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#relato gris
jorgema · 2 years
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La noche que todo cambió
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La noche había iniciado y el día no había sido tan malo. Él estaba en su cama leyendo un libro cuando su teléfono sonó, era un mensaje. Él al ver quién era sonrió como quien encuentra lo que había perdido. Era ella, su novia amada, la mujer quien le quitaba el sueño de felicidad y el aliento por amor.
Así que comenzó a leer ese texto con emoción, pero, conforme leía ese mensaje, su rostro cambió de felicidad a dolor; sin embargo, fue la frase final en ese largo mensaje, el que trajo luto a su alma: — «Perdón, eres todo lo que quiero de un hombre, pero no lo quiero ahora ni lo quiero de ti.»
Él la llamó, pero ella nunca contestó; él la buscó, pero ella nunca le dio una explicación. — Y fue así como todo cambió esa noche, todo dejó de ser luego de ese mensaje, y todo un corazón se rompió en mil pedazos, por no ser para ella el ahora ni el hombre que ella ambicionaba.
— Microrrelato 26 || @jorgema
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eiri3m-blackw3lls · 1 year
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Noté tu indiferencia, noté tu falta de interés...noté tu abandono y me fuí... aunque me doliera admitirlo aquél ya no era un lugar para mí.
— los "para siempre" no son tan eternos como creí
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estaba-aburrida · 1 year
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(+18) Mi primer encuentro casual... (Parte 1)
Como dije en mi relato anterior... Venía saliendo de una relación que había tomado toda mi adolescencia y parte de mis primeros años de adultez... Por lo que mis habilidades de conquista en la vida real eran nulas... No así mis habilidades online, esas eran de toda una profesional... De una pervertida profesional... Muchas de mis conversaciones con desconocidos eran anónimas... Nunca mostré mi cara, fue lo único que por la mayor parte del tiempo mantuve oculto de todo mi cuerpo... Además, en las conversaciones reconozco que mentí... Mentí bastante.... Cada vez que un chico decía "me encanta hacer X" yo decía "Vaya, a mi igual" y en su mayoría eran cosas que nunca en mi vida había hecho... Pero que moría de ganas por probar...
Fue así que en una de mis noches de ocio, conocí a un chico... Uno bastante simpático en realidad... En nuestra primera conversación hablamos de sexo, pero de una forma "normal", sin tocarnos ni mostrarnos, fue de hecho una conversación muy agradable...
Pasaron los días y seguimos hablando, cada noche lo mismo.... Hasta que un día, decidí decirle que quería su opinión sobre ropa interior que había comprado... Y fue ahí que iniciamos una videollamada, yo sabía perfectamente lo que haría y la forma en como debía hacerlo... Era una estrategia que había ocupado miles de veces y nunca me había fallado... Y también, nunca me había sorprendido el resultado... Hasta ese día... Vaya que me sorprendí...
Comencé mostrando ropa interior normal, calzones comunes y corrientes, sostenes comunes y corrientes... Para cambiarme, salía del ángulo de la cámara y tenía ordenado todo lo que iba a ponerme... Eran 3 sets de ropa interior, uno normal, uno con encaje y uno traído desde una película +18 que compré en una sex shop... Mi plan era llegar a ese último y comenzar a desvestirme para que no pudiese aguantar el deseo de tocarse... Pero no fue así...
Cuando le mostré el primer par de lencería, generalmente los chicos que lo veían se volvían tímidos o ansiosos por esperar al siguiente.. Este chico fue distinto... Me miró y su tono de voz cambió...
Me dijo "Date la vuelta"... obedecí... "Abre tu culo y agáchate" Obedecí con picardía... Sin comprender tanto su faceta dominante que había permanecido oculta hasta ese momento"... Mi ropa interior era de color gris, era mi clásica ropa interior para ejercitarme...
Una vez que me examinó por completo, me dijo "Quítate el sosten"... y obedecí una vez más.... Fue entonces que me ordenó hacer un montón de cosas que nunca había hecho.... Me pidió que escupiera sobre mis pechos... Que tocara mi vagina por encima de la ropa interior.... Y yo obedecí a cada una de sus demandas... Sin embargo, jamás lo vi tocarse...
Estuvimos así unos 15 minutos... Yo estaba ardiendo... y ahí fue que me volvió a pedir que me diese la vuelta y enseñase mi culo... Cuando lo hice y abrí mis gluteos, pude darme cuenta de lo que quería realmente.... Quería ver lo mojada que estaba a través de mi ropa interior... Y créanme, estaba completamente mojada....
Fue entonces que me dijo "Te gusta obedecer... quieres ser mi perra?" Y me sorprendí... Yo quería tenderle una trampa y caí por completo en la suya... Nunca en la vida me había considerado particularmente sumisa... La humillación me parecía interesante verla en películas... pero a mi??? Yo??? Perra???.... Sorprendentemente, me gustó la idea... Deseaba ansiosa por verlo tocarse... Era todo lo que quería en ese momento....
Y así fue como otra vez me sorprendí... Me dijo "Mañana nos vemos entonces?" Y colapsé.... No había tenido sexo con nadie hace demasiado tiempo, mi vida sexual se centraba en masturbarme y bueno... Masturbarme para otros...
Le dije que quería verlo tocarse antes de garantizarle que nos juntaríamos... No era porque me causara curiosidad su pene solamente... Era porque quería huir de la responsabilidad de tener que reunirme con un extraño...
Ante mi petición me dijo "Si quieres algo de mi, te lo tienes que ganar"... Pregunté de qué forma podía hacerlo... dijo que me quitase la ropa interior y la introdujese en mi boca.... ¡¿?! Nunca había hecho eso en mi vida.... Pero bueno, me había chupado los dedos después de tocarme demasiadas veces como para quejarme... Lo hice... Acerqué mi cara a la cámara lo suficiente como para que se viese hasta mi nariz.... Y fue ahí que se levantó y dejó ver su pene.... que comenzó a frotar....
Yo estaba inclinada ante mi notebook y lentamente pasé una mano entre mis piernas para tocarme después de verlo... No era un pene particularmente gigante, había visto mucho más grandes... Pero este era atractivo, era grueso... Apetitoso.... Y comenzó a tocarse tan rápido que podía ver sus testículos brincar de un lado para otro.... Al ver eso desee que me golpeasen la vagina mientras me penetraba.... Y de un segundo a otro, se detuvo y dijo "No te toques".... ¿? Pregunté por qué... aún con dificultad para hablar por tener mi ropa interior en mi boca..... Y dijo que no podía hacerlo sin que él lo ordenase... Y así.... Apreté mis muslos sin parar, tratando de frotarme... Esto ocurrió por unos 2 minutos... Me dijo que volviese a darme vuelta y abriese mi culo desnudo.... Yo estaba completamente mojada.... Acepté... Él sonrió... Y me dijo "Todo por hoy... mañana nos juntaremos".... Y yo no podía creerlo.... No acabó... No acabé.... Solamente jugó conmigo... Y eso me encantaba.... Pero juntarme????? Nunca lo había hecho en mi vida con un desconocido....
Traté de ser evasiva... pero antes de darme cuenta ya le había dado mi teléfono... Había accedido a algo que nunca había hecho y estaba completamente preparada para inventar una excusa....
Al día siguiente por la mañana, mi ansiedad estaba en su máximo punto... No sabía qué inventar de excusa... Además, él no había visto mi rostro... Yo si había visto el suyo... Era lindo... No demasiado para intimidarme ni lo suficiente para sentirme obligada a ir.... Pero aún así, él no me había visto el rostro... Sabía que no le iba a parecer fea, pero aún así me preocupaba... Además... Si me juntaba con él.. ¿Qué cosas me iba a ordenar? No fui honesta con mi falta de experiencia...
Recuerdo que le dije que en el sexo oral era muy buena.... La verdad que no lo era, me ahogo con facilidad, dije que podía aguantar un pene en mi garganta sin muchos problemas... Algo que nunca había hecho... Solamente había practicado con pepinos en mi casa y nunca tuve éxito... Solamente fui parcialmente honesta cuando dije que el sexo anal era interesante pero que me dolía fácilmente... Y era algo que nunca había siquiera tratado... Solamente sabía que dolía porque es de conocimiento general... Pero efectivamente me parecía interesante...
Otra mentira que dije, era que me gustaba que acabasen en mi boca... Lo que nunca había hecho en la vida... Estaba completamente atrapada....
Por la mañana, me duché, cuando me limpiaba en la ducha, recuerdo lavarme el culo y dejar entrar uno de mis dedos... No fue complejo... Intenté con 2... Y no pude sentir placer alguno, de hecho, me ardió un poco... pensé que era por el jabón.... Pero aún así, no estaba lista para nada.....
Y así fue que las horas pasaron... Y acudí al encuentro en la estación de metro que señaló.... Vestida de la forma en que me dijo que lo hiciera... Iríamos a un motel.... Mi primera visita en la vida a un motel.... Mi primera vez con un desconocido... Y seguramente habrían demasiadas primeras veces esa tarde... Tenía miedo.... O ansiedad... No sabía lo que era... Pero estaba ansiosa.... demasiado ansiosa...
Llegué antes, calculé mal el tiempo... Estaba sentada fumando... Mirando a cada persona a mi alrededor.... Cuando escuché una voz atrás mío diciendo "Hola, te hice esperar?"... Mi corazón se detuvo por lo que pareció ser una infinidad de tiempo...
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chicacielogris · 9 months
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Relatos de mi diario sobre cosas que jamás pasaron
Querido diario... Ahí estaba yo, viernes en la noche. Estaba apunto de meterme a la cama cuando solo mi teléfono, era mi mejor amigo.
Hacia un par de semanas que él y su novia habían roto así que creí que me llamaría por un bajón o tal vez estaba pedo y necesitaba apoyo moral.
Por suerte no era el caso, solo necesitaba un favor: 'Ocurre que mañana es esta boda a la que me habían invitado hace algunos meses, se supone iría con ella pero, obvio, ya no se va a poder, ¿irías conmigo? la neta me hace falta distracción pero no quiero estar solo...'
Me la pensé por un segundo: '¿de quién es la boda?', pregunté por curiosidad. Él, astuto me ignoró y prosiguió a rogarme: 'Anda, te encantan las bodas, no me vayas a dejar morir con extraños...'
Por supuesto, no lo iba a dejar morir solo, así que acepté.
A la mañana siguiente saque todo lo que tenía en mi closet buscando algo decente que usar en la boda, lo más lindo y sutil que encontré fue un vestido morado, lo había comprado el año anterior para ir al cine a ver la película de taylor swift. Un vestido morado similar al usado en speak now tour, cosa que me dio risa porque lo usaría para una boda.
Dejando de lado la ironía del vestido morado proseguí a arreglarme y esperar que mi bf pasara por mi. Paso todo el camino hablándome sobre su mal de amores y negándose a responder mi pregunta sobre quien se casaba.
Habíamos omitido la ceremonia religiosa porque no era de nuestro gusto y llegamos directamente a la recepción en el salón donde se haría la boda por el civil de aquellos desconocidos.
Lo que aconteció apenas entramos fue digno de una sitcom. Apenas entre por aquel pasillo adornado de luces, tomada de la mano de mi mejor amigo cuando, todos los invitados, incluyendo a los novios volearon a verme, sorprendidos. En shock.
Resultó que aquel que se casaba era un ex novio mío de la prepa (viejo amigo de mi bf) , con quien las cosas no terminaron muy bien y cuya ahora esposa me odiaba de sobre manera (exagerado a mi parecer).
Mi mirada, seria se volvió hacia mi amigo exigiendo una explicación, su mirada me respondió con un 'lo siento' juguetón. Del otro lado del lugar, el novio me miraba con sorpresa mientas que la novia con un enojo bastante evidente.
De pronto, un ejemplar con un amplio traje de brillos y un porta papeles corrió hacia el dj, emocionado y con una sonrisa traviesa. Entonces sonó la canción...
Al reconocer que él dj acababa de recibirme con la mismísima canción de speak now, en la boda de un ex y con vestido morado, no pude con la pena, tome a mi bf del brazo y nos fuimos corriendo a algún rincón para evitar reírme.
Después de la ceremonia y la comida decidí salir a tomar aire y me encontré con el wedding planner y su traje de brillitos, quien resultó ser swiftie y se le hizo chistoso verme entrar con el vestido morado. Entonces proseguí a contarle mi dramática e infantil historia con él novio y el porque todos estaban tan sacados de onda.
Mi bf salio a fumar y nos encontró platicando, así que le contamos la historia de la canción y el vestido morado. Los tres morimos de la risa con la s historias.
La noche paso sin más disfrutando la fiesta, evitando el drama y con un nuevo amigo.
Te juro que nadie me creería esta historia sino fuera porque el camarógrafo capto el momento exacto de mi llegada. Mi nuevo amigo de aquella noche me consiguió el clip y ahora lo guardo porque vaya que fue divertida la serie de coincidencias.
xoxo gris
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alasdepaloma · 1 year
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**RELATO CORTO**
“No puedo hablar del amor, sin antes hablar de él…”
No puedo hablarte del amor si es que antes no te hablo de él. Sí, te parecerá absurda mi respuesta, tal vez te parezca hasta exagerado mi proceder, pero créeme, si antes no te hablo de él, no podré explicarte cómo es que yo logré conocer el verdadero amor.
Siempre soñé con un amor, uno de esos correspondidos que desde pequeñita observé en esas películas llenas de un melifluo romance. Soñaba con amar y ser amada hasta de una manera irracional, desmedida y utópica. Será que nací bajo esa estrella de la tinta que define el nombre de un poeta, de un escritor. Soy una loca, una demente, una lunática de todo lo que abrigue a ese tema del amor romántico. Le escribo al amor todo el tiempo… y ya antes de conocerle le escribía al amor… Pero, no fue hasta que lo conocí que puedo decir que mi visión de ese estado que nos vuelve resistentes y endebles al mismo tiempo, logró aclararse y hasta cierto grado llenarse de una dulce acritud.
Lo conocí en el mes que divide al año. En un anochecer húmedo, gris, de viento gélido, donde los susurros de los árboles arrullan hasta a las almas plagadas de desdén. No se percibían los astros, los nimbos mullidos se agolpaban en el lienzo renegrido que había dejado ya de ser cielo. Yo escribía en mi diario, sobre la mesita de madera que me había acompañado en mis soñadoras travesías desde que tenía yo nueve años. Tenía la ventana abierta en toda su integridad. Me gustaba mirar al firmamento, pedir y pedir día con día muchísimo amor, un profundo amor para redactar mi amada poesía. Siempre sola. Siempre melancólica. Sin embargo… dentro de todo, feliz. Bastante ambivalente mi vida, pero qué puedo decirte, así es la vida de un escritor.
Mi amante inspiración se vio súbitamente paralizada por la voz de este joven; su timbre era grave y su entonación muy desesperada, parecía que hablaba con alguien, al escucharlo pude inferir que hablaba por teléfono. Gritaba y le reclamaba a su interlocutor por una supuesta deslealtad. De verdad, se me fracturó el corazón al escucharlo; no parecía engrandecer su dolor, realmente estaba sufriendo por su decepción. Sentí una profunda compasión por él.
Me incorporé de mi lugar y, cuidando de no ser descubierta, apagué la lucecita de mi lámpara de escritorio e, inquieta, busqué su imagen. Era un joven de aproximadamente 27 años, delgado y alto, de tez blanca, su cabello parecía oscuro, y se empañaba aún más porque iba húmedo por la lluvia. Llevaba una barba no tan prominente en su rostro.
Puedo jurar que al verlo, de alguna manera me conecté a su dolor. No sé cómo fue, pero, sentí tan mía su desolación.
Recuerdo que se recargó en la pared de la casa de enfrente mientras colgaba la llamada y acto seguido aventaba su celular. Veía al cielo en tanto mordía sus labios con bastante frustración, yo ya no podía saber si lo que recorría su mohíno rostro eran sus lágrimas o las prominentes gotas que se precipitaban de los nubarrones.
Él temblaba. Temblaban sus manos, temblaban sus piernas, temblaba su vientre… Su humanidad entera vibraba en la energía del miedo y del dolor.
Quise ayudarlo. Él cuestionaba a Dios sobre su situación, buscaba una respuesta, pero, nadie respondía a su súplica. Temí por su vida, es así que rápidamente escribí, con un plumón que tenía al alcance, sobre una hoja de mi diario —que antes arranqué —: “Toda ruptura trae un nuevo nacimiento. Y nacer, puede doler. Pero… volverás a ser tú, volverás a crecer, volverás a amar, volverás a tener fe.” Y firmé con mis iniciales: “Z.A”. De inmediato alcancé una bolsita de plástico pequeña y ahí metí el papelito —no sin antes doblarlo— con una pulserita mía de abalorios de varios colores, para ponerle peso a la misma y así lanzarla más fácilmente. Cuando lo vi bajar su rostro, elevé mi brazo y con todas mis fuerzas arrojé el mensaje. De esta forma logré llegar a él. Rápidamente volví a ocultarme y ahí me quedé entre las sombras, sin volver a saber de su existencia. Día y noche yo esperaba que de alguna manera mis palabras le hubieran ayudado a mermar un poco su dolor… Y, en mi fantasía, yo llegué a tener la esperanza de que ese pequeño recado lo hubiera tomado como la respuesta que en ese momento esperaba recibir de Dios. En fin. No supe más de él. En ese entonces yo tenía 21 años, acababa de egresarme de mi carrera tres meses atrás, soy Licenciada en Filosofía y letras, escritora, ensayista y profesora de una universidad de la ciudad en la que ahora vivo, pues me mudé de mi lugar natal; tenía cinco libros publicados ya en ese momento, donde ya habían transcurrido curiosamente también, cinco años desde ese evento. Mi última novela escrita hasta entonces era precisamente: “No puedo hablar del amor, sin antes hablar de él…”, mi novela más leída y con mayor éxito. Les contaré porqué.
Yo trabajé para varios diarios y para revistas, gracias a eso pude abrirme camino e ir publicando mis obras. Sin embargo jamás, y debo de admitir que por mi timidez y mi introversión, quise mostrar mucho mi rostro o incluso mi nombre. Todo mi trabajo está firmado bajo las siglas ‘Z.A’.
Aquella mañana que evocaba mucho a esa noche cuando ese joven quedó grabado en mi alma, yo tenía que hacer mi presentación de esa novela. Ya estaba todo listo. Me habían invitado a exponerla y aún a sabiendas de mi falta de valentía para hablar delante de un público, acepté la propuesta. Jamás a nadie nunca confesé, que lo que me había inspirado a escribirla había sido ese lozano hombre y todo lo que imaginé de él gracias al contexto en el que lo conocí. Ciertamente él y yo conectamos nuestras almas aquél momento, triste para él y afortunado para mí, pues gracias a ese amor que emergió de mi ser al conocerle, siendo unos absolutos desconocidos, se pudo engendrar una sublime creatividad en la totalidad de mi ser. Armé toda una historia acerca de un amor onírico, que muy en el fondo, supe que era real.
La sala estaba llena, cosa que mi ego profesional agradeció mas no mi retraimiento. Mi corazón bombeaba más sangre de lo que debía y sentía que me asfixiaba hasta desfallecer. Era la primera vez que hablaba ante un público por espacio de más de una hora: entre la exposición, las preguntas que debía responder y los autógrafos. Estaba sumergida en una exacerbada inquietud.
Por fortuna pude hablar bien y sin ninguna muletilla que delatara mi falta de experiencia en comunicación oral. La etapa de preguntas y respuestas también avanzó sin mayor preámbulo, todo de forma bastante fluida. Y por fin llegó el momento de dar autógrafos y agradecer a la gente por leer mi trabajo.
Una larga fila de personas aguardaba por su firma, dedicatoria y una fotografía con la autora. De forma automática yo deslizaba la pluma poniendo mis iniciales, tímidamente sonreía y participaba de la toma fotográfica.
Hasta que…
Él extendió mi libro frente a mi mirada.
Los rostros que impactan para bien o para mal jamás se olvidan.
Era él…
Sí, era el joven por quien quedé obnubilada aquella noche y también la razón de estar ese día ahí, presentando mi trabajo.
—¿Z.A? —Puso el libro en mis manos— ¿Eres la misma Z.A?
Se tomó el tiempo de meter su mano derecha en el bolsillo de su pantalón para sacar la nota que yo le había redactado varios años atrás. Por unos instantes quedé aturdida y sentí que todo el calor del centro de la tierra se agolpaba en la totalidad de mi rostro. Enmudecí ante una multitud de testigos que aguardaban en la fila y me observaban con una amplia sonrisa. Quise desaparecer, pero al mismo tiempo, mi alma deseó desnudarse de los prejuicios, de los miedos, de mi cortedad y… simplemente gritar que sí, que yo era esa ‘Z.A’ a la que embelesó sin intención cuando él estaba rompiendo su relación.
—Eres mi Z.A… Lo eres.
Me dijo con la voz trémula en tanto me tomaba de la muñeca para observar una pulserita de abalorios parecida a la que en aquel momento lancé junto con el mensaje.
—Te estuve buscando por muchos años… Tu libro me trajo a ti, esa historia que has redactado, ese amor que emana de tus páginas… No sé aún cómo te llamas realmente, no sé qué significan esas iniciales… Sólo sé que has movido mi mundo y me has llenado de fe. Si no cometí una locura aquella vez fue por tu nota. Gracias por todo… ‘Z.A’
No pude articular palabra. Inesperadamente mi alrededor desapareció. La gélida brisa del exterior invadía todo el lugar. El petricor cautivaba cada uno de mis sentidos. Sentí que estaba dentro de la historia de un libro. Sentí que abandoné mi cuerpo y súbitamente me convertí en alma. Parecía que el corazón se iba a detener. De verdad, me gustaba, me gustaba y ya le quería. Era rara esa sensación… es ilógico estar enamorado de alguien a quien ni siquiera conoces, pero eso sentía, y ni yo misma era capaz de definir el porqué.
—Dime al menos tu nombre, no puedo vivir con esta obsesión toda mi vida. He seguido tus pasos y algo dentro de mí que no sé cómo llamarle, una chispa, una intuición…
—¿Puedes esperarme a terminar, por favor?…
Deseaba que la tarde se dilatara pero, no fue así.
El evento terminó y tuvo bastante éxito.
Él esperaba sentado, un tanto inquieto, en una de las sillas de metal de la explanada donde ya antes había yo dado mi discurso.
Me acerqué a él, un tanto tímida; mis manos sudaban a borbotones. Estaba experimentando bastante ansiedad por ese suceso repentino. Me puse de pie frente a él. El tiempo se detuvo.
Él alzó su mirada y sin ningún ápice de prisa, me observó detenidamente el rostro. No puedo recordar por cuánto tiempo permanecimos en silencio.
—Zhayli… Así me llamo… ¿Y tú?
—¿Qué significa la letra ‘A’? —Repuso con bastante curiosidad haciendo caso omiso a mi pregunta y acto seguido se puso de pie.
—Amor… Zhayli Amor.
—¿Amor? Cuándo iba a dar con tu apellido… Demasiado poco común como lo eres tú… Me gustas ‘Z.A’, quiero conocerte y quiero tener una oportunidad contigo… Grabaste tu nombre en mi mente, en mi alma y en mi corazón… Te busqué por muchos años. Sé, por tu obra que tú también me has estado esperando… No soy un sueño, no soy una utopía, no soy un imposible… Aquí estoy y estaré para ti si así me lo permites, mujer bonita.
Y… Se lo permití.
Alberto, así es como se llamaba el amor de mi vida. Y sí, en definitiva él fue el amor de toda mi vida y no sólo de ella, sino de mi inspiración, de mis escritos, de mis sueños, de mis desvelos, de mi alegría y de mi dolor. Y hablo de que así se llamaba porque, justamente hace cinco años falleció. Nos conocimos poco, no requerimos de conocernos más pues ya nos conocíamos de otras vidas, de otros mundos, de otros planos. Éramos almas enamoradas y lo seguiremos siendo. Tuvimos una hija, ella ya es adulta y es arquitecta. Es aún soltera, pues espera el arribo de su alma gemela o una historia parecida a la de sus padres.
Estoy escribiendo las últimas líneas en mi diario, una libretita color esmeralda que Alberto me regaló en nuestro primer aniversario. Las últimas, sí… Ya soy una mujer vieja y enferma de ochenta y un años. Escribo estas líneas para hacerles saber que el amor de almas realmente existe. No pierdas la fe de encontrar tu amor. Siempre hay alguien para uno, siempre seremos de un alguien, el tema aquí es ser lo suficientemente pacientes para esperarlo y lo suficientemente fuertes para hacer nuestra vida y dedicarla a lo que más amamos mientras llega nuestro compañero de vida.
Es probable que hoy mi corazón al final del día se detenga, pero no mis letras… ni mi amor por él, ni mi amor por el mismo amor. Era necesario decirte a ti, que me lees, que no podía hablar del amor sin antes mencionarlo a él.
Dime… ¿quién que no te ame de verdad se guardará para ti no importa el tiempo ni la distancia ni las condiciones?
Sólo aquel que conjugue el amor a través de su propia acción, a través de su propio nombre.
—PalomaZerimar.
**Imagen Pinterest**
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prof-marvolius · 3 months
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Críptido del día: Perezoso Terrestre Patagónico
Descripción: En 1890, el gobernador de Santa Cruz, Argentina, afirmó haber visto un "pangolín" del tamaño de una vaca, con pelo gris rojizo en lugar de escamas. Esta descripción coincidía con la del Neomylodon, un perezoso terrestre extinto, así como con los relatos de los nativos sobre un temido cuadrúpedo visto por sus antepasados.
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sensibilidark · 4 months
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RELATOS CORTOS DE UNA VIDA CORTA
Parte I : Marga y su trágico acento.
Veo, en una mañana gris, las líneas que atraviesan por la ventana. Me hacen compañía en una soledad casi inexplicable.
A mi lado reposaba un fragante amante, con ojos semidespiertos, pólvora en sus dedos y pequeños hilos blancos colgando en su mejilla. Quise decir que era mi amante pero casi no se notaba su presencia, parecía una imágen a punto de ser eliminada y descansaba tan cálidamente en mi almohada blanca.
Pensé por un segundo que quizás sea una buena idea hablar. Nunca hablaba con nadie, tampoco quería hacerlo pero me incliné un centímetro y con entusiasmo lo empujé, con un poco de agresividad, para despertarlo.
No lo hizo.
Suspiré como señal de derrota, no sentía que debía hacer algo más.
"Nunca hablo", pensé.
Y en concreto, tampoco me animaba hacerlo. Hablar me cortaba el aire y la paciencia que sentía a entrelazar un vínculo, sin desastres naturales en el medio.
Particularmente, mis amigos me dicen que es bueno hablar, la comunicación es primordial pero, ¿Qué sentido tiene cuando nadie te entiende?
Tampoco creí que él sería alguien diferente, alguien del que podría inaugurar mi primera palabra. No lo quería intentar.
Me levanté y me dirigí hacia la silla donde estaba mi ropa, me vestí y busqué mis llaves. Aunque vivía en ese departamento no me iba hacer mal irme por un rato.
Guardé con cuidado la llave en mi bolsillo y salí.
Las horas pasaban tan lento que me distraje en pesar por qué no podía emitir un sonido y ¡sí podía hablar!, solo que no quería.
Mi voz estaba encerrada en mi cabeza, dándole protagonismo a mis pensamientos. Había encontrado algo que no podía encontrar en los demás, me encontré con una voz interna que me aconsejaba, me daba lo que necesitaba sin pedir nada a cambio, tampoco me manipulaba y sobre todo: no me gritaba.
Entendí entonces que yo podía ser alguien totalmente independiente pero solitaria.
Nunca le pregunté el nombre a esta persona que se durmió debajo de mi almohada blanca, tampoco sabía su edad o su dirección, si le gustaba nadar o preferiría jugar ajedrez. No sabía nada.
¿Me importaba?
No. Definitivamente no.
Pero a veces me siento tan sola en este lugar.
historia dedicada especialmente a mi amiga Verónica, ella sabe con cuánto entusiasmo escucho sus diálogos internos.
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"Posesión infernal: El despertar"
Regreso loco y frenético .. junta todas las pelis de miedo que realmente te hayan asustado y sale "POSESIÓN INFERNAL" .. es BRUTAL, gore y violencia a la altura de un clásico del terror
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"Posesión infernal: El despertar" recupera lo mejor de la trilogía "Evil Dead", de Sam Raimi, y le da un aire contemporáneo. A la vez, se concentra en la repugnante perspectiva del mal de las cintas anteriores de manera mucho más gráfica y potente.
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Uno de los grandes atributos de "Posesión infernal: El despertar", de Lee Cronin, es su magistral uso del contexto para aterrorizar. Pero si la célebre trilogía de terror "Evil Dead" de la cual procede narraba el miedo desde espacios abiertos, bosques y cabañas solitarias, en esta ocasión, el escenario cambia.
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Un viejo y destartalado edificio de Los Ángeles se convierte en una puerta al infierno —literal y figurado— y en una más de las tantas entidades que pueblan la cinta. Lo que permite a la película profundizar en ideas y planteamientos por completo desconocidos acerca del terror repugnante y la maldad sobrenatural.
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A pesar de que su primera escena ocurre, precisamente, en una cabaña en escombros junto a un lago. La cámara observa con cuidado, integrando el paisaje silencioso a la idea de permanencia. El cineasta Lee Cronin conoce la poderosa influencia de la saga imaginada por Sam Raimi y no olvida que la cinta que dirige es una continuación. Mucho más alegórica que directa, "Posesión infernal: El despertar" explora la misma idea del elemento monstruoso que debe acceder al mundo corriente a través de un objeto.
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El Necronomicón va a caer otra vez en manos incorrectas. Los Deadite volverán a encarnarse. Solo que, ahora, tendrán un nuevo lugar en el cual cometer sus atrocidades.
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La película avanza con rapidez hacia su trama central. Hacia el retorcido punto de vista acerca de que la oscuridad, incluso en una gran ciudad, esconde monstruos. Tan peligrosos, voraces y al acecho como el bosque más profundo. En sus primeros diez minutos, "Posesión infernal: El despertar" aclara un punto crucial. El escenario cambia, pero el poder de la invocación a las penumbras de lo desconocido es tan espeluznante como siempre. 
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De la misma forma en que lo hacen otras entregas de la saga, los personajes juegan un lugar central en la trama. No son accesorios, ni tampoco víctimas propiciatorias al recorrer los conocidos códigos del terror. Esta vez se trata de dos hermanas. Beth (Lily Sullivan), una madre soltera, decide reunirse con Ellie (Alyssa Sutherland) en un momento especialmente caótico de su vida. Poco a poco, el argumento juega con la perspectiva de que el desorden emocional es también una parte del que rodea a sus personajes. 
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Las tomas muestran, en borrosos primeros planos, las paredes cubiertas de moho y telarañas. Los pisos agrietados, los muebles viejos. En Los Ángeles, la decadencia tiene algo de devastación silenciosa en el hormigón gris y los muros de argamasa que podrían derrumbarse con facilidad. Aunque, en realidad, el horror se encuentra bajo tierra. Cuando un terremoto descubre un nuevo ejemplar del libro condenado, "Posesión infernal: El despertar" abandona su mirada contemplativa.
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Entonces, la vieja herencia de la destrucción, la sangre y lo grotesco deja atrás cualquier otro giro de guion. El relato se concentra en vísceras derramadas, en el paso de Deadite, viscoso y estremecedor. La muerte se extiende por todas partes y las hermanas deberán luchar contra ella como puedan. Pero no tienen armas contra un enemigo que toma docenas de formas distintas. Un mensaje que la trama de "Posesión infernal: El despertar" repite con acierto en varias de las escenas más repulsivas del cine de terror actual.
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Por supuesto, Lee Cronin rinde un homenaje directo a la franquicia de los años ochenta y noventa. En su conclusión, las dos hermanas han logrado vencer, a costa de dolor, miembros amputados y horrores incontables, a las criaturas malignas que invoca el libro. 
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Pero, en su última escena, queda claro que no todo ha terminado. Que esta entrega abrió la puerta para un inframundo retorcido en constante expansión. Una sorpresa bien recibida que, probablemente, enlaza la película con un prolífico futuro en el género de terror.
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Sangre a raudales, amputaciones, posesiones en masa ... no apta para personas sensibles al miedo, pero FANTASTICA!!!
youtube
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to-gray-tones · 5 months
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No se si el mundo nos quedó chico si nosotras somos demasiada pequeñas para este mundo me ahogo en la multitud o estoy fuera de la capa oxono si yo soy mundo inexplorado y si la que le falta explorar el mundo soy yo si mis sueños son demasiado para una persona diminuta o si yo soy demasiado para sueños tan poco importantes. Me estoy muriendo pero aún sigo viva de mi no queda más que un pequeño grano o si de en mi yo soy lo que sobra estoy perdida en mi en mi ser en quien soy y quien quiero ser quien me llevaba de la mano hoy no existe y voy con una lúgubre sonrisa escondiendo lo que soy una nube gris que está atormentada por qué es tan desafortunada y atada con todo 💔sin sentido sin razón como este relato sin contexto.
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cebri-s · 8 months
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Miedo
Me bajé del colectivo y la lluvia ya caía a baldazos.
No recuerdo de dónde volvía, ni por qué motivo me había levantado tan temprano ese día. Si recuerdo que solo pensaba en volver a casa y en las horas que me quedaban disponibles antes de tener que sentarme a trabajar en la compu, como todos los días, como todxs.
Llegué a la madriguera después de sortear los clásicos obstáculos que se le presentan a una peatona cuando camina en calles de tierra.
Unos cuantos charcos, piedras que aseguran el paso firme y algunas superficies de barro con ese aspecto liso que es tan perfecto, sin marcas, que te tienta a probar suerte y meter la zapatilla para saber si se va a hundir (como la huella de alguien más que se ve cerca) o si exitosamente será una falsa alarma y podrás avanzar por ese camino, saliendo airosa y con esa batalla ganada.
Dejé la puerta del frente abierta, me saqué las zapatillas completamente embarradas (prueba de una nueva batalla perdida) y fui notando como el día gris acompañaba mi derrota, poniéndose cada vez más oscuro.
Sonó mi celular y observé una notificación de la Puchi que me preguntaba qué estaba haciendo, como adivinando que mis días se habían vuelto cada vez más rutinarios y que necesitaba escapar del mundo por un rato.
Le conté mis aventuras previamente mencionadas y sin más, me hizo una video llamada.
Ella estaba acostada en una camita de una plaza y del otro lado de la pantalla podía observar como el sol de Avellaneda la iluminaba de tal manera, que sólo podía concentrarme en ese resplandor que quemaba su imagen transmitida por el celular.
Me dijo que estaba leyendo un poema, que eso la hizo acordarse de mí y que por eso me llamaba. Había recordado sus días habitados en la Madriguera y necesitaba escaparse un rato de su mundo y leérmelo en voz alta. De modo que, para mi suerte, pudimos meternos en ese túnel del pasado acompañadas una vez más por su lectura y mi escucha.
Ella vivió brevemente en la Madriguera conmigo y una de las actividades, de tantas que disfrutábamos compartir, era la lectura en voz alta.
Los escenarios podían ser debajo del algarrobo, acostadas en la hamaca paraguaya, sentadas en la mesita en el jardín con el sol de pleno en la cara, o tiradas en la orilla del lago peleando con los mosquitos.
Siempre leíamos algo escrito por alguien más.
Leíamos poemas de un libro nuevo que ella había comprado y debatíamos sobre nuestro favorito y los motivos de la elección. Leíamos capítulos de algún libro ya empezado, en donde nos interrumpíamos para consultar sobre la historia detrás de los mismos y cómo había llegado el personaje hasta ahí.
Hasta ese día lluvioso de un lado y soleado del otro, nunca habíamos leído o escuchado algo escrito por la otra, pero esos días iban a quedar en el pasado.
Luego de terminar de leerme ese poema, interrumpido por nuestra video llamada, me comentó que había empezado a escribir sobre muchas cosas, entre otras, momentos puntuales de su vida y había decidido compartírmelo en voz alta. Como si fuese una pieza de cerámica que después de semanas enteras trabajando para darle forma, su taza ya estaba lista para recibir una infusión y ser la estrella en una merienda.
Me empezó a leer una historia conocida por las dos. Vivida por las dos.
A medida que avanzaba su relato, con su narración logró trasladarme en un instante como por arte de magia, a cada momento de ese recuerdo en mi memoria.
A cada persona, a ese lugar. Empecé a recordar el clima, los perfumes, las voces...
Cuando finalizó de leer, las dos con los ojos empapados nos sonreímos en la distancia y tuve ante mis ojos dos verdades absolutas.
La primera, que la Puchi escribe muy hermoso y la segunda, que no quiero sostener más mi estancamiento.
Estancamiento porque me di cuenta que siempre quise transmitir mis historias de alguna manera que no sean sólo relatos, que con el tiempo se van modificando dependiendo de cómo los cuento o del estado en el que estoy cuando los cuento.
Estancamiento porque pensé en la poca importancia o lugar que le di en todo este tiempo, al sueño que tuvo esa niña que hoy recuerdo de mi pasado, donde la única manera de pausar las voces que gritaban todo el tiempo en su casa, era imaginándose historias divertidas y en poder algún día escribirlas y leerlas en un salón con gente prestando atención a lo que esta autora quería contarles.
Estancamiento por no darle lugar a los consejos de la gente que intentó guiarme a seguir explorando esa inmensa imaginación y ocurrentes relatos que contaba para hacer reír a lxs demás, en momentos de tristeza o aburrimiento.
Estancamiento porque nunca me animé a intentarlo y siempre fue mayor la fiaca o la poca voluntad de empezar de a poco a instruirme, a explorar, a jugar y a probar de que se trata esa idea de plasmar en un texto las palabras que acompañan las historias que cuento.
Estancamiento por sólo darle lugar al miedo.
Ya no sueño con leer en voz alta en un gran salón mis escritos.
Sólo me basta con soltarle todos los días, un poco más la mano al miedo y de animarme a buscarle la mano a mis relatos y de poder sostenerla en el tiempo.
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Relato gay. Alan: La primera vez que vi a mi padre usar tanga parte 4.
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A la mañana siguiente papá me despertó con un gran beso en mi frente. 
Se había quedado a dormir conmigo. Seguía desnudo, y traía una erección matutina. Me pidió disculpas, me pidió que lo perdonara, por lo que había hecho la noche anterior, se lamentó de ser un mal padre. 
Yo lo abracé y le besé los cachetes y le aseguré que no era cierto, que era el mejor padre y que me amaba mucho por qué me había dado lo que más quería. 
Estuvimos abrazados mucho rato hasta que le dije.
— papi tengo hambre.
— Vamos a la cocina y ...
— quiero lechita calentita papi, de tu lechita.
— bebé...
— es que me gusta mucho, es lo mejor que he probado, dame lechita calientita papi.
Me dio un beso en la frente y se acomodó. Comencé a chupar, cómo si fuera un biberón. 
De rato esa deliciosa leche caliente entró por mi garganta. 
Papá jadeando me pidió que me duchara y que bajara a desayunar. 
Duré mucho en la ducha, por qué estaba llorando de felicidad, no lo creía, mi padre me había dado de su leche ya seis veces. 
Cuando bajé papá usaba una tanga gris. Preparaba waffles y jugo de naranja. 
— quiero que te comas todos los waffles y el jugo. Y después te cambies, te llevaré al médico.
— que ? Por qué ? Por qué papi? 
— solo quiero asegurarme que tomar tanta leche no te hará nada malo. Es solo una revisión bebé, el médico es un muy buen amigo mío, aceptó atenderte en domingo.
— ok papi, pero no quiero jugo de naranja, quiero lechita calientita, de tu lechita.
— no bebé, debes comer y tómate tu jugo...
— papi no quiero jugo, al menos dame un vaso de leche caliente. 
— leche normal, supongo.
— pues si, ya que no quieres darme de la tuya.
— mírame — me dijo — no es que no quiera es solo que ...
— ya se te terminó?
Papá sonrió.
— no, yo siempre tengo leche, podría llenarte el vaso de tanta leche que tengo, pero no bebé, no todo el tiempo, aún estoy procesando todo esto, confórmate con leche de vaca por el momento. 
Me calentó un gran vaso el cual bebí gustoso, ahora me sabía diferente, por qué no quería compensar la falta de semen en mi garganta. 
— papi por qué tu leche sabe mejor?
Papá me miró serio.
— bebé... De verdad te ha gustado mucho?
— si, quisiera beberla todo el tiempo. Prométeme que siempre vas a tener leche para mí. De tu leche. 
— si bebé, si eso es lo que tú realmente quieres te daré de mi leche, aunque esté mal, prefiero dártela a volver a verte llorar por no tenerla. Voy a tener mis bolas siempre bien llenas de leche caliente para ti.
Terminé de desayunar. Incluso me comí dos platos. 
— aún quieres de mi leche? — me preguntó. 
— siii — dije fascinado. 
Se levantó de la silla. Su verga estaba bien erecta. 
— tenemos una hora antes de que vayas al médico. 
Se quitó la tanga gris y su verga salió como resorte. Comencé a chuparlo hasta que me llenó el estómago con tres potentes chorros de leche bien caliente y espesa. 
Me sacó la verga de la boca y la agitó para que las últimas gotas cayeran en mi lengua. 
— A cambiarte bebé, salimos en una hora.
De camino al médico estaba nervioso, tenía miedo de que el médico descubriera que mi padre me daba de su leche. Cuando llegamos al lugar no quería bajarme del coche. 
— anda baja ya — me ordenó papá.
— No quiero.
— ¿por que? 
— Tengo miedo. 
— No tengas miedo mi bebé, si no te va a pasar nada. Yo voy a estar ahí contigo. 
Pero no respondí.
— quieres que te lleve cargando? 
— si, pero el médico pensará que aún soy un bebé.
— pero aún eres mi bebé. Tu padre es fuerte, por que crees que me ejercito? Para poder seguir cargando a mi bebé aunque tenga 13. 
— papi….
Extendí los brazos y me cargó. Le rodeé el cuello con mis brazos y su pecho con mis piernas.
— No tengas miedo mi bebé.
Entramos al lugar y no había nadie en la sala de espera ni tampoco en la recepción, papá pulsó un botón del mostrador y enseguida se escuchó una voz varonil que dijo que venía en un minuto.
Cuando se abrió la puerta y salió el médico nos miró con sorpresa. 
Era alto, pero no como papá. De cabello café muy claro, barba café y ojos cafés, de muy buen cuerpo y no estaba vestido como un médico, llevaba pantalón y una camisa azul.
— Ho… hola Alvaro… él es tu niño? 
— así es, te presento a mi hijo Alan. 
Yo ni siquiera pude sonreírle, estaba muy nervioso. 
— Un gustó Alan, yo soy David, un muy viejo y buen amigo de tu padre. 
Alzó la mano para saludarme pero yo escondí mi cara en el pecho de papá y comencé a llorar. 
— tranquilo bebé, no te va a pasar nada. — me consoló papá.
— Así es Alan, solo es una revisión, yo me especializo en niños bonitos como tú, se que tienes miedo pero en verdad no hay nada que temer. 
Nos pidió pasar. Papá me sentó en una de las sillas, pero apenas él se sentó en la silla de al lado me fui con él y me senté en sus piernas.
Poco a poco David me comenzó a sacar plática y me dijo que se sentía muy feliz por mi padre, porque lo veía muy feliz y que yo había sido un regalo del cielo para papá, me contó cuando conoció a papá en la secundaria y papá también contaba cosas al final el miedo se me fue quitando poco a poco. 
Después ya comenzó realmente la consulta.
— Tu padre me comenta que has estado tomando mucha leche. 
Le dije que si.
— Necesito hacerte estudios para descartar algo orgánico. También me comentaste Álvaro que pudiera ser por que Alan estuviera teniendo algún trauma respecto a su estatura.
— Bueno, lo pensé, hace poco entró a prácticas de béisbol, pensé que tal vez el entrenador de alguna manera le exigía tomar leche por el tema del crecimiento o que Alan se sintiera presionado.
— Respecto a eso Alan… ¿Te han o te has sentido presionado de alguna forma sobre tu estatura?
— No.
— Entonces….
— Me gusta la leche, es mi bebida favorita, no se porque creen que es malo si la leche es buena.
— Lo es, pero un vaso o dos al día, máximo 4, no que quieras suplir la leche por el agua.
— Pero me gusta la leche calientita.
La mirada de David cambió. 
No podía decir que tomaba leche a diario como sustituto del semen de mi padre.
Comenzó a hacer más preguntas y luego pasamos a revisión. Me pesó y luego me pidió que me quitara la playera lo cual hice, me revisó el pecho, los brazos. Me pidió que me quitara el pantalón lo cual hice. Me pidió pasar detrás de una cortina donde tenía unos aparatos para medir. 
Papá se quedó sentado así que sólo estuvimos David y yo. 
Comenzó a tocarme de nuevo los brazos y las piernas y me miraba de arriba a abajo, y reconocí su mirada, una mirada lasciva. Me seguía tocando las piernas y de vez en cuando su codo rozaba mis nalgas y mi paquete. 
— Listo. Ya puedes vestirte. 
Lo hice, me senté en la silla aún lado de papá. David comentó que necesitaba una muestra de sangre y me aterré. Pero papá tuvo una idea me volvió a cargar, me tenía muy bien abrazado y me daba besos en la frente. David incertó la aguja y yo comencé a llorar. Papá me tranquilizaba como si lo hiciera a un niño de 3 años. 
Cuando finalizó mi papá me felicitó y ya no dejó de abrazarme. Le dijo que estaba bien que tomara leche pero que solamente 4 vasos por día y lo demás agua. 
Felicitó a papá por que tenía un niño muy bonito. Le dijo que los resultados estarían para al día siguiente.
David vio que miraba modelos anatómicos y me dijo que podía jugar con ellos. Me bajé de los brazos de papá y comencé a ver de cerca las partes de la cabeza humana.
Papá y David siguieron charlando y en una ocasión escuché que David le decía que estaba muy feliz por él, que no pensaba que dejaría su vida atrás para ser padre. Que estaba muy orgulloso de él. 
Cuando terminaron de charlar nos fuimos. En el coche le pregunté a papá si no extrañaba su vida pasada. Me dijo que no, por que yo valía mucho y que me amaba y que quería continuar a mi lado. 
Fuimos a comer, la plática fue agradable, de camino a casa le dije a papá que quería lechita, me dijo que compraría más pero le agarré una pierna y le dije que de su lechita. 
— Me gusta mucho el sabor de tu lechita papi, me gusta chuparte mucho, se siente muy bien, me gusta el sabor de tu verga.
Papá se puso rojo.
— Te gusta sacarme la leche?
— Si papi es lo mejor. Si chupo tus bolas se calentaría más tu leche?
— Am …mmm … si.
— Papi ya quiero llegar a casa. Me darás de tu lechita? 
— Si, te portaste bien hoy, te daré lechita.
— Genial, podré chuparte las bolas, no lo había hecho antes, solo jugaba con ellas. Ya quiero lechita.
Al llegar a casa papá estaba caliente, se había calentado en el coche mientras le decía lo que tenía ganas de hacerle.
Llegamos a casa y el celular de papá comenzó a timbrar. Era uno de mis tíos, nos invitaban a una reunión, papá me preguntó pero en lugar de responderle le agarré el paquete y le mordí las bolas sobre el pantalón. Papá le dijo a mi tío que lo llamaba en unos minutos.
— A... Alan— gimió. — Si... Aahh, si vam... aah, si vamos a la reunión ...
— Pero quiero lechita.
— lo sé bebé... Y te daré leche, te dejaré satisfecho, pero en la noche.
— Papi...
— En la noche te doy leche y me duermo contigo desnudo, para que en la mañana cuando despiertes te sirvas tu solo y te vayas llenito a la secundaria. 
Eso me gustó, así que accedí, nos cambiamos de ropa y fuimos a la reunión que para mí gusto prefería estar en casa con la verga de papá en mi boca. Los familiares de mi papá estaban muy felices de que fuera su hijo. Mis abuelos y mis tíos me mimaban mucho y siempre me daban regalos. Estuve platicando y jugando videojuegos con mis primos. A la hora de la cena me senté junto a papá y mi abuelo comenzó a contar historias de cuando él era joven y la verdad comenzaba a pasarla bien. En general lo hacía, anduve un poco molesto por qué quería semen en mi boca.
Cuando se hizo de noche papá se acercó a mi para preguntarme si me encontraba bien, que si necesitaba algo y le dije al oído 
— Quiero lechita papi. Quiero chupar tus bolas para que salga la leche más calientita. 
Papá miró a todas direcciones.
— ok vámonos ya.
Se despidió argumentando que al día siguiente había clases así que nos fuimos. 
— Papi quiero lechita.
— Ya bebé, ya pronto llegaremos.
De nuevo comencé a decirle las cosas que le haría, papá estaba rojo. 
Antes de llegar me quité los zapatos, y saqué los pies por la ventana para sentir el aire fresco. 
Cuando llegamos a casa papá bajó del auto y la traía bien parada. Abrió la puerta y luego se acercó al auto y abrió mi puerta.
— listo bebé. 
Se le veía tremenda erección bajo el pantalón que parecía una carpa de circo. 
— solo me pongo mis...
— ahí déjalos, ven, te cargo. 
Me cargó y su verga tiesa estaba apretándome mis nalgas. 
— Papito tu verga está dura.
— si bebé, está muy dura, ya está lista para que le saques la leche.
— siii, quiero lechita.
Me llevó cargado escaleras arriba a mi habitación. Me dijo que me pusiera la pijama por qué después de la leche me tenía que dormir lo cual hice. Cuando ya tenía la pijama papá se empezó a quitar la ropa.
Papá traia una tanga diferente, era muy pequeña como las demás pero se amarraba de los costados. Papá se desamarró un nudo y la tanga se tensó, yo veía fascinado, luego se desabrochó el otro y la tanga salió disparada por su verga que se movió como resorte. Se puso a un lado mío y comencé a chupar, después de un rato comencé a chupar sus bolas, papá siempre las tenía bien rasuradas, me metía un huevo a la boca, luego el otro y luego ambos, le pasaba la lengua, apretaba con mi rostro sus bolas, papá gemía de placer y en una de esas se me vino la idea de morder un poco su escroto y papá se estremeció y exclamó que se sentía muy rico. 
— Ya tengo las bolas muy calientes bebé.
Comencé a chuparle la verga con frenesí, dure unos veinte minutos chupando.
— Ya tengo las bolas bien duras bebé, me van a explotar. 
Se sacó la verga y me dijo que me acostara, papá se puso aún lado mío de rodillas y me dijo que abriera la boca.
— Chupala cómo un biberón bebé, para que salga tu lechita y duermas.
Comencé a chupar en eso papá comenzó a mover su verga y a jadear.
— ay bebé, ay bebé que rico, que rico se siente bebé, así bebé, chupame, asiii, sácale la leche a tu papá, déjalo seco, vacía las bolas de tu papá, chupame asiii, déjame seco, ahí va tu lechita calientita bebeeeeeeeeeé
Soltó siete chorros de leche espesa y caliente que viajo por mi garganta hacia mi estómago. 
Me comenzó a dar sueño. 
— sigue chupando el biberón de tu papá hasta que te duermas. 
Lo hice, chupaba cómo un biberón hasta que me quedé dormido.
Cuando amaneció apenas y abrí los ojos y vi a papá aún lado mío bocarriba así que empecé a servirme el desayuno, comencé con sus bolas y luego con su verga, papá se despertó pero siguió con los ojos cerrados disfrutando y descansando después de un rato me llenó el estómago con más lechita calentita.
Me alisté y me fui a la secundaria muy contento. 
Fue un día normal. Cuando regresé a casa papá estaba detrás de la barra de la cocina y traía puesto su traje, me dijo que no podía comer conmigo por el trabajo y yo me molesté, me pidió disculpas.
— y para compensarlo te tengo algo...
— que ?
Papá caminó hacia mi y traía la verga bien erecta y los huevos fuera de la bragueta. 
— ya está lista para que recibas la leche, me la estuve jalando. Te doy tu leche, regreso al trabajo y más al rato vengo por ti para llevarte a tu entrenamiento. 
— papiii entonces ya está lista ya va a salir?
— si ya está bien caliente.
Me puse de rodillas y abrí la boca.
— solo unas chupaditas mi bebé.
Comencé a chupar papá se estremeció jadeó y me llenó la garganta de leche.
— Listo mi bebé, déjalo bien limpio por qué ya me voy.
Se lo limpié bien con la lengua, luego se metió la verga al pantalón, me dio un beso y salió de casa.
Me quité la ropa y me quedé solo en tanga. Me puse a ver la tv y luego hice la tarea. Faltaban aún dos horas para ir a mi entrenamiento. Fui escaleras arriba y cuando estaba a punto de ir a mi habitación me quedé quieto y una idea vino a mi mente. Entrar a la habitación de papá.
Su habitación olía a su loción. Estaba todo muy bien ordenado. Me acosté en su cama y sentí algo en la almohada, revisé y era una botella que decía lubricante a base de agua, lo examiné un poco y al leer las instrucciones supe que era para la verga, sentí otro bulto y al sacarlo era otro tubo, pero diferente, tenía una tapa de rosca, la quité y dejó ver unas pequeñas nalgas con el ano. Recordé que era lo que papá usaba para masturbarse, comencé a recordar a papá y mi verga comenzaba a despertar. Cuando estuvo bien erecta quise introducirlo en el tubo pero me detuve, de seguro papá sabría que lo había usado, dejé todo debajo de la almohada de nuevo. Pero las imágenes de papá seguían en mi cabeza. Comencé a tocarme. Ya tenía rato que no lo hacía. Apretaba mi verga con fuerza y jalaba fuerte, se sentía muy rico. Comencé a gemir, como estaba solo en casa gemí mucho y decía...
— Papi, quiero de tu leche, dame leche.
Sentí algo en mi verga, una sensación que no había sentido antes, como si algo quisiera salir y a la vez se sentía más rico aún así que no dejaba de jalar hasta que no pude más, sentía que me iba a orinar, intenté detenerlo pero no pude, grité de placer, y mi sorpresa fue que varios chorros de leche me salió disparada. Me había llegado tarde la eyaculación. Miré con asombro mi verga, aún palpitaba y le escurrían gotas de semen. 
— Ya me sale leche— pensé.
Con mi dedo tomé leche desparramada en mi pecho y la probé, no sabía cómo la de papá pero tampoco me desagradó, aunque seguía prefiriendo cien veces la de papá. 
Mis huevos ya producían leche y eso me gustó. Me la jalé de nuevo, sentía mucho morbo. Y al terminar volví a agarrar con la mano toda el semen que pude y lo metí en mi boca. Se estaba convirtiendo en un vicio. 
Ahora cuando papá no pudiera darme yo solo podría tomar de mi leche, aunque poca, por qué a papá le salían potentes chorros bien calientes y la mía era poca.
Salí de la habitación de papá y bajé por un poco de agua y en eso papá entró a la casa.
— Ya llegué beb...
Me miró de arriba a abajo y luego se centró en mi tanga.   Me acerqué a él y le hice un gesto para que se agachara y pudiera darle un beso en un cachete. 
Papá estaba rojo.
— pasa algo Papi?
— que? Am ... No... Es sólo que ... Necesito una ducha fría antes de que te lleve al entrenamiento...
Pero luego me miró fijamente.
— No... 
— que pasa Papi?
— Alan... Quieres leche?
— si, siii
Dije rápidamente.
Papá se desabrochó la bragueta, se sacó su verga y sus bolas. Aún no estaba erecta. 
— creo que ya no tomaré duchas frías. Sácale la leche a tu padre. 
Me puse de rodillas y comencé a chupar su verga flácida hasta que se puso bien dura.
Me dijo que nos fuéramos al sillón. Se sentó y yo seguí chupándole un rato.
— papi quítate la ropa, me gusta verte desnudo. 
— quieres que me encuere bebé?
Papá sonrió, se levantó y comenzó a desvestirse.
Cuando solo estaba en tanga le dije...
— papá yo te quito la tanga. 
Papá se quedó de pie quieto.
Le escondí la verga en la tanga, lo acaricié y luego con los dientes se la fui quitando hasta que su verga salió disparada, cuando ya no la tenía se sentó y yo seguí chupando. 
— Ay bebé que rico. — decía bien cachondo. — chupale las bolas a tu padre.
Lo hice y gimió más.
— que ricoo, cómete los huevos de tu padre, oh siii....
Se los comencé a morder, papá gemía y jadeaba de lo rico que sentía.
— ayy que rico, que rico mi niño. 
Dejé de chuparle las bolas y comencé de nuevo con su verga que parecía que iba a explotar de lo grande y gorda que estaba.
Mi tanga se estaba tensando de lo parada que la traía.
— ay bebé que rico, despacio Alan no te atragantes, vas a sacarme la leche ya, aah bebé despacio ...
Me saqué la verga de la boca.
— ya casi es hora de mi práctica y quiero sacarte la leche ya papi.
Se la empecé a jalar.
— falta hoy si? Sácale despacio la leche a tu padre.
— no, no voy a faltar, tu fuiste el primero que me dijo que fuera responsable con los entrenamientos así que no faltaré.
— aahh, ay bebé... Aaaah de acuerdo, chupamela cómo quieras.
Se la chupé de nuevo.
— ayy bebé que rico bebé, que rico, aaah, hijo que rico se la chupas a tu padre, asiii hijo asiii, ya me voy a venir bebé ya no aguanto. 
Me la saqué de la boca y me acosté en el sillón, papá se puso sobre mi y me metió la verga hasta la garganta.
Me dio unas embestidas y gruñó y los chorros de leche caliente me llenaron el estómago. 
— ay que rico — jadeó papá. 
Me sacó la verga y me acarició los labios. Pero desvío la mirada hacia mi verga qué quería salir de entre esa apretada tanga. 
— bebé estás duro.
No dije nada, yo seguía saboreando la leche de mi boca. 
— bebé...
Pero me levanté. 
— se nos hace tarde. — le dije.
Avavncé un poco pero papá me detuvo.
— bebé mira ...
Lo miré y me hizo una seña para que viera su verga aún erecta. Estaba escurriendo semen. Sonreí y me puse de rodillas de nuevo, tomé el semen con mi lengua y le limpié bien la verga.
— Listo. Ve a ducharte y a alistarte para llevarte al entrenamiento. 
Me acarició un cachete y luego sacudió mi cabello. Se guardó su maravillosa verga en su tanga y me hizo un gesto para que obedeciera. 
Me duché y al terminar me puse el jockstrap, me gustaba vermelo puesto , me quedé contemplandome un buen rato en el espejo, pero vi el reloj y se me hacía tarde, me puse el uniforme y salí rápidamente. Papá ya estaba vestido y me esperaba con la mochila. Subimos al auto y fuimos hacia el estadio de béisbol.
Papá me dejó como siempre y luego se fue. Me puse a platicar con Alejandro, un chico de mi edad con el que me llevaba mejor que con el resto, pero ese día se comportaba extraño , andaba distraído. Miguel, nuestro entrenador pasó aun lado de nosotros y nos saludó y Alejandro comenzó a ponerse rojo, no sabía que era lo que le pasaba. 
La práctica duró solamente 2 horas, lo que se me hizo extraño, le pregunté al entrenador y me dijo que el había avisado que la práctica solo serían 2 horas en lugar de 3, pero al parecer papá no lo supo. 
— Ahora que lo mencionas, tu padre no respondió el teléfono, pero no te apures, puedes esperarlo en los vestidores, ahora vete a las duchas con los demás. — me dijo el entrenador.
La ducha con los demás chicos de mi edad no me provocaban nada, andábamos desnudos pero los de mi edad no me interesaban, solo me interesaba papá. 
El entrenador nos dijo que ya era suficiente así que salimos de las duchas y que nos cambiramos. 
Ya listos uno por uno fue saliendo del vestidor y del estadio por qué sus padres ya los esperaban. 
Yo aún estaba en los vestidores con Alejandro, estuvimos unos cinco minutos platicando y luego me dijo que ya debía irse por qué su padre lo esperaba. 
Me quedé solo. Faltaba aún una hora para que papá llegara. 
Estaba sentado en una de las bancas. Unos minutos después entró Miguel, mi entrenador. Verlo me dejó boquiabierto.
Solo usaba un jockstrap blanco. Mire su cuerpo de arriba abajo. Era enorme y su jockstrap casi se perdía en su cuerpo. Se le marcaba un buen paquete, no como a papá, pero lucía bien. Le salían pelos negros de las orillas del jockstrap.
— Oh, Alan, había olvidado que estarías aquí. 
Pero no pude decir nada, estaba muy sorprendido. Él me sonrió y entendió el por qué lo veía así. Deslizó su mano por su barriga hasta su paquete y lo frotó. Luego caminó hacia aun lado mío.
— No te preocupes tu padre vendrá pronto. 
— sss...si entrenador.
Se sentó aún lado mío, pero con la banca entre sus piernas.
— has avanzado mucho en los entrenamientos.
Sus bolas dentro del jockstrap estaban desparramadas sobre la banca. Me quedé viendo como los pelos le salían por los costados y también traía mucho vello púbico.
— veo un buen futuro para ti. 
Se inclinó un poco hacia atrás, los huevos se le salían un poco, se veían bien peludos. 
Mis ojos se querían salir. 
— tu solo... No faltes a ningún entrenamiento.
— no...no no lo haré.
Miré sus ojos en la espera de ver un rostro de enfado por quedarme viendo su paquete peludo pero en lugar me miraba con morbo, conocía bien esa mirada.
— Bueno...
Se levantó y caminó hacia una de las regaderas frente a mí y abrió la llave. 
— Me daré una ducha rápida, mientras platicamos en lo que llega tu padre. 
Se sacó el jockstrap. Yo lo miré boquiabierto. Sus bolas no eran grandes como las de papá pero si muy peludas, su verga estaba un poco gorda dormida y estaba muy peludo. 
— ¿Podrías arrojarlo al cesto? 
Me lanzó el jockstrap y lo atrapé. Era enorme. 
— Cla... claro. 
Hice lo que me pidió.
— y bien como te está yendo en la secundaria? 
Comenzó a mojarse el cuerpo.
— Yooo... amm ... Bien, no he tenido problemas.
— ya veo, se nota que eres un chico aplicado. 
Me dijo y comenzó a ponerse champú en el cabello y en el cuerpo. Llenó de espuma, comenzó a quitarse el champú y ahí aproveché para verlo con detalle por qué tenía los ojos cerrados. Se frotaba la cabeza y el cuerpo y comenzó a apretarse los pezones. Los apretaba con fuerza y se le incharon. 
Cuando ya no tenía jabón en el rostro deje de verle con detalle.
— y dime Alan — tomó jabón en sus manos, pero se quejó de que ya casi no había — tienes novia? 
Se puso el poco jabón en sus bolas y en la verga y comenzó a frotar haciendo mucha espuma.
Pero yo lo miraba atentamente, se me había olvidado disimular. 
Él sonrió 
— y bien? 
— perdón que me ha preguntado?
Soltó una risita. 
— que si tienes novia. 
— a no, no tengo entrenador.
— ya veo.
Sonrió de nuevo y se quitó el jabón bajo el chorro de agua.
— ya no hay jabón, podrías traerme de la regadera de aun lado? 
Le dije que si, fui hacia la regadera pero no había ninguna barra, le dije que solo había champú y me dijo que estaba bien. 
Caminé hacia él.
— tenga ...
Le dije nervioso. 
— podrías ponerme tu para que vuelvas a ponerlo en su sitio? 
— Cla.. claro... En donde?
Puso una sonrisa traviesa.
— aquí— Movió la pelvis mostrándome el paquete. 
— do...donde? 
Soltó una risita.
— Aquí — dijo morboso y se agarró fuertemente la verga y sus bolas con su mano y apretó fuerte. 
— sss...si — respondí.
Quitó la mano. Le dejé caer mucho champú en su verga flácida hasta que la cubrió bien y sus bolas.
— gracias — me dijo sonriendo de forma morbosa. 
Se comenzó a frotar de nuevo.
— y por qué no tienes novia? 
— yo... No me gusta ninguna de mi clase. 
Seguía viendo como se frotaba su paquete y se llenaba de espuma.
— a con que es eso, ya verás que pronto te llegará una. 
Se volvió a quitar el jabón con el chorro de agua. 
Su verga comenzaba a despertar.
— me pones más? 
Lo hice y volvió a frotarse. Pero ahora aunque había mucha espuma pude notar que su verga crecía aún más pero no al grado de traerla parada.
Volvió a quitarse el jabón.
— así nunca podré lavarme bien. 
Cerró la llave del agua. 
— me pones más? 
Sonrió y me miró cachondo.
Lo hice. Frotó solo un poco. Extendió la mano.
— ponme en la mano para lavarme de nuevo la cabeza. 
Lo hice, comenzó a frotarse la cabeza y cuando hizo espuma se puso un poco en el rostro y frotó.
— Alan ...
— si! Dígame! 
Dije rápidamente pensando que se había molestado por qué lo veía casi babeando.
— nunca acabaré de ducharme a tiempo si tengo que lavarme la cabeza , podrías, claro si tú quieres, lavarme las bolas mientras yo lavo mi cabeza? Si no quieres no...
— no hay problema.— dije sin titubuear.
— de acuerdo.
Pude ver cómo sonreía.
Le toqué las bolas y comencé a frotar.
— gracias Alan. — gimió. — tallame despacio. 
Lo hice despacio, me tomé mi tiempo. No se comparaba con las bolas de papá, no eran grandes, pero se sentía bien. 
— ay si, así Alan, asi— gemía — lávame bien, como estoy bien peludo tengo que lavarlo bien.
Sin preguntar le apreté las bolas.
— ayyy Alan.
Él seguía frotándose la cabeza mientras yo sus bolas. Sus paquete peludo estaba lleno de espuma. 
— me tengo que quitar el jabón de la cara y del rostro, pero me puedes poner más jabón y seguir lavándome si quieres.
— si, está bien.
Abrió la llave y se quitó el jabón de la cabeza y el rostro. 
— listo ponme jabón y continua lavándome. — su voz cachonda me gustó.
Gemía, sonreía y me veía muy morboso.
— ayy Alan, así Alan, así. Frótame más rápido, muy rápido para que se lave bien, anda frótalo rápido. — decía gimiendo.
Lo hice.
— ooo SII, o siii Alan así.
Pero de repente me detuvo con una de sus manos. Ya está bien así. 
Su cara de morbo cachondo me gustó. 
— muchas gracias Alan. 
Abrió de nuevo la llave y se quitó el jabón. Su verga casi estaba apunto de pararse. Se salió de la regadera y se comenzó a secar con una toalla.
— gracias por ayudarme Alan, pero no le digas a nadie, no quiero que se enteren que no puedo lavarme yo solo jajaja.
— no se preocupe no diré nada. 
Me lanzó una mirada y sonrió, había entendido que me había gustado y que no diría nada.
Caminó hacia su casillero, sacó uno de sus jockstrap, se lo puso con su verga casi parandose. 
— tengo que atender un asunto en mi oficina, tu espera aquí hasta la hora para que puedas ir a la entrada que llegue tu padre. 
Salió de los vestidores. 
Me había quedado con ganas de seguir viéndolo. Dure unos diez minutos sentado recordando lo que pasó y quise ver más. 
Fui con cuidado hacia la oficina del entrenador que estaba pasando los vestidores, pero cuando me iba acercando a la puerta escuché que el entrenador gemía muy fuerte y gruñía. La puerta no estaba del todo cerrada, por un hilo de visualización pude ver qué Alejandro estaba de rodillas y el entrenador tenía su verga metida en su boca. Le estaba dando verga, como papá me la daba a mi.
Él entrenador lo agarraba del pelo y lo empujaba hacia él para cojerselo por la boca fuertemente. Le sacó la verga y le preguntó.
— te gusta mi verga?
— si— respondió atragantado.
Luego se la volvió a meter en la boca.
El entrenador gemía mucho. 
Quise seguir viendo, pero faltaba poco para que papá llegara así que me fui con cuidado.
Aún tenía esas imágenes en la cabeza. Cuando papá llegó le dije lo de las 2 horas, papá se disculpó y se molestó y dijo que estaba molesto con el entrenador que bajaría para hablar con él pero le detuve, no quería que los descubrieran, quería que Alejandro siguiera disfrutando.
Le dije que me había acompañado en la cafeteria del estadio hasta que él había llegado, papá se relajó más y el auto avanzó. 
A mitad de camino recordé a Alejandro y me entraron ganas de leche.
Aproveché una luz roja y que la calle estaba vacía y le agarré las bolas.
— Alan, pero ...
— Tengo hambre papá... 
— ok pero no debes ...
— quiero verga papá, quiero leche. 
Papá llevó su mano hacia la mía, la apretó fuerte haciendo que comprimiera sus bolas, luego me quitó la mano. 
— llegando a casa.
— papá avanza rápido, por favor, quiero leche. 
Cuando llegamos a casa, papá bajó del auto y se le notaba la verga parada. 
Apenas y entramos arrojé la mochila me puse de rodillas y le comencé a quitar el cinturón.
— tranquilo Alan. 
— quiero verga ya.
Le quité el pantalón y casi le arranco la tanga. Ambos se quedaron en sus tobillos.
Me la metí a la boca hasta la garganta chupaba con fuerza.
Papá gemía.
Mientras me perforaba la garganta agarraba sus bolas con una mano.
Me la saqué y me puse de pie. 
— que pasa? 
Caminé hacia uno de los sillones. Me senté y me recargué en el respaldo.
— dame leche papito.— le dije abriendo la boca.
Papá se quitó la playera, se quitó los zapatos y completamente el pantalón y la tanga.
Caminó hacia mi, se subió al sillón se puso frente a mi y me metió la verga a la boca hasta el fondo, comenzó a cojerme la garganta. Yo hacía sonidos de atragantarme. Papá gemía y gruñía. 
— ya tengo las bolas bien calientes bebé, ya estoy calentando tu lechita. 
Papá seguía embistiendo con fuerza, sus bolas golpeaban mi mentón. Con mi mano agarré una de las suyas y la llevé hacia mi nuca y le indiqué que me agarrara el cabello.
Papá me sacó la verga.
— pasa algo? 
— quiero ... Quiero que me jales el cabello mientras me das verga. — le dije atragantado. 
— pero bebé...
— hazlo papi, quiero leche. — dije abriendo la boca.
Papá me consentía en todo.
Así que me metió de nuevo la verga a la garganta y comenzó a jalarme el cabello.
Bebé ya mis bolas están bien duras y bien calientes, ya están llenas, ya tengo lista tu lechita caliente, ahí te va mi leche bebé, aaaaa ahi te va, aaaa.
Varios chorros de leche caliente viajaron por mi garganta directo a mi estómago. Me había llenado. 
Papá seguía gimiendo. Dejaba su verga hasta que se le bajará la erección mientras yo lo chupaba cómo un biberón. Cuando ya me había venido hasta la última gota se bajó del sillón para luego cargarme. 
— listo mi bebé, ahora duerme un poco y saldremos a comer. 
Me llevó a mi habitación y me quedé dormido. Dormí 3 horas.
Cuando despierté me quité el uniforme y me quedé solo en jockstrap, bajé y papá hablaba por teléfono. Me sorprendio que estaba vestido. Cuando me vio me dijo que casi terminaba y que lo esperara en en sillón de enfrente por qué quería hablar conmigo. Terminó la llamada y le pregunté si pasaba algo. 
— no, solo quiero hablar contigo. No había puesto atención antes de que tienes erecciones cuando te doy leche.
— es malo?
— no para nada bebé, es normal, es sólo que... Amm... Vaya... Mis erecciones se bajan cuando te doy leche, me bajas lo caliente, pero no me había puesto a pensar en como te quedas tu después de que te di leche, no tienes manera de bajar lo caliente a menos que mi bebé ya se esté masturbando. 
— no lo hago papi. — le mentí.
No quería que supiera que si lo hacía y que ya sacaba leche por qué tenía una estúpida idea de que si lo sabía ya no quisiera darme más leche.
— no es algo malo, si tú ...
— se lo que es, pero no lo hago, no me dan ganas. 
— ok. Mmm, ya tienes 13 y mi niño, estás creciendo y ya no puedo comprarte juguetes pero ya puedo empezar a comprarte juguetes para adultos, aunque prácticamente aún no lo eres. 
— juguetes para adultos?
— si, para que explores la masturbación, cuando tú quieras y te sientas cómodo y con ganas. 
— y que cosas son?
— mientras dormías fui a una tienda para adultos y te he comprado esto.
De un costado del sillón sacó una caja. 
Me dijo que la abriera.
Dentro había una caja con una imagen de un tubo parecido al que papá tenía en su habitación.
— es?
— es un masturbador... Ábrelo.
Lo hice, y cuando lo tenía en la mano me dijo que le quitará la tapa. No tenía una nalguitas como el de papá, solo un hoyo normal.
— ahí introduces tu verga cuando esté parada y comienzas a moverlo y para que lo puedas disfrutar te pones esto.
Sacó una botella.
— es lubricante, te pones en la verga y luego la metes en el masturbador. No debería de darte esto, no hasta que seas un adulto, pero yo hubiera querido algo así cuando tenía tu edad. 
— papá pero ...
— me dices que no te han dado ganas y lo entiendo, es sólo para cuando quieras experimentar o cuando un día tengas una erección que no se te baje. Te servirá incluso para deslecharte, los hombres debemos de hacerlo de vez en cuando.
— deslecharme?
— si, así como tú me haces a mi, me sacas la leche. Bebé, como me dices que no te has masturbado no sabes si ya sacas leche?
La pregunta que menos quería que me hiciera la hizo.
— no lo sé.
— tienes 13, ya deberías, a tu edad ya lo hacía, bueno más joven aún, me sale leche desde los 11. No te quiero agobiar, es sólo cuando tú ya te sientas seguro.
Me pidió que guardara bien el masturbador y el lubricante y que no se lo mostrara a nadie. 
Tenía al mejor papá del mundo. Pero no sabía cómo reaccionaría si supiera que me había masturbado pensando en él.
Me cambié y salimos de paseo y luego fuimos a cenar. 
En casa ya papá se puso a terminar unas cosas de su trabajo y yo aproveché para jugar un poco en mi videojuego portátil. Una hora después dejé de jugar y se me vino a la mente las palabras de papá de que ya no iba a comprarme juguetes que ahora serían juguetes pero de adultos, me cuestioné si debía seguir jugando videojuegos. 
Me tiré en la cama. Y una idea me vino a la mente. ¿ Si le pidiera a papá que me enseñe como usar el masturbador? Sabía cómo se usaba, lo había visto antes a papá usarlo, pero papá no lo sabía, imaginé la escena y fue muy caliente. Me levanté de la cama y fui a mi armario y saqué el masturbador.
Caminé hacia la habitación de papá, él seguía en la laptop cuando me vio me preguntó si pasaba algo. Vio que traía el masturbador en una mano. 
— Alan?
Me quité la tanga y la arrojé lejos, papá me miraba sorprendido.
— quiero que me enseñes a usarlo papi. 
Papá me miró boquiabierto, quitó la laptop y yo le sonreí y mi verga comenzó a crecer. 
Continúa parte 5
Una disculpa banda, anduve fuera de mi ciudad y el trabajo me consumía mucho, pero ya estoy libre y podré continuar con las partes de los relatos que siguen.
🔥 Series Activas🔥
Alan: La primera vez que vi a mi padre usar tanga. 
Descubrí que al jefe de mi padre le gusta usar tanga. 
Julio: Mi tío cachondo en tanga.
La primera vez que mi padre uso una tanga. 
Mi vecino en una diminuta tanga.
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elpoetasedesangra · 9 months
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AMARGA RAZÓN
Entraba al salón con miedo a la burla diaria
Mirando esquinas por horas para no asumir la realidad
Maestros que observan pero callan
Fingen empatía pero se burlan en su interior
Un joven tímido llorón que se convirtió por su entorno
Nadie nace siendo malo pero la vida lo transforma
Y así me sucedió a mí
Ese joven que exponía entre lágrimas porque era bufón
De cada ser de ese círculo escolar
Directivos con mensajes de amor mientras alguien llora
Ya que realmente no les importa el estudiante
Gente frustrada que llega desde a casa a molestar
Su alma gris junto a zapatos llenos de limitantes
Niños que en sus casas maltratan y buscan desquite
Mi zona de confort mi hogar
Mi habitación viendo caricaturas que transmitían paz
Almohadas que me daban compañía
Almas familiares que escupían veneno
Aún así era alguien medianamente feliz en casa
Pero con ansiedad de que el domingo pasará
Y nuevamente el lunes fuera el presente
Odiando hacer tareas porque me hacían sollozar
Un error siendo castigado con dolor
Alguien quien no conquistó su vida
Deseando destruir colonias jóvenes
Ahora eres callado y serio
Amargo y ácido como limón
Siempre cuestiono por que no miras atrás
Observa cómo sucedió todo
Analiza mi pasado y la razón del hoy
No sabes el temor de caminar entre masas
Que la tenue felicidad decaiga
Que el vacío me llene de miseria
No sonrío y lo asumo
Aunque no es necesario en esta vida llena de humos
Me catapultas de rencoroso
Ven junto a la hoguera y escucha mi relato
Quizás en tu mente sabes que has hecho mal
Quizás todos sepan a quien afectaron
Son embargo mejor callar a limpiar
Soledad que antes era dura
Ahora es deseo incondicional
Amor platónico junto a música que me entiende
No mi cicatrices son solo de decoración
No fue una etapa
Fue más que eso
Un hito en mi vida que no se irá hasta que ojos nuble
Con rezos al grande
Puños a la pared
Hoy soy luciérnaga de noche
Brillo en ocasiones.
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justdeathbylove · 9 months
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"TORMENTAS VIOLENTAS".
Categoría: monorol/relato.
2023, Corea del Sur.
Septiembre había llegado con la brisa otoñal a Seúl, el cumpleaños de Seojoun poco a poco se convirtió en otra transición entre la vida del verano y la oscura muerte, así como su espíritu parecía decaer conforme ese día comenzaba acercarse las flores también perdían su belleza. No entendía porqué días atrás sus ganas de festejar parecían darle energías y ahora sentía en su pecho un peso angustiante ¿Crecer significaba vivir en constante dolor?
Intentó alejarlo suspirando profundamente y siguió cargando el stock de los encordados de cuerdas Ernie Ball de la tienda en el sistema. Afuera la lluvia caía de forma violenta, hace días el temporal no cesaba pero en ese momento agradecía estar resguardado bajo techo. Las calles se vaciaron y sabía que por horas no tendría que atender clientes de forma presencial, así que tomó su guitarra y la acomodó en su regazo. Una melodía suave producto de un arpegio simple pero bien ejecutado lo llevó a perderse en el paisaje desolador del exterior.
El gris del cielo y el frío del clima lo hicieron notar que el peso en su pecho era extrañarla. Deseaba verla, hablarle y escucharla hablar sobre su día por horas. Quería conocerla a través de cada pequeño detalle sobre su jornada laboral, pero no estaba tan seguro de que ella sintiera esa confianza con él. Le atraía, estaba seguro de eso y se lamentaba no saber sí ella lo vería de la misma forma, a veces el miedo a mal interpretar lo volvía torpe, tímido, inseguro y distante.
¿Eran amigos? ¿Algo más que eso? ¿Un momento para enredarse entre sábanas y luego fingir que nada había sucedido? Había días que juraba que quería alejarse de esa mujer y limitarse a un trato cordial pero lejano, Seojoun había conocido anteriormente a quienes sólo lo buscaban para robarle caricias y besos entre palabras bonitas pero vacías. Le juraban amor, querían un poco de contacto físico cálido que sólo alimentaba sus egos y su falta de afecto ¿Era eso para ella también? Tenía miedo de preguntar, la respuesta podía ser un asesinato y él en ocasiones contemplaba la muerte pero no quería volver a exponerse a manos ajenas, prefería arrancarse el corazón con las propias.
Se lo había comentado a su terapeuta pero sintió que falló al intentar expresarse en cuanto comenzó a hablar sobre su vida amorosa y sus continuos fracasos, "siento que no estoy explicándome bien, en mi cabeza hay una gran confusión sobre el amor ahora y siento que... no sé lo que quiero" repetía. La Dr. Han escuchaba de forma atenta hasta que le tocó el momento de preguntarle directamente sobre el ideal que Seojoun tenía sobre ese sentimiento en particular, "primero debemos encontrar lo que queremos, luego el cómo lo queremos".
El problema era que Seojoun sabía qué era lo que quería y cómo lo quería, sabía perfectamente que no siempre el amor funcionaría a su manera y en relaciones anteriores supo adaptarse a los distintos lenguajes, ideales ajenos y tipos. No todos querían lo mismo que él, tampoco compartían el mismo lenguaje y todos tenían particularidades distintas, pero lo que le causaba confusión era el miedo. Una constante que se repetía una y otra vez, haciéndolo cometer errores o preguntarse sí realmente alguien podía ver algo valioso en su esencia como para elegirlo cada día. Por momentos se sentía invencible, confiado de que llegaría la persona con quien compartiría experiencias y ambos se rodearían de la paz que podían crear, una conexión innegable, inquebrantable. En cambio en los peores días pensaba que era uno más entre tantas personas increíbles y que su mediocridad lo condenaría a la soledad.
El sonido de su guitarra llenaba el salón vacío de la tienda hasta que la puerta se abrió de repente, aquella mujer que confundía a Seojoun estaba parada en la entrada bajó su paraguas y le dedicó una sonrisa robándole al aliento por unos segundos. Otra vez estaba allí, llenando de brillo el lugar, haciendo que la lluvia y el frío perdieran protagonismo. Podía sentir la dulce fragancia de su perfume y sus manos se volvieron torpes sobre el instrumento.
"Quítame el corazón si quieres" era lo que quería decirle y mandar todo al demonio, pero no lo hizo, sin embargo le devolvió la sonrisa y dejó de lado su guitarra para recibirla. La abrazó con fuerza, evitó unir sus labios desviando un beso a su frente. El miedo lo controlaba todo, entonces sería cuidadoso en cada movimiento. Aunque estaba feliz de verla era imposible deshacer la tristeza que cargaba, ¿el amor siempre venía acompañado de tormentas violentas o sólo le sucedía a él?
Fin.
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khronostories · 1 year
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-----⊰ A love letter ⊱-----
━━━━━━ ◦ ❖ ◦ ━━━━━━
A ti, que te amé siempre, desde la sombra y el silencio, desde donde no podías verme ni oírme. Hoy te escribo con la decisión que debí tomar hace mucho tiempo atrás. Demasiado tiempo atrás.
Es demasiado tarde ya para decir las cosas con claridad, directamente, de frente el uno al otro. Es demasiado tarde para aclarar todo ese desasosiego que llevaba por dentro y que ahora sé cuál era su razón de ser. Es demasiado tarde para explicar por qué mi mente viajaba cada noche desde mi cama hasta la tuya, a través del mundo, a través del tiempo. Por qué fui incapaz de decir tantas cosas que quería decir, tantas cosas que no sabía explicar. Todas esas decisiones que tomé, inconscientemente, teniéndote siempre presente, teniéndote como mi foco de atención.
Hoy lloro sobre un césped gris porque tú te has ido y no vas a volver. Lloro además, por haberme querido acercar a ti y jamás haberlo hecho por el miedo que me bloqueó. Hoy lloro por ese muro que nos separa hoy más que en todas nuestras vidas.
Y aún con ese muro, mi corazón, mi alma, mi amor, siempre te pertenecieron. Quise dártelos hace mucho tiempo. No obstante, tú no podías saberlo. Tú ni siquiera sabías que yo existía. Y te has ido sin saberlo.
Me quedo hoy de rodillas sobre la hierba triste frente a tu nombre. Me quedo hoy aquí cediéndote mi corazón, tratando de cumplir el anhelo inalcanzable de que las lágrimas que hoy lloro lleguen hasta ti para que sepas que existo y que estoy aquí y que nunca me volveré a marchar.
Te doy un corazón a cambio de nada. No pedía que me dieras el tuyo a cambio. No pedía que lo correspondieras con un gesto de cortesía. No pedía siquiera que me devolvieras una sonrisa al hacerlo. No digas nada, no preguntes nada. Porque no pido nada al dártelo y nada tienes que darme a cambio. No podía pedirte nada a cambio, porque ni siquiera sabías que yo estaba ahí.
Solo pedía con él que sepas que existo. Con eso todo cobraba un significado. Y, aunque jamás fui capaz de decírtelo cuando aún estabas aquí, este corazón que hoy te doy, siempre fue tuyo. Y siempre lo será.
Está lloviendo. Llueve sobre mí, sobre el césped, sobre tu nombre. Cae una lluvia gris, que empapa todo lo gris de este mundo que ha perdido el color desde que te fuiste.
Ahora espero que esta lluvia haga llegar mis lágrimas mezcladas con ella hasta ti, para que sepas que existo y estoy aquí, que siempre lo estaré y que espero impaciente el momento de poder volver a verte.
Porque en ese momento podré decirte que el corazón que te di cuando te fuiste, siempre te perteneció.
Atentamente, aquella de quién no sabes nada, pero que quiso haberlo dado todo por ti.
━━━━━━ ◦ ❖ ◦ ━━━━━━
Relato original.
━━━━━━ ◦ ❖ ◦ ━━━━━━
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mofred · 11 months
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El Color del Agua
Me gusta el color del agua que se decide por sí mismo
Nadie puede llamarlo de una forma sola
Aun lo dibujen de azul, yo no lo veo azul
Ni verde ni amarillo ni rojo
Ni negro ni gris ni blanco
Ni marrón
Ni transparente ni opaco
Ni rico ni pobre ni en calma ni turbio violáceo
Porque el agua es libre
No hay amenaza que valga con el agua. Sería ridículo: el agua se la traga.
Al agua, no la pueden abrazar para atarla
No pueden violarla ni pueden amordazarla, por si habla
Nada pueden hacer con el agua
Ella se viste como le venga en gana y puede
Jugar con la luz y con nuestros ojos, mezclarse
Con la tierra o con las piedras, secarse en las plantas
Rodearse de algas, estirarlas o achucharlas, flotarlas
Puede voltearse en las olas, surfear con sus gotas y agarrarse a una onda
de luz cálida. Transformarse y
Flirtear con las nubes, sosegarlas, amasarlas
Aliviar el sudor de la masa, romper las cargas y recargarlas y
Si una luz se cruza, fragmentarla con un beso de agua
Desnudarla
Refractarla y
Colorear una escalinata en un cielo de hadas
Amarlas
Embellecer con ellas las miradas
Celebrarlas
Como celebra el infante que grita ¡arcoíris! a los padres que lo abrazan
El agua puede también juntarlas y
De nuevo, una gota de agua
Que cae
Que vuelve a la tierra
A la carne
A beber de mi piel
Tu piel
Convertirla en agua
mofred
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gracias🌹
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planjota · 1 year
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Cuando nos haga falta [Relato - NSFW]
Teresa y yo nos conocíamos desde hace mucho tiempo, al menos siete años atrás. De hecho, por unos cuantos meses estuvimos en algo que podríamos llamar "relación", que básicamente consistía en ver series, salir a comer a restoranes caros, tener sexo salvaje y discutir hasta por la cosa más nimia. Por razones obvias decidimos (cordialmente) no continuar la relación y seguir cada uno por su camino. Tiempo después ella se mudó a otra ciudad en busca de nuevas oportunidades de trabajo en su campo, mientras que yo me quedé acá. Todo esto pasó antes de la pandemia y las cuarentenas así que había pasado bastante agua bajo el puente y ya ni me acordaba de ella, hasta que un número desconocido me llama durante la tarde-noche del viernes. Pensando ingenuamente podría ser algo del trabajo o alguna emergencia, contesto:
- Aló?
+ Aló, Jota, eres tú?
- Sí, Con quién hablo? (Su voz se me hizo conocida)
+ Hablas con Teresa, ¿Cómo estás?
- Hola Teresa, ¿Bien y tú? (efectivamente, era ella)
+ Bien, gracias. Oye perdona pero quería pedirte un favor. - Cuéntame (respondo intrigado)
+ Mira, lo que pasa es que hoy tuve en tu ciudad una reunión de la empresa donde estoy trabajando y me acabo de desocupar; y para remate se me fue el bus que tenia de vuelta a la capital. ¿Existe la posibilidad de que me alojes por una noche en tu departamento?
- Mmmm... Bueno, tendría que ordenar la pieza de visitas o puedes acomodarte en el sofá cama. Ahí lo vemos.
+ Gracias Jota, te pasaste. ¿Es en la dirección "de siempre"? (Nota: Cuando salía con Teresa vivía en otro departamento en la parte alta, al cual le está haciendo referencia).
- No, tranquila, yo te paso a buscar. Mándame tu ubicación por Whatsapp.
+ Dale, muchas gracias, te pasaste. (Cuelga)
Circunstancialmente, la ubicación que me manda es cercana al supermercado donde estaba comprando para el fin de semana. Aprovecho de echar unas cosas más para comer a la noche, y me dirijo a la ubicación que me indicó. De camino pensaba a lo mejor fui el único que le contestó. ¿Y sus amigas? Verdad que se fueron a trabajar a las mineras y ella no quiso. O no quiere pagar un hotel. Nah, a lo mejor esta pasando por un mal momento económico. Bueno, todos hemos pasado por eso. Mientras seguía caminando abstraído en mis pensamientos siento que me tocan el hombro y me hablan:
+ Jota, ¡Llegaste!
Efectivamente, me había pasado de la ubicación en media cuadra. Y efectivamente, era Teresa, con el de una persona que estuvo casi 10 horas en reuniones que al parecer, no llevaron a ningún lado. Como ya estaba oscuro no pude ver en mucho detalle como estaba vestida. - Teresa, ¿Cómo estás, aparte de regia?
+ Hoy estoy más cansada que regia, lo siento, pero gracias.
- Ya queda poco, vamos caminando al departamento.
+ No me digas que me vas a hacer subir hasta allá con tacos.
- No, tranquila, me cambié cerca del centro así que no es tanto.
Después de 15 minutos caminando llegamos al edificio donde vivo, para luego entrar al departamento. Mientras prendía la luz y Teresa dejaba su abrigo gris colgado en una silla del comedor, pude verla en más detalle: Su cabello castaño ondulado levemente aclarado, una blusa negra que resaltaba su figura y dejaba traslucir sutilmente su sostén de encaje, una falda plisada en rojo oscuro que combinaba con su boina y que le llegaba un poco más arriba de las rodillas, pantimedias negras (aparentemente) y unos botines de cuero negros de taco bajo. Por un breve instante me quedé contemplándola en silencio, como si fuera una cita romántica, o algo más. Por mi parte, tenía la común tenida de oficinista: Pantalón de tela y zapatos negros, un chaleco grueso de color burdeo y una camisa gris claro.
+ Jota, ¿estás bien? Te quedaste pegado.
- Ay, perdón, también he tenido un día largo hoy. Pero por lo menos ya es viernes. ¿Has comido algo?
+ No, nada. Un jugo y una barrita a la hora de almuerzo.
- Ya, déjame preparar algo para comer y luego puedas descansar.
El preparativo fue rápido: Hervir agua, poner un par de tazas con sus respectivas bolsitas de té y unos pastelitos que compré para la ocasión. Mientras comíamos nos pusimos al tanto de nuestras vidas: Después de terminar nuestro amago de relación, Teresa estuvo trabajando con una agencia local, pero por temas de sueldo, decidió ir a probar suerte a la capital. Le costó al principio, pero encontró un lugar donde supo encajar bien como profesional y le pagaban bien. En cuanto a lo sentimental, me contó que intentó buscarse a una persona, pero sin apuro, que no le era de interés por el momento algún tipo de relación seria. Yo por mi parte le conté de mis andanzas: de mis idas y vueltas en el trabajo, de mi mudanza, de mis problemas y mis soluciones, de mis citas fallidas y conquistas a medias, para llegar a la misma conclusión que ella: las relaciones serias como que no se nos dan (tal vez por eso terminamos).
Mientras conversábamos, no podía dejar de mirar sus labios, y una parte de mi empezaba a sentir ganas de volver a devorarlos como antes, de fundirse en un sórdido y apasionado beso que nos hiciera abandonar la razón. Creo que Teresa se dio cuenta de ello, y de tanto en tanto empezó a morderse el labio, muy sutilmente, como para que lo notara y siguiera viéndola con un poco más de lascivia. De tanto conversar se nos hizo tarde y Teresa se notaba, por sobre todo, cansada, así que le sugerí que fuera a acomodarse a la pieza de visitas, mientras yo lavaba las tazas y ordenaba el comedor.
Mientras terminaba de ordenar y lavar recordaba los multiples momentos de placer que tuvimos en ese tan breve tiempo: aquellas noches en ese departamento pequeño que arrendaba, donde no dejamos de mirarnos a los ojos mientras lo hacíamos; el aroma de sus pechos en mi rostro, sus manos arañando mi espalda y sus gemidos entrecortados en mi oído; sus fluidos rebozando sobre mí y mi miembro mientras pedía que la penetrara más y más hasta dejarse caer en el más profundo de los placeres; la manera en que me devoraba con su boca, sus manos y su mirada mientras yo sólo gemía y me dejaba llevar por sus movimientos. Pensar en ella, en su pasión y en su placer no hacía más que excitarme más y más, y sentía como mi respiración empezaba a agitarse, mientras mi miembro se iba poco a poco endureciendo y agrandando, hasta ya incomodarme dentro del bóxer y el pantalón. Mierda, ya me calenté - pensé - ¿Qué hago ahora? Si llego y le caigo encima así como así me puedo meter en problemas, Si le pregunto sin más se lo puede tomar a mal, aparte ha estado hueveando todo el día y de seguro solo quiere dormir y descansar. Pero creo que voy a explotar esta noche, ya estoy durísimo.
Nuevamente abstraído en mis lascivos pensamientos siento la voz de Teresa al lado mío:
+ Jota, ¿Tienes algo que pueda usar para dormir?
- Ah, sí, dame un segundo - Respondo, tratando de ocultarme el bulto de manera sutil con el paño de platos - ¿Vas a necesitar un cargador para tu celular?
+ Cierto, eso se me olvidaba, gracias.
Voy a mi dormitorio a buscar un pantalón de buzo, una polera y un cargador que tenía tirado en un mueble, y se los paso. Teresa me mira un poco intrigada:
+ ¿Estás bien? te noto un poco perturbado.
- Sí, estoy bien, un poco cansado, tengo que dejar limpio ahora y me acuesto.
+ Bueno, está bien. Que descanses, buenas noches.
- Igualmente, que duermas bien.
Al parecer, no iba a pasar nada. Afortunadamente para ambos, o no tan afortunadamente. En realidad no lo sabía del todo, pero quería saberlo de alguna forma. Aunque la erección había bajado un poco y la respiración ya se había tranquilizado, la curiosidad me mataba. Mientras terminaba de ordenar y apagar las luces del comedor pensaba: ¿Qué hacer? ¿Actuar prudentemente, como un caballero, o dejarme llevar por el carnal instinto que me inunda de manera implacable? ¿Dejar esto sólo como un pensamiento, o llevarlo a la carne y asumir el riesgo? Los cinco pasos a oscuras entre el living y la puerta de mi dormitorio se me hicieron eternos, sólo guiado por la luz que salía por debajo de la puerta de la pieza de visitas, donde Teresa, seguramente, ya debe estar preparandose para dormir.
Al entrar a mi dormitorio y prender la luz noto que esta se quemó recién. Ni modo, tendré que cambiarme con la luz de la mesita de noche. Noto que, al cerrar la puerta del dormitorio, habían quedado abiertas desde la mañana las cortinas. Afuera se veían las luces de la ciudad, tan tranquila a esas horas que no pareciera que viviera a dos cuadras de la avenida principal. Me saco el chaleco y lo dejo sobre un mueble, me miro en el espejo que está detrás de la puerta y me desabotono la camisa. Ahí estoy: a medio desvestirme, a media luz y con unas ganas enormes. Pero prefiero no cagarlas, es lo correcto. Si pasa, pasa, pero por hoy, parece que no.
De pronto, tocan a mi puerta.
- ¿Sí?
La puerta se abre. Es Teresa, cubierta por una manta de polar. De a poco se me empieza a acelerar el corazón.
+ Ya sé lo que te pasa, Jota. A mi también me está pasando.
Teresa deja caer la manta de polar y se deja al descubierto: no lleva más que su sostén de encaje negro floreado, combinado con una pantaleta de igual color y formato más sus pantimedias negras. Mi corazon está a mil.
- Pero es que...
+ Shhhh, no digas nada, - me replica Teresa mientras pone su dedo índice sobre mis labios - sólo disfrutemos.
Acto seguido posa sus labios sobre los míos, a lo cual instintivamente pongo una mano en su cuello y la otra en su cintura, acercándola a mí. Era el beso sórdido y apasionado que estaba imaginando hace un rato, y que ella también, seguramente, imaginó. Mientras nos besábamos, Teresa terminó de desabotonarme la camisa y tirarla en algún lado, para luego proceder con mi pantalón: sacando el cinturón lentamente para posteriormente desabotonarlo y empujarme a la cama. No hago más que caer y dejarme caer. Teresa se abalanza sobre mí, para besarme nuevamente con más pasión; luego baja y besa mi cuello, mi pecho, mi abdomen. Se detiene para mirarme justo antes de hacer el amago de sacarme el bóxer.
- ¿Qué tratas de hacer? - le pregunto.
+ ¿Quieres que te lo diga o quieres que lo haga? - me responde.
Mientras me responde, con sus manos, toca mi miembro por encima del bóxer, inconscientemente suelto un gemido.
+ Eso me encanta de ti. Quiero oírte - Me dice Teresa.
De a poco empieza a retirarme el bóxer, dejandolo al descubierto. Está erecto y humedecido. Luego lo introduce en su boca, chupándolo gentilmente, mientras me acaricia los testículos con una mano. Empiezo a gemir: se siente rico, muy rico. Cada tanto, Teresa se saca mi miembro de la boca, para recorrerlo con su lengua desde la base hasta la punta, para recorrer el glande con delicadeza y volver a introducirlo en su boca. No podía parar de gemir y ella lo sabía, de hecho le encantaba y me lo hacía saber al chuparme con más ganas. Entre temblores y gemidos, procedí a poner mi mano sobre su cabeza, para guiarle el ritmo de su actuar. Mas despacio, más rápido, mas fuerte, juega con el un rato, y sigue. Despues de unos minutos, Teresa se detiene. Ahí aprovecho para levantarme, tomarla de la cintura y lanzarla a la cama.
- Ahora me toca a mí - digo.
La contemplo por un par de segundos mientras ella trata de acomodarse de alguna forma. De reojo, veo mi cinturón en la cama y un plan perverso se me viene a la cabeza.
- Tengo una idea, y sé que te va a gustar.
Tomo mi cinturón, me pongo encima de ella y tomo sus brazos. Con mi cinturón los amarro a la altura de las muñecas, para luego dejarlos sobre su cabeza. La miro a los ojos.
- No digas nada, solo disfruta.
Empiezo dandole un beso en sus muy húmedos labios, mientras sostengo su rostro con mi mano. Luego, voy recorriendo lentamente su cuerpo: muerdo los lóbulos de sus orejas, beso y muerdo su cuello, le desabrocho su sostén para acceder a sus fragantes pechos y poder dejarme caer en ellos: intercalo besos, caricias, mordidas y apretones en sus pezones, mientras empieza a gemir con más y más fuerza.
Dirijo mi mano hacia su pantaleta de encaje: la toco sutilmente y está muy mojada. Sigo bajando con mis labios, recorriendo su cuerpo y me detengo frente a su braga. Siento el aroma del placer inminente, y le beso por encima de ella. Acto seguido, empiezo a quitarle lentamente la braga, mientras que de pasada voy llenando de besos y caricias sus piernas. Teresa está temblando, y no de frío.
- ¿Algo que quieras? - Le pregunto, mientras tengo su braga en su mano y siento su aroma.
+ Devórame, por favor - Responde.
Abro sus piernas y lentamente me acerco a su vagina. Está muy mojada, y eso me excita aún más. introduzco mi lengua en su vagina, lo que vino acompañado de un fuerte gemido y un espasmo de Teresa. Paso mi lengua por sus contornos: subo, bajo, doy vueltas; doy pequeños apretones con mis labios en las paredes de su cuerpo mientras siento como gime desbordando de placer y sus fluidos me inundan. Sigo comiéndola y devorándola con más ganas, con más fuerza; ahora me hago ayuda de dos de mis dedos, los cuales introduzco de a poco y se empapan de su humedad. Busco su punto con mis dedos, mientras que por fuera estimulo su clítoris con mi lengua. En vista de sus reacciones y gemidos cada vez más fuertes creo que ya lo encontré. De la nada, empiezo a sentir sus manos (amarradas) sobre mi cabeza, tirándome el pelo.
+ Por favor, detente.
- ¿Quieres que me detenga?
+ ¡No!
- ¿Segura?
+ ¡Dame más!
Continúo estimulando su clítoris y su vagina, y en cada movimiento siento como se funde más y se chorrea aún más, hasta ponerse a temblar gemir desesperada. Es el momento propicio: la tomo, la acomodo en la cama, tomo parte de sus fluidos para humedecer mi miembro, me pongo sobre ella y dejo tocar la punta de mi miembro sobre su cuerpo. La miro y la siento temblar de placer, mientras me mira de vuelta. Fueron sus manos las que desataron esta locura, y ahora, ahí amarrada, es poco lo que puede hacer salvo dejarse llevar por sus instintos. Le digo al oído:
- ¿Tu sabes lo que sigue, no?
+ Sí.
Paso la punta de la lengua por sus labios. Acto seguido, introduzco mi miembro en su vagina. Inmediatamente, Teresa suelta un gemido profundo, como si le hubiera tocado el alma. Empiezo a moverme lentamente, penetrándola con suavidad, mientras miro su rostro como derretirse. Pongo mi mano sobre su cuello y le aprieto suavemente, mientras voy cambiando la velocidad de la penetración. Más rápido. Más despacio. Más suave. Más fuerte. Más rápido. Más despacio. Más suave. Más fuerte. Teresa vuelve a gemir como con la desesperación de hace un rato, pero de manera errática. Mientras sigo penetrándola, empiezo nuevamente a besar y morder su cuello, a acariciar y apretar sus pezones, a sentir la suavidad de su cuerpo frotándose y retorciendose junto al mío. Sus manos amarradas tratan de arañar mi espalda.
- ¿Quieres que te suelte?
+ Por favor.
Le retiro el amarre de sus muñecas, no sin antes acomodarme para luego, sin aviso, penetrarla con fuerza. El gemido se volvió un grito, pero de placer y lujuria. Teresa se aferra a mi espalda y la rasguña mientras la embisto con fuerza. Siento como mi miembro se sentía más y más apretado, a la vez que sentía sus fluidos chorrear y empapar la cama. Yo también empiezo a descontrolarme, y empiezo a embestirla con más y más fuerza. Estoy consciente que me queda poco para venirme, y quiero disfrutarlo a concho.
+ Vente, por favor - me gime Teresa, tratando de contener la respiración
- ¿Segura?
+ Sí, vente, hazlo.
Respiro profundo y me acomodo para poder embestirla con la mayor fuerza y profundidad posible. Levanto sus piernas, y me dejo caer sobre ella, embistiéndome contra su cuerpo, cada vez más fuerte y más rápido. Ambos estamos gimiendo. Ambos estamos sudados. Ambos hemos abandonado toda razón y nos hemos convertido en bestias sedientas de placer y perversión. Ambos sabemos que nos queda poco para el final, y queremos satisfacernos como corresponde. Cuando siento que voy a eyacular, me muevo con aún más fuerza, me abalanzo sobre Teresa, pongo mi mano sobre su cuello y termino de penetrarla con un gemido de ambos que nos hace temblar. Siento cómo todo mi semen la inunda por dentro. Siento cómo ella tiembla, se retuerce y busca algo de consuelo o sosiego en mi pecho.
La miro, le doy un beso en sus labios, me retiro para que pueda acomodarse y le traigo unos pañuelos desechables para que pueda limpiarse. Afuera es de noche, mucho más tarde de lo que yo creía. Mientras me acuesto a un lado de Teresa, pienso mañana será otro día.
La mañana nos pilla desnudos con la cortina del dormitorio abierta y con la luz de la mesita de noche aún prendida. Hay prendas tiradas en toda la pieza y rastros de una noche de sexo salvaje (en el fragor de la noche botamos un cuadro que había colgado). Teresa está aún durmiendo en mi pecho. Yo estoy mirando el techo como si no pudiera creer lo que pasó. Actué prudentemente, o al menos lo intenté, pero mi carne al parecer es muy débil y todo se dio vuelta en cuestión de segundos. Teresa se despierta y me mira:
+ ¿Qué hora es?
- Son como las 8 y media - Respondo.
+ Aún es temprano, pero tengo que viajar. ¿Me prestas tu ducha?
Luego de darme un beso, se levanta, y empieza a recoger su ropa interior. Entretanto, me levanto para buscarle una toalla limpia, se la paso, y la veo entrar a la ducha pero sin cerrar la puerta. Curioso: hace más de cuatro años que no nos veíamos y ahora se pasea desnuda por mi departamento como si lleváramos más de cuatro años juntos. Ingreso al baño, la miro y le digo
- Estuviste espectacular anoche.
Teresa me ignora y abre la llave del agua caliente. La miro buscar el frasco del jabón y del shampoo. Entro a la ducha, tomo un poco de shampoo desde el frasco y lo deposito en su cabello, masajeándolo. Mientras ella toma la posta y continúa masajeándose el cabello, tomo un poco de jabón y lo reparto sobre su cuerpo: sus hombros, su espalda, sus pechos, sus caderas. Me detengo en su culo, tomo un poco más de jabón y le acaricio las nalgas con suavidad, separándolas un poco y haciendo el dejo de tocar su ano con uno de mis dedos. Teresa reacciona:
+ Por ahí no, Jota. Al menos por hoy no.
- Ok, comprendido.
Le doy un beso en su hombro y terminamos de ducharnos. Luego de vestirnos y tomar un café, me ofrezco para acompañarla al terminal, a lo que accede. Todo el trayecto desde el departamento hasta la terminal fue en el más absoluto silencio, como si hubiera hecho algo inmoral o ilegal. Trato de meterle algo de conversación pero es inútil, está abstraída en sus pensamientos. ¿Qué estará pensando? ¿Si fue buena o mala idea? ¿Estará arrepentida? ¿La habré lastimado? Llegamos al terminal y la dejo frente a la garita. Ahí, Teresa recién me habla.
+ Jota
- Dime
+ Primero, gracias por acogerme.
- De nada.
+ Lo otro: también estuviste genial anoche, lo pasé muy rico. Me hacía falta.
- Digo lo mismo, al parecer era necesario. Con respecto a que me haya...
+ Tranquilo, estoy con pastillas. Si pasa algo, tengo un plan B.
- Ah, ok, entiendo. Espero que te vaya bien en lo que te propongas.
+ Muchas gracias. Una última cosa - Dice Teresa mientras se acerca el bus que la llevará a la capital - ¿Nos volveremos a ver algún día?
- No lo sé - respondo - yo creo que sí, cuando nos haga falta. De todos modos nos quedó un pendiente.
Teresa se sonroja y se ríe. Con un beso en la mejilla, Teresa se despide y se sube al bus.
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