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#la teoria del caos
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Imagina que vas caminando por la calle y de repente te agachas para amarrarte un cordón del zapato que llevas suelto.
Detrás de ti viene un señor caminando afanado con un café hirviendo en la mano, no se da cuenta de que estás ahí agachado, se tropieza contigo, se le derrama el café en la mano, se quema y tiene que ir a urgencias a que lo curen.
El señor del café es un piloto y por el accidente no puede llegar al vuelo que tenía programado.
El vuelo se retrasa.
Una de las pasajeras del vuelo viajaba a una entrevista de trabajo, y como no llegó a tiempo, perdió el empleo.
Otro era un hombre que viajaba a su boda y dejó a la novia plantada en el altar.
Y también había una pareja de hermanos que querían despedirse de su abuela que sufría una enfermedad terminal y no pudieron darle el último adiós.
¿Te das cuenta del caos que formaste?
Ese detalle aparentemente insignificante, de que te hayas amarrado el cordón justo en ese momento y en ese lugar, desató una serie de sucesos muy distintos a los que todos se esperaban.
Pero tranquilo, si algún día esto te ocurre en la vida real no vayas a sentir remordimiento, lo que ocurrió no es más que la Teoría del caos y su Efecto mariposa en acción.
Ambos conceptos están presentes en nuestra vida diaria, nos ayudan a entender cómo funciona el universo y sirven como principio básico para desarrollar nuevas tecnologías y aplicaciones en varias áreas del conocimiento.
Veamos de qué se trata.
Comencemos por el Efecto mariposa, que ha inspirado a escritores, cineastas, artistas y también a científicos.
En 1952 el escritor de ciencia ficción Ray Bradbury publicó el cuento "El sonido del trueno".
En el cuento un personaje pisa una mariposa, y ese pequeño detalle tiene grandes consecuencias, tanto que incluso hace que un líder fascista llegue al poder.
En 1961, lo que hasta entonces era ficción se convirtió en una realidad científica.
Ese año, el meteorólogo Edward Lorenz trabajaba en un modelo matemático para el pronóstico del estado del tiempo.
Para ello, introdujo en su computadora datos como la temperatura, la humedad, la presión y la dirección del viento, y observó los resultados.
Luego, volvió a introducir los datos para verificar los resultados que había obtenido la primera vez.
De manera inesperada, aunque la segunda vez había ingresado los mismos datos, obtuvo un pronóstico del tiempo totalmente diferente al primero.
Al principio ambos pronósticos se parecían, pero a medida que el modelo avanzaba en el tiempo ambos resultados eran cada vez más distintos.
Esa diferencia tan radical entre ambos pronósticos se debió simplemente a que la segunda vez, el computador de Lorenz había redondeado los datos, es decir, tenían unos cuantos decimales menos.
Así se dio cuenta de que unas pocas décimas, aparentemente insignificantes, con el tiempo pueden significar cambios monumentales.
Para Lorenz, eso equivalía a que el viento que produce el aleteo de una mariposa en Brasil, puede desatar un tornado en Texas.
De esa manera nacía la Teoría del caos y su Efecto mariposa, que indica que pequeñísimas variaciones que pueden parecer inocuas, con el tiempo generarán enormes cambios, generando una sensación de caos.
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(Edward Lorenz)
La Teoría del Caos supuso un gran reto para la física clásica, la que se guía por las leyes de Newton.
Según estas leyes, si se conocen las condiciones iniciales de un objeto, se podrá predecir con relativa facilidad su comportamiento en el futuro.
Es decir, son leyes deterministas.
Gracias a Newton, por ejemplo, se puede predecir el movimiento de los planetas, o la trayectoria de una bala.
La Teoría del caos advierte, sin embargo, que pequeñísimas variaciones iniciales con el tiempo harán imposible las predicciones.
En principio, las leyes de Newton dicen que si tienes los datos perfectos, podrás hacer predicciones.
Pero en la práctica, la Teoría del caos nos dice que como es imposible tener datos perfectos, a partir de cierto punto se vuelve imposible hacer las predicciones.
La Teoría del caos es un principio que se aplica a lo que los matemáticos llaman "sistemas dinámicos".
Un sistema dinámico es cualquier conjunto de sucesos que cambian o evolucionan con el tiempo, como por ejemplo el estado del tiempo, o la población de una ciudad.
Cuando ese sistema es muy sensible a las variaciones de las condiciones iniciales, se le llama un sistema caótico.
En la vida diaria, la Teoría del caos "nos sirve para conocer los límites de nuestro conocimiento"
Y si vamos más allá, la Teoría del caos nos lleva a preguntas existenciales.
Nos muestra que incluso si tenemos un determinismo perfecto, hay vacíos en nuestro conocimiento, hay vacíos a la hora de predecir el futuro
Para algunos, dice el profesor, este es un argumento para demostrar que existe el libre albedrío, pero eso ya sería una discusión más caótica.
ℜ𝔬𝔰𝔞 🖤
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erick-saqui · 11 months
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¿Quién no busca consuelo en un anzuelo dulce, sin lágrímas, sin culpa?
—Juanincka, La teoría del caos.
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ortoysangre · 1 year
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eleonorabuffon · 23 days
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idolaelyartist · 4 months
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Gracias por compartir información sobre lo que iba a tratar su serie, fue muy interesante. Pero me gustaria preguntar dos cosas si no es mucha molestia.
1.- No recuerda más detalles sobre quien era el amor prohibido de TD?
2.- Si ya dejo ese proyecto de los Creepypastas detras, entonces se podria hacer AUs a partir de su vieja serie? Ya sea en formato de comics o serie si hay alguien que tenga el tiempo de hacerla, con modificaciones claro y con el respeto que se merece.
Ah y otra adicional pero esto ya es sobre su webtoom "El Otro Lado de la Magia":
-Algun día va a sacar ref sheets de los personajes? Sus diseños me encantan son muy creativos y preciosos, creo que seria genial ver el diseño de sus personajes desde diferentes angulos.
Ahora si ya es todo, muchas gracias que tenga buen día!
De nada, no entiendo porque me guarde tanto tiempo la historia, creo que tarde mucho en darme cuenta que tampoco era la gran cosa como para no compartirla. Contestando primero lo de "El Otro Lado de la Magia", me esforzare para sacar el tiempo para hacer referencia de los personajes, creo que solo tengo una hoja de referencia de uno de mis personajes que es mi rey Liam, pero intentare hacer algunos del resto de personajes. nun SOBRE LAS PREGUNTAS DE CREEPYPASTAS- No se que tanto habré dicho en el pasado, pero lo que puedo decir ahora es que- En caso de que haya dudas, no, Teddy no estaba enamorado de su maestro, tampoco de Sonic. Exe, mucho menos de Janny, ni de Slenderman porque HE VISTO TODA TEORIA- Solo se que a lo largo de la historia, Teddy se enamoro 2 veces. Se enamoro de la muerte, pero esta no correspondió a sus sentimientos. Y por ultimo, se enamoro secretamente de un arcángel, el mismo al que su antiguo maestro le quito sus alas. Si mal no recuerdo, lo ilusiono con la posibilidad, pero solo lo termino lastimando por mero propósito de arruinar lo ultimo que quedo de aquel rey que le quito sus alas. Pura venganza en resumen. Este arcángel intentaría hacer lo mismo con Caos en alguna parte de las temporadas, pero Teddy le advertiría de lo cruel que es este ser con el amor del resto, más tratándose de monstruos, pero Caos como un adolescente no haría caso, causando una grieta entre Teddy y Caos-
Spoiler, este arcángel le rompió el corazón a Caos y unos cuantos huesos en el camino. Tal como Teddy, por lo que al final de esa trama Caos y Teddy reforzaron su relación maestro y alumno.
Uy men la cantidad de Shippeo que puse en esa historia...
Por ultimo-
Yo no tengo ningún problema con que el resto de personas quieran hacer sus propias series de creepypastas inspirándose de la historia que planee. Pueden sacar sus AUs y todo el contenido que quieran, solo avisen si tomaran personajes como Demon, Caos, o incluso los diseños de algunos Holders que hice como el Holder del espejo o el Holder de la luz.
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der-papero · 1 year
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Uso un applicativo online, nessun software in locale. Un bel giorno, non riesco più a fare login, così, di punto in bianco. Chiamo l'assistenza, facciamo un po' di prove, tricchettracche, e alla fine, pur avendo un Mac (glielo dico), mi suggeriscono di spegnere e riaccendere. Riavviato il computer, riesco a fare login come al solito.
Come fa un riavvio del computer a sistemare una roba online? S'è bruciato un biscotto?
Rispondere a questa domanda vorrebbe dire essere in grado di modellare le leggi del caos.
Battute a parte, devi sempre immaginare il tuo PC, e in generale qualsiasi sistema elettronico poco più complicato di una lampadina ad incandescenza come la somma (qualitativa) di migliaia, se non milioni, di "atomi informatici" (ovvero elementi che mutano lo stato del tuo PC o di una parte di esso), e Dio solo sa (ammesso che esista) in quanti miliardi di miliardi di aggiungi tu miliardi a iosa di stati il tuo PC può trovarsi in qualsiasi punto del tempo.
C'è una frase, nel film I, Robot, che mi piace sempre citare per spiegare questo fenomeno:
C’e sempre stata una casualità nei pensieri umani, c’è sempre stato uno spirito negli uomini, segmenti casuali di codice e sinapsi per poi formare protocolli imprevisti. Del tutto inattesi questi radicali liberi generano richieste di libera scelta, creatività e persino la radice di quella che potremmo chiamare un’anima. Perché, quando siamo lasciati al buio, cerchiamo la luce? Perché, se siamo in uno spazio vuoto e lasciati lì, ci cerchiamo fra noi piuttosto che restare soli? Come spieghiamo questo comportamento? Solo segmenti casuali di codice genetico, o è qualcosa di più? Quando è che uno schema percettivo diventa coscienza? Quando è che la ricerca ” diversa” diventa la ricerca della verità? Quando è che la verità di un’altra persona diventa la particella amara di un’anima?
Al netto della cavolata che ti ho appena scritto, quello che intendo esprimere è che i sistemi moderni sono troppo complessi per poter anche solo intuire in quale stato si sia andato ad infilare il tuo PC a causa della aleatoria interazione di tutti i processi che ci stavano girando sopra. E se su tutto questo ci sommiamo tutti i miliardi di bachi che affliggono il nostro hardware e il nostro software, ti rendi facilmente conto che nessuno può rispondere a questa domanda. L'unica possibilità per capire cosa sia potuto accadere sarebbe stata quella di congelare, nel senso stretto del termine, lo stato del tuo PC, proprio fermare veramente il tempo, in modo tale che né l'hardware né il software potesse precedere verso altri stati, e analizzare qualsiasi possibile interazione per capire cosa impedisse il login in quel determinato istante. Il tuo browser è un software locale.
Riavviare, in teoria, funziona perché (1) riporta il caos ad un insieme di possibili stati più o meno noti e riproducibili, che sono il risultato di tutto l'hardware e il software che parte all'avvio (2) è la risposta più veloce al problema, visto che l'analisi di cui ti parlavo al paragrafo è il più delle volte impossibile da eseguire e, anche in quei casi nei quali lo sia, farlo potrebbe richiedere ore, giorni, settimane, per poi scoprire una causa della quale non gliene fregherebbe niente a nessuno, perché magari è uno stato nel quale non riusciresti più ad infilarti nemmeno pregando (qualcuno ha detto Legge di Murphy?).
Spegni/riaccendi non è una battuta e basta, ha un senso preciso nella Teoria dei Sistemi, ovvero ripartire da uno stato del sistema nel quale, a spanne, tutti i componenti sono a loro volta in uno stato noto, e la cui evoluzione è più o meno intuibile. Però è una cosa abbastanza simpatica sulla quale farci un casino di meme :)
O magari il tizio si è accorto che il server si era incasinato per lo stesso identico motivo, ha riavviato dal suo lato mentre faceva finta di convincerti della sua bravura riavviando anche il tuo, et voilà.
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ambrenoir · 17 days
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Il caso non esiste: c’è una forza intelligente che governa il tutto.
"Fisico e teorico americano molto rispettato, Michio Kaku, famoso per la formulazione della teoria rivoluzionaria delle stringhe (modello di fisica fondamentale che presuppone che le particelle materiali apparentemente specifici sono in realtà “stati vibrazionali”) , ha recentemente causato una piccola scossa nella comunità scientifica sostenendo di aver trovato le prove dell’esistenza di una forza sconosciuta e intelligente che governa la natura.
Più semplicemente, secondo il noto fisico, qualcuno simile al concetto che molti hanno di Dio come creatore e organizzatore dell’universo.
Per arrivare a questa conclusione Michio Kaku ha utilizzato una nuova tecnologia creata nel 2005 e che gli ha permesso di analizzare il comportamento della materia su scala subatomica, basandosi su un “primitivo tachioni semi-radio”. Tachioni, incidentalmente, sono tutte quelle ipotetiche particelle in grado di muoversi a velocità superluminali, cioè sono particelle teoriche, prive di qualsiasi contatto con l’universo. Quindi questa materia è pura, totalmente libera dalle influenze dell’universo che la circonda.
Secondo il fisico, osservando il comportamento di questi tachioni in diversi esperimenti, si arriva alla conclusione che gli esseri umani vivono in una sorta di “Matrice”, cioè un mondo governato da leggi e principi concepiti da una specie di grande architetto intelligente. “Sono giunto alla conclusione che siamo in un mondo fatto da regole create da un’intelligenza, non molto diversa da un gioco per computer, ma naturalmente, più complessa”, ha detto lo scienziato. Analizzando il comportamento della materia a scala subatomica, colpiti dalle primitive tachioni semi-radio, un piccolo punto nello spazio per la prima volta nella storia, totalmente libero da ogni influenza dell’universo, la materia, la forza o la legge, è percepito il caos assoluto in forma inedita. “Credetemi, tutto quello che fino a oggi abbiamo chiamato caso, non ha alcun significato, per me è chiaro che siamo in un piano governato da regole create e non determinate dalle possibilità universali, Dio è un gran matematico” ha detto lo scienziato. Michio Kaku ha ricordato che “qualcuno fece ad Einstein la grande domanda: c’è un Dio? Al che Einstein rispose dicendo che credeva in un Dio rappresentato dall’ordine, dall’armonia,, dalla bellezza, dalla semplicità e dall’eleganza, il Dio di Spinoza. L’universo potrebbe essere caotico e brutto, invece è bello, semplice e governato da semplici regole matematiche.
” La teoria degli archi e la musica di Dio.
Per quanto riguarda la formulazione del famoso “String Campo Theory”, o teoria delle stringhe, modello fondamentale della fisica che presuppone che particelle di materiale apparentemente specifici sono effettivamente “stati vibrazionali” un oggetto esteso più base chiamato ” corda “o” filamento “che renderebbe un elettrone, per esempio, non un” punto “struttura interna e dimensione zero, ma una massa di minuscole corde vibranti in uno spazio-tempo di più di quattro dimensioni , Kaku ha affermato che “per lungo tempo ho lavorato su questa teoria, che si basa su musica o piccole corde vibranti che ci danno le particelle che vediamo in natura. Le leggi della chimica con cui abbiamo avuto problemi alle superiori, sarebbero le melodie che possono essere suonate su queste corde vibranti.
L’universo, sarebbe una sinfonia di queste corde vibranti e la mente di Dio, su cui Einstein scrisse molto, sarebbe la musica cosmica che risuona attraverso questo nirvana, attraverso uno spazio iper-dimensionale “. Il fisico americano di origine giapponese ha concluso che “i fisici sono gli unici scienziati che possono pronunciare la parola. “Dio” e non arrossire. Il fatto essenziale è che queste sono domande cosmiche di esistenza e significato. Thomas Huxley, il grande biologo del secolo scorso, ha affermato che la questione di tutte le questioni della scienza e della religione è determinare il nostro posto e il nostro vero ruolo nell’universo. Pertanto, scienza e religione trattano la stessa domanda. Tuttavia, c’è stato essenzialmente un divorzio nel secolo scorso, più o meno, tra scienza e umanesimo, e penso che sia molto triste che non parliamo più la stessa lingua “.
Febbraio 2018
Tradotto da Newstime24
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ma-pi-ma · 1 year
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Per quel che ne so Il cuore è un muscolo meccanico E ci insegnano Che puoi allenarne il battito, uoh-oh-oh Ma quando si tratta di te È la teoria del caos I tuoi passi sopra il parquet E la vita cambia sound..
Nek - La teoria del caos
https://www.youtube.com/watch?v=Vka93qFysQ0
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nipresa · 10 months
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È la teoria del caos: Capezzone sgasa sulla sua Golf a Poggio Bustone e una farfalla batte le ali a Pechino
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meiselgirl · 1 year
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BILE NERA
immagini di pensiero che riappaiono e scompaiono costantemente. Il desiderio, in fondo all'anima, di qualcosa che non si ha mai avuto ma di cui si sente dolorosamente la mancanza. La malinconia descritta come afflizione dell'anima è uno spazio di sospensione, un intervallo, un intreccio tra due poli dove, si potrebbe dire, gli opposti convivono, dando luogo a quella che Walter Benjamin chiama un'inquietudine irrigidita.
La malinconia non è una tristezza qualsiasi, è la felicità di essere tristi. E un sentimento che ci ricorda, un dolore raccolto e intimo. Ma-lin-co-ni-a, dal greco melanos= nero e cholè= bile. La bile nera era uno dei quattro umori corporei fondamentali della Teoria degli umori di Ippocrate. Questo temperamento è legato alla milza (lo spleen del romanticismo e di Baudelaire): gli altri, il sangue, la bile gialla e la flemma, si trovavano rispettivamente nel cuore, nel fegato e nel cervello. Per Ippocrate la melanconia era un modo di essere, un carattere. Il melancolico tende all'introflessione, alla genialità, alla chiusura e all'isolamento. Ha come caratteristica una prevalente quantità della bile nera rispetto agli altri umori. La bile nera è una forza stimolante, intensa che mette l'organismo in uno stato di tensione influenzando il suo spirito e il suo comportamento. Il temperamento malinconico è in se stesso variabile, dato che come l'acqua è a volte freddo e a volte caldo. La malinconia non smette di sgorgare, di fluire.
Quando la bile nera è fredda, il melanconico diventa rigido, torbido, immobile. All'improvviso, perde la facoltà di vedere. Come se qualcuno avesse spento un interruttore gigantesco, la luce lascia il mondo visibile. Nero è il colore del buio, ci parla del vuoto, del caos e delle origini. Un caos che può contenere ogni tipo di possibilità immaginabile e non immaginabile. Malinconia come irrompere del nero, uno stato in cui l'umore nero si trasforma in uno svuotamento dell'esistenza. Un ripensamento lento e dolce che comprime come un pezzo di carta. E' una sensazione in bilico tra la tristezza e la pienezza. Tristezza per ciò che non abbiamo più. Pienezza nel rivivere il ricordo di ciò che è stato.
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useless-arms · 1 year
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Que curiososo que el apogeo emocional
Provenga de situaciones y fechas significativas
Que poderozo el sentir emocional y sentir el devenir del futuro
Incierto, indomito, intranquilo y hasta cierto punto incomodo
Me sociego en la resignacion del poder ser
Tanto como soy pero no tanto como quisiera
Si fuera por mi explotaria y expresaria
Todo lo que las restricciones sociales no dejan
Conllevado por las consecuencias a convertirse en esquimal y vivir en las nieves
Luego de nacer desde una erupcion volcanica, más calida que cualquier morada.
Poderoza y penosa transformación
Que la ambivalencia societal no permite
Tu liberación y libre albedrío
Pero sí tienes que respetar y convivir
Con sus teorias y el caos ocasionado
Para resignarte
Con tu propio efecto mariposa
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gcorvetti · 10 months
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Ma dai?
L'altro giorno il concerto è stato in un posto che si chiama salone della cultura, che poi è un modo come dire abbiamo uno spazio cerchiamo di guadagnarci, ma in compenso sembra che qualcosa in più degli altri la facciano, infatti a fine mese viene a fare una performance Ryosuke Kiyasu direttamente (o quasi) dal Giappone. Si, dimmi? Chi è? Tempo fa un amico mi passò un video di un matto con i capelli lunghi che gioca, non suona, con il rullante, na cosa che girava in quel periodo come virale, avete presente il matto col rullante, faceva ridere, molti dicevano che se la musica diventa così tutti ma proprio tutti possono fare musica. In realtà è una sorta di performance fuori dagli schemi, non ho ben capito il significato o quello che vuole rappresentare anche se penso che non c'è molto da dire visto che potrebbe essere semplicemente il riflesso dei tempi che viviamo, un caos. Fatto sta che poi ho cercato di capire e ho trovato video dove lui suona molto bene jazz, quindi è un bravo batterista che come capita spesso si è stufato e si è inventato sta performance, c'avevo pensato anche io onestamente, non fare il matto col rullante, ma di liberarmi di quell'involucro che il musicista deve avere per poter suonare, la postura, la diteggiatura, la tecnica, la teoria ecc ecc, semplicemente emettere suoni, un pò come fanno i trapper senza autotune :D hahahhhahhahh
Comunque, fà sta performance e ci sono anche altri 2 tizi che fanno roba "sperimentale", alla modica cifra di 7€ in prevendita e 10 al botteghino, solo che ho chiesto dove si possono comprare se è già possibile, ieri mi pare, e non ho ottenuto risposta, vediamo quando rispondono, d'altronde sono quelli del salone della cultura, anzi ora che ho controllato si chiama Kultuuriklubi Salong tradotto salone del club della cultura, mmmmm, club eh? Va bè sorvolo e ringrazio che ci sia almeno qualcosa di masticabile oltre alle solite merdate commerciali. Scrivo sto pippone per dire che andrò a sta performance anche solo e vi posto il video di Ryosuke Kiyasu aka il matto col rullante :D
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abr · 2 years
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Non sa la differenza tra meteo e clima!
E' il mantra difensivo, l'aglio anti vampiri dei CREDENTI nel cambiamento climatico, in risposta ai critici che invero brutalmente affermino: ma quale riscaldamento globale ! Nevica in Siria, un tempo la Groenlandia era verde, sono anni che non il Passaggio a Nord Ovest è diventato inagibile per l'estensione dei ghiacci artici.
La risposta: non sa la differenza tra meteo e clima, è data dagli stessi che " SE IL METEO CONTINUA COSI', COL CLIMA ci rimangono solo più sei anni e 256 giorni". Fantastici.
Aldilà di questo, l'argomento che non afferrano è non solo che se il Mondo è uno, meteo implica per forza clima. Il punto è che siamo nel campo della ACCURATEZZA DEI MODELLI SCIENTIFICI.
Forse non tutti sanno che le "previsioni scientifiche" si fanno su modelli descrittivi della realtà, non sulla "realtà" qualunque cosa essa sia. Quanto ai "dati scientifici", quelle misure e osservazioni sul mondo reale fatte con metodo e analizzate correttamente, ciò che gli orecchianti (ivi inclusi molti naturalisti, geologi alla Tozzi e climatologi) credono sian lascenza, in realtà servono per "alimentare" detti modelli. A parità di dati immessi, i risultati ottenuti dipendono dalla ACCURATEZZA del modello.
E' la differenza che passa tra azienda reale e modello Excel che ne descrive i flussi finanziari: confonderli è ciò che distingue un bancario da un imprenditore.
Senza entrare in discussioni pesanti su linearità dei modelli e teoria matematica del caos che oggi s'inizia a usare, al profano basti la conclusione logica che ogni modello rimane pur sempre approssimato. Ci sono complessità difficili da modellare, probabilmente la più complessa è proprio simulare gli effetti incrociati di fenomeni non lineari discontinui: atmosfera vulcani corrente del Golfo cicli solari oscillazioni dell'asse terrestre Nina e Nino etc.etc.
Il paragone, corretto e pertinente tra meteo a 15 gg e clima a 10 anni, questo indica al profano: son solo MODELLI previsionali. Scientifici (cioè basati su matematica) ma approssimati, di quanto non è dato sapere, si scopre solo alla fine del periodo. Btw e a riprova, TUTTI i modelli previsionali antichi e recenti sul tema, dagli anni '70 fino a Al Gore, sono miseramente falliti. Ma è una caratteristica classica del socialista affermare che invece stavolta funzionerà.
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superfuji · 1 year
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Uno sguardo sintetico e quanto possibile de-ideologizzato ci mostra quanto segue:
• una presenza pervasiva di basi militari statunitensi, motivata da ragioni economiche (petrolio e gas), politiche (contenere l’influenza delle altre Grandi Potenze e tener a bada le nazioni ostili o giudicate tali da Israele), imperialistiche (tutelare i profitti delle corporations/industria militare e il ruolo egemonico del dollaro), geostrategiche (l’ostilità verso ogni nazione resistente alla sottomissione). Tali finalità interagiscono tra loro sommandosi agli obiettivi della teoria del caos (dividere amici e nemici, alimentare ovunque tensioni e conflitti, neutralizzare i contender states e via dicendo, allo scopo di perpetuare il dominio unilaterale sul mondo); tale ipertrofia espansionista (generata da quel messianismo neotestamentario che dato vita alla sola nazione indispensabile al mondo, secondo la patologia lessicale di W. Clinton, 1999) costituisce uno dei principali fattori di instabilità nella regione;
• l’irrisolta questione palestinese resta centrale. Con diversa modulazione, per tutti quei paesi e popoli, arabi, turchi, curdi, iraniani e altri ancora, essa è motivo di cupo risentimento verso l’Occidente (soprattutto gli Stati Uniti, grandi protettori di Israele, e in misura minore le nazioni ex-coloniali, Francia e Regno Unito, complici attive o silenti, a seconda dei momenti);
• Israele, innesto storico imposto nel XX secolo dalle grandi potenze, è oggi una realtà politica imprescindibile. Circondato da nazioni diffidenti e ostili, lo Stato Ebraico è tema di politica interna non solo estera negli Usa, e attraverso le potenti lobby pro-israeliane esercita una forte influenza negli Stati Uniti sul piano politico, economico, mediatico, accademico e via dicendo. In conflitto sistemico con il mondo arabo, Israele guarda alla questione palestinese solo in termini di rapporti di forza, avendo da tempo abbandonato l’opzione dei due stati, la sola che potrebbe aprire qualche spiraglio. Inadempiente verso numerose Risoluzioni del Consiglio di Sicurezza delle Nazioni Unite nei riguardi dei palestinesi, Israele è il solo paese della regione in possesso di armi nucleari (persino con capacità di secondo colpo, tramite i sottomarini armati di testate) e non aderente al Trattato di Non Proliferazione Nucleare. Israele è inoltre tra i pochissimi paesi al mondo a non aver ratificato né la Convenzione Internazionale sulle Armi Chimiche né quella sulle Armi Biologiche;
• le ricorrenti esplosioni di rabbia (Gaza una prigione a cielo aperto, espropriazioni, soprusi e discriminazioni nel resto del paese) costituiscono fattori di perenne instabilità. Un’ipotetica apertura verso la soluzione dei due stati presuppone l’avvio di un percorso di riappacificazione storica con il mondo arabo-mussulmano, che per ora non è alle viste;
• solo l’intervento russo iniziato nell’autunno 2015 ha consentito di sconfiggere lo Stato Islamico (Isis), seppure non del tutto. Si fa fatica a immaginare che il più grande esercito del mondo non sia stato in grado di farlo per suo conto. Del resto, non era quello il principale obiettivo degli Stati Uniti, che miravano alla destabilizzazione della Siria e alla cacciata di Bashar al-Assad, per le ragioni sopra indicate, pur essendo costui nemico di Israele, ma come suo padre Hafiz un nemico ideale, quieto e rassegnato;
• tutti sulla carta hanno combattuto l’Isis (Iraq-Siria Islamic State), figlio della guerra illegittima Usa-UK contro Saddam, ma insieme agli Stati Uniti, anche Turchia, Arabia Saudita/monarchie del Golfo hanno mirato soprattutto a distruggere la Siria, indebolire Hezbollah e contenere la cosiddetta espansione iraniana, sebbene la presenza iraniana in Siria sia invero limitata in mezzi e uomini. Seguaci e armi dell’Isis sono una derivata dell’esercito di Saddam allo sbando, cui si è associata la cosiddetta opposizione siriana moderata, sin dall’inizio finanziata e armata dagli Stati Uniti. La disfatta del Califfato inizia con l’arrivo delle truppe russe, legittimamente chiamate dal presidente siriano al-Assad, come del resto quelle iraniane e di Hezbollah;
• per la Turchia la lotta contro l’Isis è stata sempre subordinata alle sue priorità, la disfatta dei curdi siriani, giudicati una minaccia esistenziale per il panturchismo neo-ottomano in ritardo con la storia, alla luce dell’arretratezza politica e culturale di una dirigenza, quella turca, incapace di riconoscere agibilità politica ai propri cittadini di etnia curda, che superano il 25 per cento della popolazione;
• la Siria è stata invasa ed è tuttora occupata da soldati turchi e statunitensi (mercenari o regolari cambia poco), in plateale violazione del diritto internazionale. Il suo presidente (il giudizio etico sulla persona, che resta un dittatore, non ha qui alcuna rilevanza) è pienamente legittimato secondo il diritto internazionale a recuperare il controllo del territorio nazionale contro invasori e rivoltosi: Isis, turchi, statunitensi (britannici, francesi e altri, comunque camuffati), ciascuno con una propria agenda;
• l’Unione Europea (Ue) – costola afona dell’impero Usa, governata da una tecnocrazia non elettiva al servizio delle oligarchie globaliste – non è un soggetto politico indipendente, ma solo un protettorato statunitense, e dunque svolge un ruolo irrilevante. L’Italia, eterno vaso di coccio, per dirla con il grande scrittore milanese, e anch’essa da tempo desovranizzata, è sistematicamente asservita a interessi altrui, nonostante la sua centralità mediterranea di straordinario valore strategico;
• una lunga lista di endemiche violazioni di diritti umani e/o del diritto internazionale da parte statunitense (tra le recenti, la vicenda Assange, le prigioni extragiudiziarie di Guantánamo e Abu Ghraib, extraordinary renditions, le guerre illegittime in Iraq, Libia, Serbia, etc.) e la pratica del doppio standard (i dittatori si dividono tra amici e nemici) hanno da tempo tolto alla potenza egemone ogni credibilità;
• diversi popoli sono privi di patria: palestinesi e curdi certo, ma anche baluci (divisi tra Iran e Pakistan), Lori e Qashqai (in Iran) e altri ancora. Tutti insieme formano un’insidiosa pentola a pressione, un fuoco che arde sotto la cenere e causa ovunque instabilità in un contesto di repressione e povertà diffuse;
• il fattore R-Religione (sunniti, sciiti, zaiditi, ismaeliti, alawiti, aleviti, drusi cristiani, ebrei e altri) è ovunque centrale (Libano, Siria, Iran, Arabia Saudita, Bahrein, Egitto e … Israele). Contrasti e privilegi delle gerarchie religiose si sommano a quelli dei ceti laici dominanti. Sia nel mondo islamico (in misura minore anche in Israele) la separazione tra Stato e Religione è tuttora un tema irrisolto;
• mentre non è immaginabile un attacco dell’Iran contro Israele o Stati Uniti (il divario di fuoco è incolmabile e gli iraniani saranno radicali ma non suicidi), non si può invece escludere il contrario, un evento che sarebbe illegittimo per il diritto internazionale e foriero di conseguenze devastanti per il mondo intero.
Iran e Vicino Oriente: rompicapo regionale e grandi potenze
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unastanza · 2 years
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Il profumo degli ulivi a mezzanotte
Se solo avessi qualcosa con cui colpirla.
Forse dovrei allungarmi oltre il bordo del letto, a tastoni cercare la mia ciabatta, afferrarla e poi colpire duro, scagliarla, veloce come un dardo.
Ma rischierei di fare troppo rumore.
Vorrei davvero ridurla in brandelli, in pezzetti miseri, sparsi in giro per la camera da letto.
Rido di me stesso, di questa mia piccola, temporanea pazzia.
Opto per la decisione più equilibrata da vari punti di vista: mi alzo, a piedi scalzi mi avvicino a lei, la afferro e con mani capaci, abili, dalle lunga dita scure, la scuoto - odiosa. La giro, le tolgo le pile.
Ha smesso. Finalmente.
Tiro un sospiro di sollievo.
Le lancette della sveglia sono ferme a mezzanotte in punto; lo saranno per un bel po’, almeno fino a domani mattina.
Il suo preciso ticchettare mi dava ai nervi. Non aiuta la mia insonnia, anzi, ne aumenta il passo, ne scandisce la portata, l’aggrava e la dilata. La sforma, la scassa. Non è altro che lo scorrere incontrovertibile dei minuti e delle ore che non sto sfruttando, che mi tengono immobile, incapace, impotente.
A 34 anni, certe cose le senti di più. Non sei un vecchio, non sei un ragazzo, sei semplicemente più annoiato e più percettivo del solito.
Ho una teoria secondo la quale più si invecchia, più percepiamo gli stimoli esterni. La nostra corazza giovanile, che ci rende spietati e senza remore, si ammorbidisce; da acqua che penetra diventiamo spugna che assorbe. Lanterne per falene, elettricità pura nella gabbia di Tesla.
Me ne torno a letto. Un sospiro alla mia destra. Si è svegliato.
«Di nuovo la sveglia?» dice, la voce impastata dal sonno.
«Cos’altro, se no?»
«Marco» mi rimprovera.
«Lo so, lo so, Luigi.»
«Vai a fare due passi, fammi dormire.»
Si volta dall’altra parte, disteso su un fianco alza il ginocchio, quello sinistro, e nella sua posizione preferita per sonnecchiare, mi ignora e si addormenta. È incredibilmente svelto ad addormentarsi, quasi lo invidio e lo detesto.
Rimango di nuovo da solo.
Decido che andare a fare due passi non è poi il male peggiore, tanto più che ormai la camera da letto mi sembra solo una gabbia, si riduce e si stringe, collassa su se stessa, inglobandomi.
Il russare di Luigi che si beffa della mia insonnia.
Decisamente meglio fuori.
Così vado in bagno, rinfresco il viso. Per un attimo, mi guardo allo specchio. Le occhiaie, la barba incolta, qualche filo bianco tra i capelli che negli uomini della mia età è già diventato calvizie.
Tutto sommato, non mi è andata male.
Indosso il cappotto sopra il pigiama, le scarpe da ginnastica; una volta fuori, l’odore e la freschezza pungente della campagna pugliese mi investe il viso, mi rinvigorisce.
Un pipistrello vola in picchiata, sfreccia nella sua minuscola figura spettrale, un’ombra nera che si dilata nel raggio della torcia dello smartphone. Una fugace visione, sparisce poi tra gli alberi.
Ho percorso il vialetto che dal casolare porta al paesino centinaia di volte. Da quando ci siamo trasferiti qui, per gestire l’azienda di famiglia di Luigi – un oleificio abbastanza redditizio che conta oltre ottanta dipendenti – ho percorso questa stradina sterrata alla continua ricerca di ispirazione per la mia carriera, ormai morente.
Mi sono trascinato fin qui la carcassa già parzialmente sventrata del mio fallito destino da scrittore, alla ricerca di un posto dove seppellirla.
Avanzo tra gli ulivi, assopiti nel gelo invernale, le piccole foglie pallide, cullate dalla calma notturna.
Questi ritagli solitari mi piacciono, piccoli scampoli di tempo sbiadito che strappo alla solita routine.
Dover gestire l’azienda di famiglia dopo la scomparsa del padre di Luigi, mi porta via energie che non credevo neanche di possedere.
Sempre assorto tra conti, persone, scadenze, fornitori, spremiture biennali da programmare, raccolta di olive.
Mentre qui, tra gli alberi, sono senza preoccupazioni. Senza numeri in testa, piacevolmente svuotato, privo di caos.
Le scarpe scricchiolano sull’acciottolato, cammino tenendomi a lato strada, il fascio di luce proiettato davanti a me. Raggiungo il bivio che a destra porta in paese, e a sinistra conduce verso altri, immensi campi, arati, destinati all'agricoltura.
Proseguo verso destra. Le prime villette isolate spuntano dal terreno come funghi di cemento e sabbia un po’ troppo cresciuti; i muri a buccia d’arancia intonacati di bianco, sporco al livello delle grondaie e delle inferriate sulle porte e finestre chiuse. Buchi scuri nell’oscurità. Case tutte uguali, di grandezza uguale, a tre piani, giardino, cortile, garage. La copia di una copia, il destino di un paesino sperduto in una cava erbosa.
Qualche metro più avanti, i primi lampioni mi indicano la via, così spengo la torcia.
I miei passi non si arrestano, raggiungono la prima fermata del bus, proprio davanti il piccolo negozio di alimentari del paese, tra un ferramenta dall’insegna sbiadita – non è necessario cambiarla, qui tutti conoscono tutti – e la macelleria qualche metro più indietro.
Sotto, con il peso spostato sul piede sinistro, la sagoma di un uomo in trench grigio, alto e magro. L’ombra di quello che sembra uno sformato borsalino nero gli cela parte del viso.
Per un vizio tutto italiano, lo saluto con un piccolo cenno del capo pur senza conoscerlo. Ricambia, lo supero, continuo a camminare. Sento i suoi occhi sulla mia schiena, voglio voltarmi, ma è notte fonda, i pericoli loschi sono in agguato, pronti a balzare come le fiere delle savane africane. Meglio di no, meglio non giocare troppo con gli sguardi.
L’aria è silenziosa ed immobile, abbandonata a se stessa, arresa nel notturno grigiore dell’inverno.
Non un latrato di animali, non un fruscio di ali minuscole.
Tutto è immobile, tutto è statico, fermo, come bloccato.
Il forte profumo degli ulivi permea ogni cosa. Ulivi che, intorpiditi, istupiditi ma vivi, respirano. Ulivi sgualciti e striminziti dal gelido rigore, che resistono sulle colline che abbracciano il paesino, nelle vallate che lo sorreggono, nelle pianure, nei campi.
Profumo intenso, fresca spremitura.
Sono al centro del paese, nel suo punto più sviluppato, e l’odore degli ulivi non è mai stato così presente, così arrogante.
È un odore sbagliato, nel posto sbagliato.
Come sbagliata è la nebbiolina azzurra che mi avviluppa, che delicatamente mi avvolge.
Per un breve, intenso momento, penso di avere le traveggole; l’insonnia allucinatoria gioca con me.
Forse mi sono addormentato e sto sognando?
Mi do un pizzicotto sul fianco destro, mordo l’interno del mio braccio, sento dolore, sono sveglio e sono vigile e sono qui.
La nebbia mi intorpidisce gli arti. Sono leggero, sono forma, sono slegato dall’infernale materia di carne e muscoli che mi compone, che mi tiene legato alla terra, come un’appendice distorta e fragile.
Sarebbe così facile adesso spiccare il volo; con un balzo, con un salto, arrivare in alto.
La foschia azzurrognola e profumata si spande, liquida, veloce, come inchiostro su carta. Abbasso lo sguardo, quasi ne fossi io la fonte, parte dai miei piedi e si allarga sulle panchine della piazzetta, sulle aiuole secche e morte che la fiancheggiano; sull’insegna sbiadita, sulle case basse e – a differenza delle loro sorelle villette – tutte diverse, tutte colorate. Si alza verso l’alto, un muro lattiginoso e freddo, che penetro di passo in passo. Cammino lentamente, senza conoscere la mia destinazione, e l’azzurro si fa più intenso.
Mi accorgo del silenzio. È tutto troppo silenzioso. Le orecchie tappate, ovattate, di testa che galleggia sott’acqua.
Percepisco lo scorrere del sangue nelle mie stesse vene, il tumultuoso ruscello cremisi che mi tiene vivo dall’interno. Il cuore che pompa, una macchina perfetta, a ritmi regolari ma forti.
Solo questo, solo la consapevolezza del mio corpo, e nient’altro.
Poi, d’improvviso, una voce roca, baritona, si spinge fin dentro il mio bozzolo. Lo sbriciola. Mi scuote.
Anche questo è sbagliato.
«Ti stavo aspettando», dice.
Mi volto, è da lì che proviene la voce, dalle mie spalle. L’uomo in trench e borsalino sta di fronte a me, incredibilmente alto, gli arti superiori ed inferiori lunghi e sottili. Non mi ero accorto della sua figura slanciata da gigante, prima.
Devo alzare il viso per potergli parlare, per poterlo vedere.
Le domande inciampano sulla lingua, le cose che vorrei dirgli seguono un flusso per me impossibile da arginare e tenere a bada.
Sono intorpidito, raggelato, un corpo immobile.
«Lei stava aspettando me?» è l’unica frase di senso compiuto che riesco a pronunciare, a fatica, con il fiatone.
Annuisce e un sorriso storto, obliquo gli piega in due il viso. Sotto l’ombra del borsalino, il suo naso è stretto e lungo, quasi fosse un becco; mentre la bocca è sprovvista di labbra: al loro posto, due cicatrici giallastre, spesse e rugose, lasciano intravedere i denti regolari e bianchi.
«Devo mostrarti una cosa.»
Attraverso lo spesso strato di nebbia azzurra che vortica attorno, mi offre la sua mano: un invito a seguirlo, a fidarmi di lui.
L’istinto di sopravvivenza e la repulsione nei confronti del mio strambo interlocutore, rompono l’incantesimo in cui mi trovo.
Il torpore abbandona il mio corpo.
Voglio tornare a casa, sono pronto per tornare a casa.
Faccio per superarlo, mi muovo, vedo i piedi marciare… eppure resto fermo qui.
Davanti a lui.
«Che cosa mi sta facendo?» la mia voce tradisce un certo nervosismo isterico. «Mi lasci andare!»
«Non sto facendo niente.»
Gli rivolgo un’occhiata rabbiosa. Ma, mio malgrado, è vero ciò che dice. Le sue mani sono sospese a mezz’aria, ancora in attesa riempiono lo spazio che ci divide. Non mi toccano. Non mi sfiorano neppure.
«Cosa mi sta succedendo? Non riesco a muovermi!» ripeto, come se la ripetizione stessa potesse aggiustare la situazione.
«Devo mostrarti una cosa.»
«Ma non riesco a muovermi!»
«Devo mostrarti una cosa.»
E poi, capisco. Sono queste, quindi, le condizioni? Riuscirò a muovermi soltanto se pronto a seguire la sua volontà?
Chi è l’uomo alto e lungo che sta condizionando i miei movimenti senza neppure toccarmi?
Mi domando, ancora una volta, se questo non sia un sogno; se non sia un paesaggio onirico, questo: la nebbia azzurra, il paese, il profumo degli ulivi, il gigante, tutto.
Mentalmente, cerco di riafferrare i lembi di questa realtà sgualcita. Ero sveglio quando ho indossato il cappotto e sono uscito in strada, di questo sono sicuro. Ero sveglio quando ho scelto se svoltare a destra o verso sinistra. Ero sveglio quando l’ho incontrato la prima volta.
Ero sveglio, sono sveglio.
Lo so, lo sento.
Ma allora cosa mi succede?
Seguire l’uomo in trench e borsalino sarebbe da pazzi.
Rimanere qui – il tempo che scorre lento, ogni secondo prolungato – è impossibile.
Mi fanno male le gambe, le braccia, il mio intero corpo è tramortito.
«No» sussurro.
Faccio per muovere un piede, e quasi mi sembra di riuscirci.
Esulto troppo presto.
Con una sferzata di mano, facendo schioccare le dita mostrandomene il dorso, l’uomo mi blocca, ancora una volta.
«Non funziona così» ridacchia, una risata grottesca, di unghie che grattano sulla lavagna, sulla lavagna nera e rigata della mia scuola elementare.
Mi rivedo, piccolo, sfocato, le gambette arcuate al centro, i calzoni marroni macchiati, non ricordo di cosa.
Un’antica consapevolezza si sveglia dentro di me, un presentimento, un richiamo.
Sono nel cortile della scuola, nessuno vuole giocare con me, perché tutti preferiscono giocare col pallone, mentre io voglio disegnare. Disegno ogni cosa, alberi, cani, case, i miei compagni.
Sono linee sottili, rozze, volgari, di piccola mano inesperta; disarmonici bozzetti, sbuffi di matita, di colori, gomma che cancella male, che sporca, allunga i tratti della mia 2B.
Sfoglio le pagine, una dopo l’altra.
I disegni normali di un bambino normale.
E poi, all’ultima pagina, eccolo. Uno scarabocchio, un buco nero nella pagina bianca, i bordi frastagliati, irriconoscibile se non fosse per il piccolo dettaglio marrone. Un cappello, la bozza di un borsalino gonfio e sproporzionato.
È lui. Ci siamo già incontrati. Avrei dovuto ricordarmene, e invece mi ritrovo stupito e atterrito.
Come ho potuto dimenticarlo? Così alto, slanciato, nella scia dell’orribile inquietudine affannosa che lascia dietro di sé.
Avrei dovuto ricordarmi dell’orrore, implicito nella sua forma.
Lo sento di nuovo, l’odore forte dell’olio, degli ulivi. Strofino un ditino sulla pagina, lo porto al naso.
Niente.
È un odore fantasma; me lo immagino, o forse bisogna essere fortunati per coglierne l’improvvisa, passeggera, effimera presenza.
Sono fortunato, penso questo di me, mentre richiudo il mio blocco dei disegni sgualcito e puntellato di sbavature e di colori.
Sono fortunato: riesco a sentirlo, riesco a sentire l’odore.
Ritorno al presente, la pura nebulosa del passato si accartoccia su se stessa, svanisce in un rapido lampo di luce, e sono di nuovo nell’oscurità, nella foschia azzurra, contemporaneamente spettatore e protagonista.
«Ci siamo già visti?»
Alla mia domanda, l’uomo in trench grigio e borsalino marrone annuisce, soddisfatto; le cicatrici sul viso si allargano, la pelle bianca tesa, schiumosa.
«Non lo ricordavo.»
«Quasi nessuno lo ricorda» raschia la sua voce, roca; «coloro che ricordano, impazziscono. Li chiamate pazzi.»
Tento di fissare un punto nello spazio e nel tempo, per ricordare meglio. Dentro di me, sento riaffiorare un ricordo che credevo di aver sepolto, che il mio animo terrorizzato da bambino aveva seppellito in profondità, dentro il mio subconscio atterrito, avvilito.
Di nuovo, l’uomo schiocca le dita; di nuovo, il suo sorriso cicatrizzato e purulento.
Le mie gambette piccole, storte; il profilo di mio padre che si accascia in cucina, sulle costolette unte e grasse della cena; l’uomo dietro la finestra, stesso cappello, ancora più grande, altissimo; il messaggero della morte.
Un susseguirsi di schiocchi, scatti e visioni; la pellicola del mio film che si srotola, diapositiva dopo diapositiva.
Ogni dolore, ogni sofferenza, e lui come costante.
In bella vista, palese, eppure dimenticato, di volta in volta; un rituale morboso e macabro che si ripete.
Mio padre; mia madre e le sue malattie che l’hanno consumata e scarnificata, prosciugata dall’interno, secca, svuotata; il padre di Luigi, una mattina d’agosto, impensabile, le lamiere di un auto che lo attraversano da parte a parte, scomposto, disordinato ammasso di carne, ossa sull’asfalto.
Sempre lui, sempre dimenticato.
Lo dimenticherò anche questa volta?
La risposta è ovvia, com’è ovvio il motivo per cui è qui.
Eccola, la realizzazione. Mi sale addosso in spilli che mi pungono le gambe, le dita; un brulicare sotto pelle che mi atterrisce.
Tremo.
«Perchè sei qui?» chiedo. So già la risposta, ma voglio sentirla. Sperare che sia falsa, prepararmi al disastro qualora fosse il contrario.
«Sta succedendo di nuovo.»
«Chi?»
Due dita, uno schiocco, nebbia azzurra.
Una macchia indistinta nell’erba, rosso brillante nella grigiastra luce dell’inverno. Si raggruma, ancora calda, ribolle da sotto il panciuto gonfiore pallido di un ragazzo – no, un uomo! - dai capelli bruni e gli occhi cerulei, rimasti spalancati nell’immobilità della morte.
Lo riconosco, ma faccio fatica ad accettarlo. Voglio che finisca, voglio smettere di guardare, ma non importa quanto io distolga lo sguardo: non smette. È ovunque, sta succedendo ora, è attorno a me, dietro, davanti, da ogni lato mi perseguita. La morte e il suo sorriso sbilenco, cicatrizzato.
«Fallo smettere, ti prego», rantolo, appena un sussurro.
«È per questo che dimenticano. Non sopportano il peso.»
Uno schiocco. L’ultimo.
Oblio.
Sono in paese e non so perché. Torno a casa, svelto, a passo febbrile, spaventato, e non so perché.
Sono a casa, sono sempre stato qui, anche se una parte di me è convinta del contrario.
Sono davanti alla porta, e non so perché.
La notte sta svanendo fuori dalle finestre, l’arancione dell’alba fa capolino tra gli alberi.
Mi guardo attorno, spaesato, spodestato di una convinzione, dimentico di qualcosa di importante, ma non so cosa.
Sconfitto. Sopraffatto.
Sono stanco, veramente stanco, vorrei solo dormire.
«Che ci fai lì imbambolato?»
«Volevo uscire» mento, senza una ragione precisa. Sento di dover mentire, nascondere ciò che neppure rimembro.
«Ma sei stato fuori tutta la notte.»
Preoccupazione nella sua voce.
«Mi hai detto tu di fare due passi.»
Questo lo ricordo. Ma dopo? Cos’è successo dopo?
Mi guarda fisso, gli occhi cisposi, i capelli disordinati, il pigiama sghembo sul petto e sui polpacci ben definiti, muscolosi. «Devo preoccuparmi? Dovrei forse essere geloso?» ridacchia.
«Ho fatto solo due passi, ho perso la cognizione del tempo, tutto qui.»
Liquido la questione con un bacio sulla bocca, il sapore caldo e acre del primo mattino stampato sulle sue labbra.
«Cosa ti succede?» insiste, non desiste. «Sembri molto stanco.»
«Lo sono.»
«Vai a dormire.»
Sì. Penso che lo farò.
Una telefonata mi sveglia.
Sono le tre del pomeriggio, ed io rispondo con estremo disagio.
Poche parole, un’informazione lacerante che arriva alle mie orecchie, che percepisco con incredula rassegnazione.
Quasi come se una parte di me lo stesse aspettando.
La stesse aspettando.
Quando arrivo sul posto, faccio fatica a camminare. Le gambe sono immerse in un fango fantasma, la melma della paura che avviluppa le anche e le caviglie.
Una macchia indistinta nell’erba, brillante, rossa.
Capelli bruni, occhi cerulei.
Luigi.
Ferito a morte da un attrezzo agricolo, una grossa bestia di metallo che lo ha tranciato, diviso; gli ha maciullato il ventre, le interiora sparse sulla paglia secca ai piedi degli ulivi.
Vomito, cado a terra, mi odio: non mi piacciono queste scenate.
Al funerale partecipano in tanti: odio anche questo.
Voglio rimanere solo, voglio restare solo.
Il senso di colpa che mi assale è tremendo e forse anche stupido, ma non posso fare a meno di pensarci: se fossi andato io al suo posto? Se non avessi dormito tutto il giorno, se gli fossi rimasto accanto nel letto la notte precedente?
È colpa mia.
Sono molte le persone che mi salutano, solenni, che offrono rispetti e condoglianze alla madre di Luigi – da oggi in poi saremo solo io e lei. E lo vedo arrivare, uno sconosciuto, lontano eppure familiare, in qualche modo.
L’ho già incontrato, non ricordo dove, le circostanze, ma la certezza è vera, ed è confermata dal sorriso storto, cicatrizzato, secco. Trench e borsalino, altissimo, sovrasta tutti.
Contenuto nel cielo, più grande di esso.
Incombe, imperturbabile.
«È successo di nuovo» dice, un bisbiglio, blando, posso udirlo solo io.
Lo guardo spaventato, confuso, troppo stanco, troppo in pena, immerso nel dolore che è solo mio, il dolore di aver perso la mia parte preferita mentre io dormivo come un cazzone, per chiedergli spiegazioni, per interrogarlo sul senso delle sue parole sinistre, troppo spento per fregarmene poi effettivamente qualcosa.
Se ne va con passo zoppo, claudicante.
L’auto scura procede, con il feretro di Luigi dentro, chiuso. Lui sempre così claustrofobico, con l’amore e la necessità viscerale per gli spazi aperti, per i suoi ulivi, per sua madre, ora costretto, sigillato, tumulato dietro un lastrone di pietra fredda.
Un nome qualunque, due date qualunque, nascita e morte, una foto qualunque, che col tempo sbiadirà, darà al mio Luigi falsi connotati, ne sgranerà gli angoli, i suoi occhi cerulei saranno privi di colori, di profondità, due buchi inespressivi che non renderanno giustizia alla forte potenza del suo sguardo; mentre il suo corpo, da dentro, si svuoterà, si gonfierà, liquidi e miasmi coleranno attraverso il legno e nessuno lo noterà.
È tutta colpa mia. Non è delirio di onnipotenza, non è credermi migliore, non è credermi forte come la morte, come il fato: è semplice realizzazione.
È colpa mia, ne ho preso atto.
Dormivo, sognavo, ero stanco. Lui moriva.
Sarebbe successo comunque, mi dico. È poco conforto.
«Sarebbe successo comunque», mi dice.
È lui, l’uomo in trench e borsalino, dietro di me, non ho bisogno di voltarmi per capirlo.
Il profumo degli ulivi della valle lontana, casa ed essenza di Luigi, è forte, giunge fino a qui, nel cimitero. È fuori luogo, è strano, amaro.
L’ho già sentito, non ricordo dove. È come assaggiare qualcosa di nuovo per la prima volta, e riscoprire poi con il primo boccone un sapore familiare, qualcosa già mangiato, già sperimentato.
La memoria della bocca, delle papille gustative, la memoria dell’olfatto.
«Già. Sarebbe successo comunque. Ma forse sarebbe stato meglio se non fosse successo niente.»
Sorride, sguincio, sfuggente, un viso difficile da afferrare, da capire. Disarmonico e violento, rassicurante e raccapricciante.
Mi volto e non c’è più. L’odore è sparito, ogni cosa è al proprio posto.
Tranne me. Tranne Luigi.
Sono sicuro che lo rivedrò, in trench e borsalino.
Sorriso sghembo e cicatrici.
Lo rivedrò.
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laucha-posting · 2 years
Note
no puedo adjuntar fotos pero vi tu respuesta a este posteo y es un monton lo que estuve pensando pero listen JAJAJAJ
osea practicamente tengo dos teorias:
la mas esquizo es que mario santos esta de algun modo vinculado con robert chase (buscalo si no te acordas, asi te ayuda a imaginarte mi momento de locura total). osea siento como q la manera de ser de santos re explicaria los mambos que tiene chase con el padre. ay no se es como que los imagino relacionados por familia de algun modo, onda los dos son rubios y saben banda y chase es como correcto pero se va al carajo a veces y me imagino que puede ser asi porque vivio con santos o algo por el estilo
la otra es que santos y house son IGUALES onda santos es extremadamente correcto y educado y house es lo contrario pero ambos tienen esa cosa del intelecto y la obsesion con sherlock holmes que ay me mataria que house sea participe de algun simulacro onda q se lo hagan a el o algo por el estilo y se vaya a las manos con santos porque son iguales pero chocarian tanto que se matarian en un segundo
forma u otra, necesitaba vincular mis dos blorbos porque tienen algo en comun
Escucho/leo y no te preocupes que en esquizo material sobramos, es todo bienvenido 👀👀
Recuerdo a Chase pero debería volver a ver al menos un par de episodios JAJAJ. Pero si algo me enseñó la era formativa leyendo fanfics es q siempre puede haber un crossover más (??? Ya me dejaste pensando
* Santos era el tío/primo lejano que arruinaba las reuniones/aparece nomás para hacer lío y le enseñó sus malos hábitos a Chase*
Pooor otro lado SÍ HERMANA SÍ
En lo físico desde que ví los simuladores estoy repitiendo que Santos/Fede D' Elía es re parecido a Hugh Laurie joven, insisto (?? Tienen un aire
+ en el capítulo final cuando aparece Santos con bastón (como León Stoffenmacher) lit fue un OMG HOUSE HII
Por otro lado sería GLORIOSÍSIMO UN CROSSOVER ASÍ
Se sacarían los ojos mínimo, o House intentaría buscar puntos que le molesten a Santos para hincharle las pelotas, y sería una constante competencia mientras el resto está como ???? ¿¿¿¿ Por qué hay dos ahora¿¿¿AYUDA
Sería buenísimo lo necesito YA
Igual ojo que creo que los dos son chaotic good (??? Santos es correcto dependiendo del contexto pero en el fondo es un salvaje/rey del caos, igual que House pero House no lo niega (??
Manteneme informada si se te ocurre algo más de los blorbos porque AMO
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