Miento si digo que no espero nada de ti, miento al decir que no espero una llamada, o aquel mensaje de "estoy afuera" en altas horas de la madrugada, miento si digo que no espero un encuentro que termine en "y si lo volvemos a intentar", miento si digo que te he olvidado, que puedes irte, miento tan solo de pensar que puedo desprenderme de ti, que puedes llegar a desprenderte de mi cuando te siento hasta en las venas, cuando siento aún tus manos sobre mi cuerpo y tus labios sobre mi espalda como en aquellas noches frias dónde dormías abrazando mi cintura, miento si digo que no quiero tu regreso, que estoy mejor así, cuando se que mi corazón siempre anhela escuchar esas dos palabras con cinco letras que al salir de tu boca se sentían hasta en los huesos, miento y miento a todos y todo el tiempo diciendo(me) que ya no te quiero aún sabiendo que de tener la oportunidad no me hubiera soltado de ti, aunque si miento al decirlo así, ya que no me solté, tu decidiste soltarme a mi...
Quiero dormir con él, en el sentido más inocente de la palabra. Quiero darle un beso de buenas noches, apagar la luz y acostarme a su lado. Quiero estar allí, y oírlo respirar el mismo aire que yo. Quiero compartir la misma cobija y el calor a medida que vas a la tierra del ensueño. Quiero compartir uno de mis lugares favoritos. Quiero abrazarlo y sentir sus brazos envueltos a mi alrededor. Quiero saber si ronca mientras duerme. Quiero ser lo último que él ve en la noche y lo primero que ve en la mañana. Quiero empezar y terminar cada día diciéndole lo mucho que lo amo. Yo lo quiero para mí y podría continuar durante una eternidad explicando el porqué.
Denise Márquez
Mi hermosa perdición: la mujer universo que robó mi corazón
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Vivo y muero entre cada parpadeo cuando abanico mis pestañas, pues tu recuerdo está palpable en mi alma y mi ser. Ese último beso, ese que hizo erizar hasta mis futuros pensamientos, sigue aquí, aquí en mi corazón enamorado por ti.
Bien podría decir que nada ha cambiado desde ese día en mí, pero no es así: todo cambió. Estoy más loco y menos cuerdo, he sido destrozado, pero al mismo tiempo me siento más entero.
Y tú, chica estelar, mujer universo y musa nocturna, eres la culpable y la razón de mi hermoso desdén y de este suspirar cíclico. Tú y tus labios son mi delirio y mi hermosa perdición. Así que por favor, dame otro beso pronto, porque muero lentamente de deseo por revivir el sabor de tu sublime ser en mi boca.
Sus besos en mi cuello, una delicia... Al primero; cerrar los ojos. El segundo; un suspiro. Tras el tercero; un gemido y al cuarto me vuelvo mar... Me había vencido. Rendida a ella me entrego...
Me cansé de pelear y de rogar por un cariño que claramente ya no existía. Cuando sentí tu frío sobre mí yo te lo dije, te pregunté a diario y a cada noche; si pasaba algo, pero callaste... Te ibas a trabajar y luego te alejabas de una forma tan rápida, pero no cuando te ibas sino cuando llegabas a casa.
Tu ausencia fue letal para mí, por que desde que me olvidaste, al ir a la cama y dormir junto a ti, y mirarte y ver tu espalda ahí fue cuando más lejano te sentí.
Las frases trilladas de amor ya no se dicen cuando ya no se sienten y en eso no fallaste, por que desde el día en que me dejaste de amar callaste.
Aprendí entonces a tomar café a solas, a sonreír a solas, a desayunar a solas, a dormir a solas, aunque en todo ello ahí estuviste presente pero ausente.
Aprendí a ser como tú, y eventualmente también dejé de quererte.
Vi que el amor no se acaba, el amor es asesinado y enterrado bajo nuestras propias sábanas.
Y entonces callé, no dije más nada, ya no te pedí amor ni besos al ir a la cama, dejé de buscarte y de acompañarte a cada mañana, y es que si no me quieres me querré yo.
Aunque eso signifique decir adiós... Te pedí muchas noches un por qué de tu desprecio, cambié fui más como tú querías pero no, el problema aquí era que ya no me querías o ya no me necesitabas, creíste que con darme dinero yo estaría en paz, pero olvidaste que soy mujer y que yo sola me sé sustentar.
Soy tan mujer que cuando dejaste de quererme me amé yo misma, me comencé a amar y al verme al espejo empecé a sonreírme y entonces callé y comencé a irme.
Me gustas como para darte una noche de buenos besos, o buscar un escondite donde nos podamos deleitar con tragos de labios, suspiros y aliento vuelto deseo.
Caigo en la atracción de ti, de tu boca, de tus dulces ósculos y la bella tentación que provocas cuando te siento a un respiro de mi boca. Y es ella la que me lleva al placer, a la sensación de levitar más allá de la tierra y sobrevolar el cielo azul.
Huyamos a nuestros sueños dónde podemos estar juntas, dónde tus labios puedan besar cada uno de mis lunares, donde puedo embriagarme con tu aroma y dónde nuestras manos recorran el territorio inexplorado de nuestros cuerpos. Ven conmigo y provoquemos un incendio cuando tú piel choque contra la mía, ven conmigo y ardamos de pasión bajo la luz de la luna llena...