Tumgik
babysaturno-666 · 2 months
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1 de abril
3:38 a.m
Por favor dame la fuerza para hablarle a él con la verdad y que me acepte por quien soy
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babysaturno-666 · 3 months
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Acerca de mí: La ansiedad me hace creer que la gente se está cansando de mí y empiezo a sentirme paranoica.
- Seguen Oríah 🌧️.
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babysaturno-666 · 3 months
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Debo dejar de buscar amor donde no me quieren, debo de dejar de rogar un poco de compasión.
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babysaturno-666 · 3 months
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He vuelto a la mierda de siempre. Pero la pregunta es ¿realmente salí de ella?
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babysaturno-666 · 3 years
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Era unos 6 años mayor que yo y era quizá eso una de las tantas cosas que me atraían de él. Nunca fuimos nada más que buenos amigos, nada más, cuando mucho abrazos fuertes, besos en la frente y hasta tomarnos de la mano, pero hasta ahí. Sin embargo, Pablo  destilaba cierta energía. Sus ojos, enmarcados con unas cejas gruesas y expresivas, una sonrisa tierna de oreja a oreja, su nariz, afilada, su piel, canela y siempre llevaba el cabello muy corto. Su look era algo así como un fuck boy, su risa muy contagiosa, de su boca escapaban palabras que me hacían morir de risa y siempre era así, realista, gracioso y bastante lindo. Sincero hasta la médula. A pesar de saber mis gustos, a él le parecían algo aburridos y yo no tenía objeción con los suyos, él, quien aparte de vivir con una familia acomodada, decide salir con pandilleros a quienes les gusta la calle, las drogas, las peleas y el rap. Podría comprarse ropa con más... ¿clase? Pero sin embargo, a el le gustaban las sudaderas anchas, y tennis grandes. Podría tener amigos más sofisticados, pero prefería andar con gente mucho mayor que el y los mismos quienes arrastraron a Pablo a los vicios y a su edad, había pasado por cosas muy similares a las que yo había tenido que vivir a causa de mi personalidad impulsiva y mi gusto por las drogas y el alcohol. Quizá eso nos hacía tener tanto en común finalmente; nos conocimos de hecho en un grupo de terapia para la drogadicción, muy romántico todo, el, yo, en la sala de espera del psicólogo mientras yo me mordisqueaba los dedos y el me platicaba sus siempre interesantes anécdotas. Todo lo que pasaba en su vida era fascinante y siempre lograba impactarme, a pesar de no ser un muchacho muy culto, prestaba mucha atención y captaba rápido lo que yo le platicaba, además, aunque tal vez no podía hablarme de libros, era capaz de contarme historias dignas de escribirse, y lo mejor de todo es que eran reales. Hicimos cosas divertidas, incluso irme a un retiro católico fue ameno con su compañía.
Como toda la gente que ha dejado huella en mi vida, estaba loco. Pablo no conocía los límites y se drogaba y emborrachaba hasta no aguantar, buscaba peleas sin miedo a que le rompieran la cara, (ya de por si estaba lleno de cicatrices), malgastaba y perdía su dinero, se rapaba o cualquier otra locura que se le ocurriera, de hecho, el me pedía que saliera con el porque según conmigo se veía obligado a no cometer estupideces debido a que se sentía responsable de mí. Llegó el día temido. Pablo se me declaró, me tomó de las manos y me dijo brevemente lo que sentía por mí. Yo quería, pero, simplemente en ese instante no tenía aún la decisión lista y no me sentía segura de decir que si ni de decir que no. Lo miré a los ojos y le dije que me faltaba conocerlo por dentro. Pareció quedar un poco serio por unos minutos, luego volvió a tratarme con la misma naturalidad de siempre y me sentí mejor. Pasaron algunas semanas. y salimos de paseo al río. Solo fui a comprar cigarrillos, junto con otra chica. Entre los árboles, me detuve a armar un cigarro de marihuana para mi acompañante y entre la maleza apareció Pablo sosteniéndose el abdomen. Estaba sangrando. Me alarmé y lo alcancé corriendo. Retiro sus manos, un pedazo de sus tripas estaba saliéndose y bañadas en sangre, su cara había tomado un gesto con un aspecto estremecedor, en sus ojos se reflejaba miedo y locura. Me puse histérica, sus amigos me dijeron que había peleado y lo habían apuñalado, llamé a emergencias. Mientras lo sostenía,el trató de sonreír y me dijo: ''Dijiste que querías conocerme por dentro''.
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babysaturno-666 · 3 years
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Siento que ser fit es "fácil" para una ex anoréxica, o sea, si podía aguantar tres días comiendo una taza de pepino, ¿qué te hace creer que no puedo sobrevivir con platillos balanceados? Esto es un paraíso.
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babysaturno-666 · 3 years
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Antes me llamabas para contarme todo y nada; el cómo y el porqué de tus días. Ahora tienes que estar borracho para pensarlo. Pero no voy a llorar pues ¿que sentido tiene? Ya que te irás cómo lo hicistes en el pasado dejando solo ese recuerdo agridulce en mi cabeza
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babysaturno-666 · 3 years
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Pesadilla dulce
Dame descanso de los recuerdos, pues ellos llegan golpeando me y recordando que existes pero se acabo.
Nosotros.
Terminamos.
No tengo ni un gramo de consideración... soñé con él. Hace un mes y 12 días que no soñaba con él pero hoy lo vi en mis sueños, pensé que era una pesadilla pero me sentía feliz ahí. Incluso en el sueño estaba enojada contigo y hacias bromas y chistes para hacerme reír. Lo odio. Maldito subconsciente.
Soñaba con él mientras mi novio dormía junto a mi y me abrazaba pensando que él era el protagonista de mis sueños. Lo siento tanto Samuel.
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babysaturno-666 · 3 years
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En esta industria el dolor es un gaje del ofició, si no es un músculo ó un tendón... es el corazón. Pero como nos gusta decir, si puedes subir al ascenario con dolor, no hay dolor, quiere decir que lo venciste. Los días que no puedes... cuando el dolor gana, tienes que irte sin nada.
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babysaturno-666 · 3 years
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¿Conoces el dicho "la belleza es agonía"? Es el equivalente en la industria del entretenimiento de que si no duele no sirve. Escondes el precio que se paga. Puedes quitarle el aliento a alguien con la perfección de un paso en un baile, sacar una lagrima con una nota alta. Eres un animal, perfecto para el sacrificio y lo menos que pueden hacer es alavarte.
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babysaturno-666 · 3 years
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Perdí el control.
¿Qué es lo que quieres ahora? Bajaste tanto de peso. Tu cara se ha definido, tu abdomen se ve plano, la ropa te queda mejor...¿O NO? Espera, creo que no. En realidad sigues siendo igual de horrible. La báscula marca menos, el espejo muestra la misma cosa asquerosa. ¿Entonces? Ya has hecho ejercicio, ya te ves mejor, pero algo te falta. Ahora ya se te cae y se te maltrata el cabello. Antes, para tí ser delgada era verte sin barriga, sin brazotes y piernotas. Ahora, ¿qué quieres? Ahora quieres pómulos, ahora quieres que se te marque cada maldito hueso de tu cuerpo. Ahora quieres tener las piernas largas y muy delgadas, que no se junten ni cruzándose. No eres suficiente, no eres bonita ni lo fuiste. Y a veces piensas que no lo serás, pero seguirás matándote de hambre porque es mejor morir intentando, porque igual lloras cuando eres gorda, e igual lloras cuando eres flaca. Eres tan bonita. Todos te lo dicen, todos lo repiten, cuando sales con tus amigas eres la que llama la atención de los hombres. Pero sola en tu habitación, mientras te observas, mientras estás a punto de dormir, vas a sentir que no eres nada. Te vas a dar asco. Estás tan acostumbrada a despreciarte que se te hace raro e increíble encontrarte atractiva. Estás tan acostumbrada a llorar que te sientes ridícula cuando eres feliz. Hay algo por dentro que se burla de ti cada vez que sientes que vales algo. Como cuando te arreglas, te maquillas, te peinas, al momento piensas que te ves bien. Luego sonrío con ironía para recordar que soy basura, y debo sentirme como tal. Eres basura hasta que hayas dado todo de ti. Hasta que tenga el cabello más cuidado que se pueda tener, la cara más afinada y lo más delgada posible. Pero no llega ese día. Y lo veo tan lejos que dudo llegar, pero sigo dejando que se me vaya la vida en eso.
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babysaturno-666 · 3 years
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Tan enferma estoy, tan dañada me encuentro que una de las razones por las que quiero llegar hasta los huesos es para hacerlo sufrir también a él.
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babysaturno-666 · 3 years
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Cuando te rompen de joven nunca te recuperas ¿verdad? Aunque tengas el cuerpo, tengas la mejor pareja de la escuela... no se siente bien.
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babysaturno-666 · 3 years
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Hace un mes me fui a vivir sola, y les hare un resumen de lo que pasara.
Soy libre, podre comer lo que quiera y dejar de comer cuando quiera... perdere el poco control que recupere despues de la rehabilitación.
Mi problema con el alcohol regresa acompaño ahora de nuevas sustancias.
Tengo un "novio" ahora, que es el reemplazo de aquien nuca me amo. Así que todas las noches duermo calida y es la ayuda perfecta para dejar de tener pesadillas.
Técnicamente estoy viviendo solo por vivir, duermo 3 o 4 horas máximo. No desayuno, me arreglo para ir a la Academia me salto el almuerzo, por la tarde voy al trabajo el cual solo me da una hora de comida y la ocupo para adelantar trabajos, hay compañeros que me invitan a comer los cuales rechazo obviamente, me traen algo para ingerir, para esa hora el hambre me esta matando asi que en ocasiones como pequeñas porciones.
Por la tarde-noche asisto a mis ensayos, los que por cierto empiezo a abandonar y prefiero llegar a casa a drogarme ó a tomar hasta perder el conocimiento. Entre semana mi departamento esta vacio a excepción de mi novio que suele venir de vez en cuando. Pero los fines de semana esta lleno de gente, a la mayoria ni conozco, son fiestas donde sin culpa puedo beber pues solo asi puedo olvidar.
Sabes... me siento como un canario, de esos que toda su vida estan dentro de una jaula de oro y cuando los liberas se matan, porque al intentar volar caen y se rompen el cuello, jamas aprendieron a volar.
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babysaturno-666 · 3 years
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Recuperarse es algo muy difícil de entender. A veces, mi corazón late muy fuerte, me mareo y vomito sangre. Mi estómago arde y digo, ''¡ya es suficiente, debes parar!'', me pruebo mis pantalones y ninguno me ajusta, incluso los que no me quedaban, me estaban volviendo a entrar y hasta ya se me estaban cayendo. Uy si, qué preocupante, seguía sonriendo, a quién le miento, Me gustaba adelgazar, lo que resultaba arriesgado ahora que estoy en el límite de verme un poco normal.  Me confundía mucho, y después de analizar aquellos puntos y estar consciente de que no quería morir ahora ni tampoco quería bajo ninguna circunstancia regresar a la horrible clínica, me decidía según yo hasta firmemente a intentar volver a comer, ya era suficiente por ahora, era momento de volver a acostumbrarme al menos a digerir, ya que supongo que no está bien que el estómago me duela al punto de retorcerme por el simple hecho de omitir vomitar algún alimento demasiado pesado.�� Así es como bajo decidida a la cocina y me preparo un gran sándwich, que finalmente termino medio comiendo porque sé que no me lo acabaría. No logro terminar ni la mitad, me siento muy llena. Forzosamente me acabo todo y las náuseas son inevitables. No me siento tan mal porque después de todo iba a vomitar, ¿No? Era mucho, que tal y engordaba.  Después me doy cuenta de que en realidad si tengo mucho miedo de que los jeans pequeños que uso dejen de quedarme. Tengo miedo y solo de imaginarme a mí misma más gorda y usando tallas que antes usaba, siento escalofríos y me da una ansiedad tremenda que me hace desear ayunar por muchos días y perder mucho más peso. Y después de comer tengo el super poder de mirarme al espejo y sentir que instantáneamente mi cara se ve tan inmensa y redonda como la tenía antes. Dejan de importarme las ganas de salir de esto y regresa mi necesidad de estar hambrienta y es que si, realmente solo puedo sentirme plena y totalmente feliz si además de todo no he comido. Comer, siempre me hace sentir preocupada. Si comparo la felicidad que me daría estar en un buffet con mi comida favorita a la felicidad que me da poder ver los huesos de mi cadera, la verdad la comida, ¿A quién le importa? Es real que no puedo dejar de sentirme relativamente feliz por el hecho de haber adelgazado, ya que supuestamente esa era la raíz de todo este desastre, ya recuerdo, si, quería ser delgada, muy delgada, que todos cuando me miraran, pensaran, ''¡WOW, ES MUY DELGADA!'', lo cuál ahora llegó a ser irónico ya que incluso a veces me enojo cuando la gente me repite mucho que adelgacé o que estoy delgada. Pero finalmente y en el fondo, me da mucho gusto que lo noten y que vean que si, soy delgada, como ustedes jamás creyeron que llegaría a ser. Pero qué puedo hacer ahora que no solamente me gusta adelgazar y ser delgada, si no que aparte disfruto de una extraña satisfacción al sentir mi estómago retorcer de hambre. Es mucho más bonito para mí que comer algo rico. Es cierto que además de todo al vivir en esto tan entre la vida y la muerte, y sabiendo que finalmente, es un suicidio progresivo que supuestamente está bajo mi control, yo sé que si quisiera morirme ahora simplemente ya estaría tomando bien las cartas en el asunto, pero si considero que me faltan algunas cosas por vivir, con un poco de voluntad y usando la lógica para combatir las ideas locas de mi enfermedad, logro no dejar de alimentarme lo que sea necesario para mantenerme viva y además delgada. A ver qué pasa.
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babysaturno-666 · 3 years
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Cada vez que fumo siento que mi corazón se limpia
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babysaturno-666 · 3 years
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Historias del hogar de los locos.
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Natalia.
Al principio, no había día que no la vieras llorar en la mesa, con su plato en frente. Sus brazos parecían texturizados. Texturizados por un estampado de cicatrices, algunos círculos, algunas quemaduras, algunas líneas, líneas gruesas. Luego, notabas que sus piernas estaban igual. No había parte de su cuerpo que no estuviera llena de cicatrices de autolesión. Muchísimas marcas de sutura. Su tez era apiñonada, su cabello, o el poco que le quedaba, muy rizado. Delgada, sin ser alarmante. Siempre tenía frío y no tenía uñas, se las comía. Pero era muy sociable. Mostraba sus cicatrices a sus anchas, me dijo que en este lugar, todas nosotras la entendíamos. Y era cierto. Yo ya no me cortaba, pero si la entendía. Ella ya llevaba varios meses, tres, para ser exactos. No tardó en irse, en un mes se fue. Antes de irse, un día antes, estuvimos platicando por horas en el patio. Me contó como dejó su adicción al thinner y al pegamento. Recordé un poco el cristal. Me enseñó sus cicatrices en las venas, me contó que su madre tenía cáncer, y que ella solo se estaba curando para que su madre muriera tranquila. Ella se fue, pero regresó dos meses después, con la boca cortada, igual que la de mi amiga. Me recordó tanto su cara, a la de mi amiga Valeria, cuando le dije adiós.
Eduardo.
Conocido como Ed, su nombre, Eduardo. Chico moreno, alto y guapo. Delgado, wow, era tan delgado. Se veía tan frágil. Su cuerpo era un palo, de verdad que si. Su cara atractiva pero muy muy afinada, cada facción se le marcaba, era muy flaco. Lo único malo: no tenía brazo.
Lo que pasó con su brazo se quedó en el misterio. Eduardo se rehabilitó y salió dos meses antes que yo, muy rellenito y con ganas de salir adelante, honestamente no entendía su entusiasmo... puesto que tenía además sida, su homosexualidad lo alejó de su incomprensiva familia. No cabe duda que a veces, comparándome con otros, tengo suerte. Un chico alto y fuerte vino por el el día que Ed se fue. Le dio un fuerte abrazo. Creo que sigo deduciendo que eran pareja. 
Karen.  No solo lloraba a la hora de la comida, ella lloraba siempre. Sus ojos siempre estaban nublados por las lágrimas. Su cuerpo era frágil, todos sus huesos se marcaban, todos y cada uno. Quizá fue de las personas que más llegué a apreciar. Sus ataques de ansiedad eran muy seguido, justo cuando yo creía que estaba mejorando, empezaba a actuar como loca hasta que la sedaban y desaparecía por días. Después, cuando la volvía a ver, su rostro aparecía cada vez más infeliz. Ella me confesó que su único plan era morir, pero que en esa cárcel ni si quiera te podían permitir morir a gusto.�� De un día para otro, Karen empezó a mejorar. No entendí como empezó a poner esfuerzos en recuperarse, pasaron semanas y ella ya comía, era más extrovertida, sonreía más, subió de peso. Pasaron meses. Estaba bien, a punto de salir, quizá, pues yo estaba tan segura de que no faltaba mucho, que le obsequié mi iPod. Pidió que se le comprara una cubeta de pollo KFC, como premio por haberse superado, (era una tradición premiar con tu comida favorita al alcanzar tu peso sano, no sé por qué era considerado premio). Karen se lo llevo a su cuarto para la cena. Al otro día fue encontrada en su cama, con los huesitos de pollo partidos, para hacer su punta punzante. Todos estaban introducidos en su garganta. Estaba muerta. 
Marta. Marta no era tan joven como todas. Era ya mayor de 30 años, y esta era su décima rehabilitación. Al principio, como todas, no hablaba mucho, su cara reflejaba miseria. Su estado, deplorable. Su cuerpo era un esqueleto total, su cara lucía como la de una anciana, su piel, también, llena de venas, la piel reseca, pegada al hueso, pero a su vez un poco colgada, cada articulación, hueso y vena, era visible. Sus huesos eran un relieve amoratado que sobresalía de su piel opaca y pálida. No tenía cabello, era totalmente calva. Sus ojos tenían derrames, hilillos rojizos por todo el globo ocular. Era de las pocas que comían comida especial porque su estómago soportaba solo cierto tipo de alimentos y porque ya no tenía dientes. Me sorprendía de que, a pesar de su estado, no era aislada, siempre estaba con las demás. Luego, me percaté de que ella no se oponía nunca al tratamiento, comía lo que se le daba, hacía lo que se le decía. Me dijo que yo le recordaba un poco a ella cuando era más joven. Su avance fue notable. Subió de peso, no se veía la más sana del mundo, pero su voluntad era de acero. No tenía nada a qué salir. No tenía amigos, pareja, ni si quiera familia, ellos ya la habían abandonado desde su tercer rehabilitación. Ella dijo que seguiría intentando. Hace unos meses la vi en Facebook. Vive en Estados Unidos, se dedica al Crossfit y tiene una pareja, que por cierto es mujer. Y tienen una niña.
Saturno.  Desde que llegué, hacía todo lo que me pedían con obligación y recelo. Me costó trabajo entender que aquí mi opinión y mi título de persona, no servían de nada y que a nadie le interesaba. Soporté día tras día el asqueroso sabor y olor de la comida y sobre todo, de ese maldito y repugnante licuado. La verdad, es que su método de curación, no era el que la Doctora Robles le dijo a mi madre. Su método era hacer que nuestra vida fuera un infierno, para que el miedo a volver a caer allí, nos motivara a no recaer. Me tomó tiempo comprender mi papel. Al principio resistía los días de encierro, ¿si no como me encerrarán aquí? PERFECTO, ¿Qué más da? Ni quien quiera salir. Pero fue espantoso. Me quitaron mi ropa y solo traía puesta una bata delgada. Era invierno, mis cobijas seguían manchadas del licuado que tiré el primer día, ¡me quitaron mis mantas! Sólo tenía sábanas. El frío era insoportable, al igual la soledad y el aburrimiento de estar allí, entre cuatro paredes naranjas, donde no hay si quiera una caja de cereal que leer. El hedor de la comida podrida acumulada en la habitación era espantoso. Después, me quitaron el foco. Esto me hizo enojar tanto, que comencé a golpear las puertas y el vidrio de la ventana, que no pude romper. Traté de romper la cama y matarme con algún alambre. No lo logré, pero empecé a gritar y a dejarme llevar por la histeria. No fue mucho tiempo, las enfermeras llegaron y me amordazaron, me pusieron cinta en la boca y después me rodearon los brazos. Quedé inmóvil y callada. Ese día no hubo cena y dormí inmovilizada y muriéndome de frío. Al día siguiente, perdí la noción del tiempo, no había luz del foco y me habían tapado la ventana con bolsa negra. Cada minuto se pasó lento. Mi fuerza se rompió y volví a llorar. No supe que hora era cuando la enfermera llegó y me volvió a dar de comer. Esta vez no me opuse y comí, comí con tanta decisión que parecía que aquel pan duro con consomé de pollo eran mi manjar favorito. Cada vez que deseaba ir al baño, tenía que tocar un timbre. Solo podía ir al baño si había transcurrido al menos media hora después de la comida. Alguna enfermera llegaba, y me abría el baño. Este baño era pequeño, con puertas de acrílico opaco, que no llegaba a cubrirte los pies. Justo como los baños públicos de un centro comercial. A continuación, la enfermera me pedía que pusiera las manos sobre el acrílico, para que pudieran ser vistas por ella. Observaba así que no usara mis dedos para provocarme vómito y que mis pies no delataran que me ponía de espaldas para inclinar mi cabeza a la taza. Salir y comer en el comedor general tampoco fue gran cosa. Nos revisaban siempre para no hacer trampas, y a menudo las enfermeras se burlaban de nosotros, y todos alrededor de la enorme mesa, terminábamos llorando mientras comíamos con esfuerzo. La amargura de las lágrimas de todos se me contagiaba, y por alguna razón, las ganas de llorar eran inaguantables.  Las enfermeras no tenían mejor adjetivo calificativo que, ''hijas de p♡ta''. Echaban a perder toda la terapia psiquiátrica que recibíamos, diciéndonos que ''nos veíamos más gordas'' o que ''estás a punto de reventar, pero sigue comiendo, que no te queda de otra''. Había una enfermera joven especialmente ensañada conmigo. Todo el tiempo se burlaba de mi, hasta que una vez me sacó de quicio y no tuve más que agarrarla del caballo y tirarla al piso, hasta terminar sobre ella golpeando y arañando le la cara salvajemente hasta que alguien llegó a detenerme. Pero no recordaba hacer eso, otros pacientes me habían contado con lujo de detalle lo que el estado de psicosis y furia me hizo hacer. Quizá pasé 18 días de encierro y amordazada de vez en cuando, pero me alegra que ella perdió tres dientes y nunca los recuperará. P♡rra. Mi estancia por mi mala conducta se alargó a 8 meses. Cuando salí, ya pesaba lo doble que pesaba al entrar. Pero salí bien, o al menos, así me lavé el cerebro, porque más valía creérmela, o de lo contrario, volvería a caer en esa mi♡rda de lugar. De todas formas, si no fuera por el encierro, no me hubiera salvado de
morir a los 18 años.
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