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1001 Películas: Top Gun (1986).

Siempre que pienso en Top Gun, pienso en lo mal que hemos tratado a Kelly McGillis a través de los años y, sobre todo, desde que se anunció la secuela de Top Gun: comparaciones de carrera, críticas físicas, comparaciones entre ella y Tom Cruise, ya cabréense. Después de que vi la película, me dio mucha más rabia saber que ni siquiera la consideraron para esta segunda parte. Y, bueno, lo otro que pienso siempre cuando mencionan esta película es que, hace tiempo, mi prima me contó que “Take my Breath Away” es ampliamente utilizada por los topleros al momento de empezar a sacarse todo. Y, pucha, me arruinó la canción para siempre.

Para sacarme el estigma de canción y película, vi la película y comprobé que nadie se saca la ropa al ritmo de la canción; no está libre de la escena cursi en donde los personajes consuman su amor, porque nadie es perfecto, pero podemos obviar esa parte. La película cuenta la historia de Maverick, un joven piloto de la marina gringa, quien es tan seco como arrogante; no lo culpo, es un súper buen piloto, al igual como su padre lo había sido en su época. Maverick y su mejor amigo, Goose, hacen tan buenas maniobras en el aire, que su jefe los manda al programa Top Gun, en donde entrenan a los mejores pilotos del país. Maverick se encuentra con un potencial frenemy, Iceman, con quien tiene una rivalidad piola y bastante homoerótica, y también con una profesora, Charlie, de quien se enamora en dos días. Durante el programa, Maverick se luce, pero su arrogancia y testarudez le juegan una pasada tan penca que hasta pone en duda su paso por la academia.

Ochenterísima a la vena, Top Gun me mantuvo entretenida aun cuando también me mantuvo mareada durante las escenas de los aviones. Por alguna extraña razón, aunque no me haya gustado ni el trailer de la secuela, siento que necesito ver la segunda parte de esta película.

How to Build a Girl (2019).

Uno de mis mayores sueños frustrados ha sido siempre ser periodista, más que nada para escribir y reportear sobre películas y música, cosas quizás superficiales para algunos, pero esenciales para otros. Era también el sueño de Johanna Morrigan (Beanie Feldstein), una tímida e insegura adolescente que destaca por su talento para la escritura. Johanna vive con sus padres, un músico frustrado y una ama de casa, además de sus hermanos: Krissi, Lupin y los gemelos inesperados, quienes tienen a su mamá hasta con depresión post parto.

Luego de un desastroso paso por la televisión local y arruinar el negocio familiar, Johanna decide conseguir dinero para el hogar y escribe una reseña de la banda sonora de Annie para la revista de música D&Me; cualquier parecido con la realidad es sólo coincidencia. Al principio, obvio que los periodistas no la toman en serio, porque además de tener sólo 16 años, Johanna es media inocentona e ingenua, pero sus primeras columnas son la raja y consigue trabajo en la revista. Johanna también consigue su primera entrevista: el músico John Kite; su reseña está totalmente basada en el amor que le profesa, por lo que sus jefes se la rechazan y le explican que, para surgir en la revista, tiene que sacar a la crítica ácida que lleva dentro. Johanna cambia por completo su personalidad y se mete con todo en el mundo del periodismo aburrido y levantado de raja.

Como mi mejor amiga me conoce tan bien, me recomendó esta película sabiendo que me gustan las historias de escritores (en realidad, también fue por un alcance de nombres y de parecidos) y obvio que me encantó. Ojalá hubiese existido este tipo de películas cuando yo tenía 16; estaba Almost Famous, a la que amo con el alma, pero el protagonista es hombre. Me recordó mucho las ganas de escribir que siempre tenía y como no falta nunca la profe que te anima a escribir. También sirve de lección para no comprometer nunca tu estilo o tu personalidad para caerle bien a un grupo que parece odiar todo lo que ve o escucha.

Perfect (1985).

Confieso que llegué a esta película sólo para ver la escena en donde las caderas de John Travolta y las caderas de Jamie Lee Curtis se seducen mutuamente al ritmo de una canción exquisitamente ochentera y donde las mallas con rebaje exagerado aparecen agresivamente en primer plano. Peak cinema.

Sin pescar las malas críticas que tuvo en su época, me concentré en la historia de Adam, un periodista de la revista Rolling Stone. Adam está tratando de sacarle una entrevista a Joe McKenzie, un empresario que está metido en negocios turbios con drogas. Al mismo tiempo, Adam también viaja a California para escribir otra historia: la nueva moda de conocer pareja durante ejercicios aeróbicos en distintos gimnasios. En el Sports Connection, Adam conoce a Jessie, la mejor entrenadora del lugar, pero sacarle una entrevista a ella será más difícil que convencer a McKenzie.

Hasta la hora y diez minutos, la película es bastante entretenida; después, por alguna razón (ya no hay más caderas de Travolta), se va desinflando de a poco, pero nunca es tan terrible como nos hicieron pensar.

The Goonies (1985).

Me gusta ver los clásicos de los gringos, porque así podemos tratar de entender qué rayos pasa por sus cabezas, pero por más que una lo intente, no pasa mucho que digamos; hay que dedicarse a ver películas no más. El ataque de nostalgia mayor siempre es mostrado a través de menciones o pequeños guiños a “The Goonies”, una película en donde un grupo de amigos decide salir a buscar un tesoro escondido y, de esta manera, salvar el barrio donde viven, Goon Docks.

El grupo consta del líder, Mickey, su hermano mayor, Brandon, Data (el inventor), Mouth (el cállate un rato), Chunk (el cliché del amigo gordito) y dos amigas de Brandon, Stef y Andy. Todo comienza cuando los niños encuentran un mapa del tesoro en casa de Mickey y, por razones distintas, todos terminan siendo rehenes de la banda Fratelli. Al mismo tiempo, los cabros chicos siguen los desafíos del mapa para poder encontrar el tesoro que dejó el pirata One Eyed-Willy.

“The Goonies” es tierna y divertida, pero siento que como ya he visto varias del mismo estilo, pasa a ser una más del montón.

Flatliners (1990).

Una de las mejores cosas que hizo Joel Schumacher durante su carrera fue haber trabajado con Kiefer Sutherland y hacer que se viera mino en cada película que hicieron juntos, onda, al nivel de Kevin Bacon. Si yo hubiese sido Julia Roberts en esta película, no sé para qué lado hubiese tirado.

“Flatliners” es una película demasiado entretenida, cuya premisa puede sonar media cursi, pero es demasiado interesante: ¿hay vida después de la muerte? ¿O al menos hay algo después de ver la luz al final del túnel? Cinco estudiantes de medicina indagan. Hay distintas razones: fama, confirmar ateísmo, asegurarse de que su ser querido esté bien en el más allá, entre otras, pero todos quieren intentar el experimento. Nelson Wright, líder de la operación, es el primero en morir durante un minuto para luego ser revivido por sus compañeros. Todo bien, los demás lo intentan también, cada vez experimentan con la muerte por más de un minuto, pero lo fome es que Nelson no les avisa de las consecuencias que vienen a perseguirlos.

¿Ciencia ficción? ¿Terror? El género que sea, me gustó mucho y estuve pegada las dos horas. Y obvio que quiero hacer el experimento también.

Falling Down (1993).

William Foster es un norteamericano promedio, quizás boomer, que va camino al trabajo, pero lo pilla un taco. De la nada, William decide largarse, dejar el auto botado e irse caminando hasta casa, ya que es el cumpleaños de su pequeña hija. Desde ahí, el día de William escala súper rápido: primero como que asalta una tienda, después hace un escándalo en un local de comida rápida, después se topa con un nazi, después hay un incidente con una bazuca y obvio que no pasa percibido para la policía, en especial para Prendergast, un oficial tratando de disfrutar su último día antes de jubilarse.

No es un misterio que a los gringos les da la locura y salen a disparar a quienes creen que les deben algo y esta película parece ser un ejemplo más, pero hay algo en ella, quizás la maravillosa actuación de Michael Douglas, que me hizo sentir mucha pena por su personaje. Todo lo que hace está mal, obvio que sí, su pasado matrimonial también está mal, pero el momento en el que se da cuenta de que él es el malo... no sé, quizás anduve sensible esa semana.

Fame (1980).

Siguiendo con los éxitos de Irene Cara, me enteré que también le había hecho a la actuación. “Fame” también es icónica y creo que acá también dieron la serie en su época. La película se trata de las aventuras de varios estudiantes de New York High School for the Performing Arts, una secundaria gringa basada en la Fiorello LaGuardia High School, ese colegio bien conocido por preparar a sus alumnos frente al mundo artístico y donde estudiaron bacanes como Sarah Paulson, Adrien Brody, Al Pacino Jharrel Jerome, Billy Dee Williams y Timotheé Chalamet. Y, además, el colegio es gratis.

Lo entretenido de la película es que cada personaje tiene una personalidad bastante particular y cada uno tiene el potencial para lucirse en su área y todos sabemos que serán famosos algún día, pero nadie está libre de problemas y mucho menos en Nueva York. Los más fuertes son los de Ralph y de Coco, los que, no sé si fue porque eran los ochenta o editaron otras escenas o cortaron la versión, pero pasaron demasiado piolas.

Flashdance (1983).

Take your passion and make it happen 𝅘𝅥𝅮

Esa canción siempre me prende, porque soy súper débil frente a un buen musical o una buena escena de baile; la bailarina frustrada en mí sale a la vida. Por mucho que ame “Flashdance”, nunca la pude pillar desde el principio en el cable, así que fue un alivio encontrarla en Netflix. 

Alex Owens es una joven de 18 años, tan adorable como encantadora, que sueña con ser una bailarina profesional; por cosas de la vida, Alex jamás ha podido tomar clases de danza, pero está decidida a cumplir sus sueños. Alex tiene dos trabajos: de día, es una soldadora y de noche, es una bailarina en un club de dudosa reputación. No, nunca tanto, pero ahí Alex puede lucirse y tirarse agua encima.

La película continúa contando el trayecto de Alex hasta la audición final para entrar a una academia de baile. La escena ya es un clásico, la música es bacán y la coreografía es digna de imitar, pero siempre me mata que la doble sea tan obvia.

Single White Female (1992).

Allison Jones es una joven que parece tenerlo todo: un departamento bacán en Nueva York, una prominente carrera en publicidad, un pololo “mino” y un departamento bacán en Nueva York, ¡con renta controlada! Todo parece ir bien hasta que Aliison descubre que su pololo le puso el gorro con su ex esposa, así que Allison vuelve a vivir sola, ¡en el departamento con renta controlada! Pero la soledad le afecta, así que decide conseguirse una compañera de casa; a su vida llega Hedra Carlson, quien parece tímida y simpática desde un principio, pero que, de a poco, empieza a mostrar su peor lado.

Hace un tiempo vi “Ingrid Goes West” y ahí hablaban de esta película; hay una delgada línea entre admirar a otra mujer, querer vestirte como ella y querer arruinarle la vida por completo.

The Indiana Jones Trilogy (1981-1984-1989).

Estas me las debía hace tiempo y, ¿qué mejor época que una cuarentena para ponerte al día con un par de trilogías?

1. Raiders of the Lost Ark (1981).

Indiana Jones es un profesor de arqueología, que es muy mino, y que de repente sale en aventuras por el mundo buscando reliquias para conservarlas en museos. Un día, unos agentes le explican que los nazis están buscando el Arca de la Alianza, en donde se encuentran los diez mandamientos, así que le piden que viaje hasta Egipto para recuperar el arca antes que los alemanes. Como puerta de entrada a una trilogía, cumple la parte en que la debe ser entretenida y rápida; además, ver cómo los nazis reciben golpes siempre va a ser bacán de ver.

2. Temple of Doom (1984).

En esta nueva aventura, encontramos a Indy (ya hay confianza entre nosotros) en Oriente; luego de un encontrón en Shanghai, Indy termina ayudando a un pueblo que necesita recuperar una escultura de Shiva y a todos los niños del pueblo, quienes fueron secuestrados por los hombres del nuevo marajá. Con la ayuda de Wan Li y de la cantante Willie Scott, Indiana se infiltra en el palacio y trata de dar con el paradero de los niños, pero un extraño culto se lleva a cabo dentro de las paredes del lugar. Con más acción que la película anterior, esta segunda entrega también cumple y te deja metida en la historia y en todas las secuencias, sobre todo en esa media etapa del carrito de Donkey Kong casi al final. Tiene algo de white saviour, pero pucha, eran los ochenta.

3. The Last Crusade (1989).

Cuando ya te pasaste todos los rollos con Indiana Jones, llega algo mucho mejor: River Phoenix haciendo de Junior al comienzo de esta película, látigo incluido; cuánta belleza, Dios mío. River creció y se convirtió en Harrison Ford, a quien ahora se le encarga la búsqueda del Santo Grial, ya que los nazis también lo buscan; Indy no sólo debe buscar el grial, sino que también a su padre, Henry Jones, quien al parecer ha sido secuestrado. Personalmente, mi favorita de las tres; tampoco aquí baja la aventura, es mucho más graciosa y, de nuevo, es tan bacán ver cómo les pegan a los nazis.

4. The Kingdom of the Crystal Skull (2008).

Neeeeeext.

Malcolm X (1992).

No hay necesidad de explicar quién era Malcolm X, menos viniendo de mi parte y porque además siento que ya todos sabemos. Lo que yo no sabía era lo controversial, polémico y directo que era, pero en buena; creo que fue una personalidad necesaria durante su contexto y, como a nadie le gusta escuchar la verdad, pasó lo que pasó.

Spike Lee debe ser tan directo como lo fue Malcolm y, ¿cuántas veces hemos leído “controversial” al lado de su nombre? En esta película no se guarda nada que pueda molestarle al hombre blanco y apunta el dedo al que hay que apuntárselo no más; nada que no se merezcan. 

La última media hora es bien empoderada, lo que compensa la primera hora, donde Malcolm Little todavía no era Malcolm X.

Personal Shopper (2016).

Maureen es una joven que vive y trabaja en París; su trabajo no es uno que algún cercano pueda tener así como si nada, ya que ella hace las compras de una famosa It Girl francesa, Kyra. Básicamente, va a buscar sus vestidos, sus zapatos, sus abrigos y luego los deja en su departamento; si tiene que viajar en tren hasta Londres, entonces va también. Pucha, igual entretenido.

El otro dato interesante de Maureen es que es una médium; ella y su gemelo, Lewis, recientemente fallecido, tenían este poder de poder comunicarse con presencias. Como hay interesados en comprar la casa de su hermano, le piden a Maureen que revise si el espíritu de Lewis todavía anda por ahí. Al mismo tiempo que Maureen descubre algo, extraños mensajes comienzan a llegarle al celular.

Entré en esta película pensando que vería un drama medio intenso y, no sólo era eso, sino que también una historia de terror bien hecha; [SPOILER] ¿Qué onda esa aparición en la casaaaaaa? Gratamente sorprendida.

Rafiki (2018).

Kena y Ziki son dos adolescentes que disfrutan de los días de verano en las calles de Nairobi. A Kena le gusta pasar el rato con sus amigos jugando cartas, mientras que Ziki prefiere practicar coreografías con sus amigas. Kena quiere estudiar y ser enfermera; Ziki quiere viajar y explorar el mundo. Sus padres están postulando a elecciones locales, por lo que todo indica que ambas deberían ser enemigas naturales, pero las cosas se van dando entre ellas y su pequeña amistad se va transformando en amor. Todo bacán hasta que recordamos que la homosexualidad todavía es ilegal en Kenia y que el barrio donde viven no es la excepción.

La homosexualidad todavía es ilegal en Kenia, te pueden dar cinco años de cárcel, no tienes casi ningún derecho y cero protección legal. Que hayan podido hacer una película como esta ya es tremendo mérito y que la directora haya conseguido permiso para que la exhibieran allá durante una semana, es más que un triunfo. Y la película es tan hermosa como dolorosa.

1001 Películas: Do the Right Thing (1989).

Brooklyn, 1989, el día más caluroso del año. Mookie camina hasta su trabajo, Sal’s Famous Pizzeria, en donde las hace de repartidor dentro del barrio, un barrio en donde viven, mayoritariamente, afroamericanos y puertorriqueños. Sal, italiano, tiene problemas con dos amigos de Mookie; el primero es con Buggin’ Out (un irreconocible Giancarlo Esposito), quien quiere ver fotos de afroamericanos famosos en la pizzería y no sólo de italoamericanos. El segundo problema es con Radio Raheem, quien siempre anda con una radio a todo volumen, precisamente lo que enfurece a Sal. Es cuando Buggin’ Out y Radio Raheem se juntan y deciden boicotear la pizzería que queda la embarrada en el barrio.

El mismo final y consecuencias que, lamentablemente, tuvo la injusticia que cometieron contra George Floyd y con miles de otros afroamericanos. Spike Lee lo mostró de frente, sin censuras, sin guardarse nada, demostrando que, a pesar de que pasen los años, el sistema no ha cambiado en nada. Es triste cuando la vida imita al arte.

1001 Películas: Casino (1995).

En la década del ‘70, estar al mando de un casino era idealizado como sinónimo de poder y elegancia. Ace Rothstein personificaba eso a la perfección, pero tampoco podía esconder todo el negocio sucio que había detrás de su administración. Las cosas tampoco se le hacen más fáciles, porque tiene que lidiar con los cachos de su amigo, Nicky Santoro, y con el alcoholismo de su esposa Ginger McKenna.

Algún día terminaré de ver todas las películas de Martin Scorsese, pero, ¿por qué tienen que durar tres horas si no tienen una trama específica? </3

Mother! (2017).

La vi con la mentalidad lo más abiertamente posible, porque no soporto ver a Jennifer Lawrence haciendo de una mujer veinte o quince años mayor que ella; ojalá algún día estos productores noten lo ridículo de la situación.

En “Mother!”, Lawrence interpreta a una joven que está casada con Javier Bardem; juntos viven en una gran casa, pero que un incendio destruyó, por lo que ella se dedica a restaurarla, mientras él  pasa su tiempo tratando de terminar su nuevo libro. Llevan una vida tranquila, hasta que de la nada, aparece un viajero y el dueño de casa lo invita a quedarse sin saber mucho de él; a ella obvio que le parece extraño, pero acepta de todas formas. Luego aparece la esposa del viajero, luego llegan sus cosas y después siguen llegando y llegando desconocidos, aprovechándose de la hospitalidad de los dueños de casa.

Siento que Aronofsky quiso irse en una volá misteriosa con esta película, pero si fuiste a un colegio católico, esas volás ya no te sorprenden.