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lunocura · 1 year

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Se Nacido

Juro que los eventos que relataré a continuación son verdaderos. Juraría en nombre de algo, cómo Dios o mi madre, pero no tengo nada o nadie en quien depender. Es ciertamente liberador, hasta cierto punto, no estar anclado a nada, pero es solitario.

Es sumamente curioso como un evento puede cumplirse miles de veces de la misma exacta manera y tener un resultado completamente diferente cada vez, o aun mas, comportarse igual en cada caso excepto por una sola instancia. Un bebe puede ser expuesto al mismo estímulo varias veces y lloraría aleatoriamente, y un anciano puede quejarse de cientos de políticos antes de seguir fervientemente a uno idéntico a los demás. El punto es que, mi anterior huésped se golpeó la cabeza contra el marco de una puerta, como lo ha hecho incontables veces, pero esta vez se fue a dormir y no despertó. A veces deliberó en si el podría haberlo visto venir, si pudiera haberlo evitado. Quizás lo hizo a propósito, no sé con cual pero es una teoría sobre la cual he meditado mucho (no tengo mucho que hacer aparte de meditar).

Cualquiera sea el punto, él se fue a dormir y yo me desperté. El mundo era borroso y liminal. Tacho eso, el mundo ES borroso y liminal aun hoy dia. Era blanco y esteril, derivado de un cielo, con líneas rojas como venas explorando pasillos interminables. Lo primero que escuché eran los gritos de los bebés mientras me llevaban en camilla, y decidí que nacer debe ser doloroso. Así que grite.

Me pusieron en un cuarto alargado con varias personas que yacían en sus sarcofagos de plástico. Me pregunté si dormían como mi anterior huésped, y si tendrían ahora gente como yo. Me llegaría a enterar que habían quedado completamente vacíos, y que yo era una de las pocas excepciones, que fue un resultado decepcionante.

Había una biblia en mi mesita de noche. También varios libros espirituales similares aunque hechos de un papel de peor calidad que me enseñaron sobre la naturaleza clínica del alma. Haciendo referencia cruzada entre todos los textos, descifre que el alma es un pedazo de papel que contiene la información que revela a un hombre, algo así como el código genético.

En ausencia de un lugar donde pertenecer, pretendí ser el anterior huésped y me asimile a su vida. Él tenía veinte años y vivía con sus padres, iba a la universidad de Bellas Artes, y tenía su cuarto cubierto en pósteres de mujeres semidesnudas. Esto ultimo me molesto, yo tenía poco interés en el sexo opuesto y me incomodaba solo estar ahi. Así que empecé a arrancarlos y tirarlos a la basura uno por uno, cronometrando para poner distancia entre cada uno así los padres de mi anterior huésped no se darían cuenta. Sin embargo la mujer que se hacía llamar mi madre me miró mal.

La universidad fue un mal rato. No entendía el punto del arte y era incapaz de reproducir la belleza en las esculturas que había encontrado de mi anterior huésped. El arte sale de la nada absoluta por gente talentosa que es capaz de generarlo del aire puro, una habilidad con la que yo no nací. Lo único que puedo hacer es copiar otras esculturas. Vi la colección que él había creado a lo largo de su vida puestas en un estante en mi cuarto, y me desagrado ver que eran principalmente mujeres semidesnudas con ojos grandes y bocas pequeñas. En serio, este hombre tenía algo con las mujeres semidesnudas. “Accidentalmente” me tropecé y caí sobre las estatuas, rompiéndolas en mil pedazos. Esto le enseñara. No se que lección estaba buscando enseñarle, pero fue satisfaciente momentáneamente.

No podía entender el objetivo del arte. Así que desprecié la universidad. Desprecie muchas cosas, al no ser anclado por nadie era incapaz de anclarme a cualquier cosa. Reconozco que fue apresurado de mi parte y quizás un tanto infantil, pero no me arrepiento de haberla abandonado. Era solo un problema que había heredado del anterior huésped, y si él quería permanecer ahí entonces no debería haber cambiado de lugares conmigo.

Sus amigos me visitaron. Eran diversos y variados, de todos los colores y tamaños, pero todos eran hombres. Por supuesto. Aunque estaba feliz de que no hubiese mujeres, ellas me traian una cierta indisposición que no puedo explicar, especialmente la mujer que se hacía llamar mi madre. Tienen piojos.

Traté lo mejor que pude de relacionarme con ellos, pero no pude. Desconocía los intereses de los que hablaban y no sabía lo que era un “anime”. Sigo sin saber lo que es. Poco a poco dejaron de aparecer y hablar conmigo, hasta el punto que me quedé verdaderamente solo. Debería haber estado feliz de que tendría que dejar de intentar encajar con estos fantasmas de mi anterior huésped, pero me sentía más huérfano que nunca. Parecía que de verdad no pertenecía a ningún lugar.

Me aterrorice. Para este punto había sido informado que yo suponía ser la persona que era antes, pero no me identificaba para nada con él. Tuve la teoría de que era solo mi yo anterior con amnesia severa, pero la descarté. Si fuera el anterior huésped tendría por lo menos algo de lo que aferrarme, pero no tenía nada. Me pregunté sobre la esencia volátil del alma, si acaso había escrito sobre el libro de mi anterior huésped con mi mera existencia. El alma es algo inconstante y cambiante, a pesar de ser tan importante.

Cuando era de noche, y yo me acostaba en mi cama y jugaba a dormir cerrando los ojos, soñaba que el anterior huésped solo estaba durmiendo dentro mio. Eso es, solo estaba pretendiendo dormir como lo hacía yo, y un día se despertaría y me rescataría de ser yo. Ese rescate era en lo que yo estaba confiando.

Me di cuenta que la mujer que se hacía llamar mi madre estaba empezando a captar lo que estaba pasando. Se dio cuenta de que yo no era su hijo. No puedo entender el duelo por el que debe de haber pasado y procesado, pero para cuando me confrontó parecía ya no sentir dudas.

—Vos no sos mi hijo —Me había dicho un día, tapando mi camino en el pasillo de casa.

—¿Disculpe?

—Dije que no sos mi hijo —Cerró la distancia entre nosotros. Esto me resultó desagradable. No la quería cerca mio—. No actuas como él, dejaste de hablar con tus amigos, abandonaste la universidad. No se quien te pensas que sos, pero…

—¿Pero? —Le pregunté. Ella se cubrió la cara y se limpió las lágrimas. Me di cuenta en ese momento que yo nunca había llorado. Me llené de valor y tomé unos pasos hacia adelante, a pesar de mi repulsión—. ¿Qué está sugiriendo, mamá?

—No es nada —dijo, y se fue.

Me dejo solo otra vez, naturalmente, reflexionando. En como ella debía de amar a su hijo lo suficiente como para confrontarme sobre llevárselo, por tomarlo de rehén dentro de su propio cuerpo, pero pensé que tampoco lo suficiente como para insistir en el asunto. Ella debía de tenerme miedo, porque tenía el poder de quitarle a un hijo, lo más terrible que puede suceder.

No. Estaba viendo esto desde el punto de vista equivocado. No es que ella no lo amaba suficiente, es que lo amaba tanto que le era imposible enojarse conmigo, que use su cara sobre la mía. El amor que ella sentía por él era inmortal y sobrepasaba el tiempo y el espacio para detenerse en esta casa. Me pregunte, ¿porque tuvo un hijo, si es una relación temporal que solo iba a terminar algún día? ¿Porque decidió alguien que ella tenía que existir? ¿Por qué existo yo?

Uno no puede consensuar su propia existencia. Es una decisión que tiene que ser tomada por otros. No tenía manera de indagar sobre la motivación que tenía la mujer que se hacía llamar mi madre, pero tenía una buena idea que lo que animaba a mi anterior huésped era hacer la mayor cantidad de conexiones posibles. Estas deben de ser la razón por la cual uno existe, y por la cual yo debía de existir, pero no puedo entender porque una madre decidiría tener a uno.

Decidí hablar con el hombre que se hace llamar mi padre. El se ponía cada vez más y más nervioso alrededor mío, como si tuviera algo que esconder. En eso nos parecíamos.

—Papá —Me senté a su lado en la mesa de la cocina. El se miraba a sí mismo reflejado en el fondo de la yerba mate—. ¿Podemos hablar?

—Claro —Su voz tenía un tanto de desgano en ella.

—Me amas, ¿verdad?

—Por supuesto, ¿que te hizo pensar de otra manera? —Arqueo una ceja mientras agarraba el mate con las dos manos. Tomó una pequeña calada de él y continuó—. ¿Es por lo que dijo tu madre, de que cambiaste desde que te golpeaste la cabeza?

—¿Harías cualquier cosa por mi, cierto? —pregunte. Detrás mío, escondí el cuchillo con las dos manos.

—Bueno, es innegable que has estado actuando un poco raro desde eso, pero creo que seguís siendo en el fondo la misma persona —dijo, hablando más consigo mismo que conmigo—. El golpe solo te dejo un poco atontado y no te sentís como vos mismo. Ya pasara —Me sonrió—. Si, haría cualquier cosa por vos.

—Entonces, ¿morirías por mi? —Y lo acuchille en el costado.

Sonará violento e impulsivo, y ciertamente lo era, pero en el momento tenía sentido perfecto para mi corazón adicto a la pasión melancólica. Si el de verdad decía ser mi padre, aunque este vínculo fuera falso y basado en una mentira que yo cree, debía de estar dispuesto a poner su vida en la línea. Eso es lo que marca a un verdadero padre, el punto de partida donde termina la juventud y comienza la paternidad. Supongo que no fue muy compasivo de mi parte, en retrospectiva.

Los eventos que ocurrieron a continuación fueron tan borrosos como mi nacimiento. No recuerdo si lo maté o no. Termine en un edificio blanco y triste, con gente siendo escupida por cada puerta y corriendo a otras para empezar el proceso nuevamente. Me prohibieron salir, y me quedé atorado aquí. No había libros, cuchillos, o estatuas. Solo había gente, gente que estaba más despierta que yo. Antes de entrar no sabía que funcionaba por niveles, pero esta gente claramente hablaba con entidades que yo no podía comprender.

Me pregunto si moriré aquí como antes nací. Si la muerte es tan borrosa como lo es nacer, confusamente ir de un lado a otro, o si es dolorosamente clara con cada detalle evidente para el que la sufre.

Pero me puedo abrazar a mi mismo. No estoy solo. Lo tengo a mi anterior huésped en algún lado, a pesar de que ya no exista. Si tengo una unión, seguramente puedo tener más. Mi razón para ser existe, aún.

Unas lágrimas se me escapan. Él es mi madre.

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