Tumgik
Bisabuelos, bisabuelas...
No sé.
Sé que una de ellas se llamaba María. Sólo con ella tuve contacto. Murió cuando yo tenía 25. Fue una mujer firme, diría. Se enfermó mucho cuando llegó a su viejez. También tengo recuerdo de cuando comentan sobre lo jóven que era cuando fue madre y aún así buscó hacer lo mejor posible. No sé si era la época o es el interior, pero me genera una sensación de que no se sentía capaz de estar sola.
El bisabuelo Jorge H. , sólo sé que era un hombre narciso. No le importaban las mujeres, no le importaban los hijos, las hijas. Tenía un gran temor adentro que no lo dejaba vivir en paz.
No sé quienes son mis bisabuelos por parte de mi abuelo Iván. Sé por seguridad que fue otra mujer con mucho dolor y con decisiones difíciles por tomar y un hombre que no le importaban las mujeres.
De mis bisabuelos por parte de mi papá no sé nada. No sé quienes fueron.
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Ya entendí amor. Lo haces. Haces lo mejor que tienes a mano para demostrar que quieres que sigamos juntos y que podemos seguir compartiendo lo mejor que tenemos de antes. No somos perfectos. Tú ya lo sabias de antes. Y yo, por un momento lo olvidé y lo idealicé todo. Tu amor me hizo sentir viviendo en un sueño, una hija que ambos queríamos, la familia que deseábamos, la incondicionalidad. Y nos toco vivir ambos miedos, ambos dolores. Nos hizo tambalear. Y sé que me estás aceptando en esta temporada. Soy intensa y me frustró por no lograr ser mejor. Me imagino que también te has sentido así. Te amo. Y voy a intentar estar mejor. Necesito espacio para entenderlo. No sabría quien ser si no soy aquello que soñé. Y estoy tratando de que esa versión, la que jamás pensé y que será muy imperfecta, sea bondadosa, sea respetuosa, sea empatica, sea amable. La he teñido y espero que puedas comprender que haré lo posible por hacerla noble. Espero que estemos a tiempo.. Y si sientes que no es para ti, estaré feliz de que sepas que mereces más, porque eres una gran persona y mereces tus mejillas llenas de besos cada día. Y que podamos vivir bonito al lado de la Ali.
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Aún no resuelvo por donde partir esta confesión. Son muchas las frases que quedaron en mi mente dando vueltas, son muchos los pensamientos que género toda la disputa, pero creo que lo que me quedó clavado y doliendo fue la intención de quebrarme.
Una de las cosas que me queda dando vuelta es lo que dijo mi mamá, luego de que su hermano menor saliera de la casa, indignado por conseguir lo que siempre consigue de esta familia. Ella miro a mi abuelo y le dijo: Yo de verdad siento miedo de que el Marcelo me pegue, me haga algo. El tiene mucha ira y sé que es capaz de hacerlo".
Yo le encuentro la razón. Mi abuelo no dudo un segundo y dijo que eso jamás pasaría en su presencia. Y admiro la seguridad y la preocupación, pero creo que su infancia, esa forma "a la chilena" de crecer en los 60s, no colabora para dimensionar lo que las palabras de mi madre aludian en ese momento. No sé trata del golpe, de la violencia. Se trata de que crecimos juntos, que en un caos infernal de emociones, titulado familia, nos abrazamos, nos deseamos lo mejor. Nos secamos las lágrimas y buscamos reírnos juntos. Nos cuidamos y nos servimos un té. Un golpe se llevaría todo eso. Un golpe por la mano de mi tío hundiría a mi mamá en una vejez de soledad. Tres hermanos sacrificaron su espacio y compartieron a sus padres, su casa, la comida y los ingresos. Para ahora seguir ella adelante sola, teniendo además que cargar con el dolor. Teniendo qué cargar con esa mirada de odio, a quien recibió junto a su madre, siendo un bebé. Ayudando a alimentarlo, acompañándolo, cuidándolo. Año tras año, aguardando al día en que todo se quebrara.
Ya la vi antes así, la vi llena de miedo. La vi quebrada. Pensamos que nada peor podía venir, y no fue así. No pasó mucho tiempo y su odio se escapó nuevamente. Los odia, quizás a mi también. Es más fácil notarlo con mi madre y con mis abuelos. Desde los 17 años creo que ni siquiera le importo. Lamentablemente lo que él me ofrecía en esa época no era relevante para mi. Lo que él ofrecía no alcanzaba a compensar lo mal que me hacía sentir. Y me ha tocado seguir viéndolo a través de mi madre, por que ella lo ama mucho y sé que siente culpa por no hacer algo diferente para que él viviera unos padres diferentes. Aunque ella hubiese sido un hada las cosas no habrían cambiado.
Los dolores nos llegan a todos y entiendo que el suyo es de los más duros de sentir.
Ayer mientras lloraba por fin en casa recé. Recé y pedí que Dios le tendiera una mano, qué pusiera frente a él el perdón. Ahora lo pienso en seco e imagino que realmente Dios no pone el perdón exhibido frente a todos los ojos, o si lo hace? Entender es mi única manera de tomar el perdón. Quisiera forzarme a que hubieran más. A que el perdón y su camino fueran un gran vaso de suplementos deportivos que de pronto me transforman a la mejor versión de mi. Pero al igual que con la muerte del Iván me siento débil. Y es duro el círculo de aceptar que así me sentiré por unos días. Que las acciones, las herramientas, mis pequeñas fortalezas no son a prueba de todo.
No sólo me dolió tu agresividad y tus maltratos, me duele que el cariño que aún te tengo caben mi sentimiento de inútil, de poca cosa, de simple, de llorona, de frágil.
Estoy resolviendo cómo transformarlo y hacer de esto un trampolín para ir por todo aquello por lo que no resolvía ir en meses, quizás en años. Pero sigue ahí dentro mi pregunta, la que vuelve y se instala como un nuevo cristal a mis segundos vacíos. Cada vez que se aprieta mi garganta y mi pecho con la tristeza de quien me volví con tus palabras. ¿Por qué hoy me odias también?
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A veces, enseñarle algo a alguien, es permitirle hacerlo por si mismo.
Este fue el caso de está historia, que ocurrió mientras soñaba. Partía en una tienda de ropa, de la que disfruta mi madre, la Andre y yo. Diseños hippientos de los más caros. Botas de cuero cruel y bordados qué imitan al mejor esclavismo laboral. A medida que veía cada prenda, todo perdía el sentido. Estar allí, el ruido y la gente. Comenzaba a sentirme observada, pero sólo de reojo. Mi madre me ofrecía llevar algunas prendas como regalo, no me sentía tan segura.
Algo dijo ella, era una señora mayor, no lo sé, 65-70 años. Fue algo que a mi madre le agradó muchísimo, por que de pronto, la escogió.
Fuimos con ella rumbo a la playa. Ella y otros jóvenes, que no distingo. Compartíamos en el patio de esta casa. Comíamos y tomábamos vino, yo y ella rosado.
Ella no me da mucha atención. Hasta ese punto creo que mi madre le había dicho que yo era psicóloga. Ella comienza a charlar con una persona, un joven. El le cuenta de todo, la escucha y confía en ella. Se acercan otros, a la mesa algunos y con más reserva otros la escuchan con distancia.
No actúa como madre, ni como abuela o profesora. Permite que te abras y que hables de lo que no has podido hablar. Todos participan, dan su opinión, cuentan su experiencia.
Cuando todos han dicho lo que necetaban decir, incluso yo, me mira y me invita a cerrar. Me dice, dale cierralo.
Sentí que pasaba por muchas emociones, me sentí insegura, sentí incomodidad, sentí enojo o molestia. Por qué tenía que hacerlo yo? Ella tuvo la idea de esto ella lo inició. Y qué debo hacer? No les va a parecer a todos, y si lo hago mal, y si se sienten incómodos?
Ahora veo que yo pienso esas cosas para cuidar de las experiencias del otro. Mi ansiedad por fin tiene lugar jaja.
Lo logro hacer, reparto unas hojas cortadas y unos lápices. Les pido pensar en una palabra o un concepto sobre aquello que fue difícil o que no tuvieron en ese momento, y que sintieron en falta. Luego por el otro lado de la hoja, aquello que aprendieron o que cambió en ellos de manera positiva y no lo esperaban.
Creo que me demostró que puedo aunque me de miedo.
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Creo que lo que te aleja de querer amarla, es tu orgullo. Pensar que esa distancia es lo que merece la relación que creaste. Porque estar cerca de ella te recuerda todo lo que no hiciste, lo que no pudiste hacer y hoy desde el camino recorrido logras mirar atrás. La falta de paciencia que tuvimos que vivir, las pocas ganas de cocinar y de darnos de comer, y muchas otras cosas que me duele mencionar y que no nos hacen bien ni a ti ni a mi. Me las callo siempre, pero no porque no las diga no existen. Quizás te enfrentaste a la maternidad de una forma diferente. Eres más joven que tus padres y eso te otorga una visión nueva. Cambiaste la estrategia, pero de igual manera cumpliste con las responsabilidades básicas. Si criarme fue tan complejo, porque piensas que mi vida fue fácil?
Te imaginas todo lo que no te conté y todo lo que no viste que ocurría. Ahora entiendo cuanta rabia tenias conmigo, pero en realidad tenias toda la rabia contigo. De no poder resolver, no tener fuerzas de hacerlo, no poder conectar con el daño que te hizo tu madre y querer hacerlo diferente. No es culparla, es sentir ese dolor para empatizar con tu hija. No para hacerla sentir sola y lejos, para hacerla sentir rara y diferente, hacerla sentir parida por alguien más.
Sé que tú miedo te rompía, pero me rompió mil veces más.
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Movyes
De niña solía ver muchas películas, quizás como todos. Era un momento especial para mi, conmigo misma. Tras la compra de una cocina o un refirgerador en la casa, me correspondía quedarme con la valiosa estructura de cartón que había resguardado al producto hasta Yumbel, para en unas horas ser transformada en la mejor casa para la pequeña Mi de 7 u 8 años. Cortinas de fundas de almohadas para las ventanas agujeradas con cortacartón por mi abuelo, un par de cojines, una manta, y las velas de cumpleaños que mi madre odiaba que encendiera dentro de la inflamable casita. Casi todo listo para las mejores tardes de aquellos días, sólo faltaba lo mejor. Mi abuelo me prestaba una de las pequeñas TVs que había sido olvidada por un cliente que solicitó su reparación, también ponía en la base de la pirámide tecnológica, el antiguo reproductor de VHS.. y yo, procedía a lo mejor. Escoger la pelicula que acompañaría mi tarde. Otras veces ver películas implicaba un espacio en donde compartir con otros, conocernos más a través de esa película, sin explicar a fondo sobre nosotros, sino, sobre la escena que más nos gustó o conmovernos en silencio. Sobre esto tengo trés recuerdos importantes: El primero es mi abuelo, vimos juntos Anna Karenina, reimos mucho, y la vimos completa hasta las 3 de la mañana gracias a los comerciales de TNT en el cable. Me sorprendió de sobremanera que compartieramos tanto rato solos los dos y que nos gustara el absurdo ruso (desde entonces se ha vuelto una de mis favoritas). El segundo es con mi querida amiga Andrea, con quien podíamos ver 2 o 3 películas al hilo, sin importar director, comentarios o temática de la función.. nos deteníamos en el cable o en cuevana, y juntas nos animabamos a compartir esas películas. No se sentía pecado quedarse dormida o reir y decir "que mierda de película". Y por último recuerdo al exesposo de mi madre, con quien de manera insólita coincidimos en Tierra de osos (y otras animaciones) en dónde yo sigo aseverando que él era mucho más fanático que yo y sobre todo requería muchos más pañuelos que yo para contener todas las lagrimas derramadas a causa de la dura historia de los pequeños hermanos. Cuando me volví loca por las películas y conocí gente que vivía la locura con elegancia (tal cual Winnie the Poo versión finura) una de estas personas me dijo: "No lograrás ver todas las películas que hay, por lo tanto debes elegir bien que mirar". Yo quedé desparramada esa noche, sentí mucha ansiedad por no lograrlo, por haber perdido tiempo quizás viendo cosas sin sentido y por no haber cultivado mis gustos desde los 5 años para alcanzar a ver los clásicos de mejor forma. Junto a ello, mi tío Iván me dijo: "Les doy a las películas 5 minutos, si no me convencen en ese tiempo, sigo con la siguiente". Aún no sé que pensar de ello, aprecio su ánimo de querer resolver nuestro desamparo de no lograr ver suficientes películas buenas, pero hoy quisiera decirle que le di 5 intentos a una de sus recomendaciones y terminé apreciando esa película, no sólo por su calida, sino por su calidez. Y estoy aquí, recordando mi travesía por las películas y soy feliz. Estoy viendo una película de hora y media, de seguro muy baja calificación en ratings, pero me conmueve. A veces encontramos frases, escenas, representaciones de lo que necesitamos evocar en obras insólitas. Y hoy comprendo quien quiero ser y elijo ser quien le da sentido a las pelis porque estás dan sabor a su vida. De todas formas las sigo contando..
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Hoy no te extrañé. Fue raro. Me habría encantado que estuvieras con nosotros, celebrando los dos años de mi hija, riendo y conversando. Pero sé que no puede ser así. Y el dolor en mi pecho, ese vacío que se conectaba con todo el cielo oscuro no estuvo. En parte sé que es porque mi hija, Alicia, me trae siempre al presente, ella es mucho presente, es risas y cantos en el micrófono, es construir recuerdos, es la magia de aquello que de esfuma en breve y que se guarda como una pequeña llama en el pecho, de un momento cálido, amoroso y auténtico. No te miento, recordé como nos ayudaba os mutuamente a armar los cumpleaños, a inflar globos y decorar clmo si fuera la última fiesta. Sentí en cada cosa que hice todo el amor que siento por la Ali, todo lo bueno que merece sentir, porque ella es muchísimo para mi. Te recordé también al venir acá, hablar de paseos, de cuando estabas con nosotros. Quizás pensé en lo mucho que te gustaba pasear. Te vi también en la tristeza con la que te menciona tu madre y el gran dolor que aún busca ocultar tu padre. Creo que no te extraño, porque hoy te llevo en cada cosa.. En hacer estas ofrendas de recuerdos, de tradiciones, de herencias.. Pasear en Marisol. Tu y yo estuvimos acá más de una vez, estuve con tu hijo, estuve con tus padres, jugaste conmigo cuando era bebé y ahora juegan con la Ali. Estos recuerdos, qué son tus recuerdos trascienden ahora en ella, y de eso me voy a encargar, hasta que encuentre un sentido más completo para existir. Hoy pienso en ti y en Mirasol.
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Mi pequeña hija,
Hoy con tu padre fuimos al cine. Vimos una película que significó mucho para mi. Era sobre una chica que conoció a un hombre, qué visitaba lugares abandonados, para ocuparse de cerrar la puerta que vinculaba al más allá con nuestro mundo.
La verdad no sé cómo funciona aquello del más allá. A veces espero tener sólo una cosa clara o pensar que ella es cierta, y es que existe. Si existe, tu tio abuelo Iván, está allá.
Está película fue muy importante para mi, por que creo que en la vida ocurren cosas así. Por dolor y temor a la muerte, quizás hasta rabia con ella, una parte nuestra se queda atrapada allí. Vemos la vida corta y muchas cosas comienzan a carecer de sentido. Pero a veces esa forma que adoptamos nos aleja de todo aquello que muy seguramente compartimos con esa persona que ha muerto. El amor y los lazos son algo único de vivir y experimentar. Las historias que construimos y cada uno de esos momentos que guardamos con fuerza en nuestro pecho nos hicieron, y también nos hicieron llorar al volverse un recuerdo lejano.
Tu padre vino a mi vida como ese hombre de la película. Vino a recordarme que mi dolor seguía ahí, el me recordaba a estar hablando de nuevo con mi tío. Eso me lleno de pena, por recordar. Por darme cuenta que sólo podía recordar. Pero me lleno de valor, porque enseguida supe que no quería perderlo.
Cruzar ese umbral no nos hace recuperar a quien perdimos, pero notar ese valor nos hizo buscarte, nos hizo valientes de traerte a este mundo, como muestra de ese lazo qué si existe, de esa soledad que se vuelve diminuta, de ese sentido que vuelve a aparecer cada mañana en tus ojos, en tu bella sonrisa.
Tu eres nuestro futuro y yo quiero acompañarte hasta que la naturaleza decida qué es mi momento de cruzar el umbral.
Recuerda también, si un día estas triste.. Los momentos hermosos en la vida son intensos, pero a veces pueden ser muy pequeños, muy cortos, muy chiquitos. Y en comparación, el dolor, la angustia, la tristeza puede ser muy grande y verse muy enorme y amenazante. Pero ambos, como el gato blanco y el negro, el jin y el yang, te van a ayudar. Escuchalos a ambos, aprende de ambos y sé bondadosa con ambos.
Te amo hija. Y también estoy segura de que tu padre te ama muchísimo.
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El sol comienza a caer, pero no sé lleva aún con él su calor. La brisa acompaña la tarde fresca y un pequeño huevo ha hecho su nido en mi arena. Se ha cobijado en mi, me siento la elegida de un amor incondicional. Lo abrazo y poco a poco comienza a hacer de mi vientre su hogar.
Me paro, la arena está muy tibia y no quiero dormir todavía. El mar luce atractivo y nos llama. Creo que a ti te gusta más el mar que a mi, pero te llevo, porque desde ya te lo mereces todo.
La arena bajó los pies se torna fría, pero parece sólo un pequeño chispazo eléctrico en mi planta, sé qhe tu no lo sientes, estás en mi barriga, tan lejos del suelo, solo envuelta en mi calor. Comenzamos a llegar al agua. Un pie y otro, una ola y otra. Nos reímos, eres euforia en mi pecho como una cascada. Te abrazo en mi vientre más y más fuerte. Las lágrimas que quedaban en mis ojos ahora son gotas salpicadas por el juego del mar.
Cuando estamos dentro, sumergidas hasta mi garganta, te siento. Nadas calma y yo también. Pero la corriente se pone cada vez más fuerte. Creo que puedo dar un par de zancadas a la orilla y salir. Nos arrastra, te abrazo fuerte mi vida, veo que la lucha se pone difícil. Nos arrastra mas y más hacia el fondo, no sé si logre salvarte, no sé si logre salvarme. El mar y la tarde se han puesto negras, está todo oscuro por unos segundos.
Una corriente nos saca y me lleva hacia las rocas. No estoy segura de seguir sosteniendote. Solo sostengo el miedo de no poder flotar más. Me he vuelto densa, me he vuelto un cuerpo tan mortal. Mis brazos se lastiman una y otra vez, mi cabeza se golpea de una roca a otra. Tengo miedo, no te veo. No sé dónde estás. Te amo hija, no pude luchar.
Aturdida y herida, el impetuoso mar decide que ya es suficiente para mi. Quedo sobre una roca, y el viento me congela los huesos. No puedo pensar más en ti, el mar no me deja llorar. Creo que me duermo, quizás así alcance tu cielo.
De pronto una manito llena de calor hace que salga el sol nuevamente. Somos tu y yo de nuevo, me ves como lo que soy, me ves viva y dañada, pero te sonrió porque ya no espero no estar ni viva o dañada, solo quiero ver tu sonrisa, solo quiero la promesa que me da tu mirada.
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Si eres una mujer jóven, te recomiendo disfrutar tu vanidad. Disfrutala, pero no la dejes en la boca del resto. Prueba tu cabello para un lado, prueba amarrar lo, prueba teñir lo, cortarlo y prueba acomodarlo para el otro lado. Prueba tus colores, prueba tus estilos, conócete. No intentes llevar lo que te dicen que es correcto para ti. No intentes llevar lo que le gusta a tus amigos. No intentrs llevar lo que le gusta a tu pareja. Años después te reiras, pero dirás, viendo viejas fotos, " sí, a mi me gustaban las joyas artesanales, los pitillo, las vans con cordones cambiados, las camisas a cuadros y las poleras divertidas" y eso eras, eso fuiste y es una base segura de lo que siempre puedes volver a ser.
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Hoy como nunca, o como siempre, pienso en las mujeres. Pienso en cómo es ser mujer, es Marzo y se siente. Vivo a unas cuadras de la principal columna de la capital, la gran calle que convoca y hace historia. Y se siente. No sólo se ve en las pancartas moradas y verde desplegadas por el barrio, se percibe también una actitud diferente.
Y más aún en particular este mes me he acompañado por Margaret Atwood y "The handmaids tale", o también por "L'amica geniale" de Elena Ferrante. Recientemente descubrí los escritos de la fundadora de "La querella de las rosas", Cristina de Pizzano, y mi cine de esta semana sigue un camino similar con "Midsommar" y "Dont worry darling", arte y conceptos que me llevan a pensar en la representación cotidiana del feminismo, su complejidad y, a veces, su distancia del ideal, la cual se encarna en lo mundanas e imperfectas que somos.
Pero ni siquiera estas exponentes del género, sin querer en ningún caso desprestigiarlas, me hacía llegar a comprender una manera de actuar acorde a los principios y valores que veo reflejados en la ideología feminista y que cargamos en la propia experiencia de ser mujer, y serlo aquí, en Santiago de Chile.
Esta tarde he salido a comprar pan con mi hija, ella no tiene más de 2 años. Salir con ella implica ir jugando y curioseando, mirándolo todo, y en eso también a las personas que muchas veces son nuestras vecinas y vecinos. Entramos al supermercado por pan y queso de la fiambrería, tomamos un número para ser atendidas: 41, y el número de atención marcaba recién el 20. Nos dimos una vuelta y regresamos, nos acercamos al mesón. Todavía iban en el 30. Mi hija iba en brazos, firme al costado de mi cadera, arrimada a su madre. Desde ahí, desde su espacio seguro saluda a la señora que al otro lado del mesón y con mucha prisa atiende a un cliente cortando jamón y queso. Nos mira y con una sonrisa fugaz, nos dice que nos atenderá luego de terminar. Me sorprendí y un tanto avergonzada le dije que no se preocupara que yo tenía ya un número y no teníamos problema en esperar. Ella insistió y muy amablemente nos atendió. Luego y con mi hija acuestas todavía en la misma posición, fuimos por caja a pagar. Tras esperar nuestro turno, después de unas 3 o 4 personas fuimos atendidas por un amable señora en caja, quien tomó nuestro pan y al no ingresar el código lo dio por pagado. No noté esto enseguida y solo al llegar a casa y revisar la boleta me di cuenta de su gesto, el cual quedó oculto entre las mimos y caras que le hacía a mi hija para ganarse su sonrisa.
Pensé en que son mujeres, madres y abuelas que quizás algún día estuvieron como yo, justas a fin de mes, comprando justo, pero resistiendo, disfrutando el amor de una hija o de un hijo, porque aunque tengamos siempre poco tenemos mucho, tenemos tanto; y quizás hoy están como yo estaré a futuro: extrañándolos, extrañándolas, deseando ya estar en casa, anhelando el fin de semana para compartir.
Hoy agradezco a esas dos mujeres que me han aportado no solo ese hermoso y gran gesto que tuvieron con nosotras, desde un espacio laboral en que nos podemos encontrar tan restringidas de actuar. Sino que también le agradezco demostrarme, e incluso sin intención de hacerlo, a través de su forma de ser lo que es pensar en otra mujer, sin ningún grado de interés. Imagino que deben sentirlo y hacerlo muchas veces al día con más mujeres, y hacerlo muchas veces menos de lo que ellas quisieran. Me han enseñado bondad y compasión entre mujeres, y eso ha sido lo más feminista en este marzo revolucionario.
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El cuerpo de de la mujer del pasado se oculta, porque no es lo que los hombres quieren ver. El cuerpo de la mujer de hoy, que buscó demostrar la existencia de su silueta, se amolda, de adentro hacia afuera, con cirugías, fajas, cremas, bronceado y botox para tener el derecho de mostrarlo, para tener el derecho de ser visto: por los hombres.
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Hace unos años, varios años, me parecía que un beso no tenía relación con como se representara el amor de ahí en adelante. Un beso me parecía un suceso vago, que se perdía en quienes inmediatamente dejábamos de ser. Ahora veo la conexión entre aquellos pequeños actos y los mensajes de confianza, lealtad, respeto que van dejando a la siga de él modo en que la relación se va conformando.
Un beso entonces hubiera sido para mi una muestra de estar en el presente. Estar viva y ser una persona por la cuál sacrificarias la distancia, romperías la incomodidad e inhalarias valor, para que todo lo que eras cobrará un sentido real en ti. Agruparlas tus demonios y los empacaras , en caso de pensarme demasiado buena o demasiado inocente. Tomarías el camino de mejorar, si me hubieras visto como una compañía que no merecías.
Quizás lo hiciste, quizás detuviste todo porque no podías ofrecerme nada. Quizás te dormías ocultando el deseo de tocarme, de besarme y sentirme cerca, sólo por temor a no poder ser diferente.
Sin embargo yo no pude leer todo en aquel entonces, y la verdad es que te deseaba mucho. No sólo por la belleza y amabilidad que veía en ti, sino porque quería desprenderme de la sensación de haber dado quien era a alguien a quien no amaba. De haber dado tanto de mi a quien no deseaba en mi vida. Estaba enojada con mi soledad. Estaba frustrada por haber perdido tanto, por haber estado al filo de tomar una decisión que me llevaria a odiarme y a odiar a quien más supuse querer.
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Querida amiga mía :
Te escribo porque la amistad es importante para mi. Te escribo porque tú amistad es importante para mí.
Sé que estas lejos, sé que la vida te ha permitido esconder esta distancia en el trabajo y en el poco tiempo que te queda para ti. A pesar de ello, quiero que sepas que si estas pasando por un momento difícil, lo entiendo. Vincularnos con amor nos deja expuestas. Espero que encuentres cerca tuyo un refugio para tu corazón, a veces dormir con alguien que te causó daño, puede convertir una almohada en una piscina de soledad.
A veces me pregunto si esa es la razón que nos aleja. Me pregunto si temes que sepa que te sientes mal. O incluso que teniendo lo que querías no eres feliz. Temo que te preocupe que te juzgue, o que te envuelva mis palabras en un papel de fracaso, inexperiencia.. Y quien sabe que más, y te lo de como regalo.
No te insisto en vernos para jugar a comparar. No quiero saber cómo estás para sentirme mejor. No creo que saber que lo pasas mal me haga sentir campeona en el amor y la vida. Eso lo veo distante. Solo espero que no te sientas sola y que sepas que siempre te guardo con cariño.
Para mi siempre serás un montón en mi, un montón de vida y crecimiento a tu lado. Cuando pienso en ti pienso en la alegría, en la compañía, en la complicidad, en la simpleza de las relaciones.. Y también en la transformación, en el valor, en el perdón.
Tú transformaste mi vida, y la manera en que veo la amistad, y eso te hace única. No sé cómo estés, no sé por lo que pasas. Pero necesito despedirme por un tiempo. Sé que a veces es necesario cerrar algunas puertas para poder llegar a nuevos caminos, y esta estará cerrada hasta que quieras abrirla. Aquí encontrarás lo de siempre y más, porqué mientras no te veo yo seguiré creciendo por mi y para ti. Porque quiero saber como quererte y apoyarte cuando requieras regresar.
Vive lo que tengas que vivir. A tu lado me enseñaste y me diste la posibilidad de ser una mujer libre, que caminaban juntas por la madrugada sin miedo y llenas de risa, a sentir que la playa y la noche pueden ser nuestras, a que somos fuertes para subir un cerro y para superar un mal de amor.
Te adoro siempre.
PS: Si no estás pasando por nada grave en tu mente y corazón, entiendo que puede estar difícil la vida adulta y que resuelves tus prioridades de manera muy diferente a la mía. Sin embargo te extraño, y cada día me pregunto si hice algo para perder por tanto tiempo tu amistad.
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Perdonar
Hoy aprendí que no perdono por el hecho de que alguién me pida perdón. Perdono cuando alguien repara en que la manera en como actuó me hizo daño.
Y si esa persona está dispuesta a hablarlo, está dispuesta a mejorar el vínculo. Creo. Así ha sido.
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Definir esta relación es importante. Tus ires y venires no contribuyen, no le hacen bien a nadie. Yo sé lo que aquí sucedd. He mirado esta historia desde todos los ��ngulos sur ls experiencia me permite y con mucha fe he intentado. Pero hoy necesito crecer. Me queda chico este cuerpo necesito dejarlo atrás. Y para eso es importante saber que aquí no hay nada. Quiero trabajar en mi, en mejorar, tener más herramientas y estudiar. Tener respuesta para cuando la Ali las necesite. Para mi, ese es ahora el camino.
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Lo único que te agradezco, es haberme dado una razón para ser valiente.
Sin haber vivido estos años contigo, quizás no tendría ganas de ser más fuerte.
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