Tumgik
#cajas con divisorios
flowersarteenregalos · 6 months
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cupula-mental · 6 years
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Cuando se trata del río de la historia, los momentos divisorios más susceptibles de cambiar son los asesinatos, los que tuvieron éxito y los que fracasaron. Eso era lo que nos había impulsado a Freddy y a mí a llegar a esta situación. Ambos escondidos detrás de un montón de cajas, nuestros ojos enfocados en el cuerpo que yacía frente a nosotros sin vida, su sangre manchando de forma permanente la alfombra, como un contrato que indicaba que este deposito abandonado sería de ahora en adelante un lugar que nadie olvidaría porque el polvo de sus estantes y las bolsas de basura en la esquina habían acabado de presenciar un suceso que quedaría marcado en todos los libros de historia. La idea había sonado ciertamente poética en un principio, un acto revolucionario que marcaría un antes y un después en el curso de la nación. Pero ahora que estábamos sentados frente a dicho cadáver, la adrenalina se había esfumado y eran confusas nuestras sensaciones. “A lo mejor…”, empezó a decir Freddy, pero sus palabras quedaron en el aire. Lo entendía perfectamente porque yo me sentía igual. Asentí y alcé mi mirada hacia el techo. “A lo mejor no estábamos hechos para salvar el mundo”.
c.b.
Esto es un poco distinto a lo que usualmente publico, pero espero también lo disfruten. Es el día 2 del Reto 21/21: Abre el libro que tengas más cerca en la página 58 y busca la frase 7. Escribe una historia corta comenzando con esa frase. La frase fue sacada de 11/22/63 de Stephen King. (26.06.18)
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maraocbr · 3 years
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Un lugar al que volver
Cierro los ojos y puedo sentir la emoción de llegar a la galería de pisos anaranjados, llena de tierra y hojas que trajo el viento y se acumularon por semanas, esperando nuestra llegada. Puedo sentir la ansiedad recorriendo mi cuerpo, quiero bajar del auto aunque aún no se haya detenido del todo.
Puedo escuchar el sonido de las cerraduras correrse, primero de la arriba, después la de abajo, cerraduras de cierre suave, de cerrojos cilíndricos. Siempre me pregunté por qué alguien pondría dos, con centímetros de distancia.
La galería es solo una muestra del frío que hace en el interior, aunque la temperatura afuera roce los 40°C, la galería, protegida por árboles, siempre está helada.
Un paso adentro, entrar al comedor hace que todos mis sentidos se activen. Siento el frío en la cara, en los brazos, en las piernas, un frío agradable que contrasta con el calor asfixiante del exterior. Tres pasos más, dejo los bolsos sobre el asiento de ladrillos que forma el divisorio con la cocina, lo siguiente que escucho es el correr de la traba sobre el marco metálico, alguien se está encargando de abrir la puerta del patio. 
Siempre el mismo orden: puerta principal, bolsos, puerta trasera.
La casa está en penumbras durante el día, es como si uno temiera perturbar la paz de ese lugar que es nuestro y a la vez no. La luz entra por las persianas desde la galería, tenue, allí siempre es la siesta.
Subir las escaleras es siempre una odisea, están eternamente iluminadas de verde por los ladrillos de vidrio color botella que dan al patio. Ser la primera en subir es llenarse de tela de arañas o encontrarse con alguna de ellas cara a cara, pero lo vale, el proceso que más me gusta es el de la elección de cama.
En la planta alta el cuarto que da al balcón, pegadito al baño, es de los abuelos o en su defecto de los adultos responsables durante las vacaciones. Descartado. El que está al otro lado del baño no tiene vista al balcón, sino al patio, pero las camas son simples y crujen ante el más mínimo movimiento. Descartado. Mi cuarto favorito es el que está al otro lado del salón, no solo tiene una ventana al balcón, también tiene cama doble y como se ubica sobre la caja de escalera tiene un desnivel que parece un tobogán, “el cuarto de la bajadita” le llamamos, ahí la diversión está asegurada.
En La Casa de Las Acacias los días son eternos, espléndidos, cuando hay sol y pasamos el día en el quincho o bajo los frutales, antes o después de volver del río. Dejamos reposeras regadas por todos lados, sentarse en el suelo es asegurarse piernas llenas de hormigas o “bichitos del pasto”.
Al río está permitido ir en dos horarios, entre el desayuno y el almuerzo o entre la siesta y la bajada del sol. Como sea, siempre volvemos cansados y llenos de arena, con la toalla embarrada al hombro y con mucho hambre. Como no podemos ir sin supervisión de un adulto, nos toca convencer a los tíos más jóvenes para que nos acompañen o cuando nada funciona, terminan yendo a regañadientes nuestros padres. 
Volver del río por la tarde solo significa una cosa: CHOCOLATADA. La chocolatada más rica que vayas a probar en tu vida, deliciosa a otro nivel, quizás sea por el hambre que provoca jugar en la playa o porque es servida desde una jarra metálica helada en pequeños vasos, también metálicos, que te congelan las manos, pero saben a gloria.
Hoy, a 20 años de distancia, me impresiona que mi mente guarde esta colección de sensaciones. Si cierro los ojos puedo escuchar a las cotorras temprano en la mañana, puedo oler el verde del patio, la fruta madura, el olor a río en el aire. 
Todavía puedo sentir en la piel el sol de mediodía y la brisa de las 7 de la tarde. 
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flowersarteenregalos · 6 months
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flowersarteenregalos · 6 months
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flowersarteenregalos · 6 months
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