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Yo voy a tratar de estar lo que más pueda, pero hoy empece con la universidad, so. Pero les prometo que voy a tratar de mantener la actividad 

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“Oh… eres bailarina, ¿huh? Entonces sabrás que un simple error como un golpe en la espalda o que alguna vértebra se te haya lastimado te podría dejar sin una carrera de por vida en la quinta arte, ¿no es así? —Preguntó la fémina dejado que una de sus cejas se enarcara levemente. Durante su temprana edad también había sido una bailarina clásica, pero cosa que se terminó luego de media década de práctica gracias a una lesión en su tendón de aquiles (la cual sufrió en su momento, pero que no la afectó a largo plazo). “Sí, la verdad es que sí pienso que no fueron demasiadas. Es decir, quedaron más cabezas sobre los hombros de la gente que rodando por el suelo, ¿no? —Quizá aquello había sonado un tanto hostil, pero no se podía espera menos de una muchacha de la familia real inglesa, un clan que había sido uno de los más criticados pero que aún permanecía en lo más alto. “Sí, abuela, esa que usa una corona que hace mucho bling bling y tiene gemas enormes en ella. Quizá la conoces como la Reina Isabel II del Reino Unido, Canadá y otros quince países —Informó, dejando que una sonrisa ladina hiciera presencia.

“Lo se, pero de haber tenido una herida grave en la columna, no podría estar caminando. A lo más tengo un par de moretones” Aun cuando se estuviera muriendo de miedo por dentro, Eleanor siempre trataba de bajarle el perfil a sus lesiones para convencer a los demás y a ella misma de que todo estaría bien El ballet era una parte tan importante de su vida que no se imaginaba dejándolo en ningún tiempo cercano “Puede ser. En realidad pasó hace tanto tiempo y hay tantos estudios tremendamente diversos sobre ello que no vale la pena discutirlo” Ahora que sabía que estaba hablando con una princesa de verdad, el tema se había vuelto un poquito más delicado. No es como si pudiera llegar y decirle a una persona que su familia había sido culpable de miles de muertes por razones ridículas “Wow” No se sentía nerviosa, mas bien se sentía asombrada. El sueño de cualquier niña pequeña es conocer a una princesa de verdad, y era claramente algo que no ocurría todos los días “¿Y qué te trae a Canada entonces?”

Las palabras de la joven lo tomaron por sorpresa. ─ Vaya, debes ser la primera que me dice algo así desde que llegué a Toronto… ─ se rió, intentando ocultar que había logrado emocionarlo. Ella aún parecía no entender cómo alguien podía celebrar una pelea como la que acababa de protagonizar ─ Oh, ¿Qué puedo decir? Soy una persona muy positiva ─ se encogió de hombros.

─ “Temer” tal vez sea un verbo muy fuerte para describir la situación. Es más como fastidio. Lidiar conmigo es un fastidio para ellos, sobretodo si tienen que leer uno de mis informes escritos de alguna situación ─ sonríe con orgullo, molestar a hombres blancos con poder era uno de sus mayores hobbies ─ Tiendo a escribir más de 10.000 palabras por informe, sin importar que tan mínima haya sido la situación. ─ su teléfono vibró en su bolsillo ─ Escucha, ya voy tarde a clases y mis compañeros me están llamando, de seguro para que vaya a callar a algún profesor idiota, pero… ¿te veo por ahí? ─ preguntó, un poco inseguro notando que aún no sabía el nombre de la chica.

“¿En serio?” Encontraba aquello bastante difícil de creer. Aun cuando las personas no andaban alabando a otras a diario, le sorprendía que nadie hubiese tomado en consideración que el realmente era amable, genuinamente amable “Pues entonces cada vez que necesites que alguien te lo recuerde aquí me tienes” Quería asegurarse que él jamás olvidara que tenía su entera gratitud por haberla ayudado , mas bien salvado, de la riña en la que había estado involucrado. Escuchó atentamente como el muchacho le explicaba su relación con las autoridades, y no pudo evitar reír “Asi que los fastidias con tu ingenio e inteligencia. Deben odiarte” Había conocido muchas personas que se sentían irritadas al no poder controlar a alguien que era brillante, principalmente porque siempre tenían un tipo de respuesta que los dejaba sin palabras, y ¿por que no? molestias de por medio. Su sonrisa comenzó a borrarse de a poco en cuanto dijo que tenía que retirarse. A decir verdad, había comenzado y aprendido a disfrutar de la compañía del moreno, mas no quería ser la causa de que lo regañaran “Umm...Si, seguro”

A propósito o no, la mano de Nathaniel palpitaba como si en cualquier momento fuese a estallar. Soltó un bufido cuando Eleanor interrumpió la conversación, dejando que el muchacho se marchara sin ninguna lección. ¿Por qué la gente tenía que meterse en sus peleas? De todas maneras, una pequeña parte del boxeador le agradecía, considerando que ya se encontraba condicional por haber golpeado a un estudiante anteriormente. “¿Por qué lo has defendido? Se merecía un puñetazo.” Replicó, sordo a las palabras de la estudiante de psicología. Se giró hacia ella del todo después de haber visto que el muchacho desaparecía por la puerta, se había asegurado de recordar su cara en caso de que otro incidente pudiera pasar. “No tengo ningún problema con la gente en las cafeterías. Tuve un día agotador y muy bueno, pero acaba de verse arruinado.” Explicó, sabiendo que la razón por la cual se había arruinado su buen humor era obvia. Frunció los labios y le dedicó una mirada de pocos amigos a la castaña, entrecerrando los ojos. “Supongo que ahora vas a quedarte conmigo mientras compro algo para comer y pido un poco de hielo, ¿no? Así me tranquilizas con tus mierdas psicológicas.” No pretendía ofenderla, de hecho, le tranquilizaba la presencia de la muchacha, así que su compañía era siempre bienvenida cuando la ola de furia atacaba al boxeador.

Colocó los ojos en blanco al escucharlo. Por supuesto que Nathaniel pensaba que el estudiante se merecía un puñetazo por accidentalmente haberle apretado los dedos con la puerta. “Como digas” Honestamente no había punto alguno en discutir con él al respecto, porque probablemente no llegarían a ningún acuerdo. Lamentó que el día de su amigo se viera arruinado, mas también pensaba que no era para tanto. Los accidentes pasan y considerar que un buen día se convertía en uno malo por algo como ello, era ser bastante pesimista.  “¿Tan predecible soy?” Le daba vergüenza admitir que ese era su plan, mas no iba a cambiarlo porque en realidad era su única opción decente “Bueno dado que tengo dos carreras diría que si te tienen tan cansado mis mierdas psicológicas ¿cierto?, podría ofrecer un baile pero eso es netamente inapropiado” Bromeó para tratar de levantarle el ánimo “Aunque claro, te puedo enseñar ballet también y creo que sería bastante terapéutico” 

Atendió a las explicaciones de la morena, arrugando el gesto en una mueca de molestia conforme la escuchaba. Podía entender que algunas personas sufrieran de un estrés importante y pagaran por ello su mal día con los demás, pero había ciertos límites que algunos superaban con creces. Negó con la cabeza, viendo estúpido seguir la conversación acerca del carácter de ciertas personas de las cuales incluso desconocía su apariencia y nombre, por lo que no podía instar demasiado en una crítica constructiva y optó por dejar la plática en ese punto. La mención del portugués no sorprendió a la castaña, quien esperaba que tarde o temprano la curiosidad de su amiga se hiciera presente. “¿Qué quieres que te diga? Te lo conté todo por mensaje” respondió, encogiendo los hombros. Sin embargo recordando por un instante el momento tan incómodo de la mesa en la que cenaban, optó por aclarar las ideas turbias de Eleanor. “No hay nada entre nosotros, Eleanor. Somos amigos. Él a mi me atrae y le mandé unos chocolates demasiado directos que no recibí en respuesta. Me sentí estúpida por tomar la iniciativa y por eso estaba tan tensa en el baile. Pero no quita que me sienta celosa o molesta porque esté con otras personas o invite a quien sea. ¿Entiendes? Te quiero, Eleanor, y agradezco tu preocupación. Pero de veras no es algo que me preocupe. Los hombres nunca fueron mi prioridad en la vida.”

De cierta manera le aliviaba saber que lo de la italiana y el portugués no se había ¿consumado?. Aitor y ella no llevaban la mejor de las relaciones y si, quizás era egoísta pensar en ello, pero para la neoyorquina el chico ideal para Lavinia definitivamente no era él. Por otro lado, le aliviaba saber que su amiga tenía las cosas claras y que, tal como había mencionado ‘los hombres nunca fueron prioridad en su vida’. Se arrepentía si de su actitud en el baile, pero si ella decía que no había nada que hacer, pues no había nada “De acuerdo” Definitivamente no iba a insistir en el tema, más aún porque quería ayudarla a olvidarse de cualquier sentimiento molesto que su atracción por Aitor pudiese generar “Entonces no hablaremos mas del tema si eso es lo que quieres” Le sonrió levemente y tomó levemente su mano como si fuera una señal de apoyo que en realidad la chica no necesitaba “Podemos hablar de cualquier otra cosa, tú solo dime” Por poco y casi se le olvida que había un tema del cual ella quería  hablarle, aunque no estaba muy segura ahora. Optó al final por comentar sobre el asunto solo si ella le preguntaba al respecto, de otra manera sus labios estarían sellados

Ignoró el comentario, pues sabía que todo terminaría en una discusión sin sentido y que no tenía ganas de vivir. Si interfirió fue por algo y no lo iba a repetir otra vez. De todos modos, el agradecimiento de la contraria era bien recibido por la morena “Entonces saldremos. Si nos quedamos por aquí es muy probable que nos crucemos a extensiones baratas y estoy segura de que ninguna de las dos quiere verla el día de hoy” se conocía lo suficiente como para saber que terminaría en algo más que un simple intercambio de palabras. Se encogió de hombros antes de volver a hablar “No pasa nada. Supongo que podemos dejar las compras para otro día”

“¿Extensiones baratas?” Sabía que se refería a la rubia conflictiv y creía que el apodo era de lo más gracioso, es más, demostró su aprobación con una leve risa. La sonrisa en su rostro se fue desvaneciendo poco a poco no porque estuviera triste, sino porque lamentaba no poder ir de compras, es sólo que estaba aún inestable por el reciente evento “Absolutamente. Podemos salir otro día y aprovecho para compensarte ¿si?” Repentinamente recordó algo sumamente importante que había tenido sin ciudado durante la pelea “Oye, se me olvidó preguntar...¿nos vio algun profesor o algo hace un rato?”

Contempló la figura femenina por unos breves segundos y asintió con su cabeza, rectificando las palabras de la neoyorquina como verdaderas. “Solamente debes decirme para cuándo los necesitas y en qué horarios, yo mismo puedo hablar con el profesor.” Continuó con la verborrea, haciendo alusión a la influencia que parecía tener sobre el grupo. Y aunque reconocía que habían jóvenes prodigios de la música, el portugués tenía una relación de amor y odio con su profesor; amor porque llevaba años en el taller y era uno de los más antiguos, y odio porque no era la primera vez que llegaba tarde a una práctica. ¿Qué podía decir? La puntualidad no era una de sus más grandes virtudes. “Sí, Sebastian también es bastante bueno. Está constantemente discutiendo con Mile para ver quién se apropia del piano de cola y quién se queda con el órgano. Es un espectáculo digno de admirar, en realidad. Pero supongo que cualquiera de los dos podría ayudarte.” Se encogió de hombros, no era amigo del inglés, pero sí mantenía cierta relación con la chilena al tratarse de la mejor amiga de una muchacha bastante importante para el portugués. “¿La verdad? Yo creo que bastaría con la voluntad de los músicos, a menos que los ensayos de tu presentación se interpongan en nuestros ensayos. De ser así, tendrías que pedirle permiso a nuestro profesor. De todas maneras, yo estoy por terminar aquí. Tal vez unos veinte minutos más y será todo, no sé si quieres esperar.”

“Eso suena bastante bien. Umm...” Sabía que lo que estaba a punto de pedir era ridículamente irresponsable, pero necesitaba que resultara. Sino se vería obligada a salir del campus y buscar a músicos que tocan en la calle “...en realidad los necesito para mañana a este mismo horario” No tenia idea si los demás tenían clases a esas horas el día siguiente o si era siquiera posible conseguirlos de un día para otro, mas la esperanza de que se pudiera era algo que todavía mantenía entre sus brazos. Imaginarse a sus dos amigos discutiendo por instrumentos le resultó de lo más divertido, sobretodo porque era extraño imaginarse al inglés perdiendo un poco el control “Bueno, Sebastian o Milena, cualquiera de los dos sería fabuloso. Y si es posible conseguirlos para mañana espero que esa singular discusión no se lleve acabo” Ni quería formar en su cabeza la posible reacción de su profesora, si ambos chicos se ponían a discutir en medio del ensayo. Ahí si que estaría en problemas y no, definitivamente no necesitaba más de esos “Yo...prefiero esperar” Contestó un poco ¿incrédula quizás?, de que el haya echo tal oferta. Hasta lo que ella tenia entendido  no era del agrado del joven portugués “Prefiero asegurarme de que todo salga de la mejor manera posible. Esa mujer me aprecia, pero no creo que dude en matarme si vuelvo a fallarle otra vez”

Los ojos de la boricua fueron a posar a los ajenos brevemente, antes de volearse sobre su eje y buscar cualquier superficie que pudiera reflejar su rostro, encontrándose con un perfecto e inmaculado pulcro vidrio, donde pudo denotar como su nariz brotaba sangre roja. “Joder, maldita perra loca.” parloteó en su idioma natal, dándole aún la espalda a la contraria como si la situación le causara cierta verguenza. Tomó un par de pañuelos del escritorio de quienes supuso serían los integrantes de administración académica, y se los llevó a su rotro, frenando algún desastre que pudiera parecer que acababan de quebrarle el rostro. No dolía, no dolía porque seguía enfadada tanto que el calor de su rostro cubría cualquier sensación de molestia, pero estaba segura de que sí volvía a ver a la rubia en cuestión, le arrancaría hasta el último mechón de su oxigenada cabellera. “No tienes que sacarnos de nada, defiéndente a ti y yo vere como me las apaño.” contestó, dándose cuenta de que brevemente había cambiado su parecer, lo que había iniciado como un acto de bondad ahora estaba convertiéndose en culpa en la contraria y no deseaba eso, pero tampoco deseaba su misericordia ni lástima, había aprendido a cuidar por sí sola de ella, y podía defenderse, a diferencia de Eleanor, o eso pensaba su mente en caliente y enfado. Escuchó la solución contraria intentando calmar toda terminación nerviosa que pudiera llevarla a escaparse de esas cuatro paredes y meterse en semejante problema mayor, por lo que cuando le pareció razonable las palabras contrarias, solamente bufó y soltó todo el aire que contenía en sus pulmones. “No estarías mintiendo de todas formas, porque eso fue lo que sucedió. La verdad es la única opción y está medio campus de testigo, si nos castigan, también la castigarán, y si nos suspenden…. no nos van a suspender, ni me van a sacar la beca, o tendré que dejar pelada a esa chirusa.”

“Exacto. Todo va a salir bien, solo hay que decir la verdad” Aquello lo dijo más para convencerse a ella misma que a Rachel, porque a pesar de ser la solución más óptima, todavía desconocía lo que la otra chica le había contado al director. Y hablando del rey de Roma, en cuanto terminó de pronunciar sus palabras, la puerta de la oficina se abrió revelando la figura del director de la universidad. De haberlo visto en la calle cualquiera pensaría que es un trabajador común, no tenía una mirada inquisidora y mucho menos una actitud arribista. Supuso que en realidad el quería evitar conflictos tanto como ella y lo mejor sería llegar a un acuerdo que beneficiara a las partes que más se lo merecían, es decir, a todos menos a la loca bailarina rubia que había comenzado a insultarla. El hombre las saludó a ambas con un leve gesto y se sentó frente a ellas suspirando notoriamente. Probablemente esa loca lo ha dejado exhausto de tanto griterío y mentiras, pensó. Lo mejor era dejarlo hablar antes de que ellas pudieran decir algo que las perjudicara, y por ello hizo un gesto a Rae por debajo de la mesa para que guardara silencio. El director comenzó a contarles la versión de la chica: que Eleanor la había estado insultado y que por ello se había visto obligada a insultarla de vuelta, que estaba harta que le echara en cara haber sido bailarina en Nueva York, y que todo lo ocurrido había sido culpa de la castaña. Rachel había llegado tras una llamada de ayuda de la joven Bowman para que también se descargara con ella. En fin, todas eran mentiras del porte de un buque que andie se creería, y si el hombre frente a ellas decidía creerlas...bueno, tenían todo un grupo de testigos de lo sucedido. Una vez terminado su relato, el mayor pidió la opinión y la versión de Eleanor sobre los hechos “Creo que los tres aquí sabemos que yo sería incapaz de iniciar algo así. No solo porque mi conducta ha sido más que impecable durante estos cuatro años, sino también porque un lío de esta índole traería pésima publicidad para la institución de mi familia” Miraba al hombre sin perder el contacto con sus ojos para que se percatara que no tenía nada que ocultar “Como muchos podrán confirmarle, fue ella quien comenzó con su serie de insultos hacia mi, y en realidad es algo que he podido retener durante un largo tiempo. Sin embargo de un momento a otro los insultos dejaron de ser hacia mi, y comenzaron a tratarse de mi difunto padre, pero bueno usted ya sabe sobre eso ¿supongo bien al pensar que no es necesario contar esa historia?” Lo había dejado claro casi todo en su entrevista y en su ensayo de admisión, y no le sorprendió cuando él le pidió que prosiguiera “Bien, pues ella siguió con los insultos sin parar, y llegó un punto donde la situación estaba tan fuera de control que Rachel se entrometió para nada más que pedirle que se detuviera ¿no es así?” Preguntó dirigiendose esta vez a su amiga

“Enhorabuena” chispea supuesta emoción, las comisuras se le elevan suavemente en el espectro de una sonrisa. Hay cosas que tenemos como propias, como naturales, el efecto de la gravedad, esconderse de la lluvia, del mismo modo Hézekiah tiene la tendencia a hallarse en ese tono, en esa incomodidad, en ese lapsus entre abandono o reclamo. Triunfo (para otros fracaso) pero sabe bien que ha cumplido con el ritual casi sagrado de ser una pared para cualquiera. “Bueno, mírate.” aparta la mirada del espejo que lo ayudaba a limpiarse el rostro. La primera vez que se ve en aquel vidrio no puede evitar enarcar las cejas, el labio se encuentra sepultado y enterrado en filosas líneas que arden como caminos de lava, la esquina hinchada y latiendo más fuerte que jamás lo hará su letárgico corazón. “¿Qué diablos te importa que alguien vaya en contra seguramente de la opinión general que te debe tener con corona arriba?” encoge sus hombros, cuando el bermeja desaparece toma protagonismo la capa ligeramente violácea sobre su dermis morena, un color que tomará más vida en días siguientes.

Se había ofendido, no porque las palabras ajenas fueran verdad si no porque estaban muy lejos de serlo. Si, sus padres tenían dinero, pero a diferencia de muchos a ella jamás le daban todo lo que quería, millones de veces le decían que no, si quería algo tenía que trabajar por ello, y jamás en sus 24 años había utilizado el nombre y el dinero de sus padres para obtener algo o salir de líos. En fin, sus padres se habían encargado de tratarla como a cualquier niño normal, porque al fin de cuentas la cantidad de dinero que tienes no te define como persona. Por otro lado, si tenía una manía con ser perfecta principalmente por dos razones 1)porque los Bowman eran el rostro fundador de una institución de ayuda a personas con cáncer y por lo mismo, no podía permitirse hacer escándalos. Y 2) porque toda su vida le inculcaron que ella era buena en todo lo que se proponía.  Le molesaba de sobremanera que el hubiese saltado a conclusiones sobre ella, en especial porque era terriblemente erradas. Había tratado de ignorar sus comentarios mientras observaba el pequeño ventanal de la sala, mas su última pregunta le pareció ya demasiado. Lo miró de soslayo manteniendo su mirada por unos segundos, y luego la volvió hacia la ventana. Lo que se estaba llevando a cabo dentro de la enfermería ya no tenía solución y era un poco cansador “No es así” Tres palabras, no le dio más que eso. Tampoco esperaba que le importara de todas maneras, porque estaba ya bastante claro que a él le parecía más agradable con la boca cerrada.

— Hay gente que merece que le den una buena patada en el trasero. — Intentó quitarle el peso a sus acciones, porqué alguien se sentiría tan mal luego de haberle pateado el trasero a su competencia era algo que no lograba entender, pero si era lo que que ella necesitaba oír, eso debía decirle — Créeme, a mi me han dicho que necesito una desde que estaba en primaria — bromeó nuevamente, celebrando el hecho que al menos la ha hecho reír.

— ¡Claro que lo creo! ¿No has visto la TV? Todas las heroínas de hoy en día son unas completas badass, y eso no resta absolutamente nada a sus encantadoras personalidades — habló con completa confianza, sacando de sus bolsillos un pañuelo y tendiéndoselo a ella, cuyos ojos parecían a punto de seguir derramando lágrimas. — Pero no hablemos más de lo que acaba de suceder. Sólo recuerda, si algún inspector o jefe de carrera o directivo te pregunta qué pasó sólo diles que Alexis Miranda fue quién lo vio todo. Te aseguro que dejarán de preguntar sólo ante la idea de tener que hablar conmigo. — asistió, convencido.

Poco a poco podía sentir como su humor mejoraba. La conversación que llevaban era muchísimo más que amena, y él era realmente muy amable. Lo mejor de todo (y lo que más la tranquilizaba) era que no la juzgaba por lo que recién había sucedido. Al contrario, por poco y se lo celebraba. Ella sabía que estuvo mal involucrarse en una discusión/pelea como aquella, pero se sentía bien tener a alguien que no la mirara con ojos prejuicios ni de decepción “Pues yo no creo eso” Contestó mirándolo con una dulce sonrisa en su rostro “Es más, creo que de todos los que estuvieron aquí, eres él que menos se la merece” Mientras muchos habían incentivado la pelea, Alexis se limitó a hacer a todos desaparecer y a calmarla ¿cómo podría merecerse tal cosa?. Tomó el pañuelo que le ofrecía entre sus dedos y se limpió los restos de lo que fueron segundos atrás sus lágrimas “De verdad ves esto de una manera extrañamente positiva” Comentó divertida, haciendo que una genuina risa se deslizara de sus labios “¿Por qué? ¿Te tienen miedo o algo?”

Cuando Jean lloraba y alguien la encontraba, podían suceder un par de cosas: Ella, inútilmente escondiendo su estado de ánimo y la otra, que era llorar con más desesperación. No había razón aparente, pero al escuchar la voz de Eleanor con un tono de preocupación, sus sentidos se dispararon y ahora era inevitable que parase de lloriquear. No estaba acostumbrada a sentir que a alguien le importaba. Con rapidez, negó con la cabeza, mientras cerraba los ojos y dejaba que aquellas inminentes lágrimas resbalaran por su rostro. “N-n- no sé.” Tartamudeó, intentando colocar mayor parte de su peso en el tronco del árbol. “No sé…”

En cuanto comenzó a llorar ‘enteramente’, la atrajo a sus brazos de manera casi instantánea, al mismo tiempo que acariciaba su espalda para confortarla. Nunca la había visto así y realmente le preocupaba. Se veían poco, es cierto, pero Jean había estado allí para ella en su momento, y de vez en cuando compartían fantásticas conversaciones. Verla triste no era algo a lo que estaba costumbrada “Jean...” Comenzó diciendo en voz baja para que sus palabras quedaran solo entre las dos” Vas a estar bien ¿si?. Cualquiera cosa que sea, vas a estar bien” Desconocía si de verdad no sabía por qué lloraba o si tan solo lo había dicho por no querer decirle, y por lo mismo no ejerció presión en el asunto 

Su mano se interpuso en la puerta, impidiendo que esta se cerrara del todo ya que el estadounidense tenía la intención de entrar a la cafetería. Su día había sido agotador, sin embargo, se alegraba estar finalmente libre de heridas y dolores y también se encontraba feliz de haber sido reincorporado al equipo de fútbol. Estaba a punto de entrar a la cafetería, pero una persona desconocida hizo presión en la puerta, logrando que los dedos de Nathaniel se vieran aplastados. Soltó un gruñido, retirando la mano rápidamente mientras abría la puerta de golpe, casi golpeándole la nariz al culpable. “¡Joder!” Se quejó, sacudiendo bruscamente su mano como si aquello fuese a detener el ardor y el dolor que sentía en cuatro de sus dedos. “¿Es que no viste que estaba intentando mantener la puerta abierta?” Espetó, casi echando humo de la rabia que sentía. Y así mismo se había arruinado el buen humor del castaño… así de fácil.

Tras haber terminado sus clases de la mañana se había dirigido a la cafetería para terminar una de sus lecturas, acompañada de un delicioso café de vanilla. Su mesa se hallaba a tan solo metros de la puerta y es por eso que logró presenciar lo que ocurrió al norteamericano. Antes de que pudiera armarse una discusión, se levantó de su asiento sin antes dejar el libro bien cerrado sobre la mesa, y caminó hasta llegar junto a su amigo, posando una mano sobre su hombro para calmarlo a él y esbozando una leve sonrisa para tranquilizar al otro chico “Lo lamento, las cafeterías hacen que se ponga bastante irritable. Solo ve y estará todo bien” Dicho aquello hizo un gesto con su mano para despedirse del pobre sujeto prácticamente obligandolo a que se fuera. Si se quedaba, lo más probable era que Nathaniel se irritara más aún y nada bueno podía ocurrir si eso pasaba. Una vez que el estudiante se perdió en un grupo de alumnos, retiró su mano del hombro ajeno y se colocó frente al joven “El pobre se veía muy asustado como para haberlo hecho a propósito. Y de todas maneras ¿cuál es tu problema con la gente en las cafeterías?” Preguntó bromeando, acordándose de que su primer encuentro había sido allí y había comenzado en una situación mas o menos parecida

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Respondidas

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Ambas ya fueron respondidas, pero gracias