Tumgik
#lev verlaine
asoftepiloguemylove · 7 months
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A SIN WORTH HURTING FOR; THE BEAUTY OF QUEER LOVE
Dante Émile ON TRANSFAGGOTRY // Richard Siken Crush // 刻在你心底的名字 Your Name Engraved Herein (2020) dir. Patrick Kuang-Hui Liu // Lev Verlaine Teeth Are Coming In (via @mutualantagonism) // @/stoffberg (instagram) // Danez Smith Recklessly (via @tendermimi) // Moonlight (2016) dir. Barry Jenkins // Natalie Diaz "These Hands, If Not Gods," Post Colonial Love Poem (via @anxieteandbiscuits) // @julykings GAY COWBOY LOVE POEM
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Así que, estoy en la plaza, preguntándome cuándo vendrá mi hija. No quiero moverme del lugar en el que me encuentro por si me pierde de vista pero, cuando me vibra el móvil en el bolsillo, lo saco para ver justo un mensaje suyo en el que me dice que espere junto a la fuente y así tengo un punto de encuentro seguro. "Es casi como si me leyeras la mente, hija". Le escribo riendo. Y ando la poca distancia que me separa de la misteriosa fuente de la plaza sin reloj ni tiempo.
Miro al reloj. No avanza. Hay gente aquí. Gente que cierra sus negocios, gente que va a sus casas para almorzar, incluso algunos que sacan a sus hijos de paseo ahora porque han vuelto de sus trabajos. Mucha gente trabaja fuera de Godric's Hollow, por eso es tan común que a la hora final de la jornada laboral, el pueblo parezca aumentar en población. Es casi como una ilusión óptica. Me pregunto qué querrá Lev hoy. Las risas de un grupo de niños me llama la atención. Al mirarles, puedo ver a Laura, con Luyten y Altair de sus manos, mientras juegan con las gemelas de los Verlaine, junto a Lys, y a Elora, con Shannon. Es increíble como, en un momento, los niños pueden cambiar hasta el tiempo. El sonido de algunos pájaros me lleva a alzar la vista pero, de pronto, escucho más el rumor del agua proveniente de muy cerca. De esa fuente de la que se cuentan tantas cosas y de donde nunca antes he bebido. Tal vez tenga miedo a atarme a lugares que no me atan. Miedo a que algunos cabos se queden sueltos para siempre si yo ato fuerte el nudo. Miedo a que Godric's Hollow sea de verdad especial y su magia también me venza a mí. Pero puede que ya haya pasado el tiempo suficiente para hacer caso a las leyendas, dejarse llevar, hacer caso a lo que nos pide el corazón y dejar los miedos aparcados en algún rincón donde nunca puedan ganarnos. Apoyo la mano en el borde de piedra envejecida. Algo me llena de lágrimas los ojos... Serán los recuerdos que llevo conmigo. Será este lugar melancólico. A pesar del frío y la nieve, el agua sigue cayendo por sí sola, ya que la fuente no tiene grifo. Miro a mi alrededor, recordando la leyenda en la voz de mi hija, Ines, Alice, Cate y la gente del pueblo. esta fuente, en la fachada del ayuntamiento, es especial. No hay rosas en sus enredaderas... No ahora. Pero florecerán en primavera. En cambio, tiene un encanto especial. Mientras mis ojos ven el agua caer, yo siento que el tiempo no existe, que es verdad que se detuvo en esta plaza. Parece como si todo fuera más lento de lo normal y yo cierro los ojos al agacharme, colocando una mano bajo el chorro de agua helada. Acerco mi boca hacia el dorso de mi mano, facilitándome la cantidad de agua justa para beber. La recibo en mis labios y los siento helados, casi como si se me hiciera escarcha sobre estos, limpios de colores, sin maquillar. Bebo notando el paso del agua fría por mi garganta. Pero algo me hace sentir bien. Apenas noto la mano a causa de la baja temperatura. Pero es al retirar la mano y apoyarme en el borde abriendo los ojos, cuando siento más frío que nunca. Ahí, junto a mi reflejo en el agua de la fuente, no estoy sola.
El corazón helado. Así lo siento. Dean Banner... Dean, o su reflejo, junto al mío. He jugado a ser una desconocida todo este tiempo, siguiendo su nota dejada bajo la puerta el día que se fue. Y ahora está aquí de vuelta. ¿O es solo una mágica ilusión de esta fuente? Sea como sea, Dean está a mi lado. Y le puedo ver más cerca que en mis recuerdos. Con el temblor de las lágrimas en mis ojos y la emoción en mi corazón, alzo la vista del agua y sonrío, porque es real. La leyenda cuenta que te enamorarás de la primera persona que veas al alzar la vista, después de beber de la fuente. Y, ese, es Dean. —Hola, desconocido...
Debe de ser cierto que cuando pisas Godric's Hollow algo cambia en el interior de una persona, que cada paso que das es diferente, que parece que caminas por un lugar en el que se puede respirar una paz y una tranquilidad no propias de este siglo y de los acontecimientos que ocurren en un día a día que lejos ésta de ser como los días que se viven aquí. Volver a venir, llegar, hacer ese viaje, venir con ilusiones renovadas, conocer a la pequeña Iris, estar de nuevo con Leven, verla como crece, como de largo es su pelo, son todas esas cosas que te dan paz, que te llevan a un lugar en el que nunca antes has estado. Y tú frente a mí, veo como bebes, como cierras tus ojos y como abres los labios, como se humedecen cuando atrapas el agua con ellos, como me miras en ese espejo que es el agua... La Historia Interminable de la mujer que dejó esa nota a este hombre, mi desconocida, Evey Banner que en cambio lleva mi apellido. —Hola, desconocida... —¿Cómo es posible jugar a ser conocidos estando casados? ¿Cómo es posible querernos conocer de nuevo cuando se hastiaron de conocerse estando cerca? La vida debe de ser esa continua rueda que nos deja que tropecemos si queremos en la misma piedra porque nos buscamos más de una vez, es bonito jugar a ser desconocidos, ha sido muy bonito volver ahora para vernos por primera vez.
Hace un año de la última vez que nos vimos. Estuviste por Navidad, celebrando con nosotros todo. Ya perecía como si no fuéramos los mismos, porque te habías ido en noviembre, con la duda de si tendrías tiempo para no perderte la vida de tu hija de nuevo, con la esperanza de recuperar los días que ya perdiste antaño, y volviste en diciembre, empezaste 2029 con nosotras y, ahora vuelves, con una más en la familia, para vivir la Navidad que dará paso a otro nuevo año. Leven sigue viva, feliz y sana. Ines es aún más hermosa ahora si cabe, Iain no es quien era, y yo... ¿quién soy yo? Tu desconocida. Me haces reír por cómo me llamas y siento que el calor de mis mejillas puede romper con el frío del invierno. Pareces hasta más joven que cuando te fuiste, o yo te veo así. Y es que ahora siento que vuelvo a ser la jovencita que era cuando te conocí y a la que no le importó en absoluto que tuvieras diez años más. En tus ojos está toda mi vida y también todo lo que no habría querido vivir nunca. Pero recuerdo esa nota tuya: "Ojalá volviéramos a ser dos desconocidos”. Por eso ignoro todos mis recuerdos y trato de hacer que no te conozco. —¿Cuánto tiempo lleva observándome?
Eres hermosa, siempre que te recuerdo lo hago de la manera que eres, tan tú y neutral, con esa belleza serena pero que en cambio despierta pensamientos sinceros y salvajes. Eres plena y serena, como tu belleza, madre amante de lo más hermoso que tenemos en la vida y en cambio me tratas de usted, con las manos dentro de los bolsillos de mi chaquetón me encojo de hombros arrugando un poco los labios, ¿en cuantas ocasiones me habrás visto hacer este gesto y en cambio lo estás viendo por primera vez? Somos dos desconocidos decididos a conocernos, hoy por primera vez después de esa nota, hoy por fin de cerca aunque siempre he estado cerca aunque estuviera demasiado lejos. —Durante varios minutos... Mientras que bebía el agua no pude impedir mirarle. —No puedo impedir sonreír, este juego hace justicia a esa nota que no dejaste por olvido en el interior de nuestra propia historia, porque siempre sabemos cuando empiezan pero nunca cuando acaban. He jugado tanto a ser tu desconocido que el anillo de casado lo llevo guardado en el bolsillo interior del chaquetón.
—Evey y Dean
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pangeanews · 4 years
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Quando Anna Achmatova ricoprì di rose Amedeo Modigliani
Forse le vite – quindi, a precipizio, le opere – vanno lette da un singolo frammento, da un episodio singolare, sezionato al microscopio, così farebbe Dante, per ricavare da quella briciola il tutto, nella luce.
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Il 1910 è l’anno capitale per Anna Achmatova. Intanto, muore Lev Tolstoj, in fuga, sotterrando per sempre l’epoca d’oro della letteratura russa, dando tratta ad altra vita. Nello stesso anno, la Achmatova si sposa con Nikolaj Gumilëv, poeta, volto volitivo, audace – sarà volontario, come soldato semplice, durante la Prima guerra; anticomunista, fu arrestato e fucilato nel 1921. Il viaggio di nozze si compie a Parigi, dura un mese, la vita di Anna si capovolge. “Tornai al nord nel giugno del 1910. Carskoe, dopo Parigi, mi sembrò del tutto morto. In questo non c’era nulla di sorprendente. Ma dove era sprofondata, in cinque anni, la mia vita al villaggio?”.
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Erede del grande condottiero Akhmat – “Anna discendeva dall’ultimo grande khan tataro e amava dire con civetteria che fra i suoi antenati vi era Geghis Khan”, così Sergio Romano – la Achmatova ha un viso che s’incide, una bellezza selvaggia, il carattere indocile. Sbalorditi dalla sua bellezza, in molti la ritraggono. A Parigi è Amedeo Modigliani a impazzire per lei. “Nel 1910 lo vidi pochissimo, solo alcune volte. Nondimeno egli mi scrisse durante tutto l’inverno… Come ora capisco, lo colpiva in me, più di ogni altra cosa, la capacità di indovinare i pensieri, di vedere i sogni altrui, e le altre piccolezze, alle quali sono abituati coloro che mi conoscono… Probabilmente io e lui non capivamo una cosa fondamentale: tutto quello che avveniva era per noi la preistoria della nostra vita: la sua molto breve, la mia molto lunga. Il respiro dell’arte non aveva ancora bruciato, trasformato queste due esistenze: e quella doveva essere l’ora lieve e luminosa che precede l’aurora”. Così la Achmatova, in una memoria del 1958, poi ripresa nel 1964. È una memoria rara perché la Achmatova, in un tempo in cui gli artisti scrivevano le loro alchemiche autobiografie – pensiamo a quelle, meravigliose, di Pasternak – è restia a narrarsi. Lascia che il tempo, corpo di tigre, scorra, faccia pasto, presto.
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In effetti, il 1910 è il bagliore dell’alba. Tornata in Russia, Anna segue il marito nella creazione della “Gilda dei poeti” e dell’acmeismo, a cui aderirà anche Osip Mandel’stam. Nel 1911 sono pubbliche le prime poesie della Achmatova, che confluiscono nel libro Sera, pubblicato nel 1912. “Sin dal suo primo apparire, la poesia dell’Achmatova fu popolarissima. Non c’era quasi salotto della buona borghesia russa dove i suoi volumetti non facessero bella mostra di sé. Uno dei più diffusi passatempi cultural-mondani dell’epoca era recitare qualche verso di quelle liriche e verificare se l’interlocutore, a propria volta, era in grado di proseguire” (Michele Colucci). Che bella l’epoca in cui è di moda mandare a memoria i versi dei poeti contemporanei. Così Angelo Maria Ripellino decritta la lirica della Achmatova: “Porta nella poesia russa una sintassi mormorata, un dimesso stile da camera che s’avvale d’un lessico semplice e giornaliero… Comprime e addensa lo spazio semantico, raccorcia le aeree prospettive dei simbolisti a dimensioni terrene… Questa parsimonia espressiva si riflette nella concisione delle immagini, composte con una grafia delicata che fa pensare ai segni della pittura giapponese”.
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Anna Achmatova secondo Amedeo Modigliani, nel 1911
L’incontro compiuto con Modigliani accade nel 1911. La Achmatova è a Parigi, Gumilëv è impegnato in una delle sue sortite avventurose, in Africa. “Era diverso, del tutto diverso da chiunque al mondo. Lo conobbi che era povero, tanto che non si sapeva come facesse a vivere; come artista non aveva riconoscimento alcuno”. Insieme, visitano il Louvre, sono attratti dalle mummie egizie, camminano per la città recitando Verlaine. Un giorno, Anna Achmatova gli porta delle rose. “Una volta non fummo chiari nel fissare un appuntamento e o, passando da lui, non lo trovai a casa. Decisi allora di aspettarlo. Tenevo tra le braccia un mazzo di rose rosse. Una finestra sopra le porte chiuse del laboratorio era aperta, e da lì iniziai a gettare rose nell’atelier. Poi, senza attendere il suo ritorno, me ne andai. Quando ci incontrammo, egli mi manifestò il suo stupore: come avevo potuto penetrare nella stanza chiusa, senza la chiave? Gli spiegai quello che avevo fatto. ‘Non è possibile: erano sparse per terra così bene!’”. Anna Achmatova che getta rose nello studio vuoto di Modigliani. Sembra un simbolo, ciò che definisce il perimetro di un destino.
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Modigliani è presente per sempre nella vita di Anna Achmatova, eppure, dopo quella breve, fulminea stagione i due non si vedranno mai più. Nel 1912 Anna “in attesa del figlio, compie con il marito un viaggio in Italia: Genova, Padova, Venezia, Bologna, Pisa, Firenze”. Il figlio Lev nasce in ottobre. Seguirà la guerra, la crisi matrimoniale, il divorzio da Gumilëv, nel 1918, la fama poetica, la Rivoluzione, l’idea, presto abolita, di lasciare la Russia. Poco dopo la morte di Modigliani, accaduta nel 1920, la Achmatova pubblica Piantaggine. Con la morte di Modì le ipotesi di fughe parigine terminano. Sera, tempestata da quegli squarci di incontri improvvisi, di amori abortiti, la raccolta temprata dall’atmosfera parigina:
Mi diverte quando sei ubriaco e nelle tue storie non c’è senso. Un autunno precoce ha sparpagliato gialli stendardi sugli olmi.
Ci addentrammo in un falso paese, ora ce ne pentiamo amaramente, ma perché sorridiamo di un sorriso strano e raggelato?
Al posto di una pacifica gioia volevamo un dolore che mordesse… no, non lascerò il mio compagno dissoluto e tenero.
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Il 9 agosto del 1939 la Achmatova parla a Lidija Cukovskaja di Modigliani. “Era un ebreo italiano, con gli occhi dorati, molto povero. Capii subito che era destinato a cose grandi. Questo a Parigi. Poi, in Russia, chiedevo di lui a tutti quelli che arrivavano dall’estero: non ne avevano mai sentito neanche il nome. Ma poi si pubblicarono saggi e interi libri su di lui. E adesso tutti mi chiedono: ma veramente lo avete conosciuto?”.
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Resta il mistero sulla storia d’amore consumata – o allucinata nella rinuncia –, all’alba della vita artistica, tra Modigliani e Anna Achmatova. Era tarda primavera, si erano spese promesse, forse, come sempre tradite dall’ingordigia. “Tutto il divino scintillava in Modigliani solo attraverso la tenebra”, scrive la Achmatova, dando all’artista la grazia di un eroe cosmico dello Zohar, un capolettera della Qabbala. “Mi ha ritratto una ventina di volte”, ricorda Anna a Lidija. Un disegno ci è rimasto. Con unico tratto Modì dettaglia il profilo aristocratico di Anna, il viso intriso di rassegnata malinconia, perché questo è il destino dei divini. Pare di assistere a una poesia di Pasternak, “Quasi che con un ferro/ intinto nell’antimonio/ t’avessero tracciata/ a tratto sul mio cuore/… e io non so tracciare un segno/ di confine tra te e me”. Spesso, sappiamo, Modigliani ha ritratto Anna nuda, prima e dopo l’amore, chissà. Ma quei ritratti sono scomparsi, diluiti in un’era dispari. (d.b.)
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istandistmag · 6 years
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Stefan Zweig ’dan Yalnızlık Ve Cinayet Üzerine İki Öykü
Bir Kalbin Çöküşü, Stefan Zweig ’ın psikolojiye duyduğu yoğun ilgiyi yansıtan öykülerinden biridir. İnsan ruhunun en karmaşık duygularından biri olan tutkuyu olanca canlılığıyla dile getiren Bir Kalbin Çöküşü, ruh ikizini Lev Tolstoy’un unutulmaz kahramanı İvan İlyiç’te bulduğumuz yaşlı bir adamın, Salomonsohn karakterinin ailesinden ve yaşamdan uzaklaşmasını öyküler.
Zweig’ın en beğenilen öyküleri arasında yerini alan Bir Kalbin Çöküşü şüphe, korku ve nefretle ölüme sürüklenen baba Salomonsohn’un psikanalizi olarak okunabilir. Salomonsohn karakterinin, psikanalize sağladığı malzemeyle Sigmund Freud’un ve Arthur Schnitzler’in ilgisini çektiği biliniyor.
Stefan Zweig’ın öykücülüğünde ayrı bir yer tutan O muydu?, kemirici bir duygu olan şüpheyi eksene alır ve bu duygunun insanı sürüklediği kaygı, sıkıntı ve çaresizlik atmosferinden okura seslenir. Öyküye, Zweig’da benzerine pek rastlamadığımız türden, huzurlu İngiliz taşrasında polisiye bir kurgu eşlik eder.
Tutkuyla savrulan hayatların yazarı, derin, yoğun ve güçlü karakterlerin yaratıcısı Stefan Zweig, bu benzersiz öyküsünde, bizi John Charleston Limpley’le tanıştırır. Mr. Limpley’in çevresi ve köpeği Ponto’yla ilişkisine, komşusu Betsy’nin titiz, şüpheci gözlerinden tanık oluruz. Zweig, kaçınılmaz felaketi, klasik İngiliz polisiyelerinden aşina olduğumuz “Kim yaptı?” sorusunun etrafında düğümler.
“Şahsen katilin o olduğundan neredeyse eminim; ama elimde çürütülmesi imkânsız o son kanıt yok.”
STEFAN ZWEIG, 1881’de Viyana’da doğdu. Avusturya, Fransa ve Almanya’da öğrenim gördü. Savaş karşıtı kişiliğiyle dikkat çekti. 1919-1934 yılları arasında Salzburg’da yaşadı, Nazilerin baskısı yüzünden Salzburg’u terk etmek zorunda kaldı. 1938’de İngiltere’ye, 1939’da New York’a gitti, birkaç ay sonra da Brezilya’ya yerleşti. Önceleri Verlaine, Baudelaire ve Verhaeren çevirileriyle tanındı, ilk şiirlerini ise 1901’de yayımladı. Çok sayıda deneme, öykü, uzun öykünün yanı sıra büyük bir ustalıkla kaleme aldığı yaşamöyküleriyle de ünlüdür. Psikolojiye ve Freud’un öğretisine duyduğu yoğun ilgi, Zweig’ın derin karakter incelemelerinde ifade bulur. Özellikle tarihsel karakterler üzerine yazdığı yorumlar ve yaşamöyküleri, psikolojik çözümlemeler bakımından son derece zengindir. Zweig, Avrupa’nın içine düştüğü siyasi duruma dayanamayarak 1942’de Brezilya’da karısıyla birlikte intihar etti.
Stefan Zweig’ın Can Yayınları’ndaki diğer kitapları:
Dünün Dünyası, 1985
Amok Koşucusu, 1990
Yarının Tarihi, 1991
Lyon’da Düğün, 1992
İnsanlığın Yıldızının Parladığı Anlar, 1995
Joseph Fouché, 1996
Günlükler, 1997
Satranç, 1997
Değişim Rüzgârı, 1998
Amerigo, 2005
Marie Antoinette, 2006
Sabırsız Yürek, 2006
Rotterdamlı Erasmus, 2008
Balzac, 2009
Macellan, 2010
Hayatın Mucizeleri, 2011
Montaigne, 2012
Vicdan Zorbalığına Karşı ya da Castellio Calvin’e, 2014
Üç Usta: Balzac, Dickens, Dostoyevski, 2015
Mary Stuart, 2016
Şeytanla Savaş: Hölderlin, Kleist, Nietzche, 2017
Kendi Hayatını Yazan Üç Yazar: Casanova, Stendhal, Tolstoy, 2017
Bilinmeyen Bir Kadının Mektubu – Bir Kadının Hayatından 24 Saat, 2017
O muydu?, 2018
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pangeanews · 6 years
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Io non difendo Kevin Spacey. Ma so che sono come lui
Avete presente Kevin Spacey? Quello che fino a qualche settimana fa era l’indimenticabile John Doe di Seven, il Keyser Söze de I soliti sospetti, il Lester Burnham di American Beauty, il James Williams di Mezzanotte nel giardino del bene e del male (utile da rivedere per capire il soggetto). Quello che fino a una manciata di giorni fa era il più bravo attore di Hollywood e dintorni, ora… Ora è altro. Mutazione etico-transgenica. Kevin Spacey ora è il laido stupratore di ragazzini, quello che fa i festini per soli giovanotti sullo yacht in acque amalfitane. Ecco, se c’è qualcosa che mi fa orrore tanto quanto gli stupratori, un orrore che mi riduce le ossa a bicchieri di champagne scagliati contro il muro della cucina, sono quelli che ammirano il lampeggiante fragore della ghigliottina sulla pubblica piazza. Una specie di damnatio memoriae sta radendo al suolo l’esistenza filmica di Spacey: nessuno lo vuole sul set – altrimenti non si fanno soldi al botteghino – tra poco ritireranno dal commercio le sue pellicole. Da sempre, d’altronde, le masse umane non vogliono altro. Scagliarsi contro il potente. E scotennarlo, fino all’ultimo pelo vibrante. L’invidia si volta in ferocia, gli agnelli mettono una fioriera di denti da lupo, la codardia diventa, provvidenzialmente, spietatezza. Il moralismo americano – puoi comprarti camion di armi, ma non toccare il culo a una fanciulla – con consecutiva caccia alle streghe (do you remember Salem?) apre i portoni della macelleria. E noi, che non aspettiamo altro, incattiviti dalla frustrazione, come sfilze di vecchi sulla via, seduti su bastarde sedie di plastica, che criticano tutto e tutti perché la stanza del vicino è sempre più sporca, spandiamo il napalm del giudizio. Ma chi è migliore di chi? Giudicando aspramente le debolezze di un uomo non stiamo fustigando forse, sempre, le nostre perversioni? Ecco. Mi dà i nervi l’incapacità di andare a fondo, oltre la superficie carnale delle cose. Esempi. A Milano sfilze di illustri umani fanno la coda per vedere la mostra di Caravaggio. Giusto. Caravaggio è un omicida, è stato un uomo impossibile. Ciò non toglie che i suoi quadri siano superbi. Altri esempi. Verlaine, come è noto, se la faceva con quel giovinetto di Rimbaud, un bel satanasso (lettera a Ernest Delahaye da Londra: “Verlaine è arrivato qui l’altro ieri, con un rosario tra le falangi… Tre ore più tardi era stato rinnegato il suo dio e sanguinavano le 98 piaghe di N. S.”), preferiva le sue cosce a quelle della moglie. Eppure, ciò non scalfisce l’opera somma di Rimbaud e quella armonica di Verlaine. D’altronde William S. Burroughs, bisessuale eroinomane, spara in faccia alla moglie in Messico, tentando di centrare una mela che gli aveva messo in testa, ma La scimmia sulla schiena è ancora un libro ‘cult’; d’altra parte Georges Simenon era un inviperito sessomane, un violentatore seriale di femmine – ne ha messe a novanta un migliaio – ma non per questo mandiamo a disintossicarsi dagli afrori della carne l’ispettore Maigret. Per altro, non è che leggendo I fratelli Karamazov ci viene in mente che Dostoevskij frequentava le bettole di Pietroburgo con lo scopo di palpare nel cesso le cameriere, meglio se minorenni… “Tutti i santi hanno vissuto sino all’ultimo respiro l’orrore del loro niente, della loro peccaminosità”, scrive, a proposito, Lev Sestov nel più bel testo mai scritto sull’opera di Dostoevskij, La lotta contro le evidenze. Vengo il punto. Il punto, evidente, è che Kevin Spacey è uno che ha abusato del proprio potere, che ha violato la legge. Se ha violato la legge, deve essere punito. Tutto il resto, il contorno, è il can can dei cretini, delle iene che ghignano. Sotto l’evidenza, però, c’è che non siamo diversi da Kevin Spacey. Chi frequenta la letteratura sa che il compito dello scrittore – lo dice Rimbaud, mica io – è quello di sfidare i propri mostri, di abitare nel sottosuolo della propria anima, di decodificarne – senza decorarli – gli inferi. Si sa, cioè, che l’uomo, per sua natura, è laido. Ha turbe di lupi nel cuore. Cosa significa? Che Kevin Spacey resta un grande attore. E un uomo perverso. D’altronde, per capire cosa è Hollywood, non da oggi ma da sempre, basta leggere James Ellroy – un altro fuori di testa – almeno Dalia nera. Che si fa con un uomo perverso (come me, come te, come noi)? Non siamo in grado di perdonare – il perdono è l’arma più violenta che esista, non abbiamo il genio per gestirlo. Per lo meno, non gridiamo. Diamoci un contegno. Non facciamo le mascherate grottesche di quelli che ballano sul cadavere. Kevin Spacey è malato quanto me, te, noi. Solo che a differenza di me, te, noi, ha i soldi per realizzare le sue perversioni. Ed è un grande attore. Tanto, sappiamo già come va a finire. Anno di oblio. Poi il ritorno. Intervista a Kevin pentito. Sguardo languido. Parole alate. Film che racconta la sua triste storia. Una storia di caduta-e-redenzione, di quelle che piacciono tanto agli americani. E gli stessi che ieri lo idolatravano e ora lo sputtanano torneranno ad applaudirlo. Che animale idiota è l’uomo.
Davide Brullo
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