Tumgik
#suspirar
leregirenga · 2 months
Text
Tumblr media
Si llegara ocurrir que el milagro del amor se hiciera posible, sabré todavía de suspiros?
Si ocurriera que tú te cruzarás en mi camino y coincidir por cosas del destino, tú podrás suspirar?
Sabremos todavía de la chispa, la magia, la sonrisa, el brillo, la ilusión que se da cuando te enamoras, y sabremos todavía suspirar?
Leregi Renga
2 notes · View notes
lapazdelmar · 2 months
Text
Tumblr media
Suspirar es llamar a quien no está
Un beso con amor
5 notes · View notes
tiempoydestino · 2 years
Text
Un incienso para suspirar son tus recuerdos al visitarme cada mañana como brisa sin forma, me envuelves y me llenas en una mezcla de momentos y anhelos.
25 notes · View notes
freemanblue · 1 year
Text
Cuando no esté a tu lado quiero suspirar oliendo a tí.
4 notes · View notes
rienziera · 10 months
Text
Tumblr media
Tal vez te olvides de mí
Tal vez me olvide de ti, uoh no
1 note · View note
Text
Es tiempo de cambiar
Es tiempo de consolarme, de tomarme la mano, de dejar de pedir y empezar a recibir todo eso que necesito, pero de mi. Es tiempo de estar conmigo, de conocerme, de amarme. Es tiempo de crecer, de descubrir que en efecto duele, pero no dejar de intentarlo. Es tiempo de lesiones, fracturas expuestas y corazones rotos. Es tiempo de viajar, de experimentar, de probarlo todo. Es tiempo de decirle que sí a la vida, de no tener miedo y si se tiene, hacerlo con ello.
Es tiempo de abrir los ojos, de abrazar la vida con todos los sentidos, de ver para adelante. Es tiempo de sobarse las rodillas y lamerse las heridas, de perdonarse, de curarse. Es tiempo de disfrutar, de dejar que la vida te sorprenda, de encontrar sin buscar. Es tiempo de extrañar, de llorar y a veces reprochar, pero sobre todo es tiempo de soltar.
Es tiempo de empatizar, de renunciar al constante pensar y al qué dirán. Es tiempo de fluir y muchas cosas dejar ir. Es tiempo de cambiar, de dejar de planear y simplemente estar. Es tiempo de suspirar, de amar de una manera real, de ayudar. Es tiempo de conocer, de ver más allá, de sintonizar con mentes y vibrar con almas.
Es tiempo de ir por un helado, de dejar de contar calorías, de hacer lo que se quiere en lugar de lo que se debe, de reírse a carcajadas, de que te falte el aire y llores pero de risa y el único dolor que perdure sea el de abdomen. Es tiempo de comprometerse mucho más con las ganas de sanar o de estar bien y eso tiene que ser mucho más importante que el miedo a estar solo o volver a empezar.
Es tiempo de pensar en ti, es tiempo de vivir.
Tumblr media
ℜ𝔬𝔰𝔞🖤
4 notes · View notes
cr0wra · 1 year
Text
youtube
"Quiero tus ojos chinitos
un tiempo aqui cerca
de mi corazón
Hoy seré marea
que tus lunas aceleran
Seré también la sonrisa
que te alivian el querer
Seré un pequeño camino
con flores y a orillas del rio, mi amor"
2 notes · View notes
leregirenga · 2 years
Text
Tumblr media
Suspirar al evocar tu perfume, y que ese aroma quedé impregnado en cada rincón de mi cuerpo.
Que tu piel transpire al recordar mi piel y añorar cada momento vivido... Y sentir que aún estamos enredados con la piel y nuestros besos, que las caricias se quedan enroscadas en los pliegues del cuerpo y de a poco escalan cumbres, vientres y talles hasta llegar a nuestras bocas que sedientas están del elixir que emanan cuando nos besamos.
Leregi Renga
7 notes · View notes
achoo---uu · 5 months
Text
Yo cuando me case con él esa canción va a sonar y juro a todo lo que pueda jurar que traeré a los putos Aerosmith para que canten I Don't Want to Miss a Thing mientras nos miramos en el baile. Por ti, por mi, por todo lo que quiero y anhelo.
0 notes
juanlazomiranda · 6 months
Video
youtube
San Simón USA Lima Pasacalle saludo a Juliaca.
0 notes
distanciaras · 1 month
Text
Depois de suspirar pela centésima vez, apaguei todas as mensagens que pensei em te enviar. Entendi que engolir tudo isso e rasgar todo esse sentimento idiota é o melhor a se fazer, porque você não merece nem uma gota da saudade que eu sinto. Não merece saber que mesmo depois de todo esse tempo, ainda peço à Deus para amenizar a falta que você me faz. Eu mereço mais do que essas migalhas que sempre me deu, pois o meu coração, apesar de ter sido machucado demais, é muito precioso pra continuar sendo despedaçado por alguém como você.
Gabriela.
582 notes · View notes
stuckwthem · 3 months
Note
hihi i love your writing so muuuuch💖 i was wondering if you could do a smut work for matias recalt, imagine this:
both of you being high on weed and extremely needy, horny for each other with soda stereo blasting in the living room of the department (it could be in a party you choose), you guys have a steamy makeout session then yknow… !!
i would appreciate dom!mati, petnames, extremely sub!reader <3
you get me so high | m. recalt
summary: cada fiesta sabes exactamente cómo termina, hasta que sucede algo diferente. 3.7k
tw: smut, sexo desprotegido, dirty talking, no sé mas me sinto sucia
Tumblr media Tumblr media Tumblr media
"nada personal" de soda stereo sonaba en el speaker de algún rincón del departamento de matías, mientras algunos de los chicos bailaban entre la nube de humo que se formaba alrededor del lugar, iluminado sólo por un led violeta. la mayoría de los invitados a la fiesta ya se habían marchado y eran más de las cuatro de la madrugada, pero juani, pipe y santi, totalmente borrachos, seguían bailando —tambaleándose — por el salón, condenados al mismo destino que blas, dormido sobre la alfombra. te reías viéndoles, rechazando las miles de invitaciones a unirte a ellos, ya demasiado colocada para bailar, cuando mati volvió al sofá, acomodándose a tu lado, sorbiendo algo.
"¡qué idiotas!", dijo, riendo como tú, siguiendo los saltos de los bailarines frente a él. luego te tendió el vaso. "¿quieres un poco?"
asentiste con la cabeza, cogiendo lo que fuera el brebaje rojo de su mano. la bebida sabía dulce y te entró por la garganta, pero estaba buena, calentándote rápidamente. mientras tanto, mati aprovechó para sacar algunas cosas de su bolsillo, y tú observaste atentamente cómo preparaba otro porro. probablemente el tercero de la noche.
observar el trabajo de sus manos mientras sujetaba con destreza la seda entre los dedos era casi hipnotizante y, a estas alturas, ya se había convertido en un hábito. trabajaba en silencio, sólo moviendo la cabeza al ritmo de la música, lanzando de vez en cuando miradas divertidas en dirección a tu. de hecho, esas miradas se prolongaban en la noche.
"mierda, se me ha olvidado la boquilla". mati maldijo, envolviendo cuidadosamente la hierba en el fino papel. "¿puedes cogerla de mi bolsillo, por fa?".
parpadeaste un par de veces antes de asimilar lo que te pedía, mientras él levantaba las caderas para que pudieras meter la mano en el bolsillo de su pantalón. rápidamente dejaste el vaso bajo la mesita y deslizaste la mano en su bolsillo, sintiendo el calor del cuerpo de matías. le diste la boquilla, que te agradeció con un guiño y volvió a terminarse el porro.
mientras mati encendía el porro, observaste cómo las chispas brillaban en la oscuridad, iluminando momentáneamente su rostro, resaltando el contorno de su cara. era raro, pero el mero hecho de verle encenderlo con tanta destreza te producía sensaciones cálidas. sensaciones que la hicieron morderse los labios y suspirar con más fuerza.
el característico olor a hierba invadió el aire, mezclándose con el humo del cigarrillo que ya llenaba la habitación cuando el chico a su lado dio una profunda calada antes de pasárselo. quizás era arriesgado, teniendo en cuenta que ya estabas bastante colocada, pero aun así aceptaste, sintiendo el calor entre tus dedos y apretando los labios bajo la seda que matías acababa de marcar con su saliva. 
le imitaste, aspirando todo el humo, inhalando lentamente y soltándolo poco a poco, sintiendo la mirada del actor fija en tu rostro. la música seguía sonando, ahora a un ritmo más tranquilo, y los ojos de matías te observaban atentamente mientras os pasabais el porro el uno al otro. nunca tuvisteis que intercambiar muchas palabras en esos momentos, era un "silencio" cómodo mientras os rodeaba esa sensación de relajación que, al fin y al cabo, sabíais perfectamente hacia dónde iba. no hacía falta mucha conversación ni estudiar el lenguaje corporal para predecir que al final de ese porro, estaríais uno encima del otro, enrollándoos. como todas las fiestas era igual. era casi un mutuo acuerdo silencioso, nunca realmente discutido. 
matías se acomodó en el sofá, cogiendo de nuevo el porro de tu mano y llevándoselo a la boca relajadamente. te recostaste contra el cojín, tus ojos siguieron cada uno de sus movimientos hasta que se acercó a tu cara, con el brazo apoyado detrás de tu cabeza, y soltó provocativamente el humo con la boca casi pegada a la tuya. sentiste el vapor caliente contra tus labios y aspiraste, inhalando obedientemente, sin apartar la mirada el uno del otro ni un segundo. era una tensión tan deliciosa que era imposible escapar, imposible no sentir la química que emanaba de los dos.
"me encanta cómo te miran los ojos cuando te colocas". matías dice, en voz baja, pero lo suficientemente audible para los dos.
sueltas una risa, sintiendo como tus párpados se vuelven más pesados y todo tu cuerpo ligero, siendo tomado por la ola de embriaguez. tus sentidos se aflojaban cada vez más, tu visión se nublaba y tu percepción se volvía borrosa, pero sentías cada pedacito de la cálida piel de la mano de matías en tu muslo, simplemente descansando casualmente allí.
no suficiente, su otra mano tocó suavemente tu nuca, las yemas de sus dedos en un agradable sube y baja, haciéndote dejar colgar la cabeza hacia el otro lado, disfrutando de su tacto. entre sus piernas, era difícil ignorar la sensación de humedad que le provocaba.
"tus pupilas se ponen enormes", dijo, todavía examinando sus dilatados orbes con una sonrisa.
"siempre se ven así cuando estoy contigo", su confesión no pretendía sonar tan descarada, pero era sincera, y pilló por sorpresa a matías, que reaccionó alargando la mano para tocar su muslo y apretarlo un poco.
era curioso como siempre estabais sedientos el uno del otro, nunca necesitabais mucho para llegar a esa capa más íntima, más sincera. vuestra compañía siempre estaba llena de caricias, conversaciones pretenciosas y sonrisitas tontas, envueltas en una burbuja que sólo os pertenecía a vosotros.
"¿esto es por la marihuana o por mí?", te pregunta matías, en un tono juguetonamente coqueto, y te pasa la lengua por el interior de las mejillas, esperando tu respuesta.
le das otra calada al porro y te quedas pensativa mirando al techo, como si intentaras encontrar una respuesta. riendo suavemente, volviste a él, soltando el humo.
"digamos que es una buena combinación de ambas cosas", te encogiste de hombros, recorriendo con tu mirada el delicado rostro de matías, inclinando tu cuerpo más cerca de él "ayuda a intensificar lo que quiero contigo".
la expresión de matías era impagable y completamente engañosa de ver, sus ojos en blanco de sorpresa y su sonrisa intensificándose, justo lo que necesitabas para aumentar tu deseo. se acercó un poco más, y sus labios estaban ahora a centímetros de los tuyos. la habitación estaba impregnada de una electricidad sensual, y podías sentir cómo tu corazón se aceleraba. los chicos que bailaban en medio de la sala fueron completamente ignorados, olvidados.
"supongo que podemos considerarlo un efecto secundario bastante agradable", dijo, rozando ligeramente tus labios.
sin embargo, antes de que nada más pudiera suceder, un golpe resonó en la habitación.
juani, completamente desequilibrado, tropezó con la mesita, tirándola a un lado y cayendo encima de blas en el suelo, que se despertó sobresaltado. los chicos intercambiaron miradas alarmadas, visiblemente alterados, y volvieron a estallar en carcajadas. matías negó, riendo, y dio una ligera patada a la pierna de juani a sus pies.
"¿vamos a mi pieza?", preguntó, reaccionando rápidamente susurrándole al oído. "parece más seguro allí"
asentiste, medio riéndote de la situación, y ambos os levantasteis, cogiéndole de la mano mientras os guiaba, dejando atrás el caos momentáneo del salón. el sonido de la música se hizo más lejano mientras cruzabais el pasillo hacia la habitación de mati. la puerta se cerró tras vosotros, ahogando las risas y la música, dejándoos por fin en intimidad.
"debería echarlos a patadas a estas alturas", bromeó, mientras te rodeaba la cintura con el brazo. 
"son tus mejores amigos", te reíste, y el actor pareció apreciar lo que habías dicho.
"no finjas que no son tuyos también", replicó, y os reísteis, más juntos ahora, con tus piernas entre las suyas.
mati, que seguía sujetando el porro entre los dedos, se inclinó hacia él, sus miradas se encontraron en un silencioso juego de deseo mutuo mientras las sonrisas se desvanecían. la música sonaba suavemente, más baja ahora, al ritmo de sus acelerados corazones. antes de que nadie pudiera decir nada más, matías acercó suavemente su mano a su rostro, acariciándolo con suavidad. la distancia entre sus labios disminuyó gradualmente, y se perdieron en un beso, el mundo exterior desapareciendo a medida que la intensidad del momento se apoderaba de ellos.
en cuestión de segundos, sus piernas rodeaban las caderas de él, mientras las manos de mati la sujetaban por el culo, haciéndote gemir contra el beso cada vez que la apretaba. no tardó en tumbarla en la cama, frotando contra el suyo su cuerpo caliente y empapado de porros, que se había olvidado en algún rincón. 
sus manos se apresuraron a sujetar la cara de matías mientras él se esforzaba por besarla y bajarle la falda al mismo tiempo, sin tener mucha dificultad ya que la tela se deslizaba fácilmente por sus piernas. acarició sus muslos, apretando la parte más suave de su piel y acariciándola, tragándose cada uno de sus jadeos en medio del beso repentinamente desesperado. recalt colocó su muslo entre sus piernas, haciendo que la tela de su pantalón rozara su clítoris aún cubierto, provocando que todo su cuerpo se estremeciera. parecía imposible ponerla aún más cachonda, pero le excitó por completo. 
"me encanta oírte debajo de mí así, nena", murmuró matías, jadeando contra sus labios mientras frotaba su cuerpo contra el suyo. "eres tan fácil de hacer gemir, ¿lo sabías?".
mierda, cuando matías empezaba a hablar así era suficiente para volverte loca, completamente enérgica, deseosa de tener cada centímetro de él dentro de ti. sus manos subieron hasta tu pelo, tirando con fuerza como reacción a la provocación del chico. 
sin perder tiempo en darse cuenta de su estado, matías se quitó apresuradamente el resto de la ropa, con un pequeño deja vu de todas las demás docenas rondando por su cabeza. su polla se estremeció al pensarlo, sólo de recordar lo delicioso que era sentirte dentro, apretándote contra él. estaba hambriento. quería sentir tus bolas golpeando contra su culo hasta marearse, para ser honesto. y joder, le encantaba lo adorable que parecías así, con los ojos medio perdidos y completamente en paz. 
le ayudaste a quitarse los pantalones, desabrochando el cinturón de sus jeans, lamiendo toda la longitud de su entrepierna mientras se arrodillaba frente a ti. mientras matías se quitaba la camiseta, tu mano se aventuró dentro de su bóxer, encontrando su miembro extremadamente duro y empapado de pre-cum, y sólo la sensación de abrazarlo así te hizo frotar los muslos entre sí. matías palpitó al sentir sus dedos contra su sensible piel, e incapaz de contenerse, echó la cabeza hacia atrás, murmurando su nombre entre maldiciones.
sus hábiles dedos bordearon la circunferencia de su polla, bajando y subiendo tranquilamente por su longitud, mientras sus ojos se clavaban en cada reacción del chico, que le sujetaba la cara con suavidad, acabando por pasarle los dedos por su pelo. cuando sus movimientos se intensificaron, matías bajó sus dedos a tu boca, presionando sus dedos índice y corazón contra tu lengua para que pudieras chuparlos, y naturalmente, lamiste y chupaste sus dedos, sedienta, sin romper el contacto visual con el actor, que te observaba con ojos oscuros y concentrados. las huellas de sus dedos sabían a hierba y no hacían más que aumentar la sensación de dolor entre tus piernas, suplicantes por él.
matías empujó sus caderas contra tus manos, gimiendo, y entonces sus rodillas casi cedieron, y fue cuando de repente apartó tus manos de él y presionó sus dedos con saliva contra tu mandíbula. le miraste fijamente con mirada suplicante, sintiendo la fuerza de su mano contra tu cara. 
"si sigues así me voy a correr", admitió y luego bajó sobre ti, empujando tu espalda sobre el colchón y tumbándose debajo de ti una vez más. "pero quiero correrme dentro de ti, bonita".
suspiraste, sintiendo que tus entrañas se congelaban de forma placentera, y sonreíste perversamente a matías, que ahora se concentraba en tu cuello, chupando con fiereza tu piel, mientras la cabeza de su polla se frotaba frenéticamente contra tu entrada, provocando pequeños espasmos en tu cuerpo, que instintivamente trataba de encajarlo. 
"mati" gemías su nombre, casi ardiendo por la expectación que te provocaba aquella sensación, dejándote casi frustrada. pero matías parecía decidido a torturarte, dispuesto a tomar de ti exactamente lo que quería y como lo quería. "matías, por favor"
escuchar tu nombre con su voz desesperada y necesitada le hizo desear correrse en ese mismo instante, pero matías se obligó a contenerse, gruñendo contra su garganta, saboreando tu perfume, tan familiar para él que rondaba bajo su lengua como un sabor conocido. jadeó cuando tu coño se frotó contra su dura longitud una vez más y entonces sujetó tu cintura con fuerza para que mantuvieras tus caderas quietas.
"usa tus palabras, mi amor. sé que puedes hacerlo", ordenó recalt con paciencia, bajando el cuello para mirarte a los ojos. te follaría de todos modos, pero le gustaba que se lo pidieras amablemente. le volvía loco oírte así.
"quiero que me folles", obedeciste a su petición, las palabras salían de tu boca en angustiosos susurros de deseo. "por favor, mati"
"no te estoy escuchando, nena" matías rodó un poco más sus caderas, frotando su polla contra tu clítoris y casi pierdes el control allí mismo. "no seas tímida, me encanta que me lo pidas".
"fóllame, matías", exclamaste en un tono más alto, abrazándote a su nuca, intentando moverte contra las manos del mayor en tus caderas. "es que te necesito".
satisfecho y con una soberbia sonrisa en los labios, matías se acomodó entre tus piernas y mantuvo su polla en tu entrada, rodando dentro de ti con una calma inicial. ambos cerrasteis los ojos con fuerza, y por un momento fue posible escuchar vuestras exaltadas aspiraciones por encima de la música amortiguada. matías llegó hasta el fondo dentro de ti y se detuvo, sólo sintiendo cómo tus cálidos músculos se tensaban contra él, lleno de algo casi parecido al orgullo al ver tu expresión de placer en silencio, o cómo encajaba tan perfectamente en tu coño. 
tus movimientos comenzaron lentamente y fueron acompañados por pequeños gruñidos del chico, que respiraba con fuerza en tu oído. disfrutabas de cada sensación con un gemido sensual, moviendo tu cuerpo contra el suyo, capaz de alcanzar tu punto máximo con cualquier embestida más fuerte. matías empezó entonces a moverse más rápido, susurrándote al oído lo hermosa que eras, lo bien que te sentaba estar dentro de ti, lo patéticamente que gemías, y entonces te ordenó que hicieras más.
"abre más las piernas, princesa", te ordenó, dándote ligeras palmadas en el muslo, y luego dejó escapar gemidos guturales cuando le obedeciste. empujaba cada vez más profundo, follándote hasta el punto en que podías sentir el líquido filtrándose entre tus piernas. "más"
cuando rodeaste las caderas de matías con tus piernas fue suficiente para que él comenzara a comportarse casi sin delicadeza, follándote sin sentido. dos o tres veces, su polla se deslizó fuera de tu entrada, perdiéndose en los movimientos, y la cuarta vez, cuando estiraste la mano para sujetar su miembro y ayudarle a entrar en ti una vez más, la detuvo, sacándose de ti.
"no, mati" tu cuerpo se retorció ante la inesperada ausencia, mientras gemías, deseando más. 
matías sonreía, cansado y sudoroso, observando tu cuerpo y tu ansiedad con admiración. nunca se cansaría de todas las noches que pasasteis así, siempre deseando la próxima fiesta, el próximo momento, como éste. entonces el actor acercó sus labios a tu cara, besando tu mandíbula, tu mejilla, tu nariz, tu sien, una delicadeza que contrastaba con su siguiente petición.
" gírate", su voz sonó ronca y autoritaria. matías retiró las manos de tu cintura para dejarte espacio para moverte, y oíste los latidos de tu corazón estallar en tus oídos.
mientras asimilabas lo que te decía, sentiste al instante un calor que te subía por las piernas y te llegaba a la cabeza, haciéndote hervir la sangre de deseo. era algo nuevo, completamente sucio y excitante de una forma que nunca imaginaste que pudiera ser.
y una vez más, sin concurso, le sonreíste, embargada por una versión de la lujuria y recibiste una risa perversa a cambio, matías sabía exactamente lo que estaba haciendo. moviéndote lentamente, ante el asombro del actor, te arrodillaste en la cama, de espaldas a él. oíste la bofetada antes de sentir el cosquilleo en tus nalgas, tardando unos segundos en asimilar la bofetada acompañada de perversos gruñidos. matías ya dominaba de nuevo tu cuerpo, algo ya habitual en él que tan bien conocía cada parte de ti, y astutamente dobló tu torso hacia delante, dejándote apoyada sobre los codos.
a cuatros patas, respiraste hondo cuando sentiste su mano recorriendo tu espalda hasta llegar a la base de tu nuca, y luego su otra mano se posicionó en la base de la parte baja de tu columna. 
" ¿puedes tomarlo, princesa?" murmuró, inclinándose a lo largo de tu cuerpo para preguntarte al oído.
"yo..." sentiste como pasaba su mano por tu nuca hasta tu pelo, y se balanceaba. "joder, puedo tomarlo".
dándote tiempo para acostumbrarte a la posición, matías empujó lentamente hacia tu entrada, dejando besos por tu columna mientras lo hacía, alabando lo bien que te estabas portando, lo que sirvió de estímulo para que tus caderas rodaran sobre su polla, llevando a matías a agarrarla con fuerza, gimiendo tu nombre. te sentías como si fueras a derretirte en cualquier momento mientras él empujaba contra tu cuerpo, y trataste de ahogar tus gemidos enterrando la cara en las sábanas, dejando que la tela se mojara con tus babas.
"me he pasado toda la noche pensando en este momento". enunció matías, su voz mezclándose con los sonidos de su cuerpo chocando contra su culo, las pequeñas pausas disminuyendo de repente. "y es mejor de lo que podría haber imaginado"
tus gemidos eran suaves y contenidos, reaccionando cada vez que él llegaba a un punto sensible, y cada vez que movías un poco más las caderas hacia arriba, una sensación de calor blanco se apoderaba de tu vientre, transmitiéndose al resto de tu cuerpo, que estaba a punto de derrumbarse en cualquier momento. era incluso mejor que la sensación de estar colocado, más relajante que todo el cannabis que habíais compartido aquella noche.
"me voy a correr" anunciaste, exasperada, inundada por la creciente sensación en el fondo de tu estómago, incendiando tu cuerpo. matías se lo tomó como un reto, ralentizando sus movimientos hasta follarte tortuosamente despacio, golpeando justo en el punto exacto de tu coño.
agarraste con fuerza la sábana, sintiendo como el escalofrío te invadía y provocaba poderosos espasmos en todo tu cuerpo, debilitando todo tu sistema nervioso. matías te sujeta con prontitud, deslizando sus brazos bajo tu vientre, y tira de ti hasta que quedáis tumbados torpemente juntos hasta que tu cuerpo empieza a recuperar fuerzas de nuevo. 
matías besa la curva de tu hombro y puedes sentir lo caliente y sudoroso que está, resultado de la locura que acababa de tener lugar allí. subes la mano hasta su brazo alrededor de tu cintura y entrelazas su mano con la tuya, sonriendo satisfecha contra el colchón.
"ha sido... intenso", admites con una risa casi tímida.
"maravilloso, tú has estado maravillosa", te elogia él, sonriendo tiernamente contra tu cuello. " ¿realmente tenemos que esperar hasta la próxima fiesta?"
te ríes, todavía atontada y un poco fuera de sí, y respiras hondo, recuperando el aliento. todo tu cuerpo se siente demasiado sensible, aún ardiendo, susceptible a cualquier estímulo.
"técnicamente, aún estamos en una", te encoges de hombros. no era una regla, pero el hecho de que fuera casual hacía que la tensión fuera aún más deliciosa. pero era imposible negar cuánto anhelabas más, fuera de esos momentos.
siguiendo tu ejemplo, te diste la vuelta en la cama, encontrándote cara a cara con matías. te apartó suavemente los mechones sudorosos de la frente y te encaró con una sonrisa que decía "no vales nada, y me gusta".
el silencio tras la tormenta de sensaciones os permitió a los dos recuperaros, envueltos en el calor que quedaba entre sus cuerpos. matías seguía dejando suaves besos en tu clavícula, mientras tú te deleitabas con la reconfortante sensación de estar tan cerca de él.
se quedaron un rato en ese pequeño envoltorio, disfrutando del tacto reconfortante del otro. tu respiración empezó a normalizarse y la habitación se sumió en una calma post-intimidad. los efectos del porro mezclados con la intensidad del momento crearon una atmósfera casi onírica.
"¿estás bien?" preguntó matías suavemente, dejando un suave beso en tu mejilla.
asentiste, con los ojos entrecerrados por el placentero cansancio. "más que bien".
matías rió suavemente, acariciando con dulzura la mano que seguía entrelazada con la suya. juntos disfrutaron del silencio, como si el tiempo se hubiera alargado para abrazar aquel momento.
con el paso del tiempo, la realidad comenzó a infiltrarse de nuevo. los sonidos lejanos de los chicos en la habitación, las risas apagadas y el suave murmullo de la música más baja llegaron a vuestros oídos. la luz del día empezó a filtrarse por los pequeños resquicios de las contraventanas, y ahí supiste que era hora de marcharse. tu compromiso terminaba junto con la fiesta.
"quédate", dijo matías socarronamente, apretando su brazo alrededor de tu cintura, atrayéndote de nuevo contra su cuerpo. "quédate, por favor".
dudó un momento, sorprendida por el repentino cambio. no era un pendejo, siempre te cuidaba después del sexo y atendía tus necesidades posteriores, ¿pero quedarse? eso era nuevo.
tus ojos volvieron a encontrarse con los de matías y pudiste ver el brillo de la súplica en sus ojos, del deseo y de algo más.
así que obedeciste una vez más.
━━━━━━━ ★ ━━━━━━━
tampoco se como llegué aquí pero hola ¿cómo están? 🤰
muuuchas gracias por esta ask, espero haberlo hecho bien <333
solo hice una light prof read entonces díganme si algo esta raro porfaaaa
351 notes · View notes
imninahchan · 2 months
Text
Tumblr media Tumblr media Tumblr media
⌜ 𝐀𝐕𝐈𝐒𝐎𝐒: Childhood friends to lovers(?), diferença de idade legal, sexo sem proteção, perda de virgindade da leitora, dirty talk, dumbification, elogios, breast/nipple play, masturbação fem, creampie. ˚ ☽ ˚.⋆ ⌝
꒰ 𝑵𝑶𝑻𝑨𝑺 𝑫𝑨 𝑨𝑼𝑻𝑶𝑹𝑨 ꒱ ouvindo Sade pra escrever isso, estoy loco la la la la la~
Tumblr media
𓍢ִ໋🀦 A PRIMEIRA E ÚLTIMA VEZ EM QUE ESTEVE EM MONTEVIDÉU VOCÊ TINHA QUATORZE ANOS ─────
A sua tia se apaixonou ardentemente por um uruguaio e se mudou pra capital sul-americana em menos de nove meses de relacionamento. A ousadia feminina não agradou em nada a família, porém a sua mãe não iria deixar a própria irmã sozinha no dia mais importante para aquela união repentina. Então, você viaja para passar três semanas no exterior até o casamento.
Naquela época, você ainda não sabia falar espanhol, e o pouco que sabia, uma palavra ou outra, saía com o sotaque proeminente. Foi difícil não só se comunicar, mas também fazer os ‘amigos’ que a sua mãe dizia para fazer. Na rua de bairro tranquilo, haviam outras meninas da sua idade, mais novas e mais velhas também. Só que nenhuma interação com elas, por mais mímica usada, pôde ser mais marcante na sua memória afetiva do que o rapaz que morava duas casas depois da sua tia.
Até hoje, você se lembra bem. Ele era engraçado, com certeza, porque fazia todas as crianças da rua rirem. Mais velho, calouro da faculdade, e tinha uma namorada bonita. Participava do grupo de teatro local, estreou uma das peças que você implorou pra alguém te levar e teve a melhor noite da sua vida embora só tenha entendido vinte por cento do enredo. Quando os atores começaram a interagir com o público, seu coração disparou feito a adolescente emocionada que você era. Ele pareceu te identificar na plateia, entre as outras pessoas que ganharam a rosa vermelha, você foi uma delas.
E, ah, ele era tão lindo... Você jurava que jamais tinha visto alguém tão atraente assim — nem mesmo os ídolos nos pôsteres do seu quarto. Era uma pena que não conseguiam se comunicar propriamente, porque o encheria de perguntas. Só te restava suspirar, o olhando da janela descer a rua toda tarde para os ensaios. Com a frequência, a sua presença se tornou notável. Ele acenava de volta, ¡hola, nena!, saudando, todo educado, e você jurando mentalmente que iria crescer e se casar com um uruguaio também.
Hoje, o seu espanhol melhorou. Pode manter uma conversa, se aventurar em tópicos complexos, apesar de, às vezes, não compreender termos específicos feito gírias locais. Não por influência dele, quer dizer, talvez. Cresceu, sim, conheceu outros garotos. Deu seu primeiro beijo, mas não se rendeu a dividir a cama com nenhum deles. E ao se recordar de um certo nome preso à memória, a nostalgia te domina.
A sua tia te manda fotos, é só assim que você o revê. Não pede pelo contato dele, talvez por medo demais de se achar fora de cogitação. Mas fica sendo atualizada a cada nova informação que a sua tia descobre. Sabe que ele terminou o namoro, que se mudou a trabalho pra Buenos Aires, e por aí vai. É meio grata pela animação da sua tia, dá pra sentir que ela acha que vocês deveriam ser um casal, por mais que você insista dizendo ele nem deve lembrar de mim!
Você, porém, nunca se esqueceu de verdade dele, né? O nome ainda te assombra. Enzo. Vogrincic. Enzo Vogrincic. Em algumas noites de vinho e ilusões na solitude do seu apartamento universitário, se pega imaginando a possibilidade de namorá-lo mesmo. Mas depois se chama de louca, fanfiqueira, porque já faz dez anos e ele literalmente é de outro país.
De acordo com a sua tia, entretanto, você deveria tentar. Não há nada a perder. Segundo ela, Enzo vai voltar pra Montevidéu no fim do ano, para ver os pais, e você deveria fazer uma visitinha pra sua titia querida também.
Você pensa, pensa. Ri, enquanto pensa. E, no fim, comete essa loucura. Afinal, mesmo que não consiga nada com ele, ainda vai curtir as férias depois de um ano estressante, e rever um parente que gosta tanto.
A sua primeira noite na capital uruguaia é marcada por sussurros e planos mirabolantes. A sua tia está tão animada que traça todo um esquema para juntar vocês dois, te faz sentir a personagem principal de um filme de comédia romântica. No dia seguinte, ela o convida para tomar café, com a desculpa de que queria entregar um pouco de bolo para a mãe dele, e a sua função era dar uma voltinha na rua e voltar bem na hora de abrir a porta da sala e dar de cara com o amor da sua vida, para se apaixonarem à primeira vista e blá blá blá.
A ideia te faz rir. Com as mãos na maçaneta, o riso vai perdendo a força quando o coração começa a bater mais forte, um frio na barriga te faz duvidar se vai conseguir se manter de pé sobre as sandálias douradas. Nossa, por que está tão nervosa?
— Enzo — a sua tia se levanta da cadeira ao te ver adentrar a casa —, você lembra da minha sobrinha? Olha como tá linda!
Quando o seu olhar fisga o dele, meu Deus, parece que vai desmaiar ali mesmo.
— Eu lembro, sim. — Ergue a mão para te cumprimentar, sorrindo. Você nem liga se ele tá dizendo isso só pra ser educado, levanta a mão pra cumprimentá-lo de volta, sentir o toque no seu. Ele aperta os olhos. — Era você que ficava na janela, não é?
Ai, Jesus, que vergonha...
— Era — você confirma, com um sorriso sem graça.
Não quer voltar a ser aquela mesma adolescente emocionada, mas o rapaz continua tão lindo. Rapaz não, homem.
Visualmente, o rosto de feições marcantes está mais maduro, o que já era de se esperar de alguém que está estreando a casa dos trinta. Os cabelos estão maiores, o suficiente para sobrar atrás das orelhas e na nuca. Maior. Tipo, com as costas mais largas, sabe? Diferente do corpo magrelo daquela época. E o perfume... Amadeirado, mas sem incomodar o nariz. Másculo, só que suave. Dá vontade de caminhar onde ele caminha só pra seguir o rastro da fragrância por onde passar.
Depois desse contato inicial, as férias de comédia romântica ganha mais peso. À tarde, está sentada na janela, um dos pés para fora, totalmente desleixada por causa do calor, finalmente provando o sabor de um mate, quando o eco de uma voz masculina te rouba a atenção.
— ¡Hola, nena!
Quase cai da janela, com o peito disparado. Não precisa nem olhar pra saber quem é. O tom, a frase específica, as circunstâncias... tudo te aponta pra ele.
Enzo está descendo a rua, acompanhado do pai. Faz um desvio do caminho ao se aproximar da casa da sua tia, rapidinho para te cumprimentar de perto. E você se apruma melhor, puxa as barras do short curto.
— Eu ‘tava pensando... — ele diz, apoiando a mão no batente — ...você acabou de chegar, né? Ainda não deve ter tido tempo de sair pra conhecer a cidade direito, e naquela época você era pequena demais... — A voz diminui, como se pisasse em ovos antes de ter coragem pra oferecer: ‘posso te levar pra sair.’
Quer sair comigo? Na sua cabeça, a resposta é óbvia, não teria nem que pensar duas vezes. Aceita, claro. É convidada pra conhecer um bar local — e esse, sozinho, já é o primeiro indício de que a proprosta nunca teve intuito turístico, feito chegou a temer.
Você se atrasa de tão ansiosa. Quando ele chega na casa da sua tia pra te pegar, você ainda está terminando de se arrumar. Não se maquia muito porque não teve tempo, sobe o vestido no corpo o mais rápido possível, mas bufa ao perceber que o laço que tenta dar pelas costas só fica frouxo. Abre uma frestinha da porta do quarto pra clamar pela ajuda da sua tia, porém ela já meteu o pé pra deixá-los sozinhos.
— Vem cá, eu te ajudo — Enzo oferece.
Você caminha em passos curtos, retraída. Está segurando a parte frontal do vestido com as mãos estacionadas nos seios, cabisbaixa. E ele sorri, contido. Pega as amarras e obedece quando você pede pode prender forte.
— É um vestido bonito — te elogia, num sussurro. É possível sentir de leve o ar soprando na sua nuca, conforme as palavras escapam, porque ele está pertinho. Ao roçar dos dedos pela sua pele, mesmo sem querer, já é um motivo pra suspirar. — Estás muy linda.
A sequência de elogios te faz sorrir igual uma boba. Na verdade, durante todo o... pode falar ‘encontro’ já? Pois é, durante todo o encontro, tudo que ele diz te provoca uma reação parecida. Conversam e bebem a noite toda. Até se arriscam entre os casais dançando lento, quando a banda toca uma canção romântica.
Enzo está um pouquinho diferente do que você se lembrava, o que não negativo. A energia extrovertida e brincalhona parece ter dado lugar para uma aura mais tranquila, introspectiva. Estupidamente charmoso, igual um galã de cinema.
Você sonha com ele naquela noite. Com os olhos castanhos, o maxilar definido. Tão real que acorda com a sensação dos fios dos cabelos dele entre os seus dedos. E o corpo quente, o interior das coxas sentido como se tivesse trancado as pernas ao redor da cintura dele. Ugh, afunda a cabeça no travesseiro, excitada com o sonho erótico e frustrada por não ter vivido aquilo de verdade.
Não só a sua tia, com o passar dos dias, parece que se forma um complô para unir vocês dois. A mãe dele te convida para o almoço, te enche de atenção, de perguntas sobre o futuro e família — aquela coisa de mãe e sogra. Propositalmente te deixa sozinha com o filho, arrastando o marido pra feira.
Cada segundo ao lado dele é um teste pra sanidade mental. Por mais que te digam que deu certo, ele está a fim de ti, ainda se pergunta será que ele me quer mesmo? Não importa se ele sorri pra você com os olhos brilhando, os lábios esticando em câmera lenta. Se te elogia dos pés à inteligência, se pega na sua mão e deixa um beijinho nas costas para se despedir. Se te dá a própria jaqueta pra te proteger da chuva, quando o encontro de vocês é arruinado pela tempestade surpresa, ainda parece surreal.
— Ai, minha blusa novinha... — Você entra correndo pela casa vazia da sua tia. Atravessa o corredor pra ir direto no quarto em que está dormindo, para medir o estrago.
Enzo vem atrás, rindo. Está bem mais molhado que ti, a camisa de algodão cola no torso, marca os músculos. Para no batente da sua porta, te observando parada na frente do espelho com cara de choro.
— Vem cá, eu te ajudo. — Se aproxima, oferecendo, ao te notar tentando puxar o zíper traseiro.
A sensação de déjà vu te pega desprevenida. Quanto mais o tórax respira com o afrouxar do aperto, mais seu coração dispara. Consegue ver os olhos dele focados no que está fazendo, o reflexo da figura masculina no espelho largo da parede. E quando o olhar flagra o seu, o sorriso na face dele é pra avisar que terminou.
Você segura a peça no corpo pelas mãos no bojo, agradece baixinho. ‘Tem que tirar a sua também’, e diz, ‘ou vai te fazer mal.’
— É. — Ele segura na barra da camisa, chega a puxar um pouquinho, mostrando até a altura do umbigo, só que caminha na direção da porta. — Mas é melhor eu tirar ali... Ali no corredor.
Sei lá, é diferente. Aqui, quer dizer. Agora. A sua mente constrói a imagem dele tirando a camisa assim que o vê deixando o cômodo. E apenas isso já é capaz de te fazer esquecer do friozinho que a chuva gelada causou. De repente, se lembra de sonhar com ele e a sensação desesperadora de acordar sozinha. Do desejo vívido. Do ébrio fantasioso.
Ele está tão pertinho — ali no corredor. A porta permanece aberta. Silêncio. O barulho da chuva é abafado, nem o trovão cortando o céu chama a atenção. Sabe o que ele deve estar pensando. Tem que ser a mesma coisa que você está pensando.
Enzo, o chama. O uruguaio apoia o ombro no batente da porta, como você temia, desnudo da cintura pra cima, a camisa pesada somente enfeitando nas mãos. Olha pra ti.
Ele está pensando o que você está pensando.
O seu top cai no chão quase ao mesmo tempo que a camisa dele, quando os passos na direção um do outro, as mãos buscando pelo corpo alheio são esticadas no ar. Enzo te envolve a cintura, te traz para próximo, o suficiente para a pontinha do seu nariz encostar na dele antes dos lábios.
Você arfa, os seios prensados contra o peitoral úmido, quente. A outra mão dele vai pra sua nuca, pressiona os fios do seu cabelo nas palmas, firme. Quando desce, se junta a que vem subindo pela sua silhueta, para encaixarem ambas por baixo da sua orelha, com os polegares acariciando a sua bochecha.
Os lábios se afastam dos seus devagarzinho, estalando no último selar. Enzo demora a abrir os olhos, enfeitiçado.
— ¿Es eso lo que quieres? — sussurra, separando as pálpebras para te encarar.
Você segura no antebraço dele, a boca entreaberta, ofegante. As palavras parecem fugir da sua mente. Quer dizer que sim, que tem certeza, mas nem sabe como falar, transmitir segurança. Daí, lembra de um detalhe.
— Eu nunca fiz isso.
Ele não retrai. Nem por um segundo te passa a ideia de que se incomoda com a confissão. Pelo contrário, acaricia as suas bochechas com os polegares mais uma vez, umedecendo os lábios pra perguntar e quer que seja eu?
Você faz que sim, capturada pelo olhar alheio. Aquele brilhosinho nas íris, o castanho parecendo uma imensidão galática. O vê se afastando só pra trancar a porta do quarto, e enquanto ele caminha de volta, porra, seus dedos até formigam.
É guiada pra cama, sustenta o peso do torso nos cotovelos sobre o colchão. Da sua boca, os beijos escorregam pelo seu queixo, pelo pescoço. Vai descendo e descendo, ao ponto de beijar no vale dos seus seios. Pela primeira vez — e essa noite vai ser cheia de primeiras vezes —, sente o toque alucinante que uma língua pode causar na região. A saliva deixa um rastro molhadinho que refresca a pele, mas o calor da língua é superior. E quando a pressão ao redor dos lábios suga a carne... Ah, você vê estrelas.
O biquinho duro é maltratado. Deliciosamente arde. A palma da mão grande toma uma das mamas, retém, com uma firmeza bruta. Você comprime os lábios, quer calar a todo custo qualquer som. E Enzo nota, claro.
— Ei — levanta o olhar, o polegar indo na direção do seu rosto para pousar sobre a sua boca —, não precisa ficar quietinha... não tem ninguém em casa.
Deixa um selinho nos seus lábios e retorna a explorar abaixo. Além do busto, arrastando a boca pelo seu abdômen, pelo ventre. Puxa o cós da sua saia jeans, carrega a peça íntima junto, te revelando toda para os olhos.
Ele tem jeito para abrir as suas pernas. Sem forçar, lento, sem precisar pedir porque sabe que já tem permissão, porém quase com respeito, apreciação. Chupa o próprio polegar antes de pressioná-lo por cima do seu clitóris. Ajoelhado no chão, a outra mão segurando na sua coxa.
— Diz pra mim — murmura, levando a atenção do seu sexo inchadinho pro seu rosto. — Se toca, não? Hm?
— Sim — a sua voz ecoa baixinha, com vergonha de admitir algo tão íntimo para ele em voz alta.
A mão dele espalma no seu ventre, parece tão farta em comparação com a região. E já colocou algo aqui?
— Só meus dedos — você responde. O quadril descola do colchão, remexe no ar; uma outra resposta sua, só que à atenção que recebe entre as pernas.
— É? — reitera, o tom manso. Corre a mão pra cá e pra lá, num carícia gostosa sobre o seu ventre. — Tudo bem. Acho que vai ser um pouco diferente dos seus dedinhos, mas... — Encosta a cabeça na sua perna dobrada, sorrindo — ...vou fazer com carinho, okay?
Só que você precisa me dizer se estiver bom, vem por cima. Escora as mãos aos lados da sua cabeça, os fios de cabelo espessos recaem frente ao rosto. A correntinha de ouro fininha resvala no seu queixo, fria.
— Vai me dizer, não vai? — te pergunta. Afaga a sua bochecha, afetuoso. — Vai me deixar te ouvir. Vai ser boazinha pra mim, não vai, nena?
Você sente a face esquentando, não aguenta manter o contato visual, por isso vira a cabeça. O homem ri, soprado, admirando a sua reação. Tem plena consciência do domínio que possui em ti, aparenta estar brincando com todo o seu tesão por ele, porque não é possível...
Se coloca de pé novamente. O som metálico te chama a atenção, movendo o olhar parar o desafivelar do cinto, o corpo masculino sendo despido da cintura pra baixo. Não quer ficar olhando, feito uma pervertida, mas não consegue conter o sorrisinho, o frio na barriga. O vê duro, babadinho de vontade também, tomando a si próprio na palma da mão com a certeza de alguém que sabe o que está fazendo.
Apoia o joelho na beirada da cama, puxa o seu quadril para mais perto. Pega uma das suas pernas, elevando até que possa descansar a sua panturrilha no ombro dele. A abertura te expõe de uma maneira promíscua, de um jeito que nunca se pôs nem para si mesma.
Ele se encaixa em ti, a sensação da cabecinha deslizando de um lado pro outro pela umidade do seu corpo é instigante. De leve, escuta o barulhinho úmido, é como um orgasmo pros seus ouvidos.
Ganha um beijinho no joelho, uma mordidinha pra te fazer rir. Aquele sorriso pequeno enfeitando o rosto do homem como se quisesse te tranquilizar de algo antes de se empurrar pra dentro de ti.
Argh, você arqueja, se encolhendo todinha conforme ele adentra. É diferente dos seus dedos, da completude com a qual se acostumou. Quente, pulsante, toma conta de tudo de uma forma avassaladora capaz de te tirar o fôlego.
E quanto mais ele se debruça por cima de ti pra te abraçar, mais você se apega a ele. As unhas cravando nas costas do homem, os lábios separados num grito silencioso.
— Eu sei, meu amor, eu sei... — sussurra, a voz serena como se nem estivesse acabando contigo. — Tudo bem... — Toca no seu queixo, te fazendo mirá-lo. Os olhos castanhos parecem tão doces agora, feito mel, refletindo ternura. A expressão facial rendida praticamente igual a sua, e você fica sem saber se ele está sendo mesmo complacente ou se está caçoando do seu estado. — No te preocupes, tudo bem... — Pega na sua outra perna, guiando até que se envolva na cintura dele. Te emaranha ao corpo dele o ideal para que possa ir mais fundo, e mais fundo. Quando a falsa estabilidade te faz acreditar que não há mais nada a ser conquistado, é tomada um pouquinho mais.
O canalzinho arde de leve, os músculos magoadinhos por serem esticados de uma maneira nova. A ponta do nariz grande encontra com a sua, roça, com afeto. Ele sorri. Ri, na verdade. Porra, está rindo de você... Da sua fragilidade, do seu corpo derretido e teso ao mesmo tempo. Dos seus olhinhos cheios, como se uma lagrimazinha fosse escorrer a qualquer instante, mas o interior se contraindo deliciosamente, o próprio quadril tentando se mover por baixo do dele, buscando por mais prazer.
E assim que ele te oferece o que almeja — recuando e preenchendo tudo de novo —, você geme feito uma putinha, perdeu total a timidez que sentia até então. Aperta as pálpebras e se permite absorver o sentimento caloroso, a lentidão com que vem e vai do seu interior.
Enzo não te prenda metades, pode sair quase a ponto de escorregar pra fora, mas retorna até o talo. Vem preguiçoso mesmo, pra dar apreço, cultuar. Beija pelo seu pescoço, morde a pele, porém parece firmar a selvageria ao sentir as suas unhas arranhando-o na lombar. Daí, a mão grande envolve a sua garganta, fica ali, soberana, pesada, enquanto ele te deflora, ganha mais ritmo. Respirando com dificuldade contra o seu rosto, praticamente te obrigando a retribuir todo o contato visual. Não quer perder um segundo sequer das suas expressões de deleite, dos gemidos que escapam pelos lábios inchadinhos de beijos intensos. E quer que você presencie o regozijo na face dele, os sorrisos ladinos, canalha, de têmporas suadinhas.
O som da cabeceira na parede do quarto sobressai o choque do seu corpo no dele e da sua voz docinha lamuriando ao pé do ouvido alheio. Por um segundo, até se esquece que está no cômodo vago da casa da sua tia, cujas vizinhas são velhas uruguaias que ficam o dia inteiro em casa e, às vezes, aparecem pra jogar conversa fora. Se esquece, também, que a sua tia saiu com o marido, mas, por causa da chuva, já deve estar arranjando uma forma de voltar pra casa. Aí, quando escuta o tom alto da voz dela ecoando na sala de estar, paralisa, preocupada.
— Enzo — chama por ele, de um jeitinho que mistura o susto com a decepção que a perca de velocidade gera.
— Shh — Cobre a sua boca. Desvia o olhar para a direção da porta, feito quisesse mesmo ter certeza que não estão mais sozinhos na casa. Ao constatar, então, te envolve e manuseia. Traz pro colo, não abandona o seu interior por nada, mas te acomoda sobre as coxas dele. Segura no cantinho do seu rosto. — Mira — começa, murmurando, te olhando nos olhos —, eu sei que pedi pra te ouvir, mas agora você vai precisar ficar quietinha. E se rebolar lentinho no meu colo, a gente não vai precisar parar.
A sua mente viaja, atônita. Não foca bem no que ele diz, porque junta a adrenalina que o medo de ser pega solta no seu sangue com a manha que seu corpo libera uma vez que não o sente mais te fodendo como antes, apenas a sensação angustiante dele pulsando dentro de ti.
— Ei. — Estala os dedos na sua frente, pra capturar a atenção. Você pisca, perdidinha, e ele sorri. — Não fica assim toda bobinha, me dá muito tesão... — Tem que desviar os olhos de novo para manter o autocontrole. Suspira. — Você quer continuar, não quer? Hm? — Te assiste fazer que sim. — E eu não quero ir embora antes de te encher aqui todinha. — A mão grande espalma no seu ventre, ardente. — Então, tem que me prometer... Vai ser boazinha pra mim, não vai, mi nena?
E você não pensa duas vezes. É o carinho com as palavras, a pergunta lasciva acompanhada da possessividade dos termos, o apelidinho doce. A sua tia não sabe que ele está no quarto contigo, e ela não precisa saber. Além do mais, a chuva ainda cai forte lá fora, com certeza vai abafar qualquer mísero barulho que pudesse ecoar pelas paredes.
É com isso em mente que você move os quadris. Apoia as mãos nos ombros largos, se empenha em manter-se por cima das coxas masculinas, embora não tenha jeito nenhum pra se equilibrar nessa posição. Mas Enzo tem toda a paciência do mundo, né? É arriscado afirmar que ele ama poder te guiar, ter o controle dos seus movimentos quando segura na sua cintura com uma mão só, porque a outra pega no seu pescoço, e sussurra um assim que faz, te instruindo a subir e descer em cima dele.
E você jura, se ele quiser te ensinar mais qualquer coisa, vai aprender de bom grado, reproduzir igualzinho as orientações. Que bom saber que vocês ainda têm dias suficientes pra várias lições. Só que, até lá, você não descansa enquanto não o sente te inundando por dentro, morninho, pingando quando escorrega pra fora. Muito menos se priva de estremecer nos braços dele, de apertá-lo para descontar o prazer e ganhar mordidinhas nos ombros.
Ele acaba dormindo no seu quarto, escondido. Ficam sem graça de abrir a porta depois que a chuva passa pra que a sua tia e o marido dela possam descobrir que você estava transando com o filho da vizinha. Todo mundo queria que vocês começassem a namorar, algo fofinho, não que ele te levasse pra cama — ou tirasse a sua virgindade.
No outro dia, você espera a casa ficar vazia pra guiá-lo até a porta. As roupas dele já não estão mais tão molhadas, porém ainda com o aspecto amarrotado. Dá um beijinho na bochecha do homem, ambos trocando sorrisos, aquela plena harmonia de almas. Demoram a perceber a senhora no portão da casa ao lado.
Enzo pigarreia.
— Buenos días — cumprimenta, educado, porque você não consegue emitir um só sequer de tão paralisada. Se vira pra ti, tentando tranquilizar com um sorriso. — A gente se fala, okay? — Beija o topo da sua cabeça e sobe a rua, acenando.
Misericórdia, agora essa velha vai contar pra todo mundo que vocês dormiram juntos. Mais um escândalo envolvendo um uruguaio na sua família...
387 notes · View notes
geniousbh · 18 days
Text
Tumblr media
⸻ 𝒃𝒇!𝒆𝒏𝒛𝒐 𝒗𝒐𝒈𝒓𝒊𝒏𝒄𝒊𝒄 𝒉𝒆𝒂𝒅𝒄𝒂𝒏𝒐𝒏𝒔
obs.: não sei se vai se tornar uma mini série de hcs (já que eu já postei com o matí), mas tenho de alguns outros do elenco no meu bloco de notas, e como é bem levinho e funsies e etc penso que seja legalzinho de ler pra matar o tempo! beijinhos, bebezas 🥰💐
tw.: menção à atividades sexuais, slightly degrading. mdni
bf!enzo que te viu pela primeira vez em uma exposição de arte, curioso para saber o porquê de você fotografar tantas obras e de tantos ângulos, mas que só falou contigo quando te encontrou pela segunda vez, numa mostra cultural para amadores, qual sua universidade estava promovendo. "si no es la pequeña artista, eh?" 
bf!enzo que antes mesmo de te chamar para um encontro tinha passado HORAS no seu instagram de desenhos e releituras. ele tinha visto postagem por postagem e lido todas as legendas e comentários, fazendo questão de escrever um "belíssimo" no último 
bf!enzo que sempre te olhou com os olhos apaixonados, escutando o que você tinha pra dizer e te incentivando a falar, era sempre "e o que você achou?", "eu te cortei? pode falar, nena, tô ouvindo" 
bf!enzo que acha seu brilho jovial muito bom de estar por perto, ainda que vocês não tenham uma diferença de idade tão gritante assim, pra ele algumas coisas são completamente novas. "esse artista que você gosta tem cds? quero comprar pra ti", "como assim só no spotify?" 
bf!enzo que te pediu em namoro naturalmente, não teve preparo, nem nervosismo. vocês tinham se encontrado num parque depois de uma entrevista importante que ele ia para pleitear um papel numa peça. mesmo sem saber o resultado, quando enzo chegava, você estava encostadinha numa árvore segurando um buquê de girassóis 
bf!enzo que percebeu em pouco tempo que apesar do seu espírito aventureiro e sua personalidade alegre, tinham muitas coisas quais você não se sentia confiante 
bf!enzo que na primeira vez em que você se chamava de "feia" perto dele, parava por longos segundos antes de suspirar e te puxar para o banheiro, te colocando de frente ao espelho. as mãos firmes tocando seus ombros enquanto ele começava... "não existe absolutamente nada feio em você, da ponta do nariz até o polegar do pé esquerdo, pequena, absolutamente nada que não seja perfeito" 
bf!enzo que ficou em choque quando te pegou lendo dark romance com bdsm e degradação. "você gosta disso?" ele tinha perguntado baixinho com uma das sobrancelhas arqueadas vendo você assentir, sem dizer mais nada, apenas anotando mentalmente 
bf!enzo que nos dias em que você fica petulante e relutante em aceitar começa uma sessão de worship ferrenha, vai tirando suas roupas devagar, beijando cada centímetro exposto, soltando elogios e juras de amor, "você é a mulher mais linda, mi amor", "seu cheiro, seu gosto, tudo me deixa louco" dizendo antes de voltar a lamber seu sexo numa lentidão que te faz querer rasgar os lençóis 
bf!enzo que depois de te dar o primeiro light spanking da vida e ver sua carinha de puta derretida tinha expandido o horizonte em um milhão de hectares, passando a mesclar as duas coisas quando iam pra cama "você é tão boa pra mim", dizendo e socando os dedos na sua boca até que você estivesse engasgando e babando os dígitos por inteiro "é a vadiazinha mais gostosa que existe, hm?" 
bf!enzo que tem muitas linguagens amorosas, as vezes aparece na sua porta com presentes, ou então pede que o carteiro te entregue cartas escritas à mão, gosta de cozinhar massas e te fazer marmitinhas e tem dias que passa a tarde toda cochilando com a cabeça no seu colo (resmunga numa língua alienígena se você ameaça sair de perto) 
bf!enzo que gosta que você seja independente, mas fica de dengo quando você só manda mensagem ou liga no final do dia. "lembrou do namorado, chiquita?" 
bf!enzo que não tem masculinidade frágil, e que acha cômico observar seus amigos homens, sempre fofocando contigo no final do role. 
bf!enzo que tem uma lista de coisas, filmes e músicas que fazem ele lembrar de você, ama anotar suas tiradas engraçadas e a galeria do celular é basicamente um book seu, de quase um ano e mais de mil registros, porque nem só de selfies no espelho do elevador sobrevive o homem😌☝️
159 notes · View notes