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#Teresa Banham
movienized-com · 3 months
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Winnie-The-Pooh: Blood and Honey 2
Winnie-The-Pooh: Blood and Honey 2 (2024) #RhysFrakeWaterfield #ScottChambers #RyanOliva #TallulahEvans #SimonCallow #EddyMacKenzie Mehr auf:
Jahr: 2024 (Februar) Genre: Horror / Thriller Regie: Rhys Frake-Waterfield Hauptrollen: Scott Chambers, Ryan Oliva, Tallulah Evans, Simon Callow, Eddy MacKenzie, Lewis Santer, Alec Newman, Peter DeSouza-Feighoney, Marcus Massey, Teresa Banham, Tade Adebajo, Philip Philmar… Filmbeschreibung: Tief im 100-Morgen-Wald wächst eine zerstörerische Wut, als Winnie-the-Pooh (Ryan Oliva), Ferkel (Eddy…
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3bentretenimiento · 4 months
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ozu-teapot · 4 years
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Utopia | Episode #1.3 | Written by Dennis Kelly | Directed by Marc Munden | 2013
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mrwhittaker · 5 years
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firstnightdesign · 7 years
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Archive Review • TESTING THE ECHO • OjO @ Tricycle Theatre [tour] • 2008 David Edgar's docudrama about immigration in the UK has been compared to Alan Bennett's The History Boys…
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UN RECORRIDO SIGNIFICATIVO
María Teresa Muñoz 
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La selección de obras, autores o escritos y su reinterpretación por una tendencia nueva es un problema fundamental que se plantea en la cultura arquitectónica de cualquier momento histórico siempre que se trata de sobrepasar los límites de los enfoques puramente estáticos y discriminar entre las formas más conservadoras y las más innovadoras, entre los factores continuos, permanentes y estáticos dentro de cada objeto considerado. Vistos desde este ángulo, los textos que George Baird y Charles Jencks agrupan en torno al tema general de El significado en arquitectura ofrecen hoy al lector sobre todo la ocasión de determinar, a cualquiera de sus niveles, qué partes tienen presencia viva en el actual panorama arquitectónico y cuáles otras no ofrecen, por ahora, valores arquitectónicos viables, qué planteamientos siguen conservando su eficacia y cuáles otros se refieren a problemas en los que ha dejado incluso de pensarse. El significado en arquitectura se organiza en la forma tradicionalmente usada en los Readings on...; un tema general suficientemente amplio sirve para dar cabida dentro de una única obra a multitud de contribuciones que no han de ser necesariamente inéditas ni tampoco elaboradas en torno al mismo, pero trata de romper este discurso monotemático convencional, en el que los saltos de un tópico a otro tienen lugar sin ningún nexo interno, mediante una serie de comentarios marginales que ayudarán a dar actualidad a los artículos reeditados y a tejer una línea de discusión sobre la que apoyar la unidad de la obra.
Sin embargo, el notable retraso con que ha aparecido la versión española, y que se hace sentir sobre todo en un título que muy pocos estarían dispuestos a conceder atención, proporciona a El significado en arquitectura un carácter bien distinto para los lectores ajenos o no a las polémicas suscitadas en torno a la aplicación de la semiología a la arquitectura; el de una obra que, perdida ya la fuerza de su ligadura temática, carece en absoluto de complicaciones y de ambigüedades lo cual no estorba a su pluralidad de lecturas, es más, nos anima a buscarlas.
Cada uno de los artículos remite a un tema concreto y cerrado en sí mismo expuesto unas veces de forma convencional y otras muy libre; se podría  decir que las orientaciones, no las teorías, contenidas en los escritos tienen tanto más interés cuanto más representativas son de la forma de hacer de sus autores y menos explicitan su posición respecto al tema y, aunque habría estado plenamente justificada una reselección, como la de Françoise Choay en la versión francesa, un recorrido por la obra de Baird y Jencks tal como fue originalmente presentada puede permitirnos hoy reconsiderar, desde nuevos puntos de vista, una serie de cuestiones y aclararlas mediante hipótesis diferentes capaces de ponerlas de relieve y rejuvenecerlas en la misma proporción  en que se agota su vigor.
Comenzaremos comentando los escritos de Reyner Banham, Joseph Rykwert y Aldo van Eyck quienes ofrecen, mucho más que el resto de los autores, una credencial personal definitiva; sus temas y sus formas de exposición son al mismo tiempo los más diversos y los más modernos y sus títulos insólitos dentro de la obra: “La arquitectura del Wamanoag”, “La posición sedente” y “La interioridad del tiempo” respectivamente.
En las tres partes de su escrito, el autor de Theory and Design in the First Machine Age, cuajada de citas y de erudición, presenta un verdadero catálogo de sus armas polémicas; ataca con dureza la estrechez mental de los arquitectos, se enfrenta a la tradición desde el campo de la tecnología y se coloca incondicionalmente al lado del “american way of life” al que colma de elogios.
La deliberada ausencia de bibliografía, tanto en “Panorama llano” como en “Un hogar no es una casa”, y su abrumadora utilización de nombres propios poco familiares fuera de ciertos círculos (muchos de ellos ocultos en forma de adjetivos o diminutivos) provoca muchas veces en el lector un bloqueo a la gran cantidad de referencias y sugerencias que siempre es capaz de encerrar un párrafo de Banham; su fascinación por la “arquitectura” de los muelles, que comienzan a deslizarse hacia los estuarios... cuyas edificaciones van disminuyendo progresivamente su altura y sus pretensiones... que, como algo provisional, sobreviven por tolerancia al margen de la acción..., por la revolución de los contenedores, a los que corresponde la función de proteger de la intemperie porque la casa no es más que un caparazón hueco y, como la mayoría de los caparazones existentes en la naturaleza, una barrera extraordinariamente ineficaz contra el frío y el calor...; y la tradición americana, desde los orígenes de la lámpara de keroseno, la estufa Franklin y los poemas de Walt Whitman, hasta Frank L. Wright, Bruce Lee, Herb Greene y Philip Johnson, este último convertido por arte de magia en realizador efectivo en New Canaan de los ideales de la anti-casa.
Para Banham, alejarse del fuego y encender el aire acondicionado son, en esencia, el mismo acto humano fundamental y la utilización de formas monumentales para alojarlos no responde a una decisión racional, sino a un sentimiento de inseguridad y a una persistente incapacidad para librarse de ciertos hábitos mentales heredados, por supuesto, de Europa.
La misma falta de racionalidad que encierra la elección de formas  monumentales para vivir, el tenaz sentimentalismo de la Open Society que Banham denuncia al final de su argumento, constituye el arranque de las consideraciones de Joseph Rykwert en torno a los motivos que han provocado el éxito de la silla Hardoy, las relaciones entre la “posición sedente” y las distintas formas de asiento con los conceptos de autoridad, tierra, nacimiento, etc. y, finalmente, a la propuesta de una radical modificación de los métodos historiográficos que deben constituir, por derecho propio, una parte esencial del bagaje cultural del diseñador y de su método.
Nadie que haya tenido un contacto previo con las obras de Rykwert se extrañará de su examen exhaustivo de datos antropológicos y antropométricos, desde Vitrubio y Durero hasta los manuales de Andry y Akerblom, ni de su consideración extensiva de la literatura “ergonómica”; sin embargo, en ese caso concreto, Rykwert se aproxima mucho más que los otros autores al tema que aglutina la recopilación haciendo que cobre un peso importantísimo dentro de la tesis: la constatación de la necesidad que sienten tanto los diseñadores como el público de formas que, junto a la traza de modernidad que la moda requiere, posean una carga de significado suficiente y, como consecuencia, la propuesta de extender el área dentro del cual haya de tener lugar el discurso racional sobre los problemas de diseño a través de la toma de conciencia del peso emocional que comportan no sólo ciertos sectores del ambiente, sino el ambiente total.
Rykwert reclama para el historiador de la cultura material el papel de psicoanalista de la sociedad y, con las imágenes de Freud y Lévi­Strauss en la mente, exige un riguroso examen de la memoria colectiva, incluso de la inconsciente y oculta, como base de cualquier estudio histórico que intente una aproximación a la experiencia presente y al diseño de nuestros días.
Las raíces antropológicas de los escritos de Aldo van Eyck, en este caso evidenciadas aún más al dar cabida dentro del conjunto de artículos que componen “El pueblo Dogon” a los de los antropólogos Parin y Morgenthaler, tienen incluso dentro de una obra repleta de levistrología un tono diferente; su punto de partida es el reconocimiento de la “profundidad temporal” del presente, es decir, de su capacidad para incorporar las pasadas experiencias ambientales del hombre y mitigar los conflictos paralizantes entre pasado, presente y futuro así como entre las antiguas nociones de espacio, forma y construcción y las nuevas de producción artesanal y producción industrial. En “El pueblo Dogon”, la memoria colectiva de unas gentes cuyo marco de referencia totalizador ejerce una irresistible fascinación sobre el autor, queda tras las páginas memorables de Aldo van Eyck y las no menos de Parin y Morgenthaler, como una llamada lejana a la recuperación de ese campo de variación del significado indefinido y latente, en definitiva, a la recuperación de la poesía  de nuestro ambiente.
Las identificaciones de la ciudad con el sueño, sugerida por Joseph Rykwert en su “The Idea of Town” y recogida por Aldo van Eyck como base sobre la que erigir su “fenómeno gemelo”, así como aquellas otras del tipo “casa grande-ciudad pequeña” propuesta por el propio van Eyck, reconocen implícitamente la capacidad de la ciudad moderna para alojar el mismo tipo de afinidad local-emocional que se acepta sin reservas en el caso de los poblados primitivos, desvelados por Claude Lévi-Strauss; solo es necesario actualizar su significado múltiple a través del acto de habitar; cuando el hombre contemporáneo habite de nuevo, en un sentido heideggeriano, cuando descubra otra vez ese terreno de certeza en el interior de su mente y no en el mundo exterior, se producirá su reconciliación con el ambiente.
Pero la polisemia de los sistemas  construidos de la sociedad occidental actual es, para Françóise Choay en “Urbanística y semiología”, no solo inexistente sino incluso indeseable; los tiempos en que existían referencias entre dichos sistemas y el hombre total están definitivamente concluidos y nuestro mundo “roto en pedazos” es ya una nueva naturaleza que requiere una sensibilidad distinta capaz de reconstruir en torno a otro marco de referencia su pretendida unidad.
Las preferencias que Choay demuestra por los enfoques “progresistas”, de inequívoca inspiración marxista y calificados en términos lingüísticos como metafóricos, en contra de los “culturalistas”, nostálgicos y metonímicos, en la racionalización de los procesos de desarrollo urbano, deja abierto el tema que después utilizará Martin Pawley en su “Casa del tiempo” y que lleva a una descripción minuciosa, casi de ciencia-ficción, de un mecanismo de diferenciación del ego capaz de neutralizar la falta de significación de los ambientes colectivos de nuestra época.
La modernidad de alguno de los pasajes de Pawley se vislumbra dentro de un escrito lleno de inconsistencias y equívocos que insiste una y otra vez en la necesidad de hacer del dominio individual un escenario en el que nuestro comportamiento personal adquiera “profundidad temporal” al ser sincronizado literalmente con la memoria almacenada en el mecanismo conformador de la casa del tiempo. Pawley, sin embargo, hace desaparecer la luz que podrían arrojar algunas de las alusiones a Beckett, Kubler o Rosenberg ante la debilidad de su propuesta concreta.
Este tono de modernidad es en Nathan Silver igualmente equívoco, esta vez más a causa de la falta de concreción que a la debilidad de la tesis; la “Arquitectura sin edificios” de Silver supone también, como la ciudad moderna de Choay, una ruptura total con el pasado porque desaparece la necesidad de aliarse con los principios que sustentan la idea de arquitectura como arte (coherencia, nobleza, etc.) y rechaza la prioridad de los aspectos visuales del diseño. A la monosemia de Choay y al anti-historicismo de Banham, Nathan Silver añade la condición esencialmente utilitarista de  la arquitectura del presente; el radicalismo que comparten las posiciones defendidas en los tres casos mencionados es tal vez uno de los aspectos más sugestivos de la obra para el lector que no quiera ver en ella simplemente una muestra de la moda lingüística de los años sesenta. Otro gran valor de Nathan Silver es el de ilustrar una tendencia generalizada en Norteamérica durante la segunda  mitad del siglo XX y prácticamente ausente de esta recopilación: aquella que considera los esquemas o modelos de conducta la propia esencia de la arquitectura.
Los escritos de Alan Colquhoun “Tipología y método de diseño”, aparecido con anterioridad en diversas publicaciones e incluso traducido al español, y “El significado en arquitectura” de Christian Norberg-Schulz, cuando ya se conocen las principales obras del autor, no requieren una consideración especial dentro de este recorrido por la obra; tanto la dialéctica establecida, en el primer caso, entre la idea de composición funcionalista y la utilización de soluciones-tipo en la resolución de los problemas de diseño, como la defensa de Norberg-Schulz de las concepciones de un espacio humano heterogéneo (en la línea de Mircea Eliade) y de la ordenación previa de la realidad a través de la forma, pueden considerarse como enclaves perfectamente autónomos dentro de la estructura general de la obra.
George Baird y Ken Frampton construyen sus argumentos, ambos intencionadamente ordenados y moralistas, en torno a obras concretas que sirven, en el primer caso, como extremos de un espectro en cuyo centro se sitúa “La dimensión amorosa de la arquitectura” y, en el segundo, como fórmula mediante la cual definir los conceptos de “Labor, trabajo y arquitectura”.
Aunque Baird utilice un edificio, el CBS de Saarinen, y un proyecto, el Thinkbelt de Cedric Price, mientras Frampton utiliza el libro de Hannah Arendt La condición humana, el esquematismo de su tratamiento  es idéntico y lo estrecho y conservador de sus propuestas resta, sin duda, valor a sus no pocos aciertos y los convierte en blanco obligado de los ataques más violentos. A pesar  de sus referencias a Lewis Carroll y Paul McCartney, e incluso a introducir en cierto momento una de las cuestiones más debatidas en los modernos estudios de estilística, George Baird no consigue conmover la construcción monolítica de su argumento, fosilizado ya en la segunda parte, ni abrir brecha en su moralidad de “responsabilidad y tolerancia” traicionada por Saarinen y Price. Ken Frampton suscribe esta misma moralidad tras una conclusión forzada por la necesidad de concretar en términos arquitectónicos las categorías de Hannah Arendt.
Por fin, Charles Jencks, Gillo Dorfles y Geoffrey Broadbent, ellos sí, empeñados en investigar El significado en arquitectura, presentan argumentos laboriosos e ingeniosas construcciones en apoyo de sus tesis de la “triple articulación”, la “prioridad de los significados connotativos” o la “no-arbitrariedad del  signo” en arquitectura.
El triángulo semiológico de Jencks, la interpretación semiótico-estructuralista de Dorfles o las mediciones de los significados de Broadbent constituyen, sin duda, la parte menos valiosa de la obra en este momento incluso para aquellos que muestran sus simpatías hacia los enfoques semiológicos o lingüísticos de la arquitectura. Es aquí donde se hace más patente la vejez de la obra y donde el tono de discurso se torna árido, reiterativo y lejano.
“La historia como mito”, el segundo artículo de Jencks, logra sin embargo despertar el interés a través de un mecanismo diferente; es la propia fuerza del tema elegido, la historia de la historia del Movimiento Moderno, la que se abre paso y consigue desdibujar lo diagramático de una construcción en la que catalogar a Giedion, Pevsner o Zevi de acuerdo con el mito en torno al cual articulan sus historias dista mucho de ser equiparable a la mucho menos afortunada representación tridimensional de los arquitectos modernos que ocupa la portada  del libro.
Aunque para un lector incondicional el sentido crítico venga siempre después de la admiración de todo y de todos, porque ésta enriquece más que la reticencia y es un tesoro que después irá depurando, parece necesario señalar, tras una referencia obligada a los catorce artículos, que un recorrido por la obra hoy ha de ser necesariamente selectivo y no sólo secuencialmente distinto. Es decir, que una vez admirado todo, lo bueno y lo malo, surge la necesidad de individualizar aquellos puntos de vista, aquellas orientaciones generales o incluso formas de exposición que siguen vigentes y separarlos de los que pudieran inducir a juzgar la obra como una reliquia definitivamente superada.
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Porque si las discusiones en torno a la “unidad mínima de significado arquitectónico” pueden resultar insostenibles después de casi diez años, las ideas de simultaneidad y acronía presentes en “La interioridad del tiempo”, la crítica funcionalista de Banham, el rechazo de los factores visuales del diseño de Nathan Silver, el reconocimiento de la monosemia de las estructuras urbanas actuales, etc. poseen en sí mismas un sello de actualidad suficiente para reclamar nuestra atención. (Cuánto más atractivas resultan las consideraciones de Françoise Choay o de Martin Pawley vistas a la luz de esas otras recientísimas de Colin Rowe y Fred  Koetter en torno  al carácter de “ciudad simple-casa compleja” inherente a las propuestas urbanísticas y  arquitectónicas  de Le  Corbusier...!) Y, a pesar de que hasta aquí se haya tratado de acentuar aquello que en la obra es o puede ser actual, no sería justo dejar  de mencionar un aspecto fundamental a la hora de evaluar su interés general; es, sin duda, la propia convencionalidad de la selección de Baird y Jencks la que, a pesar de sus deseos de convertirla en un debate abierto, se abre paso y garantiza uno de los valores indiscutibles de los Readings: servir de vehículo de introducción de los autores y  temas que presentan.
Y si este recorrido se ha organizado de forma que las primeras referencias pudieran guiar al lector hacia las demás y que éstas se articularan de forma que darán cabida a la mayoría de los temas, existe una última consideración práctica que desearía hacer aunque sobrepase los límites de la obra comentada; cuando la lectura por sí misma no resulta suficiente, ¿dónde se sitúan las orientaciones contenidas en la obra de Baird y Jencks con respecto a la teoría de la arquitectura y cuál es su utilidad práctica?
Seguro que dichas orientaciones serán útiles para todo aquél que desee reflexionar sobre los problemas de la ciudad moderna, la lógica del diseño, el carácter de su profesionalidad, los límites de los modelos formales, el análisis de los programas y la naturaleza de la arquitectura. Los estudiantes siempre las encontrarán valiosas para orientar y racionalizar su trabajo en las complicadas situaciones de planificación y diseño que no puedan ser manejadas simplemente como diseño experimental. En otros casos, pueden ayudar a disipar la confusión y sugerir formas de entender la arquitectura; esto no sólo es liberador sino que nos permite sentir, en nuestro trabajo profesional, que uno puede dejar de hacer teoría cuando desee hacerlo.
NOTA.–El título corresponde a uno de los artículos de Aldo van Eyck que componen “El pueblo Dogon” y las referencias, más o menos literales, son de la  propia obra comentada por lo que no parece necesario cansar con llamadas continuas. Aunque en el texto se hayan introducido algunas ideas pertenecientes a diversos  autores, sólo son lo suficientemente explícitas en el párrafo en que se menciona la admiración de una obra como previa a su crítica (Francisco Umbral, Las ninfas, editorial Destino, Barcelona, 1976) y en el caso del artículo de Colin Rowe y Fred  Koetter  (“Collage City”, publicado en Architectural  Review, agosto, 1975).
* Este texto fue publicado originalmente en la revista Arquitecturas Bis nº. 15 (Barcelona, septiembre de 1976), como reseña crítica del libro El significado en arquitectura (H. Blume Ediciones, Madrid, 1975), traducido al español por la misma María Teresa Muñoz. 
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Chico Xavier Psicografia Convite ao bem
Sabemos que, se for destruída a temporária habitação terrena em que vivemos, temos da parte de Deus um edifício, uma casa eterna nos céus, não construída por mãos humanas. Biblia - 2 Coríntios 5:1
Psicografia, Convite ao bem
Ó Senhor! Abençoa os teus servos fiéis, Mensageiros de tua paz, Semeadores de tua esperança. Onde haja sombras de dor, acende-lhes a lâmpada da alegria; Onde domine o mal, ameaçando a obra do bem, abre-lhes a porta oculta à tua misericórdia; Onde surjam acúleos do ódio, auxilia-nos a cultivar as flores bem-aventuradas de teu sacrossanto amor! Senhor! São eles teus heróis anônimos, Que removem pântanos e espinheiros, Cooperando em tua divina semeadura... Concede-lhes os júbilos interiores, Da claridade sagrada em que se banham as almas redimidas. Unge-lhes o coração com a harmonia celeste Que reservas ao ouvido santificado; Descortina-lhes as visões gloriosas Que guardas para os olhos dos justos; Condecora-lhes o peito com as estrelas da virtude leal... Enche-lhes as mão de dádivas bendita. Para que repartam em teu nome s lei do bem, A lua da perfeição, O alimento do amor, A veste da sabedoria, A alegria da paz, A força da fé, O influxo da coragem, A graça da esperança, O remédio retificador!... Ó Senhor, Inspiração de nossas vidas, Mestre de nossos corações, Refugio dos séculos terrestres! Fase brilhar teus divinos lauréis E teus eternos dons, Na fronte lúcida dos bons — Os teus servos fiéis!
Bernardin de SaintPierre, o romancista trazido por amigos a regiões vizinhas da Crosta Planetária, volta ao seu meio de ação e traça aspectos que asseverou pertencerem ao planeta Vênus.
Huyghens, o astrônomo, recebe mentalmente algum noticiário de nossas esferas de luta e ensaia teorias referentes à vida em outros mundos, afirmando que os processos biológicos nos orbes distantes são absolutamente análogos aos da Crosta da Terra.
Teresa d’Ávila, a religiosa santificada, transporta-se à paisagem de nosso plano, onde se lamentam almas sofredoras, e torna ao corpo carnal, descrevendo o inferno para os seus ouvintes e leitores.
Swedenborg, o grande médium, per-corre alguns trechos de nossas zonas de ação e pinta os costumes das “habitações astrais” como melhor lhe parece, imprimindo às narrações os fortes característicos de suas concepções individuais.
Quase todos os que vieram momentaneamente ao nosso campo de trabalho voltam ao esforço humano, exibindo a experiência de que foram objeto, pincelando-a com a tinta de suas inclinações e estados psíquicos.
Obreiros da Vida Eterna é um livro espírita, psicografado pelo médium Francisco Cândido Xavier, pelo espírito André Luiz.
Artigos sobre Crosta
Nas esferas vizinhas da Crosta Planetária instituem-se incontáveis escolas de preparação destinadas à melhoria dos que se distanciam da experiência física à maneira de ver-me rastejante colado à concha do egoísmo e da vaidade. É necessário reeducar, readaptar e restaurar personalidades que se demoram nas sombras do “eu”, desinteressadas do santuário que lhes pertence no imo do ser. Chico Xavier, Psicografia Cartas do coração, Reeducação Espiritual, Espírito Emmanuel
Não se podia, é verdade, dar largas à imaginação para especular acerca do que seriam realmente, essas espécies de acampamentos, por falta de referências mais claras que induzissem a idealização de comunidades de Espíritos habitando cidades estruturadas em edificações de natureza sólida, sobre terreno fértil à vegetação, e em tudo com estreita semelhança ao que conhecemos na Crosta. Chico Xavier e Heigorina Cunha, Psicografia Cidade no Além, Espiritos André Luiz e Lucius
Aproxima-se o tempo do meu regresso aos planos da crosta. Tenho comigo três mil Bônus-Hora-Auxílio, no meu quadro de economia pessoal. Não posso lega-lo a minha filha que está a chegar, por que esses valores serão revertidos ao patrimônio comum, permanecendo minha família, apenas, com o direito de herança ao lar; no entanto, minha ficha de serviço autoriza-me a interceder por ela e preparar-lhe aqui trabalho e concurso amigo, assegurando-me, igualmente, o valioso auxílio das organizações de nossa colônia espiritual, durante minha permanÊncia nos círculos carnais. Chico Xavier e Heigorina Cunha, Psicorafia  Detalhes da Cidade, Espiritos André Luiz e Lucius.
Teu devotamento cresce com as nossas transgressões, e se permites que a ventania do sofrimento nos fustigue o rosto, que os golpes da guerra nos abalem as entranhas do ser, é que, Artista Divino, concedes poder ao martelo da dor, a fim de que, vibrando sobre nós, desfaça a crosta de endurecimento que nos deforma a vida, entregando-nos a temporário infortúnio estabelecido por nós mesmos, como se fôramos pedras valiosas, confiadas ao zelo de um lapidário prudente e benigno! Chico Xavier, Psicografia À Luz da Oração, Oração Ante a Manjedoura, Espírito  Irmão X
Quando estamos presos à Crosta terrestre por atrações de caráter inferior, por exemplo, o amor possessivo, mórbido, não é fácil, a curto prazo, desligarmo-nos dessas algemas, ao deixarmos a vestimenta carnal. As paixões estabelecem tristes quadros de fixação mental na vida que palpita fora da matéria densa. São as cadeias sem grades, as prisões mentais. Chico Xavier, Psicorafia Amor sem Adeus, Influência dos Espíritos na Vida Terrena - Enaltecendo a Fé, O Amor e a Caridade, Espíritos Walter e Hércio Marcos C. Arantes
O trabalho dos Bons Espíritos na Crosta Planetária é gigantesco, desdobrando-se em funções as mais variadas, não só junto à Humanidade, mas a todos os reinos da Natureza. A tarefa se desdobraria em várias atividades de auxílio. Contariam com o apoio da “Casa Transitória de Fabiano”, grande instituição localizada no pela Espiritual, nas cercanias da Crosta Terrestre, que se dedica, entre outras finalidades, a abrigar almas recém-desencarnadas. A essa organização, a equipe conduziria os assistidos, nos momentos de sono físico, para se habituarem, aos poucos, com a idéia de desligamento definitivo do corpo material. Chico Xavier, Psicorafia Amor sem Adeus, Assistência Espiritual aos Recém-Desencarnados
Chico Xavier lembra, porém, que, nas esferas espirituais mais próximas da crosta terrestre, os Espíritos conservam seus pontos de vista pessoais em face dos problemas humanos." H. Pires - Chico Xavier Pede licença
Psicografia Espíritas em Vídeo para Estudo
Playlists
- Estudando a Mediunidade em https://goo.gl/5oJ3hv - Emmanuel em https://goo.gl/Lk4W8L - O Espírito da Verdade em https://goo.gl/umyaXR - Léon Denis em https://goo.gl/N21v4u - Mecanismos da Mediunidade em https://goo.gl/hBr4Dy - Evolução em Dois mundos em https://goo.gl/Yatjan
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londontheatre · 7 years
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Dessert: L-R Stuart Milligan, Teresa Banham, Graham Turner – photo credit Catherine Ashmore
As the Bible says in 1 Timothy 6, verses 9-10 “those who want to be rich, however, fall into temptation and become ensnared by many foolish and harmful desires that plunge them into ruin and destruction. For the love of money is the root of all kinds of evil. By craving it, some have wandered away from the faith and pierced themselves with many sorrows.” Yet, we all do want money. Millions are spent every week on various lotteries. The strange thing is, that wherever we end up on life’s rich list, there is always someone who we envy for having more. And occasionally this envy can spill over into action as demonstrated by Oliver Cotton in his play Dessert at the Southwark Playhouse.
In a rather nice country house, four people are enjoying a dinner party: Sir Hugh Fennell (Michael Simkins) and his lovely wife Gill (Alexandra Gilbreath) are entertaining fellow financier Wesley Barnes (Stuart Milligan) and his equally lovely wife Meredith (Teresa Banham). The meal, cooked and served by the Fennell’s eccentric factotum Roger (Graham Hislop) has been delicious and, as the four wait for their dessert, two things happen. The first being Wesley finally noticing the latest addition to Hugh’s painting collection. A portrait that, if its provenance is proved and it turns out to be a genuine Giorgione, could be worth millions of pounds. The second event is less pleasant as the party is invaded by Lance Corporal Eddie Williams (Stephen Hagan). Eddie is a man on a mission and that mission is to avenge his father who lost his life’s savings by investing in one of Hugh’s companies that then proceeded to go ‘belly up’. Eddie holds the household hostage while he tries to make Hugh understand the enormity of the wrong he has perpetrated on Eddie’s father and millions like him.
Before saying anything else about Dessert, I want to raise a massive cheer to set designer Rachel Stone for not only creating an absolutely fabulous Georgian style dining room but, at the same time seeming to double the size of the Playhouse’s stage. Director, Sir Trevor Nunn makes full use of the space and keeps things moving in his usual dexterous way.
Dessert is an intense play that really pins its colours to its sleeve as to the position it adopts with regards to wealth, power and influence. The plot wanders a bit but in a good way and I was completely engrossed in the play to the point that I was actually surprised when the interval came up. There was a lot of humour in the writing, but also some very emotional moments that really grip the watching audience. I suppose my one criticism is that the writing is really skewed in favour of Eddie and the downtrodden working man which leaves the financiers little room for manoeuvre as they try to justify their salaries and bonuses.
Dessert: Alexandra Gilbreath, Stephen Hagan – photo credit Catherine Ashmore
Eddie is a traditional working class lad. He probably joined the army as there was nothing else for him and now, after an incident in Afghanistan, he is home, one leg amputated and trying to help his financially bereft parents. Stephen Hagan is an absolute delight to watch as Eddie. The character is beautifully written – erudite and intelligent with an unexpectedly fine knowledge of art and a definite code of conduct – and Stephen really breathes life into him. He has that way of talking and shouting that – if you have ever been in or had interaction with NCOs’ in the military – is at once recognizable. It’s difficult to explain but it’s in the tone of voice and the emphasis on certain words or syllables. Two minutes into Eddie’s arrival I felt like I was back as an ‘erk’ on the parade ground at RAF Swinderby. That isn’t to say that Stephen’s portrayal makes Eddie a standard ‘grunt’. No, Eddie is a fully functioning human being who, in other circumstances, the dinner party guests might have got on with very well. The one thing that let Stephen down was his salute at the end which was definitely not up to army standard. Apart from that, Stephen put in a first class performance throughout. This is true of the other characters and it really feels as if there is a history between each of the couples. Things unsaid and resentments built up over the years which, with Eddie acting as the catalyst, come to the surface and change those relationships completely.
Finally, I really, really enjoyed Dessert. Every aspect from the writing to the performances worked really well. As I said before my one concern was the definite bias in the writing which left little room for maneuver for anyone trying to defend the financiers but, apart from that, I think Dessert is one of those plays that starts a conversation that keeps going long after the show is finished and the theatre is closed and for that, I salute the entire production.
Review by Terry Eastham
David Adkin presents Dessert A new play by Oliver Cotton
A British financier and his wife host a lavish dinner party for their affluent American friends. The food is delicious, the conversation animated and dessert is on its way – when, from one second to another, the evening takes a sinister and alarming turn…
With dark comic moments and unexpected twists, this world premiere of Dessert, written by Oliver Cotton and directed by Trevor Nunn, is a powerful, thought-provoking play about wealth, greed and the lengths to which people will go to claim what’s theirs.
Creative Team Director Trevor Nunn Set and Costume Designer Rachel Stone Lighting Designer Derek Anderson Sound Designer Sebastian Frost Casting Director Ginny Schiller CDG Producer David Adkin Associate Producer Adam Roebuck
Cast Teresa Banham Alexandra Gilbreath Stephen Hagan Stuart Milligan Michael Simkins Graham Turner
12 JULY – 5 AUGUST 2017 http://ift.tt/IyHGBX
http://ift.tt/2uDksOf LondonTheatre1.com
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favor757 · 12 years
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Iain Glen (Sir Richard Carlisle) and Teresa Banham in the play "Here".
For all the Iain Glen fangirls... (all I can say is lucky girl!)
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