Me aterró su visión
su libertad, su compromiso,
yo venía con las maletas rotas
con un futuro abatido,
él se ofreció a coserlas
y a cargarlas por mí.
Al principio fue maravilloso
hacía esas cosas
que parecían imposibles para mi antiguo amor,
eso me gustaba,
pensar que en realidad no pedía mucho
y merecía ser amada como yo deseaba.
Pero, me aterró su seguridad
sus ganas de abrazar el futuro
conmigo a su lado,
me atemorizó que alguien tan pronto
quisiera tenerme para siempre,
¿dudé de ser merecedora de tanto afecto?
claro que no, simplemente no estaba lista,
no estaba lista para que alguien me obsequiara
kilómetros de jardines
sin yo tener siquiera
una semilla en la mano.
¿Sabes? El amor que sientes por alguien nada tiene que ver con ese alguien, el amor que ofreces tiene que ver contigo mismo, con la calidad de gratitud que llevas dentro de ti, con la calidad de transparencia, honestidad, lealtad, fidelidad, fe, espera y compromiso propio. Tiene que ver con el material del que tú estás hecho, con el nivel de entrega con el que otorgas las cosas. El amor que sientes por alguien es proporcional al amor que sientes por ti mismo, a ese que te indica lo que en conciencia debes hacer para no herir al otro como tú no deseas ser herido, para estar presente, dar atención y escuchar como tú desearías la presencia, la atención y la escucha del otro. El amor es la construcción de la ternura dentro del ser, la oportunidad de irradiarla al amado y así mismo darse entero, darse sin miedos, darse pues tú ya te has dado a ti mismo todo eso que mereces, es así que ya eres capaz de compartirlo. Por eso es que el amor es una fuente infinita de energía que crece conforme se ofrece sin afán de sacar ninguna ventaja, que se ofrece por la humilde razón de compartir con el otro lo que tú ya has logrado obtener de tu propia fuente. El amor enseña. El amor aguarda. El amor construye. El amor no ve los errores del otro, el amor es el maestro que ayuda al otro a crecer con el ejemplo. El amor no reclama. El amor guarda silencio si es que lo que se piensa decir no aportará más allá de lo que es bueno, de lo que está conectado al cosmos, a la vida, a Dios.
Dos voces, dos bocas, dos savias, dos latidos, dos deseos, dos instintos, dos mundos... Una explosión.
Ya no se vuelve a ser el mismo una vez que chocas con otro mundo, con otro nombre... Con ese que te hace cometer locuras, que se adhiere a la piel y que una vez que se marcha te desgarra por dentro su separación.
Así yo, mi cielo. Así con usted que pasó por mi vida como un tornado y ahora no sé cómo ni dónde encontrar mis piezas.
Mi reina, mi niña, mi mujer, mi señora... Mis emociones son suyas, por ende mis letras y mi tinta. No puedo guardarle rencor por eso, aunque debería, pues llevo las manos vacías desde que usted entró en mi vida. Día y noche, noche y día mis manos no pueden evitar hacerle el amor a la palidez de mi hoja, pues yo la extraño, señora, la extraño demasiado. No hay un segundo donde el papiro no gima al roce de la punta de mi pluma; no hay momento en el que no grite al sentir a mi tinta explotar. Oh, el papel ha sido bueno conmigo en su ausencia, mi amigo, mi amante, el espacio que reconforta el vacío que usted deja cada vez que se marcha. Este papel, mujer mía, es el que ha hecho de mí, ante los ojos del mundo, un cuerdo, cuando por usted —y muy dentro mío— estoy loco de atar.
Somos esa pequeña parte del universo que se compone de sentimientos esparcidos en nuestra piel, somos polvo convertido en sueños y esperanza, para transformar la vida ...
Las letras son mi refugio,
en ellas se encuentran desvestidas mis heridas
está el abrazo inconcluso con mi abuela,
mis lagrimas que decidieron hacer versos,
noches de insomnio en las tildes,
el dolor que sentí por aquella despedida,
están las promesas inconclusas en las comas,
el desamor en cada espacio,
mis fantasías en las rimas,
la tristeza que se cuela entre las líneas
y el amor que encuentra
un rincón
en los
versos mal
cortados,
aquí están mis historias, mis pesadillas,
lo que aspiro a ser, lo que ya no quiero,
están las risas de los niños,
lo que nunca pude decir,
está regado el amor inmenso que pude dar
y la gran decepción después de amar.
Estoy aquí
me he desnudado el alma
para cualquiera que decida leerme.
Karla M.