De la nada siento ese pánico de no estar acostumbrada a un estable bienestar. Teniendo la (espero) falsa premonición de que algo malo se acerca para justificar mi ansiedad.

Odio.

Perdón si te hablo mal,

Si mi mal humor histérico se interpone entre tus ganas de darme un abrazo

Si mis palabras se desvanecen a un silencio distante que te hace dudar cómo me siento

Honestamente muchas veces el dolor se confunde su rol volviéndose mi titiritero

Controlando mis acciones, llevándome a encerrarme dentro de una jaula que se vuelve pequeña

Tan pequeña que me aprieta la piel y lastima mi alma

La incógnita del por qué me nubla la vista

La necesidad de gritar me hiere la garganta

No es tu culpa

No es mi culpa

Eso no hace que lo entienda

El llanto no es más que la punta del iceberg

Un iceberg en un lugar en el océano aún no descubierto

Porque está muy lejos

Lejos tan lejos

De poder sanar

Resaltá el bajo, ese sonido grave describe lo que siento.

Que hermoso grito, me hace sentir que estoy sanando.

Pará, dame un tiempo acá.

Que la música quede en su lugar.

Si no tiene alma no va a progresar.

No puedo perder mi tiempo discutiendo.

Si no te importa podes salir corriendo.

Dejame acá, en el piso.

Recostado las estrellas se ven más lindas.

Tienen otra vida, más alegría.

Por lo menos en algún lugar hay alegría.

Tocame eso de nuevo, que yo canto ¿Canto?

Lo que puedo.

Hago lo que puedo.

Me siento culpable por ser amada. Porque no tengo más para ofrecer que inestabilidad y enfermedad.

Me siento culpable por ser amada.

Porque la costumbre es el cansancio y la preocupación.

Me siento culpable por ser amada.

No entiendo.

No me aguanto.

No me amo.

Me harto.

Nube negra. Eso es. Aparece agrandando su tamaño dentro de mi cabeza como si existiera alguna manera de dispersarla, y es que, mientras más lo intento, más crece.

Que harto a todos a mi al rededor con mi tristeza constante.

Que se cansan de verme llorar.

Que me duele. No solo la cabeza.

Sino el alma, el corazón, cada parte de mi pecho de dónde digo que sale amor.

Estoy cansada de intentarlo todo. Por mi, por los demas.

Nada parece tener sentido.

Crei que hacia las cosas bien hasta que dijo "mi vida es una mierda"

Y lo confirmó.

Ni la mejor versión de mi puede hacer feliz a alguien.

Siempre tratando de pensar en algo más, el cerebro trayendolo todo de vuelta.

Intento fingir que todo eso nunca existió.

Y aunque muestre que todo está en el pasado, mi vida sigue girando en la idea de que eso ya no me afecta, por lo menos, intentar demostrarlo.

Pero es difícil aún dejar de soltar lágrimas por esa niña enferma, herida, abandonada.

Encerrada en un cuarto oscuro sin nadie a quien pedirle ayuda.

Ya la habían lastimado.

No puedo enojarme porque no pudieron salvarme.

¿Y qué pasa si ese corazón nunca logra ser reparado?

Al punto en el que el cerebro también se vio atrofiado.

No quiero seguir corriendo, pero tampoco enfrentarlo.

Maldigo el día en el que me viste con esos horribles ojos por primera vez.

Repudio la sensación de no poder hacer nada.

Cómo si fuera de plastilina, una cosa que se puede moldear a antojo.

Cosa.

¿Cómo puedo no pensar que soy una cosa cuando de esa forma fui siempre tratada?

Tantas veces que llegue a acostumbrarme, cómo si fuera normal, cómo si estuviera resignada a vivir cosas como esa por el resto de mi vida.

Me hago cargo de que siempre digo que estoy cansada.

Pero estoy cansada.

De sentir miedo hasta de alguien que quizá no vuelva a ver.

De recordar cada mentira, manipulación.

De no entender cómo puede ser tan cruda la maldad.

De hablar de esto.

De que mi vida se haya visto tan afectada.

Estoy harta.

Así haya aprendido de eso, así hoy ame quien soy, así los gritos y temblores hayan casi desaparecido, así sienta que eso me hizo una buena persona.

Porque saber que el dolor es imborrable no hace que sea menos doloroso ni aprender a vivir con este menos exahustante.

Ya no quiero ayuda.

Quiero que esto deje de existir.

Porque su existencia arruina la mía.

No hay nadie con quien pueda hablar de esto y tener la respuesta que quiero. Por eso te escribo a vos, a la nada, al vacío, a ese grupo en dónde sólo estoy yo. Porque al final, soy la única que entiende mi cerebro hasta ese punto. Y no puedo guardarlo más.

La felicidad puede ser la más grande del mundo pero ese hueco constante en la boca de mi estómago no para de opacarlo todo.

Y el amor parece ser siempre una mentira, me cuesta creerlo.

Me duele admitir que tengo baja autoestima después de tanto tiempo, pero no sería una novedad decir que estoy cansada de luchar.

Que me duele la cabeza, que el corazon me explota, que tengo un nudo en la garganta y que la angustia me lleva a llorar una vez por día sin falta.

Que cada día me cuesta más creer en las personas como también me cuesta creer en mi misma.

Pero esto último ya no me hace sentir miedo.

Porque, mi querida nada, esta es la verdadera confesión que quiero hacer: Quiero morirme.

Quiero dejar de fingir bienestar para que no me jodan, no me pregunten, no tener que hablar, no me paren.

Quiero dejar de sentir todo lo mencionado anteriormente, quiero cerrar los ojos y sentir esa paz que tuve el placer de conocer alguna vez, esa vez que casi lo conseguí.

Son planes que fallan una y otra vez, una prueba y error que siempre vuelvo a analizar para no fallar la próxima.

Pero siendo honesta, también me duele mentirle a todos todo el tiempo.

¿En serio piensan que después te tantas veces voy a sentir lo que quieren que sienta?

Porque ya pasaron más de dos décadas de buscar, luchar, intentar sentirme de esa manera.

Y no, aunque estuve medianamente cerca no pude conseguirlo.

De nuevo, estoy cansada.

Sigo pidiendo por empatía. Pero no una en la que me sigan ayudando a que permanezca este cansancio y dolor de cabeza, porque ya no quiero luchar.

Quiero que alguien me mire a los ojos entendiendo no solo mi dolor, sino mi historia, mi cabeza, lo que soy.

Que me dé un abrazo fuerte y entonces

Ahí por fin

Me diga adiós.

Quiera poder expresarles a todos la manera en la que me siento. Quisiera poder borrarla también, porque sé cuánto les dolería verlo. Nunca, ni un solo día, la idea de terminar con todo esto y al fin tener la muerte que siempre quise. La mía. Pero sé cuánto les dolería. No merezco tanto amor. No merezco amor. No después de haber causado tanto daño. Me odio, todos los días Cada segundo, un poquito más. El enojo es algo que reprimo pero aún así no lo puedo controlar Hace que me ardan las entrañas Hace que largue todas las lágrimas que me sorprende que me quedan Y la ansiedad, Puta ansiedad que arruina todo lo bueno que llega a mi vida Y estoy cansada ¡Lo digo todo el tiempo ¡Ya lo sé! Pero no puedo parar de sentirme así No puedo abandonar este dolor que me consume todos los días Un poquito más el alma Mi cabeza ya no aguanta, Mi cabeza ya no puede con todo esto Mucho menos cuando esa nube negra aparece para opacarlo todo.

Perdón.

No saben cuánto lo lamento. No saben cuánto lamento traer a sus vidas A ustedes, que me aman tanto Tanto caos y decepción  Tanta tristeza e inestabilidad No saben cuánto lo odio. No saben cuánto odio tener un cerebro Que no me lleva a otra cosa más que la autodestrucción. Y vomito Y tiemblo Y lloro, todo el día lloro. Sé lo doloroso que es ver así a alguien que amas Conozco esa impotencia. Ser yo quien les haga sentir eso es lo que odio más. Lo odio. Porque merecen amor Merecen a alguien que esté a la altura de todo lo que son. Aunque agradezco con todas las fuerzas de lo que soy que me amen. Sobretodo, de esa manera. Sé que voy a salir de esta. Sé que algún día podré estar Por lo menos, La mayor parte del día bien. Hoy Todo es esa nube negra.

Somos dos mitades que nunca fueron destinadas a estar juntas.

Te extraño.

Y hoy no puedo pensar más que en eso. No puedo dejar de pensar en tus palabras. No puedo dejar de pensar en lo que causé. No puedo dejar de pensar en que le fallaste a quien dice amarme. Pero es que a mi no me fallaste por eso. A mi me fallaste en soltarme la mano. A mi me fallaste en dejar de quererme. Y es que no sé si alguna vez lo hiciste. Pero yo sí. Yo te amé. Yo te amo. Y yo vi en vos a una persona que valía la pena estar en mi vida. A alguien que valía la pena conocer. A alguien que sobresaltaba de lo normal. Y hoy, tu ausencia, Me duele. Y no puedo dejar atrás esas noches de desvelo donde secretos profundos salían a la luz. No puedo dejar atrás a un reflejo tan hermoso de mi ser. No puedo dejar atrás un amor tan puro.  Tanta honestidad. Y me duele haberte fallado. Me duele haberte causado lágrimas. Me duele haberte causado tantas desgracias. Y hoy, después de ver la vida hermosa que tengo, Todo parece valer nada, Todo parece valer nada sin tu perdón.

A veces todo lo que podés ver, es lo mejor que podrías ver.

Te veo a la cara y ya no me siento tan rota. Me tocas y siento como mis partes parecen estar juntas. Y el “Te amo” suena como un motivo para vivir. Estoy desprendiéndome de la idea de que soy una cosa. Pero, aún así, quiero decir Que soy tuya.

No podés tocar la herida más profunda de una persona y esperar que no grite.

Moti de Mierda

Si esto es una prueba, no quiero pasarla.

Moti de mierda.

El problema de querer la verdad, es que siempre es doloroso cuando se cae una careta.

Moti de mierda.

Tóxica.

Hago este escrito en forma de carta, porque, a decir verdad, no sé cómo te voy a llamar el día de mañana. Pero sé que hasta ahora sos la única persona que me eligió de verdad. Y sé cómo quiero llamarte en ese momento. Pero no se trata de lo que yo quiera. Se trata de lo que se pueda ser. Se trata de lo que soy yo hoy. Y este escrito no va a hablar más que de eso. Porque lo soy no sé si por culpa o aprendizaje, pero no es más que un mecanismo de defensa. Uno que no me gusta, que no disfruto, que me lastima desde el fondo de mis entrañas y no puedo ignorar. Que me duele hasta llorar. Y es que, después de haber conocido a tantas personas y haber desperdiciado mi tiempo con las suficientes. Después de haber dado todo el amor que soy capaz de dar y haberme quedado totalmente vacía. Después de cada decepción en la que quedaba inundando todo mi entorno de lágrimas. Solamente queda el miedo. El miedo a estar equivocada con la persona que elegí para caminar conmigo. A saber que esa equivocación me robó todo mi valioso e irrecuperable tiempo. A sentir, una vez más, el dolor inmenso de la traición. Ese dolor tan pero tan grande que podés sentir un crack en tu pecho. Lo sé, conozco al pie de la letra esa parte de ese libro que llevo conmigo como ley de vida: “No podemos elegir ser heridos en la vida, pero sí podemos elegir quién nos hiere” ¡No me malinterpretes! Te elijo. Cada día, cada minuto, cada segundo. Pero el trasfondo de todo esto es que no quiero volver a ser herida. Y en lo único que quiero equivocarme es en que esto tiene un final. Si lloro por vos no quiero que sea porque, como todo el mundo, usaste el inmenso y poco común amor que tengo para dar, para que perdone. Quiero disfrutarlo todo con vos. Quiero sentir seguridad cuando tomo tu mano. Quiero dejar de sentirme ansiosa cuando suena tu celular. Quiero poder reírme cuando se te acerca alguien más. Porque por más egocéntrico que esto suene, quiero sentir que soy única. Que soy especial, hermosa, irremplazable.  Porque ya estoy cansada de ser la única que me hace sentir de esa manera. Soy muy consciente que eso depende de mí, que debo amarme sin necesitar nada de afuera, que yo debo darme mi valor, mi lugar y sólo debe bastarme con eso. Pero no puedo. No puedo porque toda mi vida quienes me hicieron sentir así lo hicieron por conveniencia, algunas, muy enfermas. Y, al ser sincera, estoy cansada de, al final, ser lo único que tengo. Sé que vos aprendiste de esto mucho antes que yo lo hiciera, pero yo no soy fuerte como vos. Yo no tengo la capacidad de armar una coraza adentro de mí y mandar a la mierda a todo el mundo por hacerme respetar. Dios, ni siquiera puedo decir cuando algo me molesta. Y, si me dejas seguir siéndote honesta, tampoco quiero aprenderlo con vos. No quiero que en vos esté ese aprendizaje. Con vos quiero aprender de cómo superás cada obstáculo, cómo usas la inteligencia, cómo el universo puede ser tan magnífico y poderoso. Quiero que vos me veas crecer así como yo lo vengo viendo con vos hace meses. Quiero apoyarme en vos cuando aprender duela. Quiero amarte.  Quiero poder amarte con todo mi ser, todo lo que soy sabiendo que todo eso vale la pena. Porque yo también odio que peleemos todos los días.  Y esto más que una profunda disculpa es una explicación.  Porque dudo que este escrito cambie algo. Pero ahora vos estás dormido, hermosamente dormido. Y yo estoy escribiéndote, porque jamás tendría la valentía de decírtelo en la cara. Jamás tendría la valentía de decirte cuánto me dolería. Jamás tendría la valentía de mostrarme realmente vulnerable.