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#permaneciendo unidos como el haz
armatofu · 10 months
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#🇪🇸 El primero de los escudos que puede considerarse como Escudo de España es el que adoptaron Isabel I de Castilla y Fernando II de Aragón#el 15 de enero de 1475#concebido como la representación de las soberanías que ejercen En ella se dispuso que las armas combinadas las llevarían con iguales derech#de modo que pertenecerían conjuntamente tanto al rey como a la reina y no dispondrían de armas personales diferenciadas#lo cual es un caso extraordinario en España y con casi total seguridad#en Europa.El yugo. Mezclado con un cordón grueso#hace referencia a la leyenda del famoso nudo gordiano que cuenta que cuando el emperador Alejandro Magno llegó al templo de Gordio#halló un yugo atado por un nudo muy complejo del que se decía que quien lo desatase sería señor de toda Asia. Alejandro#sacó la espada y cortó el nudo#diciendo: “da lo mismo (tanto monta) cortar que desatar". Otros autores añaden que es además un juego de palabras cortesano de la época#cuando se adoptaba como emblema la inicial de la persona amada. Fernando adoptó el yugo#cuya forma coincidía con la de la inicial “Y”#por la que entonces comenzaba el nombre de la reina Ysabel. A su vez#ella adoptó las flechas como emblema de la “F” de Fernando.Las flechas: representadas unas veces#sueltas y otras#paralelas en número variable. Hacen referencia al viejo cuento del padre que al morir dice a sus hijos que#permaneciendo unidos como el haz#serán más fuertes.El Águila de San Juan: símbolo de la reina Isabel la Católica#representa a San Juan Evagelista#al que la reina profesaba gran devoción. Tanto Monta Fuente ABC.
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Y he aquí un intérprete de la ley se levantó y dijo, para probarle: Maestro, ¿haciendo qué cosa heredaré la vida eterna? Él le dijo: ¿Qué está escrito en la ley? ¿Cómo lees? Aquel, respondiendo, dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con todas tus fuerzas, y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo. Y le dijo: Bien has respondido; haz esto, y vivirás. Pero él, queriendo justificarse a sí mismo, dijo a Jesús: ¿Y quién es mi prójimo? Respondiendo Jesús, dijo: Un hombre descendía de Jerusalén a Jericó, y cayó en manos de ladrones, los cuales le despojaron; e hiriéndole, se fueron, dejándole medio muerto. Aconteció que descendió un sacerdote por aquel camino, y viéndole, pasó de largo. Asimismo un levita, llegando cerca de aquel lugar, y viéndole, pasó de largo. Pero un samaritano, que iba de camino, vino cerca de él, y viéndole, fue movido a misericordia; y acercándose, vendó sus heridas, echándoles aceite y vino; y poniéndole en su cabalgadura, lo llevó al mesón, y cuidó de él. Otro día al partir, sacó dos denarios, y los dio al mesonero, y le dijo: Cuídamele; y todo lo que gastes de más, yo te lo pagaré cuando regrese. ¿Quién, pues, de estos tres te parece que fue el prójimo del que cayó en manos de los ladrones? Él dijo: El que usó de misericordia con él. Entonces Jesús le dijo: Ve, y haz tú lo mismo.
S. Lucas 10:25‭-‬37 RVR1960
El buen samaritano
Todos hemos tenido esos momentos en los que sentimos un gran nudo en la garganta y tragamos saliva con fuerza para contener las lágrimas y evitar llorar en público. A veces, ciertas circunstancias y situaciones nos golpean con dureza, hasta dejarnos mal heridos por las batallas de la vida, tirados al borde del camino.
Experimentamos en carne propia sus penosos efectos, pero nos enfrentamos a una disyuntiva a la hora de adentrarnos en el dolor ajeno con empatía y compasión. La parábola de hoy nos anima a actuar adecuadamente, de una manera sana y vivificante.
Para ello, primero nos demuestra cómo no deberíamos actuar. Cuando el sacerdote y el levita vieron al hombre tendido a un lado del camino, cruzaron al otro lado y pasaron de largo. En lugar de ofrecer misericordia y brindar apoyo, lo dejaron atrás pisoteando su dolor. No le brindaron consuelo. Le negaron compasión. Sin embargo, el versículo 33 nos presenta una respuesta muy diferente: Un samaritano que viajaba por el camino se encontró con él y, al ver su estado, su corazón se compadeció de él.
El samaritano puso una venda de compasión en el cuerpo y en el corazón de aquel hombre quebrantado. La compasión no se manifiesta a través de frases hechas o clichés. Se entrega simplemente al estar presente: deteniéndose, permaneciendo y apoyando a quien lo necesita. Es esta compasión la que conduce decididamente a la sanidad, ya que el amor de Cristo va unido a acciones compasivas y misericordiosas.
Hemos sido llamados a participar en las dificultades de los demás. Somos invitados a estar presente en el dolor ajeno. Es preciso que nos involucremos en la profundidad de los problemas. El samaritano prestó los primeros auxilios al hombre abandonado en el camino, desinfectando y vendando sus heridas. Luego lo subió a su cabalgadura, lo condujo a una posada y lo cuidó (versículo 34).
El samaritano hizo algo más que arrojar unas monedas para aliviar el sufrimiento. Él mostró compasión: se interesó por el problema del enfermo, comprendió su situación y lo amó con los recursos que poseía.
Como creyentes, aunque seamos criticados por a quién amamos, en qué creemos y cómo vivimos, deberíamos ser reconocidos por nuestra compasión y misericordia. Al vivir en el amor de Jesús, prestamos atención a las personas de la misma manera que Dios nos ha prestado atención y nos ha mostrado misericordia.
Esta semana, ¿a quién puedes mostrarle compasión imitando las acciones del samaritano: detenerse, acercarse y prestar ayuda a los que se sienten desamparados?
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