Tumgik
#historia corta
ghosthidden · 1 year
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Comprobando la hipótesis de ti
Me dijeron "pide un deseo" y lo que mi corazón más anhelaba era dejar de sentir ese peso de callar, el apretujon de no decir nada, la asfixiante realidad de que tal vez tu y yo nunca seríamos mas que amigos.
Ya no quiero sentir, ya no quiero llorar por ti. ¿Por qué demonios te metiste tan profundo en mi alma? ¿Sabes que es lo peor? Que ni siquiera se decir que es esa característica que me ata a ti... Lo he pensado desde hace rato, años para ser exacta. Y ayer en mis delirios supuse que no es una cosa de ti, es todo tu en realidad.
Tu cómo conjunto, tus bromas, tus comentarios ingeniosos, tu humor, tus ojos, la forma en que me miras como si yo fuera alguien capaz, la forma en que a veces me describes como alguien inteligente y a quien respetas por eso. Eres tu y tu horrible gusto en música, tu amor por ese tonto deporte, la incomprensible forma en que te entusiasmas por las matemáticas. Eres tu y tu amable y rasposa forma de cuidar a tus amistades, de tomar ese rol responsable cuando no te corresponde. Eres tu y la forma en que me haces sentir cuando estoy contigo.
¿Esto de alguna manera sigue contando como un "simple enamoramiento" o me resigno ya a llorar los próximos meses por el corazón roto de la primera vez que me enamore de verdad?
Oh dios... Te voy a llorar tanto porque efectivamente, serás mi primer corazón roto de verdad.
Gi.
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soykichaa · 1 month
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Headcanons Johnshi 4:
-Escena inspirada en la serie "Está mierda me supera" pero con muchas diferencias-
Kenshi y Johnny se encontraban completamente ebrios, hablaban de cosas sin sentido en la casa de Johnny. Por alguna extraña razón, Kenshi acepto quedarse a dormir, bueno, al estar ebrio es más que obvio que no saldría.
Todo iba bien cuando fueron a acostarse, pero un sentimiento surgió en Kenshi cuando apenas se acostó en la cama de invitados. Johnny se encontraba en su habitación a solo metros de dónde estaba Kenshi, haciéndole desear estar más juntos. Pensarían que era el problema del alcohol, pero seamos sinceros... No era el alcohol, si no un sentimiento real, del cual Kenshi había comenzado a experimentar cuando estaba con el actor.
Se levantó de su cama con sentó en su mano, y comenzó a caminar en silencio hacia la habitación de Johnny, esperando con ansias ver el rostro del actor. Supuso que Johnny estaba dormido, por lo que se acercó a la cama, dejo a sentó en la mesita, y se subió encima de las sábanas para acostarse frente al rostro de su compañero, y amigo. Se deleitó viéndolo dormir, sentir y escuchar su respiración tan tranquila, aún cuando estaba borracho. Quedó en silencio, tan solo unos segundos.
"¿A quien espías?" La voz de Johnny hizo eco en la habitación, dejando helado a Kenshi.
"A nadie..."
"Se que eres un agente, y tienes tus asuntos... Pero no consumo drogas" Dijo haciendo un puchero, divirtiendo a Kenshi.
"Solo quería... saber si aún respiras" Dijo casi en silencio, pero lo suficientemente claro como para que el actor lo escuchará.
Kenshi en un intento de escaparse de la cama, se vio obligado a disculparse para poder largarse de ahí. Quien pensaría que Johnny lo detendría para que se quedará con él, y eso hizo que el japonés se sorprendiera, y quisiera ocultar el mínimo rubor en sus mejillas.
"¿Piensas dejarme con este frío? Ven" Hablo como si de un niño se tratara, y comenzó a levantar las sábanas que lo tapaban, invitando a Kenshi a acercarse a él. A un principio, Kenshi se negó avergonzado, sintiendo su corazón latir a mil, viendo la cara de cachorrito abandonado que tenía Johnny.
¿Porque Johnny siempre es despistado con Kenshi?
Kenshi se encontraba ahora mismo, cara a cara con Johnny, quien no procesaba el acto que hacía. Pronto comenzó a ver mejor y miro a Kenshi rojo como un tomate, por lo que pensó que estaba acalorado.
"Pareces un tomate ¡Un lindo tomate!" Llevo su dedo índice a la mejilla de de Kenshi para molestarlo, pero este evito el contacto tomando la mano antes de que llegara a su mejilla caliente.
"Basta..." Le dijo, intentando ser firme, pero Johnny con un poco de alcohol pasando por su sangre quiso seguir molestando con tocarle las mejillas que no se dió cuenta como se había acercado a Kenshi.
Al japones no le molestaba el contacto de Johnny con el, pero cuando estaba tan cerca le hacía querer... No, Kenshi, no pienses en eso. La tentación era demasiada, y cada vez el rostro del actor estaba más cerca, y más cerca hasta el punto que sus narices se tocaban por unos centímetros.
Y luego solo paso...
La tentación de los hermosos labios de Johnny fue demasiado para la cordura de Kenshi. El beso fue largo para la perspectiva de Kenshi, incluso juraba que Johnny le había correspondido el beso por unos segundos, lo había pensado, pero todo fue desafortunado.
Johnny se separó, en un movimiento ni tan rápido ni tan lento, un movimiento evasivo, dónde se encontraba confundido. Y Kenshi se quedó ahí, mirándolo y esperando unas palabras de Johnny, más solo obtuvo las más dolorosas palabras que rompieron toda las expectativas, y pensamientos.
"Estamos muy ebrios, Ken. No quise besarte, de verdad" Aunque Johnny no lo había dicho de una forma hiriente, había creído que el fue quien lo había besado, pero en realidad fue Kenshi.
Y Kenshi por otro lado... Se levantó de la cama, y junto sus manos con nervios, intentando controlar su frustración ante el dolor de su pecho. Se disculpó, y salio de la habitación, llevándose su espada antes, y a la atenta mirada de Johnny. Llegó a la habitacion de invitados empezando a respirar con fuerza. Las palabras y la escena de la incomodidad de Johnny ante el beso le hizo querer golpearse a su mismo. Pronto se dió cuenta de como había movimientos en la habitación, las objetos que se encontraban ahí, comenzaron a elevarse con un extraño brillo azul, rodeando su persona.
Su poder es la telequinesis, característico por sentó que estaba cerca. Intento controlarse, mediante a pensamientos tranquilos, evitando el beso, pero todo-se-fue-a la-mierda.
No grito, ni se movió, su poder lo hizo todo, y tiro cada objeto de la habitación lejos de él, por los golpes fuertes se terminó asustando.
Quedó sin aliento por un momento, y se agachó desconsoladamente procesando el suceso.
"¿Kenshi? ¿Está todo bien, que fue ese ruido?"
-¿Continuará?
❀By @soykichaa❀
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mithrilpen · 4 months
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Mi erección ya estaba gritando - Relato erótico gay
Un día llegas al gimnasio como otro día cualquiera y en las duchas acabas más mojado que nunca. Y no sólo de agua.
Nota: un día fui al gimnasio a entrenar y vi el mejor culo que he visto en mi vida. Este relato se lo dedico a ese chico que me dejó babeando todo el día. Cualquier parecido con la realidad (por favor que alguien me avise. Es para un amigo...), es mera coincidencia.
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Después de aparcar, saqué las llaves de la ranura del coche y me quité el cinturón de seguridad. Cuando salí por la puerta noté el ambiente fresco de la mañana aun cuando el sol se sentía cálido. Como siempre que voy al gimnasio, me puse los AirPods y después de sacar la mochila del asiento trasero, fui caminando hasta la entrada del gimnasio. 
Durante el camino, como cada vez que vengo, lo primero que pensé fue que ojalá no hubiera tanta gente entrenando. Me da una pereza terrible tener que esperar para poder usar las máquinas. Recuerdo que cuando estaba apuntado en otro gimnasio se formaban colas largas para usar máquinas. Parece que esto es algo usual en los gimnasios de Madrid y no debería sorprenderme, pero joder, es horrible. Menos mal que el último al que me apunté abrió hace poco y por ahora no se está mal: parece que hoy no habrá tantas personas. 
Después de guardar la mochila y terminar de prepararme, comencé a calentar en la cinta de correr. Fue entonces cuando miré hacia delante y ví el mejor culo que he visto en mi vida. Su dueño era un chico alto, pelo moreno, tenía un cuerpo muy bien esculpido y trabajado, más o menos de mi altura, y aparentaba unos 30 o 35 años. Llevaba puestas unas mallas con las que se le marcaba todo. Parecía que también acababa de llegar y se disponía a usar la bicicleta estática. Mientras se me caía la baba, le ví mover sus piernas bien esbeltas caminando de un lado a otro: iba, hablaba con la chica de administración y volvía. Al cabo de un rato, se subió a la bicicleta y comenzó a pedalear. 
Joder. 
No podía apartar mi mirada de su trasero redondo y respingón cada vez que caminaba. Miré hacia los lados disimulando para que nadie se diera cuenta de que me estaba muriendo por dentro, pero de vez en cuando era inevitable mirarle de nuevo.
Acabé mi calentamiento en la cinta, maldije para mis adentros al tener que alejarme de mi crush instantáneo y comencé mi tabla de ejercicios de hoy: pectorales, hombros y tríceps.
La mañana fue transcurriendo sin ninguna novedad hasta que me tocó la parte que más pereza me daba, los hombros. Miré la tabla de ejercicios y decidí comenzar por el ejercicio press militar con barra, que consiste en levantar una barra pesada por encima de la cabeza. 
Cuando fui a buscar la que me interesaba, me di cuenta de que alguien se la había llevado, así que decidí buscar quién la tenía y preguntarle si le quedaba mucho. Y es entonces cuando le vi a él usándola. Por supuesto, no pude evitar mirarle ese melocotón celestial otra vez. 
Por favor, que alguien me quite los ojos y me salve de esta tortura.
No dudé en acercarme:
– Perdona, ¿cuánto te queda con la barra? – Si no supiera disimular, mis babas estarían encharcando el suelo hace rato.
Cuando se giró y me miró, de repente me vino la sensación extraña, súper ligera, de que conectamos. Noté que su mirada recorría mis labios y, por un momento muy rápido, le vi morderse el labio inferior. Algo se había estremecido en mis adentros. 
– Me queda un rato, porque la necesito para otro ejercicio – me respondió, agitado por el ejercicio.
Por cierto, tenía los ojos de color marrón claro y facciones marcadas. Era posible que mi juicio estuviera nublado por la primera impresión que tuve de él y su impresionante trasero, pero joder, qué guapo me parecía.
– ¿Podríamos turnarnos? – Le pregunté.
De repente, lo que noté antes se esfumó porque junto al sudor que le caía por la cara, le vi expresión de fastidio.
– Venga, vale – me dijo, agitado.
Y así de fácil el culo perfecto que tenía en un altar, se cayó a lo más profundo del infierno. 
Menudo idiota, pensé.
Le di las gracias algo molesto, cogí la barra y comencé mi ejercicio. Me di cuenta de que me estaba mirando cuando le miré de reojo e inmediatamente me dijo:
– No lo estás haciendo bien, porque la barra tiene que quedar por encima de tu cabeza – dijo suspirando impaciente.
– Pues venga, hazlo tú y veo cuál es la técnica – no pude evitar decirlo con cierto mal humor.
Quizás fui muy directo, porque de repente se puso en pie, dispuesto a ayudarme.
– Mira – fue entonces cuando cogió la barra e hizo el ejercicio tal y como me había corregido, para demostrarme cómo se hacía –. Ahora tú. A ver, que te vea.
Dejó la barra en el suelo, la cogí y me dispuse a hacer el ejercicio otra vez, cansado de la repetición anterior. Debió notar mi cansancio, porque se puso detrás de mí (demasiado cerca, diría) y empezó a ayudarme a levantar los brazos en la dirección indicada. 
– Así, ¿ves? – Me susurró.
A pesar del esfuerzo y cansancio, no pude evitar sentir un chispazo por todo mi cuerpo. Era una locura: por un lado, me había fastidiado su reacción y por otro, todo me ponía a cien. No estaba entendiendo nada, pero menos mal que llevaba puesta una camiseta larga y ancha, porque mi erección ya estaba gritando.
Después de eso, seguí haciendo el ejercicio con sus correcciones y, muy a mi pesar, noté la diferencia. Pero mi orgullo iba por delante, no lo podía admitir. 
Durante su turno, no parábamos de intercambiarnos miradas. Si no hubiera tenido esa reacción de fastidio al principio, juraría que me estaba haciendo una radiografía a todo el cuerpo. Así como yo no podía apartar mis ojos de ese trasero de los dioses.
Acabé de usar la barra, se la dejé, me despedí fríamente y me fui para continuar con mi entrenamiento. 
Al contrario de lo que se pueda pensar, el malhumor que me había provocado me motivó con los siguientes ejercicios y, cuando ya había acabado toda la tabla y el estiramiento, me dirigí a las duchas. 
Cuando llegué a la puerta del baño tenía todo el cuerpo cubierto de sudor y me encontraba agitado. Al entrar, vi que sólo estaba él, sentado y sin camiseta, justo antes de las duchas. Le vi mirarme y sacó una media sonrisa. Esto me enervó porque ya no sabía qué estaba pasando, me estaba sintiendo muy confundido. Me puse en el banco opuesto al suyo y de espaldas porque si le seguía mirando, el grito de mi erección se haría visible y lo último que quería en ese momento era pasar vergüenza. Y menos por él. 
Preparé mi ropa limpia en el banco, saqué mi toalla, el champú y el jabón y comencé a desvestirme. No pude evitar sentir su mirada clavada en mi dirección. Me bajé los calzoncillos, me puse la toalla alrededor y cogí lo que necesitaba para irme a la ducha lo antes posible. 
Debido a que soy de erección fácil, uno de mis requisitos para apuntarme a un gimnasio es que las duchas sean individuales y cerradas y este las tenía. Es por eso que me sentí aliviado de haber tomado esa decisión. 
Cuando abrí el agua escuché que alguien estaba hablando del otro lado de la puerta:
– Oye, perdona, me he dejado mi jabón ahí dentro.
No cabía duda, era él. Al escucharle se me aceleró todavía más el corazón. Con los nervios, no me había fijado que se habían dejado un bote de jabón en una de las repisas de la ducha. Lo cogí y cuando estaba abriendo la puerta, de repente la empujó rápido para meterse conmigo dentro.
– ¿Qué coño haces? –le grité en susurros, aunque en el vestuario no había nadie más. 
En el fondo me está encantando.
Había entrado tal y como le vi fuera de la ducha, todavía no se había quitado las mallas cortas de hacer ejercicio.
– ¿Te crees que no me he dado cuenta de que te la he puesto dura?
Bajé la mirada para ver su paquete y yo también debí provocarle el mismo efecto: la tenía tan dura y apretada en sus mallas que era imposible no verla. Me resultó muy difícil no reírme, de lo nervioso que me encontraba.
– ¡Pero qué dices!
– Deja de disimular, guapo. No me has quitado el ojo desde que estabas calentando.
Estaba ocurriendo todo tan rápido y había tanta tensión, que el único impulso que me salió fue el de besarle. Ya habría tiempo para arrepentirnos.
Mi beso fue bien recibido, porque no opuso resistencia. Es más, me empujó hacia la pared mientras nos besábamos. Nuestras lenguas estaban enfrascadas en una lucha de la que ninguno de los dos iba a ganar. Estaba alucinando. De repente, noto su mano acariciando mi erección y no pude evitar gemir.
– Espera, que aquí nos van a pillar – le dije entre susurros y jadeos.
– Puf, estamos muy cachondos…
Se pegó todavía más a mí y noté cómo nuestras pollas se rozaban cada vez más. Sin dudarlo, llevé mis manos a su culo. Si ya era un manjar a la vista, tocárselo fue indescriptible. 
Joder, estoy tan caliente que me da igual lo que ocurra fuera. 
De repente, escuchamos que alguien entraba al vestuario y nos quedamos inmóviles. Se llevó el dedo índice a sus labios, haciendo el gesto de silencio y nos quedamos atentos a los sonidos de fuera. Le vi abrir un poco la puerta para mirar y escuché la puerta de fuera volviéndose a abrir.
– Se han ido. Vente conmigo – me dijo, susurrando.
Salimos de la ducha, cogió unas llaves que tenía en su mochila y me agarró de la mano. Cruzamos todo el vestuario y me dirigió a una puerta que ponía “Privado” en rojo. Abrió la puerta con las llaves y, cuando entramos, vi que dentro había más duchas. Supuse que son las que utilizan las personas que trabajan aquí.
– ¿Qué es esto? ¿Cómo puedes entrar aquí? – Le pregunté mientras volvía a cerrar la puerta.
– No importa – y me plantó otro beso. 
Otra vez me llevó hacia una de las duchas y cuando llegamos, decidí encender el agua para quitarnos el sudor.
Mientras nos besábamos, sus manos recorrieron mi cuerpo, así como yo hice con el suyo. Estaba tan cachondo que incluso acariciar sus músculos era placentero de por sí. Llegué con mis manos a su culo y aproveché que tenía los dedos húmedos para jugar con su agujero y empezar a dilatarle. Pero me apartó la mano con suavidad y cerró el agua de la ducha.
Decidí ir un paso más allá: empecé a recorrer su cuello con mis labios con suavidad y fui bajando poco a poco por su pecho. A pesar de que estábamos dejándonos llevar por la lujuria, me tomé mi tiempo en besar cada rincón de su cuerpo. Cuando comencé a lamer sus pezones, le escuché gemir. De vez en cuando le daba pequeños mordisquitos porque me encantaba oírle disfrutar. Después fui bajando tranquilamente por sus abdominales y su pelvis, como si quisiera imprimir en 3D todo su cuerpo, hasta que llegué a mi objetivo.
Le bajé las mallas hasta quitárselas y tenía su mástil enfrente de mi cara. Se la cogí de la base, apretando, separé mis labios y con su mano fue guiando mi cabeza hasta metérmela entera en la boca.
– Joder – suspiró, mientras me empujaba lentamente hasta llegar al fondo de mi garganta.
Empecé a subir y bajar con mis labios una y otra vez por su erección. Noté que le temblaban un poco las piernas, así que se apoyó en la pared. Fue entonces cuando sus caderas comenzaron a moverse al ritmo de mis movimientos. A lo largo de mis 30 años he comido muchas pollas, pero no recordaba ninguna que me hubiera gustado tanto como la suya.
– Eres bueno chupando pollas… Si sigues así, no aguantaré mucho…
Solté su miembro haciendo un chasquido con mis labios y subí a besarle de nuevo. 
– Necesito follarte – le dije con labios hambrientos.
– Vas a tener que ganártelo…
– ¿No te parece suficiente ya?
Se quedó mirándome por un momento, sin poder disimular, mordiendo su labio inferior como había hecho antes, cuando cruzamos nuestras primeras palabras.
– Venga, dilátame – era todo lo que necesitaba oír.
Se giró y aproveché para frotar mi polla entre sus nalgas mientras fui besando cada músculo de su cuello y espalda, como si quisiera conocerle a través de mis labios. Después, fui bajando poco a poco y cuando llegué, mis ojos no podían creer la semejante maravilla que tenían delante. Debí quedarme mirando su culo con cara de tonto bastante rato porque me dijo:
– ¿Te gusta lo que ves?
– Tío, me pones muchísimo… 
Recorrí sus nalgas con mis labios, dándole besos cortos por donde pillaba, deseando que ese momento no acabara nunca. No soporté más esa tortura, así que se las abrí y empecé a lamerle con suavidad. Escuchar sus gemidos era placer para mis oídos, así que decidí aumentar el ritmo.
Después de un rato, me levanté y volví a subir hasta su cuello. 
– Voy a empezar con un dedo, ¿vale? – Le susurré.
– Haz lo que sea, pero date prisa porque no sé si podré soportarlo mucho más…
Mientras introducía el primer dedo, fui recorriendo su cuello a besos. Empecé a jugar con mi dedo para que su esfínter se fuera dilatando poco a poco y cuando fui notando que estaba menos apretado, le metí dos. Parecía que le estaba encantando la forma en la que jugaba con su próstata, porque me dijo: 
– Ya estoy listo, pero espera.
Salió de la ducha y se dirigió hacia una repisa donde había muchas cosas. Cogió una caja, sacó un condón y luego un lubricante. Yo estaba sorprendido.
– Veo que lo tienes todo preparado… 
Me sonrió mientras abría el envoltorio y volvía de nuevo a la ducha. Me dio un beso y me puso el condón con suavidad. Cogí el lubricante, me eché un chorro en la mano y, tras lubricarle a él, me eché más para lubricar el látex de mi polla hasta que quedara bien resbaladiza.
– Venga, deprisa… – En ese momento ya no me importaba nada más, sólo necesitaba meter mi polla palpitante en ese culo que tanto deseaba.
Se giró de cara a la pared, arqueando su espalda, le cogí de la cintura y empecé a empujar muy lentamente la punta para que su culo se acomodara poco a poco a mi polla. Cuando noté que se relajaba, comencé a meterla un poco más, hasta que pude llegar al final.
– Oh, Dios… – jadeó, cuando comencé a embestirle más y más. 
Al principio fueron movimientos suaves, pero cuando le vi moverse hacia atrás buscando más, empecé a penetrarle con más fuerza y profundidad. El sonido de nuestras respiraciones era tan fuerte que se podían oír por toda la habitación. Menos mal que en el vestuario de fuera también se escuchaba la música del gimnasio porque si no, nos hubieran pillado.
Miré hacia abajo donde se unían nuestros cuerpos y vi cómo mi polla se metía en tremenda maravilla.
– Puf, no te imaginas lo que me excita ver mi polla hundiéndose en tu culo… – Le dije, y aceleré mis embestidas.
Al decirle eso su cuerpo se tensó y mientras lo follaba, comenzó a masturbarse. Parecía que estaba tan caliente que no pudo durar mucho más, y vi que su polla empezó a eyacular semen por toda la pared.
– ¡Joder! No puedo aguantar más… – dije entre jadeos.
En cuestión de segundos no tardé en eyacular y llenar el condón dentro de él mientras jadeaba con fuerza. 
Apoyé mi cabeza en su marcada espalda mientras le tenía agarrado de su cintura. Necesitábamos recuperar nuestro aliento. Mi cabeza no paraba de dar vueltas después de tanto placer.
Una vez mi polla estaba fuera de él, me saqué el condón y volvimos a abrir el agua de la ducha para limpiarnos.
– ¿Trabajas aquí? – le pregunté. De repente recordé que estábamos en una habitación de uso privado del gimnasio.
– Soy el gerente que lo dirige – responde, guiñándome un ojo.
No me esperaba esa respuesta así que no supe qué responderle. Debió darse cuenta porque siguió hablando:
– Por cierto, ¿cómo te llamas?
– Martin, ¿y tú?
– David – sonríe.
– Pues David, he tenido el mejor sexo desde hace mucho tiempo… – y le planté un beso mientras envolvía su culo entre mis manos. 
Si hubiese sido por mí, no lo hubiera soltado nunca jamás.
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littlemavid · 1 year
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"La Agonía de Elliot"
Cuando somos niños nos inculcan en las películas y los libros que el amor es correspondido, que los príncipes se casan con las princesas y que tienen un final feliz. No creo que ese sea mi caso, mi nombre es Elliot y no soy ese tipo de príncipe. Busco una razón para volver, físicamente no me he ido pero no sé en donde tengo la mente no sé si siento algo más que vacío y tristeza. Desde hace mucho que no vivo, desde hace mucho que lo busco. No sé si hablo de algo o de alguien, no me gusta depender emocionalmente de ninguna. Cada día busco en mis recuerdos y pareciera ser la única manera de vivir para mí, hasta que un buen amigo me dijo que no se vive del pasado.
5am marcaba el reloj, hora de comenzar como todos los días. Aún no salía el sol estaba oscuro, me gustaba sentarme a desayunar en la ventana de la cocina viendo a mi perrito. Me imaginaba siendo él, pensaría que mi dueño era un tremendo vago pero, ¿Los perros pensarán? Me gustaba dormirme con la idea de que a la mañana vería a Hormiga y a Ali, pero más a Hormiga. Mi perfume, el olor en la mañana, el aire fresco y las calles solas son mis recuerdos de aquellos días. Repetiría esos días de mi vida una y otra vez. Llegaba al colegio y estaba Ali con cara de distraído siempre, todos los días de la vida. Es curioso que en mis únicos recuerdos bonitos solo están Ali y Hormiga.
“Hormiga” es como le digo a la persona más genial que he conocido en mis 18 años de vida, omito su nombre porque mucha gente lo ve como un delito. Hormiga es la razón principal de que yo esté así más no es la culpable puesto que no hizo nada para que hoy yo esté recordando y no viviendo. Desde que dejamos de hablar me he dedicado a escribirle cosas que nunca leerá deseando que cada escrito sea el final.
“Hormiga, te llamo así porque tu nombre me resulta extraño y a ti no te gusta, además me recuerdas a una hormiga, lo cual no es romántico pero si original. Cuando te conocí me llamaste la atención, entré al aula y estabas ahí de primera hablando con el profesor, te observé toda la clase parecías triste todo el tiempo, desde entonces te notaba siempre en el colegio. Un día te hablé, te pregunté tu nombre porque un profesor me pidió el favor de que te llamara y me lo repetiste muchas veces porque no lo pronunciaba bien. Luego nos saludábamos cada vez que nos veíamos, bueno… Te saludaba, tú solo respondías cortante. Conocía a tu grupo de amigos, Ali era uno de ellos gracias a él empecé a hablar más contigo. Ahora escribiré recordando momentos que probablemente tú ya has olvidado.”
- ¿Qué buscas, Elliot? – Pregunta Ali asustándome.
- Nada… ¿Es muy obvio que busco algo?
- Desde hace mucho que no parecieras estar aquí, pasas todo el día pensando, como si algo estuviera en tu mente y no lo encuentras. – Lo miro, es adivino.
- Busco en mis recuerdos que es lo que me hace vivir y sentir… - Le digo
- Elliot, no se vive del pasado. ¿Por qué no buscas algo nuevo? – Lo que me dijo me dejó pensando, “no se vive del pasado”, entonces ¿Cómo se vive?
- Esa búsqueda ya la hice y adivina que… no hallé nada. Y según tú ¿Cómo se vive? – Le cuestiono.
- Experimenta sensaciones nuevas. ¿Cuándo fue la última vez que te sentiste vivo? – La respuesta a esa pregunta la sé, pero prefiero no decirla así que le miento.
- Es exactamente lo que ando buscando, amigo mío. – Él me miró como si estuviera loco y desde ese momento no me diría más nada.
Desde entonces Ali no insistió, no preguntó más nada al respecto. Nos alejamos… yo primero. Estaba agradecido en cierta parte, no tenía la obligación de atarlo a mí y debe ser frustrante hablarle a alguien que no sabe lo que dice la mayoría del tiempo. Con su ausencia confirmé que estaba solo, ya me venía sintiendo así desde hace tiempo pero ahora era un hecho. Ahora lo veía en mis sueños y recuerdos, igual que Hormiga. Ali parecía vivir en un mundo de fantasía veía el amor y los sentimientos como lo mejor del planeta, creía en los cuentos de hadas y expresaba sus emociones de manera un tanto dramática, cualquier persona que pase un día con él se contagia… excepto yo. No miento, varias veces intenté sentir como él, vivir como él pero no funcionó, mi mente analítica de toda situación y sentimiento me lo impidió. Mientras que Ali ve solo lo bonito, el arcoíris, la brillantina, yo veo las tormentas y lo gris, la realidad. Soy consciente de que hay cosas muy buenas pero en cierto punto era atosigante esa actitud de demasiado positivismo para mí. En fin, Ali fue mi último amigo, la última persona en mi mundo. Recuerdo una noche antes de mi pesadilla de ahora, recibí un mensaje de texto que decía: “¿Puedo llamarte?” eran las 12am la llamé de una vez, cuando respondió su voz se escuchaba apagada.
- ¿Elliot? – Fue lo primero que dijo
- Si ¿Estás bien? – Le pregunté
- No… Tuve una crisis, todo se vino encima… Yo estoy harta, Elliot. Te necesito. – Trataba de entender que le pasaba, no era bueno apoyando personas.
- ¿Qué se vino encima? Aquí estoy para ti, puedes contar lo que quieras. – Dije
- Tengo muchas cosas en la mente que ya ni en casa puedo estar en tranquilidad, cada cosa que hago pienso que está mal, incluso llamarte ahora mismo… No puedo dormir, si me duermo tendré pesadillas y luego otra crisis… Es jodido. – Me frustraba no poder estar ahí.
- Respira primero de acuerdo. No está mal que me llames, si necesitas hablar sabes que siempre estaré para ti, no está mal nada de lo que haces ¿Acaso no ves el impacto que tiene? Y si no quieres dormir entonces podemos hablar lo que queda de la noche. Igual nunca tengo sueño y nada que hacer. – Se río por lo último que dije.
- ¿Sabes lo mucho que te quiero, cierto? – Me dijo y debo admitir que tenía una sonrisa estúpida.
- Obvio ¿Cómo no quererme? Soy una jodida perfección. – Se río otra vez. Ya no parecía estar llorando.
- No te digo más nada. Egocéntrico. – Ahora me reía yo.
- ¿Estás más tranquila? – Le pregunto seriamente.
- Si… Disculpa por llamar a esta hora. – Dice
- Ya te dije que nunca tengo sueño y nada que hacer. ¿Qué tal si jugamos? – Le propongo
- Está bien.
Esa noche no dormí y Hormiga tampoco. Fue una noche bonita, de las pocas. Luego de eso Hormiga me contaría que estaba conociendo a otra persona y mi mundo se vino abajo, como la economía de Latinoamérica… Así de feo. Ese día que me contó eso le escribí mucho en mi cuaderno, hice bocetos tristes y traté de estabilizarme y seguir adelante. Las canciones me acompañaban todas las noches quedándome dormido escuchándolas, sus canciones que ahora sentían mías. Un árbol siempre estaba presente en cada sueño, las hojas, el cielo, las aves, el viento, todo, una extraña sensación de tranquilidad y soledad que se apoderaba de mí, es extraño pero aun soñando me siento así… “Tell me pretty lies, look me in the face, tell me that you love me, Even if it's fake…” maldita canción, se repite una y otra vez en mi cabeza. Una serie de imágenes iban de una a otra, de un punto equis a otro pero siempre me llevaban al mismo lugar comienzo a correr en búsqueda de algo, de alguien no lo sé muy bien pero en el camino todo cambia, cambia el panorama y despierto. Siempre es algo así una y otra vez. Hay noches donde pareciera estar agonizando, solo me acuesto y no sé más nada de mí, no siento, no duermo, solo estoy ahí.
Un día tuve un pequeño avance en mi búsqueda, el único y el último. La música. Era la razón por la que estaba aquí, lo que me ataba a la vida era la música y creo que siempre lo ha sido más no es lo que ando buscando como tal pero es algo. Ese día escribí también pero no para Hormiga, esta vez para mí.
“Querido yo: Encontraste parte de tu alma y tus recuerdos, la música es la razón por si te preguntabas porqué estas aquí todavía. Tu niñez frente a un piano… tocabas el piano sin saber ni una puta nota musical, te gustaba el ruido, mamá te escuchaba con atención hasta que te obsesionaste con ese “ruido” que hacías que no podía ser música para una persona normal pero para ti era un obra de Beethoven, lo tocabas todo el día, toda la noche, todos los días hasta que le salieron ojeras a mamá de no dormir y decidió quitártelo. Allí se acabó el nuevo Beethoven pero no tu conexión con la música, dejaste de tocar y hacer ruido y te dedicaste a escuchar, a entender y analizar cada nota, cada letra, cada sonido es una lástima que no hayas tenido una buena voz, habrías sido Freddy Mercury”.
La última vez que vi a Hormiga fue hace más de 1 año me la encontré cerca del colegio y la acompañé a su destino, recuerdo su olor, y lo fuerte que la abracé cuando la vi como si de ella dependiera todo de mi (así era). La diferencia de tamaño entre ella y yo era graciosa y adorable a su vez.
- ¿Qué haces por aquí? – Le pregunté
- Voy a visitar a mi abuela. ¿Qué haces tú afuera del colegio? – Me dijo en tono de regaño
- Bueno es que el colegio me aburre. – Y me reí
- Todo te aburre, Elliot. ¿Hay algo que no? – Me dijo riendo
- Tú. – Le digo
- Dices tú. - Me dijo.
- Ya me tengo que ir. – Le dije y la abracé aún más fuerte que la primera vez
- Te he extrañado mucho, Elliot. No te alejes. – Me dijo al oído.
De regreso al colegio le conté a Ali que había visto a Hormiga. Escuchaba atento cada cosa que decía pero tenía el ceño fruncido. Terminé de hablar y hubo un silencio.
- Tienes que superarlo, Elliot – Dijo finalmente
- ¿Superar qué? – Le pregunté
- Tu amor por Hormiga. – Dijo. Me quedé en silencio y desvié la mirada
- Lo he intentado, Ali. Pero ya es tarde. – Y lo miro
- Sencillamente no quieres hacerlo. Puedes morir de Hanahaki si quieres. – Dijo y trague seco. Tenía razón pero no lo iba a aceptar. Me reí falsamente y él seguía serio.
- Tranquilo, estaré bien. – Le dije finalmente.
Esa noche también soñé con Hormiga. La abrazaba muchísimo, nunca había abrazado a alguien por tanto tiempo como en ese sueño. Su nombre estaba escrito en ese árbol, el mismo de todos los sueños, lamento no contarle a nadie quien era realmente, lamento guardarme tantos sentimientos. No sé si fue un sueño bonito o una pesadilla, depende de la perspectiva, supongo. El cielo estaba más hermoso que nunca, las aves cantaban, pero de un momento a otro Hormiga me alejó. Luchaba por tomar su mano pero era imposible. Desperté. Tenía que dejar de soñar así ¿Podía hacerlo? ¿Había algún modo de parar o de soñar lo que yo quiera?
Recordando ese día y esa noche me llega a la mente los dibujos que Hormiga me regaló los tengo en una carpeta, los veo siempre casi todos los días. Son mi mayor tesoro, es lo que tengo de ella. Cada uno representa una emoción para mí pero hay uno en especial que describía correctamente mis sentimientos por la sociedad… odio. No los culpo de toda mi situación pero gran parte no estaría pasando de no ser por sus creencias.
Hoy siento que ya no puedo más, no quiero seguir aquí esperando algo que no llegará… no pedí estar aquí. Físicamente me siento del asco, estoy infectado. Todas las personas que amaba no están y ni siquiera me amo a mi mismo ¿Qué caso tiene? Hoy toca el último papel de mi cuaderno aunque aún queden páginas, será mi despedida del dolor, me despido de Hormiga y de mi vida entera.
“No tenía claro si me gustabas o no puesto que era un chico cuando te conocí, me inculcaron que quererte estaba mal y me obligué a verte solo de manera amistosa, hormiga. Estuvo mal porque después solo empeoró todo para mi te llegué a querer más de lo que debí sin embargo, tengo ciertas normas; no puedo darte algo que no tengo y si tengo algo para darte debo saber cómo. Entonces decidí seguir siendo tu amigo sabiendo que nunca me corresponderías como algo más, te dí lo mejor que pude, estuve cuando te sentías mal, cuando te enamoraste de otra persona, cuando descubriste que eres muy buena en muchas cosas pero pude haber hecho más por ti. A partir de ahí empecé a morir porque te daba lo poquito que yo tenía pero me temo que a partir de aquí ya no queda más de mí, te lo he dado todo. Y joder que no me gustaba la dependencia emocional y hoy muero porque dependo de ti, eso no te hace mala persona no lo eres en absoluto, pero personas como yo que elegimos creer y adorar a alguien terminamos así, porque todos estamos destinados a fallar en muchas cosas, en tu caso solo es no corresponder que no es un error, solo es algo que me destruye y en mi caso es fallarme a mí y a lo que fui. Todo es mi culpa desde el principio. Te amo más de lo que he podido. Tal vez leas esto y tal vez no, tal vez cuando lo leas yo ya no esté aquí. Este es el último que te escribo porque sé que mi cuerpo ya no puede más.”
Termino de escribir y me recuesto de la pared. Estaba sentado en el piso, sentí como bajaban lagrimas por mi rostro, mi pecho dolía, no podía respirar bien y tenía ganas de vomitar. Me quedé ahí con el lápiz en la mano, mirando al techo recordando cada momento de mi vida y pensando que todo pudo haber sido mejor pero no lo fue. No ocurrió un milagro, estaba muriendo y sufriendo. Mi mente se aferraba a los sueños donde la abrazaba y rezaba a quien sea por no despertar y quedarme ahí. Coloqué música esperando que me salvara de mi destino porque una parte de mi es un cobarde que aún mantiene cierta esperanza mientras que la otra esta resignado esperando el momento.
“I know where you stand
Silent in the trees
And thats where I am…”
Empezó a salir sangre de mi boca, el dolor en el pecho aumentaba. Recuerdo las palabras de Ali…
“Silent in the trees
Why won't you speak
Where I happen to be?...”
Pétalos comenzaron a salir junto con la sangre, no podía con el dolor y luchaba por respirar un poco. Recuerdo a mi perrito en las mañanas.
“Silent in the trees
Standing cowardly…
I can feel your breath…”
Salían cada vez más pétalos y más sangre, el aire parecía estarse acabando. La risa de Hormiga se escuchaba en mi mente
“I can feel my death
I want to know you
Finalmente me ahogaba entre los pétalos y la sangre.
“I want to see
I want to say, hello”
Terminó mi dolor, terminó mi agonía. FIN.
- EMI.
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salamandra98 · 2 months
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Rocas
(mixto)
La tienda olía a humedad, como si no hubieran abierto las ventanas en varios años y dejaran al escaso viento entrar por la única puerta corrediza. Juzgando por el polvo que se encontraba alrededor de éstas, ese parecía ser el caso. Yo me encontraba observando un llaverito en forma de conejo, parte de las decenas de chucherías con las que contaba el local. Me pregunté qué opinaría el animal si de repente cobrara conciencia; ¿estaría feliz de ser un ser vivo?, ¿o decepcionado de no ser nada más que una baratija entre millones maquiladas en algún país tercermundista?
Me regresó la mirada con sus cuencas de plástico barato, como si pudiera leer mis pensamientos.
-Si lo rompes lo pagas, güerita
El señor de la tienda, don Marcos, era de esos adultos en los que sólo con observar su cara puedes ver que un día decidieron amargarse y hacerlo el problema de todos los demás por el resto de sus miserables vidas. No tenía una sola arruga de sonrisa a la vista, y eso que pliegues en la cara tenía de sobra. Entre el día especialmente caluroso y que yo no era nada más que una adolescente husmeando entre su mercancía, sin verdadera intención de comprar nada, no se encontraba del mejor de los humores. En mi defensa, no es que hubiera muchas actividades recreativas en este pueblo olvidado por Dios.
-No se preocupe, don, sólo lo estoy viendo-le dije.
-Yo veo que tiene un rasguño ahí, te lo voy a tener que cobrar.
Lo volví a mirar. Efectivamente, en la pata izquierda del animal hacía falta un poco de pintura, pero claramente era un error de manufactura, y por mucho que me viera aún más jóven de lo que era, no me iba a dejar tomar el pelo.
-Señor, así venía el llavero, yo no tuve nada que ver.
-Te voy a tener que cobrar los 50 pesos del llavero
-¡Si aquí dice que cuesta 15!
-A ti te cobro en euros. Encima, una tarifa de 30 por las molestias
-¡¿Qué?!
-Cuidadito con tu tono señorita, o hago llamar a tu padre. No creo que él estaría muy contento de tener que dejar el trabajo por la vándala de su hija.
-¿Qué pasó aquí?-dijo una tercera voz desde la entrada de la tienda.
Me volteé. Era el Xolo.
Así era como lo conocían todos en la escuela. Nadie sabía su nombre de verdad, o tal vez nadie se había molestado en preguntárselo, al fin y al cabo era conocido de esta forma. Quizás era por sus facciones, parecidas a las del canino y poco agraciadas, las que lo hicieron merecedores de este apodo. Podría haber sido su poca estatura, su andar que resemblaba a los perros que te encontrabas en la calle, o inclusive su pelo azabache que parecía dispararse en todas direcciones.
-Dale, don Marcos, no sea así. Todos aquí sabemos que estos productos chinos vienen fallados, no es culpa de la gringa.
-No soy gringa, mi mamá era austriaca.
-Sally, no hables- me dijo con una sonrisa forzada. Se volvió a voltear hacia el hombre.
-Además señor, usted sabe que su familia está pasando por mucho ahorita, apóyelos un poco.
Marcos soltó un suspiro cansado.
=Está bien, pero que no se repita.
-¡Muchas gracias! Adiós, hasta luego. Nos vemos. ¡Gracias!- dijo todas sus despedidas de manera atropellada mientras me empujaba hacia la puerta.
Lo que al Xolo le faltaba en apariencia lo recuperaba con su carisma, pudiendo salir de cualquier apuro con su labia astuta. Esto y su naturaleza extrovertida lo ayudaban a conocer a casi todo el pueblo y tener una relación cordial con la mayoría. Tenía amigos de a docenas lo que hacía un tanto más triste que él fuera mi único amigo después de diez años viviendo acá.
-Gracias por ayudarme ahí, Xolo, no traía dinero.
Me dedicó una sonrisa a la que le faltaban un par de dientes.
-¿Tiramos rocas?
Cuando nos mudamos aquí lo que más le emocionaba a mi mamá era el mar. No era nada impresionante como las blancas playas de Cancún, o el cálido mar de las Bahamas. Más bien era de arena grisácea y un agua que siempre parecía estar unos grados más fría de lo esperado. Pero ella decía que le traía paz. A mi papá nunca le gustó, y hacía lo posible por alejarse del aire salado; aunque, últimamente, lo he sorprendido viniendo a la playa a contemplar las olas rompiéndose contra el viento.
Llevábamos horas ahí, el sol ya estaba amenazando con ocultarse en la distancia. Todas las piedras que Xolo tiraba rebotaban tres, cuatro e incluso cinco veces contra el empeñado oleaje. Las mías no pasaban del primer salto.
-¿Te enteraste que a la teacher de inglés le dio conjuntivitis?
No le contesté. En vez de eso, me puse a buscar unas piedras apropiadas para lanzar.
-Estuvo muy chistoso, sus ojos parecían de motorola si sabes a qué me refiero-. Siguió hablando, aparentemente inmutado por mi silencio.
Otro intento fallido.
-No, güera, no. Tienes que tirar con la muñeca, no con el brazo. Inténtalo de nuevo.
Extendí mi mano para agarrar otras rocas. Me preparé bajo los pocos rayos de luz que quedaban y apunté, intentando concentrarme en mi muñeca siguiendo la recomendación de mi amigo. Fallé.
-Sabes, me preocupé cuando faltaste a la escuela. Todos estaban preguntando por ti.
Sabía que eso no era cierto, que mis compañeros probablemente ni habían caído en cuenta de mi ausencia, pero apreciaba la intención detrás de esas palabras. Le dirigí una media sonrisa.
-Podrías intentar agacharte, a mí, me funciona eso.
Me quedé viendo el último guijarro que me quedaba, apoyado en la palma de mi mano. Frío, rígido. Ajeno del resto del mundo.
-Aún la extrañas, ¿verdad?
Me agaché. Preparé mi tiro, torcí mi muñeca siguiendo la inercia de mi brazo. Me aseguré de soltarla justo en un ángulo que le permitiera ir paralela al agua. Al tercer brinco, mi roca se hundió junto al sol en el horizonte.
-Sí.
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El amor en los pingüinos
-Cuando un pingüino macho se enamora de un pingüino hembra, busca la piedra perfecta en toda la playa para regalársela. Cuando finalmente la encuentra, él se inclina y coloca la piedra justo frente a ella. Si ella toma la piedra, significa que acepta la propuesta. Una vez al año se reúnen en el mismo lugar, lo que se llama la parada nupcial. Cada uno memoriza tan bien el canto del otro que, tras meses de separación consiguen localizarse. El cortejo es todo un ritual.
-Cuando un macho corteja a una hembra infla su pecho e inclina la cabeza hacia atrás y ambos empiezan a emitir fuertes sonidos parecidos a un rebuzno agudo. Se pueden gritar mutuamente por horas. Muchos llaman a estos cantos “la canción del corazón”, ya que cuando una pareja de pingüinos se une es para toda la vida. Son una de las especies más fieles.
¡Un amor de por vida!
Música de referencia sobre el amor, nada que ver con los pingüinos, pero un hurra por aquellos que no se rinde en el amor.
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littleferallamb · 2 months
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1: Ascensor
Pronto subiría por el ascensor. Estaría atrapada en una pequeña cápsula, encerrada por unas grandes puertas de metal. Eran pesadas, frías y grises. Todo en el interior del ascensor tenía un aspecto extraño. Le gustaba. Le resultaba relajante el tono verdoso de la iluminación, el gran espejo y ese dibujo de un pescado a fibrón sobre la pared. Le gustaba que era todo tan silencioso que aunque no tuviese sus auriculares puestos y el volúmen estuviese bajito, podía escuchar su música. El ascensor era su parte favorita de volver a casa luego de la escuela, porque una vez que abría la puerta, todo cambiaba, como si entrase a otra realidad.
Abrió la puerta del ascensor y ni bien puso un pie en él, sintió como su cabeza se vaciaba y quedaba en blanco. No había nada, solo ella, flotando en algún lugar del espacio, protegida por madera y metal.
Podía escuchar el leve sonido del ascensor en una mezcla con la música de sus auriculares que colgaban en su cuello.
Su mente estaba flotando. Se sentía tan ligera. Sin preocupaciones, tristezas, ni pensamiento alguno. Se sentía segura y tranquila, y la inundaba un cosquilleo en todo su cuerpo que la incitaba a dormir. Apenas llegase a su piso, se tiraría en la cama.
Si hubiese podido, dormiría allí mismo. Nunca saldría de ahí. Era todo tan vacío y silencioso que le daba paz, suscitaba un deseo de arte, de naturaleza.
Se olvidó completamente de sus profesores y sus nuevos compañeros, de los exámenes y las tareas. Y quería quedarse allí para siempre, para mo pensar en ello nunca más.
Pero vivía en el segundo piso y el recorrido no duraba más que dos segundos. Cuando abrió la puerta verde, la realidad la golpeó como un frío y violento viento invernal y toda esa paz, silencio y vacío en su mente se volvió a llenar con gritos, angustias, fechas límites y todas las cosas que por alguna razón, cuando no deberían, nos importan.
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kitsunekawai86 · 1 year
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Siempre está observándome...
Peter siempre está observándome. Me vigila durante el día en cada actividad que hago. Mientras desayuno, cuando hago mis deberes, cada que limpio las habitaciones, en cualquier plática banal que surja con las personas que me acompañan un rato en mi vivienda y hasta al descobijar mi piel de las prendas que estorban su morboso y cínico espectáculo.
Incluso en las horas nocturnas, mientras la casa está teñida en las penumbras de la madrugada y yo caigo sumisa ante el cansancio del día. Él está ahí expectante de cada respiración que mi cuerpo exhala, es testigo de cada sueño o pesadilla que me provoca la inconsciencia y de cada movimiento involuntario que produce mi cuerpo dormido.
—Debo estar enloqueciendo —Me repito con una voz quebrada y casi imperceptible.
He llegado a verlo hasta en zonas que frecuento. Lo noto de reojo en lugares solitarios y lejanos como si él intentara cuidar su anonimato del resto del mundo y al mismo tiempo, intentara no ser percibido por mí. Debo estar perdiendo la razón, pues cada vez son más frecuentes los susurros que percibo en el vacío del entorno que me rodea; es delirante a mis oídos e insano para mi cordura.
Intento convencerme de que eso no es posible, que mi imaginación está jugándome una mala broma o que el estrés de mi día a día me hace verlo en todos lados... que me hace oírlo delinear mi nombre seductora y peligrosamente, no importa si hay gente conmigo o me encuentro en total soledad. Ya consideré seriamente la idea de ir a un psicólogo o en un caso extremo, acudir a alguna iglesia.
Temo que el miedo y el poco raciocinio que me queda me hagan decir una locura frente a los demás pero, cómo les explicas que el peluche que compraste por tu fanatismo a un personaje ficticio, te está haciendo cuestionar si realmente descansa sobre tu cama cada que abandonas tu cuarto. Lo que más me alarma, es que cada noche que regreso de un día atareado, reposan dos rosas rojas atadas por un listón negro sobre aquel Peter afelpado sin ninguna explicación lógica…
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leeme-un-poco · 1 year
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Creo que no quería escribirte porque eso significaría hablar conmigo misma... Y no quería tener esta conversación conmigo.
Quizá ha pasado mucho tiempo, pero eres la única persona que me conoce tan bien que el tiempo realmente no es nada más que una excusa para romper el hielo al volvernos a encontrar, pero realmente no significa nada... No para nosotros.
No quiero contarte lo que he hecho, porque me hubiera gustado estar a tu lado para vivirlo, y... Al no ser así, podemos fingir que no ha sucedido. ¿Podemos? ¿Podemos fingir que esté tiempo en realidad no ha pasado? ¿Podemos pretender que seguimos siendo los mismos? ¿Puedo pretender que sigo doliendo de aquellas cosas que por lo menos hacían sentido? ¿Puedo pretender que mi dolor es solo parte de la trama adolescente necesaria para mover la historia? ¿Puedo fingirme importante aún hablando contigo mientras ambos esperamos ser los personajes principales en esta estúpida película? ¿Podemos seguir esperando el estreno?
Es estúpido buscarte ahora, lo sé. Ambos hemos trabajado tan duro en formar estas cosas que llamamos "vidas" y nos hemos esforzado tanto en alejarnos de las ganas de ponerle pausa. Hemos pretendido que no existimos, qué nunca existimos. Nos sentimos parte de un sueño del que tuvimos que despertar para volver a la rutina de la normalidad pero... Fuimos reales ¿verdad?
A veces logro poder recordar... Como fragmentos... Aquellas conversaciones y caminatas con nuestra propia banda sonora. Puedo recordar el color de tus ojos y el sabor de tus labios. Puedo recordar tan vividamente la sensación de querer vivir y morir contigo que hasta ahora casi, casi... Me pareces real.
Quizá no dormí mucho anoche y este sueño se prolongó demasiado, quizá es domingo y no tuve que volver a la rutina. Quizá leas esto. Quizá aún existas y quizá yo aún esté aquí mañana.
Quizá.
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textsnotfound · 9 months
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La luz de aquello que se oculta tras la sombra de tus alas me alerta del latido de un corazón que sueña, que espera y que desea, y me canta melodías de una mirada perdida y encontrada que atrae a aquel que camina por el desierto del tiempo solo. En su delirio ve plumas y flores bailando en el viento, y sueña amores y fantasías que se perdieron en el océano de su culpa, buen viajero que sobrevive con las brisas de recuerdos que fluyen tras paredes que el mismo edificó.
Pero los muros no resisten para siempre, canta y baila mientras tú efímero Jericó se destruye ante su embriagante y sísmica belleza. Su mirada cual abismo te ha despojado de tu vana seguridad y ante ella tu pasado e inseguridades, tus deseos y tu corazón yacen desnudos, donde los juzgas deseando que sean de su agrado. Ahora caminas con una nueva seguridad, una que en tu desnudez te hace sentir orgullo, una que te hace escribir odas al viento, con tu pluma entintada con la sangre de tu pasado y las flores que acarician la planta de tu pie cansado. Vive y ama, sueña y desea ermitaño viajero, que en tus manos llevas las notas de pureza que componen la sinfonía de su amor, un amor de ensueño al cual estás atado por la eternidad y que en las noches abrazas deseando que el tiempo haga abrotoñar.
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ghosthidden · 8 months
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9/09
Aún sigo llorando a la luna 🌒, aún sigo esperando lo inesperado...
Que estúpido soy...
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confusedpozole · 1 year
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Veamos las Estrellas
—¡Siempre estropeas todo! —Hago una mueca cuando el portazo provocado por mi hermana al salir del cuarto penetra en mis oídos. Me quedo observando la puerta. Pienso en lo fácil que sería lastimarla, tomarla del cuello y…la vergüenza y el miedo me invaden «¿De dónde salió eso? ¿Cómo puedo siquiera pensarlo? ¡Es mi hermana! Yo nunca le haría daño…¿O si? ¿Qué pasa si uno de estos días no puedes controlarte?»
Tal pregunta desencadena algo dentro de mí y de repente se me dificulta respirar, sintiéndome como una presa que se desborda poco a poco, perdiendo el control. Salgo por la ventana de la habitación, la brisa de la noche enfriando mi rostro. Aterrizo en una de las ramas del encino que yace a unos metros de la casa. 
Mis piernas cuelgan libremente de la rama mientras estoy sentada, mirando la Luna que se asoma entre el foliaje del árbol. Aunque logro asentar mi respiración, por mi mente pasan mil pensamientos, cada uno arrasando con el anterior y no soy capaz de detenerlos por más que lo intente.
Pero luego un crujido de hojas me hace bajar la mirada hacia la tierra debajo de mí. Algo pequeño se mueve por el pasto. Me incorporo, asegurándome de no espantar a la criatura. Enfoco mi atención en el pasto verdoso y veo a un ratoncito de campo moviéndose frenéticamente con sus pequeñas patitas. 
No puedo evitar recordar otros tiempos, cuando Lorena y yo solíamos salir de la casa mientras mamá y papá dormían y esperábamos sentadas en el pasto a que yo captara el sonido de movimiento entre el pasto. Luego mi hermana tomaba la pose de un gato a punto de cazar a su presa, y atacaba. Esas noches siempre estaban llenas de risas ahogadas y susurros, y aunque Lorena nunca atrapaba nada, siempre insistía en intentarlo de nuevo la noche siguiente. 
Ahora estoy parada sobre el pasto con el ratón en mis manos. Ya no es algo que me divierta. Me hinco y dejo a la temerosa criatura volver a ocultarse entre la hierba. 
Me incorporo y alzo la mirada al cielo. Luego volteo hacia la ventana de nuestro cuarto, el único lugar de la casa con la luz prendida y desde donde me está viendo Lorena. Desvía la mirada y se enfoca en un perrito de barro sobre la mesa de madera, figura a la cual le está dando sus últimos detalles. Alrededor de ella hay varias figuras de diferentes tamaños y formas encima del pupitre, apenas dejando espacio para que Lorena trabaje en su siguiente proyecto. Mis padres querían que mi cama estuviera junto a la ventana del cuarto, a pesar de las protestas de Lorena. Pero yo insistí en que no la necesitaba y entonces le cedieron ese espacio a ella, lugar donde puso su mesa de trabajo.
Eventualmente vuelve a alzar la mirada. La tensión es palpable entre ambas, pero ninguna cede. Entonces, sin dejar de verla, doy unos pasos hacia atrás «Si tanto quiere verme, entonces le voy a dar ese gusto». Saco las manos de mis bolsillos y comienzo a levitar. Sus ojos se llenan de desprecio, pues recibió el mensaje fuerte y claro: Tu nunca tendrás ésto. Redirige su atención al perrito de barro frente a ella sin dejar de fruncir el seño.
Satisfecha con el desenlace de nuestra riña, dirijo la mirada al firmamento y me comienzo a elevar, alejándome de la tierra firme cada vez más. Mi nariz y mejillas se entumecen por el frío del viento que silba a mi alrededor. La casa ahora está a kilómetros de distancia y pronto se transforma en una figura amorfa dejada atrás.
Me topo con una neblina que me engulle en cuanto redirijo mi atención al cielo. No me detengo y sigo mirando adelante, pero la neblina sigue ahí, engullendo todo lo que cae dentro de ella, incluyéndome. El latir de mi corazón retumba en mis oídos y siento como si me ahogara. El pánico me invade «¡Ya no puedes detenerte porque no sabes como volver!» me dice mi mente a gritos, «¿Y si nunca logro salir?».
Pero si salgo del otro lado de la niebla, e inmediatamente llevo las manos a mis oídos. Me encuentro con un abismo negro, las fauces de algo mas grande que cualquier galaxia, cuyo rugido atraviesa mi cuerpo y amenaza con paralizarme por dentro «No debo estar aquí». Estoy a nada de ahogarme en el miedo; canalizo toda mi energía en darme la vuelta y huir hacia el mar de nubes que ahora me parece reconfortante. 
Cierro los ojos con fuerza antes de volver a sumergirme en la niebla. Solo debo seguir bajando y esta pesadilla terminará.
El verde del pasto es todo lo que veo cuando finalmente entreabro mis ojos. Dolor recorre mi cuerpo mientras choco y ruedo contra el suelo, dejando tierra expuesta en el camino. Cuando al fin me detiene la inercia alzo la cabeza, jadeante. Mi ropa y cara están cubiertas de tierra, y el olor a tierra húmeda impregna el aire; hoy llovió unas horas antes de que se ocultara el sol tras los cerros. A pesar de ese aterrizaje, me siento aliviada por haber vuelto, y por primera vez desearía tener los pies pegados a la tierra, lo que sea para no volver a ver ese vacío tras las nubes. 
Me incorporo, ignorando el ardor de los raspones bajo mi ropa. —¿Gaia? —Lorena está trotando hacia mí, claramente preocupada «¡No me digan que acaba de ver como me estampo contra el suelo como idiota!». Oculto mi rostro sonrojado mientras pretendo sacudir mi sudadera. —¿Qué pasó? —pregunta mientras me examina de pies a cabeza. —¿Estás bien?
—Si, si. De poca madre. —Alejo su mano de mis jeans mugrientos, el color celeste ahora manchado por la tierra. Evito mirarla a los ojos, prefiriendo observar un bichito que camina por el pasto. Ninguna de las dos dice una sola palabra más, y quedamos en un silencio acompañado solo por el canto de los grillos.
Por un momento, el bochorno que siento es reemplazado por molestia cuando pasa por mi mente lo que ocurrió entre nosotras «Si quiere actuar como si nada hubiera pasado, entonces tendrá que hablar primero».
Lorena camina hacia la tierra que quedó levantada, sin importarle que el bordado de su falda magenta se llenara de lodo. —¿Hasta dónde fuiste? —No puedo evitar soltar una risita entre dientes cuando pienso en el ingenio de mi hermana. Sabe que no hubiera levantado tanta tierra si no me hubiera ido tan lejos.
—’Pus, tú sabes. —Quiero apartar la mirada del cielo, pero aquel recuerdo me tiene atrapada. El pavor invadía cada rincón de mí, me paralice…
—Oye. —La voz de Lorena me saca del trance— ¿Quieres ir al fuerte? —pregunta con una modesta sonrisa.
Aunque una parte de mí sigue molesta, estoy agradecida por la compañía de mi hermana y su empeño por hacerme sentir mejor.
Acepto su oferta y extiendo mi mano hacia ella para que la tome, pero por alguna razón insiste en ir caminando. Ante mis protestas, ella dice que tendré piernas de gallina si me la paso volando a todas partes. Señalo que nunca vuelo cuando estoy en el pueblo, pero no me escucha y decido no seguir discutiendo porque sé que no cambiará de parecer.
Sobre el cerro que estamos escalando se asoma lo que iba a ser una casa, pero en lugar de eso terminó como un bloque de concreto con huecos rectangulares en algunas partes de sus paredes. Le vuelvo a ofrecer mi mano y ella la toma, mientras que su otra mano termina en mi brazo. Una vez que siento que tiene buen agarre, me elevo por los aires, llevando a Lorena conmigo cuidadosamente, y aterrizamos en el techo como lo hemos hecho mil veces antes. 
Veníamos aquí de vez en cuando sin que mamá y papá se dieran cuenta; sabíamos que una vez que tocaran ese colchón no se volverían a levantar en toda la noche. Lorena solía llamarlo nuestro fuerte. Mientras disfrutábamos de las botanas que comprábamos en el mercado, ella me hacía preguntas sobre las estrellas que admirábamos con asombro. «¿Has tocado alguna?» preguntó una noche con un brillo en sus ojos «No, pero pronto lo haré ¡Ya verás!», y realmente lo creía. «Pero cómo han cambiado las cosas…» pienso con melancolía.
Ahora yacemos acostadas en el tejado, hablando de todo menos de lo que importa. Así, palabra a palabra, el rencor que se ha formado entre nosotras con los años se apacigua, aunque jamás cede por completo.
______________________________________________________________
Espero hayan disfrutado la historia :3
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soykichaa · 1 month
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Headcanons Johnshi 3:
-Johnny y Kenshi de línea temporal alterna-
Johnny tenía una gran obsesión por Kenshi, lo cual era un problema por querer demostrarlo con violencia. Habían veces que podía tener compasión, pero las cosas empeoraban cada vez más.
Oh, Kenshi. No debiste intentar escapar de Johnny...
"¡Maldita perra! ¿¡Cómo te atreves a alejarte de mí!?" Johnny grito con furia, tirando su licor contra la pared.
Kenshi se mantenía en su lugar, con miedo y decepción al haber sido capturado por Johnny. Quería tener las esperanzas de algún día huir de ese hombre, el cual decía que lo amaba ¿Quien podría amar a semejante demente? Era un loco total, que había matado y torturado, y ahora él estaba en las garras de ese monstruo que traía nombre.
"Johnny, lo siento mucho..." Trato de disculparse y esperar a que Johnny no lo matará. Pronto llego un golpe a su mejilla, aturdiendo al japones, el actor sonrió gozando del dolor del otro.
"¿Sientes haber huido de mi, Takahashi? Vamos a ver si sientes lo mismo que yo sentí cuando quisiste alejarte de mi" Sonrió, y con rapidez sus ojos se tornaron de un verde intenso, alertando a Kenshi. Saco a sentó de su espalda y quiso enfrentarlo, lo que no esperaba era una gran patada en el estómago, lanzandolo contra la pared.
El japonés quedó en el piso, intentando recuperar el aire perdido, pero no tuvo tiempo al ser agarrado por Johnny y lanzado al suelo con brusquedad, se aproximó al cuerpo de Kenshi y se subió encima para empezar a estrangularlo. Este mantenía sus ojos verdes ejerciendo una fuerza inhumana, por unos momentos, Kenshi estaba apunto de rendirse, pero vio esperanzas al encontrarse con sentó cerca y lo atrajo hacia él para intentar apuñalar a Cage.
Ah... Que desafortunado. Johnny detuvo la espada con su mano, recibiendo una larga cortada en toda la palma, con eso a su favor, llevo el filo al pecho de Kenshi, dónde se encontraba su corazón. El japonés llevo a mover el filo a su hombro, pero el dolor fue inevitable.
Con esfuerzo intento sacarse a Johnny de encima, lo cual fue un éxito, pero al momento de darse la vuelta para levantarse, un grito de dolor salió de su labios al sentir como sento se enterraba en su muslo impidiéndole moverse.
"No tan rápido, cariño. Tengo que castigarte" Dijo Johnny con una sonrisa. Saco la espada del muslo de Kenshi, y se dirigió al herido para levantarlo, y lanzarlo hacia su mesa de vidrio, que por el impacto se rompió en pedazos, incrustando varios vidrios en la piel del japonés.
Kenshi se encontraba gravemente herido, y sangrando, apenas podía moverse por el impacto y su herida en el muslo. Pero no se dió por vencido, no le importo los vidrios en sus manos, comenzó a arrastrarse por el suelo suplicando a Johnny que se detuviera, lo cual fue ignorado. Johnny se acercó a Kenshi, y agarró su cabeza para estrellarla contra el suelo, y los vidrios. Comenzó a estrellar la cabeza de Kenshi una y otra vez contra el suelo, salpicando sangre a su lujosas prendas, lo cual no le importaba en nada.
Cómo último, agarro un cristal y lo dirigió a la garganta de Kenshi para darle una gran tajada, manchando el piso con la sangre que salía a chorros. El tinte rojo pintando el suelo era arte a los ojos de Johnny, los cristales le daban un toque realmente perfecto.
Ya no le importo Kenshi, quien ya estaba muerto, con la cara desfigurada y vidrios incrustados. Probablemente le sacaría una foto para recordar el glorioso espectáculo.
"¿Ahora sí lo sientes... Ken-doll?"
❀By @soykichaa❀
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maria-lacruz · 8 months
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CARTA DE DESPEDIDA
Querida esposa:
Te escribo esta carta para decirte que he decidido dejarte, por el bien de los dos.
He sido un buen marido para ti estos siete años, y sin embargo no puedo decir nada bueno que me haya tocado a mi.
Estas dos últimas semanas han sido un infierno:
Hoy, tu jefe me llamó para decirme que habías renunciado al trabajo y eso fue lo último que pude soportar.
La semana pasada, viniste a casa y no mencionaste nada acerca de mi corte de pelo, cociné tu comida favorita y hasta estrené un nuevo slip, pero tu, llegaste a casa, comiste en dos minutos y te fuiste directa a la cama después de ver tu programa favorito.
Ya nunca me dices que me amas y ni tan siquiera me acaricias.
O me estás engañando con otro o ya no me quieres.
De cualquier manera, me quiero ir y te abandono.
P.D. No trates de buscarme. Tu hermana y yo nos mudamos a Baracaldo a vivir juntos.
Que te vaya bien
Tu exesposo.
Querido exesposo:
No sabes que alegría me ha causado recibir tu carta.
Es verdad que tu y yo hemos estado casados 7 años, aunque eso no significa que hayas sido un buen marido. Todo lo contrario.
Verás... Yo veo tantos progamas de tv, para tratar de ahogar el aburrimiento que me causan tus constantes quejas y malas actitudes. Que pena que no funcionó nuestro matrimonio, porque yo te amaba.
Claro que noté que te habías cortado el pelo y la primera cosa que me vino a la cabeza fue:
'¡¡¡Joder, si parece calvo!!!'...pero mi madre me enseñó que si no puedo decir algo bueno de alguien, es mejor no decir nada.
Cuando cocinaste mi plato favorito, debes haberme confundido con mi hermana, porque yo dejé de comer cerdo hace casi 7 años.
Me fui a dormir cuando te pusiste ese slip, porque la etiqueta con el precio todavía estaba pegada a la prenda y recé pidiendo que fuera coincidencia que mi hermana me pidiese prestados 30 euros esa misma mañana cuando la etiqueta marcaba 29,99.
No obstante y como todavía te amaba, pensé que todavía podíamos resolver lo nuestro, así que cuando descubrí que había sido la única acertante de la lotería de diez millones, renuncié a mi trabajo para tener todo el tiempo para ti, y además compré dos boletos para Jamaica. Pero cuando llegué a casa, tu ya te habías marchado.
Todo ocurre por una buena razón, eso creo.
Espero que tengas la vida que siempre deseaste.
Mi abogado dice que gracias a la carta que me dejaste, no recibirás ni un céntimo, así que cuídate mucho.
P.D . Ah, no se si alguna vez te comenté esto antes, pero mi hermana Carla, cuando nació, se llamaba Carlos.
Confío en que esto no será un problema para tí.
Firmado:
Rica y Libre!!!
Credito a quien corresponda.
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lahijadeluzbel · 2 years
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Hoy comprobé que no todos los padres pueden ser llamados padres. Mi sobrino se lastimo y lo único que hace mi hermano (su padre) es culparlo de todo como si él pudiera haber sabido lo que pasaría. ¿Hay algo más cruel que hacer sentir peor a un niño en medio de su dolor? No lo creo. Un accidente no es su culpa, estoy segura que lo va a resentir toda su vida y yo le daría toda la razón.
Mi sobrino no recibió consuelo solo una reprimienta verbal por algo que nunca será su culpa.
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