¿Que esperas para comenzar a luchar por lo que te apasiona?

Ckris (via caos-literario)

Bomba atómica

Que hacemos cuando desconocemos la verdad? Cuando la soledad nos arrastra lejos del mundo y de nosotros mismos, y estamos tan llenos de preguntas, tan cargados de impotencia que creemos que podemos explotar, como una bomba atómica que destruye todo lo que conocemos, todo lo que queda vivo y todo a lo que nos aferramos para no caer. Dejando solo oscuridad, una oscuridad vacía, sin fondo, sin voz, sin propósito, sin sentido. Sin profundidad. Qué pasa cuando nadie nos conoce? Cuando somos un fantasma incluso para aquellos que pueden ver a través de las cosas. Cuando nadie ve luz en nosotros? Cuando aquellos a quienes más queremos se vuelven desconocidos que conocen todos nuestros secretos? Qué pasa cuando tu mente está dividida en dos, y con ella toda tu realidad, tu vida, tus emociones. Tu mismo ser. Todo cambia y todo se mantiene, todo gira demasiado rápido en tu cerebro pero afuera los relojes giran hacia atrás. Siempre es la misma nada, el mismo telón de frente, gris y plano, el único motivo por el que brilla son tus ilusiones. Tu imaginación. Ideales y sueños que no tardan en estrellarse contra la pared o revelarse y mostrar su cara más oscura. Barbujas vacías de aire y de vidrio que enseñan tu reflejo distorsionado de una realidad que solo promete pero que siempre eres tú, tú y solo tú, caminando por la misma línea, mientras todos te atraviesan o pasan sin tocarte como fantasmas. Como mucho, te dan la ilusión de flotar para luego descubrir que nunca despegaste del suelo. Como máximo te detienen en el camino, te dificultan seguir, te hacen creer que todo lo que ves es más brillante que nunca hasta que te das cuenta, cuando la persona fantasma desaparece, que en realidad, cuando más creías poder ver, estabas más ciega que nunca. Pero siempre serás tú. Aunque a veces te aferres a la soledad y te abraces a ella, y otras se convierta en tu peor pesadilla, en el túnel oscuro, el agujero negro que te roba la vida.

Soledad

Y de pronto te encuentras con un millón de vidas atravesando la tuya como flechas. Pasan apuradas, a los empujones, sin darte cuenta te unes a ellos y se hacen uno solo, una marea de almas perdidas que creen saber a dónde van pero se siguen buscando a si mismos sin saber. Sin saber que aunque todos estén juntos todos están solos, todos se desconocen. Todos siguen su camino sin mirar al costado, sin detenerse por un segundo. Sin pensar. El gran inconsciente colectivo que dice llamarse independencia, libertad, el mundo moderno. Una supuesta sinfonía en la que sin embargo todos desafinan porque todos quieren escapar. Del ruido, de la gente, de sí mismos. ¿Qué más da de que huimos, después de todo? Si algo es cierto es que vivimos escapando sin saber que a todo lo que perdemos, la vida no los devuelve pero con otro disfraz. En otro momento, quizás cuando ya no lo buscamos, en otro lugar, del que quizás estemos planeando marcharnos. En otra persona, en otra alma. O en nosotros mismos. Y de repente estamos anclados y nos zambullimos en la marea en busca de esa ancla que nos salva sin haberlo pedido, sin haberlo esperado. De un día para el otro sonreímos al caminar, nos sentimos libres, empezamos a mirar alrededor y empezamos a sentir de nuevo, a conocer, a aprender. Volvemos a vivir después de que nuestras almas vuelvan a respirar por sí mismas después de meses, años de estar en estado vegetativo. Sólo un corazón que bombea sangre y una mente resignada y llena de contradicciones. Una caja con listas de decepciones acumuladas e ilusiones muertas y pérdidas escondidas bien el fondo, tan en el fondo que nos imaginamos que ya no están ahí, que tratamos de olvidarnos que alguna vez estuvieron o que siguen estando. De pronto nos damos cuenta de que la soledad no es tan mala y que puede ser nuestra mejor aliada, quizás el ancla más fuerte. Encontremos lo que encontremos, al final siempre va a seguir ahí, inmóvil e impasible en su lugar, sin sacarnos los ojos de encima , esos ojos sabios, insondables, reflejos de un mar de distancia pero al mismo tiempo tan cercanos. La soledad siempre está cerca, rondando, y aunque huyamos de ella, aunque le temamos, es ella, y solo ella, la que al final nos salva.

El arte es vida. El arte salva vidas.

By Charlie Speeckaert

Somos lo que vivimos

Entendí que la vida es soledad, aunque sea nuestro peor miedo, por más que a veces no nos demos cuenta. Entendí que mientras seamos capaces de traicionarnos a nosotros mismos, siempre podemos traicionar a los demás, aún si es inconsciente, aún si no queremos. Y todos lo hacemos. Porque somos humanos y nuestros sentimientos son una cadena, porque nunca llegamos a distinguir con claridad qué hay del otro lado, porque estamos hechos de errores y del intento de corregirlos o de seguir como si nada, esa decisión marca la diferencia entre vos y yo, entre ellas y ellos, todos y nosotros. Entendí que todo tiene un motivo y que al odio hay que dejarlo de lado, porque ninguno siente lo mismo que el otro, ninguno vive lo mismo que el resto y cada error es una consecuencia de eso. En vez de odiar, entendí que hay que comprender. Porque así podemos soltar más rápido y la vida es más liviana, porque así podemos perdonar o dejar de sentir y seguir adelante. Porque tenemos que dejar de mirar tanto tan adentro nuestro y mirar un poco más alrededor, porque esa es otra manera de encontrarnos y de entender. Porque en última instancia entender nos salva y es la solución a todo y debe ser el objetivo de todas nuestras búsquedas. Entendernos a nosotros mismos, entender lo que hacemos, entender a los demás y entender la vida, las cosas que fueron y entender que muchas no volverán, lo que pudo ser pero que no fue, lo que fue y sigue siendo y seguirá o puede no seguir, depende de lo mutuo y nunca de uno solo. Cortázar dijo que un puente no se sostiene de un solo lado. Busquemos sobre todas las cosas nuestra libertad y nuestra felicidad. No sostengamos ningún puente si somos los únicos que hacen el esfuerzo. No intentemos dar felicidad si restringe la nuestra, detengámonos por un segundo y pensemos antes de seguir, de eso depende nuestro futuro y nuestra vida entera. No demos la vida por quien no demuestra querernos. Nos apegamos fácilmente a otros porque nuestro instinto es colectivo pero a veces se equivoca y nos ciega y nos nos damos cuenta que a veces al estar junto y para alguien sin soltarlo estamos perdiendo más que ganando. Hay que enseñarnos a determinar distancias, a alejarnos y a ser nuestro propio eje mientras giramos, nunca depender de la órbita de alguien más. A pesar del miedo que nos da la soledad, es más buena y más linda de lo que parece si la aceptamos. Porque si alguien nos quiere, se nota. Somos humanos y somos espejos entre nosotros y nada sabemos hacer mejor que sentir. Somos nuestras almas mucho más que nuestros cuerpos, somos lo que sentimos, lo que amamos, lo que pensamos, lo que decimos y lo que hacemos. Y somos mucho más lo que sacamos al exterior, porque nadie puede adivinar lo que tenemos dentro si nos cerramos y no cedemos. Somos lo que hacemos para cambiar lo que somos, porque cambiar también significa progresar, si no cambiamos significa que nos quedamos siempre en el mismo lugar, y si no nos movemos no avanzamos. Entendí que la vida es darlo todo por nosotros mismos y por los que nos quieren. Es crecer, aprender y sobre todo cambiar. Somos la posibilidad. Somos la diferencia entre un escalón y el vacío, entre perder y ganar, entre un abrazo y un golpe. Somos vida. Somos libertad. Elijámosnos, elijamos vivir, elijamos ser.

Somos lo que vivimos

Entendí que la vida es soledad, aunque sea nuestro peor miedo, por más que a veces no nos demos cuenta. Entendí que mientras seamos capaces de traicionarnos a nosotros mismos, siempre podemos traicionar a los demás, aún si es inconsciente, aún si no queremos. Y todos lo hacemos. Porque somos humanos y nuestros sentimientos son una cadena, porque nunca llegamos a distinguir con claridad qué hay del otro lado, porque estamos hechos de errores y del intento de corregirlos o de seguir como si nada, esa decisión marca la diferencia entre vos y yo, entre ellas y ellos, todos y nosotros. Entendí que todo tiene un motivo y que al odio hay que dejarlo de lado, porque ninguno siente lo mismo que el otro, ninguno vive lo mismo que el resto y cada error es una consecuencia de eso. En vez de odiar, entendí que hay que comprender. Porque así podemos soltar más rápido y la vida es más liviana, porque así podemos perdonar o dejar de sentir y seguir adelante. Porque tenemos que dejar de mirar tanto tan adentro nuestro y mirar un poco más alrededor, porque esa es otra manera de encontrarnos y de entender. Porque en última instancia entender nos salva y es la solución a todo y debe ser el objetivo de todas nuestras búsquedas. Entendernos a nosotros mismos, entender lo que hacemos, entender a los demás y entender la vida, las cosas que fueron y entender que muchas no volverán, lo que pudo ser pero que no fue, lo que fue y sigue siendo y seguirá o puede no seguir, depende de lo mutuo y nunca de uno solo. Cortázar dijo que un puente no se sostiene de un solo lado. Busquemos sobre todas las cosas nuestra libertad y nuestra felicidad. No sostengamos ningún puente si somos los únicos que hacen el esfuerzo. No intentemos dar felicidad si restringe la nuestra, detengámonos por un segundo y pensemos antes de seguir, de eso depende nuestro futuro y nuestra vida entera. No demos la vida por quien no demuestra querernos. Nos apegamos fácilmente a otros porque nuestro instinto es colectivo pero a veces se equivoca y nos ciega y nos nos damos cuenta que a veces al estar junto y para alguien sin soltarlo estamos perdiendo más que ganando. Hay que enseñarnos a determinar distancias, a alejarnos y a ser nuestro propio eje mientras giramos, nunca depender de la órbita de alguien más. A pesar del miedo que nos da la soledad, es más buena y más linda de lo que parece si la aceptamos. Porque si alguien nos quiere, se nota. Somos humanos y somos espejos entre nosotros y nada sabemos hacer mejor que sentir. Somos nuestras almas mucho más que nuestros cuerpos, somos lo que sentimos, lo que amamos, lo que pensamos, lo que decimos y lo que hacemos. Y somos mucho más lo que sacamos al exterior, porque nadie puede adivinar lo que tenemos dentro si nos cerramos y no cedemos. Somos lo que hacemos para cambiar lo que somos, porque cambiar también significa progresar, si no cambiamos significa que nos quedamos siempre en el mismo lugar, y si no nos movemos no avanzamos. Entendí que la vida es darlo todo por nosotros mismos y por los que nos quieren. Es crecer, aprender y sobre todo cambiar. Somos la posibilidad. Somos la diferencia entre un escalón y el vacío, entre perder y ganar, entre un abrazo y un golpe. Somos vida. Somos libertad. Elijámosnos, elijamos vivir, elijamos ser.

Gris lluvia 💙

Supe que todavía no te he olvidado, cuando escribo con dolor y aun tú eres mi inspiración.

Una Simple (via caos-literario)

Unhappy

I'm happy just with the rain. I'm happy just with a book, a piece of an inspiring poem. I'm happy when I write, when I sing, when I paint. I feel free. I'm happy when I talk with myself, when I invent unreal stories in my mind. I'm happy just with me. When I'm alone. And maybe it's an advantage, because everyone die alone. And specially, because the only things which can make me unhappy are people. The end.

Los nunca jamás son más reales que los felices para siempre.

Me

Fuiste hielo y laberintos

Me hundí en el invierno de mi alma, yo era la nieve, las flores recubiertas de escarcha, el agua congelada de un mar que antes rebosaba de vida. Pero había cosas en mí que no encajaban, y tardé poco, mucho menos de lo que pensaba, para comprender. Y ahora sé que lo que mi alma más ansía es comprender. Cuando entiendo, vuelve la paz. Vos eras el enigma de mi vida, mi mente estaba siempre inquieta internándome a oscuras por los caminos de tu laberinto, chocando contra las paredes, ciega con la oscuridad y ciega también con la luz que llegaba de a ratos porque era imaginaria. Nunca te comprendí, en vos nunca iba a encontrar la paz porque eras la ecuación que nunca se dejó resolver. Te abrías y te cerrabas ante mí, consciente o inconscientemente me conducías por callejones sin salida, por alucinaciones de una salida en donde había una pared. Mientras, yo me abandoné a tu alma como un libro abierto, y ambos sabíamos que siempre odié los misterios porque necesito saber pero justamente por eso son mi debilidad, me atrapan con una fuerza endemoniada y permanecen en mi cabeza girando en vueltas huracanadas. Te busqué tanto que me perdí a mí misma y cuando por fin me volví a encontrar fue cuando te perdí. Me di cuenta que había permanecido al borde del abismo durante todo ese tiempo, cada vez más cerca, pero que nunca había caído. Nunca me enamoraste. Mientras yo intentaba resolver tu incógnita me ponías otra nueva adelante, no podía seguirte el ritmo y por eso salí corriendo para ganarte sin saber que el suelo se cortaba y me caería. Me atrapaste tanto que me hiciste desconfiar hasta de las cosas obvias solamente para confiar en vos, para estar a un paso más del abismo que no era amor, eras vos, y vos nunca me lo diste. Todavía sigo pensando que sos como yo en muchos sentidos, que hay una conexión extraña, increíble, que nos hace almas parecidas, pero no similares. Ya no, porque entendí que no somos solo lo que decimos, somos más que nada lo que hacemos y yo nunca haría lo que vos elegiste hacer. En eso tu alma y la mía están separadas por un abismo. Yo nunca haría sufrir a alguien que me quiere tanto. Esa es la gran diferencia: yo nunca jugaría con nadie al gato y al ratón, yo no traiciono. Y el traidor no merece amor. No merece nada, excepto entender. Aunque me sacaste mucho, ahora también puedo ver que me diste mucho sin que signifique estar triste, ahora veo que no perdí. Gané tanto que aún no lo puedo ver todo, pero un día el día estuvo azul y el sol me calentó la cara y me hizo feliz. Me di cuenta de que mi felicidad seguía dependiendo de mí, que no me habías robado todo: mis edificios seguían ahí, rotos pero vueltos a construir, una nueva ciudad, solo para mí. Y quizás nunca te amé porque no me dejaste, y quizás por eso me salvé de caer. Pero ahora entiendo que estaba tan ofuscada en vos que me olvidé que la soledad siempre fue mi más fiel compañera. Que la soledad y yo no éramos enemigas, estamos hechas la una para la otra, y esta conexión, a diferencia de la tuya, me mantiene viva. Y con los ojos abiertos y mirando siempre al cielo, a las estrellas.

Yo quería salvarte la vida. Enseñarte a vivir, a mirar diferente. A distinguir la luz entre la oscuridad de tu mente, esa luz que nunca pudiste ver. Darle color a tu vida en blanco y negro, a tu alma asfixiada de soledad. Quise ayudarte a respirar, enseñarte a amar, darte todo de mí. Quise que viviéramos y que soñáramos juntos para que me dieras tu paz, esa paz que a pesar de todo tu caos me sabías dar. Sin darte cuenta. Quise, quise pero al final me di cuenta que mientras yo soñaba con vos y pensaba en lo brillante y tristes que eran tus ojos, vos te perdías en las pupilas de otra persona, como lo revelaron tus canciones. Todas tus malditas canciones en las que yo nunca aparecí. Aún cuando creía ver mis huellas en el rastro que dejaban tus versos. Aún así, nunca fui. Y ya perdí la posibilidad de ser.

Y ahora que ya no hablamos como antes, siento un gran vacío en mi interior, como si me faltara algo, como si algo en mí se rompiera poco a poco; como si me estuvieras olvidando.

Lyn. (via worldamongbooks)

¿Qué pasa cuando la confianza se pierde? ¿A dónde vamos cuando las cosas en las que creemos se desvanecen frente a nuestros ojos? Cuando todo parece perdido, el futuro es desconocido.

(via worldamongbooks)

- Solo deja de hacerlo. - ¿Hacer qué? - Fingir que te gusto y luego ignorarme. Ser cariñoso y luego cortante. Mirarme como si fuera tu mundo y que luego hagas lo mismo con las demás.