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#Salomé Cabezas
elchaqueno · 1 month
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Agradecimiento por ley de patrimonio cultural para fiesta de Comadres en Tarija
Salomé Cabezas, representante de los 32 grupos de comadres de Tarija, agradeció a la Asamblea Legislativa Departamental de Tarija por promulgar una ley que reconoce la fiesta de Comadres como patrimonio cultural. Esta ley fortalece la postulación de la festividad ante la Unesco y representa un paso importante para preservar y valorar la identidad cultural de la región. Cabezas destacó el esfuerzo…
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eduardoskipper · 2 years
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constanzarte · 4 months
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Jan Adam Kruseman, Salomé con la cabeza de Juan Bautista
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carloskaplan · 10 months
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Guido Reni: Salomé coa cabeza do Bautista (pormenor, ca. 1638.)
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ideas-neuroticas · 5 months
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Salomé volvió la cabeza, primero hacia un lado y luego hacia el otro. Algo faltaba en el cuadro.
Tomó un pequeño frasco y apoyó el pincel sobre la paleta. Descendió las escaleras hacia el oscuro sótano donde su víctima la aguardaba temerosa. El bisturí hizo lo suyo y, entre los gritos de su ex marido, la sangre escarlata brotó de sus venas, manchando su ajado delantal.
Regresó a su taller y, tras las últimas pinceladas, sonrió, notando ahora sí que el infierno nunca se había visto más hermoso.
— Ideas Neuróticas ©️.
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joseandrestabarnia · 4 months
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Salomé con la cabeza del Bautista es una pintura al óleo sobre lienzo realizada por el pintor italiano Battistello Caracciolo en 1615-1617.
La pintura representa a Salomé, la hija de Herodías, sosteniendo la cabeza decapitada de Juan el Bautista. Salomé está vestida con un vestido rojo y un velo negro. Su expresión es de asombro y horror.
La pintura es un ejemplo del estilo barroco, que se caracteriza por su dinamismo, su teatralidad y su uso expresivo del color y la luz. Caracciolo utiliza una paleta de colores vivos y contrastantes para crear una atmósfera dramática. La figura de Salomé está representada de forma realista, con un cuerpo curvilíneo y un rostro expresivo.
Información de Bard, fotografía de mi autoría.
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j4v13rd14z · 13 days
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en la vigésimosexta hora del día
con dieciséis años me compré una pipa de madera oscura y un paquete de tabaco con sabor a licor…
también por entonces, con una cita breve y seductora, Borges me mostró un Carroll con el que aprendí a atravesar los espejos…
acomodé mis pertenencias ―una sonrisa, una lágrima y algunas volutas de humo― en una maleta de cartón-piedra y encaminé mis pasos a las ruinas circulares que un día cobijaron el sueño de Arturo…
conocí a Ginebra, dejé que Lancelot me amara; imaginé un cáliz de urania apariencia ―adornado con minúsculos planetas― para ocultarlo luego en el futuro de los hombres que me precedieron y en el recuerdo de los que me sucederán…
bajé hasta las entrañas de la pirámide y besé los dorados labios de Tutankamón; despertó y bebimos en el cáliz artúrico; bebimos hasta el alba, hasta un amanecer ensangrentado y violento que anunciaba la llegada de un ejército angélico y terrible…
comandé las huestes del Emperador Amarillo;
cabalgué a la derecha de Alejandro y caí herido en la toma de Altair, durante la conquista de la constelación de Aquila…
en las horas sofocantes de la tarde abisinia, tendido en una alfombra, dejé que el burbujeo de una pipa de jazmín se mezclara con el imperceptible sonido de algún dátil cayendo…
y en la frescura de un carmen granadino, conocí los placeres que las huríes otorgan a los que mueren en la batalla; el acompasado tintineo del agua en la fuente se fundía con un lejano y metálico sonido de alfanges y de espadas: a los pies de la muralla, las tropas del rey cristiano degollaban a mis súbditos…
gocé el cuerpo de Beatrice mientras el Dante bajaba a los Infiernos…
aspiré el perfume de los cedros el Líbano y coroné las montañas de los aromas de la mano de Salomé…
reiné en el lecho de Cleopatra ―Antonio no lo supo― mientras la barcaza de la muerte remontaba un Nilo arropado por juncos…
compartí los celos de Judas mientras veía cómo el evangelista recostaba su cabeza sobre el pecho del nazareno…
acompañé a Juana de Orleans en Compiègne y, a los pies de la pira, en Ruán, me despedí de élla besando las puntas de sus dedos…
la sonrisa del Tadzio veneciano y los ojos de la Bergman guerrillera siguen aún emborrachando mis sentidos…
goberné la santabárbara del buque fantasma ―algunos establecieron mi origen en Holanda y me bautizaron "errante"…
he vivido en los ojos de Cristina de Suecia…
oculté el rumbo de la nave de Ulises y supe sucumbir a los cánticos de las sirenas, a la caricia del mar y a los besos de la noche…
no se me oculta el hecho de que Avalón me espera;
y en esta hora imposible, hermosa como todo lo imposible, he sabido que jamás retornaré a Ítaca.
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salovila · 3 months
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“ una vez más nos volvemos a cruzar… ” + ☀️ @borazelenka
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Ya ha hecho cardio en la plaza y, aunque sigue prefiriendo hacerlo en las calles del barrio suyo, decide hacerlo hoy también. Llega con la botella de agua, el top y las calzas deportivas y se pone a hacer calentamiento, intentando ahuyentar los pensamientos de su cabeza: ha visto demasiado true crime y, ahora que es de mañana, parece haber Sido una terrible decisión. Pudo pegar el ojo pero fueron sueños extraños, todos llenos de sangre. La voz que irrumpe es reconocida automáticamente, Salomé Vila extiende una grata sonrisa y gira la cabeza tras el hombro, mirando así a Bora. La saluda: —Buen día—y se pregunta si acaso ya debería decir "buenas tardes"... ¿estará quedando como una despistada? —, me gusta mucho aquí... Hay tantos árboles. ¿Has venido por aire fresco?
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darkwarlocks · 2 years
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Cómeme. Trágame vivo. Abre esas feroces mandíbulas y déjame deslizarme por tu garganta. Llévame a lo desconocido. Sumérgeme en tu alma. Porque tú no eres la típica princesa que espera sentada escuchando odas a su belleza. Si no más bien la Salomé. La que exigía cabezas, sangre y tesoros imposibles. Déjame entrar bajo tu piel. Y ver que tu lucha interior jamás acabará. Porque tú eres la guerra. Y la guerra es infinita. ¡Quiero que me comas!
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Después de sumergirte en mi alma estarás perdido; no obstante el que tenga miedo a morir que no nazca.
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Salomé, de Oscar Wilde, en el Teatro Británico
Salomé es una de las últimas obras del escritor y crítico irlandés Oscar Wilde, es una tragedia que narra hechos sangrientos y llenos de una pasión desenfrenada con un lenguaje poético y dramático, que por momentos parece que busca reeditar el estilo del autor del Cantar de los Cantares, pues utiliza similares comparaciones para describir al ser amado, con palabras sencillas pero muchas veces fulminantes. La obra nos habla de Salomé, una jovencita idumea de una belleza extraordinaria, que es hija de una mujer astuta y retorcida como Herodías e hijastra de un rey cruel y caprichoso, como era Herodes el Tetrarca, rey de Judea. Salomé, en mitad de una fiesta, donde Herodes recibe a invitados romanos, descubre en un rincón del palacio al profeta Jokanaán (Juan el Bautista), el cual había sido apresado por despotricar contra el matrimonio del rey con Herodías, la esposa de su hermano. Salomé, a quien los hombres le resultaban odiosos porque siempre la acosaban, se enamora enseguida de Jokanaán, en quien ve un ser casto, bello, frío e inalcanzable, justo como lo es ella para los demás hombres. Jokanaán no quiere ni mirarla y responde con desplantes a sus requerimientos, lo cual obnubila la mente de la princesa, ya que nunca nadie le ha negado nada que ella haya deseado.
Herodes, que está perdidamente enamorado de Salomé, se interesa por lo que está haciendo su hijastra. El rey se encuentra ebrio y embrutecido por el alcohol y por la pasión desmedida que siente por la bellísima joven. Aquí en la obra, tal como nos lo narran los Evangelios, Salomé baila para Herodes, quien se encuentra tan embelesado con la princesa que le promete darle lo que ella quiera. Y Salomé pide la cabeza del profeta Jokanaán en una bandeja. Pero en la obra de Oscar Wilde lo hace por despecho y porque quiere tener, al menos muerto, a un hombre que no le ha pertenecido a nadie.
La obra −con una escenografía, vestuario e iluminación magníficos− se presenta en el Teatro Británico de Miraflores y va hasta el 6 de agosto, los viernes y sábados a las 8:00 p. m. y domingos a las 7:00 p. m. Cuenta, además, con las destacadas actuaciones de Amaranta Kun, Leonardo Torres, Mónica Sánchez, Fernando Luque y Alonso Cano. Las entradas las pueden conseguir en la boletería del teatro y en Joinnus.
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conocerle · 16 days
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LA CASA DE LOS FAMOSOS, PRIMERA PARTE.
Dinastía Julio-Claudio: 27 aC a 68 dC.
Prólogo: Julio Cesar / Cruzó el Rubicón en 49 aC y comenzó la guerra civil. Derrota a Pompeyo en el 48 en el centro de Grecia, Farsalia. Asesinado el 15 de marzo de 44 aC.
1. Augusto Cesar / 27 aC-14 dC. Antes Octavio. Sobrino-nieto de Julio Cesar y adoptado por Julio como su hijo. Lucas 2, 1. Muere a los 75 años por causas naturales. Nace Jesús de Nazaret. Herodes el grande, nombrado Rey de Judea por el Senado Romano bajo la Influencia de Octavio antes de ser emperador, ordena matar a todos los niños menores de dos años de Belén y sus alrededores para tratar de matar a Jesús, Mateo 2, 1-6. Herodes el grande murió en el año 4 y Augusto dividió su reino entre tres hermanos, hijos de Herodes: 1. Arquelao encargado bajo el título de etnarca de Judea, Samaria e Idumea fue destituido dos años después por su mal gobierno y su territorio pasó al control directo de Roma bajo prefectos y procuradores romanos entre los cuales estuvo Poncio Pilatos, 2. Herodes Antipas fue tetrarca Galilea y Perea y, 3. Filipo gobernó como tetrarca las regiones al noreste de Galilea. Su esposa Herodías se fue a vivir con Herodes Antipas.
2. Tiberio / 14-37. Adoptado como hijo por Augusto, Lucas 3, 1. Muere a los 77 años por causas naturales. Los últimos 10 años de su vida los vivió en Capri, la isla, no la tienda. Resucita Jesús de Nazaret. Herodes Antipas ejecuta a Juan el Bautista y participó en el Juicio de Jesús. La hija de Herodías, Salomé, nieta de Herodes el Grande, fue la que bailó para su padrastro y pidió la cabeza de Juan el Bautista en una bandeja Mateo 14, 1-12. El padre de Salomé era un medio hermano de Filipo.
3. Calígula / 37-41. Sobrino de Tiberio. Asesinado a los 28 años. Calígula destierra a Herodes Antipas y nombra en su lugar al rey Agripa I también conocido como Herodes Agripa, nieto de Herodes el grande, persiguió a los cristianos y ordenó la ejecución de Santiago el mayor, (hermano del apóstol Juan y enterrado en Compostela, España) Hechos 12, 1-2. Murió comido por gusanos, Hechos 12, 20-23.
4. Claudio / 41-54. Tío de Calígula. Envenenado por su cuarta esposa, Agripina, a los 63 años. Viajes de Pablo. Primera Carta a los Tesalonicenses.
5. Nerón / 54-68. Hijo de Agripina. Adoptado por Claudio en el año 50. Declarado enemigo público por el Senado se suicidó antes de ser arrestado (Epafrodito). Tenía 30 años al suicidarse. Tres años antes, su tutor y consejero Séneca fue obligado a suicidarse al ser acusado de conspirar para asesinar a Nerón. Se escriben los evangelios de Marcos y Mateo. Lino es primer Obispo de Roma después de Pedro (mencionado su nombre en 2 Timoteo 4, 21). Asesinada la guarnición de los Romanos en Jerusalén y en Masá. Ananías, Sumo Sacerdote, asesinado por rebeldes judíos por su colaboración con Roma. Josefo nombrado general de las tropas judías en Galilea. Nerón designa a Vespasiano para comandar 3 legiones romanas contra los Judíos. Vespasiano ordena a su hijo Tito que vaya a Egipto y lleve a Siria la Legión XV para encontrase con dos legiones de Vespasiano (Legiones V y XX que eran las más distinguidas de todas) y unirse al Rey Agripa II, hijo de Agripa I, encargado por Roma al dominio de Judea. Pablo hizo su defensa ante Agripa II y su hermana Berenice. Agripa II llegó a la conclusión de que Pablo podría haber sido liberado si no hubiera apelado al Cesar, Hechos 25, 13-17 y 26, 1-32. Pablo es conducido a Roma y en un primer juicio sale absuelto. Incendio de Roma 18 de julio de 64 (duró una semana en gran parte de la ciudad). 64-68: 1ra persecución contra los cristianos. Pedro y Pablo mártires. Berenice y Tito fueron amantes, pero no se casaron porque socialmente en Roma no encajaba la idea de tener una emperatriz judía. Comienzo de la guerra contra los judíos. Josefo, capturado después de mucho trabajo, dice a Vespasiano que Dios le reveló que sería emperador al igual que su hijo Tito después de él. Vespasiano le perdona la vida y lo mantiene prisionero. Nerón manda a construir e instala una estatua de bronce del tamaño de un edificio de 10 pisos llamada el Coloso de Nerón que lo muestra como el Dios Sol. Fue instalada cerca de la residencia de Nerón y luego trasladada a los alrededores del Anfiteatro Flavio que tiene más o menos 15 pisos de altura (un edificio promedio tiene pisos de 10 pies). Con el paso del tiempo el mal recuerdo de Nerón llevó a la eliminación de la estatua, pero ya la gente llamaba al Anfiteatro Flavio con el nombre del Coliseum por su proximidad al Coloso.
No se pierda la Segunda Parte de la Casa de los Famosos: los Flavios.
LA CASA DE LOS FAMOSOS, SEGUNDA PARTE.
Dinastía Flavio: 69-96.
Prólogo: 69 es el año de los 4 emperadores; 2 asesinados, 1 suicidio y Tito Flavio Vespasiano.
1. Vespasiano / 69-79. Sin vínculo familiar con Nerón. Muerte natural a los 69. Cumplida la profecía, Josefo pasa a servir como asesor de los Flavios y empieza a documentar la guerra que se convertirá en su primera colección de escritos bajo el titulo Las Guerras de los Judíos. Al terminar la guerra, Vespasiano y Tito le dieron autorización para publicar sus obras. El Imperio compró varias copias de sus escritos y las envió a todo el imperio. Josefo cambia su nombre a Flavio Josefo. Vespasiano lo hizo ciudadano romano, le regaló su antigua casa de Roma, lo eximió del pago de impuestos y le asignó una renta vitalicia. Desde Roma, en la antigua casa de Vespasiano y bajo la protección de los 3 emperadores Flavios, Josefo escribirá su segunda colección, Antigüedades de los Judíos. Cuando Vespasiano regresó a Roma para ser proclamado emperador, designó a su hijo Tito para dirigir las tropas romanas y de sus aliados. Comienza la Construcción del Anfiteatro Flavio (Coliseo). Asedio y destrucción de Jerusalén, año 70.
2. Tito / 79-81. Hijo de Vespasiano. Muerte natural a los 41. Termina la construcción del Anfiteatro Flavio. Se construye el Arco de Tito. Cleto es Obispo de Roma, segundo después de Pedro. Erupción del Monte Vesubio año 79. Las ciudades de Herculano y Pompeya sepultadas bajo las cenizas de la erupción y olvidadas. Herculano fue redescubierta en 1709 y Pompeya en 1748
3. Domiciano / 81-96. Hijo de Vespasiano y hermano de Tito. Asesinado a los 44. Se proclama Dominus et Deus. 2da. Persecución de los cristianos. Clemente es Obispo de Roma, tercero después de Pedro (mencionado su nombre en Filipenses 4, 3). Carta de Clemente a los Corintios. San Juan escribe su evangelio. Fin de la dinastía Flavia y comienzo de los Cinco Buenos Emperadores: 96 a 180. ​
No se pierda la Tercera Parte de la Casa de los Famosos: los Cinco Buenos Emperadores: 96 a 180. ​
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aureliahillshqs · 4 months
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todos conocen a FLORA VILA, pero su reputación está por descubrirse.
inhaler, ¡bienvenide a @aureliahillshqs! nos encanta tenerte con nosotres. a partir de ahora contás con 24 hs para enviarnos la cuenta, en caso de necesitar más tiempo, ¡no dudes en solicitarlo! pst! también queremos contarte que si todavía no rellenaste este form, nos serviría mucho que lo hicieras. ¡gracias!
out of character: 
nombre/alias: inhaler
¿tenés más de 21 años? sí
zona horaria o país: -3gtm
nivel de actividad estimado: 6/10
triggers: incesto, abuso s**, sangre, godmodding
¿aceptás que tu personaje se vea involucrado en las intervenciones realizadas por la administración del grupal? sí
¿algo que agregar?: feliz 2024 ahr
in character: 
nombre: flora vila
faceclaim: maddie phillips
cupo: 28
edad y fecha de nacimiento: 27, nació el 17 de junio de 1996
descripción física: 
1- mide 1,72, es de contextura delgada. ojos celestes brillantes y tez pálida.
2- es rubia natural pero actualmente usa el pelo rosa, anteriormente lo tuvo de varios colores y no descarta la idea de raparse completamente un día.
3- tiene toda su fisonomía llena de tatuajes, la zona limpia y que menos le llama la atención es su cara. la mayoría fueron tatuajes hechos por sus amigos y artistas que admira, por lo que hay pocos
4-siempre suele llevar ropa holgada, lleva varias cadenas y anillos que nunca se quita de encima pues son de oro, además del apego sentimental que les trae. raramente usa vestidos, ni tampoco es común que lleve un maquillaje ligero, siempre lo exagera con algún delineado gráfico o labial negro, a veces ambas.
descripción psicológica: ( mínimo seis ítems o párrafo, a elección.
1- es extrovertida, al menos de manera artificial siempre tiene un tema de conversación con la gente, raramente cae mal y es un don que sabe domar, es genuino. le gusta aprender de la gente, llevarse algo.
2- es sincera, para lo malo y lo bueno aunque le gustaría tener un filtro para decir las cosas de una manera menos brusca, hiriente.
3- es terca, cuando algo se mete en su cabeza raramente se lo puede quitar. ya sea una idea para su trabajo o un viaje, por ejemplo, siempre intenta manipular las cosas para que todo salga como quiere.
4- no toca temas profundos, no sabe si es una coraza pero no le gusta hablar de su vida privada, ni hablar demasiado de cosas qué pueden ser tristes. incluso con sus hermanas tiene problemas para exponer, su descarga siempre va a ser el arte y así mismo éstas representan su vida.
5- raramente se conforma con lo qué hace, le gusta mucho reconocer las cosas que hace y siempre se queda con lo malo. le gusta llamarle humildad pero internamente tiende a tener el sabor de qué podría ser mejor o qué simplemente le mienten.
historia o datos curiosos:
nacida en españa, la mayor de la familia vila creció en el principio del imperio que fueron aumentando con el pasar del tiempo. lejana al principio de ese mundo, su infancia la recuerda generalmente normal, con algunas ausencias parentales pero nada que pueda haberla afectado en el futuro. se convirtió en hermana mayor rápidamente, no recuerda exactamente cuando pero siempre lo fue, teniendo en presente dichas figuras femeninas a las que siempre se siente cercana. de pequeña siempre demostró ser una pródiga del arte, su padre la llevó a clases de dibujo y fue experimentando con varios tipos: acuarela, lápiz, cerámica, teniendo varias esculturas y diseños industriales bajo su colección. nunca tuvo por seguro que quería en el futuro pero si que quería llegar lejos con sus creaciones. siempre fue una persona magnética, terminando siempre con simpatizar con la gente o sacando demás de conversación porqué si, resguardando contactos para sí que luego le sirvieron. a los 18 se enfocó en la intervención de ropa, creando piezas o diseñando desde cero, siendo al principio su musa: salomé. su música e imagen inspiraron varias prendas qué continúan vigentes, aprendiendo de diseño solo por su cuenta y agradeciendo tener esa primera oportunidad de mano de un lazo cercano. luego fue creando una tanda de clientes y artistas que la llamaron para que trabajara para ellos, teniendo su estudio como segundo hogar. las discotecas de su padre son los lugares a los que más acude, además de su trabajo. por su popularidad pudo traer varias imágenes importantes de españa a promocionar el lugar qué, medios dicen, heredará algún día. flora no piensa en el dinero, mucho menos en negocios, todo se le ha dado fácil pero claro, no todo es como ella quiere. a los 24 años viaja a japón en busca de inspiración para su próxima tanda de ropa que sacaría, además de visitar amigos, allí fue cuando conoció a marion, un fotógrafo de su misma edad. tenían en común el amor por el arte y eran igual de distendidos en la vida, algo que los unió porque flora siempre ha sido demasiado independiente pero cedió por primera vez. por al menos dos años viajaron por diferentes países y pudieron crecer laboralmente, aún sin anillo de por medio la idea de casarse había sido hablada entre ambos. ella estaba encantado con él y viceversa. gracias a él empezó el mundo del tatuaje, siendo su primer cliente y luego por fin se establecieron en españa. con un hogar en común, las cosas iban bien, demasiado…hasta al día de hoy hay veces que lo recuerda como un sueño pero el tatuaje en su brazo derecho le recuerda que no. tw: muerte/droga. marion tenía una fiesta de cumpleaños en común con flora, sin embargo en la discoteca de su padres la necesitaban pero quedaron en verse cuando terminara el evento…eso jamás sucedió. fue alrededor de las dos de la mañana qué la policía la llamó, era un número desconocido así que simplemente lo ignoró hasta que empezó a recibir varias llamadas de amigos y ahí comenzó alarmarse. sólo recuerda de esa madrugada las palabras: “intoxicación” “fentanyl” y “muerte”, luego de eso perdió la conciencia. el duelo todavía sigue, los medios distorsionaron demasiado la imagen de ambos, acusando a los dos de ser consumidores, irresponsables, malas personas pero ella nunca tuvo el coraje de salir a desmentirlo. incluso el día de hoy decir su nombre era imposible pero flora sigue siendo o fingiendo ser la misma de antes, alquiló un estudio compartido para tatuar y su ropa continua pero no con tanta frecuencia como antes. pinta demasiado, también hace terapia y meditación, se mantiene demasiado ocupada para no pensar, no llegar a abrir lo que en realidad está en carne viva pero lo ignora.
datos curiosos:
1-hace yoga en su tiempo libre, además de practicar el espiritualismo. 2-actualmente tiene su propio estudio de tatuajes, en dónde hace promoción de su ropa pero también escucha ideas ajenas para crear cosas personalizadas. 3-tiene un gato egipcio que se llama salem, lo aprecia como si fuera su hijo y lo acompaña a todos lados, sí es que esta permitido llevarlo. 4-no toma mucho alcohol, tampoco consume sustancias, le tiene terror y no le interesa juntarse gente que lleva ese tipo de vida. 5-es alérgica a la comida de mar, por lo que es algo desconfiada con la comida y sus componentes, siempre prefiere cocinarse ella misma antes que ir a restaurante.
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rookiemxwritergeek · 5 months
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El colgado de Las Lomas Parte 2
— ¿Y sabe por qué se reúnen una vez al mes? — pregunté.
— Por lo que he investigado, Miguel considera que esas personas han alcanzado un nivel más elevado de iluminación, así que se reúnen para que él les transfiera todo el conocimiento que ha acumulado a lo largo de su carrera como gurú. —
— Vaya carrera. — musité.
— ¿Cómo dice? — preguntó la mujer.
— Nada, es solo que suena muy interesante todo lo que Miguel tiene para compartirles. — respondí. A pesar de haber sido siempre abierta a creer en diversos fenómenos paranormales, el coaching era algo que me mantenía firme en mi escepticismo.
Le pedí la dirección de esa iglesia para ir después de la conferencia, y ella se ofreció a acompañarme con la esperanza de seguir insistiendo en unirse a su grupo selecto. Sin embargo, le dije que tenía asuntos personales que atender antes de ir, lo que me permitió escabullirme.
Cuando llegué, estacioné el coche a unas cuantas calles para no ser reconocida. Varios autos llegaron a la iglesia, el de Miguel acompañado de la señora Leticia (mi sospecha de que ambos tenían una relación se hacía cada vez más fuerte). Reconocí al diputado Erik Gutiérrez, al sacerdote Alejandro Rivera y al magistrado Edén González. Todos y cada uno de ellos teníancarreras sospechosamente intachables para ser personas del ojo público. Por supuesto, documenté todo con fotografías y notas para mostrárselas al General. Finalmente, mis sospechas estaban siendo confirmadas; esto era mucho más grande de lo que pensé. Su reunión duró aproximadamente dos horas.
Esperé a que todos se fueran del lugar para entrar.
Era una iglesia de estilo gótico, parcialmente desmantelada. En su interior, se encontraba una mesa redonda inmensa con el lema "Mors ad acatholicos" (muerte a los no católicos) inscrito en ella, rodeada de sillas para cada uno de los miembros, con algunos restos de bancas medio desmanteladas. En el fondo, había cuatro vitrales: dos pequeños sobre dos grandes, que representaban unos ojos siniestros que parecían observarte desde cualquier ángulo. A lo largo de los pasillos laterales, se podían ver múltiples pinturas de santos rasgadas y manchadas de rojo, como si fueran sangre, que servían de alimento para las ratas que habitaban en la iglesia, salvo una que permanecía en perfecto estado: la de Salomé recibiendo la cabeza de Juan el Bautista, de Caravaggio. Era tan inquietante que no pude mirarla por mucho tiempo; simplemente tomé la evidencia necesaria y salí lo más rápido posible.
Casi no había dormido, tratando de organizar las ideas del caso. Al día siguiente, después de consumir cantidades considerables de cafeína por la noche que pasé, fui directo a la oficina del General para informarle mis avances en la investigación. Parecíasorprendido, tratando de seguir el hilo de todo lo que le contaba, mientras yo hablaba a toda velocidad para no omitir ningún detalle.
— Creo firmemente que la señora Leticia y Miguel tienen una relación. —
Él, molesto, golpeó su escritorio tan fuerte que toda la oficina volteó para ver qué había desatado su ira. Yo también me asusté.
— Catalina Isabel Barrientos Buenaventura, sabes que es serio cuando uso tu nombre completo. - me ordenó terminantemente que dejara de investigar esa muerte. "El hombre se ahorcó, ya está, así muere. Es más, ¿sabes qué? Me has colmado la paciencia, firma tu renuncia ahora mismo. Mira cómo estás, despeinada, desalineada. No vayas a decir que te estoy mandando a hacerte una prueba por esa aceleración tan sospechosa que tienes." Después de quitarme mi arma y placa, estuvo a punto de echarme a patadas de su oficina. Creo que nunca me sentí más humillada que en ese momento preciso. Podía sentir las miradas de desaprobación y condescendencia de mis compañeros por toda la oficina. "¿Cómo se atrevió a enfadar al General?", murmuraban. Salí de su oficina con un torrente de emociones, enojo, tristeza, frustración. No quería que nadie se me acercara, temía que mi temperamento me llevara a terminar en una pelea.
— Isabel, te buscan. —
Levanté la cara para buscar a la persona que tan inoportunamente me requería en ese momento. Era Miguel. “¿Cómo supo que soy policía? Seguramente la señora Leticia le habrá comentado”. Tenía algún encanto particular, ya que todas mis compañeras no podían dejar de mirarlo con ojos de admiración. Sequé mis lágrimas lo más rápido que pude, arreglé mi uniforme y mi cabello. A propósito, me dirigí a una sala de juntas que estaba justo enfrente de la oficina del General.
— Dígame, señor Miguel, ¿cómo puedo ayudarle? — dije firmemente.
El General nos observaba detenidamente desde su oficina.
Miguel, o como insistió en que lo llamara, me explicó que me había buscado en la comandancia de policía porque vio algo especial en mí. Deseaba que formara parte de sus amistades cercanas. Si aceptaba, me prometió que nunca más viviría momentos tan bochornosos como el reciente. (Aunque no estuvo presente en el momento de los altercados, mis compañeras se encargaron de ponerlo al tanto en cuanto llegó a buscarme). Le dije que lo consideraría, ya que no tomaba decisiones apresuradas. Aceptó esto de buen grado, pero me informó que, de aceptar, debía dirigirme a una dirección que me daría esa misma noche. Francamente, en ese punto, no tenía mucho que perder. A pesar de ya no ser policía, estaba tan involucrada en el caso que ansiaba descubrir la verdad por encima de todo.
Antes de salir de la comandancia, comencé a desmontar mi pizarra con las pistas recopiladas hasta el momento en la investigación. En un impulso, y cuando nadie me observaba, salí a toda velocidad de la comandancia con el pizarrón. De hecho, creo que nunca lo devolví realmente.
Esa tarde, en casa, después de unas cuantas copas de vino, le envié un mensaje de texto aceptando sus condiciones y pidiéndole la dirección para nuestro encuentro.
— ¿Fue en la iglesia a la que había ido antes? —
— No, fue cuando comprobé la teoría que la mujer de la conferencia me había mencionado. Confirmé que cambiaban de lugar cada vez que se reunían. —
Estaba nerviosa. Iba a ir sola y sin protección a una organización secreta. Para calmar mi ansiedad, prendí un cigarrillo rancio, de esa cajetilla que compré cuando mi madre falleció. Aquel día me prometí que nunca más fumaría, pero en esa circunstancia, parecía ser algo necesario. Mientras inhalaba el humo de mi cigarrillo, miraba el crucifijo que le había quitado sin querer a mi madre cuando la vi, tratando de unir todas las piezas del rompecabezas.
Vi llegar los autos del Magistrado, del Diputado, del Obispo e incluso vi llegar sola a la señora Leticia, pero no a Miguel. Por jugar con el crucifijo, se me cayó al suelo. Al agacharme para recogerlo, me llevé un susto al encontrarme a Miguel, vestido con una túnica roja al estilo de la procesión del silencio, de pie a mi lado, haciendo señas para que saliera a hablar.
—Me alegra que hayas venido, pasa. Está demás decirte que todo lo que veas aquí es secreto. —
Caminamos juntos un par de metros hacia un salón donde se encontraba todo el clan, todos vestidos como Miguel con sus túnicas rojas. Estaba prácticamente oscuro, excepto por cinco velas estratégicamente colocadas frente a los miembros del clan, iluminando ligeramente el suelo, el mismo suelo en el que habíaestado jugando con la cruz momentos antes. Miguel se acomodó en su lugar.
— Bienaventurados aquellos que creen, porque de ellos será el reino de los cielos. Catalina Isabel Barrientos Buenavista, estás en presencia de la gran organización de los Mensajeros de Dios, creada para volver a México grande otra vez. Como verás, nos estamos adentrando en lo más profundo del gobierno, pero aún necesitamos una parte importante en esta organización, y es ahí donde entras tú. Se ha consultado a cada miembro de esta organización, y queremos que formes parte de ella. A cambio, te prometemos un futuro grandioso, donde nunca más tendrás que rendir cuentas a nadie. Pero como iniciación, te pediremos una prueba de lealtad. —
— ¿Prueba de lealtad? — pregunté.
— Sí, todos los miembros aquí presentes han pasado por una prueba de lealtad a nuestra misión, necesitas demostrar que podemos confiar en ti. Como diría santo Tomás: “Hasta no ver, no creer”. — me dijo.
— ¿Y cuál sería mi prueba? — pregunté.
— Tu prueba de lealtad es que te deshagas del General Cuitláhuac, ya que podría ser un estorbo en nuestros planes, y sabemos que son cercanos, así que será sencillo hacerlo caer. Sabemos del aprecio fraternal que él siente por ti, por lo que no debería ser difícil acercarte a él en una situación más personal. — respondió.
— ¿Y si me niego? —
— De cualquier manera, el destino del General ya está sellado. Si no lo matas tú, lo haremos nosotros. Considera esto como una especie de caridad, una muerte piadosa por una amiga tuya. Te estamos ofreciendo la oportunidad de que muera gentilmente, si así lo prefieres. —
— ¿Y qué ocurrirá conmigo? —
— Si te niegas, seremos compasivos contigo. Tú y tu hermano tendrán cuarenta y ocho horas para huir del país, ya que ahora conoces nuestra identidad, y no podemos arriesgarnos a que hables y arruines todo lo que hemos construido con tanto esfuerzo. En caso de que nos encontremos después de ese lapso, lamentablemente, también los eliminaremos. Pero ten cuidado si intentas exponernos en redes sociales o medios de comunicación. ¿A quién crees que creerán más? ¿A una ex policía? ¿O a nosotros, ciudadanos respetables e intachables? —
Su respuesta tan directa me dejó atónita, sin saber qué decir o cómo actuar. Miguel hizo una seña al magistrado, quien se acercó y me golpeó la cabeza con la cacha de una pistola. Mi vista se nubló. Solo podía ver sombras y escuchar sus voces discutiendo qué hacer conmigo.
— Matémosla de una vez, no confío en ella. — decía la señora Leticia.
—No, podrían buscarla —decían las otras voces.
Solo escuchaba murmullos y algunos rezos del sacerdote; tenía miedo. De pronto, una voz familiar resonó.
—Isabel. Despierta, Isabel. —
Era el hombre del callejón, aquel que había aparecido entre sueños y luego desaparecido de mi memoria.
—Aún no es tiempo de que te vayas, Isabel. Levántate, ya estás lista para enfrentar tu destino. —
Me tocó la frente y una luz blanca llenó el lugar. No vi cuándomi guía desapareció.
Me despertó el cariño de un perrito callejero, el cual parecía estar muriéndose de hambre, lamiendo mi rostro con alegría. No supe cómo, pero ya estaba tirada fuera de mi casa, sola, con veinte llamadas perdidas de Jonás y otras tantas del General.
— ¡Isabel! ¿Qué haces aquí tirada? Sostente de mí... ¿Estás lastimada? — Era Jonás, que, como todos los domingos, salía acorrer por la mañana. Eso fue lo último que escuché de mi hermano antes de desmayarme en sus brazos.
Cuando volví en mí, estaba recostada con una manta y una bolsa de hielo junto a mi cabeza golpeada. Intenté levantarme para buscar a Jonás, pero aún estaba mareada por el golpe, así que él corrió para ayudarme.
El golpe fue tan fuerte que me despertó con punzadas de dolor.
Desconozco cuándo el General había entrado y estaba hablando con mi hermano Jonás en mi casa.
— Pareces haber recibido un buen golpe. ¿Cómo te llamas? — preguntó el General.
— Jonás. ¿Quieres algo de beber, General Cuitláhuac? — dijo Jonás.
— Café, por favor. Te lo dije, necia. Te pedí que dejaras de investigar. — dijo el General.
— ¿Y cómo sabes que me pasó investigando? — le respondí.
El General rió.
— No entiendes que cuando tú vas, yo ya fui y vine tres veces. ¿Acaso te golpeaste jugando a las canicas? ¿Valió la pena? —
Enojada por su arrogancia, le hice una seña a Jonás para que nos dejara solos y poder conversar tranquilamente.
— ¿Qué? ¿Acaso ya olvidó que usted me despidió y me humilló frente a todos mis compañeros de trabajo? ¿Yo porqué tendría que darle alguna explicación a usted? Además, ¿Qué estahaciendo usted aquí en la cocina con mi hermano? — Estaba tan molesta.
—No, claro que no se me olvida, pero al ver que el tipo ese fue a buscarla a la comandancia, me preocupé por usted. Es por eso que le he estado llamando, y al no recibir respuesta, me tomé la libertad de venir a buscarla. — Después de la noche que habíapasado, me enterneció la genuina preocupación del General.
—Pero, ¿por qué? —
—¿Sabe por qué me divorcié? —
—No, no lo sé. —
—Sé que usted es muy prudente, Barrientos, pero se lo voy a contar de todas maneras. Me divorcié porque todos esos rumores y chismes sobre mí son ciertos. Durante mucho tiempo, me dejé corromper por el dinero y los lujos que los altos funcionarios me proporcionaban cada vez que yo intercedía a su favor. Un día, mi hija me pidió que ya no aceptara más "pagos extraordinarios por mis servicios". ¿Se imagina? Una jovencita pidiéndome eso, a mí, su padre. Decía que la gente del fraccionamiento hablaba de nosotros, y eso afectaba la reputación de la familia, pero mi esposa no tenía el valor de enfrentarme. Aunque, ¿sabe? Siempre he sido un alma rebelde, a pesar de tantos años en el ejército. Mi padre me educó para no doblegarme ante nada ni nadie. Mi hija llegó a casa desde la escuela justo cuando un cartel me llevó una camioneta último modelo. No supe más de ella ni de mi mujer hasta que presentaron la demanda de divorcio. —
Me embargaron sentimientos encontrados. Era la primera vez que lo veía vulnerable, y aunque quería abrazarlo, temía que fuera contraproducente. Opté por mirarlo con ternura. Me sentí conmovida, halagada, un poco sorprendida y, a la vez, confundida por el motivo detrás de su revelación.
— Lo siento mucho, General, pero... ¿En qué me incumbe a mí esto? — pregunté mientras me ponía una bolsa de hielo sobre la cabeza, aún adolorida por el golpe.
—Porque ahora que me encuentro solo, me doy cuenta del mal que hice a mi familia. Nunca tuve la oportunidad de redimirme, pero veo en usted esa posibilidad. Usted me recuerda mucho a mi hija, un alma rebelde, alegre y perseverante. —
Escuché sus palabras con atención, no solo con la razón, sino también con el corazón, y vi en él a un hombre que solo buscaba una segunda oportunidad que su familia no le dio.
—Está bien, pero... usted me despidió. ¿Cómo procedemos ahora? —
El General carraspeó, visiblemente avergonzado.
—Isabel, su renuncia sigue en mi cajón. Si intenté despedirla, no fue porque sea un mal elemento para la policía. Todo lo contrario, ha estado sobrecalificada para el puesto. Simplemente no quiero que desperdicie su vida como yo lo hice. Tiene potencial para hacer lo que quiera. Sin embargo, si desea seguir en este camino, no me opondré. Quiero que sepa que creo en sus palabras y estoy aquí para apoyarla en lo que necesite. —
Fue la mejor noticia que había recibido en mucho tiempo. Tan feliz estaba que por un momento olvidé que estaba hablando con el General; lo abracé, eufórica. Sentí que mi alma volvía a mi cuerpo.
— Está bien, estamos juntos en esto. — le dije.
— Bien, cuénteme. ¿Qué información tiene? —
Le expuse mi principal sospechoso, Miguel Ángel Pellegrini, un hombre de negocios católico que dejó su carrera para adentrarse en el mundo del coaching. Se rumoreaba que era amante de la señora Leticia Robles, líder de una organización secreta, y sospechaba que era el asesino de nuestro colega forense. También mencioné su invitación para unirme a su organización, pero con la condición de llevar a cabo un sacrificio: la eliminación del General.
A pesar de la gravedad de la información, el General parecía bastante sereno.
Estuvimos debatiendo un sinfín de posibilidades, algunas arriesgadas para él y otras peligrosas para mi hermano y para mí, sin llegar a un punto en común.
— Perdón por entrometerme, pero no pude evitar escuchar su conversación. Se me acaba de ocurrir una posible solución a su problema. Lo vi en una película ayer, aunque es un tanto arriesgado, quizá loco. ¿Están dispuestos a escuchar mi plan? —
Tanto el General como yo nos miramos confundidos.
— Está bien, dinos. — respondimos.
Era un plan inusual y arriesgado, pero ante la falta de opciones, aceptamos.
Siguiendo el plan, envié un mensaje a Miguel aceptando su oferta. Él me pidió que ejecutara las instrucciones y que le enviara una prueba de que el General había muerto. Pero todo cambió cuando recibí un segundo mensaje: ahora, querían que llevara físicamente la cabeza del General a las cinco de la tarde como prueba de su ejecución.
A las cinco con cincuenta y nueve minutos me encontraba a unos metros del punto de encuentro con Miguel, una hora más tarde de lo requerido. Un minuto después, bajé del auto con una caja vieja en las manos.
Afuera del salón, esperé a que me indicaran que podía entrar. Un hombre con capucha, al estilo de la procesión del silencio, me abrió la puerta. Fui cautelosa al caminar. Miguel me hizo señas para que me detuviera antes de llegar a la cruz pintada en el suelo.
—Deja la caja en el suelo y ábrela. Queremos ver qué traes contigo. —
Cumplí y retrocedí unos pasos.
—Isabel, pero... ¡Esta cabeza está completamente quemada! — exclamó Miguel.
— Pero es el General. —
Miguel y el obispo, horrorizados por la escena, murmuraban entre ellos.
— Explica ¿Por qué trajiste su cabeza quemada? Esa no era nuestra petición. Esto es terrible. — decían.
Les expliqué mi reluctancia para disparar un arma, optando por un incendio en su hogar, lo que haría que su muerte pareciera un "accidente funesto". Luego, recogería la cabeza chamuscada del General como prueba de mi lealtad a su organización. Argumenté que, en caso de dudar de mi palabra, podrían encender la televisión y ver la cobertura mediática del incidente, dada la notoriedad del General.
A pesar de la macabra descripción, el obispo, incrédulo del plan, intentó verificar si era verdad. Al revisar las noticias en el teléfono de Miguel, vieron que la casa del General había ardido hasta quedar en cenizas y se había encontrado un cuerpo tan dañado por el fuego que era imposible identificarlo. Esto llevó a los medios a informar la supuesta muerte del General CuitláhuacMeneses Farrera.
Una lágrima se escapó de mis ojos. Miguel me miró con desdén.
— No estés triste, Isabel. Pronto su legado será historia y tú serás la nueva jefa de la policía. Descanse en paz, General. —
Su sarcasmo hería, no solo por su intención ofensiva, sino porque al hablar de manera burlona, su voz se tornaba aguda, causando malestar a quien lo escuchara. Además, me molestaba que el General, a pesar de todo, había mostrado una preocupación genuina hacia mí, como un padre hacia su hija.
— Bien. Parece que has cumplido con lo que se te requirió. — dijo Miguel.
— Ahora, ¿puedo hacer preguntas? —
— No, no puedes. — dijo el obispo.
— Déjala, cumplió con lo que le pedimos. — respondió Miguel.
— ¿Por qué el General? —
— Te lo diré, ya que sé que no estarás tranquila hasta que te lo diga. Te pedimos que terminaras con la vida del General porque es una persona rebelde, difícil de manipular, sin fe. Aquellos sin fe en alguna deidad no tienen límites ni conciencia. Dios me ha hablado a través de la oración, encargándome de restaurar la iglesia en este país sin rumbo. Además, por su amistad con el presidente, habría sido un obstáculo en nuestro golpe de estado. — dijo Miguel.
— ¿Golpe de estado? —
— ¡Claro, Isabel! ¿Crees que estas reuniones eran simples encuentros casuales? No, no es así. ¿O pensaste que el presidente es tan torpe como se ha mostrado últimamente? —
— ¿Entonces, ustedes han estado detrás de cada fracaso presidencial? — pregunté.
— Sí, así es. Este plan va mucho más lejos de lo que imaginas. Ya tenemos control en las gubernaturas, pero este hombre nos está arruinando. Debemos destituir al presidente pronto. No se le dará el destino de Madero. Se retirará como un ser humano normal, no como un mártir. Al contrario, se retirará al estilo de Don Porfirio Díaz, pasando sus últimos días en el país que elija. Pero, no será exactamente como Díaz, eso ya es decisión personal. — explicó Miguel.
— ¿Y si se niega a cooperar? —
— Bueno, no quiero que su destino sea el de Madero, pero si se niega a cooperar, no le quedará más opción. No andamos con rodeos, se cumple lo acordado o se enfrenta a las consecuencias. — respondió.
— ¿Por qué no lo denuncié si ya tenía pruebas? —
— Es cierto. Sin embargo, eran pruebas circunstanciales que se podrían manipular. Además, el delito más grave, que sería atentar contra la soberanía de la nación, aún no se había cometido. No podía encarcelarlo por intenciones. ¿Qué hubiera pasado si se retractaba? ¿Cómo quedaría la policía en ese caso? Necesitábamos pruebas contundentes. —
Finalmente, las máscaras se desprendieron, y vi a Miguel como era: un fanático religioso con un ego increíble, capaz de crear su propia secta y ser venerado, respaldado por la religión católica. Si hubiera elegido ser vendedor, seguramente habría sido el mejor.
Una lágrima cayó sobre mi mejilla. Estaba aterrada de conocer la verdad.
—¿Por qué yo? Yo también soy una persona carente de fe, nunca fui bautizada ni siquiera acudí a iglesia —dije.
Nunca me respondió, simplemente evadió la pregunta hablándome de su siniestra obsesión de destituir al presidente actual y dominar a México mediante la forma más antigua y conocida por el hombre: la religión. Con el tiempo entendí por qué me habían elegido a mí. ¿Acaso no era obvio? Ese tipo de estafadores se pelean por las mujeres como yo lo era: una mujer joven, vulnerable, sin una figura materna o paterna que pudiese orientarme en mis decisiones. Así perdida y sin rumbo, sería más fácil unirme a su causa, sin importar mis creencias religiosas. Fue más por considerarme el eslabón más débil, el más manipulable.
Miguel me vio muy afectada por haber ejecutado al General, y en los días siguientes pasé recibiendo múltiples detalles de él e inclusive invitaciones para salir a comer o cenar. Decía que era importante para él que nos vincularan románticamente a ambos, para así acallar los rumores de su supuesto romance con la señora Leticia.
—¿Y nunca le preguntó si realmente eran amantes los dos? —pregunté.
—No, nunca me atreví. Al final, no soy quién para juzgar la vida íntima de las personas. Yo solo cumplía con mi deber cívico —respondió.
La muy calurosa tarde del ocho de junio de 2024, casi seis meses después de iniciado el caso del supuesto suicidio del señor Robles, Miguel Ángel Pellegrini y todo su clan fueron apresados justo unos minutos antes de su operación Porfirio. Yo era partícipe como infiltrada en un exitosísimo operativo de la Policía Federal, comandado por el General Cuitláhuac, para sorpresa de todos.
—Perdone nuevamente la interrupción, señora Isabel, pero ¿En qué consistía la operación Porfirio? Digo, era más que obvio el propósito, pero aquí mi duda es ¿Cómo iba a ser su ejecución? —preguntó Sergio.
—No es problema, permíteme explicarte —respondió Isabel.
Después de que me aceptaron en su clan, le pedí a Miguel que me revelara cuál era la famosa operación Porfirio de la que hablaban en cada reunión. Sin embargo, siempre evadía la pregunta diciéndome: “Los tiempos de Dios son divinos”. Así que tuve que pasar más tiempo como policía encubierta, haciéndoles creer que en mí habían encontrado una aliada en quien confiar, especialmente la señora Leticia, que creo que nunca confió en mí al cien por ciento. Asistí a varias conferencias de Miguel, donde noté cómo discretamente mudaba sus discursos de amor propio a amar a Dios para tener amor propio. En principio te puedo asegurar que sus discursos no fueron tomados en cuenta, pero su persistencia lo llevó a reclutar cientos de miles de nuevos seguidores que compartían los ideales de su alocada misión.
La noche del veintiocho de diciembre del 2023, mientras veía una película con mi hermano, recibí un mensaje de texto de Miguel diciéndome: “Se levantan los reyes de la tierra, y los gobernantes traman unidos contra el SEÑOR y contra su Ungido. Búscanos, ya sabes dónde.”
En ese momento, tomé mis cosas para buscarlos en nuestro punto de encuentro habitual. Para mi sorpresa, me encontré con una turba enardecida de cientos de los adeptos de Miguel, dispuestos a dar su vida por su causa. Tuve que abrirme paso entre todos ellos para entrar por la puerta principal.
Al entrar al recinto, los encontré sesionando como hacía mucho tiempo no lo hacían, con sus túnicas rojas, aquellas que usaban cuando recién me ingresaron al clan. Las luces del lugar estaban apagadas, siendo cinco velas su única iluminación mientras conversaban.
—¿Qué pasa? ¿Por qué están vestidos así? —pregunté.
—¿Por qué traicionas a tus principios por nosotros, Isabel? —preguntaron.
—No, no sé de qué me están hablando… —respondí nerviosa.
—¡Claro que sí lo sabes! ¡Mataste al General! ¿Qué nos garantiza que nosotros estamos a salvo? ¡Traicionera, traicionera! —gritaban.
Siempre que asistía a las reuniones, llevaba una pistola dentro de mi botín, por si las cosas se ponían un poco rudas.
—¡Pero ustedes me lo pidieron! ¡Yo no quería! —exclamé.
—¡Matémosla de una vez por todas! —
Uno de ellos caminó hacia mí, se quitó la capucha lentamente hasta quedar totalmente descubierto. Era el rostro de Miguel, totalmente quemado como el del General.
—¡Esto es por traicionera! —dijo.
Corrió hacia mí con un cuchillo en la mano, sin saber qué hacer, si agacharme por la pistola en mi bota o ponerme de pie para dispararle. En ese momento, una ráfaga de aire apagó las cinco velas al mismo tiempo. Caminé hacia la puerta, tratando de no hacer ruido. La habitación quedó en completo silencio, a pesar de la turba enardecida que estaba fuera. Estaba cerca de la puerta cuando las cinco velas se encendieron de nuevo, dejando solo a un miembro del clan presente. Preparada con la pistola en mano, el hombre se acercaba lentamente.
—¡Alto ahí o disparo! —grité, pero el hombre no se detuvo.
Comencé a disparar, pero viendo al suelo, era difícil identificar quién estaba a punto de atacarme.
El hombre se colocó frente a mí, se quitó la capucha, era mi guía espiritual.
—¿Has buscado la verdad como te ordené? —preguntó.
—Sí. —respondí.
—¿Has aprendido algo de esto? —
—Sí, que mi lucha no es contra la religión como organización, sino contra todas aquellas personas que abusan de ella para algún fin en específico. —dije.
—Bien, recuerda que la verdad siempre te traerá paz. Es hora de despertar. Mi trabajo aquí ha terminado. —
De repente, sentí como algo me agarró del abrigo tan fuerte que me sacó de allí volando a toda velocidad sin siquiera haber cruzado la puerta. ¡Me asusté tanto!
—¿Entonces, nunca más volvió a ver a su guía? —
—No, nunca más. Creo que mi guía volvió a mi vida para mostrarme el camino que seguiría el resto de mi vida, los riesgos que conllevaría y el precio que me costaría si continuaba en él. Podría decirse que afiné mi intuición. —
Mis gritos desesperados atrajeron la atención de Jonás. Sentía como si mi espíritu se hubiera desprendido de mi cuerpo y regresara.
—¿Qué pasa, hermana? ¿Estás bien? —me dijo, visiblemente asustado.
—Nada, hermano, solo un mal sueño. Bueno, no, no es cierto, hermano. Vi a mi guía en mi sueño, me dijo que su trabajo aquí estaba terminado. —le dije.
—Enhorabuena, querida hermana, eso significa que has madurado. Ya verás, confía en el poder y verás que todo saldrá bien. Te lo digo por experiencia, mírame, lo feliz que estoy. —me dijo Jonás.
Mi celular vibró. Era una llamada de Miguel.
—Se levantan los reyes de la tierra, y los gobernantes traman unidos contra el SEÑOR y contra su Ungido. Búscanos, ya sabes dónde. —me dijo.
“Déjà vu”, pensé.
Tomé mis cosas para buscarlos como se me pidió. Para mi sorpresa, me encontré con la misma turba que vi en mis sueños, exactamente igual de enardecida, con miles de adeptos de Miguel dispuestos a dar su vida por su causa. ¡Y también bloqueaban la entrada principal!
“¿Sigo en mi sueño?” Pensé.
Lo que me hizo darme cuenta de que aún no estaba en mi sueño fue el recuerdo de cuando Miguel me mostró la entrada secreta con la excusa de tener una segunda opción para el futuro. (Supongo que cuando me enseñó la entrada, se refería específicamente a ese momento.)
Aún temerosa por el sueño, cambié de lugar mi arma, de la bota a la parte baja de mi espalda, por si la necesitaba, quería tenerla lo más cerca posible.
—Llegas tarde. —dijo la señora Leticia de manera petulante.
—No fue mi culpa, hay demasiada gente afuera. —respondí tajante.
Admito que me sentí un poco aliviada de volver a la hostilidad cotidiana.
—¡Basta ya ustedes dos! ¡Todo el tiempo discuten! ¡Arruinan el día! —dijo el obispo, iniciando una discusión campal con todo el clan.
—¡A callar! —gritó enfurecido Miguel, y continuó—. ¿Es que acaso no se dan cuenta que hoy por fin alcanzaremos la bendita conclusión por la que hemos luchado? No discutamos, hermanos míos. Hoy se abrirá el reino de los cielos para los vencedores. Hoy se verán reflejados todos nuestros sacrificios, hoy rendiremos tributo a las personas que dejamos atrás por seguir nuestros sueños. Hoy nos toca reescribir la historia de México y transformarla en algo aún más grande de lo que imaginamos. Juntos, de la mano de Dios nuestro señor, saldremos adelante. ¿Estamos juntos en esto? —
El clan gritó: —¡Sí! —
—Esperen, ¿cuál es el plan? —pregunté confundida.
La señora Leticia, con esa sonrisa burlona que le caracterizaba, me dijo: —Parece que al final, Miguel no confiaba tanto en ti como creía. Pero está bien, hoy es un buen día, tendré compasión de ti. —Se acercó a mi oído para decirme: —Vamos a sacar al presidente de Los Pinos. —
—¿Hoy vamos a ejecutar la operación Porfirio? —pregunté.
—Vaya, quizá aún hay esperanza para ti, policía. Sí, así es. ¿Tienes algún problema con eso? —dijo Leticia.
—No, ninguno. —respondí.
El diputado comenzó a repartir armas que llevaba en una bolsa negra grande, para cada uno del clan, para usar solo en caso de que el presidente mostrase resistencia al salir "por las buenas de Los Pinos".
Revisé las escopetas para comprobar si eran de utilería, como me habían dicho inicialmente que serían. Todas las armas estaban totalmente cargadas. Fue la primera vez en mi vida que sentí miedo de verdad, de ese miedo cruel que te carcome por dentro y te quita la respiración. Me paralicé, entré en pánico y dejé mis armas en el piso. Si no lograba impedir que la operación Porfirio se ejecutara, iba a ser partícipe de uno de los peores crímenes de la nación, ser traidora a la patria.
—Toma tus armas, Isabel. —me dijo Miguel con dulzura.
Para evitar conflictos, tomé las armas como me pidió.
Miguel miró su reloj. A las cuatro veinte de la tarde, salió de nuestro escondite para dirigirse a los manifestantes con un mensaje de gratitud por su lealtad y su dedicación a la misión tal como estaba planeado.
—Mensajeros de Dios, quiero agradecerles por su lealtad. Cuando comenzamos este movimiento, nunca imaginé que tendríamos tanto poder de convocatoria. Nos reunimos hoy para ver reflejados todos nuestros sacrificios. Hoy es el día en el que rendiremos tributo a las personas que dejamos atrás por seguir nuestros sueños. Hoy es cuando nos toca reescribir la historia de México y transformarla en algo aún más grande de lo que imaginamos. Juntos, de la mano de Dios nuestro señor, saldremos adelante. ¿Estamos juntos en esto? ¡Tomen sus pancartas! ¡Hagamos que nuestra voz se escuche! —Dijo Miguel.
—¡Sí! —gritó la multitud.
—¡No los escucho! ¿Estamos juntos en esto? ¡Tomen sus pancartas! ¡Hagamos que nuestra voz se escuche! —repitió Miguel.
—¡Sí! —La multitud estaba descontrolada.
Mientras Miguel hablaba a la multitud, intenté llamar a Jonás, pero el obispo me confiscó el teléfono con el pretexto de que ese día íbamos a depender totalmente del destino que "Dios" nos tenía marcado.
Traté de tranquilizarme para no levantar sospechas de mi oposición a lo planeado.
Admito que Miguel tenía la gracia de un antiguo orador romano y el carisma del cantante de moda de la época para dar discursos.
Dirigidos por Miguel, marchamos al unísono hacia Los Pinos, con el único y pacífico objetivo de desalojar al presidente de la República. La gente nos miraba extraño; unos nos agredían con piedras, otros con insultos. Es ahí donde entraba yo. El clan me dijo que, dada la importancia de la marcha, habría personas que se nos interpondrían en el camino. La encomienda que me dieron era quitar a todas esas personas como pudiera, sin importar si tenía que usar la fuerza o mi arma.
—¡Qué historia increíble! ¿Y lo hizo? ¿Quitó a todos los que se interpusieron? ¿Tuvo que matar a alguien para cumplirles su voluntad? —
Por suerte, no tuve necesidad de hacerlo. Solo recibimos algunos insultos, pero nada lo suficientemente grave como para usar la fuerza. Además, en aquel entonces me veía bastante imponente con un par de escopetas a los hombros y con el gran físico que tenía. Creo que era difícil que alguien se atreviera a retarme.
—¿Bueno, ¿y qué pasó? ¿Cómo llegaron a Los Pinos? —
Cuando llegamos, Miguel instruyó a los manifestantes para bloquear la entrada principal y el clan entró por la fuerza, con el objetivo de buscar al presidente y destituirlo en ese mismo momento. Imagínese la rabia que se apoderó de ellos al saber que el presidente se había ido del edificio solo un par de horas antes, escoltado por el mismísimo General Cuitláhuac. Obviamente, yo había sido cómplice desde el principio. Miguel estaba furioso, me amenazó e incluso intentó extorsionarme con algunos conocidos que tenía en el bajo mundo para evitar que presentara cargos en su contra. Pero como decían los medios, era la chica ruda de la policía y nada ni nadie me iba a amedrentar.
Pese a la magnitud del caso, pasó prácticamente desapercibido al ojo público. Ningún medio de renombre publicó la noticia; apenas algunas revistas locales, las cuales no tuvieron mucho impacto en la sociedad. Ya sabe cómo son las cosas aquí en México: si no se publica, no sucedió. Era como si nunca hubiera pasado una persona que, después de casi doscientos años del golpe de estado de Madero, se atreviera a repetir la misma osadía.
—Disculpe, señora Isabel, quisiera hacer una pausa para preguntarle: ¿No se suponía que el General había muerto? —
¿Que él estaba muerto? ¡Ja! No, no lo estaba. Acuérdese, joven, que hierba mala nunca muere. Ese General tuvo más vidas que un gato: lo balearon, lo acuchillaron, lo golpearon, pero esas son historias que serán para otro episodio. Cuídese en la noche, porque conociéndolo, muy seguramente lo visita solo para darle un susto.
—Claro, claro que sí, usted puede volver al programa cuando quiera. —
Como mencioné, estábamos reunidos el General, Jonás y yo en nuestro departamento cuando a Jonás se le ocurrió un plan loco para que Miguel Ángel y su clan confesaran los crímenes que habían cometido en pro de su misión. Se me había pedido una prueba de la muerte del General, pero no se especificaron las condiciones. Consistía en provocar un incendio en la casa del General; dada su popularidad, los medios no tardarían en enterarse y se volcarían para cubrir la noticia. Eso cubriría la primera parte del plan. La segunda sería que, mientras eso ocurría, ambos caballeros estarían en la oficina del forense ayudándome a robar un cuerpo con las especificaciones físicas del General. Así, cuando los medios encontraran el cuerpo, no levantarían sospechas sobre la identidad. Lo de la cabeza lo agregué yo para darle un poco más de dramatismo.
—Perdone, antes de continuar, ¿qué pasó con los demás manifestantes? ¿No hubo alguno que quisiera continuar la obra de Miguel? —
Claro, hubo muchos. Algunos, gente rica que apoyaba a Miguel, huyeron del país. Otros fueron apresados por perturbar el orden público, pero liberados poco tiempo después. Algunos otros, ya muy involucrados con su ideología religiosa, tuvieron otro destino del cual prefiero no hablar.
Pasaron solo unos cuantos días para que el General me llamara a su oficina para reinstaurarme en mi puesto. ¡Me alegré tanto! Supe que había preparado un brindis para celebrar mi llegada a las oficinas y el fin del caso de las Lomas. Me vestí con mi mejor ropa, recogí mi cabello con un poco de gel para mantener un peinado presentable.
Al llegar a la oficina, mis excompañeros me recibieron con más alegría de la que hubiera esperado. Casi me dieron la bienvenida con fanfarrias, diciendo “welcome back, gringa”. Fueron tan amables. Recuerdo que hasta compraron un pastel para compartir en mi honor. Solo reía tímidamente, ya que nunca habíamos entablado una relación lo suficientemente cercana para sostener una conversación trascendental.
—¿Puedo pasar? —
—Sí, claro, adelante. Por favor, cierre la puerta, Barrientos. —me dijo.
Estaba nerviosa; hacía mucho tiempo que no entraba a su oficina, y mi intuición me decía que algo estaba mal. Todo parecía aparentemente normal: el General estaba sentado en su oficina, con su uniforme bien planchado, su sombrero colocado del lado izquierdo y su puro a medio fumar. Nuestras miradas se cruzaron, ambos sonreímos, pero pude ver tristeza en sus ojos.
— Voy a ser directo, Isabel. Ya sabe que a mí no me gusta endulzar las noticias. A pesar de todas las evidencias incriminatorias, la señora Leticia Álvarez de Robles, mejor conocida como Leticia Robles, fue puesta en libertad. Dicen que, además de no haber encontrado huellas digitales que la señalaran como la autora, para una mujer de su físico era tremendamente imposible ejecutar un acto tan atroz. Quién sabe a qué santo o demonio se habrá encomendado esa bruja para que la policía la dejara libre, incluso a pesar de nuestro testimonio. ¡Ni siquiera nos tomaron en cuenta siendo colegas de trabajo! Ya sabe cómo es nuestro sistema de justicia; que no sirve pa’ pura… Bueno, en fin. Estoy decepcionado, dolido. — me dijo.
— Bueno, ¿y qué hacemos para solucionarlo? ¿Con quién hablamos? ¿Acaso al presidente? ¿Ya le llamó? ¿No se supone que él era su amigo? — le dije.
Hacía tanto tiempo que no recibía una noticia tan fuerte como esa (la última vez fue cuando mi hermano me dijo que mamá había fallecido). Estaba alterada; definitivamente, era una noticia que me había tomado por sorpresa y estaba tratando de asimilar. Yo iba deseosa de volver a trabajar en lo que amaba, en lo que era mi pasión, no para escuchar noticias abrumadoras.
— ¡Nombre, Barrientos, ni me lo recuerde! Mas sabe el diablo por viejo que por diablo. Ya me había adelantado y había hablado con el presidente, pero el muy canalla nos dejó solos. Dice que como el golpe de estado no se llevó a cabo, se podría malinterpretar. Con toda esta cultura de cancelación, tiene miedo de que la gente se le vaya encima, así que prefirió aplicar la vieja táctica de siempre en los gobiernos de este país: “si no lo veo, no pasó”. ¡Ni siquiera nos ayuda a pesar de que le salvamos la vida y su mandato! Ay, Barrientos, ¡sí que se nos complicó todo! Estoy pagando muy caro las consecuencias de tanta tontería que hice en su momento. —
No podía creerlo; estaba impresionada. Tanto trabajo, esfuerzo y riesgos para nada. Estaba decepcionada, pero no me iba a rendir. Algo se tenía que hacer.
—Tengo una solución que no le va a gustar, Barrientos, pero no se la estoy preguntando. Recuerde que aún sigo siendo su superior. Si se la comparto es porque la voy a ejecutar a la brevedad. Me voy a inculpar. Diré que yo lo supe todo desde un inicio, que la señora Robles descubrió que su esposo la volvió a engañar, así que me contactó para pedirme que yo ejecutara a su esposo debido a su físico; ella no podía cargar con tremendo animal y yo lo hice. Nadie sospecharía de lo contrario por nuestro grupo de amistades. Solo de ese modo el mundo podrá saber la verdad, el nombre de la gran Leticia Robles se verá manchado por toda la eternidad, y ese desgraciado del presidente, mi “amigo” ¡ja! Me las pagará. Ni siquiera fue capaz de ayudarnos a pesar de que le salvamos la vida y su mandato. Voy a armar un escándalo tan grande que todos los medios se pelearán por la noticia. —
Por supuesto, me opuse. ¿Por qué los justos tendrían que pagar por errores que no les competían? Tenía que haber una solución. Mi habitual positivismo iba en caída libre después de escuchar esa noticia.
— Necesito redimirme, Barrientos. Yo sé lo que hago. De hecho, esto será beneficioso para ambos. A cambio de esto, usted será promovida a jefa de la comandancia por su tenacidad, perseverancia, astucia y valentía. ¡Ah, y gran intuición, claramente! Jaja. Lo he comentado con los chicos de aquí de la oficina, y todos me dieron su palabra de que la apoyarían en todo lo que usted ordene. Se lo merece, Barrientos; me ha demostrado lo capaz que puede ser. Yo confío en usted. — dijo el General.
—Bueno, General, francamente me toma por sorpresa todo lo que usted me está diciendo. Parece que usted ya lo tenía todo decidido desde hace tiempo. Está bien, si eso le complace, usted sabe que tiene mi lealtad incondicional, ante todo. —
—Otra cosa, Barrientos, antes de que se vaya. —
Como ya teníamos tanto tiempo de convivir juntos, prácticamente mimetizamos nuestras formas de pensar. Algunos podrían decir que prácticamente leíamos nuestro pensamiento; nuestro actuar de igual manera se volvió bastante similar. Me había tomado la oportunidad de conocerlo bien, sin tontos prejuicios que habitualmente le rondaban al General. Sabía lo que me iba a pedir; sabía que era un hombre de honor.
—Sí, General, cuente con ello. —
Vi un brillo genuino en sus ojos cuando él me miró con gratitud. Ambos sabíamos que nuestra historia como mentor y alumna llegaba a su fin. Ahora yo había superado al maestro. Era momento de cambiar de capítulo en nuestras vidas. Nos abrazamos fraternalmente.
¿Cómo no apoyarlo? Si él, a pesar de todo, se había tomado la molestia de creer en mí, de cuidarme y protegerme todo este camino. La tarde del ocho de junio del dos mil veinticuatro, el General Cuitláhuac fue arrestado en un conocido bar de la Condesa por un operativo ejecutado por mí, tal como él lo había anhelado. Si caía encarcelado, al menos sería de manera honrosa, con alguien que le tuviera aprecio, no en manos del enemigo. Llegamos al bar alrededor del mediodía. Al vernos entrar armados hasta los dientes, los pocos comensales que había por la hora salieron corriendo despavoridos del lugar, quedando únicamente el General bebiendo un brandi como era su costumbre.
—General Cuitláhuac, está bajo arresto por los crímenes de soborno, homicidio en primer grado, corrupción y extorsión. Le voy a pedir por favor, de la manera más pacífica posible, nos acompañe a la comandancia. — le dije tratando de esquivar su mirada. Aunque esto era un acuerdo que teníamos, no podía evitar sentir que traicionaba a mi mentor al privarlo de su libertad.
Él miró con nostalgia el vaso de brandi que traía en su mano izquierda. Sabía que iba a ser el último que se tomaría en mucho tiempo. Yo quería dejarlo terminar su copa, pero uno de mis subalternos se mostró prepotente con el General. Le decía ofensas y cosas como “Ahora sí te llegó tu hora, puerco”. A pesar de todo, no se exaltó. Pienso que fue porque debía mostrar respeto ante mi nuevo cargo. Dejó en la barra el brandi que estaba bebiendo, rió y dijo:
—Seguro les parto en su madre a todos ustedes con todo y sus armuchas esas guangas que traen con ustedes. No más no lo hago por el respeto que le tengo a la señorita aquí presente. ¡Bola de pendejos! En mis tiempos se tenía más respeto por los altos mandos. —
Claro, esa prudencia no le duró mucho, ya que terminó propinándole dos o tres golpes a mis antiguos compañeros para crear un escándalo, tal y como lo había prometido. Después de todo, era el General Cuitláhuac De León López, un hombre rodeado de escándalos de inicio a fin. Fue titular de varios periódicos durante un par de meses; tuve que dar ruedas de prensa en varias ocasiones para dar explicaciones de lo sucedido, hasta que, como todo, la noticia fue perdiendo peso, hasta el día de su muerte. Me atrevo a decir que los medios le dieron aún más importancia al arresto del General que al fallido golpe de estado.
—Oiga, señora Isabel, ¿el presidente nunca buscó al General para disculparse por lo que había pasado? Al final de todo, eran amigos, ¿no? —
—El General, en confidencia, me dijo que sí lo buscó un par de veces, pero él nunca tuvo la voluntad de verlo. Acuérdese que era un hombre duro, orgulloso. Además, el presidente no hizo mucho esfuerzo en buscarlo, ni por ayudarle. Solo lo buscó en un par de ocasiones y luego se olvidó de casi treinta años de amistad. Después de su mandato, el presidente se fue a vivir a Italia con su nueva novia. Nunca más se volvió a saber de él. —
—¿Cómo? ¿Desde hace cuánto se conocían el General y el presidente de aquel entonces? Eso no estaba documentado en elexpediente. —
—No se sabe con certeza. Los rumores indican que ambos crecieron en el mismo barrio, pero en la adolescencia cada uno siguió su camino, hasta volverse a reencontrar cuando el presidente inició su carrera política. Dicen que muchos éxitos del presidente se deben al empuje que el General le dio, ya que cuando se reencontraron, este ya se había hecho de un prestigio público. Desconozco el motivo por el cual eso se mantuvo en secreto. Personalmente, no considero nada de malo ser amigo de tal o cual persona, pero como siempre digo, “cada cabeza es un mundo”. ¿No crees? —
—Claro, debieron tener sus motivos para ocultarlo de la luz pública. —
Desafortunadamente, el General Cuitláhuac De León López nunca pudo salir de la cárcel. Además de homicidio, se le agregaron cargos de soborno y extorsión. Sin embargo, fui a visitarlo todas las tardes para llevarle noticias del mundo exterior hasta el día de su muerte. Honestamente, creo que el General nunca tuvo deseos reales de volver a la sociedad. Me reconforta saber que al final hizo las paces con su hija, quien también fue a visitarlo todas las tardes. Cada dos de noviembre, los reclusos lo recuerdan colocándole un altar en su honor. A pesar de haber sido acuchillado en peleas de la cárcel varias veces, murió de causas naturales. Me aseguré de que su recuerdo nunca fuera olvidado por los nuevos reclutas.
En cuanto a la señora Leticia, fue más difícil de localizar, pero ningún vivo puede permanecer "muerto" mucho tiempo. Tuve que pedir ayuda a un buen amigo agente de la Interpol. Me dijo que a él también se le había complicado, ya que ella había hecho un buen trabajo eliminando todo rastro de su vida anterior. Cambió su nombre e incluso se hizo unos cuantos "arreglitos" físicos. Después de varios meses de búsqueda, la encontró en la Toscana, donde pasó sus últimos días de vida. Murió de un cáncer pulmonar, sola en un departamento que su difunto esposo le había heredado. Los vecinos fueron quienes encontraron su cuerpo días después de su fallecimiento debido al olor que su cuerpo putrefacto generó.
Miguel Ángel, dos días después de ser apresado, logró interponer un amparo que le brindó el tiempo suficiente para huir del país antes de que el juez dictara su sentencia por los crímenes de asesinato, liderar una secta que atentaba contra la soberanía nacional, extorsión, soborno, abuso físico y muchos otros cargos más. Viajó por Sudamérica como cualquier prófugo de la justicia de la vieja escuela. Durante ese tiempo, aprendió portugués y se estableció en Brasil, donde estafó a gente vulnerable durante varios años. Sin embargo, se enamoró de la mujer equivocada, ya que se le vio entrar a una favela y nunca más salió. Aunque evitó pisar la cárcel, al final, la vida colocó a cada uno en el lugar donde debería estar.
Cometer errores es inevitable en la vida; en ocasiones, sentirse atraído por el "lado oscuro" es parte de la belleza humana de no ser perfecto. Sin embargo, la vida me ha enseñado que existen dos tipos de personas: aquellas como el General, que pueden sucumbir ante las tentaciones del dinero pero, a lo largo de su camino, aprenden de sus errores y tratan de remediar el mal que han causado; y aquellas como la señora Leticia o Miguel, que una vez que ingresan al lado oscuro, nunca regresan porque les resulta satisfactorio engañar y su destino termina siendo más fatídico de lo que causaron. Creo que nuestro destino ya está escrito, pero depende de nosotros cómo recorremos ese camino para alcanzarlo.
En cuanto a mí, puedo decir que este caso me abrió muchas puertas. Intentaron reclutarme en varias agencias internacionales de seguridad para ayudar con crímenes sin resolver. Mi fama creció, fui invitada a dar charlas y cursos de seguridad en todo el país. Los medios se esforzaron por desacreditarme constantemente, ¿sabes por qué? Simplemente por ser mujer. Al final, fue duro, cansado e incluso difícil, pero lo logré. Decidí quedarme en México, mi hogar, para ayudar a mejorar la imagen del cuerpo de policía. Mi equipo tuvo sus altibajos; siempre procuré mantener su trayectoria limpia de escándalos. Pero te aseguro que esto es fruto de un trabajo constante, paciencia y cariño, con la esperanza de hacer de este país un lugar mejor para nuestros descendientes. Esta historia me regaló mucha satisfacción profesional y crecimiento personal, pero también estrés, preocupaciones y algún que otro moretón. A los treinta y dos años me casé y formé una hermosa familia.
—¿Tuvo hijos? —
—Sí, formamos una gran familia feliz con dos hermosos hijos, María José y Óscar, quienes me dieron cinco nietos adorables, incluyendo a mi nieta Minerva, que está con nosotros ahora. Ella es hija de Óscar. Fue gracias a la insistencia de Minerva que me retiré de la policía. Me decía que ya era momento de pensar en mí, de relajarme de una vida tan agitada y darle oportunidad a las nuevas generaciones de destacar, de marcar la diferencia. Al final, comprendí que ya estoy en la etapa final de mi vida.
En cuanto a mi hermano Jonás, déjame decirte que se enamoró de una chica argentina, muy linda, por cierto, con la que trabajaba en un restaurante como chef. Fue como si fueran almas gemelas que se reencontraron, ya que al poco tiempo de relación, se casaron y se mudaron allá. Durante mucho tiempo viajé seguido para verlos, pero ahora que soy mayor, simplemente hacemos videollamadas, para evitar que muera en pleno vuelo ¡jaja! Sin embargo, me llena el corazón verlos tan enamorados como el primer día.
Espero que esta historia haya sido de tu agrado, reportero Olivera. Hay muchas cosas que me hubiera gustado cambiar, algunas ya son tarde, otras no tanto. ¡Quiero que se divulguen todos los detalles! Soy una mujer mayor, más cerca del Mictlán que de la vida misma. ¡Hagamos la diferencia! Siempre es posible. Quiero cerrar esta entrevista diciendo que somos más los buenos y que sacaremos este barco a flote. No te rindas.
—Qué historia tan interesante nos acaba de compartir. Voy a necesitar días para digerirla. Me gustaría felicitarla por tener el valor de enfrentar desafíos tan difíciles a lo largo de su carrera, por ser una mujer fuerte y decidida. Quiero cerrar este episodio con una reflexión, como suelo hacerlo: “Lo único necesario para que triunfe el mal es que las personas buenas no hagan nada.” No nos quedemos mirando cuando presenciamos un delito. Actuemos, como lo hizo la señora Isabel. Luchemos por nuestros sueños, pues la vida es única y sería una pena desperdiciarla sin realizar nuestros sueños, ¿no creen? Esto es todo por el episodio de hoy. Busquemos la verdad. Si les gustó este podcast, pueden calificarnos con cinco estrellas y compartirlo con sus amigos y conocidos. Y recuerden, querida audiencia, manténganse seguros, alerta, lleven una vida sana y celebren de vez en cuando.
— Tres, dos, uno… corte. Muchísimas gracias, señora Isabel. Me encargaré de que su historia sea conocida por todo el mundo, se lo prometo. Su voz resonará en todos los rincones del mundo. Antes de irme, me gustaría preguntarle, ahora que está retirada, ¿a qué se dedicará? Lo pregunto porque si es posible, me gustaría invitarla a dar testimonio de su vida en unas conferencias que tengo planeadas aquí en la ciudad, para que le resulte más cómodo. Incluso, si gusta, su nieta Minerva puede venir, no tengo ningún problema.
—Sergio, es muy amable de tu parte considerarme útil a estas alturas y pensar que aún puedo cambiar el mundo, pero la verdad es que ya estoy muy mayor para dar conferencias. Cambiar el mundo es tarea de la gente joven; yo ya hice mi parte para marcar la diferencia. Deseo pasar mis últimos días en paz. Además, en confianza, sé que Minerva quiere llevarme a París para celebrar mi cumpleaños. Cree que ha sido discreta al ocultarme la información, pero olvida que aún tengo mi instinto policial que me ayuda a detectar cuando algo se me está ocultando.
—Le agradezco mucho su atención, señora Isabel. Mi equipo ya ha terminado de recoger nuestras cosas. Espero volver a verla y en mejores circunstancias.—
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imnotyourpornstar · 7 months
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Parece todo un plan ideado para tal fin. Para acostase con el chico sin sentirse culpable. Es muy consciente de lo que anda haciendo y con qué se está quemando.
Siempre dice que elige en qué fuegos arder y ciertamente ahora parece hacerlo adrede. Ha tenido mil cosas a cambio pero ella es como Salomé, quiere la cabeza del Bautista y todo está encajando para que suceda.
Su motor en movimiento es capaz de crear, como si fuera el escenario de un sueño, un posible donde ocurre lo que ella quiere. Quedarse sola en casa y hacer una videollamada que la hace sentir extremadamente poderosa y afectuosamente atendida.
Pero es la realidad. Hay otra persona implicada a la que ella no da prioridad, su marido. Ausente de conocimiento, el marido ignora que hay detrás de estos pasos que le están haciendo crecer pero que no son honestos.
No contará la versión de la realidad que está moviéndola, no cree poder pronunciar en voz alta y con arrepentimiento lo que está haciendo desde casi un año.
Lo está haciendo en su interior, en secreto. Jamás ha tocado al chico, pero solo es porque no ha podido hacerlo. No de la forma que a ella le gustaría y eso no es de cualquier forma.
Así que en realidad no ha pasado nada, pero la verdad es que es culpable de todo. La culpa que es muy católica, le pide confesión y acto de contrición seguidamente. Pero ella sigue evitando apartarse de lo qué la está quemando.
Casi como si de una actitud de vida se tratara.
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carloskaplan · 11 months
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Guido Reni: Salomé coa cabeza do Bautista (ca. 1635)
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johnhercar · 1 year
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Sábado, aquí vamos de nuevo
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Abrí los ojos seis minutos antes del mediodía y no salí de la cama hasta pasada la una veintitrés. Evité hacer planes este sábado porque quería visitar a Daniel, pero dos horas antes de lo pactado me avisó que tenía que acompañar a su mamá a la quimioterapia. 
Daniel vive a cinco minutos de mi casa, por eso le dije que cuando volviera del hospital me mandara un mensaje a ver si íbamos a casa de Franco. Dijo que sí. Luego le llamé a Sara para saber si estaba en su trabajo o de nuevo había faltado para ir con Salomé. No me contestó y asumí la segunda opción.
Me paré a servirme un plato de cereal y volví a la cama. Pensé en Lana y ese beso que me dio el martes antes de subirse al Uber. “No nos vamos a ver pronto”, así se despidió. La frase que no salía de mi cabeza, quería verle un lado positivo. 
Sonó el teléfono: Sara. Me dijo que estaba – como pensé – en misión S.S. (como Salomé y ella se nombran estando juntas), que iban de salida a comprar unas cosas a San Lorenzo y en dos horas regresaban. Quedo de marcarme a ver si en la noche íbamos al taller de Carmen. Le dije que sí sabiendo que, como siempre, en dos o tres días iba a reaparecer para contarme otra “aventura bien pinche loca”. Tan predecible entre su vorágine.
- ¡Tristán, te toca sacar a los perros! –, gritó mi hermana desde la planta baja. 
No respondí. Me puse a ver un video de Hanna en TikTok: un baile en ropa interior junto a su novio. Le di 'Me gusta'. Luego apareció un video de un tipo que, ante alguien preparando un pastel, se limitaba a hacer gestos. Vi otros dos tiktoks de él. Me aburrí y le marqué a Raquel.
- Hoy no puedo, Tris, tengo dos consultas, y después quedé de cenar con mi papá – dijo ante mi propuesta de ir al billar de su novio, mi primo.
- Salúdame a los loquitos – bromeé. Soltó una carcajada y colgó. 
A las dos recibí un WhatsApp de David: iba a ir a comer con su mamá y quería ver si el domingo me quedaba mejor. No le contesté, aunque la respuesta era no porque ese día tenía el baby shower de Alex. 
“La época en que tus mejores amigos comienzan a tener bebés es el principio del final”, pensé. Luego reviré y me dije que Alex, desde que lo conozco, siempre ha querido un hijo.
“Esas responsabilidades son la mejor forma de madurar”, lucubré antes del grito que me hizo volver a la realidad:
- Carajo Tristán, saca a los perros a que caguen.
Le mandé un mensaje a Lana a ver si estaba libre, pero para darle emoción a la respuesta apagué mi celular. Me puse otra camiseta y busqué las correas de Arya y Tony Soprano. 
“A veces todo se siente en calma, pero afuera alguien está cogiéndose a quien amas”, fue idea que pasó por mi mente antes de salir con mis perros al parque frente a mi casa, que en realidad es un camellón con hojas marchitas y aguas negras corriendo en su centro. 
"Bonito viernes", pensé. Luego casi me atropella un camión que, con todo y sus bocinas tronadas, traía a tope ‘Sympathy for the devil’, de los Stones.
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