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#historiasreales
magneticovitalblog · 8 months
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"Había una vez un mundo del revés"
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Las personas estaban tan ocupadas en gustar a los demás que no se planteaban si se gustaban a ellas mismas. De hecho, se detestaban a ellas mismas. Se pasaban la vida trabajando sin cesar, medio o totalmente esclavizadas, para llegar algún día a tener tiempo libre y disfrutar. Un mundo en el que las personas pierden el tiempo buscando la forma de dejar de perderlo en lugar de permitirse sentir. Un mundo en el que las personas en lugar de compartir su talento regalan su tiempo muy barato a otras personas por la falsa seguridad de un sueldo menguante que siempre es incierto. Y lo hacen con cara de asco y sin ganas. Un mundo en el que algunas personas ocupan espacio en una silla esperando que llegue el momento de salir y regresar a casa… Y una vez en casa, poder quejarse de lo desdichados que son por tener que regresar mañana y volver a empezar. En este increíble mundo del revés, las personas no alcanzan sus metas porque sientan que las merecen sino que las persiguen para sentirse merecedores de ellas y para poder demostrar al mundo que realmente valen. En este mundo no importa el camino solo el resultado, el marcador, el objetivo, pero como es un mundo tan loco luego todo el mundo te pide la experiencia, la sabiduría acumulada durante el viaje.
Había una vez un mundo loco donde todo estaba del revés y en el que las personas ocultaban sus emociones y sentimientos porque pensaban que eso las hacía vulnerables cuando, en realidad, el hecho de ocultarlos y reprimirlos las estaba haciendo enfermar. En esta realidad absurda, las personas se ven obligadas a tomar pastillas para todo. Pastillas para motivarse porque no tienen ganas de vivir y afrontar el día cuando sale el sol y pastillas para aplacar luego esa hipermotivación y poder dormir cada noche… Pastillas para dejar de sentir la rabia y el dolor acumulados que evitan sentir y que, si fueran sentidos, no necesitarían pastillas.
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Es una realidad multitarea en la que todos nos apresuramos a competir con otros para decir lo mucho que producimos y trabajamos y luego nos lamentamos por ello y decimos que queremos cambiar. En este mundo demente las personas huyen del amor y del compromiso porque son incapaces de comprometerse con ellas mismas. Porque ya no buscan amor sino alguien que les haga un poco de caso y les preste dos minutos de atención, aunque sea sin ganas.
Algunas no saben decir que no y acaban sometidas por amantes y jefes tiranos que las usan y luego las dejan en un rincón. Otras tienen tanto miedo a sentirse frágiles y vulnerables que son completamente incapaces de decir que sí y, cuando otro ser humano las toca por dentro, salen corriendo y dejan una estela de silencio y decepción insoportable. Es un mundo en el que las personas no se dicen adiós ni se separan, sencillamente se envían un whatsapp con emoticonos, o se dejan en visto. En el que ya no se tienen relaciones sino conexiones y nadie sonríe a nadie sino que le pone “like» o le da un “match». Donde algunos se pasan la vida contando calorías y otros contando historias tristes para recibir ese sucedáneo del amor tan denostrado llamado pena. Es un mundo tan ilógico en el que se buscan jóvenes con experiencia para trabajar por casi nada. En el que cada vez te piden que te jubiles más tarde pero ya nadie te da trabajo a partir de los cuarenta y cinco. En este paradigma de incoherencia se valora más tener los pechos de silicona que amamantar a un niño. Se cobra más por mostrar tu intimidad en redes que por salvar vidas. Se valora más la inmediatez que la paciencia. Se busca la falsedad controlada porque la verdad resulta demasiado cruda y dolorosa. Se vitorea la cobardía y la falta de respeto, sobre todo por uno mismo. Las personas ya no comparten opiniones diferentes y se respetan sino que lo único que buscan es quedar por encima del otro…
Donde ya nadie espera que seas coherente sino que seas viral para subirse al carro y pedirte un favor…
Hay personas que odian a otras personas solo porque existen y sueltan toda esa rabia en las redes sociales. Hay personas que dicen que aman a otras personas sin apenas conocerlas, pero en realidad lo único que quieren es aplacar una soledad gigante. Es un mundo de personas solas que juegan a estar acompañadas de otras personas que también están solas y no lo quieren admitir. Donde dos desconocidos se cruzan e intercambian todos sus fluidos corporales, pero son incapaces de mirarse a los ojos, llamarse por su nombre e intercambiar palabras. Porque preferimos que nos contagien un herpes a compartir emociones y miedos. Nos da mucho más miedo que un extraño nos toque el alma que no el cuerpo. Porque somos capaces de destruir todo lo que nos rodea para evitar que el mundo nos vea vulnerables un segundo. Es un mundo en el que muchos parecen y casi nadie es. Donde nadie confía en nadie porque nadie confía en sí mismo. Donde nos preocupa más el precio que el valor, la moda que el sentido común, y podemos llegar a despeñarnos por un barrando por hacer un selfie que impacte aunque cuando nos llegue la gloria ya estamos muertos.
Había una vez un mundo en el que todo estaba del revés.
Donde todo es líquido y volátil. Donde todos hablan de cambio pero, en realidad, nadie quiere cambiar porque les dijeron que era mejor lo malo conocido a lo bueno por conocer… ¿Quién debió inventarse ese refrán tan estúpido? Un malo conocido, seguro.
Donde se cocina verdura y se pretende que parezca y sepa a carne para poder dejar de comer carne sin apenas notarlo… Donde ya casi lo más sofisticado es parecer natural y lo natural es sentirse incómodo en uno mismo. Donde se arrancan las flores y luego se pretende que se mantengan vivas el máximo tiempo posible y sigan oliendo a flores colocándoles un perfume. Donde se busca talento para contratarlo y luego someterlo matando su creatividad para luego venderle un curso de motivación.
Donde las personas duermen para poder trabajar más y no para soñar… Y luego sueñan con dormir porque están siempre cansadas. Es un mundo de cifras, de ceros y de unos, de KPI’s, donde alguien es capaz de hacer un directo mientras un coche te arrolla en la calle y ganarse un buen dinero extra con las visitas. En el que la inteligencia artificial nos ganará la partida no porque sea buena o mala sino porque nos hemos olvidado cualquier otro tipo de inteligencia para saber usarla. Es un mundo en el que las personas se contienen las lágrimas en público, pero son capaces de orinar en una esquina de la calle y escupir en el ascensor que comparten con sus vecinos. Es un mundo en el que muchos miran al cielo suplicando y rezan como si pidieran favores divinos a un portal web donde elegir según catálogo porque alguien les dijo que basta solo con visualizar y repetir cinco frases. Donde está prohibido pensar negativo bajo pena de ser tildado de fracasado y donde parece que no tener éxito es culpa tuya por no haberlo deseado suficiente… Es el mundo del “todo es posible», del “no te rindas nunca», del “puedes con todo» y del “si lo deseas muy intensamente al final lo lograrás»… Aunque nadie sabe realmente qué quiere porque sueña sueños prestados y vive vidas ficticias. Y no se atreve a hacerse preguntas porque, muy dentro, algo le dice que las respuestas que busca ya las sabe y no le van a gustar.
Es un lugar en el que las personas se quitan la vida porque no se sienten nadie y el dolor las atrapa y todo el mundo calla y mira hacia otro lado hasta que se siente demasiado atrapado y no lo puede contar. Un lugar de ruido en el que el silencio nos asusta porque cuando nos invade nos damos cuenta del gran vacío que nos persigue y que llevamos dentro… Y nos empeñamos en llenarlo con vidas robadas de otros que parecen brillar más o sustancias que nos ayudan a olvidar que tenemos que tomar sustancias para olvidar. Es un mundo en el que casi nadie para para respirar profundamentente porque saben que si lo hacen se darán cuenta de la gran mentira en la que viven y no lo podrán soportar. Donde las personas apenas leen libros que les cambiarían esa vida que no soportan porque no tienen tiempo mientras viven una vida que desearían cambiar. Que se apuntan a cursos para aprender de todo y nunca ponen nada en práctica porque saben que hacerlo les obligaría a salir del bucle en el que odian estar pero del que no quieren salir… Porque nos han educado para preferir la jaula a la libertad.
Es un mundo en el que todos sufren y se maltratan a ellos mismos porque piensan que así cuando llegue el juicio final les pillará ya muy castigados y podrán pasar desapercibidos. Donde las bicicletas llevan a las personas y hemos fastidiado tanto al planeta que ya no casi no lo podemos disfrutar.
Había una vez un mundo del revés donde todo estaba muy acelerado… En él, las personas siempre corren y hacen muchas cosas para que llegue un día en el que puedan parar y no hacer nada.
Y no, antes no estaba mejor este mundo, porque siempre ha sido un lugar bárbaro… En realidad, a veces parece que no hayamos evolucionado y estamos igual que hace siglos pero con wifi y asistencia virtual.
En un mundo así, verse arrastrado por sus normas y perdido sin ver la luz es tan fácil que lo raro es sentirse bien… Por ello, los que intentan ser auténticos y vivir de verdad tienen que arriesgarse a estar incómodos y a pisar esa incertidumbre espesa y terrible que nos rodea.
En un mundo así solo nos queda vivir del revés para ser coherentes y abrazar la locura para seguir cuerdos.
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Post original de Merce Roura Mas merceroura | la rebelión de las palabras (wordpress.com) cortesia de @magneticovitalblog
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latinolibre · 28 days
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azaruno · 9 months
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gaboespinozza-blog · 1 year
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Conociendo a Gabriela Zazueta (mi madre)
¡Hola, Gabriela! Actualmente vives en Mazatlán, Sinaloa. Estás casada, tienes dos hijos, una perrita y muchos nietos perritos.
Gabo: ¿Cuál es tu color favorito?
Gabriela: El morado. No sé por qué pero tengo una predilección del morado en todas sus tonalidades. Recuerdo que en mis 15 años el betún del pastel tuvo colores morados porque lo pedí pero no recuerdo bien de dónde lo saqué.
Gabo: ¿Tienes algún libro o álbum favorito?
Gabriela: Band on the Run de Paul McCartney y Tinisima de Elena Poniatowska, que es la vida de Tina Modotti. Siempre me pareció admirable que fuera alguien que desafió su época. No encajo con la temática del feminismo como tal, pero que posara desnuda, tener amantes, innovadora. Me gusta mucho su manera de enfrentar lo que todo mundo le decía que no.  
Gabo: ¿Cuál es tu pasión en la vida?
Gabriela: ¿Pasión en la vida? Este… Viajar. Algo que por mucho tiempo no pude y que ahora hago esporádicamente. Cuando no tenga nada que me haga regresar u obligaciones, me gustaría ir a Tierra Santa. Veo programas donde nació Jesucristo y me pone la piel chinita. Me gustaría ir y pararme en ese arco aunque sea bajito y tenga un poco de claustrofobia. De niña viajé mucho a EE.UU., a Guadalajara. Cómo tengo una secuela de polio, cada dos meses iba con un doctor allá. Pero en general, sí llegamos a viajar en todos los medios posibles (tren, autobús, ferry y avión).
Gabo: Recuerdo una fotografía en Guadalajara, en la casa de tus papás, en la que tienes un afro con mucha actitud. Estás de pie, con los brazos cruzados como no queriendo saber nada de aquella reunión y con una mirada fija en la cámara. ¿Cómo describirías tu infancia y adolescencia?
Gabriela: Pues, tuve una buena infancia. Debo decirlo, un poco acomplejada. El tener la secuela de polio desde los 6 meses me marcó. Los niños son crueles. En el kinder o el colegio, me sentía en desventaja. No podía jugar a todo lo que hacían. Muchas veces los veía jugar y yo sin participar. Tuve etapas tristes, siempre retadora. Tuve la “presión” de mi madre siempre diciendo que yo podía hacer todo sola. Eso me ayudó a retarme a mí misma y a siempre querer demostrar que puedo hacer todo sola. Mi papá fue muy pasivo. El típico proveedor de casa pero con una relación muy superficial. Siempre vivimos en un matriarcado muy marcado.
No éramos millonarios, pero ciertamente tuvimos una infancia privilegiada. Fuimos siempre a colegios católicos, tuvimos ayuda en casa y viajábamos mucho porque mi papá era gerente hotelero. Empezó desde abajo, claro, pero a mi me tocó cuando recibía invitaciones para ir a San Diego, Anaheim, entre otros.  
Mi adolescencia fue una etapa de rebeldía. No sé por qué. Nunca me prohibieron nada. Solo quería sentirme diferente. No me gustaba ser dominante. Mi madre es así, dominante. En mis XV años, por llevar la contra, pedí que mi vestido fuera de manta. En la vida ha existido un vestido de manta para una fiesta así, pero yo quería sentirme diferente. El día que lo compramos, mi mamá me dijo “es que siempre tienes que andar dando la contra. No pudiste haber elegido un vestido como el de tu hermana”. Cómo que todo eso contraponía la voluntad de mi mamá y a la fecha no hemos tenido una relación muy buena, cuando estamos más de 24 horas juntas. Tiendo a ser un poco rebelde.
Gabo: Eran 5 hijos. ¿Cómo recuerdas las interacciones con tus hermanos?
Gabriela: En general, fui feliz. Nos enseñaron a trabajar desde chicos. Desde los 17 años sé lo que es trabajar y ganar dinero. Con José Luis no recuerdo tantos momentos, sin embargo con el que le seguía, Fernando, sí tenía más empatía. Con mi hermana, ahora de grande nos llevamos un poco mejor. Mi hermana es mayor que yo, 1 año y medio, luego sigo yo, luego 6 años menor que yo José Luis, luego Fernando y luego Manolo que le llevo 15 años. Él fue un abismo de distancia porque ahí fuímos como nanas de Manolo. Tanto mi hermana como yo. Mi mamá trabaja fuera de casa, en las famosas Tabaquerías, que ahora ya son conocidas como la tienda del hotel. Ahí trabajamos todos. Ahí aprendimos a manejar dinero, a hablar inglés al tratar con los gringos y pues a aprender a pagar por nuestros gustos. Siempre frecuentamos más la familia de mi madre, en Guadalajara y en Mazatlán.
Mi familia es tremendamente católica. Mi papá perteneció a la asociación religiosa Los Caballeros de Colón, en la que fomentaban un estilo de vida meramente católico, predicando, leyendo la biblia y vivir la vida ayudando al prójimo. Mi papá, toda la vida hotelero. Empezó limpiando albercas, no tuvo preparación académica pero fue creciendo hasta llegar a las gerencias de hoteles importantes en Mazatlán del 70 al 90. Mi papá es de familia muy humilde. Contrario a mi madre, que era de clase media. A ella le afectaba mucho el clima de Mazatlán, así que mi abuela, la envió con su hermana a Guadalajara para que ahí estudiara. A mi madre le gusta mucho leer, contrario a mi papá. Ella, mucha cultura general y conocimiento, lo ha obtenido de la lectura, mientras que mi papá se dedicó a trabajar.
Gabo: ¿Cuál es tu recuerdo favorito de tu infancia o adolescencia?
Gabriela:  En quinto año, no me gustaban los números, así que mi papá me metió a cursos particulares y regularización. En ese año obtuve un reconocimiento por las notas que saqué. Eso me hizo sentir muy feliz.
En la adolescencia salí de trabajar de los negocios familiares y entré con un patrón. Eso me hizo muy feliz y orgullosa porque ahora trabajo para alguien que sabía que no me iba a consentir. No me iba a dar el día libre si tenía cólicos o gripe y ahí aprendí lo que se aprende en la vida laboral real. Volvemos a lo mismo de demostrar que podía con algo más.
Gabo: Recuerdo que querías estudiar algo relacionado a periodismo. ¿Por qué no se dió?
Gabriela: No pude. No me dejó mi papá. Terminé la prepa y mi sueño dorado era ser periodista. Cuando le dije a mi papá, me dijo que estaba loca. Con la formación de mi papá y siendo tan religiosos, no estaba bien visto que una hija se fuera a estudiar lejos. En Mazatlán no había una buena universidad en la que pudiera estudiarlo, así que opté por Derecho, pero tampoco me dejaron ya que solamente estaba la Facultad de la UAS, y en aquel entonces, aparte de grilleros, la educación estaba muy limitada. Así que me metí a Administración de Empresas y me quedé en Mazatlán y mi papá nos puso un negocio “Viajes Gabriela”.
Gabo: ¿Qué pasó con esa agencia?
Gabriela: Dejó de ser negocio. El hotel donde teníamos la agencia, se vendió. Los Coppel se lo vendieron a unos empresarios de Ciudad de México. Ellos traían otro concepto. No les interesaba tener una agencia de viajes. Aunado a eso, tampoco requirieron los servicios de mi papá. La formación te alinea toda la vida porque esos señores, sus ganancias las enviaban a San Diego. Así que el hotel operaba pero no se veía reflejado nada a nivel local. Mi papá no estuvo de acuerdo porque ni siquiera daban utilidades, pero se llevaban todo para el extranjero así que renunció. Prefirió renunciar a ser un patrón malo.
Otro fenómeno interesante es que antes, no podías mover un pasajero del aeropuerto, a menos que lo sacara un familiar o un Taxi. Pero eventualmente entraron los tours. Entonces, cualquier persona podía comprar un busy llevar y traer gente del aeropuerto. Así que ya era demasiada la competencia que no fue negocio. Eventualmente mi papá se fue a La Paz a trabajar. Eventualmente me fui a trabajar para otra persona y ahí es donde conocí a mi novio Casimiro Zamudio (Mi Banda el Mexicano), porque me tocaba atenderlo y ya sabía qué asiento le gustaba y a dónde viajaba.
Mis papás se fueron a La Paz. Poco antes de eso, me casé a los 25 años. Y comencé mi vida con mis dos niños. Duré 2 años de novia.
Gabo: Te divorciaste del padre de tus hijos. Podrías entrar en más detalle de cómo fue ese proceso para ti, antes que madre, como individuo.
Gabriela: Muchas veces me pregunto cómo le hice. Porque después de casarme, duré un tiempo de ama de casa. Me cambió mucho la vida porque ahora dependía de que él cobrara, no yo, para poder disponer de la despensa y lo que los niños necesitaran. No tener mi independencia económica fue diferente.
Llevábamos una vida tranquila. Mi ex esposo trabajaba mucho, pero siempre llegó a ser creíble que viajara tanto porque era agente de ventas y se movía mucho a Culiacán, pero llegó el momento en el que lo descubrí. Que tenía otra familia. Nuestra historia es chistosa y vale la pena traer a colación que cuando nos casamos, en febrero de 1988, en la noche de bodas me dice que en uno de sus viajes que hizo a Culiacán, embarazó a una muchacha. Su hijo nacía en Abril. Yo obviamente entré en shock, yo me imaginaba como Susanita la de Mafalda (mi esposo, mis hijos, mi carro, mi perro). Todo lo veía de color de rosa durante la boda. Eso fue en la noche de bodas. Yo todavía sintiéndome generosa, le digo que ese niño no tendría la culpa de estar sin tí. Puedo tolerar que lo veamos y que crezca con un padre. Dije eso creyendo que solo estaba el vínculo del hijo.
Eventualmente cuando ya nace el niño en abril, y a los 2 meses, que vivíamos en los Cabos, en julio, me dice que vayamos a Mazatlán de viaje. Yo acepté pensando que vería a mis papás, convivir otra vez con la familia, etc. La familia de él viven en Chorogui, en Guasave. Él me dijo que me quedara en Mazatlán mientras él veía a sus papás. Después me enteré que en ese viaje fue a registrar a su hijo, porque cuando entramos en la etapa del divorcio, vi las fechas del registro de ese niño.
Quitando ese evento, yo seguí en mi nube, en mi burbuja de familia perfecta, nos devolvimos a Los Cabos. Allá teníamos un negocio de mariscos, pero nos impactó un huracán horrible que nos generó mucha pérdida (mariscos echados a perder, sin consumir). Nos regresamos a Mazatlán y yo ya estaba embarazada del primer hijo. En ese entonces todavía no me enteraba que habían registrado a ese niño. La vida transcurrió normal, por un año. Me embarazo del segundo. Ya éramos los 4. Mi hermana vivía conmigo porque se divorció. En una ocasión, se me ocurre abrir el maletín de mi ex esposo, porque en aquel entonces fumaba y estaba buscando unos cerillos. Él había salido de viaje pero por alguna razón dejó su maletín.
Al abrirlo, veo un recibo de arrendamiento de una casa.
Nunca olvidaré ese domicilio. Río Omotepec 29, Fracc. Lomas del Boulevard, Culiacán, Sinaloa.
Qué raro, pensé. Si yo le hago la maleta cada vez que viene, no tendría por qué dormir allá.
Prendo mi cigarro y cuando llega lo encaro. ¿Qué es eso? Ese departamento, le digo.
Al principio me dijo que no tenía que darme explicaciones. Pero a como fue avanzando la plática, me confesó que ahí vivía con la mamá del niño. Y que si no se había separado de mí era para no afectar a los dos hijos que tenía conmigo.
Fue algo muy traumático. Muy feo. Me acuerdo que yo, dormí a mis hijos. Me fui al baño. Lloré, vomité. Pero esos momentos te marcan y te definen. Pensaba, ya lloré, ya vomité. Ya veo que esto no tiene remedio. Ya me había dicho “es que ya no te quiero. Ya tengo una vida en Culiacán, y si no me he ido es por los niños”. Y yo dije “No, es que ni los niños te van a necesitar a ese grado. Yo tengo mi dignidad y hasta aquí”.
Y ya. Ese día se va. Fue una noche muy dura para mí porque, aunque suene trillado, cuando tienes hijos, tienes que poner tu mejor cara. El día siguiente transcurre normal. Con los ojos hinchados. Mi hermana volvió en la noche. Le platiqué al día siguiente. Y pues ya. No había mucho de qué hablar. No quería ser ni la amante, ni la esposa que sabía que tenía amante.
Esto pasó en Septiembre. Así que empezamos a tener una rutina medio rara que ya no me agradó. Cuando a mí algo no me agrada, tiendo a alejarme. Recuerdo que él llegaba por mi hijo mayor para llevarlo al kinder. Y hasta me decía “vas a acompañarnos” y yo ahí voy a subirme con el otro niño en brazos a dejarlo al kinder. Como si fuéramos una familia todavía. Incluso un día me dijo que no tenía donde lavar ropa. Y yo acepté que me la diera para lavarle la ropa. En aquél tiempo tenía una señora que me ayudaba en la casa. Jose, se llamaba. Cuando vio eso, me dijo “no sé de qué está hecha usted. Estoy sorprendida. Él la engaña, le dice que no la quiere y usted le lava la ropa”. A partir de que Jose me dijo, entendí que lo que estábamos haciendo estaba medio macabro. Jugando a la familia sin serlo. Y yo en las nubes.
Lo que hice fue poner mar y tierra de por medio. Me fui a La Paz. Mis papás ya vivían allá y me habían dicho que la vida era tranquila. Así que me subí al Baja Ferry, de Mazatlán a La Paz. Durante el viaje, recuerdo ir viendo el mar. Las olas y el cielo. Pensar “¿qué voy a hacer ahora?”. Me metí al camarote. Vi la carriola y la andadera. Mis dos hijos dormidos en la cama. Pensé “¿Podré darles una buena educación? ¿Qué será de ellos cuando sean grandes?”.
Los primeros meses empecé a ubicarme. Viví con mis papás un tiempo y también en lo que metía la demanda para el divorcio. Al principio lo llevé por la vía tranquila y él me mandaba dinero. Pero en una ocasión me dijo “no te mandé nada porque mi mujer se enfermó”. Y ahí pensé “ah no, mis hijos comen se enferme o no se enferme tu mujer”. Y esa fue la solución para que me apoyara y sacar adelante a los niños. Aunque tenía preparación, también tenía tiempo sin trabajar..
Obviamente, no era lo óptimo yo estar en casa de mis papás con los dos niños. Recibiendo instrucciones de cómo criarlos y con el tipo de relación que llevo con mi mamá, así que rápido empecé a moverme para irnos a un departamento.  
Gabo: En tu carrera profesional te has dedicado a la administración de empresas, y ahora, al sector público. Podrías explicarnos tu experiencia laboral.
Gabriela: Ya con los niños, en La Paz, B.C.S., empecé de secretaria en una constructora. En 1994, cuando mataron a Colosio, en Marzo. El trabajo lo conseguí a través de mi hermano Fernando. Un socio de su agencia de viajes, que tenía una constructora estaba buscando a una secretaria, pero yo no tenía nada de conocimiento de computación. Solo tenía conocimiento teórico, no práctico.
Me dijo que no me preocupara, que buscaba a alguien con inglés y que era más fácil yo aprender computación que alguien aprenda inglés. Entonces fui a la entrevista. Me hicieron un examen y listo. Tuve mi primer trabajo de secretaria del contralor. Con horarios de Lunes a Viernes de 9am a 1:30pm y de 4pm a 6:30pm.
Mi día a día era complicado. Levantarme temprano a las 6:15, para preparar comida y a los niños e ir a tomar la “pecera”. En aquel tiempo, La Paz era como una duna con casas. Era horrible caminar. Mucho viento. Y sobre todo, con mi polio, no me podía subir a cualquier pecera. Solo me podía subir a las que tenían un escalón de apoyo más bajo. Si no lo traían, las dejaba pasar y me subía a la que seguía. Tomar taxi era carísimo así que era solo la pecera (camioncito). El kinder quedaba cerca y la niñera podía recoger al mayor. Al más chico me lo llevaba al maternal y me quedaba más lejos.
En esa constructora duré 2 años. Un auditor se la misma empresa, me dijo de un trabajo en una minera, por mi inglés porque todos eran gringos. Así que me aventé y obtuve ese trabajo que tenía más ingresos, siempre respetando mis horarios para dejar y recoger a mis hijos. En la entrevista me hablaron en inglés, como una plática casual. En ese momento, me dijo que me contrataba. La minera estaba cerca del malecón de La Paz. Migré a ese trabajo y en una ocasión llegué tarde, le expliqué mi problema para tomar camiones que no tiene el apoyo en la parte baja. Él se sorprendió de que no tuviera carro. “Es que no es de mis gastos prioritarios”. Así que después de actuar sorprendido de que no contaba con carro, me dijo que él me prestaba dinero pero que de inmediato me hiciera de uno. En ese momento, el Coutlass verde (luego conocido como aceituno), me costó 6 mil pesos. Me prestó primero 3 mil pesos porque era lo máximo que te dejaba sacar el cajero y al otro día otros 3 mil. Ni sabía manejar pero él me dijo “es lo de menos, aprendes rápido como con la computación”. Por mi misma polio, solo puedo manejar automáticos, así que así me hice de mi primer carrito
En la minera fue muy feliz. Ya iba a ser gerente de compras, pero al baja el metal de precio, se retiraron y nos liquidaron. En el proceso me hice de una casa de INFONAVIT. Recuerdo que mi casa tenía goteras. Nos llovía por dentro. Pero éramos muy felices ahí. Tenía un sofá sin una pata y en lugar de pata tenía ladrillos apilados en una esquina. Mi jefe me preguntó si lo iba a invitar a la fiesta de mis hijos, en septiembre, porque soy muy organizada y cumplen el mismo día.
A mi me daba pena invitarlo. Le dije y me contestó “bueno pero no le voy a pedir prestado, quiero que me invite”. Entonces lo invité, y le compró dos patrullas grandes de regalo a los niños. En septiembre estaba lloviendo y recuerdo que le estaba cayendo una gotera donde él estaba sentado. Pero muy comprensivo.
Gabo: En los pocos tiempos libres que tenías para tí. ¿Qué pensabas antes de dormir?
Gabriela: Pensaba siempre dos cosas. Bueno, después de la minera entré a una maquiladora. Yo trabajaba en facturación. Le pasaba, a Rosa, las facturas de las trocas (anglicismo de trucks) que pasaban por la aduana. Esto viene a cuento porque Rosa, quien vivía en Los Ángeles, me decía (con acento mexa) “ay ya es vienes Gabriela, mañana sábado es el día de mi manicure y pedicure. Ya saben mi esposo y mis hijos que no me molesten porque es mi día”. No sabes la envidia que me daba pensar eso, que ella tenía su tiempo. Yo tenía unos 36 años. Yo amanecía dándole desayuno a mis hijos, lavando los baños, con el mandil puesto. Pensaba “¿cuándo tendré ese tiempo para mí?”.
Serán tonterías pero ahora, los domingos, en el cuarto que tengo libre en mi casa, hago eso. Tengo mi kit para manicure y pedicure y le digo a mi esposo que nadie me moleste porque es tiempo para mí. Ahora soy fanática del cine y me encanta ver tele los sábados y domingos. Ese era un pensamiento.
Y el otro era pensar en la estabilidad económica para mis hijos. Mi papá se rió de mí una vez que me sinceré y le dije que pensaba eso y que temía no darles a mis hijos lo que quería. Hace mucho hubo un comercial del Afore de Banamex de una hormiguita que juntaba en su casa muchas cosas. Y yo me veía así, juntando papel de baño, café y todo para mi vejez. Mi papá se rió de mí y me dijo que estaba loca, que el papel se me picaría, que el café se humedece.
La maquiladora se fue a pique. Fue entonces cuando mi hermana me ayudó a entrar a los tribunales agrarios. Tuve mi entrevista en México. El cambio fue radical. De La Paz (en el norte) a Tlaxcala (en el centro-sur del país). Estábamos desesperados porque no sabíamos cómo hacerle para mudarnos. Así que dejé a mi hijo menor con mi hermano Fernando para que terminara su 6to de primaria. Y el mayor, se fue a Guadalajara con mi madre. Fue un momento difícil porque el 19 de septiembre viajé, y el cumpleaños de los niños era el 20, así que no los vería. El menor me preguntó “¿y dónde vas a vivir?” Y le contesté “no lo sé”.
Mi casa estaba a punto de perderla porque ya no la podía pagar. Así que me fui a México. En la entrevista me dijeron que me fuera a Zacatecas para que me entrenara mi hermana. Todavía no sabía a dónde me mandarían. Ellos deciden la ubicación. Estaba entre Huejutla de Reyes, Hidalgo y Tlaxcala. Eventualmente fue Tlaxcala, donde vivimos felices aunque al principio mi jefa me sacó lágrimas. Me hacía llorar todos los días de lo ruda que era. Ahí vivimos dos años ya con los niños. Un magistrado que nos quiere mucho a mi hermana y a mí, iba a ser reubicado a Xalapa, Veracruz, pero no había opción de irme con él, así que me postuló para la oficina de Mazatlán.
Imagínate, toda la mudanza otra vez y ahora tan lejos. Entonces ahí vamos otra vez, para el norte. Ciertamente, un lugar que conocía, con más familia cercana, pero tenía un poco de miedo de volver y sobre todo con los dos niños que ya estaban a punto de empezar a ir a bares y salir. En Mazatlán, con tanta fiesta, esa iba a ser la prueba de fuego de que tan bien los crié.  
Mi mejor amiga, que tengo muy pocas o nomás ella, Paty, me ayudó mucho cuando recién llegamos. Tenía una casa en un fraccionamiento. Me la prestó un tiempo en lo que nos acoplamos y la equipamos. Eventualmente, la carrera que el hijo mayor quería no estaba en Mazatlán y, como siempre fue de muy buen promedio, accedió a una beca en una universidad en Guadalajara. Y el menor, se quedó estudiando en Mazatlán.
Gabo: En la primaria, asistíamos a encuentros con Cristo, o en el colegio hacían posadas. Era común que las madres de otros niños estuvieran brincando y corriendo o compitiendo en dinámicas. La verdad a mí se me hace rara esa imagen. Incluso crecí pensando que los adultos ya no tenían que correr o brincar porque no era algo que veía en mi casa. Después de 60 años viviendo con una discapacidad, ¿qué aprendizajes te deja el haber vivido con polio?
Gabriela: El hacer todo por mi cuenta. El saber que puedo hacerlo y demostrarlo. Mucha resistencia a las miradas. La gente es muy mirona. Incluso con tanta gente con discapacidades. Aprendes a hacerte inmune a las miradas y a ser más autónoma. A demostrar que puedes hacerlo, sin ayuda.
Gabo: ¿Has pospuesto o dejado de hacer algo por temor?
Gabriela: No. Viajar pero eso implica otras cosas. Dinero, tiempo. Pero por miedo no.
Gabo: ¿Qué le dirías a la Gabriela de hace 40 años?
Gabriela: Le advertiría de ciertos errores que va a cometer. Si hubiera tenido más neurona y menos hormona, que sea precavida. En algún momento me salí de mi casa por irme con un hombre casado. Le diría que pensara mejor las cosas. Después de tanto tiempo y reciclados, ahora es mi pareja actual.
Gabo: ¿Cómo te ves en tu vejez?
Gabriela: en mi casa, disfrutando mi cochera, con mi perrita, con mi esposo. Si acaso viajando ocasionalmente, pero disfruto mucho mi hogar. Me preocupa no liberar la carga de deudas, para vivir cómodamente. En teoría tengo 3 años para liberar lo que pueda para vivir de la pensión de mi esposo y la mía.
Gabriela escribe diario en su muro de facebook sobre la vida. Expresa sus emociones a través de imágenes que encuentra en google y da su opinión respecto a política, sociedad, economía u ocio. En su trabajo cuenta con dos periodos vacacionales, los cuales aprovecha para viajar a Guadalajara, a ver a su madre, hermanos e hijos.
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nietothezigma · 1 year
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Historias de Reddit parte 1 (Borracha y sin Esperanza) #redditstories
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alzheimeruniversal · 11 months
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Historia de Andrea - Mi madre tiene Alzheimer
#HistoriasReales sobre #Demencia - Historia de Andrea - Mi madre tiene #Alzheimer
Después de años cuidando a mi mamá, he aprendido mucho sobre la enfermedad de Alzheimer. La enfermedad de Alzheimer es un tipo de demencia. Imagen de Brayan Hernando Guzman Cortez en Pixabay Historia de Andrea – Mi madre tiene Alzheimer La demencia es un problema en el cerebro que por lo general afecta a personas de edad avanzada. Una persona con demencia puede tener: Fallos frecuentes de…
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labelimpala · 2 months
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LA HISTORIA DE LA CALAVERA
Ésta historia está en mi familia desde hace mucho tiempo y continúa hasta hoy.
Cuando era niña, mis padres me llevaban a la casa del tío abuelo de visita ya sea por su cumpleaños o en otras fiestas, ahí me encontraba con otros primos de mi edad y a todos nos asustaba una especie de altar que tenía el tío abuelo en su sala, en una urna de madera y vidrio empotrada en la pared, tenía una calavera real y debajo una repisa que era una especie de velador.
Cuando los primos nos reuníamos, esperábamos siempre el momento en que el tío nos contara "La historia de la calavera" :
Hace varias décadas el tío abuelo compró el terreno del que ahora es su casa, en esa época no habían muchas casas en la zona, sólo terrenos y algunas casas en construcción. El tío contrató albañiles, hicieron un cerco de madera al rededor del terreno para cuidar los materiales y herramientas de construcción, él y algunos albañiles se quedaban a dormir en ese lugar por temor a que les roben por la noche.
Empezaron cavando zanjas para la base de las columnas y ésa misma noche escucharon el llanto de una mujer, pero no hicieron caso, era muy lejano, de día seguían cavando la tierra y la siguiente noche volvieron a sentir a la mujer llorando, pero ésta vez más cerca como pasando al costado del terreno, el tío quiso salir a ver, pero uno de los albañiles le dijo que no lo haga, puede ser una trampa de los delincuentes que roban materiales...... al día siguiente continuaron con la excavación y casi al terminar, uno de los trabajadores encontró una especie de pañuelo de mujer, lo jaló para sacarlo y se dio con la sorpresa que el pañuelo envolvía una calavera, la sacaron y vieron que aún tenía algo de cabello, se la dieron a mi tío para que él decida qué hacer.
Aquella noche se volvió a escuchar a la mujer llorando, pero ésta vez estaba tan cerca que se sentía los golpes en la pared de madera como si se apoyara para caminar y el llanto era más bien un quejido de dolor, ésta vez el tío salió rápido a ver y no encontró a nadie, al rededor sólo había terreno llano y muy lejos alguna casa, la mujer que lloraba desapareció.
Entonces el tío abuelo llegó a la conclusión de que ese era el alma de la calavera, tal vez murió sufriendo mucho o la mataron y enterraron el cuerpo en ese descampado, mi tío sintió mucha pena por aquella mujer, llevó la calavera a una iglesia, le hizo una misa y la conservó.
Al terminar su casa, hizo que los albañiles le hicieran un lugar especial para poner la urna con la calavera y ahí sigue hasta hoy, con el mismo pañuelo con que la encontraron envolviendo su cabeza, le prende velas cada noche y reza para que su alma descanse en paz.
Y así la calavera fue adoptada por toda la familia, lo curioso es que si una noche se olvida de prender la vela, dice que en la casa se empieza a sentir pasos y ruidos como si alguien caminara, subiendo y bajando las escaleras, moviendo cosas, etc.... ellos ya se acostumbraron a éso y siempre tratan de prender una vela cada noche.
SG.
#cuentos #historiasreales #derechosreservados
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venusmaritzah · 3 months
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Relato del internet el juguete que se mueve solo #historiasreales #he...
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lestatth · 2 years
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Felícitas Sánchez Aguillón | La ogresa de la colonia roma | La triturado...
#casosreales #historiasreales #criminalistica #ogresadelacoloniaroma #trituradoradeAngelitos #FelícitasSánchezAguillón
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fiorelladjesus · 3 years
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Él
Muchas veces fruncias el ceño y te mordías la boca, agitabas tu pierna derecha, respiraba como agitado y mirabas con recelo el teléfono. 1, 2, 3 llamadas. Tus amigos presentes te preguntaba qué qué pasaba y tú: Nada (sonriendo)
Volvías a llamar 4, 5, 6...10 llamadas y ya te sabias las palabras exactas de la contestadora automática. Susurraste: "Puta.."
Le escribías "contesta mierda" "con quién chucha estás?!" Y nada.
Entonces te fuiste a la ducha, te cambiaste, te perfumaste y saliste a la calle con la meta en la cabeza de encontrar alguien con quien llenar tu cama vacía. Alguien con quien desquitar esa rabia que tenías dentro de no conseguir lo que quieres. Saliste a buscar quien te haga volar el ego. Porque esa llamada sin contestar te enfureció, te tiró el ego al piso. Mientras bailabas con otra en la discoteca solo pensabas en vengarte. En llevarla a tu casa y hacerla tuya.
Saliste a la calle con ese outfit y ese perfume que tanto te gusta y te hace sentir varonil. Te sentiste el más guapo. Pero en tu cabeza tenías toda esa rabia de tan solo pensar que ella te ignora y que está con otro, que no la tienes comiendo de tu mano. La odiaste por revelarse. Ella no puede ser más pendeja que tú.
Quien iba a saber que cada vez que salías a matar era porque veías tu ego de macho vulnerado?
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doryordy12 · 3 years
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Este fue un inccidente q paso En San Antonio Tx, enterate como fue la noticia tan desesperante de estos indocumentados!
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El libro de lo paranormal y Mas... - Datos Perturbadores (on Wattpad) https://my.w.tt/xEgoTSH8Oab Pues datos , Historias basada en hechos reales y mas..
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gaboespinozza-blog · 2 years
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Del Agua del Caribe al Agua de Canales
Las azafatas de Air Canada caminaban hacia la punta y la cola del avión. Intentaban dar respuesta a los reclamos de algunos cuantos clientes. Disculpe, ¿en algún momento iremos a despegar? –dijo un francocanadiense con un tono irónico. Una disculpa, estamos esperando a un pasajero que viene retrasado… -contestó ella buscando darle paz.
¡Ah! Quiere decir que, por una persona impuntual, pagamos 300 clientes. Claro, tiene sentido- refutó y resoplo, haciendo más evidente su molestia.
Boba escuchó el reclamo unas filas atrás y volteó a ver a Mika. Ambos rieron entre sí, como cómplices al ver tal drama a punto de despegar de Cancún hacia Montreal.
Y que se agarren a madrazos. –dijo Boba sin que Mika le siguiera el juego.
Después de 20 minutos de espera y algunos chiflidos, subió una chica con ojos llorosos cargando una mochila, ubicándose en las filas al final del avión. Todos la observaron, con resentimiento por ser impuntual en una aerolínea de un país que, desde su concepción, ha trabajado con una agenda con cronómetro entre iroqueses e ingleses.
Después de un despeje con cielo claro y el mar caribe de Cancún como fondo, Boba y Mika se dirigían a sus primeras vacaciones cruzando el Atlántico. Como era de esperarse, el retraso de 10 20 minutos en Cancún, les afectó las siguientes escalas en Montreal, donde cambiarían a la aerolínea bandera de Alemania.
Aterrizaron en Montreal aproximadamente a las 7pm. Su conexión les exigía moverse rápidamente por control aduanal y correr hacia la puerta G67. Al llegar al control de pasaportes, se sorprendieron de no ver a ningún agente que les pidiera sus pasaportes. Todo era electrónico.
Cada uno tomó una máquina de color blanco que indicaba escanear su pasaporte y el del acompañante. Como Mika es más rápida y dócil para la tecnología, rápidamente le dijo a Boba que dejara la otra máquina para escanearlo como acompañante. Una francocanadiense estaba validando los tickets que emitían las máquinas con el visto bueno de cada pasajero para realizar la conexión.
Antes de pasar a la sala de espera, se hizo una segunda revisión de equipaje. El tiempo marchaba como siempre, más rápido cuando tienes prisa y más lento cuando estás aburrido.
¡En la consola y banda de escaneo no se encontraba nadie! Ningún supervisor, ningún asistente. ¡Nadie!
Inmediatamente unos irlandeses y un español emitieron su queja- ¡Esto es un aeropuerto internacional! ¡No es posible que esto esté vacío y tengamos que esperar! -gruñó el español.
La asistente de los tickets solo le dijo que esperara.
Después de 5 minutos, llegó el equipo de seguridad para validar las maletas. Algunos venían con paso lento terminando sus bebidas, otros picándose algún diente, removiendo algún pedazo de baguette que había quedado por ahí escondido.
Comenzaron la revisión y Boba y Mika no pudieron ser más eficientes. Una vez que escucharon “Buen Viaje”, corrieron hacia la puerta de embargue G67. Incluso corriendo, Boba se distraía con algunos accesorios con los que contaba el aeropuerto de Montreal que le llamaron mucho la atención, como los bebederos, cuartos para dormir, sala de fumadores y pequeñas salas de juntas.
Mika iba lo más rápido que podía. Iba justo detrás de Boba y en cuanto vio la fila y el letrero que decía “Munich”, se detuvo junto a él. Los dos se encontraban sudados debajo de esos suéteres y chamarras, admirando aún uno de los aeropuertos más bellos que habían visitado.
Abordaron el avión, recibiendo saludos en alemán por parte de un staff de 14 sobrecargos, que bien podrían haber salido de las filas de la Gestapo. A medida que iban avanzando hacia sus asientos al final del avión, Boba practicaba lo que sabía del idioma germano. Saludaba y avanzaba y soltaba alguna que otra oración para ponerse a prueba. A mitad de su travesía, tuvo su segundo choque cultural (el primero había sido la queja por impuntualidad). Frenó frente a un ¿joven? No podía descifrar la edad. Tenía una barba muy pronunciada, pómulos pronunciados, un sombrero grande y un abrigo negro con una camisa blanca. Debajo del sombrero se asomaban dos rulos como patillas, en forma de cable de teléfono antiguo.
Inmediatamente, Boba recordó la mini serie que acababa de ver (Poco ortodoxa) sobre la población judía que practica el jasidismo en Brooklyn.
Frente a él se encontraba este sujeto pidiéndole a otro cliente, que moviera a su esposa hacia la ventanilla, ya que, por ser ortodoxo, según sus propias palabras, no podría sentarse junto a ella. Tanto el señor y la señora que ya se encontraban perfectamente ubicados como ellos habían comprado sus boletos, se miraron y sin decir nada aceptaron el cambio. Ella se pasó del lado de la ventana y él al medio para quedar hombro con hombro junto a este personaje.
Boba sintió mucha curiosidad de este acto, mientras seguía buscando su asiento. Por otro lado, Mika avanzó rápidamente entrando por la primera fila a la derecha. Guardó su equipaje y se colocó en su asiento en la fila media, en el asiento de en medio. Observó a Boba caminar hacia ella y le indicó dónde guardar todo. Junto a ellos, en las filas con ventanillas se sentó una señora que se jactaba de llevar mucho tiempo en Montreal, pero haber nacido en Múnich. Tenía mejillas como pasas y traía consigo un bastón. Hablaba inglés y le pidió constante asistencia en el viaje a los sobrecargos.
En cuanto tomó asiento, Boba le platicó a Mika lo que había observado filas adelante, cuando justo frente a ellos se sentó otro judío jasídico. Inmediatamente Boba hizo mención que le parecía irónico que en un Lufthansa estuviera lleno de judíos, los cuales carecían de bastantes modales hacia la atención del staff. Mika lo cayó y ella consiguió dormir durante casi todo el viaje, aprovechando que nadie venía sentado junto a ella. Durante las primeras horas del viaje, sirvieron la cena. Esto fue uno de los momentos que más emocionó a ambos. Boba no recordaba la última vez que había comida algo de una aerolínea sin que lo cobraran. Creía haber sido un vuelo de La Paz al D.F. o algún vuelo de noche en que había comido un pollo. Estos pequeños gestos y experiencias hicieron de su viaje aún más de ensueño.
Boba no podía dormir, así que vio algunas películas, el plan de vuelo y jugó con su consola durante casi todo el vuelo. Ya cuando se encontraban sobrevolando Inglaterra, él se puso de pie. Al mismo tiempo, alrededor de una docena de judíos se pusieron de pie. Eran aproximadamente las 8 o 9 de la mañana en la nueva zona horaria. Todos sacaron de sus equipajes algunas prendas y unos libros. Se colocaron en zonas específicas donde pudieran moverse con mayor facilidad y comenzaron a rezar el Shajarit, meciéndose hacia delante y hacia atrás.
Posterior a esto, el staff sirvió el desayuno que consistía en unas galletas con queso, mantequilla y café. Estaban próximos al aterrizaje. Los dos alcanzaron a visualizar, del lado de la señora alemana, el paisaje verde característico de Alemania. Pinos y árboles gruesos ocultando algunas granjas y pastizales. Carreteras lineales con vehículos, pero sin camiones doble semi-remolque o pipas gigantes que puedan volcarse. Seguridad y planeación, ante todo -pensó Boba.
El aterrizaje fue pacífico, generando aplausos de todas las almas arriba de aquel pedazo de metal. Al salir al aeropuerto, Mika y Boba volvieron al control de pasaporte, el cual fue más ágil. Entre los dos iban riendo en el aeropuerto mientras veían gente de todas las naciones correr hacia la salida. Un grupo de estadounidenses les llamó la atención. Se estaban quejando con un alemán por tener que hacer chequeo de pasaporte, cuando ellos no pensaba quedarse en Alemania. Solo tenían que realizar la conexión.
El alemán, de forma tajante y sin espacio de negociación les dijo “orgullosamente somos el único aeropuerto en la UE que realiza este procedimiento por seguridad. Favor de ir a la línea.”
El grupo de gringos bufó “esto es ridículo”. Sin embargo, fueron directo a la fila y siguieron esparciendo sus quejas con quien estuviera dispuesto a escucharlos.
El chequeo del pasaporte fue bastante rápido. Boba estaba seguro que el agente de la aduana que los entrevistó había salido de algún comercial de Invictus de Paco Rabanne, mientras Mika lo veía muy sonriente. De nuevo, se pusieron a correr hacia el siguiente vuelo el cual los llevaría a su primer destino, Bélgica.
Durante el trote, Boba asumió que Mika venía detrás de él, así que aceleró el pasó. Su intención era clara; llegar rápidamente a la puerta de salida para hacerles saber que debían abordar. Aceleró la marcha y llegó a la puerta. Observó a alguien delante de él escanear su pase de abordar, así que hizo lo mismo hasta que escuchó, detrás de él: ¡Boba, espérame! Los ojos de Mika nunca habían expresado tanto, en lo que llevaban de relación. ¿Cómo lo paso? -le preguntó ella. Solo lo pones así, boca abajo –dijo él, mientras una señora del staff de Lufthansa los veía, sin asistir.
La puerta se abrió y ambos ya estaban bajando las escaleras para tomar un autobús que los llevaría al avión al otro lado de la pista.
Los dos se encontraban en silencio. Con las espaldas encorvadas. Cansados de correr. Sin hambre, pero con ganas de ducharse y no andar a las prisas. Boba sentía que todos en el autobús lo veían con ojos culposos. Mika no lo veía. Ella tenía frío y estaba, claramente, enojada.
Llegaron al avión. Boba pidió disculpas, pero arremetió diciendo “solo tenías que pasar el ticket boca abajo”. Eso no ayudó y solo avivó la llama en ella.
Ella seguía sin dirigirle la palabra. Estaban en una pista en el aeropuerto de Múnich, con un frío considerable, sin la ropa necesaria para soportarlo. Esperando a que el avión abriera su puerta para subir.
Me ibas a dejar –dijo Mika.
Claro que no –dijo Boba mientras sonreía por lo absurdo del comentario.
Él se adelantó y le explicó su plan -… así llegaba rápido yo y les iba a decir, esperen, que ahí viene mi esposa.
Ella seguía molesta. -…es que te adelantas. Se me cayó la chamarra. No corro tan rápido como tú y aparte no te podía gritar y tu como loco avanzando. Me agaché para recoger la chamarra y se escuchó un crujido. Me dolió la espalda.
Ah, no sabía eso, no me di cuenta que se te cayó. Ok, de ahora en adelante iré más lento. –comentó Boba.
Se miraron el uno al otro. Fueron conscientes del tiempo y el espacio en el que estaban. Múnich. Próximamente, Bélgica. Se vieron y se rieron. Seguido a esto se besaron. La disculpa y el perdón estaba implícito en estos actos. La espaldas y músculos se relajaron. Subieron a su último vuelo, el cual en 40 minutos había arribado a su destino.
Llegaron a Bruselas, donde tomaron su primer tren hacia Brujas. Los dos olían feo, sus cachetes y frentes estaban grasosas y llevaban puesta la misma ropa con la que habían dejado el calor de México. Una vez arriba del tren escucharon más acentos franceses, el cual ninguno podía descifrar correctamente y se limitaban a decir entre ellos “¡Renault, Pegaut, Renault, oui oui!” como una broma interna. Boba comenzó a tomar videos y fotos de todo. Mika esperaba que nadie se sentara a un lado.
Eventualmente llegaron a Brujas, donde rápidamente compraron dos boletos para el tranvía, el cual los llevó cerca de su habitación en Middelburgstraat 6 a dos cuadras de la plaza principal.
Ahí los recibió la mamá de la host Pauline, quien les dio un tour rápido por la habitación y la casa.
Descansaron un poco, se bañaron y comenzaron a explorar aquellos paisajes que solo habían leído y visto en fotografías e internet. Lo habían logrado.
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lonelysls · 4 years
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Las personas solemos tener batallas constantes, la mía consiste en poner resistencia a mis deseos más profundos, aguantar las ganas de volver a consumir la droga que por años me mantenía “fuerte”. Es difícil enfrentar la realidad sin mi mejor amiga de ese entonces, la única que me comprendía y me acompañaba cuando me sentía mierda. 
Cuando la descubrí supe que ella y yo nos llevaríamos bien por mucho tiempo, en realidad la quería en mi vida por siempre. Fui tan feliz por un momento, me olvidé de todo, reía después de mucho tiempo, no lo podía creer. Me sentí tan bien. La quería tratar todos los días, lo hice, se volvió un rutina, siempre antes de que el día culmine. Luego me di cuenta que la extrañaba por las mañanas. Fue entonces cuando la empecé a ver todos los días, todo el día. Mi vida pasaba en frente mio y yo no me daba cuenta de lo que pasaba a mi alrededor porque estaba en mi mundo. A veces no comía porque prefería estar drogad@. Tenía que escoger entre la droga y la comida del día. Es evidente por cual de las dos me inclinaba. Quería que los días pasaran más rápido. 
Solo estaba esperando que llegara el día de partir. Era demasiado cobarde para culminar con el camino de la espera. Entonces creía que la única solución era esperar dopada. 
Hace cuatro meses no he vuelto a ver a mi “mejor amiga”. Fue una lucha alejarme de ella. A veces la extraño, casi siempre pienso en ella y cuando lo hago siento que mi cuerpo la necesita, por las reacciones que tiene. Es difícil controlar ciertos deseos, pero no imposible. 
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cartas-olvidadas · 4 years
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#46
- Estaba sentada en la sala de espera de la estación, leyendo un libro, cuando de repente entró un joven que hizo voltear todas las miradas hacia él - Recuerdo que el abuelo era alto, fornido y con una mirada intrigante, realmente tenía mucha presencia y un aire de autoridad y determinación - Y eso que lo conociste cuando ya era mayor, hijo. ¡No tienes idea, realmente, de cómo fue en su mejor tiempo! Si te contara... jajaja - Pero abuela, estoy seguro de que tú también tuviste muchos pretendientes, más aún esos ojos que tienes! - Ay, hijo! jajaja! Los años pasan y ahora soy sólo una sombra de lo que era, pero no lo niego, muchos trataron de conquistarme. Aunque la mayoría no me llamaba la atención y los que sí, nunca tuvieron la perseverancia necesa- - Excepto el abuelo
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