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#vecindario
wgm-beautiful-world · 3 months
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Balat neighborhood in ISTANBUL
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viejospellejos · 2 years
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Cosas del vecindario
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plagiarmola · 2 years
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(Esp) Por un barrio revolucionario, todos los nazis fuera del vecindario.
(Eng) For a revolutionary neighborhood, all Nazis out of the hood.
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pilinova · 2 years
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Desde hace una semana tengo vecinos nuevos, un matrimonio de unos 30 años y dos niños de 4 y 2 años que se llaman "Callate" y "Me Tienes Hasta Los Huevos".
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La fiebre del sábado noche y la música de los 70 recorrió la tarde noche de este sábado las calles de Vecindario, desde el cruce de Sardina hasta el Doctoral, pasando por la Avenida de Canarias. Miles de personas y diferentes colectivos acompañaron a las 21 carrozas durante el recorrido que terminó con el entierro
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armatofu · 4 months
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cridenmagicskin · 1 year
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loquedeberia · 1 year
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💬 2247. Bienvenidos a Lo que debería (7)
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videntecertera · 1 year
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Lectura Del Futuro Económico, tarot amor certero online
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solarnomads · 1 year
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We Loved our little studio apartment in the vecindario! It featured a roof top patio with great views of the city and the sunrise. Plus we got to watch the Full Moon total Lunar eclipse! It was so much fun living with the locals interacting with them on a daily basis. Most people who come to Cabo stay in all inclusive resorts or condos in the tourist district and are very insulated from the culture here. We felt really fortunate to get to experience the culture and how Mexicans live there daily life here. We also bore witness to the disparity of how the locals live in very poor conditions while the rich American developers build their multi-million dollar homes and billion dollar resorts. The locals who live here are very friendly especially if you make an effort to speak their language. We really fell in love with these people and their culture and felt blessed to have the opportunity to experience the real Mexico! #therealmexico #cabosanlucasmexico #vecindario #authenticexperience #capitalistvaluessuck #muybonita #solarnomads (at Cabo San Lucas, Mexico) https://www.instagram.com/p/Ck1VeLty7lH/?igshid=NGJjMDIxMWI=
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brilho-design · 2 years
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Sobrados Geminados por João Otavio Dobre Ferreira
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wgm-beautiful-world · 11 months
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Plaka, Athens, GREECE
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jjturvaroescritor · 2 years
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Mirada hacia dentro
Hoy os hablaré de alguien que para algunos puede parecer un absoluto zumbado mientras que, para otros, un héroe digno de seguir su ejemplo.
Su fisionomía no es nada de otro mundo, no es un Hércules, un adonis, como tampoco tiene el rostro ni el cuerpo de Jason Mamoa. Sus principios e ímpetu no lo acercan a organizaciones benéficas sin ánimo de lucro para luchar contra causas tan corrosivas para nuestro mundo y la sana civilización, tales como la contaminación, el hambre y la pobreza, la guerra o la soledad sentida de jóvenes y viejos. Su profesión es decorador de interiores, por ello su labor no es la de un científico que persigue el formidable hallazgo de la vacuna necesaria para extinguir un virus mortal.
Entonces, ¿por qué es un héroe? A su favor juega que, sin ser un entregado a la justicia social, nunca ha procurado un daño irreparable en el ajeno. Solo, y mayormente de forma involuntaria, ha generado ligero incordio a algunas personas y a su padre muchos quebraderos de cabeza, y no son pocas las veces que ha discutido con su madre, sea dicho. Pero su heroicidad deviene de un origen azaroso, similar al de individuos con planes muy distintos a la aceptación de una gran responsabilidad que se ven comprometidos a la defensa de una empresa que no solo les atañe a ellos. Personas que ante injusticias llaman a la policía, otras que salvan a víctimas de una asfixia, profesores que solo querían enseñar a sumar y restar a púberes pero que, viendo el dolor que estos traen de sus casas, deciden inmiscuirse ellos y a los servicios sociales. En general, nuestro hombre forma parte de ese colectivo de gente que toma medidas en aras de irrumpir en esas continuadas injusticias o prontos males de los que súbitamente son testigos, sin haber buscado con anticipación su resolución o sin tener esa alma constantemente preocupada del perjuicio en los demás.
Y lo que más lo hace un héroe, es su equilibrio entre amor propio y humildad. No padece de la soberbia que a unos ata a la necesidad de ser reconocidos y a otros aleja de todos a razón de querer evitar, precisamente, el vacío sentido al no serlo. Mas tampoco es alguien que cree a un nivel profundo e intrincado que nada lo merece ni lo puede. Es, sencillamente y como ya anuncié, un ejemplo de confianza y de vivir y dejar vivir, que nunca le ha hecho un ominoso daño a nadie y que es capaz de tomar resoluciones con rapidez y bravura sin contradecir quien él mismo es.
Y este diseñador de interiores, en los soleados días del estío, tenía por costumbre la misma que todos los demás días en las diferentes estaciones: ser él mismo. Pero en el verano, más trasparencia ganaban los cristales de sus ventanas y más calor en general lo sometía, a él y a todos. Y muchos vecinos tenían por costumbre descansar en una silla próxima a sus abiertos ventanucos y observar lo que fuera ocurría. Y parte del circo de experiencias que ofrecía aquella pantalla hacia el exterior a estos ávidos espectadores, cansados por el clima pero despiertos ante el estímulo cargado de la menor sorpresa, era la vivienda de nuestro protagonista.
Nuestro amigo, aunque tenía aire acondicionado, prefería solo usar ventiladores y, en su preferencia, le disgustaban tanto los estores como las cortinas e idolatraba la llegada de luz natural a la que, con gusto, daba la bienvenida abriendo sus ventanas y elevando las persianas al tope de altura.
Y nuestro hombre varias cosas hacía, nada fuera de lo ordinario, en su pisito alquilado. Estas actividades, como jugar a la Playstation cinco o trabajar desde su ordenador, no rompían con el aturdimiento sobrevenido a causa del calor en los viejos y jóvenes asomados desde el extremo del visillo. Lo que sí conseguía hacer olvidar sus males a quienes, llegado el momento, de él no perdían detalle; era su falta de vergüenza. Con un short sin prenda interior, cuando no iba desnudo, paseaba lo suyo día tras día haciendo las tareas y divertimentos que tocaran en aquel momento. Incluso por la noche, en ocasiones, indistinto e incluso inconsciente del revuelo que podría levantar en ojos indiscretos, se sentaba en su sofá para ver la televisión cuya espalda metálica estaba casi pegada a la ventana principal. Y allí hacía lo que hacemos todos, rascarse, estirarse, tumbarse, cambiarse de lado…
Puede que aún no averigüéis el origen de su heroicidad, pero aguardad. Incluso, puede, que a esta altura ya sospechéis qué le pasará. Porque he aquí el momento en que cierro mi relato descriptivo y os sitúo en el momento en que su primera luz heroica brilló, anegando las bocas más críticas para con él con la voz de su coraje y autoestima.
Contemplad, el valor de la sencillez. Y hacedlo en una tarde de julio en la que cuatro distintos vecinos se reunieron en el descansillo de su portal.
-Mi prima me ha dicho que su descarado comportamiento es diario. Fui a visitarla el otro día, tenía que darle una cosa -procuró improvisar una excusa aquella señora que llevaba viviendo cuarenta y cinco años en el mismo piso, el inmediatamente inferior al de nuestro amigo-. Pues de esto que me pongo a mirar un coche sospechoso que pasaba por nuestra calle y ahí lo veo. ¡Toma! En pelotas.
Mentira lo de que vio un coche sospechoso. Estuvieron apoyadas en el alfeizar fumando cigarrillos y hablando de sus maridos, las pobres eran viudas, esperando a que hiciera acto de presencia el, para ellas, veladamente atractivo muchacho. Se puso el chico a ver una serie con un bol de palomitas que justo ocultaba lo que a las señoras más llamaba la atención.
-Yo no me lo explico -participó el conserje-. El otro día fui a entregarle un paquete que le habían traído y me hizo esperar diez minutos en la puerta. Me abrió sin zapatillas.
Aquel trabajador gustaba del despotricar en compañía, mas lo cierto era que le resultaba placentero cualquier cosa, mientras no lo hiciera solo. Pues en sus dos años sirviendo a la comunidad de residentes no había compartido una causa común que hiciera unirse más a unos vecinos que, hasta unos meses atrás, lo trataban como a un espectro. La demora en abrirle sobrevino, precisamente, de colocarse un pantalón y una camiseta antes de recibirle, y fue de minuto y medio.
-Yo he hablado con él varias veces -dijo el señor de bigote y espalda encorvada, tenía pobladas y canosas cejas, y una calvicie incipiente. Parecía mucho mayor a los cuarenta y tres años que tenía-. Me parece un chaval cortés, educado y atento. Me irrita que sonría tanto, pero la verdad es que me parece un tipo noble. Por eso me extraña tanto que sea tan guarro.
-¡Sí que lo es! -exclamó con pasión la estudiante de derecho-. Tengo una amiga en el bloque de enfrente a la que voy a ver de vez en cuando. Aunque nos esforcemos en no verle, me sé su cuerpo de cabo a rabo.
-Tiene un culo súper pálido -rio la viuda.
Solo el conserje rio con ella.
-Trae a mucha gente, yo creo que amantes -prosiguió la universitaria, encrudeciendo la voz-. Se pone las botas, según mi amiga.
Costaba referirse a aquella chica de la que se estaba enamorando como solo su amiga. Prefería, sin embargo, mantener una apariencia más normativa y decir ante esa audiencia, llegado el caso, que ella era lo más heterosexual sobre la faz terrestre. Y lo más casta, monógama y capaz de estar en soledad, y si para dar esa imagen había de endosarle a otro u otros esas temidas características, aun sin darse cuenta lo haría. En cuanto a su orientación sexual, a ningún vecino le habría incomodado si les hubiera dado la oportunidad de conocerla, quizá extrañado a la viuda pues, aunque no habría cambiado su relación con ella, sería la primera mujer no heterosexual que conocía, o al menos en confianza se lo declaraba.
-Tiene una novia -puntualizó el señor del bigote, las manos cruzadas atrás y a la altura de los lumbares. Su timbre era más plácido y su ritmo menos acelerado que el de la joven-. Desde hace un tiempo, creo que se van a ir a vivir jun…
-¿Tendremos que verle desnuda también a ella? -preguntó la anciana, llevándose la mano enjoyada a la boca-. El colmo ya, por favor. ¡Deberíamos regalarles unas cortinas!
Se rieron todos esa vez, pero el señor envejecido con menos fuerza.
-Es que no se puede tener tamaña falta de consideración -continuó la misma mujer-. Recuerdo que mi marido trabajó en una oficina de una empresa de publicidad un tiempo. Eran de los primeros sitios en contar con ordenadores.
-¿Ah, sí? -interrumpió el conserje, intentando agradar.
-Sí… pero no es el punto. ¿Por dónde iba? A ver, ¿por qué os estaba contando esto? -todos intentaron encontrar la respuesta a algo que solo conocía la propia viejita. Golpeó sus manos y risueña agregó-. Ya me acuerdo. Tenían un cuarto de baño que, como los demás de ese edificio de oficinas era exclusivo para los de su empresa, que había sufrido daños y echaron la pared abajo. Daba a la calle, ¡qué reparo les daba! Pues fue él, mi querido esposo, quien tuvo una idea encomiable. A los propios obreros, que estaban reparando el edificio y que estaban haciendo unas obras en la carretera de enfrente, les pidió amablemente, él siempre era muy gentil, un ejemplo de caballerosidad…
-Yo lo conocí -afirmó, sinceramente orgulloso, el portero.
-Y yo -dijo en bajita voz, sin ánimo de interrumpir, el otro hombre.
-Sí, sí, lo sé amigos. Pues, ¿qué decía?
-Su marido les pidió algo a los de la obra -recordó, un tanto impaciente, la muchacha.
-Cierto. Una chapa de acero que usaban para separar entre ellos instalaciones en la obra, para no incordiarse cuando estuvieran unos poniendo yeso, otros, en fin, lo que sea. Pues mi marido, ay, mi cielo les pidió una que pudieron usar un tiempo. Como les sobraba, se la dieron sin problema. Le hicieron empleado del mes, pero no solo por eso.
-Usted se acordará mejor de sus vivencias de lo que él mismo recordaría.
-No se ría de mí, truhan -replicó la mujer al ceñudo hombre de cejas largas, sin ninguna clase de animadversión.
-Pues aunque creo lo que me dice nuestro vecino, me da que es homosexual -prosiguió el adulto, poniendo en absoluto a la defensiva a la muchacha que decidió sellar sus labios, como si los hubieran atornillado desde el arco de cupido al centro del bermellón, véase las zonas superior e inferior de las comisuras-. Quizá está reprimido, pero eso al final termina saltando por algún lado. Porque no me parece normal en un joven… -calló la reiteración de la palabra normal en esa ocasión-, eso, que se pasee desnudo en su propia casa, con las ventanas abiertas, o que invite a tantos amigos y solo se ponga un descosido pantaloncito, ¿no es así?
-Sí, sí -respondió la mujer más adulta, de pronto sobresaltada por una opinión que creía injusta, pero que no replicaría.
Antes no exageré en que ningún problema directo habría sufrido nuestra vecina más joven en caso de expresar a sus vecinos que disfrutaba al acostarse con relativa frecuencia con otra chica de su edad aproximada, mas no explicité que los aquí presentes estuvieran libres de prejuicios. Y algunos de estos juicios también relacionaban conductas no necesariamente vinculadas, como el naturalismo en el hogar y la orientación sexual. Desfachateces, ¿verdad? Lo son, pero anda, amigos y amigas, cuidado. Que tire la primera piedra quien esté libre del pecado del prejuicio.
-No creo que tengas del todo razón ahí -replicó el conserje, aun con voz timorata, sabiendo que en ese país extranjero su primo y el marido de este, ahí no reconocido sino en España, las pasaban canutas por el machismo que imperaba en el barrio donde residían.
-Yo creo que puedes tener razón -apoyó la universitaria el argumento del que tenía la frente arrugada y cuyas cejas parecían las varas con las que se golpeaba la bola del paintball. Cuando decía que ella creía algo, y empleaba con frecuencia la coletilla, solía dar la pista de que ella proyectaba algo que en sí misma prefería, al menos socialmente, negar-. Incluso con sus supuestas amistades va medio desnudo, y eso me da que pensar. No me trago que sean solo amigos, yo creo que es todo un semental -dijo con aviesa sonrisa-, que se acuesta con todo aquel a quien abre la puerta.
-Sí que mi prima me ha dicho que alguna vez le ha visto dándole al traca, traca, pero con la misma chica siempre, e incluso allí ella misma aparta la mirada. O eso me dice la bribona. Sin embargo -la voz de la anciana ganó solemnidad, como si anunciara algo que más que al anhelo de chismorreo y de crítica perteneciera a la voz de la verdad y la experiencia-, estamos perdiendo el norte. Yo… yo me quejo de su falta de solidaridad para con el vecindario. De que se exponga libremente a los demás, dando la imagen que da de esta comunidad de vecinos harta decente antes de que él nos honrara con sus atrevimientos. Su sexualidad, son cosas de esta etapa que vosotros, los jóvenes, habéis elegido. Y lo respeto, pues recuerdo la censura de mis padres y abuelos cuando yo era joven y sé lo que se siente porque te digan con quién tienes que estar o cómo debes sentirte.
-¿Y no con cómo tienes que comportarte? ¿Eso le da igual?
Una voz juvenil, aparentemente ajena a cualquier posible desdén y crueldad, se coló por el hueco de las escaleras hasta alcanzar a los cuatro vecinos reunidos. Con quien descendía los escalones, pasaron a ser cinco.
-Mire -dijo el recién llegado aproximándose al portero, con un mensaje más crudo que la voz que empleaba, voz que definía su carácter generalmente conciliador y respetuoso-, llevo chanclas. Espero no aturdirle. Os he estado escuchando, y tengo prisa por ir al súper y hacerme la comida, así que os diré solo un par de cositas de nada y un hasta luego.
Solo la anciana sostuvo la mirada a quien les originó una profunda vergüenza a todos ellos.
-Seguro que no sabéis dónde meteros ahora mismo de la humillación que sentís, y esta vez no por mí, sino por cómo habéis decidido tratarme. De pervertido, promiscuo y desvergonzado -sonrió, aquello atrajo las miradas del resto. Su semblante había perdido todo rastro de rabia-. Yo creo que sí lo soy, y no veo nada malo en ello.
-Te paseas continuamente desnudo… -señalizó la mujer mayor.
-Podría replicarles conque los escucho hablar, mejor dicho, discutir por teléfono, o conque sé que la de la música alta eres tú -dijo mirando a la universitaria, quien se sentía traidora para consigo misma-. Pero, ¿de qué serviría? El problema no lo tengo yo por pasear desnudo en mi propia casa -una gravedad apareció por vez primera en lo que todos sintieron que pronunciaba con un timbre afectado por ecos de luchas personales de su pasado-. El problema tampoco lo tienen quienes inocentemente miran desde sus ventanas y me ven. El problema y la auténtica conducta que debería resultar vergonzosa es la de darme más publicidad de la que mismamente pueda darme yo, y la de difundir mi vida privada alegremente e, incluso, inventándosela.
-No estás siendo breve -refunfuñó el adulto de cejas pobladas, poco acostumbrado al conflicto.
-Ni ustedes han sido justos, y cuando les conocí me dieron a entender que lo eran. En lugar de buscar fuera por ventanas que no les son ni propias, deberían echar un vistazo hacia dentro y procurar entender la razón de por qué me han hecho esto.
Hubo un silencio. El vecino que bien sabía combatir el calor de forma natural se sintió mal por ellos, no quería hacerles entender que estaba enfadado, o que eso marcaría un antes y un después en su relación con ellos. Pero sí dejarles muy clarito que él era libre, que había peleado mucho para serlo, y que se comportaría como le diese la gana siempre que eso no vulnerase realmente a nadie. Y quizá en su subjetividad la desnudez resultaba una realidad más inocente de lo que pudiera ser verdad, para empezar libre de la sexualización que gente como aquella anciana y su prima a la misma otorgaban, pues estaba en contra de ocultársela desesperadamente a todo el mundo. Por ejemplo, ¿por qué se censuraba tanto la desnudez a los mismos menores a los que se les compraba videojuegos de guerra o se les toleraba ver películas sangrientas? En otras culturas, familias enteras se bañaban juntos y nadie se llevaba las manos a la boca ni se sonrojaba como sí podrían hacerlo sus vecinos.
Y él tenía claro el mismo precepto que no justificaba al violador y sí a la víctima de su injustificable conducta. No era la minifalda o la guapura de la mujer, sino la egoísta y ruin decisión del asaltante. No era él al ir de la cocina a su habitación para cambiarse de pantalones y ponerse desnudo un segundo, o bien estarlo todo el día, eran aquellas miradas que de discretas pasaban a ser indiscretas al compartir con juicios intolerantes lo que creían ver más allá de lo que realmente veían.
Considerar lo contrario, para nuestro querido vecino, sería tan ridículo como echarle la culpa a la luna por estar nosotros voluntariamente en ella y no poder respirar. Somos los únicos responsables por nuestras acciones, y mientras directamente no perjudiquen a nadie, nadie habría de ser tan inconsciente y temerario como para juzgarlas.
Finalmente, el vecino decidió quedarse un rato más, explicar lo que pensaba de la forma más amable posible. Encontró oyentes interesados, quizá por la reciprocidad en su simpatía aun tras haberlos escuchado hablar como hablaron, o tal vez porque lo que les decía lo encontraban acertado.
Cuando acabó, con su sencillez característica, cumplió su palabra y les dijo hasta luego. Iba contento hacia el supermercado pensando en la tarrina de helado de Haagen Dazs que luego tomaría en casa mientras veía una serie como Dios le trajo al mundo.
Se puede tener “decoro” y persianas como cortinas en una casa, y se puede elegir no pasearse desnudo con las ventanas dispuestas a miradas ajenas. Pero lo que hagáis en vuestras casas, mientras no sea algo que físicamente coarte la libertad de otras personas, deberíais hacerlo libre de remordimientos.
Todos merecemos un hogar donde ser nosotros mismos, y ojalá ese lugar abarcase el mundo entero.
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"El vecindario"
El Vecindario (1BR) es una película estadounidense de 90 minutos realizada en 2019 por el director y guionista David Marmor. Es su debut en ambas facetas con éste su primer largometraje inspirado en lejanas vivencias de cuando con veinte años fue a estudiar a Los Ángeles. Según comenta en entrevistas vivía en un vecindario donde abundaban las personas extrañas. Película que entusiasmará probablemente a amantes frikis del cine de terror y que irritará a otra gran parte de espectadores. 
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Tras dejar atrás un doloroso pasado en el que luchó por tratar de cumplir sus sueños, Sarah (Nicole Brydon Bloom) se instala en el apartamento de Hollywood perfecto. Sin embargo, algo no cuadra. Incapaz de dormir, una serie de extraños sonidos la atormentan por la noche.
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Pronto comienza a recibir amenazas por escrito de procedencia desconocida, lo que le lleva a sumirse en una depresión. Cuando descubre cuál es la verdad que se esconde tras estos acontecimientos, ya es demasiado tarde. Sólo le queda una posibilidad: luchar para mantener la cordura... o perderse para siempre en un infierno existencial.
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El Vecindario (1BR) comienza con la llegada de la joven Sarah (Nicole Brydon Bloom) a Los Ángeles en un soleado día donde el icónico gran rótulo de la palabra Hollywood saluda desde las montañas. Solitaria sin conocer a nadie busca trabajo y contacta con el Asilo del Mar donde un cartel indica que hay vacantes.
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En seguida el guion del director David Marmor da cuenta de su carácter inseguro habiendo abandonado el hogar familiar por la mala relación con su padre. Acompañada solo de su gato “Giles” recibe la llamada telefónica de su padre pidiéndola insistente que vuelva a casa.
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Es recibida con excesiva amabilidad por sus nuevos vecinos e invitada a una barbacoa como fiesta de bienvenida. Conoce a los distintos vecinos y en especial a Edie o Miss Stanhope (Susan Davis) una vieja actriz de cine retirada.
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Sus primeras noches no son todo lo tranquilas que deseara pues unos extraños ruidos aparentemente de las cañerías impiden que duerma de manera relajada. Sale al pasillo a media noche pero sólo encuentra a la desorientada Edie.
Un joven extrañamente servicial le ofrece el libro “El poder de la Comunidad” que ella rechaza desconfiada. El mismo título del libro que había visto en una mesilla de noche.
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La tensa y vibrante música original de la banda sonora de Ronen Landa empieza a acompañar las secuencias marcando su lado enigmático. Comienza a recibir anónimos insultándola por tener una mascota (su gato “Giles”)  en el apartamento.
Mientras su padre continúa presionándola por teléfono para que vuelva a la casa familiar. Todo esto hace que empiece a venirse abajo entrando en el desánimo y el desconcierto.
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Inquieta sale una vez más al pasillo tras recibir otra amenaza anónima  encontrándose al joven Lester (Clayton Hoff) que huye de ella. Otro joven y atractivo vecino Brian (Giles Matthey) la invita a cenar pero rechaza la propuesta.
El argumento abandona su tono amable del principio para ir descubriendo su lado ácido y tenso misterioso. Se encamina a dar la vuelta de una posible comedia reconvirtiéndola en drama de terror.
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La trama sigue aumentando la tensión cuando la ya débil Sarah encuentra a su gato achicharrado dentro del horno después de encontrar un nuevo anónimo insultante. La atacan en su propia casa y atan a una silla mientras le tratan de poner una inyección.
Trata de huir inútilmente siendo finalmente arrastrada y metida a la fuerza en una habitación de aislamiento por sus hasta entonces amables vecinos.
El vecindario toma cada vez más un claro tono de película de terror con exaltación del maltrato psicológico y físico. La sucesión de castigos físicos busca doblegar su personalidad para volverla sumisa.
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Está vigilada por cámaras en su celda sin vistas exteriores y encerrada bajo llave. Le suministran escasos alimentos con una bandeja depositada a través de la trampilla de la puerta metálica. Es torturada con música a gran  volumen día y noche así como luces parpadeantes.
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"El vecindario" se ha convertido ya en un grupo de psicópatas comunitarios liderados por Jerry (Taylor Nichols) y Brian su  hombre de confianza. El guion continúa su terrorífico relato con la exaltación de ésta secta de fanáticos psicópatas cuyo objetivo  es la curación del mundo enfermo desde la Comunidad cerrada donde no debe haber secretos. Sus acólitos deben seguir los “Cuatro Fundamentos”, la Abnegación total, la Apertura sin secretos, la Aceptación incondicional y la Seguridad absoluta.
Película espléndida 👍👍
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Miles de personas recorrieron la tarde noche de este sábado las calles de Vecindario durante la Cabalgata del Carnaval de los dibujos animados, organizada por el Ayuntamiento de Santa Lucía de Tirajana. Las mascaritas salieron desde el cruce de Sardina acompañando a las 19 carrozas que recorrieron toda la Avenida de Canarias hasta llegar a
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artbloz · 8 months
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Welcome Home, neighbor ¿How are you, Ha,Ha,Ha.
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Hola, hola, vecinos y vecinas quiero decirles quee, deje de subir memes, porque no se que poner XD, lo siento, Re cuerden que el Arte de aquí no es mio, y si quieren Puden hacerme preguntas y yo con gusto, les repondere, si quieren, me pueden seguir...Y...Se que no me estoy esforzando lo suficiente como para tener, seguidores, Vecinos.
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