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#día del teatro
zerounotvadri · 9 months
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Sendero de suicidas
Poemario de Rubén Rivera Ganador del Premio Bellas Artes de Poesía Aguascalientes 2021 Dirección: Octavia Popesku.
En continuidad con los Martes de poesía en la Sala Héctor Mendoza de la CNT, las funciones serán del 8 al 29 de agosto, los días martes a las 20 h.
TEATRO Vuelven los Martes de poesía a la Sala Héctor Mendoza de la Compañía Nacional de Teatro Boletín No. 1052 - 05 de agosto de 2023 ● Sendero de suicidas, de Rubén Rivera, será representado a través de una lectura dramatizada con el elenco estable de la agrupación del Inbal La Compañía Nacional de Teatro (CNT) del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (Inbal), en colaboración con la Coordinación Nacional de Literatura inauguró el pasado 13 de junio de 2023 el Maratón de poesía con La muerte golpea en lunes, de Maricarmen Velasco, ganadora del Premio Bellas Artes de Poesía Aguascalientes 2022, dando inicio a una programación semanal de poesía en escena los días martes en la Sala Héctor Mendoza. En continuidad con dicho proyecto, el próximo martes 8 de agosto se llevará a cabo una versión escénica del poemario ganador del Premio Bellas Artes de Poesía Aguascalientes 2021, Sendero de suicidas, escrito por Rubén Rivera y dirigido por Octavia Popesku. Sendero de suicidas es un recorrido por la historia de la poesía y de las y los poetas que se han suicidado. De estilos literarios y formas de darse muerte diversa, este viaje ensayará la premisa de que un verdadero suicida está enamorado de la vida. Y que para hablar de la vida hay que hablar de la muerte. El reparto está integrado por los actores del elenco estable de la Compañía Nacional de Teatro (CNT): Tanya Gómez Andrade, Zaide Silvia Gutiérrez, Miguel Ángel López, Ana Karen Peraza, Octavia Popesku, Roldán Ramírez e Irene Repeto. Cuenta con el diseño escénico de Anabel Altamirano, Kay Pérez y Melisa Varïsh; diseño sonoro y música en vivo de Sebastián Betancourt, diseño de movimiento de Irene Respeto, Roldán Ramírez y Ana Karen Peraza; entrenamiento corporal de Roldán Ramírez, vídeo de Kay Pérez, asesoría de vestuario de Gabriel Ancira y logística y enlace con producción CNT de Ana Karen Peraza. La temporada se llevará a cabo los martes a las 20:00 horas del 8 al 29 de agosto de 2023 en la Sala Héctor Mendoza, ubicada en Francisco Sosa 159, colonia Del Carmen, alcaldía Coyoacán, Ciudad de México. La duración aproximada es de 60 minutos y es apta para el público a partir de los 15 años.
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seryhumano · 2 years
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Día Mundial del Ballet
Día Mundial del Ballet El 2 de noviembre de 2022 se rinde homenaje a una de las expresiones artísticas más notables y reconocidas del mundo: el #Ballet
El 2 de noviembre de 2022 se rinde homenaje a una de las expresiones artísticas más notables y reconocidas del mundo Ballet Don Quijote en el Teatro Teresa Carreño. Día Mundial del Ballet Se celebra el Día Mundial del Ballet, con la colaboración de las principales compañías de ballet de todo el mundo, ejecutando diversas actividades tales como transmisión de presentaciones y clases en vivo,…
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elcorreografico · 2 years
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Oferta del Municipio de Berisso para las vacaciones de invierno
#Cultura #Sociedad | Oferta del Municipio de #Berisso para las #vacacionesdeinvierno
La Municipalidad de Berisso organizó una serie de propuestas para las Vacaciones de Invierno que tienen por destinatarios a diferentes grupos etarios y que son de acceso libre y gratuito. En tal sentido, en las plazas de la ciudad los niños podrán disfrutar de actividades deportivas y culturales de 14:00 a 17:00 horas, el martes 19, en la Plaza ubicada en calle 125A y 18 del Barrio Villa…
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olee · 3 months
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Fina | Enzo Vogrincic
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*3000 words (me inspiré) & mini s*x scene
Corrías con desesperación por el bullicioso aeropuerto, el eco de tus pasos resonando en los pasillos abarrotados. El tiempo apremiaba, y tu corazón latía al ritmo frenético de la prisa. El billete se aferraba en tu mano, como un talismán que te conectaba con tu destino. "¡Espera! ¡Ya voy!" gritabas, entre jadeos, mientras sorteabas a la multitud con determinación.
El reloj avanzaba implacablemente mientras te abrías paso entre la maraña de viajeros. Las luces parpadeaban sobre las pantallas indicadoras de vuelos, recordándote cada segundo que se escapaba. Al llegar al gate, una sensación de alivio temporal te invadió, pero rápidamente se desvaneció al notar que el área estaba desierta, como un escenario abandonado después de la función.
Te dirigiste apresuradamente hacia el empleado de la aerolínea, tu aliento agitado y la esperanza titilando en tus ojos. "Tengo un vuelo a Madrid ahora, por favor, dime que he llegado a tiempo", imploraste, con la voz entrecortada. El empleado, con un gesto comprensivo, te miró con seriedad y dijo: "Señorita, el vuelo se fue hace diez minutos".
Un nudo se formó en tu estómago, pero no te diste por vencida. Con determinación, preguntaste sobre cualquier opción disponible. "¿Hay algún otro vuelo a Madrid pronto?" El empleado, consultando la pantalla con un semblante compasivo, respondió que el próximo vuelo no sería hasta dentro de 15 horas. Asentiste con resignación, consciente de que el tiempo ya no estaba de tu lado.
Entonces, con la mente fija en tu compromiso ineludible, mencionaste la reunión crucial con la agencia de producción. "Tengo una reunión muy importante en Madrid. Aceptarán mi guión para una obra de teatro, y no puedo perder esta oportunidad", le expresaste al empleado, esperando encontrar alguna solución. El hombre tras el mostrador comprendió la urgencia en tu voz y te informó sobre la posibilidad de esperar.
Te refugiaste en un acogedor café ubicado en algún rincón del aeropuerto de Londres. El aroma del café recién hecho flotaba en el aire, pero tus sentidos estaban inmersos en la música melancólica de Guitarricadelafuente que fluía a través de tus audífonos. Con gestos automáticos, conectaste tu celular para cargarlo, buscando consuelo en las notas de tu artista favorito.
Sin previo aviso, una lágrima solitaria escapó de tus ojos, una expresión palpable de la desesperación que te embargaba por haber perdido el vuelo. La música parecía resonar en sintonía con tus emociones, como si Guitarricadelafuente compartiera tu dolor a través de sus cuerdas y melodías. Mientras las lágrimas seguían su curso, te sumergiste en un mar de pensamientos, contemplando el giro imprevisto que había tomado tu día.
Con resignación, extrajiste el guión de tu bolsa, sosteniéndolo entre tus manos temblorosas. El papel, ahora manchado por las lágrimas, representaba más que un simple texto; era la culminación de tus esfuerzos y sueños. Te encontrabas en una ciudad ajena, lejos de casa, y la realidad de estar varada por 15 horas en Londres se apoderaba de ti.
Las palabras del guionero, antes tan llenas de promesas, se volvían borrosas a través de tus lágrimas. De repente, te sentías como una niña de cinco años que había perdido su globo de cumpleaños, la tristeza reflejada en tus ojos y en cada línea de tu rostro. La ironía de la situación no pasaba desapercibida, y una mezcla de frustración y vulnerabilidad te envolvía mientras te aferrabas al guión como a un salvavidas en medio de la tormenta.
Sumida en la tristeza de tus pensamientos, te diste cuenta de repente de una mano amable que se acercaba a tu rostro con una servilleta. Entre la neblina de lágrimas, apenas pudiste vislumbrar la acción generosa de un desconocido que, con empatía, te ofrecía un medio para secar tus ojos. Agradecida por el gesto, aceptaste la servilleta sin poder identificar a la persona detrás de ella.
La bondadosa presencia a tu lado pasó desapercibida hasta que lograste controlar las lágrimas lo suficiente como para ver a quien te había brindado consuelo. Descubriste que había estado sentado junto a ti durante un buen rato, observando silenciosamente tu situación con comprensión. Sorprendida por su amabilidad, solo lograste articular un simple "thanks", incapaz de distinguir completamente sus rasgos.
En un giro inesperado, el hombre respondió en español. "De nada, yo espero que todo se recupere", dijo con una sonrisa tranquilizadora. Al levantar la mirada para agradecerle debidamente, te encontraste con la visión de un hombre extraordinariamente atractivo. Su piel canela destacaba bajo la luz del café, su cabello despeinado le daba un aire casual y sus ojos, de un caramelo puro, irradiaban calidez y comprensión.
Aunque te sentías vulnerable y con el corazón aún apretado por la situación, la presencia reconfortante de este hombre te hizo sentir un atisbo de consuelo. No sabías exactamente cómo reaccionar ante su belleza, pero la curiosidad y la necesidad de conexión humana te impulsaron a romper el silencio. "¿Hablas español?" preguntaste, con la esperanza de que la respuesta fuera afirmativa. El hombre sonrió y respondió con una risa contagiosa, "Creo que sí".
A pesar de la tormenta de pensamientos que te asaltaba, la visión de este joven que parecía salido de tus sueños generó un apretón en tu corazón. Sin embargo, la realidad chocó contra la fantasía cuando notaste que llevaba una sudadera y tenis Nike, una imagen más casual y terrenal que la que habías imaginado.
El chico, notando tu evidente perturbación, rompió el hielo al expresar su intriga ante la combinación de un guión en tus manos y lágrimas en tus ojos, “No te conozco, pero al ver que tienes un guión en mano y estás llorando, ahora estoy muy intrigado por lo que te ha pasado," dijo el chico guapo con una mezcla de curiosidad y empatía en su voz. Te sumiste en un silencio momentáneo, tratando de procesar la situación y, al mismo tiempo, preguntándote si este encuentro era producto de tu imaginación o si realmente estabas frente a alguien especial.
Finalmente, el chico reveló ser actor y confesó su amor por el teatro, aunque actualmente se encontraba inmerso en proyectos cinematográficos. La conexión con el mundo del teatro hizo que tus ojos se iluminaran con un atisbo de reconocimiento, y una sospecha empezó a formarse en tu mente.
Con un tono casual, le preguntaste: "¿Espera! ¿Tú eres Enzo, Enzo Vogrincic? ¿De 'La Sociedad de la Nieve'?" La confirmación en su expresión te dejó boquiabierta. "Ese mismo", respondió con una sonrisa, añadiendo con humor, "desde hace tiempo no veía a alguien tardarse tanto en reconocerme". Tu corazón latía con emoción mientras intentabas procesar la realidad de tener a un actor reconocido a tu lado.
Con entusiasmo, le confesaste: "Es que... ya he conocido a tantos actores que me da igual, pero... yo amé tu actuación y las otras obras que has hecho en Montevideo, es que amé".
Enzo, aún intrigado, te agradeció con sinceridad. "Gracias, escuchar esto me da más ánimo en hacer lo que hago," expresó con una sonrisa genuina. Sin embargo, no dejó que el agradecimiento se interpusiera en su deseo de conocer más sobre tu historia.
"Pero… no cambiemos el tema, ¿por qué estabas llorando? ¿Eres actriz o…?" preguntó con un gesto de interés. Tomaste un momento para recobrar la compostura y compartir parte de tu vida con este actor que, de alguna manera, se había convertido en un confidente inesperado.
"Soy prácticamente guionista, y me gusta escribir tragedias, dramas y todo lo Lorca," comenzaste a explicar, revelando tu pasión por la escritura teatral. "Pero últimamente no he tenido la suerte, y ahora que tengo una gran oportunidad en Madrid, el vuelo acaba de irse, y pues…" La frustración y la tristeza se reflejaban en tus ojos mientras compartías la historia de tu día caótico, sintiendo que Enzo podría entender el peso de tus aspiraciones y desafíos creativos.
"Qué horrible, pues no estás sola, porque yo también perdí el vuelo para Madrid," compartió Enzo, revelando un inesperado giro en su propia situación. Tus ojos se abrieron con sorpresa ante la revelación. "No jodas?" respondiste, dejando escapar tu incredulidad. Enzo rió ante tu reacción y, con un tono resignado, comentó: "Así es la vida". La ironía de la situación resonó en la conversación, creando un lazo instantáneo basado en las coincidencias y desafíos compartidos.
Después de pasar varias horas inmersos en el café, tú y Enzo continuaban deleitándose en una charla apasionada sobre el teatro y todo lo relacionado con sus amores creativos. El tiempo parecía volar mientras compartían anécdotas, descubrían similitudes en sus carreras y exploraban sus visiones artísticas.
A medida que la conversación fluía, el reloj recordó que era casi la hora del almuerzo. Enzo, con una sonrisa, sugirió: "¿Qué te parece si nos damos un respiro y vamos por unas hamburguesas?" La idea resonó contigo, y juntos se dirigieron a un lugar cercano para disfrutar de un almuerzo casual y reconfortante.
Después de saciar el apetito, la tarde avanzaba y la diversión no se detenía. Enzo, con su sentido del humor intacto, los condujo a un bar cercano. Cómicamente, se dirigió al bartender diciendo: "Denos dos cognac, que nos hace bastante falta". La ocurrencia sacó una risa de tu parte mientras observabas la escena con complicidad.
Mirándolo con una sonrisa, bromeaste: "Sabes, se supone que no esté borracha, pero si es así, no me importa".
Entre risas y la atmósfera relajada del bar, tú y Enzo continuaban disfrutando de la compañía mutua. El ambiente festivo se intensificaba a medida que ambos tomaban innecesariamente, sumiéndose en conversaciones que abordaban cualquier tema que se les ocurriera.
En un momento de confianza, decidiste compartir un secreto que habías guardado durante mucho tiempo. "Enzo, te tengo que confesar algo," dijiste, con un tono cómplice. Él, intrigado, respondió con un "Dale, dime".
Toda roja y riéndote, soltaste la confesión: "Yo te re amaba, like cuando saliste en 'La Sociedad de la Nieve', no pude aguantar mi fanatismo y pues, ahora que lo pienso, creo que hasta escribí un fanfiction de ti". La expresión de Enzo era un cóctel de sorpresa y diversión mientras esperaba a escuchar más detalles.
Con una risa nerviosa, Enzo te pregunta: "Y... de qué era ese fanfiction?" Entre risas y complicidad, respondiste, "Eso mejor no lo hablemos pero... ya tú sabe". Enzo, con una sonrisa pícara, te desafió: "Yo no sé, dime tú".
Entre risas y anécdotas compartidas, el tiempo parecía desvanecerse mientras ambos continuaban disfrutando de la velada. Sin embargo, la realidad del horario de su vuelo a Madrid interrumpió la burbuja temporal en la que se encontraban. El intercom anunció que era hora de abordar, generando una pausa en su divertida conversación.
Enzo, con una mirada juguetona, sugirió: "Quédate conmigo, así te sientas al lado mío y charlamos más". Tú, recordando la asignación de asientos, expresaste tu preocupación: "Pero, el asiento está designado". Sin embargo, Enzo, con confianza, respondió: "Eso me lo dejas a mí". Ante su propuesta, no pudiste evitar sonreír y ceder: "Pues, ¡vale!"
Al entrar al avión, Enzo abordó con confianza y se dirigió a una de las azafatas. "Perdona, pero hubo un error con los asientos, ella se supone que esté al lado mío, además que es my fiancé," dijo con una sonrisa juguetona, dejándote boquiabierta y bastante ruborizada. La declaración tomó por sorpresa a la azafata, quien, a pesar de la confusión, asintió amablemente y te acompañó hasta el asiento asignado al lado de Enzo.
Mientras te acomodabas, una mezcla de asombro y nerviosismo se reflejaba en tu rostro. Enzo, con su actitud desenfadada y una chispa de complicidad, te guiñó un ojo antes de sentarse a tu lado.
Al sentarte, no pudiste evitar comentarle a Enzo: "Estás demente, ¿cómo que fiancé?" Él te miró con una sonrisa pícara y respondió: "Ay mira, estos son cosas que pasan, y además esto, ehh..." Tratando de mantener la compostura, le interrumpiste: "Mira, ya, que estás re tomado, que ni sé de qué estamos hablando."
Él, con un tono cómico y sarcástico, te dijo: "De que eres mi fiancé y punto." En respuesta, le diste un pequeño puño juguetón en el brazo, y Enzo, dramáticamente, exclamó: "Ay, eso dolió." Tú, riendo, le reprochaste: "Ay no seas bobolón."
Ya cómodos en sus asientos, Enzo te mira con la expresión de quien necesita más alcohol, mientras tú le devuelves la mirada con gesto de ya no más. Sin embargo, al pasar una azafata, Enzo, con su característico sentido del humor, le dice: "Perdona, ¿nos podrás traer dos champán? Es que como nos vamos a casar pronto." Tu rostro se torna más rojo de lo que ya estaba ante la inesperada declaración de Enzo.
La azafata, acostumbrada a situaciones peculiares, asiente con una sonrisa y se apresura a cumplir la solicitud. Mientras tanto, Enzo se relaja en su asiento con una expresión de triunfo, mientras tú intentas ocultar tu sorpresa y diversión ante la ocurrencia.
Se tomaron el champán con un "¡Salud!" y el ambiente se llenó de risas y un toque festivo. Sin embargo, a medida que disfrutaban de la bebida, comenzaron a notar que el efecto del alcohol se estaba haciendo más evidente, sumergiéndolos en un estado de relajación profunda. Enzo te mira con complicidad, y con una sonrisa pícara, comenta: "Y de qué era el fanfiction? Es decir, me imagino que era bueno."
Tu rostro refleja una mezcla de pensamiento y vergüenza, y le respondes: "Ay Enzo, por favor, no hablemos de eso, ya te dije que no te voy a contar." Sin embargo, Enzo persiste con curiosidad: "Pero me imagino que fue creativo." Lo miras con incredulidad, como si sus palabras fueran más serias de lo que aparentaban, y le contestas: "Cómo que creativo, I mean, era normal, como una chica empezando sus veintes y todo eso."
La conversación da un giro inesperado cuando Enzo, con sorpresa, pregunta: "Espera, no jodás que… ¿cuántos años tienes?" Lo miras directamente y le respondes con humor: "Bastante mayor, ¿por? ¿Me veo vieja?" Enzo, tratando de explicarse, menciona: "No... es que yo pues, ya sabes que estoy en mis mediados de treinta." Tú, con una sonrisa traviesa, le dices: "Estás bien, ¿o mejor te digo que estás viejo?" Las risas se mezclan con la complicidad, creando un ambiente ligero y divertido mientras continúan su viaje a Madrid.
Después de la conversación sobre el fanfiction, Enzo ya estaba medio dormido, o mejor dicho, parecía cansado o sumido en sus pensamientos. Mientras tanto, sentías la necesidad apremiante de ir al baño. Decidiste levantarte del asiento y dirigirte al baño del avión. Sin embargo, al llegar, te encontraste con una fila larga para el baño de mujeres, y la urgencia no esperaba.
La azafata, al notar tu situación, te tranquilizó diciéndote que podías usar el baño de hombres, ya que estaba vacío en ese momento. Agradecida, aceptaste la oferta y te aventuraste en una larga caminata a través del amplio avión. Al final, encontraste el pequeño baño del avión, donde pudiste aliviarte y refrescarte las manos.
Justo cuando estabas a punto de salir, te diste cuenta de que Enzo estaba a punto de abrir la puerta del baño. Ambos se miraron con asombro, creando un momento de sorpresa compartida. Sin embargo, lo que más te ponía nerviosa era el silencio incómodo que se instaló entre ustedes. Aunque no era incómodo en sí, había una tensión que no podías ignorar.
Tus ojos se encontraron con los de Enzo, sus labios y sus ojos endormecidos brillando en la penumbra del avión. Era como si el tiempo se hubiera detenido por un momento, y la conexión entre ustedes se manifestaba en el silencio compartido. Ambos parecían estar atrapados en la atmósfera íntima del instante, sin palabras pero con una comunicación palpable entre las miradas.
Ligeramente afectada por los efectos del alcohol, observabas cómo el brazo de Enzo estaba recostado en la puerta del baño, como si te invitara a pasar. Sin embargo, te quedaste mirándolo, notando que sus venas sobresalian, un detalle que capturó tu atención de manera inusual.
De repente, Enzo miró a ambos lados y se introdujo al baño contigo, a lo cual respondiste incrédula, diciendo: "Mijo, pero—" Antes de que pudieras terminar la frase, Enzo te agarró de los muslos y te hizo sentar en el mini lavamanos. Te sentías un poco incómoda, sin estar segura de cómo reaccionar, pero permitiste que Enzo guiara la situación.
Él te agarró suavemente del cuello y empezó a besarte apasionadamente, como si ambos tuvieran una sed desesperada de conexión. Respondiste a sus besos de manera igualmente intensa, sumergiéndote en el momento. La pequeña cabina del baño se convirtió en un espacio íntimo donde las emociones y los deseos se expresaban libremente entre ambos, desafiando la lógica del apretado espacio.
Después de tantos besos, Enzo te tocaba apasionadamente por todos lados, más — soltás un suspiro largo y él hace lo mismo, como medio agitado. "Me parece que ya es hora de pegar una cabeceada," te dice. Tú, con cierta preocupación, le tirás, "Pero capaz hay gente esperando afuera, ¿cómo hacemos para salir del baño?" Él te responde con un "Solo tenés que seguirme," agarrándote de la mano. Enzo abre la mini puerta del baño del avión, echa un vistazo a los lados y, medio incómodos pero satisfechos, se encaminan hacia sus asientos.
Al sentarse, tú y Enzo quedan en un largo silencio, procesando todo lo que había pasado en esos largos minutos en el baño del avión. Mientras tanto, Enzo te agarra de la mano y te da un besito en la misma. "(Y/N), me tendrías que pasar tu número de celu, quiero volver a verte," te dice, y tú, ya un poco cansada y recostada en el hombro de Enzo, le respondés, "Cuando aterricemos, te paso mi número," y él asiente con un "Dale."
Fin
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stuckwthem · 3 months
Note
hi! i love your writing and i wanted to ask you if i can request a kuku fic? and could you make it a little smutty? thnx!!
sweet nothing | esteban kuku
summary: tú y kuku vivís juntos, y todos los días después del trabajo lo único que queréis es correr a los brazos del otro.
tw: bien poquito smut
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cuando entraste en el salón, después de una ducha revitalizante y vestida con ropa más cómoda, viste a esteban sentado en el sofá con sus gafas leyendo uno de tus roteros de teatro, y sonreíste al verlo. formaba parte de tu rutina familiar después de un largo día de trabajo llegar a casa, ser recibida con cariño y poder pasar un rato de relax en el sofá con tu novio. 
la tele estaba encendida, emitiendo sonido ambiente, pero el actor no la estaba viendo, concentrado en las pequeñas palabras de las páginas, desplomado en el sofá. 
"¡vete para allá, que estás en mi lado del sofá!" te acercaste con un tono de falsa impaciencia sólo para romperle las pelotas, chocando tus rodillas contra las piernas de kuku.
esteban levantó la mirada, uniéndose a tus bromas mientras te fulminaba con la mirada por encima de sus gafas, observándote con falso fastidio. entonces te recorrió con la mirada, más concretamente se fijó en tu cálido pijama con estampado de monitos.
esteban soltó una carcajada y rodó los ojos cariñosamente, girándose perezosamente hacia el centro del sofá. 
"oh, perdona, no había visto tu nombre escrito en él", dice irónicamente, torciendo los labios. te tiras sobre el cojín antes ocupado por él, siendo acogida por el calor de su cuerpo.
"es mío por honor, esteban. ¿ves esa mancha aquí? la hice yo. mi territorio". señalando una pequeña mancha más oscura en la tela, exclamas con expresión seria.
"ah, así que ahora admites que has sido tú" el pelinegro entrecierra los ojos en tu dirección, acusadoramente. te aguantas la risa al recordar la vieja discusión que tuvisteis sobre las manchas en el sofá, en la que negaste rotundamente ser la culpable.
"sólo era cuestión de marcar tu territorio para momentos como éste", te encoges de hombros, con cara desdeñosa.
entonces los dos os reís, en un momento totalmente doméstico y habitual, que te ayuda a deshacerte de la tensión del día y a reconectar con esa buena energía. esteban te tiende una bolsa de gominolas ácidas, que aceptas encantada, arrojándote sobre el sofá, imitándole.
después de un rato de mirar al techo, repasando inevitablemente los pequeños detalles del día, te vuelves y te encuentras con un esteban cariñoso, con la cara vuelta en tu dirección mientras tiene una mirada divertida clavada en ti.
"¿por qué me miras así?", le preguntas enarcando las cejas, apoyando la mejilla en el mullido cojín del sofá.
"porque eres guapa y eres mi novia, ¿puedo?", reta, como si tuviera la respuesta en la punta de la lengua.
"¿incluso con este ridículo pijama?", preguntas, casi incrédula, abriendo los brazos para que pueda contemplar tu elección de vestimenta.
esteban sonríe, mirando brevemente el pijama que llevas puesto. coge uno de los extremos tejidos entre los dedos y finge analizarlo seriamente.
"ah, definitivamente. estos monitos sólo añaden encanto", responde, guiñando un ojo juguetonamente. "además, es el pijama más sexy que he visto nunca".
"¡parezco una abuelita!" discrepas, asombrada, exageradamente estupefacta.
"pues entonces, supongo que me gustan las señoras maduritas. serías una señora muy apetitosa" bromea esteban con una sonrisa maliciosa en los labios, mirándote de arriba abajo como si te estuviera evaluando.
jadeas de sorpresa, sorpresa y humorada, mirándole con los ojos muy abiertos y una enorme sonrisa en la cara, divertida. kuku abandona el rotero que estaba leyendo, lo deja a un lado y te atrae en un cariñoso abrazo sobre su regazo. le duelen las mejillas de tanto sonreír.
esteban olía a su suavizante de ropa limpia, a desodorante masculino y a jabón. olfateaste la curva de su cuello una vez más antes de separarte para oírle hablar.
"me está gustando mucho la idea de envejecer contigo ahora, ¿sabes?" murmura, con la misma sonrisa traviesa, mientras la punta de su nariz casi se encuentra con la tuya.
"idiota", su cariñosa maldición se convierte en una risita nasal.
sus dedos se pasean por la cara de kuku, contando cada peca a lo largo de su mejilla y luego bajando por su nariz. los ojos del actor se pasean por su cara, admirándola con calma, repasando cada trocito que desearía no olvidar nunca.
"¿cómo te ha ido el día?" preguntó esteban, apoyando la cabeza en el sofá para verla mejor. sus ojos recorrieron el resto de pecas de su cuello hasta el cuello de la camisa, haciéndola suspirar con la tentación de besar cada una de ellas.
"muy bien, un poco cansada como siempre" contestó, pasándose la mano por el pelo en un intento de arreglárselo. él le ayudó pasándole los dedos por detrás de las orejas, recogiéndole algunos mechones rebeldes. "te he extrañado todo el día"
esteban sonrió dulcemente, pasando la otra mano por su muslo izquierdo mientras la otra bajaba hasta su mandíbula, acariciándola lentamente con el dorso de los dedos.
"¿y lo tuyo?" le devolvió la pregunta, dejando caer la cara hacia un lado, apoyada en la mano de su novio.
"es un poco pesado, ensayos y más ensayos, no quiero más leer ni una palabra", soltó, y se podía ver el brillo del cansancio en sus ojos marrones detrás de las gafas. "sólo he estado esperando este momento"
para satisfacer tu deseo, esteban bajó la mano hasta tu barbilla y te atrajo hacia un beso, lento y suave. el calor de su boca era agradable y familiar contra la tuya, encajando tan fácilmente en el contorno de los labios suaves y contorneados del actor. saboreaste el sabor cítrico del dulce ácido de antes y te reíste en el beso, rozando tu nariz contra la suya mientras inclinabas la cabeza hacia el otro lado.
las gafas de esteban empezaron a interponerse en la profundización del beso, y te apartaste rápidamente, retirando con suavidad la montura de su cara y colocándola sobre el brazo del sofá. sus miradas volvieron a encontrarse, tu sonrisa creció al poder ver la extensión completa de su rostro. inclinándose sobre su regazo, dejó un beso bajo las pequeñas arrugas que marcaban las comisuras de sus ojos, completamente adorables. sin poder contenerse, comenzó a repartir besos sobre su piel, sobre su ceja, sobre su frente, sobre la punta de su nariz. la risa de kuku era adorable y serena mientras aceptaba su arrebato de amor.
sus labios recorrieron la longitud de su cara, dejando un pequeño beso en el arco de cupido de sus labios y luego volvieron a buscar su boca, besándola sujetándola por ambos lados de la cara. era tan fácil amarle. las manos de esteban encontraron el dobladillo de la camisa de su pijama, y lo recorrieron lentamente por debajo, las yemas de sus dedos subieron lentamente por su torso, descansando alrededor de sus costillas, sujetándola. su pulgar acarició tranquilamente su piel en pequeños círculos. 
instintivamente, a medida que el beso se alargaba y te perdías en aquella sensación, deleitándote en el rincón de su boca, sus caderas comenzaron a rodar, lentamente, hacia delante y hacia atrás bajo tu regazo, convirtiendo el movimiento en una deliciosa fricción, arrancando débiles gemidos de la garganta de esteban, que no tardó en sentir cómo su miembro se tensaba bajo su palpitante núcleo. sinceramente, no necesitaba mucho.
rápidamente, el roce se convirtió en algo más rápido e intenso, calentándole todo el cuerpo y agitándole la respiración. era difícil incluso igualar el beso, que con el movimiento de vaivén se perdía cuando sus bocas se alejaban, limitándose a rozarse.
esteban no perdió el tiempo, agarrándola por la cintura y deslizando todo su brazo por detrás de ella, acercando sus posiciones y colocándola ahora debajo de él, tumbada bajo el cojín del sofá, sintiendo el ligero peso de su cuerpo y la presión de su polla entre sus piernas.
sediento, ansiando tu sabor, el actor se quitó rápidamente sus pantalones y bajó sus labios hasta tus muslos, mordisqueando la sensible piel del interior de tus piernas. 
tu cuerpo se estremeció ante la repentina proximidad de su boca a tus bragas, y el mero roce de la nariz de esteban con la tela bastó para que arquearas la espalda y jadearas.
"oh, de repente tu lado del sofá no es tan importante, ¿eh?", se burla, murmurando entre tus piernas, y tú te ríes, con la mente ya demasiado ida como para refutar sus insinuaciones.
━━━━━━━━ ✤ ━━━━━━━━
me estoy torturando con estas cosas, no aguanto 😣
gracias por la ask <33 ¡¡ ¡como lo has enviado en inglés (me dejé llevar y lo olvidé), lo traduciré y lo publicaré lo antes posible!!!
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themasterreader69 · 1 month
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INTERLUDIO
Enzo Vogrincic x Reader
Enzo Vogrincic protagoniza "Romeo y Julieta" en el teatro El Galpón con su ex, Sofia Lara. La narradora vive un interludio íntimo, desafiando la dualidad entre escenario y realidad.
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Esa noche de verano la compartimos en el teatro El Galpón. Él que se encontraba trabajando actualmente en "Romeo y Julieta" una reversión del clásico pero dirigida por Marcos un director de mala muerte que insistía en la participación estelar de Enzo —quien se había convertido en su actor fetiche— como Romeo. Ahora ¿quién fue la mismísima Julieta? evidentemente no podría serlo yo, de teatro lo único que sé es contar las butacas. El aclamado papel lo cumplió ni más ni menos que Sofia Lara, ex de Enzo. Marcos conocía —como todo el mundo actualmente— muy bien su historia y la química de ambos en el escenario era inigualable. 
     Puntos para ella, pensé yo.
Enzo estuvo durante todo el día, ansioso. Él me había confesado sus pensamientos y yo había querido calmarlo pero nada fue suficiente, hoy era distinto, era especial, la última función —al menos hasta la próxima temporada—
     No es como si le fuera a ir mal, lo había hecho muchas veces ya, ensayado más de mil quinientas. Por unos meses incluso, en cada cita que teníamos incorporaba diálogos de la obra, quizá para algunos eso sería agotador de experimentar pero para mí eso sólo indicaba su compromiso artístico, digno de su talento.
Él había insistido en que fuera a verlo —lo cual era algo inusual para mí— para darle mi apoyo. Estar juntos públicamente era arriesgado, no queríamos —ninguno de los dos— terminar en ningún programa de farándula y acordamos desde el principio hacer de nuestros encuentros nuestro pequeño mundo, aislado, privado... Nuestro.
«Pasa a buscarme cuando comience el interludio ¿si?» fueron sus últimas palabras antes de subir al escenario. Intrigada, intenté descifrar su significado, pero la confusión me impidió formular preguntas. Cuando logré procesar la situación, ya se había sumergido en la actuación.
Enzo se sumergió en la escena del balcón con una emotividad arrebatadora. Su expresión reflejaba el anhelo y la desesperación del amor prohibido.
 Cada palabra resonaba con un amor apasionado, y su mirada ardiente iluminaba el escenario. La química con la Julieta en el papel de Sofia Lara era palpable; eso a mí me generaba una tormenta de emociones. Cada gesto, cada mirada compartida, evocaba un vínculo que, aunque ficticio, despertaba sentimientos latentes. 
     La conexión palpable entre ellos se volvía un espejo de lo que había compartido con Enzo. Verlo entregarse a la escena con tal intensidad despertaba una mezcla de admiración y celos, recordándome que en el escenario, aunque actúen un amor efímero, la realidad de su historia compartida previamente se volvía más aguda y compleja. 
Salí de mi asiento con apuro, el bullicio no me dejaba pensar pero me moví abriéndome paso entre la gente hasta llegar a unos baños que Enzo me había indicado previamente.
«Amor, estuviste excelente» Habría soltado con emoción al verlo, si no fuera porque me interrumpió silenciándome con su mano mientras hacía una mueca apoyando su dedo índice sobre sus labios. Entramos al baño.
El interludio había llegado.
La puerta se cerró detrás nuestro y el susurro de esa cerradura vieja fue como un telón que caía, marcando inicio de nuestro propio acto privado.
En la penumbra del baño, la energía de la función aún vibraba en el aire. Enzo me guío hacia ese espacio íntimo, donde las luces tenues y los murmullos distantes creaban una atmósfera cargada de anticipación, me rodeó con la intensidad de su deseo sin mediar palabras sus labios encontraron los tuyos en un beso que evocaba la pasión contenida durante la actuación. 
     ¿Será este el amor prohibido que su expresión anhelaba desesperadamente?
—Estás realmente hermoso— Le susurré al oído tan pronto como pude hablar y le dí una lamida juguetona en su oreja. 
      Su boca, buscaba la mía con hambre, como si quisiera devorar cada beso como si fuera el último. El perfume de madera que Enzo llevaba consigo se mezclaba con el olor a sudor, como debe ser en un hombre. Era un aroma que me enloquecía, que me sumergía en la vorágine de la pasión.
—No me podía concentrar, no dejaba de pensar en vos— Me decía con una voz ronca y agitada, mientras sus manos, hábiles y decididas, recorrieron mi cuerpo como si quisiera cartografiar cada rincón de él.
     Me decidí por seguirlo y pronto logré su ritmo, en esa intimidad podría jurar que había sentido su pálpito. El encuentro se desarrolló como una sinfonía de jadeos y nuestra conexión alcanzaba un crescendo incontenible.
     El aroma a maquillaje se mezclaba con el calor creciente, era como un juego de contrastes, intensificando la experiencia visceral. Nuestra conexión era como una danza salvaje, pero yo lo sentía tan suave al mismo tiempo. 
     El baño del teatro se volvía el escenario de un encuentro donde la pasión se expresaba sin restricciones, como un río desbordado que no conocía límites.
     Más que en las nubes, estaba en Babilonia, hasta que lo arruinó cuando se despegó de mí para preguntar: «Decime la verdad ¿no te pone mal verme actuar con Julieta en escena?»
Su mirada buscaba la mía con intensidad, mientras sus manos seguían explorando con deseo.
Que tipo que sabe arruinar un momento.
—No, porque ella no te tiene así como yo— Le dije agarrándolo del mentón y luego de morder sus labios continúe explicando.— No hay escenario, no hay público, no hay tal acting.  Sos mío en este momento. Cada suspiro que compartimos ahora nos pertenece, solo a nosotros— Respondí con una mirada que desafiaba cualquier sombra de celos.
     El encuentro era crudo y real, sin reservas ni formalidades, nos buscábamos y encontrábamos con ansias, sin inhibiciones.
     Era primitivo, de haber estado en su casa, él habría sido un caballero, me habría preparado... Pero esto no era su casa y en ese baño no había ningún hombre, ni caballero, tan sólo un animal.
     Todo era perfecto pero volví a caer de las nubes cuando separándose de mí, dijo: «Aunque este interludio haya sido una obra maestra, tengo que regresar al escenario» — Y me soltó.
Fin de interludio.
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analisword · 2 months
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high infidelity (Enzo Vogrincic x Fem! Reader)
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summary:
Alana Lomelí tiene todo lo que alguna vez soñó: Un best selling en Latinoamérica, un departamento en España y un novio para compartir sus triunfos, sin embargo, todo cambia una noche, cuando su actor favorito le confiesa que ella es su autora favorita. 
Or
En donde Enzo y Alana se encuentran el uno al otro cuando ambos estaban perdidos.
Inspired by high indelity and tolerate it de taylor swift.
tw: infidelidad por parte de enzo y protagonista, uso de alcohol y otras drogas, smut eventual. La mayoría de la escritura será en lenguaje neutro, una disculpa de antemano si utilizo modismos incorrectos:).
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Capítulo 1.
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—Muchas gracias por todo—dice Alana amablemente mientras le abre la puerta a Julieta, su estilista de confianza. 
—Gracias a ti—dice ella—. Ya sabes, si se te empiezan a soltar las ondas…
—Dejo que lo hagan y no meto mato—termina la oración, recordando como en el último evento al que asistió, arruinó su  peinado intentando componer un rizo suelto. 
—Eso es—dice riendo—. Mucha suerte hoy. 
—Vale, gracias—le responde cerrando la puerta una vez se marcha del departamento. 
No necesita suerte. 
No la necesita porque no está nominada a ningún premio, no tiene que presentar artistas o entrevistar gente que no conoce, simplemente se dedicará a ver una premier de una película independiente, beber alcohol gratis y comer palomitas, un viernes bastante apetecible a decir verdad. 
Hace dos años y medio que se mudó a Sevilla, antes de eso, nunca había visitado Europa, y la primera vez que lo hizo, se quedó. 
Nunca se hubiera imaginado viviendo en España, fuera de su país  y fuera de su familia, pero todo cambió cuando le ofrecieron un nuevo trabajo a Sebastián.
Sebastián  era su novio desde hace largos cuatro años, se conocieron precisamente por el trabajo, cuando él fue el encargado de editar su libro de fantasía, el chico hizo un trabajo impecable, como de costumbre, y el libro terminó siendo best selling en Latinoamérica, cosa que hasta el día de hoy, Alana encontraba como algó impactante y maravilloso. 
Decidieron separar su relación del trabajo, por lo cual el resto de libros de la saga (otros tres en total) fueron editados por otra colega, eso no fue impedimenta para que el resto de los libros fueran igual de aceptados que el primero, actualmente, Alana era una de las autoras más proclamadas del habla hispana, firmando contrato con una editorial que le daba libertad de escritura, escuchaba sus opiniones y conseguía que asistiera a eventos divertidos: la premier de una película underground en el teatro más grande la ciudad. 
Después de quemarse las pestañas durante cuatro años, consiguiendo de alguna manera escribir un libro por cada uno, Alana decidió tomarse unas vacaciones, aún así, sus dedos picaban por seguir creando, por lo cual actualmente se dedicaba a leer y corregir los manuscritos de Sebastián, el cual había decidido escribir su propio libro a la par de editar para otros autores, para este punto, a Alana le parecía un poco irónico todo el asunto, pues cuando acordaron separar el trabajo de su relación, no pensó que eso significaría leer los cientos de relatos sin terminar del chico mientras que él no se dignaba a leer nada de lo que ella hacía, pero no quería culparlo, sabía más que nadie que su novio se encontraba lleno de trabajo hasta las narices, y cuando no lo estaba, él mismo buscaba encontrarse en aquella incómoda situación. 
—Me da mucha pena no acompañarte hoy—dijo Sebastián viéndola desde el marco de la puerta mientras que ella terminaba de aplicarse la última capa de rubor, Alana hacía su maquillaje para todos los eventos a los que iba, era una de las cosas que más le apasionaba, sin embargo, su rebelde cabello sólo podía ser domado por Julieta, por lo cual la mujer siempre trabajaba en su melena mientras que ella se maquillaba. 
Alana hizo una mueca mientras lo veía por el espejo, Sebastián llevaba la misma camisa con la que se había dormido y un short de ejercicio, unas profundas ojeras decoraban su rostro y su barba estaba mal afeitada, los últimos meses habían sido así, Sebastián se la pasaba más tiempo en su propio estudio del departamento que a su lado, nuevamente, Alana no quería culparlo, pero no pudo evitar sentir una punzada de coraje en su pecho, no era el hecho que Sebastián hubiera decidido no acompañarla a la premier, era el hecho de que nuevamente había decido no pasar tiempo con ella, Alana hubiera cambiado su costoso vestido (prestado, claro) y sus lujosas joyas (rentadas) por quedarse en casa aunque sea viendo una película con su novio, llevaban meses sin pasar tiempo juntos y sin hacer otra cosa actividad recreativa que no fuera hacer el desayuno o las compras del supermercado. 
—No pasa nada—mintió devolviendo la mirada a su reflejo, al menos se veía guapa—. Sé que estás ocupado. 
—No tienes idea, creo que acabo de escribir lo mejor de toda mi vida—dijo emocionado, Alana le sonrió sinceramente, ignorando el hecho de que el chico decía eso cada vez que escribía un nuevo capítulo para el thriller que se encontraba creando. 
—Estoy segura que sí, cariño—dijo ella viéndose por última vez y tomando su pequeño bolso de la cama. 
—Sabes que al menos te llevaría al teatro, pero…
—Estás ocupado—lo interrumpió—. Ya lo sé. 
Sabía a ciencia cierta que Sebastián mentía, hace tres semanas, Alana se había despertado en la madrugada por unos horribles retorcijones en el abdomen, unos mariscos le habían caído pesado y la chica vomitó una cantidad de veces que ni siquiera sabía que eran posibles para el cuerpo humano, cuando buscó con su brazo a Sebastián en la cama no lo encontró, y cuando le pidió que si por favor la podía llevar al hospital mientras él se preparaba un café, él le dijo que tomara un taxi. 
Porque claro…estaba escribiendo lo mejor de su vida. 
Sebastián apretó los labios apenado, al menos tenía la decencia de fingir importancia, sabía que cuando dejara de hacerlo, sería el quiebre para ellos. 
A veces se sentía que estaban en la cuerda floja, pero ella no podía simplemente tirar cuatro años de relación a la basura, se había mudado a un jodido continente desconocido por él, eran el apoyo del uno al otro, en la extraña y retorcida manera de Sebastián.
O tal vez Alana era tan estúpida como para quedarse en un lugar donde ya no sentía bienvenida por el simple hecho de sentir miedo a estar sola. 
—Te esperaré despierto—le aseguró él dejando un pequeño beso en su mejilla, al menos Alana sabía que eso sí era verdad. 
—De acuerdo, ya llegó el taxi—dijo ella viendo su celular.
—Diviértete. 
El viaje hacia el teatro fue tranquilo y la llegada fue más explosiva de lo que imaginaba, el lugar estaba repleto y desde la calle había una especie de alfombra roja donde le obligaron a caminar, Alana no era famosa en el mundo del cine pero ciertamente era conocida, adoraba el séptimo arte y aunque fuera un sueño bastante loco, le encantaría que alguna vez llevaran alguno de sus libros a carne y hueso. 
Había celebridades de todo tipo, ella se tomó fotos con los que conocía y admiraba y le sonreía a los que no, la presentación de la película fue bastante emotiva (como suelen hacerlo) y al finalizar la transmisión, comenzó la fiesta. 
Alana no dejó mostrar su incomodidad mientras se paraba en uno de los pilares del teatro y tomaba una copa de champagne, era introvertida, por lo cual no solía hacer muchos amigos en eventos como estos, pero no podía negar que se estaba divirtiendo, la película había resultado medianamente buena, adoraba la comida de cine y el alcohol le sabía delicioso. 
—¿Alana Lomelí?—un acento bastante dulce y diferente al español que había estado escuchando durante toda la noche la sacó de sus pensamientos, ella se giró a ver al protagonista de aquella melodiosa voz e inmediatamente se ahogó al verlo. 
Literalmente se ahogó: el champagne se fue por el orificio equivocado, quemando su vía aérea,  comenzó a toser tan fuerte que algunas personas la miraron con preocupación y vergüenza ajena, el actor  levantó su mano, como indicando que estaba por tocarla y después comenzó a palmear su espalda. 
¿Qué mierdas hacía Enzo Vogrincic evitando que ella muriera asfixiada?
¿Y por qué mierdas sabía su nombre?
 ¿Y por qué mierdas era jodidamente guapo?
—Perdón si te asusté—se disculpó con una tímida sonrisa una vez que ella dejó de toser y abrir la boca como un pez fuera del agua, sentía lágrimas en las orillas de sus ojos y su garganta aún picaba un poco, un  frío recorrió su espalda una vez que la enorme mano de Enzo dejó de tocarla, quién sabe si había sido su intención, pero sus palmadas habían sido fuertes aunque efectivas. 
Y seguramente las ondas que le caían por la espalda ya estaban arruinadas. 
Y por primera vez, no le importaba que Julieta la regañara si llegaba a ver las fotos. 
—¿Me hablas a mí?—preguntó ella sintiéndose estúpida apenas las palabras abandonaron su boca, se golpeó la frente mentalmente. 
—Ehh, sí—dijo él riendo, ¿qué siempre estaba feliz?—. Al menos que exista otra Alana Lomelí por aquí—dijo él levantando las cejas como escaneando el lugar. 
Para este punto de su carrera, Alana ya estaba algo acostumbrada a conocer gente famosa, pero nunca se le había pasado por la mente encontrarse con su jodido actor favorito y mucho menos que él supiera de su existencia. 
—Perdón—se disculpó nerviosamente—. Es que wow, soy en verdad una gran fanática tuya. 
El chico le sonrió dulcemente y se llevó la mano al pecho, como si su corazón se hubiera llenado de la confesión de la chica, ella no pudo evitar sonreír estúpidamente. 
Dios, qué bueno que había aceptado venir. 
—Lo mismo digo—dijo él—. Me leí la saga completa de arco de sangre, uff—expresó resoplando al final.
Alana parpadeó varias veces, los recuerdos de los años anteriores invadieron su mente rápidamente, ella escribiendo en su habitación hasta la madrugada, en la biblioteca de la facultad después de sus exámenes, en casa de Sebastián una vez inició con el manuscrito del segundo libro, todo tomaba sentido cuando la gente le decía que en verdad leía lo que escribía, que habían tenido un buen tiempo haciéndolo, incluso cuando la odiaban por matar a sus personajes favoritos, ahora en este mismo instante, mientras Enzo Vogrincic le decía que se había leído la saga completa, todo tomaba sentido. 
Sintió la sangre subir por sus mejillas y un calor extraño en el vientre, tuvo que bajar la mirada a su copa, usualmente no se sentía intimidada por la gente, pero Enzo estaba parado ahí, con su cabello largo perfectamente peinado pero despeinado, con una piel reluciente y bronceada y un perfecto traje, se dio cuenta que sus ojos eran más claros que en las fotografías o en vídeos, la cámara no le hacía justicia para capturar la belleza y aura que emanaba. 
—Vengo siguiendo tu trayectoria desde años, desde el teatro hasta el cine—le informó rápidamente, sintiéndose como una adolescente que acababa de conocer al cantante de su boyband favorita, Enzo le regaló una sonrisa que mostró todos sus dientes y de pronto se sintió como si se encontraran solos en el lugar y no estuvieran repletos de gente y flashes de cámaras. 
—Sos mi escritora favorita de habla hispana, sos una genia—dijo él abriendo sus ojos, Alana sintió un tirón en su corazón al escuchar esas palabras, Enzo jodido Vogrincic le había llamado genia. 
Ya podía morir en paz. 
—Esto significa muchísimo para mí, muchas gracias—agradeció y dio otro sorbo de champagne, sintiéndose agradecida de que el coraje líquido estuviera haciendo su efecto. 
—¿Conocés a Rodri de hace mucho?—preguntó él casualmente, Alana supuso que el chico se refería a Rodrigo Saltz, el director de la película que acababan de ver, Alana cayó en cuenta que estuvo sentada durante más de tres horas en el mismo lugar que Enzo Vogrincic sin tener idea alguna al respecto. 
—No realmente—respondió sinceramente a decir verdad, no conocía a nadie del electo o staff de la película, había asistido únicamente porque Maricia, su agente, la había invitado—. Pero soy muy fan del cine, desde que me mudé acá he estado asistiendo a este tipo de eventos. 
—No sabía que te encontrabas viviendo acá, sos de México, ¿cierto?
—Sí, ya voy para dos años viviendo acá, me mudé por el trabajo de mi novio.
—Ah, qué interesante—respondió él inclinándose en el muro y entregando su completa atención—. ¿Escribe también?
—Sí, algo así—respondió—. Fue el editor de arco de sangre y ahora se encuentra trabajando en su primer libro. 
—¡Ah! ¿Editó toda la saga?
—No, sólo el primer libro—informó, se sentía culpable, pero hablar de Sebastián de pronto le aburría. 
—El segundo es mi favorito—informó él para después tomar una copa de la bandeja que un mesero iba pasando, Alana inclinó la cabeza con gesto de curiosidad al escucharlo—. ¿Qué?—preguntó al notar la reacción de la chica. 
—No te creo—respondió ella, el segundo había sido su libro favorito al escribir, pero también había sido el menos aclamado por el público y el que peores reseñas tuvo (dentro de las tantas buenas) incluso se pensó cancelar la saga completa, pues por un momento pensó que a la gente no le había gustado tanto por haber sido editado por una persona diferente y no Sebastián. 
—Es verdad—dijo él—. Fue donde más protagonismo le diste a Luther, que por cierto, es mi personaje favorito. 
Alana no pudo evitar morderse el labio inferior, Luther era el protagonista masculino de su saga. 
Dios, Enzo no tenía idea alguna…
—¿Sabes? Casi cancelo la saga entera precisamente por ese libro—dijo ella alzando su copa. 
—Nah, no te creo—dijo él con el mismo tono que ella había empleado momentos atrás. 
—Te lo juro—respondió—. Al público no le gustó mucho. 
—Estás jodiéndome, a ver, que tengo ese libro en mi GoodReads y sé que a la gente le encantó—gritó pues la música era alta y los cientos de voces se mezclaban entre su conversación—. Yo mismo le di 5 estrellas, la reseña estará por ahí si la buscas. 
Nota mental: Buscar la reseña de Enzo apenas llegara a casa. 
—Bueno, tal vez tenía algo de problemas para aceptar las críticas cuando recién inicié—confesó, precisamente por eso no le ponía mucha atención a las reseñas, no le tomó mucho tiempo en darse cuenta que Enzo emanaba una confianza que te hacía querer hablar hasta los codos. 
O tal vez era el alcohol y ese estúpido traje negro, la imágen de Sebastián le picó en el fondo de su mente pero ella la empujó, no tenía nada de malo que estuviera conversando con su actor favorito, ¿cierto? Era de esas oportunidades que se presentaban una vez en la vida, además, Enzo estaba siendo jodidamente amable y para nada le hablaba con otras intenciones, además, Alana le hizo saber inmediatamente que se había mudado al jodido continente por el trabajo de su novio. 
—Yo era igual al principio—dijo él asintiendo—. Cuesta, pero uno se termina acostumbrando y a la larga aprendés a bloquear los malos comentarios y sacar lo bueno de las críticas constructivas. 
—Debe ser más difícil para ti—apuntó ella—. Tú cara literalmente está en la pantalla grande o enfrente del público, yo oculto mi rostro detrás de letras, la mayoría de la gente que está aquí no tiene puta idea de quién soy—dijo ella aliviada, le gustaba ser reconocida, pero no amaba los reflectores. 
—¿Qué va?—dijo él rodando los ojos—. Cualquiera que haya comprado un libro tuyo te verá en la contraportada—rió—. Pero entiendo a lo que te refieres. 
—¿Tú conoces a Rodrigo de hace mucho?—preguntó cambiando un poco la dirección del tema. 
—Sí—dijo—. Precisamente estoy trabajando con un amigo de él, andamos filmando acá, entonces ya llevo unos meses viviendo en España. 
—¿Cómo te trata el país?—preguntó ella, España era hermosa, pero el cambio le había parecido brusco al inicio. 
—Eh, me gusta pero me asusta—dijo él—. Por eso cuando noté a la primera latina del lugar  corrí hacia a ella—dijo él para después darle un trago a su copa, Alana se sintió sonrojar,  ciertamente se sentía agradecida de que Enzo se le hubiera acercado, ella probablemente hubiera muerto del coraje si se hubiera dado cuenta que Enzo estaba en el mismo lugar que ella y ella no había tenido idea alguna. 
—Gracias, la verdad este lugar estaba ahogándome, no conozco a nadie, digo, no es como que te conozca a ti, supongo que ahora sí, bueno tú entiendes, gente latino, digo latina—sacudió la cabeza—. Y así—habló rápidamente, Enzo soltó una carcajada, para ser una escritora, Enzo parecía robarle el sentido de las palabras. 
—Qué tierna que sos—sonrió él, Alana sintió la necesidad de darle un abrazo, pues aunque precisamente acababa de conocerlo hace unos instantes, llevaba años siguiendo su trayectoría, le admiraba de demasiado, sin embargo, antes de que se atreviera a acercarse más, llegó un hombre con una gigantesca cámara. 
—Enzo, ¿una foto con Alana?—preguntó el hombre captando la atención de más presentes, inmediatamente personas comenzaron a acercarse.
—Claro, claro—dijo él llevando su brazo delicadamente sobre los hombros de Alana, ella sonrió y posó para todas las fotografías. 
—¿Se conocen de mucho?—preguntó un reportero, Enzo se giró a verla y rió, Alana apretó los labios. 
—Lo acabamos de hacer pero llevo leyéndola años atrás—respondió él. 
—Y yo llevo viéndolo años atrás. 
Flashes resplandecieron ferozmente, pero ellos mantuvieron la mirada fija sin borrar sus sonrisas. 
No tenían idea de que sus vidas no volverían a ser las mismas. 
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mondomoderno · 3 months
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🏛️ Este hermosísimo y decó portal de cementerio se encuentra en el centro-norte de la provincia de Buenos Aires, en la localidad de 25 de Mayo.
🔍 Hace años que busco información sobre su arquitecto, León Tumiati, y hasta el momento sé que nació en Ferrara, Italia, probablemente en 1895. Estudió y egresó como arquitecto en Bologna, llegando a CABA en 1929.
🏠 Para 1930 Tumiati realizó dos proyectos en Villa María que no se construyeron, pero en cambio, en CABA, en la esquina de Álvarez Thomas y Virrey Loreto construyó una vivienda colectiva con locales comerciales que aún muestra su firma.
🗓️ Volvamos al portal del cementerio de 25 de Mayo. Se inauguró el 31 de octubre de 1937 y ese día contó con la asistencia del gobernador Manuel Fresco, su esposa, su comitiva y el obispo de Azul.
😇 Dos ángeles en oración nos reciben y también una frase en el centro del portal: “Non omnis moriar" que significa “No moriré del todo” y es una cita del poeta Horacio. Una frase que va de la mano del sentimiento de armonía que transmite el arbolado del ingreso. Tumiati contó con la asistencia del escultor P.J. Ferrari y el constructor L. Ferraris. El frente sorprende por su art decó más cercano al de los cines de la época que a los portales monumentales e imponentes de Francisco Salamone.
🏰 Dentro del cementerio encontramos una capilla con una cruz decó, una oficina administrativa, numerosas bóvedas art decó, sepulcros antiguos y una galería de nichos. Al final de la calle principal, la que supo ser la morgue.
📜 También se hallan al menos dos bóvedas diseñadas por Tumiati junto a Ferrari, (8y9) también autor de las esculturas del frente del cine Teatro Premier en CABA.
📘 En 1944, Tumiati publicó un libro llamado Pensamientos sobre la arquitectura con ilustraciones de proyectos arquitectónicos de aires futuristas mezcladas con reflexiones propias(10).
💬 Frente a la capilla una frase nos recibe o nos despide: «Tú que ciego en el placer/cierras del alma los ojos/contempla en estos despojos/lo que eres lo que haz de ser/ven a este sitio a aprender/del hombre la duración/que en esta triste mansión/de desengaño y consejo/cada sepulcro es espejo/cada epitafio lección.»
📷2024
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renecogitans · 3 months
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Recuerdos que lastiman
Querida,
En esta carta, plasmo los pensamientos que han estado danzando en el teatro de mi mente. Hace mucho que no compartimos palabras, y la realidad me susurra que debo liberarte. Entiendo que tu felicidad ya no encuentra su raíz a mi lado. Mientras mi corazón se agota, vierto estas líneas en mis notas para aliviar la carga que lleva.
Es grato saber que la vida te sonríe, mereces ese regalo, aunque mi sombra persista, y siento que mi última muestra de amor fue retirarme para contemplar tu dicha desde la distancia. Hoy, en la penumbra de mi existencia, evoco nuestras noches de risas y charlas, esos momentos en los que mi boca buscaba tu frente para expresar la alegría que emanabas. Reconozco que esos días no retornarán, pero en mi oscuridad, intento rescatarlos, recordándome que hubo instantes en los que la felicidad fue mi compañera. Uno de esos instantes era cuando nos acostamos y abrazamos aquellas frías noches de invierno, recordaras que siempre te decía que me hacías muy feliz, también te llamaba mi oasis (decía que mis malos momentos desaparecían junto a vos)
El recuerdo de nuestras vivencias me asalta en estos días sombríos. Lamento profundamente haber tenido que soltarte para que encontraras la dicha. En este juego de la vida, siento que perdí, y la justicia parece haberse extraviado en mi camino. Mi naturaleza aburrida y melancólica se teñía de colores con tu presencia, y hoy, en un gris constante, extraño la paleta de emociones que solías despertar en mí.
Finalmente, comprendo que no encarnaba lo que buscabas en alguien. Aunque mi amor por ti persiste, liberarte fue mi única opción para que hallaras lo que realmente anhelabas. Este desenlace apenado se convierte en mi epílogo, y me pregunto si merecía este destino o si es simplemente una página más del libro de la vida, donde las ecuaciones de merecimiento pierden su validez.
Con sincera tristeza,
Aquel a quien amaste
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No seas como yo.
Uno a veces termina acostumbrándose a las malas costumbres de otros. Te dejas llevar. Te habitúas a sus hábitos nocivos y vas adquiriendo esas mañas viles con las que se relacionan. A veces asimilas el estándar decadente, te vuelves uno más por mirarte a menos, te adaptas a sus formas indignas y te deformas, y entonces el ojo por ojo te empieza a saber más dulce que la miel. Fíngeme, que sabré bien actuar el papel que me asignaste, me aprenderé de memoria el guión del personaje que a tus ojos represento, serás la protagonista histriónica de tu propio teatro, yo seré el espectador que te convence de que ha sido conquistado con la historia tragicómica que interpretas. Me aprenderé los pasos sucios de este baile sobre el cuadrilátero de las apariencias, un golpe es un beso, me tendrás entre las cuerdas, te pisaré los pies con un <<te quiero>>. Nadie mejor para enseñarme de tretas, estrategias y simulaciones, tanta ternura enferma siempre causa convulsiones. Vueltas y vueltas en la danza de lo inverosímil, cada movimiento de la coreografía como espasmos afectuosos, cada gesto alegre como retorcijones en la conciencia, iré al ritmo de tu conveniencia, mientras la música de fondo será una playlist de mi talión. Si tú juegas, juego, moverás tus fichas a placer, los dados lanzaré, tendré el as bajo la manga, las mismas cartas que utilizas te daré, voy a blufear en cada gesto, barajarás todas tus excusas, mientras la partida ganada creas tener. Si tu dices, yo diré, diálogo de sordo mudos, palabras en el crucigrama de un vocablo sin sentido, lenguaje sin ningún significado, lo que quieras oír saldrá de mis labios tan muerto como lo que de tu boca proferías para mantener vivo mi apetito. Latidos sin pulso en el corazón, suspiros de artificio, sonrisas para maniquíes, tiempo inerte, polvo para nuestra sed, te seguiré la corriente aunque sea ir en contra de todo lo prudente. Te has reído desde el principio y quizá yo lo haga al final, cuando el telón caiga sobre nuestra ficción, te aplaudiré de pie, tendrás tu ovación, el actor secundario se ganará el oscar a mejor masoquista, tendrás tu estrella en el paseo de la infamia, seguirás haciendo dramas en otros escenarios, yo seguiré sentado en la misma butaca, morgue del que un día fui antes de ti, que aunque no era la gran cosa, era mejor que el se quedó aquí. Memoria Selectiva.
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notasfilosoficas · 6 months
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“Quién sabe, puede que la vida sea la muerte, y la muerte, la vida”
Eurípides
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Fue uno de los tres grandes poetas griegos de la antigüedad junto con Esquilo y Sófocles, nacido en la isla griega de Salamina en el 484 a.C. 
Primeros años
Algunos biógrafos sitúan el nacimiento de Eurípides en Atenas en el año 480 a.C y era proveniente de una familia acomodada, su madre se llamaba Cleito y su padre Mnesarco, quien era mercader.
En su juventud, Eurípides también fue actor, pero al no ser su voz lo suficientemente fuerte, prefirió concentrarse en su papel de dramaturgo.
Se sabe que fue alumno de Anaxágoras de Clazomene, Protágoras, Arquelao, y Diógenes de Apolonia.
En el año 466 a.c. cumplió su servicio militar, odiaba la política y era amante de estudio, poseía su propia biblioteca privada la cual era una de las mas completas de toda Grecia.
Tuvo dos esposas y fue amigo de Sócrates, el cual se dice solo asistía al teatro solo cuando se representaban obras de Eurípides.
Eurípides era el mas joven de los otros grandes escritores trágicos de la ciudad Esquilo y Sófocles.
Obra
Se conoce que escribió 92 obras pero se conservan solamente 18 tragedias y el drama satírico “El Cíclope”.
Su concepción trágica esta muy alejada de la de Esquilo y de la de Sófocles.
Sus obras tratan principalmente de leyendas y mitologías en un tiempo muy lejano, pero vigentes al tiempo en las que las escribió, destacando las crueldades de la guerra, su innovación en el tratamiento de los mitos, la complejidad en las situaciones y los personajes y una especial influencia a los problemas del momento entre otras.
Eurípides es conocido por haber reformado la estructura formal de la tragedia ática tradicional, mostrando personajes fuertes y esclavos inteligentes, ademas de satirizar a muchos heroes de la mitología griega.
Sus obras clásicas como “Medea”, consolidaron su reputación gracias a la maestría de sus diálogos inteligentes, sus buenas letras corales así como un realismo áspero presentes tanto en los textos como en las puestas de escena.
Eurípides fue también famoso por plantear preguntas incómodas, que inquietaban a la audiencia con un tratamiento provocador, creando historias y personajes completamente inmorales.
A pesar de que Eurípides solo ganó unos cuantos festivales en comparación a sus dos grandes rivales Esquilo y Sófocles, la popularidad de su trabajo nunca disminuyó y sus obras de teatro continúan siendo representadas aún en nuestros días.
Últimos años
En el 408 a.C. decepcionado por los acontecimientos de su patria, implicada en la interminable guerra del Peloponeso, Eurípides se retiró a la corte de Arquelao, quien fuera rey de Macedonia en donde murió 2 años después.
Fuentes: Wikipedia y worldhistory.org
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seryhumano · 2 years
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Celebra el Día del Padre con el Municipal
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abril-juvenile · 8 months
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La cuerda floja
Allí, en aquel teatro con hedor a muerte, su voz comenzó a perderse y el eco dejó de alcanzar su nombre, de pronto, cayó el telón antes de tiempo, eran las dos de la mañana y el invierno agonizaba como el silencio de las calles. Tom Penny se desplomó como una bala disparada hacia la luna. La caída fue fatal. Aquí, cerca de la última mesa, el olor del tabaco y del alcohol nubló la preocupación del público. Lo tomaban como parte de su desatinado performance. Una tos incontenible se escuchó, era la de Tom, estaba tiñendo de sangre la palestra. Súbitamente, una voz desconocida gritó: “¡Tom! ¡La vida te pegó un tiro!”. Se escucharon las sirenas de la ambulancia, los paramédicos tímidamente se acercaron a Tom, lo cargaron como un costal de basura y se lo llevaron raudamente hacia un hospital de mala muerte cerca del teatro. Cuando Tom abrió los ojos, desconcertado, no recordaba qué ocurrió. Un médico con voz torva, se acercó y le ordenó que se despida de la música, de su lacerante voz que evocaba espíritus del averno. Una extraña enfermedad degenerativa lo dejaría sin el habla para siempre y el desarrollo de una tos incontenible acechándolo lentamente, como la sombra de su inconsciente. Tom, quien había empezado su carrera desde su desolada infancia, entre el abandono de un padre y la locura de una madre, yacía solo en la desgracia. Su carrera había despegado, y las disqueras estaban considerándolo para una gira nacional en los lugares de las clases medias y altas que siempre despreció. Una marea oscura perturbó su mente, a raíz de la fría e inesperada noticia. Intentó cantar algunas estrofas conocidas, pero comenzaba a toser inconteniblemente, como si se hubiera tomado 13 botellas heladas de vodka, un baño con agua fría a la intemperie, una fibrosis de cantina y una tuberculosis bohemia. Nunca sintió la pérdida, nació desubicado, al perder su voz se esfumó su sonrisa altanera y se quebró en sus propios pensamientos. No había peor muerte para un artista en vida, que verse incapacitado de ejercer su arte. Los miembros de su banda, al enterarse de la noticia, encontraron un sustituto para Tom. Su único medio de sustento le fue arrebatado por una enfermedad que no sabe si él la buscó, pero su vida era un desorden, no era de extrañar que el caos fuera engendrado en su organismo.
Ahí se encontraba su lúgubre presencia, Tom Penny, el maldito del suburbio, decían que su voz desgarradora pelaba las sucias capas de pintura enmohecidas de los bares y teatros de la olvidada estirpe de Jersey. Estirpe de la clase más baja: ladrones tísicos, prostitutas de caucho, yonkis de alcantarillados, indigentes sin Dios, desahuciados sin escrúpulos, mafiosos con cerebro de reptil y relojes arrancados de sus agujas. Tom recordaba sus vagos días de la niñez cuando jugaba a los pequeños gánsters del cine negro. Nunca conoció el amor de madre o de padre, ni este tuvo la oportunidad de robarle suspiros como para volverse un adicto. Todo lo que recibió como aprendizaje, era sobre la maldad humana: la realidad que alguna vez leyó en los cuentos de Poe. El arte entró a su vida por un interés mundano, que luego se transformó en amor por placeres como el dinero, el sexo, las drogas y el alcohol. Nada parecía detenerlo, su hambre voraz y el esfuerzo inusitado por cantar los resentimientos de su origen, conectó indirectamente con el corazón estrujado de muchos infelices ajenos a ese sueño americano que los periódicos enorgullecían cada fin de semana. Tom siempre decía que las balas lo esquivaban a él, porque ningún peligro lo consumía, vivía sin la necesidad de Dios, sin pedirle un centavo o un día más de vida. Para él, la nada era absoluta, él y ese micrófono, él y ese escenario, él y esa banda de postpunk. De bar en bar, de teatro en teatro, de plaza en plaza, iba cosechando fama, hasta que el destino lo empujó hacia un estudio de grabación que masificó sus canciones y alentó sus demonios narcisistas. Por la calle principal de Jersey corría de boca en boca un viejo refrán que decía: “El ego de un gánster era una bala perdida hacia su reflejo”. Un vagabundo se lo dijo, pero Tom se reía, creía que jamás llegaría a ocurrirle algo que afectara su ciego sentido de invulnerabilidad.
Tom había perdido el habla. Su vida se paralizó, su mirada apuntaba hacia dentro, y el golpe de aquel evento fue la primera pieza de dominó en caer y desbaratar su cordura, su construcción plástica de chico malo. Grito en silencio: “¡No!”. Las heridas del alma, la ausencia, la vida y las ráfagas de análisis impulsivos que los despersonalizaban hasta vomitar su propia existencia. Pasaron las semanas, mientras él se aislaba, hasta que vio la luz una tarde cualquiera acompañado de su tos incontenible que no enmudecía nunca, y aceptó el cese de una vida sin brújula. Recordó que en el hospital había afiches despintados sobre citas bíblicas, alguna especie de puente hacia una vida frugal y muerta para el artista sin muchos estímulos para concebir el arte, salvo repetir las decimonónicas plegarias y cánticos de iglesias hieráticas. Tom decidió saltar al otro lado del abismo, a otra cuerda floja con un círculo vicioso de seguridad y bienaventuranza. El gentío rumoreaba por las calles: “Se suicidó”, “Lo vi robarse mi cajetilla de cigarros”, “Me saludó a lo lejos”, “Se ha redimido”. Nadie tenía la razón. Murió simbólicamente o en vida, pero algo era seguro, la luz se lo llevó. Tom era un sueño de Jersey.
Sexto escrito de la serie "Micro-relatos".
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olee · 3 months
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Pelotudo | Francisco Romero
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*enemies to lovers (almost)
*pelotudo: dicho de una persona, que actúa sin entendimiento, razón ni gracia.
“Que lindo ojos tenés - Quiere que te dé un beso?”
~
Conocías a Francisco desde kindergarten, y la verdad es que nunca congeniaron. Desde aquel entonces, sentías que le caías pésimo, y no era para menos. Él siempre se codeaba con los populares y se paseaba con aires de superioridad. Además, compartían el mismo interés por el teatro, lo cual resultaba ser uno de los puntos más irritantes para ti.
Durante los ensayos en la escuela de teatro, Francisco no perdía la oportunidad de soltarte comentarios hirientes: “Eso no es así", "Pelotuda, ¿no te lo estudiaste?", "Boluda, estás re-te mal", "Sos una mierda", "Andate a la mierda", y una lista interminable de despectivos. Era difícil soportar sus constantes críticas y la mirada de desprecio que te lanzaba en cada oportunidad.
Finalmente, llegó el día de tu graduación y decidiste mudarte a vivir a la Ciudad de México, dejando atrás esos incómodos encuentros con Francisco.
Después de varios años, tus amigos te insisten en que veas la película "La Sociedad de la Nieve". Como amante del cine y el teatro, y teniendo conocimiento de la historia del avión uruguayo, decides verla un día con tus amigos. Sin embargo, durante la proyección, algo llama poderosamente tu atención.
Al reconocer a algunos colegas del teatro en la pantalla, te sorprende descubrir que Francisco también forma parte de la película. Al verlo, no puedes contener tu reacción y susurras entre dientes un "concha de tu madre". La expresión de asombro en la cara de tus amigos es inevitable, y te preguntan: "¿Qué pasó?".
No puedes evitar soltar la verdad: "Ese es el pelotudo que arruinó mi carrera en Buenos Aires". La revelación deja a tus amigos boquiabiertos, y a partir de ese momento, la película adquiere un matiz completamente diferente para ti.
Después de un mes, decides regresar a Argentina para visitar a tu familia. Al llegar, te encuentras con un escenario inesperado: Francisco está en la cocina, cocinando con tu mamá. Ella, con una sonrisa en el rostro, te señala y exclama: "Mira, tu amigo de teatro está aquí".
Te quedas atónita, ya que la relación que tenías con Francisco distaba mucho de la amistad. Eran prácticamente enemigos durante tus días de teatro en Buenos Aires. Sin embargo, allí está él, ayudando en la cocina como si fueran los mejores amigos.
Tu madre, notando tu sorpresa, te presenta a Francisco con una alegría contagiosa. Él, con una voz inesperadamente dulce y fresa, te saluda: "(Tu nombre!), tu madre me invitó y, obviamente, no podía decir que no". Su tono amigable y su actitud llena de encanto te desconciertan, ya que no esperabas encontrarte con esta versión de Francisco.
Tu madre te informa que hace falta zanahoria y papas para la comida, y te pide que vayas al supermercado. Lo que más te sorprende en ese momento es escuchar a Francisco decir con una sonrisa: "Bueno, yo también voy contigo".
La idea de ir al supermercado con alguien con quien solías tener una relación conflictiva te resulta extraña, pero decides aceptar su compañía. Te das cuenta de que Francisco ha cambiado mucho desde la última vez que lo viste. Su actitud es relajada y amigable, y se muestra dispuesto a ayudar a elegir las mejores zanahorias y papas.
Mientras caminas para el supermerkado, decides soltar las palabras que hasta hace poco te parecían impensables: "Eh... felicidades, te vi en la película, hermoso de verdad". Francisco te mira con una expresión de sorpresa, pero el sol refleja intensamente en sus ojos verdes, haciéndolos brillar de una manera cautivadora.
Agradecido, Francisco responde con amabilidad: "Gracias. ¿Y vos? Tu madre me contó que haces teatro en México". Hipnotizada por la luminosidad de sus ojos, respondes sin poder evitar mirar hacia abajo: "Bueno, sí, estoy en el teatro y me va tranqui".
Él asiente con interés y suavidad en su tono de voz: "Qué bueno. Siempre fuiste la mejor en el teatro, la verdad es que te envidiaba mucho". De repente, te detienes en medio de la calle, mirándolo en blanco, tratando de procesar esas palabras. La sorpresa y la confusión se reflejan en tu rostro mientras intentas entender la nueva dinámica entre tú y Francisco.
Después lo encarás con una mirada bien intensa y le largás un "¿Posta estás diciendo eso?". Después de un silencio medio incómodo, le soltás un "En serio, che, ¿te olvidaste de todos los insultos que me tirabas cuando éramos pibes?". Francisco tira un "Che, (tu nombre), era un pibe, ni me daba cuenta de lo que decía". Ahí le mandás un "Sos un gil, me terminé mudando a Ciudad de México por tu culpa". Francisco te clava la mirada y suelta un "La verdad, nunca entendí por qué te fuiste". Y vos, con cara de sorpresa, le tirás un "¿Qué no entendés? ¡Me arruinaste la vida con esos comentarios arrogantes que tirabas todos los días, loco!". Te quedás re en shock después de soltar todo eso, dándote cuenta de que sacaste todo lo que tenías adentro y sin tener ni idea de qué va a decir el boludo.
Francisco te sigue mirando con esos ojos como platos y tira un "No sabía que te afectaban tanto, posta". Ahí te quedás mirándolo, medio paralizada, y le soltás un "¡¿Cómo que no sabías?! ¡Me hiciste mierda con tus comentarios, Francisco!". Francisco intenta explicarse, "Es que no lo hacía con mala intención, era joda de pibes". Y vos, caliente, le retrucás, "¿Joda? ¿Te parece joda tener que dejar todo e irme a otro país por tu culpa?".
Él baja la mirada, como sintiéndose culpable, y murmura un "No pensé que lo tomarías tan en serio, boluda". Ahí te explota la paciencia y le decís, "¿En serio? ¿No pensaste que abandonar mi vida acá sería en serio?". Francisco, medio nervioso, trata de justificarse, "Pero mirá, ahora estoy acá, podemos arreglar las cosas". Y vos, sin aflojar, le disparás, "No sé si tiene arreglo, Francisco. Me hiciste pasar por un infierno".
Francisco, sintiendo la incomodidad del momento, decide romper el hielo de alguna manera. Mira las bolsas de supermercado que sostienes con esfuerzo y sin decir una palabra, se acerca y te las quita suavemente de las manos. Lo hace como si de repente se diera cuenta de la carga que llevas.
Te mira con una sonrisa apologeta y te dice, "Che, dejame ayudarte con esto. Parece que están pesadas". Le das una mirada sorprendida, agradecida por el gesto repentino, y asientes. "Gracias, de verdad", le dices genuinamente. En ese momento, entre las bolsas, se crea un pequeño espacio de complicidad, como si ambos recordaran que, a pesar de todo, alguna vez fueron amigos.
*Thanks to my sis por ayudarme a escribirlo! We had fun!!!
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kaelkoth · 4 months
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En el corazón palpitante de cada reino de Kaelkoth, las fiestas de verano despliegan su majestuosa tapestría, un tributo al sol, fuente de vida y luz. Con la llegada del verano, las ciudades y aldeas resuenan con el júbilo de la temporada más luminosa. Las calles, adornadas con banderines y guirnaldas relucen bajo el sol radiante, mientras las plazas se convierten en epicentros de música y danza, eco del ritmo ardiente del verano. A medida que el día cede al crepúsculo, las antorchas y hogueras se encienden, sus llamas danzando como espíritus del fuego, iluminando la noche con su cálido fulgor y simbolizando la renovación y la energía inagotable del sol. El aire se impregna de los aromas de manjares cocinados al fuego abierto y del dulce perfume de las flores estivales, creando una atmósfera embriagadora. Estas festividades no son meramente una celebración cultural, sino un acto de unión bajo el Sol Eterno, donde cada rincón de Kaelkoth se reúne para compartir y venerar la luz, el fuego y la belleza inalterable de la estación de verano.
EVENTOS Y ACTIVIDADES
Discurso del Emperador Kyrios XVII en Solarum, Imperio del Sol.
Ofrendas a Varoth, Rey del Sol Eterno.
Espectáculos de teatro, música, danza y fuego.
Torneos de justas.
Baile de verano.
Hogueras y banquetes populares.
Olimpiadas de Verano en el Coliseo de Laetoria, Imperio del Sol.
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EVENTO: FESTIVAL DE VERANO
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analisword · 2 months
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high infidelity (Enzo Vogrincic x Fem! Reader)
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Capítulo 1: https://www.tumblr.com/analisword/742694471701037056/high-infidelity-enzo-vogrinc-x-fem-reader?source=share
Capítulo 2: https://www.tumblr.com/analisword/742809931904925697/high-infidelity-enzo-vogrincic-x-fem-reader?source=share
Capítulo 3: https://www.tumblr.com/analisword/742966287515402240/high-infidelity-enzo-vogrincic-x-fem-reader?source=share
Capítulo 4: https://www.tumblr.com/analisword/743085967194390530/high-infidelity-enzo-vogrincic-x-fem-reader?source=share
Capítulo 5: https://www.tumblr.com/analisword/743445192395423744/high-infidelity-enzo-vogrincic-x-fem-reader?source=share
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—No quiero interrumpirte, pero me pregunto si ya comiste algo—Alana fue sacada de su concentración de golpe, giró la cabeza tan bruscamente hacia la puerta que su cuello dolió, Enzo estaba apoyado sobre el marco de la puerta con las manos dentro de los bolsillos. 
Alana tuvo que respirar profundamente al verlo, nunca se acostumbraría a verlo y a su implacable belleza. 
Llevaba una simple camisa interior blanca y unos jogging grises, aún así, lucía jodidamente bien. 
—Hola—saludó Alana felizmente, miró la hora en su celular y quedó perpleja, eran ya las 9 de la noche y efectivamente, no había ingerido bocado en todo el día—. Mierda, se me fue el día. 
—Entonces fue un día bastante productivo, ¿eh?—sonrió Enzo. 
—Sí, es mágico este lugar—exclamó Alana cerrando su computadora, ahora que se había dado cuenta que no había comido nada en todo el día, moría de hambre. 
—Sos mágica—la corrigió—. Vení a comer, traje pizza—dijo moviendo la cabeza, su estómago rugió al escucharlo y lo siguió hasta la sala. 
—Soy vegano—explicó él mientras abría la pizza—. Pero están deliciosas. 
—Tengo tanta hambre que así sea pizza hecha de cartón, la comería—dijo Alana tomando una rebanada. 
—Te dije que eras libre de abrir el freezer—dijo Enzo con tono apelativo. 
—Honestamente me olvidé de comer algo—respondió ella para después darle una mordida a la pizza, tal como Enzo había dicho, estaba deliciosa.
—Tengo que alimentarte para que ese cerebro tuyo siga funcionando—dijo él. 
—¿Cómo te la pasaste tú?
—Ehh, tuvimos que repetir la misma escena unas treinta veces porque al director no le parecía nada, pero al final terminó saliendo.
—Debe ser agotador—exclamó Alana arrugando la nariz. 
—Lo es—dijo él riendo—. Aún no me acostumbro, en teatro lo hacés una vez y ya está.
—¿Te gustaría volver a hacer teatro?—preguntó Alana con genuina curiosidad. 
—Acá no, en Uruguay sí—dijo—. Es más underground allá, nadie te termina viendo y a veces hasta terminas perdiendo plata, pero es auténtico. 
—Eres Enzo, gente irá a verte—dijo Alana rodando los ojos. 
—Sí, supongo—dijo él riendo y bajando la mirada, Alana inclinó la cabeza. 
—No te gusta mucho la fama, ¿no?
—Es complicado, claro que me gusta que mi trabajo sea reconocido, lo que no me gusta es tener a gente hinchándome las pelotas cada que salgo.
—Auges del oficio—exclamó Alana elevado los hombros. 
Al parecer Enzo tampoco había omado bocado en todo el día porque comía con un poco de desesperación, Alana sintió lindo que el chico hubiera esperado hasta tarde para comer con ella, terminaron la pizza en silencio y cuando lo hicieron estaban tan llenos que se tiraron en el suelo con las manos sobre las barrigas. 
—¿Cómo se tomó Sebastián cuando le dijiste que estás escribiendo de nuevo? ¿o pensa que vas por ahí vendiendo drogas?—preguntó Enzo después de que estuvieron varios minutos tirados viendo el techo, Alana se giró para observarlo mejor, sus ojos la miraban detalladamente y la luz cálida que emanaban las lámparas de la sala hacían que estos se vieran más claros de lo normal. 
—Creo que lo de las drogas le hubiera resultado mejor—dijo ella negando con la cabeza—. Dijo que estaba decepcionado de mí—confesó tímidamente. 
Enzo la miró como si le hubieran crecido dos cabezas del cuello y dobló el codo para apoyarse sobre su mano, estaban acostados sobre una alfombra bastante esponjosa, aún así la posición del chico parecía bastante incómoda. 
—¿Vos estás jodiéndome?—preguntó él con tono de incredulidad—. ¿Quién en su santo juicio estaría decepcionado con vos por escribir? Es lo que más te gusta.
—Pues él—respondió Alana—. Vaya—dijo ella un poco más tranquila—. No es por el mero hecho que esté escribiendo, es porque lo estoy haciendo al mismo tiempo que él, él quiere que esté completamente entregada a su libro. 
Enzo arrugó la nariz al escucharla, ella regresó la mirada al techo, ahora que contaba la situación en voz alta, se daba cuenta de lo patética que era.
—Alana…
—Sé lo que vas a decir—lo interrumpió—. Sé que no está bien y creéme que odio esta situación, detesto que Sebastián sea así de inseguro…
—Pero…—la interrumpió ahora él a ella. 
—Pero, supongo que tendremos que solucionarlo eventualmente, no sólo es mi novio, es la única persona que tengo aquí—dijo ella volviendo a mirarlo, Enzo la miraba a ella con una expresión que no pudo descifrar. 
—Vos sabés que eso es mentira—respondió Enzo apretando la mandíbula, Alana tragó saliva en seco, definitivamente sabía que podía contar con el actor, podría decir que era su único amigo en la ciudad, pero sabía a ciencia cierta que Enzo no se quedaría para siempre en Sevilla, probablemente volvería a Uruguay apenas terminara de filmar la película, o se mudaría ahora a otro país durante meses, probablemente Estados Unidos o Inglaterra, para después repetir la rutina una y otra vez, Alana apretó los labios ante la idea, ¿seguirían frecuentándose una vez él se fuera?
¿Al menos seguirían conversando ante la distancia?
La idea la puso nostálgica, de pronto todo el desorden que había en su mente después de intentar construir un nuevo mundo para la historia que comenzaba a escribir había desaparecido, así como el pensamiento de tener que volver a casa más tarde donde lo más probable es que Sebastián volvería a estar de insufrible. 
—Eh…perdona si dije algo que no debo—carraspeó Enzo al notar que ella no decía nada.
Alana rodeó su cintura con sus brazos y hundió su cara en el hueco de su cuello aspirando su olor, no tenía idea lo mucho que había necesitado abrazarlo hasta que lo hizo, el cuerpo de Enzo se tensó al principio por el acto afectivo tan repentino, pero en seguida suspiró y entrelazó ahora sus brazos contra el cuerpo de Alana. 
—Gracias por estar aquí—murmuró ella—. Gracias por alentarme a volver a escribir y por prestarme tu casa—hundió más su cara en el cuello del chico y él apretó más su agarre. 
—Hey, no tenés nada que agradecer—dijo él—. Yo sólo quiero que vos seas feliz—acarició su cabello suavemente, Alana cerró los ojos, le apetecía tanto quedarse ahí durante horas, dormir con él, el suelo nunca se había sentido tan cómodo nunca, de pronto los brazos de Enzo eran la cama más cómoda que podía existir. 
¿Pero qué mierda estaba pensando? 
Alana alejó  el rostro lentamente, Enzo lo tomó entre sus manos, ella suspiró y volvió a cerrar los ojos, podía sentir su aliento y el de Enzo mezclándose deliciosamente, no podía abrir los ojos, no podía hacerlo porque sabía que si lo hacía se encontraría con los labios de Enzo tan cerca a los de ella que no podría resistirse, de pronto los dedos de Enzo comenzaron a bajar por su cuello, tan largos y firmes pero suaves al mismo tiempo, no sabía qué se escuchaba más fuerte, si su propia respiración o la de Enzo, no podía salir del trance, sabía que haría una estupidez si se quedaba en esa posición un segundo más, de pronto sintió algo húmedo en su cuello.
Enzo había depositado un beso ahí, y aunque había sido suficiente para que ella mordiera su labio inferior patéticamente, también fue suficiente para que saliera del hechizo que él había aplicado sobre ella, Alana puso ahora sus manos sobre el pecho de Enzo y lo apartó un poco.
—Alana…
—Nuevamente gracias por todo—respondió ella—. Pero tengo que irme—Enzo la miró apenado y asintió levemente, Alana depositó un beso en su mejilla y salió prácticamente corriendo del departamento, Enzo no tuvo la intención de seguirla, Alana sabía perfectamente el por qué. 
No tardó mucho en llegar a su departamento, se quitó los zapatos y sus pies tocaron el frío suelo de la sala, a comparación del departamento de Enzo, el que ella compartía con su novio estaba casi siempre frío porque el chico adoraba las temperaturas bajas, no había alfombras en el lugar, no lámparas cálidas, no muebles que impedían que el frío aire que se colaba de las calles por la ventana le rozaran peligrosamente la nuca. 
Alana se tocó el cuello, aún podía sentir los labios de Enzo sobre su piel, podía sentir sus manos y si se concentraba mucho, aún podía olerlo.
—Hola—la voz de Sebastián la sacó de sus pensamientos bruscamente, ella apartó la mano de su cuello rápidamente, cruzó los brazos sobre su pecho, como intentando borrar las huellas invisibles de Enzo sobre ella. 
—Hola. 
—Te preparé algo de cenar—informó—. Tu platillo favorito. 
Una ola de culpabilidad la invadió, su platillo favorito no se podía conseguir fácilmente, sabía que para prepararlo Sebastián había tenido que recorrer al menos tres mercados diferentes para conseguir los ingredientes traídos desde México. 
—He cenado ya y estoy llenísima—respondió, era verdad, el botón de su pantalón de mezclilla estaba haciendo lo posible para no romperse, su vientre estaba pesado e hinchado por las cuatro rebanadas de pizza vegana que había comido—. Pero gracias, mañana me lo desayuno. 
Sebastián asintió y parpadeó varias veces, Alana lo conocía tan bien, lo conocía de tanto que sabía que él hacía eso cuando tenía ganas de llorar. 
—Quiero pedirte disculpas por el dolor de cabeza que te he estado dando últimamente—dijo él acercándose a ella—. Soy un idiota, y si estamos aquí es gracias a ti. 
Alana sabía que se refería a cuestiones de dinero, pues aunque Sebastián haya sido el que recibió el trabajo, no hubieran podido sustentarse para mudarse a España sin el dinero que Alana ganaba. 
—Y lamento que hayas llegado al extremo de tener que alquilar una oficina para sentirte cómoda para escribir. 
Las imágenes de ella y Enzo en la supuesta oficina invadieron su mente. 
—Le diré a Maricia que consiga a alguien para que revise lo que yo vaya escribiendo—informó. 
—No tienes que hacer eso—replicó Alana. 
—Los dos sabemos que no quieres seguir leyéndome, Alana—dijo él—. Y eso está bien, sé lo agotador que es, yo mismo no quise volverte a leer después de tu primer libro y nunca me diste un mal rato por ello, incluso cuando sí era mi trabajo hacerlo.
—Lamento que leernos nos incomode tanto—dijo ella, lo decía en serio. 
—Esas cosas pasan—dijo.
¿Pero por qué ella sí quería que Enzo la leyera?
¿Por qué se había sentido tan triste cuando Enzo no indagó o pidió leer lo que ella había escrito hoy?
—Sí—mintió—. Esas cosas siempre pasan.
—Quiero que esto siga funcionando—dijo él tomándole las manos. 
Alana asintió, no podía echar su relación a la basura. 
Sin embargo, cuando Sebastián la besó, Alana no pudo evitar imaginarse que era Enzo el que lo hacía. 
Y se odió a sí misma por no sentirse ni un poco culpable al respecto. 
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