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#sobre la amistad y cómo sacar provecho de los enemigos
bocadosdefilosofia · 14 days
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«Además, igual que algunos han definido la pintura como una poesía silenciosa, así existe una alabanza de adulación callada. Si los cazadores pasan más inadvertidos a su presa cuando no dan la impresión de que lo hacen, sino que parece que caminan, que apacientan el ganado o que trabajan el campo, así también los aduladores consiguen más con las alabanzas cuando no parece que están alabando, sino que están haciendo otra cosa distinta.»
Plutarco: Sobre la amistad y cómo sacar provecho de los enemigos. Editorial Alma, pág. 71. Barcelona, 2023.
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selvadelasletras · 4 years
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Cervantes recibe consejo sobre musas (e hijos célebres que aquellas le darían)
Desocupado lector: sin juramento me podrás creer que quisiera que este libro, como hijo del entendimiento, fuera el más hermoso, el más gallardo y más discreto que pudiera imaginarse. Pero no he podido yo contravenir al orden de naturaleza, que en ella cada cosa engendra su semejante. Y, así, ¿qué podía engendrar el estéril y mal cultivado ingenio mío, sino la historia de un hijo seco, avellanado, antojadizo y lleno de pensamientos varios y nunca imaginados de otro alguno, bien como quien se engendró en una cárcel, donde toda incomodidad tiene su asiento y donde todo triste ruido hace su habitación? El sosiego, el lugar apacible, la amenidad de los campos, la serenidad de los cielos, el murmurar de las fuentes, la quietud del espíritu son grande parte para que las musas más estériles se muestren fecundas y ofrezcan partos al mundo que le colmen de maravilla y de contento. Acontece tener un padre un hijo feo y sin gracia alguna, y el amor que le tiene le pone una venda en los ojos para que no vea sus faltas, antes las juzga por discreciones y lindezas y las cuenta a sus amigos por agudezas y donaires. Pero yo, que, aunque parezco padre, soy padrastro de don Quijote, no quiero irme con la corriente del uso, ni suplicarte casi con las lágrimas en los ojos, como otros hacen, lector carísimo, que perdones o disimules las faltas que en este mi hijo vieres, que ni eres su pariente ni su amigo, y tienes tu alma en tu cuerpo y tu libre albedrío como el más pintado, y estás en tu casa, donde eres señor della, como el rey de sus alcabalas, y sabes lo que comúnmente se dice, que «debajo de mi manto, al rey mato», todo lo cual te esenta y hace libre de todo respecto y obligación, y, así, puedes decir de la historia todo aquello que te pareciere, sin temor que te calunien por el mal ni te premien por el bien que dijeres della.
Solo quisiera dártela monda y desnuda, sin el ornato de prólogo, ni de la inumerabilidad y catálogo de los acostumbrados sonetos, epigramas y elogios que al principio de los libros suelen ponerse. Porque te sé decir que, aunque me costó algún trabajo componerla, ninguno tuve por mayor que hacer esta prefación que vas leyendo. Muchas veces tomé la pluma para escribille, y muchas la dejé, por no saber lo que escribiría; y estando una suspenso, con el papel delante, la pluma en la oreja, el codo en el bufete y la mano en la mejilla, pensando lo que diría, entró a deshora un amigo mío, gracioso y bien entendido, el cual, viéndome tan imaginativo, me preguntó la causa, y, no encubriéndosela yo, le dije que pensaba en el prólogo que había de hacer a la historia de don Quijote, y que me tenía de suerte que ni quería hacerle, ni menos sacar a luz las hazañas de tan noble caballero.
—Porque ¿cómo queréis vos que no me tenga confuso el qué dirá el antiguo legislador que llaman vulgo cuando vea que, al cabo de tantos años como ha que duermo en el silencio del olvido, salgo ahora, con todos mis años a cuestas, con una leyenda seca como un esparto, ajena de invención, menguada de estilo, pobre de concetos y falta de toda erudición y doctrina, sin acotaciones en las márgenes y sin anotaciones en el fin del libro, como veo que están otros libros, aunque sean fabulosos y profanos, tan llenos de sentencias de Aristóteles, de Platón y de toda la caterva de filósofos, que admiran a los leyentes y tienen a sus autores por hombres leídos, eruditos y elocuentes? Pues ¿qué, cuando citan la Divina Escritura? No dirán sino que son unos santos Tomases y otros doctores de la Iglesia, guardando en esto un decoro tan ingenioso, que en un renglón han pintado un enamorado destraído y en otro hacen un sermoncico cristiano, que es un contento y un regalo oílle o leelle. De todo esto ha de carecer mi libro, porque ni tengo qué acotar en el margen, ni qué anotar en el fin, ni menos sé qué autores sigo en él, para ponerlos al principio, como hacen todos, por las letras del abecé, comenzando en Aristóteles y acabando en Xenofonte y en Zoílo o Zeuxis, aunque fue maldiciente el uno y pintor el otro. También ha de carecer mi libro de sonetos al principio, a lo menos de sonetos cuyos autores sean duques, marqueses, condes, obispos, damas o poetas celebérrimos; aunque si yo los pidiese a dos o tres oficiales amigos, yo sé que me los darían, y tales, que no les igualasen los de aquellos que tienen más nombre en nuestra España. En fin, señor y amigo mío —proseguí—, yo determino que el señor don Quijote se quede sepultado en sus archivos en la Mancha, hasta que el cielo depare quien le adorne de tantas cosas como le faltan, porque yo me hallo incapaz de remediarlas, por mi insuficiencia y pocas letras, y porque naturalmente soy poltrón y perezoso de andarme buscando autores que digan lo que yo me sé decir sin ellos. De aquí nace la suspensión y elevamiento, amigo, enque me hallastes, bastante causa para ponerme en ella la que de mí habéis oído.
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(Imagen: Cervantes durante la Batalla de Lepanto en 1571, cuadro de Augusto Ferrer-Dalmau (2016))
Oyendo lo cual mi amigo, dándose una palmada en la frente y disparando en una carga de risa, me dijo:
��Por Dios, hermano, que agora me acabo de desengañar de un engaño en que he estado todo el mucho tiempo que ha que os conozco, en el cual siempre os he tenido por discreto y prudente en todas vuestras aciones. Pero agora veo que estáis tan lejos de serlo como lo está el cielo de la tierra. ¿Cómo que es posible que cosas de tan poco momento y tan fáciles de remediar puedan tener fuerzas de suspender y absortar un ingenio tan maduro como el vuestro, y tan hecho a romper y atropellar por otras dificultades mayores? A la fe, esto no nace de falta de habilidad, sino de sobra de pereza y penuria de discurso. ¿Queréis ver si es verdad lo que digo? Pues estadme atento y veréis cómo en un abrir y cerrar de ojos confundo todas vuestras dificultades y remedio todas las faltas que decís que os suspenden y acobardan para dejar de sacar a la luz del mundo la historia de vuestro famoso don Quijote, luz y espejo de toda la caballería andante.
—Decid —le repliqué yo, oyendo lo que me decía—, ¿de qué modo pensáis llenar el vacío de mi temor y reducir a claridad el caos de mi confusión?
A lo cual él dijo:
—Lo primero en que reparáis de los sonetos, epigramas o elogios que os faltan para el principio, y que sean de personajes graves y de título, se puede remediar en que vos mesmo toméis algún trabajo en hacerlos, y después los podéis bautizar y poner el nombre que quisiéredes, ahijándolos al Preste Juan de las Indias o al Emperador de Trapisonda, de quien yo sé que hay noticia que fueron famosos poetas; y cuando no lo hayan sido y hubiere algunos pedantes y bachilleres que por detrás os muerdan y murmuren desta verdad, no se os dé dos maravedís, porque, ya que os averigüen la mentira, no os han de cortar la mano con que lo escribistes. En lo de citar en las márgenes los libros y autores de donde sacáredes las sentencias y dichos que pusiéredes en vuestra historia, no hay más sino hacer de manera que venga a pelo algunas sentencias o latines que vos sepáis de memoria, o a lo menos que os cuesten poco trabajo el buscalle, como será poner, tratando de libertad y cautiverio:
Non bene pro toto libertas venditur auro.
Y luego, en el margen, citar a Horacio, o a quien lo dijo. Si tratáredes del poder de la muerte, acudir luego con
Pallida mors aequo pulsat pede pauperum tabernas   Regumque turres.
Si de la amistad y amor que Dios manda que se tenga al enemigo, entraros luego al punto por la Escritura Divina, que lo podéis hacer con tantico de curiosidad y decir las palabras, por lo menos, del mismo Dios: «Ego autem dico vobis: diligite inimicos vestros». Si tratáredes de malos pensamientos, acudid con el Evangelio: «De corde exeunt cogitationes malae». Si de la instabilidad de los amigos, ahí está Catón, que os dará su dístico:
Donec eris felix, multos numerabis amicos.  Tempora si fuerint nubila, solus eris.
Y con estos latinicos y otros tales os tendrán siquiera por gramático, que el serlo no es de poca honra y provecho el día de hoy. En lo que toca al poner anotaciones al fin del libro, seguramente lo podéis hacer desta manera: si nombráis algún gigante en vuestro libro, hacelde que sea el gigante Golías, y con solo esto, que os costará casi nada, tenéis una grande anotación, pues podéis poner: «El gigante Golías, o Goliat, fue un filisteo a quien el pastor David mató de una gran pedrada, en el valle de Terebinto, según se cuenta en el libro de los Reyes...», en el capítulo que vos halláredes que se escribe. Tras esto, para mostraros hombre erudito en letras humanas y cosmógrafo, haced de modo como en vuestra historia se nombre el río Tajo, y veréisos luego con otra famosa anotación, poniendo: «El río Tajo fue así dicho por un rey de las Españas; tiene su nacimiento en tal lugar y muere en el mar Océano, besando los muros de la famosa ciudad de Lisboa, y es opinión que tiene las arenas de oro», etc. Si tratáredes de ladrones, yo os diré la historia de Caco, que la sé de coro; si de mujeres rameras, ahí está el obispo de Mondoñedo, que os prestará a Lamia, Laida y Flora, cuya anotación os dará gran crédito; si de crueles, Ovidio os entregará a Medea; si de encantadores y hechiceras, Homero tiene a Calipso y Virgilio a Circe; si de capitanes valerosos, el mesmo Julio César os prestará a sí mismo en sus Comentarios, y Plutarco os dará mil Alejandros. Si tratáredes de amores, con dos onzas que sepáis de la lengua toscana, toparéis con León Hebreo que os hincha las medidas. Y si no queréis andaros por tierras estrañas, en vuestra casa tenéis a Fonseca, Del amor de Dios, donde se cifra todo lo que vos y el más ingenioso acertare a desear en tal materia. En resolución, no hay más sino que vos procuréis nombrar estos nombres, o tocar estas historias en la vuestra, que aquí he dicho, y dejadme a mí el cargo de poner las anotaciones y acotaciones; que yo os voto a tal de llenaros las márgenes y de gastar cuatro pliegos en el fin del libro. 
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(Cervantes durante uno de sus varios presidios; cuadro de Mariano de la Roca y Delgado (1858))
Vengamos ahora a la citación de los autores que los otros libros tienen, que en el vuestro os faltan. El remedio que esto tiene es muy fácil, porque no habéis de hacer otra cosa que buscar un libro que los acote todos, desde la A hasta la Z, como vos decís. Pues ese mismo abecedario pondréis vos en vuestro libro; que puesto que a la clara se vea la mentira, por la poca necesidad que vos teníades de aprovecharos dellos, no importa nada, y quizá alguno habrá tan simple que crea que de todos os habéis aprovechado en la simple y sencilla historia vuestra; y cuando no sirva de otra cosa, por lo menos servirá aquel largo catálogo de autores a dar de improviso autoridad al libro. Y más, que no habrá quien se ponga a averiguar si los seguistes o no los seguistes, no yéndole nada en ello. Cuanto más que, si bien caigo en la cuenta, este vuestro libro no tiene necesidad de ninguna cosa de aquellas que vos decís que le falta, porque todo él es una invectiva contra los libros de caballerías, de quien nunca se acordó Aristóteles, ni dijo nada San Basilio, ni alcanzó Cicerón, ni caen debajo de la cuenta de sus fabulosos disparates las puntualidades de la verdad, ni las observaciones de la astrología, ni le son de importancia las medidas geométricas, ni la confutación de los argumentos de quien se sirve la retórica, ni tiene para qué predicar a ninguno, mezclando lo humano con lo divino, que es un género de mezcla de quien no se ha de vestir ningún cristiano entendimiento. Solo tiene que aprovecharse de la imitación en lo que fuere escribiendo, que, cuanto ella fuere más perfecta, tanto mejor será lo que se escribiere. 
Y pues esta vuestra escritura no mira a más que a deshacer la autoridad y cabida que en el mundo y en el vulgo tienen los libros de caballerías, no hay para qué andéis mendigando sentencias de filósofos, consejos de la Divina Escritura, fábulas de poetas, oraciones de retóricos, milagros de santos, sino procurar que a la llana, con palabras significantes, honestas y bien colocadas, salga vuestra oración y período sonoro y festivo, pintando en todo lo que alcanzáredes y fuere posible vuestra intención, dando a entender vuestros conceptos sin intricarlos y escurecerlos. Procurad también que, leyendo vuestra historia, el melancólico se mueva a risa, el risueño la acreciente, el simple no se enfade, el discreto se admire de la invención, el grave no la desprecie, ni el prudente deje de alabarla. En efecto, llevad la mira puesta a derribar la máquina mal fundada destos caballerescos libros, aborrecidos de tantos y alabados de muchos más; que, si esto alcanzásedes, no habríades alcanzado poco.
Con silencio grande estuve escuchando lo que mi amigo me decía, y de tal manera se imprimieron en mí sus razones, que, sin ponerlas en disputa, las aprobé por buenas y de ellas mismas quise hacer este prólogo, en el cual verás, lector suave, la discreción de mi amigo, la buena ventura mía en hallar en tiempo tan necesitado tal consejero, y el alivio tuyo en hallar tan sincera y tan sin revueltas la historia del famoso don Quijote de la Mancha, de quien hay opinión, por todos los habitadores del distrito del campo de Montiel, que fue el más casto enamorado y el más valiente caballero que de muchos años a esta parte se vio en aquellos contornos. Yo no quiero encarecerte el servicio que te hago en darte a conocer tan noble y tan honrado caballero; pero quiero que me agradezcas el conocimiento que tendrás del famoso Sancho Panza, su escudero, en quien, a mi parecer, te doy cifradas todas las gracias escuderiles que en la caterva de los libros vanos de caballerías están esparcidas. Y con esto Dios te dé salud y a mí no olvide. Vale. [1]
  [1]  Prólogo a: De Cervantes, Miguel: "Don Quijote de la Mancha". Tomo I. 1605.
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En la vida queremos ser sobre todo felices.
En tiempos como estos es fundamental que nos enfoquemos en lo que es realmente importante. Estoy profundamente convencida de que esta crisis actual nos puede ayudar a lograr precisamente esto:
enfocarnos en lo que realmente es importante en la vida.
Hace tiempo leí un estudio muy interesante sobre “la felicidad“.
Hoy quiero contaros de ello, porque todos nos preguntamos ¿qué es la felicidad?
En la vida queremos ser sobre todo felices.
Es una de las razones por las que a veces entramos en relaciones con el otro género de forma precipitada. Tenemos la esperanza de que de esta manera vayamos a ser más felices.
Y bueno, este estudio me pareció tan interesante porque evidenció algo de forma muy clara:
De que en la escala de felicidad (o sea en la lista de los valores que nos hacen felices), las relaciones amorosas NO están en un primer plano. Y que esto no nos sorprenda, porque son muchas las relaciones que no tienen un final feliz y que no terminan en una Oda a la alegría.
También me parece interesante que el dinero no se encuentra muy arriba en la lista de los valores que nos hacen felices. El dinero nos puede dar cierta seguridad, pero no da una felicidad permanente. El hecho de que la gente en países más pobres es mucho más feliz es una prueba muy clara de ello, y nosotros que vivimos en sociedades prósperas nos sentimos permanentemente estresados.
¿Entonces, qué nos hace feliz de verdad...?
Y, sobre todo: ¿Por qué es tan esencial que seamos felices, especialmente en las relaciones?
Aquí va: 
Es un hecho que las personas felices son más atractivas para el otro género. Las mujeres felices tienen una atractividad muy natural que atrae a los hombres como por arte de magia.
Desde hace muchos años hay una rama de investigación que se dedica solamente a esta pregunta específica:
¿Qué es la felicidad y cómo podemos ser felices?
La llamada investigación sobre la felicidad ha demostrado qué tipo de personas son las más felices y contentas, de manera PERMANENTE:
Los que viven de manera sociable (o sea que se comunican frecuentemente con los amigos y la familia)
Las amistades ayudan muy a menudo a balancear nuestra psique. El hombre es un ser sociable, tenemos una necesidad profunda de interactuar con otras personas confíables.
¡Los amigos son una de las cosas más importantes en la vida! Especialmente durante esta crisis de la corona, debemos buscar el intercambio con nuestros amigos y nuestra familia y así recibir aliento y esperanza. ¡Aunque sea por teléfono!
La satisfacción en mi trabajo (un trabajo que me llena – independientemente de lo que gane)
¿Sabías que un trabajo que no te gusta o que te pide demasiado o demasiado poco es una de las mayores causas de insatisfacción y estrés negativo? De tal manera que la relación más maravillosa y perfecta no logrará compensarlo.
Nos hace muy contentos dedicarnos a un trabajo que nos da algún tipo de reconocimiento y en el que tenemos una cierta realización personal.
La salud (hacer ejercicio físico/deporte de manera regular, la alimentación sana)
Sí, yo sé, no te gusta que te diga que haga más deporte.
Pero:
¡Hacer ejercicio de manera regular aumentará tu bienestar de manera instantánea! Y sí además comes sanamente te sentirás mucho mejor, te sentirás muy a gusto. Recuerda que la felicidad se origina en el interior, tienes que sentirse A GUSTO en tu propia piel.
¡Hacer deporte de manera regular y comer sanamente hace sentirnos bien de manera milagrosa! Sobre todo en tiempos como estos.
La atención interna (vivir en el “aquí y ahora“, no en el futuro o el pasado)
En tiempos como estos, tendemos a ocuparnos demasiado de las noticias (que son, en su mayoría, negativas). Vemos mucho temor y pánico en la televisión y los medios sociales.
Concentra tus pensamientos en el presente, en el “aquí y ahora“. Porque esta es tu vida – AHORA. Y sólo AHORA es el momento de disfrutar de la vida (a pesar de todo), de estar consciente de los aspectos positivos y tratar con los aspectos negativos. Podemos sacar provecho de esta „calma forzada“ para hacer precisamente esto, ¡enfocarnos en el “aquí y ahora”! Y no nos perdamos en el miedo al futuro y el pánico que hay por algunos lados.
Lee un buen libro, mira una buena película, escucha tu música favorita. ¡Hazte bien a tí misma!
Tener expectativas realistas a mí misma (no estar sobrecargado o tener una escasa carga mental)
Un hombre muy sabio dijo una vez que „el perfeccionismo es el mayor enemigo de la felicidad“.
Es importante que conozcas tus posibilidades y que actúes conforme a ellas. Es preciso que no nos comparemos constantemente con otras personas. Siempre habrá personas que hacen algo mejor o peor que nosotros. ¡Sé honesta, pero también justa contigo misma! Y deje de tratar de hacer todo de manera perfecta.
Pero también nos hace sentir muy insatisfechos si somos muy perezosos...
Los pensamientos positivos (el agradecimiento por lo que tenemos, las personas y las cosas)
La vía más rápida para volverse feliz DE MANERA INSTANTÁNEA, es:
ser agradecido.
Todos tenemos un lugar donde vivir, tenemos comida suficiente, y acceso a internet de alta velocidad...Hay miles de cosas por las que podemos estar agradecidos. Un 80 % de la población mundial está muy lejos de tener lo que tenemos en nuestras sociedades...
¡Y es que nos va MUY bien! No te olvides de que en realidad, no carecemos de nada.
Mantener la calma cuando hay una desgracia (y ver la oportunidad de un nuevo comienzo)
Todos llegamos de vez en cuando a un punto en el que todo nos molesta. Nos sentimos como si todo el mundo hubiese caído de un día para otro. Así nos podemos sentir de momento en la crisis de la covit.
¡Recuerde, estos momentos son parte de la vida! Podemos tomar estos momentos como el comienzo de un nuevo capítulo, como el inicio de una fase nueva. Los nuevos comienzos tienen un potencial inmenso para que las cosas cambien – ¡a lo positivo!
Lo más asombroso de estos estudios sobre la felicidad es que los AMIGOS y las amistades son lo que más nos ayudan a alcanzar nuestra felicidad.
Por eso quiero darte un consejo:
Aunque la situación te cause temor o incomodidad,
¡no dejes de buscar el contacto con tus amigos y tu familia! Y considera también los otros puntos en la lista de la felicidad.
Trátate bien, querida Amiga, y enfócate en lo que te hace feliz 🙌
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Rosa ❤
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bocadosdefilosofia · 3 months
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«Y vemos que los artistas dionisiacos muchas veces contienden entre ellos con negligencia en los teatros, sin ánimo y sin esmero. Pero cuando existe contienda y porfía con otros, no solo se cuidan de estar más atentos ellos mismos, sino que también se cuidan más de su instrumento, tensando las cuerdas y ajustando y tocando sus flautas con gran armonía. Por eso el que ve que su enemigo es un rival de vida y fama pone más atención en sí mismo, examina con cuidado sus acciones y ordena su vida. También esto es propio del vicio: avergonzarse ante los enemigos más que ante los amigos por los errores que cometemos. De ahí que Nasica, cuando algunos creían y decían que los asuntos de los romanos estaban seguros después de haber aniquilado a los cartagineses y sometido a los aqueos, dijo: “Precisamente ahora estamos en peligro, pues no hemos dejado a quién temer ni ante quién avergonzarnos”.»
Plutarco: Sobre la amistad y cómo sacar provecho de los enemigos. Editorial Alma, pág. 21. Barcelona, 2023.
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bocadosdefilosofia · 4 months
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«Fuera de esto, el dominio sobre la lengua no es una parte pequeña de la virtud, pues no es posible retenerla siempre sumisa y obediente a la razón, a no ser que uno someta con ejercicio, cuidado y laboriosidad las peores de sus pasiones, como, por ejemplo, la cólera. Así “la voz que es expulsada sin querer” y “la palabra que escapó del cerco de los dientes”, y aquello de que “algunas palabras vuelan por sí solas” son cosas que ocurren  principalmente a los ánimos no ejercitados, que resbalan y se pierden a causa de la debilidad de espíritu por una opinión obstinada, por un temperamento audaz. Y un castigo muy fuerte sigue a una palabra, la cosa más ligera, según el divino Platón, de parte de los dioses y de los hombres. Pero el silencio es, en todas partes, algo que no tiene que dar cuenta (no es solo bueno para la sed, como dice Hipócrates), y que en los ultrajes es respetable y socrático, más aún, herácleo, si es verdad que Heracles
no hacía más caso a las palabras que a una mosca.»
Plutarco: Sobre la amistad y cómo sacar provecho de los enemigos. Editorial Alma, pág. 29. Barcelona, 2023.
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