Tumgik
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Si quieres que alguien desorbite tu cerebro un rato con un poco de inteligencia y picardía, sin duda el mejor de todos es G.K. Chesterton. Ojalá abundaran más escritores como él en este tiempo de tanta vaguedad y estupidez.
El siguiente fragmento corresponde a su texto El libro de Job, tomado de la selección que hizo Alberto Manguel en Correr tras el propio sombrero (Acantilado, 2005).
La idea central de gran parte del Antiguo Testamento podría ser la idea de la soledad de Dios. Dios no es sólo el personaje principal del Antiguo Testamento; Dios es propiamente el único personaje del Antiguo Testamento. Comparadas con Su claridad de propósito todas las demás voluntades parecen pesadas y automáticas, como las de los animales; comparados con Él todos los hijos de la carne son sombras. Una y otra vez, se insiste en la misma cosa: «¿A quién demandó consejo?». (1) «Yo he pisado el lagar solo y nadie había conmigo». (2) Los patriarcas y profetas no son más que meras armas o herramientas, pues el Señor es un guerrero. Utiliza a Josué como un hacha o a Moisés como una vara de medir. Para Él Sansón es sólo una espada e Isaías una trompeta. De los santos del cristianismo se supone que son como Dios, como si fueran estatuillas de Él.
Del héroe del Antiguo Testamento no se supone que sea de la misma naturaleza que Dios más de lo que se supone que una sierra o de un martillo sean de la misma naturaleza que el carpintero. Ésa es la clave y la característica principal de las Escrituras hebreas en su conjunto. Hay, sin duda, en dichas Escrituras innumerables ejemplos del humor burdo, las emociones exacerbadas y las poderosas personalidades que nunca faltan en la prosa y en la poesía primitivas. Sin embargo, la característica principal sigue siendo la misma: la intuición de que Dios no sólo es más fuerte que el hombre, no sólo no es más secreto que el hombre, sino que Él significa más, que Él sabe mejor lo que está haciendo, que, comparados con Él, tenemos algo de la vaguedad, la sinrazón y el vagar de las bestias que perecen. Es «Él quien se sienta sobre el círculo de la tierra, desde donde sus habitantes parecen saltamontes». (3) Casi podríamos decirlo así: el libro está tan interesado en afirmar la personalidad de Dios que casi afirma la impersonalidad del hombre. A menos que algo haya sido concebido por ese gigantesco cerebro cósmico, dicha cosa será vacía e incierta; el hombre carece de la tenacidad suficiente para asegurar su continuidad. «Si el Señor no construye la casa, en vano se cansan los albañiles; si el Señor no guarda la ciudad, en vano vigilan los centinelas». (4)
(1) La cita procede de Isaías 40, 14.
(2) Se trata de una cita aproximada de Isaías 63, 3: <<Yo he pisado en lagar solo y de otros pueblos nadie me ayudaba>>.
(3) Isaías 40, 22
(4) Salmos 127, 1
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