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Una cabaretera fue asesinada durante la fiesta de Jupes Rouges
Atlantic City, 9 de octubre
E. Davis
La fiesta convocada en el Jupes Rouges para el disfrute de la mayor parte de caballeros que conforman Atlantic City, acabó dando un giro inesperado cuando una de las cabareteras del lugar, conocida como Ágata, apareció asesinada en la habitación que ocupaba en el cabaret.
El cadáver fue hallado por Madame, la dueña y regente del club de chicas, quien alertada por su tardanza después de haber avistado al cliente que había subido a sus aposentos con ella marchándose, no dudó en ir a su busca. Aunque después bajó las escaleras para comunicar la desgraciada noticia, Madame no se separó del cuerpo de su chica hasta que este fue llevado al hospital de la ciudad para realizar los estudios necesarios antes de certificar su muerte.
Tanto Madame como el resto de las chicas del cabaret se negaron a prestar declaración, quizás debido a que continuaban en estado de shock debido a la tragedia con la que había acabado la fiesta. Sin embargo, pudimos tomar nota de las palabras de un miembro del cuerpo de policía. “Nuevamente nos encontramos en una escena parecida a la de hace cuatro meses, cuando encontramos a la señora Sullivan asesinada en el baño de la casa de Salvatore”, comentó, “el asesino no ha dejado ningún arma y debe de haber sabido exactamente el momento para actuar con precisión”.
Pero, aunque la policía por el momento no había dado un perfil del asesino, muchos clientes que en esos momentos se encontraban en la puerta del Jupes Rouges tras haber abandonado el lugar alertados por el alcalde, no dudaron en dar su opinión. “Ha sido el joven de los tatuajes”, dijo uno de ellos muy convencido, “la propia Señora lo ha dicho y ella es quien mejor conoce a los clientes”. Sin embargo, todo el mundo desconoce la identidad de ese misterioso chico tatuado al que se le atribuye el asesinato de la cabaretera.
Ágata, según consta en los estudios realizados en el hospital central de Atlantic City, murió a causa de un limpio corte en su cuello, que la desangró a tiempo para que no se diera cuenta de su trágico final.
Desde The Voice, mandamos nuestro más sentido pésame a todos los miembros de Jupes Rouges y conocidos de la víctima. Seguiremos de cerca la investigación sobre el asesinato de Ágata.
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Ayer una nueva víctima se sumó al historial de Atlantic City: Ágata, la hermosa cabaretera del Jupes Rouges.
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Buenas o malas nuevas
Atlantic City, 4 de septiembre
L. Daniels
Ayer tuvo lugar en el paseo marítimo de Atlantic City un acto insólito: Arthur Harris, nuestro “excelentísimo” alcalde, abandonó la seguridad del Ayuntamiento que ha convertido en su cueva para comunicarles a sus conciudadanos una nueva. Nueva que puede ser tachada de buena o mala dependiendo de los oídos que la escuchen.
Para ningún empresario de éxito, componente del banco o de la bolsa era una novedad las noticias del alcalde, ni siquiera para los afamados restaurantes que se encuentran cerca del puerto. Todos y cada uno de ellos eran conocedores de la subida de sus ingresos, de la demanda que los turistas hacían y del continuo crecimiento de sus acciones dentro de su determinado campo empresarial. Sólo aquellos que tienen pequeños negocios desconocían que, casualmente, se habían hecho de oro aunque técnicamente no haya sido así, pues nuevamente, las fortunas y reconocimiento se los llevan “los grandes”.
Y, por esa simple obviedad celebra una fiesta, lo que hace pensar que el discurso no era más que un pretexto para vaciar cierta parte de las arcas del Ayuntamiento en una verbena donde se celebraba una disparidad. Pero, ¿acaso tiene la culpa únicamente el alcalde? La respuesta es un rotundo no, pues también la tienen aquellos que se dejan engatusar por su oratoria, la cual ha empleado en diversas ocasiones y siempre para lo mismo: trasladar que haya un asesino suelto por Atlantic City a un segundo plano.
¿Acaso es más importante el dinero que la seguridad de los habitantes de su ciudad? La respuesta nos la dio a todos ayer por la tarde-noche y, el que no quiera verlo, es que mira el mundo con los mismos ojos que Arthur Harris.
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Personajes disponibles pertenecientes a The Voice: Evan Davis, Janeth y Lindsay Miller. 
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¡Nos vemos esta tarde a las nueve de la tarde (hora española) en el paseo marítimo de Atlantic City!
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Nuestros nombres
Anoche Marie Ledram Pickle apareció asesinada en el salón de su casa. Sus hijos, dos niños de diez y ocho años respectivamente, fueron quienes hallaron el cadáver al volver del colegio. Encontraron a su madre en un charco de sangre, empapada la ropa, los rizos y la vieja alfombra heredada de la abuela, ahora inservible. Tan sólo dos semanas antes, el padre de ambos críos fue hallado en un bar, muerto también, con el cuerpo arrojado sobre una mesa. Los testigos aseguraron que una banda de maleantes se abalanzó contra él con cuchillos sin darle oportunidad de defenderse. Los niños, Lucy y Marc Ledram, han sido enviados a un orfanato. Nunca sabrán qué sucedió con su madre, ni si fueron las mismas personas que asesinaron a su padre porque no se llaman ni Salvatore, ni Sullivan, ni O'Connor.
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El exhaustivo trabajo del alcalde
El señor alcalde está hoy sentado en su cómoda butaca roja. Su esclava negra, Ayudante, le rellena la copa de sangre fresca y él se repantiga, se descalza y con la angustia incipiente del alcohol, observa las llamas borrosas del hogar. En su mesa se han cansado ya los folios blancos que no ha dejado de mirar, en su urgencia para cerrar el caso.
 Y en la calle, las voces roncas se visten del Bolero de Ravel que suena a todo volumen por la trompeta de la habitación. Hablan, hablan. Gritan.
Y el resto de los vampiros, todos amigos del Conde de Montecristo, deambulan por las calles y se visten de farolas desde las que vigilan el sumario sudario secreto y blanco.
Los bares de los vivos vibran de fondo, te examinan, te evalúan, te inquieren a miradas ¿De qué parte estás? ¿Cuál es tu nombre? Escupitajo al suelo ¿Qué haces aquí? Ellos lo saben, la guerra fría ha comenzado en la calle, hermanos contra hermanos, irlandeses contra irlandeses, apellidos que por nacimiento ya odian otros apellidos. Shakespeare no lo habría descrito mejor ni habría podido desarrollarlo con la maestría de nuestro Conde ¡Larga vida a Arthur Harris!
A todo esto desfilan ante la comisaría los no-sospechosos, se acumulan por todas partes, alegres, entre vítores de no ser ellos culpados de vividores entre los invitados a la fabulosa fiesta del señor Invisible ¡Mil hurras por el Conde!
Dejemos que ahora se fume su merecidísimo Habano en la penumbra de su despacho y busquemos nosotros ser tan eficientes con nuestros quehaceres que no molestemos nunca (¡Quiéralo Dios!) en tan extenuante tarea.
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Bienvenido
Todas las ciudades se parecen, pero ninguna se parece a Atlantic City. Está rebosante de vida por cada rincón. Las apuestas crecen en los casinos y el alcohol corre en los bares. Las mujeres se cortan el pelo y bailan jazz, son libres. La guerra y sus estragos quedan lejos de las paredes de las casas. Se olvidan las balas, se olvidan las lágrimas, se olvidan de los niños llamando a las puertas de desconocidos por un poco de pan. Los jóvenes se besan en todas las esquinas de las calles y el humo de los cigarros llega al techo y se pierde en el aire. Música y luces en todos los locales ¡Y viva la vida! ¡Y muerte a la muerte!
Y al otro lado, sin ser vistos, están ellos, para los que la guerra nunca ha acabado. Ellos que no son nosotros porque nunca se lo permitimos y nunca les vimos. Tiemblan en la oscuridad. Ellos ya no tienen miedo, ya no tienen deseos, ni esperanzas, ni sueños de felicidad. Pidien agua, comida y una manta y nadie se las da.
Todas las ciudades se parecen, sí, pero no hay ninguna tan despiadada como Atlantic City.
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Megan Sullivan fue asesinada durante la fiesta de Salvatore
Atlantic City, 21 de septiembre
L. Daniels
Megan Sullivan, la conocida y respetada mujer de Ethan Sullivan, fue asesinada ayer al anochecer en el cuarto de aseo de la mansión de Salvatore durante su fiesta mensual. El impacto de la muerte de la señora Sullivan ha tocado a todos los ciudadanos, pues, aunque algunos no la conocieran en persona, todos los integrantes de Atlantic City habían oído hablar de ella.
El cadáver fue hallado por el marido de la víctima, quien alertado por su tardanza, no dudó en ir en su busca. Aunque en un principio fue solo, se encontró a Rick Hammond, miembro de su personal de seguridad, quien estuvo en todo momento con el devastado señor Sullivan mientras se llevaban el cadáver de su mujer para realizar los estudios necesarios antes de certificar su muerte.
Tanto Ethan Sullivan como Rick Hammond se negaron a dar declaraciones a este diario. Sin embargo, pudimos tomar nota de las palabras de Jackson Robins, miembro del cuerpo de policía. “No hemos encontrado ningún arma, ninguna pista que pueda llevarnos al asesino”, comentó mientras miraba de reojo a su bebido supervisor, el señor Ryan Harris. “Será un caso complicado, pero el asesino debía de conocer muy bien a la señora Sullivan para saber que acudiría aquí sola y, además, acabar tan fácilmente con ella”, continuó. Un ciudadano de los allí presentes, el cual se negó a facilitarnos su nombre, argumentó que “podría tratarse de un ajuste de cuentas”. Alegó además que puede que todo fuera culpa del marido de la asesinada.
Megan Sullivan, según consta en los estudios realizados en el hospital central de Atlantic City, murió a causa de una fuerte hemorragia, causada por las múltiples heridas que mostraba en su zona lumbar.
Desde The Voice, mandamos nuestro más sentido pésame a la familia que deja la víctima. Seguiremos de cerca la investigación sobre el asesinato de la señora Sullivan.
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