El amor y el odio, dos caras de una misma moneda, que a veces se confunden y se entrelazan en la vida, y aunque parezcan opuestos, tienen mucho en común, pues ambos se nutren de un fuego que quema sin razón.
El amor es un fuego que enciende el corazón, y nos lleva a lugares que jamás imaginamos, nos hace soñar, volar y sentirnos invencibles, y nos regala momentos que quedan para siempre.
Pero el amor también puede ser traicionero, y convertirse en un veneno que nos destruye por dentro, cuando las promesas se rompen, las mentiras se revelan, y el amor se transforma en un dolor inmenso.
Entonces, el odio se cuela en nuestro ser, como un animal salvaje que busca venganza, y nos hace olvidar todo lo que amamos, para sumergirnos en un mar de amargura.
El odio es un fuego que quema sin control, y nos lleva a oscuros abismos de dolor, nos hace perder la razón, la cordura, y nos arrastra a un abismo de locura.
Pero al final, el amor y el odio son solo emociones, que vienen y van como las olas del mar, y aunque nos causen dolor y sufrimiento, también nos enseñan a amar, a perdonar y a renacer.
Así que no importa cuánto nos lastimen, o cuánto tiempo tardemos en sanar, el amor siempre estará presente, para mostrarnos el camino hacia la felicidad.
Y el odio se desvanecerá como una sombra, que se desvanece ante la luz del sol, porque el amor es más fuerte que el odio, y siempre prevalecerá en nuestro corazón.
Cúrate mi niña con amor del más bonito y enciende el fuego Entrega tus dolores Que se vuelvan polvo y vengan nuevas flores Que se vuelvan polvo, que se vuelvan polvo todos los dolores Que los queme el fuego, que los queme el fuego y vengan nuevas flores Que se vuelvan polvo, que se vuelvan polvo todos los dolores Que los queme el fuego, que los queme el fuego y vengan nuevas flores