who is in c o n t r o l ?

“Entonces eres más que bienvenida a regresarte a tu país. Sí esto te molesta, ¿qué haces aquí todavía?” No intentaba ser grosera, pero se vio incapaz de soltar interrogantes. Nadie la estaba obligando a permanecer en aquel sitio. Al menos para la danesa era algo lógico. Se permitió tomar asiento al lado de su inesperada compañera, y metió su cuchara al cereal, para luego llevarlo a su boca. Se estiró un poco para poder observar la pantalla con la “gran tragedia” de la princesa de Luxemburgo. “Por supuesto, cualquiera se sentiría devastada si su foto sólo consigue pocos cientos de miles en menos de treinta minutos.” Expuso, soltando una risita. Ni siquiera se esforzó por esconder la burla en su voz mientras su atención regresaba a su comida.

“Esto es estúpido” gritó mientras se sentaba en un taburete en la cocina, a su lado un vaso de agua y en sus manos, la fuente de su distracción. Ya estaba molesta por el hecho de que la habitación no fuese de su agrado, al fin y al cabo ella esperaba algo mucho más grande y lujoso “Mi habitación es un asco, no se compara si quiera a los baños que tengo en mi castillo en Luxemburgo” le dijo a la persona a su lado, mientras no quitaba la vista de su teléfono “Dios y para acabar, no tengo los likes que esperaba en la foto que acabo de subir a instagram” su tono era serio, cómo si lo que le hubiese pasado fuese la peor pesadilla del mundo.

Sus demonios, compañeros habituales, decidieron que Morfeo no estaba invitado a la fiesta que se producía en su cabeza. Y la danesa odiaba aquello, odiaba mantenerse en su cama por horas, tratando de extinguirse en silenciosas brasas antes de que el sol naciera. El insomnio contante le llevaba a deambular y perderse en algo más allá qué su mente, por eso optó por salir, siguiendo las dulces notas que florecían en el pasillo. Una puerta entreabierta, una voz que parecía invitarle, y luego la visión de una muchacha bañada por la luz lunar. Thyra se mantuvo en la puerta, intentando no interrumpir, pero eso no funcionó. Pequeña entrometida, indeseada presencia, no podía más que intentar disculparse ante las palabras que no llegaba a comprender del todo, pero sonaban peligrosas. “Lo siento si te interrumpí. Me iré de inmediato.”

STARTER ┋ ❜

“yo quiero que estés bien, aunque estés lejos y yo solo” su voz entonaba a un lado de las cuerdas la letra de una canción que no paraba de reproducirse en su cabeza. una específica lírica que parecía no tener comprensión por el prójimo, ese que seguramente estuviera plácidamente arropado por los brazos de morfeo. puesto a que, ¿quién en su sano juicio estaría a las tres de la mañana tocando la guitarra? era de esperarse que la respuesta yaciera en la argentina, que actualmente no se encontraba en sus cabales. “andate de acá antes de que te rompa la geta de una piña” procedió en no abandonar el habla latina a la hora de quebrantar la historia de la pista, adquiriendo en esta modismos típicos de sus tierras. estaba claro que no le importaba si el presente en discordia no entendía lo que decía, debido a que el tono en que su canto rebatía contra la furia del instrumento daba por sentado el enojo en la chica. 

La chica danesa había encontrado que el clima era bastante bueno como para rondar la piscina, pero no planeaba meterse al agua, así que tomó uno de sus libros y dejó que su cuerpo tomara un baño de sol. No esperaba compañía, pero tampoco le molestaba, incluso estaba dispuesta a participar en la divertida conversación que los chicos mantenían en su cercanía. “Un perro.” Soltó la de orbes celestes, dejando que fuera uno de sus dedos el que fungiera como separador. “Lady, de La Dama y el Vagabundo. Bueno, yo fui ella por un tortuoso día.”  

“¿Entonces se te rompieron los leotardos cuando estaba cantando un mundo ideal?” Preguntó a Hansel entre risas. El francés le había dado la bienvenida, explicó que era necesario ya que tendría que acostumbrarse como futuro regidor del país y él sería una buena práctica, así que Landon no se quejó. “¿Y tú que de que ibas disfrazado en Disney?” Preguntó a la persona que estaba más cercana a ellos en la piscina, lugar que adoptó como suyo tan pronto pisó la mansión.

“Tú aceptaste venir conmigo, así que eso te hace un demente también.” Replicó con una sonrisa la chica de orbes celestes. Doblando por una calle más rumbo al centro parisino, la danesa indicó que la siguiera, aunque ella no tuviera una especial idea de sí aquel era el camino correcto. “Sólo vamos a conseguir algo de comida. Me contaron de un restaurant que tiene una espectacular visión de la Torre Eiffel, pero sólo se aprecia de noche, y yo no quería venir sola... Ahora, deja de quejarte, ya casi llegamos.” 

“Estás completamente demente.” Y aún así, Jeremy estaba ahí, siguiendolx por medio de la calle en el medio de la noche. ¿Que resultaba tan importante para hacer a la una de la mañana en medio de París? No es que estuviera tan cansado, en lo absoluto, solamente tenía curiosidad por saber a donde se dirigían y por qué. “¿A donde iremos? Por lo menos deberías decirme eso.”

“Obviamente no, pero no puedo correr con estos zapatos.” Protestó la danesa, apurándose para no quedarse demasiado rezagada. “Cuando consiga calzado adecuado, te prometo una justa carrera.” Exclamó la de mechones chocolates, dejando que sus ojos fueran deslumbrados por la imagen de la mansión a lo lejos, mientras sus pasos, calmos, seguían el camino antes trazado por la sueca. 

“¿eso es lo más rápido que puedes correr?” la platinada se comenzó a burlar de quien venía siguiéndola algunos metros atrás, ya que si algo le encantaba realmente era el alardear de su excelente estado físico y su capacidad deportiva. “vamos, apura. ya casi estamos en la mansión” consoló con ápices de diversión, esperando que su acompañante se motivara y le pudiera alcanzar.

“Oh, vamos, Thyra. Si vas a estar con esa cara ceñuda, aunque sea has divertido ésto y grítame, si no no tiene gracia” la princesa rodó los ojos, sin alcanzar a comprender el porqué de la molestia contraria. No recordaba haber dicho nada tan ofensivo, al menos desde su punto de vista. “No pienso disculparme por algo que no hice, tú lo que necesitas es conseguir urgente un poco de sentido del humor” se encogió de hombros al tiempo que se cruzaba de brazos, adoptando una clara postura defensiva. 

“Sigo sin entender por qué mi hermana es amiga tuya.” Soltó, llevándose el pulgar e índice al puente de la nariz. Tomó una bocanada de aire, lo retuvo, contó hasta 5, pero nada pasó, aún se encontraba molesta. Sin embargo, se negaba a darle el gusto de elevar su voz. Sus orbes celestes buscaron los contrarios. “No es cuestión de sentido del humor, simplemente no puedes hacer bromas sobre gente muerta y esperar que la gente se ría. Eso no está bien.” 

“¿Quién dijo algo acerca de sexo?” Inquirió, intentando fallidamente esconder su diversión. Mantener la seriedad le resultó un trabajo imposible, así que sólo atinó a echarse a reír. “Esa, mi querido amigo, es una pregunta muy buena. Supongo que es algo estimulante, no lo sé, yo sólo te estoy contando lo que escuché por ahí.”

「&. @thyrawr has said: “Fear is a powerful aphrodisiac ”」

          ”¿Por qué uno debería de tener sexo estando asustado?” Sí, entendía lo que el miedo podía hacer en el cuerpo de uno a nivel celular, pero la conducta humana seguía siendo un completo misterio para Jem.

La imagen proyectada frente a sus ojos era algo que realmente no esperaba presenciar. El hecho que ahora su subconsciente realizara quién vendría siendo su compañera de habitación era lo de menos, pues el estado de la misma convertía el bienestar de la fémina en la única prioridad del mayor. Analizó por unos segundos la situación. Su mirada recorrió la habitación en orden de percatarse del desastre que había provocado aquel estruendo atravesar la madera hace un momento, avanzando entre vidrios cortados con cuidado hasta llegar al cuerpo de la princesa y, con la cercanía suficiente, encontrarse con eso: El semblante cargado en paranoia y ansiedad, cabellos alborotados cubriendo partes de su rostro que pronto dejó visibles con una simple caricia sobre el mismo y, finalmente, cuando supo encontrar el camino hasta las orbes de la contraria, descubrió la trágica realidad oculta tras claras esferas cuyo esmeralda era ahora obstaculizado por la penumbra de la habitación: miedo. Un sentimiento común, pero que solo había sido capaz de presenciar con tanta pureza y agravado a un alto nivel en dos diferentes casos: Thyra, hace tres años y, bien, él mismo, en muchas otras ocasiones desde su asesinato. Estar frente a ella en aquella condición era como viajar más de treinta meses en el pasado hasta una de las peores noches de su vida, esa que cambiaría para siempre la forma en la que él se vería a sí mismo y, a la vez, consideraría al mundo como una víctima del arma mortal que una vez entre sus manos le arrebató la vida a alguien. Gritos provenientes de la misma persona frente a él alcanzaron sus oídos, vociferando una palabra que lo denominaría por el resto de su vida. Sus labios se entreabrieron y sin saber realmente lo que sucedía, se encontraba temblando a un ritmo un poco más ligero que el contrario, capaz de reconocer esa sensación poco agradable del cual él también había sido esclavo en reiteradas ocasiones: ansiedad, ¿la causa? la desconocía, pero sabía bien la solución, porque era consciente de lo que él necesitó siempre en ese tipo de situaciones y nunca obtuvo, un apoyo y respaldo que no le privaría ahora a alguien que lo necesitaba. “Soy yo, tranquila, no estás sola.” Una voz que se disfrazó de tranquilidad intentó consolarla, mientras que aún de cuclillas frente al cuerpo yaciendo en el suelo alzaba sus brazos para aprisionarla entre los mismos. “No sé que pasó, pero mientras yo esté aquí para cuidarte, nada en este mundo te va a suceder. Estás segura ahora, Thyra, te lo prometo.” Aclaró, porque mientras aquel deber estuviera en su poder, se encargaría de protegerla de cualquier cosa, incluso de él mismo.

Violetas sacudidas marcaban un ritmo inconsistente. ¿En qué momento había comenzado a gritar? “¡No me toques! ¡Suéltame!” Luchó como un ciego, contra aquello que la mantenía a salvo, sin saber que solo ese par de brazos mantenían su cuerpo a flote. Estaba al borde del colapso y, aun así, luchaba contra los barrotes de su prisión. Era su propia prisionera, su mente le encerraba en un laberinto sin salida. Volvió a preguntarse en acallados pensamientos dónde estaban sus medicamentos, los necesitaba, quería sus pastillas para que aquello terminara. Las lágrimas quemaban, ardían como queroseno y ella yacía en las profundidades de una hoguera. ¿Había sido aquello lo que había sentido Roy antes de morir, calcinado hasta que no quedaron de él ni cenizas? Roy, su recuerdo a veces llegaba a ella, gritando por una salvación que no le otorgaron. Y el le recriminaba el abandono, él la culpaba por su muerte. Sí, ella que había marcado con una etiqueta que no merecía al ruso, ella que le había arruinado parte de su vida por eso, sí, era a ella a la que le gritaban “asesina” cuando los fantasmas la visitaban en las noches. 

Era débil, no podía luchar contra aquel ser invisible que le rodeaba el cuello hasta estrangularle. Unas manos que no eran suyas luchaban por calmarle y luego llegó a ella de golpe; el tacto de Ian, las palabras de Ian, el rostro de Ian, Ian... Y ella se deshizo en lágrimas en los brazos ajenos y decidió confiar, porque sentía como el ruido se volvía ecos distantes, con su voz apagando todo lo demás con fuerza. Se aferró a su única salvación, se aferró a él como si su vida se extinguiera si osaba soltarlo. Porque no tenía a nadie en las penumbras, pero Ian se había abierto paso en un sendero que transitaba sola y ahora sostenía su mano. “No me dejes sola.”

@revengedriven​ ha mandado:  ⁇ 

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¿Qué estaba pensando cuando ingresó a aquella habitación con la puerta entreabierta con la firma idea de que era la suya? ¿Qué estaba pensando cuando ingresó al daño sin miramientos? ¿Acaso no escuchó el correr del agua o su mente lo bloqueó? Cual quiera que fuese la razón, fue demasiado tarde para evitar un encuentro. Un rostro desconocido y un torso desconocido le dieron la bienvenida y pronto su mente dejó de funcionar, al igual que su lengua. “Oh... umh... Habitación equivocada... creo.”

@irinakrv ha dicho: "If you're gonna yell at me, go ahead"

La danesa se obligó a tranquilizarse, haciendo uso de su precario autocontrol para mantenerse calmada. “Estoy molesta, pero no voy a gritarte.” Anunció, su voz temblando ante la ira contenida que se originada en la nada, fuente inagotable de aquellos negativos sentimientos. “Sólo quiero que te disculpes. Necesito que lo hagas.”

¿Cuál era la pena de sacar los sentimientos que se acumulaban en su pecho? ¿Qué castigo le tocaba por entregar un poco de tu ser en cada latido? ¿Cuanto podía permitirse en depositar su corazón fuera de su pecho? No se detuvo, no se permitió dudar cuando sus ojos zafiro se derritieron en los oscuros y buscó unos labios que sólo la habían tocado en sus sueños. Fue corto, fue torpe, pero ella se mantuvo cerca de aquel que se comenzaba a convertir en su ancla. Reposó su frente en la contraría y se deshizo en los brazos ajenos que habían conseguido sacarla de la oscuridad una vez. ¿Podía aferrarse a él? ¿Tenía permitido desear algo que no le podía pertenecer? En esos momentos, aquello no le importó.          

@thyrawr:  “I still want you in my life.”

Aquellas simples palabras supieron volcarle el corazón en el primer intento. Permaneció con la mirada fija a la princesa por unos segundos, tratando de realizar y apreciar las palabras que apenas habían abandonado sus carmín, sintiendo como una calidez recorría todo su interior ante la confesión de algo que, aunque no lo supiera, había estado esperando durante todo este tiempo. “Y yo me temo que tú comienzas a convertirte en la mía.” 

@nadiaxcarp ha dicho: "Alcohol is a cruel mistress"

“Sí eso me importara, la botella seguiría llena.” Soltó la danesa, casi con burla. ¿Se mofaba de sí misma, ahogándose dentro de algo que no acostumbraba tomar o de la contraría, por soltar aquella frase tan rebuscada. “Mira, puedes sentarte conmigo y beber, o irte y dejarme sola.” Murmuró la de orbes celestes, regalando un intento de sonrisa a su acompañante y, acto seguido, vertió el contenido de su copa por su garganta. 

Sentence Starters- Shameless Edition

"Not everybody gets to blurt out how they fucking feel every minute"

"You're still on my shit list"

"You make me want to enjoy my life again"

"I'm gonna deck that little bitch"

"He humiliated me"

"If you're gonna yell at me, go ahead"

"Alcohol is a cruel mistress"

"You know that Jagermeister really makes you chatty, right?"

"You look exhausted, you could use a getaway"

"I'm seriously this close to punching you in the dick"

"I promise I don't love you"

"I thought it might be different this time"

"Hey, don't get salty, sweetie"

"What you and I have makes me free"

"Should I apologize or leave?"

"Because it's never about me, and I'm finally making it about me"

"If love can be called a mistake"

"It's not sex if you can't remember it"

"I believe the answer to that question, like the answer to most questions, is fuck you"

"Does he get that look in his eye when he's with you?"

"If you give half a shit about me, don't do this"

"This is better than sex"

"I got a magic dick"

"Keep laughing and I'll slit your throat in your sleep"

"Everybody always leaves"

"Fuck you, fuck you, and especially fuck you"

"What are you hoping? I tell you not to go?"

"I don't know where else to go"

"You do have really nice legs"

"I like 'em sweet"

"It's a fucking Snicker's bar!"

"I won't look like a lady"

"You know nothing about me"

"Seriously, I didn't mean to be an asshole. It's...genetic"

"Can we agree that offing people is not cool?"

"C cup? Bitch, you wish"

The NSFW Meme List

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Ni bien había regresado a la mansión, Thyra se había recluido en su nueva habitación. Sus cosas ya estaban ahí, pero sentía cierto malestar ubicado en la boca del estómago. Sus orbes celestes bailaron por todos los rincones y se sintió extraña, pequeña. Ese lugar era completamente desconocido. Detestaba los lugares desconocidos, le producían cierto pavor y pronto sintió un cosquilleo en las manos. Las paredes se empequeñecieron y la danesa supo lo que estaba ocurriendo. Llevaba meses enteros sin un ataque. “No.” Su voz se deshizo en silencios y el latido de su corazón le respondió, siniestro palpitar que hacía eco en sus oídos. ¿Dónde estaban sus pastillas? El pánico subió por su garganta y sus manos desgarraron su maleta, esparciendo todo el interior sin encontrar el objetivo. Comenzó a jadear justo cuando sus brazos temblaban sin control. Las necesitaba, necesitaba sus medicamentos. Frustración y el más puro terror deformaron sus facciones cuando su cuerpo buscó refugió en uno de los muros. No permaneció ahí mucho tiempo. Pronto su paranoia le llevó a ver cosas; caras que se esconden en los recovecos, risas burlonas que amenazan con enterrarla viva. Las sombras se deslizaban por las paredes, serpientes reptantes que le esclavizaban muñecas y tobillos y la arrastraban por el suelo. Se puso de pie y lo único que supo fue que las lámparas se habían proyectado contra el suelo, lluvia de cristales y luces extintas. Todo fue oscuro, pero su corazón no paraba. Volvió a desplomarse, haciéndose pequeña, fundiéndose con la negrura. Las lágrimas le picaban, surcando un rostro que intentaba esconderse en antebrazos sin forma. La puerta se abrió. “Ahí están de nuevo…”, su mente avisó, “… vienen por mí.” Una voz, su nombre y los haces de luz. Sus ojos dementes se enfocaron en la silueta de la puerta, le costaba respirar. “¿Ian?” ¿Era él, imagen incorpórea, quien pondría fin a su tortura?

Desde el momento en el que habían vuelto a Francia, Ian se había encargado de recorrer las instalaciones de aquel palacio que no había tenido la dicha de conocer. Había dejado su equipaje con producción, donde un mayordomo se encargaría de trasladarlo hasta la habitación asignada mientras el príncipe conocía el lugar en el cual viviría los próximos meses. El resto del día lo invirtió en su hermana, quien lo llevó a conocer varios de los mejores lugares alrededor de la mansión. Bebieron un par de copas y se pusieron al tanto de los acontecimientos que se llevaron acabo durante el tiempo en el que estuvieron distanciados y, aunque la fiesta pudo haber continuado en la habitación de cualquiera de los dos, la rusa tuvo algún tipo de inconveniente que intervino en sus planes de aquella noche. Se despidió de ella con el mismo coqueteo de siempre hasta, finalmente y sin importar qué tan tarde era, encaminarse hacia el dormitorio que, esperaba, estuviese vacío y así no tener que compartirlo con nadie. ¿Todas las habitaciones serían iguales? ¿Qué tal si le habían asignado una de las más grandes? no sería mala idea, después de todo, él y Natasha eran de los monarcas más cotizados en el lugar y cualquiera los habría considerado una prioridad. Esa y un par de teorías sin sentido más eran las que viajaban por la cabeza del masculino mientras avanzaba por los enormes pasillos del lugar. Finalmente, llegó a su destino, elevando la mirada para asegurarse de que el número en la puerta concordara con el de su llave, pero antes de poder ingresar, un fuerte sonido provino del interior de su aposento. Debió haber detenido sus acciones, pero aquello solo lo impulsó a abrir la puerta de golpe y encontrarse con una escena que seguramente no esperaba presenciar y, a decir verdad, hubiese preferido evitar. “¿Qué demonios pasa aquí, Thyra? ¿Te encuentras bien?” { @thyrawr }