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#qué sería de mí sin el mar?
victormalonso · 6 months
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Where would I be without the sea? | © víctor m. alonso
[I am a son of this planet; I was born by the sea. The milk I sucked from my mother's breast when I was a child was brackish, the same as you. I am a son of this land, of this planet that sinks into the mystery of salt in the enigmatic navigation of the waves; my blood has the same ingredients of a mother's milk, the one I told you above, the same cosmic components that have the ocean waves, or the silent and sometimes rough shore where I reflect the shape of my soul every day and every night]
victormalonso.com
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denisesoyletras · 5 months
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La primera vez que lo vi algo se iluminó dentro de mí. Todas sus palabras, todos sus gestos, todo su ser emanaba luz. Cuando en mi cabeza había desorden, su calma me tranquilizaba. Cuando había cansancio y estrés, pasar tiempo juntos me liberaba.
Pero también cuando lo veía, había una sombra que me perseguía. La sombra me decía que pronto iba a terminar. ¿Qué sería de mí sin él? Sin su mar de atención, sin sus olas de tiempo, sin su sonrisa de luna.
Sentí soledad y seguí sus pasos. Tuve frío y me amarré a sus brazos. Sentí su distancia y me refugié en sus besos.
Dicen que hay que amar aunque no se tenga el estómago para ello. Yo lo amé con todo mi cuerpo, lo perdí con mis miedos.
Denise Márquez
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El antifaz
Casi me quito la máscara para llamarte, quizás me faltó valor para hacerlo o más bien, mi amor a la soledad y a mi paz, pudo más que un simple sentimientos de debilidad.
Y es qué, no lo niego: me gustas. Me encanta cuando me hablas, y me llamas por mi seudónimo, cuando lo afirmas con tu voz de todo un hombre valiente, que se atreve a tocar a mi puerta y robarle horas a mi soledad.
Me arrebatas de mis estados de paz y yo sonrío como una niña cuando me tienes ahí, entretenida, con tus charlas y demás y es qué tema, sobra entre los dos, porque podemos hablar de perversión y también de los sentimientos que hay en el corazón y aunque sé que soy fría como el polo norte y no demuestro mis afectos, tu presencia me saca de mi zona de confort y me hace suspirar por momentos, aunque mi suspiro me lo como y se queda dentro de mí, evaporado por los gases de mi estómago, sin permitir que notes un solo suspiro hacía ti.
Es más, acabo de suspirar al leer estas locas letras de mi alma, y sonrío nuevamente pensando...
–¿Se verá pintado aquí?
No lo creo – Me respondo inmediatamente.
Y vuelvo a sonreír.
Pero por instantes, quisiera ser la que hay detrás de ese antifaz, esa mujer que no le teme al amor y se arriesga al dar su corazón, esa que se vuelve ternura en unos brazos con aroma de madera y mar y muerdo mi labio de las fantasías que puedo y me permito por un instante soñar. Luego, las destierro como neblina del amanecer, porque sé que contigo: quizás, sería feliz, pero hay algo que impide a toda velocidad que yo, te pueda amar y ahí, me visto de realidad, muerdo mis dedos, y el mensaje no se envía jamás.
Me pongo nuevamente el antifaz, me protejo y vuelvo a mi estado normal: aquella mujer impenetrable, que se aleja de todo, para no sufrir innecesariamente por un amor, que lleva en su dedo un anillo, aunque no lo lleve en su corazón.
Paola Maldonado
06/01/24
Mi Perverso y Yo
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las-microfisuras · 11 months
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Estoy tranquilo, una quietud envuelve y amortaja suavemente mi alma. He ido al bosque a tenderme bajo las grandes sombras, a abrazar a la madre tierra y a olvidar. Los grandes árboles y las grandes montañas sofocaban mi yo y aniquilaban mi dolor y mi alegría. Empezaba a sentir hondamente que también yo soy parte de este bosque, un tronco que piensa y camina y echa ramas y hojas y perece... Una onda del río que nace y que corre como llanto o canción hasta llegar al mar para morir... ¿Por qué ser eternos? ¿Por qué tan egoístas? Como algunos insectos, nacimos para besar y morir. Nuestro polvo aventado por la tierra nutrirá al árbol y a la roca y al pájaro que canta y al arrollo que llora y será parte de ellos. Y nuestro pensamiento será igualmente parte del pensamiento de otras generaciones. Y se sucederán incontables siglos. Y vendrán días en que las personas temblarán de frío y en que se apiñarán en torno al ecuador para pedir calor y vida, en las profundidades de los valles, y en que la última madre traerá al mundo al último hijo, y en que el sollozo de la humanidad y del mundo resonará como una blasfemia y ni siquiera alcanzará a conmover a otros astros que evolucionarán serenos por cielos sonrientes y hermosos. ¡Qué ridículos somos, con nuestras pasiones, con nuestros odios y con nuestro amor! Cuando alguna vez me siento a ver pasar la muchedumbre ante mí, me imagino lejos, muy lejos, contemplándola. Un murmullo espaciado, un susurro de voces que apenas llega hasta mí. Y veo a todos esos seres ir y venir llenos de orgullo, con la cabeza bien alta, amar y odiar, irritarse y reír, y correr a toda prisa, todos hacia una inmensa e insaciable fosa. Y los veo caer uno a uno —en seco se detiene su risa—, caer como gotas de lluvia sobre el mar.
Y tendido bajo las grandes sombras del interior del bosque, pienso: «Cuánto mejor sería que cesaran todas estas pasiones y que el uno fuera apoyo del otro, lo consolara del hecho de vivir, le apartara todo obstáculo del camino y le empujara suave, calladamente, sin dolor y feliz hacia la tumba». Allí la paz es eterna. El susurro de las hojas no alcanza a perturbar nuestros huesos allá abajo. Las pasiones no llegan bajo tierra. Seguirá el mar cantando su intrincada canción, y arriba los árboles susurrarán y se estremecerán con la brisa y florecerán y lanzarán gemidos con los hachazos del leñador. El hombre amará, y las fieras en lo profundo de los bosques rugirán de amor y de hambre. Todo se agitará y sufrirá y aullará sobre nosotros, y sólo nosotros, serenos, inmóviles, esperaremos con los brazos cruzados bajo tierra.
- "Lirio y serpiente", Nikos Kazantzakis. Acantilado. Traducción de Pedro Olalla
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liriosimplescos · 2 months
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二零二四年,二月,二十九号 ♡
Año bisiesto, el cual trae consigo el sentimiento de este tiempo
Nos brinda un febrero extenuado, nos da a disposición un día más de esta temporada anhelada
Con el paso de cada 30 días, nuestras almas se embargan de dicha para conmemorar una fecha que iluminó nuestros días
Quizá en este mes del presente año bisiesto no existe un treinta angelado en el calendario, más la estoy amando en todo momento
En tiempos, en horas, en minutos, en segundos y en todo instante, la continúo amando como el primer momento en el cual se unieron nuestras almas
Este es un amor que ha surgido de la ternura que sembramos en el recóndito purito del ser, de las lunas veladas vividas, de las memorias trazadas a través de cada día y del sentir que cuidamos con añoro en nuestro pase de vida
Ilusiones y destellos de luz cubren a mi mente en este mes, la razón es simple y tan solo debo recorrer mis pasos en reverso hasta el treinta de abril de dos mil veintitrés
Nos recuerdo, nítidamente, charlando de como sería celebrar nuestro día en febrero puesto que, aquí, el treinta no existe y el veintinueve era nuestro único amparo
Hasta la llegada de este día, fuimos recolectando muchos treintas durante nueve meses y, precisamente en este, adoptamos un dos juntamente con un nueve
Y qué casualidad, que linda coincidencia la que acabo de notar, aquel número impar representa a dos seres que unieron los hilos de sus almas por nueve meses y que, en este presente, están prontos a enlazarlas una vez mas por los diez meses que llevan navegando por el mar del amor
Es por esa razón que siempre causo anhelo en mi ser llegar a este mes, es un día único en el año y existente cada cuatro años en el calendario. De ser así, deseo que quede plasmado aquí una nota del amor que predico, del cariño que nos tenemos y que permanece allí, acogido con cuidado y envuelto con ternura
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Quisiera expresar algo distinto mediante las palabras plasmadas en esta carta, nota o como podamos llamar al cúmulo de emociones que renacen y son convertidas en párrafos extensos.
¿Conoce del valor que posee su persona, para mí? Supongo que en algún momento ha de habérselo cuestionado como es natural, pues déjeme decirle que su presencia es importante en mi vida. No es simplemente por el lazo romántico que compartimos o por el hecho de que sea mi novia, es importante porque usted hace bien a mis días, a mi vida, y a mí.
Tal vez no lo crea o cuestione que su alma no posee de todo aquello que yo veo en usted, sé que cuando la tristeza cubre su vida ante sus ojos son imperceptibles todas aquellas bondades que usted tiene, bondades que me brinda sin darse cuenta en su día, bondades que todos los que la rodean pueden notar con claridad porque eso es la que la compone a usted, es su esencia, son aquellos detalles que conforman la preciosidad que he hallado y sigo encontrando en su alma.
¿Por dónde podría empezar a describir ello? Empezaría tallando en su sinceridad, es uno de los rasgos más marcados que posee su ser. Cada una de sus palabras, pensamientos, ideas y demás que me comparte vienen envueltas por la franqueza que la caracteriza, de no ser así, no sentiría esa tranquilidad única cuando estoy a su lado o no esbozaría aquella sonrisa reconfortada al oírla brindarme de cariño o consejo alguno.
También, su aura afable, el cuidado único y especial que posee para con aquellos que ama, que quiere, que aprecia sinceramente. Nunca he conocido persona que tenga tanta preocupación genuina por el bienestar del otro, es común en las personas que únicamente velen por ellos mismos dejando de lado a los otros, sin embargo, en usted es distinto porque busca, de un modo u otro, extenderles de una mano amiga o brindarles de un conjunto de palabras de ánimo a aquellos que la rodean, a aquellos que pasan por momentos bajos como también a quienes viven situaciones felices en su vida.
Sus ánimos, consejos y palabras de aliento están aquí conmigo, han resonado en mi memoria en diversos momentos, en los instantes o mañanas en que el desanimo o el desaliento quieren llegar a inundarme, mi mente trae a memoria todo lo que usted me menciona, provocando de aquel modo que respire con mayor alivio y continúe, siguiendo hacia adelante con un ánimo renovado y con la convicción genuina de que todo irá con bien.
Nunca se lo he confesado o quizá se lo he mencionado con poca frecuencia, en estaciones pasadas no hallaba una razón buena o suficientemente convincente para seguir ciertas aficiones que poseo y me llenan de júbilo, más a su lado, precisamente al tomarla como mi compañera de vida, tuve ese motivo importante y especial que me condujo a dar un paso nuevo y seguir todo aquello que soñaba en ciertas noches donde mis pensamientos me embriagaban. Es por ello que, le digo francamente, que, si no fuera por usted, por su presencia, por esa tranquilidad que imparte, por ese modo tan especial e inexplicable de brindar cariño, por sus alientos que me han sostenido en momentos en que el cansancio o el negativismo quería vencerme, si no fuera por todo ello simplemente no sería yo.
Me ha brindado todo lo que tiene, todo lo que posee, y aunque piense que es poco o que es una exageración de mi parte destacar cada detalle de su ser, es necesario que lo sepa, que sepa que es importante, que es un ser mucho más que especial en mi vida porque eso significa para mí, significa amor, significa sinceridad, significa un sueño angelado con alma de niña que me acompaña en todo momento, en todo lugar y que me acoge con su honestidad envolviéndome en paz.
Cariño mío, aunque la tristeza la envuelva y la haga creer que no es poseedora de cualidades positivas, no se deje caer por aquello, porque las posee. Posee luz en su ser, posee alegría, posee sueños de los más radiantes que terminan por convertirme también en un soñador, posee vida porque eso es lo que trajo a mi corazón desértico el cual ahora es un prado inundado de margaritas, dientes de león, lirios y alhelíes que fueron sembrados con ilusión y cuidados con amor.
No la amo únicamente en el día bueno, sino también en el día malo, no la amo solo en la alegría, la amo en la tristeza y en el amanecer gris. Porque el amor no se trata de instantes ni tampoco de ráfagas esporádicas de cariño, sino de lo que se brinda en cada día, de lo que se cultiva en cada momento, es así que el amor crece, reverdece y se hermosea con el pase de las estaciones.
Son diez meses desde que recorremos este camino, este destino que nos une, y con sinceridad le digo: Gracias por volverme parte de usted, por ser mi compañera de mi vida, mi novia y confidente, por ser mi lugar seguro y la persona a quién más puedo amar en esta vida.
La amo por siempre, y para siempre.
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estela-de-verano · 18 days
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Algún día pensé en que sería una Sor Juana Inés de la cruz, o tal vez, una Gabriela Mistral. Pero, no encontré más que mi nombre ahogado, roto y un poco seco. Tal vez, sí sueño con ser algún día, una mujer hecha para la expresión. Pero, aún así, nace de mí un seco abismo, diciéndome que soy eternamente, solo sueño seco, vacío, detrás de mi propio mar ahogándome. Tal vez creí en que, sería una mujer valiente, pero en el fondo, soy una mujer con piezas rotas. Con ojos cristalinos, con sonrisas finjidas y cintura de avispa, ojeras que muestran mi dolor. Soy una mujer, que espera en su sueño, reponer mi dolor, que espera fervientemente, que sueña, nuevamente con el amor, o quizás con algo mejor. No entiendo por qué el papel de mujer libre, se ha ido a la borda. Tal vez, entregarse lo suficiente, te desborde y te deje siempre, sin alma. Por ahí, me he quedado sin alma, por entregartela.
Espero, algún día, solo, ese día de sueño, reponerla, y ya no ahogarme.
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Del cuaderno... (X)
LA EXTRAÑA IDEA DE QUE ALGO HAY QUE HACER
Es verdaderamente curioso volver la vista atrás y preguntarse por qué hace la gente lo que hace. En innumerables ocasiones nos encontramos con que literalmente no había motivo alguno, ni a favor ni en contra ni desde perspectiva alguna que a nadie se le pueda ocurrir. Las más de las veces se hacen las cosas simplemente porque existe la extraña idea de que algo hay que hacer, y no hacer nada no se considera de algún modo aceptable.
En la vida ordinaria, estos grandes y pequeños actos carentes de motivo se multiplican hasta el infinito; sumados, constituyen la biografía de millones de personas. ¿Cómo era aquella célebre cita de Sartre? «El hombre es una pasión inútil.» Algo por el estilo. Quizá podríamos decir que el hombre es más bien la suma de una inacabable sucesión de actos que no es que no tengan sentido en su dimensión más amplia, sino que por no tener no tienen ni razón específica aparente. Si ante la inmensa mayoría de los hechos que acaecen les preguntáramos a sus artífices por la causa verdadera de sus actos, exigiéndoles que contestaran con total sinceridad, la respuesta sería «No lo sé».
[18-19/02/24]
ALAN WATTS
Cómo me gusta escuchar a Alan Watts. Pongo vídeos con grabaciones suyas en internet, quito las imágenes y subo un poco el volumen y escucho su maravillosa voz, sus armoniosas cadencias y su dicción exquisita, sobre un fondo musical normalmente adecuado e inspirador que alguien le ha puesto a sus palabras, y disfruto como de pocas cosas se puede disfrutar. Y hoy, esta tarde-noche, en mi estudio, le tocaba a Watts hablar de G. K. Chesterton, de la «tontería» (nonsense), de la frivolidad, de la dicha mágica de ver el mundo con los ojos del niño pasmado que todos fuimos, y de la ligereza de toda verdadera experiencia (cita la antítesis, por Chesterton descrita, entre el grave peso de las piedras y la flotante y etérea naturaleza de los ángeles, que vuelan porque se toman a sí mismos a la ligera). «Mi impresor —decía al parecer Chesterton en uno de sus ensayos— comete a menudo la equivocación de componer la palabra “cómico” donde yo había escrito “cósmico”, pero el hombre acierta sin querer, porque la característica fundamental de lo cósmico es lo cómico que el cosmos es.»
«Nadie —concluye Alan Watts— ejecuta una sinfonía con el fin de llegar lo antes posible a su conclusión; si así fuera, solo los directores de orquesta más rápidos interpretarían las piezas bien. Nadie rompe a bailar con el expreso y premeditado afán de situarse en un punto concreto de la pista de baile…»
No hay punto ni meta que alcanzar. Salvo un punto y una meta: los que surgen en la cresta de la ola de cada instante, agitándose en un mar de infinitas olas que se extienden entre el «principio» y el «final» del infinito mismo; como esta pluma, deslizándose y deslizándose y deslizándose, en incansable y gozoso bucle perpetuo, sobre el milagro blanco del papel.
[21/02/24]
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Flori Romero Marín: Afuera canta un mirlo (marzo de 2024)
HOY A LAS CINCO
Hoy a las cinco de la mañana cantaba quedamente el mirlo en algún rincón alejado del barrio; gorjeaba como en sordina, con unas deliciosas cadencias lentas, un tanto perezosas, tímidas, de «regalo especial», solo para mí. Canta la belleza para quien la quiere; y sobre todo, para quien sabe y puede apreciarla.
¿Quién hablaba del «deber de la belleza»? Más de un divino hacedor de artísticas maravillas, sin duda (más de un taumaturgo); y yo mismo, en diversas piezas poéticas y fragmentos de prosa y de ensayo-ficción. La belleza, como el amor, como la propia dicha, es sacrosanta obligación de las almas «finas», entre las cuales se incluye por definición la del poeta. Fiel a mi misión encomendada, consigno aquí de nuevo las melodiosas notas del mirlo, para que fluyan —limpias, ligeras, diáfanas, sin sacrificio— en el blanco pentagrama de la página.
[29/02/24]
ROGER WOLFE
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Quema mi mundo | Namor x Fem Reader 🔥
Notas: 100% español/ +18 / Sexo explícito. Algunas referencias a Wakanda Forever.
Resumen: Su obstinación no es tan fuerte como el deseo que corre en sus venas por ti. Tu terquedad no te hace inquebrantable ante toda la pasión que solo él puede encender en ti.
Es la primera vez que escribo algo explícito en español... Debo admitir que lo disfruté y que sigo obsesionada con Namor.
Gif: unicornspwnall
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- Dime... ¡Anda! Dime que ya no quieres verme y me marcharé. - Grito enojada.
Su deseo de alejarse de mí se hace evidente con el paso de los días. Entiendo que quiere proteger a su pueblo, que quiere cuidarme a mí también, pero soy yo quien tiene la última palabra.
- ¡Basta! Esto no se trata de mí o de ti. Tú lo sabes. - Replica malhumorado. - ¿Recuerdas la última vez que quisiste estar conmigo? ¿Lo recuerdas? - Continúa.
- ¡Tú decidiste irte a la guerra! - Exclamo
- Y casi te pierdo. - Su tono ahora es un poco más triste.
- Quería ayudar, quería sentir que también pertenezco a tu mundo.
- No sería un rey digno de mi gente si no demuestro que puedo protegerlos. No sería digno de ti si permito que mis enemigos te lastimen.
- Pero... Siempre has sido digno, del cariño y respeto de los tuyos y de mi amor también. Pase lo que pase. - Susurro mientras mi mano acaricia su mejilla.
- No insistas más... Desde el principio te dije que esto sería una mala idea. No puedo seguir diviendo mi vida entre Talocán y la superficie. Mi pueblo me necesita más que nunca. En cambio, tú... Tú estás bien aquí. Estabas bien sin mí.
- Sabes que yo siempre he respetado tu rol como rey y que lo admiro... Pero deja de excusarte con ello. Yo decidí continuar con esta relación y enfrentaré las consecuencias. - Nuestras miradas se cruzan.
Posiblemente, esto es difícil para él, al igual que para mí. Después de todo, fui yo quien se atrevió a dar el primer paso, demostrándole que él no es el niño sin amor. Él también merece amar y ser amado, pero se empeña en construir barreras entre los dos.
Los muros que hay ahora entre él y yo son más fuertes después de la guerra que le declaró a Wakanda.
- En la guerra, así como en el amor siempre hay un lado perdedor. - Apunta.
- ¿Y crees que tú estás en el ganador si me voy?
- Te quiero sana, a salvo. No soportaría... No soportaría la idea de volver a despedir a un ser querido.
Me acerco más a él, esta vez mi frente roza su barbilla. Lo abrazo.
- Mírame, estoy bien. Tócame, estoy enterita. Si vamos a quemar el mundo, lo haremos los dos. Juntos.
Por un instante, él duda en tocarme, se queda perplejo, taciturno.
- Primero perdí a mi madre, no quiero que nada te pase. No quiero enterrarte. Las despedidas son la parte más difícil de cerrar un ciclo.
- Yo tampoco quiero perderte...
Intento calmarlo. Su ansiedad ha aumentado luego de que casi terminara herida de muerte por una espía wakandiana, en medio, de lo que ella creía, un rescate.
Mi misión de estudiar unos arrecifes de coral terminó en el descubrimiento de un nuevo reino bajo el mar y un choque entre dos maneras de ver el mundo, cuando la princesa Shuri decidió bajar a Talocán.
- ¡Hey! ¡Hey! Somos un equipo. - Susurro.
El abrazo es más fuerte. Me siento a salvo. Me siento amada.
- Confío en ti, pero no confío en los demás humanos.
- Lo sé, pero no es razón para que quieras seguirme apartando. No lo merezco... - Sus manos ahora buscan con desespero mi rostro.
Me sujeta suavemente y sus labios frotan los míos. Es un beso desesperado.
El beso se prolonga más... Mi lengua juguetea con la suya, luego, sus dientes muerden mi labio inferior.
Siento como una ola de calor empieza a crecer dentro de mí... Libero un gemido.
Él sonríe. Le encanta hacerme gemir.
- ¿Qué voy hacer contigo? - Susurra cerca de mi oído... ¡Ayyy! Me estremezco.
Sus manos bajan la cremallera de mi vestido...La tela se desliza por mis piernas y ahora estoy expuesta.
Mi pecho, mi abdomen, mis piernas.
Luego, me aprieta fuerte de la cintura, recortando los pocos centímetros que nos separaban. El contacto piel con piel es excitante.
Me besa... Primero en mi boca y poco a poco va descendiendo a mi barbilla, mi cuello. Mis manos acarician su espalda, su torso.
Su cuerpo siempre ha despertado en mí un deseo que no puedo explicar.
Su cuerpo es casi que la definición de "pecado", uno por el que estaría dispuesta a dejarme tentar infinidad de veces.
Sus ojos... ¡Ayyy! Nunca han ocultado ese fuego, esa ira y determinación con las que siempre me han arrollado en la cama o en aquellas cuevas dónde solemos contemplar la noche.
Mientras acaricio su pecho, voy retirando los ornamentos y accesorios que tan finamente detallados, él porta con orgullo.
Sus dedos, ágilmente retiran mi brasier. Mi busto está libre, deseando sus caricias y el roce de su boca.
Una ola de calor vuelve a crecer, siento mis mejillas enrojecer.
Me lanza fuertemente hacia mi cama. Luego, su cuerpo cubre el mío...
Sus manos acarician mis pechos... Mis pezones están duros...
- Eres todo un encanto, lindura. - Susurra. - Vuelve a besarme.
Pero yo no quiero besos...
Arqueo mi espalda en señal de protesta. Deseo que cada centímetro de mi cuerpo sea invadido por él, que me abrase la llama de su pasión.
- ¿Qué quieres de mí, lindura? - Se detiene.
Claramente, lo hace para jugar conmigo...
- Te quiero a ti... A ti, mi rey. - Grito.
- Eso está mejor... ¿Por dónde debería empezar?
¿Es en serio? Qué chistosito.
Como puedo y en un intento de desesperación, tomo sus manos y le indico las zonas de mi cuerpo que con tanta locura esperan por él...
Mi pecho, mi abdomen... Y tal cual, él repite ese camino.
Luego, su boca se detiene en mis senos, succionando, mordiendo... Sus dedos dibujan círculos en mis muslos y lentamente, acarician mi zona más sensible.
Me estremezco. Siento como la oleada de placer va creciendo dentro de mí. No puedo pensar con claridad porque toda su escencia ha invadido todos mis sentidos.
El sabor de su boca, el olor de su piel, sus manos ásperas, el calor que irradia su cuerpo, su voz tan imponente...
- Tendré que deshacerme de esto... - Afirma en un tono autoritario, desafiante. Y así sin más, me quita mi panty.
Sus dedos empiezan a entrar dentro de mí...
- Ahhhhh... - Gimo.
- ¿Qué quieres, preciosa?
- Te quiero a tí... ¡Carajo! Te quiero a tí ahora mismo.
- Sabes qué tienes que hacer ...
Me levanto y lo ayudo a quitarse su short, noto que su cuerpo está tan listo como el mío para liberar toda la tensión acumulada.
Sonrío.
- ¿Te gusta lo que ves?
- Sí. - Asiento. - Te quiero enterito para mí.
Mientras vuelvo a acostarme, acomodo mis piernas solo para esperar su entrada. Nuestras bocas están de fiesta con varios besos, tan candentes, llenos de puro fuego.
Y así, voy sintiéndolo entrar, buscando sincronizar nuestros movimientos.
La respiración se me agita, siento como los latidos de mi corazón se aceleran. Poco a poco somos uno, mi cadera baila al unísono con la suya, mientras mis uñas van trazando fuertemente un camino sobre su espalda.
Él suelta un chillido.
Todo el mundo a mi alrededor se desvanece. Siento como la excitación incrementa y el deseo va aumentando con cada uno de nuestros movimientos.
Poco a poco, voy saciando este deseo.
Poco a poco, siento como mis piernas tiemblan y llego a un estado de gozo y plenitud.
Cuando ambos hemos terminado, él se acuesta a mi lado. Me sujeta suavemente de la cintura y sus labios se posan sobre mi frente.
Su cuerpo es todo lo que necesito para saciar esta hambre carnal que me provoca, pero su espíritu y su carácter son esa llave hacia la libertad y hacia lo desconocido, guiándome a los misterios de su mundo, mientras yo le revelo los del mío.
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rafaelmartinez67 · 10 months
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Mar de historias
Una pizca de pimienta/Cristina Pacheco.
Llevo años trabajando en las cocinas. Gracias a Dios acaban de darme el cargo de mayora. Todavía falta para que me jubile, pero ya lo pensé: no voy a retirarme de esto. ¿Qué sería de mi vida sin mi estufa, mis ayudantes, mis ollas, mis compañeras de trabajo Dalila, Águeda y Dinora? Es la empleada de más reciente ingreso.
Ella empezó a trabajar aquí el 15 de enero. El gerente me pidió que la entrenara. Le vi buena disposición y aunque todavía es joven, desde el principio la llevamos bien y, cuando puedo, me gusta ayudarla. No quiero decir que la vea como a una hija, porque no es tan grande la diferencia de edades entre nosotras, pero sí como a una hermana menor.
Desde que se cortó el cabello se ve muy bien, lo malo es que se le notan demasiado los tatuajes que tiene en el cuello. Nunca faltan moscardones que anden rondándola. Le aconsejo que tenga cuidado y no se fíe. No sé mucho de hombres, pero tengo hermanos, así que los conozco lo suficiente como para saber que mientras consiguen lo que quieren son capaces de ofrecerle a una las perlas de la Virgen; pero después, cuando se les pasa el antojo y se encandilan con otra, si te vi, ¡no me acuerdo!
II
Estimo a Dinora, le deseo lo mejor y no me gustaría verla sufrir un desengaño. Por eso le he insistido en que no se encampane a las primeras con cualquier tipo, y menos con alguien como Óliver. Es el repartidor que desde hace un tiempecito viene a dejarnos la carne tres veces por semana. En lo que espera a que se le pague el pedido, va y se sienta en una de las mesas del fondo y platica con mi amiga mientras se toma su cafecito con una banderilla.
Cuando empezó a hacer migas con Dinora, después de que él se iba y yo le preguntaba a ella de qué habían conversado, me contestaba que de futbol, de sus cuates, de su trabajo en la distribuidora de carne y del tianguis donde vende los domingos, pero a últimas fechas, si se lo pregunto, ella me responde que de puras tonterías o que no se acuerda porque no le puso atención. Eso sí me preocupa, me da mala espina porque siento que ella me oculta algo o que ya no me tiene confianza.
No quiero pensar mal, pero hay cositas, cositas raras. Por ejemplo, el día que Óliver llegó bien tarde al restorán. Encontró el puente bloqueado y en la avenida había manifestantes que protestaban por falta de agua en una escuela y el maltrato a los animales. Como no le permitieron el paso con su camioneta, al pobre no le quedó más remedio que bajar el cuarto de res que le habíamos pedido y echárselo sobre los hombros, así que llegó al restaurante sudando a mares, todo despeinado y con la bata manchada de sangre. Al verlo, Dinora corrió a ofrecerle su café, pero él no quiso tomarlo: tenía prisa de irse a entregar otros pedidos, al menos esa fue la explicación que nos dio.
Más tarde, a la hora del almuerzo, noté a Dinora muy callada, le pregunté si había tenido otro problema con la portera de su casa y me dijo que no. Enseguida fue a pedirle permiso al gerente para salir a la sedería porque necesitaba comprar unos hilos y no sé qué otras cosas. Me pareció que era un pretexto para que no siguiera preguntándole, y creo que no me equivoqué porque regresó sin haber comprado nada y con los ojos llorosos.
III
Atando cabos saqué mis conclusiones: para mí que ella sintió feo de que Óliver no le hubiera aceptado el café. Después, cuando íbamos a salir, se lo dije y le aconsejé que no se mortificara por algo tan insignificante. Ya con eso, se soltó a decirme que había sido una tonta por interesarse en un idiota como Óliver y que en adelante, cuando él le hiciera plática, iba a mandarlo por un tubo.
Me dio gusto que al fin entrara en razón y me tranquilicé, pero al siguiente lunes, en cuanto vio aparecer al dichoso repartidor, fue al baño a pintarse los labios, se dio una arregladita, se cambió de zapatos y salió muy contenta a ofrecerle a Óliver su café y su banderilla. Estuvieron bromeando un rato, hasta la cocina me llegaban sus carcajadas y tuve que salir a decirle que fuera a apoyarme con los chamorros.
No necesito preguntárselo a Dinora para saber que Óliver la tiene loca, pero a mí él no me gusta para ella, porque sé que al final de cuentas va a sufrir mucho sin que a él vaya a importarle, como tampoco le importó que antes padecieran otras mujeres por su culpa. Él no me lo dijo claramente, pero me lo dio a entender antes, cuando platicábamos.
Reconozco que Óliver es muy guapo, varonil, simpático y sabe conversar muy sabroso, pero esas cualidades no lo hacen un buen prospecto para Dinora. Por desgracia no he podido conseguir que ella se dé cuenta de eso, pero confío en que suceda algo que le abra los ojos, que la haga darse cuenta de que no necesita ofrecérsele a nadie porque todavía está en posición de elegir. No dudo que encontrará un hombre bueno, que le convenga, aunque no sea tan guapo, tan varonil ni tan buen conversador como Óliver. Eso me consta. Cuando me platicaba, se me venían un chorro de estornudos, como me sucede a veces cuando le pongo una pizca de pimienta a mis guisados.
IV
El gerente nos dio la noticia de que la semana que entra al fin van a inaugurar nuestra sucursal en Tepozotlán. Hace tiempo que no voy para allá, pero me han dicho que está muy modernizado, lleno de buenos restaurantes, entre ellos la sucursal del nuestro. Pienso que Dinora debe irse para allá cuanto antes, para que empiece a darse cuenta de la situación, vea lo que haga falta y prepararse para cuando empiecen a llegar los clientes.
El patrón estuvo de acuerdo en mi sugerencia de que Dinora vaya a encargarse de la sucursal. Cuando lo supo, a ella no la vi muy feliz. Me dijo que extrañará mucho este lugar, a la clientela y, aunque no lo mencionara, de seguro también las conversaciones con Óliver. La entiendo porque sé lo que es oírlo y, sólo por eso, sentir que el mundo cambia, que todo es distinto.
Estoy tranquila porque hice todo lo posible por evitarle una desilusión, pero creo que mis esfuerzos fueron inútiles. Ella no entiende y sigue pensando que ese hombre está entusiasmadísimo con ella. Puede que ahorita sí, pero cuando pase el tiempo y él se canse, Dinora acabará oyéndolo, desde la cocina, conversar y reírse con otras mujeres. Y eso, por Dios que se siente bien feo.
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nolmuqta · 1 year
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uno entonces se golpea contra el pavimento la cabeza, o al menos se cree la idea de que quiere hacerlo. pese a todo y contra todos afirmo: la resistencia me hace bruta; pienso que por ahí no se lleva con la cordura, decir adiós pareciera doler más que partirse la boca. este cuerpo aguanta los sismos en el epicentro de la ciudad, las nueve horas bajo el sol, los ciclones, las guerras, el hambre que estas dejan, que se vengan abajo en el metro los vagones aunque al otro día haya que volver a tomar esa misma línea y mirar cómo mi tierra es conquistada una y otra vez a manos de gente que no la cuida, pero si alguien me toca el alma y no procura hacerlo suavemente no puedo hacer más que llorar un nuevo mar al sureste. si la ausencia se precipita, no la puedo abrazar sin sentir que me atraviesa puntas con veneno de muerte. ¿sería mejor quebrarme la pierna o la mano izquierda con la que escribo estos poemas a vislumbrar que este beso será el ultimo que me ofreces? ¿preferiría yo deshacerme de mi cama, cada uno de mis cabellos o mis pertenencias más preciadas a compartir la cama con los miedos que me deja saber que por ahí un día ya no vuelves? ¿prefiero rasgar mi cuerpo antes que mirar cómo se deshacen cientos de promesas que aún creía vigentes? cuestionar parece siempre nacer hacía afuera, pero desde que tengo memoria de llanto, estoy segura que de este grito, el sonido que nace sale de muy dentro de mí pecho. andarme es un trayecto incierto, un laberinto que aunque quiero, sé qué no quiero cruzar corriendo ¿la razón? no puedo asegurar qué hay más camino después de los sueños que no se cumplieron, o por ahí me aterra la idea de que sean en el hoy fantasmas despiadados que me asechen. que brutal estar cuerdo cuando nada en mí se lleva bien con lo cuerdo, a veces creo que quiero estar anestesiada de lo palpable y tener sobredosis de nubosos universos donde no hay nada más que silencio, donde nadie hace preguntas y nadie quiere respuestas con aciertos, donde habita la nada, donde los relojes no piden correr carreras absurdas al tiempo, donde el mar es una cama, donde estoy yo, abrazándome hasta unir de nuevo las partes regadas, allanadas y descuidadas que me arrebataron, o me pidieron, o yo quise donárselas a lo que ahora lleva por cuerpo un hueco. quiero irme a donde la tristeza no me busque, a donde no haya que sacrificar cuerpo por alma ni alma por cuerpo, a donde encontrarse sea sólo tener que mirarse el pecho en el espejo y reconocerse entero, porque la resistencia me hace bruta, y ya no sé cómo mutar de mí para no perder mi esencia, ya no sé cómo dejar de desarmarme para entrar en lugares que no tendrán la forma y no serán nunca más, por mucho que lo desee, mi casa
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super-cannes · 5 months
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La felicidad clandestina , Clarice Lispector
Ella era gorda, baja, pecosa y de pelo excesivamente crespo, medio pelirrojo. Tenía un busto enorme, mientras que todas nosotras todavía éramos planas. Como si no fuera suficiente, por encima del pecho se llenaba de caramelos los dos bolsillos de la blusa. Pero poseía lo que a cualquier niña devoradora de historias le habría gustado tener: un papá dueño de una librería.
No lo aprovechaba mucho. Y nosotras todavía menos; incluso para los cumpleaños, en vez de un librito barato por lo menos, nos entregaba una postal de la tienda del papá. Para colmo, siempre era algún paisaje de Recife, la ciudad en donde vivíamos, con sus puentes más que vistos. Detrás escribía con letra elaboradísimas palabras como “fecha natalicia” y “recuerdos”.
Pero qué talento tenía para la crueldad. Mientras haciendo barullo chupaba caramelos, toda ella era pura venganza. Cómo nos debía de odiar esa niña a nosotras, que éramos imperdonablemente monas, delgadas, altas, de cabello libre. Conmigo ejercitó su sadismo con una serena ferocidad. En mi ansiedad por leer, yo no me daba cuenta de las humillaciones que me imponía: seguía pidiéndole prestados los libros que a ella no le interesaban.
Hasta que le llegó el día magno de empezar a infligirme una tortura china. Como por casualidad, me informó de que tenía El reinado de Naricita, de Monteiro Lobato.
Era un libro grueso, válgame Dios, era un libro para quedarse a vivir con él, para comer, para dormir con él. Y totalmente por encima de mis posibilidades. Me dijo que si al día siguiente pasaba por la casa de ella me lo prestaría.
Hasta el día siguiente, de la alegría, yo estuve transformada en la misma esperanza: no vivía, nadaba lentamente en un mar suave, las olas me transportaban de un lado a otro.
Literalmente corriendo, al día siguiente fui a su casa. No vivía en un apartamento, como yo, sino en una casa. No me hizo pasar. Con la mirada fija en la mía, me dijo que le había prestado el libro a otra niña y que volviera a buscarlo al día siguiente. Boquiabierta, yo me fui despacio, pero al poco rato la esperanza había vuelto a apoderarse de mí por completo y ya caminaba por la calle a saltos, que era mi manera extraña de caminar por las calles de Recife. Esa vez no me caí: me guiaba la promesa del libro, llegaría el día siguiente, los siguientes serían después mi vida entera, me esperaba el amor por el mundo, anduve brincando por las calles y no me caí una sola vez.
Pero las cosas no fueron tan sencillas. El plan secreto de la hija del dueño de la librería era sereno y diabólico. Al día siguiente allí estaba yo en la puerta de su casa, con una sonrisa y el corazón palpitante. Todo para oír la tranquila respuesta: que el libro no se hallaba aún en su poder, que volviera al día siguiente. Poco me imaginaba yo que más tarde, en el transcurso de la vida, el drama del “día siguiente” iba a repetirse para mi corazón palpitante otras veces como aquélla.
Y así seguimos. ¿Cuánto tiempo? No lo sé. Ella sabía que, mientras la hiel no se escurriese por completo de su cuerpo gordo, sería un tiempo indefinido. Yo había empezado a adivinar, es algo que adivino a veces, que me había elegido para que sufriera. Pero incluso sospechándolo, a veces lo acepto, como si el que me quiere hacer sufrir necesitara desesperadamente que yo sufra.
¿Cuánto tiempo? Yo iba a su casa todos los días, sin faltar ni uno. A veces ella decía: “Pues el libro estuvo conmigo ayer por la tarde, pero como tú no has venido hasta esta mañana se lo presté a otra niña”. Y yo, que no era propensa a las ojeras, sentía cómo las ojeras se ahondaban bajo mis ojos sorprendidos.
Hasta que un día, cuando yo estaba en la puerta de la casa de ella oyendo silenciosa, humildemente, su negativa, apareció la mamá. Debía de extrañarle la presencia muda y cotidiana de esa niña en la puerta de su casa. Nos pidió explicaciones a las dos. Hubo una confusión silenciosa, entrecortada de palabras poco aclaratorias. A la señora le resultaba cada vez más extraño el hecho de no entender. Hasta que, esa mamá buena, entendió al fin. Se volvió hacia la hija y con enorme sorpresa exclamó: “¡Pero si ese libro no ha salido nunca de casa y tú ni siquiera quisiste leerlo!”.
Y lo peor para esa mujer no era el descubrimiento de lo que pasaba. Debía de ser el horrorizado descubrimiento de la hija que tenía. Nos observaba en silencio: la potencia de perversidad de su hija desconocida, la niña rubia de pie ante la puerta, exhausta, al viento de las calles de Recife. Fue entonces cuando, recobrándose al fin, firme y serena le ordenó a su hija: “Vas a prestar ahora mismo ese libro”. Y a mí: “Y tú te quedas con el libro todo el tiempo que quieras”. ¿Entendido? Eso era más valioso que si me hubieran regalado el libro: “el tiempo que quieras” es todo lo que una persona, grande o pequeña, puede tener la osadía de querer.
¿Cómo contar lo que siguió? Yo estaba atontada y fue así como recibí el libro en la mano. Creo que no dije nada. Tomé el libro. No, no partí brincando como siempre. Me fui caminando muy despacio. Sé que sostenía el grueso libro con las dos manos, apretándolo contra el pecho. Poco importa también cuánto tardé en llegar a casa. Tenía el pecho caliente, el corazón pensativo.
Al llegar a casa no empecé a leer. Simulaba que no lo tenía, únicamente para sentir después el sobresalto de tenerlo. Horas más tarde lo abrí, leí unas líneas maravillosas, volví a cerrarlo, me fui a pasear por la casa, lo postergué más aún yendo a comer pan con mantequilla, fingí no saber en dónde había guardado el libro, lo encontraba, lo abría por unos instantes. Creaba los obstáculos más falsos para esa cosa clandestina que era la felicidad. Para mí la felicidad habría de ser clandestina. Era como si ya lo presintiera. ¡Cuánto me demoré! Vivía en el aire… Había en mí orgullo y pudor. Yo era una reina delicada.
A veces me sentaba en la hamaca para balancearme con el libro abierto en el regazo, sin tocarlo, en un éxtasis purísimo.
Ya no era una niña más con un libro: era una mujer con su amante.
Felicidade clandestina, 1971. Cuentos reunidos, traducción: Marcelo Cohen.Madrid, Alfaguara, 2002.
Clarice Lispector (Ucrania-Brasil, 1920-1977)
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Yōrū.
Cuando menos me lo espero estoy buscando conflicto, será porque no estoy conforme conmigo mismo y espero aceptación. ¿De quién? No tengo razón. Mi vicio es encontrar lo que no estoy buscando, cómo te niego el oro entre tanta plata. El precio al final no tiene valor. El calor no tiene una temperatura tan alta. No bastan tantas palabras. Las pastillas me llenan de ira, quién diría que el medicamento me iba a alterar. El tratamiento trata la verdad hasta que miento, y no siento, lo lamento, estoy cuerdo en este momento. Pienso si entro o me retiro, en el picaporte me rindo. En el limbo me deslizo en un río de tu risa. La brisa abriga, no evita el frío. No evita el conflicto de este lío con el tiempo. Si en pos de mí fuera el momento, el espacio no pasa lento. Constante gravitación y al vacío no le va a importar. Otro sistema planetar sin vida en el más allá. Nunca fue posible llegar. Es un viaje sin retorno, lo veo en sus ojos: no hay final. Un eclipse lunar sería la salvación. Una ceguera sin sabor. Una pintura sin color. Una fisura sin sanación. Una meta sin premio. Me ahogo con mi aliento. No es éso ni aquello mi pretexto. Mi excusa es no tener musa para ésto. Es lo que es, sin ganas de ser, en la espera del perecer y qué pueda suceder. Un ánsia inmensa por la sorpresa del qué será. Una cruz pesada por cargar. Un camino largo por caminar. Sería más sencillo nadar entre las lágrimas que llenan el mar hasta llegar a la orilla. Descansar y respirar. Caminar sin que exploten las minas. Saciar la vida sin saber si va a terminar. Tener que rimar sin finalizar. Mantener un ritmo sin bailar. Entenderlo sin tenerlo que explicar. Aplicarlo y poderlo compartir. Competir sin llegar a un fin. Evolucionar sin crísis. Fusionar sin fisionar. Expander sin contraer. Llegar al inicio sin final. Al son del átomo que no percibimos. Un papel que no está en blanco. Una orquesta sin instrumentos. Palabras sin letras. Puntos y comas sin ser caracteres. Un texto sin leer.
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senderodeversos · 6 months
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Los mensajes que callé: Prisionero de tu silencio.
Solía pensar que nuestro amor sería para toda la vida.
No sé lo que ha pasado en los últimos años. Creí que la emergencia me haría correr hasta tus brazos, como en momentos de antaño, cuando no podía dormir y te necesitaba a mi lado, sin canción de cuna ni cuentos antes de dormir. Pero solíamos contar historias en medio de la oscuridad, sombras de nuestras vidas que danzaron a nuestro rededor, y jamás nos atraparon. Hasta ahora.
A veces quiero violar el silencio, corromper la maldita distancia que nos separa y preguntarte el “Por qué”. Saber sobre la razón de esta lejanía que me transforma en una isla a la deriva. Y se supone que ningún hombre es -una porción de tierra rodeada por todos lados-, pero ¿yo sin tu amor? Soy solo un pedazo de suelo sin dueño, perdido en un mar sin respuestas.
¿Y qué pasa contigo? Y es que parece que también te has adueñado del silencio o te has vuelto su prisionero.
Recordé viendo las fotografías, esos días de arrojar piedras, patear las hojas secas en otoño, las llamadas infinitas a la hora del almuerzo, porque me conoces tan bien, que el almuerzo es la hora más solitaria, pero tú eras la perfecta compañía, ¿acaso lo olvidaste también?
Y sigo inventándonos excusas, que la vida de adultos es demasiado ajetreada. Entre los deberes, la tarea de los hijos, sacar el perro a pasear o jardinear. Y así nos perdemos en los minutos que nos ofrece un solo día y, cuando recordamos que existimos, ya se hace demasiado tarde para devolver el llamado.
Y paramos de la medianoche al amanecer, pensamientos que migran desde la razón al corazón, pero cuál es la lógica, si nos seguimos olvidando sin querer, porque no quiero seguir siendo otra de las anécdotas que cuentas en el after office, recordando que existimos y olvidamos nuestra amistad.
Y cuando les hablo sobre ti, pareces como ese amigo imaginario que me inventé cuando tenía cinco años. “Muérete, Fred”, se estaría cagando de la risa, a carcajada limpia, quizá decepcionado, porque la vida adulta nos ha dejado agotados y sin sueños que perseguir, pero abandonaría todo sueño por planificar otro viaje contigo. Un ring ring raja, una salida de copas, otra vuelta al parque, aunque sea para quejarme y burlarnos de nuestra vida amorosa, porque quejarnos se nos da tan bien.
Solo quiero decirte que te extraño.
Me rebelo contra el silencio, pero, cuando reúno el coraje y las palabras precisas, la garganta se me cierra y la decepción se apodera de mi espíritu.
¿Fue así de fácil dejarnos ir? Porque, qué pasó con nuestro amor por siempre.
Esta noche, tomaré todas las excusas y voy a lanzarlas al mar, amarradas a un ancla, y el mar de preguntas seguramente va a rugir atormentado, dejándonos a la deriva, navegando por la cresta de la ola, hasta naufragar a tu orilla.
Estoy cansado de las excusas, ¿y tú?
En días como hoy, cuando discuto contigo en mi imaginación, estás parado frente a mí y te pregunto: ¿Qué nos pasó? Y me respondes que la vida pasó demasiado rápido y nos atrapó. Que es un juego al que no le seguimos las reglas, pero la única regla es que no hay reglas y lo mejor es improvisar.
En fin, te necesito, querida amiga. Ya, ¿nos podríamos abrazar? Que esta vida es mejor con tu compañía que celebrar en soledad.
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thecanvasofmadness · 2 years
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Lírica y Haiku.
"Toc - Toc"
Un llamado a la puerta. Alguien, del otro lado, llamaba tímidamente. Era un frágil sonido; uno casi frío, como moribundo. Me levanté del escritorio, pues yacía terminando un proyecto que tenía que entregar al día siguiente en mi trabajo. Caminé, un tanto desorientada, a la puerta. Mi piel se llenó de escalofrío. Una ráfaga de viento fresco invadió al instante el lugar, haciéndome percibir de inmediato una vibra única. Abrí la puerta y... tragué saliva.
Allí estaba él. Un hombre joven, de larga estatura, demasiado delgado, piel muy blanca, con rostro de niño y sin vello facial. Cabello lacio y un poco largo, acomodado en melena. Su boca era pequeña. Sus ojos grandes y oscuros; negros, parecían una noche gélida. Vestía en su totalidad de negro, un traje con una corbata que rodeaba su cuello; libre de nudo. Parecía un dibujo japonés; era perfecto, pues, a pesar de lo grandes de sus ojos, había una ligera rasgadura en ellos. Era hermoso —y no niego que mis mejillas se arrebolaron—. Me miró tan fijamente que, en esos segundos, me sentí desnuda del alma. Sus labios húmedos y callados me hablaban. Una parte de su cabello se sostenía de su oreja derecha. Ese hombre sabía ser sensual sin provocarlo; exhalaba deseo. Enmudecí. No sabía qué decir. Mi cerebro se quedó en blanco en su totalidad. Sentía que me ahogaban las ansias por tenerlo en mis brazos.
"Haiku... Haiku... Haiku...", esa palabra resonaba en mi cabeza y un mareo comenzó a hacerme su presa.
"Buena tarde".
Su voz era tan grave. Increíble saberlo así, pues su rostro todo era dulzura. Yo, de verdad, creí que su voz sería tan sutil como el frescor de su aroma, tocando los poros de mi piel. Volví a tragar saliva, aunque casi me ahogo al hacerlo. Abrí mi boca y tartamudeé un hola apenas visible.
"Estoy buscando a Lírica ¿Es aquí donde vive?"
¿Eh? ¿Lírica? ¿De qué me habla? ¿De qué me perdí? Me rasqué la cabeza en desconcierto. Sonreí trémulamente. Mi labio inferior parecía quererse escapar de mi boca con tanta agitación. —"O por Dios, ¡otra vez este carajo tic!"—
"¿Lírica dices?", le pregunté en tanto mis manos desgreñaban a mi cabeza.
"Así es... Lírica", echó un serio y furtivo vistazo al departamento.
"¿Eh? No... No tengo idea de quién sea Lírica ¿Es una amiga tuya?"
"Me dijeron que aquí podía encontrarla".
"Eh, pues..."
"Si me dieron este número es por que aquí debe estar".
Una fuerte, mas corta, carcajada juguetona brotó de mi boca.
"Pues aquí la única lírica que vive es la que yo escribo en mis ratos libres, ¿será esa?" —"Haiku... Haiku... Haiku"—. Nuevamente esa palabra taladraba a mi cerebro. Mis oídos comenzaron a asfixiarse en un profundo ruido. "¿Qué está pasando?", me pregunté.
"¿Cómo es Lírica?", sin mostrar expresión alguna, ese hombre preguntó.
"Qué tipo tan raro, lo que tiene de guapo lo tiene de loco, me cae", pensé. —"Haiku... Haiku... Haiku... Haiku"—. Levanté mis brazos y, como si se trataran de moscas molestándome, espanté a esas palabras. "Bueno, ¡ya basta de tanto "haiku"!", ahora era yo otra loca, gritando frente a un loco.
"¿Haiku has dicho?", frunció su entrecejo en desconcierto. Expandí tanto mi sonrisa, deseando borrar mi extraña actitud ante su reacción. "¡Sí! ¡Así se llama mi loro! ¿Oyes?"
El raro chico no respondió a mi furtiva sonrisa. Por el contrario, enmudeció totalmente en tanto su mirada me embriagó de escalofrío. Me dio tanto miedo —No cabe duda que los guapitos son los más trastornados—. Sonreí nuevamente y agité mi mano frente a su mirada en un gesto de paz, amor, amistad y terror escondido. Di un paso atrás y traté de... de... de cerrar la puerta, pero no cerraba. El pie de ese niño loco estaba bloqueando a mi puerta. Comencé a temblar. Observé su pie atravesado. Poco a poco mi mirada se comenzó a levantar, buscando su mirada. Su rostro estaba tan cerca de mí. Un ojo comenzó a temblarme. Mi párpado oleaba tanto como un mar embravecido. Mi corazón casi salía de mi pecho. Creí morir.
"Haiku", dijo.
"Si... El loro, ése, se llama Haiku", le dije sonriendo. "Qué nombre tan ridículo para un ave, ¿verdad?"
"Es raro que tu loro lleve mi nombre".
"Ay sí, suele suceder que..." —"¿Qué? ¿Así se llama?"— Mis piernas se derritieron.
"Haiku es mi nombre... y, si tu loro lo lleva, es porque Lírica así lo llamó... Es así que aquí vive", me miró inquisitivamente.
"Yo creo que hay un mal entendido, aquí no vive nadie más que yo. Es... Ummm... Es mera coincidencia..."
De qué se trataba toda aquella escena. De repente, me sentí dentro de una de esas historietas que tanto adoro leer, los mangas. En efecto, ese niño parecía sacado de un manga, materializado en su totalidad. Mi cara sonriente de loca también, y esta gota de sudor más. "Yo soy tu expresión... [eco]... Yo soy tu mejor emoción...[eco]... Yo soy... Inspiración...[eco]...". Esas frases comenzaron a bailar en mi cabeza, se movían encima de un escenario donde no había plataforma, sólo un vacío oscuro. La primera levantaba los brazos y agitaba su cabello, movía sus caderas con demencia y se carcajeaba de felicidad. La segunda, lloraba a llanto abierto, pero lo hacía bailando también. Reflectores de diversos colores caían sobre su rostro triste. La tercera permanecía estática, flotante sobre esa ausente superficie, pero sus ojos bailaban agitados. Mi mirada se perdió en la oscuridad de ese hombre frente a mí. Era como si estuviese apreciando una obra de teatro, montada por un drogado. De verdad. Y no faltará aquél que piense que la que se echó un porro de hongo alucinógeno fui yo. Pero, juro que no me lo eché. Lo juro. Las tres frases siguen danzando en mi cabeza.
"Bueno, y...", comencé a hablar en modo automático. "¿Cuál es el motivo que te mueve para buscar a esa tal Lírica?".
"Sentir... Volver a sentir. Eso".
Tragué saliva con mucha, qué digo mucha, con máxima dificultad.
"Sentir", dije quedamente.
"Sí, siento que desaparezco sin Lírica".
"Ella era tu ¿novia?"
"Ella es la razón de mi existir. Sin ella yo no existo ¿No ves que vago en la absoluta indiferencia?"
Indiferencia. Vagar en ella. Y lo ha dicho tan desesperado, como si ya no pudiera abrazar más ese dolor que lleva dentro.
"Estoy dejando de sentir, porque "ellos" ya no sienten, porque se han olvidado de lo que alimenta a la luz, a lo intangible y más amado. Todo lo basan en la piel que envejece, que se arruga y se va pudriendo con el tiempo", prosiguió. "Viven tan pegados a este suelo que se están olvidando de volar". Calló por unos segundos. "Déjame verla, por favor". Su oscura mirada se humedeció, en tanto una neblina abrazó la totalidad de mi cuerpo ¿Quién era él? ¿Por qué había venido a mí? No lograba comprender muchas cosas, sin embargo, a pesar de este extraño frío que mi piel experimentaba, mi corazón sintió un latir tan exquisitamente tibio y puro, como jamás lo había sentido.
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eucridemore · 1 year
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“El pacto” (p., cnt. al adulterio; 30/3/23, 4:26 a. m.)
           ―No lo sé, ni siquiera sé qué significa todo esto…            ―¿Qué cosa? ―pregunté desconcertada.            ―Este ímpetu indecoroso que al verte se alebresta en mí; ansioso de voluptuosidades, de besos secretos y caricias profanas ―insistió él.            Me miró decidido y yo lo miré angustiada. ¿Cómo era posible que luego de todo lo sucedido hasta el momento, semejantes palabras discurrieran de sus labios? Era como si el éxtasis se hubiera apoderado de él: sus pupilas eran como el fondo oscuro del infinito cosmos, ellas me acuciaban con su misterio y su resplandor astral.            No supe qué hacer, mas decidida aún así, me abalancé sobre él: ambos, con lenta agonía, nos figuramos el cuerpo del otro dibujando su silueta con nuestros labios en el abyecto abismo de la noche más oscura. En un instante perpetuo, nuestros quejidos y murmullos felices quedaron impresos para siempre en la historia del mundo; aún mejor: por última vez nuestras caricias insinuaron la vida que tanto evoca la poesía y es objeto de estudio de los filósofos.            Yo quería perpetuar aquel instante hasta que mi corazón se sobresaltase y yo muriera sin reparos, hasta que él quedase satisfecho y yo no pudiese más que alcanzarlo… Pero Dios sintió vergüenza de nosotros y nuestro idilio murió, murió como muere el otoño cuando el invierno lo arrasa.            ―¡No puedo hacer esto! ―gritó él separándose de mí, mientras un mar de lágrimas nos asaltó a ambos.            ―Nadie se enterará, te lo prometo… ―dije yo, que estaba apunto de abandonarme a sus brazos.            ―Él se enterará, te despreciará y yo no podré casarme. Quisiera que las cosas no fueran así Minerva: tanto tiempo te he amado y no puedo poseerte pues antes le perteneces a otro.            Mañana me caso… No puedo permitirme estas licencias, ¿qué sería de mi pobre Laura si se entera?            ―Querrás casarte o no con ella, pero yo no puedo soportar otro instante más así. Ahora mismo me volveré al campamento y hablaré con Ewing, él tiene que saber la verdad; tiene que dejarme, para que yo pueda amarte, para que yo pueda amarte aún lejos de ti…            ―Minerva… Te amo.            En ese instante nuestro abrazo se consolidó, y consumando nuestro amor, él me apuñaló por la espalda; quince veces el puñal de su ira clavó sobre mi piel ardiente. No tardé mucho en desangrarme. A la mañana siguiente encontraron mi cuerpo en medio del bosque, horadado, mallugado y despojado de sus virginales vestiduras.            Julio se casó poco tiempo después y nadie supo nada más de mí.
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liriosimplescos · 5 months
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Among flowers, sea shells and sunsets we have been walking hand in hand for seven months.
Entre mil mares. En el mar que llevo adentro, en el mar que habita en mi cuerpo. Habita un oleaje constante, un oleaje provocado por el pétalo caído de una balsa andante. Un pétalo color sol, un pétalo de gran hermosura e infinita delicadez. Uno el cual tiñó de un cálido color a mi alma que vagaba en andanzas solitarias sobre este mundo falto de color. ¿Qué hubiera sido de mi vida si no me hubiese topado con aquel pétalo color sol? Con aquel pétalo caído del cielo azul, con aquel pétalo de diente de león que desde que llegó, cuidó de mi corazón y cuidé del de ella, hasta el día de hoy. ¿Qué fuera de mi existir sin aquellos luceros poseedores de calidez, con aquellos ojos pertenecientes a una pintura de ángeles? Con aquellos que me miran, me miran con tanto mimo, con tanta estima, invitándome a divagar por un camino espolvoreado por polvo de estrellas y un toque de magia proveniente de su risueño ser, por lo cual ahora soy capaz de soñar sin penar. ¿Qué sería de mí, vida mía, sin la dulzura de sus labios los cuales anhelo desde el amanecer hasta el anochecer? Amielados, suaves y de los cuales provienen vocablos enraizados al sentir que habita en su tierno corazón o suspiros de amor en aquellas noches anheladas en las cuales nuestros cuerpos se eclipsan sin temor. A su lado, en cualquier lugar, en cualquier estación, es allí donde quiero estar: junto a usted. Apegado a la dulzura de su ser, apegado a su esencia pura, diáfana, junto a su mundo en el cual las horas pasan lentas, donde los días están inundados por la luz del sol, donde las aves trinan en los aleros de las casas, junto al campo, junto al mar, donde el alma reposa tranquila, donde todo transcurre con calma, donde mi ser se llena de esa paz que tanto he anhelado en esta vida. A su lado, precisamente a su lado, es donde hallo todo ello y no necesito más. En esta vida la cual está construida en base a sueños, a momentos, a recuerdos, a vivencias, quiero que en todos y cada uno de esos plazos de tiempo se encuentre usted. Nunca había deseado tanto en esta vida permanecer al lado de una persona con tanta vehemencia, con tanta benevolencia, con tanto añoro y deseo como lo hago con usted. Ha traído más que un simple sentimiento a mi ser, conspiró su alma con el amor para amarme y tengo la certeza de que ha sido así, porque en el pretérito tiempo donde más joven yacía el amor era efímero e inconstante, vacilante como el viento, inconstante como la lluvia que cae al amanecer. Sin embargo, tú, solamente tú amada mía, tuviste la capacidad de amarme con tanta sublimidad, con tanta dulzura y sinceridad que mi corazón permanece rebosante en todo día, rebosante de este amor que en nuestros corazones habita desde el inicio de este caminar. Y el sentimiento persiste, no mengua ni desiste, permanece intacto tal y como aquella madrugada anhelada en la cual nos tomamos y emprendimos esta camino juntos. Con la única diferencia que, en la actualidad, es aún más fuerte e intenso, aumenta con el paso del minutero y el segundero, aumenta en cada ráfaga de viento, aumenta en cada respirar y en cada latido de este corazón que desfallece al oír su nombre que conmueve hasta la última partícula de mi cuerpo. Es usted mi amor eterno, por el cual estuve aguardando tanto tiempo. Es mi compañera, mi guía, mi inspiración para estos versos y la dueña de mis sentimientos. Es el amor que llevo dentro fruto de todo lo que usted sembró en este corazón que permanecía intacto o, tal vez, muerto. Lo llenó de flores, de un prado variopinto y colmado de diversos colores.
Tumblr media
Porque mar es lo que llevo dentro y una eterna primavera la que habita en su cuerpo. Me permitió poseerla y me brindó de su esencia, logrando así sembrar un prado en medio de mi ser, un prado el cual yace rodeado de la cristalina marea de sentimientos que surgieron por el amor que le tengo. En este jueves de noviembre, en este jueves donde el cielo se ha teñido de celeste y las nubes se han dispersado por el manto que atestigua nuestros momentos, es en este día que celebramos la dulzura de permanecer siete largos meses juntos, amándonos con tanta ternura que es difícil no terminar conmovido al mirar atrás y ver todo lo que hemos formado juntos. Me ha brindado de felicidad, me ha brindado de luz. Ha pintado una sonrisa constante en mi rostro, ha traído la dicha del amor a mi ser. Me he prometido amarla sin importar el tiempo, ni el espacio ni el lugar, porque mi amor es amplio e inmarcesible, es permanente y escrito con tinta indeleble. He prometido cuidarla, en el día y en la noche, en el tiempo de dicha y en el tiempo de lamento permaneceré junto a su alma, velando por usted hasta vislumbrar el brillo de su mirar junto a su sonrisa la cual me trae calma.
Desde lo profundo de mi alma y corazón, deseo compartir de esta vida juntos por un largo tiempo, con el pase de las estaciones y nuestros años, logrando así mirar a nuestros días de juventud y sonreír al ver cómo hemos construido esta historia juntos.
La amo infinitamente, mi amor por usted es semejante a la inmensidad del mar, es intenso como su bravura Mi corazón a encallado en el suyo y aquí quiero permanecer hasta mi último respirar. ¿Desea tomar mi mano una vez más e iniciar este nuevo mes juntos, amor mío?
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