Demasiados pensamientos

Siento que tengo demasiadas ideas y pensamientos que quiero dejar reflejados por escrito, que llegado el momento no sé ni por donde empezar, resultando en que el momento de comienzo nunca llega. Se adelanta el olvido, todas las palabras que ya había planeado escribir se desvanecen de mi mente como si de una fina niebla se tratase, y de manera repentina paso de tener demasiados pensamientos a no tener ninguno.

La idea de querer conocerme mejor a mí misma a través de estas notas a veces me resulta, quizás, algo demasiado subjetivo como para poder complacer el deseo de lograr entender mejor mis propios pensamientos, o incluso de poder recordarlos con mayor facilidad; ¿acaso no están mis pensamientos restringidos no solamente por las palabras de la lengua en la que escribo, sino también por mis propias barreras sobre lo que puedo y no puedo escribir? ¿acaso la vergüenza ajena hacia uno mismo no me condiciona a la hora de escribir sobre mis propios sentimientos, los cuales se ven supeditados a la posibilidad de ser juzgados, posibilidad que mientras se encuentran ocultos dentro de mi cabeza es inexistente? ¿no estará, además, condicionada de antemano la sensación que me generarán estos textos cuando sean leídos en un tiempo futuro, ya que careceré del contexto preciso en el cual fueron escritos y me limitaré a juzgarlos desde un vago recuerdo de lo que creo que podía estar pasando por mi mente?

La postergación del momento de escritura de notas como esta no hacen más que confirmarme que rehuyo de entender mis propios pensamientos, ya que resulta mucho más sencillo dejarlos pasar fugazmente por mi mente sin pararme a reflexionarlos, dejar que caigan en el olvido para no tener que enfrentarme a ellos. Hasta que sea demasiado tarde y ya no se pueda postergar más algo que desde el inicio se sabía inevitable.

Salir de la zona de confort de no querer escucharte a ti misma es una tarea cuanto menos agotadora, pero completamente necesaria para todo aquel que no esté dispuesto a perder ni un segundo más en continuar siendo una persona que no le representa por el mero hecho de ni conocerse todavía a si misma, ni estar haciendo el más mínimo esfuerzo por descubrirse mucho más allá de lo conocido hasta la fecha.

Viva

Nunca tomo buenas decisiones. A veces siento que no estoy viviendo, que no estoy viva; pero tampoco muerta. Simplemente no existo en mí misma, a veces soy un cuerpo vagando sin alma, porque mi alma ha decidido que en las nubes se está mucho mejor.

Odio la palabra sufrimiento

Es una palabra extremadamente superficial, autocompasiva y exculpatoria; capaz de tornar cualquier idea expresada mediante la lengua en algo completamente carente de sentimiento o empatía, tendiendo hacia la autoculpa que deriva en un sentimiento de asco, repulsión y rechazo por parte de terceras personas ajenas a la idea empírica que quería ser expresada inicialmente.

Espejismo

Hay veces que te veo en el reflejo del brillo de los ojos de otras personas, creo ver tu mirada escondida en la suya, y me confunde, y me hace pensar que vuelvo a estar ante tus ojos y no los suyos; entonces es cuando me encuentro buscándote en lugares en los que no estás y cayendo en decepciones que nunca deberían haber estado ahí.

Solas

La imperiosa necesidad que se instala dentro de mi pecho de escribirte en femenino, de hablar de ella y de un nosotras; y de contarle al mundo que ellas son las que provocan que mi corazón, a ratos, se me salga por la boca.

Mi corazón se para por una décima de segundo y mis pulmones dejan de funcionar, no respiro, no hablo, no me muevo. El repentino pánico poco a poco se va intercambiando por un fuerte latido arrítmico en mi corazón, el cual se empeña en ir a doble tiempo.

Mis manos temblorosas impiden temporalmente la precisión en mis palabras, las cuales se tornan torpes o inexistentes, puesto que la falta de aire no me deja pronunciar lo poco que llego a formular en mi cabeza.

El riego sanguíneo deja de llegar a todos mis órganos, a cambio por mis venas solamente corre una sensación de presión y nervios que terminan acumulándose en donde debería estar mi corazón, el cual queda aplastado bajo tal mole de destrucción.

Mi pecho comienza a palpitar con la intensidad con la que sientes el retumbe de los altavoces en un concierto,

pum

pum

pum

pum.

A cada golpe una nueva vibración recorre cada fragmento de mi piel y cada parte de mi cuerpo llegando hasta mi alma, la cual decide abandonarme por un instante, provocándome una sensación de vacío en boca y pulmones que me dejan sin aliento.

Mis músculos no responden a los impulsos nerviosos enviados por un cerebro escasamente oxigenado, mientras mi alma se empeña en salir de mi ser. Mi piel se torna de gallina y mis cuerdas vocales se encuentran fuera de servicio, mi cuerpo se convierte en algo ajeno a mí porque he salido de él, y la intensa respuesta de lo corpóreo inhabilita cualquier clase de pensamiento racional durante los próximos segundos.

Y mientras mi alma me abandona, te pido que me la robes y que te la quedes.

Así tendré una excusa para ir a recuperarla.

Muda

No me salen las palabras, estoy tan perdida en mi misma que se me ha olvidado cómo se utiliza un diccionario. Ya ni siquiera sé describir ni las más sutiles nimiedades, todas mis palabras se las ha llevado el viento y ahora no soy capaz de formular ni una sola frase.

Letras por doquier se arremolinan formando un gigante nudo del cual ni el más intrépido de los lingüistas sería capaz de extraer ni una sola palabra, ni siquiera una onomatopeya.

Silencio.

Eso es lo que se supone que debería haber en un mundo sin palabras. Silencio.

Sin embargo no es así, el ruido y el caos se apoderan de mis cuerdas vocales antes incluso de que estas pretendan funcionar. Una muchedumbre de letras inconexas gritan y chillan desesperadamente por obtener un poco de atención, por rogar exasperadas que ellas formen parte de la próxima palabra. La agonía es lo único que se logra oír en el medio del desorden, y la confusión se apodera de cada una de las mentes que se ven envueltas en este suceso.

Solamente se escucha un batiburrillo de sonidos y ruidos que no llegan a significar nada. A veces puede llegar a parecer que algo puede llegar a tener sentido, a ser el principio de algo, pero solamente es una ilusión; un pequeño oasis en el medio del desconcierto que se desvanece tan rápidamente como apareció.

Abrirse camino ante tal marea de confusión y destrucción no es tarea fácil, la mayor parte de las personas no tienen las agallas suficientes para intentarlo.