Mañana, cuando el reloj de la prisión dé las nueve, yo habré entrado en la muerte; es natural que piense en mis mayores, ya que tan cerca estoy de su sombra, ya que de algún modo soy ellos.
Es difícil entender y ser capaz de aceptar que las cosas no son como la pinta el mundo, no son tan fáciles, no son tan hermosas, no son tan arregladas e incluso a veces no son tan organizadas. El mundo no es así, aunque él nos brinde una pantalla de ser la cosa más preciosa existente.
Todo tiene su tiempo, todo toma su tiempo, todo tiene su espacio y lugar en la vida de cada persona, y a veces puede resultar realmente agotador que los demás no sepan eso, que no quieran aceptarlo.
Cada quien tiene su propio reloj.
Eso fue lo que me dijeron, y es simple de entender, ¿no es así?
Cada quien tiene su propio tiempo y va a su propio ritmo para hacer las cosas, a algunos les cuesta más que a otros, otros lo pueden alcanzar más rápido que algunos, pero eso no significa que vayamos apurados o atrasados, todos estamos yendo como tenemos que ir: a nuestro tiempo.
Por eso, deja de ver el reloj ajeno y solo préstale atención al tuyo, porque cada reloj está cronometrado para marcarle la hora a su dueño y tú… No, tú no vas al tiempo de los demás.
Aquel día volviste la esquina y me pareció sentir lo que desde entonces siento. Ahora, mucho tiempo después el reloj marca la misma hora e idéntico día, pero existen sueños que no se derrocharon.
Tú me invitaste a guárdalos y eso sigo haciendo desde entonces. Hay veces en que esa certeza bordea los límites de la tristeza, pero no te preocupes, aún en la lejanía siento tu presente ausencia y eso, solo eso, es lo que importa.