For this year's Inktober I decided to only aim for 15 prompts instead of 31 drawings. So I put together a couple of prompts I liked and then picked one (or more) every couple of days - sometimes on their own, sometimes combining them.
Here are the prompts I ended up using:
Harpy (#Auctobre)
Racoon (#Auctobre)
Pitcher plant (#Auctobre)
Vine (#Drawtober2020)
Sleepy (#Drawtober2020) feat. my OC Leonore
Nightshade (#Auctobre)
Sun (#Drawtober2020) feat. my OC Catinca
Doll (#Auctobre) feat. my OC Gretchen's doll
Devour (#Auctobre)
Sea (#Drawtober2020)
Qilin (#Auctobre)
Twilight (#Drawtober2020)
Lantern (#Auctobre)
Poppy (#Drawtober2020)
Owl (wildcard option)
I'll probably post a compilation tomorrow :3
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3. Inguma (País Vasco y Navarra)
El Inguma, que más que un asustaniños era un miedo común y extendido, pertenece a la abundante familia de los diablillos y seres nocturnos que se cuelan en los dormitorios para provocar pesadillas a sus ocupantes. Su origen es antiguo, pues representan la encarnación de la pesadilla misma. Ya desde tiempos remotos se hablaba de los íncubos y súcubos, demonios que perturbaban nuestro descanso con su actitud lasciva, provocando a los humanos sensación de ahogo, angustia y el consecuente mal sueño. También era habitual achacar estos síntomas a la presencia de brujas en los alrededores, que se colaban en las casas con la ayuda del diablo o transformadas en animales. En definitiva, las pesadillas se veían como una lucha física entre hombres y demonios.
Las representaciones y nombres de este hecho son diversos: en latín tenemos el ya mencionado incubus; en los países anglosajones el término nightmare, cuyo origen es poco claro pero parece hacer referencia algún tipo de caballo nocturno y demoniaco. La palabra española pesadilla alude a la opresión en el pecho característica del mal descanso, y el alemán Alp es muy curioso pues de él parece provenir la denominación moderna de elfo que todos conocemos, aunque en su origen hacía referencia a los espíritus nocturnos y perversos. En relación a estas palabras poseemos la célebre representación, mayoritariamente europea, de las pesadillas en forma de criaturas pequeñas y malvadas que se sentaban sobre el pecho del paciente o le oprimían la garganta. En esta descripción encaja a la perfección el Inguma, que hace de las suyas en los caseríos del País Vasco y Navarra, zonas de España donde la creencia en las fechorías de estos seres se encontraba bastante arraigada. Aunque, según parece, al Inguma era posible repelerlo si se pronunciaba la siguiente oración:
¡Inguma, no te temo!
A Dios y a la Madre María
tomo por protectores.
En el cielo las estrellas,
en la tierra las yerbas,
en la costa arenas.
Hasta no haberlas contado todas
no te presentes.
Esta forma de defensa, retar a la entidad maligna a realizar una cuenta interminable, es bastante común cuando hablamos de demonios y seres oscuros. Se ve que va contra la naturaleza de estas criaturas rechazar desafíos de este tipo y están obligadas a contar lo que se les diga, ya sean las estrellas del cielo o los granos de arena de una playa, hasta que se aburren y se marchan enfurruñadas. Para evitar la visita del Inguma también podía invocarse al Gauragui, una entidad benigna y luminosa que actuaría como su némesis.
Podríamos incluir al Inguma dentro de la categoría de “duendes dañinos de dormitorio” (DDD), acuñada por Jesús Callejo y Carlos Canales en su magnífico estudio sobre duendes. Estos entes son una especie de versión malvada de los benévolos duendecillos domésticos, y se alimentan de la energía del ser humano robándosela mientras duerme. Esto da lugar a los ya mencionados sueños horribles, sensaciones angustiosas y posibles enfermedades físicas. Desde luego, semejante tipología de seres daría para su propia recopilación, pues solo en España ya son numerosísimos.
En Cataluña, por ejemplo, se hablaba de la Pesanta, un terrorífico perro con patas de hierro capaz de colarse por las cerraduras de las puertas para colocarse sobre el pecho del durmiente. En Asturias hallamos al Pesadiellu o Pisadiellu, criatura de forma inconcreta aunque a veces descrita como una enorme mano peluda, muy similar a la también nocturna y asfixiante Manona, presente en Asturias, Extremadura y Castilla. Si retrocedemos a los siglos XVI y XVII encontramos que se utilizaban los términos “manpesada” y “manpesadilla” para referenciar estas extremidades de carácter maligno que presionaban los pechos de los durmientes provocándoles malos sueños. A veces a estos seres se les relacionaba también con las enfermedades respiratorias, como ocurre con el Aideko vasco, un espíritu etéreo al que se le achacaban los males físicos y las pesadillas. Aunque, de todas estas criaturas, la más similar al Inguma sería el Tardo gallego, un duendecillo diabólico que porta espadas del tamaño de alfileres y que a puede llegar a recibir el revelador nombre de Pesadelo cuando turba el sueño de los humanos.
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