Conversación quinta
Conversación quinta: donde José Luis Rico confiesa que le es tan necesaria la koiné como la lengua común y muestra cómo las ciudades pueden ser trasuntos de otras ciudades, representaciones de un mismo monstruo, y de cómo el sentido de un viaje puede ser traicionarlo todo.
Cuarta de forros:
Apostando por la tensión entre el delirio neobarroco y la narración cinemática, Jabalíes tiene la apariencia de un guion de cine, con su lista de personajes, cronotopos y didascalias. El Vaquero, un joven provinciano acompañado de nuevos colegas citadinos, emprende un viaje psicodélico por las calles de la Capital. Otros personajes entrarán en escena, donde un lenguaje opaco traslucirá una realidad opresiva y carnavalesca. La cámara perderá de vista a los personajes originales y en su deriva ficcionalizará las consecuencias de una visita del actor estadounidense Matt Damon a México. La cruzada espiritual que el Vaquero emprende al inicio se revela al final del libro como un atavismo más del mal necrocapitalista que asola al país.
foto, cortesía del autor
Giorgio Lavezzaro: Creo que en Jabalíes se cruzan, de más de una manera, las fronteras: entre la ficción y la realidad, como cuando aparecen lugares reales que luego se ficcionalizan o personajes de ficción que luego cobran carne (como Max Da Costa / Matt Damon), para luego cruzarse con otros escenarios reales que detonan nuevas ficciones; entre los ritmos que llamaré, a falta de una mejor palabra, "locales" y los ritmos "clásicos" (entre la prosodia del caló chilango o norteño, y el endecasílabo del soneto, por ejemplo); entre los géneros, pues fluye el poemario entre lo cinematográfico y lo poemático, entre lo narrativo y lo anecdótico. Pensando en este cruce, en este atravesamiento, ¿qué tanto el Vaquero describe una trayectoria que tú mismo emprendiste, quiero decir, de qué manera el Vaquero, su voz poética, cruza lo biográfico y de qué modos lo anecdótico atraviesa lo ficcional?
José Luis Rico: Cuando comencé a (intentar) escribir, en 2008, mi principal debilidad era una tendencia excesiva hacia la abstracción y al lenguaje poetoso. Es un punto de partida bastante típico: tener intuiciones, pero carecer de herramientas. Mi mentor, César Silva, me expuso a varias estéticas, con el propósito de que yo hallara un modelo que me interpelara. Lo hallé en Cesare Pavese y en el descubrimiento del lirismo de lo cotidiano, de lo concreto. Entonces emprendí un mapeo de mi realidad mediante poemas que eran retratos de mi familia y de mis amigos, con las calles de Ciudad Juárez como trasfondo. Esos versos eran bastante circunspectos. Un ritmo ordinario y énfasis en la transmisión de una historia.
Al mudarme a la Ciudad de México tuve que acostumbrarme a una densidad semiótica más alta (los puestos de comida, la marejada de rostros, las capas de historia al desnudo). Y en el taller de poesía de Antonio Deltoro encontré colegas que tenían un léxico distinto. Constaté que la diferencia en el léxico correspondía a una diferencia en la realidad. Sin darme cuenta, mi poesía y mi habla comenzaron a integrar esa otredad lingüística. En la medida en que hice eso (o quizá en paralelo, no sé) comencé a nombrar la nueva circunstancia, la ciudad tentacular.
El vaquero sin duda es un trasunto de esa experiencia. Pero lo que también descubrí en la ciudad de México es la neovanguardia sudamericana, el neobarroco, Perlongher. El desafío de Jabalíes fue hallar el punto máximo de tensión entre la inestabilidad del lenguaje y la necesidad de retratar un periplo. Entonces hubo que echar mano de todo, de las expresiones más rascuaches y de las rimas esdrújulas, de la cultura de masas gringa y de conversaciones tenebrosas con taxistas, mi descubrimiento de ciertas drogas y la sensación de degradación social.
El propósito final es traicionar todo. Traicionar todas las anécdotas, subvertirlas, para que digan algo más que la deriva que en realidad fueron.
¿Quieres leer un fragmento de Jabalíes? Aquí encuentras un poema publicado en la revista digital Crash.
GL: Y en esa deriva, el Zanate me ha parecido una figura lateral —quizá sea mejor decir una silueta que sobrevuela— que, sólo durante la segunda lectura, se me reveló como un elemento central del viaje que El Vaquero emprende. Esta ave hogar, pájaro casa, que no tiene raíces, que sobrevuela y da sombra, pero al mismo tiempo asedia, me ha sugerido muchísimas cosas: como el desarraigo, la búsqueda de un lugar al que llamar casa, el impulso que permite emprender el viaje, pero también el lugar que siempre se lleva con uno y que asecha —pienso más en el zopilote que el zanate— la propia sombra, sabiendo que en el momento de estirar la pata no podrás caer en otro sitio que la sombra de la propia casa —ese no lugar, ese deseo, esa raíz en el aire—. ¿Cómo elegiste a esta ave para acompañar y asediar el recorrido de El Vaquero?
JLR: Comencé a escribir Jabalíes sin saber qué era. En 2012 se terminó la beca que me había permitido estar en la CDMX y me sentía perdido. Quería regresar a Juárez y al mismo tiempo quería hallar un sitio para mí (esencialmente un trabajo) en Tenochtitlan. Un día estaba caminando, angustiado porque no sabía de dónde iba a salir el dinero. Llegó a mi mente la frase “La bestia que esclaviza al mundo”. Lo apunté y comencé a escribir una verborrea que era una “explicación” de esa frase.
El trabajo no llegaba, me endeudé y luego hubo que trabajar a marchas forzadas para salir a flote. Estaba durmiendo poco, comiendo muchos tacos y tomando mucho. Comencé a engordar. Tenía amigos y gente querida, pero me sentía todavía a disgusto. El archivo con la frase de la bestia se quedaba abierto en la computadora y lo trabajaba en la noche. De ahí comenzaron a surgir los personajes, que interactuaban. Hubo un momento en que me “di cuenta” de que el pájaro simbolizaba la casa. Como la metáfora en sí es bastante rara, una vez que entendí su estructura fue fácil desarrollarla. Había simplemente que tomar una premisa imposible y buscar su justificación. Utilizar el campo semántico de la casa para nombrar al ave y viceversa.
GL: Jabalíes es un libro de poesía que está atravesado por el discurso cinematográfico —desde la propia forma de las didascalias de los personajes y las indicaciones de escena, hasta el hecho mismo que la ficción del poemario se cruce con la ficción de la película Elysium—; por ello, no pude no preguntarme cómo fue que llegaste a construir estos puentes. Imagino que tiene que ver con tus propios intereses —pienso, por ejemplo, en el primer largometraje en el que participas como guionista-escritor, Qué tan lejos—, pero estoy seguro de que también tendrá que ver con esa película en concreto, ¿qué te llevó a elegir Elysium como lugar metaficcional de tu propia narración poética, cómo fue este proceso?
JLR: La emulación tan directa del formato y de motivos cinematográficos no fue algo premeditado. En el principio estaba esa verborrea que mencioné. A medida que escribía más, sentía más claramente cuáles eran los atributos de los personajes. Supe pronto que el protagonista era campirano. Midnight Cowboy de John Schlesinger, que vi en aquella época, me mostró que de hecho yo estaba escribiendo sobre un arquetipo: el salvaje que llega a la urbe para ajustar cuentas con la civilización. Elysium de Neill Blomkamp hace lo mismo, pero en un contexto interplanetario. Y meter esos dos estratos en un mismo libro me pareció necesario porque se enriquecen e ironizan mutuamente.
La forma final tuvo que ver con la guianza decisiva de León Plascencia Ñol. Una versión del libro ganó el Premio Francisco Cervantes en 2014. León fue parte del jurado y, en representación de los otros dos miembros, me pidió un retrabajo sustancial del texto, que lo volviera más claro. Los temas cinematográficos ya estaban presentes, pero la necesidad de especificar los cronotopos y diferenciar las voces entre sí me hizo buscar varias opciones. Cuando intenté escribir los títulos para los segmentos, estos surgieron orgánicamente con el formato reconocible de los guiones de cine. Probé ese camino y al texto le creció con bastante facilidad el exoesqueleto de didascalias.
Es raro, porque parece que la poesía siempre pierde cuando se explica. Pero en el caso de Jabalíes la explicación fue un contrapeso indispensable para el debraye.
[…] ahora estoy viviendo en un país con otra lengua […] El finlandés tiene a la circunspección y al sencillismo […] En las calles de Helsinki hay rubios, pero no sé si hay “güeros”. Los finlandeses son resilientes, pero no “aguantan vara” […]
GL: Es como si fuera un asidero ante la alucinación: el delirio total se vuelve indigerible, incluso para quien lo produce (que es otro modo de decir que incluso los “locos” necesitan de la realidad para sostener su “delirio”). Por eso miro en la elección de esta película un atravesamiento espléndido de la psicodelia que sucede en el viaje del poemario. Por una parte, por los temas que aborda Elysium, pero por otro, por el hecho de que Matt Damon haya participado activamente en proyectos que cuentan historias similares (como Dowsizing, por ejemplo), que se enredan con temáticas de crítica social y la paradoja de que él, Matt Damon, sea en realidad más un personaje de la vida real de ese Elysium que es la clase adinerada, ese Matt que se hospeda en el Ritz y camina bajo la nieve hasta el Metropolitan Museum, que un Max Da Costa, ese personaje ficticio al que encarna, de esa Tierra en la que no vive Matt (como la Tierra de la película o el Bordo de Xochiaca). ¿Cómo es que estos personajes ficticios, el Matt Damon de tu poemario, el Max Da Costa de Elysium, se trenzan con la realidad, los hechos biográficos de Matt Damon que aparecen en el libro y los detalles experienciales que encarna el Vaquero, esta voz poética que viaja desde el norte hasta el centro de México?
JLR: Creo que la narrativa del héroe único en nuestros tiempos es insuficiente para dar cuenta del mundo. Básicamente, a nadie le pasa todo. Ningún personaje encarna la totalidad del mecanismo social. Así que hay que echar mano de vidas distintas. Los personajes están, como diría Marshal Berman, unidos en la desunión. Se encarnan unos a otros, pero no se corresponden. Pasan por los mismos lugares, pero sus situaciones existenciales son tan diferentes que no pareciera que cohabitan.
El pasaje donde Matt Damon enloquece es ficticio. En mi investigación hallé ese rumor de que Damon había tragado agua negra del Bordo de Xochiaca durante la filmación de Elysium. Me pareció divertido y escribí una especie de cuento. Al final, el Vaquero ceja, Max Da Costa queda atrapado en su trinchera, el Matt Damon ficticio da de frente con el horror en plena luz del día. Son distintos avatares de la misma incapacidad de llevar la porfía heroica a su resolución triunfante. Lo que triunfa es el caos.
¿Quieres ver la película que escribió José Luis Rico junto con Hiroshi Sunairi? Aquí esta el enlace para Qué tan lejos.
GL: Pero ese caos está atravesado de hitos, asideros, que le permiten suceder. Una cosa en la que no reparé tanto durante mi primera lectura fue la enorme cantidad de realias con los que se construye la geografía y la arquitectura del viaje al interior de México y su frontera norte en tu libro;[1] y no había notado lo mucho que delinean una especie de mapa real que luego se llena con un recorrido de ficción. Lo que sí me quedó impreso desde la primera lectura fueron los muchos ritmos con los que los personajes construyen su voz poética y el “caló” que atraviesa de cabo a rabo al libro: desde el Tobi, ese chichifo que habla con cadencia chilanga, hasta el Vaquero mismo y su ritmo de rancho (que evidencia Mariana en cierto punto).[2] ¿Qué papel juega en la escritura de este libro este viaje lingüístico que tú mismo, como poeta, como escritor, como norteño, como mexicano, como hombre, has hecho?
JLR: Dicen que el lenguaje es el lujo de los pobres. Otros, Heidegger específicamente, dicen que el lenguaje es la casa del ser. ¿Y quién no quiere lujo? ¿Y quién obviaría el desocultamiento del ser? Lo único de provecho que yo sé hacer en este mundo tiene que ver con el lenguaje. Traducir y enseñar idiomas. Y siento que mi vida sería más claustrofóbica si perdiera la palabra “macuarro” o si perdiera la palabra “hierofanía”.
Habiendo dicho eso, creo que pertenecemos a una tradición literaria bastante palabrosa. Ahora estoy terminando un libro de poesía más extenso, que también es narrativo. Creo que el alcance es diferente, pero me está llevando a un límite. Me preocupa que la proliferación léxica se automatice y sirva para ocultar una falta de profundidad (antropológica, espiritual, etc.). Me siento en una encrucijada porque creo que el “ya merito es viernes” tiene su efecto, pero también su caducidad.
Encima de eso, ahora estoy viviendo en un país con otra lengua y, dentro de esa lengua, con otras prácticas lingüísticas. El finlandés tiene a la circunspección y al sencillismo. No sé si eso es algo que va a decidir mi estilo en español en el futuro. En las calles de Helsinki hay rubios, pero no sé si hay “güeros”. Los finlandeses son resilientes, pero no “aguantan vara”. Me da miedo comenzar a escribir sobre lagos y cabañas y me da miedo también escribir como si siguiera caguameando cada viernes en las cantinas de Eje Central.
¿Quieres hacer zoom in a la conversación? Aquí nos metemos con los cronotopos, con la tensión y la fusión entre la koiné y la lengua común y entendemos cómo el lenguaje no tiene la naturalidad orgánica que pensamos que podría tener.
[1] Como el Bordo de Xochiaca, Tlalnepantla, Cambrige, la colonia Moctezuma, Chapultepec, Tepalcates, Reforma, Manhathan, o República de Cuba.
[2] Desde el léxico que tiene sabor de carne local, de carne asada, como "güero", "troca", "la raza tan chingona", "chocomil", "chipotle", hasta los modos de decir, los juegos de la lengua viva, como "irse de mojarra al otro lado", "meter pastilla", "ya merito es viernes", "ponerse cabrón", "aguantar vara", "ir hasta el moco", y un largo y tupido etcétera.
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Ramiro Ledesma Ramos, ¿Un Nacional-Bolchevique?
http://juanantoniollopart.wordpress.com/2009/07/09/ramiro-ledesma-ramos-%C2%BFun-nacional-bolchevique/
Hablar hoy sobre el Nacional-Sindicalismo y sobre su fundador Ramiro Ledesma Ramos, es cuanto menos dificultoso. Lo es fundamentalmente porque a casi treinta años de la muerte de Franco, los historiadores oficiales, los medios de comunicación y las gentes más rencorosas -ya sean de derechas o de izquierdas-, faltas de rigor histórico, siguen vinculando erróneamente, falsamente y en algunos casos intencionadamente, al Nacional-Sindicalismo con el régimen de Franco.
Desde el 19 de abril de 1937 con la aprobación del Decreto de Unificación con que Franco y Serrano Súñer crearan ese híbrido denominado FET y de las JONS, resonó en la vida de los españoles aquella consigna de “por Dios, España y su Revolución Nacional Sindicalista”, y aunque ciertamente hubiera mucho de “por Dios” y mucho de por “SU” España, nada hubo de Revolución Nacional-Sindicalista. El pueblo español vivió envuelto durante casi cuarenta años de parafernalia Nacional-Sindicalista, pero sin la esencia, el espíritu y la ideología Nacional-Sindicalista; todo lo que fue presentado como tal fue falseado por los elementos del naciente régimen: tecnócratas del Opus Dei, monárquicos y derechistas reaccionarios, amparados todos ellos por la Iglesia Católica y el Ejército.
Mientras, los auténticos Nacional-Sindicalistas eran condenados al silencio. Manuel Hedilla, II Jefe Nacional de FE de las JONS, Ruiz Castillejos, de los Santos, Chamarro, eran condenados a muerte. Félix Gómez y Ángel Alcázar de Velasco, a reclusión perpetua. Otros, a varios años de cárcel… su delito: oponerse al Decreto de Unificación y al falseamiento del Nacional-Sindicalismo.
Algunos Nacional-Sindicalistas creyeron que desde dentro del régimen del general Franco conseguirían influir en él. Otros, los más decididos en la acción y en el compromiso optaron por la lucha clandestina [1], y los más, aceptaron la Unificación. Esta última actitud era comprensible en una organización que se vio incrementada de forma exagerada por elementos provenientes de partidos derechistas y reaccionarios, los cuales pretendían utilizar al Nacional-Sindicalismo como trampolín político, así como para convertirlo en la guardia de la porra de los intereses de la burguesía.
Es indudable que si Ramiro Ledesma Ramos hubiese sido comprendido cuando acusaba a FE de las JONS de condescendiente con la derecha, si José Antonio hubiera aceptado las críticas de Ramiro y no hubiese tardado tanto en comprenderlas [2], el destino del Nacional-Sindicalismo habría sido con toda seguridad otro. Ambos murieron asesinados por el Gobierno del Frente Popular, pero ambos fueron asesinados día tras día, año tras año por el régimen de Franco y después de éste, por todos aquellos que con su camisa azul, sus correajes y su brillantina hicieron de la chulería, el matonismo y el derechismo su base de acción, actitud ésta, que nada debe de envidiar a la que años atrás tuvieron en Salamanca individuos tales como Dávila, Aznar o Garcerán.
Ramiro Ledesma Ramos, ¿Un nacional-bolchevique?
Si como he indicado en anteriores ocasiones, el Nacional-Bolchevismo es la unión armónica entre las concepciones más radicales de lo nacional y lo social, evidentemente podemos afirmar que Ramiro Ledesma Ramos era un Nacional-Bolchevique. “He aquí esas dos palancas: una la idea nacional, la Patria como empresa histórica y como garantía de existencia histórica de todos los españoles; otra, la idea social, la economía socialista, como garantía del pan y del bienestar económico de todo el pueblo” [3] afirmará con rotundidad Ramiro.
Desde un principio, Ramiro y sus Juntas de Ofensiva Nacional-Sindicalista (J.O.N.S.) aspiraron a atraerse a los trabajadores hacia la causa nacional, y es que los jonsistas querían “dotarse de una ancha base proletaria”. Esta inquietud era fiel reflejo de su extracción social: proletarios, campesinos e intelectuales de corte radical, con ímpetu revolucionario frente al orden burgués. Uno de los constantes temores de Ramiro, una de sus preocupaciones más dolorosas era que confundieran al jonsismo “con una frívola y vana tarea de señoritos”.
Con las JONS nacía en España, en palabras de Ramiro “un movimiento político, de entraña nacional profunda y grandes perspectivas sociales, mejor dicho, socialistas” [4]. Ramiro tiene muy claro cual es el papel de las derechas y no duda en acusarlas como uno de los males mayores que atenazan a su pueblo, al tiempo en que no duda tampoco en denunciar el patriotismo zarzuelero, “hace ya mucho tiempo que sabemos bien a que atenernos respecto el “patriotismo” derechista, sobre todo al de las fuerzas más directamente clericales y ligadas a las sacristías. Cada día es más evidente en nosotros la sospecha de que la debilidad nacional de España se debe en gran parte al “patriotismo inoperante, falso y sin calor” que hasta ahora ha regido, incubado y orientado en el sector derechista” [5].
En Ramiro el destino de la colectividad siempre va unido a una justa distribución de la riqueza, “El sometimiento de la riqueza a las conveniencias nacionales, es decir, a la pujanza de España y a la prosperidad del pueblo” [6]. Siempre en los jonsistas hubo claras consignas sociales y económicas: “¡Con nosotros, pues los trabajadores; A nacionalizar la banca parasitaria; a nacionalizar los transportes; a impedir la acción de la piratería especuladora, y a exterminar a los grandes acaparadores de productos” [7]. El Nacional-Sindicalismo jonsista tenía muy claro cuales debían de ser las aspiraciones básicas de la colectividad: “Las JONS piden y quieren la nacionalización de los transportes, como servicio público notorio; el control de las especulaciones financieras de la alta banca, garantía democrática de la economía popular; la regulación del interés o renta que produce el dinero empleado en explotaciones de utilidad nacional; la democratización del crédito, en beneficio de los sindicatos. Agrupaciones comunales y de los industriales modestos; abolición del paro forzoso, haciendo del trabajo un derecho de todos los españoles, como garantía contra el hambre y la miseria; igualdad ante el Estado de todos los elementos que intervienen en la producción (capital, trabajos y técnicos), y justicia rigurosa en los organismos encargados de disciplinar la economía nacional; abolición de los privilegios abusivos e instauración de una jerarquía del Estado que alcance y se nutra de todas las clases españolas” [8]. Tales eran pues, las consignas de las JONS. ¿Alguien puede dudar de su rotundidad y de su espíritu popular y revolucionario?
Ramiro, al igual que otros pensadores Nacional-Bolcheviques de la época, no duda en criticar al fascismo cuando éste gira a la derecha. De él afirma “…ha machacado, en efecto, las instituciones políticas de la burguesía y a dotado a los proletarios de una nueva moral y de un optimismo político… pero, ¿ha machacado asimismo o debilitado siquiera las grandes fortalezas del capital financiero, de la alta burguesía industrial y de los terratenientes en beneficio de la economía general de todo el pueblo?, y además, ¿va realmente haciendo posible la eliminación del sistema capitalista y basando cada día más el régimen de los intereses económicos de las grandes masas” [9]. Indudablemente con tales afirmaciones es comprensible y lógico que Ramiro fuera silenciado y marginado por el régimen de Franco, puesto que como es sabido por todos, éste se apoyo para asentarse en el poder precisamente en estas grandes fortalezas del capital financiero a las que hace referencia Ramiro.
Para Ramiro y sus JONS eran totalmente condenables los fascismos de opereta, “grupos sin dimensión profunda, artificiosos, que importan el fenómeno fascista como quien importa un género de moda cualesquiera” [10]. Y se muestra duro, muy duro, con estos movimientos fascistas de importación al afirmar que: “Allí está Mosley con sus camisas, su partido fascista y sus sueños mussolinianos; como aquí Primo de Rivera, con otro equipo de igual naturaleza… tienen un caudillo, un Duce aristócrata, millonario, que gasta sus cuartos en organizar el Partido. Así Mosley, el inglés, que es Sir, multimillonario y extravagante. Así Primo de Rivera, el español, que es Marqués de Estella, millonario y extrafino. Así Starhemberg, el austríaco, que es príncipe, millonario y todo lo demás. Todos ellos son movimientos blandos, pastosos, algodonosos, de buenas formas, aspirantes a implantar un llamado Estado Corporativo… Se caracterizan también por su tendencia notoria a desconocer toda angustia popular pues se incuban en medios sociales de privilegio, y están ligados a todas las formas reaccionarias de la sociedad” [11].
Ramiro también adquiere compromiso revolucionario con el campo español. Sus palabras son balas dialécticas contra el capitalismo rural: “Españoles Campesinos: la tierra es la nación. El campesino que la cultiva tiene derecho a su usufructo. El régimen de la propiedad agraria hasta ahora imperante ha sido un robo consentido y perpetrado por la Monarquía y sus hordas feudales. ¡Campesinos: ciento cuarenta y siete grandes terratenientes tienen en sus manos más de un millón de hectáreas de tierra! Toda la tierra es vuestra. ¡Exigid su nacionalización!” [12].
Estas afirmaciones asustarán a las mentes bienpensantes de la derecha y de la extrema derecha. Muchas de estas propuestas están totalmente olvidadas por los partidos tradicionales de la izquierda, e incluso abandonadas por los izquierdistas más radicales.
“¡Viva el mundo nuevo! ¡Viva la España que haremos!”. Tales eran las consignas y los gritos jonsistas. Eran sin lugar a dudas proclamas nuevas, gritos de esperanza, pero sobre todo, gritos de revolución. Sí, de revolución, porque eran hombres hartos de un mundo podrido, lleno de injusticias, de explotados y de explotadores, de ricos cada vez más ricos y de pobres cada vez más pobres. Había una necesidad imperiosa, popular y revolucionaria: subvertir el orden burgués. Y en esa tarea luchaban las JONS. Ramiro supo imprimir ese espíritu entre sus camaradas, los cuales comprendían la necesidad de distanciarse de la vulgaridad burguesa, de rehuir todo lo viejo y de todo lo caduco.
Así la primera tarea del Nacional-Sindicalismo “fue la de enlazar esos dos ingredientes sueltos: lo nacional y lo social, la Patria y el Trabajo. Nadie piense que la adopción del término a la vez encantador y polémico, de la revolución nacional-proletaria, fuese en los fundadores obra de táctica reflexiva y cauta, sino consecuencia inmediata de vivir profunda y entrañablemente la historia de nuestro tiempo” [13]. Estas palabras de Pedro Laín Entralgo nos aproximan nuevamente a la aspiración jonsista de lo social y de lo nacional.
Los Nacional-Bolcheviques preferían una alianza o acercamiento con la Rusia soviética, antes que con las democracias occidentales, como Gran Bretaña, hecho que los diferenciaba claramente de los planteamientos de Hitler.. Y en este contexto, de nuevo debemos recurrir a Pedro Laín Entralgo cuando afirma: “Como observó con vista zahorí Ramiro Ledesma, el comunismo soviético va convirtiéndose cada vez más en un nacional-comunismo. Stalin está haciendo el viraje de la revolución mundial proletaria de Lenin a la revolución nacional rusa” [14]. Estas palabras pueden parecer exageradas, pero Ramiro en diversas ocasiones hace afirmaciones parecidas: “Rusia, con su régimen nacional-comunista, con moral de guerra, archiarmada, en pleno experimento de gigantescas subversiones sociales, no es ya, desde luego, el país revolucionario que conspira cada día por la revolución mundial” [15]. O cuando afirma: “es la rotunda eficacia del Estado soviético, que ofrece al pueblo ruso, de un modo coactivo e indiscutible, la posibilidad de tomar augusta disciplina nacional. Hoy Stalin asegura su plan económico esgrimiendo la furia nacionalista rusa” [16].
Esta claro que Ramiro no era en absoluto comunista, y el mismo nos aclara el porqué: “Frente al comunismo, con su carga de razones y eficacias, colocamos una idea nacional, que él no acepta, y que representa para nosotros el origen de toda empresa humana de rango airoso. Esta idea nacional entraña una cultura y unos valores históricos que reconocemos como nuestro patrimonio más alto” [17].
Ramiro, Falange y la escisión.
El 13 de febrero de 1934 se sellaba entre las JONS de Ramiro y la FE de José Antonio el acuerdo de fusión.
Esta unión nacía con fuertes discrepancias entre los propios jonsistas. Dentro de su seno coexistían dos posturas, la de oponerse a dicha unión debido al temor y a la desconfianza hacia los falangistas por considerarlos demasiado derechizados y la de aceptar el acuerdo con los falangistas por creer que ambas organizaciones se verían fortalecidas y se enriquecerían. La opción triunfante fue la segunda. Nada más conocer la decisión del Consejo jonsista, su dirigente gallego, el antiguo comunista Santiago Montero Díaz, enviaba una carta a Ramiro dándose de baja de la organización.
Así pues, se concretaba una fusión marcada por la disidencia. De hecho nadie podrá negar que dentro de FE existían núcleos fuertemente derechizados con una fuerza relevante dentro del movimiento.
Pero cierto es también, que dentro de FE existían igualmente reticencias ante la fusión, pues no olvidemos que en su seno convivían monárquicos, derechistas, auténticos revolucionarios y algún que otro futuro militante carlista -Ricardo Rada-. La principal preocupación de los falangistas era la fuerte carga social que imprimían los jonsistas, en especial su radicalidad en lo económico. Temían la proletarización de FE.
Cabría aquí recordar que uno de los puntos de fusión entre las JONS y Falange Española apuntaba lo siguiente: “Se considera imprescindible que el nuevo Movimiento insista en forjarse una personalidad política que no se preste a confusiones con los grupos derechistas” [18].
El 16 de febrero salía el primer número de La Patria Libre. Ramiro, junto con otros antiguos jonsistas se habían separado de Falange Española. Con esta nueva publicación pretendían seguir en la brecha política desde el prisma antiburgués y Nacional-Sindicalista revolucionario de las primitivas JONS.
Los valedores de la “verdad joseantoniana” no dudaron, ni dudan, en desprestigiar a Ramiro, a sepultarlo en la más falaz crítica. Fue acusado de envidioso, fue ridiculizado por el propio José Antonio al avisar sobre ciertos “Gevolucionarios” en alusión al pronunciamiento de Ramiro de las erres. En la mayoría de los libros sobre el Nacional-Sindicalismo escritos por falangistas, Ramiro es considerado como un actor secundario del Nacional-Sindicalismo, al cual se le pierde el rastro tras la escisión -para los falangistas expulsión (sic)-.
Así nos encontramos con afirmaciones como esta de Francisco Bravo: “Ramiro no supo portarse con decoro suficiente”. El franquista Ximénez de Sandoval, apunta: “Ledesma tenía el erróneo concepto de creer necesario para una Revolución Nacional el tipo de jefe proletario…, de poseer justa soberbia creadora” [19]. Pero si hay alguien que merece un comentario aparte ese es Raimundo Fernández Cuesta, uno de los principales culpables de la derechización de la Falange durante tantos años, el principal lacayo de la Falange franquista y el que unió a la Falange codo con codo a la extrema derecha más reaccionaria durante la transición española; este sujeto escribe en una carta fechada el 9 de febrero de 1942 lo siguiente: “El episodio de la expulsión (sic) de Ramiro tiene su origen en la envidia personal que sentía por José Antonio, nacida quizá de las diferencias de origen, ambiente y educación. Era la expresión en la Falange de la lucha de clases, que en España amenazaba todas las actividades. Eso unido a la difícil situación económica de Ramiro, le hacía apto para ser instrumento de los partidos derechistas, que deseaban sembrar cizaña en nuestras filas” [20]. En resumen, para el que fuera III Jefe Nacional de Falange Española, Ramiro, el fundador y principal teórico del Nacional-Sindicalismo, no era más que un envidioso y un pobre hombre comprado por las derechas para provocar el descalabro en el movimiento falangista.
Existen numerosas opiniones sobre la escisión de Ramiro, pero quizás sería más correcto leer lo que el propio Ramiro afirmó acerca de la escisión: “Quien creyere que nuestra ruptura con Falange Española obedecía al mero capricho y que carecía de dimensiones profundas padece una equivocación notoria. Nosotros, los jonsistas, hemos observado las limitaciones dichas, hemos visto con claridad que era llegada la hora de cambios radicales en la orientación, en la táctica, y en los dirigentes y, como nada de eso podía lograrse allí, hemos dado de nuevo vida a las J.O.N.S.” [21].
Durante un cierto tiempo los enfrentamientos verbales e incluso físicos entre algunos matones de FE y los seguidores jonsistas de Ramiro fueron constantes. “No hay día en que alguno de los dirigentes de las J.O.N.S. no sea provocado en la calle por alguno de los diez o doce rufianes asalariados de que dispone [Primo de Rivera]“, “los ataques que los dirigentes falangistas han lanzado a los de las J.O.N.S. son propios, dijimos y repetimos, de seres rufianescos, de seres residuales, que viven a extramuros de toda solvencia moral y de todo propósito limpio” [22].
El propio Francisco Bravo reconoce en su libro José Antonio. El hombre. El Jefe. El Camarada, pág. 83, que la venta y distribución de La Patria Libre fue perseguida por los falangistas, al mismo tiempo que afirma que “José Antonio evitó que alguno de los nuestros, excitado por los ataques injustos del fundador de las J.O.N.S., le pegase un tiro”. Lastima que Bravo no nos indique quien de “los suyos” era de pistola fácil con el líder jonsista.
Ramiro nunca quiso responder a los ataques falangistas y siempre cuando se vio obligado a hacerlo, lo hizo desde las páginas de La Patria Libre.
Lo cierto es que Ramiro, junto a Onésimo Redondo, Manuel Mateo y Álvarez de Sotomayor se reunieron en la cafetería Fuyma para comentar la situación de FE de las JONS. En dicha reunión tanto Onésimo como Mateo apuntaron la necesidad de hacer algo, puesto que la situación era angustiosa. Según Martínez de Bedoya “José Antonio estaba rodeado de señoritos, que ocupaban cargos, celosos de sus competencias, y que incluso se habían fijado sueldos”. La decisión de los cuatro reunidos fue la de separarse de Falange Española y reorganizar las JONS. Para ello Mateo aseguraba el apoyo decidido de la CONS (Central Obrera Nacional-Sindicalista), lo que unido a la adhesión de la delegación más fuerte, la de Valladolid de Onésimo Redondo, daba ciertas garantías de éxito. La verdad es que una vez convencido Ramiro, que era el más reticente de los cuatro a la separación, sólo Álvarez de Sotomayor acabó secundando lo allí decidido. Mateo se desdijo y fue nombrado (¿como premio?) por José Antonio jefe de la CONS.
Onésimo Redondo decidió a última hora mantenerse a las órdenes de José Antonio, olvidándose de lo acordado con Ramiro. ¿Fue ésta una estrategia de los falangistas para apartar a Ramiro y a sus más inmediatos colaboradores de la organización? Pocos fueron los que siguieron a Ramiro -Martínez de Bedoya, Gutiérrez Palma, Poblador-, de nuevo se unió a su lucha Montero Díaz. Pero lo que verdaderamente importaba era que la bandera del Nacional-Sindicalismo revolucionario volvía a estar alzada.
Ramiro prosiguió su actividad política y ni las agresiones a sus militantes por parte de los falangistas, ni el asalto a su local social de la calle Amaniel en Madrid por camorristas al mando de Aznar y Valcárcel, ni las constantes descalificaciones hicieron mella en él y sus camaradas.
Es necesario apuntar, también, que Ramiro nunca fue muy bien visto por los joseantonianos, y sabemos que esta aseveración encolerizará a los “puristas” de la Falange. Pero lo cierto es que sin Ramiro el Nacional-Sindicalismo no existiría, y esa es la verdad. José Antonio ayudó a dar cuerpo al Nacional-Sindicalismo -esencialmente durante los últimos meses de 1935 y hasta que cegaron su vida el 20 de noviembre de 1936, pero sin el asentamiento y las bases de Ramiro, Falange no habría sido más que una vulgar organización ultraderechista.
No sería justo no aceptar críticas hacia Ramiro, pues es indudable que como todos erró algunas veces. Pero cuando estas críticas son tendenciosas o cuando estos ataques hacia él sólo demuestran un desconocimiento profundo de sus ideas, no es tan sólo lamentable sino condenable.
Así en la revista Sindicalismo en la que colaboraron entre otros Sigfredo Hillers de Luque, aparece dentro del capítulo “Charlas de la Ballena Alegre” un recuadro titulado “El sindicalismo de Ramiro Ledesma Ramos”, -este artículo aparece reproducido 28 años después, sin ningún tipo de comentario o de corrección en el número 22, correspondiente a los meses de mayo-julio de 1992 de la revista No Importa, órgano de Falange Española Independiente, por lo que creo aprueban lo allí expresado- en el que se afirma lo siguiente: “El Nacional-Sindicalismo de Ramiro Ledesma y el de José Antonio de 1935, poco o nada tienen que ver entre sí… la separación de Ramiro de la Falange, independientemente de los problemas personales (que los hubo) y por los que se pretende explicar todo, se debió sin duda alguna a que José Antonio y Ramiro, aún hablando con las mismas palabras, querían cosas diferentes… Frente a la progresiva radicalización fascista de Ramiro, está la progresiva radicalización sindicalista de José Antonio”. Es evidentemente una opinión, falangista, por supuesto, pero carente de toda credibilidad en lo que concierne al progresivo fascismo de Ramiro, el cual no duda en afirmar: “No pretenden ya (los jonsistas), tanto él (Ramiro) como sus camaradas, organizar, ni remotamente el fascismo. Lo que en las viejas JONS había de fascismo lo recoge hoy Primo de Rivera, sobre todo en sus propagandas últimas. Aquellos entienden que su misión es otra”. 123).
Ramiro y los sindicalistas de la CNT.
En los escritos de Ramiro son constantes los comentarios y las afirmaciones favorables hacia ciertos sectores de la C.N.T. Así en el número 14 de La Conquista del Estado, aparece una página entera dedicada al Congreso Extraordinario de la C.N.T. y en la cual afirma Ramiro: “Hemos de estar junto a la C.N.T. en estos momentos de inmediata batalla sindical, en estos instantes de ponderación de fuerzas sociales. Así creemos cumplir con nuestro deber de artífices de la conciencia y de la próxima y genuina cultura de España”.
En el número 11 de dicha publicación aparece también publicado un diálogo entre Ramiro y Álvarez de Sotomayor, miembro por entonces de la C.N.T., en el cual el dirigente jonsista afirma: “Los Sindicatos únicos -C.N.T.- movilizan las fuerzas obreras de más bravo y magnífico carácter revolucionario que existen en España. Gente soreliana con educación antipacifista y guerrera… cuando llegue el momento de enarbolar las diferencias radicales, nosotros lo haremos; pero mientras tanto, los consideramos como camaradas y en muchas ocasiones dispararemos con ellos, en afán de destrucción y de muerte contra la mediocridad y la palidez burguesas”.
Dentro de la C.N.T. no faltaron las disidencias y las escisiones, provocadas en gran medida por las discrepancias entre los sindicalistas revolucionarios y los comunistas libertarios de la F.A.I., ello posibilitó más contactos y encuentros con elementos del Partido Sindicalista de Ángel Pestaña, y con agrupaciones locales cenetistas.
Ramiro hace desde las páginas del número 3 de La Patria Libre un llamamiento “al grupo disidente de la C.N.T., a los treinta, al Partido Sindicalista que preside Ángel Pestaña.. A los posibles sectores marxistas que hayan aprendido la lección de octubre, a Joaquín Maurín y a sus camaradas del Bloque Obrero y Campesino”, a los que les dice: “Romped todas las amarras con las ilusiones internacionalistas, con las ilusiones liberal burguesas, con la libertad parlamentaria. Debéis saber que en el fondo esas son las banderas de los privilegiados, de los grandes terratenientes y de los banqueros. Pues toda esa gente es internacional, porque su dinero y sus negocios lo son. Es liberal, porque la libertad les permite edificar feudalmente sus grandes poderes contra el Estado Nacional del Pueblo. Es parlamentarista porque la mecánica electoral es materia blanda para los grandes resortes electorales que ellos manejan: la prensa, la radio, los mítines y la propaganda cara” [24].
Fue un llamamiento de FRENTE UNIDO CONTRA EL SISTEMA y a él acudieron numerosos dirigentes y militantes de base de la C.N.T. y de partidos de extrema izquierda, entre ellos, Guillen Salaya, Nicasio Álvarez de Sotomayor, Olalla, Pascual Llórente, Enrique Matorras, José Guerrero Fuensalida; Luis Ciudad… entre otros. Todos ellos entendieron las consignas jonsistas de unir lo nacional y lo social. Juntos alzaron la bandera de la revolución proletaria nacional.
Evidentemente, y lamentablemente, hoy la C.N.T. dista mucho del compromiso revolucionario que demostraron años atrás sus camaradas, pero estamos seguros que a pesar de ello, dentro de sus filas seguirán habiendo gentes que luchen por el verdadero sindicalismo revolucionario.
Ramiro y Europa.
No sería en absoluto gratuito afirmar que hoy Ramiro sería un convencido entusiasta europeísta. Desde el fin de la II Guerra Mundial ha quedado claro que la independencia y autarquía de pequeños espacios nacionales está condenada al fracaso; y sólo en los grandes espacios geopolíticos se puede articular una alternativa global. Ello unido a la unificadora raíz cultural de los europeos, hace de EUROPA un atractivo proyecto en común.
Y esto lo entendió perfectamente Ramiro cuando se pregunta: “¿No es llegada la hora de que España mire y perciba los campamentos europeos? ¿No es ya de todo punto imprescindible que España entre en la realidad europea? Porque eso queremos” [25].
¿Alguien puede dudar de la vocación europea de Ramiro? Repito, hoy Ramiro sería un fervoroso europeísta, un eurorevolucionario, y eso a pesar de todos aquellos supuestos Nacional-Sindicalistas actuales que siguen encerrados, en pleno del siglo XXI, en el coto privado de “SU” España.
Muerte, silencio y memoria.
El día 29 de octubre de 1936 era asesinado Ramiro Ledesma Ramos, su delito no fue otro que ser el fundador del Nacional-Sindicalismo. La justicia del Frente Popular y de sus milicias anarco-comunistas consistía en “pasear a los fascistas” [26], nada que envidiar a aquellos, que prostituyendo la camisa azul, cambiaron su filiación japista (de las JAP), por la de falangista y se dedicaban a “pasear a los rojos”. Los sueños y las aspiraciones de Ramiro murieron con él, su deseo de unir lo nacional y lo social se quedaría en un bello y heroico gesto. En frente de su casa natal de Alfaraz, provincia de Zamora, se erigió el único recuerdo a la memoria del fundador del Nacional-Sindicalismo. Un monolito triste, sencillo y pobre, inaugurado 25 años después de su asesinato, en él se puede leer: “La Falange de Zamora a Ramiro Ledesma Ramos. 29 de Octubre de 1936 – 29 de Octubre de 1961″. Este fue el homenaje del régimen franquista al líder jonsista. Seguramente, este “olvido” del régimen fue lo mejor que le podía haber pasado a Ramiro y a su ideología.
Un olvido que alcanzó no sólo a la figura de Ramiro Ledesma, sino también a sus escritos, sus artículos periodísticos, sus obras completas nunca editadas [finalmente fueron editadas en su centenario por Ediciones Nueva República, n.d.a.]. Incluso, ya sabemos que este “olvido” llegó al ocultamiento de iniciativas políticas impulsadas por Ramiro después de la fusión con Falange y tras su salida de ella. Por ejemplo, el 14 de enero de 1935 nacía en Barcelona un nuevo partido político. Su lema: “El interés general por encima del interés particular”. Sus promotores: los jonsistas José Ma Poblador Álvarez y Emilio de Lasarte Rouzart. Sus fines:
Queremos: La rotunda unidad geográfica y política de España.
Queremos: El sometimiento de todas las actividades económicas, elementos de riqueza y de las personas a las conveniencias nacionales, es decir: A la pujanza de España y a la prosperidad del pueblo.
Queremos: la eliminación de los partidos internacionales cuyos fines representan la destrucción de España.
Queremos: la sindicación obligatoria de todos los productores, dentro de un estado Nacional-Sindicalista como base de la unanimidad social española.
Queremos: que el Estado garantice a todos los trabajadores el derecho al pan, a la justicia y a la vida digna.
El nombre de este nuevo partido, que contaba con el apoyo y consentimiento de Ramiro Ledesma Ramos, era Partido Español Nacional Sindicalista (P.E.N.S.).
El P.E.N.S. no realizó prácticamente actividades. Los acontecimientos se precipitaron, el pueblo español se encaminaba hacia una inevitable guerra civil. Fue uno de los últimos intentos jonsistas de mantener unificadas esas dos palancas de las que hablaba Ramiro, la nacional y la social, mejor dicho, socialista.
Muchos son los militantes de la extrema derecha que ensalzan y vitorean a Ramiro por sus exaltaciones anticomunistas y patrióticas, pero estos mismos elementos cierran los ojos ante sus proclamas sociales y proletarias; ante sus críticas al nacionalismo patriotero reaccionario y ante su profundo sentido de superación de las viejas ideas caducas.
Cualquier persona conocedora de las propuestas Nacional-Bolcheviques de los años treinta, verá en las ideas y palabras de Ramiro, al genuino representante español de esta tendencia.. Y ciertamente, queda claro que para los jonsistas la conjugación de lo social y de lo nacional significó la unión de voluntades revolucionarias procedentes de la derecha y de la izquierda, ansiosos todos ellos de una nueva España y de una nueva concepción de la comunidad popular.
Fueron sin lugar a dudas los primeros Nacional-Bolcheviques españoles y tal como diría el propio Ramiro Ledesma Ramos al final de su genial ¿Fascismo en España?, “tanto a él como a sus camaradas les venía mejor la camisa roja de Garibaldi que la camisa negra de Mussolini” [27].
Notas:
[1] A finales de 1939 se intentó reorganizar en la clandestinidad FE JONS. Entre otros participaron: Emilio Rodríguez Tarduchy, Patricio González de Canales, Narciso Perales, Ricardo Sanz, Luis de Caralt, J.. Pérez de Cabo y Juan José Domínguez. J. Pérez de Cabo es fusilado, Patricio González de Canales es detenido, Narciso Perales es confinado… La oposición Nacional-Sindicalista al régimen de Franco jamás cesaría desde el Decreto de Unificación. Siempre estuvo presente y es justo afirmarlo y reivindicarlo. Muchos fueron los Nacional-Sindicalistas que defendieron la verdad del Nacional-Sindicalismo, pero eso sería tema para otro artículo.
[2] “Consideren todos los camaradas hasta que punto es ofensivo para la Falange el que se proponga tomar parte como comparsa en un movimiento que no va a conducir a la implantación del Estado Nacional-Sindicalista… sino a reinstaurar una mediocridad burguesa conservadora, orlada, para mayor escarnio, con el acompañamiento coreográfico de nuestras camisas azules”. (José Antonio Primo de Rivera).
[3] Discurso a las Juventudes de España, pág. 20.
[4] Ramiro Ledesma Ramos. Escritos políticos (1935-1936), pág. 31.
[5] Ramiro Ledesma Ramos. Tomás Borras, pág. 689.
[6] Programa político de las J.O.N.S. JONS. Órgano teórico de las J.O.N.S., Madrid, año 1, cuaderno n° 1, Mayo de 1933, contraportada.
[7] La Patria Libre. Órgano de las J.O.N.S., Madrid, año I, nº 5, 16 de marzo de 1935, pág. 1.
[8] JONS. Órgano teórico de las J.O..N.S., Madrid, año I, cuaderno n° 7, Diciembre de 1933, pág. 335.
[9] Ramiro Ledesma Ramos, un romanticismo de acero. José Cuadrado Costa, pág. 37.
[10] La Patria Libre. Órgano de las J.O.N.S., Madrid, año 1, n° 4, 9 de marzo de 1935, pág. 4. [II] Ibídem.
[12] La Conquista del Estado, Madrid, año 1, n° 6, 18 de abril de 1931, pág. 6. [13] Ensayo de Pedro Laín Enlralgo en Ramiro Ledesma Ramos. Tomás Borras, págs 297-298. [14] Ramiro Ledesma Ramos. Tomás Borras, pág. 298.
[15] La Patria Libre. Órgano de las J.O.N.S., Madrid, año 1, n° 2, 23 de febrero de 1935, pág. 3. [16] Ramiro Ledesma Ramos. Tomás Borras, pág. 203.
[17] La Conquisto del Estado. Madrid, año 1, n” 3, 28 de marzo de 1931, pág. 2.
[18] Del documento de fusión de las JONS y FE. Reproducido en: Ramiro Ledesma Ramos. Escritos Políticos (1935-1936), pág. 111.
[19] Ramiro Ledesma Ramos. Biografía Política. José María Sánchez Diana, págs, 209 y 210.
[20] La Contrarrevolución Falangista. Raúl Martín, pág. 211.
[21] La Patria Libre. Órgano de las J.O.N.S., Madrid, año I, n° 6, 23 de marzo de 1935, pág. 1.
[22] La Patria Libre. Órgano de las J.O.N.S., Madrid, año I, n° 3, 2 de marzo de 1935, pág. 1, y, La Patria Libre. Órgano de las J.O.N.S., Madrid, año 1, n° 6, 23 de marzo de 1935, pág. 4.
[23] Ramiro Ledesma Ramos. Escritos Políticos (1935-1936), pág. 155.
[24] La Patria Libre. Órgano de las J.O.N.S., Madrid, año 1, n” 3, 2 de marzo de 1935, pág. I..
[25] La Patria Libre. Órgano de las J.O.N.S., Madrid, año 1, n” 2, 23 de febrero de 1935, pág.. 3.
[26] Entiéndase por “fascista” en la terminología de estos partidos a aquellos que no piensan como ellos. En efecto, según las “mentes pensantes” de estas ideologías, “fascista” lo es Indalecio Prieto, Pestaña, Ramiro de Maeztu, cualquier católico o el mismo Ramiro Ledesma Ramos.
[27] Ramiro Ledesma Ramos. Escritos Políticos (1935-1936), pág. 155.
Joan Antoni Llopart
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