Tumgik
#la estrella lloró rosa
caarcas · 1 year
Text
absurdo diario - su cerebro mórbido se niega a aceptar lo evidente.
Tumblr media
View On WordPress
4 notes · View notes
another-closed-door · 2 years
Text
¡Perros, mil veces perros!
-Efraín Huerta, junio de 1954-
De nuevo vuestras garras sobre el rostro
de paz y de trabajo de América.
Ya no tenéis descanso, apenas respiráis,
agónicos, bestiales, sucios, embrutecidos.
Desesperados, fríos como la muerte,
teméis a la mujer que ama y al niño
que sonríe.
Teméis a vuestra propia sombra.
Hace un año, a orillas del río Hudson,
asesinasteis a los Rosengberg. El ancho río
lleno de los ojos de Whitman, el río
que todo lo viera, lloró con sus ojos azules
ante la cobardía y el crimen.
Desde hace un siglo matáis de hambre
y de sangre al Continente.
Sólo sabéis matar.
Sólo sabéis escupir
a la rosa de la libertad.
(Chapultepec no olvida. Aquella joven sangre
es como el pan de cada día,
es como la oración de cada día del mexicano.)
Pues sólo sabéis hincar los dientes
y las metálicas garras. Sólo sabéis
degollar a la paloma de paz y de trabajo.
Ahora es Guatemala, donde el azul
es el cristal del triunfo
y la revolución la semilla del amor.
Volvéis a andar, cenicientos y apocalípticos,
grises como gallinas, como perros
olisqueando la adolorida carne del Caribe;
siempre volvéis,
sobre la canción del quetzal,
sobre el Asia que es dulzura
sobre Hiroshima que vio morir a todos sus niños
y ahora sobre el pequeño país,
que se construye al tiempo
que se abren sus alas.
¡Bandoleros de siempre, arrasadores
de América!
¡Pisoteadores de países,
sangrientos y sanguinarios siempre:
en Colombia que se rompió los hombros
y en Veracruz que se llenó de sal
la pavorosa herida del 14!
¡Ya no tenéis descanso!
¡Respiráis, como los muertos, y los muertos
se ríen de vuestro aire,
de vuestras banderas donde las estrellas
están muertas,
donde el azul traiciona
y las barras se desploman de vergüenza!
¡Bandidos sin bandera! ¡Desesperados,
histéricos, hipócritas, viciosos!
¡Ahora es Guatemala, donde el azul
es el azul del cielo!
Guatemala,
donde el honor hace honor a su nombre
y donde el río de Roosevelt y
las rosas de Roosevelt
palpitan;
donde se quiere vivir y amar
como se debe amar y vivir.
Guatemala más hermana que nunca,
la más hermana,
nuestra pequeña niña de los ojos de agua.
(Guatemala, niña de nuestros ojos...
¡Hoy te rompen el alma
y te quiebran la música y el triunfo!)
¡Pues sólo sabéis, oh yanquis de miseria,
oh matadores de indios y de niños,
oh vencedores de Hiroshima,
oh miserables buitres de Chapultepec,
sólo sabéis ladrar,
babear,
morder rabiosamente!
¡Perros, mil veces perros!
Asesinos de todo:
bebedores de la sangre del poeta,
mancilladores de las canas de Whitman,
enlodadores de Jefferson,
enfangadores de Lincoln,
asesinos,
simplemente asesinos...
¡Yanquis, mil veces perros,
yanquis de Wall Street!
¡Maricones de McCarthy, rectores de Columbia,
condecorados de Corea...de Corea del Sur,
ladrones del mundo,
chérifes,
espías,
nadie os olvida, nadie,
nadie os perdona, nadie!
De nuevo vuestras garras sobre el cuerpo
de paz y de trabajo de América.
Desesperados, aislados como el odio,
fríos como un árbol de veneno,
ciegos como una noche ciega,
viles como la eterna vileza,
idiotas como gallinas idiotas,
os lanzáis sobre América,
sobre la suave paz de Guatemala
y volvéis a morder,
perros, mil veces perros,
la carne viva del amor,
la carne viva de la paz.
¡No tenéis más bandera que la sangre de América!
La sangre de todos los países,
la roja sangre de nuestras limpias lágrimas,
¡oh perros
devastadores,
incendiarios, mil veces perros!
0 notes
es-trambotica · 3 years
Text
SE FUE
Ella se fue
Escapó un día por una ventana
Yendo sola a su propio destierro
Y dejó de existir para los vivos
Ella se fue
Tan lejos que nadie podía encontrarla
Más allá de lo que ningún ser humano había ido
Ella se fue
Y dejó los recuerdos en un cajón
Y los amores en las rosas
Se fue tan lejos...
Caminaba por las estrellas
Hasta que una de ellas
Le hizo tropezar y lloró profundamente
Pero el brillo del sol le devolvió la vacía sonrisa
Porque desde hace mucho tiempo
Ella se había ido
7 notes · View notes
brooklynhqact · 5 years
Text
Marca con negrita las que aplican a tu personaje.
1. SU LADO MASCULINO:
Le gustan las sudaderas.
Le encantan los jeans.
Los perros son mejor que los gatos.
Es divertido cuando la gente se lastima. (bueno, a veces.)
Ir de compras es una tortura.
Las películas tristes apestan.
Es dueño de un juego de carreras.
Jugaba con coches de Hot wheels de pequeño.
En algún punto de su vida quiso ser bombero.
Tuvo una ds, ps2, n64, o sega.
Solía estar obsesionado con los Power Rangers.
Ha visto deportes en la TV.
Las películas gore son divertidas.
Acude a su padre por consejos.
Es dueño de una gran cantidad de gorras de baseball.
Solía coleccionar cartas de hockey.
Suele llevar pantalones de deporte holgados.
Es un tanto extraño tener fiesta de pijamas con mucha gente.
Verde, negro, rojo, azul o plata son uno de sus colores favoritos.
Le encanta volverse loco, sin importarle lo que piensen los demás.
Los deportes son divertidos.
Habla con la boca llena.
Duerme con los calcetines puestos.
Ha ido a pescar, al menos, una vez.
2. SU LADO FEMENINO:
Le encanta ir de compras.
Usa eyeliner.
Usa el color rosa.
Acude a su madre por consejos.
Considera el “cheerleading” un deporte.
Odia vestirse con el color negro.
Le gusta ir al centro comercial.
Le gusta hacerse la manicura y/o la pedicura.
Le gusta llevar joyería.
Lloró viendo The Notebook.
Los vestidos son gran parte de su guardarropa.
Ir de compras es uno de sus hobbies preferidos.
No le gusta Star Wars.
Hacía o hace gimnasia.
Le lleva aproximadamente una hora el ducharse, vestirse y maquillarse.
Sonríe más de lo que debería.
Es dueño de más de 10 pares de zapatos.
Le importa cómo se ve.
Le gusta usar vestidos siempre que puede.
Le gusta usar zapatos de tacón alto.
Solía jugar con muñecos.
Le gusta maquillar a los demás.
Le gusta ser el centro de atención.
3. APARIENCIA:
Mide menos de 1.65 cm.
Tiene muchas cicatrices.
Se broncea con facilidad.
Desea que su cabello fuera de otro color.
Tiene amigos que nunca vieron su color natural de cabello.
Tiene tatuaje(s).
Usa/usó brackets.
Ha sido llamado atractivo por algún desconocido.
Tiene más de dos piercings.
Tiene/tuvo piercings en algún lugar aparte de las orejas.
4. EXPERIENCIAS:
Se ha perdido en su ciudad.
Ha visto una estrella fugaz.
Ha pedido un deseo a una estrella fugaz.
Ha visto una lluvia de meteoritos.
Ha usado pijama en público.
Ha pulsado todos los botones de un ascensor.
Ha golpeado a un chico en donde duele.
Ha ido a un casino.
Ha hecho paracaidismo.
Ha bebido un galón entero de leche en una hora.
Ha estrellado un coche.
Ha ido a esquiar.
Ha asistido a un musical.
Capturó un copo de nieve o nieve con la lengua.
Ha visto la aurora boreal.
Se ha sentado en una azotea durante la noche.
Le ha gastado una broma a alguien.
Ha conducido un taxi.
Ha visto The Rocky Horror Picture Show.
Ha comido sushi.
Ha hecho snowboard.
5. RELACIONES:
Está soltero.
Está en una relación.
Está prometido.
Está casado.
Echa en falta a alguien.
Se ha divorciado.
Le ha dicho a alguien que lo amaba cuando no lo hacía.
Le ha dicho a alguien que no lo amaba cuando lo hacía.
6. HONESTIDAD/CRIMEN: 
Ha hecho algo algo que prometió a otro que no haría.
Ha hecho algo que se prometió a sí mismo que no haría.
Se ha escabullido.
Mintió a sus padres sobre dónde se encontraba.
Hizo trampas jugando a algún juego.
Pasó una luz roja.
Ha sido testigo de un crimen.
Ha estado en una pelea de puños.
Ha sido arrestado.
7. VARIOS:
Sabe cantar.
Robó una bandeja de un restaurante de comida rápida.
Se abre a los demás con facilidad.
Ve el noticiero.
No mata insectos.
Canta en la ducha.
Es una persona mañanera.
Pagó por un tono de llamada.
Es un fanático del deporte.
Le importa la gramática.
Pirateó más de 30 CD’s en un día.
Sabe hornear.
Su color favorito es el blanco, amarillo, rosa, rojo, azul, negro, morado o naranja.
Le gusta Martha Stewart.
Sabe usar un arma.
Se ríe de sus propias bromas, porque son divertidas.
Come comida rápida, mínimo una vez por semana.
No puede dormir si hay una araña/cucaracha en la habitación.
Tiene cosquillas.
Le gusta el chocolate blanco.
Muerde sus uñas.
Es bueno recordando caras.
Es bueno recordando nombres.
Es bueno recordando fechas.
No sabe qué quiere hacer el resto de su vida.
Todas sus respuestas fueron honestas.
32 notes · View notes
jesus-montoya · 5 years
Text
Mudo nudo
         Con escalofrío, la lengua se levanta a barrer la casa.  Cepilla su desganado cuerpo, pintarrajea su músculo   ausente de vértebras.
Hoy es lunes clarividente, y hay que barrer la casa,            piensa ella.    La casa de la lengua no es robusta,       sus paredes son blancas y verdosas,  su sala cristiana nos mira, nos mira girar pasillos delgados como sombras. Simbólica no es, herbívora de luz, ¿é? La lengua, ¿una máscara vaciada?,     ¿una cáscara neurótica?
La lengua tiñe cosmética su atareo, ¿ustedes le dijeron algo? Díganle la verdad, porque estoy tan solo, quiero decir, tan sola la lengua está   que inventa una deshabitada acentuación,  un oportuno corte.
  Barre la casa y escucha canciones de su tierra. La tierra de la lengua es exterior a su cuerpo              pero la realidad le impone       ¿Le impone? La realidad turbulenta le impone sucesos. Su bisabuela, por ejemplo, murió el martes pasado. Y la lengua lloró solitaria en unas escaleras   frente a los árboles. Lloró lágrimas peculiares, casi históricas,     lágrimas que trémulas cayeron por sus aftas. Quiero decir, lágrimas como luceros, como perros ladrando.
Este mes pretende ser exageradamente ningún lugar     para la lengua. Pero hoy, lunes, con su escoba amarilla   empuja el polvo, empuja inconsciente viejos restos, materias estiradas por el suelo.
Hace días que la lengua no barre. Hace días que no ve a nadie, que no habla con nadie. Pero hoy es lunes de imágenes sumergidas,     de objetos desmoronados como sonidos vastos. Pastosa está ella, cada papila camina por un vocablo diferente,            fracturado. Cada una recorriendo surcos, descifrando grafías en los escondrijos.
Se asemeja a lo que empuja.    Empuja el barro al aire. Empuja, empuja su raíz delicada, diría transparente.    El aire es la semilla de la lengua.
Barre y barre arañas encantadas. Les dice: quiero ser destejida por la oscuridad. Y todo esto nos confunde porque primero va la sombra, luego la lengua.       Primero va la sombra arrastrada por la luz que filtran las ventanas.
      La sombra de la lengua no es un racimo   pero es una cosa. Una anquilosada cosa, una cosa que tiende su espectro,    su macabra desnudez en las superficies. Superficies, superficies camuflan su presencia. Ya no viste igual.   Sus trapos descansan como esqueletos en urnas.   O eso imagina cuando los ojos la suturan entera,     torpe al trabarse sin justificación. 
También imagina que es una multitud muda,    que un panteón celeste aguarda en la profundidad de lo que barre. Allí el sol como una luna cortada nace de la tierra,    paciente para el mirar.
Luego olvida.
Luego fisura la mañana con ociosas preguntas,    ¿soy una piedra?, ¿soy una piedra escrita en un libro?, ¿soy una piedra ladrada en una página?, ¿soy una piedra repetida? Ninguna piedra es igual a otra. ¿Acaso, tan si quiera, he entendido a la piedra? Al vagarla la he vuelto un crematorio de enigmas. Parla, parla cuando desplaza por sueños al fumador    en la boca de la puerta. ¿Con quién habla?, ¿qué le dice?        Este lunes hay tanto silencio.
                 Recoge tímida sus dudas.      La lengua, como una tortuga, se esconde en sí misma.
  Cruces
  Fantasmagoría del primer parto abriéndote. Ahora reconoces el cristal nocturno.      Te visitan dos ancianos, cantan la placenta de la vida.
Un roble en la cama, su pesada forma, su herencia que enluta el aire observas.
  Fino aire cuando el tramo de luz levanta.   Levanta la mirada, el ojo no es una moneda.
Semejante a un Cristo de humo evocas el sepulcro.
     Tocas su anónima pluma libre en el espacio.      Tramos de luz revelan arañas sonámbulas.
          Tampoco tú puedes dormir.           Telaraña ancestral, mosaico, gesto avergonzado.
  Túnica tendida para madurar el fuego, como la tierra,                  habrás de ser un vientre.                  Tantea ínfimo el espacio, conjura la muerte de retorno.
                            Tísica, trémula, orinada en el corral.                             Tupida de manos, tapiada de rosas con dientes sacros.
                                          Terrena cuando el imán encuentre su centro.
Tobillo, angular pueblo de iglesia, comadre y cicatriz,       conjura la muerte de retorno.      Tatuada, exigua así de blanca, confidente así de sola.
Tímida campana, plaza deforme, longitud andina, guarda tu nombre con dulzura entre los campos.
Nuestras manos serán rosarios de pétalos,         pájaros claros, picos de fuego,         hermanos y hermanas abrazados junto a ti.      Vacíos al fondo de las aguas,             persiguiendo aves para demoler la hondura.
Dios bendiga tu camino, que tu reposo sea eterno,    que tu oración sea un destino,     que tu esperanza permanezca.
Tórax sembrado al eco, cadencia, trago secreto como alfabeto sonoro. Tía, tirria, de esta mesa nos levantamos con la almohada fecunda.
Trepados en los platos frente al templo. Tigre acorralado, mandíbula, cualquier ángulo,            cualquier ceniza me alumbra.
             Un cántico brusco para este amanecer moribundo,              flanco archipiélago descrito.
El domicilio de una fuga oscura, esquinas pesadas,     funeral al que te preparas a lo lejos.
Conjura la muerte de retorno, alguien ronda por las escaleras,   habla muy bajo,       cierra las puertas. Tú escribes las cruces. Tú oras en cada rincón. Tú ves los grillos brincar frente a los charcos. Tu vórtice de lluvia confunde las épocas. Tu caudal protege el viaje.
Tu tiempo nace en el agua.
        Conjura la muerte de retorno, los gusanos, los loros, los riscos,         la fatalidad solar de este encuentro.         Muele la gangrena.         Alza los brazos como la lluvia. 
    Llegarás hasta las cruces, una laguna de sapos,                 de espectros sacudiendo la sangre.
La historia es un círculo vicioso, un círculo maléfico, fiesta de caballeros gemelos a sus sombras.
Llegarás hasta las luces, brujos prenderán velones, varas delgadas en el pecho de la montaña.
  Piojos, partituras, túneles a contravía, túneles heredados,   túneles mohosos, murciélagos, carretillas, catástrofes, terror. Llegarás denso a la espuma, túneles a contravía viajas, túneles de glándulas, escombros, parásitos asombrados por tu melancolía.
      Palas, coronas, siglos contrariados, el gargajo fúnebre de un corazón.       Llanuras creciendo en tu cerebro,            natales renacuajos asoleados en aceras. 
¿Cómo se llama?
Desarraigo, pólvora histérica que penetra amamantando las cabras. Iris, puede ser, iris o brújulas errantes.
Escondido como los búhos en sus cuencas. Escondido en túneles, jubilaciones de mares secos,     pozos, branquias aguerridas, peces alrededor de los navíos.
Llegarás hasta las cruces, harás honor a tu nombre          y temprano poseerás el gran estigma.
Beberás tu sangre indómita. Hablarás con las vacas y con las flores y les dirás:                    también yo amé las estrellas y mi silencio bordó el horizonte.   
    Conjura, conjura la muerte de retorno.
El mar es una cruz, una cruz por la que viajas. El mar es un milagro ético.
Mezquina verdosa alucinación.
    ¿Cómo se dice eso?          ¿Cómo se escribe la palabra manco?               ¿Cómo se pronuncia la palabra luna?
La ubre del animal en tus labios, su leche sembrando estrellas. Violentos hombres bajan de sus caballos,         ánimas bailan alrededor de los árboles.     Misericordia, misericordia.
Llegarás putrefacto a las cruces, tu calavera de veinticuatro años asustará a los hombres por las calles, mejillas como gaviotas, rodillas como flautas.
Y no serás mas que un niño, un niño brotando de su tumba en silencio. Un pez recorriendo el laberinto.
     Ranas, ratones, pensamientos que en el frío nocturno desaparecen.      Pensamientos como cloacas.      Cucarachas acurrucadas en la entrada de un baño.
No, no, un pez torciendo el laberinto, aire, milagro. Milagroso juicio sobre ti mismo cuando en cierta página leas: el ahorcado no puede descolgarse solo.
¿Quién habla cuando la luna reposa en un pino? ¿Quién vence su historia, desilusión incomprensible?
    El pensamiento agoniza su relación con el espacio.     Puedes absorberte en este estado, libre de ley entre las ondas     ancestrales, libre de orcas y marullos antiguos, libre de ti.
                    Tu arquero como un maestro traspasando los morros,                preparado para zambullirse en el mar.
Todas las imágenes te conducen al abeto, a tu madera cromática de sol ardiendo el campo.
     Te incendias cuando todo calla.      La fauna ondula esta silla de mayo, esta silla agua demasiado violeta,   esta silla bailada pellizcando el miedo de romperte.
Luna líquida para ahuyentar el diablo la canción se tranca. Destrona tu mirada y respira de nuevo. Corre hasta el espejo y lanza la primera piedra, no estarás allí.     Recoge tus restos, observa tu colchón mudo y ámalo.
                 Los ojos de los caballos comprenderán el camino.                  Has venido cuando la pureza era real,                        cuando no estabas vencido por nada, por nadie.        Bajabas demencial el valle viendo los pavorreales                      cantar junto a la tarde.
Dinastía emplumada de la mujer que amarás siempre.   Sus patas calzando la tierra contemplabas con los bolsillos vacíos y la pulsión de la vida, y la pulsión idílica de tu provincia de fantasmas.
               Jeroglíficos trazados en piedras para descifrar con las cayenas,                floripondios, épocas de cantos como murmullos,                como trenes, silbidos, tinieblas que también fuiste.
Llegaste hasta las cruces y tu ilimitada metamorfosis entró a la catedral. Las pinturas altas bañadas en sangre. Bañadas con el azufre del espíritu.
    Nada es verdad hasta que sonámbulo te encuentras.           Hasta que alguien cae en una cama y sólido liberas la virtud.
          No conocía tus vísceras de lagarto humillado en la montaña.           No conocía tu animal sagrado.
Este es el reino enterrado de las lámparas, tu panteón sepulcral de vasijas, tu cristalino ligamento que percibe cada célula       cada nervio circular en la morada del agua.
Panton, glándula, filamento, especie de volumen material,              acuario o longitud,          tristeza o saturada vía hídrica          navegas.     El seno de un bufón blandiendo tu vocablo.     Tu alquimia como niña te espera.
Conjura, conjúrate frente a las constelaciones.
El pez no desconoce que el hombre traga sus órganos, que el hombre es una mujer acariciando el viento,   que cada piedra es verdad.
Fisionomía
  Poema anfibio, poema reciclado, en tu calle habrá un hombre solo. Poema vencido, por tus cañerías hablarás en otra lengua. Poema punteado al borde del jardín, pata de pájaro, polilla borracha soñarás. Soñarás pieles de barro, fábulas de soledad que te abandonan. Polilla poema comprensiva, ala amorfa del pardo río, ala adornada del siglo santo. Ven a mi casa, poema de zinc, tachadura sin rostro, noticia de mi santidad infame. Poema de males menores y amplias madrugadas como muertes, ¿quién es ese hombre? ¿Por qué su pelvis es caudal en lejanía? Asfalto de agua adormecido, poema de versículo roto, íntimamente viudo, íntimamente solo. Poema, anatomía del pez negro, diamante lateral, oído de mi tráquea, el sonido te permea. Poema de rasgada barba, de dientes amarillos, de pez angelical en las veredas. Poema sumergido, sal adherida al litoral siniestro, suspirando tus rocas, suspirando tus grietas soñarás. Soñarás una lápida marina con tu nombre desnudo, con tu aleta turbia, búfala de cabañas en el prado. Poema espectro, campo de adorno residual, tu ojo brilla como el de un tigre de agua. Poema radical, no ores por tu muro en otro idioma. Cantor del aire, el esqueleto de los peces tiene tu delgada forma. Tu aureola cromática unida al frío de esta calle me ilumina. Eres humilde, poema dorsal; gallo en flotación sin pulso, a contracorriente eres más puro.
Tumblr media
                        Flor de piedra (2018). La Gran Sabana, Venezuela.
Rua São Paulo (Fundavag Ediciones, 2019, II Premio Franco-Venezolano a la Joven Vocación Literaria) - Jesús Montoya
19 notes · View notes
sussierave-blog · 5 years
Text
Las casas que fui
***
presente
 Mi mamá dice que las personas que recuerdan de una manera muy clara su infancia fueron niños tristes, porque los demás –los felices- solo asumen que lo fueron y llenan su memoria de otras cosas.
 En ella siempre tengo cinco, seis o siete años y estamos todos: mamá, papá, Anita, Maria y yo. Mi papá dice que va a la obra y yo pienso que es artista, ¡Mi papá es actor de teatro! Creo emocionada, así que practico todas las tardes mis monólogos para sorprenderlo, hasta que mi corta y nepotista carrera se ve frustrada al descubrir que su obra es en realidad una obra de construcción.
 Entonces decido cambiar la actuación por la maternidad y me levanto a jugar con mi muñeca favorita, se llama Maria porque me la trajo el niño Jesús y de ponerle Jesusa le dirían Chucha y eso me parece casi tan desagradable como el dicurso de Ernesto Macías, ¿qué clase de mamá de cinco, seis o siete años sería yo si permitía ese maltrato?
 Esos son los recuerdos que me gusta recordar para no hacer sentir mal a mamá, sé que tuve lo que Alejandro Ordóñez entiende como una familia en ella, sé que mamá y papá se amaron –aún lo hacen- pero un día mamá dijo que el amor tenía que ser algo más, y se fue, y nos fuimos, y lloró como lloran los valientes cuando hacen cosas de valientes ¿si sabes cuál es ese llanto? El de sentir que pierdes algo cuando en realidad solo estás ganando y todos se dan cuenta menos tú.
 Aunque ahora que lo pienso un poco mejor recuerdo que mi cuarto tiene paredes rosadas –lo cual me da un motivo para considerar esta mi casa- y un ventanal vecino al jardín. Aquí las baldosas son blancas con manchas negras ¿o negras con manchas blancas? No lo sé, solo sé que en ella tengo cinco, seis o siete años y estamos todos: mamá, papá, Anita, Maria y yo, luego empiezan las peleas y de repente ya no estamos.
 Estoy en el tejado y los vecinos asustados llaman a mis papás, espero que nadie este utilizando el internet porque las llamadas hacen que se caiga la conexión. Esos son los recuerdos que me gusta recordar para no hacer sentir mal a mamá, porque creo que tiene razón –como siempre-, también creo que no me gusta recordar, el jugo de piña o ser una persona triste porque ya no quiero tener cinco, seis o siete años y abrazar a Trompitas mientras lloro y me vuelvo actriz, mamá, trepadora de techos y quien sabe qué más para hacerme la que no se da cuenta de nada, pero lo recuerda todo.
***
pasado
 El día en que llegamos aquí nos llevaron a piscina en el club, después de ese hubo muchos días de piscina y clases de tennis, natación o cualquier deporte que se nos ocurriera. También hubo comida sin sal porque el abuelo sufría del corazón, yo dije que me quería ir a vivir al frente, pero me dijeron que eso no era una casa sino un local.
 Anita, Maria y yo llegamos en junio, mi mamá no sé cuándo, pero nos dijo que alguien compró la casa –sí, la que tenía paredes rosadas- y que ese alguien llegó a probar las cortinas -sí, compró las cortinas y después la casa para ponerlas-, pero bueno esta historia no es sobre eso sino de la fuente que nunca prendieron y de la biblioteca de la casa del abuelo.
  Yo jugaba a ordenarla por colores, sacaba libros para que leyéramos juntos durante los fines de semana, durante la primera navidad sin él el gato me llevó a la biblioteca y cayó Mujeres de Galeano –que era el libro que en ese momento quería- supe que era el regalo de navidad del abuelo porque él hacía cosas así por mí, por ejemplo, meses antes de irse o de siquiera saber que estaba enfermo me dio un libro de gente que se muere y revive en cuestión de minutos, o algo así me dijo. Igual yo nunca lo leí porque creí que de no hacerlo no habría spoiler y él no se iría nunca o por lo menos no sin volver.
 En esta casa busqué al abuelo cuando estaba en segundo porque las niñas del salón decían que el libro que nos habían mandado era muy difícil y leímos juntos el tal Principito, ese día el abuelo me explicó que los libros de “niños” no existen, que lo único que existe son los libros para adultos tan perdidos que necesitan dibujos.
 También estaba la fuente que nunca vi encenderse, era de un niñito cargando una sombrilla, un jardín inmenso y claro la sala de televisión porque el abuelo decía que los televisores en los cuartos separaban a las familias así que era mejor tener una sala para ver tele juntos.
 Cuando el abuelo dormía su siesta yo me quedaba en la sala de televisión haciendo maromas para alcanzar la foto de mi bisabuela Maria Elisa, a la que una vez mi tío abuelo Luis le regaló un orangután. La foto estaba en un mueble viejo junto a muchas otras cosas que no recuerdo y que seguro eran inútiles, pero estaba ahí en la sala de televisión donde me enteré que Juan Pablo II había muerto, también hice mi piñata de 15 en la que fui tan afortunada que mi tío abuelo Luis me regaló una foto de la mujer a la que alguna vez le llevó un orangután.
 En esa casa me reventé la cabeza bailando, comí cazuelas de mariscos y hayacas. 12-06 decía en la puerta de la casa del abuelo, la casa donde no podía pasar nada malo, salvo la vez que él le dijo reina a mi prima Alejandra -cuando la reina era yo- y obviamente le reclamé, pero de resto, no pasaba nada malo.
  ***
futuro
 Yo nunca he estado en Santorini, aunque creo por lo que he visto en Instagram que debe ser lindo, pero te diré que es insuficiente si lo comparas con el río Pamplonita y el malecón como vista, sus atardeceres podrán ser lindos, e igual nunca serán dignos de compararse con uno cucuteño.
 ¿Sabes que será lo más irónico? Que esta será la menos lujosa de las tres, llegará a mí en mi cumpleaños número ocho, recordaré que la casa estaba casi vacía porque no teníamos mucho y eso estará bien porque hará más cómodos mis juegos con las Barbies, pasaremos de ir a piscina al club por ir al colegio, ¿Por qué si estamos de vacaciones nadie me explicará qué hago en un colegio? Bueno, de pronto esto será como la canción de Rugrats adolescentes que dice “Pero sigo en la escuela me siguen educando, pero para mí es estar como vacacionando” entonces creeré que no debo tomarme el colegio tan en serio. Y no lo haré aunque el tiempo pasará y llegaré aquí a dormir luego de mi primer beso, mi primera borrachera y muchos primeros más.
 Será mi casa, mía, de mi mamá, de Anita y Maria, donde volveremos a ser una familia, reconstruiremos nuestra vida, donde me asomaré por la ventana para decirle a mi mamá que leeré las estrellas y en ellas el futuro cuando sea grande, donde pelearemos con un vecino cura y su novia, donde Pedro nos ayudará con las bolsas del mercado, donde vivirá Donatella nuestra tortuga que aún no tenemos.
 Ahora me doy cuenta del por qué el abuelo nos dirá lo que dirá y eso estará bien, porque en este lugar el abuelo nos dejará claro que no importa lo que pase porque aquí siempre tendremos donde volver y podremos jugar a conjugar la vida en futuro.
  ***
 Nirvana era la contraseña del computador del abuelo, hoy me he acordado de eso y quería decirte que tú eras, eres y serás mi nirvana. Discúlpame por este interludio, no significa que ellas hayan sido más importantes que tú, pero sí que no sé hablar de ti porque nadie podría entenderlo, aunque podría contar sobre cómo de ser la casa 3 te convertiste en el número 5, no recuerdo el primer viaje hacia ti, pero sin querer queriendo me aprendí el camino y también sin querer queriendo lo llamé camino acaso. Eres, eras y serás austera, sencilla, casi una casa más del pueblo, podrías parecer insignificante y aun así eras, eres y serás todo. No puedo hablar de ti, porque para que alguien me entendiera tendría que haberlo sentido y nade sabe lo que uno siente más que uno, entonces todo lo que podría llegar a decir es mediocre.
 Cambio todas mis rumbas, por un fin de semana otra vez en ti, al lado de los abuelos. En el lugar en el que tenía mi propio rosal y le llevaba ramos de rosas bebés a mi mamá, un árbol de naranjas que nunca supe calcular el momento indicado para cortar, un viejo y oxidado sube y baja en el que supongo alguna vez jugaron mi mamá y mis tíos, las sillas de mi bisabuela Maria Elisa, una chimenea que nunca vi encenderse, chocolate caliente todas las mañanas, el cuadro de Rasputín que el abuelo quitaría después porque a mí me daba miedo y sobretodo eso, los tenía a ellos.
 A la derecha estaban Ramiro y Clemencia con su perrito Milú, su casa era grande y de dos pisos, ellos eran dos viejitos “rebeldes” porque tenían su césped más alto de lo que el manual de copropietarios permitía. Yo iba a su casa luego del almuerzo y llevaba el libro de filosofía que me había regalado mi abuelo y hablábamos sobre lo que yo había leído, ellos llegaban muy tarde y una vez me puse a tirar piedritas en el laguito que tenían, después me enteré que al parecer alguien se había metido a su casa y había matado a muchos peces de ese laguito. Nunca les pedí perdón.
 A la izquierda estaba Bertha que era todo lo contrario. Bertha y su esposo, Gabriel, se habían conocido en la Universidad Nacional donde ambos estudiaron economía hace muchos años. Gabriel y Bertha tenía muchas cosechas, también tenían dos hijos es más me acuerdo que una vez uno apareció como extra en Tú Voz Estéreo.
 Bertha rezaba mucho y al frente, en el bosque, había una estatua de la virgen a la que yo la acompañaba a ponerle flores. Esa virgen debería dar con mi casa, pero daba con la de ella y todos sabíamos que había aprovechado que Gabriel era el presidente de la corporación para que eso quedará así, pero nadie le decía nada.
 Ella era muy buena conmigo y creería que con todos, aunque me hacía rezar rosarios. Yo siempre iba y me quedaba con ella hablando horas, una vez le mostré la versión “gomela” del Padre Nuestro y me regañó. Le dio cáncer y le dije que no se preocupara porque ahora todas las famosas se rapaban y que seguro se iba a parecer a Britney.
 Murió cuando yo estaba en quinto y en su misa Gabriel me dijo que se nos había ido, recuerdo que lloré porque Bertha era mi amiga (aunque rezar el rosario con ella me diera mucho sueño), a mí me gustaba cortar flores junto a ella o ir a su cancha de tejo -aunque yo no supiera jugar tejo y nadie allá jugará tejo-.  
 Ellos eran mis vecinos: Gabriel, Betha, Clemencia y Ramiro. Nosotros llegábamos los sábados luego de comprar helado de tres leches en la Fuente de Soda: Don Pedro que atendía victoria y se llamaba así por su esposo pedro, después íbamos por pan a la panadería Rolón que quedaba en el parque central de Chinácota y al final llegábamos a ti, yo habría unas llaves que supuestamente daban agua y luz, luego el abuelo me ponía a leerle en voz alta, comíamos hayacas con chocolate, yo acompañaba a Yolanda y mi tía a hablar aunque siempre contaban lo mismo: Anita de Labrador se cayó, o Pepito y Pepita cumplieron 50 años de casados.
después me iba con el abuelo a ver sábados felices y me acostaba con la luz  prendida porque me daba miedo la oscuridad, el me apagaba la luz y al otro dia despertaba, iba a ver mis flores, acompañaba al abuelo a caminar, escuchábamos a dina Uribe y me decía que le sorprendia que yo pudiera tocar la punta de mis pies con mis dedos, iba a piscina, veía the simple life, almozabamos, iba a robarle flores a los vecinos con mi tia, tomabamos más chocolate y nos íbamos. No suena como nada muy especial pero todos esos fines de semana marcaron mi vida, mientras el abuelo me daba Semana y mi tia una revista de Vanidades.
19 notes · View notes
dremas-durkel · 5 years
Text
Tumblr media
#24 - Alices
.
26/01/13 Estaba la mañana fresca y el campo soñoliento, como el rostro fino de una niña; la niña que sueña y ríe por la mañana mientras lleva consigo un conejo blanco. Piel pálida, oscuro cabello sereno como la noche; se paseaba en un andar agraciado y agitado. Se detenía como lo hizo ayer, con una mirada intrigante dirigida al cielo que llenaba de melancolía.
–¿Qué estarás pensando? –una voz curiosa se escuchó.
–El cielo cuando está claro es bello –respondió Alices; estuvo un rato y prosiguió su camino.
La tarde caía y el cielo se tiñó de naranja y tonos sonrosados como las mejillas de la niña. La niña se detuvo bajo la sombra de un árbol frondoso como la felicidad en su alma, solo para apreciar en tranquilidad el arrebol sereno y grandioso.
–Es bello, ¿no? –volvió la voz acompañante.
–Mucho –dijo Alices, quien se iba sin haber perdido su risueña expresión.
La tarde se marchaba y el cielo empezó a vestirse de un traje oscuro; las estrellas asomaban su gracia. La luna estaba llena, y un viento helado hacía encoger de hombros a Alices.
–Hace frío –le dijo el conejo. –Sí, el cielo estrellado es bello –insistía Alices mientras disfrutaba del oscuro esplendor.
Pero en los ojos del conejo había tristeza, pues en algún momento tendría que irse del lado de ella; decir adiós por última vez era algo agobiante.
La mañana apareció impregnada de un moribundo color gris que marcaba dolor y tristeza; el cielo nublado hablaba sobre lo que estaba por venir. El conejo estaba como el cielo. Alices observando junto al conejo exclama:
–El cielo... está bonito. –Pero está triste –objetó el conejo.
–Aun así, sigue siendo bonito.
–Tengo que irme –refirió rápidamente el conejo– por ser como tú, no puedo estar contigo.
El silencio permaneció por un momento; en los ojos de Alices se empezaban a notar algunas lágrimas y dijo:
–Apenas te encontré... eres bonito, pensé... que eras mío...
–Hay cierta belleza en lo que no puedes poseer, precisamente porque no lo puedes conservar –respondió el conejo mientras observaba fijamente el horizonte. El silencio volvió. El conejo se volvió hacia ella y le preguntó:
–¿Quieres escuchar algo? Ella no contestó.
El conejo la miraba como a un alma libre, un alma curiosa, un alma de niña; subió su mirada al cielo y le susurró: "el cielo es hermoso porque no lo puedes tocar"; dio la vuelta y en pequeños saltos se perdió en el horizonte. Las lágrimas en los ojos de la niña nublaban su vista y el dolor la obligaba a disimular su llanto, inútilmente, ocultando su rostro. Era una escena dolorosa.
Mientras atardecía, las nubes se iban, mas no el llanto de dolor. Alices lloró y lloró hasta quedar dormida, y en sus sueños seguiría persiguiendo al conejo blanco que nunca podría atrapar. Esa fue una tarde agridulce… antes del anochecer el cielo fue acogedor, con un tono entre rosa y carmín, entre romántico y melancólico; pero Alices tenía la mirada tan cansada, que no pudo observar la belleza que había frente a ella.
1 note · View note
ixcsposts · 5 years
Text
¿Enserio fue amor?
Una vez un ex que tuve me lloró al hombro después de darme un beso, al principio me sentí mal porque pensé que había echo algo mal y cuando le pregunté por qué lloraba me dijo "No quiero perderte, estoy tan enamorado de ti que te buscaría en todas mis próximas vidas" algo tan bonito que me llegó al corazón. Ese día las estrellas fueron las únicas testigos de lo que sucedió aquella noche. Pensé que el era la persona correcta, de verdad, semanas después me dejó por otra, la dichosa ¨mejor amiga¨ y el día de hoy ya no sé ni dónde anda, no amigos el amor no es color de rosa y cuando más crees estar en el lugar correcto todo se termina. 
2 notes · View notes
juliebook · 5 years
Text
Verano en Marzo.
Tumblr media
Sus ojos buscaban entre el bullicio de la gente. Una aglomeración de faldas de tul y raso; escotes estilo sirena y pedrería en tantos lugares como alcanzara la vista. Las sillas de plástico desentonaba con la elegancia del lugar, sin embargo, parecían ir a de acuerdo con la simpleza del evento. Solo era un baile, uno que se repetiría otra vez el año siguiente y el que vendría. Una tradición que no se detendría y continuaría aún cuando todos los de aquella sala no fueran más que polvo en las estrellas.
Lo sabía. Era consciente de eso como de la pequeña mancha de ponche en la cola de su falda. No obstante, carecía de importancia cuando su pecho latía acelerado y sus palmas sudaban. O, al menos, quiso convencerse de ello. Solo era una diminuta forma bordó en la tela lavanda. Sin embargo, para ella que era incapaz de salirse de los bordes al colorear, o de sentarse tranquila sabiendo que el reloj encima de la pizarra se hallaba atrasado por dos segundos...Simplemente, era algo que no podía dejar pasar.
Pero no podía irse. Su madre no iría a dejarle otro vestido. Su padre estaba fuera de la ciudad y su hermano mayor estaba demasiado ocupado despidiéndose de su novia que se iría del pueblo.
Estaba sola y, con todo, había algo más importante que todo eso.
«Allí.» Lo encontró distraído, tirando de uno de los hilos deshilachados de esa vieja corbata marrón; seguramente llevaba el viejo traje de promoción de su abuelo. Por alguna razón le gustaba usar ese tipo de cosas, decía que los objetos guardaban recuerdos y secretos. Las memorias de todos aquellos que alguna vez las vistieron. Solía contar animado como el reloj sin minutero que siempre llevaba en su diestra había sido usado por su padre el día que conoció a su madre, luego había sido prestado a su tío cuando fue a la guerra y, allí, lo salvó de perder una mano en una hazaña tan enrevesada que resultaba difícil de entender.La manecilla se había caído un día de repente, sin motivo ni aviso, y el chico de cabello castaño decidió no arreglarlo. Sencillamente entró felizmente al autobús escolar, contando felizmente como el pequeño aparato le había salvado de ser poseído por un fantasma ese misma mañana y que por ello ahora, el minutero era invisible a los ojos de los vivos, pues medía el tiempo para el mundo espiritual.
La expresión de la joven al observarle era un poema. Grandes ojos almendrados brillando en medio de un rostro de tez oliva, la pequeña nariz de botón tenía las fosas expandida en un intento inconsciente de inhalar el aroma a pino y limón que solía desprender el muchacho. Solo se encontró con el desagradable tufo a sudor de las personas que bailaban demasiado juntos, demasiado apretados unos contra otros. Ella podría ser una chica linda, realmente lo sería de no ser por la forma en que sus labios se curvaban en negativo, o las arrugas su entrecejo por el constante ceño fruncido.
Su malhumor era legendario. Lo cual no gustaba.
No era marginada, ni mucho menos invisible. Las personas sabían su nombre. Conocían su existencia y eran conscientes de su presencia. Simplemente, nadie tenía la suficiente paciencia para lidiar con ella fuera del colegio, al menos, no de forma individual. Nina se integraba en las salidas de grupo más por costumbre que por cariño real. Si alguien hacía una fiesta, nunca nadie evitaría su nombre. Era una constante, un elemento tan natural como el alcohol en el ponche.
Todos en aquella sala se conocían desde antes de saber lo que era un baile. Todos excepto una persona. La chica que bailaba sola en medio del salón. Giraba sobre sí misma, permitiendo a sus rizos danzar a su antojo. Ella era todo celeste y plata, combinando perfectamente con el negro de su cabello y la blancura de su piel. Sally era como la noche, brillante y oscura, fresca y agradable. Así como también, llena de sombras.
La chica bailaba con una sonrisa en los labios, con ese vestido corto que llevaba se podían ver las marcas rosadas en sus muslos y las vendas cubriendo sus muñecas. Frágil, aún cuando no podías ver sus ojos, sabías que serían como dos pozos profundos.
Solo habían pasado dos semanas desde el incidente en el que intentó suicidarse. Nadie sabía por qué seguía allí, como tampoco, por qué el distraído chico castaño se mantenía con la vista fija en ella. Salían. Habían estado juntos por dos años completos y desde entonces habían pasado otro sin siquiera hablarse, para luego, vivir su último año de instituto en una ruleta rusa de idas y venidas. Con cada ruptura, la chica parecía desmoronarse un poco más. Como una rosa recién cortada, que perdía sus pétalos a medida que su frescura se evapora. Sally era hermosa como un espectro. De una belleza afilada, cortante como el hielo.
Su amor era tóxico y, por tanto, enamorarse de ella peligroso.
Todos sabían eso, todos habían intentado decirle al chico que se alejara. Que se fuera. Que ella no iba hacer otra cosa que llevarlo consigo a su pozo. Pero Daryl no escuchaba. O, en realidad, no podía hacer otra cosa más que amarla. La chica estaba metida bajo su piel, mucho más adentro de lo que nadie nunca había logrado penetrar en su corazón. Lo había hechizado con su risa, con la genialidad de su mente curiosa y cautivado con los sentimientos almacenados en su remendado corazón. Sencillamente había logrado saber demasiado de ella, entendido y compartido tanto a su lado que le era imposible imaginar un mundo sin su presencia. Aún cuando habían estado separados, intercambiaron mensajes y cartas; tenido encuentros en sitios donde nadie los pudiera encontrar. Se unieron más sin estar juntos, que en los dos años de relación pública.
La casa de Sally solía estar vacía, su única compañía era un pequeño hurón regalo de su madre antes del divorcio. Había conocido la soledad demasiado pronto y las constantes mudanzas de sus padres hicieron de ella una persona sin lazos. Por ello se aferraba a Daryl. Era su ancla, lo único que le impedía perderse en la inmensidad del océano. Lo que impidió que se ahogara en la oscuridad de una noche tormentosa. Sally había perdido la esperanza, pero él le devolvió la luz. Era su razón para despertar por las mañanas, el motivo para seguir sonriendo. Lo necesitaba para respirar, para reir, para existir. No supo en qué momento ocurrió, pero de pronto su mundo giraba en torno a él. Cuando se separaron aquel año, la chica se encontró perdida, a la deriva en medio de un mar embravecido. Los recuerdos de esos días fueron bloqueados por su mente, pero las cicatrices pálidas en su cuerpo son la prueba de que existieron. Sally no quiere volver a la oscuridad, quiere mantenerse brillante, eufórica, feliz. Quiere vivir cegada por Daryl o no vivir.
Literalmente.
La sangre de Sally aún decoraba las paredes de la clase A-9 para fastidio del conserje.
Era extraño ver a la chica que había estado llorando y cortando sus brazos mientras le suplicaba al chico que la invitara al baile. Las personas que vivieron aquel suceso nunca entenderían la verdad detrás de ese asunto. Pues, realmente, nadie sabía lo que había ocurrido entre ellos los dos meses previos al baile.
El amenazar con suicidarse era una constante en Sally cada vez que discutía con Daryl y cortaban brevemente. Sin embargo, un día, pareció cumplirlo. El chico había encontrado a la chica tirada en su cama junto a un bote de pastillas entre sus dedos. Esa fue la primera vez que el muchacho entendió a lo que se referían sus amigos cuando decían que Sally era un bomba de tiempo. Desde ese incidente él evitó toda mención a una ruptura, temiendo que la chica pudiera volver a atentar contra su vida de forma efectiva.
La muchacha fue internada en un centro de rehabilitación por poco tiempo y no recibido el tratamiento realmente necesario por negligencia de sus padres. Ambos delegando la tarea al contrario, en un eterno tira y afloja en el que la morena era el pañuelo.
Daryl tomó la responsabilidad de ayudarla, se cargó encima un peso que no le correspondía y un estrés por el que no merecía pasar. En poco tiempo se consumió. Sus sonrisas menguaban, sus ojos eran cada vez más cansados y sus silencios largos. Frente a Sally se mantenía animado, tratando de hacerla sentir bien y darle la estabilidad que ella necesitaba. Pero, cuando ella apartaba la mirada, sobre Daryl caía la penumbra de un siglo.
Nina observó el proceso. Lo vio todo desde la distancia, atenta al muchacho que nunca la había mirado. Lo conocía desde siempre y lo amaba desde el lazo lila. A diferencia de los demás de su clase, ella no había nacido en ese pueblo. Su familia una vez fueron recién llegados y, por tanto, ella una desconocida para los niños en la pequeña guardería. Ella era una pequeña bolita de piel morena y cabello corto; diferente a los demás en aquel sitio donde las niñas lucían perfectos vestiditos rosado y cabellos largos. Nino, era la forma en la que solían llamarla. Solían molestarla y Nina respondía, un círculo de constantes peleas en las que nadie presta verdadera atención al motivo y solo castigan a ambas partes. Nina detestaba aquel lugar y deseaba volver a la casa de su abuela allá en el campo donde sus amigos habían sido el gran pastor alemán que cuidaba de la casa y las gallinas del granero.
Ella nunca lloró por los nombres que usaban con ella, era agresiva y devolvía los insultos con golpes. Hasta ese día. Era una niña al fin y al cabo, por lo que como cualquiera tuvo un pequeño enamoramiento hacia uno de otra clase. Siempre lo veía jugando en el recreo y en una ocasión decidió ir hasta el pequeño para regalarle unas magdalenas que había hecho con su madre el día anterior. El rosa era apreciable aún en la piel canela. El niño le había sonreído y la alegría en el pecho de la infante era tal que podría detenerle el corazón. Pero los bollos nunca llegaron a tocar los dedos de su destinatario. Una niña, su hermana mayor llegó golpeando la pequeña cajita y apartó a Nina de su hermano. Se dijeron muchas cosas y entre risas y gritos; el niño, demasiado pequeño para entender demasiado, llamó a Nina como había oído a su hermana llamarla.
«¡Nino, malo! ¡Fuush!»
Ella no dejó que la vieran llorar, pero lo hizo escondida detrás de un enorme árbol en el patio. Creyó que nadie la había visto, que nadie podría oírla llorar. Pero no sabía que del otro lado había estado alguien tomando su merienda hasta que ella fue allí corriendo tan rápido que había manchado de tierra su manzana en el suelo. Daryl había querido regañarla, pero al verla llorar no dijo nada y esperó a que terminara. Solo la había observado hasta que se calmó y se sentó a su lado. Su abuela solía acariciar su cabeza cuando estaba triste, por ello hizo lo mismo con la niña esperando que la hiciera sentir bien. Cuando le preguntó qué era lo que la había hecho llorar, Nina le contó lo que los otros niños decían de ella y el pequeño miró hacia el suelo con su dedo apoyado en su barbilla pensativo.
Entonces sin decir nada corrió hacia el interior de la guardería.
Tardó tanto que Nina pensó que no volvería, el recreo terminó y ella se dispuso a volver dentro para lavarse la cara. No iba a dejar que la vieran con la cara toda sucia y roja por el llanto. Pero Daryl volvió todo cachetes rojos y cabello sudado. Traía un trozo de tela de color lavanda deshilachado en los bordes, como si lo acabara de cortar. Casi sin aliento se detuvo delante de ella y, sin preguntar, ató aquel lazo improvisado en su cabeza con un pequeño moñito en la parte de arriba. En realidad era un atado raro y feo. La hizo verse en un espejito que la niña nunca supo de dónde sacó tampoco, pero al verse, soltó una risa de lo graciosa que se veía. Daryl hizo lo mismo y aunque ya no reían, él seguía sonriendo.
«Te ves linda cuando sonríes, Nina.»
Lo que pasó luego de eso no lo recuerda, pero sí, que desde ese día ella lo siguió con la mirada.
Nina y Daryl fueron algo así como amigos. Comían juntos durante los recreos, se saludaban durante las filas antes de entrar a clase y hasta jugaban un poco a la salida, antes de que sus padres los llevaran a casa. Ninguno recuerda cómo sucedió que todo aquello terminó. Daryl incluso lo olvidó para siempre en sus recuerdos, mientras que Nina conservó sus recuerdos con sumo cariño.
La joven suspiró con los brazos cruzados en su pecho. Su pecho se sentía como un vaso de agua perturbado por el goteo constante de un grifo roto. Ella no iba a ir al baile, ni siquiera tendría que estar ahí de pie. Pero su estúpido corazón le había suplicado que lo hiciera, deseaba ver a Daryl una última vez antes de marcharse. Nina y su hermano se irían a estudiar a otro estado. Él por una beca deportiva; ella por el chico que hacía a su corazón retorcerse. Nina sabía que estaba siendo una cobarde. Nina sabía que perdió un montón de tiempo al no tener el valor de acercarse a Daryl mucho antes. Nina se arrepintió de todo ello desde la primera vez que los vio besarse. Nina solía burlarse de las protagonistas de las películas, de las adolescentes que lloraban por un amor no correspondido.
Hasta que fue su turno de tener el corazón roto.
Así como la relación entre Daryl y Sally fue intermitente, el amor de Nina también. Había vivido ligero e invisible antes de la llegada de la morena, luego fue doloroso y agonizante mientras Nina intentaba arrancarse del corazón a su primer amor. Durante tres años creyó que se había curado, que ese chico de sonrisa con hoyuelos y dedos largos de pianista había sido borrado por completo de su sistema. Salió con otros muchachos, dio su primer beso y todas sus primeras veces; cumplió todas sus locas fantasías de adolescente. Pero en sus sueños, como un recordatorio constante de lo que realmente quería, aparecía el rostro de Daryl, su sonrisa y su voz profunda. La tomaba de la mano, reía con ella y acariciaba su cabeza. Salía con él y con sus amigos; tenían citas y era a ella a quien llamaban su novia y no a Sally. Siendo feliz en la primera mitad de un sueño que luego se tornaba gris. Daryl siempre la terminaba abandonando, alejándose para tomar una mano ajena, sonriendo a un rostro que no era el suyo. Su mano sobre unos rizos negros como las plumas de un cuervo.
Daryl no sabía por qué lo hizo. Nina tampoco lo entendió. Más un día, en una clase que increíblemente les tocó compartir, él se sentó a su lado. No había maestro, este no había podido asistir por lo que los alumnos tuvieron una largo hora libre en la que el chico por alguna razón se sentó a su lado en silencio, rayando con su bolígrafo la mesa. Como si fuera algo natural, ella hizo lo mismo, continuando los trazos negros aleatorios que formaron una columna de líneas diagonales. La conversación fluyó como el aceite, fácil y sedosa. Nina no sintió a su corazón acelerarse, ni a su respiración detenerse; pero la sensación de comodidad y calidez permaneció en ella aún cuando la campana sonó y él abandonó su lado.
Su hábito de buscar al chico entre la multitud en la cafetería volvió y, extrañamente, él se encontraba con la mirada de ella. No había mayor interés en él por ella que el de alguien que siente unos ojos ajenos sobre sí mismo; pero fue cuando la chica le ayudó a sobrellevar un episodio de ansiedad, que verdaderamente empezó a mirarla. Se fijó en la forma de sus pestañas, que caían suaves y rizadas; en la hilera de tres lunares que recorrían su mejilla o en el largo cabello ondulado atado en una cinta lila que lucía demasiado vieja y desgastada como para seguir usandola.
Como cuando fueron niños, su acercamiento fue espontáneo. Primero intercambiaron mirada, luego saludos y, debido a un proyecto escolar, se encontraban después de clase en la biblioteca. Fue simple la manera en que Nina se metió en él. Hablaban y estudiaban, reían y hacían el tonto. De pronto se hallaron tan cómodos en la compañía del otro, que cuando Sally se encontraba demasiado cansada para ir a clase y sonreír; se podía encontrar a Daryl sentado junto a Nina charlando de la más mínima tontería.
La chica se encontró a sí misma alegrandose de que Sally hubiera tenido una recaída por la que fue internada un mes.
Aunque para Daryl fue un periodo difícil. Había pensado que era su culpa que la chica hubiera recaído, que no hacía lo suficiente para hacerla mejorar. Se sumergió en una espiral tan oscura que se hubiera destruido de no ser por Nina. La chica lo ayudó a entender que no todo lo que sucedía con Sally era su culpa y que él no tenía ninguna responsabilidad en las acciones ajenas. Durante ese mes sin Sally, Daryl aprendió algo que había olvidado: El amor podía ser sano.
Con Sally siempre había espinas, debía ir de puntillas para evitar herirla. Con Nina podía dejarse llevar, no debía tener cuidado de romperla como si de una muñeca de porcelana se tratase. Su corazón dejó de sangrar y su alma empezó a brillar. Sin embargo nadie parecía darse cuenta de eso. Nadie se percataba de las manos entrelazadas en las excursiones, o las caricias suaves en los cabellos largos y ondulados. Ni siquiera en el pequeño sonrojo de ambos cuando sus cuerpos se rozaban durante el recorrido a casa en el autobús.
Ninguno había hablado de amor. Ninguno había mencionado los sentimientos. Ambos simplemente habían tomado lo que habían podido de aquellos días, hasta que Sally volvió y con ella el fin de su verano en Marzo.
.texto p {text-align: justify;}
2 notes · View notes
mindewi · 5 years
Text
ᴅʀʏ ʀᴏsᴇ
Tumblr media
El enorme telón se cerraba una vez mas tragándose las sonrisas de sus espectadores, devorando los ensordecedores aplausos y cumplidos. De un lado, las sonrisas y satisfacción de las personas quienes se alimentaban de ese grato espectáculo. Del otro, un simple chico que con desgano desplegaba de su piel la mascara que lo cubría y, junto a ella, sus vestimentas que lentamente se apoderaban del suelo. Nuestro protagonista se convertía ahora en alguien tan común como la pijama que llevaba puesta. Su obra de teatro ya había acabo y solo quedaba convivir con su subconsciente el resto de la noche. Sus pensamientos que ahogaban el silencio y adentraba consigo la oscuridad de la noche. A través de su ventana se alzaba la luna con gran protagonismo, guardando los secretos de quienes no descansaban. O quienes lo hacían, pero sus mentes no. Y aunque pudiera contestar a todas las penas de las pobres almas que se desvelaban en busca de un consuelo, habían casos en los que se hallaban tan varados que solo les quedaba el tiempo que sobrara. Como un reloj de arena varado en medio de una tormenta de arena que poco a poco iba fluyendo.
Es por esos casos perdidos que el chico de la mascara odiaba cuando el sol alumbraba las primeras esquinas de su cuarto y reemplazaba la tenue luz de la calle por una mas brillante y clara. Pero también lo hacía por el sonido de la alarma destruir su hiatus y anunciar el comienzo de otro acto.
Con apatía miraba su reflejo responder en el espejo, sabiendo que aquella persona que despertaba todas las mañanas y se desvelaba en las noches era reemplazada por el actor que era interpretando la inocente vida de un chico normal, el cual sus sentimientos fluían con la vividez de una flor abriéndose en primavera aunque por dentro estuviera tan seca como el desierto.
Nuevamente se colocaba la mascara que ocultaba el estigma que creía tener dentro de él.
Había aprendido a coser una falsa sonrisa en su rostro e interpretar el personaje que sentía que era el indicado. Cuando la ropa era suficiente para cubrir su fría piel y los ensayos frente al espejo lograron satisfacer a aquella voz en su cabeza, se sintió preparado para enfrentar el gran escenario fuera de su casa. Echando un profundo suspiro se atrevió a abrir el telón del escenario y se adentró hacia él. El lugar en donde su mascara era puesta en escena.
Los rostros sonrientes que lo saludaban con cortesía e invitaban a conversar por unos minutos no eran mas que simples "extras" en su vida. Gente que en su cabeza no tenían significado alguno, mas allá del momento. Quizás porque no quería encariñarse. Tenia miedo. En su cabeza se dividían dos mundos completamente opuestos. La verdad y la mentira por un lado. Aquel mundo oscuro que hasta hace años no tenia idea lo había arrastrado y en el absorbía cualquier rastro puro que quedara del otro mundo. Pero aun así en el fondo quedaba una pequeña gota. Una única semilla que podía florecer. Pero la oscuridad lo había obligado a llevar otra identidad. Una misma persona con dos mascaras. El problema era saber cuidarlas bien, porque cualquier tropiezo podía terminar en una caída. Es por ello que la paranoia se tragó sus palabras y el silencio las reemplazaba diariamente.
Sus días eran la misma rutina. El mismo guion. Las mismas expresiones y actos. Hasta las palabras que decía las sentía tan quemadas que habían desintegrado su significado. Su boca estaba tan harta de citar las mismas cosas que decidió quedarse sin voz. La arrojó lejos, siendo el silencio su compañera en las noches.
Sin embargo, no fue hasta el día en que el atardecer cerró las flores en su jardín y abrió paso a la luna que su guion cambió. Fue entonces que en su puerta halló a la mas preciosa de todas las flores que haya visto. Y en ella, clavada como una espina en su dedo, un sobre en blanco. Sin nombres ni iniciales.
Antes de que el sueño lo esperara en su cama y la luna las estrellas se apaguen, se decidió a revisar aquella carta sin dueño. Así que tomó el sobre insignificante y descubrió las mas maravillosas poesías que haya podido leer en cualquier libro. Las encantadoras palabras lo acompañaron en sus sueños y la rosa se enterró secretamente en su corazón como una flecha en una diana.
Y aunque sus sueños fueran como el delicioso aroma del café en las mañanas, al despertar se extinguían transportándolo a la realidad.
Sin embargo, en las oscuras noches, las cartas y flores brillaban como preciosos diamantes frente a su puerta, descosiendo la mueca debajo de su mascara y envolviéndole el brillo de la luna a sus ojos.
Un mar de emociones se escabullía en su cuarto y tocaba sus pies con cada palabra que salpicaba sentimiento. Las gotas mas preciosas que podian llegar a pintar un cuadro.
Y a partir de aquellos días, en adelante, esperaba las cartas y sus acompañantes descansar en la puerta de su casa como quien espera un rayo de luz en medio de la oscuridad.
Entonces pensó que aquellos versos, que eran para su verdadero rostro, eran capaces de borrar la marca de su estigma y las flores de adornar las cicatrices yacientes.
Fue así que no lucho contra lo desconocido y por primera vez en mucho tiempo no se ocultaba detrás de su mascara. Su yo verdadero, petrificado por dentro como una estatua, florecía cada noche de silencio y calma. Y cada mañana que abría sus ojos se encontraba impaciente porque llegue la noche y lo envolviera en su largo silencio y fría soledad. Pero por sobre todo eso, esperaba la visita de aquel cálido sentimiento que lo envolvía hasta que su mejillas tomaran algo de color. Su corazón se hacía notar con fuertes palpitaciones, siendo el protagonista de los escasos pero valiosos minutos de lectura.
Se había acostumbrado a lo que creía desconocer. Había comenzado a sentir lo que jamás creyó en realidad. Amor. Esa palabra que solo tenía significado en un diccionario y únicamente utilizaba en los demás fingiendo.
Se había enamorado de alguien cuya voz desconocía y su rostro se ocultaba en las tinieblas. Alguien a quien no podía imaginar ni ver. Se había enamorado de ese algo que no era nada. Pero eso no importaba porque cuanto mas calido se volvía ese sentimiento, mas deseaba que perdurara. Sin embargo, en la noche mas fría que haya podido sentir bajo su abrigo logró percibir la silueta del chico de las cartas y casi sin dudarlo corrió hacia ėl como un imán siendo atraído por el metal.
-¡Espera!-Gritó hasta que su voz hacia eco como humo en el helado aire.-Por favor.....
El chico encapuchado se inmutó ante la impostada voz. Fue entonces que ambas miradas se cruzaron como un eclipse y el brillo de nuestro protagonista se veía reflejado en el negro de los ojos del encapuchado. Hubieron escasos segundos de silencio contados por las hojas de los arboles desprendiéndose por el fuerte viento. Por un momento, aquella fuerte palpitación que lo devoraba cada noche la sentía mas fuerte en su garganta casi ahogándolo. Como un marinero que zarpaba en aguas turbias, él pensaba en comenzar su propia aventura ahí mismo. Incluso sin saber si se podía ahogar, confiaba en la belleza de la mirada que tenía en frente suyo. Porque llevaba una gran venda en sus ojos y solo veía lo que él quería. Lo idealizó, si. Pero mas que nada, confió en él y se entregó. No como la persona con mascara que mostraba siempre. Se mostró mas desnudo que nunca ante nadie. Porque lo veía perfecto. Lo veía como un bello sueño. Lastima que algunos no eran reales.
-¿Quién eres?-Preguntó con curiosidad.
-¿Quién soy? Soy como tú. Una pesadilla disfrazada de sueño. Una hermosa mentira que envuelve hasta la mas mínima cosa. Una mascara sin alma que deambula por un escenario vacío de la compañía de personas. Personas a las cuales puedo mentir. Herir. Soy la sombra pegada a la suela de tus pies cada día. Soy como la melodía triste de las canciones decoradas con bellas letras. Soy un espejo roto que busca un tipo el cual reflejar. Soy la conciencia oculta de las personas. La pequeña voz en tu cabeza que tanto ignoras pero que tanto temes. Soy el cofre de secretos sin abrir que ocultas bajo llave dentro tuyo. Soy la cicatriz de las heridas que ocultas. Soy las dolorosas espinas de las preciosas rosas que anhelas.
Cada una de las palabras que llenaban su boca a su vez dejaban un gran vacío a su alrededor. Había sentido tantas veces volar en el cielo que de un momento a otro se encontraba cayendo en un profundo vacío y al final le esperaba un océano. Un océano frío. Doloroso. Intermitente en el cual se ahogaría por mucho tiempo. Pero mientras caía podía ver hacía arriba el hermoso paraíso que había pisado y con algo de esperanza creía poder volver. Creía que la desesperación que destrozaba su corazón en aquel momento era solo esperanza. Podía serlo.
-¿Que quieres decir?
-No hay un mensaje oculto en lo que digo. Soy como tú ¿como se siente eso? saber que fuiste engañado como a todas las personas quienes hablas falsamente. Crees vivir una vida la cual no es tuya porque no la tienes. Por dentro no eres mas que un simple pozo vació el cual desea ser llenado y por eso hundes a las demás personas. Las empujas hacia una mentira la cual tu inventaste. Una mentira la cual tú deberías terminar.
En ese preciso momento no sabia diferenciar la realidad de lo que estaba en su cabeza. Era como si aquella voz se esfumara junto con sus palabras. Pero aun hacían eco dentro él como en una asquerosa cueva. Y tal como creía, aquel navío solitario se hundió en medio de todo el océano. No gritó. No lloró. Simplemente se dejo fluir en medio de las feroces olas quienes golpeaban brutalmente su cuerpo hasta convertirlo en algo tan desgastado como las hojas de otoño. Ya no importaba cuidar una caja fuerte cuando lo que protegía había sido robado. Destrozado en mil pedazos como las cenizas de algo que es quemado apropósito. Solo le quedaba esperar a que el océano hiciera su trabajo.
Los golpes quizás eran lo de menos porque lo que dolía dentro suyo era mil veces peor. Fue por eso que no le importaba tomar con sus manos las rosas de su jardín. Porque incluso el dolor que provocaban las espinas en su piel era ligero ante las púas que se clavaban ferozmente en su corazón y emergían cada vez mayor presión. Alguna vez pensó que quizás las palpitaciones en su pecho eran la sensación mas hermosa que había sentido, pero ahora resultaban las mas dolorosas.
Tenia razón. No era nada mas que un cuerpo sin alma. Una estatua que por mas bella que resultara simplemente no tenia nada de especial consigo.
¿que mas queda cuando el vacío se traga todo?¿cuando el reflejo en el espejo esta vacío y se encuentra ya roto?
Sus pies descalzos tocaron las frías aguas del lago que lo recibía con brazos abiertos en busca de un abrazo. No se detuvo. No supo por que. Espero hasta que el contacto lograra extenderse por todo su cuerpo. Lentamente. Aprisionándolo como las sabanas en medio de la noche sobre el cuerpo de quien duerme. Tampoco supo porque sus manos apretaban con fuerza la rosa mas grande de todo su jardín haciendo que sus espinas se clavaran en su palma. Las gotas de sangre caían como las lagrimas silenciosas en su rostro. El rojo de la sangre extendiéndose sobre su piel era el único color que podía haber en su pálida piel. La oscuridad del lugar quizás era suficiente como para que no lo notara. Y el dolor emocional bastaba como para sentir el físico. Entonces antes de querer hundir sus ojos a la oscuridad levantó por ultima vez la vista. Allí estaban. Entre medio de todo el vacío las estrellas brillaban para acompañarlo. Sin embargo la luz de la luna las opacaba por completo. Así, la recordó como la confidente que es y antes de callarse para siempre quiso confesarle su ultimo secreto.
-En realidad, las mascaras se fundieron en mi cara como el sol sobre el horizonte y no logre diferenciarlas. Pero aun así... Aun así....quedaba un trozo de piel sin cubrir y se infectó hasta pudrirse. Y solo eso queda. Una mascara sin dueño que se hunde en medio de la nada...Necesito destruir esta mentira...
Y sin decir mas, las lagrimas se disolvieron con el agua. Las pequeñas olas comenzaron a cubrir lentamente su rostro y pronto se convirtieron en una parte de él. Luego de un rato, las corazonadas de dolor dejaron de lastimar y las palabras que se reproducían en su cabeza se desvanecieron con la neblina. Ya no quedaba nada. Solo rastros. Rosas perdidas en el suelo y pisadas marcadas en la orilla. Lagrimas esparcidas en el tiempo y palabras dichas. Todo se convirtió en otro secreto para la luna. Uno de esos casos perdidos que tenían un reloj de arena ahorcando cuellos. Ese reloj se había quedado sin ningún granito de arena y solo quedaban las memorias. Memorias ocultas en el manto oscuro del cielo donde nadie puede verlas.
2 notes · View notes
elpinceldelburdel · 5 years
Video
youtube
El brindis del bohemio // Guillermo Aguirre y Fierro
En torno de una mesa de cantina, una noche de invierno, regocijadamente departían seis alegres bohemios. Los ecos de sus risas escapaban y de aquel barrio quieto iban a interrumpir el imponente y profundo silencio.
El humo de olorosos cigarrillos en espirales se elevaba al cielo, simbolizando al resolverse en nada, la vida de los sueños.
Pero en todos los labios había risas, inspiración en todos los cerebros, y, repartidas en la mesa, copas pletóricas de ron, whisky o ajenjo.
Era curioso ver aquel conjunto, aquel grupo bohemio, del que brotaba la palabra chusca, la que vierte veneno, lo mismo que, melosa y delicada, la música de un verso.
A cada nueva libación, las penas hallábanse más lejos del grupo, y nueva inspiración llegaba a todos los cerebros, con el idilio roto que venía en alas del recuerdo.
Olvidaba decir que aquella noche, aquel grupo bohemio celebraba entre risas, libaciones, chascarrillos y versos, la agonía de un año que amarguras dejó en todos los pechos, y la llegada, consecuencia lógica, del “feliz año nuevo”…
Una voz varonil dijo de pronto: -las doce, compañeros; digamos el “requiescat” por el año que ha pasado a formar entre los muertos. ¡Brindemos por el año que comienza! porque nos traiga ensueños; porque no sea su equipaje un cúmulo de amargos desconsuelos…
– Brindo, dijo otra voz, por la esperanza que la vida nos lanza, de vencer los rigores del destino, por la esperanza, nuestra dulce amiga, que las penas mitiga y convierte en vergel nuestro camino.
Brindo porque ya hubiere a mi existencia puesto fin con violencia esgrimiendo en mi frente mi venganza; si en mi cielo de tul limpio y divino no alumbrara mi sino una pálida estrella: Mi esperanza.
¡Bravo!, dijeron todos, inspirado esta noche has estado y hablaste bueno, breve y substancioso. El turno es de Raúl; alce su copa y brinde por… Europa, ya que su extranjerismo es delicioso…
Bebo y brindo, clamó el interpelado; brindo por mi pasado, que fue de luz, de amor y de alegría, y en el que hubo mujeres seductoras y frentes soñadoras que se juntaron con la frente mía…
Brindo por el ayer que en la amargura que hoy cubre de negrura mi corazón, esparce sus consuelos trayendo hasta mi mente las dulzuras de goces, de ternuras, de dichas, de deliquios, de desvelos.
-Yo brindo, dijo Juan, porque en mi mente brote un torrente de inspiración divina y seductora, porque vibre en las cuerdas de mi lira el verso que suspira, que sonríe, que canta y que enamora.
Brindo porque mis versos cual saetas lleguen hasta las grietas formadas de metal y de granito, del corazón de la mujer ingrata que a desdenes me mata… ¡pero que tiene un cuerpo muy bonito!
Porque a su corazón llegue mi canto, porque enjuguen mi llanto sus manos que me causan embelesos; porque con creces mi pasión me pague… ¡vamos!, porque me embriague con el divino néctar de sus besos.
Siguió la tempestad de frases vanas, de aquellas tan humanas que hallan en todas partes acomodo, y en cada frase de entusiasmo ardiente, hubo ovación creciente, y libaciones, y reír, y todo.
Se brindó por la patria, por las flores, por los castos amores que hacen un valladar de una ventana, y por esas pasiones voluptuosas que el fango del placer llena de rosas y hacen de la mujer la cortesana.
Solo faltaba un brindis, el de Arturo, el del bohemio puro, de noble corazón y gran cabeza; aquel que sin ambages declaraba que solo ambicionaba robarle inspiración a la tristeza.
Por todos lados estrechado, alzó la copa frente a la alegre tropa desbordante de risa y de contento los inundó en la luz de una mirada, sacudió su melena alborotada y dijo así, con inspirado acento:
-Brindo por la mujer, mas no por esa en la que halláis consuelo en la tristeza, rescoldo del placer ¡desventurados!; no por esa que os brinda sus hechizos cuando besáis sus rizos artificiosamente perfumados.
Yo no brindo por ella, compañeros, siento por esta vez no complaceros. Brindo por la mujer, pero por una, por la que me brindó sus embelesos y me envolvió en sus besos; por la mujer que me arrulló en la cuna.
Por la mujer que me enseñó de niño lo que vale el cariño exquisito, profundo y verdadero; por la mujer que me arrulló en sus brazos y que me dio en pedazos uno por uno, el corazón entero.
¡Por mi madre!.. bohemios, por la anciana que piensa en el mañana como en algo muy dulce y muy deseado, porque sueña tal vez que mi destino me señala el camino por el que volveré pronto a su lado.
Por la anciana adorada y bendecida, por la que con su sangre me dio vida, y ternura y cariño; por la que fue la luz del alma mía; y lloró de alegría sintiendo mi cabeza en su corpiño.
Por esa brindo yo, dejad que llore, que en lágrimas desflore esta pena letal que me asesina; dejad que brinde por mi madre ausente, por la que llora y siente que mi ausencia es un fuego que calcina.
Por la anciana infeliz que sufre y llora y que del cielo implora que vuelva yo muy pronto a estar con ella; por mi madre, bohemios, que es dulzura vertida en mi amargura y en esta noche de mi vida, estrella…
El bohemio calló; ningún acento profanó el sentimiento nacido del dolor y la ternura, y pareció que sobre aquel ambiente flotaba inmensamente un poema de amor y de amargura.
1 note · View note
caarcas · 1 year
Text
Plagios radiales: acceso a la mamiferidad.
Tumblr media
View On WordPress
0 notes
mylittlemoon-ciel · 2 years
Text
My happy anniversary with you : Heart likes yours.
Hay amores pasados que te hacen pensar lo siguiente ¿Y si en otro momento, en otro lugar, en otras circunstancias, hubiera salido bien?
Tumblr media
Eso significa que contemplas el amor en otro lugar, o en otro momento, con otras personas… Pero contigo, yo no me siento así, y nunca me había sentido así con nadie.
Pero a veces, ni siquiera lo querrías, ni lo plenas como ni lo piensas, solo sucede y se da, por mucho que luches contra la corriente al final esta te atrapa envolviéndote: y aquí estamos tú y yo hoy.
Es posible que no haya mas palabras a de las que ya te he dicho para expresar cuanto te necesito y te quiero, pero no quiero volver a ilusionarme, no quiero conocer a más personas, no deseo volver a empezar con alguien nuevo, no me importa nada de eso, solo te quiero a ti y que sea contigo porque eres alguien que me mira y me hace feliz, me haces sentir profundamente amado.
Así que está carta es para ti a la persona que me hace soñar cada día, la que me trae de cabeza como un loco enamorado de cada parte, defecto o virtud tuya, así de chismosa y alocada:
Y sí ríes yo rio, porque tú risa es contagiosa,
Y sí lloras, yo lloró, porque tu dolor es el mío,
Y si te hacen daño, lucharé por ti, porque a nadie se lo permito.
Y cuando decaigas, y sientas que no puedes más,
yo seré tu apoyo, tu amigo, tu confidente y tú defensor.
Y en las noches, cuando sientas frio, te cobijaré bajo mis brazos,
mis besos y carias, porque tú eres mi noche, mi luna y mis estrellas.
Mi fiel amiga, mi compañera, mi amante en el ocaso, mi dulce culinaria,
mi amada de sonrisa alegre, mi linda princesa, mi único amor:
eres mi primavera, mi flor, mi corazón, mi rosa, la bella de las más bellas,
mi mujer de hermosos sentimientos, con extrema ingenuidad y sensualidad,
yo en tus brazos, hoy… soy muy feliz.
Tumblr media
1 note · View note
Text
Relato contemporáneo/prueba [1]
[🌻]
"Las alas, los petalos y la distorsión corpórea del alba entremezclado con el dolor y la ira.
Entre el todo y la nada, entre el universo, el multi universo y el cosmos; con la fina y delicada linea intransigente de lo real y lo ficticio, solía vomitar filosofía y comer los huesos, la carne y sangre de aquellos que morían entre lo libre.
Verme de joven golpeando el suelo con las manos y dedos, mientras sangraba y la sangre se fundía con la tierra.
La luz luminiscente y el ser efímero y delicado, el ser humano, el derecho, la duda, la frialdad y la sensación de vacío inevitable. El mundo se mueve y me quedó parado en el patio, la lluvia siempre refresca las heridas que no quiero mostrar.
Siempre me encuentro dudando del ser humano y de la capacidad, del saber y de la moral, del bien o el mal, que ya da igual qué es que.
¿Cuantas veces no eh pensado que nací en un mundo que no es al que quiero pertenecer?, las manos se ensucian con sangre que no e derramado y de lágrimas que no lloró; soy el viento y soy el polvo, nada, nada y el remolino del ser se une al llanto y al dolor.
No amamos, ni odiamos, ni proseguimos en un turbio futuro que suele ser el de siempre, aquél que temes o esperas, ¿que puedes esperar?.
La sombra de la noche parece ser la representación de la muerte, que bella te mira de la esquina, con el cabello recogido elegantemente, los ojos rojos y la capa decorada con muertos en la cola; la mandíbula firme y los rasgos del hombre que espero y me tomé como suyo.
Cuantas veces no abre soñado con aquel momento erótico y placentero, con las manos dulces y calidad, el aliento caliente, los dedos pasando la piel hasta rasgar el alma, volver al placer eterno. Los labios que carmesí se llevaran aquello que llamo vida y la entregó en sus miembros.
La soledad se ira y me quedaré con el amado, con el último amante, con aquel que espero escuche atento mi aliento, durmiendo entre los pétalos y las rosas y susurrando lo hermoso del mundo, de la vida y de lo corto que es todo.
Esperó entre las ramas, entre las vidas, entre el rosal, el girasol clavado en mi piel, en la sonrisa matutina y débil.
El pecho nunca se deja de apretar y la respiración errática se mezcla con la angustia de siempre, con el dolor de siempre, aquel sentimiento de inquietud, aquellos paisajes grisáceos y cueles, no se cuando comenzaré a disfrutar y a dejar de sentir este sufrimiento que parece acompañarme.
Te espero en la noche desnudó y listo, quiero al menos un ultimo beso y un último sollozó. Nunca e pensado ser merecedor de algo, no soy nada y nadie quiere a nadie.
Las sombras envuelven la habitación y el aliento se siente pesado en mis costillas.
Te amo, te amo cómo a nadie y te daría todo lo que tengo y lo que no, te regalaría el cielo, el infierno, las estrellas y mi cuerpo con tan sólo el hecho de que me mires y pienses por una vez que soy hermoso".
Comenten que interpretan de esto xd.
-Moonlightxxnight.
2 notes · View notes
Text
BLOG PERSONAL: 100 Datos sobre Mí.
Escrito por: K. Cordero | Periodista Revisión Literaria: K. Solís | Periodista Edición:K. Solís | Periodista Fotografía: K. Cordero | Periodista Traducción al Inglés: Disponible | Ingrid Solorzano Traducción al Francés: Disponible | Jean Paul Madrigal
Tumblr media
¡Hola! ¿Cómo están? ¡Bienvenidos a un blog, muy personal! En este les cuento 100 datos que ustedes no conocen de mí, o la mayoría no los conocen y además, por si 100 no son suficientes les dejo unos cuantos más… ¡Empezamos!
1. Mi nombre completo es Karla Yadira Cordero Rojas. El dato curioso es que el Karla se podría haber dado por mi abuelo materno; él se llamaba Carlos. El Yadira es porque mi tía; se llama de esa manera.
2. Nací un 08 de mayo de 1991; que fue miércoles.
3. Si alguno se pregunta la razón de mi noctambulismo, es porque esta mujer nació a la 1:15a.m.;… ¡para matarme!
4. Y si son buenos con la matemática básica; cumplí 30 este año… ¡y no 20!
5. Soy de signo Tauro.
6. En el horóscopo chino soy una cabra… ¿será por cabezota?
7. Soy muy terca, pero con el punto anterior creo que se lo imaginaban.
8. No me gustan las vacunas; y este año… ¡Me tocan tres! (Ya me coloqué las dos dosis de Pfizer/BionTech contra el SARS-COV II)
9. A pesar de que no me gustan las vacunas; soy pro vacunas. ¡Así que usted que no se ha puesto las vacunas… corra a ponérselas!
10. He tenido muchas perdidas a lo largo de mi vida; pero la más significativa fue la de mi abuelo materno: el 26 de agosto del 2012… hace poco más de nueve años.
11. Mi mamá es mi persona favorita del mundo.
12. Tengo una mancha de nacimiento; que la tiene media familia; en el muslo de la pierna izquierda… ¡Ni como negarme!
13. Tengo lunares… ¡muchos lunares! En total tengo ocho.
14. No soy para nada supersticiosa.
15. Aunque no soy supersticiosa; no me gustan los gatos negros… ¡y de ningún otro color! Me dan impresión y miedo.
16. Me han lastimado mucho el corazón; porque soy una persona que cree aún en la gente y se da demasiado por los demás y al final sufro demasiado.
17. Tengo fascinación por la moda; aunque mis gustos son muy eclécticos y no a todo el mundo le gustan… ¡de la moda lo que se me acomoda!
18. Aprendí Braille en la escuela… ¡En teoría era ciega… sólo en la teoría!
19. Tengo cuatro sobrinos: tres sobrinas y un sobrino.
20. No tengo hijos… y tampoco cierro las puertas para tenerlos.
21. Explicando el punto anterior, me gustaría tener un hijo, pero, creo que no sería muy buena madre.
22. Me encanta conocer personas; y realidades; por eso adoro formar parte de proyectos, organizaciones y asociaciones que promuevan la ayuda social.
23. Antes de estudiar educación, estudie un diplomado en logística empresarial (Sí se administrar).
24. Estudie educación porque mi abuelo siempre me dijo que iba a ser maestra, pero como no soy muy paciente; estudie para profesora.
25. Siempre quise estudiar criminología; pero no se dio.
26. Empecé a trabajar en educación un 26 de agosto del 2014; dos años después de la muerte de mi abuelo.
27. Soy activista de la comunidad LGTBIQ+; porque creo en la diversidad y en la importancia del amor sin fronteras, a veces eso me genera muchos problemas.
28. No soporto la palabra “discapacidad”; creo que esa palabra genera en las personas un estado de conformidad insospechable… y que hace mucho daño.
29. Tengo un mantra; que es una frase de la madre Teresa de Calcuta; “el que no vive para servir, no sirve para vivir”.
30. Yo quería estudiar Español; pero no abrieron la carrera; entonces termine siendo… ¡Hitler, hecho mujer!
31. Nunca voy al cine; generalmente las películas me dan sueño. (Pero el Festival de Cine Europeo es una clara excepción).
32. Me encanta escribir. Siempre ando escribiendo en todas partes, hasta en las servilletas del restaurante. Por lo que cada año estreno agenda y cada tres años diario… ¡Soy de lo que no hay!
33. Creo en el amor a la antigua… el de las cartas, rosas y todas esas cursilerías… ¡Soy muy cursi!
34. No tolero que me llamen “bebé”, “preciosa”… o todas esas palabritas que emplean los hombres cuando quieren sexo de una noche.
35. Tengo por costumbre, algo muy raro en este país, dar propinas. Siempre que en un local hay un recipiente dispuesto para propinas, dejo mi contribución.
36. No soy nada fan de WhatsApp, me estresa que me manden mensajes o audios; porque generalmente no tengo tiempo para contestarlos y me siento mal por la otra persona.
37. Publico más en Instagram que en Facebook o Twitter.
38. Hace poco más de tres años cerré mi cuenta de Facebook; por la simple y llana razón de que un estudiante me acosaba… aunque lo reporté en el centro educativo, nunca le llamaron la atención y yo para evitar cualquier problema; lo cerré… ¡Una decisión muy diplomática!
39. Soy en extremo honesta y a veces me excedo “tres pueblos”… a más de uno lo hago pasar vergüenza.
40. Redacto para el periódico El País una columna semanal llamada MUNDO DIPLOMÁTICO. Y con ese mismo nombre dirijí un programa de TV y Radio. (Hasta Julio del 2021)
41. Tengo un técnico en grafología forense. Una locura que me dio de un momento para otro y me apunte… ¡Mi locura no tiene límite!
42. Hablo francés. Y lo tengo certificado por la Alianza Francesa y la Unión Europea.
43. Cuando alguien me cae mal, tristemente se me nota… Y aparte me encanta que se den cuenta.
44. Mi color de cabello es castaño claro maderable. Es natural sin nada de tinte.
45. Mi locura por el maquillaje y el cuidado de la piel empezó hace relativamente poco… ¡un año y unos cuantos meses!
46. Nunca acepto un ¡No! por respuesta; son muy insistente y perseverante.
47. Soy la persona menos paciente que encontraran en su vida.
48. Soy excesivamente intensa… ¡como el café!
49. Hablando de café, me tomó unas 7 jarras de café al día... ¡49 a la semana! (Touché)
50. Si tuviera tiempo y dinero; estudiaría derecho y psicología… ¡me apasionan! (Soy la psicóloga de la mayoría de mis amistades).
51. Hablando de amistades… la mayoría son hombres… las mujeres son muy envidiosas y venenosas.
52. Soy una obsesiva con la caligrafía y la ortografía… por eso siempre ando un diccionario para escribir de la manera correcta. O sea, dos diccionarios el de Español y el de Español – Francés.
53. Mi primer beso lo di a los 18 años. (Y pedí permiso; una millenial muy rara)
54. No me gusta la gente religiosa… eso de que pasa publicando a cada instante algo de Dios me da mucha desconfianza… en nombre de Dios se han dado muchas catástrofes.
55. Amo las plantas en el cuarto… ¡Me dan mucha paz! (Tengo solamente dos por cuestiones de tiempo; pero si fuera por mí; mi cuarto sería un jardín botánico).
56. Tengo graves problemas con la comida. De hecho, estando en el colegio padecí una anorexia nerviosa… que afortunadamente traté a tiempo.
57. No creo en el matrimonio (litúrgico).
58. Me dan mucho asco mis pies… generalmente mis zapatos son cerrados.
59. Fui educada de manera militar. (Y por eso soy taaaaaaan estricta conmigo y con los demás).
60. Soy muy perfeccionista. (Demasiado)
61. Me encanta hablar de Salud Mental; principalmente porque hace unos años se me detecto un Trastorno Obsesivo Compulsivo, el Trastorno Postraumático, Neurosis, Ansiedad y el Síndrome Distímico.
62. Me encantan los libros… ¡Yo sería feliz viviendo en una librería!
63. Tengo una rutina de día y otra de noche para el rostro; pero como me aburro de repetir productos; siempre vario un poco.
64. Me encanta la gente comprometida con ser mejor, esa es la gente que me inspira.
65. Detesto la palabra “pobrecito/a”… ¡Es simplemente la punta del iceberg al momento de hablar de mediocridad!
66. Amo las cosas picantes. (La comida Tai o Mexicana está en mi TOP 5)
67. Tengo problemas graves de insomnio. (Duermo entre 1 – 3 horas diarias… ¡Cuando lo logro!)
68. Aún tengo dientes de leche… ¡el hada de los dientes nunca los quiso!
69. Me han hecho siete cirugías de vista; más de 75 raspados; a lo largo de mi vida. (Desde el 2017, con una frecuencia horrible).
70. Según el doctor; yo quedaba ciega a los 18 años… eso quiere decir que llevo 12 años de gracia.
71. Creo en Dios… y con eso, ¡me basta!
72. Soy intolerante a la gente hipócrita… lo peor es que lo percibo.
73. Siempre conozco desde antes las intenciones de la gente; particularmente de la que se acerca a mis amigas.
74. Me cuesta muchísimo levantarme temprano. (No es una de mis cosas favoritas).
75. Amo bailar y cantar… ¡desde bien niña!
76. Cuando me frustro o me enojo mucho… ¡lloró!
77. Mi bolso siempre parece la “Barny Bolsa”; ando hasta lo que no necesito.
78. Soy fan de las series Grey´s Anatomy, Quantico, NCIS, CSI Miami, CSI New York y Mentes Criminales, Drop dead diva, Dr. House, The Good Doctor.
79. No me gusta la Semana Santa, ni la Navidad. (Son el tiempo en que más me cuesta concentrarme en algo).
80. No celebró en gran magnitud mi cumpleaños, desde hace 9 años.
81. Para mí, no me maten; los programas Giros (Repretel Canal 6), Buen Día (TELETICA Canal 7), Informe 11 (Repretel Canal 11), 7 Estrellas (TELETICA Canal 7), Hazañas del Deporte (Repretel Canal 6), 120 Minutos (Repretel Canal 11); son una verdadera asquerosidad que deberían salir de parrilla. (Es mi opinión)
82. Tengo mis dos libritos de vacunas, mi primera tarjeta de identificación de menores, mis respectivos carnet del colegio y la universidad; guardados. (Colecciono momentos).
83. Por cierto, por el carnet del colegio me había ganado un DVD del concierto Unplugged de Jesús Adrián Romero.
84. Soy intolerante a la lactosa. (Y no es que me encante la leche).
85. Mi pie es relativamente pequeño, tallo entre 36 – 37; dependiendo del zapato.
86. Use aparatos de ortodoncia desde los 15 años hasta los 18 años. (En ese momento el apodo Betty la Fea era muy apropiado).
87. Me encanta escuchar música, y según dice un amigo español: “La música amansa a la peor de las fieras”.
88. Tengo la fortuna de tener muchas amistades que son un referente en varias carreras e industrias y nos llevamos super bien; pese a que yo soy una de las más fervientes críticas.
89. Soy una persona pro aborto. Creo que, si usted no quiere tener hijos, no tiene por qué tenerlos. Aclarando; también están los métodos anticonceptivos; que siempre son la mejor opción.
90. Me encanta enseñar; por eso siempre estoy haciendo trabajos voluntarios que tengan relación con la educación.
91. Soy Conferencista: me encanta hablar de familia, noviazgo, matrimonio, emprendedurismo, autoestima y emociones.
92. Fui socia del Club Activo 2030 Internacional de Pérez Zeledón y conservo a muchos amigos internacionales de esta experiencia.
93. Soy colaboradora activa de varias asociaciones sin fines de lucro.
94. Mi pareja es canadiense [Gregorie, mi Iceberg particular]. (Me lo presentó otro canadiense que es un sol de persona)
95. Mi cantidad de contactos en el teléfono incluye números en Estados Unidos, Canadá, México, Inglaterra, España, Colombia, Panamá, Venezuela, Chile, Honduras y Nicaragua… y en total son más de 2500 contactos.
96. Soy fan de Snoopy y Mickey Mouse… ¡Cuidado, no se han dado cuenta!
97. Trabajar es sinónimo de escuchar música como loca.
98. Si tengo que ver películas me encantan las románticas y de cine europeo.
99. Mis canciones favoritas que dependiendo del momento me ponen a llorar o reír se llaman curiosamente igual “I Believe in You”; una del canadiense Michael Bublé y la otra del cuarteto apátrida Il Divo y la soprano canadiense Céline Dion.
100. Tengo varios sobrenombres puestos por mis amigos; unos relacionados con mi personalidad y otros con mi irreverencia.
BONUS
1. He tenido el privilegio de compartir escenario con Marcos Witt, Coalo Zamorano.
2. En los últimos años me he dedicado al doblaje; gracias al descubrimiento del coach vocal mexicano Alberto “Beto” Castillo (el cantante de “Mi amigo fiel” de Toy Story).
3. Grabe tres discos para una campaña de recolección de fondos para varias fundaciones y sólo está disponible en Canadá y Estados Unidos. (Salió este año al mercado).
4. Mi única fruta favorita es el MANGO.
5. Soy diestra. (Aunque perfectamente puedo escribir con la mano izquierda).
6. Mis amigos más queridos, con los que hecho conexión, ha sido por accidentes lamentables… ¡Bochornosos espectáculos!
7. No tengo perfumes favoritos. Pero siempre tengo uno para cuando estoy en la casa y otro para salidas… y uno para momentos muy especiales.
8. Tengo una colección de aproximadamente 1500 lapiceros (que no incluyen plumones, ni estilógrafos, marcadores, resaltadores, etcétera).
9. Tengo tres plumas tipo estilógrafos que cuestan dos millones setecientos cincuenta mil colones; obviamente no las conservo en mi casa.
10. Tengo varias monedas conmemorativas, que tampoco están en mi casa, y que tienen valor económico, pero les gana el valor sentimental.
11. Mi producto más caro de belleza, cuesta en el mercado ciento treinta y cinco mil colones y es de 60ml. Es oro líquido.
12. Me encantan los vestidos de raya diplomática.
1 note · View note
neptunoyyo · 3 years
Text
Alcornoque
Cuando era pequeño solía ir a la playa de rodillas. Viajábamos de noche para evitar el tráfico. Mi hermana Marina y yo colocábamos los brazos cruzados sobre el asiento trasero del vehículo, como si fuesen una almohada, acomodábamos la cabeza en ellos y, por último, nos arrodillábamos sobre la alfombrilla. Mi tío Valentín se mató en un accidente de tráfico porque no llevaba abrochado el cinturón de seguridad. Mi tío Valentín era panadero y trabajaba de noche. Enrollaba brazos de gitano y horneaba magdalenas hasta que amanecía y luego se subía al coche y se marchaba a su casa. El día que se mató se quedó dormido al volante. Se estrelló contra un alcornoque y salió despedido atravesando la luna delantera. Lo encontraron a más de doscientos metros de distancia del automóvil. El nombre oficial del alcornoque es quercus suber y de él se extrae el corcho. Siempre que mi padre toma una copa de vino se acuerda de su hermano Valentín. Lo que más me gustaba de la playa era su olor. Lo que menos me gustaba de la playa era salir del agua y sentir como la arena se me pegaba al cuerpo. En el entierro de mi tío Valentín sonó música en directo. Una chica tocaba el piano y otra chica tocaba el violín. La chica que tocaba el piano era morena y delgada y la chica que tocaba el violín era rubia y gorda. Formaban una extraña pareja. También sonó la canción Potro de rabia y miel, de Camarón de la Isla, y la hija de mi tío Valentín salió a hablar e intentó decir algo pero no pudo porque la emoción se lo impidió. Entonces todos empezamos a aplaudir y ella lloró con más fuerza y nosotros aplaudimos con más ímpetu y así estuvimos un buen rato, hasta que la hija de mi tío Valentín regresó a su asiento ovacionada. Cuando salimos de allí le pregunté a mi madre si ella sabía lo que tenía pensado decir la hija de mi tío. Ella me contestó que no y entonces yo le dije que si podía ir a preguntárselo, pero no me dejó hacerlo porque la idea le pareció de mal gusto. A mi madre todo le parecía de mal gusto. Siempre andaba diciendo cosas así. Decía que comer con las manos era de mal gusto y que pararse frente a los escaparates era ordinario y que mirar fijamente a los desconocidos era ofensivo. Mi madre se llamaba María de los Recuerdos, pero todo el mundo la llamaba Erre.
Tenía los dedos finos y largos, como los de un pianista enfermo, y los ojos color azafrán. Cuando llegábamos a la playa era ella la que me despertaba. Metía con delicadeza sus dedos largos y finos entre mis rizos y me susurraba al oído: «¿Puedes olerlo? Ya estamos aquí». Entonces yo me despertaba y lo primero que veía eran sus ojos color azafrán mirándome fijamente. Mi tío Valentín se mató porque se quedó dormido al volante sin llevar el cinturón de seguridad abrochado; y mi madre murió el día de su trigésimo séptimo cumpleaños al intentar apagar las velas de la tarta. En navidad mi padre nos llevaba a patinar a la pista de hielo de un centro comercial. A Marina se le daba mucho mejor que a mí y giraba a mi alrededor mientras decía: «Muévete, es mucho más fácil de lo que parece». Y yo me quedaba quieto y me entraban unas ganas enormes de aplastar la cabeza de mi hermana contra el hielo por su estúpida superioridad, pero me limitaba a sonreír y luego, cuando volvíamos a casa en coche, le preguntaba a mi padre si faltaba mucho para que llegase el verano. Mi hermana Marina era cuatro años mayor que yo y tenía los dientes más grandes de lo normal, así que cuando sonreía el labio superior se le quedaba pegado a los orificios nasales y parecía como si su dentadura fuese a salírsele de la boca con la encía y todo. Marina y yo le regalamos una pashmina verde a mi madre por su trigésimo séptimo cumpleaños y mi padre le regaló unos zapatos negros de tacón y la biografía de Paramahansa Yogananda. Paramahansa Yogananda murió el 7 de marzo de 1952 durante una cena a la que había sido invitado por el embajador de la India en Estados Unidos. Lo hizo tras pronunciar un discurso sobre meditación frente a un centenar de invitados. Terminó de hablar, cerró los ojos y entró en un trance al que los hinduistas denominan mahasamadhi, que consiste en el abandono voluntario del cuerpo físico. Cuando mi tío Valentín venía a visitarnos siempre traía dulces para mi hermana Marina y para mí: rollos de canela, cruasanes, rosquillas, milhojas o berlinesas. Mi madre le daba las gracias pero después, cuando se marchaba, le decía a mi padre que no le gustaba que su hermano trajese ese tipo de alimentos a casa. Mi tío Valentín pesaba cerca de ciento veinte kilos y a mi madre le daba miedo que mi hermana Marina o yo pudiésemos volvernos obesos como él. Mi tío Valentín pesaba cerca de ciento veinte kilos y todo el mundo creía que moriría de un infarto por ese motivo.
A final mi tío Valentín se estrelló contra un alcornoque y fue mi madre la que falleció de un paro cardíaco. Era una tarta de chocolate con treinta y siete velas de colores clavadas en ella. Las había rosas y verdes y amarillas y rojas y azules y blancas. Mi madre tragó una gran bocanada de aire y, en el momento exacto en que parecía que iba a expulsarlo, su cabeza se desplomó sobre la tarta aplastándola por completo y apagando todas las velas de colores con su cara y su pelo. Las rosas y las verdes y las amarillas y las rojas y las azules y las blancas. Mi padre guardó silencio y mi hermana Marina guardó silencio y yo también lo hice. El salón quedó a oscuras porque habíamos apagado las luces al colocar la tarta sobre la mesa. Solo podíamos ver la silueta de mi madre, recortada por la luz azulada que entraba por la ventana, reclinada sobre la mesa, con la cabeza encima de la tarta de chocolate. Si la mirabas rápido, si lo hacías realmente rápido, la imagen era muy parecida a cuando mi hermana Marina y yo viajábamos de rodillas a la playa con la cabeza apoyada sobre nuestros brazos. Hay varias teorías sobre el origen de la tarta de cumpleaños y el motivo por el que se colocan velas sobre ella, pero la más extendida asegura que fue en la antigua Grecia, algunos cientos de años antes del nacimiento de Cristo. Los griegos elaboraban un pastel redondo como homenaje a Artemisa, diosa de la luna, y colocaban velas sobre él para simular el brillo de las estrellas en el cielo. También, a modo de tradición, el homenajeado se rodeaba de todos sus seres queridos para que su presencia le sirviese de protección ante los espíritus malignos que podían acecharle en la celebración del día de su nacimiento. Mi hermana Marina se enamoró de Camilo, su profesor de geografía e historia en octavo de EGB. Camilo estaba casado y tenía dos hijos. Su hijo pequeño se llamaba Camilo, como él. Y su hijo mayor se llamaba Jeremías, como el autor del Libro de las lamentaciones. Jeremías era tres meses mayor que mi hermana, aunque eso no impidió que Camilo y Marina mantuvieran una relación sentimental a escondidas de su esposa y de mi padre. Una tarde Marina guardó algunas prendas de ropa en su mochila. También el walkman autoreverse que le habían regalado mis padres por su último cumpleaños y una fotografía en la que aparecía mi madre sujetándola a ella en brazos cuando era un bebé. Después se intentó escapar de casa. No lo logró porque cuando estaba a punto de salir por la puerta, con los cascos puestos simulando estar escuchando música, mi padre le dijo: «¿Vendrás a cenar, Marina?». Y entonces mi hermana se desmoronó y se puso a llorar y nos confesó que estaba intentando escaparse de casa para irse a vivir con Camilo, su profesor de geografía e historia. «¿¡Es que también quieres matarme a mí!?, ¿quieres que yo también sufra un infarto?». Eso fue lo que le dijo mi padre a Marina cuando abrió su mochila y vio toda su ropa allí dentro, sin doblar siquiera, y comprobó que su historia era cierta. Mi padre le preguntó a mi hermana que si también quería matarle a él, y yo me pasé mucho tiempo odiándola porque pensé que ese «también» significaba que ella había sido el motivo por el que mi madre había muerto. La autopsia dictaminó que mi madre había fallecido por la necrosis isquémica de una arteria coronaria. El desequilibrio entre la sangre que necesitaba el corazón para seguir bombeando y la sangre que le llegaba, hizo que se desplomara sobre la tarta de cumpleaños y sus treinta siete velas de colores. Paramahansa Yogananda, el yogui que según sus fervientes seguidores eligió libremente el momento en el que deseaba abandonar su cuerpo, también falleció a causa de un infarto de miocardio, según aclaró el informe de la autopsia que le realizaron tras su muerte. En la lápida de mi tío Valentín puede leerse: «Nunca te olvidaremos». En la de mi madre: «Erre, siempre te recordaremos». Recordar a una persona y no olvidarla puede parecer lo mismo, pero no lo es. Mi hermana Marina dijo que Camilo y ella estaban enamorados y que iba a abandonar a su esposa y a sus
dos hijos para que pudieran vivir juntos. Él, por su parte, dijo que mi hermana había sufrido la pérdida de nuestra madre, que eso le había afectado psicológicamente y que solo había intentado ayudar a nuestra familia de manera fraternal, pero que todo se había malinterpretado. Luego un médico examinó a Marina y no encontró signos de agresión sexual en su cuerpo, por lo que todos asumieron que Camilo estaba en lo cierto y que mi hermana se había vuelto loca. Durante los tres años posteriores a su accidente, la panadería en la que había trabajado mi tío Valentín nos envió un roscón de reyes relleno de nata cada navidad. El primer año la sorpresa que estaba oculta en su interior era un gato naranja. El segundo año un jarrón con dos asas. El último año encontramos un árbol pequeño, robusto y redondo entre el relleno. Le pregunté a mi padre si aquel árbol le parecía un alcornoque y mi padre me pasó la mano por el pelo y luego rompió a llorar. Al principio solo le esperaba a la salida del colegio. Y se quedaba allí, de pie, a unos veinte o treinta metros de distancia. Con las manos en los bolsillos y un cigarrillo entre los labios, como los mafiosos de las películas. Eso era todo lo que hacía. Mi padre se paraba frente al colegio, esperaba a que Camilo terminara su jornada laboral y le miraba mientras se subía al coche rumbo a casa, junto a su mujer y sus dos hijos. Después empezó a seguirle y una vez, solo en una ocasión, habló con él. Potro de rabia y miel fue el último disco de estudio grabado por Camarón de la Isla. El tema que da título al álbum es el más largo de los nueve que lo componen, con una duración de cinco minutos y treinta y siete segundos. Mi tío Valentín decía que Camarón ya sabía que se estaba muriendo cuando lo grabó, que su voz suena enferma y estremecedora y que, justo por ese motivo, era su canción favorita. Mi padre golpeó con la mano abierta la ventanilla del coche de Camilo y este se sobresaltó al notar el impacto. «Siento mucho lo que le ha ocurrido a su mujer», dijo el profesor de geografía e historia de mi hermana Marina, intentando aparentar serenidad. «¡No vuelvas a acercarte a mi hija, desgraciado!», le gritó mi padre señalándole con los dedos índice y corazón, en los que sujetaba un cigarrillo tan consumido que acabó quemándole las yemas, lo que le hizo emitir un pequeño grito y tirar la colilla al suelo de forma abrupta, provocando que la situación se volviese ridícula. Después ambos guardaron silencio y supongo que mi padre sintió algo parecido a lo que sentía yo en la pista de hielo del centro comercial cuando mi hermana patinaba a mi alrededor. «Debería matarte, hijo de puta. ¿Me has oído? Debería matarte aquí mismo. Eso es lo que tendría hacer». Cuando dejó de hablar se dio la vuelta y regresó sobre sus pasos; al hacerlo descubrió que en el asiento trasero del coche se encontraba Camilo, el hijo pequeño de Camilo. No le vio hasta ese momento. Solíamos alquilar el mismo apartamento cada verano. Tenía dos habitaciones, un salón con cocina americana y un cuarto de baño con ducha. El suelo era de baldosas hidráulicas y a mí me gustaba porque cuando hacía mucho calor me sentaba sobre él y siempre estaba fresco. También había una terraza con vistas al mar. Mi madre se pasaba las tardes allí sentada, mirando el oleaje, mientras mi padre, mi hermana Marina y yo dormíamos la siesta. La fachada del edificio era de cemento y en su parte inferior se dibujaban unas marcas blanquecinas, como si alguien las hubiese pintado con tiza. «¿Sabes cómo se llama eso?», me preguntó mi madre un día al descubrirme contemplándolas. Negué con la cabeza. «Salitre», me aclaró. Desde entonces es mi palabra favorita. Camilo le había escrito una carta a mi hermana. Una carta de su puño y letra en la que le confesaba lo que sentía por ella y le decía que estaba dispuesto a abandonar a su familia. Le aseguraba también que su sonrisa era como una cascada de agua y que, cada vez que cerraba los ojos, veía sus pechos pequeños y rosados como dos nectarinas maduras. Marina se la enseñó a mi padre la noche que él se sentó a
los pies de su cama y le dijo que la creía, que no le importaba lo que pensara el resto del mundo, que era su hija y que él sabía que su historia era cierta. Entonces ella se levantó, abrió el cajón de su ropa interior y le entregó la carta a mi padre. La carta en la que Camilo comparaba su sonrisa con una cascada y sus pechos con dos nectarinas maduras. Mi padre le preguntó el motivo por el que no se la había enseñado a nadie hasta ese momento, y Marina contestó que estaba enamorada de Camilo y que no quería hacerle parecer un mentiroso. Para elaborar un roscón de reyes se necesita harina de trigo, azúcar, huevos, leche tibia, sal, ralladura de limón, ralladura de naranja, agua de azahar, ron negro, mantequilla, almendras laminadas, levadura fresca y frutas confitadas. La receta, si se sigue paso a paso, no es complicada, pero la clave está en la fermentación de la masa. Debe dejarse reposar el tiempo necesario para que doble su tamaño; si se hornea antes de que eso ocurra, no queda esponjoso. Por ese motivo, mi tío Valentín siempre decía que el ingrediente principal para la elaboración de un buen roscón era la paciencia.
Mi padre me pidió que fuese con él. Supongo que lo hizo porque pensó que si le veían acompañado de un niño, nadie sospecharía sus verdaderas intenciones. Primero fuimos a la copistería que se encontraba situada a dos manzanas de nuestra casa. La dueña era una mujer menuda, con unas gafas de concha que siempre llevaba colgadas del cuello. Cuando reía, lo hacía de una forma tan enérgica que la montura solía golpearle en el pecho. Mi padre le pidió que imprimiese una copia de la carta que Camilo le había escrito a Marina. La carta en la que él comparaba la sonrisa de mi hermana con una cascada y sus pechos con dos nectarinas maduras. Salimos de allí y dobló el folio una y otra vez hasta lograr que tuviese el tamaño de un chicle, luego lo envolvió en papel film, el mismo que usaba para guardar los restos de comida, y finalmente nos dirigimos a la panadería en la que había trabajado mi tío Valentín hasta la mañana que se quedó dormido al volante de su coche, estrellándose contra un alcornoque. «Quiero darle una sorpresa a un amigo de la infancia, por eso es importante que el roscón le llegue de forma anónima. Así, cuando encuentre la nota dentro, su asombro será mayor». Mi padre terminó de decir aquello y acto seguido me agarró por el hombro y sonrió. Si alguien hubiera estado observando la secuencia de lo ocurrido desde una cierta distancia, la acción de mi padre le habría parecido nostálgica y altruista. La dueña del negocio tomó nota de la dirección y nos confirmó que saldría en el reparto del día siguiente. Al despedirnos de ella, nos confesó que, pese a los años transcurridos, algunas veces levantaba la vista y le parecía ver a mi tío Valentín de pie en el obrador, comprobando la temperatura del horno o glaseando un bizcocho. Fuimos a patinar a la pista del centro comercial. Mi hermana Marina se quedó sentada en la grada, viéndonos a mi padre y a mí sobre el hielo. Me acerqué hasta ella, lo hice despacio para no caerme. «¿No vienes?», le pregunté. «No me apetece», respondió con indiferencia. Regresamos a casa en silencio. Mi padre encendió la radio. Sonaba una canción de Charles Bradley. Camilo había pedido el traslado a otro centro docente para no tener que incorporarse a su puesto tras las vacaciones navideñas. Lo único que quedaba de él, era el letrero de una inmobiliaria colgado en la terraza de la que había sido su casa. Marina solo estuvo allí dentro una vez. Me lo contó mucho tiempo después. Una tarde de sábado en la que su esposa y sus hijos habían ido a visitar a un familiar. Hicieron el amor sobre la cama de Jeremías porque a Camilo no le pareció adecuado que se acostaran en la habitación que compartía con su esposa. Cuando terminaron, desnudos sobre el colchón, él le preguntó a mi hermana si se encontraba bien, pero ella no respondió porque, a decir verdad, no sabía cómo se encontraba en ese momento. Fue entonces cuando Camilo le entregó a Marina una carta, escrita de su puño y letra, en la que comparaba su sonrisa con una cascada y sus pechos con dos nectarinas maduras.
Una mañana, al regresar de la playa junto a mi madre, vimos al portero del edificio en el que estábamos pasando nuestras vacaciones limpiando con una manguera las manchas que el salitre había dejado sobre el cemento. A mí me gustaban aquellas extrañas formas que parecían haber sido dibujadas con tiza, así que le pregunté a mi madre el motivo por el que las estaba borrando. «Tiene que hacerlo», me aclaró. «El salitre es corrosivo, si no se elimina a tiempo, puede llegar a hundir los cimientos de una casa», concluyó. - C. C. Baxter
1 note · View note