jongguk  recuerda  perfectamente  bien  el  momento  en  que  sucedió,  cuando  por  primera  vez,  conoció  al  rey  de  los  SsangYong-Pa,  cuando  ese  par  de  ojos  carentes  de  vida  se  fijaron  en  el  suyos.  
Jongguk  conocía  bien  a  cada  miembro  de  las  familias  importantes  dentro  de  aquel  nuevo  negocio  donde  sus  padres,  decidieron  meter  la  nariz  e  incrementar  el  dinero  que  entraba  para  los  Sung.  Era  un  negocio  sucio,  turbio,  lleno  de  pérdidas  humanas,  pero  ganancias  monetarias  y  él,  un  fiel  sirvo  del  dinero,  estaba  más  que  dispuesto  a  aprender  a  desenvolverse  en  ese  mundo.  Doce  tiernos  años  tenía  cuando  sus  ojos  almendrados,  buscan  entre  la  multitud  el  rostro  de  su  nuevo  asociado,  de  otro  muchacho  de  edad  parecida  a  la  suya  que  había  conseguido  lo  inimaginable.  Los  cuchicheos  se  escuchan,  debe  haber  personas  que  hablan  sobre  Daero,  rebautizado  como  Jaeseong  cuando  consiguió  su  bien  merecido  trono.  Hay  comentarios  malos,  como  aquellos  donde  hablan  de  su  linaje  por  parte  de  madre,  un  bastardo,  un  cabrón  hijo  de  puta  que  se  le  ocurrió  morder  la  mano  que  le  dio  de  comer  y  matar  a  su  medio  hermano  Daegi  mientras  dormía,  de  la  forma  más  cruel  y  despiadada.  Por  otro  lado,  están  aquellos  que  admiran  al  pequeño  dragón  que  se  pavonea  por  el  salón  como  si  fuese  le  rey  de  mundo,  acompañado  de  su  padre  y  su  media  hermana  Gyeonghye.  No  cualquiera  tenía  la  fuerza  de  voluntad  para  iniciar  una  sangrienta  guerra  entre  hermanos,  no  todos  tenían  la  sangre  tan  helada  como  los  dragones  para  cometer  tales  atrocidades.    
Pero  Jaeseong  la  tenía.    
Jongguk  siente  un  escalofrío  recorrerle  la  espalda  cuando  sus  ojos  conectan  con  los  contrarios,  quince  años  tiene  el  sanguinario  asesino,  la  grasa  de  su  rostro  lo  redondea  y  sus  labios  abultados  le  dan  un  aire  adorable  a  su  semblante.  Jongguk  se  lo  compraría,  si  no  fuese  porque  sus  ojos  están  colmados  de  oscuridad  y  carecen  de  brillo.  La  mirada  de  un  asesino  sangriento  y  frívolo,  la  mirada  de  una  persona  que  parece  tener  los  ojos  puestos  en  su  presa.  
Ya  lo  detesta.
Jongguk  es  un  chiquillo  entrenado  para  ser  un  líder,  una  persona  que  ha  crecido  para  volverse  el  chairman  de  su  empresa  cuando  su  padre  decida  marcharse  y  había  aprendido  mil  trucos  para  manipular,  para  conseguir  lo  que  quería  y  aun  así,  se  siente  pequeño  al  lado  de  otro  niño.  Los  Sang  se  desvían  de  su  primer  objetivo  porque  al  parecer,  Jaeseong  también  lo  había  observado  con  intensidad,  con  interés,  caminando  hasta  él.  Jongguk  tenía  solo  doce  años  cuando  su  primer  encuentro  con  el  dragón  sucedió,  cincelando  una  sonrisa  en  su  faz  mientras  extiende  una  mano  en  dirección  a  este  y  el  mayor  toma  la  extremidad  para  besar  galante  el  anillo  en  su  dedo  anular.  Jongguk  siente  asco  de  inmediato,  odiaba  sentirse  inferior  a  alguien,  y  Jaeseong  era  el  único  sentimiento  que  le  generaba.  Malnacido.    
“Jaeseong,  ¿Cuál  es  tu  nombre?”      
Jongguk  tiene  doce  años  cuando  experimenta  el  primer  deseo  de  estrangular  a  alguien  con  sus  propias  manos,  conseguir  dominar  al  depredador  más  fuerte.
“Jongguk,  bienvenido  a  la  familia”
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totaleclipse573 · 3 months
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Lark is moaning about how boring school is so Eclipse decides to see what this thing is
Eclipse tells NO ONE where he's going and just goes off with Lark one morning to school
He goes once and never wants to go back. Lark was right but at least they got to cause trouble in a whole new environment.
Shadow and Suya need to stop meeting like this.
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pinksunshine34 · 2 years
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El freak y la chica del upside down
Parte 3
Summary:Olivia y Eddie se sinceran.
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El agua caliente se había sentido tan bien, no recordaba la última vez que se había duchado pues con todo lo que había pasado en sus últimos días eso era lo que menos le preocupaba.
Abrió la puerta de la habitación y no escucho ningún sonido.
-¿Olivia?-La llamó pero nadie respondió. Se sentía extraño al solo tener unos pantalones y estar sin camisa, no era su casa no podía estar semi desnudó.
Entró a la habitación de enfrente en donde horas antes había despertado y se acercó al mueble pues reconoció ese bulto de ropa.
Sus jeans negros cortados, un chaleco verde, una chamarra de cuero, una bandana negra y en el suelo estaban sus botas. Todas las cosas estaban rasgadas ademas de manchadas de sangre ya seca. En otro bulto junto a ese había ropa que no era suya, unos jeans azules y una blusa del mismo color. Esas también estaban llenas de ese líquido rojo, seco.
Al parecer cuando Olivia lo había revivido sus mordidas se pasaron a ella y toda su ropa se llenó de sangre al igual que la de el. Hizo una mueca de dolor al verlo.
¿Por qué había hecho eso? pensó. No lo conocía así que porque sufrió, sangro y después de eso lo cuido por varios días.
Entre esa ropa se encontró una camisa blanca rasgada a la mitad, la tomó en manos y la puso en medio de la cama. Volvió a acomodarla como si nada hubiera pasado y trago saliva.
Hellfire club
Ahora no tenía nada, todo lo que era el antes de la muerte de Chrissy ya no existía. Nunca volvería a tocar en su banda, pasar tiempo con sus amigos, jugar una partida de calabozos y dragones o graduarse.
Posiblemente la policía aún lo buscaba por los asesinatos o tal vez habían limpiado su nombre después de su muerte, tal vez todo lo qué pasó había funcionado o los días estaban siendo contados y se acabaría el mundo.
Aún no tenía respuestas pero sabía que tenía que buscar a sus amigos, estaba vivo y si aún necesitaban su ayuda el regresaría.
Mientras estaba en el cuarto miro todo lo que se encontraba en el, decidió salir de ahí para seguir observando. En la mesa se encontraba un recado el cual leyó con incertidumbre.
¿No salgas? ¿Quien era la señora Carter? ¿Por que no quería que saliera? volvió a replantarse.
Tenía muchas preguntas sobre ella, salió de la casa esperando que algo pasara pero todo estaba normal. Era una cabaña larga de un solo piso, estaba rodeada de árboles y del lado derecho había un camino que lo llevaba a la carretera. Era una casa muy hogareña, dentro de ella había dos habitaciones, dos closet, un baño, la cocina y detrás de esta un cuarto de lavado. Contaba con una chimenea en la sala y una bañera también.
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Comenzó a pensar en que trabajaba Olivia para poder costear esto, acaso sus padres la compraron pues era bastante joven tal vez unos veinte años por lo mucho, era imposible que ella pudiera pagar esto.
-oh ahí estás querido-una mujer algo mayor se poso detrás de el, mirándolo con una sonrisa-ya era tiempo de que despertaras. ¿Como te sientes?-pregunto.
Eddie se quedó sin palabras, no sabía si lo reconocía. La mayoría de todo Hawkins quería cazarlo y matarlo, ¿acaso esta señora quería hacer lo mismo?.
-Mejor-fue lo único que pudo contestar.-Usted debe ser la señora Carter-
-Así es querido-pasó junto a él y le dio un pequeño apretón en la mejilla para después entrar a la casa.
Eddie la siguió-¿Es familia de Liv?-
-oh no, nos conocemos desde hace mucho. Soy la enfermera, te he estado cambiando el suero. Me alegra que estes mejor Edward- al parecer lo conocía-¿Sabes en donde esta Olivia?-
-Salió a comprar unas cosas- explico. Quería preguntarle sobre la vida de la chica pero no sabía si la señora Carter le contestaría. Así que decidió ser un poco más indirecto-Agradezco mucho todo lo que hizo por mi pero creo que es tiempo de que me vaya antes de que los padres de Liv vuelvan,no quiero incomodar más a nadie-
-Oh no te preocupes querido-explico para después ir a la cocina-Ella vive sola aquí-
-¿y sus padres?-pregunto como curiosidad.
-Olivia los mato-hablo la misma chica detrás de él con una sonrisa burlona. Entró a su casa y puso las llaves en la mesa-Buenas tardes señora Carter-expresó con una sonrisa más sincera. Eddie observo que en una de sus manos tenía una  pequeña caja blanca y en la otra una sudadera.
-No lo asustes querida- negó riendo.
Liv le dio una pastilla al chico-Toma una te quitará el dolor y esto es para ti, tal vez tengas frío-le entrego las dos cosas y agradeció no estar enseñando su abdomen nunca más-escuche que te quieres ir-
Eddie miro a las dos mujeres que estaban en la mesa, Liv sabia de todo lo sobrenatural que ocurría en Hawkins pues era parte de todo eso pero la señora junto a ella no parecía estar enterada.
-Necesito volver con mis amigos-
-¿En donde se encuentran?-pregunto la dama junto a Liv.
-Aquí en Hawkins- explicó. La señora Carter frunció el ceño.
-No estamos en Hawkins, Eddie-dijo Olivia-Estamos a unos... treinta o máximo 40 minutos de ahí-
No es tan lejos pensó Munson.
-No creo que sea buena idea que vayas Edward, desde el terremoto la mayoría de las familias están saliendo de ahí- la señora Carter lo miro con pena. Tal vez quería saber si sus conocidos estaban bien después del desastre natural.-pero si vas espero tus amigos estén bien. Mucho gusto en conocerte querido, ya estás bien así que me retiro. Olivia no dudes en llamarme si algo más se te ofrece, espero tengan un lindo día-los dos se despidieron y ella salió de la casa.
-¿Cuál terremoto?-preguntó Eddie al ya estar solos.
La chica también tenía preguntas, pero tal vez con la información que el tenía y la suya podían replantear todo lo que había sucedido y estaba pasando.
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Que mejor que la televisión para explicarle todo a Eddie eso pensó Liv mientras estaba parada detrás del sillón observando a Munson caminar de un lado al otro, le gustaría meterse a su cabeza pues no había dicho ninguna palabra y parecía preocupado.
El chico no esperaba todo lo que estaba escuchando, el llamado terremoto que no lo era, personas muertas o desaparecidas, ver su nombre y foto en las noticas pues no sabían que había pasado con el, aún seguía siendo sospechoso de los asesinatos. Todo eso le preocupaba pero no podía sacar de su cabeza a Max, si eso había ocurrido, si el upside down y este mundo habían colapsado significaba que ella había muerto. Todo lo que hicieron sus amigos, incluyendo su muerte no funcionó y ahora el mundo se acabaría.
-Debo volver- murmuró.
-Si tal vez, pero según las noticias siguen buscándote y ahora más que nunca hay policías, helicópteros y personas de otros lados ayudando.-explicó mirando la televisión-te van a reconocer-
-¡¿Entonces que carajos hago?!-grito, tenia muchas cosas en la cabeza. Miro a la chica que había bajado la mirada-Lo lamento, no quería gritar. Es solo que, teníamos un plan. Un buen plan-señaló a la televisión-y no funcionó y si no funcionó significa que Max...- sintió un dolor en el pecho al decir su nombre- ella murió. Era una niña, solo una niña y Vecna le arrebató la vida-
Olivia entendía su enojo y frustración pero lo que no sabía era quien era Vecna-¿Quien la mato?- Preguntó confundía.
El chico suspiró pesado-Es este ser maligno del upside down que mató a cuatro personas para...-
-¿Te refieres a uno?-
-¿Lo conoces?-
-Algo así-se sentó en la orilla del sillón-Pero porque ese nombre- era extraño.
El chico le explico acerca de este personaje de calabozos y dragones y la similitud que tenían. También porque decidieron el y sus amigos llamarlo así.
-... y al final era Uno/Vecna/Henry- explicó. Ella asintió, al parecer tenía varios sobrenombres.-¿Como lo conoces?- pregunto algo extrañado.
-Larga historia... ¿Cuál era su plan?. No se ofendan pero si once no tiene poderes y no está aquí como pudieron entrar al otro lado así nadamas-
Los dos tenían muchas preguntas y no estaban llegando a nada-De acuerdo Liv, si quieres que te de información, necesito que tú me des información para que los dos estemos en sintonía. Preguntar al mismo tiempo no funciona-dijo irritado, ya estaba casi bajando el sol y no sabía si era porque no había comido, por que el mundo se estaba acabando o porque la chica frente a él no le decía nada pero la cabeza lo estaba matando.
-De acuerdo-Liv aceptó-pero antes de decirte algo te dire esto, que te haya salvado la vida no significa que confíe en ti. No me malinterpretes, se que quisieron hacer algo bueno y ojalá hubiera funcionado para que esto no pasara. Solo que no tengo amigos o familia, solo soy yo así que no confío en nadie ¿Entiendes?. Se que tú tampoco confías en mi y estás en tu derecho-Eddie movió la cabeza a un lado, quería confiar pues lo había revivido pero no tenía mas información de ella- así que, aquí en este momento dime algo para que pueda confiar en ti-
-¿Como que?-pregunto.
-No lo se Eddie, lo que sea. Algo que nadie más sabe, tu secreto mejor guardado, algo bueno o malo que hayas hecho.-Munson no sabía si decirlo a una persona que tenía un día de conocer, los tres días inconscientes no contaban-y yo te dire algo, pero aunque te lo diga tienes que confiar en mi no importa que y yo confiaré en ti no importa que me digas ¿aceptas?- estiro su mano con la palma abierta.
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Los dos se dieron un apretón de manos que los primeros 3 segundos se sintió normal pero después se puso incómodo pues Eddie sin pensarlo acarició su mano y Liv pareciera que no podía soltarlo. Tosieron de forma falsa y caminaron hacia atrás.
-Tu primero-Dijo Liv.
El chico pensó, que podía decirle tal vez una lista de cosas que han ocurrido en su vida. Antes de Chrissy su día a día era tan normal y aburrido. Liv tenía poderes, ella parecía ser más divertida que el.
-Esta bien- puso sus manos en la cadera-Todos los asesinatos, no fui yo-
-Lo se, fue Vecna no eres un asesino- expreso como obviedad, incluso el sobrenombre se sintió extraño.
-Tal vez... desde que soy adolescente vendo droga y no solo hierba hablo de cosas más turbias, mi madre murió cuando nací y mi padre está en la cárcel cumpliendo condena por robar autos y otras cosas-pensó otro poco -mi ex-novia me dejo por ser un perdedor y soy alérgico a los mariscos... me acabo de dar cuenta de que tengo una vida aburrida y miserable- negó pues sentía vergüenza de si mismo.
Liv río, no esperaba nada turbio de su parte y ella lo sabía muy bien. Era un chico normal que estuvo en el momento equivocado-Tu turno-
¿Saben lo que siente cuando empiezas a tener dolor en el pecho y asco al mismo tiempo? Así se sentía, podía mentirle pero el no lo hizo, aunque si su reacción era mala tenía un truco bajo la manga así que podía revertir todo.
-Asesinaron a mi madre cuando tenía cinco años, aparte de poder revivir y mover cosas, puedo controlar la mente, tuve que matar a algunas personas que querían hacerme daño cuando era niña, nunca he tenido novio- trato de aligerar el ambiente-y mi nombre completo, legalmente es...-lo miro, no quería asustarlo-Olivia Creel-
Eddie bajo los brazos que tenia cruzados.
La joven sintió un nudo en la garganta y tratando de sonreír de forma nerviosa continuó- Así es...- rio sin gracia y sintiendo que quería llorar- Uno/Vecna/Henry es mi querido padre- dijo con sarcasmo.
Mierda.
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Espero hayan disfrutado ese final.
La imagen de arriba es un pequeño plano de la casa, solo para que sepan todos los detalles.
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harumioyama · 1 year
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Poseerme y sentirle dentro de mi, disfrutando de mi cuerpo y dominando mi sentir.
Poseerme y sentirle dentro de mi, llevándome a enloquecer en el infierno de sus perversiones.
Sí, como deseo que me posea y sentirle dentro de mi...mi Dragon...
¿Sabe Usted lo que me hace sentir? , pues me hace sentir que soy SUYA, que mi esencia le da vida, calma y paz...
Siempre anhelo saber que le excita mi entrega, que soy su pequeña, que tiene ganas de mi...como yo las tengo de Usted...
Buenos días Amo♥️ @joseoyama
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tgyverse · 23 days
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estás en territorio de guerra, sorcha macfusty. sara, tu aplicación ha sido aceptada. esperamos que disfrutes tu estancia, ¡gracias por tu interés!
importante: los recursos del faceclaim utilizados pertenecen únicamente a una película del año 2001.
― sorcha macfusty (ella/suya) nació el 13 de febrero de 1961 (25 años) y trabaja como entrenadora de trolls de seguridad. su alianza se fija neutral. formó parte de slytherin, es sangre pura, y se encuentra soltera. es un personaje original y se parece a anne hathaway. escrita por sara (ella/suya, 26, españa).
uno. los macfusty son un clan escocés que lleva siglos residiendo en las islas hébridas. se dedican exclusivamente a la crianza y cuidado de dragones hébridos negros. sorcha ha crecido rodeada de estos animales, aprendiendo el trabajo familiar desde pequeña para seguir el legado del clan. los macfusty no ven posible otra profesión, pues es algo que llevan haciendo desde generaciones.
dos. sin embargo, sorcha era diferente. no quería seguir con la tradición familiar, no era su destino. desde muy temprano se interesó por otras criaturas mágicas, criaturas que no se encontraban en la isla, en especial, los trolls. sus progenitores se negaron de inmediato a sus deseos, sobre todo después de la muerte de su tía elspeth, que trabajaba para el ministerio. el único miembro del clan que había dejado la isla había sido asesinado, lo que provocaba temor y una oposición aún mayor a dejar el legado familiar. incluso ir a hogwarts fue una tarea complicada.
tres. ser libre y conocer mundo era todo lo que sorcha quería hacer. el primer paso era el colegio, donde formó parte de slytherin. aunque sus sueños y esperanzas pronto se vieron aplastados, precisamente en el momento que fue seleccionada en la casa de la serpiente. su aspecto, su forma de hablar y moverse eran cosas de las que nunca se había percatado o preocupado antes. ahora era todo lo que sus compañeros de casa veían y no de una manera agradable.
cuatro. las críticas y las burlas no la han hecho esconderse o agachar la cabeza. simplemente asumió que era más "extraña" que el resto. a lo largo de los años ha aprendido a adaptarse a sus alrededores, aunque sigue siendo la misma joven nerviosa y extravagante de siempre. la única gran diferencia es el trato con su familia, la cual sigue enfadada con ella por haber elegido otro futuro.
curiosidades: los macfusty son un clan muy antiguo de escocia. todos tienen un nombre de pila de origen escocés, de hecho, tiene más de diez familiares llamados eilidh. además, siente pasión por los trolls y su cuidado, y todo comenzó de pequeña, cuando leyó un cuento para niños. prefiere la vida de aventuras que llevaba en la isla, pero sacrifica este deseo por su oficio. su aspecto desenfadado no la preocupa, aunque se arregla siempre que es necesario.
relaciones: *sonido de grillos*
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loshijosdebal · 1 month
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Capítulo XV: El legado de Jorgen
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Alicent resopló junto a él, aburrida. Joric miró hacia el otro lado de la habitación, donde su hermana, Falion y Seth debatían intensamente sobre el reinado de Potema, o algo así. Que no lo tuviera claro era otra prueba más de que no debería estar allí. Aquella idea de Falion de hacer una clase todos juntos estaba resultando tan horrible como le dijo a Idgrod que sería cuando se la contó. 
—¿Crees que se darán cuenta si nos vamos? —susurró.
Aunque lo dijo en tono de broma no estaban haciendo nada y, por cómo lo estaban excluyendo de la conversación, resultaba evidente que no tenían nada que aportar. Lo que era cierto, al menos en su caso. Lo único que sabía del reinado de Potema eran sus batallas, porque la historia bélica sí le interesaba. Pero su hermana, Falion y Seth consideraban mucho más interesantes las discrepancias políticas que las habían causado. 
Son unos muermos. 
Como si le hubiera leído la mente, Falion apartó la mirada de su hermana y de Seth y la clavó en ellos, de una forma tan penetrante que heló a Joric en el sitio. Sorprendido y asustado, volvió rápidamente los ojos hacia su libro, y fingió seguir estudiando. Alicent hizo lo mismo. Pasó un rato así, hasta que comprobó que Falion parecía haber vuelto a olvidar que ellos dos también estaban en la clase. Así que, previendo que continuarían aburriéndose un buen rato más, se echó un poco hacia atrás sobre su silla y sacó de debajo de la mesa su tomo de Colb y el Dragón, retomando la lectura por donde la había dejado.
Pero, aunque lo intentó, Seth no lo dejaba de desconcentrar. Lo miró de reojo. El muy imbécil se reía de algo que había dicho Idgrod. Joric no tenía ni idea de cuándo se habían hecho tan amigos, pero no le gustaba ni un pelo. Era todo mucho mejor antes, cuando parecía que, al igual que hacía él, solo pasaba su tiempo con Seth por cosa de Alicent. La miró de reojo. A juzgar por su expresión Alicent parecía estar pensando lo mismo. 
Contra todo pronóstico, aquello no lo animó demasiado. Aunque había pasado un mes desde la desaparición de Alicent y el rescate por parte de Seth, las cosas parecían haber muerto entre ellos. Joric no sabía por qué; desde su punto de vista, no tenía ningún sentido: la había salvado. ¿Por qué actuaba como si, en vez de hacerle un favor, se hubiera vuelto un apestado? No era evidente, por supuesto. Alicent era demasiado buena persona como para tratar mal a alguien a la cara. Pero en comparación a cómo lo trataba antes de eso, saltaba a la vista que había pasado algo. Pero aún así, y eso era lo que más le molestaba de todo el asunto, incluso con esa nueva distancia entre ellos, Alicent seguía pendiente de todo lo que hacía Seth, como si siguiera sin haber nadie más para ella.
Seth se volvió a reír y Alicent apretó los labios con tanta fuerza que a Joric, al imitar el gesto, le dolieron los dientes. —Es una pena que ya no queden dragones vivos —soltó en voz baja, para llamar su atención. Alicent se volvió hacia él, desconcertada. 
—¿Qué? —preguntó en un susurro. 
Se dio cuenta tarde de que Alicent lo había malinterpretado. Abrió los ojos de par en par al ser consciente de lo que ella había interpretado y se apresuró a  matizar sus palabras.
—Quiero decir —balbuceó entre murmullos—. Si quedara aunque fuera uno ahí afuera, ¿no sería genial descubrir que yo soy el último sangre de dragón? 
Alicent apretó de nuevo los labios, en esa ocasión conteniendo una risa. Bajó los ojos hacia las piernas de Joric, hacia el libro, y puso entonces una mueca triste.
—¿Has ganado? Yo siempre me muero. 
—Acércate —susurró Joric, después de comprobar de un rápido vistazo que Falion seguía sin prestarles atención—. Te ayudaré.
Alicent  también miró en su dirección y su sonrisa decayó un poco. Pero como si se negara a estar triste, a dejar que Seth y lo que fuera que había ocurrido entre ellos la deprimiera, terminó por acercar su silla discretamente a la suya. Joric puso el libro entre ambos y empezaron desde el principio. Era fácil entender por qué Alicent moría siempre. Confiaba demasiado en los demás, creyendo que todos eran tan buenos como ella. Que cuando alguien ofrecía su ayuda, o le daba alguna pista, estaba actuando de buena fe. Nunca veía las trampas, o al menos no lo hacía hasta que ya era demasiado tarde. Joric le fue dando indicaciones, explicando por qué era bueno o malo escoger cada ruta. No habían conseguido pasar más de cuatro páginas cuando el cuchicheo llamó la atención de Falion. El mago se acercó a ellos con seriedad y les quitó el libro de un tirón, manteniéndolo en alto, frente a sus caras mortificadas.
—¿Esto es lo que habéis hecho durante toda la clase? —reprendió—. ¿Leer un libro infantil? Definitivamente, no hay magia de ilusión más poderosa que la esperanza de vuestros padres de que os entre algo en esas cabezas de chorlito. 
Alicent agachó la mirada con vergüenza, y Joric se mordió la lengua para no replicar. Que no hubieran hecho nada de provecho durante la clase había sido enteramente culpa de Falion, que los había ignorado todo el tiempo. Idgrod y Seth los miraron también desde la otra punta de la casa. Idgrod se estaba aguantando la risa, lo que lo puso de peor humor. Seth, sin embargo, los miraba a ambos con una expresión que consiguió erizar todos los vellos de su cuerpo. Aunque intentaba no reflejar ninguna emoción, Joric percibió su odio.
—Lo siento… —empezó Alicent. Parecía a punto de echarse a llorar.
—¿Cómo que libro infantil? —la cortó Joric, queriendo evitarle más vergüenza—. Es una guía del todo válida para saber cómo enfrentarse a un dragón. Mucho más útil que eso que estabais hablando vosotros tres. —Falion levantó ambas cejas, con una sonrisa tirante que lo retaba a seguir—. ¿De qué sirve la diplomacia en una situación de peligro? Como no sea para matar de aburrimiento a tu rival…
Sabía que había dicho una tontería, no era tan estúpido. Pero por suerte, sus palabras surtieron un efecto mucho mejor que el que había previsto. Solo quería despistar a Falion, sin embargo, a Alicent se le escapó una risa y el mago soltó el libro sobre la mesa, con un suspiro cargado de cansancio.
—Mi paciencia no da más de sí por hoy. Así que venga, fuera todo el mundo. 
Cuando salieron de la casa de Falion su estómago rugió con fuerza. Joric recordó el agradable aroma a dulce que salía de la posada antes de clase, cuando fue a buscar a Alicent hasta su casa para acompañarla.
—Me muero de hambre —protestó, tocándose el estómago con una mano mientras con la otra sostenía su libro—. ¿Qué tal si vamos al Brezal? Antes me pareció que Jonna estaba haciendo bollitos de manzana —propuso Joric, dirigiéndose a Alicent y a su hermana. 
Para su desgracia Seth, que todavía estaba allí, también aceptó la propuesta. Joric quiso acercarse a Alicent para caminar junto a ella, pero su hermana lo sujetó de un brazo. Miró a Idgrod con cara de malas pulgas, palideciendo al instante. Conocía esa expresión, le iba a echar la bronca. 
—¿Colb y el Dragón? ¿En serio? —empezó Idgrod cuando echaron a caminar, dejando a Alicent y a Seth atrás—. ¿Y eso que has dicho? Joric, conocer la historia es importante para no repetir los errores del pasado.
Joric había escuchado aquello tantas veces que no le prestó más atención de la necesaria, por si le hacía alguna pregunta al respecto. Siempre era la misma historia, con diferentes matices pero desembocando en lo mismo. Alguien nuevo quería el trono y hacía lo que fuera por conseguirlo. Unas veces lo conseguía y otras no. Miró a su hermana con los labios apretados, mientras ella seguía quejándose. Al contrario de lo que algunos pensaban, no envidiaba en nada a Idgrod por ser la heredera de su madre. Al contrario; estaba agradecido por no tener que verse envuelto en ese mundo de serpientes. Eso era más para otro tipo de personas Personas que no tenían una conciencia a la que deber cuentas cada noche antes de dormir. Personas como Seth. 
—La próxima vez no me atrapará —prometió cuando se dio cuenta de que Idgrod lo miraba esperando una respuesta. 
No era la que quería, ni mucho menos. Pero su hermana lo conocía lo suficiente como para saber que era la mejor que obtendría, así que se dio por satisfecha. Aún así, siguió con la reprimenda. Joric volvió a no prestarle atención. 
Alicent y Seth caminaban tras ellos, lo bastante cerca como para poder verlos a pesar de la niebla, que era menos densa que otros días. La miró de reojo y frunció el ceño, dándose cuenta de que parecía triste. Qué le habrá dicho ahora, pensó, mosqueado. Joric le dedicó una mirada breve a Seth, que le bastó para sentir arder la sangre dentro de su cuerpo al reconocer la falsedad en su expresión. 
No podía evitarlo. Su hermana había nacido con el don para ver el futuro, pero él sentía que tenía el de ver el presente. A Joric le gustaba hacerse el tonto, y lo hacía tan bien que todos habían terminado por creerlo en cierta medida. La gente no le prestaba demasiada atención a los estúpidos, porque para qué. Aquello lo había ayudado a entender rápidamente ciertas cosas, como que lo único que quería Alva de él era la posibilidad de sentarse junto a la silla del jarl, si el día de mañana le ocurría algo a Idgrod. También le había ayudado a saber que Seth ocultaba algo. Lo veía en sus ojos; nunca expresaban las mismas emociones que el resto de su cara, lo traicionaban continuamente. 
Intentó afinar el oído. Las palabras de Idgrod, hasta ese momento inaudibles para él se volvieron un ruido de fondo que se le hacía bastante molesto. Tardó casi un minuto que se le hizo eterno en ser capaz de ignorarlas de nuevo, y por fin consiguió oír lo que decía Seth.
—Alicent, conmigo no tienes que fingir. Os he visto en clase. Y quizá sea lo mejor, tú y Joric tenéis más cosas en común, como…
—¿Idgrod y tú? —preguntó ella, con tono derrotista. 
Sus dientes rechinaron. Quería darse la vuelta y meterle un puñetazo. Alicent era la persona más pura que conocía. Su madre lo había pasado muy mal cuando su padre desapareció, tanto, que durante los primeros años Alicent no solo había tenido que lidiar con su pérdida, sino que también había tenido que cuidar de Lami. Joric aún podía recordar a sus padres hablando entre susurros sobre el tema, diciendo que aquello casi volvía loca a la alquimista. Por suerte para ambas, Lami no solo se había repuesto sino que también logró rehacer su vida. Pero todo aquello había dañado a Alicent para siempre. No solo sentía que debía cuidar al resto, sino que tenía un gran miedo al rechazo y al abandono. Él lo sabía porque la conocía desde que tenía memoria, pero era como si Seth tuviera un don para percibir aquellas debilidades. 
Sabe exactamente de qué palancas tirar para que diga lo que él quiere. 
—Idgrod y yo somos amigos, sabemos discernir entre amistad y otra cosa. Pero Joric y tú sois más críos.
Se le estaba revolviendo el estómago. ¿Así era como quería solucionar las cosas con Alicent? ¿Manipulándola? Entonces, se dio cuenta de algo. Apenas puedo oírlos. Si no les prestaban atención, ellos tampoco podrían escucharlos a Idgrod y a él.
—Idgrod —interrumpió en voz baja, volviendo a mirar a su hermana. Esta se detuvo de golpe al darse cuenta de su tono y frunció el ceño—. ¿Ali te contó algo? Ya sabes, sobre lo que pasó cuando él la rescató.
Idgrod apartó la mirada, con una mueca incómoda. Joric suspiró, sin sorpresa. Claro que Idgrod lo sabía, como siempre. Y, por no variar, se lo había ocultado. Si podía evitar contarle cualquier cosa personal sobre Alicent, lo hacía. Y de cualquier cosa sobre ella misma, también, pensó, con una pizca de resentimiento. Pensó en Soledad, en la chica con la que la vio besándose. Aunque no estaba siendo demasiado justo. Estaba seguro de que si Idgrod no le había hablado del tema tendría sus buenas razones para ello. 
—No me des explicaciones, Alicent. Lo entiendo, de verdad —se escuchó decir a Seth.
Joric volvió a mirar a Idgrod. Se notaba que estaba fingiendo no haberlo oído. 
—¿Por qué crees que pasó algo?
Joric abrió la boca para responder, pero en lugar de eso soltó una risa entre dientes, incrédula, y subió las escaleras de madera que daban al Brezal. 
—Tampoco hace falta que me llames estúpido a la cara —se quejó, en un murmuro. 
Idgrod suspiró y lo adelantó, abriéndole la puerta. 
—Joric —lo frenó, antes de que entrara—. Déjalo estar, ¿de acuerdo? Si quiere que lo sepas, te lo dirá ella misma. 
Joric le aguantó unos segundos la mirada a su hermana antes de asentir, a regañadientes. Entró en la posada, buscando una mesa libre con la mirada. La encontró al fondo y caminó hasta allí, saludando con unos cuantos cabeceos a toda la gente reunida en el local. Había mucha gente; a esas horas casi todos los negocios habían cerrado y medio pueblo se congregaba en la posada para descargar un poco la tensión acumulada durante el día. Todavía no había llegado a la mesa cuando la puerta de la entrada volvió a crujir. Joric no necesitó volverse para saber que Alicent y Seth habían entrado; las voces de los vecinos se fueron apagando hasta que no quedó más que un rumor. Eso también había cambiado desde el rescate. Si antes los cuchicheos sobre Seth tenían un tono negativo, desde entonces se habían teñido de admiración. 
Joric se sentó y lo observó mientras se acercaba a la mesa. Seth caminaba con los hombros erguidos y una sonrisa de suficiencia insoportable. Alicent se había quedado atrás, saludando a Benor en la barra. Pensó en Alva, en que hacía más de un mes que estaba fuera. Aunque intentaba ocultarlo, Benor parecía más preocupado a cada día que pasaba. 
—¿Te enteraste de algo? —le preguntó a Alicent en cuanto se reunió con ellos. 
Ahora que Seth ya estaba sentado a la vista de todos, las voces y conversaciones no tardaron en recuperar su tono anterior. 
Alicent entendió rápidamente a qué se refería y asintió, con una mirada apenada. 
—Le escribió una carta. Al parecer, está enferma y no puede viajar. Volverá en cuanto se encuentre mejor. 
Seth se tensó, llamando su atención. Fue algo tan sutil que ni su hermana ni Alicent se dieron cuenta, pero Joric lo tenía justo delante. Intercambiaron una mirada extraña; la de Joric, cargada de desconfianza; la de Seth, como si estuviera enfadado porque lo hubiera atrapado. Aquello le confirmó que lo que había visto había sido real y no fruto de su imaginación. Iba a continuar preguntando sobre el tema para molestarlo, pero Idgrod se le adelantó. 
—Ahora que estamos solos, quería contaros algo.
Joric giró la cara hacia ella, con el ceño frunciendo el ceño. Más le valía que no fuera lo que él creía que era. Idgrod rebuscó en su bolsa hasta que encontró su diario. Mierda. Queriendo que parara de pasar páginas, le pegó una pequeña patada por debajo de la mesa. Idgrod se detuvo un instante y lo miró antes de negar y seguir buscando. 
—Idgrod —insistió en voz baja—. No creo que sea buena idea —insistió. 
Tenía varias razones. La primera era que hablar de ello solo asustaría a Alicent; todavía seguía teniendo miedo del ataque de nigromantes que los cuatro sabían que llegaría. La segunda era Seth.
—Cállate, Joric—ordenó Idgrod.
Joric frunció el ceño y abrió la boca para replicar, pero Jonna llegó a la mesa para tomar la comanda. Todos pidieron un zumo de calabaza y un pastel de manzana para compartir. Tras eso, se cruzó de brazos, molesto con su hermana. Cuando Jonna se volvió a alejar, Idgrod extendió el diario en la mesa, abierto por la página en la que había dibujado la daga de su visión. 
—¿Qué es? —preguntó Alicent, quien se había inclinado sobre la mesa para ver bien el dibujo. 
Seth cogió el diario y lo acercó a sí mismo, para examinarlo mejor. Frunció el ceño. 
—¿Otra visión? 
Idgrod asintió, mirándolos uno a uno. Joric la miró todo lo mal que pudo, e Idgrod rodó los ojos como si le diera igual. 
Contuvo un bufido. Sabía que era la Cuchilla de Mehrunes porque lo había hablado con su hermana, pero le seguía pareciendo una idea pésima compartirla con Alicent y Seth. 
—No os lo toméis tan en serio, no todas las visiones tienen por qué ser algo importante. Igual solo es el regalo de Saturalia de Brelas —sugirió. 
—Joric, esto es serio —volvió a hablar Idgrod, exasperada. Miró a su alrededor para comprobar que no los estaba escuchando nadie—. No puede salir de aquí, ¿de acuerdo? Sí. Vi la daga en una visión.
—¿Puedo verla otra vez? —pidió Alicent.
Al parecer, solo Joric se dio cuenta de que se había hundido en la silla, y que al hablar lo hizo con un hilo de voz. Joric sintió una mala sensación recorrer su cuerpo; Alicent estaba demasiado asustada para el poco contexto que tenía. Colocó un pie junto al de ella para darle ánimos, pero a Alicent le faltó tiempo para separar el suyo. 
Seth chasqueó la lengua y cerró el diario, como si no hubiera oído a Alicent. 
—¿Viste algo más? —preguntó, mientras se lo devolvía a Idgrod. 
—Fue una visión breve —explicó ella—. Solo vi la daga y unas manos que la sostenían. Seth alzó ambas cejas, haciendo una pregunta sin necesidad de usar palabras. Idgrod negó—. No tengo ni idea. Solo sé que, sea quien sea, tiene una cicatriz en la palma. —Hizo una pausa de un par de segundos y preguntó, en tono contenido—. Sabes lo que es, ¿verdad? 
—Sí, La Cuchilla de Mehrunes —murmuró solo para ellos. 
—Puedo… ¿Puedo verlo otra vez? —repitió Alicent, alzando un poco más la voz. 
Seth la reprendió con la mirada. 
—Ya lo hemos enseñado suficiente —dijo con dureza. 
—Seth —preguntó Idgrod, arqueando una ceja—. ¿Sabes algo que quieras compartir con los demás? 
Su reacción había sido tan extraña que hasta ella se había dado cuenta. Seth suspiró, con cierta teatralidad. Una vez más, solo Joric pareció darse cuenta de ello. 
—No os quería asustar, pero… estuve investigando el asunto de los nigromantes. Si lo que he descubierto es correcto, es justo esto lo que están buscando. 
Joric volvió a mirar a Alicent, dándose cuenta de que sus nervios parecían ir en aumento. Estaba a punto de ponerse a llorar.
—¿Y por qué no nos lo has contado antes? —reprochó Idgrod. 
—Bueno, tú tampoco nos has dicho lo de la visión hasta ahora —se defendió él. 
Idgrod apretó los labios, en un mohín fastidiado. 
—¿Crees que la cuchilla está en Morthal, verdad? —preguntó de pronto, sorprendiendo a Joric. 
Seth asintió.
—O al menos uno de sus fragmentos. La cuchilla fue destruida durante la Crisis de Oblivion. 
Jonna volvió a acercarse a la mesa y les sirvió con lo que habían pedido. Cuando la camarera se fue, Alicent se limpió las lágrimas que se le empezaron a escurrir por las mejillas. 
—¿Ves por qué no era una buena idea hablar de ello? —se quejó Joric—. Ali, no te asustes. No voy a dejar que te pase nada. 
Alicent hizo un puchero y apretó los puños ya sobre la mesa.
—No es eso, Joric. Déjame verla otra vez, Idgrod —pidió, con la voz rota—. Por favor. 
Idgrod la miró con sorpresa y asintió. Joric quiso estudiar atentamente la reacción de Seth pero, como si el chico estuviera preparado, le devolvió una mirada retadora. Entre tanto, Idgrod volvió a buscar el diario y lo abrió por la página del dibujo antes de dárselo. Las lágrimas se convirtieron en llanto. Una cayó sobre la página, emborronando la tinta. 
—¡Ali, no! —gritó, llamando la atención de los que los rodeaban. Tuvo que esperar unos segundos antes de poder continuar, a que dejaran de mirarlas—. Se ha borrado el pomo… —susurró cuando recuperó el diario. 
—Da igual —susurró Alicent, negando con la cabeza—. Sé bien cómo es. 
Fue tanto lo que dijo como la forma en que lo dijo, como si estuviera totalmente convencida de sus palabras. Los tres la miraron de inmediato, sorprendidos. 
—¿De qué hablas? —preguntó Seth. 
Alicent tenía los ojos puestos en la mesa, y no respondió. Era como si ni siquiera hubiera escuchado a Seth, demasiado enfrascada en lo que fuera que pasaba por su mente. 
—Alicent —insistió Seth—, es importante que nos cuentes lo que sepas —pero ni eso surgió efecto. 
—¿Alicent? —la voz de Idgrod sonó preocupada—. ¿Estás bien? 
Joric quiso hacerle un gesto de ánimo, tocarla y así ayudarla a despertar de su ensimismamiento. Pero para su disgusto, Seth se le había adelantado y acababa de hacer lo que él había hecho antes. En esa ocasión, Alicent no solo no retiró su pie, sino que pareció volver en sí, levantando entonces poco a poco la mirada. Aquello lo indignó tanto que le quitó las pocas ganas que tenía de por sí de participar en la conversación, así que cogió un trozo de tarta y empezó a merendar. A algunas personas las malas noticias les quitaban el apetito, pero, por suerte, ese no era su caso. 
—Alicent —la voz de Seth cambió a una más conciliadora—. Si sabes algo debes de contárnoslo. Así podremos protegerte. ¿Dónde está el fragmento? 
Alicent tomó una bocanada de aire y dijo: —Está en mi casa. 
A Joric casi se le cayó el trozo de tarta de la mano. Los tres volvieron a mirarla, con los ojos abiertos de par en par. Aquello era lo último que esperaba oír y, por la expresión del resto, dedujo que también era su caso. Incluso el de Seth.
—¿En tu casa? —repitió, aun cuando se había prometido que no se entrometería—. ¿Estás segura? 
Alicent asintió, pero Idgrod negó.
—Eso no tiene ningún sentido, Ali. ¿Qué haría un artefacto daédrico en tu casa? 
—Es todo lo que me queda de mi padre —dijo Alicent, a la defensiva. La pregunta le había sentado mal. 
Los cuatro compartieron una mirada tensa y preocupada. Aquello era malo, muy malo. 
—Tenemos que hacer algo. Tirarla al lago, enterrarla, o… 
—Está claro que van a encontrarla, Joric —le recordó Idgrod. 
—Pues mejor que la encuentren en el barro del pantano que en su casa, ¿no? —espetó con obviedad y enfado antes de dar un nuevo bocado a la tarta.
—En la visión de la daga… ¿Estaba completa? —preguntó Alicent, con temor.
Idgrod asintió. A Joric le pareció que a Seth le brillaban los ojos a pesar de su gesto mortalmente serio.
—Que se lleven la empuñadura no tiene por qué significar que te harán daño —dijo Seth—. Ahora que sabemos lo que quieren y dónde está, tenemos ventaja. Solo tenemos que jugar bien nuestras cartas —prometió.
Lo dijo tan convencido que incluso Joric estuvo a punto de asentir. En eso tenía que darle la razón. Pero según él, jugar bien sus cartas era gestionar mejor con quién se compartía la información, y las reacciones de Seth habían sido del todo menos naturales.
Más tarde, en casa, cuando compartió con Idgrod sus sospechas antes de irse cada uno a su cuarto, su hermana se aferró al tema de los celos para negarle lo que había visto. Joric se marchó a su habitación lleno de rabia. Desde que Seth había llegado a Morthal no habían dejado de ocurrir cosas raras, y estaba claro que el comportamiento de Seth, por mucho que todos se empeñaran en decirle que eran ilusiones suyas, no era el de alguien que fuera trigo limpio. Pero una vez más, por algún motivo, su hermana y Alicent preferían seguir ciegas ante los hechos. Tanto que hasta él mismo había llegado a dudar de sus intuiciones. A lo mejor sí que es por los celos, pensó cuando ya estuvo en la cama. Entonces recordó la manera de brillar sus ojos esa tarde. La tensión al mencionar a Alva cuando escuchó que volvería cuando estuviera mejor, como si no le gustara la idea. La manera en la que le habló a Alicent mientras iban hacia el Brezal. No, todo aquello no eran imaginaciones suyas. No podían serlo. En ese momento decidió que haría lo que fuera necesario para que ellas también se dieran cuenta. Para que todos lo hicieran y vieran la verdadera cara de Seth Athan.
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rubimoon45 · 7 months
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SANGRE Y FUEGO
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CAPÍTULO 2: el aliento del dragón
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Naerys miró en silencio a su abuela, cuyas manos se habían enfriado y obligado a acercarse a la chimenea. El dormitorio tenía una pequeña ventana, cerrada, que daba al interior del patio de la Fortaleza Roja. Las paredes eran negras, como el carbón, y no se comparaba en tamaño al resto de dormitorios en los que había entrado. Debía de ser un dormitorio en los que no se hacía vida.
-Mi padre no me vendía.
-Laena nunca hubiese dejado que te quedases en Desembarco del Rey sola. Lo que Daemon te hizo ha acabado con la reina supervisando cualquier acción para llevarte a su terreno.
-No sabes lo que hubiera dicho porque no estaba allí. Y Baela y Rhaena se llevan bien con Luke y Jace, una ha vivido con ellos. Los dos son chicos buenos que en el futuro serán buenos caballeros -apretó las manos en las faldas del vestido-. Siempre apoyaré el reclamo de la hija de Viserys, abuela.
Rhaenys Targaryen se quedó mirando al fuego en silencio. Las sombras que esa luz creaba dibujaban nuevas líneas en su rostro. Los dibujos grabados en el vestido brillaban por primera vez; pequeños dragones.
-Nunca os criticaría, ni a tus hermanas ni a ti, Naerys, pero ahora -empezó diciendo- dime que es mentira que los Hightower no han intentado convencerte que los reclamos hacia Aegon son legítimos.
Naerys miró la espalda encorvada de su abuela, aun atraviada en las ropas de vuelo y una espesa capa sobre los hombros. Pensó en Aemond, y en los susurros que hacía por las noches criticando el comportamiento de Aegon con su hermana y con el resto del pueblo. Una vez, mientras se bañaban, le había dicho que pese a esperarse tanto de él, él lo malgastaba en una vida desvergonzada y lejos del deber que su madre presumía. Yéndose a altas horas de la noche por los pasadizos hacia la Calle de la Seda , durmiendo hasta casi el mediodía y comportándose como el niño mimado que es.
La reina Alicent defendía el comportamiento de Aegon siempre que podía, por otro lado. Hubo una vez que saliendo del cuarto de Helaena con los gemelos, vio a una de las sirvientas con una tetera y oliendo a un té que conocía demasiado bien. Y luego era la misma persona que le preguntaba si alguna vez había tomado té de luna y sobre sus periodos, o que en presencia de Aemond les preguntaba sobre sus esfuerzos en sus deberes maritales.
-Tu silencio deja mucho que decir.
-Nunca traicionaría a mi familia, nunca. Halaena y Aemond... Sé que ellos nunca querrían verse envueltos en las intrigas de la Corte. No como piensas, abuela.
Se dio la vuelta y la miró a lo lejos, el semblante serio y una mueca en los labios. Los mechones blancos, los pocos que tenía debido a su sangre Baratheon y el dominio que se imponía sobre los Targaryen, brillaban como faros en la noche.
-Y sin embargo la fortaleza ahora es más parecido al Septón de Antigua que el hogar ancestral de la Casa Targaryen.
-Nuestra casa ancestral es Rocadragón.
-A veces eres muy ingenua. ¿Crees que se van a detener en arrebatarle el derecho a Lucerys? ¿No crees que van a buscar más apoyos que sirvan para crear otro Gran Consejo y arrebatarle el trono a Rhaenyra?
Naerys se repitió esas palabras en su cabeza hasta comprender lo que decía. Al descubrirlo, abrió la boca entre sorprendida y ofendida por la mera insinuación.
-No pueden romper mis votos con Aemond en busca de una alianza. Esa decisión no es suya.
-¿No sabes acaso por lo que los Hightower son conocidos en la Ciudadela? Tienen tanta influencia que el pueblo allí ya estará convencido de que Aegon es la mejor opción y estarán preparados para lo que se venga.
Naerys alzó el rostro, intentando mostrarse orgullosa.
-No hay sangre más pura que la sangre valyria
-Es cierto, tienes la sangre pura, espesa, y por eso eres codiciada por todos. Pero una mujer que no haya cumplido su tarea en cuatro años, mi Naerys, es hablar de la infertilidad de tu cuerpo.
-Las Targaryen no somos infértiles.
-Hasta que la primera aparece y el la Fe de los Siete lo ve como la escusa para romper el matrimonio.
No pudo aguantar más esa charla. Naerys despidió a su abuela con la poca compostura que le quedaba y se marchó arrastrando la falda del vestido. La doncella y el guardia que esperaban fuera se sorprendieron al verla salir de esa forma y regresaron a sus puestos correspondientes.
Las orejas le ardían, al igual que las mejillas que debían de estar rojas de ira y vergüenza. No solo tenía que soportar las continuas quejas de la Reina sobre su retraso al tener algún heredero para Aemond, sino que ahora su propia abuela dudaba de su cuerpo y su matrimonio. ¿Quién iba a ser el siguiente? ¿Su padre o Rhaenyra? ¿Sus hermanas? ¿Helaena? ¿Alguna noble indiscreta que ahora estaba interesada en Aemond cuando la mayoría de veces lo despreciaban por ser otro bicho raro como su hermana, con un ojo menos?
Para su fortuna, no había nadie en el pasillo cuando se dirigió a sus aposentos. Ni sirvientes ni guardias que prestasen demasiada atención en una dama afligida. Naerys se dejó caer sobre el colchón, completamente consumida. El agotamiento de haber madrugado todas las mañanas, el estrés de la conversación y la pesadez de su cuerpo...
Naerys se tocó el rostro, empapado en sudor y ardiendo. Miró a su alrededor. Los recuerdos del pasado comenzaron a atormentarla. Su marido, el trato de sus familias,... ¿Por qué no podía acabarse ya eso de una vez?
Los hijos del Rey con su segunda esposa, la reina Alicent Hightower, y ella se conocieron en el funeral de su madre, Laena Velaryon, nada más se hicieron al vuelo para regresar a Poniente. Ya habían recibido noticias de los asuntos que se traían entre manos en la Corte, y una de las cosas que sus padres amaban era mantener el contacto con la princesa Rhaenyra para criticar esas acciones. Esos cambios que intentaban instaurar en el gobierno Targaryen. De las veces que Aemond y ella comenzaron a hablar, sin embargo, fue a partir de su entrada en la adultez y la pérdida de su ojo. La celebración de la boda de Helaena y Aegon se llevó a cabo en la Sala del Trono del Hierro, y el príncipe de Dorne la había sacado a bailar hasta que un borracho, hijo de algún noble que habría perdido una apuesta con él, decidió encararlo y retarlo a un duelo por su mano. La continua presencia del príncipe había llevado a las sirvientas a hablar, y por ende, a extenderse el rumor por sus señoras sobre un posible enlace entre la Corona con Dorne.
Esa fue de las pocas veces en las que Aemond y ella estuvieron juntos. Cuando resolvió el asunto llevándola de vuelta a la mesa de la familia real y dejando que tanto el príncipe como el noble resolvieran sus problemas sin entrometer a la familia Targaryen de ninguna de las formas. Eso, y que su imponente altura y rumores sobre su buen manejo de las armas comenzaban a difundirse por la Fortaleza Roja y los Siete Reinos, y nadie quería enfrentarse a un príncipe Targaryen descendiente en quinta línea de Aegon I el Conquistador. La primera, fue cuando en Marcaderiva perdió el ojo y ella le sujetó la mano durante todo el proceso por insistencia de Helaena, que temblaba mientras esperaba a que su madre llegase. Cuando llegaron, Baela y Rhaena corriendo con ella y se vio en la obligación de ser la hermana mayor de las dos. Y de apoyar las acciones de ambas cuando se defendieron diciendo que Vhagar no pertenecía al príncipe Aemond, sino a Baela, por derecho propio.
Naerys llamó a la doncella. Esta esperaba fuera como le había pedido, y entró casi corriendo. Le pidió que preparase su ropa de vuelo cuanto antes y que la vistiera. Mientras la doncella hacía lo que le ordenó, se puso a mirar por una de las ventanas del dormitorio a las casas de Desembarco del Rey.
HACE 4 AÑOS
Los pasillos de la Fortaleza Roja estaban iluminados por gruesas antorchas encadenadas a candelabros metálicos en las paredes de piedra. Hacía calor, pero eso era lo normal en las noches de mitad de año en la capital. La humedad del aire, traída desde las orillas del Aguasnegras, hacía que respirar fuera costoso y la ropa se pegase al cuerpo.
El vestido de Naerys se metía entre sus piernas, el suave tejido fino que el vestido, un regalo del príncipe de Dorne, le hacía la noche más venidera. El tejido dorniense bailaba con ella a cada paso, el profundo escote entre su espalda y pecho filtrando el aire y regulando su temperatura. El collar de su madre, Lady Laena, se mecía entre sus pechos sujetos por un corsé interior que las damas dorniense en busca de una vida en la Corte le habían enseñado a utilizar entre sus viajes y recomendaciones.
Era la hora pasada del búho, pero es que el banquete en honor al onomástico del príncipe Aegon se había atrasado más de lo debido; incluso cuando el príncipe ya había desaparecido en compañía de alguna dama desvergonzada que quería entregarle su virtud en busca de reconocimiento o por alguna falsa promesa.
-Respeto la decisiones, incluso de mi madre cuando sabe que está equivocada, pero este es el mayor sin sentido que he escuchado en mi vida -gruñía a sus espadas, el eco de las paredes de piedra revotando la voz gutural de la persona-. No puedes casarte con ese anciano.
-No es asunto tuyo, príncipe -le respondió. Había salido de la fiesta dispuesta a acostarse, a sabiendas que en algún momento tendría que aceptar la mano de alguno de sus recientes pretendientes, pero de repente se vio invadida por esa persona que la seguía desde hace rato gritándole y gruñendo.
Las escaleras que llevaban a lo alto del torreón, donde estaban los dormitorios reales, eran gruesos y amplios. Incluso el más sencillo de los vestidos suponían en un esfuerzo. Y ahora le tocaba a ella enfrentarse a ellas. Naerys se recogió las faldas del vestido, ligeras y transparentes si la luz del sol dieran de lleno. Se lo había puesto a posta, a sabiendas de que iba a ser una celebración nocturna y que no se vería nada. La melena plateada desplegándose como un abanico a sus espaldas estaba bien peinada, como se esperaba de una princesa, así como la tiara que decoraba su cabeza.
-Es mi deber.
-Si el deber de una mujer como tú es darle hijos a un anciano que podría saciar sus deseos de descendencia y placer con cualquier otra mujer de esta fortaleza -una mano que doblaba en tamaño la suya la tomó del codo y empujó a un lado, aprovechando el impulso de las escaleras. Naerys perdió la respiración entre el golpe contra la piedra y el tacto de esta en su espalda desnuda-, los Siete me castiguen si no voy a dejar que ocurra contigo. Incluso si tengo que encerrarte en tus aposentos hasta que entres en razón.
La princesa se vio acorralada entre la espalda y la pared, taponada por un cuerpo que la doblaba en altura y que pese a su delgadez, era más ancho que ella. Lo había visto entrenando las veces que el Rey requería su compañía desde lo alto de la torre que miraba al patio de armas, con sir Criston Cole como caballero y varios acompañantes que acababan rindiéndose. Varios mechones blancos le acariciaron las mejillas. La sangre del dragón que corría por sus venas, algunas veces cubierta por la sal de su madre, empezó a calentarse, como el aliento caluroso de uno.
-Mi príncipe, si te importa, me gustaría acostarme en estos momentos. Este tema es igual de delicado que...la propuesta que acaba de jurar.
-Una que pienso cumplir como dejes que alguno de esos ancianos seguidores de mi hermano entrar en tus aposentos -dijo-. Antes de acostarte enviarán a tu doncella a que lleve al maestre una carta en la que diga tus intereses matrimoniales, y esta llegará a donde tu padre que elegirá a uno de los candidatos que hayas propuesto. Puede que incluso tu padre acepte la propuesta de uno si insistes. ¿Quién es, mmm, tal vez el príncipe de Dorne que te regala tantos vestidos? ¿O alguno de los Lannister, que te prometen un hogar para tu dragón lleno de riquezas y oro y una vida de lujos mejores a los de Tyrosh? Tal vez incluso alguno de los jóvenes Tyrell, que no conocen otra cosa que no sean sus jardines y sus mujeres exóticas.
-Lo que haga y no haga con mis propuestas matrimoniales, son asunto mío. Mi príncipe, con todo el respecto, yo no insisto en que rechaces a las damas que buenamente acuden para tu compañía.
-Eres tan ingenua, princesa. Esas mujeres solo quieren entregarme su virtud encandiladas por el apellido Targaryen y las falsas esperanzas que sus padres les dan, pues les llenan la cabeza con la idea de un matrimonio apresurado por la presencia de un posible bastardo podría considerarse -casi golpeó la piedra al lado de la cabeza de Naerys. Ella intentó reprimir las ganas de gritar de miedo, viendo su propio reflejo en el lila del ojo-. Lo único que buscan es tu sangre valyria, nuestran sangre, lo que ofreces estando soltera y con tu buena reputación. Los hijos que tengas con ellos serán considerados príncipes por tu cercanía al Trono, y con posibilidades de heredarlo alguna vez si se desata una guerra. ¿No ves que solo buscan eso?
Naerys alzó el rostro para en frentarlo.
-Mi príncipe olvida que la única forma de contribuir al reino, a nuestra sangre, nuestro apellido, es concertando alianzas beneficiosas que traigan paz. Tampoco es que pueda ofrecer mucho, príncipe Aemond. Un vientre real es lo único que tengo, y si mi tarea es darle hijos a mi esposo pues lo cumpliré antes que ser el hazmerreír de la Corte como una solterona.
-¿Es eso? ¿Te preocupa más la opinión de unas damas cualquiera, sin relevancia en este reino más su basto linaje, que tu libertad por tener la sangre del Conquistador? Incluso si estuvieras soltera, tendrías más títulos e importancia en la Corte que todas ellas, en tu poder la espada Hermana Oscura que ahora ostenta tu padre por decreto de su abuelo el Rey. Una septa Targaryen valdría más que un útero fértil o una puta.
La vergüenza se apoderó de ella. El dragón que era ella se estaba despertando, pero un comentario como ese solo hacía que se pusiera roja de la vergüenza y la sangre de su madre volviera a concentrarse.
-Soy una Targaryen, mi única función es darle hijos a mi esposo y mantener mi linaje por el bien de la Casa Targaryen. Si me convierto en septa, el linaje de mis padres se perdería en mis hermanas con sus decisiones.
-No abriendo las piernas a un anciano y muriendo en el parto como tu madre. Los beneficios que se le diera a esa casa si el niño viviera serían mayores a cualquier otra Gran Casa de Poniente. Un niño no-Targaryen que tendría derecho a un huevo de dragón, de intentar reclamar uno alguna vez. ¿Y si sobrevives? Ya tendría heredero. Solo servirías para su placer. Abrir de nuevo las piernas y dejar que te llene con una semilla barata para poner de nuevo tu vida en peligro.
Naerys se mordió el interior de la mejilla. Su ojo violenta la desafiaba y escudriñaba como un depredador a su presa.
-¿Y qué propones, eh, que me convierta en una de esas sacerdotisas de Essos o en una septa virginal? Siempre tendría el apellido Targaryen, pero qué hay de mis deseos. Mis deseos son constribuir a mi casa como una buena hija, ayudar a mi padre en lo que sea.
-No de esa manera.
-No hay otra manera.
El pecho de Aemond se infló, pero no dijo nada. Naerys observó el vacile en su ojo, moviéndose en cuestión de segundos de un lado al otro, como si su cabeza fuera a velocidades mayores en busca de ideas.
-A mí -dijo entonces-. Sangre de tu sangre -la voz resonó en la habitación cuando no respondió-. Un matrimonio entre las dos familias que se separaron por una fractura. Algo que nadie rechazaría, ni el Rey ni la Reina por el bien de la Casa Targaryen.
Por primera vez, una suave mirada de incredulidad cruzó su rostro despejado. Estaba conteniendo la respiración. Estiró la mano para agarrar la suya, la que no la sujetaba contra esa fría pared, pero antes de que pudiera tocarlo, ya la había agarrado.
-¿A ti? -preguntó, con la oscuridad llenando sus ojos. No supo si estaba mareada o si se estaba burlando de ella en su cara. Un temblor la inundó, pero también pudo sentir el de él-. Ni siquiera entiendes lo que dices. Esos hombres que quieren un matrimonio conmigo al menos tienen una pizca de deseo.
-El deseo se esfuma con el tiempo, pero puede mantenerse con la llama del amor entre dos personas, hombre y mujer, si estos se aceptan el uno al otro. Si fueras mi esposa, serías y estarías conmigo. Con nadie más. No en Marcaderiva, no en Rocadragón, sino aquí conmigo, en la capital. Tu familia sería bienvenida y sin las hostilidades que amenazan al reino ahora, tus hermanas también, y tu dragón centenario tendría un hogar decente en el que residir. Tu sangre Targaryen y la mía juntas como nuestros ancestros.
-Lo sé. Es una locura.
Sus reacción era suave, pero sus acciones...desconocidas. Naerys intentó mover la cabeza para escapar de esa mirada acosadora, pero entonces la sorprenda la pilló de golpe cuando la mano que antes la sujetaba contra la pared la tomaba del rostro. Sus dedos aplastaron su cara, tomándola por la mandíbula como una niña pequeña siendo regañada.
-¿Qué pensaría tu padre de esto? Casarse conmigo y no con los pretendientes. Él mismo acabó con la vida del antiguo pretendiente que tenían para tu madre, con la espada de nuestra Casa. No hay mejor partido para la sangre valyria que más sangre valyria.
Naerys inspiró, casi sin poder sentir entrar el aire por sus pulmones, o su corazón latir. Lo que estaba diciendo, proponiendo, era juntar la sangre valyria de nuevo y la posibilidad de curar las heridas de su casa. Una locura, por supuesto, pero una propuesta con sentido que más de uno aplaudiría. ¿Su padre? Daemon diría que juntarse con alguien con la sangre Hightower sería una pérdida de tiempo. Rhaenyra todavía podría verlo como un esfuerzo.
-¿Cuánto tiempo lleva tu cabeza maquinando esto? Podrías haberlo hecho hace mucho tiempo, ofrecerte como pretendiente, antes que todos esos...señores con falsas promesas -lo retó, encarándolo de frente. El sudor frío que corría por su espalda le hacía cosquillas. Lo instó-. Hazlo entonces. Venga, ráptame y llévame a Rocadragón. Como propones. Juntar la sangre del Conquistador de nuevo y nuestras casas.
Esa respuesta pareció tomarlo por sorpresa. El frío de la piedra se había expandido por todo su cuerpo, desde su espalda hasta las puntas de sus dedos entumecidos. Naerys miró de nuevo a su ojo. Aún tuerto, era atractivo, y cuando cambiaba la expresión los rasgos Targaryen que habría lucido de no llevar siempre el parche que ocultaba...Luke. No había pensado en eso. Aún si fuera una buena propuesta, había personas en la capital que pensaban que era un medio hombre por faltarle un ojo.
Naerys tragó saliva. El agarre de Aemond sobre su barbilla se perdió en la curvatura de su cuello, desde donde latía su corazón con más fuerza hasta detrás de su oreja. Un toque tan íntimo como ese debería estar reservado solo para los amantes.
-Eres una cosita retorcida. Podría hacer cualquier cosa si fueras mi esposa, con tu cuerpo. Compartirías mis aposentos, mi cama, darías a luz a mis hijos. Seguramente no les gustaría a ninguno, ni a los Velaryon que tendrán sus propias propuestas como esposo tuyo.
-Eres tú quien lo ha propuesto, mi príncipe Aemond. Si mi deber es yacer contigo y dar a luz a tus hijos, lo cumpliré como una buena esposa -repitió-. A no ser que tu reacción sea una mala broma con el fin de manchar mi reputación y que nuestra boda sea un plan tuyo para tenerme en tu poder.
-Podría tenerte de muchas formas, pero las descarto todas porque sigues siendo una princesa del reino. Una de las pocas joyas de nuestra corona. ¿Y si te utilizo para mi venganza? ¿Me ofrecerías un ojo para saldar la deuda del bastardo de Lucerys?
Sintió sus dedos dejando de aplastar la carne de su rostro, manteniéndose en la punta de su barbilla y evitando que se mueva.
-Tus amenazas no servirán de nada, mi príncipe. No hay forma de que me hagas daño antes de que aparezca un guarda y te lleve directo ante el Rey.
-Mi señora lee muchos libros de fantasía. Hay miles de forma de hacer daño a una persona, pero sobre todo, a una doncella.
-Primero insistes en que no de a luz a los hijos de un señor cualquier, y ahora dices que es una locura que me case contigo y que la sangre del Conquistador y de la Antigua Valyria devuelva el honor a la Casa Targaryen. Mi príncipe, no tienes las ideas claras si crees que vengarte de los actos de un niño con otra persona es lícito.
De repente el agarre se afianzo donde estaba. Con la otra mano había dejado de acariciarle el cuello, y ahora la mantenía pegada a la pared sin escapatoria. Una sonrisa tétrica apareció en las comisuras de sus delgados labios.
-¿Alguna vez me has visto sin el parche, lo que hay detrás de él y lo que conlleva ser la sombra de tu hermano borracho y adúltero?
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El side eye de Aemond es lo mejor que he visto en mucho tiempo. No acaba siendo criminal offensive como en otros momentos.
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