Tumgik
#y vi un monton de cartas y me dio curiosidad
mate-y-viajecito · 8 months
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I am looking thru my stuff and I have a lot of letters exchanged with my family, like some from my mum and some from my siblings. There are some birthday letters and some letters just because, and I got curious
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califasqueen · 5 years
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Avenida Mesa y López
Había decidido enviarte una carta hasta la isla antes de partir de la madre patria. La escribí a oscuras en la cama de la litera donde dormía porque no había más. Me preparé para levantarme temprano e ir a la oficina de correos más cercana y antes de darle besitos a la almohada repasé en mi cabeza unas dos o tres veces el camino hasta allí. 
A la mañana siguiente me puse mi ropa de invierno, fui a la recepción y le pedí un sobre al chico que la atendía. Caminé decidida y en unos cuantos minutos estaba en pleno centro de la ciudad, los rayos de la recién levantada mañana calentaban un poco la Puerta del Sol y a sus escasos transeúntes. Me senté entre botargas mal hechas de Mickey Mouse y la multitud trabajadora, y en un pedacito de banca escribí tu dirección sobre el papel todavía intacto. Me la había aprendido de memoria porque te quería y porque siempre he tenido un talento inútil para grabarme direcciones postales y fechas de cumpleaños. 
Llegamos y la oficina no existía más, el guardia en turno me indicó que la sucursal más cercana se encontraba en el Corte Inglés. Sin dudarlo ni un segundo hacia allá nos dirigimos, mi carta, la luz de las 9 de la mañana y yo. En todo el tiempo que viví en España nunca entré a un Corte Inglés hasta aquel día de febrero y por lo que vi, no era más que una versión europea de Sears. Bajé al estacionamiento como me lo indicaron en la entrada y en efecto, ahí estaba la pequeña oficina de correos. Me formé en la fila y mientras esperaba mi turno, con una curiosidad incontrolable, característica principal de lo que aquí llamaríamos metiches, vi los paquetes que llevaban los demás clientes y ligeramente sentí un poquito de pena por mi sobre gratis, abultado y mal escrito por las prisas, a pesar de mis esfuerzos por escribir lentamente nuestros nombres para que el cartero no pudiera poner de excusa que el destinatario era ininteligible. 
Mi turno, “buenos días, me gustaría enviar esta carta a Las Palmas”, “si lo envías en este sobre oficial te sale más barato”, yo solo pensé, “magnífica idea, sobre oficial, datos impresos sin necesidad de torturar a nadie con mi letra, menos dinero”, luz verde, señorita.
Pagué la módica cantidad de tal vez 2 euros y me fui feliz de saber que tendrías algo de mí por última vez antes de abandonar el viejo continente, porque cruzando el océano que ahora nos separa sabrá dios qué podía pasar.
Regresé al hostal sin dudar el camino. Terminé de preparar mi maleta, comí unos churros con chocolate más a huevo que de ganas, porque eran gratis y no había que desaprovechar esa oportunidad. Pedí un taxi a la estación, tomé el autobús al aeropuerto y entonces pasé los siguientes 30 minutos en ese lugar viendo por la ventana los últimos pincelazos de la ciudad que hace unos seis siglos atrás se convertiría en la capital del país para terminar de unificar al montonal de reinos que conformaban lo que los griegos llamaron Iberia y los romanos Hispania. Adiós, Madrid, no creo que algún día te vaya a extrañar. Te dejo a ti y a todos mis amores transatlánticos atrás. 
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