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Sobre Art Basel
- Para Exit Express -
Junio 2018.
Art Basel tiene lugar en Basilea, Suiza, una vez al año desde 1970. Aunque uno nunca haya asistido, ya sabe que va a encontrarse con el mayor y más potente escenario de congregación para galeristas, coleccionistas, comisarios, y gente del llamado “mundo del arte”. Este año, según comunica la propia feria, más de 95.000 personas han atendido y se han batido récords en ventas de obras de arte desde las primeras horas de la inauguración VIP. Sería desolador y poco útil seguir este artículo con una reflexión sobre el imperio de la cultura del espectáculo o citando, por ejemplo, a Baudrillard. O desarrollar la idea realista y gris –como hace Chris Krauss en Inedible video– de un progresivo reemplazo del arte por parte del mercado que lo devora. Si uno nunca ha estado en Art Basel y toma como referencia otras ferias como Frieze Londres o Arco en Madrid, puede más (y/o menos) predecir este paisaje alisado y pétreo. Sin embargo, una mirada de alerta es capaz de encontrar también perlas escondidas. Brillando tímidamente, ajenas a los usos, deslizándose bajo y entre las estructuras.
Para dar una visión panorámica, la llamada “madre de todas las ferias” parece, en esta ocasión, no haber dejado a nadie sediento. Como cada año, las mejores galerías y los más cotizados artistas se encuentran en el pabellón central. Espectaculares instalaciones y los fondos más instagrammeables en la sección Art Unlimited. Toque de bienal y fuerza responsiva y sutil en Art Parcours, que se expande e instala por todo el casco histórico de Basilea. Pero aún hay más: Design Miami y ferias satélite como Liste y Volta, e instituciones como Kunsthalle (exponiendo de manera permanente a Joseph Beuys y temporalmente una muestra de Hito Steyerl y Martha Rosler) o la Fundación Beyeler (museo-santuario diseñado por Renzo Piano con una exposición de Francis Bacon y Alberto Giacometti) son sólo algunas de las opciones que plagan de cultura la ciudad. Hay tanto por ver que Art Basel se convierte en una auténtica Yincana en la que falta tiempo para coger aire mientras se marcan los tics. Así pues, lejos de proceder a una crítica hacia el mercado del arte y la feria como empresa, quizá sea más fructífero, como ejercicio, poner el ojo en los destellos de esta 49 edición de Art Basel. En los momentos en los que la propia feria, con su comité de selección y permitiendo estrategias de des-localización, compensa y suple la llana sucesión de piezas para proponer la creación de discurso, los momentos de pausa y búsqueda, de producción de sentido y exploración de formatos.
Él núcleo geográfico de Art Basel se encuentra en Messeplatz. En esta edición, lo primero que uno halla al llegar a la plaza es el proyecto Basilea, que ocupa gran parte del espacio público que antecede a los pabellones. Encargado a la agencia neoyorkina Creative Time, Basilea consiste en dos instalaciones entrelazadas con una tercera performática. Lara Almárcegui –representante de España en la 55 Bienal de Venecia– instaló una mega escultura hecha de depósitos de grava extraída de las canteras de Basilea. En la misma plaza, el estudio español Recetas Urbanas, liderado por Santi Cirugeda, produjo una estructura-auditorio que, concebido colectivamente como resultado de una serie de talleres públicos, servía como escenario para la obra performativa de la artista Isabel Lewis. La instalación conjunta se presenta como una invitación a repensar nuestra relación con la tierra y con lo que reside debajo, en el subsuelo. En esta, Isabel Lewis, micrófono en mano, paseaba por la plaza a diario lanzando mensajes, interrumpiendo nuestra entrada con preguntas como “¿Podemos tomar la diferencia en serio?” ¿Cómo dejar de hablar de tolerar la diferencia –horrible verbo– y explorar su potencial?” Como poco, es inesperada esta manera de ser recibido en la que se supone la más poderosa feria.
La sección de Galerías es el corazón bombeante de la feria. En ella, 277 galerías líderes en el mundo han superado el severo y competitivo filtro para poder formar parte y presentar piezas. Este sector se subdivide a su vez en las ramas de Editions, Feature (proyectos comisariados) y Statemtents, integrado por 18 jóvenes galerías internacionales en la que cada una introduce un único artista “emergente”. Entre los artistas seleccionados, dos son los receptores del Baloise Art Prize, este año en su 20 aniversario. El premio ha sido entregado en esta edición a la coreana Suki Seokyeong Kang (One and J. Gallery) y a Lawrence Abu Hamdan (mor charpentier) por su impactante instalación sonora y de vídeo The whole time there were no land mines(2017). La escena que recoge esta galardonada obra fue registrada en mayo de 2011 y muestra, a través de ocho monitores de vídeo y sonido, a un grupo de palestinos cruzando desde Siria a la meseta de los Altos del Golán. En la práctica de Abu Hamdan la obra misma es evidencia, y ésta funciona al retratar no sólo la situación que describe sino la posición de testigo en la que uno se encuentra al enfrentarla. ¿Será cierto que no hay buen arte que no escueza o roce lo incómodo en nuestro interior? ¿Podemos aún creer en un arte que trasciende su escena para encarnar una misión? Poderosa es también la serie de obras recogidas en la sección Film, comisariada por por Maxa Zoller. Esta incluye 16 piezas de video artistas internacionales, seleccionadas con el fin de re-pensar y atribuir nuevos significados al material encontrado en la producción de video arte. Destaca, entre otras, la obra del kurdo HIWA K, que presenta Pre-Image (Blind as the Mother Tongue) de la mano de la galería berlinesa KOW. La obra muestra de manera no-lineal al artista caminando entre campos, carreteras, y estados en su tránsito desde Turquía a Atenas y luego a Roma. Mientras, narra y comparte, con voz tranquila, reflexiones, recuerdos y emociones que se difuminan entre ellas y con la imagen. Merece la pena pausar y escuchar esta pieza, resultado de una biografía parcelada, historia que hoy viven tantos. Estos son sólo un par de ejemplos de piezas elevadísimas que uno tiene la suerte de poder ver juntas en esta sección.
La gigante instalación de Daniel Buren Una cosa tira l’altra nos recibe con en la entrada de la sección Unlimited, la plataforma de Art Basel donde se encuentra, en palabras del comisario Gianni Jetzer, “todo lo que no cabría en el stand de la feria”. Como describe Jetzer, la instalación de Buren es un andamiaje-plataforma que ejerce, usando términos de LeCorbusier, de promenade arquitectónico y a su vez como mirador desde el que observar el gigantesco y aturullado pabellón. Entre los artistas aquí expuestos (un total de 71), encontramos nombres como Ai Wei Wei, Alfredo Jaar, Rashid Johnson, Robert Longo, Richard Longo, o Jenny Holzer. Aunque en número y escala apabullante, la propuesta expositiva de Unlimited resulta a su vez compacta y justa en la medida en que incluye obras de artistas más jóvenes, en fases más prematuras de su carrera, que mantienen el pulso alto. Así, encontramos piezas tan ricas y conectadas con nuestro tiempo como lo son el irónico vídeo Saturday, 2017, de Camile Henrot (proyectado recientemente en su retrospectiva en el Palais de Tokio, París) o Dream Journal 2016-2017 de Jon Rafman, donde el artista a vuelve explorar, partiendo de la animación de sus propios sueños, los efectos de la tecnología y la sobrecarga de información en la psiquis contemporánea. Fuerte y fresca es también la instalación Bathers on Ogygia, 2018, de Paul Chan, en la que el artista activa cuerpos de nylon con ventiladores industriales buscando la animación más allá de la pantalla, liberando la imagen en movimiento de ésta como propuesta hacia el progreso. Otro de los diamantes de la sección es, sin duda, la obra Pearl Vision, 2016, de Mark Leckey, que se esconde en una esquina en la parte posterior del pabellón. La ubicación parece pensada con la obra. Íntima y difícil de descifrar, en ocasiones escalofriante. Leckey propone, en un espacio lleno de objetos e instalaciones mega espectaculares, algo opuesto; el loop de un fragmento de un video musical en el que sólo vemos al batería. Un puzle de recortes y close-ups altamente eróticos y de perfección estética pasmosa. Obras ya históricas como Tornado (2000-2010), de Francis Alÿs, o Untitled (bangkok boogie woogie), 2015 de Rikrit Tiravanija, exquisitas dentro de sus lenguajes individuales, confirman la tenaz ubicuidad del video arte, claramente el medio gobernador de esta edición.
Pero es fuera de los pabellones(o escondido entre ellos) donde la chispa de esta edición de Art Basel cobra vida. Invitada directamente por el director de Art Basel Marc Spiegler, la joven artista suiza Hanna Weinberger estableció un bar perfectamente funcional en el entre suelo del Hall 2, justo detrás del gran reloj. El espacio ha de descubrirse, es un punto de encuentro y descanso que no aparece en ninguna agenda, en ningún sitio web. Spiegler parece, en este rincón especialísimo, buscar cercanía con la escena artística regional incluyendo objetos y contribuciones diarias de artistas como Mai-Thu Perret, Silvie Fleury, o Fabian Marti. Una botella de agua de Evian de la artista Pamela Rosenkranz en la nevera detrás de la barra, un cenicero de Meret Oppenheim. Un bar escondido que representa todo aquello que Art Basel no puede: lo pequeño, discreto, asequible, atrevido. Sólo los muy curiosos o previamente avisados podían encontrar el arte.
La obra de su artífice, Weinberger, también forma parte del sobrecogedor y más experimental programa dentro de la feria, ArtParcours. Organizado por tercera vez por Samuel Leuenberge, el comisario afirma que esta edición del programa –destinado a emplazar obras de arte en lugares públicos– es radicalmente diferente a otros años. Aún sin haber visto previas ediciones, es innegable que Parcours supone el más drástico alejamiento de lo que esperamos de una feria convencional. Titulado Tellling stories for the future, el proyecto nace en Münsterplatz y discurre a lo largo del casco histórico de Basilea. A través de 23 instalaciones site-specific, propone una reflexión sobre el potencial político de la narración de historias y sobre cómo nuestras vidas diarias pueden relacionarse con ellas. Para ArtParcours Night, las obras eran visitables en sus contextos hasta medianoche, invitándonos a conocer y pasear la ciudad en la penumbra y alegría de una noche de junio. Iglesias vacías, instituciones públicas, colecciones de museos, la misma calle o casas privadas son algunos de los remotos escenarios donde estas piezas pueden disfrutarse. Así, un ejemplo es la obraExomind (Deep Water), 2017, de Pierre Huyghe, ubicada al borde del río. Una colmena de abejas que nace de una figura femenina, una estatua que poliniza la flora circundante y ofrece la experiencia de una eterna retroalimentación entre naturaleza y arte. Otro ejemplo es Thomas Struth, que invade con su última serie de fotos de animales una iglesia modernista de 1963. Como parte de la intervención, cada foto es individualmente activada con una serie de improvisaciones musicales que nacen como respuesta interpretativa. Si uno se pierde (y quiere encontrarse) nada como pasar por el Info Point, donde Tino Sehgal esperaba con una inesperada recreación de su performance This Exhibition (2004). Al entrar, escandaloso desplome de un miembro de Art Basel staff y pánico absoluto entre los visitantes, petrificados ante la imprevisible y poderosa escena de urgencia.
La ciudad de Basel se convierte así, gracias a la feria, en un micro universo donde algunas obras son tan sigilosas como visibles, tan accesibles como escondidas, tan imperceptibles como impactantes. La energía invisible entre ellas impacta rápido en cualquier transeúnte curioso y aflora en una sucesión de experiencias absolutamente personal e intransferible. El programa Parcours se asoma como el territorio otro donde, en contraste con la estética de los pabellones, de aletargadora sobre-exposición, se esquiva la deseada primera fila y se da el poder a lo no evidente, a la baja iluminación, a la búsqueda como preámbulo de cualquier sorpresa. Art Basel es sin duda una feria de arte que se auto cuestiona y se exige explorar nuevos formatos apostando por las voces artísticas y curatoriales más contemporáneas. Por ello, si hay que evaluarla, o al menos esta edición, no sería justo definirla como algo llano y predecible. Quizá sea más justo entenderla como un gran contenedor de impulsos de distinta índole (mercado, financiero, artístico, crítico, social y conceptual) fundamental para entender o adentrarse en las contradicciones internas del arte contemporáneo y sus circuitos.
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Jon Rafman - Unlimited
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“Light Vulnerable Objects Threatened by Eight Cement Bricks”
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‘Light vulnerable subject threatened by the gravity of overthinking’
Hoy he leído sobre Bas Jan Ander y sobre su instalación Light vulnerable objects threatened by eight cement bricks. No puedo dejar de pensar en la fragilidad de aquellos objetos y en el sublime contraste de esta con la fuerza de la gravedad. Sobre cada uno de estos objetos, expandidos por la habitación, pendían de una cuerda ocho grandes bloques de cemento. 
De un golpe bien calculado, cuando él decidía,  cortaba las cuerdas ocasionando destrucción irreversible de las flores, jarrones, botellas. 
Qué efímera y palpable sensación de poder, qué ilustración más bella de la vida y de lo inesperado. Energías que destruyen al chocarse. Qué rara es la fuerza y qué bonito es, como concepto, pensar en la fragilidad de todo.
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