-El amor, la pasión y los ideales son la sal de la vida-  .

El falso LIKE

Cansada, podrida, harta de los “Me Gusta” virtuales. Salgo, te busco, voy al encuentro y te lo digo en la cara: - me gustás.

Me animo y sin embargo siento una indiferencia total. Igualmente seguiré arriesgándome con los que vendrán, ¿qué más da? Si te asustaste, no vuelvas: ¡no me servís!  

Soy intensa, apasionada y atrevida. Si se da, se da y sino mejor (como dicen mis amigos de la Piñata). Me rompe soberanamente los ovarios el histeriqueo tecnológico en el que vivimos.

En Tinder te doy “Like”, pero en la vida real ni te sonrío. Concretemos un “match” a través de un cruce de miradas o palabras. REALES. Por favor te lo pido. La virtualidad nos está consumiendo la capacidad de hablar en persona. FACE TO FACE.

Te comento todas las fotos en Instagram, pero de vernos, ni ahí. Eso es cosa del pasado. “Los besos no son contratos”, dice una poesía conocida. Un “Like” no es garantía de nada y un comentario, menos.

Te escribo por Wathsapp para saber cómo estás y para arreglar una salida. Pero las charlas terminan en nada. Sin hola, ni chau. Solo preguntas y frases al azar. ¡Puff! Cuanto extraño las charlas por teléfono. Escuchar las voces y los sonidos externos; entender las expresiones, los quejidos y los suspiros.

¿Sabías que si llamas por celu ahora sos tildado por loco/a? No da, gordi. Pareces un desesperado. Esperá a que esté “en línea” y ni se te ocurra pedir el teléfono de su casa. Estás OUT.

Por lo pronto, sigo esperando ganar la lotería y encontrarme con un desencajado (de está virtualidad que nos está matando).

Queda poco tiempo que perder...

Atardecía el 3 de febrero en Baradero. Te miré en la carpa. Me sonreiste. Te comenté que no andaba el wi-fi. Conversamos.

Fue un amor de 2 días y 18 horas. Juntos. Nos buscábamos. Nos observábamos. De la nada empezamos a hablar. Me terminaste contando muchas cosas de tu vida. Hablabas demasiado. En un momento hasta me parecías pesado. Igualmente te seguí la corriente.

Tu sonrisa me encantó. Tu pasión por el laburo también. Había algo en vos que me atraía. Tu manera de hablar: canchero, coloquial, humilde. Tu forma de moverte, de encarar. Tu seguridad ante todo.

Nunca me voy a olvidar de las charlas y las risas en la fila, tus abrazos tímidos y las birras frías que me conseguías. Me flechaste pibito. Hiciste un trabajo tremendo. Apasionado hasta la médula con lo que te proponés.

Ya era domingo. Mientras terminaba de tocar Gardelitos, te dije que me iba a ver los últimos temas y me acompañaste. Dejaste de lado la posibilidad de hablar con el Manu por ir conmigo.

Me dijiste que me querías ver. Me invitaste a La Plata para que te vaya a visitar. Pasaron un par de temas y en el último me encajaste un beso. De esos bien brutos.

Me di cuenta que los primeros besos con alguien son raros. Las lenguas se tienen que conocer bien para entenderse. Los labios y los dientes también.

"Me sorprendiste", dije (mentí). Lo esperé desde el sábado a la noche, cuando te busqué en el último tema de No Te Va Gustar. Pero no pasó nada y me quedé con las ganas.

Después nuestras bocas se conocieron más y no pararon de buscarse a cada rato. Tal vez porque presentían que iban a estar poco tiempo juntas.

Nos dimos placer y fue hermoso. La intensidad es lo nuestro. La despedida se acercaba, pero tratabamos de no pensar en eso.

La conexión que hubo entre los dos fue una muy grata sorpresa. Nunca imaginé que al día siguiente de cumplir 26 años me cruzaría con un pibe tan copado, tan directo, sin dramas ni vueltas inútiles, como sí me tienen acostumbrada los demás.

Quedaba poco para el fin. El broche de oro fue escuchar juntos la canción "Por esta noche" de Los Pérez García. Un tema describe a la perfección nuestra intensa y breve historia.

A pesar de la distancia, espero y deseo volverte a ver. Tu buena onda todo lo supera.

62 días, 1489 horas

En este momento hace exactamente dos meses nos estábamos conociendo. Creo que nuestras bocas recién lo harían tipo 03 am. Como te extraño, sé que lo mío tal vez sea una obsesión, pero necesito volver a verte. Te quiero dar amor, calor, mimos y abrazos. Me acuerdo que te gustaba mi sonrisa y mientras me acariciabas todo el cuerpo me decías: “que suavecita”, “que linda piel”.

¿Por qué te alejaste amor? Te pienso todos los días, me pregunto en que andarás, que comerás, como estará tu ánimo. No aguanto más esta sensación de mierda. Te quiero bancar, a pesar de todas tus actividades. No me interesa verte tan seguido, sino que necesito saber si seguís pensando en mí. Y si la respuesta es negativa, quiero saber ¿Qué pasó en el medio?

Yo me arriesgo. Te voy a mandar un poema de Benedetti y que se vaya todo al carajo. Perdido por perdido. Yo me la jugué entera. Como siempre. Como en todo este puto 2016. Pero no me puedo quedar con la intriga y con este crónico nudo en la garganta.

¿Qué onda?

Cuando llegué a casa te mandé mensaje, nunca me lo contestaste. Un lunes a las 02:18 am. Olvidate que te mande otro. Esperá sentado nomás.

Hacía 17 horas nos habíamos visto. Eran las siete de la tarde y la cursada recién empezaba. Vos estabas sentado en el fondo. Yo adelante como siempre.

Justo hoy hace un mes y un día que empezamos a hablar. Gracias a que te mandé un mensaje felicitándote por unas palabras que habías dicho en un grupo de la facu, por un reclamo de materias.

(La catarsis me llama. Maldita costumbre de engancharme tan fácilmente con un pibe, me dan un poco de cariño y ya estoy hasta las manos)

Ansiosa, cabeza dura. Cuando me gusta alguien se lo digo. No se me caen los anillos. Pero mi orgullo y mi dignidad están allá arriba. Si te importo me hablarás de nuevo. Y sino, cagate.

Esperé tu saludo, esperé alguna palabra. Un hola al menos. Solo me hiciste un gesto cuando te ibas (como preguntándome si yo también lo iba a hacer). ¿Por qué no te vas un poco bien a la mierda? ¿Quién te creés que sos? Que un día está todo bien y al otro día la nada misma.

Eran las 22:56 pm. Nos fuimos tarde porque la clase siguiente era el parcial. Me iba de la facultad con las ganas de saludarte y con un nudo en la garganta. Pensando: ¿Por qué no me saludó? ¿Se querrá hacer el superado, el ocupado? Si te interesa alguien mínimamente le preguntás: ¿Cómo estás? Y más si no le contestaste el mensaje del día anterior.

Al salir vi la luna. Estaba gigante y hermosa. Y yo lo único que quería, era mirarla con vos.

Tu risa es la magia de los rocanroles

Me gustás, y mucho. Te lo dije. Di a conocer mis sentimientos, una vez más. No paro de cometer siempre los mismos errores. Una y otra vez. Y que le voy a hacer. Si soy un descarte nomás. Si te jode, no me importa. Si te molesta, menos. No me voy a guardar lo que siento, ni lo que me corre por las venas y el cuerpo.

Muchos pensarán que la equivocada soy yo, que voy rápido, que no me puedo guardar nada. Y sí, soy así. Si me bancás quédate, sino ya voy a encontrar otro loco parecido a mí. Que no tenga miedo a demostrar lo que siente.

Me dicen que vaya despacio. ¿Despacio para qué? ¿Para quién? ¿Te imaginás que mañana cruce mal la calle, me pise un auto y yo sin decirte nada? No, la verdad que no. Vos ya estás advertido, ahora decidí que querés hacer con eso que te confesé. ***

Tu risa era todo lo que estaba bien, cuando te besaba al costado de tu espalda. Lo quería hacer por horas con tal de escuchar ese sonido. Te reías y no parabas. Yo me levantaba y te besaba en la boca. Me decías que te hacía cosquillas pero que te gustaba.

Era tarde, yo no me quería ir. Pasábamos el rato abrazados, hasta que te apoyaste sobre mi espalda y me la empezaste a lamer. Desde la nuca hasta cerca del coxis. Pasando por los costados de la columna. Me encantaba y moría lentamente de placer.

—Te quiero lamer toda —me decías.

¿Continuará?

Te deseo

Escribo. Describo situaciones y momentos. Sucesos placenteros. Tenés algo que me encanta, un brillo especial. En ese instante justo en el que pasás de la seriedad a la sonrisa, sos hermoso. Ese gesto, esa mueca, esos dientes.

Esa mirada de loco, cuando abrís los ojos (pícaros, sagaces, parpadeantes). Los abrís mucho cuando algo te sorprende. Tus besos: rústicos, apasionantes, tiernos y calientes. Tus leves mordidas, me dan ganas de comerte todo.

Tu barba, tu piel, tu delgadez, tu altura. Todo.

Quiero conocerte, te deseo.

Aquel viernes, San Justo nos recibió con un clima muy fresco. Decidimos ir a Ramos, aunque vos ofreciste tu casa. No acepté porque no sabía si habría conexión entre los dos. Sin embargo, hubo más de la que esperaba. Odiamos a Macri, nos gusta el Indio, estudiamos lo mismo y nos gusta la birra. ¿Qué más?

Después de hablar por más de cinco horas, chapamos. Chapamos fuerte. Fueron más de dos horas a pura lengua. Nos besamos como si no hubiese mañana. Y que bien que hace ejercitar los músculos de la cara. Me quedé con ganas de más: soy un poco insaciable.

Pero todo tiene su final. Mientras esperábamos el bondi, me abrazabas fuerte. Los besos eran cada vez más intensos y me decías que te querías quedar así todo el día. Yo moría de ternura y calentura.

Y así fue como al día siguiente, mi boca ardió y te necesitó.

De lo virtual a lo real

Ni un mes pasó de la primera vez que nos vimos y ya siento que compartimos muchos momentos. Mi llegada tarde, tu mensaje desde el ciber y por fin el encuentro. Nos saludamos y empezamos a caminar, buscando un bar. Aquel sábado dimos paso a la primera charla en vivo y en directo. 

En Villa Crespo, encontramos un bar de mala muerte y nos metimos. La charla fue y vino. Te me sentaste al lado, me abrazaste y me besaste. Fuiste muy cariñoso desde el minuto cero. Eso me pareció muy raro, pero me dejé llevar (sin cuestionarte nada).

Las anécdotas y los abrazos colorearon la velada. Había llegado el momento de dejar a un lado el Messenger y pasar a la vida real, como a mí me gusta. En particular, lo virtual lo utilizo como una herramienta para arreglar algo, no como un medio en sí mismo (a pesar de que lo uso más de lo que quisiera).

A la medianoche me llevaste al Pacha, hermoso antro escondido por la Ciudad de Buenos Aires. Cerveza, poesía, música, charla, fernet. Vasos y Besos. Aunque estuvimos algunas horas ahí, me di cuenta que ese sitio tiene magia. El por qué ni idea. Superstición será.

Llegó la despedida, me acompañaste a la parada del 92 y te saludé así nomás.

 —Así me vas a saludar —me cuestionaste y me pediste que te salude con más ánimo.

 Acepté. Ahora resalto que no es que no quería, sino que una no quiere entusiasmarse de entrada. Las experiencias pasadas merodean y una quiere poner una coraza antes de tiempo, solo por las dudas. 

Es extraño encontrarse con un pibe que quiera amor.

01/09/2016

Luciano es de índole nacional

Como recordar la primera actividad en la que me involucre en una injusticia ajena a lo familiar e intimo. No sabía bien a donde iba pero sabía que tenía que estar. Era 2009, a 9 meses de la desaparición de Luciano Arruga en la rotonda de San Justo. El caso de Luciano fue algo que me marcó y me chocó desde aquel día que me enteré.  

Estando en un recital de Guillermina Rock en Circus (San Justo), subió al escenario Vanesa Orieta, hermana de Luciano a contar lo que estaba sucediendo, todavía hacia pocos meses de la desaparición. Todavía en mi burbuja y con 18 años me empecé a cuestionar como en mi país ocurría semejante cosa. Desde ese momento me informé sobre distintas problemáticas que pasaban, de las cuales no sabía nada. No pude parar. Fue un camino de ida y sin retorno. Porque es así, el que no esta metido o tiene algún grupo que le comente, NO SE ENTERA DE NADA.

Ese fue el comienzo de mi nueva perspectiva de la vida, aun buscando algún lugar en el cual depositar todas mis fuerzas, recuerdo a Luciano como un pibe de 21 años, loco, con ganas de progresar. Me pregunto cuales serian sus sueños y esperanzas que unas MIERDAS arrebataron.

Muchos de preguntaran porque me pudo haber tocado tanto este hecho, como también el de Rubén Carballo. Entendí a días de cumplir 23 años que fue porque me hicieron pensar literalmente, fue el trip en el bocho, que me hicieron salir del mundo irreal en el que estaba viviendo en el que no había problemas externos y el mayor era que ropa me iba a poner el finde o que nueva banda iba a ver. Me pegó a fondo, yo no podía creer como en Argentina todavía la gente puede desaparecer. Agradezco haberme dado cuenta a tiempo.

En estos años fui conociendo mucha gente, de todos me quedó algo. Una sonrisa, un saludo, un consejo, unas buenas palabras, un beso, un abrazo, una canción. Esto pareciera una despedida, y es una despedida a lo que fui. Gracias a todas esas experiencias y momentos soy lo que soy hoy en día

Ya finalizando y retomando por donde empecé este escrito: Luciano esta en cada uno de los que luchan por un mundo mejor, de los que patean los barrios, de los que defienden los derechos humanos desde siempre, de los que acompañan a los trabajadores y los que defienden la educación publica y gratuita. En fin, en todos aquellos que  son  “capaces siempre de sentir, en lo más hondo, cualquier injusticia realizada contra cualquiera, en cualquier parte del mundo. Es la cualidad más linda del revolucionario." 

31/01/2014 

Relaciones en tiempos de wp Está en línea. -Te quiero ver- le mandó ella, con seguridad. - ✓✓ Él no contestó. Le clavó el visto. No se sabe el por qué. Ella, con el orgullo que la caracteriza, ni piensa en volver a enviarle otro mensaje. Sin embargo, suspira y espera.   Escenas como estas se repiten día a día. No importa la edad: chicos, adolescentes y adultos. La virtualidad es lo que prima y parecería muy difícil volver a lo real. Cuando mis viejos empezaron a salir allá por el año 87´, solo uno de los dos tenía teléfono. Mi vieja se comunicaba por el público. Que épocas. ¿Habrá que acostumbrarse a esta nueva forma de comunicación: virtual, individualista, solitaria y egoísta? Y sí, más en un país donde hay 22,8 millones de smartphones en uso y la cantidad aumenta cada día aún más. En la actualidad, la mensajería instantánea ya forma parte de una red social más. Sin embargo ella necesita conversar, mirar, observar, tocar, oler y sentir. No se conforma con una pantalla. 

La vida no siempre es ganar

No se porque tengo la suerte de que mis relaciones duren solo un mes. O dos. (Se me borró lo que estaba escribiendo, así que vuelvo a empezar) Tiro la moneda. Me la juego. Arriesgo. Gano o pierdo. Por ahora siempre termino perdiendo. Suspiro. No me canso. Me doy la cabeza contra la pared una, dos, mil veces. La vida es así. Pero...¿Qué onda pibito? Antes me hablabas todo el tiempo. ¿Tan rápido te olvidaste de mí? ¿Qué pasó? Te quiero ver. Tu indiferencia me jode. Pero mi orgullo puede más que todo. La dignidad es lo ÚLTIMO que voy a perder. Si querés saber de mí hablame. Y sino mala suerte campeón. A seguir jugando, descubriendo, conociendo. Que la vida es eso. Salí y comete el mundo. Él se lo pierde.

“Tomo una botella y juego a la botellita con vos”

La catarsis me llama. La birra se está por terminar y necesito escribir. Ya pasaron casi dos meses que no sé nada de vos, sin embargo te extraño, no te puedo olvidar ¿Por qué me pasa esto a mí? Sé que puedo salir, chamuyarme a cualquier pibe (pero no tengo ganas). Escucho Las Pastillas y me acuerdo de vos.

Tengo ganas de mandarte un wp, pero ni da quedar como una loca. Lo que me hiciste escribir querido, en esos tan cortos meses que estuvimos, te lo voy a agradecer por siempre. Seguro que si mañana leo esto, me voy a arrepentir. Ahora no.

Dicen que un clavo saca otro clavo, pero no encuentro ninguno que te reemplace. Quiero olvidarte. Decime ¿Cómo hago HDP? Me acuerdo que el año pasado, cuando volvíamos de Rosario, escuchábamos (sí, en pretérito imperfecto) Salta La Banca, el Indio Solari, LPDA. También planeábamos un “inexistente” viaje a Cuba.

Tres párrafos al hilo, sin respiro. Aunque te diga que no quiero que me mandes más mensajes, me gusta que te acuerdes de mí. Es una lástima que no te la hayas jugado. Pero bueno, así es la vida. La comodidad reina por doquier.

“No es que quiera molestarte, pero me es imprescindible / Sentarme en un café, y soñar un poco / Y tal vez amarnos”.

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Los amores cobardes no llegan a amores, ni a historias, se quedan allí.