Tumgik
#ficcion historica
sichb · 4 months
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“Her story—which is the story of a time and land and the indomitable will of a people—is my story; two lives woven together, and like any good story, ours will begin and end and begin again.”
― Kristin Hannah, The Four Winds
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Diccionario
Escrito por René B. Lopez
Nos habían puesto detrás de un camión. 
 Apretaditos como ganado, nos decían que teníamos que ir a apoyar al general. Pero lo que yo menos quería era irme hasta Plaza de Mayo a la mitad de mi jornada. Encima desde José León Suárez y solo con el cambio justo para el tren de vuelta.
Pensé en saltar muchas veces. Me daba el físico. Después de ser albañil desde los catorce. Pero no lo hice. Me dediqué a ver hacia al cielo, contando los árboles que pasábamos, después de un rato me dolía el cuello.  
Bajamos todos juntos del camión. La Plaza reventaba de personas. Éramos un mar. Con olas y todo.  Tarde dos horas en ver el final de la multitud, después de eso la ciudad era un pueblo fantasma. 
La estrella de la noche se hizo esperar, según lo que escuché días después, salió tipo once y media. Incluso mis compañeros se habían quejado. Yo no lo ví porque ya me había ido hace rato. Igual compartí la frustración del resto de los muchachos en el trabajo, por guardar apariencias.
 Má siempre decía que había dos mundos, el de Uno y el del Otro. Nunca supe que quería decir hasta que se me rompieron la suelas de los zapatos entre Avenida Rivadavia y Callao. 
La mayoría de la gente ese día estaba en El del Otro, donde lo importante era el movimiento y que no había ningún sacrificio demasiado grande; mientras yo estaba en el Mio, donde lo único que me preocupaba era mi Tana que estaba en casa sola con el pibe. 
Cuando llegué a Balvanera ya se me había partido el alma en dos. Me paré en una esquina y extendí mi brazo con el pulgar arriba. No sabía para qué .La ciudad estaba vacía y no inspiraba confianza mi cara de indio amargo. El simpático siempre fue Carlitos, mi medio hermano. Él sí parecía recién bajado de la parte de arriba del barco. 
Ya me estaba quedando dormido parado, cuando me despertó una bocina, abrí los ojos y vi a un viejo de barba haciéndome señas desde su cafetera verde claro. 
– Gracias, – le dije cuando me subí. Él asintió – No quisiera abusar, con que me deje en  la Estación de Retiro estoy lo más bien.
–¿Vivís lejos, pibe?-- me preguntó mientras encendía el motor.
– En San Martín.. – no quise decirle más –  Los muchachos de la obra me hicieron venir a Playa de Mayo.--agregué igual por las dudas.
El de barba hizo una pausa  y después chasqueó la lengua. 
– Voy a pasar por mi local primero.
Paseamos un rato por la ciudad vacía. El tipo era tan hablador que el silencio no se sentía. Decía que se llamaba Ezequiel Poliakoff; medio ruso y medio polaco. Dueño de una librería.  
– Tengo un hijo de tu edad, – dijo con acento fuerte. – pero quiere ir a la universidad…no se lo sacó más de la cabeza…
Llegamos a la esquina de Libertad y Paraguay. Poliakoff se bajó del auto,  yo no entendí nada cuando volvió con un saco de papas lleno de libros.
–Haceme un favor…¿Queres?... – No espero que respondiera –   Guárdame bien estos, en tu casa en algún placard viejo, …Qué no te los vea nadie…
Mientras los ponía en la parte de atrás, me dijo –A cambió te dejo en General Paz…
Lo pensé un momento. –¿Por qué? – Pregunté
– Y… – Se encogió de hombros – uno nunca sabe…ya tuve un compañero en Bernal que fue a enterrarlos con los hijos. Está muy raro todo…¿Me entendes? – Asentí. – Bien, no se hable más entonces…
Condujimos en silencio un rato largo, ya se estaba yendo el sol cuando me venció la curiosidad. 
– ¿Puedo verlos por lo menos? – Poliakoff asintió.
Agarré de la parte de atrás el saco de papas. Todos los libros tenían olor a pino viejo. Algunos con apellidos raros escritos en el lomo, Hemingway, Kafka — pero otros Argentinos — como Borges y Arlt.  Justo cuando los dejo se cae uno de la bolsa, entre medio de los dos.
– “Diccionario Castellano– Guaraní y Guaraní- Castellano” – Leí en voz alta cuando lo agarre . Lo abrí con cuidado y se le salió una hoja, la levanté y vi que era un mapa de Paraguay, reconocí muchos nombres…Humaitá, Caruguatý, Piripucu.  Este ya no olía a pino. Olía a casa.
– Ese es de mi hijo. – dijo Poliakoff. – Le encantan las lenguas, pobre, se va a morir de hambre cuando yo parta…
No lo miré más el resto del viaje. 
Me despedí con educación en el puente y me colgué el saco de papás en la espalda, pero el diccionario lo tenía en la mano izquierda. Ya a eso de las ocho  y media sentí el olor del guiso que venía de mi casa, al fondo de todo el baldío.  El ruso me había dicho que su compañero los había enterrado, como a un muerto. ¿Qué cosa no? como si eso se pudiera matar.
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autor-anonimo · 1 year
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EL MENSAJERO IMPERIAL Y LA REINA EUN-JI
Parte 3
Luego de haber terminado la conversación con la familia real, el mensajero se retiró a sus aposentos que le fueron dados para su estadía, por otra parte, la corte real de su majestad fueron llamados al salon del dragon para llevar a cabo la discusión, ya que un país occidental estaba interesado en ellos.
Como era de esperarse los ministros no estaban de acuerdo con que se abrieran las fronteras hacia los países occidentales ya que para ellos sería un sacrilegio que conllevaría en la pérdida de su identidad, el rey no entendía en lo absoluto porque los ministros se negaban si aquel país occidental ofrecía muchas cosas buenas para su reino, pero para suerte de ellos los embajadores extranjeros terminarían por desechar sus peticiones.
Cansado de ver la ineptitud de sus ministros el rey dio por terminado la primera sesión, tal acuerdo era muy llamativo para él, pero debía mantener la unidad de su gobierno y no daría una respuesta hasta que sus ministros aceptaran el acuerdo. En el fondo el rey se sentía preocupado, con un poco de miedo de perder tal acuerdo.
REINA EUN-JI
¿Su majestad porque esta tan pensativo? ¿acaso hay algo que le preocupa?
-Son muchas cosas lo que me preocupa mi reina, pero lo que más me preocupa es que los ministros no se pongan de acuerdo y llegue a perder tal oportunidad, tu escuchaste todo lo que aquel país de Occidente ofrece para nuestro reino.
REINA EUN-JI
Su majestad entiendo muy bien su preocupación pocas veces otros países se interesan en llevar a cabo relaciones diplomáticas por medio de acuerdos que benefician a ambos países, la pregunta aquí seria ¿si usted es quien gobierna todo, porque habría tomar en cuenta lo que ellos dicen, cuando los beneficiados de dicho acuerdo sería el pueblo en todo caso?
- ¡Mi reina! usted es tan virtuosa que piensa en el pueblo como su madre real y por esa misma razon le voy a encomendar una sola tarea como la reina que es y es conocer la opinion del pueblo de la manera más discreta posible, no quiero que se vayan a enterar los ministros.
La reina se despidió de su esposo y rey, en compañía de sus doncellas se dirigió hasta sus aposentos donde armaría todo un plan para que el acuerdo entre ambos países se llevara a cabo con éxito.
Como era de esperarse la reina madre intento sacar partido al tratar de convencer al mensajero de retirarse del país sin hacer ruido alguno, pero él es fuerte y decidido así es el mensajero no dejaría que una persona sin poder alguno se interpusiera en su camino en todo caso sería el rey quien debía pedirle que se retire de su reino.
Posado sobre sus rodillas frente a la reina madre vestido de finas prendas de lino y seda ataviado en joyas en cuello y muñecas veía como ella apartaba su mirada de el llena de ira y colera al ver que la han retado como nunca antes. Una de las doncellas de la reina Eun-Ji había ido a buscar al mensajero para pedirle que fuera con su majestad, para su sorpresa fue ver a la reina madre salir de los aposentos de el con un rostro de descontento y enojo.
MENSAJERO
¡Doncella Hwa! ¿Que la trae por aquí? No me conteste puedo verlo en su rostro no soy adivino mucho menos vidente pero puedo imaginar que esta pasando por su mente, puede estar tranquila no tengo interés alguno en aliarme con ella y perjudicar a lo que fui enviado a hacer aquí. Debería a ustedes preocuparle el que alguien cuyo poder ya culmino interfiera en las decisiones del actual gobernante. ¿Quién toma las decisiones aquí en este reino? ¿el rey y su esposa o la reina madre? Dígale a su reina que tiene un plazo de treinta días para dar una respuesta teniendo en cuenta la posible intromisión de alguien sin poder.
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talomacblog · 5 months
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Pedidos: www.libreriadelapazediciones.com.ar/
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nergal · 3 years
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Hombre de dios, dado que he hecho tanto bien liberando a muchos de forma temprana de la existencia miserable que ofrece este mundo.
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¿tiene dios a caso un lugar para mi?
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«𝐓ú 𝐲 𝐲𝐨, 𝐬𝐢𝐞𝐦𝐩𝐫𝐞 𝐣𝐮𝐧𝐭𝐚𝐬»
La sangre del árbol azul, una novela de J. C. Mora
A la venta en Amazon
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violetcancerian · 5 years
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Okay, lo que ha pasado en el libro hasta ahora es que el niño (Rob) tiene un tipo de don que hace que pueda sentir la muerte que se aproxima en las personas que el toca. Sus papás acaban de morir (su madre en el parto y su padre de una fiebre), fue separado de sus hermanos, y la comunidad de carpinteros no lo quiere ahí asi qué ¡a ver como nos va en los siguiente capitulos!
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Lecturas de Abril y Mayo(2018)
Lecturas de Abril y Mayo(2018)
¡Mae Govannen! Mis queridos lectores, quiero disculparme por mi poca actividad últimamente, pero es que he tenido una etapa en la que se me ha hecho complicado sacar tiempo para escribir, además del hecho de que caí una semana enferma de una gripe que bien podía ser el virus que aniquilará a la humanidad. En fin, mis ánimos están un poco por el suelo así que en mis ratos libres preferí dedicarme…
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aintwaves · 2 years
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it was a bad idea to look at the totb reviews on goodreads.
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oscarlsh · 3 years
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#ElCementerioDelPuerto disponible en @epopeya_libreria es una #novela #historica #futurista al 2029 realidad + #ficcion situada en #Tamaulipas sobre #PuertoDeAltamira. Trata temas #economicos #industriales #globalización #politica #comerciointernacional un #libro sencillo de leer. En cuatro horas lo termine #librosrecomendados para estudiantes de #universidad Atte. #OscarLambertoSaucedoHuerta #OscarLSaucedoH #OscarSaucedo #OSCARLSH #Madero #México #MX #CiudadMadero #Tampico #Mexico #CdMadero #Altamira #SomosMexico #libros #CiudadanosMexicanos (en Tampico Madero Altamira Y La Region) https://www.instagram.com/p/CS5R5MqJGQx/?utm_medium=tumblr
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sichb · 4 months
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“—La patria no es donde uno nace —dijo al servirles. Se quedó callado un momento, y luego prosiguió: —La patria está donde está el corazón, lo sé por experiencia...”
― Javier Moro, El Imperio eres tú
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autor-anonimo · 1 year
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EL MENSAJERO IMPERIAL Y LA REINA EUN-JI
Parte 2
La reina madre fruncía el ceño arrogantemente ya que ella sabía de lo que la reina estaba hablando parecía ser una advertencia para ella si seguía involucrándose en las vidas de los grandes príncipes.
Algunas doncellas tardaron un poco en entender y cuando lo hicieron se miraron entre sí riéndose discretamente sin que los demás se percataran. Así mismo el rey parecía no entender lo que el mensajero quería decir o él no quería entender así que él pregunto para aclarar su mente de la confusión en la que se encontraba.
- mensajero… ¿me podría decir porque mencionó a los príncipes y no a las princesas únicamente, cuando mencionó una relación sentimental?
- MENSAJERO
Como podría decirle su majestad, si lo dijo aquí frente a todos ellos harán hasta lo imposible por deshacer el acuerdo y no quiero que eso suceda, para nosotros la naturaleza es muy diversa en todos los ámbitos, los presentes entendieron lo que dije y parece que para ellos es un problema.
- ¿Tan grave es que no me puede decir frente a todos?
MENSAJERO
No es que sea grave su majestad, no quiero ser yo que por mi lengua se rompa antes de tiempo el tratado comercial entre ambos países sin si quiera haberse llevado acabo.
- De acuerdo… entiendo a la perfección usted habla cuidadosamente y no quiere estropear el trabajo de su gobernante, si usted está de acuerdo nos podría contar a mi reina y a mi a solas esta noche.
MENSAJERO
Su majestad es muy sabio… gracias por entender.
La reina madre estaba asqueada de saber que el embajador que llegaría al reino era como su nieto, miraba con recelo al hombre de finas prendas que estaba arrodillado frente a los reyes no pudo contener su rabia y él abanicó que tenía entre sus manos lo rompió quebrantando la armonía que había en el salón.
Las mirada se posaron sobre ella y las doncellas no tardaron ni un segundo en empezar a murmurar sabían que ella estaba enojada y que no pudo contener su enojo, la reina por su parte se le dibujó una ligera sonrisa muy discreta que nadie pudo ver.
Reina Eun-Ji
Reina madre tenga más cuidado no se vaya a lastimar sus manos con tan de frágiles accesorios pudo haberse lastimado y en estos momentos estaríamos lamentándonos por tan infortunado suceso.
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talomacblog · 1 year
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LA NOVELA "EL REY PRÓFUGO DE PORTUGAL, 1808" (EDICIONES DE LA PAZ, 2023) SE PRESENTÓ EL DÍA 24 DE ABRIL 2023 EN EL CONSULADO ARGENTINO DE URUGUAYANA, RGS, BRASIL.
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Capítulo 3
Pasó una semana desde aquel fugaz encuentro en el jardín. Desde entonces, Ashley había rechazado la idea de merodear entre los rosales. Pese a que había pasado uno de los momentos más tranquilos y placenteros de lo que llevaban de año, no estaba bien dejarse llevar por sus deseos. En cierta manera sí que consideraba que el señor Evans era un joven atractivo y con conversación, pero se esforzaba por sacarla de quicio a cada instante. Ella lo comparó con una mosca que revolotea alrededor de una tela de araña. Hace creer al arácnido que va quedarse enganchada, pero cuando está a punto de ocurrir, sobrevuela los finos hilos y atraviesa la red por uno de los huecos, escapando así de su depredador. Este pensamiento le hizo sentir un escalofrío. ¿A caso era ella una araña? O peor aún, ¿pretendía devorar a Julian? En absoluto ninguna de las dos opciones era correcta.
Cuando Fiona Phelps pedía que cambiasen a diario el centro de flores que decoraba el recibidor del vestíbulo, Ashley aprovechaba para bajar a Christian al jardín. Desde hacía una semana, el pequeño Christian le preguntaba a su niñera por qué ya no salían a recoger flores y a dar de comer a los patos. Beth se encargó de esta nueva tarea. A cada instante que se acercaba a una ventana, le era imposible no fijarse en los jardines. En cualquier momento, Julian Evans podía aparecer con una carretilla y sorprenderla observándolo a través del cristal. La mera idea de que eso ocurriese le hacía palidecer. ¿Había desarrollado sentimientos hacia el joven jardinero en apenas un encuentro? ¿Podía ser eso posible?
A decir verdad, Ashley nunca se había enamorado. Nunca había experimentado ese sentimiento. Lo más parecido al amor que ella había conocido en sus veintitrés años de vida era el encaprichamiento. Recordó el momento el que Julian afirmó que sus manos tampoco parecían las de una niñera corriente. Eran ligeramente ásperas y contenían algunas cicatrices de cortes y otras heridas. En efecto, todas esas marcas no eran producto de cuidar infantes. Antes de conseguir su empleo como niñera en Verney Manor, Ashley había trabajado en un telar como costurera en Londres. No era muy diestra con la aguja y la máquina, pero había ganado experiencia durante los seis años que trabajó a las órdenes de su encargada, Mrs. McCall. Al marcharse de su casa en Eastbourne con quince años tuvo que ganarse la vida y en Londres, el negocio de los telares y las lavanderías estaban en auge para las personas de clase baja que no podían encontrar algo mejor. Tras dos años trabajando allí se fijó en un joven londinense que no tendría más de veinte años. Llevaba el correo al telar tres veces en semana y era bastante apuesto. Siempre saludaba a Ashley de forma carismática y se interesaba por ella antes que por otras de las chicas que trabajaban en el telar. Su nombre era Héctor Highmore.
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Telar mecánico (1835) Fuente: T. Allom (libre de derechos)
Este tipo de telar es muy usado en Inglaterra a partir de la fiebre del algodón y más concretamente al aparecer la Revolución Industrial en el siglo XIX. La mayoría de trabajadoras en este tipo de telares eran mujeres, sin embargo, el trabajo mecánico era realizado por hombres. Los sueldos en estas fábricas eran escasos, pero suficientes para “sobrevivir”. 
Este interés fue el que le hizo pensar a Ashley que quizás podría ser la persona idónea que toda chica buscaba al llegar cierta edad, siempre que tuviese la libertad para poder elegir. Pero se equivocaba. Aquel joven no buscaba de ella más que sacar provecho para su propio placer, por lo que los siguientes cuatro años que Ashley permaneció en el telar, tuvo que soportar la mirada inquisitoria de ese joven y los falsos comentarios de que Ashley se dedicaba al trabajo de la noche. Cierto día, Mrs. McCall, viendo que Ashley Beardsley era una joven trabajadora y una buena chica, le ofreció un trato de favor. Había escuchado que en una casa solariega en Southwick, una familia adinerada buscaba una niñera para cuidar de su hijo más pequeño. Ashley, que se había encargado de cuidar a sus cinco hermanos menores, tenía gran experiencia para tratar con los niños. Mrs. McCall vio necesario que Ashley escapase de ese relato que se había construido hacia su vida en los últimos años, y se despidió de una de sus trabajadoras más eficientes.
Por eso cuando Ashley pensaba fugazmente en el rostro de Héctor Highmore, lo describía como un leve encaprichamiento y no como un verdadero amor. Desde entonces, se había prometido a sí misma controlar los deseos de su corazón, guardando en él todo el amor que pudiese contener durante el mayor tiempo posible. Volvió a recordar los intensos ojos azules de Julian Evans, antes de volver a la realidad.
Cuando recobró la conciencia fuera de su pensamiento, vislumbró el rostro de Christian que la miraba extrañado. Habían iniciado hacía varios minutos una nueva batalla de soldaditos. Las filas enemigas, que eran las que Ashley debía controlar, habían sido masacradas sin piedad por los soldados ingleses del general Christian Phelps.
—Nana, ¿qué te pasa? Mira todos tus soldados —Christian quería hacerle ver a Ashley que no le estaba prestando atención, pues todas sus figuritas estaban desparramadas por el suelo.
— ¡Ay! No me ha dado tiempo a reaccionar —dijo Ashley excusándose— Creo que vamos a tener que rehacer el frente, mi general.
Christian sonrió a pesar de que sabía que a Ashley le preocupaba algo. Aunque tenía cuatro años, era un niño muy observador. Ashley le cuidaba desde hacía dos años y en todo ese tiempo había aprendido perfectamente cómo tratar con ella, y qué hacer cuando quería algo de su niñera. En aquel instante, sabiendo que Ashley estaba vulnerable, le pidió que le subiese el almuerzo. Normalmente no tomaba nada hasta la hora de la comida, pero Ashley accedió. Llamó a Beth, que acudió veloz como un rayo y le subió una limonada y un par de tartaletas de mermelada.
Mientras Christian se deleitaba con el tentempié, Ashley cayó en la tentación de acercarse a la ventana y mirar al jardín. Hasta aquel momento todo parecía normal y tranquilo. La fuente del jardín reflejaba el intenso sol de una mañana de abril; los patos y los cisnes seguían nadando en los estanques y los árboles se mecían con la suave brisa de la primavera. Ashley volvió a quedarse embobada, hasta que el peor de sus temores se personificó en la trayectoria de su mirada. Julian Evans cargaba con una pesada carretilla llena de herramientas. Llevaba una camisa blanca ancha con el cuello abierto, ligeramente manchada de tierra. Parecía acalorado. Ashley se mantuvo observando, viendo cómo descargaba los rastrillos y la pala. Justo cuando Julian levantó la mirada, Ashley se retiró de la ventana dando varios pasos hacia atrás, hasta toparse con un cuerpo más alto que ella. No pudo reprimir un minúsculo grito de susto, al encontrar frente a ella a la persona que menos cabría esperar.
—Tranquila señorita Beardsley, no quería importunarla —anunció Fred Phelps, que la miraba desconcertado.
—Lo siento mucho señorito Phelps. Ha sido que… bueno, verá, yo…
—No pasa nada, Ashley —dijo de manera más seria—. ¿Puedo hablar contigo fuera? —Sus ojos parecían indicar que ocurría algo malo— Seguro que este pequeño diablillo puede arreglárselas con su almuerzo él solo, ¿verdad? —Fred despeinó el pelo de Christian, que se relamía comiéndose la tartaleta viendo como la mermelada se le escurría entre los dedos.
Ashley se temía que hubiese ocurrido lo peor. Hacía tiempo que no hablaba con Fred, por lo que le extrañó que, de repente, se quisiese citar con ella en privado. Sabía que Christian, pese a su edad, repetía todo lo que escuchaba y que, en ese caso, se trataría de algo misterioso. Cuando se situaron en el pasillo, su pesquisa se hizo más auténtica al ver en la mano de Fred un pequeño trozo de papel mecanografiado.
—Acabo de recibir este telegrama de Londres. Nadie lo ha visto hasta ahora, pero necesito que quede entre nosotros, Ashley. —Ella tragó saliva y miró atentamente el papel—. Karen está en problemas. Mejor dicho, en graves problemas.
— ¡Oh, Dios mío! —Se llevó la mano a la boca—. ¿Qué ha ocurrido? —Su voz sonaba como si le estuviesen oprimiendo el pecho—.
—Ella y sus amigas. Las han encarcelado. Le dije que militar en ese movimiento no le traería nada bueno. Grace Jones es quien lo ha escrito. A ella y a Irene Baker las han soltado mediante fianza. Debes ir allí lo antes posible. En el telegrama viene la dirección —Fred parecía depositar en ella toda su confianza.
—Pero yo… yo no puedo. ¿Cómo yo���?
—Tienes que ser tú Ashley. Si voy yo mis padres sospecharían. Es la única manera. Debemos actuar rápido. Si esto llega a la prensa —expresó suspirando con gran agobio en sus palabras—. Papá no la perdonaría. Y no hablemos de mi madre… sería un colapso para sus nervios.
—Pero señorito Fred, yo no puedo ir a Londres. Su hermano, él…
—Yo me ocuparé de él mientras vas. Ten diez libras —Sacó un papel blanco de tamaño cuartilla de su chaqueta—. La fianza costará una, pero no tengo cambio. Debes apresurarte. Toma el tren de las dos —le entregó el dinero y el telegrama—. Que sea todo en el más absoluto secreto.
—Señorito Fred, le imploro por favor que me deje…
—No me falles, Ashley. Confío plenamente en ti —sentenció antes de introducirse en la sala de juegos.
Ashley se quedó paralizada. ¿Cómo podría ir ella a Londres y sacar de prisión a una joven acaudalada? Pero debía hacerlo. Karen habría hecho cualquier cosa por ella. Se lo debía, por todos sus años de servicio. Tomando el valor del que carecía, bajó por las escaleras hasta el vestíbulo y después se dirigió a las cocinas. Buscó al ama de llaves, la señora Fuller y le dijo que llamasen al cochero. Debía entregar una carta para del señorito Phelps lo antes posible. A pesar de que en sus circunstancias, un ama de llaves habría sospechado tratándose de un personal del servicio, la señora Fuller tenía una especial confianza en la señorita Beardsley. Mientras se realizaba su encargo, Ashley caminó hasta el jardín. Al principio creyó que era una locura, pero sabía que Julian no se negaría a acompañarla en aquellas circunstancias.
Tan pronto como lo divisó cortando unos arbustos, se posicionó detrás de él. Ante la indiferencia mostrada por el jardinero, se aclaró la garganta, intentando llamar su atención. Julian se volteó y la observó de arriba abajo. Parecía como si estuviese viendo una presencia.
—Necesito su ayuda, señor Evans. Tan pronto como pueda arreglarse un poco —anunció Ashley en un tono autoritario del que desconocía la existencia.
— ¿Y bien? —Preguntó el jardinero, levantando los brazos esperando la proposición de Ashley—. ¿Qué va a ser esta vez? Porque llevo toda la mañana haciendo favores a todo el mundo.
—Es un asunto de vida o muerte. ¡Vístase rápido! —Ashley no se había percatado de que no llevaba puesta la camisa.
—Parad un instante, señorita Beardsley. Mire, se lo diré con toda la delicadeza del mundo. Llevo en pie más de ocho horas. ¿Ve todas esas macetas? —Dijo señalando a un horizonte imaginario—. Pues no se han plantado solas. Apenas voy a tener tiempo para comer.
—Julian, te lo ruego —el tono de voz de Ashley había cambiado. Una expresión triste se había dibujado en su rostro.
— ¿Qué ocurre, Ashley? —preguntó sorprendió ante la súplica de la joven.
—Es mi señora… se ha metido en problemas. Necesito que me acompañes a Londres lo antes posible. Si no llegamos a tiempo… puede ocurrir un escándalo —sentenció Ashley mordiéndose el labio por la desesperación.
Julian la miró compasivo. Entre todas las personas del mundo había confiado en él para lo que se proponía. No podía defraudarla. Ante el insistente silencio, Ashley respiró muy fuerte, casi al borde de que varias lágrimas cayesen por su rostro.
—Dame un segundo. Me pondré la camisa. Espérame en la entrada con el cochero. Llegaré en un santiamén.
Ashley se lo agradeció con una sonrisa nerviosa. Hizo una leve reverencia con la cabeza y se alejó corriendo hasta el camino de la entrada, donde un carro negro tirado de dos caballos la esperaba para llevarla hasta Brighton para tomar el tren. Cuarenta minutos más tarde, Ashley y Julian se hallaban subidos en el vagón del tren que, dos horas después les dejaría en Londres. Durante el trayecto, a pesar de su nerviosismo, Ashley le contó a Julian cuál era el motivo por el que le había hecho venir. Se sintió estúpida al confesarlo, pero se veía incapaz de enfrentarse a ello sola. Seguramente la policía trataría de ningunearla, poniendo en evidencia que una niñera no podía llevar consigo un total de diez libras. Julian se compadeció de ella y le dio las gracias por haber confiado en él para llevar a cabo aquella “misión”, o así la había descrito en un intento por hacer reír a Ashley. Finalmente lo consiguió.
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Elephant and Castle, Londres Fuente: Varios autores desconocidos. Wikimedia Commons.
La fotografía refleja el Londres del año 1915, muy similar a como sería la ciudad donde se centra este episodio de la historia. Es muy ilustrativo contar con documentos gráficos que nos sitúen plenamente en la atmósfera de la historia, por lo que esta fotografía, con los clásicos coches de caballos es idónea para ilustrar la escena en la que Julian y Ashley llegan a Londres.
Trascurrido el tiempo predicho, Julian y Ashley buscaron la jefatura que se detallaba en el telegrama escrito por Grace Jones. Tardaron casi media hora en encontrarlo, pero cuando llegaron supieron con seguridad que se trataba de esa oficina, pues la propia Grace les esperaba en la puerta. Tenía la cara descompuesta, con todo el maquillaje disperso. Respiraba entrecortadamente y tenía un pequeño tic nervioso en las manos. En cuanto divisó a Ashley se acercó a ella corriendo, abrazándola como si fuese una amiga de toda la vida. Ashley Beardsley jamás habría pensado que aquella niña asustada era la joven que había conocido hacía tan solo una semana en Londres, con su desparpajo y su lengua afilada.
— ¡Al fin has llegado, Ashley! ¡Estaba tan preocupada! —Estaba a punto de llorar de nuevo— Le pedí a mis padres que pagaran también su fianza, pero se negaron. A Irene se las llevaron arrastras. De verdad, no estábamos haciendo nada malo. Y ahora a ella… la tienen ahí. No sabía cómo contactar contigo. Supuse que Fred podría venir a buscarla. ¡Oh, Ashley, menos mal que has venido! —La abrazó fuertemente—.
Por dentro, Ashley estaba más nerviosa que Grace, pero no podía dejar que los nervios aflorasen y empeorasen cómo se encontraba ya la señorita Jones. La estrechó entre sus brazos y la tranquilizó, asegurándole que en un abrir y cerrar de ojos traería a Karen de vuelta.
Julian y Ashley entraron en la oficina lo antes posible. Habían acordado un plan. Si no estaban dispuestos a escuchar a la niñera, Julian intercedería. Al atravesar la puerta, se toparon con varios policías de casco negro que salían para comer. Las paredes eran de ladrillo rojo y la decoración brillaba por su ausencia. Avanzaron por un largo pasillo hasta encontrarse con un pequeño mostrador en el que se encontraban dos policías, conversando acerca del buen tiempo que hacía aquel día. Ashley se posicionó primero, buscando a Karen entre las prisioneras que se encontraban en la celda contigua al mostrador. Uno de los policías, el más viejo, se dirigió a Ashley con un tono neutro.
— ¿Viene a recoger a alguien? —preguntó mirando hacia la celda.
—Así es —dijo sin más.
—    ¿Qué nombre? —Sacó una lista y esperó escuchar la persona a la que debían soltar tras el pago de la fianza.
—Karen Phelps.
La propia Karen se levantó en el acto del banco de piedra en el que estaba sentado y se acercó hasta los barrotes. Escuchar la voz de Ashley y reconocerla más tarde cuando dijo su nombre elevó su ánimo.
—Así que Karen Phelps, ¿eh? Deberá pagar una libra. ¿Puede decirme su nombre, señora?
—Señorita —le rectificó Ashley sacando el papel equivalente a diez libras. No sabía cómo ni por qué, pero un sentimiento parecido a las agallas se apoderó de ella.
— ¿Cómo dice? —El rostro del policía generó una expresión de confusión.
—He dicho señorita. No estoy casada. Y ahora si se da prisa, me gustaría…
—Y si no está casada, y a juzgar por sus vestidos procede de… Dios sabe dónde, ¿cómo es que lleva diez libras encima? —El agente no estaba por la labor de cooperar, porque Julian vio la oportunidad perfecta para intervenir.
—Esto es el colmo. ¡Un escándalo! —anunció de manera teatral—. ¿De qué sirve imponer una fianza si después la justicia no cumple con la ley? Mi señora —dijo dirigiéndose a Ashley— no convendría que hagamos esperar al cochero. Su hermano el duque se impacientará…
Ashley se sorprendió ante la habilidad dramática que Julian parecía esconder, y el policía se quedó pasmado al escuchar nombrar un título nobiliario de tal rango.
— ¿Un duque, decís? —preguntó el policía más joven, que aún no había participado en la conversación.
—Eso he dicho. Señores, tenéis ante ustedes a la hermana del duque de Westminster, Hugh Grosvenor. Y si no os apresuráis, no creo que a su excelencia le plazca tener que venir aquí a pagar una mísera libra —sentenció cruzándose de brazos.
—Pero… eso no puede… eso no puede ser…
—Ya lo habéis oído —dijo Ashley siguiendo el papel— Liberad a la muchacha.
Karen había tenido que aguantarse la risa durante todo el “espectáculo”, pero finalmente, efectuado el pago, se la liberó de la celda. Antes de salir, Julian intentó decir algo para finalizar su brillante actuación, pero Ashley le increpó que ya habían tentado demasiado a la suerte y que debían salir de allí cuanto antes. Pero Julian quiso llegar más lejos, y ofreció lo que quedó del cambio para liberar a las compañeras de celda de Karen. Pese a que los policías no daban crédito a lo que estaban escuchando, no tuvieron más remedio que hacer lo que se les pedía. Una vez en la salida, Karen y Grace se abrazaron y la primera le contó lo que había ocurrido. Ambas le felicitaron por liberar a las demás mujeres, pero Ashley no parecía tan conforme. Fred había confiado en ella para salvar a su hermana Karen, pero no para dar rienda suelta a sus deseos y que gastase todo el dinero que le había dado.
—Tranquila Ash, Fred lo entenderá. ¿Qué son diez libras? Y a usted señor Evans, le doy las gracias por todo. ¿Quién lo iba a decir? Que nuestro jardinero podría actuar en Lyceum Theatre siempre que quisiese. Tuve que reprimir mis carcajadas y aplausos durante un buen rato —Karen parecía muy contenta, pese a que antes de la llegada de Ashley y Julian, se moría por dentro si su encarcelamiento llegaba a la prensa.
—No ha estado bien, señorita Phelps —se esforzó por decir Ashley sin que nadie le prestase demasiada atención.
—Está bien, yo daré cuenta de ese dinero y se lo devolveré a Fred. A prisa, o perderemos el último tren a Brighton. Grace, querida, nos veremos en otra ocasión. Hoy la suerte no ha estado de nuestra parte.
Ambas se abrazaron de nuevo y Grace Jones se despidió de todos para tomar el tranvía que discurría en una línea cercana. De igual modo, Karen, Ashley y Julian corrieron hasta la estación para tomar el tren. Una vez en el vagón, y ya de manera más relajada, Karen se esforzó por explicarles lo que había ocurrido en Londres para que todas esas chicas y ella acabasen encarceladas. Ashley no se atrevió a darle las gracias a Julian hasta que no llegaron a Verney Manor casi tres horas más tarde. La señora Fuller se preguntaría qué tan lejos habría ido a parar Ashley para entregar una carta, y por qué el jardín no había sido acondicionado como era debido. A pesar de la preocupación, para Ashley Beardsley había sido uno de los días más emocionantes desde que trabajaba en Verney Manor. Y todo, había sido gracias a Julian. De una forma u otra, le había empezado a coger cariño.
Karen se despidió de ellos para buscar a su hermano y que se quedase tranquilo al verla regresar sana y salva a casa. Mientras tanto, Julian le dijo a Ashley que estaría bien que cada uno volviese a su puesto, si no quería desencadenar la ira de la señora Fuller, una mujer digna de su cargo como ama de llaves.
—No sé cómo darte las gracias, Julian —comenzó a decir Ashley—.
—Bueno, no veo por qué deberías darlas, Ashley. En cambio, yo debería disculparme contigo, por lo del otro día. Siento si te hice sentir incómoda.
—Oh, no, insisto. Gracias de verdad. No me sentí incómoda, simplemente… —ella intentaba buscar las palabras adecuadas— no sabía cómo actuar.
— ¿Por qué dices eso? —Julian sentía curiosidad en ese momento. ¿Qué quería decir Ashley?
—Es que… bueno, solo quería… Quería que supieses que esa noche, lo pasé muy bien. Bueno… aunque a veces —dijo riendo— intentases sacarme de quicio.
Julian se acercó a ella. No era mucho más alto que Ashley, pero sí lo suficiente para que cuando estuviese cerca tuviese que agachar levemente la cabeza para mirarla a los ojos.
—Yo también sentí lo mismo, Ashley. Pero no quiero que esto…
— ¿No quieres que esto se convierta en nada extraño? —preguntó ella.
—No quiero que no hagas nada que tú no quieras. No quiero que tengas que sentir algo que en realidad no sientes.
— ¿Y cómo tú, Julian, podrías saber qué es lo que siento en este instante?
—Porque desde que te vi, Ashley Beardsley, aquella tarde al llegar de Londres, supe que algo me había atravesado el pecho. Porque al pasear contigo por los jardines aquella noche, supe que era cierto. Y porque hoy, al verte venir hacia mí para pedirme ayuda, he sabido que no podía ser de otra forma.
Ashley se fijó en sus ojos azules, que se estaban tornando vidriosos. ¿Era posible que Julian Evan se hubiese enamorado de ella sólo con verla? ¿Qué se le estuviese declarando en ese mismo instante, y que ella, ilusa, no supiera qué contestarle?
—Julian yo… creo que… —pero Ashley no pudo terminar su frase. El señor Evans se había aproximado lentamente hacia ella y en aquel momento, ambos se estaban besando. Sintió cómo el vello de la nuca se le erizaba. Cómo su estómago se encogía y su lengua, bailando a un mismo tempo con la del joven jardinero de ojos marinos, se fundía en una escena que Ashley no habría podido imaginar.
Para cuando sus labios húmedos e hinchados se separaron, ambos abrieron los ojos, como si a través de sus pupilas, pudiesen ver el alma del otro. Ashley sonrió levemente al igual que Julian. Pero esta se sonrojó primero. Se sujetó el pecho y tragó saliva. ¿Qué acababa de ocurrir? ¿Estaba soñando, o solo era producto de su imaginación? Julian no tuvo tiempo de decir nada, pues Ashley se marchó corriendo tan rápido como pudo. La vio a alejarse hasta la casa, y observó cómo se giraba antes de entrar por la puerta de servicio. Julian sabía, por primera vez en mucho tiempo que Ahsley era la adecuada y, por mucho que su mente le infligiera dudas, Ashley sabía, en el fondo de su corazón, que Julian Evans no sería una persona pasajera. Que el amor existía, y ella lo había descubierto aquella misma tarde, justo después de volver de Londres.
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uddf · 5 years
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Deathless
- T04E5 UDDF Lite -
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Hola a todes, estimades oyentes y compañeres lectoris. Bienvenides a Una Dosis de Ficción, un podcast dedicado a la fantasía y la ciencia ficción en novelas y comics.
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Este es el segundo capítulo de UDDF Lite, la nueva etapa de Una Dosis De Ficción de capítulos más cortos; hablando de un sólo libro en vez de tres. En este capítulo, hablamos de una novela que hace un recuento de una historia tradicional rusa. 
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Deathless, escrito por Catherynne Valente . Marya Morevna combate en dos guerras, vive en dos mundos, y camina la delgada linea entre la historia y Las Historias  (00:03:40) 
Demasiado Largo, No lo Escuché (00:40:15) .
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 Se habla de esta novela, del cuento que recrea, de su género, y si logra realizar algo de manera exitosa.
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 La tapa de hoy lleva una obra de Ivan Bilbin. 
 Cortesía, como siempre, de @aula252
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Advertencias de contenido:
- Muerte de niñes
- hambrunas
- Muerte y guerra
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peliculasfree · 4 years
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Titulo: 300 Año: 2006 Idioma: español latino Peso: 1.10 Gb Formato: mp4 Calidad: HD. Genero: ficcion historica
Sinopsis En el año 480 antes de Cristo, existe un estado de guerra entre Persia, dirigida por el rey Jerjes, y Grecia. En la batalla de la Termópilas, Leonidas, rey de la ciudad griega de Esparta, encabeza a sus 300 bravos soldados en contra del numeroso ejército persa. A pesar de que la muerte aguarda a los espartanos, su sacrificio inspira a toda Grecia para unirla en contra de su enemigo común.
Miralo o Descargalo: https://docs.google.com/document/d/1xHCHSnHoO9t5i6aV2qU8RdWMMZWYDNqAjOyNImsoXFs/edit?usp=sharing 
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