Domingo

Me gustan mucho los días como hoy, domingos en casa de la abuela. La comida es infinita y siempre deliciosa. Los papás viendo el partido en la sala de televisión, las mamás discutiendo sus semanas en la mesa del comedor. Nosotros, los primos, divertidos con mil juegos de mesa. Miranda y yo somos equipo. Joaquin y Alejandra son nuestros rivales. Siempre resulta lo más divertido del mundo y el dolor de abdomen por culpa de la risa es totalmente inevitable. Una pausa para comer helado y salimos al jardín a jugar a las escondidas. Ya conozco el rincón favorito de cada uno y aun así, siempre pierdo yo. No importa terminar cansados; sabemos que al entrar, nos esperará un chocolate caliente y muchas quesadillas con tortilla de harina y pepperoni. 

Los domingos así me recuerdan mucho a mi infancia y me alegra tener una familia como la mía. Mi hermana, mis primos y yo somos un buen equipo. En el verano viajaré de mochilero con Joaquín a Chile y no podría estar más emocionado. 

Maura es una gatita alegre y juguetona. Sus ojos verdes y redondos contrastan con su piel rosada y suave; es un animal especial y muy bello. Daniel la quiere mucho. Un día, Daniel olvidó cerrar la puerta de la entrada de la casa. Maura, al percibir el olor del viento, decidió que era tiempo de salir a explorar; nunca lo había hecho. Dio un brinco y antes de que Daniel lograra detenerla, el animal ya había cruzado el jardín y un segundo después, ya estaba del otro lado del mundo. Daniel se entristeció, pues pensó que nunca más vería a su mascota. Pasaron tres, cuatro, diez días y Maura no parecía volver. Daniel estaba cansado. Daniel no dejaba de llorar. Maura no lo sabía, ella solo curioseaba y descifraba los misterios del mundo. Visitó el zoológico, se sentó en un café y dio un paseo por el parque. Caminó por los tejados y sintió las gotas de lluvia caer en su carita. Observó a la gente pasar. Se enamoró del viento. Se enamoró del olor de las flores y del trino de los pájaros. Se enamoró del mundo. Ya es tiempo de volver. El mundo es maravilloso pero nada es mejor que los abrazos de Daniel y eso Maura lo sabe bien. Estaba contenta de pronto volver a ver a su amigo.

Maldita música mierda

Estoy molesto. No he escrito mucho sobre las cosas que me enojan, porque son bastantes en realidad y no quiero sonar quejoso. Es algo que tengo que cambiar, lo sé, y creo que empezaré ahora.

No puedo pensar en algo que me apasione más que la música. Me gusta escucharla, descubrirla, tocarla, pensarla. Me gusta hacer todo con ella y a veces es complicado conversar sobre canciones o artistas con otras personas porque suelo terminar enojado si tienen diferentes opiniones acerca del valor de la música.

Pienso que la música no es para todos. Así como no todos nacimos para ser genios y no todos nacimos para ser reyes, no todos nacimos para escribir música y no entiendo por qué hay gente que lo hace aun así. Esas personas son las que están llevando a la música y a su valor como arte a la maldita muerte. Esas, y las otras que consumen sus porquerías.

Cada día hay más música basura. Muchos de mis amigos me tachan de exagerado y pedante, porque hasta parece que me esfuerzo en escuchar música independiente. No es así y no espero que lo entiendan, pero es usualmente la música independiente la que respeta el valor de la música: sentir, descubrir, mover.  Podemos entrar en una discusión bastante extensa sobre qué significa la música independiente; hoy en día el término ya está muy sesgado, pero se entiende la idea. Me gusta la música que no tiene como único fin ensanchar las carteras de algunos.

Ayer escuché a una persona hablar sobre música de mala calidad –por esta ocasión no mencionaré artistas ni canciones– como si fuera una obra maestra. Hice un comentario en voz alta preguntándome por qué a la gente le gustan esas chingaderas y una amiga me respondió diciéndome que debo dejar a la gente disfrutar las cosas, que cada quien puede tener los gustos que quiera.

Al principio estuve de acuerdo. Quién soy yo para decir qué debe escuchar cada persona, o qué está bien y qué esta mal. Hace unos minutos reflexioné y es por eso que me encuentro molesto. Ya no estoy tan de acuerdo con el comentario que recibí.

Sé que todo con el arte es muy subjetivo y definir cuál es su valor realmente es muy complicado. No puedo decir que lo entiendo del todo. Todos los días me cuestiono si realmente existe la música buena y la música mala y todos los días concluyo que sí.

La música que busca lucrar no es nada más que basura. Existen muchos proyectos y artistas que a pesar de ser famosos y comerciales hacen cosas muy buenas con los instrumentos, con las melodías, con las voces, e incluso usan la música para protestar. Esa música vale la pena y que sea popular no quiere decir que sea mala. También hay música independiente que no aporta nada. No hay que escuchar música que nadie conozca ni hay que intentar tener gustos diferentes, solo hay que aprender a apreciar lo que vale la pena y lo que realmente trasciende.

Yo no soy nadie, como ya mencioné, para decir qué está bien o qué está mal, pero eso no me detiene de poder expresar lo mucho que me molesta y hasta cierto punto me entristece que la gente disfrute la música mierda. Es una industria que deja mucho dinero y la música deja de ser un arte para convertirse en un negocio. Si en mis manos estuviera, no dejaría que eso pase nunca. Por ahora solo me toca no contribuir con los artistas que buscan lucrar con la música y contribuir con aquellos que saben tratarla como el arte que es.

Carta para Sebastián del futuro

Si algún día sientes que es demasiado y ya no puedes más, siéntate y piensa en todo lo bueno que te rodea. Piensa que todo sucede por algo y que al final del día las cosas siempre han resultado bien. No siempre tendrás lo que quieres, pero si trabajas duro, la vida lo recompensará. 

No olvides ser amable, sé empático. Tu yo del pasado a veces lo olvida, pero estoy seguro de que tú no lo harás. Sonríe y nunca guardes rencor, que eso no lleva a nada. Escucha a los demás y no seas egoísta. Siempre ten la mente abierta y dispuesta a aprender. Hay gente que necesita de ti, no los dejes solos. Hay personas que te apoyan, no estás solo y nunca lo estarás si así lo quieres.

Nunca busques la aprobación de los demás; no sirve de nada. Busca estar satisfecho con tus acciones, tus pensamientos y tus sueños. Persigue tus sueños y si no resultan, no te decepciones. Con la cabeza en alto, vuelve a intentar.

Aprende a decir que no, aprende a equivocarte. Tu yo del pasado no lo entiende, pero estoy seguro que tú, algún día, sí lo entenderás. No está mal no saber; no está mal cometer errores. Eso te hace más grande. Comparte, así todo es más grande. Nunca olvides agradecer lo que tienes.

Tu yo del pasado tiene mucho que aprender y cuando leas esta carta, seguro que serás más grande, más fuerte y más feliz. Tal vez aún tengas mucho que aprender, pero no hay problema. Tienes toda una vida por delante.

Vamos a amar más

Creo que todos los problemas del mundo son por falta de amor y creo que ya es tiempo de aprender a querer sin miedo. Sin miedo a caer, sin miedo a romper y sin miedo a cambiar.

Vamos a sentir más amor. Sí amor a otras personas, sí amor a nosotros mismos, pero no solo eso. Amor por lo que hacemos, amor por lo que aprendemos, amor por las cosas sencillas que nos hacen felices y también por esas que nos quitan el sueño. 

Vamos a sentir más amor por el pasto mojado. Por las flores moradas y las flores marchitas. Por las mascotas, por nuestras canciones favoritas y por la comida casera. Amemos el agua de horchata y el placer de fumar un cigarro. Amemos aprender, amemos descubrir, amemos disfrutar.

Vamos a sentir más amor también por las lagrimas derramadas. Por la vez que nos rompieron el corazón y por aquél que lo hizo. Por no lograr lo que nos propusimos sintamos amor también. Amemos los baches y topes de la calle. Amemos caer, amemos llorar, amemos temer.

Vamos a sentir más amor por los sueños. Por los caminos que nos faltan recorrer y los paisajes no descubiertos. Sintamos amor por el sol del amanecer y el silencio de la luna. Porque algún día estaremos lejos, porque algún día seremos grandes, vamos a amar más.

La vida es una historia de amor. Solo sintamos más amor por el mundo. 

Arrakis

Empecé un libro nuevo: Dune. En toda reseña que he leído, el libro de Frank Herbert es definido como la épica más grande de ciencia ficción de la historia. Comparable únicamente con El señor de los anillos.

Comencé mi lectura y debo aceptar que las primeras páginas no fueron ligeras; hay mucha terminología ajena a este mundo. Aunque contiene un glosario, había un enredo total en mi cabeza.

Un capítulo después todo cambió. Ahora no puedo soltarlo. Me parece verdaderamente increíble el carácter descriptivo de la historia: cada término y objeto extraterrestre tiene un nombre, una historia y un porqué; es justo eso lo que hace al libro tan genial.

No logro concebir cómo una sola mente logró crear un universo tan definido, con religiones, políticas, historias, personajes y sociedades tan acercadas a la realidad y a la vez tan disparejas y complejas. Me parece de lo mejor.

  Hoy se me ocurrió una nueva idea: quiero aprender a hacer sellos de mis dibujos y diseños. Haré composiciones gráficas con los sellos que yo mismo talle y enmarcaré las que más me gusten. Suena como una colección divertida.

Corazón de sílice, no te mueras nunca.

O muérete ahora y destrúyenos. 

Muérete ahora y desgárranos. 

Muérete ahora y olvídanos. 

Muérete ahora o no te mueras nunca.

Daniel

Te escribo para decirte que no hay de qué preocuparse. Así son las cosas. No existe el amor si no existe el miedo. No está mal. Y puedo decirte una vez más que no temas por nada, pero como siempre, no serviría de nada. Lo hago aún así: no temas por nada.

Y es que encontré el mundo cuando me puse a buscarte. Encontré un millón de cosas que ya daba por perdidas y encontré otras más que nunca imaginé que existirían. Encontré un millón de estrellas en tus ojos. Encontré un millón de estrellas en los míos.

Dejé mis recuerdos lejos de aquí para llenar de nuevo mi memoria con tu nombre. Llené mi memoria de ti. Llené mi cuerpo de ti. Llené mi mundo de ti. Me explicaste con tu cuerpo el universo y entendí, que después de todo, amar no es complicado. Nada contigo es complicado.

No logro explicar y asumo que es difícil de entender, pero si te vieras desde mis ojos, sabrías porque sigo aquí. No hay nada de que temer.

Sebastián

Menos indiferencia, más orgullo

Ha sido un año particularmente aterrador para los grupos minoritarios en todo el mundo. Principalmente en nuestro continente, el progreso social y la equidad se sienten estancados. El hombre más poderoso del mundo es un ser despreciable, misógino, xenófobo y homofóbico: es por eso que Moonlight no pudo llegar en mejor momento. Hoy, más que nunca, películas como esta son necesarias e invito a todos a verla. Vale la pena.

Fui al cine con el propósito de reseñar Moonlight, hablar sobre sus actuaciones y fotografía. Voy a atreverme a no hacerlo: creo que hay cosas más importantes de las que tenemos que hablar en este momento.

Era una sala pequeña, 60 asientos y no más. Llamó mi atención que, a lo largo de los 111 minutos de duración, cinco parejas abandonaron la función. Es algo que nunca me había sucedido en la vida. Aún me pregunto por qué. Tal vez la trama les pareció aburrida. Quizá era ya muy tarde y querían descansar. Probablemente fue su mente cerrada e intolerante.

Si dijera que la segunda obra de Barry Jenkins trata de un niño que crece pobre, negro y gay, no me equivocaría en nada, pero esa no es la esencia de la película. Mejor voy a decir que trata sobre un niño aprendiendo a nadar; sobre amar sin recibir nada a cambio; sobre el primer beso y aquel amor inolvidable; sobre la luz de la luna.

La película trata sobre los sentimientos más mundanos y simples del ser humano: el miedo, el amor, el conflicto de encontrarse a uno mismo. ¿Qué es lo que hizo la película tan insultante para esas personas que dejaron la función? ¿Estoy teniendo prejuicios? ¿Estoy exagerando? No lo sé. ¿Es un afroamericano homosexual demasiado para sus mentes conservadoras? 

El largometraje se divide en tres estrofas, cada una contando un capítulo de la vida de Chiron: la niñez, la adolescencia y la adultez. Cada capítulo transmite, en una mezcla impecable de actuación, música, visuales y silencios, los conflictos eternos del protagonista. Como niño, la lucha de encontrar sus gustos y huir de la represión de aquellos que ya lo sospechan. Como joven, entender el calor en un beso y soportar el peso de una madre adicta a las drogas. Como adulto, lidiar con las cicatrices y finalmente aceptar que el amor es el amor.

Moonlight transmite un mensaje que, me atrevo a decir, ninguna otra película del “cine gay” ha hecho. La trama es tan simple y ligera, pero es a la vez un tenaz argumento que grita: “sí, sí existimos los negros homosexuales y a partir de hoy nadie nos va a oprimir.” La importancia de presentar a un niño negro homosexual es inmensurable. Se siente el orgullo en cada escena y no precisamente el orgullo de la homosexualidad. Me refiero al orgullo de ser humano.

Los personajes LGBT en el cine y televisión cada día son más y lo celebro. Pero no existe, dentro de ese concepto, la diversidad. Los personajes siempre son blancos y en su mayoría hombres. Ya basta. Basta de oprimir y basta de fingir que no existen homosexuales de otras razas. Moonlight logra su cometido: tengo los ojos abiertos. Y sigo preguntándome, ¿cuando logrará todo el mundo tener los ojos abiertos?

Episodio IV: La dinastía de la muerte

Me gustaría poder tener superpoderes y hacer que las personas actuaran como yo quiero. Todos tenemos fantasías piradas y a veces egoístas, y no me siento mal por ello.  ¿Se imaginan poder ser omnipotentes o poder controlar la mente de todo el mundo? Dios dirá que estoy pecando y probablemente así sea, pero ya me perdonará. Y sí no, el infierno no parece tan mala opción. Es broma. O bueno, qué sé yo. Puedo pensar en un millón de ocasiones en las que desearía poder cambiar las decisiones de las personas pero existe una en especial que, desde la primera vez que cruzó mi mente, no me deja en paz. Y nunca me dejará en paz. Se trata del final del tercer episodio de la saga favorita de cualquier nerd, Star Wars. Aquí podemos entrar en discusión porque habrá algunos, nerds y otros mortales, que dirán que Star Trek es mejor. Cada quien tiene opiniones diferentes y lo respeto. Aun así, no lo intenten conmigo: nunca cederé y Star Wars siempre será mejor por donde sea que le pienses. Volviendo al punto. Quisiera entrar en la mente de Geroge Lucas y poder cambiarlo todo. Viajaría en el tiempo para hacer las cosas a mi manera. No quiero decir que la historia galáctica haya sido mala, todo lo contrario. De haberlo manipulado, el curso de toda la guerra galáctica sería diferente. Son solo pensamientos míos. Tal vez sea George Lucas quien deba perdonarme y no Dios. Como sea. Qué habría pasado –esto es todo un asunto de habrías, hubieses y hubieras– si Anakin Skywalker hubiera tomado un rumbo diferente. Siempre me he encontrado fascinado por la naturaleza ávida del personaje y es interesante pensar que todo pudo ser distinto. Repito, son solo pensamientos míos, pero aquí va la historia: Situémonos en Mustafar, cuando Anakin –o Darth Vader debo decir– casi logra completar la Orden 66 y así extinguir por completo a la Orden Jedi. Imaginemos que sí lo logra y asesina a Obi-Wan Kenobi. La purga Jedi es un éxito. (Obviamente, en mi historia no pierde sus extremidades a causa de la lava. Aceptémoslo: de no ser por las mutilaciones que sufrió su cuerpo en Mustafar, Darth Vader hubiera sido el Lord Sith más poderoso jamás.) Después de asesinar a su antiguo maestro, Darth Vader toma control del star skiff de Padmé  y la secuestra. En el trayecto, Amidala da a luz a los dos gemelos y muere en el parto. Vader se odia a sí mismo en el momento, todo fue su culpa. Se da cuenta que el poder del lado oscuro de la Fuerza que Darth Sidious promete no es suficiente para él. Nadie tiene el poder suficiente para enseñarle a Vader lo que busca aprender: ser más fuerte que la muerte. De cualquier manera, Darth Sidious tiene intereses diferentes y Vader no busca controlar la galaxia. Al menos, no ahora. El poder no es ilimitado aún. Recordando lo que aprendió en el Templo Jedi, decide dirigirse a Korriban, el planeta que siglos atrás dio nacimiento a los Sith. Ahí decide que, sea como sea, encontrará la manera de convertirse en el ser más poderoso de la galaxia. Luke y Leia serían criados por él. Darth Sidious controla la galaxia. Al no saber nada de su aprendiz, ordena su búsqueda en cada planeta y cada estrella. Después de tiempo de no tener noticias de Vader, decide darlo por muerto y recurre a las Brujas Dahomiri para entrenar a Asajj Ventress, la única persona que podría, según él, sustituir a Vader. Ella se convierte en la mujer Sith más poderosa de la historia y con el tiempo, supera a su maestro y lo asesina. Anakin se dedica a estudiar la Fuerza en Korriban y tras años de explorar y buscar dominar el lado oscuro, conoce a una mujer residente del planeta: Koen. Ambos forjan una relación estrecha y Koen decide entrenar a Anakin; le enseña todo sobre la Fuerza. Anakin es el ser con más midiclorianos en las células que Koen ha visto y confía en que traerá paz a la galaxia. Anakin renuncia a la búsqueda de poder ilimitado, pues aprende que la Fuerza debe entenderse como una unidad: la oscuridad y la luz se complementan y se necesitan para crear equilibrio. Ahora cree que tiene el poder para devolver el imperio que, gracias a él, logro controlarlo todo. Un fantasma de Padmé se aparece frente a Anakin y le dice que está orgullosa de él. Nunca lo llega a saber, pero Koen es la entidad de la muerte. Anakin a su vez, entrena a sus hijos. Con cristales originarios de Korriban, crea dos sables para cada quién: uno blanco y uno negro. Les hace creer que la única forma de salvar a la galaxia de la destrucción –una galaxia que ninguno de sus hijos conoce– es dominando ambos lados de la Fuerza. Solo ellos podrían traer el equilibrio y la paz. Así transcurren los años y cuando Luke y Leia dominan la Fuerza, tanto como su padre, los tres se despiden de Koen, dan fin a su exilio y viajan a Naboo. Anakin profana la tumba de su antigua esposa y gracias a las enseñanzas de su maestro en Korriban, se da cuenta que tiene el poder traerla de vuelta a la vida. Ahora se sabe el ser más poderoso de la galaxia, pero eso ya no es lo que busca. Ahora está en paz con sus demonios y sin saberlo, la muerte es su aliada. Padmé murió para dar luz a los salvadores de la galaxia. Juntos, Anakin, Luke y Leia, podrán derrotar a Asajj Ventress y esparcir la disciplina de la Fuerza más poderosa de los tiempos: luz y oscuridad en unidad.       ¿Estoy loco?

El primer arquitecto en Marte

Me llaman Sebastián Rosales. De chico nunca me acomodó mi nombre: pensaba que no me serviría para ser presidente o astronauta o fotógrafo submarino. Me sonaba más a nombre de dentista. Yo era aventurero y no hay aventuras en endodoncias y piorreas. Cómo terminé estudiando arquitectura es algo que yo todavía no sé. Hay buenas decisiones que no necesitan ser explicadas, decía mi abuela. Ni explicadas ni entendidas.

Nací un 20 de octubre. Como Rimbaud pero 143 años después y en la Ciudad de México. Pronto cumplo veinte abriles y sí se siente ya uno medio viejo. Mentira, me siento más joven que nunca. Y no es hipérbole, qué sé yo sobre los años.

Vivo con mi madre, mi padre, mi hermana y mi perra, que es la mejor.

Mi madre vivió rodeada de cosas que amaba: medio millón de mascotas y medio millón de hermanos. Criados por una madre mansa y un padre gélido. Como la nieve, los dos. Ella siempre tuvo lo que quería.

No así mi padre, quien como el suyo, empezó de nada. Su coraje sigue pareciéndome casi de ficción. Sus padres eran su tesoro y ya los dos están en el cielo. O donde sea que estén, pero ya no aquí. Se le ve en la mirada, la tristeza. Hoy es abogado y criminólogo: la naturaleza de su ocupación nos ha enseñado a todos en casa a vivir entre secretos. No está mal.

De mi hermana y mi perra se habla en uno porque son dúo inseparable. Somos amigos los tres, pero ellas dos más y los celos de vez en cuando me ganan. De perros no hablo porque me tomo todo el día porque los amo y más a la mía. Es Shih-Tzu, que significa perro león, y ningún día se me olvida. Se sabe majestuosa.

Mi infancia la pasé llena de lodo y máculas de césped en las rodillas de los jeans. La adolescencia me cambió y ahora no me gusta ensuciarme. A menos que sea de color, que me encanta la pintura. Todas las artes me encantan, no quiero jerarquizar. Me pienso como una obra expresionista abstracta de Franz Kline. Polícromo, espontáneo, terco y vigoroso. Afable tal vez. Me toma tiempo pero sí, cálido también.

¿Mis pasiones? La música me enloquece, desde Bach hasta los Rolling Stones. De todo tiempo y de todo género, con sus excepciones. Los animales me fascinan. Me encanta la cocina, los idiomas y los viajes. La ciencia ficción y los superhéroes son lo mío. Me asombra el universo y los planetas. Disfruto de observar, imaginar y crear; espero ser un buen arquitecto.

Qué difícil es escribir de uno mismo y no es queja. Uno se da cuenta de muchas cosas, tampoco es queja. Hablaría de mis temores, pero esos son confidencias y difíciles de enlistar. Sé que me falta mucho para poder decir instantáneamente lo que quiero, sin miedo a equivocarme. Por ahora solo sé que nunca dejaré de ser aventurero. Tal vez sea el primer arquitecto en Marte.