Tumgik
#hornalla
copomipics · 2 years
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Huevo frito volador rencoroso.
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sudaca-swag · 4 months
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ni bien gana un gobierno de derecha: somos mayoria vagos sindicalistas, se terminó el vivir de arriba jajaj te duele la cola zurdito ahora se van a ir a trabajar o a cubazuela, bala al chorro bala bala bala
a los dos años de que el gobierno de derecha les haga mierda la vida, se les congele el salario, suba el costo de vida y la criminalidad, y no puedan alquilar ni un monoambiente: presidente haga algo 🥺🥺 yo no los voté 🥺🥺 por qué son tan injustos conmigo soy un buen trabajador 🥺🥺 todo culpa de la pesada herencia 😡😡
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llorarenlacama · 9 days
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bordó y azul, con líneas amarillas
por la ventana del café vi tu campera
la de a cuadros
bordó y azul, con líneas amarillas
la que me solías prestar a veces
no eras vos, era tu hermano
volvió con maría
(¿o se estarán viendo a escondidas?)
conozco un mundo que, ahora no habito, pero sé mucho de él
la mejor hornalla de tu cocina es la de la abajo a la derecha
la llave extra que esconden de tu otro hermano está escondida debajo de la maceta de tu entrada
en realidad odias prestarle ropa a tus hermanos, y quizás no sabes que en este momento él está usando tu campera
bordó y azul
con líneas amarillas
la que solías prestarme a veces
la que solía sentir como mía también
un poco temblaron mis manos pero les dejé el menú
pidieron dos submarinos
y tu hermano me dijo que me queda bien el pelo así 
ninguno dejó propina
y se tomaron toda la soda
cuando se fueron, nos saludamos con un beso
"un gusto", me salió de los nervios
“digo, que lindo verlos”, me corregí 
los tres nos reímos, claro
"igualmente", dijeron ambos
ahora ya no soy parte de ese mundo que habité
no sé cómo él y maría volvieron
no sé si la puerta de tu horno sigue siendo igual de mala que cuando fuí la última vez a tu casa
no sé si incluso tu cuarto sigue en la misma habitación
quizás pintaste las paredes y sacaste mis fotos
después de sacar los dardos de ellas
y quizás seguís entrando a tu casa por el techo cuando te olvidás las llaves, rompiendo las tejas 
y quizás tu mamá sigue gritándote que no lo hagas más
(lo vas a seguir haciendo
o quizás ya no te olvidás más la llave en realidad)
no habito más ese mundo que habité
nunca más me abrigué con esa campera 
de líneas amarillas
bordó y azul
con el cierre y los bolsillos rotos
como mi corazón ese día que me echaste de ese mundo que alguna vez habité
mi familia jamás te saludaría
jamás
y tu hermano sí
es raro ver cómo unos ojos parecidos me trataron con más respeto que los tuyos el día que me abriste la puerta,
con la maceta al lado,
para no volver a verme nunca más
en ese mundo que alguna vez habité
en ese mundo donde tu campera 
alguna vez 
fue mía 
también
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avanti-morocha · 9 days
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Vengo con varias. 2, 19, 30 y 44
2. lighter or matches?
Para prender la hornalla de la cocina, fósforos, porque soy re cagona con el encendedor.
19. imagine we’re at a sleepover, would you paint my nails?
Re sii. En la época del mundial le pintaba a un amigo con los colores de argentina y quedó de cábala para todos los partidos 🩵🤍🩵
30. is there dishes in your room?
No. Solo la botella de agua que estoy tomando.
44. you get a free pass to kill anyone, who is it?
Myself? Tal vez me inmole en algún acto del infeliz de Milei. Así me muero de una vez y hago algo por el bien común.
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meresunda · 4 months
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azúcar, flores y muchos colores
I
Si quieren, se pueden ir —La señora nos recibe. Llovizna a las catorce horas y hace calor, pero no hará nunca en todos los días que pasemos en la cabaña el calor apocalíptico de los dos o tres últimos días de enero, cuando ya estemos de vuelta en casa.
La noche anterior hubo una tormenta muy fuerte y un rayo liquidó la cocina eléctrica, de eso nos enteramos recién cuando estamos estacionando el auto, luego de haber viajado cinco horas desde Rosario. Es raro que nos quedemos en hotel; alquilamos casa o departamento para, justamente, cocinar, comer mejor y gastar menos. Donde sea que estemos nos gusta hacer las compras, ver qué hay, probar cosas. Pero esta vez, como sabíamos que en el pueblo solo se conseguía lo mínimo y, además, por ser el primer viaje que hacíamos con el auto, fuimos súperprovistos con quesos, frutas, tomates, huevos, pastas secas, arroz, aceitunas, latas, galletitas, en fin, hasta masa de pizza llevé y también llevé mi aceite, mis especias, mi cuchillo, mi tabla. No tener cocina es la ruina de nuestras vacaciones en las sierras.
Al rato de habernos instalado, la hermana del dueño ausente, hija también de la señora Josefina que nos recibió, nos trae una hornalla a gas, pero aun así no hay horno y es solo una hornalla, y tampoco hay estacionamiento cubierto, y en el anuncio decía que sí. La cabaña queda a media hora de caminata insegura, bordeando una ruta de curva y contracurva, de la zona comercial de la villa—dos proveedurías, una fonda, dos bares pelados y una heladería Grido— y a mí me aterroriza volver a manejar, después de haber derrapado y no haber sabido maniobrar en una calle con mucha pendiente un par de horas atrás y de haber reñido, después, enajenada ya, contra piedras y barranquitas por el sádico camino de entrada al lugar. Ánimos sombríos que intentamos disimular por la nena, aunque sabemos que a ella nada se le escapa, que no hay chance de disfraz.
Sorpresa: a no más de veinte pasos queda la casa de la señora Josefina y su compañero: estaremos sin cocina y sin privacidad. La cabaña me parece sucia. Las camas son incómodas; en el baño hay un inodoro adefesio con bidet incorporado. El repasador tiene olor. Inspecciono las sábanas, sacudo el acolchado, cubro las almohadas con nuestras toallas. Lavo toda la vajilla que vamos a usar. Realmente, nos convendría dormir esa noche y afrontar la vuelta a la mañana temprano.
Pero el entorno es encantador, precioso, un edén de cinco hectáreas. Pasa un arroyito de agua yodada a metros de la cabaña; del otro lado, una montañita; por todas partes, juncos, pequeñas flores y plantas silvestres, yuyos, árboles, verdor, una hamaca. Los vecinos incómodos tienen un perro hermoso, Vim, que se instala en nuestra galería. Deja de lloviznar y sale el sol, la nena chapucea en un charco cristalino que se forma entre las rocas. Se va con el perro a explorar. Se hamaca largo rato fuera de mi alcance. Esto me inquieta: no soporté el libro, pero quedé traumada con la «distancia de rescate». Cuando no verla se me hace imposible, la voy a mirar: irradia alegría. Está en una aventura, está en su mundo ensoñado. Tal vez esté jugando a ser Anne de Amphibia, el último dibujito del que se hizo fan. Respiro hondo, me siento bien por primera vez en un par de días.
A la noche, las luciérnagas calan la oscuridad con destellos fosforescentes. Nunca vimos tantas ni tan grandes. A la madrugada, hay una tormenta feroz; no puedo dormir temiendo que nos quedemos sin electricidad o que el granizo, que nunca cae, destruya el auto. Sufro hasta que amaina el temporal. Esto se repetirá todas las noches menos una.
No nos vamos. Por la nena, decidimos quedarnos al menos un día más. De hecho, la hija es el único motivo por el que yo estoy allí. Si hubiera sido por mí, no hubiésemos viajado, pero ella estaba tan entusiasmada que no ir hubiera sido una crueldad. Yo había alimentado su entusiasmo, hablándole de lo que haríamos en las vacaciones, el idilio de la naturaleza, estar en otra geografía y demás. Una ilusión genuinamente compartida que se desmoronó el domingo del ballotage. (El cross del knockout para una pugilista que ya se tambaleaba antes de subir al ring). Desde entonces, un espanto del que no me sé recuperar.
Las vacaciones en la cabaña, a pesar de que la hostilidad ambiente aminoró a partir de la segunda jornada, fueron una guerra de desgaste entre el deseo candoroso de disfrutar con lxs que más quiero y el hecho de estar pasándola como el culo, pendiente del pronóstico del tiempo y presintiendo catástrofes de todo género y color. Y el bitter del cóctel, la culpa, señalándome siempre el desperdicio de no poder contentarme, anticipando el sufrimiento futuro por no haber estado en el presente: ¿Dios le da pan?
Cuando por fin estuvimos a salvo en casa, con nuestros michis y nuestras almohadas, escribí mi primer poema. No sé si titularlo Vacaciones o Gratitud:
Agradezco que no nos hayamos enfermado. Que no se haya desbarrancado el auto. Que nos nos haya picado ni una víbora ni un alacrán ni una araña. Que no haya granizado. Que, en nuestra ausencia, no se hayan escapado ni Peppa ni George. Que no se hayan muerto ni Peppa ni George. Que no le haya pasado nada malo a nadie querido. Que no hayamos chocado en la autopista. Que no hayamos muerto por una fuga de gas. Que no se haya desplomado un árbol sobre el auto. Que no se haya incendiado mi casa, en Rosario, ni hayan entrado a robar. Que no se haya perdido el perro Vim. Que no se haya muerto el perro Vim. Que no nos hayamos ahogado con una crecida del río. Que no hayamos pinchado. Que no nos hayamos resbalado y desnucado con una piedra en el río. Que no me haya dado una embolia por tomar pastillas para evitar la menstruación. Que no nos hayan echado de la cabaña a mitad de la noche. Que no se haya incendiado la cabaña. Que no nos haya fulminado un rayo de Zeus.
En septiembre, para nuestro aniversario, Matías me regaló Enero. Pobre, él todo contento porque sabe que me gusta mucho Sara Gallardo, y yo sabiendo que no la iba a leer. «No tengo resto para sufrir gratuitamente», decreté, convencida de estar cuidando mi salud mental.
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seddenostalgia · 1 year
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No sé por qué pero me triggerea ver una cocina re cheta y que en la parte donde están las hornallas no haya un horno abajo hjgjdg o sea no lo uso pero tiene que estar ahí visualmente es necesario que esté abajo y no en otra parte menos aún elevado qué es un horno o un microondas lcdtm
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lesbiano-tonta · 1 year
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He de confesar que la hornalla electrica es de recontra puto pero la tranquilidad de no ver cómo el repasador se prende fuego mientras saco el guiso no me la quita NADIE
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nobodia · 2 years
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DOS
1 de julio, KM Quemú Quemú
Ahora el Fósforo duerme abrazado a una caja vieja de insulina. Ahora maneja ella. La pantalla del radical libre agarra imágenes y las devuelve. Aparecen dos manos anónimas, blancas, que ubican a un cascarudo cornudo en un círculo. Prenden fuego la circunferencia. El bicho, encerrado, se suicida clavándose el cuerno. Empieza a dibujarse una frase, una crisálida pixelada, pero la interrumpe un pedacito de la transmisión de la quiniela. Cinco mil trescientos treinta y dos, ubicación once.
No quiere extrañar lo que extraña. Agarra un caramelo viejo de menta cristal que descansa al lado de la palanca de cambios, ¡andá a saber desde cuando! y lo chupa con vehemencia. Ahora las golosinas son un mercado aparte, es demasiado lo que hay que hacer para conseguirlas. Se acuerda del caramelo que le vendieron en la calle en el Desfile de las Vírgenes, antes de la Manifestación, cuando las máscaras eran para los corsos. Se le decía desfile de las vírgenes al primer día de corso. Las vírgenes eran una parva de hombres atléticos que ese día encontraban licencia para usar ropa femenina y fingir que era un chistazo. Habían ido juntos a ese corso sin saber que iba a ser el último. Le habían comprado un caramelo a la Sofi y lo habían partido a la mitad. Se habían encontrado con una virgen, una virgen rugbier con strapless y pollera de tubo. Le habían rezado a la vuelta de la estación de servicio, como dos feligresas gemelas. Después los tres durmieron en la cama de sus padres. Faltaban, en ese momento, unas cinco horas para que volvieran de la playa. Cinco meses y cinco horas para querer matar a su papá.
20 de agosto, Churrinche
—Pero pasá — la reta— qué hacés ahí en la otra punta.
—No puedo, buela, sabés que me encantaría.
—Pasá si te encantaría.
—Abuela— le dice, cada vez más menuda —te puede hacer mal, no seás porfiada.
—Más mal me hace esta vida— dice la vieja, y los dedos artróticos la toman de la muñeca con fuerza. Ella la mira con ternura y la vieja le devuelve una sonrisa de sarro — vení para adentro, carajo. Si no estuviera grande te hago entrar a cachetadas.
Se ríe, pero que entra, entra. La abuela quiere hacer todo como siempre. Pone agua a calentar en una pavita de aluminio y mantiene las otras tres hornallas prendidas para calefaccionarse. Ella se marea pero no se descubre ni la cara ni el pelo.
—Qué dice el Bayo—le pregunta—Qué se sabe de tu papá.
—Bien, ahí va. Aprendiendo de a poquito.
—¿Le han cambiado el ayudante?—
—Sí.
—¿Y va mejor. se va acordando?
—Mejor sí, pero no se va acordando.
—Qué no se va a acordar. —dice la abuela, y los ojos se le llenan de rabia—Eso te dicen ellos. Son unos sinvergüenzas son.
—Buela— le discute ella—la Manifestación—
—Todas mentiras son. No saben a quién echarle la culpa de las cagadas que hacen-
—Buela— la interrumpe—yo lo vi-
La abuela desenchufa el televisor con fuerza. La conversación animada de un reality de cocina deja paso a un silencio que la enfría. La abuela le acerca despacio, como una culebra, arrastra los pies chuecos por el piso de la cocina. Los tobillos, a esta altura, son casi horizontales. Las manos se le vuelven próximas, la quieren tantear. Le quieren arrancar la cara que ella les niega.
—Qué mierda vas a ver— le grita—¿qué es lo que viste tanto, a ver? Nadie me dice nada en esta familia, nada. Pero así es la lucha. Cruel y mucha. Pa lo que se agrade-
—Lo de mi papá— le grita, o quiere gritarle, pero la voz se le vuelve un hilo estúpido, tan estúpido— lo del tanque de agua. Le sacaron el tubo. Y ahí está nomás. Lo vi, te estoy diciendo.
La abuela le pega un bollo en la cara. La chica empieza a hacer pucheros, desesperadamente. El sopapo lastima más a su perpetradora, que ahora llora mientras deja correr el agua fría de la canilla sobre la mano con artrosis. La chica se vuelve hacia ella, le toca el pelo, le palpa las hombreras. Agujerea una parte de la máscara, que es de lana, y se toma un mate. Hace el gesto de tocarse la chiva con las manos, provocadora.
—Si serás pelotuda— le dice la abuela — te voy a dar.
La chica se ríe pero sale rápido de la casa.
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choquejuergas · 2 years
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lucía lijtmaer, cauterio
“es con esa imagen en la cabeza y no otra que, al volver del trabajo, cuando hago la compra en el supermercado, empiezo a pedir más bolsas de plástico. tengo tantas ganas de que nos ahoguemos todos que dejo las luces encendidas en casa y no reciclo. si supiera conducir lo haría a toda velocidad por la carretera de les aiguës, despegaría por la ronda de dalt a ciento cincuenta, con gasolina altamente contaminante, algo para chamuscar la flora, algo para ahogar a los jabalíes, algo para acelerar el proceso. vamos a envenenarnos todos juntos, vamos a darle caña a este ritual conjunto, vamos a darlo todo, once more with a feeling. pero no lo logro. en su lugar, me voy a vivir a madrid. que es algo bastante parecido a la muerte”
“hablamos del tiempo, de las castañas, de los caballos. las crines resplandecían, mi cuerpo hervía, la sangre roja, roja, notaba cómo estallaba y se repartía en gotitas como metal fundido, rojo y naranja, como el cristal líquido cuando quema, y después me subía hasta el rostro”
“yo miraba el velo que les cubría los ojos a los esclavos cuando desembarcaban en américa, el mismo velo que tiene la leche cuando la hierves: una membrana molesta que lo cubre todo. si pudiera tocarlo sería de terciopelo, pero me quemaría las manos cada vez, como cuando era niña. siempre intentaba tocar el cazo y recuperar ese velo untuoso que no sabe a nada y se escurre entre los dedos”
“no es la primera vez que esto sucede, por supuesto. y como no es la primera vez, he empezado a darme cuenta de que algo me pasa en situaciones como esta, cotidianas, con gente. el espectáculo de los machos en círculo contemplando una hornalla de gas, arrodillados, como si se tratara del santo grial, mientras discuten si hay que ponerle más fumet o más romero, o si el arroz es mejor más o menos socarrado, ha comenzado a provocarme un fenómeno lumínico peculiar. unas motas de polvo iridiscente aparecen alrededor de mis ojos, una luz hermosa, a la que quiero seguir, una luz que da paso a una voz, a un sentimiento nuevo, algo que me empuja hacia delante, que me genera unas tremendas ganas de soltarles una patada en la nuca a cada uno y llenarlo todo de sangre. a veces la patada es de frente, y entonces le salto los dientes a alguien. a uno de ellos se le hincha un labio. veo cómo se amorata. todo sucede frente a mí de manera tan real como la verdadera realidad, hasta que contemplo, un poco decepcionada, que la paella sigue su curso y suspiro, y cuando borbotea el arroz y todos se levantan, orgullosos, finjo sonreír con alivio a quien esté a mi lado en ese momento”
“y yo estoy tan lejos de ahí, tan lejos, como mínimo a mil metros de distancia, al menos en el campanario de la iglesia de la mercè, donde tañen las campanas del domingo por la mañana, donde está la virgen con un pie elevado, dando un paso al frente hacia el abismo, mi virgen de bronce desgastado, la que hicieron más grande aún, desproporcionadamente grande, para expiar todos los pecados, mi virgen, mi ángel hecho mujer, y estoy arriba con ella y puedo ver toda la ciudad, menos mal, sé que si estoy ahí arriba y no en esta cama nada de esto importa, nada de esto fracasa”
“yo callaba, contenta de haberte agradado por fin, feliz de haber resuelto un acertijo aunque fuera un acertijo que implicaba un precipicio tan grande, un salto al aire, al vacío más absoluto. pero, anne, aquellas noches con el calor en las entrañas de quien sabe que algo va a pasar..., no hay nada comparable a la anticipación que sentíamos, la certeza de que algo iba a pasar”
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todomeaburre · 2 years
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qué dice señora hornalla, que ponga la pava? pero no puedo; son las 23, es muy tarde. es muy tarde?
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turkcool · 2 days
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Incendio en cervecería/ trabajador está muy grave,
Desde el Sanatorio San Carlos informaron que el paciente Rodríguez está muy grave, inestable hemodinámicamente. Hoy entró a quirófano. Quemadura AB; del 25 al 30% de superficie corporal quemada. Pronóstico reservado. Ayer alrededor de las 19 horas se produjo una explosión en la cocina de una reconocida cervecería en Circuito Chico. Al encender una hornalla, una llamarada provocó que un empleado…
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lacarmensita · 2 months
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los movimientos automáticos que empiezan a generar angustia. Realmente soy yo la que está poniendo el café en la moka? Le puse agua antes? Por qué estoy haciendo de nuevo café si no vine a la cocina a hacer eso? Foaaa, cuánta energía disponible que tengo ahora y eso me genera angustia porque siento que estoy en modo automático haciendo cosas, media enajenada del cuerpo, media deambulando en la nada.
en Argentina me quedaría observando la llamita de la hornalla, a gas. Aquí, la verdad, no me apetece ni un poco ver la vitrocerámica. Pero qué estoy haciendo?
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tortademaracuya · 4 months
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>entro a la cocina
>el jefazo le está poniendo la cara a uno de los cocineros contra la llama de la hornalla
>salgo de la cocina
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huesosdelmonte · 4 months
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Nunca dices toda la verdad, nunca mientes.
Como si dijera: el ruido de las ramas agitándose no es el
viento,
el ronroneo del agua en la hornalla no es la tibieza,
ni siquiera tu cabeza sobre mi hombro es tu presencia,
pero todo lo que ocurre entre hoja y hoja ocurre en la raíz
y la taza de té que enfrían tus manos no ocurre sólo
entre tus manos.
Como si dijera: nada hace pensar que es así, pero todo
lo confirma,
hasta tus destellos de sombra con que me iluminas.
Nunca dices toda la verdad: siempre existes.
Alberto Szpunberg - Apuntes
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cestacruz · 5 months
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Siempre prendo la hornalla incorrecta
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